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domingo, 4 de mayo de 2025

Abril de 1975: La primera Feria de San Marcos en la Plaza Monumental (y X)

Un resumen final


La Feria de San Marcos de hace medio siglo, en su vertiente taurina se construyó a partir de los nombres de Manolo Martínez, Curro Rivera, Mariano Ramos, Jesús Solórzano, Antonio Lomelín, Humberto Moro, Fermín Espinosa Armillita, Eduardo Liceaga y los de los rejoneadores Gastón Santos, Pedro Louceiro, Jorge Hernández Andrés y Fernando Álvarez. Es decir, ocho matadores de toros y cuatro rejoneadores para ocho fechas. A ello podemos sumar los tres espadas de la novillada de preferia, lo que nos presenta un elenco breve, pero a la vez, pleno de las figuras del toreo vigentes en estas tierras en ese momento histórico.

El primer torero extranjero que se presentó en la Monumental fue el sevillano de Gines, Manolo Cortés. Lo hizo el 8 de diciembre de 1974, alternando mano a mano con Eloy Cavazos en la lidia de una corrida de Matancillas, en la que ambos triunfaron con rotundidad.

Después de Manolo Cortés, quien se presentó en la tercera corrida ofrecida en la nueva Monumental, no veríamos a un torero español sino hasta 1976, cuando Paco Camino vendría a presentarse en Aguascalientes, le seguiría la albaceteña Maribel Atiénzar en 1982 en un cartel que todavía reúne caracteres de singularidad histórica y la presencia ya habitual de las figuras del otro lado del Atlántico la tendríamos hasta el año de 1985, es decir, una década después de la feria que hoy me ocupa.

La feria había encontrado ya una estabilidad en cuanto al número de festejos, alrededor de los ocho o nueve, a partir de toreros mexicanos únicamente, manteniéndose la idea de darlos en días consecutivos, aprovechando el uso de la luz artificial para aquellos que eran ofrecidos entre semana y dejando las tardes de sol y moscas para los que correspondían al día grande de la feria – 25 de abril – y los fines de semana.

El nuevo escenario

Numerosos eran los comentarios, no todos positivos, en el sentido de que la nueva plaza de toros estaba alejada del centro de la actividad ferial. Y es que hace 50 años, salvo la colonia Las Flores y la unidad habitacional Vivienda Popular que estaban en sus inmediaciones, la Monumental estaba prácticamente fuera de la mancha urbana, en el punto donde las vialidades urbanas – la calle Nieto y la nueva avenida López Mateos – se entroncaban con la carretera a Calvillo. Eso fue un factor, visto en retrospectiva, que perjudicó las entradas a los festejos nocturnos, sobre todo, por lo inhóspito de las vías de regreso para aquellos que acudían caminando.

Luego, estaba también en la mente de todos, el tremendo problema de isóptica que presentaba el inmueble, pues cuando la acción en el ruedo se acercaba al tercio, ya en los terrenos de la primera raya, aquellos que tenían asientos más allá de la segunda fila de barreras, tenían que ponerse de pie para enterarse de lo que sucedía. Mil explicaciones se ofrecieron sobre el particular, pero nunca una solución, la que se vino a dar hasta una década después, cuando se le dio al coso la apariencia que hoy tiene.

También, entre profesionales se advertía que en las dependencias interiores de la plaza había defectos de funcionamiento en los corrales, toriles, la capilla para los toreros se quedó en una promesa apenas, la enfermería era rudimentaria, y en suma, se afirmaba que las prisas por inaugurar la plaza dejaron tras de sí un mudo testimonio de imprevisión, de irresponsabilidad y de mediocridad. Así de lapidario fue algún juicio.

La autoridad de la plaza

Días antes del inicio del serial, se anunció que el ingeniero Jesús Herrera Robles, un distinguido aficionado de estas tierras, se haría cargo de la tarea de ser Juez de Plaza. Se le reconoció que logró controlar el acceso de personas sin ocupación al callejón de la plaza; la entrega de trofeos por medio de un charro – alguacilillo a efecto de que éstos coincidieran con lo otorgado, fue, en buena medida, riguroso con los llamados retazos de toro, pero a falta de disposición legal a su favor, tenía un cabo suelto en la Banda Municipal, dirigida en esos días por don Fernando Soto García, quien tocaba a discreción y a petición de los diestros, lo mismo un pasodoble, que el Corrido del Norte, la Acuarela Potosina o hasta el Simón Blanco, según el destinatario de la pieza musical. Escribe quien firmó como Machaquito en El Heraldo de Aguascalientes:

Sin embargo, notamos que la desafinada murga de antaño fue una aceptable banda municipal, que se ha convertido en una palera de los matadores, que venga o no al caso, piden sones callejeros para torear, como si aceptaran de antemano que lo que van a hacer frente al toro es un remedio de baile de quintopatio. La autoridad debe imponerse para dar seriedad al espectáculo. La música en la plaza es para ambientar los intermedios; pero se torea en silencio, con el solo acompañamiento de las ovaciones y los olés, o se suelta una diana para subrayar un clímax...

Es en estos días donde también, se gestó el desastroso desatino de introducir en nuestras plazas de toros el taurinamente nefasto himno palenquero de la Pelea de Gallos. Estimé mucho al Maestro Soto, mi vecino de toda la vida, pero en esta arista de su vida profesional, nunca le concederé la razón.

El ganado que se lidió

Las crónicas reflejan que los encierros lidiados en los festejos de la feria del 75 fueron casi todos de una presencia que iba de lo justo y hacia abajo. Alguno, en la pluma de Francisco Lazo, fue definitivamente chico, pero por causas de la sequía y de los problemas agrarios en la ganadería donde fueron criados. El único que en los escritos se narró como de buena presencia, fue el del ingeniero Mariano Ramírez, pero su juego no correspondió a su fachada. 

Sigue diciendo Machaquito:

No podemos comentar nada particular acerca de los encierros que se corrieron en esta feria, ya que un solo calificativo general puede englobarlos a todos: se lidiaron cosa de medio centenar de toros y solamente uno salió pastueño y con buen son, todos los demás, aunque parezca exagerado decirlo, fueron débiles, más o menos mansos y uniformemente sosos, cobardes todos al final, defensivos, parados y unánimemente descastados... ¿Habrá todavía quien dude que la fiesta se precipita a la decadencia, a pesar de que actualmente se den los muletazos más bellos de la historia?...

Creo que no hay mucho que agregar. Los tiempos no han variado mucho, y para bien, como podemos deducir del párrafo transcrito.

Los toreros 

Las figuras salieron a defender su sitio, cada uno a su manera. Destacaron a mi juicio, por lo logrado y por la impresión causada, Curro Rivera y Mariano Ramos. El primero, porque iba definitivamente encarrerado en un asalto a la cumbre. No desperdiciaba fecha u oportunidad alguna para dejar patente que pretendía el cetro de la torería mexicana. Por esa razón, con o sin orejas en las manos al final de los festejos, la gente salía contenta y convencida de su hacer ante los toros. Le llamaban ya Curro Cumbre y efectivamente estaba cumbre.

Por su parte, Mariano Ramos también estaba empeñado en destacarse por encima de sus pares. Era el tercer año consecutivo que, en nuestra feria, se alzaba como el ganador del Escapulario de Oro de San Marcos y salía a darle la pelea a todos aquellos que salían al ruedo junto con él, sumando a estos triunfos, los que conseguía en otras plazas del país, incluida la México.

La firme reaparición de Antonio Lomelín después de que el mes de febrero anterior fuera gravemente herido por el toro Bermejo de Xajay en la Plaza México causó sorpresa. En las tres actuaciones que sumó, no se le vieron dudas o recelos derivados de ese percance y sí la voluntad de recuperar el espacio perdido y de alzarse también como figura de los redondeles. Le faltarían unos años para confirmar eso último, pero el camino que iba andando era el correcto y aquí en Aguascalientes fuimos de los primeros en apreciarlo.

Fermín Espinosa Armillita se asentó como el primer torero de la Monumental, título que no dejaría nunca, con una brillantísima faena a un toro de Suárez del Real y entre los debutantes, Humberto Moro también demostró que podría andar más o menos largo en esos ruedos de Dios.

Al final de cuentas

Como todas las cosas que comienzan, mucho había que mejorar y mucho espacio había también para la innovación. Nuestra feria adquirió carta de naturalidad y su modelo ha sido tenido como punto de partida para organizar otros seriales en distintos lugares de este país y del extranjero. Creo que debemos cuidar esta feria y mejorarla en todos sus aspectos. Una Feria de San Marcos sin toros, se vuelve insustancial.

Aviso parroquial: Llegado a este punto, quiero agradecer al Archivo Histórico del Estado, a la maestra Dolores García – Pimentel Ruiz y al maestro Joaquín Chávez Pérez su valiosa ayuda y las facilidades que me proporcionan para recabar los materiales que me sirven de apoyo para redactar estas notas.

domingo, 27 de abril de 2025

Abril de 1975: La primera Feria de San Marcos en la Plaza Monumental (IX)

Domingo 27 de abril. Manolo Martínez y Curro Rivera cierran la feria cortando orejas

La octava y última corrida del serial 1975 fue un mano a mano entre Manolo Martínez y Curro Rivera ante un encierro de Valparaíso, hierro en esos días, de la titularidad de don Valentín Rivero Azcárraga. Era el octavo día consecutivo de toros y parecía que la afición no había perdido el interés en asistir a la Monumental, porque las crónicas del festejo relatan que en esa fecha se produjo la mejor entrada de todo el serial, tan buena fue, que muchas personas no pudieron presenciar el festejo, debidamente sentados. Escribe Francisco Lazo:

La plaza Monumental registró hoy, en la última corrida de la feria, la mejor entrada... se produjo un lleno superior aún a los de ayer y antier, quedándose además mucha gente en la calle. Los tendidos se veían apretujados. No cabía un alfiler, dando la impresión de que se había superado con mucho, el aforo del coso...

Como se ve, hasta el cronista tuvo que dejar el apunte de que la posibilidad de la venta de boletaje con sobrecupo era evidente, porque al interior, gente de pie y en la calle, gente con boleto en mano que no pudo entrar. Así era la efervescencia por los toros en esos días.

