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domingo, 1 de junio de 2025

25 de mayo de 1975: El sobresaliente Julián de Mata, paga su cuota de sangre en Las Ventas

Ya había planteado, al comentar la confirmación de alternativa de Manolo Arruza, que el San Isidro de 1975 se caracterizó por la gran cantidad de encierros rechazados en todo o en parte. El 24 de mayo, la corrida de José Luis Osborne que debieron enfrentar Miguelín, Paquirri y Paco Alcalde fue echada para atrás y la solución que dio la empresa, fue tomar el encierro de Alonso Moreno de la Cova anunciado para el día siguiente, que, en teoría, enfrentarían Francisco Ruiz Miguel y Antonio José Galán mano a mano.

Al final de cuentas, el encierro sería sustituido por otro de la misma procedencia, pero de menos presencia que el que se apropiaron las figuras para poder cumplir su compromiso la víspera. Y es que no estaba rematado todavía. Le contó José María Recondo, apoderado de Antonio José Galán a Manuel Molés, en esos días, redactor del diario madrileño Pueblo:

La empresa tuvo un problema y se llevó nuestra corrida. Podían haber lidiado la de Palha. ¿A que no se atreven a quitársela a Camino...?» «Naturalmente», contesta Recondo, mientras atiende a su torero. Galán no le ha dado importancia al toro, ha metido el pico y ha toreado con la muleta muy retrasada. «Ese – contesta Recondo – es un vicio de casi todos los toreros...» … La corrida es una de las más chicas de la feria. Resulta que Alonso Moreno no la tenía prevista para Madrid. Es más, esta corrida iba a lidiarse en Valencia en el mes de julio...

Como es de costumbre, quienes tienen una posición preponderante en los estamentos taurinos, disponen de las cosas a favor de su interés. Y a veces, el resultado final, se tuerce.

La decimoséptima del San Isidro del 75

El festejo del domingo 25 de mayo se celebró en un ambiente bastante caldeado. Ya se había apuntado por aquí, que uno de los signos de esta feria fue el del constante baile de corrales que motivó la sustitución de los toros anunciados originalmente por otros que no estaban originalmente contemplados en el programa del serial y por el reacomodo de otros encierros en detrimento del interés de los espadas anunciados con ellos.

En el caso del mano a mano entre Francisco Ruiz Miguel y Antonio José Galán, al menos inicialmente, en el papel, no parecía haber cambio alguno, pero en el fondo, el encierro reseñado por la empresa y por sus apoderados para la fecha, el 25 de mayo de 1975, no era el que habían aceptado, pues como se planteó líneas arriba, se había lidiado la fecha anterior para suplir a otro distinto que había sido rechazado y lo que teóricamente saldría por toriles, era otra corrida que estaba siendo preparada para ir a Valencia el mes siguiente.

Y al final de cuentas, lo que aprobaron las autoridades madrileñas ni siquiera fueron los seis toros, porque se sortearon solamente cinco de los de Alonso Moreno y uno de El Jaral de la Mira. Y de los titulares, el abreplaza sería aceptado por la concurrencia hasta el primero tris.

Ante un lleno de no hay billetes, Ruiz Miguel y Galán tuvieron que enfrentarse a un encierro complicado. Las crónicas del festejo no cuentan mucho acerca de sus actuaciones, porque el difícil juego de los urcolas de don Alonso, los mandó a ambos a la enfermería. El primero en caer allí fue Ruiz Miguel, quien tras la lidia del tercero ingresó, emitiéndose el siguiente parte médico por el doctor Máximo García Padrós:

El diestro Francisco Ruiz Miguel ingresó en la enfermería tras la lidia del tercer toro de la tarde, presentando heridas en la región superciliar y malar izquierda; puntazo corrido en la cara posterior del muslo izquierdo. Conmoción cerebral. Pronóstico reservado...

Durante la lidia del quinto de la tarde también fue lesionado Antonio José Galán. El parte médico emitido es el siguiente:

Contusiones y erosiones múltiples. Conmoción cerebral. A descartar fractura de fémur. Pronóstico reservado...

Esa última lesión y el dictamen facultativo, dejaron las cosas dispuestas para que la tragedia que merodeaba la plaza de Las Ventas, se consumara.

Julián de Mata, sobresaliente de espadas

Heridos los diestros anunciados en el cartel, el sobresaliente de espadas tenía que terminar el festejo. Ese 25 de mayo del 75 se había anunciado en el cartel a Julián de Mata – civilmente Julián de la Mata González – nativo de Cehegín, Murcia, de donde salió para Madrid, para tratar de hacerse torero, pero terminó de taxista y siguió pagándose el carnet, para poder seguir vistiendo el terno de luces y al menos poder salir de sobresaliente. Escribió Juan Teba de Montes, en el número de El Ruedo fechado el 10 de junio de ese 1975:

Y se hizo taxista. Y de aquí para allá, transportando seres humanos que le hablaban de extrañas historias que no comprendía. Y mire usted por dónde se le brinda la oportunidad de torear dos novilladas... Y al final, lo de siempre. Sobresaliente. Ni banderillero, ni corredor. Nada. Bueno, sobresaliente. Y con la misión propia del cargo, a contemplar los rostros crispados de los maestros y los chanchullos de los «hombres de confianza». Sí, el pago: cuatro migajas...

La oportunidad que terminó en tragedia se le presentó a los cuarenta y dos años de edad, en un momento en el que muchos toreros ya empiezan a pensar en dejar de vestir el terno de luces. Pero Julián de Mata tenía todavía la ilusión de demostrar que podía ser alguien en el planeta de los toros. Le tocó aprender el toreo junto a la vía del tren de Arganda con Alfonso Merino, Luis Parra Parrita, y Martín Sánchez Pinto, entre otros.

Pero el oficiar como sobresaliente no era una manera muy sencilla de exhibir sus aptitudes. Desde el inicio de la década de los 70, era un fijo en los festejos que organizaba la casa Chopera y que requerían sobresaliente. Le pude localizar al menos tres presentaciones en tal calidad en Las Ventas, una, el 4 de octubre de 1970, cuando el torero canario Pepe Mata despachó en solitario una corrida del Conde de la Maza, resultando herido; el 28 de mayo de 1972, en el mano a mano que torearon don Antonio Bienvenida y Andrés Vázquez con toros de Victorino Martín y el 20 de junio de 1974, con un cartel de toreros igual al de la fecha que nos ocupa, pero con toros de Martínez Benavides, con motivo de la Corrida de la Prensa de ese calendario.

Como todo sobresaliente, entonces y en la actualidad, su actividad es espaciada, limitada y el sitio que tienen delante de los toros es evidentemente escaso.

El hacer de Julián de Mata quien estrenaba esa tarde un vestido grana y oro, estuvo marcado entre el escándalo en los tendidos y la tragedia. Cuando se llevaron a Antonio José Galán a la enfermería, Jaime Ostos desde su localidad, le hacía saber al presidente García Valiño que debía suspender la corrida, porque el sobresaliente no estaba en capacidad de terminar con el festejo. Posteriormente, Bartolomé Sánchez Simón también matador de toros, se tiró al ruedo ofreciéndose a despachar al quinto y al sexto, recibiendo por respuesta la orden presidencial de ser detenido y remitido a la comisaría. Escribió Alfonso Navalón en la edición de Pueblo ya citada:

Aquí, señor presidente, en el instante justo que se llevaban a la enfermería al segundo matador, era el momento justo de suspender la corrida. Así lo pedía el público y ésta sería la solución lógica, habida cuenta que Julián de Mata es un hombre que no podía afrontar semejante prueba. En todo caso, cabía acceder al ruego de un matador de toros para matar el sexto. Porque esto ha pasado ya muchas veces en casos semejantes. “Simón” bajó a pedir permiso y fue detenido. Con todos mis respetos, considero que no era la decisión adecuada. “Simón” no era un espontáneo, puesto que, al no haber ningún toro en la plaza, mal pudo interrumpir la lidia. Cabía, aceptar o denegar su ruego. Nada más...

Posteriormente, García Valiño esgrimiría los argumentos de que el reglamento no lo permitía y también el de que no había precedente. Este último es el favorito de la autoridad cuando no quiere actuar en determinado sentido, pero cuando menos, encontré uno en la hemeroteca, cuando el domingo 23 de agosto de 1953, el matador Octavio Martínez Nacional, bajó del tendido para despachar un novillo devuelto que no quería regresar al corral, con el permiso de la presidencia de ese día. En conclusión, el precedente existe.

Y salió el sexto de El Jaral de la Mira. La intervención del sobresaliente fue brevísima, sigue contando Navalón:

Luego llegó el horror de la cornada a Julián de Mata. Como era previsible, nada más abrirse de capa quedó a merced del toro, y todos volvimos la cara con horror, cuando, cosido en la mazorca del pitón, llevaba un pedazo del chaleco del pobre sobresaliente, víctima absurda de una situación todavía más absurda. Porque aquí no cabe invocar el reglamento. Estábamos ante un caso de conciencia. Estaba en juego la vida de un hombre...

Y es que, García Valiño, policía de formación y ocupación, al fin y al cabo, se escudó siempre en la interpretación literal del texto legal, según se lo declaró a Pilar Trenas en la edición del ABC madrileño del día 27 siguiente:

Mientras haya un sobresaliente vestido de torero, la corrida debe continuar, según el reglamento... Lamento el percance, pero el reglamento lo dice así...

El parte médico de Julián de Mata

Después de ser intervenido en la enfermería de la plaza, el doctor Máximo García Padrós, extendió el siguiente parte facultativo:

Herida por asta de toro en la cara posterior del hemitórax derecho, entre la novena y décima costillas, penetrando en la cavidad torácica con grandes destrozos en los lóbulos inferiores y medio del pulmón derecho, contusionando el pericardio. «Shock» traumático intenso que precisó transfusión de 1200 centímetros cúbicos de sangre. Pronóstico muy grave...

Le declaró el doctor García Padrós a Manuel F. Molés:

¡Chico qué cornalón!... Un cornalón. Pero tengo esperanza de que se recupere; claro, que luego hay que contar con las complicaciones. Pero ha sido algo muy gordo. Fíjate que tenía tres cornadas en el pulmón: pero tres boquetes así de grandes. Ya veremos...

