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domingo, 28 de julio de 2024

27 de julio de 1952: César Girón y Miguel Ortas abren la puerta grande de Madrid

César Girón y Miguel Ortas a hombros
Madrid, 27 de julio de 1952
Archivo Santos Yubero
La temporada en la Plaza de Las Ventas del año 52 del pasado siglo constó de 50 festejos y por escaso margen, la mayoría de ellos fueron novilladas. Cuando los aspirantes a ser matadores de toros despiertan el interés de la afición, que alcanza a percibir en ellos una auténtica entrega, por una razón difícil de explicar, prefiere verlos a ellos. Así, en ese calendario entre otros, se presentaron en la capital española Fermín Murillo, Antoñete, Jumillano y Pedrés por los hispanos; Raúl Iglesias, Carlos González, El Callao, Pepe Luis Méndez, Rafael García y por extensión Antonio Durán – sobrino de El Nili, que aunque nació en Sevilla, se crio e hizo torero aquí en México – entre los nuestros y los venezolanos Joselito Torres y César Girón.

Por esa razón afirma José Luis Suárez Guanes lo siguiente:

Este 1952 es un año de novilleros en Madrid: “Antoñete” apunta sus buenas disposiciones. Miguel Ortas – llamado el torero de la inspiración – tiene dos soberbias actuaciones los días 26 de junio y 27 de julio y César Girón arrolla en su segunda comparecencia, haciéndose con tres orejas, después de haber tenido una presentación gris. Pero la primavera había dado el florecer – después no confirmado – del buen estilo del mexicano Manolo Márquez y del venezolano Joselito Torres... Pero “Jumillano” y “Pedrés” son la pareja que revoluciona el cotarro...

Justamente don José Luis hace referencia expresa a la tarde que hoy me tiene aquí, la de hace 72 años, cuando para lidiar un encierro de Marceliano Rodríguez, se anunció al torero de la calle de General Pardiñas, Miguel Ortas, al venezolano César Girón y la presentación del mexicano Rafael García, anunciado en su paso por las plazas españolas como Rafael García Olmos. La plaza se llenó hasta la bandera, según refleja con brevedad la crónica que escribió don Luis Uriarte, firmando como El de Tanda, para la Hoja Oficial del Lunes de Madrid.

El triunfo de Miguel Ortas

El cuarto toro del encierro titular fue devuelto a los corrales por su manifiesta debilidad y sustituido por un sobrero de Alipio Pérez Tabernero Sanchón, de nombre Pirulero, que fue el que permitió al torero madrileño el mantenerse en la preferencia de la afición madrileña. El nombrado Luis Uriarte, describe así la actuación de Miguel Ortas ante ese toro:

El cuarto, por su cojera, fue sustituido por un toro de Alipio Pérez T. Sanchón; un toro en toda la extensión de la palabra, bravo y noble, pero con muchas facultades y mucho poder. No se asustó Ortas, y, artista como es, y valerosamente, con ganas de triunfar, lo muleteó muy bien sobre la derecha, redondeando algunos pases al natural magníficamente con mando y temple de buen torero; se adornó en otros muletazos de positiva inspiración, que arrancaron nutridos y prolongados aplausos, y tuvo el tropezón de resbalar al entrar a matar, por lo que el estoque no profundizó más de sus tres cuartas, y de no acertar con el descabello hasta el tercer intento, lo que, si no le privó de la oreja, influyó en que algunos protestasen su concesión. El público le hubiese aplaudido más en la vuelta al ruedo si el presidente se hubiera reservado el pañuelo blanco. Parecen paradojas, que, en realidad no lo son. Pero el caso es que Ortas mantuvo y aún acreció su cartel de torero artista…

Giraldillo en su crónica del ABC de Madrid, toma como eje de su narración justamente la divergencia de pareceres en cuanto al otorgamiento de los trofeos en esta señalada tarde:

Para un observador, por imparcial sereno, lo más curioso, y por ello digno de estudio, no estuvo lo que ocurría en el ruedo durante la novillada del domingo, sino en los tendidos: en la pugna entre el número de los que se contentan con casi todo, y la minoría, a quien no satisface casi nada... El hecho que promovió las discrepancias fue la concesión de una oreja a Ortas, en el cuarto novillo, y de dos a Girón, en el quinto, y en la salida de ambos espadas a hombros por la puerta principal del coso...