Los toros de Valparaíso

El encierro de don Valentín fue disparejo de presencia y acusó debilidad, lo que impidió que se les examinara de manera rigurosa en las cabalgaduras, intentando evitar que llegaran agobiados al tercio final de la lidia, pero la disposición de los toreros y su habilidad para mantener de pie a los toros que tendían a caer al suelo, permitieron que se realizaran un par de faenas que si bien, no dejaron completamente satisfecha a la afición, evitaron que la tarde se sumergiera en el tedio.

Manolo Martínez y su toro de regalo

El llamado Milagro de Monterrey enfrentó cuatro toros en esta tarde, los tres del lote que sorteó, por su orden Nopalero, Minero y Petrolero, ante los que estuvo apenas discreto, porque sus exiguas fuerzas apenas le permitieron bosquejar algunas suertes con lucimiento y un séptimo cuyo regalo anunció tras la lidia del quinto de la jornada, al que no se le anunció nombre, pero sí que era de la misma procedencia del encierro titular, y con el que, de acuerdo con la crónica de Francisco Lazo, su actuación fue:

Y regala uno, que es un torito que sale hecho una chinampina y nos deja ver esas chicuelinas al estilo de Manolo Martínez, pero que se apaga más pronto que un cerillo. Lo toreaba con mucho arte Manolo, pero se echó la res. Entonces el regiomontano disgustado ya hasta el colmo, tiró muleta y estoque y se metió al callejón. Salió cuando el toro se paró para brindar la estocada: media en todo lo alto que mata sin puntilla. Oreja y vuelta ya con el capotillo de paseo...

De nuevo la contabilidad de trofeos es contradictoria, la crónica de Alejandro Hernández en el Heraldo de Aguascalientes, más severa, por considerar que el “regalito” carecía totalmente de respeto, señala que le fueron concedidas las dos orejas. Me inclino de nueva cuenta por esta última versión, dado el sentido en el que fue escrita.

Curro Rivera y la voluntad de ser figura

Ya había apuntado en comentarios anteriores que Curro Rivera venía a esta feria a por todas, y en esta tarde también dio la nota aguda, demostrando que su ascenso a los puestos más altos del escalafón difícilmente podría ser detenido. El punto más notable de su actuación fue ante el tercero de la tarde, Cominito, al que le cortó las dos orejas. De su actuación en conjunto, refirió en su día Francisco Lazo:

Este Curro Rivera ya agarró ritmo envidiable para torear. Hoy lo volvió a demostrar. Suelta el brazo, sin rigidez alguna, codilleando un poco para desmayar el lance. ¿Codillear? Sí, sí señor. ¿Qué eso no es un defecto como quieren hacer aparecer los “tradicionalistas” que suspiran por el toreo de cartón, tieso? Curro se ve más espontáneo, más natural toreando así, echando al voladero esos llamados “cánones” que sujetaban al toreo a expresiones mecánicas ayunas de sentimiento, rompiendo con esas cadenas como lo han hecho los grandes toreros mexicanos... Su segundo fue “Cominito”, muy llenito, que recargó en varas con un poquito más de fuerza que sus hermanos, cosa que aprovechó sobradamente Curro, para hacerle una faena aterciopelada, de buen gusto y que remató con otra soberbia estocada. Dos orejas y gritos de “torero – torero”...

La reflexión de Lazo acerca del hacer de Curro Rivera representa, desde mi personal punto de vista, a lo que más adelante comenzó a pregonar, en su columna del diario capitalino Esto, como una de las formas de lo que dio en llamar la escuela mexicana del toreo, en la que justificaba además del apartamiento de las reglas fundamentales del hacer ante los toros, otras cuestiones que afortunadamente, cada día están más lejos de nuestros ruedos.

El balance final

Francisco Lazo con esta crónica terminaba su encomienda en nuestra ciudad. Al final de su relación anunciaba que haría comentarios sobre la feria, pero como la misma se publicaba también en la capital mexicana, esas reflexiones posteriores se leerían solamente allá. No obstante, en el tránsito de su participación final, hace algunos comentarios que considero prudente citar:

Manolo y Curro... llevan a los tendidos a un público difícil con ellos, pues va a exigirles sin concesiones, como se sabe de lo que son capaces... Cualquiera diría que el propósito es empujarles para que den lo mejor de ellos. Y tienen otra medida a la hora de ser premiados. Se les juzga con mucha severidad y se les aplica todo el rigor de la Plaza México a la hora de otorgarles trofeos. Durante esta feria hemos visto como a otros toreros, con solo abrirse de capa, se les corea cualquier mantazo. Con estos no. Deben torear bien para cosechar aplausos. Y eso finalmente es bueno por dos razones: se les coloca en un grupo especialísimo y se les obliga a dar lo mejor de su toreo con lo que salimos ganando todos. Eso es por lo que toca a los públicos, pues por lo que hace a los reventadores, esos pobres diablos solo dan salida a su amargura proverbial...

Estos apuntes finales de Lazo tienen interés porque dejan bien parada a la afición de Aguascalientes de aquellos días, a la que califica de exigente en grado extremo, aunque también cuando habla de reventadores, cae en una cuestión de desconocimiento de una especie de usos y costumbres de la afición local, porque por esos días existía una tormentosa relación de amor – odio con Curro Rivera, de la que me ocuparé particularmente un día de estos.

Con esto termino estos apuntes acerca de los festejos de la primera Feria de San Marcos que se verificó en la Plaza Monumental Aguascalientes, aunque creo que vale la pena dedicar un espacio más para tratar de hacer un resumen general del serial, pero eso será, ahora sí, la próxima semana.

sábado, 26 de abril de 2025

Abril de 1975: La primera Feria de San Marcos en la Plaza Monumental (VIII)

Sábado 26 de abril. Profusión de apéndices en la tarde más exitosa de la feria

La feria del 75 reventó al final en la séptima y penúltima corrida del serial. La tarde de los grandes triunfos y de las faenas bien logradas fue esta, en la que Manolo Martínez, Curro Rivera y Mariano Ramos se enfrentaron a un encierro de Torrecilla. Si bien en los festejos anteriores hubo algunos éxitos señalados, la tarde redonda que toda la afición espera en un serial como el que se ofreció por primera vez en la Plaza Monumental. Tardó en llegar, pero al final, justificó una feria extensa y dejó en claro que ese modelo seguía siendo válido.

Francisco Lazo, quien se encargó ese año de la mayor parte de la crónica en El Sol del Centro, hace la siguiente reflexión a propósito de esa corrida:

La de hoy, séptima corrida de la feria taurina de Aguascalientes, ha resultado excepcional. Mire usted, la plaza se llenó hasta parecer reventar de un público entusiasta, se cortaron ocho orejas y un rabo y vimos toda la gama del toreo, en sus diversas concepciones, hecho a toros débiles, pero de una nobleza poco común. Los tres alternantes, Manolo Martínez, Curro Rivera y Mariano Ramos, unidos por el común denominador del poder, pusieron sobre la arena sus mejores expresiones, sus virtudes en su manifestación más pura, para brindarnos una tarde que pasará mucho tiempo sin que se olvide. Y esa frase común que dice “el público salió toreando” cuando ve torear mucho y bien, hoy puede aplicarse con toda propiedad. Caras sonrientes a las afueras del coso, en medio del terregal ese, simulando pases con periódicos o simplemente con la palma de la mano. Y pasión a flor de piel...

Decía El Volcán de Aguascalientes que el que compra un boleto para entrar a los toros es un comprador de ilusiones, porque espera siempre ver una tarde de triunfos. Quienes asistieron a la Monumental hoy hace medio siglo, vieron esa ilusión satisfecha.

Manolo Martínez corta el único rabo de la feria

Ya habíamos podido ver que el paso de Manolo Martínez había sido marcado por el signo de la discreción. Le restaban esta tarde y la del cierre del serial al día siguiente para reafirmar su posición de cabeza del escalafón y, efectivamente, este día apretó el acelerador, porque realizó una faena tesonera con su primero, que fue saldada con salida al tercio tras petición de oreja y las orejas y el rabo del cuarto. Cuenta Francisco Lazo:

...con “Gondolero” hizo una faena de seda, sobre todo con la mano izquierda, bajo el coro de ¡torero – torero! El toro pasaba claro, pero el torero le hacía ir largo, apenas con un muñecazo ligero, en el centro mismo del anillo. ¿Describir la faena? Sería necio. El toreo es arte efímero que ilumina como una llamarada, pero que se apaga en el momento mismo de iniciar otro pase. Así fue aquello, explosiones de belleza, sucediéndose en series de ayudados, naturales, pases del desdén, trincherillas, medios pases con la mano izquierda, para de allí enganchar el de pecho. Y la estocada, un tanto traserilla, pero de rápidos efectos. Dos orejas concede el juez, pero sube el clamor y otorga el rabo que bien ganado había sido. Vuelta con el ganadero, bajo lluvia de prendas...

Cuando un torero está, diría El Gallo, en estado de gracia, no tiene objeto contar las series y las suertes practicadas, es mejor intentar presentar en un concepto unitario la impresión que dejó el artista con su obra efímera, pero definitivamente trascendente.

Curro Rivera corta cuatro orejas

También ha quedado evidencia en esta serie de apuntes que Curro Cumbre venía empujando con seriedad para tratar de hacerse del cetro del toreo en México. Y hacía delante de los toros todo lo necesario, y hasta lo imposible para llegar a ese anhelado sitio. Lo hizo entonces en Aguascalientes y lo hacía en cuanta plaza se presentaba. Dice de su actuación la crónica de El Sol del Centro:

...Con la muleta, Curro le echa alegría en el cite y lentitud al pase, con mucho temple, mando. Sus muletazos son largos y con aquel pasar despacio de la res, parecían durar una eternidad, recreándose además... Una soberbia estocada. Dos orejas. Un grupito que molesta de continuo a Curro, protesta una, sin enterarse siquiera de lo que había visto: toreo de alta calidad de capa y muleta y gran estocada, lo que ameritaba un rabo. Y vino su segundo “Fakir”... Diríamos que juega al toreo, con gracia, con inventiva, a cámara lentísima, como en aquellos “circurrets”, luego, jalando al toro con la muleta por la espalda, hasta sacarlo con el de pecho. Al público le impresiona aquella faena y la corea con fuerza. Pocas veces, por no decir nunca antes, había visto torear así, como que pocas veces se conjuntan un toro que quiere atacar, pero no lo hace por falta de fuerza y un torero que lo hace pasar, obligándolo, con la orden de mando que es su muleta. Tres cuartos de acero en el rincón y otra vez dos orejas, para ir a sacar al ganadero a dar la vuelta...

