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domingo, 23 de febrero de 2025

24 de febrero de 1963: En la confirmación de Curro Romero, el triunfo es para Joselito Huerta


Curro Romero es un torero que tiene una legión de seguidores, aún cuando ya hace casi un cuarto de siglo que, sin anunciarlo previamente, toreó su último festejo un 22 de octubre en la plaza de La Algaba. Cuando vino a México por primera vez, hace sesenta y dos años, su hacer en los ruedos ya tenía visos de leyenda, fuera porque los aficionados mexicanos que viajaban a presenciar las ferias españolas traían versiones en tal sentido o por las escenas de su arte que se podían contemplar esporádicamente en los noticieros cinematográficos. La realidad es que cuando se le anunció como parte del elenco que se presentaría en aquella singular temporada que se daría a plaza partida, tanto en la Plaza México, como en el Toreo de Cuatro Caminos en el invierno que mediaría entre 1962 y 1963, había interés por conocerle.

Curro Romero actuó por primera vez en plazas mexicanas el domingo 17 de febrero de ese 1963, en El Progreso de Guadalajara, alternando con Luis Procuna y Joselito Huerta en la lidia de toros de Torrecilla. La crónica que del festejo escribió Enrique Aceves Latiguillo para el diario El Informador, refleja lo siguiente:

Este diestro español todo lo que tiene de buena clase, lo tiene de pésimo estoqueador. Ayer nos demostró que sabe torear estupendamente con el percal y que maneja la pañosa con temple y mando; pero también nos demostró que a la hora de la verdad “se va de este mundo”, voltea la cara horrorosamente y tira la puñalada sin saber a ciencia cierta hacia dónde va dirigida, siendo esta la razón por la cual perdió la oreja de su segundo enemigo y hasta escuchó un bocinazo de la autoridad...

Como se puede ver, pese a sus fallas con la espada, causó una buena impresión al público tapatío, que llenó los tendidos de la plaza aledaña al Hospicio Cabañas y aguantó a pie firme una tarde que pudo ser histórica si el viento no hubiera impedido mejores hazañas a los diestros alternantes.

La 12ª corrida de la temporada 1962 – 63

El derecho de apartado de la Plaza México concluía el 24 de febrero de 1963 y con ese festejo, también se ponía fin a la actividad en ese escenario, para continuar posteriormente en el Toreo de Cuatro Caminos. Ese festejo final se ofrecía precisamente con la confirmación de Curro Romero, apadrinado por el linarense Humberto Moro y con el testimonio de Joselito Huerta, enfrentando la terna un encierro tlaxcalteca de La Laguna. La plaza registró una muy buena entrada, afirmando don Alfonso de Icaza Ojo, que era tan buena como en los domingos anteriores y preguntándose qué sucedería en Cuatro Caminos con esas concurrencias, si apenas aforaba la mitad que la México.

El primer toro de la corrida se llamó Tablajero, fue negro, y la tablilla le anunció 446 kilos, aunque el cronista de El Redondel le señalaba que era algo sacudido de carnes. Ese fue el toro de la confirmación. La actuación de Curro Romero esa tarde es resumida por quien firma como Juan de Dios, corresponsal del semanario madrileño El Ruedo, en el ejemplar salido el 7 de marzo siguiente, de esta manera:

Lo vimos nervioso – cosa natural – en el toro de la confirmación de alternativa… En su segundo, Curro engarza varias verónicas extraordinarias. Con la máxima expectación se esperaba al último tercio. Empezó bien Curro, con unos muletazos que llevaban el sello de la casa, pero entre un derrote feo que hizo el lagunero, que se quedó sin fuerzas, como sus hermanitos, y que se levantó un aire del diablo, Curro optó por abreviar, y lo consiguió con un estoconazo algo caído, pero de efectos rápidos…

La versión contenida en El Redondel va más en el sentido de que en el primero de su lote la cosa terminó en una bronca de medianas proporciones y su hacer ante el sexto de la corrida, terminó entre división de opiniones, porque al final, coincidiendo con el corresponsal de El Ruedo en que fue apenas un ramillete de lances fundamentales los que aprobaron los parroquianos congregados en esa señalada corrida de toros.

Joselito Huerta, un león en el quinto de la corrida

Uno de los toreros mexicanos que más se han distinguido por defender el sitio que han conquistado delante de los toros y por su entrega, garra y tesón, es precisamente el llamado León de Tetela, Joselito Huerta. El encierro de La Laguna se había distinguido por su sosería, lo que dejaba a los diestros que lo enfrentaron el poner el resto para generar la emoción que hace estremecer a los tendidos. Así lo entendió José, y lo llevó a la práctica en el segundo de su lote, Tecolote, quinto de la tarde, ante el cual, fue visto así por Ojo, cronista del semanario El Redondel:

Joselito Huerta, después de un pase inicial, liga tres buenos derechazos que le valen calurosas palmas. Establece un intermedio en su faena que reanuda corriendo bien la mano y rematando sus pases por abajo con un forzado de pecho… El toro ha tomado bien la muleta y José sigue toreando a gusto haciendo que los aplausos y los olés alegren su meritorio trasteo. Nuevo intermedio y después de un ligero tropiezo motivado por el aire, viene un buen pase, seguido de un achuchón. Cambia de mano el espada y manda bien con la zurda, sin ceñirse mayormente. Hay un pase completísimo que remata con un molinete… Solo, en medio del anillo, sigue muleteando Joselito Huerta con tanta confianza como dominio y cuando quiere entrar a herir, el público se opone. Más naturales, cites a corta distancia, un abaniqueo por delante, un doblón y la cogida, sin más consecuencias que la voltereta. Toreo por alto, molinetes y por final de cuentas una estocada desprendida hasta el puño, que hace doblar. Ovación clamorosa, millares de pañuelos pidiendo la oreja y concesión de un apéndice con que el diestro poblano, que como quiera que sea ha salvado la corrida, da la vuelta al ruedo devolviendo sombreros y prendas de vestir…

La cabeza de la primera plana de El Redondel señala que es Joselito Huerta el salvador de la corrida de ese domingo; igual encabezado lleva la crónica que Don Neto hizo para la AFP. La realidad es que cuando los toros no provocan la emoción en el ruedo, es complicado que los toreros, por sí mismos generen esa sensación sin la colaboración de los astados.

Lo que sí es de resaltarse, es el hecho de que, como aficionados, tenemos que aceptar que cuando el torero considera que debe montar la espada, por mucho que deseemos seguirle viendo torear, debemos respetar esa decisión. En la relación de Alfonso de Icaza se advierte que Huerta, por hacer caso a un sector del público, desistió de su idea de ir tras la espada y por ello, se llevó un achuchón, para concluir con una estocada defectuosa. Quizás, si hubiera concluido en el momento que él había determinado, de otra cosa estuviéramos comentando.

Humberto Moro y un toro de regalo

Humberto Moro se vio en la necesidad de regalar un toro, Sevillano de Coaxamalucan, ante el cual tuvo una actuación de altibajos y con la que pudo saldar medianamente una tarde que se apuntaba como un fracaso. Escribió el cronista de El Redondel:

Moro inicia su faena con un doblón y a renglón seguido liga cuatro derechazos en los que corre la mano con primor. Le estorba una banderilla, pero otra vez corre la mano en pases a todas luces meritorios. Muchas palmas. Con la zurda no se luce tanto porque el toro va perdiendo gas y cuando estaba a punto de ser desarmado lo evita agarrando casi en el aire la muleta. Nuevos derechazos meritorios, uno de ellos de dos vueltas y un desarme efectivo. Dos pases excelentes; otro espectacular citando a distancia y después de cambiarse la muleta de mano al estilo de Gaona, remata con un pase de pecho. Siguen los derechazos y ya con la gente a su favor Humberto Moro vuelve a ser el de antes, pero, como en su primera corrida, prolonga demasiado su faena, a la que pone fin de un pinchazo sin soltar y una estocada casi entera en buen sitio, perdiendo el engaño en el embroque…

Así fue como terminó una corrida de toros que, en el papel parecía que podía ser histórica y al final quedó como una mera efeméride, porque las cosas se acomodaron de tal manera, que los grandes hechos no se pudieron producir.

Curro Romero en México

Decía al inicio que en México hay una importante legión de curristas, y, sin embargo, Curro Romero actuó en nuestras plazas apenas siete tardes esparcidas en tres décadas distintas. En el año de 1963, ya señalaba que se presentó en Guadalajara el 17 de febrero y que confirmó en la Plaza México el día que hoy me ocupa en este espacio. Reaparecería hasta el 17 de marzo, en Monterrey, alternando con Joselito Huerta y Felipe Rosas, en la lidia de toros, otra vez de La Laguna y terminaría ese ciclo el 24 de marzo en el Toreo de Cuatro Caminos, completando el cartel Manuel Capetillo, Santiago Martín El Viti y Víctor Huerta, enfrentando la cuarteta toros de Tequisquiapan, de don Fernando de la Mora Madaleno.

Joselito Huerta, Dr. Raúl Gómez Alanís, Curro Romero, Felipe Rosas
Monterrey, 17 de marzo de 1963
© Archivo Manolo Saucedo - Cortesía: Francisco Tijerina Elguezabal

Retornaría una segunda oportunidad hasta el año de 1981, para presentarse en la plaza de Pachuca, el 20 de noviembre, alternando en la lidia de toros de don Javier Garfias con Antonio Chenel Antoñete, Manolo Espinosa Armillita y Jesús Solórzano, en corrida que fue televisada a nivel nacional y el día 22 siguiente, se presentaría en San Luis Potosí, para compartir cartel con Jesús Solórzano y Miguel Espinosa Armillita Chico, siendo los toros también de don Javier Garfias. Su actuación final en nuestras tierras tendría lugar el 5 de diciembre de 1992 en Querétaro, plaza en la que le otorgó la alternativa a Rodrigo Galguera, en presencia de Miguel Espinosa Armillita Chico, con toros de Lebrija. 

Esa ha sido la brevísima trayectoria en México, de un torero que, sin lugar a dudas, ha construido en los ruedos y fuera de ellos, una de las leyendas más sólidas que se reconocen en el llamado planeta de los toros.

domingo, 26 de enero de 2025

27 de enero de 1965: Se presentan y triunfan en Manizales El Cordobés y Gabino Aguilar

Gabino Aguilar
Foto: Martín Santos Yubero
Archivo Comunidad de Madrid
Manizales es una ciudad ubicada en la región centro – occidental de Colombia, capital del departamento de Caldas y que tiene una importante tradición taurina. Fundada en 1847, tuvo varias plazas de toros fijas o semifijas hasta que, en el año de 1945, se constituyó la sociedad Plaza de Toros de Manizales, misma que tuvo por objeto la edificación del actual coso de la capital caldense, que fue inaugurado el 23 de diciembre de 1951, con una corrida de toros en la que actuaron Antonio Bienvenida, Manolo González y Alfredo Jiménez ante toros de Mondoñedo.

