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domingo, 11 de mayo de 2025

El Toreo de la Condesa: El triunfo de Larita, la porra, Gaona y los toros de Palha

La temporada 1922 – 23 del Toreo de la Condesa constó de 22 corridas y corrió entre el 22 de octubre y el 1º de abril de este último año. Los diestros mexicanos que integraron el elenco fueron Vicente Segura, Rodolfo Gaona, Luis Freg, Juan Silveti, José Ramírez Gaonita y Salvador Freg, mientras que por el lado de los hispanos estuvieron presentes Rafael Gómez El Gallo, Manuel Mejías Bienvenida, Marcial Lalanda, Manuel García Maera, Julián Sáiz Saleri II, Matías Lara Larita, José García Alcalareño, Rafael Rubio Rodalito, Serafín Vigiola Torquito, Ángel Fernández Angelete y Pedro Carranza Algabeño II.

Los toros que se lidiaron fueron de Piedras Negras, San Diego de los Padres, Atenco, La Laguna, Zotoluca, Coaxamalucan, La Trasquila, Malpaso y Santín por los criadores mexicanos y del Duque de Palmella y Palha por los portugueses y un encierro hispano del Duque de Veragua.

El escalafón lo encabezaron Juan Silveti con 12 tardes, Rodolfo Gaona, con nueve; Marcial Lalanda, con siete; y, Maera. con seis; en tanto que las ganaderías que más toros enviaron a la plaza fueron Piedras Negras, con treinta y cinco; San Diego de los Padres, con veintiuno; y, Atenco, con veinte.

La décimo sexta corrida de la temporada

Para el domingo 4 de febrero de 1923 se anunció una corrida que inicialmente se planteó como el beneficio de Larita, pero que posteriormente se ofreció como un festejo a beneficio de la Cruz Blanca Neutral, que estaba edificando el Hospital del Niño. Para tal efecto se lidiaría un encierro portugués de Palha – anunciado como español en los programas – que Matías Lara había traído con él y le acompañarían en el cartel Rodolfo Gaona y se presentaría en el coso de la colonia Condesa el torero alcarreño Julián Sáiz Saleri II, quien ya era conocido de la capital mexicana, pero actuando en la placita de Chapultepec.

El encierro portugués, se dijo, se recuperaba del viaje trasatlántico en los prados de El Olivar, aunque mermado en uno de sus ejemplares, que pereció durante el trayecto, por lo que el sexteto se completaría con un toro de Atenco, que reglamentariamente saldría en primer término al ruedo y correspondería a Rodolfo Gaona, primer espada de la corrida.

Además, indicaban los programas anunciadores del festejo que al final del mismo, se sortearían entre los concurrentes dos mantones de Manila cortesía de Larita, estando anotado al reverso de los boletos de acceso al coso, el número correspondiente a tal sorteo. Además, se advertía, que por haber una competencia de carreras de automóviles en esa misma fecha, el festejo empezaría a las tres y media de la tarde, en lugar de a las tres, como era acostumbrado, para dar tiempo a los interesados, a asistir a ambos eventos.

El triunfo de Larita

Ya me había ocupado por aquí del pintoresco Matías Lara Larita, a propósito de la tarde en la que cortó un rabo en Madrid. Pues no se iba a ir de México sin un triunfo. No cortó un rabo, pero su desparpajo ante los toros y su absoluto desprecio por la muerte. Además, ya había comentado también su predilección por los toros portugueses de don José Pereira Palha Blanco, aquellos toros del ¡horror, terror y furor! y de los que Belmonte decía que cuando Larita se encerraba con ellos, parecía que lo hacía con gallinas. Entonces, el espacio, al menos para él, era el adecuado para triunfar.

Ante Lindero, quinto de la tarde, Larita fue visto así por Verduguillo en su crónica publicada en el Universal Taurino:

Es berrendo en jabonero, capirote, botinero, alto de agujas, y muy bien armado. Está marcado con el número 28... Don Matías provoca repetidas veces al morucho, pero, apenas si en tres ocasiones se hace tomar el percal, resultando deslucida la suerte por los largos intervalos que hay entre un lance y el otro... Guadalupe Rodríguez agarra un buen puyazo, saliendo su jaca desbocada, y sin que haya un monosabio que logre detenerla. El caballo herido da dos, tres vueltas al redondel y en una de tantas, se encuentra con Navarro, que está bregando inteligentemente para poner al toro en suerte, derriba al peón y le deja tendido en la arena; el toro hace por él, lo empitona por la parte posterior, y lo romanea aparatosamente. Todos creemos que Navarro ha recibido una cornada mortal... Cuando el herido es conducido a la enfermería, se acalla la pita... ¡Ya podían seguir chillando! … Del mismo Guadalupe y de Frontana, recibe el berrendo dos puyazos más, y pasamos a otra cosa... El Sordo clava un buen par; Rafael López un palo, y cierra Pablo Baos con un par de mucha exposición saliendo comprometido... Larita brinda a otro particular, y después hace una faena como la primera: valiente y emocionante, pero escasa de finura, Seis muletazos por alto, dos de pecho y un molinete; preceder: a un pinchazo en que el diestro se ha quedado en la cara, saliendo perseguido. Después del susto, se estrecha nuevamente con su enemigo en dos muletazos más, y perfilándose en el centro, y entrando derecho, mete toda la espada por las agujas, rodando el toro sin puntilla... Ovación grande, música, lluvia de sombreros y bastones, la oreja y regalo del particular. Olé los matadores con agallas...

Como se puede leer, Larita convenció a los asistentes con su particular tauromaquia. Quizás el toro por su comportamiento no recordara la leyenda de los Palha, aunque su pelo delatara desde lejos su origen.

La porra y Gaona

Decía antes que Gaona desde el anuncio del festejo enfrentaría para abrir la tarde un toro de Atenco, ganadería que, por confesión suya, era su favorita. Y en su segundo turno, tenía reseñado al toro número 40, curiosamente nombrado Saltillo, del hierro portugués, pero estaba escrito que esa tarde el Califa enfrentaría dos toros nacionales, porque Saltillo fue devuelto a los corrales por manso, no obstante que reglamentariamente debió ser fogueado y fue sustituido por otro de La Laguna. Ese hecho desató una tremenda bronca en los tendidos de El Toreo, pues se exigía que el sustituto fuera del hierro titular de la tarde, no obstante, el anuncio de que solamente había cinco toros de Palha disponibles ese día. Sigue contando Verduguillo:

El público quiere que la reserva sea nada menos que de Palha. ¡Pero hombre, por Dios!, si estamos viendo que el primer toro fue de Atenco precisamente, porque sólo había cinco de Palha, ¿cómo va a haber reservas de Palha? … El substituto es de La Laguna, o como si fuera, de Palha mexicano. En medio de morrocotuda bronca, Rodolfo se abre de capa y da cinco verónicas buenas. Aumenta la pitería…

Gaona había batallado con el de Atenco, que fue manso y bronco y el de La Laguna comenzó siendo suave y fácil, pero llegó al final escaso de fuerzas, lo que sumado a la indignación popular por no ser de Palha, ocasionó que se abroncara a su matador.

La crónica que escribió Gonzalo Espinosa Don Verdades para el diario Excélsior, señala como responsables de la bronca al sector de la afición conocido como la porra:

Sabemos todos que Rodolfo Gaona es y sigue siendo nuestro torero favorito, no tanto por partidarismo ni por ridícula patriotería, sino porque el leonés se ha encumbrado después de jugarse la vida tarde a tarde, durante quince años y por haber sostenido una ruda competencia con tres generaciones de toreros... Hay que recordar la tarde en que reapareció Rodolfo, después de haber estado ausente de la patria por siete años. La ovación que se le tributó esa tarde fue unánime, al igual que las que se le siguieron tributando en las grandes tardes que tuvo... Por desgracia de la afición nació la “Porra” y un grupo de incondicionales a los que yo no puedo calificar como buenos amigos de Gaona, principiaron a sembrar las disensiones entre el público, pretendiendo opacar a cuanto torero al lado del leonés. ¡Y qué torpe proceder siguieron! ¡Cómo si Rodolfo necesitara de esto, cuando todos sabemos el torero que ha sido, es y seguirá siendo! … El resultado de esta labor lo está sufriendo hoy Rodolfo... ¿Y quiénes son los responsables de ello? ¡Hay que decirlo claro! ¡La Porra y sus directores! Este grupo, queriendo incensar a nuestro gran torero, solo le ha causado perjuicios y se los seguirá causando... Un torero de la talla de este diestro no necesita de “claque”, él solo se impone y sabe conquistar a los públicos... El día que la Porra desaparezca, todo el público volverá a hacer justicia a Gaona y a aclamarlo como siempre lo ha aclamado por sus justos merecimientos...

Y es que la porra, de ser un grupo de aficionados independiente, que se dedicaba a exigir a los toreros sin importar su nombre, se fue convirtiendo, en un grupo decididamente de filiación gaonista. De su origen y resurrección a partir de 1908, escribió Verduguillo:

Por primera vez volvió a palparse la presencia de la Porra cuya acción se había amortiguado desde la muerte de Montes. Volvieron a escucharse los gritos de aliento para el “Indio” y las manifestaciones hostiles para los que con él alternaban. Actuaban los porristas por su propia cuenta pues ninguno de ellos recibía órdenes ni favores del “Califa”, le servían porque servían a la causa taurina que consideraban justa. Si alguna vez “Chano”, el apoderado de Gaona, pretendió obsequiar un boleto a algún porrita, éste lo rechazó indignado: “Dígale usted a Gaona que no necesitamos de él para nada”... Había en la porra médicos, abogados, estudiantes, empleados de comercio, burócratas, ferrocarrileros, propietarios de fincas, etc...

El germen del gaonismo estaba allí, pero al decir de Rafael Solana, se respiraba cierta libertad. Comparando lo escrito por Don Verdades tres lustros después, da la apariencia de que esa diversidad de criterios ya había desaparecido y se había unificado en uno solo.

