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domingo, 15 de septiembre de 2019

Toreo en la Maestranza cuando me da la gana don José...

Ignacio Sánchez Mejías en su despedida en Ávila
Fotografía: Manuel Vaquero
© Manuel Vaquero - Archivo Ragel - Carlos González Ximénez
10 de octubre de 1922
Esto que hoy les presento aquí, lo había publicado hace ya algo más de ocho años en Tauropedia, una magnífica bitácora que administra Carlos González Ximénez y en la que nos presenta imágenes captadas por las lentes de las cámaras de Aurelio Rodero y Manuel Vaquero

En aquella ocasión, Carlos tuvo a bien presentarme algunas fotografías de Ignacio Sánchez Mejías y me sugirió que escribiera algo acerca del torero sevillano. Dándole vueltas a la situación me vino a la mente aquél hecho no igualado que ocurrió la tarde del 21 de abril de 1925, en la que actuaron ante toros de Santa Coloma, Manuel Jiménez Chicuelo, Martín Agüero, Juan Luis de la Rosa y Litri. Enseguida, lo que sucedió.

Algunos antecedentes de la situación

Ignacio Sánchez Mejías concluyó la temporada de 1922 en Ávila, estoqueando siete toros, tres de Antonio Pérez Tabernero, tres de Argimiro Pérez Tabernero y el sobrero de García de la Resina él solo. Al terminar la corrida, la sensación de que no había manera de satisfacer el interés de la afición con su actuar en el ruedo, le hizo declarar lo siguiente a Eduardo Palacio, cronista del diario madrileño ABC:
Sí, esto se concluyó; cuando me jugaba desesperadamente la vida en el último toro, lo tenía decidido firmemente; el público no me quiere, me exige que me cuelgue de los pitones, lo hago por darle gusto, por escuchar su aplauso enloquecedor, y aún así me lo regatea tacañamente; he sido vencido en lucha tan desigual y lo dicho, amigos míos, esto concluyó...
Se dedicaría a su familia y quizás a escribir, pero en esos momentos, los toros estaban fuera de toda cuestión.

Pese a todo, pudo más su afición y a mediados de la temporada de 1924 volvió a los ruedos y no obstante su tardío inicio, logró sumar 42 fechas. En esa temporada se conformó la Asociación de Empresarios y Propietarios de Plazas de Toros de España, que tenía como cabezas visibles a los señores Linaje (Madrid), Arau (Bilbao), Ucelayeta (Bilbao), Vallejo (Valladolid), Elío (Vitoria), Santiuste (Vitoria) y muy principalmente a José Salgueiro de Sevilla, que era la eminencia gris, aunque Linaje fuera el Presidente.

El funcionamiento de esa Asociación de Empresarios tendría en los hechos el de la agrupación económica conocida como cártel – pese a lo desprestigiado que está el término – toda vez que era un acuerdo celebrado entre dos o más empresas con miras a la dominación de un mercado determinado, para prevenir competencias externas. Las bases de operación de ese cártel, eran el establecer un honorario máximo para los toreros de 7 mil pesetas por corrida – se afirma que algunos toreros, como el mismo Sánchez Mejías percibían al menos el triple – y el sancionar económicamente a los diestros que se contrataran con empresas que no pertenecieran a la Asociación.

En el invierno de 1924 se forma la Sociedad de Matadores de Toros y Novillos y para presidirla se designa a Ignacio Sánchez Mejías, quien comenzará a pugnar por el derecho de los toreros a contratarse libremente y a gestionar con igual libertad el monto de sus percepciones. La respuesta de la Asociación de Empresarios fue el proponer en público una mesa de negociación, en tanto que en lo privado, José Salgueiro proponía a sus agremiados que no contrataran a Sánchez Mejías en ninguna de sus plazas.

Eso motivó que en febrero de 1925, la Sociedad de Matadores contratara al Presidente del Colegio de Abogados de Madrid, don Juan de la Cierva, para que le patrocinara una causa ante los Tribunales, en contra de los empresarios, que con su actitud, pretendían restringirles su derecho al trabajo y a la remuneración de éste. Al final, la resolución judicial fue favorable a los toreros.

El anuncio de la Feria de Abril de 1925

A finales de marzo de 1925, Salgueiro anunció los carteles de la Feria de Abril. El día 18 ante toros del Conde de la Corte, actuarían Chicuelo, Facultades y Antonio Posada; el 19, Chicuelo, Facultades y Litri lidiarían un encierro de Guadalest; el lunes 20, los toros de los hijos de Eduardo Miura serían para Juan Luis de la Rosa, Chicuelo y Martín Agüero y el martes 21 la feria cerraría con 8 toros de Santa Coloma para Juan Luis de la Rosa, Chicuelo, Martín Agüero y Litri. Posada fue herido el día 18 y fue sustituido por Chicuelo el día siguiente y por La Rosa los días 20 y 21.