La feria taurina de Manizales se instauró en el año de 1954, por lo que, para el año de 1965, se celebraba su undécima (XI) edición, apoyada en un elenco encabezado por Santiago Martín El Viti, uno de los triunfadores del ciclo anterior, Paco Corpas, Curro Girón, Pepe Cáceres y como novedades El Cordobés, quien se quedara sin actuar en 1964, debido a una lesión que sufrió en una mano en Torreón, la antevíspera de su presentación allí y nuestro paisano Gabino Aguilar. Todos ellos a dos tardes cada uno, aunque al final, Pepe Cáceres solamente intervendría en una de las contratadas por haber sido herido en su primera tarde, siendo sustituido en la segunda, por Pedro Martínez Pedrés.

El ganado a lidiarse sería colombiano, así se anunciaron toros de Abraham Domínguez, Clara Sierra, Félix Rodríguez, Ernesto Gutiérrez y Rocha Domínguez, corriéndose encierros completos únicamente de las dos primeras y en el resto de los festejos, combinaciones de todas, a excepción de Clara Sierra. La feria corrió del 27 al 31 de enero.

El ambiente previo de la feria

La presentación de El Cordobés en Manizales era más que esperada, sobre todo, después de que se pospuso un año tras del corte en una mano que sufrió en Torreón el 28 de enero de 1964, antevíspera de su presentación en esa plaza. El fenómeno de Palma del Río tenía revolucionados los ambientes taurinos a lo largo del mundo y en ese tenor, Manizales no sería excepción. Se relata en el diario El Tiempo de Bogotá, fechado el 22 de enero de 1965:

No puede ser más halagador el ambiente que respira la ciudad, seis días antes de iniciar su tradicional certamen y doce antes de que suenen timbales y clarines para dar comienzo a la temporada taurina. Pudiera decirse que Manizales vive un jocundo periodo de afanosos preparativos, a efecto de que todo se halle debidamente dispuesto al caer del almanaque la hoja correspondiente al 24 de enero en curso. Las gentes no hablan sino de los eventos consignados en la programación general, pero sobre todo de las corridas de toros. Se tejen comentarios de todo género, se hacen cábalas y hasta se encienden las anticipadas e infaltables discusiones. Que si “El Cordobés”, que si “El Viti”, que si los toros, en fin, esto comienza a arder ya por los cuatro costados… En el lapso que lleva Manizales haciendo sus ferias y esta de ahora es la XI, no se conocía nada parecido. Esta ciudad conoce de los grandes llenos en temporadas anteriores; sin embargo y de acuerdo con las enfáticas manifestaciones hechas por el taquillero mayor de la empresa, no se había dado antes el caso que se está contemplando en los actuales momentos. De día y de noche, es aquello un denso enjambre en busca de localidades, pagando abonos, haciendo apartados y, en general, dándole a estas dependencias un inconfundible aspecto de cosa grande, bulliciosa y movida. Se calcula, con base en lo vendido y separado, que durante las cinco tardes consecutivas los llenos van a ser algo más que completos, congestionados…

Como se puede apreciar, el interés era muy grande y la adquisición de entradas sueltas y abonos era constante, augurando la ocupación total de las 17,000 localidades que en esa fecha ya aforaba el coso manizaleño.

El día de la corrida inaugural

La prensa colombiana señalaba que las localidades estaban agotadas y anunciaban la presencia de aficionados procedentes de Venezuela, Ecuador y Panamá, además de un gran despliegue informativo para cubrir la feria organizada por el empresario colombiano Roberto Cardona Arias:

Todos los más importantes diarios y radioperiódicos han acreditado sus corresponsales en Manizales que han llegado a la capital de Caldas para cubrir los sensacionales eventos. “El Tiempo” estará representado por el doctor Hernando Santos, por el fotógrafo especializado “Manuelhache” y por nuestro cronista taurino Manuel Piquero “Picas”, quien también lleva la representación de la UPI, del “Dígame” de Madrid y de “El Redondel” de México… El prestigioso locutor de Castilla (España), don Pepe Bermejo, transmitirá las corridas por la Voz de Caldas; también están autorizados los comentaristas señores Orlando Pión y Hernando Espinosa, siempre veraces y bien orientados…

El lujo de la feria exigía un despliegue informativo de esa extensión y naturaleza. Hoy, aun con los medios que tenemos a nuestro alcance, es complicado a veces enterarnos con extensión de lo que sucede en las ferias que se celebran al Sur del Ecuador.

Lo sucedido en el festejo

Los toros de Abraham Domínguez, anunciados indistintamente como Fuentelapeña, eran de origen Parladé, parte de la ganadería que originalmente fundara el diestro retirado Félix Rodríguez Antón quien se anunciaba como Félix Rodríguez II y tuvo simiente de Pinto Barreiros, Conde de la Corte y Samuel Flores, que era en esos días la línea imperante en los toros que criaba. Del encierro lidiado esa tarde, escribió Picas en su crónica para El Tiempo de Bogotá:

Muy buenos fueron los tres primeros toros de don Abraham Domínguez, toros con mucha raza y mucha clase. También fue bueno el sexto. El cuarto y el quinto, totalmente mansos…

El Viti le cortó una oreja al que abrió plaza. La crónica del enviado de la agencia EFE al festejo, aparecida en el semanario madrileño El Ruedo fechado el 2 de febrero de 1965, dice del conjunto de su actuación:

Santiago Martín “El Viti” dibujó unas verónicas estupendas en el primer toro y realizó una faena completa en medio de ovaciones y música. Mató de un volapié extraordinario. Oreja y dos vueltas al ruedo, en medio del delirio de los espectadores… En su segundo no pudo conseguir faena porque el toro no se mostraba propicio, terminando con media y puntilla…

Manuel Benítez El Cordobés fue el que se llevó el gato al agua esa tarde. Con su personalísima tauromaquia cautivó a los tendidos de la plaza de Manizales y le confirmó a quienes los ocupaban que valió la espera de todo un año para verle. Escribió Manuel Piquero en El Tiempo:

Manuel Benítez “El Cordobés”, justificó ante la afición de Manizales todo lo que esperaba de él. Su cartel ha quedado en el más alto sitio y a estas horas en que transmitimos la crónica, la gente grita por las calles: ¡“Cordobés” … “Cordobés”! …Esa decisión con que toreó; sus maravillosos reflejos, la intuición, la forma tan quieta con que ejecuta todo, lo colocan en verdad en un sitio aparte. La gente contempló fascinada su bella faena con el capote y la impresionante sucesión de pases de muleta en que no hubo un solo momento negativo. Cuando el toro dobló de certera estocada, 17,000 pañuelos pidieron las dos orejas. La presidencia, más exigente que en Madrid o que en Moscú solo dio una, pero para la historia fueron dos orejas las que Manuel Benítez se llevó en su triunfal debut en Manizales…

La negativa de la segunda oreja a Manuel Benítez causó un gran revuelo en el ambiente taurino colombiano. Esa cuestión junto con otras irregularidades, causó que el presidente del festejo, que actuaba en Manizales y en otras plazas tanto de Colombia como de Venezuela, Eduardo de Vengoechea, fuera destituido. Escribe Germán Castro Caycedo, en El Ruedo del 23 de febrero de 1965:

Ante la desorganización de la Empresa manizaleña, que en víspera de comenzar la temporada no había puesto a disposición toros sobreros para algunas corridas, los cuales hubieron de ser "sacados" por obra y gracia del trabajo de algún apoderado en vista del problema que esto significaba, al término de la segunda tarde surgió una polémica entre el Presidente, doctor Eduardo de Vengoechea, y “El Cordobés”, que acaparó los titulares a ocho columnas de todos los diarios colombianos y terminó con el retiro de la autoridad máxima en la plaza, por el resto de la temporada…

Por su parte, Gabino Aguilar se presentaba en ruedos de Colombia como matador de toros apenas 10 días después de haber confirmado su alternativa en la Plaza México. Venía de hacer una interesante campaña española en la que se presentó en las principales plazas de aquel país, en carteles de gran importancia. Tuvo una actuación importante en su primero, emborronada por sus fallas con la espada y cortó una oreja al segundo de su lote. Relata el cronista de El Tiempo:

El mexicano Gabino Aguilar sorprendió ayer al público por su gran clase, su valor y el sitio que tiene en la plaza. Está el torero mexicano en un momento de su carrera que debe aprovechar pues a ese paso lo veremos a la cabeza de los aztecas en la temporada de 1965… Perdió las orejas por fallar con la espada en su primero. Pero realmente su faena con capa y muleta fueron de la más alta calidad. A los acordes de la música ligó muy buenos pases con la derecha y la izquierda, viéndosele siempre dominador y artista. En el difícil sexto toro también rayó a gran altura y cuando dobló, el público pidió la oreja, entusiasmado…

Así se dieron las cosas en la corrida inaugural de la feria de Manizales de hace seis décadas, en una Colombia en la que la fiesta de los toros ocupaba un lugar preponderante. La prensa de la época anunciaba giras por su territorio de los espectáculos cómico – taurinos de El Bombero Torero y de El Empastre, que en su llamada parte seria, daban oportunidad a muchos aspirantes a ser toreros y el domingo 31 de enero, se anunciaba también una novillada en la Plaza Santamaría de Bogotá, con la rejoneadora Amina Assís, Manolo Cuevas y Pedro Domingo, quienes lidiarían novillos de Clara Sierra.

Hoy en día, la fiesta está en entredicho en Colombia, y en las manos de un individuo que cree que su voluntad debe imponerse encima de la de todos. Los tiempos han cambiado, sin duda.

domingo, 10 de noviembre de 2024

5 de noviembre de 1994: Entre César Pastor y Joselito, Teodoro Gómez se alza con el triunfo en el Toreo de Cuatro Caminos

El Toreo de Cuatro Caminos se inauguró el 23 de noviembre de 1947 y funcionó con intermitencia hasta 1968, año en el que se anunció que sería cubierta para permitir su utilización en diverso tipo de espectáculos aparte de los festejos taurinos, que serían más cómodos, pues no serían molestados por el viento o la lluvia. La última corrida que se dio en esa primera etapa de su existencia fue el 29 de diciembre de 1968 y fue un mano a mano que sostuvieron Manolo Martínez y Eloy Cavazos ante seis toros de Javier Garfias.

Al iniciar 1969 se cerró para intensificar los trabajos de colocación de una estructura metálica que sostendría la techumbre y que tardó muchos años en ser terminada y una vez concluida. Pasarían 26 años para que se reabriera con una corrida y el cartel para la ocasión fue integrado por José Mari Manzanares, Manolo Arruza, Fermín Espinosa Armillita y Pepín Liria, quienes el 15 de octubre de 1994, dieron cuenta de ocho toros de Vistahermosa.