Tras de concluir la intervención se dudaba si trasladar al torero herido al Sanatorio de Toreros o a otra unidad hospitalaria de alta especialidad para continuar su tratamiento, al final de cuentas, se decidió llevarle al Francisco Franco, para que un especialista en cirugía de tórax continuara con su tratamiento.

En su cama del hospital, atendió a Manuel F. Molés, quien en la edición de Pueblo del 29 de mayo siguiente, publicó lo siguiente:

Me duele más el no haber estado bien que la cornada.

- Pero, Julián, si no podías estar bien.

- ¿Por qué?

- Porque no estabas preparado.

- Sí lo estaba. Toreo mucho de salón.

- Pero el toro es otra cosa. Torear de salón es torear al aire. Imaginar un sueño. Hace falta el toro, la práctica. ¿Desde cuándo no te has puesto delante de un toro?

- El año pasado.

- ¿Te das cuenta de que era imposible estar bien, de que lo más seguro era la cornada?

- No. Lo que pasa es que en la voltereta que me dio el quinto me dislocó la mano derecha y no pude mandar debidamente al sexto con el capote. Si no es por la mano estropeada a estas horas hubiera cambiado mi futuro.

- Ya. ¿Cuánto te han pagado, Julián?

- Todavía no he cobrado. Lo estipulado son ocho mil, y vienen a quedar seis mil y pico limpias... Pero la empresa es muy buena conmigo.

- ¿A cuánto asciende esa bondad?

- El año pasado me dieron doce mil...

- En la taquilla habría seis o siete millones ¿Te parece suficiente ese sueldo tuyo?

- No lo sé...

Insisto: es increíble, pero real. Charlando con él me duele hacer preguntas necesariamente duras. Nadie puede convencer a Julián de Mata que era una barbaridad dejarlo salir. Nadie puede convencerle que no le bastaba un carnet si no tenía una preparación. Nadie puede convencerle que le contrataron como comparsa precisamente porque no tenía nada que hacer. El sueña un sueño imposible, temerario, bárbaro, y al fin y al cabo comprensible.

- Molés, yo tengo que ser matador de toros...”

Julián de Mata no perdía, ni en la cama del hospital, la intención de recibir la alternativa de matador de toros algún día.

En un apunte de interés meramente económico, a un tipo de cambio directo, las ocho mil pesetas de 1975, equivalen a 48.08 euros de estos tiempos y deflactados, serían aproximadamente 2000 euros contantes y sonantes. Es decir, casi nada.

El día después

La tragedia de Julián de Mata movió a los estamentos de la fiesta. La posición y función del sobresaliente se cuestionó y se pidió opinión a personas destacadas dentro del medio. Entre otras, destaca la opinión de Antonio Bienvenida, quien dijo al respecto:

Debería ser un novillero con experiencia, que conociera el oficio. También un matador de toros, aunque siempre o casi siempre hayan sido novilleros. Yo exigiría que estuviesen en activo y que hubiesen toreado un mínimo de corridas, porque en caso contrario se exponen a una catástrofe...

Por su parte, Paco Camino también comentó su parecer sobre ese particular:

La culpa la tienen las empresas. Hay gente joven capaz de resolver un problema con rapidez. Yo exigiría que fuese capaz, un número de actuaciones por año con caballos y que tengan también ilusión, que es algo muy importante. Lo que sucede es que si son novilleros piden que les den alguna compensación, y las empresas no quieren complicaciones de ese estilo...

Ambas opiniones me hacen pensar que los dos toreros ven al sobresaliente como una especie de convidado de piedra que no se luzca, que sea eficiente nada más, que se mantenga en la sombra y evite destacar en toda medida.

Julián de Mata se tuvo que quitar de torero a causa de esta cornada, aunque en el lecho del dolor le insistiera a Molés que tenía que llegar a matador de toros. En 2016 varios toreros que don Máximo García Padrós curó de sus cornadas se reunieron con él con motivo del cincuentenario de su actividad como cirujano en la plaza de Las Ventas. Sobre esa reunión escribió Ana María Ortiz para el diario El Mundo, de Madrid y entre otras cosas dijo:

En representación de la década de los 70, la primera de García Padrós en el servicio médico de Las Ventas, Julián González de Mata. Traje chaqueta azul marino, 82 años bien llevados, aunque pierda el resuello cuando circulamos arriba y abajo por el graderío. «Julián, ahora te ponemos un poco de oxígeno cuando bajemos a la enfermería», bromea el doctor. Aquel 25 de mayo de 1975 Julián de Mata – ese era su nombre artístico – era sobresaliente – suplente, coloquialmente hablando – pero los dos titulares en el cartel sufrieron sendas cogidas y tuvo que salir. «Me metió el pitón en la cintura, me levantó en el aire y me llegó el pitón a dos centímetros del corazón. Me quedé con seis pulsaciones, pensé que me moría», rememora. Tras el envite no pudo ya retomar la carrera taurina y se hizo taxista, profesión que también tuvo que abandonar por las secuelas. «Gracias a la bondad de señora Cuqui Fierro (famosa aristócrata madrileña) que me ayuda desde entonces», pide que se recoja en estas líneas...

Las cornadas de los toros tienen secuelas que se arrastran, a veces, por toda la vida. Esta de Julián de Mata es una prueba de ello.

domingo, 25 de mayo de 2025

A 55 años de la confirmación de Manolo Martínez en Madrid

Manolo Martínez realizó su primera campaña europea entre el 5 de junio y el 29 de septiembre de 1969, toreando 48 corridas entre España y Francia en ese lapso de tiempo. El cierre de esa temporada quedó marcado por los tres percances que sufrió en un lapso de menos de dos meses en Bilbao, Murcia y Cáceres, que, si bien no le mermaron el ánimo, el último, por una intervención defectuosa, le tuvo fuera de los ruedos casi un mes, precipitando el final de esa su primera participación en los ruedos de Europa. 

Su actitud ante los toros y la atracción que generaba en la afición y los públicos dentro y fuera de las plazas, motivó que pronto se le publicitara como El Mejicano de Oro, remoquete que le fue adjudicado por Gonzalo Carvajal, titular de la crónica taurina en el diario madrileño Pueblo, quien era afortunado para adjudicar esa clase de sobrenombres, pues de su autoría fueron, entre otros, los de El Niño Sabio de Camas, para Paco Camino; el de Diego Valor para Diego Puerta o el de El Faraón de Camas para Curro Romero, y todos ellos han trascendido a la historia de la fiesta.

De acuerdo con los biógrafos de Manolo Martínez, principalmente el tándem Cantú – Páez, esa primera temporada la preparó con anticipación, se metió al campo, mató toros a puerta cerrada y se familiarizó con el ambiente de allá, siendo el motivo que arrancara hasta el Corpus de Toledo.

La temporada 1970

Manolo Martínez arrancó su temporada europea del año 70 en Barcelona, el 17 de mayo, alternando con Adolfo Ávila Paquiro y Manolo Cortés en la lidia de toros de Antonio Pérez de San Fernando. Esa tarde de acuerdo con la crónica escrita por Rafael Manzano para la Hoja del Lunes de la capital catalana, Manolo hilvanó, pero no cosió prenda alguna... Es decir, únicamente dejó reflejos de lo que había apuntado el año anterior.

Con ese bagaje es como llegó a la Feria de San Isidro, en la que tenía tres tardes contratadas, la del 22 de mayo que es la que me ocupa en este momento, la del lunes 25 en la que formaría cartel con Ángel Teruel y Miguel Márquez para dar cuenta de un encierro de Antonio Pérez de San Fernando y cerraría su feria el viernes 29 siguiente, cuando se preveía la presentación en Madrid de los toros mexicanos de Mimiahuápam y en la que alternaría de nuevo con Ángel Teruel y José Luis Parada.

Al final de cuentas, su isidrada se cerró solamente con las dos primeras actuaciones, porque los toros mexicanos, a causa de un caótico viaje náutico, no estuvieron en condiciones de ser lidiados. Al final, tampoco el encierro propuesto para sustituirlos pasó el fielato del reconocimiento y la corrida terminó por ser suspendida causando una gran molestia en la afición madrileña.

Algunas notas previas al festejo

El cartel de la corrida de la confirmación de Manolo Martínez era uno de los señeros de la Feria de San Isidro de 1970, pues alternaría con Santiago Martín El Viti y Sebastián Palomo Linares en la lidia de toros de don Baltasar Ibán Valdés. El solo anuncio de la corrida atrajo personalidades de todos los medios, entre ellos a la significada actriz María Félix, quien fue entrevistada por Manuel F. Molés para el diario madrileño Pueblo del día de la corrida, a quien entre otras cosas dijo:

Manolo es un gran amigo. La verdad es que, aparte de ver Madrid, lo que me trae acá es la alternativa de mi paisano... Puedo decirle que es uno de los toreros más sinceros y decentes que existen. Siente el toreo como pocos. Se van a chupar los dedos como tenga suerte...

También se encontraba Eloy Cavazos entre quienes asistirían al festejo, y quien comentó a uno de los redactores del propio diario:

¿Qué le desea para mañana - hoy para el lector - a su paisano Manolo Martínez? – Él es mi amigo. Ojalá tenga la mejor de las suertes... yo soy más joven que él, y que ambos nos hacemos la guerra, pero solo en el ruedo. Yo también insisto que en la vida particular somos buenos amigos...

Por otra parte, se anunciaba que el festejo sería televisado y que por primera ocasión se transmitiría un festejo desde España para México. Que la transmisión a estas tierras se haría a través de una cadena de reciente creación, Televisión Independiente de México (TIM), que operaba en quince ciudades y que se esperaba una gran audiencia en México.

La confirmación de Manolo Martínez

Manolo Martínez, contra la costumbre, salió vestido a trascendental tarde en su carrera, vestido de negro y oro. Un vestido de estreno. En ello reparó don Antonio Abad Ojuel, encargado de la crónica en el semanario El Ruedo, quien en el número fechado el 26 de mayo siguiente, escribió:

Para la ceremonia viene el mejicano vestido con el traje de torear más fastuoso de, la actualidad: un terno negro y oro – dando a esta palabra el peso que tiene en los mercados de metales preciosos – a, que pone lujo y tronío en la tarde. ¡Qué contraste con esos pálidos trajes de primera comunión, o los más horrendos, de pastilla de café y leche que este San Isidro han puesto de moda los niños! Manolo Martínez – como El Viti con el temo grana y oro de hace unos días –, da una lección de cómo se viste un torero de torero.