El encierro de Palha

La corrida de Palha tuvo una calificación de ser mediana, ni buena ni mala, dijo Latiguillo en su crónica de El Demócrata, pero el segundo de la tarde fue un toro sobresaliente según el mismo cronista:

Tomó siete varas a ley, es decir, arrancándose desde largo, sin rehusar un solo momento la pelea y ¡qué pelea! la que hacen los astados de bandera... los toros que por tener verdadera sangre brava debajo del pelambre, no se duelen al castigo sino más bien, con él se crecen, como se creció el primoroso cárdeno cuya pelea llena de arrogancia y nobleza, quedará como un recuerdo en la memoria de la afición que ayer, haciendo justicia a “Lancero” – que así se llamaba este animal – cuando era arrastrado por las mulillas, le dispensó suntuosos funerales y le tributó honores de capitán general... y pidió que a semejante dechado de bravura y poderío lo acompañara al destazadero, no la marcha fúnebre de Chopin, sino la alegre diana, la autóctona fanfarria con que demostramos nuestra jocundia y premiamos a los que han merecido bien nuestra admiración; lo mismo a Fleta – ¡hum! – tenor de la época... que a un toro de Palha, si el tal toro, como el de ayer, da en la pelea el sonoro do de pecho de su nobleza y pujanza... Sí, este toro fue indudablemente el más bravo y el más toro que hemos visto correr en nuestra plaza desde tiempo inmemorial, igual puede ser que alguno haya salido, pero mejor que éste, ninguno...

Así pues, de la cuarteta de toros portugueses, este Lancero vino a salvar el buen nombre de su criador, quedándose, en la opinión del importante escritor de aquellos días, entre los mejores toros de la entonces reciente historia de la principal plaza de toros del país.

Para terminar

La entrada al festejo no fue muy buena. Ya decía antes que el mismo día de la corrida hubo carreras de automóviles, pero también en esa misma fecha se estrenaba en la capital la película Sangre y Arena con la actuación estelar de Rodolfo Valentino; en el teatro Arbeu se despedía la compañía de Lupe Rivas Cacho, que se iba de gira por Sudamérica y también hacía temporada María Conesa. Es decir, sin importar la presencia de Gaona en la plaza, había mucha oferta de espectáculos ese domingo. Nihil novum sub sole.

Tres días después, también en El Demócrata, Rodolfo Gaona anunciaba en una extensa entrevista que se iba a España para torear y despedirse de los públicos a partir de abril y hasta el mes de septiembre. Ya he contado por aquí las vicisitudes de esa última campaña, y los hechos de su tarde final.

Hasta el próximo domingo.

domingo, 13 de abril de 2025

A un siglo de la despedida de los ruedos de Rodolfo Gaona (y VI)

12 de abril de 1925: Rodolfo Gaona se despide de los ruedos

Cuando Rodolfo Gaona preparaba ya lo que sería su última campaña en los ruedos, celebró varias reuniones con Carlos Quirós Monosabio, para preparar la obra que se anunció como el libro íntimo de Gaona, titulado Mis Veinte años de Torero. En ese interesantísimo recuento, publicado primero por entregas en El Universal Taurino, el Califa de León explicó en la parte final una parte de los motivos – taurinos – que lo hacían apartarse de los ruedos. En el capítulo veinte de dicha obra, entre otras cuestiones, el torero hace estas reflexiones:

Pues sí: ya es tiempo. Después de veinte años de pelea, creo que se ha hecho bastante en todos sentidos... Hay que ir pensando en “pirarse”. Y está decidido: me voy... ¿Cuándo? Cualquier día. El menos pensado. Antes de lo que algunos puedan creer... Me siento en pleno goce de todo mi poder. Estoy fuerte. Puedo con el toro... Juzgo que mi misión ha quedado cumplida... Sin alardes de ninguna especie, estoy convencido de que mi carrera ha sido una de las más difíciles, porque fue una pelea sin tregua. Aquí y en España siempre me han echado un contrincante con quien disputar las palmas. No se ha querido que descanse, y de lo que yo haga depende el éxito de las temporadas de México... Toda fuerza tiene su límite... Me voy satisfecho porque no me han vencido, y de que en el último momento supe conservar el puesto que los públicos me dieron...

La principal razón taurina de Gaona para irse de los toros es la que compele a casi todas las figuras del toreo que se retiran en su plenitud: la desmedida exigencia de los públicos a partir de la capacidad reconocida a la figura en turno. Y cierto es también, como lo afirma el Petronio, que toda fuerza tiene un límite, por lo que llega un momento en el que hay que buscar el momento de dejar el sitio a los que vienen llegando atrás, eso sí, sin claudicar y defendiendo hasta el último instante el sitio conseguido delante de los toros.

Los prolegómenos de una despedida triunfal

La corrida de la despedida de Rodolfo Gaona fue organizada por el propio torero y su entorno. Si bien ocurrió en las inmediaciones de la temporada 1924 – 25, se celebró un par de domingos después de que esta concluyera. A propósito de la forma en la que este festejo fue confeccionado, escribió Rafael Solana Verduguillo:

“Monosabio” y yo estuvimos días antes a ver a Gaona, tratando de convencerlo de que no se fuera. Alegamos mil cosas... Gaona me escuchaba viendo el humo de su cigarrillo que se perdía en el infinito... Cuando yo terminaba de hablar, recogía el hilo de la conversación “Monosabio”... Gaona, cuando contestaba algo, decía siempre lo mismo: “Esto está resuelto: lo he meditado mucho, y se acabó” ... No tuvimos más remedio que conformarnos. Y nos pusimos a hablar sobre el cartel que había preparado para la tarde de su despedida; nada había resuelto... Estaba en México un torero, bueno nada más, muchacho atento y caballeroso que se hacía simpático no solo por su comportamiento en la plaza, sino por sus buenas maneras de gente educada. Se llamaba Rafael Rubio y lo apodaban "Rodalito". Juzgándolo oportuno, eché un capotazo a su favor, diciéndole a Rodolfo: La plaza se llenará con cualquiera que esté al lado tuyo, pon a “Rodalito” que te cobrará poco, y le darás una buena oportunidad a este muchacho para que se haga cartel en México... Y ya que se habla de oportunidad, dijo don Carlos Quirós, yo también quiero hacer una petición... ¿Cuál?, preguntó Gaona... Que pongas de sobresaliente a Pepe Ortiz, aunque no sea más que para que haga el paseíllo al lado tuyo... Bueno, ¿ya no quieren pedir más?, preguntó Rodolfo entre serio y gracioso. Yo le respondí: Hemos venido a pedirte que no te vayas, pero ya que “está todo resuelto”, cualquier cosa que te pidamos ahora es poco... Bueno, dijo Rodolfo; hablaré con “Rodalito” y con Pepe Ortiz hablará “Chano”, y le dirá que torea de sobresaliente. ¿Alguna otra cosa? ... Nos despedimos porque ya Rodolfo comenzaba a impacientarse...

No tengo manera de comprobar la veracidad de las afirmaciones de Verduguillo, pero del desarrollo de la prensa de la época, se advierte que él y Monosabio eran los escritores de toros más cercanos al torero de Guanajuato, así que tampoco me queda mucho espacio para dudar de la certeza de esas afirmaciones.

Rafael Rubio Rodalito, torero albaceteño alternativado por Luis Freg en 1922 y que tendría que esperar para confirmar en Madrid por Larita hasta agosto de ese 1925 cobra relevancia en la historia del toreo por un par de acontecimientos en su andar por los ruedos. El de más trascendencia, creo, es el haber actuado en la tarde postrera del Califa de León y el otro, es el haber sido participante en unas corridas de toros que se dieron en el Estadio Nacional de Roma los días 22, 29 y 3 de julio de 1924, alternando con Pedro Basauri Pedrucho. Del sobresaliente, Pepe Ortiz, solamente he de decir que es conocido universalmente como El Orfebre Tapatío y es el creador de algunos de los más hermosos quites que la tauromaquia reconoce en estos tiempos que corren.

La última tarde

La corrida se anunció para las tres y media de la tarde del domingo 12 de abril de 1925. Se lidiarían dos toros de Atenco, dos de San Diego de los Padres y dos de Piedras Negras por Rodolfo Gaona, quien se despedía de los ruedos y Rafael Rubio Rodalito, fungiendo como sobresaliente de espadas, José Ortiz. Las puertas de la plaza se abrieron refiere la prensa de la época, a las once de la mañana y alrededor de las dos de la tarde comenzó a lloviznar. Afortunadamente, a la hora del inicio del festejo, el cielo comenzó a abrirse y dejó de llover.

La tarde de Gaona tuvo lucimiento en dos toros, el quinto de la corrida y tercero de su lote, Veguero, número 17, de San Diego de los Padres, faena brindada en comandita al Secretario de Agricultura, Ing. Luis L. León, al Lic. Miguel Alessio Robles y al Gral. Arnulfo R. Gómez y de la que el corresponsal del diario tapatío El Informador, escribió:

En el quinto, el Indio deslumbra al público con nueve verónicas, de las cuales tres fueron coreadas y tres aplaudidas... Gaona comienza por sentarse en el estribo y así da un colosal pase por alto, luego de pie hace el de la firma, después cinco naturales con la izquierda, uno de pecho, otros tres naturales y uno de pecho, aquí escucha una gran ovación. Después un molinete entre los pitones, saca un pase ayudado con los pies clavados, vienen otros altos, que constituyen el delirio del público, que no descansa de aplaudir; caen al ruedo sombreros, bastones, se escuchan dianas, y después de que cesa un poco la ovación, el Indio continúa la faena y saca un pase de pecho, otro rodilla en tierra, se tira a matar y deja un pinchazo, después otro más y por fin deja una honda con que hace morir al bicho. Entonces escucha Gaona una ovación que se prolonga por cinco minutos, en cuyo tiempo da varias vueltas al ruedo en medo de un repiqueteo de campanitas...

Pero Gaona no pensaba irse con ese resultado y pidió que le echaran el sobrero. Y así salió en séptimo lugar Azucarero, cárdeno, número 20, de San Diego de los Padres. La crónica de El Universal Taurino, seguramente escrita por Verduguillo, está firmada por La Afición y acerca de esta última faena, relata, a la letra:

Un bonito ejemplar de San Diego de loa Padres llamado “Azucarero”, marcado con el número 20, berrendo en cárdeno y recogidito de pitones. Hizo salida de toro de bandera y a fe que resultó un azucarero, pues no era otra cosa que miel, rica miel de San Diego de los Padres, de la cual gustó el Califa hasta empalagarse. Remata el regalito en las tablas, acude con valor a los montados, ocasiona un tumbo a Conejo Grande, después otro a Guadalupe Rodríguez a quien hace el quite Gaona con una serie de verónicas de esas que ya no tienen calificativo, por lo grandes y remata con una larga vistosa. La ovación es imponente. Guadalupe Rodríguez, que ha sido arrastrado por su cabalgadura, hace coraje, monta otra vez y arrea un puyazo archimonumental, el puyazo de la temporada, nada menos; recargó con maestría, chorreó el palo y no se dejó desmontar, marcando la salida colosalmente. No se sabía para quien era la ovación que todavía duraba, si para el Gran Gaona o para el magnífico picador Guadalupe Rodríguez… Gaona coloca cuatro pares de banderillas; dos al cambio, uno de poder a poder y un cuarteo superior. ¿Para que repetir que se provocó el delirio en este tercio y que las manos se cansaron de tanto aplaudir? … Y vino la mejor, la última faena del maestro, que principió con el pase de la muerte; después obsequió a “Azucarero” con dos ayudados por alto, dos de pecho, un natural, uno de tirón, un ayudado por abajo, se cambia la muleta de mano y sigue dándonos la última emoción de la temporada… Hay en la faena de Gaona todo el arte que sabe doblegar, toda la finura de su estilo. La plaza entera parece venirse abajo. Ahora sí, “Las campanas de León tocan a gloria” … Pero el maestro se hartó de torear y “Azucarero” llegó a la muerte un tanto aplomado, lo que contribuyó a que Rodolfo pinchara cuatro veces y acabara en una estocada. Todo esto deslució la faena…

Esta última faena resultó ser el epítome de la tauromaquia de Gaona, salvo por sus desaciertos con la espada, siendo que siempre fue un estoqueador seguro. Pero la afición supo reconocerle, aún con esos fallos, la grandeza con la que se estaba despidiendo de los redondeles.