Habrá que agregar que ambos toros de Curro fueron pasmosamente débiles y que aparte de torear como lo hizo, ejecutó una importante labor de enfermero para mantenerlos en pie, lo que aumenta el mérito de lo que logró ante ellos.

El poderío de Mariano Ramos, presente otra vez

Volveré a repetir que Mariano Ramos volvía a nuestro serial abrileño exigiendo un sitio entre las figuras del toreo mexicano. No había toro o alternante que lo hiciera dar el paso atrás y el paso que mantenía era verdaderamente impresionante. Le cortó las dos orejas al toro que cerró el festejo, pero la crónica refleja, que de no haberlo pinchado antes de haberle metido la espada, le hubiera cortado el rabo:

Su segundo fue “Lucerito”, un toro con un poco más de vigor al que torea por verónicas y chicuelinas. Recargó bravo el morito. Pero lo saca pronto del caballo Mariano. Lo necesita todo lo fuerte que pueda ser. Y la res pasa completa, con claridad. Entonces Mariano le hace la faena, hondos los pases, quebrando la cintura para bajar la mano y estirarse después hasta llevar al toro muy largo. Hay temple, hay toreo macizo, de expresiones secas, pero emocionantes por el mando del diestro. Al natural, parece suavizar el pase, menos rígida la muleta, con vuelo en el último tiempo. Al natural, se afina Mariano, va cogiéndole gusto al pase. Toreaba en el tercio. Y quiso entonces hacer honor a su calidad de diestro poderoso. Sacó al toro al centro del anillo y allí le dio tres ayudados y varios pases por alto que le ganaron también el grito de ¡torero – torero! Pinchazo arriba y media estocada bien puesta que derriba. Petición. Una oreja da el juez. El público exige la otra y es concedida...

Por la manera en la que el ingeniero Jesús Herrera concedió la segunda oreja, es que me atrevo a asegurar que, de haber acertado a la primera con la espada, con seguridad, Mariano hubiera cortado el rabo. Y es que, estaba en el ánimo de la gente y en esos días, era una ráfaga de aire fresco en la baraja taurina mexicana.

El encierro de Torrecilla

Los toros enviados por don José Antonio Llaguno Ibargüengoitia adolecieron de lo mismo que se vino señalando por la prensa de la época de los demás encierros que se lidiaron: de poca presencia. Escribió Francisco Lazo:

Reses terciadas envió Torrecilla y de muy poca fuerza. Sigue padeciendo aquella ganadería zacatecana una serie de problemas, que afectan la buena crianza de su ganado. Pero hay buena sangre... Por igual, fueron al caballo, pero les pasaron apenas con un picotazo, evitándoles así mayor quebranto que el que ya traían del viaje y acusaban por su manifiesta debilidad. Todos también fueron claros, de una nobleza conmovedora... No faltó quien dijera a la salida de la plaza, que los toros habían sido unas babosas que parecían arrastrarse. El símil no se apega a la realidad, pero, suponiendo sin conceder que así fuera, ese amigo no sable lo difícil que es torear toros así y producir emoción. Lo que le falte de fiereza al toro, lo puede suplir el torero con su arte o su valor, con su poder para hacerles pasar y darles muletazos...

Aunque se dio la vuelta al ruedo al cuarto y al quinto, por mucho que se quiera justificar la falta de bravura con la boyantía y la aptitud de los toreros para aprovechar esa situación. Por lo visto, estaba gestándose, a sabiendas o no, lo que mi amigo Horacio Reiba llama el post toro de lidia mexicano. Hasta mañana.

viernes, 25 de abril de 2025

Abril de 1975: La primera Feria de San Marcos en la Plaza Monumental (VII)

Viernes 25 de abril. Un arrollador Mariano Ramos vuelve llevarse el Escapulario de Oro

A partir de 1971 se volvió tradicional que para la corrida del día de San Marcos se confeccionara un cartel en el que actuaran los principales toreros anunciados en el serial, disputándose un trofeo, concebido como el Escapulario de Oro de San Marcos, patrocinado en esos días, por alguna de las casas vitivinícolas asentadas en la entidad. Eran por lo regular seis toros para seis toreros y con esa única oportunidad tenían que lucir lo suficiente como para convencer a la afición que se congregaba en la plaza hasta llenarla, porque el 25 de abril es casi una religión asistir a los toros en Aguascalientes.

Hace 50 años se acartelaron Manolo Martínez, Jesús Solórzano, Antonio Lomelín, Curro Rivera, Mariano Ramos, Fermín Espinosa Armillita y Humberto Moro para lidiar siete toros de Los Martínez. Los siete toros anunciados al final fueron ocho, porque fuera de concurso, se lidió un octavo, de regalo, por parte de Humberto Moro.

El encierro de Los Martínez

La ganadería de don Jorge Martínez Gómez del Campo se presentaba en Aguascalientes. El ganadero, que era un declarado orticista, bautizó a sus toros con nombres de otros que fueron famosos por ser importantes en la carrera de su amigo Pepe Ortiz, quien falleciera unos días antes. Por su orden salieron de toriles Sapito, Barrionuevo, Espía, Monterillo, Garlopo, Periodista y Aretito. Fue un gentil detalle del ganadero debutante. Acerca de la presencia del encierro, dice la crónica de El Sol del Centro escrita por Francisco Lazo:

Se lidiaron siete toros de Los Martínez, jóvenes, gordos, bien presentados, que tuvieron dos características definidas: unos querían huir, otros se agarraron pronto al piso. Imperó la mansedumbre, habiéndose salvado uno de ellos, el jugado en tercer lugar pero que desgraciadamente estaba lastimado de las manitas y rodaba constantemente…

De la descripción del cronista se puede advertir que se pretendió encubrir la falta de edad con el exceso de peso, de allí que su movilidad fuera limitada y se agarraran al piso y perdieran la vertical. También, ese peso desproporcionado, exagera la falta de raza y de casta. En suma, el trapío de los toros no se calibra en la báscula, sino en su apariencia externa y se adquiere con la edad.

La actuación triunfal de Mariano Ramos

Decía que Mariano Ramos se levantó como el triunfador de la tarde, porque a partir de este día, las corridas volvieron a su horario tradicional, a las cinco de la tarde. Si hemos de hacer caso a la reseña del encierro que hizo Lazo, el toro que le tocó fue uno de los que se quedaron parados, y, sin embargo, lo hizo moverse. El propio cronista de El Sol del Centro contó:

Muy buenas verónicas y mejores mandiles le dio Mariano a “Garlopo”, un manso al que Campos le puso dos pares superiores. Este toro no huye tanto, pero sale del muletazo con la cabeza alta. Ahí vemos al Mariano poderoso, sujetando y haciendo que la res humille, para torearle luego con mando, llevando muy bien a su enemigo. Por momentos parece destemplarse, pero vuelve a coger el ritmo a la embestida y llevaba los pitones a milímetros de la muleta. Terminó con la “regiomontana” en medio del júbilo popular. Cita a recibir y dejó un pinchazo a un tiempo. Luego otro echándose sobre el morrillo y finalmente, media arriba. Ligera petición (¿aquí no sacan pañuelos?). Oreja concede el juez. Chillan. La tira Mariano y da la vuelta…

La relación de Francisco Lazo es breve pero completa y destaca, la brillante actuación también, de Leonardo Campos, uno de los destacados banderilleros mexicanos de la época, que iban siempre colocados con los toreros que encabezaban el escalafón de estas tierras.

El resto de la tarde

Manolo Martínez estuvo breve, pero exponiendo y fue aplaudido. Jesús Solórzano tuvo una actuación que lo resarcía en parte de las pérdidas anteriores ante el segundo del festejo, incluso, puso el par de La Moreliana de su creación, que le valió dar la vuelta al ruedo a mitad de la lidia. Al final salió al tercio. Antonio Lomelín siguió hecho un león y también consiguió salir al tercio, tras de que su toro terminara hecho un marmolillo. Curro Rivera por su parte le robó una faena a un toro que huía en todos los terrenos y al igual que Mariano Ramos, fue llamado a dar la vuelta al ruedo.

Humberto Moro terminó enfrentado al respetable con el que le tocó en el sorteo y para resarcirse, regaló un octavo de Tequisquiapan, al que le hizo una faena que fue de menos a más. Aquí hay una controversia en cuanto a la premiación de la faena que realizó, porque en tanto que Francisco Lazo en El Sol del Centro habla de que se le otorgó una oreja, Alejandro Hernández en el Heraldo de Aguascalientes, refiere dos. Viendo el talante de Lazo hacia Humberto y otros diestros, me inclino más a creer en la versión de Alejandro, que en la suya. Y Fermín Armillita apenas tuvo material para salir del paso.

La concesión del trofeo

La tradición para la concesión del Escapulario de Oro era que se otorgara por aclamación popular en los casos en los que no hubiera un triunfador claro en la corrida en la que se ponía en disputa. Así se tuvo por sentado, pero al parecer, la Casa Pedro Domecq, patrocinadora en este año del 75 del trofeo, decidió designar un jurado para determinar al torero galardonado. Cuenta Francisco Lazo:

Al fin se llenó la plaza. Hasta arriba. Y es que hoy es gran día de fiesta, pues se celebra a San Marcos, patrono de la feria aquicalitense... Y, además, se ofrecía un cartel con siete toreros por un solo boleto, los que se disputaban el “Escapulario de Oro” que finalmente fue otorgado a Mariano Ramos por un jurado que nadie supo quienes lo integraron, pasando por alto el anuncio que hicieron al comenzar el festejo: que el trofeo sería otorgado por votación popular. Sí hubiera sido de esta última manera, Curro Rivera habría sido, junto con Mariano, fuerte candidato a quedarse con el galardón. Ambos hicieron muy buenas faenas a toros que presentaron dificultades, más el de Curro, que toreó con largueza y calidad; menos, pero sin dejar de tenerla, el de Mariano, que hizo una faena con poderío y mando. Los dos mataron mal, de dos pinchazos y entera desprendida Curro y Mariano de dos pinchazos, el primero intentando matar recibiendo, y media. El juez dio una oreja que el público protestó. La tiró Mariano y dio la vuelta, la misma que había dado Curro Rivera...