Anunciados los carteles, Federico M. Alcázar, en el número correspondiente al día 1º de abril de la revista Mundo Gráfico, de Madrid, reflexionaba lo siguiente en un artículo titulado «En “La Perlita” darán razón»:
…Ya está hecho el cartel de la feria de Sevilla. Ya se ha cometido el atropello, o, mejor dicho, el despojo de que han sido víctimas Sánchez Mejías y Marcial Lalanda. Una vez más ha triunfado el capricho y la arbitrariedad de un señor frente a las justas demandas de la afición de todo un pueblo. ¿Es esto lícito? Rotundamente, no. Lo hemos dicho en otra ocasión y lo repetimos cuantas veces sea preciso. Un empresario no tiene derecho, en nombre de ningún interés particular, a privar a un público de ver a un torero cuando éste es una garantía en taquilla. En esto no debe haber vetos ni sociedades, sino la fiesta y el público. Por encima del egoísmo y de los rencores de un empresario está la afición, que paga y la fiesta por cuyo esplendor deben velar unos y otros…
El empresario de la Maestranza había cumplido lo que se propuso, al menos en lo que a él concernía, no contrató a Ignacio y se afirma que dijo: En esta plaza, mientras yo sea empresario, no pisará más su albero ese torero…

Eso último, estaría por verse.

La corrida del 21 de abril

Chicuelo fue abroncado; La Rosa pasó de puntillas; Litri se mostró esforzado y Martín Agüero demostró por qué la Historia del Toreo le recuerda como uno de los grandes artífices de la suerte de matar. Fue en el segundo toro de su lote, en el séptimo de la jornada, en el que Ignacio Sánchez Mejías, pese a la admonición de José Salgueiro, toreó en la Plaza de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla y pisó su albero en la Feria de Abril de 1925.

Los hechos sucedieron de la siguiente manera, según las relaciones que de ellos se conserva:

La versión que publican Antonio García – Ramos y Francisco Narbona, es la siguiente:
…tras la pelea con los jacos el clarín anunció el cambio de tercio y el banderillero de turno clavó el primer par, Ignacio, espectador de la corrida en primera fila de barrera, saltó al callejón y sin quitarse el sombrero de ala ancha se presentó en el redondel, requiriendo a Agüero. Solicitaba permiso para participar en el tercio. No puso obstáculo el vasco… conjuntamente, solicitaron la venia de la máxima autoridad en la plaza. Aceptó ésta y entre la renovada ovación del respetable allá se fue Sánchez Mejías, con la americana bien abrochada y el cordobés bien encajado, dejando tres pares de banderillas más. El conde de Colombí, testigo de la hazaña (y a quien debemos este testimonio) los describió así: «El primero fue espectacular, sin terreno casi para salir de la suerte; el segundo, de dentro a fuera, apoyando la espalda en los tableros de la barrera; el tercero, cambiando en la misma cabeza del toro, teniendo, después, que saltar al callejón.» Se escuchó una de las más grandes ovaciones registradas en la Real Maestranza. Luego Agüero brindó la muerte de su enemigo a Ignacio, que volvió, sonriente, a su asiento, como si tal cosa. Tan pronto el torero bilbaíno acabó con el bicho, el público le invitó a dar la vuelta al ruedo «con Sánchez Mejías», en medio de otra gran ovación. Cuando los dos espadas pasaron a la altura del burladero de la empresa, Ignacio se encaró con Salgueiro y muy cortésmente, le dijo: «Lo ve usté… Piso este ruedo y toreo en la Maestranza de Sevilla cuando me da la gana, don José…».
La segunda versión, más inmediata, es la que apareció publicada en la crónica del diario El Guadalete, de Jerez de la Frontera, el día 22 de abril de 1925, titulada Sánchez Mejías capitalista y que en su parte medular dice: 
Séptimo: Negro lombardo… Un voluntario se arroja al ruedo y después de dar varios pases es detenido. Agüero lancea bien. Sánchez Mejías, que se encuentra presenciando la corrida, pide permiso para banderillear, otorgándoselo la presidencia. Al saltar al anillo Ignacio el público le ovaciona y la música deja oír sus acordes. Entra por los terrenos de adentro y deja un buen par. Después intenta sesgar de nuevo y se ve precisado a saltar la barrera. Vuelve a la carga y con extraordinaria valentía, sin tener apenas salida, exponiéndolo todo, coloca un par magnífico, sucediéndose las ovaciones. Martín Agüero brinda a Sánchez Mejías. Está con el reflejo cerca y breve, intercalando dos pases de pecho estupendos. Entra soberbiamente al volapié y deja el estoque en todo lo alto. (Ovación grande, regalo del brindado y petición de oreja). Martín e Ignacio dan la vuelta al ruedo, siendo muy aplaudidos, incluso por los Reyes...
En lo esencial, las dos versiones son coincidentes, salvo por la mención que hace la segunda de la presencia de los Reyes de España en el festejo.

Lo que me impresiona de la información en torno al festejo y al hecho mismo, es la manera en la que se intentó silenciar. Los diarios de Madrid, lo consignan en un par de líneas. Solamente los nocturnos, El Heraldo y La Voz mencionan con algo de desarrollo el suceso; el ABC, simplemente lo omite y en las publicaciones especializadas, podemos ver que La Lidia lo reduce a un par de líneas y en El Toreo ni siquiera se reseña el festejo. Tal era la fuerza de la Asociación de Empresarios, que a toda costa pretendía mantener la victoria pírrica de Salgueiro, pues pese a todo, Ignacio Sánchez Mejías seguía manteniéndose en los primeros sitios del escalafón.

La temporada 1925 la concluyó Ignacio con 61 corridas y aún así se dio tiempo para hacer crónica y crítica taurinas en el diario La Unión de Sevilla. Hoy tenemos la oportunidad de conocer mucha de esa obra periodística en el libro titulado Sobre Tauromaquia, publicado en 2010 en Córdoba.

