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domingo, 23 de noviembre de 2025

La redondez de una tarde de toros (II)

20 de noviembre de 1951: Velázquez, Martorell y El Volcán en una tarde histórica en la Plaza San Marcos


La campaña 1951 – 52 fue la primera en México, que podríamos calificar de normal después de que se reanudaran las relaciones taurinas hispano - mexicanas suspendidas desde 1947. Ya en algún otro punto de esta Aldea contaba que el 27 febrero de 1951 se celebraron tres corridas de la concordia en la Plaza México, en Madrid y en Barcelona.

En ese primer capítulo de la concordia, a inicios del año 51, se presentaría en la Plaza México el torero madrileño Curro Caro, quien ya había confirmado en el Toreo de la Condesa y sí confirmaría Paquito Muñoz, también madrileño de Paracuellos del Jarama, pero había en España una interesante generación nueva de toreros que podía ser del interés de la afición mexicana.

Uno de esos diestros de nuevo cuño era el cordobés José María Martorell, que confirmó en la Plaza México el 11 de noviembre de ese 1951 y repetiría a la semana siguiente. Con esos mimbres llegaba a la fecha en la que, la empresa de don Jesús Ramírez Alonso le anunciaría para actuar, el 20 de noviembre, en la Plaza de Toros San Marcos.

La corrida de la Revolución de hace 74 años

La prensa local anunció con revuelo, que, para el martes 20 de noviembre de 1951, se ofrecería a la afición una corrida de toros en la que se presentaría ante la afición local el diestro español José María Martorell, quien alternaría con Antonio Velázquez y Rafael Rodríguez en la lidia de un encierro de la ganadería debutante de don Ramiro González. Refiere la nota previa al festejo, aparecida en El Sol del Centro, el día de la corrida:

Desde ayer, Aguascalientes está viviendo de nueva cuenta uno de esos periodos de enfebrecimiento taurino, similar a los que provocan nuestras corridas de Feria, y en todo semejante a aquellas ráfagas de “taurinismo” promovidas por la revelación y encumbramiento de Rafael Rodríguez… Sí, porque una vez más el tópico de toros está en todas las bocas y hacia el Coso San Marcos se encaminan, presas de ansiedad y de optimismo, las miradas de los hidrocálidos... Sobre Antonio Velázquez, el primer espada, huelgan los comentarios y frases de presentación... Quizás su mejor recomendación constitúyela el hecho de que, a partir de la temporada 1947 – 48, en que Antonio Velázquez dio el estirón, ha venido figurando, con todo derecho, entre los ases del toreo mexicano... Y por lo que a Rafael Rodríguez respecta... lo que vale decir prototipo de valor, de pundonor y de torerismo – a despecho de cuanto digan sus malquerientes – características que lo han enfilado raudamente, por la vía del triunfo, hasta las alturas donde se hallan los ases... La reaparición del hidrocálido tendrá asimismo un aliciente más: nos dará constatar por nosotros mismos el grado de sazonamiento que los aires de la Madre Patria produjeron en el toreo de Rafael Rodríguez...

Así se palpaba el ambiente de esa señalada fecha de nuestro calendario cívico y que, durante mucho tiempo, fue fija dentro de nuestro calendario taurino.

La ganadería debutante

En 1947 don Ramiro González inicia su ganadería en la ex – hacienda de San Cristóbal ubicada en el municipio de Lagos de Moreno, Jalisco, con 50 vacas de Matancillas y sementales de La Punta. Mantiene en pureza esa línea de Parladé vía Campos Varela y Gamero Cívico durante las casi dos décadas en las que estuvo al frente de la vacada. Justamente en el festejo que en este día me tiene ante ustedes, lidiaba por primera vez en público los productos de su crianza. Se presentó en el Toreo de Cuatro Caminos el 8 de febrero de 1964, y en la Plaza México el 19 de septiembre de 1965. Después de varias enajenaciones, su actual titular es la señora Luz María Delgado Medina, cambiando de ubicación a los ranchos El Correo, ubicado en el Estado de Jalisco y Rosas Viejas, sito en el Estado de Aguascalientes, tomando de este último, la denominación con la que actualmente se presenta en las plazas. A partir de 1979, se deja de lado el encaste fundacional, para optar por el mayoritario en el país.

El sumario de una tarde triunfal

Las crónicas que don Jesús Gómez Medina publicó en El Sol del Centro mantuvieron siempre una cierta medida de espacio. En esta oportunidad, la tarde que me ocupa – y espero que a ustedes también –, debió ser verdaderamente emotiva, porque su relación de lo sucedido en ella le requirió publicar su crónica en dos entregas, la primera, aparecida el jueves 22 de noviembre y la conclusiva, al día siguiente, viernes 23. Su resumen es así:

El mejor resumen, la más viva síntesis de la corrida constituyó, a no dudarlo, el gallardo momento en el que los tres espadas, a hombros de los aficionados, paseaban su triunfo en torno a la barrera... ¡Bella estampa torera a cuya realización habían cooperado, de concierto, el hijo de la vieja Iberia, poseedor actual del cetro de los Califas cordobeses del toreo, y los dos vástagos del Anáhuac: el que en su perfil y su estoicismo lleva la herencia de las viejas razas – Antonio el de León –; y, el que, si callado y frágil al parecer, tiene también la audacia, gallardía e indómita del mestizo...! Que tal es Rafael el de Aguascalientes... Y cuando la trilogía de héroes taurinos abandonó la arena, y desde su humano pavés fue a pregonar su triunfo por las calles de la ciudad en silencio, los espectadores – ¡hecho insólito! – permanecían en sus localidades, como si la magnitud de las hazañas de las que habían sido afortunados testigos, obrase a manera de imán reteniéndolos en el escenario de tantas proezas... ¡Una fecha – 20 de noviembre de 1951 –, y tres toreros, Antonio Velázquez, José Ma. Martorell y Rafael Rodríguez, que, con la dócil arcilla de los bichos de Ramiro González – de bravura y nobleza ducales – forjaron una tarde que vivirá permanentemente en el recuerdo de la afición hidrocálida...! … La entrada, sin constituir el lleno absoluto, fue magnífica en ambos tendidos... Bajo tan gratos auspicios inicióse la histórica jornada en que debutó en Aguascalientes la ganadería de Ramiro González, cinco de cuyos astados – suceso verdaderamente excepcional y que nos da la tónica de lo que fue el festejo – volvieron mutilados al destazadero... El otro – el bravo “Tabernero”, que abrió plaza – regresó, en cambio, sin un pitón, circunstancia que impidió, posiblemente, el que la corrida resultase íntegramente triunfal...

Así en principio, esos párrafos dejarían pensar que no hay pega que ponerle a la corrida, que fue un festejo redondo y que aquellos que no contribuyeron con su presencia para que la plaza terminara de llenarse, en su pecado llevaron la penitencia, dejando de presenciar algo que, de la lectura de su relación, puede constituir uno de los grandes acontecimientos ocurridos en los ya casi 130 años de existencia del coso de la calle de la Democracia.

El triunfo de Antonio Velázquez

Ya lo anticipaba don Jesús en el exordio de su crónica, que el primer toro de Antonio Corazón de León se inutilizó y lo que intentó hacer ante él no fue tomado en cuenta por la clientela, por lo que tuvo que recurrir a su indómito carácter con el segundo que sorteó, para salir triunfador. Relata el cronista:

Cuando “Judío” – el cuarto de la jornada – hizo irrupción en la arena, ya habían triunfado rotundamente Martorell y Rafael Rodríguez. El ánimo del leonés se encontraba en tensión y toda su casta, todo su pundonor presto a lanzarlo a la conquista del difícil triunfo. Porque “Judío”, negro meano, vuelto de pitones, el más grande del terciado encierro, no resultó precisamente propicio para el éxito... Al final de sus días llegó soso en demasía, con la cabeza alta y desparramando la vista, al grado de parecer burriciego. No era, repetimos, el toro propicio para el triunfo. Y, sin embargo, Antonio Velázquez lo consiguió en buena lid... Poniéndose muy cerca, aguantando impertérrito, insistiendo en uno y otro terreno, fue extrayendo a viva fuerza pases altos y derechazos, de un mérito estupendo, porque para ello el leonés necesitó de echar el corazón por delante y, en sitio y condiciones que se antojan imposibles, obligar al mansurrón a embestir, empleando para ello, ya no la muleta, sino el cebo de su propio cuerpo. Así, en aquel cite fabuloso, cuando destruidas las distancias, “Judío”, incierto en fuerza de ser manso, hurgó con el huido pitón la faja del leonés, sin que éste cediera una pulgada del terreno tan audazmente conquistado. Vibró el público ante la descarnada emoción del trance, y en pleno éxito remató Velázquez su labor con tres cuartos de espada que hicieron lo suyo. Su triunfo - uno de los más meritorios que el leonés haya logrado en plaza alguna - tuvo su expresión en las orejas y el rabo de su mansurrón enemigo y en las dos vueltas al ruedo entre ovaciones. La segunda en compañía del ganadero, por lo que a este respecta, resultaba inoportuna, vistas las condiciones de “Judío”...

Antonio Velázquez no iba a dejar que sus alternantes se le fueran por delante. Tenía un sitio de figura que defender y lo haría a cualquier precio. No aprovecharía a su favor la falta de condiciones de los toros para salir del paso y esperar la siguiente tarde para resarcirse y lo dejó patente, como podemos leerlo.

La muy afortunada presentación de Martorell

José María Martorell toreaba aquí en Aguascalientes apenas su tercera tarde en el país. Las dos anteriores, consecutivas, fueron en la Plaza México y entre nosotros arrancaba lo que sería una intensa campaña por nuestras plazas. Aquí cayó de pie. Nos sigue contando don Jesús Gómez Medina:

...citando de largo, pero acortando el terreno ante lo aplomado de su adversario, Martorell torea superiormente con la izquierda, en varias tandas y, tras de nueva acción de toreo derechista, vienen las manoletinas, a las que el debutante da también un sello muy peculiar. A todo esto, el público había jaleado con entusiasmo la faena y como el de Córdoba hiciera el viaje con lentitud, para dejar una estocada de fulminantes resultados, la ovación tomó nuevo impulso, ondearon los pañuelos y Martorell recibió los dos primeros apéndices de una jornada que tan pródiga habría de ser en ellos. Y triunfalmente recorrió el ruedo, haciéndolo, según es costumbre en los redondeles españoles, sobre su izquierda... La ratificación de su éxito, o, para ser más precisos, la culminación de él, ocurrió durante la lidia del quinto, “Globito” de nombre, gordo, capacho de cuerna, y bravo, noble y alegre hasta el fin. Fue, indudablemente, el mejor del encierro… Martorell inició su faena con tres estupendos doblones, rematados superior y toreramente rodilla en tierra. Luego, y sobre la derecha, hace el toreo en redondo, con quietud, ajuste y mando, al que siguieron en varias tandas, los naturales de magnífica factura, precedidas todas ellas con el cite desde largo, y rematados siempre, a la manera clásica, con el pase de pecho, en el que Martorell tiró del bicho imperiosa y suavemente, para salir luego a saborear la ovación... Vino a continuación una tanda de manoletinas piramidales: el torero simulaba un obelisco de seda y oro, a cuyo derredor la negra mole del toro describía, sumisamente, un círculo cada vez más apretado. Entrando nuevamente con rectitud, dejándose ver, dejó el de Córdoba una estocada tendenciosa; descabelló al primer golpe, y por aclamación y entre ovaciones y música, recibió las dos orejas de su enemigo y recorrió dos veces la circunferencia, concluyendo por salir a los medios… ¡Ha sido el de Martorell, un debut tan brillante como memorable! …

El cronista hace al final de su recuento una observación importante, en el sentido de que, si bien Martorell había toreado sus dos primeras corridas en México en la capital, el primer gran triunfo lo obtuvo aquí en Aguascalientes, y que esta actuación le valdría para obtener más fechas en las demás plazas de la República, y por qué no, en la misma gran plaza.