- Pero temo negro, ¿por qué?

- Porque el alternativado viene a la plaza como novio. Y en España y Méjico, que son dos países importantes y con raza, los novios se visten de negro; que las nupcias con la mujer o con la muerte son cosa seria.

- Pues los más frecuentes son los trajes blancos...

- De blanco se visten las novias.

Cualquier día vamos a ver en los carteles de alternativa una nota que diga: «El diestro lucirá un ‘vestido de atoreá’ diseñado por Elio Berhanyer, en gros grain de seda beige con pasamanerías y caireles de tul ilusión». ¡Que ya está bien de cursilería, señores sastres!

¡Gracias Manolo Martínez, por haberte vestido como se visten en España y en el Méjico lindo y querido los hombres serios, los toreros buenos, los matadores de rumbo! …

Ese fue el impacto que nuestro paisano causó a uno de los cronistas más serios del momento, en cuanto a su manera de presentarse. Aunque a algo más de medio siglo de distancia, he de señalar que don Antonio fue profético en la parte final de su comentario...

Ante el primer toro de la tarde, llamado Santanero, marcado con el número 92, y anunciado con un peso de 518 kilos, su hacer fue visto así por el nombrado Gonzalo Carvajal de Pueblo:

Pero por algo Manolo Martínez es figura del toreo, aunque esta su tarde de confirmación no se resuma en un éxito claro, sino en un sí para la faena de «Santanero» y con un no para la muy breve que cuajó con «Panadero», quinto de la jornada, cariavacado, encastado, y que por su raza y por su falta de fuerzas llegó con viaje corto y áspero al tercio postrero... ¿El porqué del sí para Manolo Martínez? El mejicano se ganó la oreja, con la aquiescencia del «profundo 9», que dice mi compañero y amigo Raúl del Pozo, porque dio los pases precisos en su número y en su ejecución, y porque mató muy bien de media en lo alto, para ganar la oreja. ¿El porqué del no para Manolo Martínez? Porque debió hacer algo más que limitarse a probar a «Panadero», el del viaje de cercanías. para convencerse que no iba, machetear y volver a matar bien de media. Por lo que no hizo M.M. escuchó pitos. Por lo que si hizo cortó una oreja, con las protestas de esos espectadores que no admiten los triunfos más que en aquellos toreros que «vuelven del frío» ...

Es decir, lo que vio Carvajal fue que su actuación ante el toro de la confirmación fue justa para asegurar la oreja que le fue concedida y ante el quinto, dio la impresión de que le faltó esforzarse un poco más. Quizás pensaba ya el torero en la tarde siguiente.

La crónica de Abad Ojuel en El Ruedo, aparte de lo referido acerca del vestido del confirmante, refiere:

La faena fue torera y adornada con destellos originales. Muy buenos los pases para doblar y quebrantar al toro y los tres naturales primeros ligados al de pecho. Un poco más despegadillo en la serie con la derecha y vuelve al buen terreno en espléndidos naturales con remate de trincherilla y el de pecho. Redondos con un original giro a la inversa - no conozco el nombre del adorno en la lexicografía azteca -, pase alto con cambio, para uno garboso de pecho y refrendo final de media estocada de buena calidad. Dobla el toro en tablas y Manolo corta la oreja del toro de su alternativa. Hay para él una gran ovación cuando, con elegante parsimonia, la exhibe en la vuelta al ruedo... A «Panadero» no nos le dejó ver...

Hace mención don Antonio a un original giro a la inversa que es lo que Alameda en alguna crónica bautizara como el martinete. Esta relación, más reposada en su redacción, es un poco más elaborada que la común de los diarios, que tienen que cerrar sus contenidos el mismo día de la corrida.

Sigue el turno de don Antonio Díaz – Cañabate, de quien he señalado ya por aquí su escaso gusto por lo que llegó a ver venido de estas tierras. Pues Manolo Martínez no se escapó de su cáustica opinión:

El primero era muy bueno. Manuel Martínez lo toreó a placer. Es posible que él lo sintiera. Toreaba bien, correctamente; la gente aplaudía como aplaude ahora, con mecanismo, como si estuviera cumpliendo un deber. Una vez cumplido se quedan tan tranquilos. El toreo de Martínez no es que fuera frío, pero si que dejaba helado, por lo menos a mí. Es su faena, una más de las infinitas del montón de las faenas. Media estocada y la indispensable oreja, que es recibida con pitos... En el quinto Martínez no lo quiere ver, él sabrá por qué. Media estocada...

No se desdijo en esta ocasión tampoco a quien sus allegados llamaban El Cañas, pero en honor a la justicia, he de decir que en esta crónica también pone de corinto y oro a los otros dos alternantes del cartel. Mejor nos contó la mejor selección del anecdotario del gran Larita. Así que, por hoy, quedamos en paz.

Y concluyo con las apreciaciones de la prensa de la época, con lo que en su día expresó a sus oyentes de la Radio Intercontinental en su programa España Taurina, Gonzalo Ángel Luque del Pino, Curro Fetén:

Confirmaba la alternativa el mejicano Manolo Martínez, el cual se hizo ovacionar en su intervención con el percal y en una faena plena de arrogancia en la que hubo temple y mando indudable en series de pases sobre la diestra, en los que dejaba la impronta de su arte. Tenía el toro temperamento, pero el mejicano le aguantó y a fuerza de templarle y llevarle toreadísimo, le cuajó una excelente faena que, al ser rematada certeramente con media estocada, le valió la oreja del toro de su confirmación como matador. El quinto llegó con peor estilo a la muleta, rebrincado y con media acometida, sin pasar, por lo que tras breve muletear lo pasaporta de media estocada, no gustando el capítulo. En resumen, la presentación en Madrid como matador de toros de Manolo Martínez, le ha abierto un buen crédito que, sin duda, deberá refrendar en otras actuaciones...

Como se puede ver, hay opiniones para todos los pareceres. En lo que sí parece haber consenso, es en el hecho de que la tarde de Manolo Martínez, a pesar de la oreja cortada, dejó el regusto de que pudo haber conseguido algo más resonante.

Arrematando

En las mismas páginas de las crónicas de la época, se hablaba de que aquí en México vieron la corrida por televisión 15 millones de personas. Creo que la cuenta es muy alegre. La realidad es que la cadena de televisión (TIM) tenía una cobertura limitada, no nacional, lo que hace poco creíble la consecución de esa cifra.

Por otra parte, en lo personal, tengo la impresión, a pesar de lo que los biógrafos de Manolo Martínez puedan sostener, de que el torero apostó su resto para esa campaña europea a la corrida que le preparó don Luis Barroso Barona. Por eso no se preparó previamente en el campo allá antes de ir a confirmar, por lo que, cuando la corrida no llegó en condiciones de ser lidiada, se limitó a cumplir con los compromisos que ya tenía firmados allá y a planear su regreso a México para retomar su campaña en las plazas de aquí.

No creo que haya habido conspiraciones en su contra, ni cuestiones por el estilo, simplemente fue un mal cálculo que no permitió construir una temporada a partir de una sola carta. 

Todas estas reflexiones no implican que yo abjure de mi martinismo. Es el mejor torero mexicano que he visto con uso de razón. Pero lo que aquí escribo me impone el deber de conducirme con objetividad y es lo que aquí he intentado. Hasta la próxima semana.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son imputables exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 18 de mayo de 2025

20 de mayo de 1975: Manolo Arruza confirma su alternativa en Madrid

Manolo Arruza inició su andar por los ruedos vestido de luces en ruedos de España. Se presentó como novillero en San Roque el 12 de agosto de 1972 y el siguiente año realizó ya una campaña en forma en aquellas tierras, en la que toreó 33 novilladas, a pesar de iniciar su actividad a partir del mes de julio por haberse fracturado una mano en los tentaderos del invierno, terminando la temporada como uno de los toreros del llamado escalafón menor más interesantes del ciclo, junto a Paco Alcalde y Carlos Escolar Frascuelo.

Regresaría a México para recibir la alternativa en Guadalajara, el 24 de octubre de ese 1973, de manos de Eloy Cavazos y con el testimonio de Curro Leal, con toros de Jesús Cabrera. Cerraría esa temporada aquí en México con 16 corridas toreadas.

El año de 1974 fue de una gran actividad para el hijo del Ciclón Mexicano, porque logró completar 42 tardes en ruedos de España, en una temporada en la que actuaron allá también los matadores mexicanos Mariano Ramos, Rafael Gil Rafaelillo y Manolo Martínez y los novilleros Marcos Ortega, Fermín Espinosa Armillita y Arturo Magaña. A esos festejos toreados en ruedos hispanos habrá que sumar los 14 que sumó aquí en México, incluida su confirmación de alternativa en la Plaza México el 22 de diciembre, de manos nuevamente de Eloy Cavazos y llevando como testigo a Pedro Gutiérrez Moya Niño de la Capea, con toros de Javier Garfias. En total ese 1974, sumó 56 corridas de toros entre España y México.

Un constante baile de corrales

La Feria de San Isidro del año 75 corrió del día 8 de mayo al 1o de junio de ese año, constó de dos novilladas y veintiuna corridas de toros. En las que observo con cierto asombro que Paco Camino y Rafael de Paula fueron anunciados con los toros de Palha, y el Niño de la Capea con los de Pablo Romero, ganaderías en estos días etiquetadas como duras, que tienen sus especialistas, y a las que las figuras se les enfrentan, si acaso, una vez en la vida, en medio de un preparado anuncio de una gesta extraordinaria.

La realidad es que de los encierros que se anunciaron a la afición y al público, muchos se quedaron en el papel, porque a pesar de que ya estaba en funciones el toro del guarismo, los problemas en la interpretación de lo que es el trapío y así, el encierro del 13 de mayo, de Amelia Pérez Tabernero fue rechazado desde el primer reconocimiento. Eso hizo que Eloy Cavazos se saliera de la combinación y su lugar lo ocupara Rafael Gil Rafaelillo, quien así cumplió su segunda tarde en el ciclo.