No obstante, considero que la hora dorada de Ignacio Sánchez Mejías en ese 1925 fue el momento que perpetuara Andrés Martínez de León en su obra que titulara El Lanzamiento y que con estas líneas intento recordarles.

domingo, 16 de febrero de 2014

Postdata

Plaza Monumental de Sevilla
El único vestigio
Durante los últimos siete días continué dando vueltas a lo que dejé aquí publicado la pasada semana. Algo no me cuadraba y al volver sobre el tema, de pronto me vino a la memoria el recuerdo de aquellos sucesos que se dieron en el tránsito de la primera a la segunda década del siglo XX, cuando José Gómez Ortega Gallito, proclamado El Rey de los Toreros, tuvo sus diferendos con la administración – empresa – y con la propiedad de la Plaza de Toros de la Maestranza de Sevilla.

Gallito en su día no exigió de manera absurda que los propietarios del coso echaran o pusieran a tal o cual empresario a manejarlo. Antes mejor, consiguió inversionista – José Julio Lissén Hidalgo –, terrenos y puso también sus cuartos para construir una plaza de toros en la cual pudiera lucir su arte – y su ciencia – para los más. Pero en el tiempo que esa nueva plaza de toros estuvo en proceso de construcción, no se alejó de la Maestranza, siguió acudiendo a ella, pues reconocía que su compromiso primero era con la afición. 

La nueva plaza de toros fue la Monumental de San Bernardo, obra que quedó inconclusa en sus propósitos por los sucesos de Talavera de la Reina y por la deliberada incuria a la que fue abandonada por aquellos interesados en evitar su florecimiento y permanencia, tanto física como en la memoria histórica de Sevilla.

Este recuerdo me lleva a preguntarme si hoy, a casi un siglo de distancia, la Versión 2014 de los Fabulosos Hombres G está tan descontenta con lo que en la Maestranza sucede y tiene tanta urgencia o deseo de torear en Sevilla, como para abordar una empresa como la que Gallito inició en el primer cuarto del pasado siglo.

De acuerdo con lo que se oye y se lee, los cinco inconformes cuentan con los posibles para costear la edificación de un escenario adecuado – quizás hasta cubierto y multiusos, para hacerlo de una máxima rentabilidad – y si Sevilla es la manzana de la discordia, quizás pudiera levantarse, no en el término municipal de la capital andaluza, pero sí en alguno de los otros municipios colindantes y conurbados como Alcalá de Guadaira, Tomares, Camas o quizás en la misma Puebla del Río, como punto de inicio de una campaña renovadora de la manera de hacer fiesta” y de homenaje al autor intelectual de este intento de coup d’etat – hasta ahora fallido – abrileño.

Con esa casa propia, nadie impondría condiciones a los chicos G y ellos podrían poner en práctica todas las reivindicaciones que reclaman y demostrar a tirios y troyanos cuál es la realidad que debe imperar en la Fiesta en este nuevo siglo.

Pero aquí es que me surge otra interrogante: ¿Tendrán los G – 5 el suficiente tirón para emprender exitosamente una empresa de esa envergadura? De esto no puedo, ni quiero barruntar una respuesta. Lo único que creo al respecto es que resulta más cómodo exigir y criticar a los demás sin ponerse en los zapatos del de enfrente.

¿O será que no lo piensan emprender por temor a que de su inversión quede como recuerdo únicamente un pedazo de un muro?

domingo, 9 de febrero de 2014

¡Qué se vayan! (II)

Rasgarse las vestiduras

En las últimas semanas muchos se rasgan las vestiduras por los acontecimientos previos a la Feria de Sevilla. El más destacado quizás es la proclama del hoy llamado G – 5 en el sentido de que no volverán a poner un pie en la Plaza de Toros de la Maestranza en tanto la actual empresa – Pagés – se siga encargando de su gestión.

La mayoría de sus comentarios se han decantado por señalar que la Feria de Abril hispalense, sin el concurso de esos cinco notables se irá por el despeñadero, que perderá su categoría, que dejará huérfana a la afición y alguno, palabras más o palabras menos, ha dado paso a aquella sentencia pronunciada por Guerrita a la muerte de Gallito: se acabó el toreo, nada menos.

Creo que la realidad es bien diferente. Con un océano de por medio, pero con los libros de la historia en la mano, puedo afirmar que esta no es la primera vez – y tampoco será la última – en la que los más conspicuos miembros del escalafón de matadores de toros dejen de comparecer específicamente a la Feria sevillana.

En cada caso anterior las causas de esas incomparecencias fueron individuales y diversas – nunca el producto de una extorsión colectiva como ahora – y oscilaron entre los desarreglos en materia de dineros y la falta de coincidencia en fechas, alternantes o toros a lidiar, cuestiones que son de todos los días en la organización de festejos taurinos. Debo señalar que en ninguna de estas ocasiones anteriores, hasta donde pude obtener información, se alzaron las voces al tono y con la violencia con que hoy se elevan por la unilateralmente anunciada ausencia de esos cinco diestros.

¿Qué sucedió en esas oportunidades anteriores? Tomo como ejemplo la Feria de Abril de 1989, en la que se quedaron fuera José Mari Manzanares, José Ortega Cano, Roberto Domínguez y Juan Mora, un número similar de figuras a las que en este calendario abdican a comparecer al coso del Arenal.