Así dice Lazo, que nunca se supo quienes integraron ese jurado y que antes de iniciar la corrida se había anunciado que el trofeo sería concedido por aclamación popular. Creo que a estas alturas de estos recuerdos queda clara la preferencia de don Francisco por su tocayo Curro Rivera, lo que me deja claro su deseo – o interés – de que su favorito se hubiera llevado el galardón, pero las cosas discurrieron de otra forma. Esa era la manera de ser del inefable Francisco Lazo.

Así pues, nada más arrastrado el octavo de la tarde, bajaron al ruedo S.G.M. Luz María I y Alfonso Ramírez Calesero, éste último en representación de la Casa Pedro Domecq a entregar a Mariano Ramos el Escapulario de Oro obtenido, con el que volvió a dar una triunfal vuelta al ruedo. Otra vez, hasta mañana.

Aviso parroquial: Extiendo mi sincera felicitación a todos los que hacen posible la edición de El Sol del Centro, pues en este día cumple 80 años de servir a Aguascalientes con información certera y veraz, siendo desde los inicios, una fuente invaluable para esta bitácora. ¡Que sigan muchos más!

jueves, 24 de abril de 2025

Abril de 1975: La primera Feria de San Marcos en la Plaza Monumental (VI)

Jueves 24 de abril. En la alternativa de Eduardo Liceaga, Mariano Ramos es el triunfador

Dos cuestiones previas

La feria de 1975 iba entrando, en cuestiones de toros ya en su segunda mitad y, la verdad, a pesar de que varios de los carteles ofrecidos por la empresa, en el papel, tenían una definitiva redondez, la gente simplemente no se acercaba a la plaza de toros nueva a apreciar lo que en el ruedo ocurría. Eso, en un serial de la extensión que ya había adquirido nuestra Feria de San Marcos y en las condiciones económicas que genera una plaza con la capacidad que entonces tenía la Monumental, podría llegar a tener visos de tragedia. Alejandro Hernández, cronista del diario Heraldo de Aguascalientes, hacía en el introito de su breve crónica del festejo del 24 de abril, esta necesaria reflexión:

Qué pena de ver las malas entradas que ha tenido la Monumental Aguascalientes, y si pensamos un poquito lejos, esto se pone muy feo, pues es lógico pensar que Guillermo González (empresario) por más afición que tenga, no está peleado con su dinero, y tomará, seguramente, alguna medida - ojalá y no sea la que usted, amigo aficionado, piensa - pero es imposible sostener esta situación. Por ejemplo, en la corrida de ayer, fue muy baja la entrada, y lógicamente esto origina pérdidas a la empresa. Ojalá que, de hoy en adelante, asista la gente en beneficio de todos...

La intención de dar todos los festejos en días consecutivos, motivaba la celebración de festejos nocturnos. Cuando se celebraban en la Plaza San Marcos, los eventos propios de la noche quedaban a unos pasos del coso, así que en cuestión de tiempo, resultaba rentable ir primero a los toros y después al palenque o a alguno de los centros nocturnos que por las inmediaciones del Jardín de San Marcos se montaban, pero al ubicarse la nueva plaza de toros cerca, pero prácticamente en las orillas de la ciudad y casi en medio de la nada, se planteaba un dilema que obligaba a elegir. Y la elección, visto está, era a favor de las cercanías.

La segunda cuestión ronda en torno a algo de lo que ya había comentado en alguna ocasión anterior, de una teoría que de cuando en cuando sacaba a relucir Francisco Lazo sobre los efectos de la luz artificial sobre el juego de los toros en las plazas. Dijo entonces el cronista huésped de El Sol del Centro:

En los tendidos de la Monumental de esta ciudad, un grupo de gente del toro, entre los que había ganaderos, toreros, taurinos en general, discutíamos si el pálido alumbrado del coso era o no el culpable del poco juego que están dando las reses en esta feria. Sacamos conclusiones: cuando el toro es bravo, ataca a cualquier hora. Y en el caballo tenemos la prueba, porque allí hasta con los ojos cerrados, las reses deben cargar para demostrar su casta. Los toros de Tequisquiapan lidiados esta noche, iban al caballo, pero luego hacían cosas extrañas, dando la impresión de que, en efecto, no veían bien, o se avisaban con el alumbrado de los palcos, más brillante que el de los reflectores que pretenden iluminar debidamente el ruedo y apenas consiguen su objetivo, produciendo además, sombras...

Después, cuando le salió un toro bravo a Mariano Ramos, tendría que hacer algunas machincuepas prosísticas para plasmarlas en el papel y evitar desdecirse de su teoría. No debo desconocer que llevaba un dejo de razón con lo de las sombras que genera un alumbrado defectuoso, que tocan a los toros, pero por lo demás, creo que era simplemente una animadversión personal del cronista, aunque debo confesar también que prefiero en lo personal las tardes de sol y moscas.

La gran noche de Mariano Ramos

Los dos abriles anteriores Mariano Ramos fueron redondos para él. Se alzó como el máximo triunfador de ambas ferias y ya en un nuevo escenario volvía a insistir en ponerse de nueva cuenta a la cabeza de los diestros actuantes en nuestro serial sanmarqueño. Su gran momento en esta noche ocurrió al enfrentar al cuarto de la sesión, llamado Limonero por su criador, don Fernando de la Mora Madaleno y así resumió el citado cronista de El Sol del Centro su actuación:

Desde que salió, tomó los capotes con alegría y Mariano, hábilmente volteó el suyo, toreando por la parte que es amarillo para darle mayor objetivo al morito, por verónicas y mandiles, lance éste que hemos de repetir, lo ejecuta con un sello especial. Luego atacó bravo al montado, para que el Zotoluco II le picara soberbiamente, haciéndole sangrar profusamente para llegar al tercio mortal atacando siempre con claridad y nobleza, sin acusar la falta de un buen alumbrado, sin distraerse con las sombras, es decir, demostrando que cuando el toro es bravo, acomete y si tiene nobleza, lo pone de manifiesto en todo momento, sea bajo las candilejas o a la luz del día. ¡Y no vea usted cómo lo toreó Mariano Ramos! Ayudados y naturales con temple y mando y en una ocasión dejó ver la bondad del animal, cuando en un pase de pecho, le dejó la muleta en la cabeza sin que la res derrotara. No le tiraba ni una mala mirada y el torero - charro se hinchó de torear, rematando con adornos de buen gusto. Y citó a recibir, dejando media estocada contraria, a un tiempo, que no surtió efecto. Tumbó al primer golpe de descabello y se ganó las orejas que le fueron justamente concedidas...

La alternativa de Eduardo Liceaga

Eduardo Liceaga es miembro de una de las dinastías más extensas que reconoce la historia del toreo. Hijo de Anselmo también matador de toros de brillante trayectoria, inició su andar por los ruedos en el año de 1972, presentándose en la Plaza México en agosto de 1974, donde le cortó el rabo al novillo Soldado de José Julián Llaguno el 15 de septiembre de ese año. Se despidió de la novillería el domingo anterior al día de su alternativa en Monterrey, donde le cortó el rabo al novillo Ramito de Suárez del Real. Era, sin duda, junto con Guillermo Montero, el novillero más interesante de ese momento.

Las crónicas de prensa no refieren el nombre del toro de Tequisquiapan que fuera el de su alternativa, pero ante él su actuación fue la siguiente:

Y Mariano le dio la alternativa a Eduardo Liceaga, esa joven promesa que esta noche no pudo lucir sus cualidades. Por el contrario, se acentuaron sus naturales defectos. No fijó los pies con el capote y con la muleta estuvo indeciso en el de su doctorado y a ratos se animó con su segundo. Pero en general, su actuación fue desvaída, haciendo pensar a muchos que le han precipitado al lanzarlo al doctorado. La verdad es que Eduardo no es un temerario de los ruedos, por el contrario, es medido de valor. Sus virtudes son otras, el temple y el arte. Vamos a ver si más adelante, conforme vaya viéndole más seguido la cara al toro, va cuajando para llegar a ser el toreo que de él se espera. A su primero lo mató de pinchazo hondo y media. Y a su segundo, de dos pinchazos, media delantera y dos golpes de descabello...

La realidad es que Lazo fue muy considerado con Liceaga. Estuve presente en esa corrida y recuerdo con claridad que el toricantano, vestido de blanco y oro, montó un espectáculo esperpéntico, por el pánico que hizo presa de él. Los golpes de descabello que le dio al sexto de la corrida no fueron dos, sino una docena cuando menos y le sonaron dos avisos. Así transcurrió la segunda alternativa que se otorgaba en la Plaza Monumental.

La noche de Humberto Moro, el testigo de la ceremonia tampoco transitó por cauces de fortuna, pero ya le vendría un momento más acercado a la gloria. Era la víspera del día de San Marcos, todo Aguascalientes ya estaba de fiesta. Aquí dejo estas notas por hoy. 

miércoles, 23 de abril de 2025

Abril de 1975: La primera Feria de San Marcos en la Plaza Monumental (V)

Miércoles 23 de abril. Antonio Lomelín reafirma su total recuperación

La cuarta corrida de la Feria de San Marcos del 75 también fue nocturna y tuvo como aliciente la presentación de Curro Rivera en el ruedo de la Plaza Monumental, que permitió que la entrada al coso fuera mejor que en los días anteriores. No obstante, la cultura feriante de nuestra ciudad aún no estaba totalmente arraigada. Los días de entre semana las labores ordinarias seguían su curso de manera casi normal y eran los fines de semana los que se dejaban para festejar, aparte hecho, para el día del santo patrono. Al paso de los años, el serial taurino se agruparía en fines de semana, para atraer a los festejos la mayor cantidad de público posible.