Igual, las corridas de Atanasio Fernández (día 23), José Luis Osborne (día 24) y Juan Pedro Domecq (día 31) fueron rechazadas en el reconocimiento y sustituidas por ensaladillas de sobreros de otras ganaderías. El criterio de las autoridades y de la afición madrileña iba cambiando y también, el de los veedores de don Livinio Stuyck, ya en su antepenúltima feria, estaba decadente, porque otros encierros fueron también rechazados en parte y remendados con sobreros de diversas procedencias afines a la empresa Nueva Plaza de Toros de Madrid, S.A.

El encierro para el 20 de mayo del 75

Omití deliberadamente en el apartado anterior mencionar que los toros anunciados para la décimo segunda corrida de ese ciclo isidril tampoco pudieron pasar el fielato del reconocimiento. El cartel originalmente presentado era con toros de los herederos de Carlos Núñez, propiedad de don Manuel González, para Palomo Linares, Francisco Rivera Paquirri y Manolo Arruza, quien confirmaría la alternativa.

El ganadero Manuel González era nada menos que el diestro sevillano retirado Manolo González, quien apenas el año anterior había adquirido de los hijos de don Carlos Núñez, el hierro, divisa y ganado que anunciaban como Churriana, encastado en lo de su casa y en donde mantenían reses marcadas con el hierro matriz y con el propio. Así, el encierro que escogió para presentarse en la capital española, era con seis ejemplares que llevaban en el anca la R circulada, razón por la cual se hizo ese extraño anuncio de su debut ganadero.

Pero la ocasión se frustró, porque el encierro no fue aprobado. Así lo contaba Manuel F. Molés en el diario madrileño Pueblo el día de la corrida:

Ayer ya lo contaba, empezó el baile de los rechazos. De los ocho toros de Martín Berrocal quedaron cinco y se les añadió un Murteira. Primer aviso para la «semana comercial» que estamos viviendo ya. Y eso que los Núñez del presidente del Huelva eran de lo más digno que hemos visto en muchos años dentro de esta ganadería. Pero la «debacle», lógica, cantada y supuesta, había de llegar con los otros Núñez de don Manuel González. Una corrida mínima de trapío, que no se ha prestado siquiera a la discusión. Por eso los veterinarios, de buenas a primeras, han dicho que no había nada que hacer y la han rechazado de plano. Los toritos del señor González van a ir por donde han venido, por atreverse a acudir a donde nunca debieron. Así pues, la danza, anunciada ayer desde esta sección, acelera su ritmo y todavía queda baile. Todavía, hasta que toreros, empresa y ganaderos se enteren, de una vez y para siempre, de que el medio toro ya no tiene acomodo en Madrid...

La corrida fue sustituida por una de Benítez Cubero, que según a quien se lea, tuvo o no tuvo trapío. La reseña del encierro a la vista del sorteo, refiere que eran los siguientes:

En la tarde de hoy se lidiarán toros de Benítez Cubero, por el siguiente orden: «Loco», número 18, 561 kilos. «Conductor», 14, 538. «Cistrado», 33, 549. «Lanero», 56, 532. «Difamado», 17, 529. Y «Peluso», 37, 537. Como sobrero va el toro 131, «Merleto», de 567 kilos en vivo, de la ganadería de Higuero...

Con esos mimbres se daría la confirmación de alternativa de Manolo Arruza.


Una confirmación envuelta en un denso aire de nostalgia

Las relaciones de todos los diarios hacían referencia en mayor o menor medida, a que, en la fecha, se cumplían nueve años del fallecimiento de Carlos Arruza, padre del toricantano. Quizás los apuntes más sentidos en ese aspecto, fueron los de Francisco Baruqui, en el diario tapatío El Informador y de Antonio Bellón, al entrevistar a don Andrés Gago, apoderado del confirmante y que lo fuera también de su padre, en Pueblo, de la que recojo:

Andrés Gago estaba en el burladero de apoderados, con la colilla de su puro mantenida por un palillo, quemando tabaco y nervios. Y fue justo al final de la primera faena de Manolito, en el momento en que el chaval recibía la oreja, cuando Andrés no pudo más y rompió a llorar. «Es un momento – decía – muy difícil para mí. Son demasiados recuerdos... Si Carlos pudiera ver a su hijo...» «¿Recuerda mucho Manolo a su padre, don Andrés?» «Sí, se parecen. Pero Carlos era un hombre y Manolo es un chiquillo...» Y no pudo más, Rompió a llorar. Hay que decir que Andrés Gago había dejado de esta profesión de apoderar y que regresa a ella por fidelidad y cariño hacia Carlos...

Por su parte, Vicente Zabala Portolés, en el b madrileño, es más severo y hasta exagerado en su valoración de lo realizado por Manolo en el toro de su confirmación:

Manolo, que había banderilleado con más voluntad que acierto, pues el astado esperaba y desarmaba con sentido, se empleó en un trasteo aseadito con ambas manos. El chico se quedó quieto y sacó los muletazos limpios y ajustados entre el beneplácito general. Manolo Arruza, pese a su apellido, no venía con la vitola de figura. El hombre no se permite improcedentes exigencias. Mató de una estocada baja y se le concedió una oreja que algunos protestaron. El recuerdo de su padre, muy querido en Madrid en una época triste y angustiosa para el país, flotaba en el ambiente. Por la voluntad del muchacho y por las añoranzas de tiempos que, históricamente, no fueron mejores en ningún sentido, se le otorgó el trofeo...

Para él, la oreja que cortó y que resultó ser la única de la tarde, fue más que nada, un reconocimiento a su ascendencia torera y no precisamente un premio a su labor ese día. A veces, los escribidores de toros, por mucho que entiendan, exageran en el rigor de sus apreciaciones como en esa tarde lo hizo don Vicente.

Decía arriba que don Francisco Baruqui también cubrió el festejo, aprovechando su anual asistencia al ciclo isidril. Entre otras cuestiones escribió:

Si Carlos Arruza viviera... Feliz, muy feliz que estaría. Manolo, su hijo torero ha hecho honor en la arena misma que pisara su padre y en la que tantas y tantas huellas dejara, a la casta torera, al profesional orgullo, al amor propio por ser... un Arruza... A nueve años de la muerte de su padre, hoy, en este día, una habitación del hotel Gran Vía, antiguo, incómodo, albergaba como años atrás, a otro Arruza... Ayer a Carlos, hoy a Manolo... Y qué torero ha estado, principescamente vestido con terno champaña y oro, luciendo añejo capote de paseo que de su padre fuera, confirmó su alternativa. Ha cortado oreja. De su capotillo salieron, echándose a la espalda, con gallardía, serie de ceñidas gaoneras que arrancaron los primeros olés. Con los palos, seguro, preciso, certero, haciendo gala de facultades y conocimiento pleno de los terrenos. Ha clavado por ambos lados y al sesgo, al cuarteo. Uno impresionante, citando sobre el estribo de frente al toro y en corto palmo que levantó al público de sus asientos. Con la muleta asentado, tranquilo, centrándose estupendamente con un toro un poco tardo, pero con son y clase que le ha permitido estar a mucha altura... Series medidas de ayudados por bajo con la derecha, naturales espléndidamente rematados. Todo a la distancia justa, ni un paso más, ni un paso menos. Las palmas fuertes le habrán sonado a gloria, ha triunfado. Dejando una entera desprendida se ha hecho merecedor de una oreja. Vuelta entre aplausos... Manolo Arruza cayó de pie...

La descripción de la actuación de Manolo Arruza en esta relación me parece la más completa y quizás la menos sesgada, por una razón que veremos más adelante.

También Alfonso Navalón escribió una interesante crónica del festejo, pero, la dedicó a señalar la falta de trapío de los toros de Benítez Cubero, a tundirle a Palomo Linares por hacer que, con su presencia, lleguen a las plazas los perritoros, y en un alarde de displicencia, le dedica el párrafo final a Paquirri, a quien llama rico de pueblo que va a un baile de disfraces por llevar un vestido bordado en pasamanería. Del confirmante, ni se acordó. 

El fruto de una buena tarde

El mismo día que Manolo Arruza confirmaba en Madrid, Rafael de Paula armó una bronca grande en Barcelona al negarse a matar un toro. Por esa razón, la Dirección General de Seguridad le impuso una suspensión de seis meses – misma que sería revocada unos cuantos días después – por lo que no podría cumplir de inmediato, su compromiso en la corrida del siguiente día 26 en la Feria de San Isidro.

El cartel de ese día 26 de mayo estaba formado originalmente por Rafael de Paula, Paco Camino y Francisco Ruiz Miguel, con toros portugueses de Palha. Ya recompuesto por la suspensión del torero jerezano, quedó con los toros portugueses para Paco Camino, Ruiz Miguel y Manolo Arruza. Allí también hubo baile de corrales, pues solamente se aprobaron tres de los de Palha, completándose el lote con otros tantos de don Joaquín Buendía.

Para terminar, una nota luctuosa

La prensa que refería la confirmación de Manolo Arruza, también daba a conocer que la noche de ese día 20 de mayo de hace 50 años, falleció don Rodolfo Gaona a la edad de 87 años, en la Ciudad de México.

Apenas el 12 de abril se había conmemorado el cincuentenario de su triunfal despedida de los ruedos, pero desde el día 15 de mayo, el Califa de León había dado muestras de deterioro en su salud y fue ingresado en el Sanatorio Español para ser atendido.

Sus hijos Rodolfo y Enrique comentaron en su día a los medios de comunicación que Gaona comenzó a dar muestras de agotamiento físico, pero sin presentar síntomas de alguna enfermedad, porque siempre fue un hombre saludable, por lo que consideraron, junto con los médicos que lo atendieron en este último trance, que su muerte fue por causas naturales.

Sus funerales se llevaron a cabo al día siguiente y fue sepultado en el Panteón de Dolores, con la compañía de su familia y de varios toreros como Jesús Solórzano, Luis Castro El Soldado, Heriberto García, David Liceaga, Andrés Blando, Alfonso Ramírez Calesero, Joselito Huerta, Manuel Gutiérrez Espartero y Joaquín Rodríguez Cagancho.

La oración fúnebre la pronunció Roque Armando Sosa Ferreyro Don Tancredo quien entre otras cosas dijo:

Ayer las campanas de León tocaban a gloria por los éxitos del torero. Hoy, las campanas de México doblan a duelo para decir adiós al grande hombre, quien nos deja un recuerdo inolvidable: sus triunfos en los ruedos y la lección ejemplar de su existencia.

