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domingo, 26 de noviembre de 2023

26 de noviembre de 1977: Miguel Espinosa Armillita recibe la alternativa en Querétaro

Miguel Espinosa, el menor de los hijos varones del Maestro Armillita, después de torear un importante número de festivales al lado de su hermano Fermín y de los hijos de otros toreros, sobre todo de la Edad de Plata mexicana, empezó a vestir el terno de luces el año de 1976. Se presentó con los del castoreño el 18 de marzo de ese año en Jiquilpan, Michoacán, alternando con Javier Tapia El Cala y Miguel Munguía El Inspirado para lidiar novillos de la ganadería de su padre y unos días después toreó una segunda en San Juan de los Lagos, Jalisco.

La tercera novillada de su carrera fue su presentación ante la afición de la ciudad en que nació, Aguascalientes, el domingo 18 de abril, en el festejo que ese año abría la Feria de San Marcos, disputando el trofeo del Cristo Negro del Encino, junto con Pepe Luis Vázquez hijo, Alfredo Gómez El Brillante, Carlos Liceaga, Juan Miranda y Pedro Loredo, ante un encierro de San Manuel.

Era una apuesta arriesgada, venir a abrir una de las ferias más importantes de América y matando un solo novillo, pero al final, lo resolvió con suficiencia y cautivando a la afición que se reunió en la plaza Monumental Aguascalientes, llevándose a su casa el trofeo en disputa, mismo que le entregó al final de la novillada Alfonso Ramírez Calesero.

Esa temporada torearía una veintena de festejos aquí en México y para 1977 marchó a hacer campaña en ruedos europeos, actuando en plazas de primer orden como Barcelona, Sevilla, Valencia o Pamplona. De su presentación en Barcelona, el 27 de marzo, escribió Julio Ichaso para La Vanguardia:

Es hijo del espada azteca Fermín Espinosa «Armillita», tan conocido y aplaudido en nuestras plazas. Se presenta Miguel, en Barcelona... Como dato curioso diremos que «Armillita chico» actúa en Barcelona precisamente en la fecha que su padre Fermín tomara la alternativa aquí, hace cuarenta y nueve años y dos días, para ser exactos... Miguel tomó las banderillas con buena ejecución y estilo. Muchas palmas... Brindó a Manolo Mateo, el decano de los reporteros gráficos taurinos. Muletazos con agobiante y artística lentitud. Aplausos y música. Lo muleteó por los dos lados... ovaciones... Entró a herir con facilidad, pero la espada enseñaba la puntita. Volvió con dos estoconazos más, concediéndole la oreja, despidiéndole con aplausos, así como a sus compañeros de terna y paseo a hombros por los «capitalistas»...

El jueves 9 de junio de ese 1977, actuó en el último festejo que se dio en la hoy extinta plaza de Las Arenas, también en la Ciudad Condal, junto con José Manuel Dominguín y Tomás Campuzano, ante novillos de Antonia Laa Sánchez.

El 6 de julio de ese mismo año, abrió la Feria de San Fermín en Pamplona, en un cartel en el que participaron los rejoneadores Álvaro Domecq y Joao Moura ante toros de Ramón Sánchez y a pie Miguel alternó con José Luis Palomar ante novillos de Diego Romero. A propósito de ese festejo, relató Vicente Zabala Portolés para el ABC madrileño:

He disfrutado hoy en Pamplona con la felicidad del viejo Armillita, que ha visto cómo su hijo triunfaba en una tarde plena de aciertos. El chiquillo (es un auténtico niño) me parece un estupendo remedo de lo que dicen que fue su padre. Le funciona la cabeza. Torea variado con capote, banderillas y muleta. Le veo talento y decisión para resolver problemas... El nuevo Armillita es torero de escuela. Su padre le ha enseñado el oficio. Se aprecian mil detalles, hasta en la resurrección del molinete con la izquierda y el saber estar en la plaza. Todo lo quiere hacer bien, aunque no siempre lo consiga. Junta las zapatillas para banderillear. Esto es muy difícil y meritorio. Tiene un montón de detalles importantes, que le pueden conducir a ese camino de ver cómo la dinastía azteca de los Armillitas se prolonga por lo menos una generación más. Hubo petición de oreja y vuelta en el primero. Cortó la oreja del sexto en medio del diluvio. Ahora a esperar. Hay que verle más veces. Nada de precipitaciones ni campanas al vuelo, pero el manito tiene muchas cosas de las que agradan al buen aficionado...