Nuevamente don Guillermo González confeccionó un cartel que en el papel tenía visos de redondez, porque aparte del hijo de Fermín el de San Luis, completaban la terna Jesús Solórzano y Antonio Lomelín, quienes ya habían actuado en el serial con fortuna diversa. Los tres enfrentarían un encierro de Las Huertas, en esos días de la titularidad de don Luis Javier Barroso, el inolvidable Chacho, quien en ferias anteriores había logrado triunfos importantes.

La importante tarde de Antonio Lomelín

Ya habíamos anotado por aquí que el lunes 21 anterior, Antonio Lomelín había dejado bien claro que no cargaba secuelas de la gravísima cornada que sufrió el 16 de febrero anterior en la Plaza México. En esa noche de dos días antes, los toros que le salieron en el sorteo no se prestaron a muchas florituras, pero en esta nueva ocasión tuvo la ocasión de mostrarse como el torero poderoso y valiente que siempre fue, terminando por alzarse como el triunfador de la corrida. Escribió para El Sol del Centro su cronista huésped, Francisco Lazo:

Antonio Lomelín achicó la muleta y la movió para fijar al toro, al mismo tiempo que se echó la espada a la cara, a la altura de la barbilla. Y entró a matar dando el pecho, volcándose luego sobre el morrillo en un perfecto volapié. Ejecución valiente y emocionante, aunque el acero quedara un tanto perpendicular sin producir los efectos deseados. Y Antonio repitió la escena, para dejar ahora sí, una estocada muy bien colocada, mientras el público se ponía de pie, aclamándole. Dobló el toro. El público pidió las orejas, el juez concedió una con la que Antonio dio dos vueltas al ruedo, bajo lluvia de prendas, y se retiró al callejón sonriente, cerrando así su actuación de esta noche, de torero valiente, de banderillero excepcional y de eficiente matador. Parece ser que, como decíamos hace días, a Antonio no le hizo ni cosquillas esa terrible cornada que le puso al borde de la muerte. Se desplaza por el ruedo como por su casa, seguro, con tanto valor, que por momentos aborda el terreno de la temeridad. Y creemos también que ha encontrado el camino, al fin, hacia la cumbre, porque a sus dos enemigos les ha toreado, cuando no parecían tener un pase, dos mansos peligrosos, sobre todo su primero que tiraba cornadas a diestra y siniestra sin que Antonio se descompusiera. Finalmente, resultó ser el triunfador del cuarto festejo de la feria taurina de esta Aguascalientes...

Más adelante relata el que en la fecha era el jefe de información taurina del diario deportivo Esto de la Ciudad de México, que en el quinto de la corrida, puso hasta cuatro pares de banderillas y que si solamente cortó una oreja, cuando le eran pedidas las dos, fue únicamente porque la primera estocada que dejó, hasta la empuñadura, le quedó perpendicular y en lugar de intentar una prolongada labor de enterramiento, extrajo la espada y se volvió a tirar a matar con la misma decisión, dejando, ahora sí, una estocada en todo lo alto, de instantáneos efectos. El ingeniero Herrera, entonces Juez de Plaza, se llevó una bronca, dice el cronista, por no conceder esa segunda oreja.

El desconcertante Jesús Solórzano

Cuando el hijo del Rey del Temple sentía que salía con los hados de su lado, hacía el toreo como ninguno. Pero si sentía que no le acompañaban, también generaba broncas que podían llegar a alcanzar buenas proporciones. Esta fue una de esas últimas fechas, en las que, al salir del hotel anunciaba algo grande, pero al llegar a la plaza, daba lo contrario. Sigue adelante el cronista:

Poco antes de la corrida, Chucho Solórzano me dijo que la iba a armar. Y la armó. ¡Por poco se le va vivo el primero! Le pegaron dos avisos después de doce pinchazos y diez golpes de descabello. Al principio parecía decidido, hasta banderilleó, pero pronto volvió a las dudas y dejó escapar otra oportunidad. En su segundo, un toro refugiado en tablas, pareció dispuesto a jugarse la piel y hasta le puso la barriga al toro para dar algunos buenos muletazos, sólo que siempre sobre piernas. Y tumbó al buey de media delanterilla. Este Chucho parece no tener remedio...

Me tocó ver a Jesús Solórzano en ambas versiones dentro de los ruedos y la verdad es que tuvo todo para ser una gran figura del toreo. Es uno de esos casos en los que uno no se explica las razones por las cuales no llegó a serlo.

Un voluntarioso Curro Rivera

La noche de su presentación no pudo ser triunfal para Curro Rivera, y es que le tocó lo menos lidiable del encierro de Las Huertas. Sin embargo, eso no le impidió intentar por todos los medios, resalta la crónica, buscar el triunfo para mantener la posición que guardaba en el escalafón nacional.

Curro Rivera pasa por muy buen momento. Eso todos lo saben. Y hoy, ante reses impropias para el toreo, tuvo chispazos de su calidad y hasta le hizo la faena a su primero, un toro que atacó al caballo, pero que se dolió pronto y quería escapar. Lances a pies juntos, luego despatarrado, que le fueron coreados. El toro llegó al tercer tercio áspero, reservón, pero allí le anduvo Curro, poniéndole la pierna como diciendo, ¡aquí, aquí tienes dónde herir!, para irle encelando. Le dio diez muletazos, de bella ejecución, y se clavó una banderilla en un pie. Cojeando, entró a herir para pinchar y luego dejar medio acero de efectos fulminantes. Le llamaron al tercio a escuchar la aclamación. A este toro le hizo un quite por mandiles, muy ajustado, que encendió los entusiasmos. Su segundo suspiraba por el surco. Y después de intentos y de algunos pases, lo mató de pinchazo y entera...

Siguiendo la semántica del cronista, estoy en condiciones de afirmar, que ni la impropiedad de los toros que le tocaron, iban a detener la marca de quien era ya apodado Curro Cumbre. Ya tendría ocasión de resarcirse en esta misma feria.

El encierro de Las Huertas

Mencionaba antes que Chacho Barroso había tenido triunfos significativos en nuestra feria. En esta oportunidad las cosas no se le dieron como lo hubiera esperado. Éste es el juicio de Francisco Lazo a propósito de la corrida que envió en esos días:

Bien presentado el encierro de Las Huertas, reses con cara de toros y kilos, muy en tipo de la ganadería. Pero mansos cinco de ellos, y los seis terminaron poniéndose a la defensiva y finalmente huidizos, buscando por donde escapar. Si acaso, se salvó un tanto el primero, que tuvo pases, no muchos, pero sí los suficientes para hacerle la faena. Pero le tocó a Chucho Solórzano y ya se imaginan ustedes lo que pasó. En conclusión, el encierro de Las Huertas estuvo por debajo del crédito de la vacada y las reses que lo integraron, merecen llamarse bueyes.

Así fue la cuarta corrida de feria que se celebró en la entonces nueva Plaza Monumental Aguascalientes. La Feria Taurina de San Marcos iba a la mitad de su camino y el signo que llevaba era de pocos triunfos y entradas paupérrimas. Pero veremos que esa tendencia se iría corrigiendo. Hasta mañana.

martes, 22 de abril de 2025

Abril de 1975: La primera Feria de San Marcos en la Plaza Monumental (IV)

Martes 22 de abril. Se celebra la primera corrida de rejones en la nueva plaza de toros

La corrida de rejones que se celebró el 22 de abril de 1974, demostró que había en la arista taurina de la Feria de San Marcos un interesante nicho de mercado. Así, ya trasladado el serial taurino a su nuevo escenario, se procuró repetir la experiencia y justo al año del primer ejercicio, se volvió a programar una Corrida del Arte del Rejoneo, en la que, para enfrentar un encierro de San Carlos, se anunció a Gastón Santos, Pedro Louceiro, Jorge Hernández Andrés y Fernando Álvarez.

Lo que ocurrió en la corrida

Revisando la prensa de la época, me encontré solamente con la crónica de El Sol del Centro, y firmada por Francisco Lazo, jefe de información taurina del diario deportivo Esto de la capital mexicana, en calidad de cronista huésped, función que desempeñaría hasta el final del ciclo. Y de la corrida, entre otras cosas dice:

Los alternantes Gastón Santos, el portugués Pedro Louceiro, Jorge Hernández Andrés y Fernando Álvarez, se enfrentaron a seis toros de San Carlos que dieron buen juego, permitiendo el lucimiento de los caballeros, que hicieron gala de buena monta y habilidad para clavar rejones de castigo, banderillas largas y cortas, a una y dos manos y entrar muy derecho a herir con el rejón de muerte. Además, se produjo un suceso emocionante, cuando Pedro Louceiro iba a cambiar caballo y como no le abrieron a tiempo la puerta y los subalternos no sujetaron al toro, éste se fue tras el jinete hasta la puerta de cuadrillas donde arremetió contra las monturas que allí había, sin lastimar seriamente a ninguna. El mismo Louceiro agarró por la cola al toro y como forcado, lo sacó nuevamente a la arena... Los rejoneadores mataron cada uno un toro y luego en parejas, Gastón y Louceiro y Hernández Andrés y Álvarez otros dos. Pudo apreciarse en sus actuaciones, la madurez de Gastón, el dominio que tiene sobre sus caballos y la seguridad para colocar los rejones... Por su parte, Louceiro volvió a mostrar su maestría y arrojo, toreando muy bien a sus enemigos, llevándolos pegados a la cola del equino, encelándolos, colocándolos con un caracoleo para entrar a clavar. Contra su costumbre, a su primero lo mató a pie, muy mal, pero lo tumbó finalmente... el joven Hernández Andrés es una centella en el ruedo, todo lo hace a velocidad, pero con entusiasmo, con ganas de agradar. Comunica pronto con el público y le entusiasma con su decidido empeño para buscar el triunfo. Por esa misma rapidez con que se desplaza, falla muchas veces, pero cuando clava, lo hace generalmente en todo lo alto... Fernando Álvarez que es el más joven de los cuatro parecía un tanto lento en el manejo de sus caballos y muchas veces daba la impresión de estar a merced de los toros. Lo intentó todo y mucho consiguió a derechas, sobre todo el rejón de muerte que clavó en todo lo alto, aguantando la embestida de la res... El festejo duró dos horas y media...