Hasta la próxima semana.

domingo, 19 de enero de 2025

3 de octubre de 1941: Festival en homenaje y beneficio de Félix Rodríguez en Madrid

Félix Rodríguez fue un torero que tuvo un paso fugaz por los ruedos, pero que dejó una gran impronta en la historia del toreo. Apenas pudo completar un poco más de cuatro temporadas como matador de toros, pero sus contemporáneos aseguran que, de no haber sido por su endeble salud, quizás hubiera sido el esperado sucesor de Gallito.

La enfermedad fue la que lo echó de los ruedos y lo que pudo ganar en ellos, se fue escapando como agua entre las manos. La última vez que se vistió de luces fue el 19 de junio de 1932 en Perpiñán, Francia, y a partir de esa fecha solamente se pudo dedicar a atender los males que le aquejaban.

La prensa de la época señala que, en el año de 1941, Antonio Márquez, contemporáneo suyo, se afanó en organizar un festival taurino en su beneficio. Escribió Recorte en el ejemplar de El Ruedo fechado el 17 de enero de 1946:

Con el fin de aliviar la angustiosa situación económica en que le había precipitado la enfermedad, y por iniciativa de Antonio Márquez, se celebró en Madrid un festival a beneficio del desgraciado torero. En dicho festival tomaron parte gran número de toreros, consiguiéndose una buena recaudación que sirvió para mitigar, de momento, los sufrimientos que poco a poco iban arrancándole la vida...

José Luis Ramón agrega que, por esa misma época, el Sindicato del Espectáculo le concedió una pensión mensual de la que disfrutó hasta su fallecimiento en 1943.

El anuncio del festival

El festejo tendría lugar el viernes 3 de octubre de 1941, en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid, dando inicio a las cuatro y media de la tarde.

El cartel originalmente anunciado se formó con novillos de Antonio Pérez de San Fernando, de Salamanca, que serían lidiados por Juan Belmonte, a caballo y en lidia ordinaria, a pie, por Rafael Gómez El Gallo, Antonio Márquez, Domingo Ortega, Antonio Bienvenida, y Juan Mari Pérez Tabernero.

En la víspera del festival, se publicó tanto en el diario matutino ABC, como en el vespertino Pueblo, ambos de la capital hispana, la siguiente información:

El festival a beneficio de Félix Rodríguez. El matador de toros Juan Belmonte (hijo) ha hecho entrega de 500 pesetas por una localidad para dicho festejo... Los toreros y aficionados que deseen adquirir entradas haciendo donativos pueden pasarse por las oficinas de la empresa (Victoria 9) durante la tarde del jueves y la mañana del viernes...

Así, toreros y aficionados fueron presentándose primero, en el despacho de la empresa y posteriormente en las taquillas de la plaza, para poder hacer su aportación a la buena causa que motivó la organización de este singular festejo.

Lo sucedido en el festejo

Corrida a beneficio del infortunado Félix Rodríguez, retirado de la profesión a causa de una grave enfermedad... Al hacer el paseo todos los matadores son aplaudidos. Torean Belmonte, Rafael el Gallo, Márquez, Marcial, Ortega y Antonio Bienvenida...

Sin mediar explicación, Juan Mari Pérez Tabernero salió de la combinación y fue sustituido por Marcial Lalanda, según se aprecia del introito de la crónica de Benjamín Bentura Sariñena Barico, en la edición de Pueblo de la misma fecha del festejo.

El común denominador de los novillos de Antonio Pérez de San Fernando fue la extrema falta de fuerza que exhibieron en todos los turnos de la lidia. Escribió Giraldillo en el ABC madrileño de la mañana siguiente al día del festejo:

El resultado artístico no correspondió al interés despertado, porque los seis novillos de Pérez Tabernero venían resentidos seriamente del accidente que sufrió el camión que los transportaba. Al principio todos arrancaron bien, pero pronto vinieron abajo, excepto los dos últimos, que debieron padecer menos. Juan Belmonte toreó muy bien a caballo... pero donde sobresalió fue en la colocación de dos pares de banderillas, metiendo la jaca por dentro... Cuando iba a hacer la faena de muleta, el novillo cayó y fue apuntillado. Antonio Márquez, Marcial Lalanda, Domingo Ortega y Antonio Bienvenida, torearon muy bien, con más suerte estos dos, porque sus novillos no estaban resentidos de las patas... El gran Rafael “El Gallo”, objeto de una ovación cariñosísima, toreó con gracia. Su presencia en el espectáculo, fue una nota altamente simpática... Márquez y Bienvenida brindaron a “K – Hito”, el gran aficionado, dibujante y escritor, a cuya iniciativa desde las columnas de “Dígame”, se debe la idea del festival...

Acerca de la entrada, el mismo Manuel Sánchez del Arco, dice:

Se celebró el festival, con una entrada muy buena, tanto que hace suponer una recaudación lucida que venga a mitigar la aflictiva situación en que se encuentra el que un día gustó la gloria de los aplausos... El rasgo generoso de cuantos han tomado parte en el festival, o de algún modo han contribuido al buen resultado económico del mismo, merece registrarse con elogio: El público madrileño ha sabido responder al nobilísimo fin que el espectáculo perseguía...

No quiero dejar de hacer notar, que la crónica del diario "Pueblo" consigna que auxiliando a Juan Belmonte, iba nada menos que Cayetano Ordóñez Niño de la Palma.

El accidente que dañó al encierro

En el diario Pueblo del mismo día del festejo, en nota aparte, se contiene esta información, fechada en Salamanca:

El jefe de la estación ferroviaria de Salamanca comunicó a la Cruz Roja, por noticias que había recibido del jefe de la estación de Barbadillo, haber ocurrido un accidente con motivo del choque de un camión que conducía una corrida de toros de don Antonio Pérez Tabernero, que había de ser lidiada en Madrid... El mayoral que acompañaba a la corrida de toros murió poco después del accidente y el conductor del coche y su ayudante sólo sufrieron algunos rasguños...  Algunas de las reses han quedado inutilizadas para la lidia...

Así pues, vinculando la crónica del festejo de Giraldillo con esta última información, se puede advertir que el pobre juego de los novillos salmantinos en el festival, se debió propiamente al percance carretero que sufrieron y que terminó por afectar directamente al resultado artístico del mismo.

Un apunte sobre El Gallo

Rafael El Gallo había recibido la alternativa en los albores del siglo XX, en 1902 y toreó su última corrida vestido de luces en Barcelona, en 1936. Esa es una carrera larguísima en los ruedos, aún con las idas y venidas que tuvo el que fuera uno de los diestros más geniales que la historia ha conocido.

Ya retirado, siguió, como se ve, toreando festivales a invitación de Juan Belmonte. Antonio Díaz - Cañabate, en su Historia de una Tertulia, a propósito de este en particular, cuenta:

El rápido de Sevilla llegó a Madrid esta noche, a las once de la noche. A las once y media, Rafael «El Gallo» está en el Lyon... ¿De dónde vienes Rafael? Pues de Villanueva del Arzobispo, donde hemos toreado ayer un festival, Juan, el «Niño de la Palma», Láinez y yo... Buena temporada de festivales llevas. ¿Cuántos has toreado? … ¡Qué se yo. diez o doce! Son cosas de Juan Belmonte. Una mañana, llega a Gayango, y me dice: «Rafael, el domingo toreamos en Écija», y nos vamos a Écija a divertirnos un rato. Yo le llamo a esta trupé que hemos formado Juan y yo, «El Empastre» ... Rafael torea en Madrid dentro de tres días un festival a beneficio de Félix Rodríguez, el que fue buen torero, inválido y postrado en cama hace mucho tiempo... ¿Qué, Rafael, vienes muy animado? … Yo, animao estoy siempre; ahora, que luego sale el toro, y a lo mejor se le acaba a uno la animación. Si embiste, le toreamos, y si no, a esperar a otro...

Poco tiempo después, tres años para ser precisos, Rafael El Gallo sería objeto de un festival de similares intenciones, del que me he ocupado en este apartado de esta bitácora.

Como podemos ver, la tauromaquia siempre está presente cuando hay una buena causa que atender.

domingo, 6 de octubre de 2024

Recuerdos de un festival en honor de Nicanor Villalta

Nicanor Villalta
Foto: Martín Santos Yubero
Nicanor Villalta y Serrés fue originario de Cretas, provincia de Teruel, hijo de Joaquín Villalta Odena, banderillero, quien fuera discípulo del matador de toros zaragozano Nicanor Villa Villita y en cuyo honor fue nombrado así. En el año de 1907 su familia se trasladó a México a causa de la profesión de su padre y es en estas tierras donde Nicanor Villalta inicia sus pasos en los ruedos, puesto que el 22 de junio de 1918, al decir de unos, en Querétaro y de otros, en Veracruz, es donde se viste de luces por primera vez, cuando tenía veintiún años de edad.

En 1919 los Villalta regresan a España y será el 2 de abril de 1922 cuando se presente en Madrid, alternando con Francisco Peralta Facultades y José Moreno Morenito de Zaragoza, enfrentando un encierro de Moreno Santamaría. Después de esa tarde encadenó una importante cadena de triunfos, mismos que le llevaron a recibir la alternativa en San Sebastián el 6 de agosto siguiente, apadrinándole Luis Freg, en presencia de Marcial y Pablo Lalanda. El toro de la ceremonia se llamó Capotero y fue de la ganadería de José Bueno. Esa alternativa la confirmaría el 21 de septiembre posterior, de manos de Diego Mazquiarán Fortuna y atestiguando Emilio Méndez. Los toros fueron de Matías Sánchez.

A partir de esa fecha Nicanor Villalta se convirtió en un fijo en las temporadas madrileñas y al final de su carrera fue quizás el torero que más orejas había cortado en la plaza vieja de Madrid. También es importante destacar que actuó en la Corrida de la Beneficencia de 1923 a 1935 de forma ininterrumpida, cuando la Beneficencia era un festejo de triunfadores; también actuó en varias corridas del Montepío de Toreros, de la Cruz Roja y del Montepío de Empleados de la Diputación Provincial. Como se ve, la presencia de Nicanor Villalta en un cartel extraordinario, era un atractivo adicional.