La unanimidad en las cosas de los toros es algo complicado de conseguir y el resultado del festejo nos deja claro que hay tantas opiniones como cronistas y asistentes a un festejo podamos consultar. En algún otro sitio he sostenido que esta fiesta es abiertamente democrática y este aspecto en el que se impone el criterio de la mayoría, es prueba de ello.

El golpe de autoridad de César Girón

Un par de semanas antes de este festejo, César Girón se había presentado en Las Ventas y había pasado prácticamente en silencio por su redondel. En esta segunda y última tarde en la que como novillero actuaría en la principal plaza del mundo, salió decidido a reiterar el porqué de la nombradía que había adquirido en las distintas plazas de España y Francia desde el año anterior, a partir de su debut con picadores.

Esa tarde se enfrentó a Jocinero, corrido en segundo lugar, al que cortó una oreja y a Perdiguero, número 11, salido en el llamado lugar de honor, un toro al que se le otorgó la vuelta al ruedo a sus despojos, pero que no pudo ser completada por las protestas de la concurrencia. Escribe Antonio Bellón en su tribuna del diario Pueblo:

Al quinto le dieron una casi vuelta al ruedo. Si fue como premio a la presentación y juego de la corrida, puede admitirse, poro creemos que estos honores debían ser ordenados por la presidencia…

De lo escrito por Bellón pareciera que la vuelta al ruedo se la dieron los mulilleros motu – proprio, pero en realidad, en todas las relaciones del festejo, se consigna que la presidencia sí la concedió. La actuación de Girón ante este toro, es descrita así por El de Tanda:

Lo veroniqueó bien, lo banderilleó con tres pares de brillante ejecución, aunque cayeron algo bajos, y lo muleteó extraordinariamente toreando... eso: toreando. ¡Como se debe torear! Ya saben ustedes como lo explican los cánones; pues así. Hubo algunos redondos con la derecha, para terminar con un cambio de mano y rematar con el de pecho sobre la izquierda de soberbia factura. Al iniciar un natural sufrió una asustante cogida – asustante para los espectadores, no para él – y, tras de un pinchazo, otra no menos aparatosa al dar una estocada de fulminantes efectos, El momento fue de esos emocionantes, que sólo se registran en nuestra fiesta de toros. Girón cortó las dos orejas, dio la vuelta al ruedo y todavía está oyendo aplausos. O es que aún nos resuenan a nosotros en los tímpanos…

Por su parte, Antonio Bellón relata lo siguiente:

…en el quinto llegaba el gran triunfo, claro y diáfano para todo el mundo. Huidillo de primeras, el toro se crecía con el castigo, y César se agigantaba con el capote, y en su banderillear – correcto, y buen peón, Guillermo Martín, al cederle los palos desmonterado – con todas las ventajas para el toro. Un par con cite, arrojando la montera, fue de maestro… La faena de muleta fue a más y a más. Comenzada con un torero cambio de citar con la muleta como trinchera y rematar al natural, César, en la primera parte de su trabajo, fijaba al toro, que no era una malva, y por ello fué cogido el espada y trágicamente volteado al ser prendido por la faja, hasta romperse ésta. La voltereta envalentonó más a César, y sin perder su temple y mando, ovacionado apoteósicamente por la multitud, cuajaba pases precisos y preciosos y volcaba la Plaza a su favor en aclamaciones continuas y entusiasmadas. Pinchó en lo alto. Fue cogido y zarandeado al dejar un volapié. La plaza, nevada de pañuelos pidió una oreja, luego otra, y en una vuelta al ruedo con los sangrantes triunfos en las manos, César Girón rendía la fuerte Plaza de Madrid, se la guardaba en el bolsillo izquierdo de la casaquilla junto al corazón, y para todos los que creyeron y los que dudaron, era un matador de toros de fuste…

Las narraciones coinciden en que la obra del torero venezolano fue de las que dejan huella en la afición y en la historia, y sobre todo me llama la atención la de don Luis Uriarte, que define con brevedad las razones de su triunfo: lo consiguió toreando, así sin más adjetivos, cosa que hoy parece muy lejana y difícil de lograr.