Dramatis personae

Gastón Santos fue alternativado en el coso lisboeta de Campo Pequeno para el 2 de septiembre de 1954, apadrinándole su mentor Joao Branco Nuncio, y completando la terna el rejoneador Francisco Sepúlveda, y a pie los matadores de toros Diamantino Vizeu y Paco Mendes ante toros de Faustino da Gama.

Pedro Louceiro, era originario de Sousel, Portugal, recibió la alternativa de manos de Manuel Conde, también en la plaza de Campo Pequeno, el 29 de abril de 1956, en festejo en el que actuaron a pie los entonces novilleros Paco Pita y José Julio. Los toros y novillos fueron de Claudio Moura, anunciándose que llevaban el fierro y la divisa de la Viuda de Soler. Llegó a México el año de 1968, constituyéndose en mentor de varios de nuestros rejoneadores y fundador y maestro de los primeros grupos de forcados que empezaron a actuar en México. Fue además un notable promotor de las corridas de rejones de este país.

Por su parte, Jorge Hernández Andrés, considerado potosino por sus raíces familiares, pero nacido en la Ciudad de México, recibió la alternativa el 17 de junio de 1973 en Ciudad Juárez, Chihuahua. Su padrino fue Gastón Santos y completaron el cartel los matadores de toros Raúl García y Guillermo Montes Sortibrán para enfrentar toros de Casablanca.

La combinación la cerraría Fernando Álvarez, quien apenas había recibido la alternativa en la plaza Caletilla de Acapulco el 24 de marzo de 1974, siendo su padrino Pedro Louceiro y atestiguando los rejoneadores Felipe Zambrano y Jorge Hernández Andrés, enfrentando la cuarteta toros de don Manuel Labastida.

La ganadería de San Carlos era la que en su día formara el Orfebre Tapatío, Pepe Ortiz y que en 1962 enajenara a don Carlos Trouyet, quien con posterioridad la transmitió a sus hijos Carlos y Jorge y en este año de 1975 la adquirió don Juan Huerta Ortega, quien a partir de esa fecha varió el hierro y comenzó a lidiar a su nombre, eliminando además el ganado adquirido y refundando con vacas y sementales de don Reyes Huerta Velázquez. Así que, con seguridad, los toros corridos esta noche que hoy recuerdo, fueron de los de saca que recibió con la ganadería adquirida su nuevo titular.

Así iba progresando la primera feria que se celebraba en la entonces nueva Plaza Monumental Aguascalientes. El día de mañana continuaré con estos apuntes.

lunes, 21 de abril de 2025

Abril de 1975: La primera Feria de San Marcos en la Plaza Monumental (III)

Lunes 21 de abril. En corrida nocturna, el primer gran triunfo de Fermín Armillita

La segunda corrida del serial abrileño del año 75, por cierto, año del Cuarto Centenario de la fundación de nuestra ciudad, fue la primera que se ofreció por la noche. El cartel que se ofreció para realizarla implicaba la reaparición de tres diestros que participaron en los festejos de la celebración de su inauguración cinco meses antes. Manolo Martínez, Antonio Lomelín y Fermín Espinosa Armillita, quienes darían cuenta de un encierro zacatecano de Suárez del Real, hierro que hacía su presentación en el ruedo de la Plaza Monumental.

El primer gran triunfo de Fermín Armillita

Al paso de los años, resultaría que Fermín Espinosa Armillita sería uno de los toreros de la Monumental”. En una trayectoria que duró casi tres décadas, Fermín fue un torero que realizó en esa arena una serie de faenas que han quedado para la historia del toreo, que son parte de la columna vertebral de la historia de la plaza y que establecen, sin duda, una etapa importantísima para la fiesta en Aguascalientes.

Esa noche del lunes 21 de abril de hace 50 años, vestido de tabaco y oro, ante el sexto de la función, llamado Orfebre por su criador, firmó, decía, la primera de sus grandes obras en ese redondel. A ese propósito manifestó en su tribuna de El Sol del Centro, don Jesús Gómez Medina:

...la faena de “Orfebre” fue un dechado de quietud, de ritmo y de mando; de ligazón y de bien hacer. Estructurada sobre la mano diestra, dicha faena alcanzó la hondura entrañable, gozosa que suelen adquirir las obras culminantes del arte del toreo. Y dejó, en cuantos la admiramos, un regusto de tal exquisitez, y tuvo una brillantez y una vibración tan acentuadas, que ella sola bastó para resarcirnos de penalidades precedentes: la que nos deparó el festejo inaugural y las que habíamos vivido durante la lidia de los cinco primeros astados... ¡Ah!; pero esa faena, esos minutos durante los que Fermín bordó positivamente el toreo, habrán de pervivir fúlgidamente en nuestro recuerdo, señalando el día y la hora en que “Armillita” reafirmó de manera incontrastable que, verdaderamente tiene derecho a llamarse Fermín y apellidarse Espinosa... Concluyamos haciendo constar que, como justo tributo a tan singular trasteo... que fue rematado con un pinchazo en hueso y una estocada en todo lo alto, de rápidos efectos, Fermín Espinosa fue galardonado con las dos orejas del noble “Orfebre”, un toro de magnífico estilo, sí, pero que lució especialmente por la forma en la que fue toreado. Y con tales apéndices recorrió “Armillita” el ruedo, saliendo de éste entre aclamaciones...

Por su parte, en el Heraldo de Aguascalientes, su cronista, Alejandro Hernández, observó lo siguiente:

Qué gran faena la que nos regaló el hijo del maestro Fermín, a su segundo enemigo... Esto es torear, es muy difícil, pero en Fermín no lo es tanto, templando y mandando, consintiendo al toro, que en honor a la verdad fue muy bueno, haciendo una faena variada, al intercalar molinetes, afarolados... y más gusto nos dio al ver a buenos aficionados que eufóricos aplaudían al chiquillo, pero como nunca falta un pelo en la sopa, perdió el rabo que ya tenía en la espuerta al pinchar en lo alto, para dejar después una gran estocada, muy bien colocada, que hizo rodar sin puntilla al noble “Orfebre”, el que se fue al destazadero sin las orejas...

En lo medular, ambas narraciones son coincidentes. La faena se fundó en el mando y en el temple. También las narraciones reflejan una obra debidamente estructurada, que, como tal, fue reposada y permitió el cabal aprovechamiento de Orfebre. Un apunte más, ambas crónicas reflejan una situación inimaginable en estos tiempos que corren: el torero triunfador salió por su propio pie de la plaza, entre ovaciones, sí, pero sin costaleros voluntarios o a sueldo, que lo sacaran en hombros.

Antonio Lomelín, redivivo

El 16 de febrero anterior, el torero de Acapulco, Antonio Lomelín había sido herido gravemente en la Plaza México por el toro Bermejo de Xajay, en una corrida muy accidentada, que fue pasaportada casi en su totalidad por Antonio José Galán, porque el cuarto mandó también a la enfermería a Rafaelillo y el festejo se quedó prácticamente en una involuntaria encerrona del torero de Bujalance, quien saldó con un par de orejas el trance.

En su estancia hospitalaria, Antonio anunció que reaparecería en Aguascalientes, en su Feria de San Marcos, pero en realidad, su apoderado, Rovira, le arregló la vuelta a los ruedos para el 20 de abril en Durango, donde mató en solitario una corrida de Reyes Huerta, a la que le cortó un par de apéndices.

Con esos antecedentes reaparecía en la Monumental después de haberse presentado en ella el 24 de noviembre del año anterior, en la segunda corrida del ciclo de inauguración del coso. El resumen de su hacer en esta noche abrileña, fue, en la óptica de Alejandro Hernández, cronista del Heraldo de Aguascalientes, el siguiente:

Antonio Lomelín, a quien la gente recibió muy bien, después de la grave cornada, lo vimos muy bien de facultades y sobre todo, sin amilanarse nada, pero el lote que le correspondió, fue el más malo, tocándole en primer lugar un toro que siempre buscó la salida, y al que Lomelín le sacó buenos muletazos y lo mató con un gran volapié... En su segundo, lo más sobresaliente fue la gran estocada con que pasaportó al toro, valiéndole esta el dar la vuelta al ruedo...

Independientemente del reconocimiento público al torero, por su presencia en la plaza y por la labor realizada ante toros que no tuvieron mucho que aportar al lucimiento, considero que lo más destacable es que el torero se observó recuperado y sin secuelas anímicas para volver a ponerse delante del toro. Faltaban todavía un par de años para que llegara el día en el que se encaramara en la cumbre del toreo, pero tenía la onza y esperaba la oportunidad para cambiarla.

Manolo Martínez y el eterno diferendo

La noche de Manolo Martínez fue aprobada por lo mínimo. Como la principal figura mexicana que era en ese momento, era un diestro sumamente exigido y se consideraba que cualquier toro le valía para realizar una faena redonda. Cuando las circunstancias no se prestaban para ello, las masas no siempre lo aceptaban así, o lo toleraban a regañadientes. Esta, la noche de su presentación en la feria, fue una de esas últimas. Cuenta don Jesús Gómez Medina:

De Manolo tan solo recordamos sus lances al cuarto, de buena factura, y una tanda de muy buenos derechazos al que salió en primer lugar. Luego, el torillo se acobardó por completo y Manolo concluyó con un pinchazo y nueva ración de acero un tanto desprendido. Con el cuarto, manso, gazapón, abrevió al máximo y lo puso en jurisdicción de los destazaderos mediante dos picotazos y un espadazo caído...

La brevedad en el relato es clara. La actuación de Manolo, seguramente apenas evitó la bronca. Pero el torero de Monterrey tendría ocasión de reivindicarse.