Ese ciclo se dio con un número de doce festejos, incluido el del añorado lunes de resaca y aunque se otorgaron pocos trofeos – retazos de toro al fin –, Espartaco ratificó su posición de cabeza del escalafón; se recuperó un torero de corte y aroma clásico como José Luis Parada; Manili demostró en las duras que lo del año anterior no había sido casualidad; Julio Robles realizó el toreo eterno, es decir el puro y clásico y Curro Romero y Rafael de Paula dejaron, como cada año, alguna pincelada onírica en el albero de la Maestranza.

Visto así, ni la Feria del 89 resultó un fracaso, ni el toreo se acabó por las ausencias comentadas, ni los maestrantes echaron a Pagés y al año siguiente, los ausentes volvieron cual hijos pródigos a una Feria que, querámoslo o no, da y quita.

Yo, mi, me, conmigo…

El problema de estos tiempos que corren, es que más que pensar en sacar adelante a la Fiesta, cada uno de sus actores piensa en la manera de sacar adelante sus particulares intereses. Hay un discurso permanente en ellos en el sentido de que se debe defender al la fiesta. La pregunta que yo hago ahora es: ¿de quién o de quiénes?

Si los así llamados profesionales actúan desarticuladamente, cada quién tirando por su lado y sin una visión de conjunto hacia una finalidad común, quizá la proclamada defensa debería plantearse hacia el interior, dado que esa actuación descoordinada genera un perverso proceso autodestructivo. En pocas palabras, primero hay que limpiar la casa por dentro, antes de pintar la fachada. Por ello, antes de pensar en defender a la Fiesta de los ataques externos, hay que conseguir una genuina unidad de metas de sus estamentos. Esa es la mejor defensa y la primera que de ella se puede hacer.

Por otra parte, no creo que sea necesario explicar que en los países en los que la Fiesta tiene lugar, se pasa por procesos de crisis económica. En unos está más acentuada que en otros, pero esa crisis golpea y fuerte a todos los sectores de la Fiesta. En situaciones críticas, generalmente se piensa primero en la sobrevivencia y después en el superávit. Esa sería la situación ideal, pero en la actualidad cada parte interesada cree que su parcela es la única que importa y pretende llevarse la mayor parte del producto, sin importarle la suerte de las demás. Allí es cuando surgen los conflictos, como el que me lleva a escribir esto.

La solidaridad profesional – de todos los estamentos – es fundamental en estos tiempos. Ninguno de ellos por sí solo es suficiente para que la Fiesta subsista. Quizás el más maltratado y ninguneado por la crítica situación que hoy se vive es el de los ganaderos y paradójicamente ellos son el eje de todo esto, pues sin toro, no hay Fiesta. Creo entonces que equilibrar pretensiones y adecuarlas a los momentos que se viven, es fundamental.

Nadie debe olvidar que al final de cuentas la destinataria de la Fiesta es la afición, que es la que paga por apreciar un espectáculo y el precio que desembolsa resulta proporcional al costo que tiene su organización. Cuando las pretensiones de uno o de varios de los estamentos involucrados se exageran o se salen de la realidad, aparte de impactar directamente a los otros, se trasladan al precio de las entradas que pagan los probables espectadores. Si a eso se suma la monotonía en la que el toreo se ha sumergido en los últimos tiempos, caeremos en la cuenta de que el único resultado previsible es que la gente se vaya de las plazas.

¿Se quiere defender a la Fiesta? Pues entonces, los estamentos de ella deben caminar en la misma dirección, mirar por los intereses de ella como una sola unidad y evitar siempre atender a los propios como primordiales. No veo otra solución posible.

Al final, la Feria de Abril de Sevilla de este año se va a celebrar sin el concurso de la Versión 2014 de los Fabulosos Hombres G. Seguramente algunos toreros serán sacados del ostracismo y otros jóvenes recibirán una verdadera oportunidad en una Feria de importancia. Algunos de ellos demostrarán que son recuperables y darán variedad a la temporada española que ayer arrancó en Valdemorillo. Además, esto quizás sirva de lección y comience a desbaratar la costumbre de hacer las ferias desde principios de año, para esperar a que vayan surgiendo los triunfadores sorpresa de las primeras ferias para dar variedad y novedad a las siguientes. Al tiempo.

Coda… y con mariachi

Al socaire de todo este culebrón, dos periodistas, uno en España y otro en México – José Antonio del Moral y Leonardo Páez – difundieron la especie de que don Alberto Bailleres había hecho una oferta para quedarse con el manejo de la Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.

El tono de Del Moral fue despectivo y chauvinista y el de Páez, crítico, calificó como rácana la administración que hace de las diez plazas de toros – ocho de su propiedad – que opera en nuestra República a través de Espectáculos Taurinos de México.

La noticia relativa a la oferta resulta a mi parecer un auténtico y malintencionado bulo. Don Alberto Bailleres frisa ya los ochenta años de edad y aunque se mantiene al frente de sus negocios y conserva su afición a los toros, arrancar en estos tiempos una empresa como de de manejar la Plaza de Toros de Sevilla no resulta congruente, ni lógico.