Rodolfo Gaona se retiró de la plaza en cuanto se preparaba el arrastre del toro. No esperó la ocasión de ser sacado en volandas y en olor de multitudes. Así lo cuenta el cronista del Universal Taurino:

La banda tocó la vieja pieza de “La Golondrina” y Rodolfo agradeció la ovación desde los medios. Y cuando todo el mundo creyó que el Indio aún estaba en la plaza para esperar el complemento de su homenaje, resultó que se había marchado y sin decirnos “adiós”…

No me queda la menor duda de que Rodolfo Gaona supo ser, pero también supo dejar de ser…

El día después

El Universal Taurino reunió en una edición especial numerosas colaboraciones de las principales plumas de la época con reflexiones acerca de lo que representó el adiós de Rodolfo Gaona. Así, podemos leer en sus páginas opiniones, positivas todas, de autores como Ángel Caamaño El Barquero, Tomás Orts Ramos Uno al Sesgo, Maximiliano Clavo Corinto y Oro, y el mismo Eduardo Pagés de España y de México, indudablemente, los nombrados Verduguillo y Monosabio así como también de hombres de letras como el Académico de la Lengua don Luis G. Urbina y muchos otros más. De entre ellas, tomo una breve reflexión de lo que en esos días escribió el acalitano don Luis de la Torre El – hombre – que – no – cree – en – nada acerca de la despedida del diestro leonés:

Las corridas de toros seguirán siendo el gallardo espectáculo de siempre, lleno de inusitado espectáculo, de alegría incomparable, de atractivo sin límites; seguiremos presenciando lidias pletóricas de incidentes sugestivos y bellos, y no veremos desaparecer de los espectadores esos apasionamientos creados por el partidarismo que solamente encuentra asiento entre los aficionados a la fiesta brava... Pero, ¿quién podrá negar que la retirada de Rodolfo Gaona haya muerto la figura más gigantesca con que ha contado el toreo? Vino Gaona. Se ha ido Gaona. La fiesta seguirá siendo la misma. Pero la historia tendrá que señalar un periodo de veinte años como excepcional, por haber figurado en él el mago del toreo, el único que merece el título de ÚNICO…

Unas reflexiones personales

De las propias expresiones de Gaona, considero que bien hubiera podido mantenerse en el superior primer plano que guardaba un par de temporadas más, para ceder el testigo a quien habría de sucederlo. Afirmo lo anterior, porque 232 días antes, vestido de corto, se había presentado en El Toreo de la Condesa un chiquillo nacido en Saltillo, hermano del torero que había alternativado el 30 de noviembre de 1924. ¿Su nombre? Fermín Espinosa Armillita Chico y al domingo siguiente, en la placita de Chapultepec, ya vestido de luces, volvió a poner a la afición de cabeza. La historia nos deja claro que la sucesión se produjo, pero la sede quedó vacante al menos un par de años.

Después, unas semanas antes de ese 12 de abril, El Universal Taurino publicó que el Califa de León había contraído matrimonio con doña Enriqueta Gómez, madre de sus hijos Rodolfo y Enrique. Quiero pensar que también esa fue una de las razones de peso que le llevaran a afirmar con contundencia, que todo estaba decidido y que le dieron la firmeza necesaria para respetar la decisión tomada y también a la afición, no volviendo a vestir el terno de luces desde esa fecha.

Por último. Se ha cumplido un siglo de la despedida de los ruedos de Rodolfo Gaona. Reitero, una auténtica despedida, porque nunca más volvió a vestir el terno de luces, por razón alguna. ¿Se imaginaría el Califa que su legado solamente permanecería vigente apenas cien años y que se intentaría sepultar por un puñado de insensatos?

domingo, 6 de abril de 2025

A un siglo de la despedida de los ruedos de Rodolfo Gaona (V)

Gaona y Revenido II de Zotoluca

La temporada 1924 – 25 del Toreo de la Condesa fue la final del ejercicio de Rodolfo Gaona ante los toros vestido de luces y fue una llena de triunfos. Entre los que se pueden listar a partir de la prensa de la época que relata sus hazañas, están las de Faisán de Atenco; Jorobado de Piedras Negras; en el beneficio de Valencia II; Cantarero de Coaxamalucan; Cornetín de Atenco, en el beneficio de Antonio Márquez; en la Corrida de la Prensa; y, Turronero II de La Laguna, aparte de las que he intentado relatar de manera individual en estas virtuales páginas.

Pero hay una tarde, la del 11 de enero de 1925, la corrida del beneficio de Gaona, en la que realizó una faena a un toro de regalo que la crónica consideró que superó a casi todas las realizadas en ese ciclo final de su paso por los ruedos y algún relator incluso llegó a calificarla de la faena más grande que le había visto al Califa de León en toda su trayectoria. Me refiero a la que le realizó al toro Revenido II de Zotoluca, nombrado así quizás en remembranza de aquel otro Revenido de la casa matriz de Piedras Negras, al que enfrentó el 17 de febrero del año anterior y acerca de la que, El – hombre – que – no – cree – en – nada escribió lo siguiente:

Sí, señores, en esa labor, grande entre las grandes, desde el primer muletazo iniciado y consumado de rodillas, hasta el momento en el que el estoque desapareció palmo a palmo en el morrillo del toro, hubo de admirarse valor enorme y sereno, tranquilidad pasmosa, sapiencia por toneladas y, sobre todo, arte puro, delicado y exquisito. ¡El acabose, señores! Torear con mayor quietud, con mayor dominio, con mayor coraje y con mayor belleza – sin hipérbole – ¡IMPOSIBLE!... Para esa faena cumbre, que nació inmortal, es una fortuna que los cronistas taurinos no hayan podido describirla; merece ser cantada por los artistas capaces de producir, al hacerlo, una obra tan perfecta, como lo fue la misma faena; necesita ser dibujada por mano maestra capaz de hacer comprender toda la belleza contenida en cada uno de sus detalles admirables...

Pues la obra de Gaona ante el segundo Revenido, despertó similares pasiones entre los cronistas, como podremos verlo enseguida.

El beneficio de Rodolfo Gaona

El cartel de la décimo cuarta corrida de la temporada 1924 – 25, a celebrarse el 11 de enero de 1925, se formó con toros de Piedras Negras para Rodolfo Gaona, José Roger Valencia I y Joselito Flores y como lo adelantaba antes, era el beneficio de Gaona. El cartel no era tan redondo que los anteriores del ciclo, descansando básicamente en la presencia del Petronio. Escribió en su día, Rafael Solana Verduguillo:

Sabemos de memoria que Rodolfo Gaona es afecto a presentar la tarde de su beneficio carteles un tanto débiles y a veces, escasos de interés. Mejor dicho, él no. El leonés no se ocupa por regla general de organizar las funciones en su honor. Comisiona a segundas partes, y como éstas nunca fueron buenas, de ahí que, taurinamente hablando, los beneficios del Maestro resulten un tanto esaboríos… Los organizadores de esos festejos no suelen ser personas entendidas en cuestión de toros, pero sí son comerciantes o bien negociantes que saben dónde se puede ganar un peso más. Y probablemente se harán este cálculo: Si la plaza se llena, Rodolfo, ¿para qué nos vamos a meter en trabajos de pagar toreros caros? … Hoy ha figurado en el cartel un buen torero, José Roger “Valencia I”, pero, en cambio, se ha hecho actuar también a Joselito Flores, modesto torero mexicano que por culpa de quién sabe quién, no se ha llegado a vestir de luces en toda la temporada. Y precisa dejar asentado aquí, que no era el momento para la presentación de un diestro de la categoría de Joselito, después de haber visto a los ases todos de la temporada en diversas actuaciones…

La critica de Solana es dura, pues hace notar que, al ser el producto de la corrida en su totalidad para Gaona, se procuró una inversión corta, en la pretensión de una utilidad grande, aprovechando sin duda, el tirón de taquilla del torero guanajuatense, al que todos querían ver a sabiendas de su despedida y por esa razón su equipo pareció haber procurado el mejor beneficio al menor costo posible.

La corrida de Piedras Negras fue de juego desigual, correspondiéndole a Gaona los toros de juego más complicado, aparte de que sopló viento toda la fría tarde. Al final de cuentas Valencia I saludaría un par de ovaciones y Joselito Flores sería herido por el sexto. 