Un Volcán en erupción

Rafael Rodríguez era el tercer espada del cartel y reaparecía en su tierra después de haber concluido su primera campaña en ruedos europeos. Su afición lo esperaba con gusto y también esperaba que le diera pelea a sus alternantes. Conforme al curso que fue tomando la tarde, la crónica refleja que ese sentimiento se fue acentuando y que el torero lo recogió y lo hizo suyo. Así lo cuenta don Jesús, en la parte conclusiva de su crónica, aparecida en el diario El Sol del Centro del día 23 de noviembre siguiente, pues como comentaba al inicio, ésta se publicó en dos entregas:

Los aires de la Península parecen haber obrado de manera estimulante en el proceso de madurez artística en que, con pie firme, ha entrado el hidrocálido, sin mengua de su valor y de su emotividad, mírase ahora más diestro, más poderoso, con mayor templanza y señorío en su toreo... poniéndose tremendamente cerca para obligar al aplomado, pero dócil y suave “Perdido”, Rodríguez repitió las series de toreo en redondo sobre ambas manos, rematadas siempre con el muletazo de pecho, al que el hidrocálido reviste de un sabor y una emoción excepcionales... Entre tanto, los espectadores no habían cesado de jalear al torero... Completó Rafael la serie, entre la emoción de los taurófilos y, yéndose tras de la espada, dejó tres cuartos de ella en buen sitio, con lo que “Perdido” pasó a mejor vida... Entre una ovación tan estruendosa como prolongada, Rafael Rodríguez recibió ambas orejas y el rabo de su enemigo, dando, así mismo, una doble vuelta al ruedo... Lo del sexto fue toda una hazaña. Sí, porque “Estudiante”, que tal fue su nombre, sacó buena dosis de genio y acabó en plan defensivo. Esto no fue óbice para que Rafael Rodríguez, a fuerza de valor y de resolución, redondeara triunfalmente la tarde... El trasteo muleteril, prologado por una tanda de pases altos, seguidos del cambio y del muletazo de pecho, fue aumentando en intensidad emotiva, hasta culminar en la parte final, en la que, mientras “Estudiante” rehusaba la embestida, Rafael Rodríguez en celo de triunfo, acabó por invadir totalmente la jurisdicción del astado... En punto a distancias, literalmente no existieron entre “Estudiante” y su matador durante el último periodo del trasteo. Destruidas desde el momento del cite, la emoción del instante estallaba incontenible cuando “Estudiante”, vencido su recelo por la audacia del torero, arrancaba con ímpetu, para que un leve y preciso quiebro de cintura burlara su acometida, que seguía finalmente, el rumbo impuesto por la franela… Pinchó una vez Rafael, y a continuación dejó la espada honda y en lo alto. Dobló al fin “Estudiante” y, tras de que a su matador le fue entregado el enésimo apéndice de la jornada...

La afición de Aguascalientes no quedó defraudada. Su torero salió a defender el pendón y logró su cometido. Pudo redondear una gran tarde y demostrar a todos que también él era una gran figura del toreo.

El desenlace de una tarde redonda

Ya decía don Jesús Gómez Medina en el introito de su crónica, que, sacados en hombros los toreros de la plaza, la concurrencia permanecía en sus localidades, atónita, emocionada por lo que acababa de presenciar. Por lo visto, las tardes de toros que son verdaderamente redondas, son verdaderamente escasas. Concluye el cronista:

…entregado el enésimo apéndice de la jornada, tuvo lugar la escena a la que nos referimos al principio de esta reseña: los tres matadores llevados en triunfo, en plena exaltación gozosa de una fiesta que, si española por su origen, es también nuestra por la intensidad con que la sentimos los mexicanos, como en esta memorable tarde del 20 de noviembre de 1951… De magnífico por lo que a bravura, nobleza y estilo respecta, podemos conceptuar el encierro con el que debutó en Aguascalientes la flamante vacada de D. Ramiro González. En este aspecto, tan solo el lidiado en cuarto lugar desmereció notoriamente. Fue lo que suele llamarse el lunar de la corrida… en el palco destinado a la Autoridad, imperando – ¡al fin! – la energía y el acierto que raras veces hace acto de presencia en tal sitio… supieron llevar el festejo en la debida forma. Inclusive la prodigalidad que algunas veces registróse en la concesión de apéndices no debe atribuirse a la benevolencia de ellos, sino al estado eufórico de los aficionados…

Así pues, se cerró una de las tardes, que de hacerse un recuento de las verdaderamente trascendentes, caben en una relación histórica de los fastos de la Plaza de Toros San Marcos, que el próximo 24 de abril, cumplirá 130 años de haber sido inaugurada.

domingo, 2 de noviembre de 2025

La otoñada taurina en Aguascalientes (V)

Noviembre de 1989. Manolo Espinosa Armillita celebra en solitario sus 24 años de alternativa

El otoño del año 89 acogió la celebración del primer cuarto de siglo del doctorado de Manolo Espinosa Armillita, un festejo que llevaba a recordar otros fastos dentro de la carrera del primer hijo del Maestro de Saltillo y venían a la memoria aquella faena suya a Recluta de Javier Garfias, en la Plaza México, malograda con la espada; o la que realizó a Sanjuanero, de Cerro Viejo, también en la gran plaza, en la que a pesar de cortar una sola oreja, motivó que la afición se lo llevara en hombros. O también la que realizó a un toro de Jesús Cabrera aquí en Aguascalientes el 25 de abril de 1969 o sobre todas, la que le hizo a Abrileño de Suárez del Real también el día de San Marcos de 1971, y que le valió conquistar el Escapulario de San Marcos en disputa.

Era la suya una carrera que iba enfilada hacia la cumbre, pero una serie de lesiones en los hombros, dos cirugías en el derecho y otra en el izquierdo, ralentizaron su hacer ante los toros, pero no dejó de estar presente en el ambiente, se hizo criador de toros de lidia y empresario, junto con Jesús Solórzano y Jorge Ávila, introdujeron la fiesta en Cancún, edificaron allí una plaza de toros y al final de ese año de 1989, resultaría en los números, que dieron festejos las 52 semanas del calendario, algo que tenía muchos años de no verse en nuestro territorio. Esa era la situación en la que celebraba Manolo Espinosa Armillita ese aniversario de su alternativa.

Las previas del festejo

El anuncio del festejo se hizo como una actuación en solitario de Manolo Armillita, en la plaza Monumental Aguascalientes, ante seis toros de Santa María de Gallardo, ganadería hidrocálida que en esos días era propiedad de don José C. López Muñoz, encastada en esos días, principalmente con simiente de don Jesús Cabrera. Igualmente, la publicidad del festejo hacía saber que era una corrida benéfica, pues sus ingresos se destinarían a la construcción del edificio del Colegio Independencia de esta ciudad.

La nota previa aparecida en El Sol del Centro el mismo día de la corrida, refiere entre otras cosas, lo siguiente:

Manolo “Armillita” estará como único espada en la corrida de hoy a las 5:00 P.M., en la Plaza de Toros Monumental de Aguascalientes, donde despachará seis toros de casta nacidos en la dehesa de Santa María de Gallardo y puestos en los cebaderos de la ganadería de Manuel Espinosa e hijos... El festejo encierra varios fines, el primero es obtener fondos económicos para la construcción del edificio del Colegio Independencia, antes Motolinía; otro es el de que el espada ha cumplido medio siglo de vida y nada mejor que conmemorarlo con una corrida en solitario y por último, celebrar merecidamente el aniversario XXIV de matador de toros... Los seis de Santa María de Gallardo traen edad y respeto, los aficionados pueden estar seguros que la tarde de hoy saldrán seis toros por el portón de los sustos... A la vista del público estarán hoy los cornúpetos hasta la hora del enchiqueramiento, cabe aclarar que por ir Manolo “Armillita” como único espada, no habrá necesidad de cumplir con el tradicional sorteo...

Tuve la ocasión de asistir tanto al enchiqueramiento como a la corrida y había un buen ambiente al mediodía en los corrales de la plaza. Allí nos enteramos que los toros de reserva serían de la ganadería del propio espada, es decir, de Manuel Espinosa e hijos y que los sobresalientes de espada serían los matadores de toros Guillermo Ibarra, de San Luis Potosí y David Bonilla, de Aguascalientes.

El desarrollo del festejo

La corrida tuvo cimas y simas. Los momentos más destacados se vivieron durante la lidia del primero, quinto y séptimo del festejo – este último, de regalo –, en tanto que los demás las cosas digamos que apenas transcurrieron, principalmente por el escaso poder de los pupilos de don Pepe López. Escribió don Jesús Gómez Medina, cronista titular de El Sol del Centro, acerca de la faena de Manolo Espinosa al quinto de la corrida, al que le cortó la única oreja de la tarde:

Otro periodo lucido y premiado con reiterados aplausos lo constituyó la lidia del quinto, “Polvorito”, un cárdeno que conservó más energías que otros de sus hermanos; que aceptó un puyazo acometiendo de largo y al que su matador, muleta en mano, toreó reiteradamente con la diestra, con brillantez y eficacia, poniendo a las series la rúbrica gallarda del pase de pecho o bien la filigrana del cambio de mano o el remate por delante; todo ello con torerismo y desahogo; y muchas veces, también, revestido de calidad. Vino luego la estocada, en debido sitio. Dobló “Polvorito” y su matador fue galardonado con la oreja y la respectiva vuelta al ruedo...

