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domingo, 31 de marzo de 2024

1º de abril de 1908: Rodolfo Gaona actúa por primera vez en ruedos de España

Rodolfo Gaona 1º de abril de 1908
Foto: Yrigoyen - La Fiesta Nacional

Rodolfo Gaona y Jiménez
, natural de León, Guanajuato, discípulo de Saturnino Frutos Ojitos y matador de la cuadrilla juvenil que éste dirigía, había iniciado ya sus pasos como novillero en el año de 1905 y un par de calendarios después ya había logrado presentarse en el Toreo de la Condesa, despertando un interés tal, que incluso, en la temporada de corridas de toros, se le incluyó, para matar un novillo, como fin de fiesta para cerrar algunos festejos que en el papel revestían alguna flojedad.

Esas actuaciones exitosas durante 1907 animaron a Ojitos a llevar a su discípulo más aventajado a España en 1908, con la finalidad de que allá recibiera la alternativa, a ser posible en Madrid. Una vez allá, quien en su día fuera banderillero de Frascuelo, se dedicó a tratar de reencontrarse con los amigos de su tiempo. Así se lo contó Gaona a Monosabio, en Mis Veinte Años de Torero:

En casa de la hermana de “Ojitos”, en los barrios bajos madrileños, en lo más clásico y típico, vivimos algún tiempo. Tan pronto como descansamos del viaje, nos echamos a la calle. “Ojitos” en busca de sus amigos. Yo acompañándole, para ir conociendo la ciudad. Los amigos de “Ojitos” ya no eran de este mundo. Casi todos habían muerto. Restaba uno que otro viejecillo – toreros retirados – que lo abrazaban con cariño. Entre esos amigos estaban el ex – matador Valentín Martín y el crítico taurino Eduardo Rebollo, “El Tío Campanita”, que escribía en “Sol y Sombra”…

La narración de quien después sería renombrado El Califa de León nos deja ver con claridad que el conocimiento de Ojitos de la taurinidad de Madrid se quedó estacionado en el entresiglos del XIX al XX, y que la consecución de una oportunidad para su torero sería algo complicada. No obstante, fue a visitar a don Indalecio Mosquera, quien apenas el año anterior había ganado la subasta del arriendo de la plaza de Madrid, tras de que Pedro Niembro, el anterior arrendatario, abandonara la empresa, acuciado por las pérdidas que esta le generaba. El gallego Mosquera manifestó no saber quien era Gaona, no obstante que los toreros que habían hecho campaña en estas tierras debieron darle referencias suyas. Así pues, Ojitos se buscó otro valedor:

“Ojitos” buscó a Mazzantini y pidióle lo recomendara con la empresa. Nada. En Madrid nos vimos solos... en quien Saturnino ponía todas sus esperanzas era Rebollo. Y Rebollo, un buen aficionado, chapado a la antigua, y cuya opinión se oía con respeto, no tenía ningún valimiento...

Por lo visto, Indalecio Mosquera no pensaba correr riesgo alguno con un torero ultramarino, así que prefirió mejor voltear hacia otro lado e ignorar incluso la recomendación que pudiera hacerle una figura del toreo en el retiro como lo era en ese momento don Luis Mazzantini.

Ojitos pone manos a la obra

Ante la imposibilidad de conseguir, aunque fuera novilladas para su pupilo, Ojitos tuvo que urdir la manera de que la afición, los taurinos y la prensa madrileña vieran a su torero. Así, rentó la placita de la Puerta de Hierro para que, en un festejo privado, por invitación, le vieran matar dos toros y pudieran apreciar sus aptitudes. Sigue contando Gaona:

Hasta que Saturnino dio señales de vida; viendo que no había manera de darse a conocer, fue y se compró dos toros de Bañuelos y alquiló la placita de Puerta de Hierro, para dar una encerrona de invitación. Fueron invitados Mazzantini, los más conocidos aficionados, los toreros, los críticos de todos los periódicos… Ese acto de “Ojitos” me parece que estuvo bien. Era para que vieran que yo no era un equivocado…

La placita se llenó y Gaona enfrentó esos dos toros, que las relaciones de la prensa que pude recopilar, califican desde dos becerrotes, hasta dos cuatreños. Al final de cuentas, las fotografías que se conservan del evento, reflejan, a mi juicio, que eran adecuados para la prueba de la que se trataba. Los recuentos de la prensa son favorables, según podremos ver a continuación:

En El Correo Español del 3 de abril siguiente, escribió Bruno del Amo Recortes:

Dos toreros mejicanos: Aquél se apellidaba Segura, éste Gaona. Al primero nos lo presentó Antonio Fuentes; la prensa adicta, por ser cosa del maestro, lo ensalzó, relatando sus hazañas. Al segundo lo presenta el antiguo banderillero Saturnino Frutos, “Ojitos”; nadie hasta hoy sabía que existía tal torero… Llegó Segura a Madrid, y se anuncia para tomar la alternativa, resultando su aparición en el ruedo un completo fracaso. Viene Gaona, y su padrino quiere que la afición madrileña dé su fallo antes de presentarlo en la Plaza de Madrid; al efecto, celebra una corrida en la Plaza de Puerta de Hierro, el muchacho torea y mata dos novillos… Puede estar satisfecho el veterano banderillero, su discípulo será un buen torero. Con la capa toreó con habilidad y soltura, y a la hora de matar se le ve engendrar el viaje en corto y por derecho, cruzando perfectamente con la muleta y dejando en lo alto la estocada… Resumen: que sin golpes de bombo ni platillos hay aquí un muchacho que en día no lejano se hará aplaudir en la Plaza de Madrid, que las empresas pueden contar con un novillero más al que no arredran los pitones ni desconoce el arte, y que no me equivocaré en augurarle un porvenir en el toreo.

Es interesante la comparación que hace Recortes acerca de la manera en la que fueron acercados a la empresa y afición de Madrid los toreros mexicanos Vicente Segura y Rodolfo Gaona. El primero iba apadrinado en su día por la principal figura de su tiempo y quien hoy me ocupa, no. Aparte de la diferencia de trato, también resalta la de aptitudes, distinguiendo a Gaona como un torero completo.

En El Imparcial de la misma fecha, se publicó sin firma:

El nuevo diestro se llama Rodolfo Gaona; ya ha toreado con éxito grande en las plazas mejicanas, y aquí se ha ofrecido al juicio de aficionados, críticos, toreros y terribles entendedores en una fiesta íntima celebrada en la placita de la Puerta de Hierro… Gaona tuvo que habérselas con dos becerrotes adelantados, grandes y con «respeto», mansurrones y broncos, y en ambos demostró tranquilidad; valor, conocimiento, destreza y una decisión y una habilidad tales al arrancar a matar, que le aseguran un porvenir de aplauso y de dinero en esta profesión… La opinión de los técnicos es que Gaona es un torero y un matador de toros seguro y valiente. Con la muleta sabe más que muchos que bullen, lucen y cobran; con el estoque tiene decisión para atacar por derecho, sobre corto y mirando al lugar sagrado de los billetes... El voto del público, selecto y entendido, le fue totalmente favorable…

El semanario El Toreo, salido el 6 de abril siguiente, sin firma también, sacó a la luz:

El principal objeto de la fiesta, era el de presentar el antiguo ex banderillero del inolvidable “Frascuelo”, Saturnino Frutos (“Ojitos”), a su ahijado y discípulo el mejicano Rodolfo Gaona a la afición madrileña, y para ello dispuso que se lidiaran dos toritos cuatreños de la propiedad de D. Félix Sanz… Rodolfo Gaona, que era el protagonista de la fiesta, dejó buena impresión en todos los que acudimos a presenciar esta encerrona. Gaona es un joven de unos veinte años y de buen tipo para torero. Maneja el capote y la muleta con desenvoltura, parando los pies y estirando los brazos, y al herir, se arranca desde corto y por derecho y pincha en lo alto. Los dos toretes los tumbó: al primero de una estocada contraria y un descabello, y al segundo, de una buena, que le valió palmas…

La información de El Toreo, refiere que los toros que se lidiaron en la fecha, fueron de Félix Sanz, ganadero de Colmenar, ubicación también de la de Manuel Bañuelos, que es la que el propio torero y la mayoría de las relaciones dan como origen de los toros que enfrentó Gaona.