Esa fue en general, la impresión que Miguel Armillita causó en su paso por los ruedos de Europa en su campaña novilleril, que cerró con 35 festejos toreados y que, planteado su regreso a México, era con la finalidad de recibir la alternativa al inicio de la temporada mexicana.

La alternativa de Armillita Chico

La primera corrida de la Feria de Navidad de 1977 que ofrecía la empresa de la plaza Santa María de Querétaro, a celebrarse el sábado 26 de noviembre, se componía con ocho toros de don Javier Garfias para Manolo Martínez, Eloy Cavazos, José Mari Manzanares y Miguel Espinosa Armillita, quien recibiría la alternativa.

La crónica del festejo aparecida en el diario El Informador de Guadalajara, fue firmada por Luis Soleares, seudónimo de don Carlos Loret de Mola Mediz, quien dijo del toricantano:

Armillita Chico, Miguel Espinosa, de blanco y oro, recibió al primero de la tarde, “Arlequín”, de 515 kilos, con verónicas de muy buen corte que recordaron a las de su padre el maestro grande. El burel, de buen peso y magnífico trapío, como toda la corrida, acude bien para dos cuarteos con cites en el estribo. El tercero le resulta superior. Brinda el toro de la alternativa a su padre, Fermín, quien está entre barreras. Lleva a su enemigo a los medios, con trincherazos y firmas. Hay derechazos y cinco buenos naturales. Como el toro ya no pasa, lo cierra en tablas y le saca algunos naturales más. Luego medios pases y tres pinchazos, antes de una estocada entera...

Ante el octavo de la función, nombrado Solitario, el cronista le apunta nuevamente lucimiento en el segundo tercio y con la muleta en la mano izquierda, ante un toro que se quedó parado, concluyendo acerca de su actuación lo siguiente:

El público lo despidió con aplausos. Miguel Espinosa tiene el corte de su padre y su inteligencia para entender a los toros. Se augura que será un buen matador...

El resto de la corrida

Manolo Martínez, se llevó tres orejas en la espuerta; Eloy Cavazos le cortó las orejas y el rabo al primero de su lote y el sexto de la tarde, Aladino, número 37, con 478 kilos de peso, fue indultado, concediéndosele las orejas y el rabo simbólicos. Por las protestas de la concurrencia, se negó a dar la vuelta al ruedo, misma que dio en solitario el ganadero don Javier Garfias acompañado por dos de sus nietos. Por su parte, José Mari Manzanares le cortó las orejas y el rabo a Cobrador, cuarto de la corrida y primero de su lote.

En suma, una corrida que fue triunfal e histórica, pues en ella inició su andar por los ruedos como matador de alternativa un torero que durante casi tres décadas figuró en el primer plano de la fiesta en el mundo.

Concluyendo

De las narraciones transcritas podemos ver que en esas primeras tardes se nos describía a un torero más variado, que todavía se encargaba de cubrir el segundo tercio y que, con la muleta, empezaba a barruntar lo que sería el fuerte de su actuar en la cima de su carrera: el toreo al natural.

Miguel Armillita se despidió de los ruedos en Aguascalientes el 1o de mayo de 2005 y regresaría, testimonialmente, una sola tarde, la del 6 de diciembre de 2009, a la Plaza México, a confirmarle la alternativa a Cayetano Rivera Ordóñez.