Aunque sin corte de orejas, el momento de más intensidad de la tarde llegó con el toro de regalo, el séptimo, que provino del hierro del propio espada. El cronista nos sigue contando:

El festejo vivía su episodio postrero; un séptimo toro con cuya lidia Manolo Espinosa buscaba imprimir un cerrojazo brillante a la corrida con la que conmemoraba sus casi cinco lustros como matador de toros... En el ruedo de la Monumental un toro de buen estilo, de nobilísima embestida, aunque no muy excedido de fortaleza, de pelaje castaño. Se llamaba “Alegre” y procedía de la vacada del mismo espada actuante... Un primer tercio sin otro relieve que el puyazo que aceptó el castaño, recargando con insistencia. A continuación, hicieron lo suyo los rehileteros, destacando la intervención de David Bonilla; y ya está Manolo, armado de toda arma, dispuesto a dar lucida lidia y la adecuada muerte a su pupilo… Y a fe que logró cumplidamente lo primero; porque acertó a llegarle al castaño y desafiarlo desde la distancia adecuada y, lograda la embestida, supo tirar de él templadamente, parsimoniosamente, en muletazos tan impregnados de cadencia como de mando... Especialmente al torear con la diestra, Manolo nos hizo recordar al torero que años atrás, en la tarde de un 25 de abril y en virtud de una faena impregnada de calidad y torerismo, hizo suyo el trofeo que parecía pertenecer ya a Manolo Martínez. Y es que ayer, como en aquella remota fecha, este Manolo arraigado en Aguascalientes revistió su labor muleteril de idéntico torerismo, y le imprimió una acentuada brillantez, particularmente durante el preámbulo y la parte media de la faena, cuando los pases surgían límpidos, con la rotundez de lo bien ejecutado, de la franela del vástago de Fermín el de Saltillo... Manolo Espinosa, con la faena a este séptimo astado, estaba poniendo un lucido remate al festejo con que conmemoraba sus veinticuatro años de matador de toros. Vino luego, sin embargo, un trance de indecisión, quizás de desconcierto. ¿Se buscaba acaso, el indulto del burel? De todas maneras, la faena perdió la ilación y el calor y el acento triunfal que había logrado adquirir. El desconcierto, además, se tradujo en desaciertos con el acero, pues los pinchazos se repitieron antes de la media estocada final, cuando ya había sonado un aviso... Y lo que hubiese sido un triunfo cabal se convirtió en el aplauso postrero, como rúbrica y final a la tarde en que, a despecho del tiempo, Manolo Espinosa supo mostrar, reiteradamente, la determinación, el torerismo y el arte de sus mejores días… Los despojos de “Alegre” recibieron el homenaje del arrastre lento. Honor excesivo y que nadie demandó; pues, si el castaño fue noble y de suave embestida, careció, en cambio, del vigor, de la fortaleza que debe poseer el toro de lidia...

A veces, equivocar los procedimientos para tratar de conquistar el favor popular complica las actuaciones de los toreros. No tengo claro el recuerdo del intento de obtener el indulto del toro al que alude don Jesús, pero su versión me merece todo el crédito. No obstante, salimos contentos de la plaza, pudimos ver el buen toreo esa tarde de noviembre de hace 36 años.

Una apreciación distinta

Pepe Caro trató de ser matador de toros y fue triunfador en plazas como las de El Progreso y la entonces Monumental Jalisco de Guadalajara, llegando a presentarse en la Plaza México. Después de dejar el vestido de seda y alamares, se dedicó entre otras actividades a la literatura y a escribir y comentar temas de la fiesta. En las fechas de esta corrida, su columna Arrastre lento se publicaba en El Sol del Centro y también al día siguiente del festejo, salía con estas reflexiones:

Manolo evidenció voluntad. Por momentos lograba fugaces roces con el éxito. El corto recorrido de los astados, que no su estilo pues, exceptuando al segundo de la tarde, todos se dejaron, más el corto arrebato del torero, fueron determinantes para que el coqueteo de Manolo con el triunfo no culminara el romance. Uno y otro se dieron a medias, a medias que el triunfo. Y ahí sí puede decirse que hay gato encerrado: las medianías pueden acercarse, con singulares riesgos del prestigio, a lo que debió haber sido un triunfo inconmensurable, como al fracaso censurable. Ni una cosa sucedió, todo quedó... en medianías. A pesar de la oreja cortada al quinto y de los momentos culminantes que se realizaron durante la lidia del séptimo toro, toro de la ganadería de Manuel Espinosa e hijos... Lauros tibios, definitivo. Proeza inconclusa. No hubo aquel romance convincente, no se concretó la maravilla idílica. Y triste es decirlo, habremos de darle vuelta a la hoja. Empezará, mañana mismo, otro capítulo...

Pepe Caro parece haber quedado insatisfecho y hasta cierto punto desazonado con el resultado de la corrida. Quizás, como muchos, esperaba más de un torero que por su historia, merecía una tarde verdaderamente triunfal, pero a veces las cosas se alinean de manera diferente y los resultados esperados no son los que se producen. 

Manolo Espinosa Armillita seguiría adelante con su hacer en los ruedos todavía tres años más, pues se despediría aquí mismo, en Aguascalientes, matando seis toros en solitario otra vez y después en la Plaza México, para dedicarse ya plenamente a sus actividades ganaderas y empresariales.

Un par de notas, de memoria

Algo que manchó el desarrollo de este festejo, fue la falta de mulillas para arrastrar los despojos de los toros, utilizándose en su defecto, un automóvil para ello, algo imperdonable en una plaza de la categoría de nuestra Monumental. Y la otra cuestión, la ingobernabilidad de las bandas de Zacatecas y del Municipio de Aguascalientes, que tocaron a troche y moche durante toda la corrida, sin que la autoridad las pudiera meter al orden.

Hasta la semana próxima.

domingo, 26 de octubre de 2025

La otoñada taurina en Aguascalientes (IV)

Manolo Armillita, Jesús Solórzano y Curro Rivera abren los caminos a una nueva etapa de la fiesta en México

Aunque la venta se formalizó hasta agosto de 1970, la Plaza de Toros San Marcos había sido adquirida en propiedad por don Guillermo González Muñoz desde mediados del año anterior, poco después de concluir la Feria de San Marcos, una vez que concluyó el contrato de arrendamiento que tenía celebrado don Jesús Ramírez Alonso, el empresario de la misma. A partir de esa adquisición, se anunció la reconstitución de la forma de llevar los asuntos del coso de la calle de la Democracia y que sería el nombrado don Guillermo González el empresario, con el conocido taurino Héctor de Granada como gerente de la nueva empresa.

La primera corrida de toros que ofrecería esa nueva organización empresarial, se programó para el domingo 23 de noviembre de 1969, fecha en la que reaparecería uno de los triunfadores de la reciente feria de abril y se presentarían como matadores de toros en su ruedo, dos conocidos de la afición, Jesús Solórzano y Curro Rivera, quienes como novilleros tuvieron tardes exitosas en años anteriores, pero regresaban por primera ocasión como matadores de alternativa.

La terna enfrentaría un encierro del ingeniero Mariano Ramírez, mismo que, por lo que se venía anunciando en la prensa local desde días antes, tenía una presencia impecable. Escribió Everardo Brand Partida, redactor de la fuente taurina del diario El Sol del Centro, en la edición de la víspera del festejo:

Una multitud se congregó para presenciar el desencajonamiento de los toros, y ¡vaya!, causaron admiración, ya que nunca antes un ganadero había enviado un encierro semejante. La pinta de los astados, como ya señalábamos en líneas anteriores, son cárdenos, todos bien armados, de preciosa lámina y, con más de 500 kilos. El encierro deja complacido al aficionado más exigente… Desde que el público admiró los seis bureles en los corrales, ha cundido el entusiasmo entre los aficionados, que olfatean una gran tarde de toros...

En la misma nota, Brand Partida hacía notar que quizás el clima frío que se presentaba sobre nuestra ciudad en esas fechas, podría desanimar a los aficionados a asistir a la plaza al día siguiente, pero recalcaba que, la excelente presencia de los toros del ingeniero Mariano Ramírez, superaba cualquier inclemencia climática que pudiera presentarse.

Decía hace unas líneas que Manolo Espinosa Armillita reaparecía después de ser uno de los triunfadores de la Feria de San Marcos, y es que el 25 de abril anterior, en tarde en la que alternó con Jaime Rangel y Manolo Martínez, le cortó las dos orejas al sexto de la corrida de Jesús Cabrera que se corrió ese día, alzándose como el mejor de esa tarde; por otra parte, Curro Rivera, llegaba con el impulso de ser el ganador del Estoque de Oro, disputado en la Plaza México, al cortarle el rabo al toro Soy de Seda de Piedras Negras, el primero de su carrera, el 24 de abril anterior; y, por su parte, Jesús Solórzano, que si bien no se presentó en la capital, en fechas cercanas a esta corrida, tuvo un par de resonantes triunfos en Mérida.

El día del festejo, en el mismo diario El Sol del Centro, apareció publicada una entrevista realizada por el citado Everardo Brand Partida a Curro Rivera, quien, entre otras cosas, declaró:

De mi toreo mucho se ha hablado – comentó el joven diestro potosino – algunos lo han catalogado como sicodélico, ¡pero hombre!, está muy lejos de serlo. Yo lo considero un toreo con inspiración y que va de acuerdo con la época, que sin duda será del agrado de la afición hidrocálida... Aquí ya me han visto torear, pero como novillero – agregó Curro – y de entonces acá, han transcurrido muchos meses, y creo que he madurado mucho... Desde mi presentación en Aguascalientes recibí el respaldo de la afición y confió tenerlo de nuevo hoy y todas las tardes en que actúe ante ella... Vi la corrida esta tarde en los corrales, y ni que decir de ella. Está en peso, con presencia, su pinta es preciosa y creo que me daré gusto toreando para deleite del público...

Así, entonces, ese era el ambiente previo a la primera corrida de toros que ofrecía la nueva empresa dirigida por don Guillermo González Muñoz y que, en alguna medida, representaba el inicio de un cambio de rumbo en las cosas de los toros en este país.

Una tarde redonda, de triunfo

Todo salió bien ese domingo 23 de septiembre de hace 56 años. El clima mejoró, la plaza se llenó y los toreros dieron lo mejor de sí para el gozo de la afición. Quedaron para la memoria dos faenas, la de Jesús Solórzano a Piel de Plata y la de Curro Rivera a Pitero. Por su parte, Manolo Armillita cargó con el lote más flojo de la corrida, pero, aun así, dejó constancia de ser un torero que, como lo había dejado constante en la recién concluida temporada de la capital, tenía maneras para volar muy alto.