La presentación de Rafael García

A nuestro paisano le tocó el lote más complicado de la corrida, formada por Jolín y Lavandero, los dos novillos de menores posibilidades. Abrevió en el tercero, que fue debilucho y ante el sexto, las lecturas dejan ver que no se acomodó. Sigue contando Antonio Bellón:

García Olmos, entre la preocupación natural de su salida a Madrid, y su lote, no suave, y el ser no novillos, sino toros para un torero poco placeado, hizo que estuviese hábil y breve, y en un día más tranquilo y adecuado se verá la valía de este mejicano, ayer ante una dura y difícil papeleta…

Por su parte, con mayor extensión, refiere El de Tanda, en la Hoja Oficial del Lunes:

Del debutante mejicano, Rafael García Olmos, poco se puede decir. Empezó veroniqueando bien, pero no pudo sacar partido de un bicho que apenas si se tenía en pie, y se limitó a despacharlo de una estocada, lo que no agradó a la gente. Blando el sexto novillo, con menos casta que sus hermanos, Olmos, que, al parecer, necesita del toro que se le vaya encima, porque tiene el defecto de no aguantar la embestida, tampoco acertó a dominar la situación, y el respetable le manifestó su desagrado cuando concluyó su labor con una estocada corta tendenciosa y un descabello al tercer intento…

Como podemos ver, la fortuna no estuvo al lado de nuestro paisano el día de su presentación en Madrid. 

La crítica a las salidas en hombros

Al final del festejo, César Girón y Miguel Ortas fueron sacados en hombros de la plaza, por la Puerta de Madrid, por grupos de capitalistas. Aunque Antonio Bellón en Pueblo y Benjamín Bentura Barico en El Ruedo parecen estar conformes con los trofeos concedidos, por su parte Manuel Sánchez del Arco Giraldillo en el ABC madrileño y don Luis Uriarte El de Tanda en la Hoja Oficial de Lunes, se pronuncian en sentido contrario:

Escribe Giraldillo:

El hecho que promovió las discrepancias fue la concesión de una oreja a Ortas, en el cuarto novillo, y de dos a Girón en el quinto, y en la salida de ambos espadas a hombros por la puerta principal del coso... Ni lo uno ni lo otro representa ya gran cosa como hecho, a fuerza de repetido, aun cuando se produzcan con unanimidad. Acaso, lo mejor para Ortas hubiera sido la petición de oreja y la ovación; y para Girón, una oreja solamente... Ni alegrías de verbena, ni gravedad de tribunal...

Y por su parte, El de Tanda, lacónicamente, para cerrar su crónica, pregunta:

Como final, un ruego: ¿por qué no le echan un cerrojo a la puerta grande? …

Así estaba el patio hace 72 años… Y creo que no hay mucha diferencia con lo que hoy sucede.

Lo que después vendría

Curiosamente, sería Rafael García el primero de la terna en recibir la alternativa. Julio Aparicio en presencia de Curro Ortega – también mexicano – lo investiría matador de toros el 14 de septiembre de ese mismo 1952 en Barcelona, cediéndole los trastos para despachar al toro Clavellino del Vizconde de Garci – Grande.

El siguiente en doctorarse sería César Girón, quien, en el cierre de la Feria de la Merced, dos semanas después, el 28 de septiembre, recibiría los trastos de manos de Carlos Arruza, que se despedía de la afición barcelonesa, en presencia de Agustín Parra Parrita, para despachar al toro Farolillo de don Antonio Urquijo.

Por su parte, Miguel Ortas regresaría a torear todavía otra novillada a Madrid en julio del siguiente año y recibiría la alternativa en Linares el 28 de agosto de 1953, cuando el gran Domingo Ortega y atestiguando justamente César Girón, le elevó al grado de matador de toros, cediéndole al primero de los de Fermín Bohórquez lidiados en esa tarde.

De la terna de la novillada que hoy trato de comentar, la figura indiscutible de los ruedos sería sin duda, César Girón, cabeza de una importante saga de toreros venezolanos, y durante dos décadas paseó esa dignidad por las principales plazas de todo el llamado planeta de los toros.

César Girón falleció en un accidente automovilístico en Venezuela el 19 de octubre de 1971; Rafael García murió por causas naturales el 3 de julio de 2005 en Querétaro y Miguel Ortas, también por causas naturales el 14 de julio de 2022, en las cercanías de la Ciudad de México, donde estuvo avecindado desde el año de 1954.

Aviso parroquial: Los resaltados en las crónicas transcritas son imputables únicamente a este amanuense, porque no obran así en sus respectivos originales.

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