Pero antes, al menos de manera pública, en el mes de agosto de ese 1994, se ofreció un festival taurino en el que actuaron el rejoneador Rodrigo Santos, Joselito Huerta, Eloy Cavazos, Mariano Ramos, David Silveti y Jorge Gutiérrez ante novillos de José Julián Llaguno. Ese festejo tuvo la finalidad de allegar fondos a un partido político (PRI). En el ejemplar del semanario madrileño El Ruedo fechado el 16 de agosto de ese año, el corresponsal Tadeo Alcina Rivera, refiere entre otras cuestiones:

Después de haber permanecido durante 25 años cerrada a espectáculos taurinos la plaza de Toros “EL TOREO DE CUATRO CAMINOS”, que se encuentra casi ya en la Capital de México, fue reabierta para ofrecer un festival taurino para recabar fondos que serán adjudicados al partido político en el poder (PRI); para tal efecto se preparó un gran cartel encabezándolo el rejoneador Rodrigo Santos y a pie el matador de toros Joselito Huerta (dos orejas), Eloy Cavazos (dos orejas), Mariano Ramos (rabo), David Silveti (vuelta), Jorge Gutiérrez (oreja). Cabe mencionar que durante el mes de octubre comenzarán a realizarse festejos en esta plaza, las corridas se darán en sábado para evitar la competencia con la Plaza Monumental México... El empresario de dicho coso es EDGARDO MEADE GARFIAS, quién al parecer está en tratos con “EL CAPEA”, JULIO APARICIO, MIGUEL BÁEZ “LITRI”, “ESPARTACO” y posiblemente “EL CORDOBÉS” entre los diestros mexicanos están los jóvenes Arturo Gilio y Eulalio López “El Zotoluco” ... Por desgracia durante el festival antes mencionado, en el enchiqueramiento fue corneado por un toro de José Julián Llaguno el torilero Jaime Ramírez, quien recibió tres cornadas una en el tórax, otra en la pierna y una en la cabeza, dos de ellas eran mortales de necesidad, por lo que al día siguiente falleció en un hospital de esta capital...

Al final de cuentas, el elenco presentado por la empresa organizadora de los festejos en Cuatro Caminos, que efectivamente iniciaron en octubre de hace 30 años, se formó con los diestros hispanos José Mari Manzanares, Pepín Liria, Manolo Cortés, José Miguel Arroyo Joselito, Fernando Lozano, y Vicente Barrera; por los nacionales participaron Manolo Arruza, Fermín Espinosa Armillita, Alejandro Silveti, César Pastor, Manuel Capetillo hijo, Teodoro Gómez, Enrique Garza, Jorge de Jesús El Glison, Eloy Cavazos, Joselito Ruiz y recibieron la alternativa Carlos Rondero y Rogelio Treviño

Los rejoneadores que se presentaron en la temporada, dentro de la Gira del Arte del Rejoneo Bancrecer – Banoro fueron Jorge Hernández Andrés, Gerardo Trueba, Rodrigo Santos, Enrique Fraga y fueron alternativados en ese ruedo Giovanni Aloi y José Antonio Hernández Andrés. Los toros que se lidiaron en todos los festejos procedieron de Vistahermosa (14), Montecristo (7), Julio Delgado (6), Marco Garfias (8), Santo Domingo (7), San Martín (8), Arroyo Zarco (6), Real de Saltillo (6), Teófilo Gómez (2), Guanamé (1), Jesús Cabrera (1) y para los festejos de rejones los toros fueron de La Guadalupana (6) y El Junco (6).

La cuarta corrida de la temporada 94 – 95 

Para la tarde del sábado 5 de noviembre de 1994 se anunció un encierro de Vistahermosa para César Pastor, José Miguel Arroyo Joselito y el moreliano Teodoro Gómez. El madrileño reaparecía después de haber cortado una oreja el sábado anterior a un toro de Teófilo Gómez, que se vio precisado a regalar dada la desesperante debilidad de los de Julio Delgado que salieron al ruedo esa tarde. El cronista de la agencia EFE, remitió al ABC de Madrid la siguiente relación sobre la tarde que nos ocupa:

El diestro mexicano Teodoro Gómez, que cortó una oreja, fue el triunfador de la cuarta corrida del serial en la plaza de toros El Toreo a las puertas de esta capital, celebrada el sábado, en la que actuó el español José Miguel Arroyo «Joselito», que luchó con un lote problemático y fue ovacionado... Al conjuro del madrileño, el serial tomó otro sendero y en esta ocasión mejoró muchísimo la entrada, poco más de media plaza, y se corrieron seis toros de Vistahermosa, debiluchos que deslucieron el festejo y uno de Teófilo Gómez que cumplió... El mexicano César Pastor con el primero, toro con clase, pero sin fuerza, tuvo destellos toreros y saludó en el tercio; con el cuarto, bien con el capote, banderillas y trasteo ante un ejemplar sin problemas, pero muy pegado al piso. Lo mató de estocada para escuchar palmas. Regaló un séptimo, el de Teófilo Gómez, aplausos con el capote y faena voluntariosa, para ser aplaudido... «Joselito» la armó con el capote con el primero en verónicas y dos medias colosales. El toro recibió un puyazo y se acobardó, se paró y, además, con recorrido, espión, no obstante Joselito le expuso y lo mató de estocada, para saludar en el tercio. El quinto, un toro cuajado, bien con el capote, inició su trasteo con siete muletazos, sentado en el estribo y un remate muy torero. El toro cambió de lidia, tuvo muchos problemas, estaba con el torero y el madrileño valiente, le sacó los pases y lo mató de estocada para salir al tercio con algunos injustos pitos... Gómez tuvo el mejor astado del encierro, el tercero, al que toreo espléndidamente con el capote en verónicas y chicuelinas, trasteo que ya no tuvo el mismo nivel, pues la res se paró y mató de tres pinchazos y estocada. Aplausos en los medios. Se superó en el sexto, al que toreó muy bien con el capote, faena valiente hasta ser cogido sin consecuencias, le sacó los pases a fuerza y lo mató de estocada tirándose por derecho. Una oreja y vuelta al ruedo...

De acuerdo con lo que contó en su día el relator de EFE, la entrada mejoró considerablemente, porque se podían leer y escuchar reiteradas quejas de que el escenario era de acceso difícil y que su interior era lóbrego, por la manera en la que se concluyó su techumbre. Sin embargo, cuando hay imaginación en la confección de los carteles, no es complicado conseguir que la afición ocurra a las plazas.

Otros hechos de esa breve temporada

El 19 de noviembre de 1994, en la sexta corrida del serial, misma en la que actuaron Fernando Lozano, Enrique Garza, Teodoro Gómez y Pepín Liria ante toros de Santo Domingo (7) y Jesús Cabrera, se rindió un sentido homenaje a Paco Camino en reconocimiento y recuerdo a las brillantes tardes que tuvo en ese ruedo tres décadas antes cuando se presentó por primera vez ante la afición mexicana. Se le entregó una placa conmemorativa por ese aniversario y dio una emotiva y aclamada vuelta al ruedo en la que fuera, quizás, la mejor entrada de esa temporada.

Por otra parte, retumbó en los medios la diatriba de Rafael Herrerías en el sentido de que toreros y ganaderos que hayan participado en la temporada de Cuatro Caminos no volverían a pisar la Plaza México mientras él estuviera al frente de la empresa que la llevaba. Herrerías cumplió a medias y en episodios su advertencia. La mayoría de los toreros volvieron alguna vez a la gran plaza, pero otros se quedaron sin torear allí hasta el final de sus carreras.

La temporada terminó el 7 de enero de 1995 con el segundo festejo de rejones y el Toreo de Cuatro Caminos volvió a cerrar sus puertas. No se volvería a abrir sino hasta el 28 de abril de 1996, para dar inicio a una accidentada temporada que llegó a los diez festejos. La última corrida de toros que se dio allí y que fue la de la no anunciada despedida del coso como escenario taurino, contó con las actuaciones del rejoneador Pedro Louceiro hijo y los matadores Javier Escobar El Fraile, Manolo García Méndez y Manolo Sánchez, quienes dieron cuenta de siete toros de Quiriceo

Después de esta fecha, el Toreo de Cuatro Caminos no volvió a funcionar como plaza de toros y en agosto de 2008 se inició su demolición, hoy quizás sería la alternativa para ofrecer festejos en la zona conurbada de la Ciudad de México sin las restricciones de carácter político que se imponen en la capital mexicana, pero los intereses económicos se impusieron, como siempre, a los de la fiesta, y así, actualmente, se ubica un centro comercial en el sitio que ocupó.

domingo, 13 de octubre de 2024

5 de octubre de 1974: Rafael de Paula y Barbudo de Fermín Bohórquez

En noviembre de 1981, Rafael de Paula le confesaba en entrevista a Joaquín Vidal:

«¿Qué, que yo codilleo? Tiene gracia. ¿Qué codilleo? Es gracioso eso. Codilleo, codilleo, ¿y qué es codillear? Pero vamos a ver: ¿Qué es torear? Si yo codilleara, me cogerían los toros. Al toro, mire, se le presenta la muleta así y se le llama aquí y se le lleva allá. Yo podría llevarlo lejos, porque sé mandar, tengo recursos y además brazo y estatura para dejarlo en la otra parte de la plaza, ¿me entiende? Pero eso no es torear. Al toro hay que llevarlo detrás de la cadera. El toreo no es en línea recta, sino en circunferencia. Circunferencia es el ruedo y circunferencia es el recorrido del toro tal como yo lo entiendo. Y bueno, a lo mejor doblo el brazo para hacerlo, ¿Qué quiere que le diga? Lo encuentro tan irrelevante que apenas merece comentario»…

En un párrafo exponía el torero de Jerez los entresijos de su tauromaquia, entresijos que le encontrarían un sitio en la afición de Madrid, la que tuvo que esperar tres lustros después de que recibiera la alternativa para verle actuar en sus plazas. No fue porque no lo quisiera el torero, según le contó a José Antonio Ayuste:

A mí me llamaba todos los años la empresa de Madrid para torear en Las Ventas. Eso sí, en agosto. Las corridas de los leones, como yo les decía. Y yo año tras año decía: «a los leones que vaya tu padre». Cuando haya una corrida con garantías ya iré…

Por eso, cuando en el San Isidro de 1974, el 28 de mayo, le confirmó la alternativa José Luis Galloso en presencia de Julio Robles, quien sustituyó al originalmente anunciado Francisco Núñez Currillo, con los toros de Osborne, hasta ese momento, en Madrid, Rafael de Paula era una incógnita. Al final de cuentas cautivó a los asistentes al festejo, que ocuparon tres cuartas partes de las localidades con un quite al tercero de la corrida. Escribió Alfonso Navalón para el diario Pueblo del día siguiente al del festejo:

Rafael de Paula dejó eso tan importante como es un manojo de lances para que los aficionados tengan tema de conversación. Fueron cuatro verónicas y media en el primer toro de Robles; fueron cuatro suspiros de arte dejando correr los duendes por los vuelos del capote y meciéndose con empaque lento y solemne; fueron cuatro pinceladas para que sus amigos de Jerez se vuelvan tocando las palmas y dejar entre la afición de Madrid un sello de toreo distinto. Cómo sería la cosa que la ovación partió y se acabó entre los contestatarios de la andanada. Con eso basta. Sin embargo, a mí me gustaron mucho...