El Sol del Centro 24/11/1969

Jesús Solórzano y Piel de Plata

El quinto de la corrida fue, quizás, el momento en el que se vivieron los momentos en los que se tuvo más oportunidad de apreciar el toreo artístico. Y es que, lo que un lustro antes había barruntado aquí en una histórica novillada el hijo del Rey del Temple, en este domingo lo llevó a una expresión altísima. Así lo contó en su tribuna de El Sol del Centro, don Jesús Gómez Medina:

Fue durante la faena del quinto, el nobilísimo “Piel de Plata”, que brotó, impregnado de la autenticidad de la solera moreliana, el arte de Solórzano. Pues, sí en el primer tercio había aquel asomado en las verónicas a compás abierto y en la media, trazada con el desmayado ritmo de la de “Redactor”; fue en la etapa postrera cuando Chucho Solórzano revitalizó en sus manos jóvenes las clásicas formas del toreo moreliano que brotó entonces de su muleta, límpido, elegante, con una calidad y un acento que ha tiempo que no paladeábamos. Con una clase y un ritmo de auténtica aristocracia. Con empaque y solera. Con torerismo, en suma... “Piel de Plata”, docilísimo, aunque apurado de facultades, colaboraba al éxito, que llegó a su culminación cuando Chucho sepultó casi todo el acero, un tanto desprendido. Gran ovación. La música, que actúa con estruendo. Las dos orejas y el rabo del noble “Piel de Plata”. Y las vueltas al ruedo, múltiples, acompañado Solórzano del ganadero, de sus alternantes, del empresario Guillermo González... Triunfo total, en suma...

Esta tarde nació una relación profunda entre Jesús Solórzano con nuestras plazas, en las que realizó, sin duda, faenas importantes, tardes que tienen nombre propio, el nombre de los toros que inmortalizó, entre ellos Artista, Poeta, Príncipe o Pinocho, faenas que le refrendaron siempre como un gran artista de los ruedos.

Curro Rivera y Pitero

El toreo fresco y con un aire más moderno de Curro Rivera se dejó ver con el que, de acuerdo con el juicio de don Jesús Gómez Medina, fue el mejor toro de la corrida y ante él, nos dice el cronista, que el torero de San Luis estuvo así:

“Pitero”, el tercero, fue como el resto el encierro, bravo y noble. Pero tuvo más fuerza que los demás. Por ello lo que con él hizo Currito, tuvo un diapasón más prolongado, más intenso. Todo comenzó en los lances iniciales, realizados en varias formas: a pie junto o abierto el compás, cuando no llevando el engaño a media altura, para terminar con una revolera que fue un estallido de color, un grito de euforia en el pardear del crepúsculo... El de don Mariano Ramírez, como bravo, se durmió bajo el peto, para que luego Rivera mandileara con exactitud en su quite... Brindó Curro a Fabián Ruiz, de nuevo en pie de guerra tras de su última odisea. Inició su labor toreando por alto; remató con uno de pecho, larguísimo, y, hecho esto, en los medios trazó una serie de pases con la derecha que, por su sabor, por su hondura, por el temple, la longitud y el mando, pusieron de pie a los espectadores. Y por ese tenor prosiguió el trasteo; mezclando armónicamente el severo trazo del arte de Ronda con las alegrías y florituras del que se originó en Sevilla. ¡Una sucesión de estampas restallantes de color y torerismo! Y, para concluir, el estoconazo, al volapié limpio. Ovación estruendosa. Los apéndices del estupendo “Pitero”. Las vueltas al ruedo, en pleno triunfo. Triunfo que fue también para don Mariano Ramírez, cuyos astados fueron materia prima para el éxito del festejo...

También el toreo cascabelero, impetuoso – como lo calificó el cronista – llega a los tendidos, sobre todo, cuando tiene hondura. Y en el caso de Curro Rivera, la hondura en el trazo siempre fue una de sus signaturas. Por esa razón fue que pudo aprovechar a cabalidad al mejor toro de la tarde y cortarle también las orejas y el rabo.

Manolo Espinosa Armillita

Sacar adelante una tarde ante toros que tienen complicaciones requiere tener el oficio bien aprendido. Pero si además de tirar de ese oficio, se tiene la inteligencia para aprovechar las pocas bondades de esos toros complicados y hacerles algunas fiestas, la cosa se pone mejor. Refiere el cronista citado:

“Garambullo”, el primero del sexteto de cárdenos fue de magnífico estilo, noble hasta la saciedad; pero parco de energías como sus congéneres. Y Manolo Espinosa, que lo había toreado parcamente, sosamente, en el trance final superó lo antes hecho para realizar una faena toda quietud, serenidad, temple y señorío, que iniciada con pases por alto, prosiguió con series de derechazos y de toreo izquierdista, yendo a más en ajuste y ritmo; pisando el terreno del socio, cuando el dosificado caudal de fuerza del astado lo hizo necesario; intercalando remates y adornos y concluyendo don un pinchazo en lo duro y media estocada tendida que tardó en surtir efectos. Ovación final. La vuelta al ruedo y un apéndice de “Garambullo” otorgado por la autoridad y protestado por los “ersigentes”...

El segundo de su lote, además de falto de fuerza, estaba reparado de la vista, así que más que justificado estaba el tirar por la calle de en medio y quitárselo de encima con brevedad.

En resumen

El mejor sumario de lo que sucedió esa tarde fue lo que planteó don Jesús Gómez Medina como introito de su crónica:

En el marco apacible de un atardecer de otoño y sobre el amarillo mate del ruedo, perfiláronse las siluetas de los triunfadores... Eran éstos de los incluidos en las recientes promociones de matadores de toros. Toreros que, por su juventud, representan y personifican el futuro – una buena parte del futuro – de la fiesta brava en nuestro país... Toreros en quienes la ambición todavía insatisfecha, aún latente, permite prever la consecución de nuevas y mejores victorias, de nuevos y más sólidos éxitos... Y era también la figura de un ganadero, de uno de entre varios ganaderos que, en México, a la vuelta de esfuerzos sin tasa, con paciencia sin límites, con cuidados rayanos en la exquisitez, han logrado clarificar y perpetuar las características - las cualidades - del toro de lidia... Era, en suma, dicha escena, trasunto y compendio de una jornada de cuya brillantez, y de cuyos logros tendrá que hablarse durante mucho tiempo: ¡la tarde de los cárdenos del ingeniero Mariano Ramírez! ¡La tarde en la que con “Piel de Plata”, Chucho Solórzano refrendó su derecho a representar a la real casa taurina moreliana! ¡La tarde aquella en la que Currito Rivera, hizo de la lidia de “Pitero”, una admirable síntesis de hondura, torerismo y alegría! … La tarde, en suma, en la que Manolo Espinosa, pese a haber navegado con viendo menos propicios, encontró en su acervo taurino los recursos requeridos para ser un digno alternante del vástago del “Rey del Temple” y del cachorro de Fermín II, Que no en balde es él mismo, retoño del Coloso de Saltillo...

Así pues, como antes decía, la tarde daba ya un apunte de que las cosas de los toros en este país iban a tomar una nueva dirección. Se venía un relevo generacional y tres de sus actores, aquí, ese día, expusieron su declaración de intenciones.

domingo, 12 de octubre de 2025

La otoñada taurina en Aguascalientes (II)

Los hijos de Calesero, Fermín Rivera y Antonio Velázquez, inician una nueva etapa de nuestra fiesta

Una nueva generación de toreros mexicanos parecía comenzar a germinar y don Jesús Ramírez Alonso, todavía empresario de la Plaza de Toros San Marcos, creyó que podría realizar una especie de encore de aquella novillada de los Tres Cachorros que tan exitosa le resultara en las fiestas agosteñas de 1964. Y es que los hijos de Fermín Rivera, Calesero y Antonio Velázquez, venían ya dando de qué hablar en los círculos y cenáculos de taurinos, acerca de las maneras que tenían para hacer el toreo y de la posibilidad de extender su linaje dentro de los ruedos.

Como atractivo adicional, a los nombres de Curro Rivera, José Antonio Ramírez El Capitán y José Luis Velázquez, se sumaba otra presentación, la de la ganadería de Villalicia, anunciada como propiedad de Ramírez Hermanos y dirigida por Alfonso Ramírez Calesero, quien ya en los años cuarenta lidiara una corrida de toros a su nombre, y muy probablemente también fue de su titularidad, aunque presentado a nombre de Hermanos Ramírez, el encierro con el que recibió la alternativa Tacho Campos en 1949, en esta oportunidad debutaba un nuevo hierro, aún no asociado, con el que tenía la intención de andar largo en el llamado planeta de los toros.

El inicio de una nueva etapa histórica en nuestra fiesta

No se intuía un cambio en un tiempo breve en la cumbre de la torería mexicana, pero los novilleros que hacían su presentación ese  domingo 5 de noviembre del año 1967 despertaban ilusiones. No obstante, al no ser parte de la cantera local, la información previa en los diarios locales fue escueta. Pero en la víspera del festejo, entre otras cuestiones, el diario El Sol del Centro, destacaba lo siguiente:

En vísperas de la irrupción en las filas novilleriles de José Luis Velázquez, Curro Rivera y José Antonio Ramírez, se ha acentuado a su máximo la expectación entre los aficionados taurinos de Aguascalientes, que se disponen a ser testigos de este relevante acontecimiento... José Luis Velázquez llegó ayer a Chichimeco y está toreando vaquillas al por mayor; José Antonio Ramírez también se entrena en el campo bravo, e igual acontece con Curro Rivera, pues los tres buscan llegar a esta oportunidad en plenitud de facultades físicas y, fundamentalmente, centrados lo más posible con el toro...

El origen familiar de los tres debutantes era motivo más que suficiente para que la afición local se mostrara interesada en enterarse de lo que eran capaces de lograr delante de los toros. Quizás el más aventajado de la terna era Curro Rivera, quien ya se había presentado vestido de luces en Matehuala el 14 de mayo anterior, pero los tres tuvieron la escuela taurina en su casa y los tres eran descendientes de auténticas figuras del toreo.

Igualmente, en El Sol del Centro del día del festejo, se reiteraban los blasones heredados por los diestros que por la tarde harían su presentación, pero se agregaba un apartado para comentar acerca de la ganadería debutante:

Por cierto, el “Poeta del Toreo”, debutará en esta novillada como ganadero y a decir verdad, se augura para él un futuro ilimitado en esta actividad, considerando la enorme capacidad y el caudal de conocimientos que en esta materia ha reunido “Calesero”... Los seis novillos, procedentes de las dehesas de Villalicia, están desde ayer en los corrales de la Plaza San Marcos. Es un encierro parejo en presentación, que esperamos, se preste para el lucimiento de los tres espadas...