Además del accidente meramente demográfico mencionado antes, veo un obstáculo jurídico que me parece insalvable y es la relación contractual que existe entre la Real Maestranza de Caballería de Sevilla y la Empresa Pagés. El Principio General del Derecho contenido en el aforismo pacta sunt servanda implicaría para ambas partes el que ese contrato debe ser cumplido a cabalidad antes de pensar siquiera en celebrar uno nuevo.  En los días en los que se celebró no se hablaba siquiera de cláusulas de confidencialidad como en la actualidad, sin embargo, ambas partes, mediante un pacto de caballeros, han optado por no dar a conocer ni los términos, ni la vigencia del actual contrato, por lo que nadie ajeno a las partes del mismo tiene la certeza del momento en el que sea posible celebrar uno nuevo sin pagar indemnizaciones millonarias por incumplir o rescindir el anterior. Y lo que se diga en contrario es especulación pura y dura.

Por último, considero que en una contratación de esa envergadura, tanto la Maestranza como corporación, como la Empresa Pagés se habrán protegido con una serie de derechos de preferencia y cláusulas de prórroga o cuestiones similares, de modo tal que llegado el contrato a su término, pudieran asegurarse la continuación de la relación por otro plazo largo sin mayores contratiempos. Aclaro que esto es también una especulación de mi parte.

Entonces, lo de don Alberto Bailleres en Sevilla no creo que se de más que en el tendido, disfrutando de los festejos de la feria abrileña, siempre y cuando decida no asistir a los él que ofrece en su Plaza de Toros Monumental Aguascalientes.

domingo, 9 de octubre de 2011

12 de octubre de 1977: El Presidente de México va a Sevilla a ver los toros...


28 de marzo de 1976: El candidato López Portillo en los
toros, con su esposa, El Soldado y Calesero

Tiempos hubo en los que la Fiesta de los Toros no era tan políticamente incorrecta y los Jefes de Estado y de Gobierno se dejaban ver en las plazas de toros con frecuencia y lo que es más, obsequiaban a sus visitantes distinguidos con corridas de toros organizadas precisamente en su honor. Aquí en México recuerdo a don Adolfo López Mateos llevando a los toros al en esos días emperador de Etiopía Haile Selassie o al Mariscal Tito de la otrora Yugoslavia y también al personaje que me invita a presentarles estas líneas, José López Portillo, acudiendo a la Plaza México cuando candidato a la Presidencia de la República, durante su campaña electoral, que acompañado de Armillita, El Soldado, Silverio Pérez y Calesero, el 28 de marzo de 1976, asistió junto con su esposa a la 14ª corrida de la temporada 1975 – 76, en la que ante toros de Jesús Cabrera, actuaron el rejoneador Carlos Arruza hijo y los matadores Curro Rivera, Manolo Arruza y Humberto Moro hijo. Es decir, no temió un resultado adverso en las urnas – debo aclarar que era candidato único – por hacer pública su afición a los toros.

José López Portillo y Pacheco fue Presidente de México de 1976 a 1982 y uno de los primeros actos trascendentes de su gobierno en el plano internacional fue el terminar las relaciones de México con el gobierno de la Segunda República Española en el exilio en 1977 – que se mantenían desde 1946 – e iniciarlas con el Reino de España recién reinstaurado. No debo dejar de lado que López Portillo hacía orgullosa ostentación de las raíces hispanas de su familia, los que situaba en una localidad Navarra, Caparroso. Fue hijo de José López Portillo y Weber, hombre de letras y nieto de José López Portillo y Rojas, político en la época porfiriana.

Corrida multipropósito

Imágen aparecida en el ABC de Sevilla con la crónica del
festejo del 12 de octubre de 1977
La corrida del 12 de octubre del 77 tuvo propósitos varios. Primero, la celebración de lo que originariamente se celebraba como El Día de la Raza y que hoy, de una manera más eufónica, se llama El Día de la Hispanidad. Después, también sirvió para apoyar las finalidades de la Asociación de la Prensa de Sevilla y como dirían los vecinos al Norte del Río Bravo last but not least, el agasajar a don José López Portillo, que como Antoñito el Camborio... fue a Sevilla a ver los toros. Para el efecto, se confeccionó un cartel integrado por el diestro de Gines Manolo Cortés, el del Puerto José Luis Galloso y nuestro paisano Manolo Arruza. Los toros inicialmente anunciados eran de los Herederos de Carlos Núñez, aunque al final, el cuarto sería de los Hijos de Eugenio Marín Marcos.