Rodolfo Gaona y Revenido II de Zotoluca

Las crónicas señalan que la concurrencia pidió a Gaona el obsequio de un toro. Al final de cuentas él era el organizador del festejo y en cierto modo tenía el deber añadido de complacer a quienes llenaron el Toreo de la Condesa esa señalada tarde. En esa tesitura, al leonés no le quedó más que corresponder a la petición de la afición que quería acompañarlo en su temporada final. Sobre su hacer con el toro de Zotoluca, escribió Verduguillo para El Universal Taurino:

A petición del público, que no quiere llevarse una mala impresión del último beneficio de Gaona, el leonés obsequia un toro. Es de Zotoluca, cárdeno claro, vuelto de pitones. Se llama “Revenido”… Gaona torea de capa como en sus buenos tiempos; para, templa y manda en las verónicas, conservando los pies quietos y el cuerpo erguido. ¡Cuánto tiempo hace que no toreaba así! Y luego se echa el capote atrás y suelta cuatro lances estupendos y remata con una larga cordobesa. ¡El delirio! … En los quites, nos hace Rodolfo volver quince años atrás. Nada de modernismos, ni de retorcimientos, ni de quebrantamientos de la res. Todo suave, todo artístico, todo torero. Y Pepe Valencia, no le fue a la zaga, y también rayó a enorme altura, ya abanicando, ya doblando con el toro hacia las afueras, rematando apoyado en el testuz. Las palmas echaban humo… Y Rodolfo tomó las banderillas. Y comenzó con un par al cambio majestuoso, imponente, dejando llegar lo indecible. Metió los brazos el leonés, cuando ya tenía los dos pitones en la barriga. ¡Cuánto valor! ¡Cuánto arte! Y luego tres pares de frente, de los suyos, no hay que decir más… ¿Y la faena? Bastaría con decir que Rodolfo ha toreado como antes. El pase de la muerte, los naturales con la derecha, con la izquierda, los de pecho, los ayudados por bajo. Todo de torero bueno, de torero clásico… Y para coronar tan grande labor, el estoconazo hasta las uñas dando el pecho, saliendo por los costillares, limpio, sin más suciedad que la de los dedos tintos en sangre… ¡Qué bien ganadas las dos orejas y el rabo! ¡Y el paseo en hombros de los entusiastas! ¡Ese era Gaona... ese es Gaona! Somos jóvenes aún. Nuestras canas y nuestras arrugas nos engañan. ¡Mentira! No ha pasado el tiempo... Ahí está Ojitos llorando de emoción, con el puro apagado entre los labios... ¡Qué grande eres, Rodolfo! …

La faena que relata Rafael Solana recupera, en su concepto, aquellos matices que fueron objeto de duros señalamientos críticos por los críticos y aficionados que señalaban que su tauromaquia se había modernizado y dejado atrás las enseñanzas y los moldes clásicos que aprendió con su mentor Saturnino Frutos Ojitos

El juicio de Gaona ya en retrospectiva, respecto de su obra ante este toro es un poco diferente. Considera que la obra es absolutamente suya. Desde su óptica, el toro fue muy complicado y todo lo tuvo que poner él. Así le contó a Monosabio:

Con “Revenido II”, de Zotoluca, creo haber hecho mi mejor trabajo de muleta en esta última temporada... Para todo el público, aquel bicho fue un gran toro, y hasta se ha dicho que fue como “Revenido I”. Y no era un gran toro. Distó mucho de serlo... Era bravo, sí, pero no tenía lidia. Acabó sin pasar, con la cabeza alta, embistiendo reunido y sin humillar. Casi nada más atropellaba y en un principio creí que no podría matarlo, porque no se descubría... Y no obstante que a “Revenido II” no podía toreársele, le saqué lucimiento. Le obligué a pasar y, como es natural cuando el toro no acompaña, le expuse mucho y estuve a orillas de fracaso. Forcé el toreo... Ese toro se lo pongo a otro, ¡y a ver qué faena le hace!...

Así pues, con la visión del cronista desde el tendido y el parecer del autor de la obra, podemos apreciar que coinciden en que fue una gran faena, sin duda la mejor del Califa en su temporada de despedida, aunque en los matices relativos al toro y su comportamiento, haya divergencia en sus comentarios, pero eso es parte de la riqueza de la fiesta. Hasta la próxima semana.

domingo, 30 de marzo de 2025

A un siglo de la despedida de los ruedos de Rodolfo Gaona (IV)

Rodolfo Gaona y la evolución del toreo

El toreo había cambiado con una rapidez inusitada en las dos décadas que Rodolfo Gaona permaneció en los ruedos como matador de toros. Por una parte, Juan Belmonte apareció y depuró el elemento del temple y después vendría Gallito a traer los primeros esbozos del toreo en redondo. Sin embargo, a esas dos piezas les faltaba un tercer elemento para que unidas debidamente produjeran una verdadera evolución. Escribe José Alameda:

La consideración preferente de los valores espaciales, de postura o de plasticidad es una trampa en la que ha caído la crítica y la historiografía taurina... Los valores de tiempo son esenciales en el toreo... Y Gaona los tenía... Gaona les andaba a los toros, pero no solo en banderillas... también con la muleta... dentro del desarrollo de la faena, para mantener la reunión entre suerte y suerte, en el enlace de ellas... en las pocas filmaciones que se conservan, se encuentran algunos momentos en que le anda al toro con un “tempo”, con una cadencia, que no son frecuentes hoy en día, pero menos lo eran en aquellos...

El tercer elemento era ese tempo o ritmo que aportaba Gaona y que como dice Alameda, se le escapa a la mayoría de los historiadores del toreo. Por azar o por preclara inteligencia, Chicuelo reúne las piezas y las expresa por primera vez en México el 1º de febrero de ese 1925 ante Lapicero de San Mateo, demostrando que otra forma de hacer el toreo es posible.

Gaona ante la crítica en su última temporada

El Califa de León alguna vez confesó que Belmonte había llevado a todos los toreros de su tiempo a terrenos que nunca sospecharon pisar. Igualmente, con el paso del tiempo, la tauromaquia del torero de León fue evolucionando de manera imperceptible, distinguiéndose con claridad diferencias entre lo que le hacía a los toros el Gaona anterior a 1916 cuando permaneció prácticamente exiliado en España hasta 1921, y lo que realizó en sus últimas temporadas en México. Escribe una entonces jovencísima Esperanza Arellano, quien después sería conocida por su seudónimo de Verónica sobre este particular:

Ha toreado con esa arrogancia, con esa elegancia suya, es cierto, pero siempre en el terreno del más neto de los modernismos. Y sigue siendo, no lo niego, el amo, el único, modernista y todo, porque sabe lo que nadie y domina como nadie. Ahí lo imperdonable. ¿Qué necesidad tiene Gaona de torear así? ¿El mal gusto de los públicos? ¡No y mil veces no! ¿Es que Rodolfo dejaría de ser el gran torero que es, dejaría de querérsele y aplaudírsele, sólo porque no prodigara el relumbrón, la chabacanería y no torease con refinado modernismo? Él, el gigante, el coloso, debía imponerse e imponer al relajamiento, la degeneración, el mal gusto de los públicos, su arte grande, quintaesenciado; su toreo clásico, bello y gallardo, y aquéllos no tendrían más remedio que rendirse a la verdad, avasallándose al arte que satisface y a la belleza que cautiva y subyuga...

Estas duras afirmaciones contenidas en el ejemplar de El Universal Taurino aparecido el 5 de enero de 1925, cuestionan la evolución de la tauromaquia de Gaona, le critican que se haya adaptado a los cambios que evidentemente estaba sufriendo el toreo y de alguna manera le exigían que volviera a sus maneras originales.

Pero no es solamente Verónica quien alza la voz para señalar que la evolución del toreo del llamado Petronio es motivo de desagrado. También don Luis de la Torre El – hombre – que – no – cree – en – nada, en el ejemplar del El Universal Taurino del 19 de enero siguiente, se expresa en semejante sentido:

En su libro “Mis Veinte Años de Torero”, Capítulo IX, Párrafos II y IV de la página 117, refiriéndose a la mejor faena de su vida, ejecutada el día 21 de abril de 1912, en la plaza de Sevilla, España, dice Gaona: “La faena de muleta fue breve y artística: quince muletazos magistrales, solo, derecho y toreando de brazos... Aquella fue una faena seria. Sin arrodillamientos. Sin molinetes, ni cogerse de los pitones. Nada: toreo clásico, del que yo sabía... Los pases fueron ligados todos, en el terreno que yo quise, mandando y. haciendo del toro lo que me dio la gana”. ¿Se dan cuenta, señores gaonistas (?), de lo que es una faena cumbre de las que ahora se ven pocas, simple y sencillamente porque no las entendemos? Junto a ese modelo de faena y comparadas con algunas otras que han ejecutado no sólo Gaona, sino también otros diestros modernistas a quienes no queremos darles mayor importancia, digan ustedes, ¿qué lugar les corresponde a las tan cacareadas de “Pavo”, “Faisán” y algunas más? Yo juzgo que colocadas entre el modernismo – lugar que les corresponde –, son faenas magníficas, pero nunca comparables con otras portentosas en las que, según opinión netamente gaonista, ha sobrado toro o ha faltado torero, únicamente porque no ha sido el ídolo quien las ha ejecutado. Para las de Gaona hubo oreja bien ganada; para las otras, aunque también la hubo, se concedió por indulgencia y nada más. ¡Vaya imparcialidad y buena fe! ...

Algo de miopía, sin duda, ante el inminente cambio de maneras que estaba ya tocando a la puerta. El 1º de febrero de ese mismo año ocurrió la epifanía y el 25 de octubre siguiente Manuel Jiménez Chicuelo regresaría a ratificar que el modelo a seguir para la realización de una faena en una plaza de toros, sería a imagen y semejanza de la que él realizó ese domingo a otro toro de San Mateo, ahora llamado Dentista. A veces somos renuentes al cambio, pero con afición, terminamos aceptándolo.

15 de febrero de 1925, el encuentro de Gaona y Azote de San Diego de los Padres

En el año de 1921, a iniciativa de los directores de los diarios El Universal, El Gráfico, El Demócrata, El Heraldo, El Mundo y Últimas Noticias entre otros, se inició la edificación de la Casa de Salud del Periodista en la zona conocida ese entonces como Chapultepec Heights hoy las Lomas de Chapultepec en la Ciudad de México. Entre los eventos generados para financiarla, se incluyó en la temporada 1921 – 22 una corrida de toros, que se volvió tradicional desde entonces.

La correspondiente a la temporada 1924 – 25 se ofreció el día 15 de febrero de 1925 y para lidiar toros de San Diego de los Padres, se anunció a Rodolfo Gaona, Manuel Jiménez Chicuelo y Antonio Márquez. Esa tarde fue fecha de uno de los grandes hitos de la campaña final del Indio Grande, por su hacer ante el toro Azote, del que el torero recordó ante su biógrafo Carlos Quirós Monosabio:

A “Revenido II” y a “Azote” también los maté a mi gusto... Entre los pares que vivirán muchos años, dejo el de “Pinturero” y el de “Azote” – de San Diego los dos –; éste muy parecido al de “Pavo”... En la corrida de la Casa de Salud del Periodista, con “Peinador” y “Triciclo”, hice dos tercios de quites que, vaya, todavía se están aplaudiendo...