Falleció en Aguascalientes el día 5 de noviembre de 2017.

domingo, 6 de noviembre de 2022

24 de octubre de 1992: la faena de Miguel Armillita en Madrid que convenció a todos


Julio Robles, nacido en Ávila, pero criado en Salamanca, había pisado por última vez el ruedo de la plaza de Las Ventas en la Feria de San Isidro de 1990. Fue en una tarde del último tercio de la feria, de la que, de acuerdo a las crónicas, poco quedó para el recuerdo. Así se lo contó a Belén Peralta, de El Ruedo:

Yo no estoy en la plaza de Madrid desde el uno de junio de 1990, que toreé una corrida del marqués de Domecq con Ortega Cano y el Niño de la Taurina.

Y efectivamente, fue la última vez, porque setenta y tres días después, al presentarse en la plaza francesa de Beziers, para lidiar una corrida de Cayetano Muñoz alternando con José Miguel Arroyo Joselito y Fernando Lozano, Timador, el primero de su lote, lo prendió en los primeros lances de capa, produciéndole una severa lesión cervical que lo dejó tetrapléjico y terminó abruptamente con su carrera en los ruedos.

El anuncio del magno festival

Al inicio de la temporada de hace 30 años, se le hizo un festival – homenaje en la plaza de toros de La Glorieta, en Salamanca, pero Victoriano Valencia, que en ese momento era gerente de la empresa que llevaba la plaza de Zaragoza, se empeñó y consiguió que se organizara otro, a final de temporada en la plaza de Las Ventas en Madrid.

Originalmente apalabró a Palomo Linares, Curro Vázquez, José Mari Manzanares, José Ortega Cano, César Rincón, Paco Ojeda, Juan Antonio Ruiz Espartaco, José Miguel Arroyo Joselito y al entonces novillero Javier Conde. Posteriormente, alrededor del 25 de septiembre, se anunció que el colombiano fue diagnosticado como portador del virus de la hepatitis C, por lo que en ese momento interrumpía su campaña, dejando varias fechas al descubierto, entre ellas la del festival que me ocupa en este momento, a celebrarse el 24 de octubre, por lo que se anunció que su sitio lo ocuparía Miguel Espinosa Armillita.

En la víspera del festejo, Emilio Martínez, que en esos días era encargado de la información taurina en el diario madrileño El País, informó lo siguiente:

…La recaudación íntegra del festival será para el diestro homenajeado, ya que los nueve ganaderos regalan sus toros, la Comunidad corre con los gastos de plaza – alrededor de 1.200.000 pesetas – y un conocido hotel cede gratuitamente las habitaciones para todos los toreros. El cartel lo componen los siguientes diestros y ganaderías: Palomo Linares (lidiará un toro de Torrestrella), Curro Vázquez (El Torreón), Manzanares (Daniel Ruiz), Ortega Cano (Samuel Flores), Armillita (Juan Pedro Domecq), El Soro – que sustituye a Paco Ojeda – (Marca), Espartaco (Núñez del Cuvillo), Joselito (Jandilla) y Javier Conde (Sampedro). El festejo empieza a las cuatro de la tarde… El cargo en taquilla asciende a cerca de 40 millones de pesetas, a los que hay que añadir los 15 que paga La 2 de TVE, que retransmite en directo el festival. El pasado martes acabó el plazo para que los abonados retiraran sus localidades, lo que sólo hizo alrededor de la mitad de los mismos… La organización corre a cargo de un comité que preside la condesa de Barcelona, y del que forman parte el ministro del Interior, la Comunidad de Madrid, el Centro de Asuntos Taurinos, la empresa de Las Ventas, los presidentes de las asociaciones profesionales taurinas y Victoriano Valencia, apoderado de Robles en agosto de 1990, cuando ocurrió en Beziers (Francia) la cogida que le dejó parapléjico…

Como se puede ver de esta segunda nota previa de El País, se presentó una segunda sustitución, la de El Soro por Paco Ojeda, pero en este caso no se explicaron las causas. No obstante, el cartel no perdió fuste.