El anuncio de un festival de auténtico lujo

En el número de El Ruedo salido el 20 de septiembre de 1956, se anunciaba que una semana después se verificaría en el ruedo de la plaza de Las Ventas – cuya corrida inaugural toreó Nicanor Villalta – un festival en su honor y beneficio:

El cartel organizado para esta corrida de homenaje a Villalta es por demás atractivo. La comisión organizadora que preside el marqués de la Valdavia, se ha visto y deseado para poder hacer una selección de los ofrecimientos que han llegado... Y es que son muchos los amigos y admiradores del ex diestro aragonés. En definitiva, según el cartel dado a conocer por la comisión se lidiarán seis magníficos ejemplares de acreditada ganadería de Escudero Calvo hermanos, antes de Albaserrada… como espadas irán Antonio Márquez, Nicanor Villalta, Luis Fuentes, «Bejarano»; «Gitanillo de Triana», Manolo Escudero y Paquito Muñoz. Un cartel, pues, que suma nombres «ilustres» de todos los tiempos; de ayer y de anteayer…

Agregaba la información que saldrían de banderilleros toreros como Jaime Marco El Choni, Antonio del Olivar, Juanito Bienvenida, Pepe Bienvenida, José María Martorell, Antonio Bienvenida o Gregorio Sánchez, y que serían picadores entre otros César Girón, Rafael Ortega, Mario Carrión y Raúl Acha Rovira. Agregaba la nota al final que serían asesores de la autoridad del festejo actuarán los matadores retirados Vicente Pastor y Manuel Mejías Bienvenida

Como se puede ver, toda la torería presente en España en ese momento se puso a la disposición de Nicanor Villalta para reconocerle y también para tratar de auxiliarle en el momento de dificultad en el que se encontraba.

En el ABC madrileño del día del festival, aparece una entrevista que realizó Santiago Córdoba al diestro homenajeado, en el que habla, primero, de las razones por las que se tuvo que retirar de los ruedos en 1935 y después, de las causas que motivaban la realización del festival:

Estuve hasta el 35, en que me tuve que ir, no por falta de facultades, sino por política, yo que era apolítico... Fue cuando la revolución de Asturias. A raíz de aquello brindé un toro en Madrid a la Guardia de Asalto y ya no me dejaron en paz...

¿Recuerda usted el dinero que tenía al cortarse la coleta?

Una finca de campo, valorada en sesenta mil duros, y una casa en Madrid, de un valor aproximado. En total, alrededor de un millón de pesetas. Por cada toro que maté, unas seiscientas pesetas... En la guerra disminuyó el capital considerablemente. Ese fue el motivo de volver a torear en el año 39. Pero ya no podía seguir, porque como dice el refrán “toro de cinco y torero de veinticinco”. O sea, que nos engaña el pensamiento y el corazón... Puse un salón de té en Argüelles y, como no lo entendía, tuve que abandonarlo de mala manera. Entonces me hice empresario de toros y era muy complicado ser empresario de una sola plaza en estos tiempos. Tuve que desistir también...

Entonces, el festival tenía su razón y su mérito. 

La tarde del festejo

El jueves 28 de septiembre de 1956 llegó con algunos ligeros cambios al cartel que originalmente se anunció, porque Antonio Márquez no comparecería al festival como era la intención original, por lo que quedaría de la siguiente manera: Nicanor Villalta, Luis Fuentes Bejarano, Gitanillo de Triana, Manolo Escudero, Jaime Marco El Choni y Paquito Muñoz, estando fijos los novillos de Escudero Calvo, así como la presencia de numerosos matadores, novilleros y subalternos que integrarían las cuadrillas de los espadas actuantes en el festival.

Del inicio del festejo y de la actuación de Nicanor Villalta, escribió el que firmó como Un Reserva, en el diario madrileño Pueblo del día siguiente del festival:

Lleno en la Plaza, como, cuando torea el trío de moda. Casi todos españoles, porque los extranjeros se van marchando... Habanos de las grandes solemnidades. Parecía que estábamos en San Isidro, cuando apareció Nicanor y sus compañeros, en una tarde de fino vientecillo, tarde otoñal, como la figura enhiesta del torero, con traje marrón claro y sombrero de ala ancha… Sale el primero, un novillito que recoge Nicanor y le instrumenta unos lances muy pintureros que hacen brotar la primera ovación de la tarde y los olés surgidos de gargantas roncas, gargantas viejas que han fumado mucho, porque son de aficionados que vieron a Villalta en sus tiempos… El único en desacuerdo de la Plaza, porque el resto no cesa de ovacionar los redondos, los pases que fue el primero en instrumentar y que llamaron “el parón de Villalta” a toros con más de 200 kilos sobre el peso actual, que mataba como él sólo sabía. “¡Así!”, parece que dijo ayer, al perfilarse y cobrar media estocada en todo lo alto que hizo rodar al novillo sin puntilla, entre ovaciones do la gente que aclamaba al torero con las dos orejas de su enemigo, las últimas orejas cortadas en la Plaza de Madrid…

Fuentes Bejarano, Gitanillo de Triana, Manolo Escudero y El Choni cortaron una oreja cada uno al novillo que sacaron en el sorteo. Pero en el sexto, correspondiente a Paquito Muñoz, sucedió otro de los sucesos relevantes del festival y que lo han hecho pasar a la historia. Aparece en un pie de foto de El Ruedo del 4 de octubre de 1956:

Nunca dejó de tener sangre joven un corazón generoso. He aquí a don Manuel Mejías y Rapela, torero en Madrid desde 1898 y matador de toros en 1905, «El Papa Negro» de «Don Modesto», que abandonó el lugar que ocupaba en la presidencia para lanzarse al ruedo dispuesto a prender un par de banderillas. No le dejaron, pero el gesto queda ahí para siempre, ejemplar y emocionante...

Las crónicas del festejo tocaron con brevedad el hecho. José María del Rey Selipe, en el ABC madrileño, refiere:

...dejemos constancia del último título o subtítulo que llevado al papel cuando D. Manuel Mejías Bienvenida, padre, quiso prender el par de rehiletes de que se había provisto...

Y por su parte, el cronista ya citado del diario Pueblo, señala tras relatar lo sucedido en el sexto del festejo:

Bienvenida, padre, quiso poner un par de banderillas a este novillo, ¡a sus setenta y pico de años!, pero no lo dejaron…

El Papa Negro pretendiendo banderillear
Foto: El Ruedo

Un extraordinario gesto de afición y de torería el del Papa Negro, que más que formar parte de un palco de autoridades, quería participar como torero en el festival a beneficio del amigo y compañero de lides. 

Un espontáneo autorizado

Domingo Ortega estaba en el tendido acompañando al comité organizador del festival, entre los que destacaban el Marqués de la Valdavia, como presidente del mismo; Carlos de Larra, Curro Meloja, que fue iniciador y promotor de la idea del festival y Tomás Martin, Thomas, presidente de la Peña Taurina El 7, que, con sus asociados, fue quien llevó la idea a buen término. En ese sitio se invitó a Ortega a bajar al ruedo a lidiar el sobrero. El de Bórox no se hizo del rogar y saltó al ruedo, y una vez allí obtuvo el permiso de la presidencia para lidiar al sobrero vestido de paisano. Sigue narrando Selipe:

Por último, Domingo Ortega, invitado a saltar al redondel, despachó, previa la venia presidencial, al séptimo novillo, ya fuera del nutrido programa, y bordó el toreo especialmente en pases modelo de suavidad y temple; al matar de un estoconazo sin puntilla, fue objeto de las aclamaciones del complacido graderío... Y para terminar y dar idea de la singularidad del festejo, señalemos que la música, a requerimiento del público, amenizó las dos últimas faenas, rompiendo el formal protocolo madrileño, incomprensible para quien tantas veces oyó en la añeja y gloriosa plaza de la Maestranza los sones de la banda para subrayar el mérito de las faenas practicadas en el mismo redondel donde hicieron sus proezas los fundadores del toreo...

Otra singularidad del festival se nos cuenta aquí. La música sonó durante la lidia en la plaza de Las Ventas. No es un hecho común y por ello merece ser destacado. 

Agrega Selipe su reconocimiento a quienes colaboraron en la lidia a guisa de cuadrillas:

Gustaríamos de mencionar a todos y cada uno de los que intervinieron en el festival... más como ello exigiría extenso espacio, consignemos que banderillearon con acierto Antonio Sánchez, Pepe y Juanito Bienvenida, este marcadamente lucido; Manolo Martín Vázquez, que reverdeció no lejanos laureles; Manolo Sevilla y Emilio González Garzón, y que entre otros, actuaron de picadores Jaime Malaver, Mario Carrión y “Chicuelo III”...

La reflexión posterior

Muchos fueron los comentarios que se hicieron acerca del éxito del festival en honor de Nicanor Villalta, la mayoría de ellos girando alrededor del lleno en los tendidos y de la importante suma recaudada para auxiliar al torero. Pero también se meditó públicamente sobre la solidaridad que es parte del medio taurino. Escribió quien firmó como C en el número de El Ruedo del 4 de octubre de 1956:

En él vibró intensamente, no sólo el altruismo nunca desmentido de los toreros, si se trata de colaborar en causas nobles, sino el público, que, llenando la Plaza como en los acontecimientos taurinos de más fuste, permaneció en sus localidades incluso después de acabado el festejo, ovacionando incansablemente a cuantos lidiadores, ya retirados en su mayoría, habían intervenido en él… No era fiesta mayor taurinamente hablando; no había trajes de luces ni pasiones enconadas; pero tuvo una solemnidad imponente por el tono de nobleza, de generosidad que en ella pusieron todos – toreros y público –, en una emulación consoladora frente a tantas pequeñitas miserias y tantos rencores agazapados como a menudo la vida pone al paso. Acaso no sea demasiado cierta la observación benaventina de que para medrar en la vida mejor que crear afectos es crear intereses. O quizá sí; pero cuando ya se anda por el final de ella hay una satisfacción intima en haber creado afectos, o intentado crearlos; aunque en muchas ocasiones no hayan sido correspondidos. Nicanor Villalta, con su buena hombría, su manera de ser y de estar, sencilla y abierta, halló, por fortuna, una correspondencia merecida…

Nicanor Villalta supo hacer amigos, por lo que se puede desprender de estos sucesos. Sobreviviría todavía casi un cuarto de siglo al festival que hoy trato de recordar. Fue asesor de la presidencia de la plaza de Madrid y se le recuerda siempre como un torero honrado, valiente, pundonoroso y, sobre todo, como un extraordinario estoqueador que alternó con todas las figuras de su tiempo, desde Belmonte y hasta Manolete

domingo, 22 de septiembre de 2024

23 de septiembre de 1956: Guillermo Carvajal confirma su alternativa en Madrid

Confirmación de Guillermo Carvajal
Foto: El Ruedo
Nativo de Gómez Palacio, Durango, Guillermo Carvajal, apodado Chicharrín, fue un torero que caminó largo dentro del llamado planeta de los toros, porque aunque la historia parece señalar lo contrario, se presentó como novillero en el Toreo de la Condesa el 28 de junio de 1945, a los 19 años de edad, en un señalado Jueves Taurino, porque en el mismo se puso en disputa un vestido de torear verde y plata que Ricardo Montalbán había utilizado como atrezo en la película La Hora de la Verdad, dirigida por Norman Foster y que estaba por estrenarse en las salas de la capital mexicana.

