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domingo, 23 de mayo de 2021

22 de mayo de 1971. Los toros de Mimiahuápam en la Feria de San Isidro (II/II)

La vuelta al ruedo de Amistoso, cuarto de la tarde
Plaza de Las Ventas, Madrid, 22/05/1971
El San Isidro de 1971 se anunció con 16 corridas de toros y una de rejones. Traía como novedades las presentaciones de Eloy Cavazos y Curro Rivera que acudían a confirmar su alternativa, la reaparición de Antonio Lomelín después de su gran tarde con los toros de Alonso Moreno el año anterior y por supuesto, el anuncio de nueva cuenta, del encierro de Mimiahuápam para el sábado 22 de mayo, noveno festejo del serial, en un cartel que encabezó Victoriano Valencia quien alternaría con Antonio Lomelín y José Luis Parada, actuando al mediar el espectáculo el rejoneador Fermín Bohórquez.

La corrida se exhibió en La Venta del Batán y de ello dio cuenta el semanario El Ruedo en su número del 13 de mayo de la siguiente manera:

Como es lógico, ya están preparados en la Venta de “El Batán” los primeros toros que se correrán en las próximas fiestas madrileñas de San Isidro. Son ocho corridas de toros, que por orden de cartel son las siguientes: Atanasio Fernández, Alonso Moreno, Fermín Bohórquez. Samuel Flores, Baltasar Ibán, José Luis Osborne, Juan Mari Pérez Tabernero y los toros mejicanos de Mimiahuápam… Los distintos encierros están siendo muy visitados por los aficionados madrileños, dando al ambiente general de los corrales un colorido hartamente taurino… De estampa parece que no están mal, aunque unos poseen mejor presentación que otros. En cuanto a bravura se refiere..., eso, amigos, habrá que esperar a que suenen los clarines para emitir veredicto, que deseamos sea bueno, en favor de los propios espadas…

La tarde del 22 de mayo de 1971

Fue un sábado lluvioso y conforme a las crónicas eso desalentó a los aficionados para asistir a la plaza. Además, en un alarde que a la vuelta de los años me parece comercialmente desleal, en Carabanchel se anunció una doble encerrona de Palomo Linares con toros de distintas ganaderías, lo que también, seguramente, incidió en la baja ocupación de localidades en Las Ventas.

Los tres toreros, según Julio de Urrutia, cronista del diario Madrid, vistieron de granate y oro y los toros de don Luis Barroso Barona salieron al ruedo en el siguiente orden: el número 21, Hermano, con 522 kilos de peso; el 22, Cariñoso, pesando 520 kilos; el 14, Manito con 509 kilos; el 33, Amistoso que dio en la báscula 536 kilos; el 58, Cuate de 561 kilos y el 39, Amigo pesando 524 kilos, promediando el encierro 533 kilos. Es importante señalar que, con el diferimiento de su lidia, la corrida era cinqueña.

Acerca del juego de los toros, el propio Urrutia, en su crónica aparecida en Madrid el 24 de mayo siguiente, refiere:

La segunda nota de la corrida radicó en la buena impresión que causó a los aficionados toristas el encierro de Mimiahuápam, compuesto por seis toros recriados el último año como se sabe en la finca “Los Alburejos”, de don Álvaro Domecq. Dentro del peculiar tipo zootécnico mexicano, recogido y breve de cabeza, los toros de don Luis Barroso, sobre todo los corridos en los primeros lugares, hicieron buena pelea con los caballos, saliendo a dos varas por cabeza, y el cuarto concretamente, qué derribó al varilarguero, encajó nada menos que cuatro. Ya sabemos que la vuelta al ruedo que se dio a “Amistoso” resultó excesiva a todas luces. Pero como, en suma, se trataba de una corrida mexicana y como, a excepción también de otra de Piedras Negras, que se lidió aquí hace muchos años, jamás en España se hablan corrido toros de las tierras dé Gaona, puede admitirse el galardón sin censuras mayores y como premio al comportamiento general de los toros de don Luis…

Al segundo, el número 22, Cariñoso, Antonio Lomelín le cortó la única oreja de la tarde. Siguiendo la narración de Julio de Urrutia, podemos advertir entre otras cosas, lo que sigue:

Antonio Lomelín mostró desde un principio la perfecta compenetración que le unía al de Mimiahuápam. Como si fueran viejos conocidos, toro y torero se complementaron en la lidia, cumpliendo aquél como bueno en la embestida y replicando éste al desafío con una faena sobria, tranquila, muy torera… Lo mejor de su oficio está, no obstante, en el volapié. En este segundo de Mimiahuápam cobró en los medios una estocada hasta la bola que le valió la petición de dos orejas. Hizo muy bien el presidente en no conceder más que la primera, reservando la otra para las grandes solemnidades…