La sublime tarde de Miguel Espinosa Armillita

El quinto novillo del festejo se llamó Imperdible, nació en marzo de 1989 y era de pelaje negro. Por tratarse de un festival no se le anunció peso, pero las imágenes que la prensa publicó en la época dejan ver que estaba bien comido y que era cómodo de cabeza. Ante ese Imperdible el hijo menor del Maestro de Saltillo dejaría su impronta en el ruedo de Madrid y es hasta estos días que se le recuerda como un gran artista de los ruedos. Sobre esa faena, escribió Joaquín Vidal en su tribuna del diario El País, al día siguiente del festejo:

Una voz salió desde los altos del tendido: “¡Llevamos cuatro toros y aún no he visto torear!”. Quizá exageraba aquella voz, o la moción resultaba discutible. Pero unos minutos más tarde se hizo presente Armillita Chico, embebió en la pañosa al torillo encastado, y ya no había discusión, todos de acuerdo: aquello era torear. Torear a lo grande; ciñendo el muletazo, relajado el cuerpo toreador, templado el pulso de la mano torera... Armillita Chico – toreo grande; oh, qué curiosos contrastes ofrece la vida… Le llaman Chico por distinguirlo de su padre, una gloria del toreo mexicano, que también se apodaba Armillita. Sólo por eso, pues el manito es un mocetón, y conoce la técnica del toreo bueno, y le fluye el arte. Bien que otras veces, en este mismo coso, no había podido demostrarlo. Los toros, ya se sabe. No es lo mismo lidiar un toro con las hechuras y los redaños habituales en Las Ventas, que el novillo encastadito y noble. Mas novillos encastados y nobles salieron varios en el festival, y quien supo hacerles toreo grande fue, precisamente, Armillita Chico… A hombros salió Armillita, que había hecho el toreo grande en sus dos fundamentales versiones – el redondo y el natural – y en los complementos, interpretados con exquisita torería. Y a hombros se hubiera querido llevar la afición a Julio Robles, en recuerdo de sus brillantes tardes venteñas. Ojalá. Ya lo dijo aquel espectador, portavoz de la plaza entera: “¡Animo, Julio!” …

Por su parte, Vicente Zabala Portolés, en el ABC de la capital española, se expresó de esta manera en su crónica del festejo:

...A la hora de valorar artísticamente las respectivas actuaciones, debemos resaltar la de ese colosal torero de dinastía, que se llama Miguel Espinosa «Armillita Chico», hijo del coloso Fermín, del mismo apodo, sobrino de uno de los mejores banderilleros de todos los tiempos, Juan Armilla, y hermano de toreros. Armillita Chico vino desde México, donde es la máxima figura, para demostrar, por fin, los motivos por los que manda en la fiesta del país hermano. Para nosotros estaba prácticamente inédito. Parece como si desde las alturas hubieran querido premiarle su gesto de cruzar el Atlántico, para adherirse al homenaje a un torero español. Y le pusieron un extraordinario toro de Juan Pedro Domecq, uno de esos toros que es capaz de buscarle la ruina a quien no sepa torear… Miguel llevó a cabo la más hermosa faena de la temporada madrileña. Es difícil torear mejor: Ejecuta las suertes con naturalidad, con ejemplar sentido de las distancias y un temple propio de elegidos. Torero de escuela, de muy buena escuela, torero por tradición y por vocación, artista genial e inspiradísimo, carente de afectación, con toda la técnica heredada del maestro Fermín, llamado por la afición española en su tiempo el «Joselito mexicano», y una cadencia de «faraón» azteca, como aquella que hizo enloquecer con su lentitud a la afición de la nación hermana, que nacía de las muñecas del maestro de Texcoco, Silverio Pérez… Los diez minutos que Miguel estuvo con la muleta delante del toro resultaron un deleite, para los que de verdad sienten y comprenden el arte de torear; Nada de afectación. Las suertes surgían de una manera fluida, armoniosa, increíblemente lentas, con unos modos y unas formas, que dábamos por olvidados… ¡Qué pena no poder presenciar esta faena en San Isidro y con un toro de San Isidro...! Pero torear así es difícil hasta de salón. Durante muchos años se hablará de la maravillosa obra de Armillita. Estoy seguro de que el maestro Fermín ya le había tocado las palmas a la hora de haber decidido cruzar el charco para tan altruista fin. Después se habrá sentido orgulloso de haber visto como el público español se levantaba de los asientos al remate de cada serie y los oles brotaban de las gargantas en catarata. Casi medio siglo después, Dios mío... El público salió muy satisfecho. La última ovación fue para Julio Robles. Los toreros cruzaron el ruedo entre ovaciones y Armillita Chico, como si el tiempo hubiera dado marcha atrás, casi medio siglo, salía en volandas por la puerta de Madrid. Ahora mismo no se habla de otra cosa. Si fuera capaz de repetirlo al toro en puntas..., mandaba a casa al noventa por ciento del escalafón…

