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domingo, 3 de noviembre de 2013

1890: El día de los Fieles difuntos, perece escandalosamente la plaza de toros Colón

Carlos Borrego Zocato
Dice don Lauro E. Rosell en su obra Plazas de Toros de México, que levantada la prohibición juarista se levantaron de inmediato varios cosos taurinos en la capital mexicana y en un breve espacio de tiempo y de la mancha urbana se levantaron tres de ellos, el de San Rafael, el de El Paseo en la calzada de Bucareli y el de Colón, en las inmediaciones del Paseo de la Reforma, frente al monumento levantado en honor a Cristóbal Colón, tomando de allí su nombre. 

Esta plaza, construida con madera y que tenía como particularidad la existencia de dos hileras de lumbreras en sus tendidos de sol y sombra se inauguró el domingo 10 de abril de 1887 con un encierro de Atenco para Juan León El Mestizo y Antonio González Frasquito.  El diario El Nacional, de la capital mexicana, aparecido el 12 de abril siguiente contenía la siguiente información:


Inauguróse también el domingo la plaza del Sr. Teresa, el cual tuvo la satisfacción de ver el local completamente lleno; desde la barrera hasta la azotea no se veía un sitio desocupado. El ganado de Atenco dio mucho juego y resultó muy cargado, lo cual constituyó las delicias de los concurrentes. Por sus comodidades, buen ganado y precios moderados, creemos que la plaza de Colón será la preferida del público...
El también en la nota periodística anterior viene al caso porque ese mismo día abrió también sus puertas la de San Rafael. La existencia de la plaza Colón sería muy corta, pues los sucesos que hoy me tienen aquí de nuevo, resultan ser, según el mismo Rosell, el último festejo que se dio en la historia de ese escenario taurino.

Dramatis personae

Para el domingo 2 de noviembre de 1890 se anunció un encierro potosino de Guanamé para los diestros hispanos Carlos Borrego Zocato y el valenciano Vicente Ferrer Pollito que recibiría la alternativa. 

Toro de Guanamé en 1911
Zocato tenía ya alguna historia entre nosotros, pues desde 1886 hacía campañas como banderillero y “media espada” al lado de toreros como Cuatrodedos, Hermosilla, Valentín Martín o Ponciano Díaz. Recibió la alternativa en Madrid en 1889 y a partir de entonces alternaba sus campañas en plazas españolas y americanas, aunque tuvo más predicamento de éste lado del mar.

Por su parte Pollito formó parte como banderillero de las cuadrillas de Cara Ancha, Fernando Gómez El Gallo y el nombrado Valentín Martín. En 1885 viene a México, permaneciendo entre nosotros hasta 1892, año en el que debuta en Madrid. Se destaca por su valor, tanto así que la publicación El Arte de los Toros le describe así: Ferrer es el torero más castigado de los toros que se ha conocido, que se conoce y que se conocerá. Así y todo aún no sabe lo que es tener miedo…

Por su parte, el ganado de Guanamé era de origen nacional, es decir, sin cruza española. Aunque la siguiente información está fechada en 1911, no creo que hubiera una gran diferencia en la conformación de la ganadería, según lo contó S. Huerta – Rodrigo en el semanario madrileño Respetable Público:
De entre las ganaderías mexicanas que merecen los honores de ser mencionadas, hay que reservar un espacio de preferencia a la vacada que, por pastar en la Hacienda de Guanamé, tiene este nombre, y de la que es propietario el rico y entusiasta aficionado D. Mariano Hernández Ceballos, que reside en San Luis Potosí, donde tantas simpatías disfruta por sus condiciones caballerosas y alta posición social... Las reses de esta ganadería lucen en su divisa los colores verde y negro, y en lo que respecta al historial de esta vacada, hay que indicar que en su formación no han intervenido para nada los elementos españoles, lo cual no ha sido obstáculo para que los toros obtenidos sean muy estimables y gocen de bastante renombre en el país… Esta ganadería es quizá la que da mayor contingente de reses para la lidia, siendo de esperar que, con un poco de cuidado, se llegue a formar un tipo de toro excelente, con bonita lámina, mucha nobleza y bravura, y esa fineza que tanto agrada a los públicos... Teniendo estos bureles buenas condiciones naturales, ¿cómo el Sr. Hernández Ceballos, hombre entusiasta, inteligente y riquísimo, no efectúa una buena cruza con elementos españoles de depurado origen? Los resultados no se harían esperar ni por el tiempo, ni por la clase, y los Guanamé conseguirían ocupar, entre las pocas ganaderías de cartel del país mexicano uno de los primeros lugares... Los pelos corrientes en los bichos de esta ganadería son los verdugos y los cárdenos...
El día de autos