Refiere el mismo Urrutia que Victoriano Valencia realizó a Amistoso, el cuarto de la corrida, una faena de gran calado, misma que comparó con aquella de Carpeto de Palha, la de un toro Talaverano o la de otro del Conde de la Corte en el ruedo madrileño, pues tuvo que lidiar y poderle al toro, para enredárselo después. Los fallos con la espada le hicieron perder trofeos, pero allí quedó su impronta:

“Amistoso” llegó a la muleta de Victoriano tras de pasar de forma descompuesta en cuatro ocasiones distintas por el trapo rojo de un espontáneo, que es el primero por ventura que hemos visto lanzarse al ruedo con corbata. Valencia no se arredró por tan desalentadores comienzos, antes bien, y dándose se perfecta cuenta de que se hallaba ante un toro bravo y cinqueño, y, por tanto, de mucho sentido, lo trasteó por bajo con unos doblones extraordinarios, para exhibir después toda la gama del toreo en redondo que fue lo mejor de la tarde. “Amistoso” remitió poco a poco en sus acometidas ante la muleta dominadora de Victoriano y éste terminó en lidiador, dueño absoluto de la pelea. Las dos orejas estaban teóricamente en sus manos… Para mí ésta es la cuarta faena en calidad de las muchas que he visto a este torero, con más cicatrices hoy que laureles en su carrera…

Por su parte, el sanluqueño José Luis Parada no pasó de estar discreto. 

Lo que después siguió

Juby Bustamante, en la misma edición del diario Madrid, da cuenta de una entrevista al ganadero mexicano. Entre otras cosas, don Luis comentó:

...en el local del regocijo, estaba todo el Madrid taurino. Que es otro del “todo Madrid” que estamos acostumbrados a ver, pero que son también muchísimos y muy vistosos. Toreros, que una recuerde por la cara inconfundible, estaban Dominguín y Valencia, y Girón, y los mexicanos de este año, y cantidad de ganaderos y empresarios, críticos y amigos, aficionados de una y otra tierra…

- ¿Contento? No; estoy feliz…

- Objetivamente, ¿cómo encontró los toros de esta tarde?

- Yo estoy muy satisfecho. Creo que todos han sido bravos, con trapío y nobleza, con clase. Y que se han prestado al lucimiento de los toreros…

- Se discute sobre el cuarto y el segundo, ¿por cuál vota usted?

- Para el torero, mejor el segundo. Para el ganadero, el cuarto.

- En total, que esta ha sido una noche grande:

- Primero, como mexicano, y después, como ganadero…

De pleno derecho don Luis Barroso Barona estaba exultante, la presencia de sus toros y el juego de ellos, en especial el cuarto Amistoso, que fue premiado con la vuelta al ruedo, le daba ese derecho. Casi un año después en el número de El Ruedo aparecido el 7 de marzo de 1972, se leía esta información:

El 22 de mayo de 1971 se presentó en Madrid la corrida mejicana de Mimiahuápam en la novena corrida de la Feria de San Isidro… Para el ganadero fue un afortunado debut, a pesar de no haberse «dejado», cortar las orejas, a excepción del quinto, que cedió una al diestro mejicano Antonio Lomelín. Pero la calificación, en general, fue buena. Por ello, quizá, durante la lidia, el representante del ganadero decidió que las cabezas de las seis reses fueran reservadas para su disecación, operación que llevaría a cabo el conocido taxidermista don Justo Martín Ayuso. Pero la decisión, desde que se tomó hasta que llegó la orden al desolladero, se debió tergiversar y solo cuatro de las seis cabezas fueron diseccionadas debidamente para el fin perseguido… Hoy, las cabezas de los cuatro toros, debidamente elaboradas, están dispuestas para su embarque a Méjico. Son las de los toros lidiados en primero, segundo, cuarto y quinto lugares, cuyos nombres eran: «Hermano», «Cariñoso», «Amistoso», y «Cuate». Los toros lidiados en tercero y sexto lugares: «Manito» y «Amigo» son los que quedaron sin perpetuación…

La leyenda relata que un séptimo toro, el número 45, se quedó en Los Alburejos y que don Álvaro Domecq lo usó como reproductor. No encontré registro o declaración pública de ese hecho, pero de ser así, se trataría de un caso único en la historia del toro de lidia en el mundo, pues la práctica usual es que la simiente venga de España a América y no a la inversa, pero esa es una historia que solo los involucrados nos podrían contar.

Aquí concluyo esta relación, que pese a su extensión resulta ser breve, de unos hechos ocurridos hace medio siglo y que confirmaron a don Luis Barroso Barona como el ganadero mexicano más importante de la segunda mitad del siglo XX.

Aviso Parroquial: Los resaltados en los textos de Julio de Urrutia que se transcriben, son obra exclusiva de este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.

Aldeanos