Por su parte, Vicente Zabala Portolés, en el ABC madrileño del 30 de mayo siguiente, en primer lugar, calificó la tarde como una de ambiente de película de Estrellita Castro, talante que seguiría empleando en tardes futuras hacia el diestro gitano, al que también acusaba de no torear de verdad. A propósito del quite relatado por Navalón, dijo:

Tan solo una vez se arrancó el gitano jerezano por «seguiriyas»: fueron tres verónicas en un quite. Ahí sí, ahí toreó de verdad y el público de Madrid se puso boca abajo, como si estuviera contemplando al mismísimo Francisco Vega de los Reyes. «Er Paula» se cimbreó, adelantó el capote, embarcó la embestida y moviendo los brazos rítmicamente se pasó por la faja – Paula lleva faja, que no otros toreros de fuste – a su enemigo, rematando con limpieza y enlazando los tres monumentos del bien torear con una cadencia de sueño. ¡Eso, de sueño! Porque a todos nos parecía que estábamos soñando cuando veíamos torear así de despacio, precisamente ahora que los que se dicen los mejores ejecutan a velocidades supersónicas... Eso fue todo lo que hizo Paula. Después volvió a lo que es él: el Peret del toreo...

La Feria de San Francisco de Carabanchel en 1974

Esos tres lances y su remate le dejaron en el gusto y la memoria de la afición madrileña, y así, Paco Rodríguez empresario de La Chata de Vista Alegre y también de Almuñécar, se propuso dar una feria otoñal en Carabanchel. La Feria de San Francisco la llamó y comprendería nueve festejos entre el 29 de septiembre y el 6 de octubre de ese año, de los que serían cinco corridas de toros, tres novilladas y un espectáculo cómico – taurino. 

La consecución del anuncio de la feria fue accidentada, porque muchos toreros simplemente se negaron a contratarse con la empresa y alguno otro, se vería más adelante, ya puesto en un cartel, simplemente no compareció a la tarde que tenía comprometida. Las presencias destacadas en el serial fueron las de Palomo Linares, que mató una corrida en solitario; las de Miguel Márquez, José Luis Parada y Joaquín Bernadó y señaladamente, los nombres que componían el cartel del séptimo festejo, que eran los de Antonio Bienvenida, Curro Romero y Rafael de Paula, que se enfrentarían a un encierro de don Fermín Bohórquez. La corrida se anunció como la de la despedida de los ruedos del hijo del Papa Negro.

Rafael de Paula y Barbudo

El tercer toro de la corrida de Fermín Bohórquez se llamó Barbudo, negro y si hemos de seguir lo que las crónicas afirman, apenas adecuado de presencia, como toda la corrida lidiada esa tarde. Pronto descubrió Rafael de Paula las bondades del murubeño y retomó el punto y seguido que anotó la tarde de su confirmación el mes de mayo anterior. Escribió Mariví Romero para el diario Pueblo del 7 de octubre siguiente:

Lo que hizo Rafael de Paula es para verlo, no para contario. Su toreo fue sentido, desgarrado, hondo y pluscuamperfecto. Tan profundo que su arte fue infinito. No se podía ser ni estar mejor. No se podía improvisar de la forma que lo hizo y moldear con suavísimos toques la franca embestida de su oponente La faena que Paula hizo al tercero de la tarde fue el epílogo a la obra que ya comenzó en la Monumental de las Ventas en ya lejano San Isidro, con su magistral quite. Pienso que bien pudo ser ésta que vimos en Vista Alegre la obra cumbre de un artista. De un colosal artista como Paula, al que muchos taurinos tachaban de regionalista. O sea, de ser un producto exclusivo de ese rincón gaditano que crea y mantiene con fervor sus ídolos. El argumento se ha caído por su base, porque es imposible limitar el arte. Y el arte, el de los toros, o cualquier otro, no tiene fronteras y sacude a cualquier humano con sensibilidad...

Apunta la cronista un dato fundamental, importantísimo. Rafael de Paula ya no sería a partir de ese momento un torero para los diletantes del llamado Rincón del Sur, había abierto las puertas de las plazas importantes de todo el mundo taurino, en el que querría ser visto.

Por su parte Juan Antonio Pérez Mateos, en el ABC de Madrid, el martes siguiente a la corrida, reflexiona en su crónica en el siguiente sentido:

El apogeo, amigo lector, nació cuando hizo su aparición en el ruedo «Barbudo», un bonito animal de Bohórquez. El bicho no cesa en barbear, incluso se dedica a escarbar… Llega el apogeo: Ahí está Rafael de Paula. Silencio. Paula lleva el capote muy recogido y se lo ofrece, como una dádiva, a su enemigo, que se embelesa y sigue al alado engaño en cuatro verónicas. Un clamor. Un recorte, otro clamor. «Barbudo» toma una vara. Paula se dispone a hacer el quite. Un silencio claustral. Dos verónicas y una media. Otro clamor. Verónicas estas de Paula que levantan a la gente del asiento. El viento, este viento artístico, se nos antoja refrescante ante tanto y tanto capotazo como actualmente se prodiga. El capote, en las manos de Paula, es sutil, ligero, inspirador de formas… Paula inicia la faena de muleta: unos ayudados por alto en los que «Barbudo» pasa obediente ante el muletero. La plaza continúa siendo un clamor. Redondos, naturales. «¡Que no toque la música!» La música deja de oírse para dar paso a las notas de acompañar una faena. Oles, oles y oles siguen cada pase del torero, que embruja con su arte, que hechiza. Paula emerge, se transfigura. Sus pases se nos antojan como algo nuevo, distinto y ahí está su fuerza. Paula mata de una media tras pinchar en dos ocasiones y corta las dos orejas. En la vuelta al ruedo, Sebastián Miranda, desde una barrera del cinco, le arroja su sombrero…

Pérez Mateos relata que Paula silenció a la banda de música. Sí, es que él iba a interpretar la música callada del toreo. Se afirma que tras de esta tarde, fue cuando José Bergamín, gallista confeso, embelesado por lo que pudo apreciar en el ruedo de La Chata, adquirió la inspiración y los elementos para escribir su obra así titulada y dedicada al torero de Jerez.

Las consecuencias de ese triunfo

Don Antonio Abad Ojuel, en El Ruedo, afirma al titular su crónica del festejo que en esa señalada tarde había nacido un nuevo partido taurino, el de Rafael de Paula. Y escribía:

Yo quería haber dicho esto en una pequeña cena que alrededor de Rafael – un artista con capacidad de convocatoria para literatos, pintores, intelectuales – habían organizado, con intuición de triunfo, los portavoces de Jerez y del vino de Jerez. Me ganaron por la mano. Pero lo quiero decir aquí porque ésta, y no la orden oficial, fue la causa del retraso de hora en la noche bruja del sábado...

Un partido de los de antes, de artistas, pintores, literatos, intelectuales… Así subyugó el torero esa tarde de otoño en Vista Alegre a propios y extraños.

En la misma línea de razonamiento se expresó Manuel Molés en su columna de Pueblo:

Lo dije hace tiempo: de mi siesta taurina me ha despertado, en buena parte, ese gitano que se llama Rafael de Paula. Declararme «paulista» fue una hermosa temeridad. Algo así como aceptar la excomunión taurina. Los taurinos por lo general ven el «paulismo» y el «romerismo» como religiones taurinas cargadas de herejía. ¿A cuántos habría que excomulgar ahora? Y es que dicen los «entendidos» que lo de Paula y Romero no es torear. Y estoy de acuerdo. Torear, si ellos quieren, es una cosa inferior a lo que estos toreros hacen. Recondo, uno de los apoderados más en boga, proponía con acierto: «Yo invito a la mayoría de los toreros para que intenten torear como ellos, incluso sin toro. Ni siquiera de salón mejorarían su embrujo». Pues eso...

Así es como se abrió una puerta en el toreo que al día de hoy sigue vigente, que es espacio para la discusión y que permite explorar y disfrutar la memoria y el recuerdo como en estos momentos.

domingo, 6 de octubre de 2024

Recuerdos de un festival en honor de Nicanor Villalta

Nicanor Villalta
Foto: Martín Santos Yubero
Nicanor Villalta y Serrés fue originario de Cretas, provincia de Teruel, hijo de Joaquín Villalta Odena, banderillero, quien fuera discípulo del matador de toros zaragozano Nicanor Villa Villita y en cuyo honor fue nombrado así. En el año de 1907 su familia se trasladó a México a causa de la profesión de su padre y es en estas tierras donde Nicanor Villalta inicia sus pasos en los ruedos, puesto que el 22 de junio de 1918, al decir de unos, en Querétaro y de otros, en Veracruz, es donde se viste de luces por primera vez, cuando tenía veintiún años de edad.

En 1919 los Villalta regresan a España y será el 2 de abril de 1922 cuando se presente en Madrid, alternando con Francisco Peralta Facultades y José Moreno Morenito de Zaragoza, enfrentando un encierro de Moreno Santamaría. Después de esa tarde encadenó una importante cadena de triunfos, mismos que le llevaron a recibir la alternativa en San Sebastián el 6 de agosto siguiente, apadrinándole Luis Freg, en presencia de Marcial y Pablo Lalanda. El toro de la ceremonia se llamó Capotero y fue de la ganadería de José Bueno. Esa alternativa la confirmaría el 21 de septiembre posterior, de manos de Diego Mazquiarán Fortuna y atestiguando Emilio Méndez. Los toros fueron de Matías Sánchez.

A partir de esa fecha Nicanor Villalta se convirtió en un fijo en las temporadas madrileñas y al final de su carrera fue quizás el torero que más orejas había cortado en la plaza vieja de Madrid. También es importante destacar que actuó en la Corrida de la Beneficencia de 1923 a 1935 de forma ininterrumpida, cuando la Beneficencia era un festejo de triunfadores; también actuó en varias corridas del Montepío de Toreros, de la Cruz Roja y del Montepío de Empleados de la Diputación Provincial. Como se ve, la presencia de Nicanor Villalta en un cartel extraordinario, era un atractivo adicional.

