Esa feria resultó triunfal en su resultado, porque en la corrida de la víspera de la Navidad, Alfredo Leal y Joselito Huerta le cortaron las orejas y el rabo respectivamente al segundo toro de su lote, en tanto que Antonio del Olivar se llevaba las dos orejas del toro que cerró el festejo. En la corrida del día de la Natividad del Señor, el triunfador sería Del Olivar, que le cortaría el rabo al quinto del encierro.
La plaza Colón perecería a los golpes de la picota, pero Querétaro no se quedaría sin toros para las navidades del año 62. Así lo explican Miguel Luna Parra y Federico Garibay Anaya en su obra México se viste de luces:
Al llegar la época navideña de 1962 y por consiguiente la tradicional feria queretana, no existía una plaza para celebrar las imprescindibles corridas de toros. A la sazón el licenciado González Jáuregui era el presidente de la junta de los festejos y no permitió que se rompiera la tradición, improvisó una placita llamada “Santiago” en la esquina de Próspero C. Vega y 16 de Septiembre, en la que organizó una capea con reses de su propia ganadería que lidiaron Alfonso Ramírez “Calesero” Manuel Capetillo y otros novilleros que con ellos venían...
Al final del festejo, se paseó una manta por varios aficionados queretanos señalando que su ciudad necesitaba una plaza de toros y en la cena que se ofreció para cerrar las festividades, el licenciado González Jáuregui prometió construir una plaza para la afición de Querétaro.
La plaza Santa María
Don Nicolás González Jáuregui, abogado, filántropo, criador de toros de lidia y viticultor entre otras actividades, contrató de inmediato, señalan Luna Parra y Garibay, a la constructora Sigma para la realización de las obras tendientes a levantar una plaza de toros en un predio de su propiedad, que en esos días estaba ubicado en un polígono circundado por la autopista a Celaya o Avenida Constituyentes Poniente, la carretera libre a Celaya, el Hotel Real de Minas y una zona comercial y una calle de reciente apertura destinada también a la edificación de un conjunto comercial.
El proyecto que se presentó conforme iba avanzando la obra, reflejaba un edificio con rasgos de estilo colonial mexicano, con una arcada cubierta por tejas y cuatro torreones que resguardan las escaleras que permiten el acceso a los tendidos altos de sol y de sombra.
Al irse adelantando la obra, se fue anunciando que la capacidad del nuevo coso sería de alrededor de 13,000 espectadores y que, en una especie de localidad de contrabarrera, se instalaría el restaurante – bar Santa María, que aparte de prestar servicio continuado, los días de corrida permitiría, desde sus instalaciones, apreciar cómodamente los festejos.
Lo apresurado de la decisión de edificar el coso, hacía dudar a la afición de Querétaro sobre la oportunidad de su conclusión, y, sin embargo, el promotor de su edificación anunció con oportunidad la celebración de la feria navideña correspondiente al año de 1963 en su redondel, consistente en tres corridas de toros a celebrarse los días 22, 24 y 25 de diciembre.
El cartel inaugural lo formarían Alfredo Leal, Antonio del Olivar y Miguel Mateo Miguelín, ante toros de Santa María. La segunda corrida se celebraría con toros de San Diego de los Padres para Manuel Capetillo, César Girón y Joselito Huerta y cerraría la feria un encierro de La Punta, con un toro para rejones de Santa María con la actuación de Juan Cañedo a caballo, Antonio del Olivar, Santiago Martín El Viti y Manuel García Palmeño.
Así pues, anunciada la feria, la plaza tendría que concluirse a todos los pesares.
La tarde de la inauguración
Refieren Miguel Luna Parra y Federico Garibay Anaya:
El plazo se cumplió y la plaza quedó lista para abrir sus puertas a la afición el 22 de diciembre de 1963. A las 12:00 horas el obispo de Querétaro la bendijo y a las cuatro de la tarde partieron plaza Alfredo Leal, Antonio del Olivar y Miguel Mateo “Miguelín”... Después del paseíllo dieron la vuelta al ruedo los tres toreros, el creador de la plaza y los aficionados Juan Peñaloza y Manuel Cisnel, quienes hicieron un reconocimiento de la afición queretana al tantas veces mencionado licenciado...