Así se dieron los hechos en la segunda corrida de la Feria de San Marcos de hace 50 años, un festejo en el que las crónicas, en un par de renglones, ya ponían en entredicho las declaraciones del nuevo Juez de Plaza, señalando que la corrida que se lidió, carecía de trapío, una queja que se seguirá escuchando prácticamente per sécula… Nos vemos mañana.

viernes, 18 de abril de 2025

Abril de 1975: La primera Feria de San Marcos en la Plaza Monumental (I)

Se prepara la feria para ofrecerse en un nuevo escenario

Después de 79 años, los festejos taurinos de nuestra feria de abril ya no se ofrecerían en la Plaza de Toros San Marcos. A partir del sábado 23 de noviembre de 1974, Aguascalientes contaba ya con un nuevo escenario para las corridas de toros, que aparte de duplicar en capacidad al coso de la calle de la Democracia, contaba en principio, con algunas otras cualidades producto de las innovaciones de la ingeniería y de la arquitectura que la hacían más adecuada para albergar una feria taurina que en apenas un lustro, se había levantado como una de las principales de América y del llamado planeta de los toros. Es la Plaza Monumental Aguascalientes.

El artífice de ese serial, don Guillermo González Muñoz, coloquialmente conocido como El Cabezón, seguía al frente de la empresa y para esta nueva etapa ofreció ocho corridas de toros en días consecutivos, del 20 al 27 de abril de hace medio siglo, de las cuales, las de los días 21 (lunes), 22 (martes), 23 (miércoles) y 24 (jueves) de abril, se celebrarían a las nueve de la noche, pues por esas fechas todavía esos días eran considerados hábiles o laborables en la ciudad y las de los días 20 (domingo), 25 (viernes), 26 (sábado) y 27 (domingo) de abril, se verificarían a la tradicional hora de las cinco de la tarde.

Aunque este año se cumple el medio siglo de dar toros de feria en la Monumental, el serial 2025 es el cuadragésimo noveno (49º) de su historia, porque habrá que tener en cuenta que, en el año 2020, a causa de la pandemia de COVID, la feria quedó suspendida al completo y además, los casos atípicos de los años 2009, cuando por la influenza A – H1N1, el serial se suspendió apenas completado el tercero de los carteles anunciados y que, en el año 2021, solamente se ofreció una corrida el 25 de abril. Así, seguramente habrá el próximo año, la ocasión de celebrar el quincuagésimo serial sanmarqueño en la Plaza Monumental.

El anuncio de la feria del 75

En nota aparecida el día 10 de abril de 1975 en El Sol del Centro, se daba cuenta de la feria taurina que ofrecía la empresa de don Guillermo González. A las ocho corridas seguidas, se añadía una novillada, que se puede considerar de preferia, el domingo 13 de abril, una semana antes del arranque oficial de la celebración. El elenco que compondría los carteles se formaba con los diestros Manolo Martínez, Curro Rivera y Mariano Ramos, quienes actuarían cuatro tardes cada uno; con tres fechas: Jesús Solórzano, Antonio Lomelín y Humberto Moro; con dos corridas, Fermín Espinosa Armillita; y, con una actuación: Eduardo Liceaga y los rejoneadores Gastón Santos, Pedro Louceiro, Jorge Hernández Andrés y Fernando Álvarez y los encierros a lidiarse provendrían de Mariano Ramírez, Suárez del Real, San Carlos (para rejones), Las Huertas, Tequisquiapan, Los Martínez, Torrecilla y Valparaíso.

Cabe señalar que la corrida de toros con la que arrancaría la feria, sería apenas la cuarta a celebrarse en la nueva Monumental, porque aparte de los dos festejos de la inauguración, el 8 de diciembre del año anterior, se había celebrado una corrida en la que, ante toros de Matancillas, actuaron mano a mano Eloy Cavazos y el sevillano de Gines, Manolo Cortés.

La novillada de preferia

Señalaba que para el domingo 13 de abril se anunció la celebración de una novillada. Se anunció un cartel formado por el teziutleco Gabriel Franzoni, el local José Antonio Picazo Zotoluco y el capitalino Ricardo Balderas, quienes enfrentarían un encierro de El Rocío. El festejo no dejó nada para el recuerdo. Escribe don Jesús Gómez Medina:

El dilatado ayuno a que se había visto sometida la afición de Aguascalientes, llegó a su término ayer cuando las puertas de la Monumental fueron abiertas para dar lugar a la verificación de su festejo novilleril... Sin embargo, es indudable que, a despecho de la novillada en cuestión, el apetito de los taurófilos hidrocálidos no está satisfecho ni mucho menos: ¡fue tan escaso lo que dio de positivo el festejo! El lucimiento, la brillantez, escasearon tan rotundamente a lo largo de la lidia del desigual encierro de El Rocío... Y es que, en realidad ni Gabriel Franzoni ni Ricardo Balderas ni tampoco José Antonio Picazo consiguieron atacar la nota aguda. O lo que es igual: ni los debutantes ni el reaparecido “Zotoluco” supieron dar el do de pecho. Resultado: un festejo anodino, gris, cuya monotonía tan solo fue capaz de romper la charanga con intervenciones que prodigó a través de la novillada con un entusiasmo digno de mejor justificación...

Al final, de la relación de don Jesús podemos rescatar solamente que quedó para la efeméride el hecho de su celebración, por haber sido el primero de su categoría que se celebró en el ruedo de la nueva Plaza Monumental.

Un nuevo Juez de Plaza

El día 15 de abril, el diario Heraldo de Aguascalientes publicaba en sus páginas una entrevista que Alejandro Hernández realizó a un joven Ingeniero Petrolero egresado de la UNAM, quien era en esos días Subdirector de Tránsito del Estado, llamado Jesús Herrera Robles, por su reciente nombramiento como Juez de la Plaza de Toros Monumental. La familia del ingeniero Herrera es sobradamente reconocida en el ambiente taurino de esta ciudad ya por varias generaciones y él mismo, por su forma de entender y exigir la integridad en la lidia y en la presencia del toro en la plaza. De la entrevista, extraigo:

El nombramiento de Juez de Plaza involucra una responsabilidad muy grande y un gran honor para un buen aficionado a la fiesta de los toros… Velaré por que los astados que se lidien, tengan un mínimo de 425 kg. de peso y el trapío necesario para una plaza con la importancia y categoría de ésta… Se dará mayor seriedad al espectáculo, evitando la entrada al callejón de personas que no tengan ninguna labor que desempeñar… A petición mía se nombró un Alguacil… que será la persona encargada de la entrega de orejas que la Autoridad previamente conceda, evitando con esto que los trofeos sean cortados a discreción por banderilleros o puntilleros, restando importancia y seriedad a los apéndices cortados.... En varias ocasiones he presenciado las ferias de San Isidro en Madrid y la de Sevilla, estando también en algunas ganaderías españolas como la de Carlos Núñez y la del ex – matador Miguel Báez “Litri” …Espero no defraudar la confianza que en mí han puesto las autoridades municipales, como también algunos taurinos…

Anunció también que colaborarían con él don Gabriel Salazar, en calidad de Juez de Callejón; don Guillermo Morfín, como Asesor Técnico; y que, el Alguacilillo al que asignó tarea específica, sería el charro Javier Cuéllar. Debo referir que, durante muchos años, el titular del palco de la autoridad, no daba a conocer quienes eran las personas que con él colaboraban. También debo señalar que, por disposición reglamentaria, el servicio veterinario estaba a cargo del Municipio de Aguascalientes.

Una nota luctuosa

El 17 de abril de ese año de gracia, el diario Heraldo de Aguascalientes daba a conocer que la víspera, en su finca Agua Bendita, ubicada en Santuario de Atotonilco, San Miguel de Allende, Guanajuato, había fallecido Pepe Ortiz El Orfebre Tapatío a la edad de 72 años, después de una serie de males crónicos que fueron minando su existencia. 

Estudió canto en la academia de José Pierson, teniendo como compañeros a José Mojica y a Pedro Vargas. En esos ejercicios obtuvo un papel como cantante en la ópera Carmen, que se presentaba en el teatro Esperanza Iris; y para realizar su actuación, tenía que vestirse de luces. En ese lugar el empresario taurino Pepe del Rivero al verlo le dijo: Tú lo que deberías ser es torero. Eso le animó a iniciar el aprendizaje del toreo con Luis Güemes, quien fuera banderillero de Rodolfo Gaona y discípulo de Ojitos.

Su extraordinario manejo del capote le llevó a crear quites como la orticina, la tapatía, el quite de oro, o la guadalupana. Esa creatividad fue la que le ganó el sobrenombre de El Orfebre Tapatío. También fue criador de toros de lidia en la Hacienda de Calderón, de 1937 a 1962, lidiando a su nombre y presentándose en tal calidad en la Plaza México el 24 de agosto de 1946.

Incursionó también en la actividad cinematográfica y teatral como guionista, compositor de las pautas musicales y también como actor en cintas como El Tigre de Yautepec, Bolero, Cielito Lindo, La golondrina, Seda, sangre y sol y más destacadamente como autor del argumento de la histórica ¡Ora Ponciano!, que pretende biografiar a Ponciano Díaz y que fue estelarizada por Jesús Solórzano y Consuelo Frank (1937) y por supuesto Maravilla del toreo en la que compartió papel estelar con Conchita Cintrón.

Contrajo matrimonio con la actriz Lupita Gallardo, quien le sobrevivió hasta el año de 1992.

Un par de notas publicitarias

El día 13 de abril, juntamente con la información previa de la novillada del día, se publicó por la empresa, la siguiente inserción:

AVISO: Se hace del conocimiento del público, que a partir de las 9:30 horas de hoy, estarán a la venta los boletos para las 8 GRANDIOSAS CORRIDAS DE FERIA. – TAQUILLAS EN: Peluquería Imperial. Farmacia Colonial. Restaurant Chela y Bolería Calesero. – NUMERADOS: Hotel Francia

Es decir, aunque faltaba prácticamente una semana para la coronación de la reina de la feria Luz María Alba Román (Luz María I), la actividad ferial prácticamente se echaba a andar ese domingo anterior, poniendo a la disposición de la afición el boletaje para asistir a los festejos taurinos de la feria.