El anuncio de un festival de auténtico lujo

En el número de El Ruedo salido el 20 de septiembre de 1956, se anunciaba que una semana después se verificaría en el ruedo de la plaza de Las Ventas – cuya corrida inaugural toreó Nicanor Villalta – un festival en su honor y beneficio:

El cartel organizado para esta corrida de homenaje a Villalta es por demás atractivo. La comisión organizadora que preside el marqués de la Valdavia, se ha visto y deseado para poder hacer una selección de los ofrecimientos que han llegado... Y es que son muchos los amigos y admiradores del ex diestro aragonés. En definitiva, según el cartel dado a conocer por la comisión se lidiarán seis magníficos ejemplares de acreditada ganadería de Escudero Calvo hermanos, antes de Albaserrada… como espadas irán Antonio Márquez, Nicanor Villalta, Luis Fuentes, «Bejarano»; «Gitanillo de Triana», Manolo Escudero y Paquito Muñoz. Un cartel, pues, que suma nombres «ilustres» de todos los tiempos; de ayer y de anteayer…

Agregaba la información que saldrían de banderilleros toreros como Jaime Marco El Choni, Antonio del Olivar, Juanito Bienvenida, Pepe Bienvenida, José María Martorell, Antonio Bienvenida o Gregorio Sánchez, y que serían picadores entre otros César Girón, Rafael Ortega, Mario Carrión y Raúl Acha Rovira. Agregaba la nota al final que serían asesores de la autoridad del festejo actuarán los matadores retirados Vicente Pastor y Manuel Mejías Bienvenida

Como se puede ver, toda la torería presente en España en ese momento se puso a la disposición de Nicanor Villalta para reconocerle y también para tratar de auxiliarle en el momento de dificultad en el que se encontraba.

En el ABC madrileño del día del festival, aparece una entrevista que realizó Santiago Córdoba al diestro homenajeado, en el que habla, primero, de las razones por las que se tuvo que retirar de los ruedos en 1935 y después, de las causas que motivaban la realización del festival:

Estuve hasta el 35, en que me tuve que ir, no por falta de facultades, sino por política, yo que era apolítico... Fue cuando la revolución de Asturias. A raíz de aquello brindé un toro en Madrid a la Guardia de Asalto y ya no me dejaron en paz...

¿Recuerda usted el dinero que tenía al cortarse la coleta?

Una finca de campo, valorada en sesenta mil duros, y una casa en Madrid, de un valor aproximado. En total, alrededor de un millón de pesetas. Por cada toro que maté, unas seiscientas pesetas... En la guerra disminuyó el capital considerablemente. Ese fue el motivo de volver a torear en el año 39. Pero ya no podía seguir, porque como dice el refrán “toro de cinco y torero de veinticinco”. O sea, que nos engaña el pensamiento y el corazón... Puse un salón de té en Argüelles y, como no lo entendía, tuve que abandonarlo de mala manera. Entonces me hice empresario de toros y era muy complicado ser empresario de una sola plaza en estos tiempos. Tuve que desistir también...

Entonces, el festival tenía su razón y su mérito. 

La tarde del festejo

El jueves 28 de septiembre de 1956 llegó con algunos ligeros cambios al cartel que originalmente se anunció, porque Antonio Márquez no comparecería al festival como era la intención original, por lo que quedaría de la siguiente manera: Nicanor Villalta, Luis Fuentes Bejarano, Gitanillo de Triana, Manolo Escudero, Jaime Marco El Choni y Paquito Muñoz, estando fijos los novillos de Escudero Calvo, así como la presencia de numerosos matadores, novilleros y subalternos que integrarían las cuadrillas de los espadas actuantes en el festival.

Del inicio del festejo y de la actuación de Nicanor Villalta, escribió el que firmó como Un Reserva, en el diario madrileño Pueblo del día siguiente del festival:

Lleno en la Plaza, como, cuando torea el trío de moda. Casi todos españoles, porque los extranjeros se van marchando... Habanos de las grandes solemnidades. Parecía que estábamos en San Isidro, cuando apareció Nicanor y sus compañeros, en una tarde de fino vientecillo, tarde otoñal, como la figura enhiesta del torero, con traje marrón claro y sombrero de ala ancha… Sale el primero, un novillito que recoge Nicanor y le instrumenta unos lances muy pintureros que hacen brotar la primera ovación de la tarde y los olés surgidos de gargantas roncas, gargantas viejas que han fumado mucho, porque son de aficionados que vieron a Villalta en sus tiempos… El único en desacuerdo de la Plaza, porque el resto no cesa de ovacionar los redondos, los pases que fue el primero en instrumentar y que llamaron “el parón de Villalta” a toros con más de 200 kilos sobre el peso actual, que mataba como él sólo sabía. “¡Así!”, parece que dijo ayer, al perfilarse y cobrar media estocada en todo lo alto que hizo rodar al novillo sin puntilla, entre ovaciones do la gente que aclamaba al torero con las dos orejas de su enemigo, las últimas orejas cortadas en la Plaza de Madrid…

Fuentes Bejarano, Gitanillo de Triana, Manolo Escudero y El Choni cortaron una oreja cada uno al novillo que sacaron en el sorteo. Pero en el sexto, correspondiente a Paquito Muñoz, sucedió otro de los sucesos relevantes del festival y que lo han hecho pasar a la historia. Aparece en un pie de foto de El Ruedo del 4 de octubre de 1956:

Nunca dejó de tener sangre joven un corazón generoso. He aquí a don Manuel Mejías y Rapela, torero en Madrid desde 1898 y matador de toros en 1905, «El Papa Negro» de «Don Modesto», que abandonó el lugar que ocupaba en la presidencia para lanzarse al ruedo dispuesto a prender un par de banderillas. No le dejaron, pero el gesto queda ahí para siempre, ejemplar y emocionante...

Las crónicas del festejo tocaron con brevedad el hecho. José María del Rey Selipe, en el ABC madrileño, refiere:

...dejemos constancia del último título o subtítulo que llevado al papel cuando D. Manuel Mejías Bienvenida, padre, quiso prender el par de rehiletes de que se había provisto...

Y por su parte, el cronista ya citado del diario Pueblo, señala tras relatar lo sucedido en el sexto del festejo:

Bienvenida, padre, quiso poner un par de banderillas a este novillo, ¡a sus setenta y pico de años!, pero no lo dejaron…

El Papa Negro pretendiendo banderillear
Foto: El Ruedo

Un extraordinario gesto de afición y de torería el del Papa Negro, que más que formar parte de un palco de autoridades, quería participar como torero en el festival a beneficio del amigo y compañero de lides. 

Un espontáneo autorizado

Domingo Ortega estaba en el tendido acompañando al comité organizador del festival, entre los que destacaban el Marqués de la Valdavia, como presidente del mismo; Carlos de Larra, Curro Meloja, que fue iniciador y promotor de la idea del festival y Tomás Martin, Thomas, presidente de la Peña Taurina El 7, que, con sus asociados, fue quien llevó la idea a buen término. En ese sitio se invitó a Ortega a bajar al ruedo a lidiar el sobrero. El de Bórox no se hizo del rogar y saltó al ruedo, y una vez allí obtuvo el permiso de la presidencia para lidiar al sobrero vestido de paisano. Sigue narrando Selipe:

Por último, Domingo Ortega, invitado a saltar al redondel, despachó, previa la venia presidencial, al séptimo novillo, ya fuera del nutrido programa, y bordó el toreo especialmente en pases modelo de suavidad y temple; al matar de un estoconazo sin puntilla, fue objeto de las aclamaciones del complacido graderío... Y para terminar y dar idea de la singularidad del festejo, señalemos que la música, a requerimiento del público, amenizó las dos últimas faenas, rompiendo el formal protocolo madrileño, incomprensible para quien tantas veces oyó en la añeja y gloriosa plaza de la Maestranza los sones de la banda para subrayar el mérito de las faenas practicadas en el mismo redondel donde hicieron sus proezas los fundadores del toreo...

Otra singularidad del festival se nos cuenta aquí. La música sonó durante la lidia en la plaza de Las Ventas. No es un hecho común y por ello merece ser destacado. 

Agrega Selipe su reconocimiento a quienes colaboraron en la lidia a guisa de cuadrillas:

Gustaríamos de mencionar a todos y cada uno de los que intervinieron en el festival... más como ello exigiría extenso espacio, consignemos que banderillearon con acierto Antonio Sánchez, Pepe y Juanito Bienvenida, este marcadamente lucido; Manolo Martín Vázquez, que reverdeció no lejanos laureles; Manolo Sevilla y Emilio González Garzón, y que entre otros, actuaron de picadores Jaime Malaver, Mario Carrión y “Chicuelo III”...

La reflexión posterior

Muchos fueron los comentarios que se hicieron acerca del éxito del festival en honor de Nicanor Villalta, la mayoría de ellos girando alrededor del lleno en los tendidos y de la importante suma recaudada para auxiliar al torero. Pero también se meditó públicamente sobre la solidaridad que es parte del medio taurino. Escribió quien firmó como C en el número de El Ruedo del 4 de octubre de 1956:

En él vibró intensamente, no sólo el altruismo nunca desmentido de los toreros, si se trata de colaborar en causas nobles, sino el público, que, llenando la Plaza como en los acontecimientos taurinos de más fuste, permaneció en sus localidades incluso después de acabado el festejo, ovacionando incansablemente a cuantos lidiadores, ya retirados en su mayoría, habían intervenido en él… No era fiesta mayor taurinamente hablando; no había trajes de luces ni pasiones enconadas; pero tuvo una solemnidad imponente por el tono de nobleza, de generosidad que en ella pusieron todos – toreros y público –, en una emulación consoladora frente a tantas pequeñitas miserias y tantos rencores agazapados como a menudo la vida pone al paso. Acaso no sea demasiado cierta la observación benaventina de que para medrar en la vida mejor que crear afectos es crear intereses. O quizá sí; pero cuando ya se anda por el final de ella hay una satisfacción intima en haber creado afectos, o intentado crearlos; aunque en muchas ocasiones no hayan sido correspondidos. Nicanor Villalta, con su buena hombría, su manera de ser y de estar, sencilla y abierta, halló, por fortuna, una correspondencia merecida…

Nicanor Villalta supo hacer amigos, por lo que se puede desprender de estos sucesos. Sobreviviría todavía casi un cuarto de siglo al festival que hoy trato de recordar. Fue asesor de la presidencia de la plaza de Madrid y se le recuerda siempre como un torero honrado, valiente, pundonoroso y, sobre todo, como un extraordinario estoqueador que alternó con todas las figuras de su tiempo, desde Belmonte y hasta Manolete

domingo, 8 de septiembre de 2024

Toreros mexicanos en la Corrida Goyesca de Ronda

Mañana se cumplen 53 años de la última vez que la tradicional Corrida Goyesca de Ronda viera en su programación a toreros mexicanos, aunque habrá que señalar que tampoco ha sido frecuente la presencia de los nuestros en esos señalados festejos. En los siguientes párrafos intentaré recordar el origen de esta señalada fecha del calendario taurino español y el resultado del hacer de los toreros nacidos en esta tierra que han participado en esa corrida de toros que representa, sin duda, una de las cumbres de la temporada taurina europea.