Y en La Fiesta Nacional, de Barcelona, aparecido el 16 de abril siguiente, quien firmó como Pepe escribió:

A juzgar por cuanto de este muchacho se ha dicho en México, es indudable que debe valer algo. De no ser así, su maestro Saturnino Frutos “Ojitos” – antiguo banderillero de “Frascuelo” – no se hubiera arriesgado a presentar a Rodolfo ante un público tan distinguido y tan inteligente como lo era el que juzgó la labor del novillero mexicano, el día 1o del corriente en la plaza de la Puerta de Hierro. Gaona salió bien librado de la prueba, lo que no es poco decir, sabiendo que entre el público que le juzgaba había una buena porción de coletas que a buen seguro deseaban fracasase Gaona…

Como podemos ver, Rodolfo Gaona pasó con una calificación que pudiéramos señalar como sobresaliente, la prueba a la que lo sometió su mentor. Él mismo se juzga, en retrospectiva, de la siguiente manera:

Los dos toros salieron mansos y no los pude torear con lucimiento ni con el capote ni con la muleta. Pero los maté bien. Me felicitaron de don Luis para abajo. Y al día siguiente los periódicos me ponían por las nubes y todos encomiaban mi valentía y el buen estilo que tenía para matar. No pudieron juzgarme como torero y afirmaron que era matador…

Rodolfo Gaona y Paco Frascuelo
1º de abril de 1908
Foto: Yrigoyen - La Fiesta Nacional


Lo que después vendría

Después de la prueba de Puerta de Hierro, su mentor Ojitos volvió a visitar a Indalecio Mosquera y éste volvió a fingir que no sabía quien era Gaona. Eso motivó que, ante el evidente desprecio del empresario de la Plaza de la Carretera de Aragón, el propio Saturnino Frutos le organizó la corrida de su alternativa a Rodolfo Gaona en la plaza de Tetuán de las Victorias el 8 de mayo siguiente y tras de ella, una corrida en solitario en la misma plaza el 28 de junio siguiente. 

Hasta que eso sucedió, fue cuando cedió Mosquera, que por fin le ofreció a Gaona su presentación en Madrid y la confirmación de su alternativa y es así como la triunfal historia de Rodolfo Gaona como matador de toros se empezó a escribir en los ruedos de España y del mundo.

domingo, 4 de febrero de 2024

El día que Larita cortó un rabo en Madrid

Larita triunfante visto por Roberto Domingo
El Liberal, Madrid, 10/05/1921

Matías Lara Larita
es todo un caso dentro de la historia del toreo. Nativo de Málaga, estuvo activo en los ruedos como matador de toros durante diecinueve años, siendo alternativado en su tierra el 1º de septiembre de 1914 por Paco Madrid, en presencia de Juan Belmonte. No encajaba en aquel aforismo que decía que, para ser torero, había que parecerlo, porque era corto de estatura y definitivamente obeso, pero se distinguía por tener un valor a toda prueba, que le permitía enfrentar las corridas más complicadas sin mostrar apuro alguno y salir casi siempre, airoso de tales pruebas.

Juan Belmonte afirmaba que era el torero más valiente que él había conocido, por la razón de que no les tenía miedo a los toros. Y agregaba El Pasmo: “Larita” se encierra con seis Palhas y está tan tranquilo como si se hubiera encerrado con seis gallinas... usted no sabe lo que es un Palha visto de cerca, ni quiera Dios que lo sepa...

La 8ª corrida del abono de la temporada madrileña de 1921

Ese es el bosquejo del torero que fue anunciado para actuar el domingo 8 de mayo de 1921. Inicialmente iría acartelado con Curro Martín Vázquez y Pedro Carranza Algabeño II, para enfrentar una corrida portuguesa precisamente de Palha. Posteriormente el señor Curro presentó un parte facultativo que establecía que estaba impedido para actuar en esa fecha, por lo que le sustituyó Domingo González Dominguín.

La corrida que envió don José Palha no fue de esas de ¡Horror, terror y furor! que se anunciaban en los carteles como reclamo para su divisa. Revoleras, en el diario madrileño La Correspondencia Militar del día siguiente al del festejo, resume así el comportamiento del encierro:

El ganado, los terroríficos Palhas, fueron en conjunto bien presentados; hubo en ellos toda la gama de la ganadería portuguesa, desde la catedral que salió en cuarto lugar, al carabao del sexto, con unos cuernos que eran un par de lanzas, hasta el primero, más pequeño y escurrido de carnes que los demás...; pero en general, una corrida bonita, de lámina y de arrobas… La nueva Empresa sigue presentándonos «toros», y cuando en el ruedo hoy toreros con toros hechos, nos divertimos... En la pelea fueron algo desiguales...

Por su parte, don Gregorio Corrochano, en el ABC madrileño del día 10 de mayo siguiente, reflexiona:

De los seis toros de Palha, no hubo nada más que uno francamente bravo, el sexto; los demás no fueron bravos, ni los dos fogueados ni los otros tres; pero todos fueron fáciles para el torero, y nada peligrosos. Como se trata de toros portugueses, los calificamos con frase de un ganadero portugués, Gama, aquel escrupuloso ganadero, que no regateó a Murube para hacer una buena ganadería, que luego vendió a Antonio Pérez, cuando veía toros como éstos decía: “Mansos, mai sin maldade”.