Todo estaba dispuesto para que llegara la hora del festejo, en el que la afición de Aguascalientes y la de su región pudiera comenzar a apreciar lo que en realidad representaría el inicio de un cambio de edad en la fiesta mexicana. Veríamos, al final de cuentas, el nacimiento de una figura de época que fue un auténtico triunfador en todas las plazas importantes del mundo.

El primer triunfo de Curro Rivera

El triunfador de la tarde resultó ser Curro Rivera, cortando la única oreja que se concedió en ella. Como dejé escrito líneas arriba, también se mostró como el espada más aventajado del cartel. De la crónica que escribió don Jesús Gómez Medina para El Sol del Centro, extraigo lo siguiente:

El hijo de Fermín II es, desde luego, el más hecho de la tercia. Sus adelantos son evidentes hasta en la habilidad para torear al graderío... Buenas maneras para torear a la verónica y excelentes sin duda sus remates. Su labor con el percal resultó tan plausible en el primero como en el cuarto burel... Y en la muleta, las mismas buenas hechuras aunadas a una encomiable tendencia a ejecutar las suertes clásicas del toreo. Muchos de sus naturales y derechazos fueron magníficos; y sus cambios de mano por delante y el de pecho que liga a continuación, destilaron torerismo purísimo. Ciertamente le correspondieron los dos novillos más propicios – también los más cuajados del encierro –; pero a fe que Curro supo aprovecharlos toreándolos larga y variadamente. La faena del primero tuvo como preámbulo el pase del péndulo; con el cuarto, principió espectacularmente de hinojos ligando una dilatada serie yendo siempre hacia adelante... Al estoquear, el joven Rivera aguanta a pie firme la acometida del morlaco; por eso le resultan las estocadas traseras, por parar más de la cuenta en el momento del cruce. Y como no le imprime al brazo la dirección adecuada el acero queda tendido… Vuelta al ruedo en su primero. Y la oreja y doble o triple recorrido triunfal tras de la lucida faena del cuarto, haciéndose acompañar de su progenitor y también del ganadero...

Don Jesús destaca desde el inicio una facultad que fue innata en Curro y que era su facilidad para conectar con los tendidos. Ya en otros apartados de este mismo espacio virtual, he contado que, en otras etapas de su carrera, creó una relación de amor – odio con la afición de Aguascalientes, que sabedora de las enormes capacidades que tenía como torero, le exigía en serio. Y a veces, el torero se sentía demandado de más y se encaraba con los tendidos… Y sucedía lo que tenía que pasar. Pero unas tardes después, las aguas tomaban su cauce.

Curro Rivera tuvo en Aguascalientes un sitio en el que se sintió arropado para llevar a cabo varios hitos importantes en su trayectoria, lo que demuestra que siempre consideró esta tierra como suya.

Las pinceladas de El Capitán

José Antonio Ramírez, visto en retrospectiva, es quien llevó más lejos la estafeta que le transmitiera su padre, Calesero. Entró por mérito propio en la historia del toreo al realizar una faena de esas de culto al novillo Pelotero de San Martín en la Plaza México en 1977 y todavía hoy, cuando toma los trastos en algún festival benéfico, borda pinceladas de un prístino arte ante los astados. De su hacer en esa su presentación como novillero en Aguascalientes, escribió don Jesús Gómez Medina:

Con éxito, porque el chaval, amén de tener simpatía, exhibió al torear de capa a la verónica un estilo de auténtica cepa caleseril; lo que equivale a decir buen estilo. Pero, además, se mostró más valiente, más decidido de cuanto fuera de suponerse... Con la muleta, especialmente, José Antonio, a cambio de explicables torpezas, está siempre en terreno del enemigo, obligándolo, insistiendo para hacerlo embestir. Y luego lo lleva en el engaño con temple y medida, y corre la mano y liga los pases con arte y limpieza. Naturalmente en ocasiones se ve en aprietos; más por encima de todo queda en el recuerdo la evidencia de un toreo de calidad y de una decisión, de una valentía que permiten presagiar un brillante futuro al novel lidiador... En la suerte suprema, las deficiencias imputables a su novatez. Ello impidió que el éxito de José Antonio fuese más estruendoso. De todas maneras, al concluir con sus dos adversarios dio sendas vueltas al ruedo...

Entre el sentimiento personal y la escuela doméstica, quedó bien demostrado que la clase en la vida surge desde dentro. Así lo demostró en esta tarde El Capitán.

José Luis Velázquez, con el valor por divisa

El hijo de Antonio Corazón de León hasta poco antes de esta novillada era estudiante de ingeniería. Tengo la impresión de que su padre, como todos los toreros, prefería que sus hijos varones fueran hombres de letras o de ciencia, antes que toreros como él. Las preocupaciones para ellos – y también para él y para su madre – serían de índole completamente diferente. Pero José Luis decidió seguir los pasos de su padre y así, en esta tarde, junto con otros dos vástagos de destacados diestros en el retiro, también iniciaba su andadura por los ruedos. Así le vio el cronista de El Sol del Centro:

Hijo de Tigre... Y como este José Luis es del linaje de “Antonio Corazón de León”, ya tenemos la explicación un tanto simplista del valor, de la indeficiente valentía mostrada por el chamaco en su primera actuación enfundado en el comprometedor traje de luces... José Luis está muy verde con el capote. Trata de quedarse quieto, pero desconoce o no domina aún la técnica del toreo de capa... Pero con la muleta, el muchacho adquiere estatura. Porque a su congénita valentía y a su tesón genuinamente velazqueño, viene a sumarse el afán por realizar a todo trance el toreo en redondo. Y cuando José Luis se acomoda y mete al bicho en el engaño y, corriendo la mano con precisión, flexiona el busto para cargar la suerte, el muletazo adquiere una intensidad y un sabor singulares. Tales virtudes tuvieron los pases naturales de su faena al tercero, del que perdió la oreja porque, si bien se fue recto y decidido sobre el morrillo tratando de liquidar al socio, el acero quedó en dos ocasiones mal colocado, necesitando el descabello. Y todo quedó en una aplaudida vuelta al ruedo... En el sexto, soso, gazapón y con el hocico por la arena, José Luis insistió de nueva cuenta. Con tesón, con una valentía que no hicieron decrecer las volteretas, logró así unos muletazos de recibo, pero de nueva cuenta no acertó pronto con la espada...

José Luis Velázquez demostró tener lo principal, el valor para estar delante de los toros y la intuición, como señala el cronista, para intentar y hacer el toreo en redondo con la muleta. El toreo con el capote y el manejo adecuado de la espada, eran asignaturas que se irían aprendiendo y puliendo con el paso del tiempo, según fuera sumando más festejos.

Otros sucesos de la tarde

Por esa segunda mitad de los años sesenta, eran pocas las novilladas que se ofrecían en Aguascalientes y muchos los novilleros locales o los aspirantes a serlo. Por esa razón, cuando se daba un festejo aquí, era frecuente que alguno de ellos se tirara de espontáneo. Esta tarde no fue la excepción. Cuenta don Jesús Gómez Medina, ya para cerrar su crónica:

Nuevamente el curso normal del festejo se vio interrumpido en dos ocasiones por la aparición de los espontáneos. ¿Hasta cuándo se tolerará tal anomalía? … Por otra parte, la debilidad de remos de los novillos, ¿no sería el resultado de manipulaciones en los chiqueros? Pues, que sepamos, nunca existe en tal sitio la debida vigilancia...

Esta tarde, relata el cronista, fueron dos los anarquistas de la fiesta los que se tiraron a interrumpir la lidia. Y resalta también don Jesús su sospecha de que la debilidad de los novillos que se jugaron fue a causa de manipulaciones en los chiqueros. No hace alusiones al estado de las cornamentas, pero creo que se puede deducir del mismo, como se puede ver, nada nuevo hay bajo el sol.

Así es como transcurrió este otro capítulo extraído aleatoriamente de la historia de la otoñada taurina en Aguascalientes. Hasta la próxima semana.

lunes, 15 de septiembre de 2025

Aguascalientes en agosto: toros por la Asunción y la vendimia (y VI/II)

Aguascalientes rinde homenaje a El Poeta del Toreo

Transcurrida la parte social, política y religiosa del día del homenaje a Calesero, el momento culminante del mismo se presentaría a las cuatro de la tarde en la Plaza de Toros San Marcos, donde el homenajeado alternaría con sus hijos Alfonso, José Antonio y Luis Francisco en la lidia de siete novillos que por su orden de salida fueron de: Torrecilla, Ing. Mariano Ramírez, San Nicolás, Begoña, Peñuelas, José Julián Llaguno y Santa Rosa de Lima.

Además, se tendría el espectáculo hípico de los caballos de doma de alta escuela de la Casa Pedro Domecq y la actuación de la Banda de Música del Estado de Zacatecas, juntamente con la Banda Sinfónica Municipal de Aguascalientes.

Las personalidades del tendido y del callejón

De la revisión de la prensa de la época, se puede advertir que el nombre de Calesero seguía siendo un importante reclamo para personas destacadas en los diversos aspectos de la vida nacional, así, estuvieron presentes entre otros el escritor y periodista Renato Leduc, el pintor Pancho Flores, Antonio Ariza, Pepe Ariza, Edmundo Fausto Zorrilla y Agustín Salgado, funcionarios de la Casa Domecq; Ramón Morales Padilla, funcionario de la oficina de comunicación de la Presidencia de la República; los compañeros de iniciación taurina del homenajeado, Rodrigo del Valle, Manolo García, Arturo Muñoz La Chicha y Rubén Ramírez, y el entonces director de El Sol del Centro, Agustín Morales Padilla. Pero, además, don Jesús Gómez Medina, en su crónica del festejo, refiere:

¡Qué marco más singular el que tuvo esta corrida! La presencia de grandes figuras, de los ídolos del pasado, así como de los ases del presente llenaron la plaza de torerismo. Allí estaban Conchita Cintrón, Rafael Rodríguez, Jesús Córdoba, “El Ranchero” Jorge Aguilar, Eduardo Solórzano, Eliseo El Charro Gómez, Humberto Moro; y de los actuales, la trilogía Espinosa – Manolo, Fermín y Miguel – Humberto Moro, David Silveti. La plaza, realmente olía a torero...

Y a fuerza de hacer un ejercicio de memoria, seguramente podríamos deducir a más destacados aficionados y personalidades asistentes a este singular e histórico festejo.