La primera corrida de esta naturaleza de la que se guarda registro tuvo lugar en Zaragoza, el 12 de mayo de 1927, con la finalidad de conmemorar el centenario del fallecimiento de Francisco de Goya y Lucientes. Actuaron en ella el caballero portugués Simao da Veiga y los diestros Rafael Gómez El Gallo, Pablo Lalanda y Nicanor Villalta, ante toros de Coquilla. El rejoneador tuvo una destacada actuación, aunque sus toros los tuviera que despenar el sobresaliente Vicente Peris y Nicanor Villalta le cortó una oreja al primero de su lote. La nota de la tarde la dio El Gallo, quien fue abroncado toda la tarde. 

En Ronda, la primera goyesca se celebró el 16 de septiembre de 1954, con la finalidad de conmemorar el bicentenario del nacimiento de Pedro Romero, uno de los padres de la actual tauromaquia y natural de Ronda. Fue una corrida concurso en la que se lidiaron toros de Miura, Concha y Sierra, Felipe Bartolomé, Pablo Romero, Joaquín Buendía y Ramón Mora Figueroa por Antonio Bienvenida, Cayetano Ordóñez Niño de la Palma y César Girón. Asistieron al festejo como asesores honoríficos de la presidencia El Gallo – actuante en la primera corrida de esta guisa – y Niño de la Palma padre, quienes atestiguaron los triunfos de Cayetano Ordóñez, que le cortó el rabo a sus dos toros y César Girón que se llevó el del segundo de su lote.

Después de este festejo hubo un espacio de dos años en los que la corrida no se celebró, retomándose a partir de 1957 y celebrándose así cada año, gracias a los buenos oficios de Antonio Ordóñez primero y de sus nietos Rivera Ordóñez después, quienes se constituyeron en empresa para esa particular corrida de toros.

La goyesca del año 1957

Para el 9 de septiembre de 1957 se anunció la corrida de la Feria y Fiestas de Pedro Romero, en la que, de nueva cuenta bajo la modalidad del concurso de ganaderías, participarían los hierros de José Luis Osborne, Carlos Núñez, Marqués de Villamarta, Francisca García Villalón antes Curro Chica, Juan Guardiola Soto y Fermín Bohórquez, para ser lidiados por Rafael Ortega, Antonio Ordóñez y Joselito Huerta.

Ese mismo día se develó una escultura de Pedro Romero en los alrededores de la plaza, lo que redondeó el ambiente en torno a la corrida. Juan de Málaga, corresponsal de El Ruedo, relató lo siguiente acerca del festejo:

Las fiestas de Ronda en honor de Pedro Romero, cuya estatua fue descubierta la tarde del sábado, culminaron en la corrida de esta tarde, celebrada al estilo de Goya y con un resultado de los de hoy, cuando nuestras primeras figuras están dispuestas a pelear y por el chiquero salen toros bravos y nobles. Que fue lo ocurrido hoy en la corrida concurso de ganaderías – que tal era otro de los alicientes – con el toro de Guardiola, y los de don José Luis Osborne, don Carlos Núñez y marqués de Villamarta, después (los de Villalón y Bohórquez fueron mansos)… Hemos dicho que las fiestas culminaron en la corrida goyesca de esta tarde porque Ortega mató magníficamente a volapié al que abrió plaza; Joselito Huerta derrochó valor y mató bien a su primero y porque, sobre todo, y sobre todos, Antonio Ordóñez tuvo una tarde apoteósica. El rondeño había sabido, sin duda, que Ronda estaba «infectada» de pancartas en las que se leía: «Ayer. Pedro Romero; hoy, Antonio Ordóñez», y quiso demostrar que sus paisanos tenían razón…

Por su parte, José María del Rey Selipe, escribiendo para el ABC madrileño, pero hasta el domingo 15 de septiembre siguiente, dedica casi todo su espacio a relatar la importante faena de Antonio Ordóñez al toro Tejoleto de Juan Guardiola Soto, corrido en quinto lugar y respecto a la actuación de Joselito Huerta, refiere:

A Joselito Huerta correspondieron un bicho de Villamarta de regulares condiciones del que obtuvo orejas y rabo, y otro de Bohórquez, mansurrón e incómodo; en el primer enemigo exhibió el mejicano clara y eficazmente su valentía, y en el último, el pincho y el viento, que sopló durante la corrida y arreció al final, disminuyeron el resultado estimable de la labor...

Así fue como se saldó la primera actuación de un torero mexicano en una corrida goyesca de Ronda, con un triunfo de orejas y rabo, aunque opacado por otro superior de la figura que encabezaba el escalafón hispano en ese momento.

La corrida de 1971

Pasaría casi un cuarto de siglo para que se volvieran a presentar toreros mexicanos en la corrida tradicional de Ronda. De nueva cuenta la fecha elegida fue el 9 de septiembre y el cartel anunciado originalmente fue con José Luis Parada, Curro Rivera, José Mari Manzanares y José Luis Galloso, quienes enfrentarían un encierro de Salvador Domecq. Sería hasta después del festejo, a través de las crónicas que la mayor parte de la afición se enterara de que Manzanares no había actuado esa tarde y que su sitio había sido ocupado por Eloy Cavazos, sin mayor explicación de por medio.

Al final de la corrida, fue Eloy Cavazos quien se alzó como el triunfador de la corrida al cortarle las dos orejas al segundo de su lote. El corresponsal del ABC de Sevilla contó lo siguiente acerca de su actuación en ese festejo:

Ocho toros de Salvador Domecq, flojos de remos. El cartel, por retirada temporal de José Mari Manzanares, se convirtió en un duelo hispano – mexicano, alternando los aztecas Eloy Cavazos y Curro Rivera y los españoles José Luis Parada y José Luis Galloso… Primero. – Cavazos, ovacionado al lancear. Brinda a Antonio Ordóñez y hace faena con pases variados, sobresaliendo los naturales. El toro se cuela por ambos lados y mata de media estocada y una entera. Vuelta… Quinto. – Cavazos oye muchas palmas en capa. Faena con pases de diferentes marcas, siendo cogido aparatosamente. Cuando iba camino de la enfermería volvió al ruedo y mató de un estoconazo…”

La relación del ABC no consigna los trofeos concedidos a Eloy Cavazos por su actuación ante el quinto del festejo, pero las relaciones de la agencia Pyresa, aparecida en el diario Odiel de Huelva y de la agencia Associated Press (AP), publicada en el diario El Porvenir de Monterrey, consignan precisamente el corte de esas dos orejas: 

Los toros fueron de Salvador Domecq, difíciles. Cavazos hizo a su primero una faena variada y adornada, matando de media y una entera. Gran ovación y vuelta. En el otro también muleteó artísticamente siendo volteado. Cuando se le trasladaba a la enfermería se deshizo de las asistencias, volvió al toro y lo mató de gran estocada. Dos orejas…

El parte médico rendido por el paso de Eloy Cavazos por la enfermería refleja lo siguiente:

Eloy Cavazos fue curado en la enfermería de una herida contusa en la región parietal izquierda, contusiones y erosiones en muslo y hombro del mismo lado y ligero shock. Pronóstico leve, salvo complicaciones, para reintegrarse al hotel…

Por su parte, Curro Rivera se llevó la oreja del segundo de la corrida:

Rivera se mostró valiente y artista en su primero, que mató de estocada y dos descabellos. Oreja. En el segundo realizó faena con ambas manos entre aplausos y mató de pinchazo y estocada. Ovación y saludos…

La tarde, como se puede ver, fue de buenos resultados para nuestros toreros, que en ese año hicieron un importantísimo calendario en aquellas tierras.

Los motivos de la ausencia de Manzanares

José Mari Manzanares llevaba toreando con orden su temporada hasta la víspera de esta corrida goyesca, cuando se presentó en la plaza de Murcia, donde actuó los días 6 y 8 de septiembre, y repentinamente paró sus actuaciones y como lo señala la relación del ABC de Sevilla, hizo una retirada temporal. La información que sustentó ese parón en su carrera salió a los medios hasta el 14 de septiembre siguiente, en el número de El Ruedo de esa fecha, cuando se publicó una entrevista que concedió a ese semanario, de la que extraigo:

Es mi momento de la responsabilidad. Tras la agitada temporada mi organismo reclama un descanso. ¿Sabe? Los médicos me han diagnosticado una hepatitis. Aunque leve, debe ser la que me ocasiona ciertos desasosiegos que no me dejan rendir todo lo que yo quiero en los ruedos. También físicamente, y de esto sí me duelo, una lesión en el hombro que no acaba de curar con el ritmo que llevaba. Y, por último y principal, desde que los éxitos en los ruedos me acompañaban, pensé cumplir mis deberes para con la Patria. Todo ello, sopesado en familia, han decidido que este otoño ingrese, voluntariamente, en el servicio militar…

En el número de El Ruedo de el 26 de octubre, en nueva entrevista, el diestro de Alicante agregó:

Por consejo de los médicos tuvo que cortar la temporada antes de tiempo, porque si no las consecuencias podrían haber sido graves... 

- Te llevarías un disgusto...

- Me lo llevé, y muy grande, porque tenía apalabradas ferias tan importantes como las de Salamanca, Albacete, Valladolid. el Pilar y también la corrida goyesca de Ronda.

- ¿Cuál entre todas estas pérdidas te resultó más sensible?

- La goyesca, porque siempre van figuras. Tenía el traje hecho y se quedó sin estrenar…

Estas fueron las explicaciones que dio para justificar su ausencia de tan señalada fecha del calendario taurino.

Rematando

Hace 53 años que un torero mexicano no pisa el ruedo de la plaza de toros de Ronda en una corrida de toros de esta naturaleza. Y como dato adicional, este año en particular, la corrida goyesca que debió celebrarse el día de ayer, se suspendió por estar dañada estructuralmente la plaza de toros, cuya edificación data del año 1755. Esperemos que sea debidamente reparada y que se pueda recuperar para esta celebración de la tauromaquia.

domingo, 18 de agosto de 2024

11 de agosto de 1974: La tragedia de José Falcón en Barcelona

José Falcón – civilmente, José Carlos Frita Falcão – era originario de Vila Franca de Xira, en Portugal. De acuerdo con el Cossío, se presenta en público por primera vez en Montijo, el año de 1962. Llega a ruedos españoles hasta el año de 1967 y su presentación como novillero en Las Ventas en Madrid ocurre el 19 de marzo de 1968.