Como podemos leer, Miguel Espinosa convenció hasta a la prensa más difícil de su día, mostrando un concepto del toreo en el que la pureza en la ejecución y el dominio de la técnica fueron el eje de toda la faena.

El eco de una tarde histórica

Al día siguiente del festival, Luis García, redactor del ABC de Madrid, se encontró a Miguel Armillita y le realizó una breve entrevista, de la que extraigo lo que sigue:

El éxito de Armillita en el homenaje a Julio Robles ha trascendido. En el Open de Golf de Puerta de Hierro se hablaba ayer del manito. Me dicen que también en el mitin mañanero del PSOE, en la plaza de las Ventas, los comentarios se dirigían a la excepcional forma de torear del diestro azteca. La cadencia, el ritmo, el buen gusto y la entrega del menor de los Armilla no nos va a resultar fácil olvidarlas.

Al mediodía del domingo todavía se nota que el torero mexicano no ha acabado de reaccionar del tremendo alboroto del sábado en la plaza de las Ventas: «La verdad es que todavía no tengo la mente muy despejada. Fueron muchas las emociones que viví en apenas diez minutos.»

- ¿Usted siempre torea así?

Sonríe y contesta: «Bueno, siempre no. Cuando los toros me lo permiten, sólo sé hacer lo que ustedes me vieron. Reconozco que no es fácil que salga un toro como el que me correspondió. En seguida me di cuenta de que era el idóneo para hacer el toreo que yo siento.

- ¿Quién le enseñó a usted a torear de esa forma? ¿Su padre?

- Mi padre me enseñó la técnica del toreo. Indudablemente algo se queda, pero mi padre alcanzó una dimensión que yo no podría alcanzar jamás, por mucho que lo intentara. Fermín Espinosa «Armillita» fue un caso excepcional en el toreo.

- Lo cierto es que nadie se esperaba esta actuación suya.

- Es cierto que en España no había tenido suerte. Desde mi confirmación, en mayo del año ochenta y tres, había venido varias veces a torear. En todas ellas anduve rondando el éxito, pero sin rematar nada. Tenía una gran espina clavada que por fin he conseguido sacarme…

Así, esa tarde otoñal de hace 30 años, en la que el toreo se volcó para reconocer y ayudar a uno de sus héroes caídos, le dio a Miguel Espinosa Armillita la ocasión de recuperar un sitio que se le había ido de las manos por sus desigualdades. Le permitió llegar a sumar una docena de tardes en la principal plaza de toros del mundo – para 1991 apenas llevaba 5 – y para quedarse en la memoria colectiva como el autor de una de las faenas más redondas que se han verificado en el ruedo de ese coso.

lunes, 23 de diciembre de 2019

Manolo Martínez y Amoroso de Mimiahuápam a 40 años vista

Manolo Martínez
La temporada 1979 – 80 en la Plaza México la vi casi completa. Constó de 17 corridas y Manolo Martínez fue cabeza de cartel en ocho de ellas. Así, a simple vista, queda claro que todo el peso del ciclo recayó sobre sus espaldas. Pero independientemente de que en la sexta de la temporada hubiera cortado dos orejas a Mira cómo voy de San Martín; en la octava, el rabo a Tejoncito de don Mariano Ramírez; o en la decimosexta otras dos orejas a Siempre sí de Los Martínez, en esa temporada se produjeron otros hechos que la hicieron trascender en su devenir histórico.