La crónica escrita por Verduguillo para El Universal Taurino acerca de la actuación de Gaona ante el sandieguino, en lo esencial es la siguiente:

En cuarto turno aparece “Azote”, cárdeno bragado, coletero, calcetero. Número 12. Tiene todo el tipo de aquel célebre toro “Sangre Azul”, de quien se dice que es hermano… toma el Califa las banderillas; y después de gallear, prende un colosalisímo par de poder a poder. Y sigue con otro, llegando a la cara, y levantando los brazos, maravillosamente. El tercer par es imponente. Vaya forma de medir los terrenos y de cuadrar en la misma cabeza… Rodolfo tiene que contender con un enemigo que, aunque escaso de poder, conserva codicia y acude donde le llaman. El primer pase es ayudado por alto; sigue un natural muy vistoso, aunque despegadillo. Se pasa el leonés la muleta a la derecha. Un natural, luego el de pecho, con los pies juntos, corriendo la mano, y pasándose todo el toro por la faja. Y después de esto, toda esa serie de pases y medios pases que el Califa lleva guardados en el baúl, y sólo saca los días grandes. ¡Qué faenaza! Cuánto valor, cuánta salsa ha derrochado el mexicano. Los que han opinado que para tener salsa torera hay que nacer en las márgenes del Guadalquivir, se han equivocado; que no contaban con que en el Estado de Guanajuato hay una ciudad que se llama León, que también da lo suyo… Y cuando “Azote” junta las manos, nuestro entusiasmo se torna en locura, al ver a Gaona volcarse, materialmente, sobre el toro, y hundirle la tizona un poquito del lado de allá pero con magnífica dirección. El toro tarda en doblar y Rodolfo descabella a pulso… Ovación delirante: las dos orejas, el rabo, tres vueltas al redondel. Sombreros, pañuelos, palomas, bastones… El acaboselipsis…

La faena de Gaona no fue precisamente breve y tendiente únicamente a despachar al toro que, falto de fuerza, pocas opciones dejaba para esperar la realización de algo de lucimiento ante él. Y sin embargo, tirando de una nueva manera de hacer, de una tauromaquia que estaba por llegar para quedarse, pudo evitar el adormecimiento de la concurrencia, alegrarla y alzarse con un gran triunfo en esa señalada tarde.

15 de marzo de 1925. Gaona y Hortelano de Veragua

La corrida a beneficio del Montepío de Toreros fue la penúltima que toreó Gaona en El Toreo. Se repetía el cartel de un mes antes, para alternar con Chicuelo y Antonio Márquez en la lidia de un encierro del Duque de Veragua, que permitió a los lidiadores recaudar recursos para sus compañeros heridos y también para los actuantes, que tuvieron una tarde redonda. Gaona le cortó el rabo al cuarto del festejo, Hortelano. Escribe Verduguillo acerca de su actuación:

“Hortelano” se llama el cuarto: es negro entrepelado, listón… Tras de brindar al señor Secretario de Industria y Comercio don Luis N. Morones, que ocupa un delantero de tendido, Rodolfo pasa a contender con “Hortelano”, al que encuentra aplomadísimo, pero dando la cara. Al dar Gaona el primer pase, de pecho con la derecha, el toro clava los pitones y da la voltereta, y con esto se le acaba el poco gas que le quedaba… El Indio supo aprovechar las condiciones de inmovilidad de su adversario y lejos de aburrirnos le sacó gran partido. Vimos al artista adornarse en todos los momentos, aunque el toro no le embistiera. No fueron pases los que dio el leonés, fueron simples adornos al margen de la fiera que le veía asombrada del dominio que derrochaba el maestro… Sí, señor, porque maestría y mucha se necesita para alcanzar lucimiento con un toro que no solamente no pasa, sino que ni siquiera se mueve…  Gaona ha logrado hacer del toro lo que se le da la gana. Y así vemos que lo lleva de un sitio a otro, como si fuera un corderito amaestrado. Le gustó a Rodolfo para dar la estocada, la querencia natural de los toriles, donde el torito podría hacer algo por él. Y sí que lo hizo. El leonés se perfiló en corto, dando la espalda a la misma puerta de los chiqueros, entró derecho, y hundió todo el acero en la misma cruz. Después descabelló al segundo golpe. Ovación grande, las dos orejas, el rabo, etc. Ovación también al toro…

La descripción que hace Rafael Solana de esa actuación es importante, porque no refleja una actuación tradicional, de manual, diríamos, ante un toro aplomado, agarrado al piso. Rodolfo Gaona quería cerrar su temporada regular con un gran triunfo y lo consiguió recurriendo a cuanto recurso estuvo en su mano para salir avante. Aparte del bien dominado oficio y de su evidente raza, recurrió a formas de salir a enfrentar a los toros que entonces eran novedosas.

Para terminar

La grandeza del toreo y de los toreros se demuestra en su capacidad de adaptarse a su evolución, siempre que se respete su esencia. En esos días el toro estaba siendo objeto en México de una profunda transformación genética, hecho que, sumado a la que estaba ya sufriendo el toreo, lo que exigía una manera nueva de enfrentar a los toros en los redondeles. Rodolfo Gaona, en el cierre de su brillante carrera, dejó bien claro que estaba perfectamente adaptado a esos cambios y en aptitud de contender con los nuevos valores de la fiesta, en sus propias claves. A veces, pareciera, a los que nos cuesta adaptarnos es a nosotros, los aficionados.  

domingo, 23 de marzo de 2025

24 de marzo de 1935: Luis Castro “El Soldado” recibe la alternativa en Castellón

Puerta de Cuadrillas, Castellón 24 de marzo 1935
Foto: Vidal

Luis Castro El Soldado dijo haber tenido su primer contacto con la fiesta en el rastro o matadero de Mixcoac, al llegaba desecho de las ganaderías de lidia y ganado de media casta, por lo que los toreros y los aspirantes a serlo acudían a entrenar con ellos antes de su última hora. Allí, El Soldado conoció a Carmelo Pérez, quien fue el que le inició en el arte del toreo. Así se lo contó al periodista José Pagés Rebollar:

…Como ya te imaginarás, el ambiente donde crecí era un poco taurino y yo saliendo de la “chamba”, me iba pa’los terrenos donde lidiaban los matadores, nomás pa’ver, hasta que un día, ya muy entrada la tarde, Carmelo Pérez (a quien le decían " El Loco" aunque realmente se llamaba Armando) me aventó la capa y me gritó: “Ándale, chavo, dale unos capotazos a este zaino. ¿O tienes miedo?”. El miedo me lo tragué de golpe. Cogí el trapo y parado frente al toro supe instintivamente que tenía cualidades para ser torero, para llegar a matador de toros y así me ganó de golpe la afición por el arte...

Así, dejó el empleo que tenía en el rastro y comenzó a recorrer la legua, hasta que, en 1931, logró que El Amo, don Próspero Montes de Oca se fijara en él y lo pusiera en su plaza Merced Gómez de Mixcoac, y al calendario siguiente logró llegar al Toreo de la Condesa, donde El Soldado toreó 16 de las 31 novilladas que se dieron allí ese año. Allí comenzó a fraguar una seria rivalidad con un novillero de Monterrey llamado Lorenzo Garza y con quien escribiría importantes páginas de su historia.

Para entonces El Soldado ya se había revelado como un diestro que toreaba a la verónica con clase y gusto; que cuando era adecuado y conveniente tomaba las banderillas y pareaba con elegante exposición y con la muleta, le podía a los toros. Eso le anima para en 1933 hacer campaña en ruedos de Europa, toreando 17 novilladas en España, presentándose en Madrid el 20 de julio y regresando a México al final de la temporada para recibir una alternativa en el Toreo de la Condesa el 5 de marzo de ese año, de manos de Joaquín Rodríguez Cagancho, quien le cedió los trastos para dar muerte al toro Fundador de Coaxamalucan, en presencia de David Liceaga. Torearía una corrida más, en el mismo coso de la colonia Condesa, al siguiente domingo, para emprender otra vez el viaje a España, e intentar obtener una alternativa válida allá.

Junto con Garza, el amo de Madrid

El año de 1934 le reportó a El Soldado 33 novilladas en España y 4 en Portugal, pero la cumbre de esa temporada novilleril tuvo su verificativo entre el 24 de julio y el 23 de agosto de ese 1934, cuando en la plaza de la Carretera de Aragón, en Madrid, junto con Lorenzo Garza, se volvió el amo de la torería de aquellos días. Fueron tres novilladas en las que ambos pusieron de acuerdo a todo el mundo, donde no hubo reproche a sus actuaciones y que hoy, a algo menos de un siglo de distancia, se siguen aplicando como ejemplo de lo que debe ser la entregada actuación de un novillero.

Desde la primera de esas tardes, cuando una inoportuna cornada envió a la enfermería a Cecilio Barral tras pasaportar al primero del festejo, y que los mexicanos se quedaron con casi todo el encierro, la prensa de la época pedía el mano a mano entre ellos, pero la empresa se resistió, aun cuando para la segunda tarde – también tercia – algunas entradas, dijera más de un cronista, fueron tan caras como las de la Beneficencia...

Fue hasta la tercera fecha en la que pudieron enfrentarse los dos toreros mexicanos, con novillos de Coquilla, convirtiéndose, al decir de Eduardo Palacio, el cronista del ABC madrileño, en el fuerte revulsivo que requería la fiesta de toros... Así estaba el patio en aquellos días.

La corrida de la Feria de Castellón del año 35

En aquellos días la primera feria de categoría que se daba en ruedos hispanos era la de La Magdalena en Castellón de la Plana. Hace 90 años era una feria que constaba de una corrida de toros y de un festejo cómico - taurino. El cartel para la ocasión se compuso con Rafael Gómez El Gallo, Lorenzo Garza y Luis Castro El Soldado, quien recibiría la alternativa. Los toros para la ocasión serían de doña Carmen de Federico, anunciados todavía como de Murube, que era su origen.

El comentario previo al festejo, aparecido en el diario Heraldo de Castellón del 20 de marzo, firmado por Pedro Sala, entre otras cosas refiere:

Toros de la vacada de Murube, esos toros nobles, lidiables, de mucho empuje... Toros que obedecen al percal como cuando los lidiadores quieren lucirse, arrimarse, enfrentarse con ellos. Y esos toros serán toreados nada menos que por el pinturero Rafael. Allí veremos salsa esencial torera. Gracia a raudales, arte, filigrana, conocimiento maestro en el arte de Cúchares... Se nos presenta en nuestra plaza el joven Lorenzo Garza, de ruidosos triunfos en cuantas plazas ha toreado. Estilista, dominador, algo belmontista. Además, la furia triunfal de "El Soldado", que como veloz cometa ha conquistado uno de los primeros puestos en los cosos taurinos por su elegancia y valor... Lorenzo Garza y "El Soldado" embelesarán al público con sus faenas limpias, claras, de tonación puramente artística...