La crónica de Joaquín Caro Romero en el diario ABC de Sevilla, dice sobre el particular lo siguiente:
Tres brindis para México
En la Maestranza estuvo ayer no sólo un político, sino un aficionado a los toros, que sacó más de una vez el pañuelo desde la barrera para pedir la oreja. Pero hay otra faceta en la personalidad de José López Portillo digna de resaltarse. El presidente de la República mexicana es un humanista, un escritor, un poeta. Habrá mucha gente que no lo sepa, por eso yo lo destaco complacido... En México, algunos hombres de letras llegan a ocupar altos cargos políticos. Octavio Paz y Carlos Fuentes, dos extraordinarios escritores de vanguardia, han sido embajadores de México. Y no me extiendo en citar más casos. Antes de comenzar la corrida pensaba yo en uno de los libros que escribió López Portillo, el titulado «Quetzalcóatl», donde su autor trata, en una sugestiva prosa de inspiración lírica, de los orígenes míticos del pueblo mexicano. El espíritu del benévolo dios Quetzalcóatl parecía sobrevolar, mágico y voluptuoso, como un pájaro – serpiente, por las columnas del templo taurino del Baratillo. (Por cierto, esta obra del presidente escritor lleva el mismo título que un gran poema de Luis Cernuda, publicado en una revista mexicana en 1943)… José López Portillo, que es un hombre de visible campechanía, que es un intelectual y se expresa en el mismo idioma que nosotros, sabe lo mucho que hay de Sevilla en México, donde yace, en el Panteón Jardín, nuestro poeta Luis Cernuda, muerto, como tantos exiliados, en la hospitalaria tierra hermana...
Por su parte, don Luis Bollaín, en el mismo diario rememora:
...ayer, 12 de octubre de 1977, en Sevilla... Manolito Arruza nos dejó el paladeo – sin campanas a revolar, ni saludos a la llegada de ningún «Mesías» - de que por la plaza andaba un torero... Una actuación de Galloso cascabelera en sí y premiada con alegre cascabeleo, también, por parte de la presidencia... Cortés – ¡mala suerte en tu lote Manolo! – bordó, con cadencia, ritmo y hondura, los mejores lances de la tarde... A López Portillo – ancha simpatía de brazos abiertos – se le fue para la izquierda la montera brindada; pero, con tino y poder, con casta y amor propio de torero, repitió la suerte y, centrando el gobierno de la montera, la mandó hasta el mismo redondel...
Y también en el sevillano ABC remata don Filiberto Mira:
Estaba en la plaza el presidente de México y el festejo fue realmente un homenaje a su patria que es la de más tradición taurina de cuantas celebran nuestra fiesta. Las lentas, suaves y solemnes verónicas de Manolo Cortés en el quite al tercero fue como un buen recuerdo al buen capotear de Solórzano, de Silverio y El Calesero... Manolo Arruza, nacido allí y con sangre sevillana en sus venas, banderilleó con muchas agallas. En los toros de su lote evidenció que con los rehiletes – como tantos compatriotas suyos – tiene sello propio, pues lo hace levantando los brazos, asomándose al balcón y llegando despaciosamente hasta el filo de los pitones. Con la pañosa estuvo valiente y con el capote variado. Actuación la suya muy en tono mexicano, que no es mala música torera la de los mariachis... ¿Hubiera sido capaz el maestro Armillita de sacarle partido al sexto? Sinceramente creo que no. Lo que le hizo Arruza era lo exactamente correcto...
El resultado final de la corrida fue de un par de silencios para Manolo Cortés, que se enfrentó a Sultán y Serenito (de Marín Marcos) dos orejas y ovación tras aviso para José Luis Galloso, que lidió a Ratonero y Deseado y una oreja y ovación para Manolo Arruza, cuyo lote se integró por Corredor y Lechuguino. Los visitantes presenciaron la lidia de los toros primero y sexto desde el Palco Real y del segundo al quinto desde una barrera de primera fila y recibieron el brindis del primer toro de cada matador.

La realidad es que el viaje de López Portillo fue de promoción para México. Así lo delatan la Revista de tropas que realizara con el Rey Juan Carlos I, las rondas de conversaciones que sostuviera con el Presidente Adolfo Suárez, la presentación del Ballet Folklórico de México en diversos teatros, las ferias de muestras, las charlas que públicamente sostuvo con Felipe González, en esos días uno de los líderes visibles del PSOE y otras actividades, que fueron más allá que ir a Sevilla a ver los toros

En estos tiempos que corren…

Portada del ABC de Sevilla del
12 de octubre de 1977
Lo que me llama la atención de esta historia es el hecho de que a nadie pareció importarle esa presencia en la plaza de toros. Hoy cualquier Jefe de Estado se cuidaría muchísimo de pasar por allí para evitar incomodar a las buenas conciencias. No quisiera imaginarme lo que hubiera pasado, volviendo al anecdotario de don Adolfo López Mateos, si a un Jefe de Estado actual, se le ocurre hacer lo que a éste. Resulta que un día Cagancho fue a buscarle a su despacho. El torero de la calle del Evangelista estaba materialmente tieso. Una vez que le recibió el primer mandatario y el diestro le expuso su situación, llamó a su secretario particular y le ordenó incorporar al señor Joaquín Rodríguez Ortega a la nómina de la Presidencia de la República en calidad de consejero. Una vez que el gitano se retiró agradecido, el secretario preguntó que si ese no era un torero viejo y además español. El Presidente dijo secamente: es mi amigo y está en problemas… ah, y le manda su salario a domicilio… Seguramente en estos días, el Jefe de Estado en cuestión, sería linchado material o políticamente, por su afición y por dilapidar los recursos públicos.

Espero que esto les haya resultado tan interesante como a mí.

lunes, 13 de junio de 2011

Abel Flores, El Papelero, la busca de sí mismo (II/II)

Una buena estocada en la Plaza México
Cortesía Ing. Luis Castro Pérez
La alternativa

La Feria de San Miguel de 1963 se anunció el 20 de septiembre de ese año. El diario ABC de Sevilla contenía la siguiente información:

Dos corridas de toros que se celebrarán en los días 20 de septiembre y 1 de octubre, integran la tradicional feria taurina de San Miguel. En el primero de estos festejos se lidiarán siete reses de Núñez Hermanos, una para el rejoneador don Álvaro Domecq Romero, y las seis restantes para Diego Puerta, «Mondeño» y el mejicano Abel Flores, que tomará la alternativa. Esta corrida, que es de abono, está patrocinada por las Damas de la Caridad de San Vicente de Paúl. En la del primero de octubre - fuera de abono - se correrán toros de don Carlos Núñez, para Diego Puerta, Curro Romero y «El Cordobés»...