José Falcón estaba inicialmente radicado en Salamanca, apoderado por Simón Carreño, quien fuera novillero en los años cuarenta, después hombre de plata a las órdenes de diestros como Joaquín Bernadó y Francisco Barrios El Turia y quien, al dejar los ruedos, se dedicó a ser veedor de toros para la familia Chopera y a apoderar toreros. Tenía cierta debilidad por los diestros lusitanos, porque en su andar por los entretelones de la fiesta, apoderó y llevó a la alternativa a toreros como Amadeo dos Anjos o Rui Bento Vasques, así como también a quien me ocupa en este momento.

José Falcón recibió la alternativa en Badajoz la víspera del día de San Juan de 1968, de manos de Paco Camino y llevando como testigo a Francisco Rivera Paquirri, cediéndosele al toro Norteño de la ganadería portuguesa de Alberto Cunhal Patricio. La confirmación en Madrid sería el 27 de 1969, cuando Vicente Punzón, en presencia de Aurelio García Higares, le entregara muleta y espada para despachar a Arrallano de la ganadería de Murteira Grave, también lusitana.

En su primera campaña como matador de toros, José Falcón toreó 17 corridas de toros y en la del año de su confirmación, sumó 26 festejos, de acuerdo con los escalafones publicados por el semanario madrileño El Ruedo

Su paso por las plazas de México

José Falcón se presentó en plazas mexicanas durante la temporada 1970 – 71. La primera plaza en la que actuó fue en la de Mérida, el 29 de noviembre de 1970, alternando con Joselito Huerta y Mario Sevilla en la lidia de toros de Santo Domingo. Le cortó una oreja al segundo toro de su lote. Su segunda tarde fue la de su confirmación de alternativa en la Plaza México, el 13 de diciembre siguiente, en la que compartiendo cartel con Joaquín Bernadó y Antonio Lomelín, se lidió un encierro de Zacatepec.

La corrida de don Daniel Muñoz salió complicada. El toro de la ceremonia se llamó Valenciano y el sexto de la corrida fue Murciano, que le pegó una cornada al confirmante, que se quedó en el ruedo hasta acabar con él. La crónica aparecida en el semanario El Ruedo de Madrid fechado el 15 de diciembre de ese 1970, entre otras cosas dice:

El diestro portugués José Falcón, quien confirmó su alternativa de manos del español Joaquín Bernadó, fue ovacionado al torear por verónicas y chicuelinas. Banderilleó entre grandes aclamaciones. Tras recibir los trastos de matar, hizo faena por derechazos y naturales, procurando sacar partido de la sosa embestida, sin lograrlo totalmente. Terminó con pinchazo y gran estocada que arrancó palmas. El sexto lo cogió aparatosamente cuando daba el segundo lance, infiriéndole una cornada... luchando contra su apoderado Simón Carreño, que trataba de impedirle que continuase la lidia, siguió en ella, realizando con la muleta faena dramática que emocionó a los espectadores. Pinchazo y gran estocada. Lo despidieron con ovación de lujo, cayendo sombreros a sus pies cuando iba camino de la enfermería...

Pundonor y vergüenza torera fue lo demostrado principalmente por José Falcón, quien llevaba, de acuerdo con los médicos, las siguientes lesiones:

Herida por asta de toro en el tercio medio, cara externa del muslo izquierdo, con una trayectoria hacia abajo de unos 15 centímetros, que llegó hasta el fémur y otra hacia arriba, de unos 20 centímetros, que interesó músculos de la región. De no presentarse complicaciones tardará en sanar veinte días. Firman los médicos Tirso Cascajares y Javier Campos Licastro.

Reaparecería hasta el día de año nuevo en Irapuato, donde sería herido de nueva cuenta, para volver a los ruedos hasta el 24 de enero de 1971 en Acapulco y de allí actuar en Autlán de la Grana, otra vez en Acapulco y cerrar su paso por nuestras plazas en Mérida el 7 de marzo de ese año. Ya no le volveríamos a ver aquí en México.

Barcelona, 11 de agosto de 1974

La corrida del 11 de agosto del 74 en Barcelona era la vigésima primera de las treinta y cinco que se ofrecieron en esa temporada en la Plaza Monumental, que en total albergó medio centenar de festejos – 15 de ellos novilladas –, de acuerdo con el recuento que hace mi amigo José Luis Cantos Torres. Se anunció a don Álvaro Domecq, quien actuaría ante un toro de Javier Pérez Tabernero y a Manolo Cortés, José Falcón y Paco Bautista para enfrentar seis toros de Hoyo de la Gitana, ganadería propiedad de los hijos de don Alipio Pérez Tabernero.

El segundo toro de la tarde se llamó Cuchareto, número 12, negro y se le anunció un peso de 506 kilos. Las crónicas dejan ver que no fue un toro fácil. De la crónica escrita por Julio Ichaso para La Vanguardia de Barcelona (13/08/74), extraigo:

Segundo, número 12, «Cuchareto», que era muy refractario a vérselas con el caballo, pero, al fin, lo hizo y recibió dos puyazos con buen empuje. Falcón tomó los palos y banderilleó con brillantez. El primer par, al cuarteo; el segundo, saliendo del estribo, y el tercero y último, ganándole la cara al bruto. Muchas palmas y salida al tercio para saludar. Brindó a la concurrencia. «Cuchareto» entraba fuerte si engaño. Elevaba mucho la cara y punteaba peligrosamente. Falcón no se afligió y le sacó buenos pases, preferentemente por la vereda derecha. Al muletear por naturales fue corneado por la pierna izquierda y pasó a la enfermería en brazos de las asistencias. Acabó con él toro Manolo Cortés de dos pinchazos y una estocada profunda. Dio la vuelta al ruedo el peón de confianza de Falcón.

José Falcón se la estaba jugando ante un toro que, como todos, tenía su lidia, pero que también iba a vender cara su muerte. En un parpadeo, lo prendió y le hundió todo el pitón derecho, según se puede deducir del parte rendido por el doctor Olivé Millet:

En el segundo toro fue intervenido el diestro José Falcón, natural da Vilafranca de Xira (Portugal), de treinta y un años de edad, afecto de una cornada de orificio de entrada en la cara antero – interna y tercio superior del muslo izquierdo, de dirección hacia arriba y adentro, que desgarra en unos diez centímetros la vena femoral, contusiona la arteria y produce grandes lesiones musculares. La herida vascular origina una copiosa hemorragia y un síndrome de anemia aguda, con shock traumático muy intenso. Se ha procedido a la ligadura extraperitoneal de la vena ilíaca externa y del cabo distal de la vena femoral. Se han transfundido tres litros de sangre y uno de plasma liofilizada. Pronóstico gravísimo. Firmado doctor Olivé Millet.

Ligadura extraperitoneal de vena ilíaca externa… Esa descripción deja ver que el pitón de Cuchareto le llegó hasta el bajo vientre al infortunado José Falcón, quien a pesar de los cuidados que le fueron prodigados, falleció ese mismo día a las once de la noche.

Las reacciones al suceso

Una de las primeras reacciones que pude localizar fue la de Simón Carreño, su apoderado, que entrevistado para el diario madrileño Pueblo (12/08/74), se lamentaba de la mala suerte de su torero:

Simón Carreño apoderaba al diestro portugués José Falcón, desde su primera novillada en España… No sé mucho más que ustedes. Me llamaron desde la enfermería de la Monumental diciéndome que su estado se agravaba por momentos. ¡Figúrense, una cornada en la femoral! «Le han puesto tres litros de sangre – me dijeron – ¡Véngase!» Salí como un rayo de Salamanca. Luego, la radio me confirmó la muerte. José se estaba muriendo a chorros; el pobre ha tenido verdadera mala suerte... Ha tenido siempre bastante mala fortuna. En los años que yo le apodero, debe haber recibido más de diez cornadas; varias de ellas de bastante gravedad. Se acercaba mucho al toro... En el archivo quedan otras cogidas y de las que pudo salir con vida. Reflejan su valentía ante el toro. Pero esta vez la cornada pudo con su fortaleza, con su juventud… Simón Carreño, su apoderado, su amigo durante más de seis años, tiene la voz emocionada y desvía constantemente la vista… Y en su cabeza bullen los años difíciles, los triunfos y las penas que han vivido juntos, las otras cornadas que le llamaron a su lado…

Por su parte, Vicente Zabala Portolés, encargado de la información taurina en el ABC de Madrid, hace las siguientes reflexiones a propósito de su muerte y de su posición en el llamado planeta de los toros:

Acaba de morir un hombre que se quedaba fuera de todas las ferias, uno de esos legionarios del toreo que no sabían de otra política taurina que la de ponerles el pecho a los toros astifinos. Cuando se le daba paso en una corrida de feria, al igual que a Dámaso Gómez, era para matar la corrida de Miura. El año pasado el portugués formó un auténtico alboroto – que no era el primero – en la feria de Bilbao con toros de la terrorífica divisa. ¿De qué le valió? Nadie puede decir que no se arrimara. Era un consumado banderillero y un muletero sobrio y seguro, invito a repasar la colección de mis crónicas (con tanta fama de duras) a quien guste. Predominaron los elogios, siempre merecidos porque el portugués era de los que se los ganaban a golpe de corazón tarde tras tarde… Una vez más nos encontramos ante la tremenda injusticia de la desigualdad. La profesión de torero está preñada de riesgos, sacrificios, hambres, sudores y gloria… Estoy seguro – eso lo saben todos los taurinos – que, en la corrida de Barcelona, a la hora de vestirse de torero, Falcón no sabía tan siquiera lo que iba a cobrar. Si le quedaban libres cuatro o cinco mil duros podía darse por satisfecho. Una miseria a cambio de una vida joven, dedicada por completo a la fiesta…

Duras las apreciaciones de Zabala, pero también llenas de claridad. José Falcón fue parte de un grupo de toreros que fueron una especie de prototipos de los que hoy se califican como especialistas, para los que no hay espacio más que en las corridas llamadas duras y solamente en ellas. No importan sus triunfos ante esos toros que nadie más quiere, porque no habrá espacio para ellos en otro tipo de corridas. De lo de los dineros, que también menciona, lo dejo al criterio de cada uno de ustedes que invierten su tiempo en leer estos pergeños.

La despedida de José Falcón

El cadáver de José Falcón fue velado en la propia enfermería de la plaza de toros. Dice la prensa de la época, que aparte de sus familiares cercanos y su esposa, estuvieron presentes toreros como Mario Cabré, Enrique Patón, Manolo Cortés, Pedro Gutiérrez Moya Niño de la Capea, Joaquín Bernadó, José Manuel Inchausti Tinín, Manuel Amaya José Luis Parada, así como el rejoneador Álvaro Domecq.