La prensa local destacaba los detalles importantes de la corrida de feria y reparaba en los aspectos más importantes de la tauromaquia de cada uno de los artistas que actuarían en el festejo, haciendo notar, como se aprecia, que, en el papel, el cartel era redondo.

La alternativa de El Soldado

El primer toro de la corrida, se ha podido saber que se llamó Perlito y la crónica consigna que El Soldado vistió de ceniza y plata. Lo que cuenta quien firmó como Suspiros para el citado diario Heraldo de Castellón acerca de su actuación es lo siguiente:

El primer toro de la corrida de ayer señala una nueva efeméride en la historia de nuestra plaza, la de la alternativa de El Soldado. Padrino Rafael “El Gallo” y testigo Lorenzo Garza. “El Soldado” luce lucido traje ceniza y plata. Encuentra al toro soso y quedadote. No embiste. Lo desafía valeroso y no consigue la arrancada franca. Varios trallazos por la cara para fijarlo. Un pinchazo sin soltar y media estocada ladeada, no ha habido lucimiento por la soberbia del torero. En el último triunfó El Soldado rotundamente. Mucho valor durante la faena, muletazos soberbios, tocaduras de pitón, música, ovaciones, entusiasmo, y para colofón, un soberbio volapié, saliendo el toro muerto de los vuelos de la muleta, rodando a los pies del mejicano, con las cuatro patas al aire. El Soldado salió triunfador en la tarde de su alternativa.

Por su parte, el enviado del diario madrileño El Liberal, escribió acerca de su actuación ante el sexto de la corrida, que fue el del triunfo:

El Soldado torea a la verónica entre aclamaciones. Alternan en quites los dos mejicanos. Las ovaciones son atronadoras. El Soldado coge las banderillas y clava tres excelentes pares, uno de ellos por dentro en un metro de terreno. Brinda al Sr. Pagés y. solo con el enemigo, el Soldado hace una faena pletórica de arte y de valor. Hay algunos muletazos de gran torero. Se arrodilla, da las espaldas al toro y se encoge de hombros como para evidenciar que esto tiene poca importancia. La faena, superior a toda ponderación, pone al rojo blanco el entusiasmo de los espectadores. Luis mata bien y por unanimidad se le conceden las orejas y el rabo del toro...

Hay algo más de detalle en esta relación, que entre la del cronista local, que, desde el inicio de su relación, confiesa que es gallista y dedica casi todo su espacio a recordar la manera en la que se afilió al partido del genial Rafael en el año de 1900 y la desazón que le produjo ver, que los años no perdonan, en un imaginario diálogo con un sobrino suyo:

Al salir de la plaza respiré tranquilo. Rafael no había fracasado.

- ¿Has visto que bien torea el Gallo? - decía mi sobrino. ¿Has visto qué pases y qué cosas más bonitas ha hecho?

- El Gallo - le contesté tristemente - no ha toreado hoy. ¡Con los años no puede nadie!

Por su parte, Lorenzo Garza también le cortó el rabo al segundo de su lote, quinto de la tarde, pero ese hecho no terminó por convencer al cronista de Castellón, quien resume así su juicio sobre el hacer de los dos toreros mexicanos que actuaron esa tarde:

El valor en el toreo, si bien es la base fundamental para llegar a ser figura, debe ir acompañado de otras cualidades y aptitudes, de las que ayer solo vimos destellos fugaces. Y decimos esto, porque si el valor bastara para ser torero, es indudable que Garza y "El Soldado" serían las figuras mexicanas del toreo pasado, presente y futuro. ¡Qué alardes temerarios los que ayer prodigaron los dos mejicanos en sus faenas de muleta! Ahora que a nosotros no nos convencieron esos desplantes que a nada práctico conducen y que no encierran más finalidad que hacer patente un desprecio total de la vida. Queremos el valor frío, sereno y consciente, pero no la valentía alocada...

El juicio es de una gran dureza y prematuro, porque Garza y El Soldado apenas iniciaban su andadura como matadores de toros y conforme iban asentándose en esa categoría, iban presentando a la afición el verdadero rostro de su hacer ante los toros. Uno como un excelente intérprete del pase natural y el otro, como uno de los más destacados realizadores del toreo a la verónica que la historia de la fiesta ha conocido.

Es así como recuerdo el día de la alternativa de una de las figuras más importantes de la Edad de Oro del Toreo en México, quien además se distinguió por tener una personalidad arrolladora fuera de los redondeles, lo que le hizo ser uno de los personajes más admirados en el llamado planeta de los toros.

domingo, 16 de marzo de 2025

A un siglo de la despedida de los ruedos de Rodolfo Gaona (III)

Rodolfo Gaona y Brillantino de Piedras Negras

La temporada 1924 – 25 en el Toreo de la Condesa constó de 25 corridas de toros, ofrecidas entre el 12 de octubre de 1924 y el 29 de marzo de 1925. Rodolfo Gaona fue indudablemente el eje y el soporte de ese ciclo, porque tomó parte en 15 de esos festejos, formados con un elenco de toreros integrado aparte de Gaona, por los diestros nacionales Arcadio Ramírez Reverte Mexicano; Luis Freg, Joselito Flores, José Ramírez Gaonita y Juan Espinosa Armillita quien recibiría la alternativa en esa temporada; por los hispanos vendrían José Roger Valencia I, Victoriano Roger Valencia II, Antonio Márquez, Manuel Jiménez Chicuelo, Mariano Montes, José García Alcalareño, Antonio Sánchez, y Gregorio Garrido.

En el renglón ganadero, los festejos se formaron con encierros de Piedras Negras, Atenco, Zotoluca, San Diego de los Padres, La Laguna, Coaxamalucan, San Mateo, Ajuluapan, Santín, San Nicolás Peralta y lotes hispanos de Justo Puente, antes herederos de Vicente Martínez y del Duque de Veragua.

Esos fueron los mimbres con los que el Dr. Jesús Luna y don Ignacio Soto arreglaron la temporada en la que el Califa de León se retiraría - definitivamente - de los ruedos.

La sexta corrida de la temporada 24 – 25

La presentación de Rodolfo Gaona en esa temporada de su adiós se preparó para el sexto festejo del ciclo, programado para el domingo 16 de noviembre de 1924, fecha en la que se le anunció para actuar mano a mano con José Roger Valencia I en la lidia de un encierro de Piedras Negras, ganadería tlaxcalteca dirigida en esas fechas por don Lubín González.

El hecho del anuncio de la primera actuación de Gaona en El Toreo durante ese ciclo, provocó una entrada superior en todas sus localidades. Así lo cuenta Miguel Necoechea Latiguillo, en su crónica del festejo para el diario El Demócrata de la capital mexicana fechado al día siguiente del festejo:

La presentación de Gaona ha tenido esta vez, como siempre, en la temporada de toros, el prestigio de brillante acontecimiento... La plaza de “El Toreo” llena de bote en bote lo atestigua; lo prueban, con la argumentación de costales de argentíferos y áureos tejos las taquillas; lo gritaba la “reventa” para la que ayer no existía el desalentador “¡barreras de primera fila al precio!”, sustituido por el denunciador de llenos: “¡compro el boleto que sobre!”... ¡Qué iban a sobrar! Persona hubo que el viernes ya pagara el ansiado papelillo a precio crecidísimo y que el sábado lo hiciera a valor de fábula; para el domingo no había una sola barrera, aunque se ofreciera por ella un ojo de la cara... La afición andaba loca...

Los síntomas eran de un gran acontecimiento, de esos que quedan, al menos por su arista económica, para la historia. Luego, lo que suceda en el ruedo, que no tiene visos de previsibilidad, tendrá que esperar a que los hechos programados, sucedan.

A la reaparición de Gaona se sumó otro acontecimiento, pues sin anuncio previo, se presentaron en la plaza los generales Álvaro Obregón, Presidente Constitucional de la República y Plutarco Elías Calles, Presidente Electo, quien entraría en funciones el 1o de diciembre siguiente. Escribe Gonzalo Espinosa Don Verdades para el diario capitalino Excélsior:

Poco antes de que diera comienzo la fiesta, llegaron a la plaza los señores generales de división Álvaro Obregón Presidente de la República y Plutarco Elías Calles, futuro Primer Mandatario. La muchedumbre, al darse cuenta de los dos Presidentes, los ovacionó cariñosamente...

La presentación de Rodolfo Gaona en la temporada no era indiferente ni a la clase política de la época, que se hizo presente en la plaza de toros para acompañar a quien en esos días y para la historia, es y ha sido, uno de los más grandes diestros que este país ha dado.

Rodolfo Gaona y Brillantino

El quinto toro de la tarde, último del lote sorteado por Rodolfo Gaona fue Turronero, un colorado, ojo de perdiz, bragado, que prácticamente desde la salida exhibió muestras de debilidad, por lo que después del primer encuentro con los montados, al perder las manos, fue devuelto por el Regidor en funciones de Juez de Plaza, el señor Petricioli, quien una semana antes, cuenta Don Verdades en su crónica, sostuvo a un toro de semejantes condiciones en el ruedo, siendo desastrosa la lidia del mismo. Agrega Gonzalo Espinosa:

Si nos hubiéramos resignado a que se lidiara este toro, según lo aconseja "Monosabio", ¡cuánto nos hubiéramos arrepentido! … Indudablemente que no hubiéramos presenciado la monumental labor que Rodolfo Gaona ejecutó con el sustituto y tal vez la bronca hubiera tomado las proporciones de un escándalo...

Y es que, afirmaba Don Verdades, el citado Monosabio, defendió hasta el extremo, la permanencia del toro de La Laguna que fue extremadamente débil el domingo 9 de noviembre anterior, no obstante que la prudencia aconsejaba su sustitución.

El toro que sustituyó a Turronero se llamó Brillantino, y fue de pelo negro, entrepelado y bragado. Este toro, contó Rodolfo Gaona en su libro autobiográfico Mis Veinte Años de Torero, fue el más manejable de su temporada postrera:

El toro más manejable que me han echado esta temporada, indudablemente fue “Brillantino”, de Piedras Negras... Le hice una buena faena, pero, como el toro puso lo suyo, el mérito nos lo repartimos entre los dos...

La faena de Gaona con Brillantino, fue calificada por Don Verdades, como superior a la que realizó el Califa a Revenido de Piedras Negras el 17 de febrero anterior y por su parte, Latiguillo va más allá, porque señala que supera no solamente a la de Revenido, sino también a las de Curtidor y Bordador. Esa fue la impronta que dejó esa tarde.