Llegado el 30 de septiembre, salieron de los toriles al final de cuentas uno de Sánchez Cobaleda para rejones y 6 de Núñez Hermanos para los de a pie. El toro de la alternativa se llamó Buenasnoches y la crónica de Manuel OlmedoDon Fabricio II sobre su actuación, es en los términos siguientes:

Abel Flores, que recibía la investidura de matador de toros, lanceó con buen estilo a su enemigo, que pasó al segundo tercio con una sola vara, tomada con bríos. Diego Puerta, en presencia de “Mondeño”, cedió los trastos al toricantano, quien, tras brindar al público, empezó la faena con tres ayudados por alto y un pectoral. Prólogo de buena calidad, pero inadecuado, porque el toro tenía la cabeza alta, y este defecto no corregido restó brillantez a los naturales que instrumentó después el de Méjico, con un valor extraordinario. Luego de unos muletazos sobre la derecha, cobró una estocada corta a la tercera agresión y acertó con el verduguillo a la segunda tentativa. En premio a su decisión oyó afectuosos y alentadores aplausos. En el último de la tarde, que llegó quedadísimo a la muleta y cuya embestida fue muy corta, estuvo el muchacho cerca y tranquilo y porfió mucho, sin poder alcanzar lucimiento. Clavó medio estoque y después de intentar varias veces el descabello, se echó el toro. Alternativa sin pena ni gloria la de Abel Flores, a quien hemos de conceder un amplio margen de confianza…

Con esta actuación, la vigésima en ruedos hispanos, concluyó Abel Flores su temporada en el viejo continente.

De vuelta en México

Alternativa de Abel Flores
Imagen aparecida en El Ruedo de Madrid
Ya en México Abel Flores inició su campaña en León, alternando con Jaime Rangel y el portugués José Julio, lidiando toros de Jesús Cabrera. En esa tarde de su presentación, el primero de su lote lo mandó a la enfermería con un puntazo en un muslo y aunque salió a despachar al que cerró plaza, estuvo en el dique seco 15 días, reapareciendo en Torreón el 20 de noviembre, formando cartel con Joselito Huerta y Mondeño. El 1º de diciembre va a Mérida con Pepe Luis Vázquez (mexicano) y de nuevo Mondeño, donde corta la oreja a uno de los de Zamarrero que le tocaron en suerte. 

El 8 de diciembre reaparece en Guadalajara, una de las plazas que le lanzaron a los primeros planos. Lidiarían toros de Santo Domingo, de don Manuel Labastida, el muletero non, Manuel Capetillo, el artista catalán Joaquín Bernadó y el propio Abel. De la crónica publicada por Latiguillo en el diario tapatío El Informador, extraigo lo siguiente:

…Este muchacho, que tanto aplaudimos el año pasado en la temporada de novilladas y que ayer se nos presentó como matador de toros, después de haber recibido la alternativa en España, no tuvo la suerte de ocasiones anteriores y aparte de que taurinamente no había tenido éxito en su primer toro, en su segundo, cuando empezaba a triunfar, fue cornado en el muslo derecho... en su segundo fue ovacionadísimo con el percal, y a la hora de iniciar su faena le sonaron fuerte las palmas al ejecutar tres ceñidos estatuarios ayudados por alto, pero desgraciadamente fue enganchado por el muslo derecho, recibiendo, según opinión del Dr. Mota Velasco, una cornada de pronóstico...

En la propia relación del festejo, se transcribe el parte facultativo emitido por el médico J. Jesús Ramírez Mota Velasco, que refleja que la cornada que le infirió Playero fue de gran extensión:

Durante la lidia del sexto toro ingresó a la enfermería el diestro Abel Flores, presentando una herida por cuerno de toro situada en la cara interna del tercio superior de la pierna derecha, con una trayectoria hacia arriba y afuera en una extensión de 22 centímetros, siendo la entrada de 7 centímetros de longitud. El cuerno interesó piel, tejido celular, aponeurosis, vasos medianos y pequeños y músculos de la región. Rompió el periostio, dejando al descubierto el hueso en una extensión de 6 centímetros. Se desbridó ampliamente la herida, se lavó con suero fisiológico, se hizo la desinfección de la misma, se ligaron vasos practicando sutura entre planos, dejando tres tubos de drenaje. Se aplicaron antitóxicos tetánicos y antibióticos, y de no sobrevenir complicaciones, tardará aproximadamente 22 días en sanar. Firma el Dr. J. Jesús Ramírez Mota Velasco.

Ya no volvería a actuar El Papelero sino hasta el 29 de diciembre de ese año, para confirmar su alternativa sevillana en la Plaza México, es decir, dos días antes de lo pronosticado por el recordado doctor Mota Velasco. Fue su padrino Jaime Bravo y llevó de testigo a Miguel Mateo Miguelín, quien también ratificó su alternativa en la misma fecha Los toreros de a pie llevaron por delante al caballero jerezano don Álvaro Domecq Romero. Los toros fueron 6 tlaxcaltecas de La Laguna (uno para rejones) y uno de Pastejé (7º, sustituto de uno de La Laguna, devuelto por manso). El toro de la ceremonia para Abel fue Montañés, segundo de la lidia ordinaria. La suerte no estuvo del lado de Abel Flores, quien con esta actuación concluyó su temporada en este calendario.