Uno fue la resurgencia de Antonio Lomelín, que en la decimocuarta corrida realizó una importante faena a Bien Nacido de Reyes Huerta, para el que se pidió el indulto. Ante la negativa del palco a concederlo, Antonio se metió al burladero de matadores a esperar los tres avisos para que el toro volviera vivo a los corrales y después fue aclamado como si en verdad se hubiera indultado al toro. Eso fue el preludio de lo que vendría dos domingos después con Luna Roja de Xajay y que lo pondría en figura del toreo.

También fue la temporada de la confirmación de Rafael de Paula, a quien casi nada pudimos ver en las corridas séptima y novena del serial y la de la emergencia de Marcos Ortega, quien se encontró con Boca Seca un gran toro de don Javier Garfias y supo aprovecharlo, dando al doctor Gaona otro elemento para dar variedad y revitalizar los carteles.

La segunda corrida de la temporada

Para el arranque de esa temporada, por alguna razón el nombrado doctor Gaona armó una especie de mini feria navideña, pues ofreció corridas el sábado 22 de diciembre de 1979 con la confirmación de César Pastor apadrinada por Curro Rivera, con el testimonio de Manolo Arruza y toros de Campo Alegre y el domingo 23, el segundo de esos festejos, que tenía por atractivo las presentaciones de Manolo Martínez, Miguel Espinosa Armillita y del hispano Lázaro Carmona, quien también confirmaría su alternativa. El encierro a lidiarse sería de San Miguel de Mimiahuápam.

Lázaro Carmona confirmó con Mensajero y realizó un gran quite por verónicas que le valió el trofeo al final de la temporada. Y el segundo de la tarde, Villancico se le fue vivo a Manolo Martínez entre la bronca correspondiente y Miguel Armillita le cortó la oreja a Peregrino, el quinto. Pero la gran obra se realizó en el cuarto, segundo del lote de Manolo Martínez.

Incluso Carlos León, cronista del extinto diario Novedades de la Ciudad de México, modificó sus criterios y modos de expresarse respecto del torero de Monterrey. En lo que interesa, en crónica epistolar dirigida al restaurantero Pedro Yllana, escribió lo que sigue:
Con el soberbio ‘Amoroso’, Manolo estuvo en coloso… Apoteosis de Manolo y Bailleres… ‘Amoroso’, el cuarto de la tarde, fue el ejemplar soñado. Y aunque el de las patillas, siendo de Monterrey, no es propenso al desperdicio de echar toda la carne en el asador cuando las chuletas están tan caras, se decidió y ha de haber dicho como reza el refrán ranchero: ‘¡Ora es cuándo yerbabuena, le has de dar sabor al caldo!’ Y vino el faenón sabroso, porque como usted sabe, hay que distinguir entre el apetito y el hambre, pues no es lo mismo hartarse que saborear. Y Manolo Martínez saboreó el yantar, contagiando al público con su apetito, que por igual se deleitaba con la sabrosura de las embestidas del mimiahuápeño que con la pasmosa facilidad con que el reinero consumía la apetitosa vianda. Ahora bien, como no hay loco que coma lumbre, él mismo propició el indulto antes que exponerse a fallar con el cuchillo. Y aquello fue el acabose, para el ganadero Don Alberto Bailleres y el artista, en una locura colectiva que parecía no terminar nunca, mientras se concedían, simbólicamente, los máximos apéndices…
Como lo señala el cronista al final de su relación, efectivamente la locura se apoderó de los tendidos. Me tocó vivirlo. Quizás Manolo Martínez realizó faenas mejores en esa plaza, pero esa tarde de hace cuarenta años embrujó a la afición que llenó la Plaza México y la rindió a sus pies. Hoy nos toca recordarlo y pensar que aunque no todo tiempo pretérito fue mejor, algunas de sus fechas merecen ser recordadas.

viernes, 3 de mayo de 2013

Tal día como hoy: 1985. Luis Fernando Sánchez corta cuatro orejas y dos rabos


El cartel anunciador de la
Feria sin el festejo del 3 de mayo
Lo que resultó ser al final la decimocuarta corrida de la Feria de San Marcos de 1985, fue un festejo extraordinario, porque no se anunció originalmente con el conjunto de los carteles del serial, sino que la confrontación entre cuatro toreros que durante el curso de las corridas que se fueron celebrando en su transcurso.