Al día siguiente se llevó a cabo la misa exequial en la propia capilla de la plaza de toros, refiriendo el ejemplar de El Ruedo salido a la venta el 20 de agosto siguiente:

En la capilla de la plaza de toros Monumental, que resultó insuficiente para recoger a los numerosos aficionados y amigos del finado, se celebró una misa de «corpore insepulto» y, a continuación, el féretro fue izado en hombros por toreros compañeros del extinto, que dieron la vuelta al ruedo, saliendo después por la puerta grande de la plaza, para ser trasladado a su última morada, en el cementerio del Sudoeste...

Así terminó el paso por este mundo de un torero que fue pura entrega y honradez en los ruedos. Que haya encontrado el descanso perpetuo.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son imputables exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 4 de agosto de 2024

5 de agosto de 1969: Manolo Martínez y el gozo de una redonda tarde de toros en Málaga

Manolo Martínez es, con poco espacio para la duda, un producto de la auténtica Escuela Mexicana del Toreo. Aprendió el toreo de la mano de Pepe Luis Méndez, quien a su vez fue discípulo de Pepe Ortiz, que se hizo torero a la vera de Luis Güemes, uno de los que fueron integrantes de la Cuadrilla Juvenil dirigida por Saturnino Frutos Ojitos y que actuaba como banderillero a las órdenes de Rodolfo Gaona. Porque, a pesar de las muchas explicaciones que se quieran dar o teorías que se deseen crear, esa es la auténtica expresión mexicana del toreo, la que surgió con los toreros de México que aprendieron la técnica y el oficio que les enseñara el que fuera banderillero de Frascuelo.

Con ese bagaje en algo más de tres años después de haber recibido la alternativa de matador de toros, se había encaramado por mérito propio en la cabeza de la torería en nuestro país y se sintió listo para emprender el camino que lo llevara a conquistar los ruedos de Europa. Para ese entonces, ya no le acompañaba su formador inicial, quien falleció en un accidente de automóvil un año antes, pero con la lección bien aprendida, entendió que lo primero que tendría que hacer, era conocer el ambiente y el toro, sobre todo de España, lugar en el que se concentraría la mayor parte de su campaña. Escribe Carlos Merino Fernández:

A su llegada a España tuvo el cuidado de entrenarse convenientemente con el toro español y... en Jerez de la Frontera mató sus dos primeros toros, uno de Juan Pedro Domecq... y otro de Ana Romero... El 28 de mayo... en la finca “El Toruño”... toreó un toro de quinientos cincuenta y siete kilos, “Patirroto”... Otra vez en Jerez... uno de don Álvaro Domecq... llamado “Beato”... En Salamanca, cerró su preparación. Toreó en total setenta y dos vacas y trece toros, habiendo matado a once...

Diversos encastes, diversos lugares y una actividad intensa. De entrada, entendió que el toro de la tierra a la que iba, era diametralmente distinto al mexicano, que era en ese entonces, prácticamente de un mismo origen. Así sería menos complicado entender en las plazas y ante los públicos, lo que le saliera por la puerta de toriles.

Su campaña arrancó el día 5 de junio en Toledo, en la tradicional Corrida del Corpus, en la que alternó con Antonio Ordóñez y Paco Camino, ante toros portugueses de Cunhal Patricio, tarde que saldó con el corte de dos orejas. Después tendría tardes triunfales en Granada, Plasencia, Zamora, Mont de Marsan, Valencia y Santander, toreando prácticamente cada tercer día en ese lapso de tiempo.

La feria de agosto de Málaga del año 69

La feria malagueña de 1969 se compuso de ocho corridas de toros, a celebrarse entre los días 3 y 10 de agosto de 1969. Las cabezas del elenco de esa feria fueron Antonio Ordóñez, Diego Puerta, El Viti, Paco Camino, Miguelín, Miguel Márquez y Manolo Martínez que iban contratados a dos tardes cada uno. Particularmente este último, inicialmente fue anunciado los días 4 y 5 de agosto.

Al final de cuentas, Paco Camino presentaría un parte médico para justificar su ausencia en La Malagueta ese año, por una lesión sufrida en Huelva el día 1º anterior y le sustituiría el día 5 de agosto, Antonio Ordóñez y el día 8, lo haría Manolo Martínez, siendo así los dos toreros que sumarían tres tardes en ese ciclo ese calendario.

La tarde redonda del 5 de agosto

La tercera corrida de la feria malagueña se celebró en martes. El cartel, decía, al final quedó formado con Antonio Ordóñez, Santiago Martín El Viti y Manolo Martínez, quienes enfrentarían un encierro de doña María Pallarés de Benítez Cubero. Las cabezas de casi todas las crónicas del festejo resaltaron el hecho de que en el mismo se cortaron nueve orejas y cuatro rabos, una cantidad de apéndices difícil de alcanzar en cualquier tiempo y lugar. Quien se llevó el gato al agua fue precisamente Manolo Martínez, quien le cortó las orejas y el rabo a sus dos toros y se alzó, en lo numérico, como el triunfador de la corrida.

La crónica más extensa que encontré fue la que escribió Gonzalo Carvajal, para el diario madrileño Pueblo, dedicada en esencia a Antonio Ordóñez, pero con un título muy mexicano, Puritita gloria, en la que, resalta:

Hoy, Antonio, viste cortar a Manolo Martínez dos orejas y rabo por aquello de tener que torear mañana en el otro pico de España; te marchaste de le plaza después de la apoteosis con el cuarto. Yo tuve más suerte que tú, porque sucedió que el mejicano de oro también cortó las orejas y el rabo del sexto… En las dos faenas el capote lo empleó el Manuel de oro para lidiar. Para arrancar tal cual lance lucido en las dos faenas, Antonio, Manolo Martínez se puso en los terrenos donde casi todo el mundo se muere de agonía. En estos terrenos, dejando la muleta muerta en los mismos belfos de los dos toros de Pallares, cuajó M.M. el toreo bonito, hermoso, el toreo de llevar a los toros como si lidiador y res fuesen «patas del alma»; como si la ligazón de las tandas resultase cosa muy fácil; como si la lentitud en la ejecución del toreo fundamental hubiera nacido el día que nació en Monterrey este mozo de cabeza rizada y toreo lleno de ecos que se quedan en el viaje lento del olé desde la garganta al paladar. Manolo Martínez – un torero que «está lleno de sorpresas», que diría el veterano Cristóbal Becerra – no conquistó más trofeos porque más no había. Te digo. Antonio, que treinta años de afición me obligan a no equivocarme en el calibre de un matador de toros. Como hoy no se equivocó Manuel al matar de media estocada a su primero, y de una entera desprendida el sexto. Málaga, cantaora y torera, lo paseó a hombros, porque el mejicano de nuevo había cuajado una tarde de puritita gloria, de lograr todos los muletazos que sus dulces toros de Pallarés encerraban. Y eso, Antonio (tú mejor que nadie lo sabes), en un torero significa condición, categoría y certeza de figura de la tauromaquia…

Por su parte, José María Vallejo, corresponsal del semanario madrileño El Ruedo, en el número salido el 12 de agosto siguiente, reflexiona:

Pues, sí; ha confirmado la estupenda impresión causada en la corrida anterior. Muletero excepcional, que torea en reducido espacio de terreno de manera florida y variada, con mando absoluto, con preciosismo que no se aparta de lo clásico y con estética de fuerte relieve. Los ¡olés! fueron jalonando sus muletazos mientras se sucedían los aplausos. Certero con la espada, a estocada por toro, le fueron concedidas cuatro orejas y dos rabos y recorrió la periferia repetidas veces para corresponder a los homenajeados. Al final fue aupado a hombros y así hubo de ser paseado, entre grandes ovaciones…

La gran impresión que causó Manolo Martínez fue más allá de la afición y de la crónica. En la misma relación del festejo que hace Gonzalo Carvajal, atribuye a Antonio Ordóñez una reflexión que implica, por una parte, el reconocimiento del altísimo techo que tenía Manolo Martínez como torero y por la otra, lo bien aclimatado que estaba en el medio taurino europeo:

Por la mañana, cuando ya los toros de Pallarés estaban enchiquerados, me dijiste: Manolo Martínez ya le cogió el aire al toro español; ahora, con la afición que tiene, verás cómo las cosas le parecen mucho más fácilesTe contesté que sí, que yo no había engañado a nadie cuando dije que el mejicano era de oro, que ayer había toreado un toro de Camacho como para guardar la faena en una vitrina de museo, y te añadí todo eso de que el toro español, en su lidia, plantea problemas que casi ningún torero americano acaba de resolver…

Y un dato adicional: todo parece indicar que es Gonzalo Carvajal el que bautiza en esta tarde a Manolo Martínez como El Mejicano de Oro. El cronista tenía cierta facilidad para imaginar e imponer apelativos felices a los toreros y así, de su inventiva, Paco Camino fue El Niño Sabio de Camas, Curro Romero, El Faraón de Camas o Diego Puerta, Diego Valor

El signo de la tarde triunfal

Tras de la lidia del cuarto toro y una vez que paseara las orejas y el rabo que le fueran concedidas, Antonio Ordóñez sacó a dar la vuelta al ruedo a sus alternantes y al mayoral de la ganadería de doña María Pallarés. Escribió el corresponsal de El Ruedo:

Ovaciones mantenidas, orejas, rabo; sacó a sus compañeros al ruedo, también al mayoral, y los cuatro, mientras sonaba la música, recorrieron el ruedo donde tan bella página de la historia del toreo se había escrito…

La corrida fue calificada por varios escritores, una vez que concluyó, como la mejor de la feria y quedaban todavía cinco tardes por delante. 

La versión de Guillermo H. Cantú, en el sentido de que se desplegaba una guerra en contra de Manolo Martínez en esos días, no parece muy fundada. Indudablemente que Manolo iba apretando a su paso, intentando justificar su calidad de figura del toreo y también, de reclamar que en aquellas tierras se le reconociera como tal. Escribe Cantú:

...respuestas que, aun siendo auténticas, incomodaban a los peninsulares, acostumbrados a actitudes más modestas de los noveles importados... La guerra estaba declarada. Su penetración había sido demasiado abrupta, sin consideraciones de ninguna clase. Era necesario pararlo, estaba incomodando a muchos...

Las visiones y los fantasmas de Cantú fueron durante muchos años una especie de artículo de fe en nuestro medio, pero en la actualidad, con el acceso a las fuentes de información de la época, de manera directa, se puede apreciar que quizás los juicios eran estrictos, pero que, generalmente esa línea de opinión se aplicaba en todas direcciones.

De lo que no me queda duda, es que quienes fueron a los toros en Málaga hace 55 años, vivieron una extraordinaria e inolvidable tarde de toros.

Aviso parroquial primero: Agradezco de nueva cuenta a doña Carmen Milla, de la Fundación Diario Madrid, por haberme facilitado una parte importante del material que me permitió escribir estos pergeños.

Aviso parroquial segundo: Los resaltados en los textos transcritos son imputables únicamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.

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