El año de 1964 le representó el mayor número de fechas alcanzado en el escalafón mayor, pues alcanzó a sumar 15; en 1965 solamente ligó tres contratos y en 1966 se vistió de luces solamente una vez. Lo hizo en la Plaza México, el domingo 13 de marzo de 1966, alternando con Emilio Rodríguez y Felipe Rosas en la lidia de 5 toros de Santín y uno de Pastejé (5º), en festejo anunciado como beneficio del matador retirado Arturo Álvarez Vizcaíno. Pedro Ponce, en la Revista Taurina del 20 de marzo de ese año, hace la siguiente reflexión sobre ese festejo y la actuación de Abel Flores:

Corrida casi secreta con tres toreros modestísimos. Una entrada como de teatro… cuando hay dos columnas, un tercero de poco nombre no estorba y a lo mejor aprovecha la oportunidad; pero poner tres toreros de esa medida el mismo día es como para que la gente salga corriendo  y la entrada no alcance ni para los músicos. ¿Y qué salen ganando los toreros con eso? Si están bien, no los ve nadie; ahora qué, si están mal… como nadie se entera, pues siguen donde estaban, sin empeorar su situación, que sigue siendo la misma, desesperada… Abel Flores; ese que hizo una buena campaña novilleril en “El Toreo”, y tiene hambre de triunfo, y probablemente también de la otra; ese iba a salir a buscar una cornada, así de voluntarioso, de valiente y de decidido. ¿Y qué fue lo que sucedió? Que la consiguió, la cornada. Y ahora está con el mismo cartel que antes. Siquiera a Chito le llevaron una oreja a la enfermería. ¿Quién se benefició con esta corrida? ¿El Vizcaíno? Lo dudamos mucho. Los tres toreros no mejoraron su posición en el escalafón taurino… El ganadero de Santín tampoco… El público pasó un mal rato... Ahora la empresa está en deuda con estos muchachos, a los que sacrificó tan tontamente…

Cabe mencionar que el mismo día y a la misma hora, en El Toreo de Cuatro Caminos se daba una corrida en la que Luis Procuna, Joselito Huerta y Antonio Ordóñez se enfrentaron a 5 toros de La Punta y uno de Ernesto Cuevas, con un lleno hasta el reloj. Esta fue la última actuación de Abel Flores como matador de toros.

En El Toreo de Cuatro Caminos
Cortesía Ing. Luis Castro Pérez
Unas semanas después de la celebración del festejo, El Papelero anunció que renunciaba a la alternativa y el día 5 de junio de ese 1966 volvía al escalafón menor en Monterrey, alternando con Eloy Cavazos y José Luis Medína en la lidia de novillos de Tequisquiapan.

El último intento

En el año de 1969 Abel Flores retornó a la Plaza México. Actuó en dos novilladas los domingos 13 y 20 de julio. En la primera alternó con el portugués Julio da Gomes y Alfredo Acosta, en la lidia de novillos de Santín y en la segunda fue acartelado con Juan Clemente y el venezolano Jorge Jiménez en la lidia de novillos de Pastejé, festejo que quedó en un forzado mano a mano entre el sudamericano y El Papelero, dado que Clemente no mató ninguno por haber sido herido por el primero de su lote. El último novillo al que se enfrentó en la gran plaza fue Bonito de Pastejé.

Sus motivos

En el epílogo de Cornadas que no se curan, publicado en 1989, veinte años después de que toreara su última novillada en la Plaza México, Abel Flores dijo a Eloy Pineda lo siguiente:

…gracias a mis complejos y heridas tuve la oportunidad de pelearle a la vida y creo que si no hubiera estado herido, mi vida hubiera estado hueca, sin chiste. Ahora le doy gracias a mi Dios y a mi padre por haberme puesto a prueba de esa manera, porque gracias a ello he tenido todo lo que pude soñar… Porque realmente es contra uno mismo contra el que uno debe luchar…

Años después confesaría a Leonardo Páez:

Hubo quien afirmó que no me faltaba mucho para ser una gran figura, pero por escuchar unas voces que databan de mi infancia tuve más necesidad de encontrarme como hombre que como torero. Preferí la búsqueda honesta en mi interior a buscar fama y riqueza. Ese desencuentro existencial y la responsabilidad con mi familia me hicieron retirarme intempestivamente y empezar a ganarme la vida como si no hubiese triunfado en los ruedos…

Abel Flores escribió dos libros, Tal como fue. La vida de Abel Flores y Torero viejo, e inspiró un tercero, el ya citado Cornadas que no se curan, de Eloy Pineda, mismos en los que procura reflejar los caminos que siguió, entre ellos los de la tauromaquia, para encontrarse a sí mismo.

Abel Flores Ortega falleció en la Ciudad de México el pasado 25 de mayo a los 74 años de edad.

Agradezco a Paco Abad el tiempo que dedicó a localizar en su colección de El Ruedo la información generada por la campaña española de Abel Flores, misma que me ha sido de gran utilidad para armar esto y al Ing. Luis Castro Pérez, la oportunidad de utilizar algunas de las imágenes que ilustran este texto.     

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