El incombustible arte de Calesero

Alfonso Ramírez dejó espacio para la evocación, pero también para el triunfo. Torero de arte puro, también lo fue de luces y de sombras. Y supo hacer su partido en las plazas y tener sus incondicionales dispuestos a esperar que le llegara el momento del triunfo. Esta tarde fue una de esas. Escribió don Jesús Gómez Medina:

La presencia de “Calesero” en el redondel que supo de sus primeros escarceos artísticos, que fue el escenario de los éxitos primeros como de los de la edad madura y que conoció, también, del agrio sabor de las tardes de derrota, verlo de nueva cuenta allí, enhiesto, gallardo, señorial, gentilmente vestido de corto con el buen gusto y la presencia que siempre fueron suyos, nos obligaba a echar la vista hacia el ayer en un afán infructuoso por retraer las emociones vividas entonces al conjuro del arte de Alfonso… Pero, también, surgía la interrogante: ¿Veremos de nuevo alguna vez, en esta plaza o en algún otro sitio, lances como los que ahora estamos paladeando de nuevo: las verónicas señoriales, la larga caligráfica, chicuelinas que son - ¡qué fueron una vez más, ayer! - un estallido de alegría y de color o el garabato caleidoscópico del manguerazo villaltino, simulando una rosa gigantesca al abrirse a la caricia del sol veraniego? … Y después con la muleta, frente al codicioso cárdeno de Torrecilla que salió en primer término y especialmente ante el nobilísimo “Manzanero” de Begoña, ¡qué efusión de bien torear! Desde los pases clásicos, el natural y el de pecho...  hasta la nota genial, graciosa, oportuna, de los remates y adornos de antigua y de nueva prosapia; que, para quien es esencialmente artista, no existen barreras de escuelas, ni de estilos y épocas... Se ganó la oreja del primero y ambos apéndices del de Begoña, al que despachó de superior estocada. Más, por encima del número y calidad de los apéndices, “Calesero”, el hombre, se adueñó definitivamente del afecto de un público al que subyugó siempre con la iridiscencia y la calidad de su arte. ¡Enhorabuena, torero – artista! …

Como podemos leer, Calesero estuvo inspirado y además, afortunado. Los dos novillos de su lote le permitieron hacer el toreo clásico, puro y artístico que siempre fue el de su signatura, alzándose, una vez más, con un triunfo que le reiteró el reconocimiento y el cariño de la afición de su tierra.

Un gran triunfo de El Capitán

La última vez que vimos vestido de luces en la Plaza San Marcos a José Antonio Ramírez fue el 1º de mayo de 1972, en la novillada de feria de ese calendario y en la que su actuación le valió llevarse el Cristo Negro del Encino en disputa. En esta su reaparición en este redondel, tuvo una actuación triunfal ante el sexto novillo del festejo, Nevadito de José Julián Llaguno, ante el que, de acuerdo a la crónica de don Jesús Gómez Medina, realizó lo siguiente:

Frente a “Nevadito”, el estupendo cárdeno de José Julián, fue cuando en el propio campo de batalla “El Capitán” ganó el ascenso a general. Faena de perfiles singulares por la cadencia, la ligazón y el señorío de los muletazos; faena impregnada de clasicismo; pero saturada, a la vez, con los jóvenes efluvios del toreo en uso. Y todo ello realizado a pie firme, con largueza en el trazo y con exactitud en el mando. Lo que se dice un faenón, coronado con el estoconazo en las agujas. Gran ovación. Las orejas y el rabo. Y recorrido en pleno triunfo, en compañía de sus alternantes – su propio padre y sus dos hermanos – ante la euforia y la emoción del público...

El Capitán volvió a dejar una exhibición del arte que atesora en el ruedo de la Plaza San Marcos, reiterando que es un torero de esos a los que hay que esperar. Ya se había quitado el añadido el 20 agosto de 1972 en los medios de la Plaza México, después de pasar un quinario con una dura novillada de Zamarrero. Volvió a torear a inicios de 1977 en Guadalajara y en la Plaza México el 9 de octubre de ese año, se encontró con Pelotero de San Martín, realizando con él una faena de esas consideradas de culto. No lo hurtó, lo lleva en los genes.

Alfonso, Calesero Chico

A Calesero Chico le habíamos visto en la Plaza San Marcos la vez anterior el 1º de mayo de 1974. Fue por esas fechas, la última corrida de Feria de San Marcos que se había dado en ese escenario. La debilidad de los toros que le tocaron en suerte no le permitió mayores cosas y lo que se quedó en los toriles no valía para recurrir al expediente del toro de regalo.

Así, en su reaparición, le tocaron en suerte los novillos del Ing. Mariano Ramírez y de Peñuelas. El primero de ellos le facilitó algún lucimiento, según nos cuenta don Jesús Gómez Medina:

¡Qué bien toreó José Alfonso al bravo ejemplar del Ing. Ramírez! A despecho del desentrenamiento el “Güero” trazó muletazos de singular calidad en una faena que no remató pronto con el acero porque, contra lo usual, falló el puntillero, luego con el de Peñuelas, que resultó mansurrón, Alfonso trasteó con pupila, pero el acero le fue hostil...

El sitio ante los toros es fundamental para resolver muchas cuestiones que presentan, pero demostró, en momentos, que el que tuvo, retuvo.

Por su parte, el Curro, se presentaba en esta oportunidad, diría yo, como aficionado práctico, porque su primera actuación como novillero sería hasta el siguiente año y recibiría la alternativa hasta 1983, por esa razón y respetándose las tradiciones de la fiesta, se enfrentó a un solo novillo y lo lidió en séptimo lugar. Cuenta don Jesús Gómez Medina:

Ahora, que la nota fuerte de emoción, de valor, casi según decíamos antes, la dio Luis Francisco “Curro”... Porque el de Santa Rosa fue bravo, con encastada bravura, al que, ciertamente, le faltó otro puyazo. “Curro” le paró con guapeza desde el primer lance y prosiguió derrochando esa singular determinación durante las banderillas y en el trasteo muleteril, sin dolerse por las volteretas y palotazos; por el contrario, con la ropa deshecha y el rostro lleno de contusiones, volvía a la lid con renovados arrestos, cada vez más valiente, cada vez más decidido. Su valor terminó por doblegar al de Santa Rosa como ya de antemano le había conquistado al público, que lo ovacionó largamente y lo premió con las dos orejas al concluir con su espectacular y tremebundo trasteo...

La manera de hacer de quien después se anunciaría como Curro Calesero, cuando menos en este festival, fue el epígono de la línea artística imperante en su familia. De lo que nos cuenta el cronista, se puede advertir que su incipiente tauromaquia se apoyaba en el tesón, el valor y la voluntad de triunfar a cualquier precio. Iría evolucionando con el tiempo, pero sería esencialmente distinto a los demás toreros de su casa.

El corolario del festejo

Fue esta una tarde redonda, sin duda. Refiere don Jesús Gómez Medina:

La entrada, un lleno total. La exhibición ecuestre, de primera, el duelo musical tan constante como brillante... Verdaderamente todo resultó de primera: la Casa Pedro Domecq y Lalo Solórzano pueden ufanarse del gran éxito obtenido...

Todo de primera... Era lo menos que se podía ofrecer a tan ilustre homenajeado.

Epílogo

Entrevistado por los medios locales, Calesero declaró lo siguiente acerca de los acontecimientos sucedidos ese 19 de agosto de 1979:

Amigos, paisanos, duré mucho en esta profesión llena de emociones muy fuertes, pero como las de hoy, no he sentido nada igual, gracias a los que han hecho posible este homenaje, a la Casa Pedro Domecq y a todos los que intervinieron en él y si se me escapa alguno, perdónenme, pero estoy tan emocionado que no puedo hablar. Este es uno de los momentos más felices de mi vida...

Las celebraciones concluyeron por la noche, con una cena que el gobernador del Estado ofreció al torero y a su familia, así como a diversos invitados, en el Salón Versalles del Hotel Francia.

Aviso parroquial primero: Un extraordinario reportaje gráfico, obra de Armando Rosales El Saltillense, puede consultarse en el libro Alfonso Ramírez, El Calesero. El Poeta del Toreo, cuya versión digital está para consulta libre en esta ubicación. (Págs. 161 y siguientes)

Aviso parroquial segundo: Agradezco al personal del Archivo Histórico del Estado, especialmente a la maestra Dolores García Pimentel y al maestro Joaquín Chávez Pérez la ayuda y las orientaciones para ordenar esta serie de notas sobre los festejos agosteños en Aguascalientes.

Aviso parroquial tercero: Los resaltados en la crónica de don Jesús Gómez Medina son imputables exclusivamente a este amanuense, porque no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 14 de septiembre de 2025

Aguascalientes en agosto: toros por la Asunción y la vendimia (y VI/I)

Aguascalientes rinde homenaje a El Poeta del Toreo

José Alfonso Ramírez Alonzo – así está escrito su nombre en su partida de nacimiento – fue hijo del farmacéutico Justo Ramírez Sánchez y de doña Rosa Alonso Parga, natural de nuestro Barrio de Triana, donde nació en el actual número 506 de la calle Cristóbal Colón. A invitación del entonces gobernador del Estado, Isaac Díaz de León, en el año de 1927, se forma una cuadrilla infantil con los muchachos que formaban en la llamada calle ancha o calle de la cárcel que se ubica al costado Poniente del templo parroquial del Señor del Encino, los hermanos Ramón, Rodolfo y Luciano Rodarte.

Esa cuadrilla infantil se integró inicialmente con Alfonso Ramírez y Rodrigo del Valle en calidad de matadores; y Ramón López, Manolo García, Juan Jiménez, y Rubén Ramírez como banderilleros. Se presentarían en la Plaza de Toros San Marcos el 27 de junio de ese año y por el éxito tenido, el gobierno estatal les repetiría varias fechas más.

Deshecha la cuadrilla, Alfonso Ramírez iniciaría su andar como novillero, consiguiéndose con la recomendación de los hermanos Francisco y José Madrazo, ganaderos de La Punta, su presentación en El Toreo de la Condesa para el primero de mayo de 1933, en un festejo de selección. Esa fue una tarde aciaga para él, porque el novillo que le tocó en suerte se le fue vivo y aunque exhibió su calidad al torear con la capa, a propósito de esa actuación, el influyente periodista Carlos Quirós Monosabio escribió lo siguiente: Alfonso Ramírez será torero el día que a las ranas les salgan pelos.

La suerte de Alfonso parecía estar echada, pero un comerciante catalán afincado en la Ciudad de México, Vicente Lleixá, quien había apoderado en su día a Julián Rodarte, observó aptitudes en él y se decidió a apoderarlo y a ponerlo a torear por las afueras, para prepararlo para volver a la capital. Es él quien le pone el mote de Calesero, con el que Alfonso Ramírez pasaría a la inmortalidad, y con él, le consigue la oportunidad de volver a El Toreo el 30 de junio de 1935, donde ante un encierro duro de Quiriceo mostró sus avances, lo que le permite repetir en el ciclo, hasta llegar al festejo de la Oreja de Plata, celebrado el 30 de octubre, cuando alternando con Chicuelín, Juan Estrada, David Liceaga, Eduardo Solórzano y Carlos Arruza, obtiene un resonante triunfo con el cuarto del festejo, Jardinero de San Mateo, llevándose a su casa el trofeo en disputa.