La versión de Rafael Solana Verduguillo para El Universal Taurino de lo sucedido esa tarde es la siguiente:

Comienza con el “pase de la muerte”, corriendo la mano con suavidad extraordinaria. Sigue un natural con la diestra y luego uno de pecho enorme. Mr. Smith se pone de pie y ya tiene el sombrero en la mano para arrojarlo a los pies del espada... Luego se lía Rodolfo a dar naturales; pero éstos tres muletazos que da con la zurda, constituyen el lunar en la artística faena. Ni para, ni manda, ni corre la mano, y, en cambio, deja que el toro le gane terreno y lo descomponga... Pero ya está Rodolfo con la muleta en la diestra nuevamente; ahora ejecuta tres pases de los llamados del “Centenario”; viene un molinete un tanto despegado, uno forzado de pecho, dos cambiándose de mano la franela, otro molinete ceñidísimo, y otro de pecho. Se arrodilla el diestro y, tomando al toro por la cepa del pitón, lo hace pasar en dos ocasiones; se pone de pie, vuelve la espalda al morucho, se hinca nuevamente, y en esa forma sigue toreando, hasta que, agotado, permanece un rato largo, de rodillas, ante el toro, terminando por volverle la espalda, para después pararse parsimoniosamente, y salir andando con lentitud de tortuga... Un pinchazo bueno y una honda tendenciosa, descabellando al segundo golpe… ¡Apoteosis! Sesenta dianas, mil sombreros en el ruedo, siete vueltas al ídem, catorce salidas a los medios... y la plaza convertida en un manicomio. Todos estamos locos...

Por su parte Miguel Necoechea Latiguillo en el diario El Demócrata, describe lo siguiente:

Quizá no lo entendieran quienes no lo vieron, y quizá no lo creyeran los que, ayunos de ese sentimiento de espiritualidad que nos empuja a la exaltación mística, que nos enmudece y que nos pasma a los que vamos a los toros por el arte mismo de la fiesta y divorciados de toda simpatía vulgar, pero todos quedamos convencidos, firmemente convencidos, después de verlo ayer frente a "Brillantino", de que Rodolfo significa, no durante una época, sino en todas las edades, el punto diamantinamente concéntrico del arte del toreo... Y es que en este artista magnífico, la persistente evolución del toreo puede luchar cambiando de procedimientos, pero a ellos ha adoptado fácil y gallardamente, los detalles de su arte peligroso, sin cambiar los valores fundamentales del principio que él mantiene, ÚNICO dentro de su integridad artística y en el límite preciso del clasicismo...

De la versión publicada en Excélsior por Don Verdades, extraigo:

“Revenido” ha pasado a la historia. El nombre de aquel famoso toro con que Rodolfo Gaona hizo una faena de muleta que hasta hoy no se olvida, va a ser reemplazado por el de "Brillantino", el sustituto del quinto animal de ayer, con el que el torero mexicano ejecutó una de las más admirables faenas de su vida torera y que en mucho sobrepasó la ejecutada con “Revenido”... La faena de “Brillantino” fue de esas faenas que jamás se olvidarán y que en una de las páginas de la historia de 20 años de la historia de un torero, que un colega prepara, debe quedar grabado con caracteres de oro y de diamantes, para que las generaciones futuras se recreen y sepan lo que los gladiadores taurinos de nuestra época sabían hacer... Gaona cortó la oreja de “Brillantino” que por unánime petición de millares y millares de espectadores fue concedida por su señoría el edil que presidía la fiesta. El apéndice auricular de “Brillantino” estuvo bien ganado por el torero de León y nadie, absolutamente nadie se opuso a que se le concediera...

Por su parte, Valencia I tuvo una actuación muy destacada ante el primero de su lote, segundo de la tarde Platanero, al que, de acuerdo con las crónicas, pudo cortarle también la oreja, de haber estado fino con la espada.

Los tiempos que ya no serán

El lleno en la reaparición de un torero en su campaña de despedida con la presencia del titular del Poder Ejecutivo en la plaza para acompañarlo es algo que ya no será posible ver en el país que hoy vivimos. Es altamente probable que solamente nos queden estos recuerdos de una fiesta que tiene por divisa la grandeza y que un puñado de intolerantes, que enarbolan intereses que no merecen ser confesados, pretenden erradicar por decreto. Pero no la quitarán de nuestra conciencia ni de nuestra memoria y en lo que esté en nuestra mano, seguiremos difundiendo su trayectoria, para que quede claro que es parte de la cultura y la historia de México.

domingo, 16 de febrero de 2025

A un siglo de la despedida de los ruedos de Rodolfo Gaona (I)

Al prepararse la temporada 1924 - 25 de El Toreo de la Condesa, flotaba ya en el ambiente la idea de que sería la última en la que el eje de ese serial sería la figura de Rodolfo Gaona. Rafael Solana Verduguillo, relata que al prepararse la contratación de los toreros foráneos que en ella actuarían, el doctor Jesús Luna, gerente de la empresa, viajó a España en la primavera del 24 con esa idea:

Llegó el Dr. Luna a Madrid dispuesto a ver corridas antes de hablar con ningún apoderado. Asistió a casi todas las ferias importantes, comenzando por la de Valencia y acabando por la de San Sebastián... El primero que contrató fue “Chicuelo”... En Madrid, el más aplaudido era un torero paisano... Se llamaba Antonio Márquez. También lo contrató el doctor Luna... otro madrileño, un muchacho chaparrón, regordete, con la nariz respingadilla, cuyo nombre era Victoriano Roger y lo apodaban “Valencia II” o bien el “Chato Valencia”... Su hermano José ya estaba contratado y así consideró el doctor que, con los Valencias, Márquez y “Chicuelo”, ya tendría Gaona para divertirse...

Por su parte, el propio Califa de León meditó en voz alta delante de Monosabio para su libro Mis Veinte Años de Torero, lo siguiente:

El año pasado pensé quitarme de los toros; en principio resistí, pero, al fin me dejé convencer de los míos u acepté, sobre todo ante la actitud intransigente de un grupo de aficionados que no quisieron ver, ni el mérito, ni la exposición de muchas de mis faenas, ni la calidad de los toros que me tocaron en las primeras corridas de la temporada. Y no me fue porque consideré que en esas condiciones no debía irme de los toros... Hoy las condiciones son distintas, he probado que puedo y que estoy como nunca estuve... Juzgo que mi misión ha quedado cumplida...

Y los resultados que refleja la historia corroboran la apreciación del torero de León. Esa temporada 1924 - 25, constó de 25 corridas que se ofrecieron entre el 12 de octubre de 1924 y el 29 de marzo de 1925 y Rodolfo Gaona actuó en quince de esos festejos, es decir, el peso de la temporada descansó sobre sus hombros y él lo llevó adelante, para cerrar su carrera en los ruedos el 12 de abril de ese 1925.

Los fastos de la última temporada del Califa

La temporada final de Rodolfo Gaona en la plaza de la colonia Condesa estuvo señalada por un número importante de obras imperecederas. Las tardes de gloria se recuerdan todavía por sus faenas a los toros Brillantino y Jorobado de Piedras Negras; Faisán y Cornetín de Atenco; Pavo y Revenido II de Zotoluca; Cantarero de CoaxamalucanTurronero II de La Laguna; Azote de San Diego de los Padres; y, Hortelano del Duque de Veragua.

El torero tuvo bien formada su opinión sobre algunas de estas faenas. Así lo contó a Carlos Quirós Monosabio:

El toro más manejable que me han echado esta temporada, indudablemente fue “Brillantino”, de Piedras Negras... Le hice una buena faena, pero, como el toro puso lo suyo, el mérito nos lo repartimos entre los dos... Cuando salió el “Faisán”, de Atenco - mi ganadería favorita -, no lo pude torear de capa ni en quites... Reparé que “Faisán” dos, tres veces que lo mandé correr para las tablas, no llegaba... Hice que lo llevaran otra vez, y una tercera, y, efectivamente; no llegaba a los tableros... entonces se me ocurrió sentarme en el estribo y le metí cuatro muletazos a un toro que ninguno creía que podía toreársele de esa manera... Con “Revenido II”, de Zotoluca, creo haber hecho mi mejor trabajo de muleta esta última temporada... Mi mejor par de banderillas fue el de “Pavo” de Zotoluca... Esta temporada he clavado muchos buenos pares de banderillas, que dejo allí para que los borren. Pero en ninguno expuse tanto como con “Pavo”: se me arrancó como para dejarme en el sitio. Si me falsea un pie, allí quedo...

El análisis a posteriori del torero, prácticamente en la víspera de la última tarde, no es contradictorio con lo que los cronistas dejaron escrito acerca de esas extraordinarias tardes que rememora el diestro.

El porqué del adiós

Gaona afirma retirarse de los ruedos por petición de su familia, cuando aún se encuentra pleno de facultades. Pero también en alguna forma reflexiona sobre la dureza de su paso por los ruedos durante casi dos décadas:

Sin alardes de ninguna especie, estoy convencido de que mi carrera ha sido de las más difíciles, porque fue una pelea sin tregua. Aquí y en España siempre me han echado un contrincante con quien disputar las palmas. No se ha querido que descanse... Esa situación no es posible mantenerla siempre. Toda fuerza tiene su límite... los públicos piden más y más todos los días, con injusticia, según mi criterio, porque creo que, cuando se tiene historia y antecedentes, también debe haber consideraciones... La resolución de quitarme de los toros ha sido un trance muy duro para mí... Cedí a instancias de mis hijos; a la consideración del tiempo que ha pasado; a las exigencias de los públicos...

Don Arturo Muñoz La Chicha, torero de plata de esta tierra, con quien tuve amistad y conviví varios años, decía que la despedida de los ruedos más inteligente que había visto fue precisamente la de Rodolfo Gaona, porque la decidió y llevó a cabo, afirmaba cuando todavía le podía a los toros y no andaba dando lástimas... De la exposición de motivos que el llamado Petronio le hizo a Monosabio para Mis Veinte Años de Torero, se advierte claramente que esa era su intención, irse dejando tras de sí, una estela de grandeza.

Gaona y la elegancia

Una de las señas de identidad que se han presentado para distinguir a Rodolfo Gaona es la de su elegancia. Muchas vueltas al mundo ha dado una imagen suya, captada en el Toreo de la Condesa, donde da una vuelta al ruedo junto con Antonio Fuentes, donde dan la impresión de ser dos cariátides recorriendo la circunferencia del ruedo, por la apostura y, precisamente la elegancia con la que se conducían en el momento en el que la cámara fotográfica les captó.