José Mari Manzanares, Miguel Espinosa Armillita, Ricardo Sánchez y Luis Fernando Sánchez habían tenido distintas tardes triunfales y en las que habían coincidido, se establecieron algunas rivalidades interesantes, sobre todo entre los tres diestros de Aguascalientes, que tenían en los tendidos un importante número de seguidores. De allí que la empresa decidiera reunir a los cuatro toreros en un cartel, que como decía, fue extraordinario por haberse anunciado ya con la Feria en curso y además, por el resultado que el mismo tuvo. Los toros que se lidiaron fueron de Torrecilla y Jorge BarbachanoVistahermosa – en lotes de cuatro de cada hierro, dada la premura con la que se tuvo que conseguir para organizar la corrida.

Luis Fernando Sánchez tuvo este día una de las tardes importantes en su historia. Se convirtió en el segundo torero en cortar las orejas y el rabo de los dos toros de su lote – Nimeño II lo había hecho unos años antes – y dejó sentado su interés de situarse como una de los toreros más importantes de México, apenas a dos años de su alternativa. De la crónica de don Jesús Gómez Medina extraigo lo siguiente:

Tarde triunfal de Luis Fernando. Cortó las orejas y el rabo de sus dos enemigos... El éxito singular de Luis Fernando se inició durante la faena muleteril de “Mexicano”, con el hierro de Barbachano y negro, listón, sin mucho respeto, con el que su matador empleó el capote más en funciones de brega que en búsqueda de lucimiento... Un puyazo en buen sitio y recargando aceptó “Mexicano”, que terminó sus días embistiendo con gran suavidad. Luis Fernando, molestado por el viento que intermitentemente barría la arena haciendo flamear el engaño, se fue al bicho y, previos dos o tres muletacillos de exploración, desafió a “Mexicano”, lo aguantó a pie firme y, acompañando con el rítmico movimiento del brazo la templada embestida del burel, trazó el derechazo, lo enlazó con los siguientes y remató la tanda entre el júbilo de los parroquianos... Luis Fernando puso término con una estocada delantera, completa, de efectos fulminantes. Ovación; las orejas y el rabo que se apresura a otorgar la autoridad... Y con el octavo “Buen Mozo”... que al final estaba reservón y a la defensiva, en tablas. Hasta allí fue Luis Fernando que inició su tarea con suaves doblones para estirarse a continuación en el toreo sobre la mano derecha, tirando del burel y obligándolo a seguir el dilatado trazo que marcaba la muleta. Y cuando el bicho se paró definitivamente; cuando se rehusó a embestir, Luis Fernando le puso el cuerpo entre los pitones a manera de acicate para obligarlo de esta manera a acometer, cuajando, así, muletazos extraordinarios... por último, entrando con enorme determinación, la estocada desprendida, mortal. Ovación, afloran los pañuelos en demanda de apéndices que se otorgan por entero, las dos orejas y el rabo más la vuelta al ruedo a paso lento...

En lo que refiere al resto de la corrida, Manzanares dio vuelta al ruedo tras la lidia del quinto y tuvo que matar el séptimo por imposibilidad de Ricardo Sánchez; Miguel Armillita fue silenciado en ambos toros de su lote. Por su parte, Ricardo Sánchez solo mató al tercero y tras de ello, dice la crónica que pasó a la enfermería por un malestar inespecífico y allí se quedó.

El festejo de hoy: Ganado de Teófilo Gómez para Eulalio López Zotoluco, Sebastián Castella y Diego Silveti.

Aldeanos