El resultado de esta esperada corrida de toros no fue precisamente el deseado por la afición. Escribió el corresponsal de El Redondel para la edición de este semanario aparecida el 29 de diciembre siguiente:
El cartel para la primera corrida de feria, la inaugural del flamante coso, fue el siguiente: seis toros de Santa María, del propio señor González Jáuregui, para Alfredo Leal, Antonio del Olivar y el hispano Miguel Mateo “Miguelín”... Leal cumplió en sus dos adversarios, sin poder ligarle faena a ninguno, por no prestarse a ello. Como siempre que torea este diestro, tuvo detalles de clase y finura, que le fueron celebrados... Antonio del Olivar toreó muy bien de capa y de muleta a su primero, del que se le concedió una oreja, protestada por algunos y que él acabó por tirar, dando la vuelta al ruedo. Su segundo fue difícil y lo despachó con brevedad y aseo... “Miguelín” estuvo muy valiente toda la tarde, y fue ovacionado por su extrema voluntad en agradar al público...
Quizás el resultado de la corrida no fue el apetecido, pero la palabra dada estaba cumplida. Querétaro tenía ya su plaza de toros y una de primerísima categoría.
Los dos festejos restantes
La corrida del 24 de diciembre tampoco se vio envuelta en el éxito. Manuel Capetillo tuvo lucimiento por momentos; César Girón pudo dar una vuelta al ruedo tras de despachar al quinto de la tarde y Joselito Huerta saldó su actuación con dos vueltas al ruedo tras de terminar la lidia del tercero.
La corrida del día de Navidad fue la en la que se produjeron los triunfos. Sigue diciendo el corresponsal de El Redondel:
La tercera corrida de feria fue la mejor, debido, entre otras cosas, a que el ganado fue propicio para que los toreros armaran el escándalo. Los toros de La Punta, muy bien presentados, cumplieron a satisfacción de todos... Juan Cañedo rejoneó a un toro de Santa María, demostrando sus grandes cualidades de caballista... Antonio del Olivar topó con los astados menos propicios, y sin embargo dio la vuelta al ruedo, tras de hacer en su primero una excelente faena, siendo aplaudido en el otro... Santiago Martín “El Viti”, veroniqueó superiormente a su primero, que se acalambró después, siendo necesario apuntillarlo durante la faena de muleta. En su segundo, buenos lances; una gran faena con el trapo rojo, plena de dominio, y una estocada hasta el puño, que le valió cortar las dos orejas... “Palmeño” fue ovacionado toda la tarde, pues con capote y muleta se arrimó lo indecible, conquistándose al público. Sus dos faenas fueron temerarias, y como mató bien, cortó cuatro orejas, entre innumerables vueltas al ruedo... Hubo un octavo toro, de Santa María, que fue estoqueado por Tomás Abaroa, para quien hubo aplausos, en premio a su mucha voluntad...
Así pues, la feria de inauguración de la plaza Santa María concluyó en un ambiente triunfal, augurando que ese nuevo coso podría ser el escenario de grandes fechas dentro de la historia del toreo mexicano.
El devenir de la plaza
La Plaza Santa María de Querétaro fue efectivamente un enclave que mantuvo el interés por la fiesta de los toros, sobre todo en la capital de la República y sus zonas aledañas, en los tiempos en los que la Plaza México, por distintas razones, permanecía cerrada.
Fue el escenario que Paco Camino eligió para su retorno a México después de alrededor de una década de ausencia y en donde escribió brillantes páginas de su historia torera, señalándose como una de las principales del país en esos días.
Hoy está inactiva, se afirma que por un problema de carácter estructural, mismo que incluso pone en peligro su continuidad. Esperemos que exista la voluntad y la afición para resolver ese problema y devolver a Querétaro y a su afición la fiesta que merece.