Escenas como esa le generaron al Califa una etiqueta de torero elegante y sobrenombres como el de Petronio del toreo. Escribe José Alameda al respecto:

Le dijeron en México “El Petronio del toreo” y con ello no le hicieron favor alguno, pues con eso se recalca lo más externo de su arte, la ya dicha y redicha elegancia, que pudo resultarle "comercial", pero que distrae de sus valores más auténticos... Llamarle a Gaona “Petronio del toreo” no es lo más, es lo menos que puede decirse de él... La consideración preferente de los valores espaciales, de postura o de plasticidad, es una trampa en la que ha caído la crítica y la historiografía taurina en ciertas épocas... Los valores de tiempo son esenciales en el toreo... Gaona les andaba a los toros, pero no sólo en banderillas... también en la muleta. No sólo para ir al toro o para citarlo, sino dentro del desarrollo de la faena, para mantener la reunión entre suerte y suerte, en el enlace de ellas... Esta cualidad de “andarle al toro” la lleva a su cumbre Domingo Ortega... Y, sin el poder de Ortega, pero con mayor finura, Antonio Ordóñez... Pero el primero en la cronología del toreo moderno, es Rodolfo Gaona...

Como se ve, la tan traída y llevada elegancia de Rodolfo Gaona, es apenas una mera tarjeta de presentación, pero que no refleja en forma alguna la esencia del ser y del hacer del torero.

Pero también existe otra arista de la noción de la elegancia, que expone Ortega y Gasset:

Los latinos llamaban al hecho de elegir, escoger, seleccionar, “eligere” y al que así lo hacía, “eligens” o “elegans”. El “elegans” o elegante no es más que el que elige y elige bien. Así pues, el hombre tiene de antemano una determinación elegante, tiene que ser elegante… El latino advirtió… que después de un cierto tiempo la palabra “elegans” y el hecho del “elegante” – la “elegantia” – se habían desvaído algo, por ello era necesario agudizar la cuestión y se empezó a decir “intellegans”, “intellegantia”, inteligente… Así pues, el hombre es inteligente, en las cosas que lo es, porque necesita elegir…

Entonces, la elegancia, como sinónimo de la inteligencia, idea que no desarrolla José Alameda, puede ser también admisible como atributo del torero de León, Guanajuato, aunque la apreciación por la cual se le calificó así, no haya sido precisamente esa.

Así pues, a partir de esta fecha y en las siguientes semanas, trataré de ir recordando algunos fastos de la última temporada capitalina de Rodolfo Gaona, hasta llegar a la fecha de su despedida de los ruedos.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son obra imputable exclusivamente a este amanuense, porque no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 5 de enero de 2025

5 de enero de 1930: Cagancho y Tirano de La Laguna

La decimosegunda corrida de la temporada 1929 – 30 en el Toreo de la Condesa se programó para el domingo 5 de enero de 1930, con un mano a mano entre los diestros hispanos Antonio Márquez y Joaquín Rodríguez Cagancho ante toros de La Laguna. Venía a ser una especie de reedición del que se verificó, forzadamente, el 24 de noviembre del año anterior, cuando el madrileño, apodado en algún tiempo como el Belmonte Rubio, tuvo que sustituir apresuradamente a Carmelo Pérez, quien había sido anunciado desde la semana anterior, junto con la corrida de su alternativa, en la que sufrió la cornada que al paso del tiempo vendría a cortarle su breve existencia.

Ya había planteado la semana anterior el elenco que la empresa formada por Benjamín Chato Padilla, Fernando Romero García y nada menos que don Rodolfo Gaona presentó a la afición de la capital mexicana. Las cartas más fuertes de los toreros hispanos eran sin duda, Márquez, Cagancho y Félix Rodríguez, los tres apoderados por don Domingo González Mateos Dominguín. Respecto de la relación de Cagancho y el patriarca de la casa Dominguín, escribe don Carlos Abella:

...en 1926 descubre a un torero que él cree – con fundamento –, de leyenda: Joaquín Rodríguez “Cagancho”. “Adiviné en él – le confiesa a Alfredo R. Antigüedad – un torero de público y me encargué de dirigirle, firmándole en el año de 1927 un contrato de exclusiva”. Esta exclusiva duró cuatro años y fueron los mejores de la genial trayectoria del gitano de los ojos verdes...

Justamente bajo el amparo de esa exclusiva es que Cagancho llegó a México en esa oportunidad, para enamorar a nuestros públicos y para enamorarse él de nuestra tierra. Por su parte, Antonio Márquez vendría a demostrar su calidad como figura de los ruedos y, en algún momento, a destapar, según cuenta el doctor Guarner, una de las cloacas de la prensa taurina de aquellos días.

Un presidente en los toros

La pasada semana también señalaba que la corrida del 10 de diciembre de 1929 se dio entre un aguacero y que Lanfranchi señalaba que se debió suspender, pero el historiador no menciona un hecho significativo que cambió el curso de esa historia. Relata Verduguillo:

La entrada fue fulastre y el tiempo malísimo, poco antes de la corrida cayó un aguacero. El juez quería suspender, la empresa quería que se suspendiera... Sólo había unos cuantos espectadores que ocupaban sus lugares y daban gritos pidiendo que la corrida se diese... A pesar de que la empresa hubiera querido que no se diera la corrida, el juez no se atrevía a suspenderla... estaba “mosca” mirando a un espectador que no se movía de su barrera de primera fila... Un solo espectador... pero un espectador que pesaba mucho: era el presidente de la República, el licenciado don Emilio Portes Gil, que valientemente, como un aficionado de hueso colorado, se estaba mojando y dando un ejemplo... Finalmente el juez de plaza decidió mandar alguien a preguntar al señor presidente qué era lo que él deseaba que se hiciese. Y don Emilio Portes Gil, que en ese momento no obraba como el primer magistrado del país, sino simplemente como un aficionado de primera fila... sugirió que la corrida se diese... Y la corrida se dio... ¡no faltaba más! Lo había sugerido un aficionado cuyos deseos eran órdenes...

Así eran esos días en los cuales no se vivía una pública hipocresía hoy eufemísticamente llamada corrección política. El presidente Portes Gil, por lo visto, asistía con asiduidad a los festejos en el Toreo de la Condesa, porque este 5 de enero de 1930, volvió a estar presente en su barrera, para presenciar, ahora sí, una tarde de toros que pasaría a la historia.

Para las personas públicas de estos tiempos, resulta cuando menos complicado el comportarse de esta manera, porque sujetos a un escrutinio público que cuando menos es cruel, no pueden externar sus aficiones y gustos, por el temor de incomodar a algunos, generalmente, los más intolerantes.

Cagancho y Tirano

El culmen de la tarde se presentó ante el cuarto de la corrida llamado Tirano por don Wiliulfo González, mismo que, de acuerdo con la crónica de Martín Galas en El Taurino, fue el más rematado del encierro y ante él, el torero de la calle del Evangelista, salió decidido a armar una gran escandalera.

Joaquín Rodríguez Ortega brindó su faena al tenor español Miguel Fleta y entre otras cosas, realizó lo siguiente:

Inicia con tres estatuarios pases altos y uno de pecho, continuó con tres naturales con la derecha, suaves, corriendo la mano y ligándolos de maravilla. Se pasó la franela a la izquierda y tornó a torear por naturales, terminando, después del tercero, con un forzado de pecho. Y le vimos dos pases de la firma, torerísimos, un ayudado por abajo, quedándose en los pitones de la bestia, un alto y un molinete lento y pinturero, dos de la firma, enormes, y un afarolado, tan ceñido, que el burel lo trompicó y estuvo a punto de llevárselo prendido en un pitón. Volvió “Cagancho” a la carga y derrochó gracia en sus pases únicos, despreciando al burel que iba donde el torero quería, mientras éste se quedaba viendo a los espectadores, sin cuidarse de los pitones, que le rozaban el terno... Engolosinado por los aplausos y a petición de algunos espectadores que querían seguir saboreando la miel purísima de aquella faena enorme, “Cagancho” la prolongó más de lo debido, en nuestro concepto, porque el animal estaba agotándose. Y como todo tiene final en esta vida, Joaquín puso término a su brillante trasteo con una estocada entera, en todo lo alto, que mató sin puntilla... hubo ovación clamorosa, dianas repetidas y la obligación de dar dos vueltas al anillo y de saludar desde los medios, después de que tiró a los tendidos las dos orejas y el rabo de “Tirano”, con el que conquistó uno de sus más grandes y legítimos triunfos...

El sexto de la tarde Recaudero, fue brindado por Cagancho al presidente Portes Gil, y su faena fue de aliño ante un toro reparado de la vista, con el que además, estuvo pesado con la espada.

La tarde de Antonio Márquez

El diestro madrileño fue otro de los toreros que no gozaron de la preferencia de los redactores de El Taurino. Se advierte de la relación que Edmundo Fernández de MendozaMartín Galas, hace de su actuación ante el tercero de la tarde, Murciélago, al que también le cortó el rabo. 

Fue, de conformidad con el cronista, un toro boyante, repetidor, noble, al que otros toreros que nombra en su recuento, le hubieran realizado una faena histórica, más Antonio Márquez no estuvo a la altura del lagunero, del que afirma el cronista no sabía para qué le pusieron los pitones en la sesera...

Antonio Márquez, por su parte, brindó al presidente de la República al quinto de la corrida y tercero de su lote Boletero, ante el cual, de acuerdo con el cronista, estuvo desconfiado y acabó de un golletazo.

En la sección editorial de El Taurino, aparecida en el número correspondiente al 19 de enero de 1930, se lee lo siguiente:

De los toreros que formaron la plana mayor facultativa, pocos, muy pocos son los que han conseguido permanecer en el pedestal en el que, por causas que no es preciso examinar, se hallaban colocados... Antonio Márquez, con su monótona maestría, con esa marrullería de viejo lidiador, ha paseado su figura por el ruedo de la Condesa, sin que la afición tenga por qué recordarlo con agrado...

Así era la estima que ese semanario le profesaba al torero de Madrid.

Para concluir

Cagancho seguía sumando triunfos confirmando lo que Dominguín había advertido en él, que era un torero de públicos, es decir, que llegaba con facilidad a los tendidos – por la causa que fuera –, y terminó siendo el triunfador de esa temporada que se quedó sin la presencia de toreros como Armillita, Freg y algunos otros diestros que pudieron darle más consistencia a sus carteles. Y también comenzó a arraigarse en él quizás la idea de que aquí era su sitio, porque al final de cuentas, Cagancho se quedó con nosotros, pa’ los restos.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son imputables exclusivamente a este amanuense, por no obrar así en sus respectivos originales.

Aldeanos