Aunque Guillermo Carvajal emocionó a la concurrencia con su enorme valor, el vestido se lo llevó un torero que echaría raíces aquí en Aguascalientes, Alejandro Cázares, quien lo recibió de manos de la actriz Virginia Serret, coprotagonista de la mencionada cinta, en la tarde del 23 de septiembre siguiente, en la que Cázares actuó en una tercia, como premio al triunfo obtenido en el jueves de concurso. 

Escribió Carlos León en 1971, al hacer un breve repaso histórico del 25º aniversario de la Plaza México:

Guillermo Carvajal, aquel famoso “Chicharrín” que pintó para más de lo que luego fue, pero que empezó arrollador, pues se dio el lujo de haber tomado la alternativa, sin nunca haber pisado mi plaza como novillero, caso insólito entre todos los diestros mexicanos. Se doctoró en Mexicali, el 4 de enero de 1953, de manos de Pepe Dominguín, con Moro de testigo y reses cabrereñas. Y mí me hizo el favor de venir a verme hasta el 30 de enero de 1955, en que confirmó su doctorado apadrinado por “El Calesero” y con “Jumillano” atestiguando la cesión del toro “Conquianero” de don Jesús Cabrera...

Así entonces, seguramente, aunque entre el jueves taurino y la fecha de su alternativa medió algún tiempo, no era tan insólito su caso, pues se había presentado como novillero en la capital de la República y en la principal plaza en los días cuando lo hizo.

Independientemente de lo anterior, entre los días de su alternativa y de su confirmación, el público capitalino también tuvo la oportunidad de verlo ya como matador de toros, puesto que el 20 de diciembre de ese mismo 1953, tuvo quizás la mejor actuación de su vida en las plazas del área metropolitana de la Ciudad de México, cuando alternando con Fermín Rivera y Manolo Vázquez, le cortó el rabo al toro Palomito de Tequisquiapan. En esa tarde, cuenta don Horacio Reiba:

Ligaba una serie derechista de escándalo cuando hizo pasar a “Palomito” a sus espaldas con la muleta invertida, el pico prendido por la punta del estoque por el lado de afuera. Y a la siguiente tanda lo repitió. Había nacido “la chicharrina”, especie de capetillina con la muleta vuelta al contrario, tal como se acaba de describir. El extraño nombre le fue adjudicado por el mismo cronista que encontró cierto parecido facial entre el diestro y el personaje principal de una tira cómica de la época titulada “Chicharrín y el sargento Pistolas”…

La corrida de la confirmación en Madrid

Inició su campaña española del año de 1956 ya tarde en la temporada, pues comenzó hasta el 27 de mayo en Valencia, pasando después por las plazas de Zamora, Palma de Mallorca, Cieza, Puerto de Santa María y Barbastro antes de que se le anunciara para confirmar su alternativa el 23 de septiembre de manos de Antonio Vázquez, con el testimonio de Mario Carrión y actuando por delante el rejoneador Josechu Pérez de Mendoza, con toros para todos de El Pizarral de Casatejada, de origen Parladé vía Domingo Ortega. Como podremos ver al conocer las crónicas del festejo, la propuesta ganadera de la empresa – titular del hierro que lidiaba – no se cumplió al completo.

El paseo lo hicieron el rejoneador Pérez de Mendoza, vestido a la usanza campera andaluza, en tono oscuro; el padrino Antonio Vázquez, de verde y oro; el testigo Mario Carrión, de garbanzo y oro; y, el confirmante Guillermo Carvajal, de verde oliva y plata, de acuerdo con Antonio Bellón en Pueblo y si hemos de seguir a Selipe en el ABC madrileño, iba de verdegay y plata. Creo prudente señalar que, aunque confirmante, Carvajal era el más antiguo de la terna, porque su padrino era de alternativa del 10 de octubre de 1954 y el testigo, del 30 de mayo de 1955.

Decía que la tarde se torció en el renglón ganadero. Al final se lidiaron toros de tres hierros, 5 del titular, uno de ellos el de rejones, uno de Escudero Calvo (3º) y otro de Prieto de la Cal (6º). Pero también el clima jugó a la contra. Escribe don Luis Uriarte, firmando como El de Tanda, en su tribuna de la Hoja del Lunes madrileña:

La lluvia con que nos amenazaba el día, y la que comenzó a caer en el momento preciso del comienzo del festejo, restó ayer a la corrida de Las Ventas más de la mitad de su posible entrada. Primer tropiezo del festejo... Pero el petardo provino de ahí, no de la voluntad y aun de la calidad a veces de la actuación de los toreros. Provino de que el público forzó al presidente a devolver al tercer toro por pequeño y el sustituto, de Escudero Calvo, dio bastante peor resultado, como casi siempre ocurre, por manso y originó un serio contratiempo a su matador. Provino de que los protestantes armaron una respetabilísima bronca – respetabilísima por su intensidad – ante la que les pareció una exigua presencia del cuarto toro, que pesó en bruto nada menos que ¡504 kilos! Provino de que no hubo protestas contra el quinto que pesó apenas 486 kilos. No se dijo ni pío, en cambio, contra primero y segundo, que pesaron 478 y 463 kilos... Y le satisficieron el tercero con sus 537 kilos y el sexto, de Prieto de la Cal, que dio en la romana la friolera de 610 kilos. ¿Con qué ojos miraban esos “entendidos” a los toros? Como no fuera con los que nublaba la vista lo grisoso del día...

No cabe duda de que la afición de Madrid tiene su manera de ver y de entender la fiesta desde siempre, no es de hoy o de ayer. Aquí está la prueba palpable que las reacciones que hoy vemos en los tendidos han estado allí desde hace décadas.

La actuación de Guillermo Carvajal

Como se anunció desde su presentación en El Toreo, la actuación de Guillermo Carvajal se apoyó en un despliegue de valor, de facultades y de conocimiento de las suertes y del toreo. La impresión que causó a Antonio Bellón, cronista titular del diario Pueblo de Madrid, en su número salido al día siguiente de la corrida fue la siguiente:

El extraño nombre de “Profesorado” se traía el primer toro de El Pizarral, destinado a la confirmación de alternativa del mejicano Guillermo Carvajal, ceñido de verde oliva y plata y ceñidísimo al recibir al morlaco, bien puesto, con unos faroles de rodillas tremebundos aclamados, seguidos al quitar con unas manoletinas con el capote, también ovacionadas con entusiasmo… Carvajal brindó montera en mano, cosa extraña, su banderillear fácil, y a la hora de cederle los trastos Antonio Vázquez – verde hoja y oro – Mario Carrión – barquillo y oro – estuvo de verdadero testigo al lado de los de la ceremonia… De nuevo, tras elocuente discurso a la presidencia. Carvajal, montera en mano – que quedó, ¡vaya!, boca arriba –, brindó a la Plaza, e hizo la estatua al recibir con la muleta a la espalda al toro y mostrándose enterado en redondos y adornos aplaudidos… Con guapeza mataba a volapié. A mano sacaba la espada hundida en los rubios, para descabellar, previo besito a un pitón, y el público le otorgó largas ovaciones después de pedir la oreja al girar por el ruedo el mejicano, con saludo final… Carvajal, espectacular con el capote, fácil con rehiletes y pañosa, dio dos espadazos de maestro. Sus toros, erguidos, descubrían la matadera por el suave y seguro empleo de la izquierda, y la diestra clavaba a placer con valor y limpieza...

Por su parte, José María del Rey Selipe, en su tribuna del ABC de Madrid, hizo las siguientes reflexiones:

Carvajal, torero simpático, de los que entran en el público, se las entendió primeramente con un astado de aceptable presencia, cómodo de cabeza, que cumplió en la pelea de varas y quedó manejable, aunque al final un poco corto de acometida; el azteca lo recibió con un par de faroles de rodillas, lo que igualmente haría para saludar al cuarto; luego siguieron unas verónicas a pies juntos y media mirando al tendido; la galería tenía ya brindadas suertes de las que gusta y el de Méjico no habría de ser remiso en ofrecer más lindezas de torear de espaldas y hasta besar el testuz de uno de sus enemigos; todo esto con ser teatral o por serlo, pues los toros no son teatro, resulta deleznable para la estimación de los buenos aficionados, que, entre otros, vieron quites a modo de manoletinas, sin participar en el alborozo, de los impresionables. Carvajal prendió tres pares de rehiletes, con decisión y ánimo, superiores a la técnica, pero con facilidad y soltura también, y en la primera faena, insistió con temeridad en el golpe espectacular de echarse por detrás el viaje del enemigo, que en segundo pase le propinó un pitonazo incruento en la espalda, no obstante lo cual, continuó el muletero con valentía en sucesión muy variada de pases, con la excepción del natural; en parte, por la escasez señalada de embestida; parte, también, por falta de mando del diestro, la tarea no pudo ganar a los entendidos, que, en cambio, celebraron, con la generalidad de los espectadores, la guapeza con que Guillermo adelantó la muleta y se fue rectamente tras ella, para sepultar el acero con arrojo y limpieza notables...

Selipe hace hincapié en que el toreo de Guillermo Carvajal fue más para la galería que para el aficionado entendido, aunque al igual que Bellón y que Uriarte, reconoce la pureza con la que ejecutó la suerte de matar. También incurre, como el cronista de Pueblo, en una imprecisión de llamar manoletinas con el capote a una suerte que tiene nombre e historia propias, la saltillera que en su día creara el maestro Fermín Espinosa Armillita.