Al parecer la entrada fue extraordinaria. Remendao, cronista del diario El Universal de la capital de México, el 4 de noviembre de 1890, sobre la asistencia al festejo cuenta esto:
Había una afluencia tal en la plaza de Colón que parecía que no se trataba de una corrida de toros, según las muestras, sino que iban a fusilar de nuevo al infortunado sargento Zeferino Martínez... Porque han observado los que pierden el tiempo atando cabos, que la concurrencia aumenta en los espectáculos sangrientos o sanguinolentos, como dice un poeta amigo mío en razón inversa de la baratura de las entradas y de la calidad de las víctimas... Pero estos puntos deben ser materia de editorial jeremíaco o sermón de semana santa… Decía yo que la concurrencia era numerosa. En cuanto a lo distinguido ya pueden ustedes saberlo sólo con decir que había diputados, directores de periódicos, senadores y ministros... Por lo que toca al sol, el lleno era completo: aquello era un verdadero sol de esperanzas para los señores empresarios...
Se anunciaron seis toros y salieron al ruedo nueve. Del primero al tercero un sustituto bastó para reemplazar al manso titular. El cuarto requirió dos reemplazos y allí ardió Troya. El diario El Tiempo de la Ciudad de México, el 4 de noviembre, sesgadamente relata lo siguiente:
Al ver los concurrentes que el espectáculo, que la diversión no les había salido a su gusto por la mansedumbre de los toros y que por lo tanto iban a verse privados de presenciar la multitud de lances horripilantes que se producen en la bárbara lucha del hombre y la fiera, prorrumpir en gritos estridentes, y un vocerío inmenso ensordecedor, que no era sino el prólogo de mayores manifestaciones, se levantó en toda la plaza... La indignación del público subió de punto al ver que un torero ascendió al palco de la presidencia y se acercó a decir a la autoridad que a causa de la falta de toros, no podía continuar la corrida... Entonces sí, y  al informarse que no había ya corrida, se desató una verdadera borrasca, un escándalo mayúsculo, los terribles amateurs se vieron contrariados terriblemente y comenzaron a arrojar al redondel multitud de objetos que a la mano se encontraban y luego siguieron las sillas, butacas, etcétera y a estas fueron a reunirse muy pronto tablas arrancadas de los palcos, barandales, trozos de columnas y otros mil objetos... El redondel se halló bien pronto repleto con los despojos de la plaza, la multitud grandemente excitada y no contenta con haber destrozado la plaza, hablaba de quemarla... Entre tanto, la policía no estaba ociosa y planeaba contener el tumulto, pero era de tal naturaleza, tan grande la indignación que sus esfuerzos pronto fueron menos que inútiles... En vano el Gral. Carballeda se multiplicó dando órdenes que no podían cumplirse, pues para ello habría sido necesario reducir a prisión a todos los concurrentes, especialmente a todos los del departamento de sombra... No sabemos que se hayan hecho aprehensiones ningunas... Parece que se obligó a la empresa a devolver los boletos y quizás las entradas volverán a poder de sus dueños...
Por su parte José M. Fregoso, segundo réporter del diario El Nacional, también de la capital de la república, el 5 de noviembre hace la siguiente relación y reflexión:
El público se indignó... De la parte de sol se arrojó la primera tabla... Pocos momentos después reinaba en la plaza la confusión y el desorden más espantosos... Las sillas fueron a dar al ruedo y los barandales de ambos tendidos eran arrancados y hechos pedazos por los concurrentes... La policía pretendió calmar los ánimos; pero resultó lo contrario, viéndose obligada a presenciar tranquila el alboroto... Al expirar la tarde, la plaza había sido abandonada, dejándola el público considerablemente destruida... No aprobamos actos de esta naturaleza, pero ya que tienen lugar, deseamos que sirvan a las empresas de escarmiento, a fin de que cumplan con el público sus compromisos...
Los infaltables

Los ataques a la fiesta y a quienes profesan afición a ella no cosa de estos tiempos que corren. En la sesgada relación que ya cité del diario El Tiempo, se concluye con lo siguiente:
Sea de ello lo que fuere, el escándalo del domingo es una consecuencia de las corridas de toros, bárbara diversión que es capaz de originar tumultos y desórdenes como el que hemos mencionado...
Y por su parte, el Monitor Republicano, a dos días de la corrida contiene la siguiente proclama cuando relata lo sucedido en la corrida:
Deseamos que las empresas taurinas no den lugar a estos escándalos, que según parece van adquiriendo carta de naturalización entre nosotros... Lo triste es que no queda ni recurso de censurarlos, porque la misma autoridad los provoca no tomando oportunamente toda clase de medidas para evitar que se engañe al público de una manera descarada, y permitiendo, sobre todo, las lides de toros... ¿Servirá esto de lección a las demás empresas de toros?... Los taurófilos han quedado satisfechos, porque gozaron con aquél escándalo, más que con dos buenas corridas de toros...
Requiescat im pace

El citado Lauro E. Rosell indica que este fue el último festejo celebrado en la plaza de toros Colón, aunque erróneamente cita como primer espada del cartel a Cayetano Leal Pepe Hillo. Triste final para un coso taurino que tuvo una breve existencia y una fecha curiosa fue en la que le tocó perecer.

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