El 24 de diciembre de 1939, en el mismo coso de la colonia Condesa, recibirá la alternativa de manos de Lorenzo Garza, en presencia de David Liceaga, siéndole cedido el toro Perdiguero de San Mateo. Confirmará ese doctorado en Madrid, en la plaza de Las Ventas el 30 de mayo de 1946, cuando lidiando cinco toros de Arturo Sánchez Cobaleda y uno de Julián Escudero, Pepe Luis Vázquez, con el testimonio de Pepín Martín Vázquez, le cede los trastos a Calesero para dar muerte a Cejudo de la ganadería titular del festejo.

Calesero encabezó el escalafón mexicano los años de 1958, 1959 y 1960 y tuvo resonantes triunfos en las principales plazas del país. Aunque suene a ditirambo, el 10 de enero de 1954, en la Plaza México, el día de la reaparición de Armillita, el mordaz cronista del diario Novedades, Carlos León, postulaba a Calesero para un Premio Nobel del Toreo. Y eso, nada más cortando una oreja. En Guadalajara, decía don Ignacio García Aceves, después de su gran faena al toro Yuca de Tequisquiapan, el día de la alternativa de Paco Huerta: Si Calesero saliera así todas las tardes, sería el dueño del Banco de México... Y aunque en Cuatro Caminos, también fueron en la capital aquellas faenas a Trianero de Torrecilla y Príncipe de Pastejé. En pocas palabras, donde quiera que estuvo, Calesero dejó su impronta.

Calesero anunció su despedida de los ruedos para los días 13 de febrero de 1966 en su tierra natal y al siguiente domingo en la Plaza México, pero no dejaría de torear ni de mantenerse presente en el ambiente de la fiesta.

La XXV Feria de la Uva

Para cubrir la arista taurina de la Feria de la Uva de 1979, la Casa Pedro Domecq, en la que Calesero era uno de los encargados de las relaciones públicas, decidió organizar una serie de eventos para homenajear en su tierra al torero que puso su nombre en alto. Así, se elaboró un programa en el que para el domingo 19 de agosto se le recibiría en la estación del ferrocarril, se celebraría una misa en su honor en el templo parroquial del Señor del Encino, después se develaría una placa que señalaría la casa en la que nació y se dedicaría una calle de su barrio con su nombre, para por la tarde, celebrar un festival taurino en el que el propio Calesero y sus hijos actuarían en la Plaza de Toros San Marcos, a beneficio de las obras de un parque infantil que se levantaba al Oriente de la ciudad.

En la información previa de las celebraciones, publicadas en El Sol del Centro del día de los festejos, don Jesús Gómez Medina entre otras cuestiones relata lo siguiente:

Cuando este día, al filo de las 11:15 horas efectúe su arribo a Aguascalientes Alfonso Ramírez “Calesero”, dará principio la serie de festejos que nuestra ciudad tiene dispuestos en homenaje a uno de sus artistas más connotados... Encabezando el contingente de recepción, ahí estará el Prof. J. Refugio Esparza Reyes, Gobernador Constitucional del Estado y el Lic. Francisco Ramírez Martínez, Presidente Municipal... S.G.M. Marcela I, Reina de la XXV Feria de la Uva y su gentil cortejo... Acto seguido, Alfonso, su esposa la gentil Alicia y sus hijos y nietos, abordarán la calesa de la Casa Domecq, para encabezar el desfile a través de la ciudad... También formarán parte del cortejo los amigos y compañeros de su primera etapa: Rodrigo del Valle, Manolo García, Arturo Muñoz “La Chicha”, Rubén Ramírez, etc... Al llegar la caravana a la Plaza Principal, Alfonso y sus familiares descenderán del carruaje para recibir, en la puerta de la Catedral, el saludo y la bendición de nuestro Obispo, Mons. Salvador Quezada Limón... Posteriormente el cortejo proseguirá su recorrido por la calle de Colón, haciendo alto en la casa donde vio la primera luz “Calesero” ... Tendrá entonces la develación de la placa que señala ese hecho... Sin duda alguna, va a ser este uno de los trances más emotivos del programa... Nuevo recorrido y nuevo alto, ahora en el arranque de la legendaria calle de la Alegría... a muy breve distancia del recoleto Jardín del Encino... en este lugar va a ser descubierta otra placa: la que le otorga un nuevo nombre a la calle... que a partir de hoy se llamará “Calle Alfonso Ramírez Alonso”... Concluido este acto, la primera etapa del programa culminará en el Templo del Encino... Tendrá lugar entonces una solemne misa concelebrada, presidida por el párroco Cango. Urbano Rizo...

Al día siguiente de los eventos, Mario Mora Legaspi, entonces un joven redactor del mismo Sol del Centro, contaba como fue la llegada del torero a la estación ferroviaria:

Entre una gran expectación, en punto de las 11 horas de una mañana esplendorosa, digno marco para un festejo de esta índole, hizo su arribo la máquina de vapor número 650 de la Western Railroad, que llenó una brillante página del sistema ferroviario nacional... Venía arrastrando el carro número 4920 de las Líneas Nacionales, en el cual viajaron los integrantes de la familia Ramírez Ibarra... Fueron recibidos por el presidente municipal de la capital del Estado, licenciado Francisco Ramírez Martínez, quien también llevó la representación personal del gobernador J. Refugio Esparza Reyes... Inmediatamente después se inició el desfile que fue muy vistoso, pues se contó con la participación de la Banda de Música del vecino Estado de Zacatecas...

Por su parte, el entonces alcalde, Francisco Ramírez Martínez, al develar la placa que perpetuaba el nombre de Calesero en una de las calles de su barrio, manifestó:

Una sociedad como la nuestra, cimentada sobre una serie de valores morales, cívicos y humanos, solo puede aspirar a su permanencia en la medida en que haya hombres capaces de practicar con plena convicción esos valores; y en la medida en que sea capaz de reconocer a esos individuos que, con todos los atributos cívicos, morales y humanos, dignifican su existencia... El H. Ayuntamiento de Aguascalientes en sesión ordinaria del pasado día seis, acordó romper con la tradición que, en el barrio de Triana, encierra el nombre de la calle de la Alegría, para imponerle, en un acto de elemental justicia, el nombre de un ciudadano poseedor de reconocidos méritos, el señor Alfonso Ramírez Alonso... El H. Ayuntamiento encuentra en este ejemplar ciudadano, los atributos necesarios y suficientes para ofrecerlo como ejemplo a la juventud del Municipio... Reciba usted el reconocimiento popular a su entereza de hombre... el exhorto a continuar por el sendero que lo ha llevado al lugar que ocupa, sin olvidarse que en Aguascalientes se le admira y se le tiene como ejemplo...

Por su parte, don Rodrigo del Valle, que iniciara con Calesero su andar por los ruedos, entrevistado por don Jesús Gómez Medina, comentó:

Sí, Alfonso y yo comenzamos al mismo tiempo... Todo principió como juego... Era gobernador del Estado por aquellos años don Isaac Díaz de León, a quien le llegó el rumor de que se había formado una cuadrilla de pequeños toreros que lo hacían muy bien, fue a vernos acompañado de otros funcionarios... “le caímos bien”, como suele decirse y se convirtió en nuestro patrocinador y hasta en nuestro empresario... Alfonso, desde el principio, pintaba para torero elegante, estilista. Yo más bien me caracterizaba por la decisión para ir al toro...

El cronista de la ciudad, el profesor Alejandro Topete del Valle estuvo presente en todos los eventos celebrados alrededor del homenaje a Calesero, en una breve entrevista para El Sol del Centro, entre otras cosas, manifestó:

El homenaje a “Calesero” ha sido muy justificado, pues su destreza como matador de toros ha sido algo sin paralelo. Ha sido un torero que supo disfrutar el triunfo y que supo poner en alto el nombre de esta tierra, y lo que es más importante, ha sido un hombre recto, consciente de sus deberes cívicos, trabajador, buen esposo y ejemplar padre... La ciudad recibió con emoción a uno de sus hijos más queridos... Todos debemos estar orgullosos de que nuestro Estado cuente con hombres bien nacidos, que destacan en todas las actividades positivas, hasta en el difícil arte de la tauromaquia...

Todos los eventos hasta aquí relacionados tuvieron una muy buena afluencia de espectadores. El atractivo de ver a una máquina de vapor en funcionamiento, la recuperación de la tradición de repartir uvas a la gente desde las tolvas de los viñedos a los viandantes, los charros de las distintas asociaciones locales vestidos a toda gala acompañando a Calesero y a su familia junto con el atractivo de los caballos de la Casa Domecq y la Banda de Zacatecas en el recorrido y posteriormente, el cálido y cariñoso arropamiento que sus combarrianos dieron al diestro homenajeado. Fue una fiesta de todo Aguascalientes, no solamente de un puñado de aficionados a los toros.

Dejo aquí estos apuntes por el día de hoy, dada la extensión que van adquiriendo. El día de mañana concluyo con estos recuerdos, que, desde mi personal punto de vista, se refieren al punto más alto que alcanzó la arista taurina de la Feria de la Uva.

domingo, 7 de septiembre de 2025

Aguascalientes en agosto: toros por la Asunción y la vendimia (V)

Los tres cachorros casi colocan el no hay billetes en la San Marcos

La XI Feria de la Uva, celebrada entre el 9 y el 16 de agosto de 1964, contó con el apoyo del Consejo Nacional de Turismo, que produjo diversas pautas publicitarias en medios a nivel nacional, tanto en la prensa escrita, como en la radio, la televisión y placas fijas de cine, así como con la elaboración de diversos recuerdos como calcomanías, banderines y diversos artículos coleccionables.

La coronación de la reina de la feria, Cecilia Yolanda I, se verificó en el cine Encanto ubicado en la avenida Madero la noche del día 8 de agosto y allí se iniciaron las celebraciones que por primera vez duraron una semana completa. 