El resto de la corrida

Recurro de nuevo a la versión de Selipe, quien en el introito de su crónica resume con brevedad lo en ella sucedido:

En el curso del largo espectáculo vimos suertes de calidad, y al comienzo de aquél contemplamos, “rara avis”, un completo tercio de quites, completo porque las tres varas recibidas por el primer toro permitieron intervenciones de los espadas de la terna, todos los cuales lucieron según sus diferentes estilos. Entre lo recordable, por gallardía, mérito y belleza, encontramos albergado en la memoria, sin necesidad de buscarlo en las notas: dos volapiés, magníficos del mejicano Carvajal; quites y lances a la verónica, de primer orden, debidos a Antonio Vázquez, y también quites vistosos, correspondientes a Mario Carrión, que fue el diestro sobre el que cernió especialmente la mala sombra de la tarde… Los tres diestros actuantes hicieron méritos para ganar una repetición…

La sugerencia de José María del Rey fue atendida. Guillermo Carvajal regresaría a Madrid el domingo siguiente, para alternar con Antonio Vázquez y Juan Bienvenida en corrida homenaje a Nicanor Villalta, a quien brindó el segundo toro de su lote y una vez más el 12 de octubre, con José María Martorell, en la confirmación de Joselillo de Colombia. En ambas tardes confirmó sus dotes de extraordinario banderillero y estoqueador, siendo ovacionado.

Ese fue el resultado de los hechos de un domingo de toros en Madrid de hace 68 años, cuando un torero mexicano, querido por nuestra afición confirmó su alternativa.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son imputables solamente a este amanuense, porque no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 11 de agosto de 2024

12 de agosto de 1945: Jesús Guerra “Guerrita” sufre una grave cornada en Madrid

Álvarez Pelayo, Guerrita y Rafael Llorente
Madrid, 19 de abril de 1945
Archivo: Martín Santos Yubero
Jesús Guerra Guerrita, originario dela Ciudad de México, era conocido en las plazas de la capital mexicana desde el 22 de mayo de 1938, cuando se presentó en El Toreo de la Condesa para lidiar un encierro de La Laguna alternando con Jesús González El Indio y Emiliano Vega. Fue uno de los novilleros que tuvieron que dejar paso a toreros como Lorenzo Garza, El Soldado, Fermín Rivera, Ricardo Torres, Silverio Pérez, Eduardo Solórzano, Calesero o Carlos Arruza, quienes hicieron a muchos de sus compañeros de promoción esperar otros tiempos para sobresalir.

Así, Guerrita tuvo que esperar hasta las temporadas de 1943 y 1944 para poder salir adelante en su intento de obtener una alternativa con fuerza, llegando en el primero de esos años a disputar la Oreja de Plata con Juan Estrada y en la segunda, a completar ocho tardes en la plaza de La Condesa. De nuevo le tocó ser parte de otra generación formada por toreros de la talla de Gregorio García, Luis Procuna, Antonio Velázquez, Luis Briones o el malogrado Eduardo Liceaga

Por esa razón quizás, se decidió a hacer una campaña novilleril en España en el año de 1945, aprovechando que las relaciones taurinas hispano – mexicanas se habían reanudado el calendario anterior. Y logró presentarse en plazas de importancia, porque el 19 de abril de ese calendario hizo su debut en la Plaza de Las Ventas de Madrid, para enfrentar una novillada de los señores de Pablo Romero, en unión del madrileño Rafael Llorente y el granadino José Álvarez Pelayo.

La actuación de Guerrita en esa tarde de su presentación, fue vista así por quien firmó como Alardi II, en el diario deportivo Gol, de la capital española:

Jesús Guerra borda con primor tres lances con los pies quietos y meciendo los brazos con arte y salero. (Ovación). Se supera el mejicano quitando por gaoneras y un adorno de medio lance amanoletado que le resulta de efecto. Pepe Atienza pega en lo alto y bien cuatro veces, y el público no sabe agradecerlo con sus palmas. El azteca, azul y oro, como sus dos compañeros - ¡tipo único! - coloca dos buenos pares de banderillas, que se aplauden. Cierra su peón. Comienza valiente y torero con cuatro derechazos que se jalean. Sin temor a los achuchones del bravo «Ciclonero» sigue por naturales y da uno de pecho excelentísimo. Una estocada algo tendida que basta. (Gran ovación. Salida a los medios, que la modestia del espada no quiere convertir en vuelta al ruedo. La faena lo merecía)…

El sexto le dio a Guerrita una aparatosa voltereta que le impidió finiquitarlo. El parte rendido por el doctor Jiménez Guinea fue el siguiente:

El torero mejicano Jesús Guerra fue asistido de una contusión en la región inguinal derecha otra en la rodilla izquierda y otra en la región esternal, así como conmoción cerebral. Pronóstico menos grave. Doctor Jiménez Guinea.

La opinión general de la crónica en esas fechas fue en el sentido de que Guerrita se había ganado la repetición.

La tarde del 12 de agosto de 1945

Reaparecía Guerrita en Las Ventas. De nueva cuenta lo acompañaba en el cartel Rafael Llorente y cerraba la tercia el torero de Albacete, Manolo Navarro, quienes enfrentarían novillos de los herederos de Demetrio Fraile, de Zaragoza. Esta tarde la había yo mencionado aquí hace algo más de una década, porque al final de cuentas el diestro de Barajas, Rafael Llorente, se quedó con la corrida completa por haber sido heridos sus dos alternantes.

Guerrita se enfrentó al segundo toro de la tarde, pero sin poder concluir su labor. Don Luis Uriarte, firmando como El de Tanda, en la Hoja Oficial del Lunes siguiente al día del festejo, resume así su actuación:

Buenas verónicas de Guerra por el lado izquierdo y un superior quite por faroles. El espada clava un par y medio de banderillas. Muletea sobre la derecha. Al dar un natural, el novillo que no pasa, le coge aparatosamente. Llorente acaba con el bicho de una estocada corta...

Por su parte, quien firmó como R.O.L. en el diario madrileño Pueblo, escribió lo siguiente:

Mansurronearon los novillos de Fraile que ayer se lidiaron en Madrid, y está visto que no hay maniera, de que puedan lucirse los modestos diestros de los que la afición espera algo... Así, Jesús Guerra, qué demostró con la capa inteligencia torera, apretándose bien al veroniquear, al comenzar la faena de muleta resultó gravemente herido, por empeñarse en torear al natural a un toro que no pasaba...

También Manolo Navarro fue herido por el tercero de la tarde al intentar entrar a matar. Igual, Llorente tuvo que pasaportar al novillo.

Los partes facultativos rendidos por el doctor Luis Jiménez Guinea, Jefe del Servicio Médico de la Plaza de Las Ventas, fueron en el siguiente sentido:

El novillero Jesús Guerra sufre una herida en la región inguinal izquierda, con un trayecto ascendente de unos catorce centímetros de longitud, que interesa los músculos oblicuo mayor, oblicuo menor y transverso, contusionando el peritoneo.

Manolo Navarro sufre una herida en el tercio inferior de la cara posterior del muslo izquierdo, que interesa piel, tejido celular y aponeurosis, con un trayecto hada abajo y afuera de unos diez centímetros de longitud.

El doctor Jiménez Guinea calificó de grave la herida de Guerra y de menos grave la de Navarro.

Ambos diestros fueron trasladados al Sanatorio de Toreros. 

Rafael Llorente terminó saliendo en hombros de la afición que casi llenó la plaza madrileña tanto porque le cortó una oreja al primero y al sexto de la tarde, como por la hazaña que había logrado sin tenerla programada. Escribió don Luis Uriarte:

Y Llorente hubo de entendérselas con los seis novillos. Lo cual, habiéndolo hecho muy decorosamente, ya constituye un éxito. Añádase que cortó la oreja del primero y la del sexto y que salió en hombros de la plaza, y ya se ve que, aún habiendo escuchado un aviso en el quinto, que tenía el cerviguillo más duro que la punta de los estoques de descabellar, dicho éxito revistió caracteres de bastante apreciable importancia... Llorente salió airoso del trance durísimo en que le colocaron las cogidas de sus compañeros, gracias a un gran esfuerzo de voluntad, a su valentía, a su pundonor ya sus recursos toreros. Se fatigó mucho, desde luego. Arrastrado el quinto novillo, hubo de solicitar un descanso de la presidencia. Pero aun tuvo arrestos y gallardía para terminar su labor con el mismo premio de la oreja con que iniciara... Por todo ello mereció los aplausos con que el público le animó durante toda la tarde...

Después de esa tarde

Rafael Llorente fue el primero de esta última terna en recibir la alternativa de matador de toros, apenas algo más de dos semanas después de este festejo, el 30 de agosto siguiente, en Barcelona, Manolete, en presencia de Carlos Arruza, le cedió los trastos para dar cuenta del toro Fastidioso de Carlos Núñez. Confirmaría su alternativa en México el 18 de enero de 1953, llevando como padrino a Juan Silveti y de testigo a Antonio Ordóñez, con el toro Aguilucho de El Rocío.

Guerrita fue el siguiente en doctorarse. Lo hizo en Corella, Navarra, el 27 de septiembre, también de ese año del 45. Lo invistió el tudelano Julián Marín, en festejo que torearon mano a mano ante toros de Amador Santos. Confirmó su alternativa en la Plaza México el 8 de diciembre de 1946, de manos de Silverio Pérez y llevando como testigo a Manolete. El toro de la ceremonia fue Renegao de La Punta.

Por su parte, Manolo Navarro se convirtió en matador de toros en su tierra, Albacete, el día de Santiago de 1947. Le apadrinó Gitanillo de Triana y atestiguó Luis Miguel Dominguín, siendo el toro de la cesión Limpiador, de Villagodio Hermanos. Confirmó en Madrid el 4 de octubre de ese mismo año en la Corrida de la Prensa, de manos de Domingo Ortega, y llevando como testigos a Luis Miguel Dominguín y Paquito Muñoz. Esa tarde se lidiaron cuatro toros de Antonio – Pérez Tabernero y cuatro de Carlos Núñez.

Este es el breve recuento de una tarde de toros en la que quedó patente que los toros dan cornadas, porque no pueden dar otra cosa, como sentenció en su día el inmortal Frascuelo.

Aldeanos