Y cuándo todos nos preguntábamos: ¿Y la Plaza San Marcos?, días después, el 19 de abril, apareció este otro reclamo, respondiendo a nuestra interrogante:

POR PRIMERA VEZ EN LA FERIA DE SAN MARCOS, la categoría y excelente servicio en el ambiente artístico y taurino, el FAMOSO RESTAURANTE ARROYO, único en el mundo. Antes y después de la corrida, el ambiente está en su casa, RESTAURANTE ARROYO, ahora en una proyección maravillosa, instalado en la PLAZA DE TOROS SAN MARCOS. ¡¡SERVICIO DESDE LA UNA DE LA TARDE!!

Es decir, el coso de la calle de la Democracia no mantendría sus puertas cerradas, aunque no se dieran en él festejos taurinos, los personajes del ambiente de la fiesta se darían cita en ella, la presencia de don Jesús Arroyo así lo garantizaba.

Así se encaminaron los sucesos para dar paso a la celebración de la Feria de San Marcos en su vertiente taurina hace medio siglo. En los próximos días seguiremos los sucesos que en ella se fueron produciendo. Hasta entonces.

domingo, 12 de mayo de 2024

Abril de 1974: la última feria de la Plaza de Toros San Marcos (y, XII)

A manera de balance de la Feria del 74

Durante 78 años la Plaza de Toros San Marcos fue el escenario de los festejos taurinos de la Feria de San Marcos. Hace 50 años se celebró en su ruedo la última feria completa y como hemos visto en estos últimos días, no estuvo exenta de complicaciones y trastornos. Al final en los dos festejos finales del tramo originalmente anunciado, la nave se enderezó y pudo concluir, en su tramo continuo, en un aire triunfal.

Don Guillermo González Muñoz organizó al final nueve corridas de toros, una de ellas de rejones, a partir de diez matadores de toros: Manolo Martínez, Eloy Cavazos, Curro Rivera y Mariano Ramos, a cuatro tardes cada uno; Antonio Lomelín, con tres fechas; José Manuel Montes, con dos corridas y Jesús Delgadillo El Estudiante, Alfonso Ramírez Calesero Chico, Ernesto Sanromán El Queretano y Rafael Gil Rafaelillo, con una sola fecha. Los toreros a caballo fueron Gastón Santos, Pedro Louceiro, Jorge Hernández Andrés, que vinieron a una corrida y Felipe Zambrano, quien al final actuó en dos fechas.

La ganadería triunfadora del ciclo pasado, la del ingeniero Mariano Ramírez salvó sus lauros únicamente con un toro, el quinto de la primera corrida del serial, Carcelero, aprovechado debidamente por Antonio Lomelín, pero las crónicas refieren que el resto del conjunto acusó falta de raza y de fuerza. Y fuera de las cabezas del escalafón, el autor de una de las faenas que sin duda pasarán a la historia del coso de la calle de la Democracia, Rafaelillo, mostró la otra cara de la moneda y simplemente se concretó a presentarse sin estar. Total, que no siempre las vísperas anuncian al santo.

En el renglón ganadero, la queja pertinaz de los relatores de los festejos fue la poca presencia de los toros jugados en cinco de los primeros seis festejos – excluido el de rejones – y, además, el escaso juego que dieron en muchos casos. También, fue motivo de un gran escándalo la notoria invalidez de los toros de Piedras Negras anunciados para el día del santo patrono. No se pudo jugar más que la mitad de la corrida y se habló de manipulaciones y sabotajes. Al final, unos incompletos exámenes post – mortem no revelarían anomalías, por lo que ya no podremos saber qué fue lo que exactamente pasó, porque un par de días después, dos de los toros devueltos, se comportaron de manera muy distinta cuando fueron lidiados a puerta cerrada.

La parte social de lo taurino

Se afirma que en 1974 había en Aguascalientes alrededor de 10 mil hectáreas plantadas de vid y alrededor de 28 empresas vinícolas en la entidad, mismas que elaboraban algunos vinos de mesa, pero la mayor parte de la uva que se producía terminaba en las plantas destiladoras que la convertían en aguardiente y en brandy.

Eso desataba en tiempos feriales una gran competencia por presentar, en los stands de la exposición industrial, que por esos años se instalaba en la calle Venustiano Carranza, personajes destacados de todos los ámbitos, y, por supuesto, la fiesta de los toros no escapaba a esa intención. Así, el día 24 de abril, después de la corrida, una de esas empresas, ofreció a José Manuel Montes, una cena – homenaje:

Antonio Fernández y Cía., elaboradora de los productos Bobadilla 103, vinos de mesa Santa María y vinos de mesa Reserva de Productores ofrecieron una cena al nuevo doctor en tauromaquia José Manuel Montes, la misma noche en que recibió la borla de matador de toros del diestro Manolo Martínez, obteniendo un triunfo arrollador, situándose al lado de las figuras de la torería mexicana... El nuevo doctor en tauromaquia, antes de concluir el festejo agradeció con sencillas, pero muy emotivas palabras, las atenciones que le fueron brindadas, la confianza que en él depositaron sus simpatizadores, a los taurinos en general y a sus amigos, a los que consideró no haber defraudado... Entre los concurrentes al festejo se encontraban don Francisco Lazo, cronista taurino del diario ESTO, Alejandro Hernández, Francisco Gamboa, Gildardo Rosales, el matador de toros Fernando Brand, Felipe Ávila Martínez y muchísimos aficionados y seguidores del nuevo matador de toros...

No es infrecuente que se organicen reuniones para celebrar fastos taurinos, pero, por lo regular, estos tienen un cierto aire de intimidad. En estos días que me ocupan, se hacían inserciones periodísticas con profusión de imágenes, para dejar patente, primero, la presencia de la empresa en la entidad, y segundo, creo, la cantidad y la calidad de los visitantes al puesto de exposición.

Dos días después, se develó en los muros de la Plaza de Toros San Marcos una placa en honor del empresario Guillermo González Muñoz, cortesía de otra compañía vinícola, con su posterior condumio:

Don Francisco Mateos, presidente de “Pedrages y Compañía”, fue el encargado de develar en el Coso San Marcos, la placa que perpetúa el homenaje de “Brandy Gran Reserva San Marcos” a la labor que ha hecho en favor de la fiesta brava el empresario de Aguascalientes, don Guillermo González. La familia taurina se reunió en el centenario albero, para atestiguar este acto que no tiene precedente. La inscripción de la plaza descubierta ayer en la tarde reza en el siguiente tenor: “Brandy Gran Reserva San Marcos se une a la afición taurina de México, para rendir homenaje al señor Guillermo González Muñoz, empresario de esta plaza, por su extraordinaria labor en pro de la ciudad de Aguascalientes, así como por la importancia y gran proyección que a través de la fiesta de los toros ha sabido darle a la Feria de San Marcos” ... Además de la placa colocada ayer en el coso taurino, Brandy Gran Reserva San Marcos otorgó una preciosa charola de plata pura a don Guillermo González, y fue puesta a la vista de los asistentes al acto de reconocimiento al popular “Cabezón” que se llevó a cabo en la planta baja del Club de Leones... En dicho acto estuvo presente María del Carmen I, Reina de la Asociación de Charros de Aguascalientes, quien fue, acompañada de Jesús Ferrer “El Teniente” la encargada de hacer entrega de la preciosa charola al empresario homenajeado...

La placa de bronce se conserva en los muros del pasillo de acceso al tendido de sombra de la plaza y es la que refleja la imagen que ilustra este texto.

Por su parte, la Casa Pedro Domecq ofreció espacios de convivencia a Mariano Ramos y a José Antonio Picazo El Zotoluco después de que ganaron respectivamente el Escapulario de Oro y el Cristo Negro del Encino, aunque con menos difusión periodística que los dos eventos anteriores y que en ferias pasadas. 

El anuncio de una nueva plaza de toros

En el mes de marzo de 1974, el gobernador Francisco Guel Jiménez anunció la realización de una serie de grandes obras para culminar su administración. Entre ellas, se encontraba la edificación de una plaza de toros que se levantaría aprovechando la estructura de una plaza portátil que el empresario hidrocálido Víctor de los Reyes El Embajador, había cedido al Gobierno del Estado, en unos terrenos que la Federación había donado al Estado, tras del entubamiento del Arroyo del Cedazo y en los cuales durante muchos años se tuvo un relleno sanitario, por el rumbo de la colonia Las Flores.

Al efecto, el proyecto de adaptación de la portátil a plaza fija se encomendó a los arquitectos Jorge Medina Rodríguez y Cecilia Vega Ponce, en tanto la obra civil la llevarían a cabo el ingeniero Javier Macías Peña Arellano y don Jesús Urzúa, con la supervisión del arquitecto Enrique Pimentel Serrano. La plaza se terminaría en un plazo relativamente corto, de ocho meses, pues sería inaugurada en el mes de noviembre.

Así quedaba claro que la suerte estaba ya echada para la plaza San Marcos como escenario principal de los festejos taurinos en Aguascalientes. El éxito del modelo de feria implantado por don Guillermo González fue tal, que apenas en cuatro años, fue necesario tener un escenario de mayor capacidad para atender la demanda de todos aquellos que deseaban asistir a sus festejos.

Así, la historia de la Feria de San Marcos en el coso de la calle de la Democracia entraría en una pausa. Esporádicamente se darían festejos, fuera de feria en su ruedo y pasarían dieciséis años para que fuera remodelada y reacondicionada para dejarla en su actual condición. Hasta el año de 1996 volvería a su ruedo una corrida ferial y posteriormente se advertiría que puede albergar en abril las novilladas en ese ciclo, pero hace 50 años, todavía fue el centro neurálgico de la tauromaquia en América.

Aviso parroquial: Quiero agradecer a mis amigos, la Maestra Dolores García – Pimentel y al Maestro Joaquín Chávez Pérez, dedicados funcionarios del Archivo Histórico del Estado, sus gentiles atenciones durante el proceso de recolección de la información que me sirvió para preparar estos pergeños.

Aldeanos