Los toros en la vendimia del 64

La Feria de la Uva del año de 1964 tuvo como uno de sus atractivos la novillada que se daría el día de su cierre, el domingo 16 de agosto, en la que se actuarían en el ruedo de la Plaza San Marcos tres toreros de dinastía. Jesús Solórzano hijo, Alfonso Ramírez Calesero Chico y Manolo Espinosa Armillita, quienes se enfrentarían a una novillada de Matancillas. Los tres hijos de los grandes maestros eran la gran atracción para la afición local, como se puede deducir de lo que se leía en la nota previa al festejo, aparecida en el diario El Sol del Centro, la víspera:

Indiscutiblemente entre todos los carteles novilleriles que a la fecha pueden montarse, ninguno tan interesante, tan atractivo, tan prometedor como el confeccionado para esta corrida de la Feria de la Uva... Y he aquí que ahora, por un regalo del destino, los aficionados de Aguascalientes, antes que los de cualquiera otra ciudad, tenemos el privilegio de ver actuar a la vez a los críos, a los retoños de los tres grandes toreros mencionados. A la tercia novilleril que, al parecer, está destinada a conmocionar hondamente, intensamente al santuario del toreo mexicano... La corrida de Matancillas es sencillamente primorosa. Digna de la solemnidad en que va a ser lidiada. ¡Como para ser corrida en la Plaza México! No exageramos: los aficionados todos pueden constatar la verdad de nuestras afirmaciones, yendo a ver los seis cromos que ha seleccionado Paquito Madrazo. Si son uniformes en el pelaje, también lucen idénticos en trapío y finura. ¡A golpe de vista están proclamando la calidad de su brava estirpe!...

Una aclaración que creo prudente. Don Francisco Madrazo SolórzanoPaquito Madrazo – era en esas fechas el encargado de llevar las ganaderías de La Punta – propiedad suya y de su hermana – y la de Matancillas gemela de La Punta – pero propiedad esta de su tío, don José C. Madrazo y García Granados y ambas vacadas estaban encastadas en Parladé, vía Gamero Cívico y Campos Varela, ganados que se llevaron siempre en pureza, sin hacer cruces con reses nacionales.

Jesús Solórzano y Manolo Espinosa se presentaban ante la afición de Aguascalientes, en tanto que Calesero Chico ya había actuado aquí en varias oportunidades y tenía ya algún predicamento entre la afición. El ambiente previo al festejo motivó que la entrada fuera un lleno, que no puedo calificar de no hay billetes, porque como me lo contara en su día doña Carmelita Madrazo, sobrina del ganadero que lidiaba en la fecha y entonces condueña de La Punta, a don Jesús Ramírez Alonso, empresario de la Plaza San Marcos, se le quedó una entrada en las taquillas, misma que mandó colocar en un marco y la tuvo durante muchos años en un rincón taurino de su casa en la Ciudad de México.

Los tres novilleros actuantes parecían someterse a un examen de grado, porque en la plaza parecía haberse reunido un jurado importante para calificar su hacer ante los toros. Relata don Jesús Gómez Medina, en su crónica escrita para El Sol del Centro:

La tarde, espléndida. Y el lleno total, rebosante. Clima y ambiente de una gran solemnidad, en suma… Y dispersos aquí y allá, entre barreras y el tendido, los miembros del senado taurino en pleno: el Maestro Fermín, Carlos Arruza, Chucho y Lalo Solórzano. También Humberto Moro y Juanito Silveti. Y ganaderos y aficionados de postín en gran número… Todo ello a tono con la gran categoría y la importancia del cartel… En estas circunstancias hicieron el paseo los tres herederos: Chucho Solórzano, Calesero Chico y Manolo Armilla…

No era cualquier sínodo el que iba a apreciar la labor de los dos debutantes y del hijo del Poeta del Toreo, era toda la cátedra en su conjunto.

El triunfo de Jesús Solórzano

El hijo del Rey del Temple se había presentado en la Plaza México el 14 de julio de 1963 y llevaba desde entonces una sólida campaña novilleril con triunfos en las principales plazas del país. En esta su presentación en Aguascalientes, no haría excepción y ante el primero de su lote de esta señalada tarde, iniciaría un andar que convertiría a nuestras plazas en uno de sus talismanes. Así le vio don Jesús Gómez Medina:

Ya está en el ruedo “Solimán”, el primero de los astados de Matancillas. ¡Hermoso ejemplar de toro de lidia! Fino, recortado, con amplio morrillo y cómodo de pitacos. Y, además, muy bravo, muy dócil y alegre… Breve intervención de la peonería, y tras de ella, Chucho clava en tierra ambas rodillas para instrumentar un apretado farol. Luego, de pie, lancea al natural con gran lucimiento; añade dos airosas chicuelinas y concluye con la revolera. Y estalla la primera ovación… Un primer picotazo acepta el de Matancillas. Al librar, Solórzano se ciñe toreando por gaoneras a las que pone término con un remate al estilo de Lagartijo, el de Córdoba. Las palmas continúan sonando con estrépito… Segundo puyazo, recargando el morito. Y Calesero se adorna en dos chicuelinas y en la revolera final… El segundo tercio corre a cargo de Chucho. Y a fe que el muchacho lo hace con sobra de lucimiento, superándose de uno a otro par… El primero, un cuarteo bien igualado, precedido del giro que patentó Fermín. Para el siguiente Solórzano arrancó zigzagueando, al modo de Arruza, mejorando la ejecución y la colocación de los garapullos. Pero el tercero supera con creces todo lo anterior: ¡Cómo cuadró y alzó los brazos entre los propios pitones! ¡Y qué enhiestos y exactos quedaron los garapullos en lo más alto del morrillo! ¡Lo que se llama un gran par, un extraordinario par de banderillas! … Brindó Chucho al pueblo soberano. Y, sobre una y otra mano, fue forjando un trasteo que alcanzó su ápice en dos pases en redondo con la diestra, enormes de temple y longitud, y en otros tantos derechazos rodilla en tierra igualmente templados y con mando… El de Matancillas, nobilísimo, de sedeña embestida, daba pábulo a estas excelencias… Estocada honda, que hace doblar. Gran ovación. Doble otorgamiento de apéndices, que la protesta de las mayorías reduce a la mitad. Y dos vueltas al ruedo, entre aclamaciones y música, para el vástago del Rey del Temple… Durante el arrastre, los despojos del bravo “Solimán” recibieron el reconocimiento de los buenos aficionados…

El segundo de su lote se defendió y no se prestó a mayores florituras, no obstante Chucho hizo gala del oficio bien aprendido, pudo con él y lo despachó con limpieza, siendo premiado con la vuelta al ruedo.

El arte de Calesero Chico

El segundo del lote de Calesero Chico fue el que le permitió el lucimiento, después de que su primero fuera echado a perder por un puyazo trasero y bajo. Así lo relata don Jesús Gómez Medina en su crónica:

En el quinto, “Regalón”, noblote y suave de embestida, aunque sin mayor enjundia, reapareció el cincelador del pase natural… En tres o cuatro tandas, cruzándose con el socio, llegándole al sitio justo, insistiendo y tirando de él con admirable exactitud; templando, mandando, prolongando la dimensión del muletazo en fuerza de llevar embebido, aprisionado a “Regalón” en el embrujo de esa muleta tersa, pulida, como si el arte diese textura y gravidez a la ruin franela de que está construida, este nuevo Calesero buriló, frente al éxtasis colectivo, el pase fundamental del toreo de muleta… No dio para más la menguada acometividad del toro. Por ello, resultaron ociosos los posteriores intentos de Alfonso. El cual, tras de un pinchazo, clavó una estocada casi entera, que bastó… Gran ovación. Doble vuelta triunfal. Y una oreja recibida entre protestas: pero ganada de sobra con el prodigio de su toreo izquierdista…

La faena parecía encaminada hacia mayores alturas, pero la falta de fuerza de Regalón no le permitió más que lo que nos cuenta la crónica, que, no obstante, por lo que se lee, debió ser exquisito.

La presentación de Manolo Armillita

La relación que hace don Jesús parte de la añoranza, recordando la primera tarde en la que se encontraron en el ruedo de la Plaza San Marcos Armillita y Lorenzo Garza, y lo hace a propósito del vestido que llevó en esa tarde el maestro Fermín y el que en la novillada que narra, vistió su hijo Manolo:

El domingo 25 de abril de 1937, actuaron por vez primera en el coso San Marcos los colosos de la época: Fermín Espinosa y Lorenzo Garza… Fue aquella una corrida memorable, de la que, quienes la presenciaron, todavía se hacen lenguas. Fermín se ataviaba con un terno grana y oro; el de El Magnífico era blanco, con áureos bordados… Ayer, al presentarse ante la afición hidrocálida Manolo Espinosa, enfundábase en un terno similar al que ostentara en aquella remota fecha, su ilustre progenitor: corinto y oro… ¡Ah! Pero no fue tan solo el color del traje lo que nos hizo recordar el árbol de que es vástago este chaval. Su notable facilidad para realizar el toreo y el tranquilo desenfado con el que deambula por el ruedo y ante la cara de los bureles, son reflejo, indudablemente, de similares virtudes que en grado eminente poseyó Fermín… A Manolo, por lo que ayer le pudimos apreciar, fáltale madurar debidamente para que pueda exhibir cuanto de torero lleva dentro. Por hoy, su misma facilidad resta calor y brillantez a su labor. Le hace falta, por tanto, exponer más; mostrarse menos fácil, si ello fuere posible, para arrancar de las masas la reacción entusiasta que tan sólo se provoca por la vía de la emoción o del arte… Por lo demás, Manolo sabe torear, y torea estupendamente… “Flamenco” terminó aplomado. Pero ello no obstó para que Manolo Armilla llevase a cabo una faena limpia, desahogada, en la que, junto a los pases altos y de trinchera, intercaló derechazos y naturales con ritmo y mando; pero en pugna siempre con el agotamiento del burel… Llegado el capítulo de adornos, ciñóse Manolo toreando por manoletinas, en tal grado que se llevó una voltereta con rotura del flux. Volvió al bicho, para liquidarlo de una estocada contraria, que hizo pupa… Ovación estruendosa y vuelta al ruedo para el vástago de Fermín…

La experiencia de los toreros se fue reflejando en su manera de estar ante los novillos. Manolo Espinosa apenas se había presentado en los ruedos vestido de luces el mes de mayo anterior en Lima, donde tuvo un par de actuaciones triunfales, pero estaba comenzando a andar un camino que le llevaría a escalar cimas altas dentro de la torería mexicana.

Aguascalientes, agosto y toros

Como hemos podido ir apreciando hasta ahora, los toros de agosto en Aguascalientes han dejado notas para la historia. Son fechas que se dejaron de lado al concentrarse la actividad en la temporada de San Marcos, pero que, con imaginación y carteles interesantes, se pueden recuperar.

Hasta la próxima semana.

Aviso parroquial primero: Hace 15 años publiqué en estas mismas páginas virtuales una primera versión de este mismo asunto. (aquí)

Aviso parroquial segundo: Los resaltados en las transcripciones de la crónica de don Jesús Gómez Medina son obra imputable exclusivamente a este amanuense, porque no obran así en su respectivo original.

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