Lo que sí, es que el encierro fue variopinto, como correspondía a su origen en la época, y así por su orden, salieron: Campanero, número 90, jabonero sucio; Bombita, número 67, cárdeno oscuro; Rendero, número 91, cárdeno salpicado; Guerrita, número 99, berrendo en negro; Pastor, número 63, berrendo en jabonero y Gabado, número 9, castaño.

Fueron condenados a banderillas de fuego cuarto y quinto de la corrida, los dos berrendos.

La actuación de Larita

Larita salió vestido, según a quien se lea, de tabaco y oro según El Toreo; gris y negro, de acuerdo a El Imparcial o de paja y negro conforme a La Correspondencia de España; la realidad es que era un vestido de torear que se salía de lo digamos, ordinario, como lo pretende describir P. Álvarez, en el último de los diarios citados:

El torero vestía una «toilette» casi original. No era el traje morado y negro con que toreó una nocturna y luego se fue a Teléfonos a celebrar una conferencia; el de ayer era color paja y negro. Su hechura, sus adornos, y la colocación de éstos eran el origen del comentario. En cuanto a la primera, no sabemos claramente su clasificación. Lo que sí podemos decir es que era una casaquilla ancha y larga, dando al torero un volumen aparente, mayor del que tiene, ya algo exagerado, porque Larita no es de cintura mimbreña y flexible. Más que chaquetilla, pudiera ser ranglán, «matinée», salida de teatro o copia del paletó de Fernando VII. Tal vez haya visto lo que nos recordaba un grabado de «La Lidia» antigua, en la que estaba Cúchares. Él ya lo dijo a los espectadores: soy torero antiguo… Aquellos agremanes y azabaches pudieran ser también de alguna manteleta que usaran las contemporáneas de Cúchares o la propia María Castaña…

Pues con ese desarreglo, que quizás llamaba a la hilaridad, Larita salió a jugarse alegremente la vida y se alzó con el triunfo. Pronto demostró que iba con seriedad, como lo describe Barbadillo en su crónica de El Imparcial madrileño del 10 de mayo siguiente:

Al primer bicho, cornalón y grande, y quedadote, y manso como todos – si se exceptúa al lidiado en último lugar, noble y bravo – de la temida y dura vacada portuguesa, lo principió a veroniquear muy cerca y apretado. Al tercer lance dio la res un hocicazo en un brazo al torero y lo tiró a rodar. Se alzó Larita e hizo su habitual gesto de despreocupación, y se echó a reír la gente. Fue de las pocas veces que la gente se rio. Que era anteayer “una cosa muy seria” ver a aquel hombre jugarse la vida con aquel brío, con aquel “desparpajo” – si vale la palabra –, con aquella pasmosa e inverosímil naturalidad… Peleó la res mansurroneando y tardeando y al llegar la hora de banderillear cogió el diestro dos pares de rehiletes, y después de jugar con el cornúpeta, entrecruzó los palos como si fuesen muleta y estoque para un pase ayudado, y en esta forma, a cuerpo limpio, dio el ceñido pase a la res. Es una suerte especial del torero, la hace “como quien lava” … clavó los cuatro arpones en el ancho de un duro. Fue formidable la ovación. Cogió los trastos de matar. El bicho le achuchaba por los dos lados; más por el derecho. El hombre lo trasteó, solo en los medios, brevemente, aguantando y pegando de verdad. Y se fue el bruto a las tablas del 6, y al hilo de estas tablas, dándole la espalda al toril y en donde el toro había de empujarle atrozmente, entró el diestro por dentro, se echó encima, cruzó soberbiamente y salió el animal rodado de la mano, con el estoque entero por la cruz… Así, a lo menos, es como hay que matar… Y la ovación enorme, la oreja, la vuelta, la salida a los medios, la apoteosis. Había sonado la hora de Larita…

Pero faltaba la guinda de su actuación. El cuarto de la tarde, el berrendo número 99, nombrado Guerrita por su criador fue el que le permitió redondear el triunfo ya conseguido. P. Álvarez, en La Correspondencia de España, escribió:

El toro, que había sido fogueado, estaba emplazado frente al 5, con la cabeza por el suelo y sin arrancarse. Se llegó con la muleta en la mano izquierda, y tan cerca estuvo de él, que, dándole un palo con el estoque en el testuz, el berrendo embistió, dándole dos pases, y teniendo de nuevo que avisarlo con el estoque para que se moviera… Después de tres pases dio un pinchazo que fue aplaudidísimo, media estocada, y luego hizo Larita la nota de valentía de la tarde: con el toro en los medios plegó la muleta, metió el brazo por encima del testuz y con tranquilidad grande arrancó una banderilla, sacó con ella el estoque y descabelló. La ovación fue enorme. Se le concedieron las dos orejas y el rabo, echando éste al palco de la Empresa, donde estaba D. Federico Blanco, a quien brindó la muerte del toro…

Por su parte, Gregorio Corrochano, en el ABC hizo el siguiente análisis de esta su segunda faena:

El cuarto se lo brindó a la Empresa. El toro llegó muy tardo, a pesar de los avivadores de fuego. Larita le tanteó con la mano izquierda, y como el toro no se arrancaba y estaba muy cerca, le dio con el estoque en el hocico. Entonces el toro se arrancó muy fuerte, y, a pesar de ello, Larita repitió la suerte. Tanto, esta faena como la otra fueron muy breves; éste fue el mayor acierto de Larita, pues estos toros medio mansos hay que aprovecharlos. Esto lo saben todos los toreros; lo qué ocurre es que no siempre el torero tiene decisión para aprovechar. Mató de dos medias estocadas, la primera ligeramente atravesada, y la segunda ligeramente tendida, porque el toro derrotó mucho. Y en los medios, sin el alivio de los tableros, plegó Larita la muleta, como despreciando esta defensa, sacó el estoque con una banderilla y descabelló. Más ovaciones y más orejas. Tarde completa, de conjunto, lucida...

Del conjunto de la actuación de Larita, Antonio Casero, que hacía e ilustraba la crónica en esos días para el Heraldo de Madrid, hizo las siguientes reflexiones:

Ayer vimos a un torero serio y valiente, y aunque derrochó alegrías, se vio en la plaza lo que hacía mucho tiempo no veíamos: torear, banderillear y matar, como dicen que lo hacían aquellos toreadores de redecilla y castoreño… Ayer olía la plaza a torero pundonoroso, a torero sin estética; pero con más corazón de artista que el que más tenga, y sobre todo que sacó al público del letargo que venía padeciendo… Ayer salía la gente de la plaza animosa, con cara de haberse divertido. En los corrillos, en las mesas de los cafés, en todas partes, se hablaba del éxito de Larita. ¿Qué alguien discute todavía tal o cual detalle? Discutan lo que quieran; pero lo que es indudable es que gracias a él ayer hubo alegría en la plaza y olor a torero de los que no se peinan con cosmético, y el público salió contento, que es lo que se trataba de demostrar... El triunfador Larita salió de la plaza por la puerta grande, en hombros de las huestes que lo vitoreaban...

La impronta de Larita en la historia

Antes del de Larita, se habían cortado dos rabos en la Plaza de la Carretera de Aragón, uno por José Roger Valencia, todavía novillero, el 11 de noviembre de 1918 y otro por Gallito, el 10 de octubre de 1918 y años después, Nicanor Villalta cortaría otro a un toro de Aleas, cerrando la contabilidad del coso en ese aspecto.

Así fue la tarde en la que Larita cortó un rabo en Madrid. Larita, ese torero que, al decir de Corrochano:

Yo no sé si digo bien al llamar torero a Larita. Torero, suele ser un muchacho muy atildado, de posturas estudiadas, como una damisela, que sale a la plaza a coquetear más que a matar toros. Y Larita es, un hombre gordo, muy ancho, casi apaisado, descuidado en el vestir, que no estudió la sonrisa para el tendido, y que toda su coquetería consiste en poner la barriga en la cara de los toros…

Ojalá hubiera más toreros como Larita, con menos poses y más entrega. Quizás la fiesta no estuviera hoy en entredicho.

Aviso parroquial: Una excelente recopilación del paso por los ruedos de Larita, la pueden encontrar en este sitio del blog de la Asociación El Toreo en Red Hondo. Ojalá les resulte de interés.

domingo, 2 de julio de 2023

1º de julio de 1923: se cierra la historia de Rodolfo Gaona en ruedos de España

Anuncio de la corrida en el diario
Noticiero Universal 30/06/1923

La temporada 1922 – 23 en el Toreo de la Condesa fue, para Rodolfo Gaona, una de marcados contrastes. En la columna de los grandes triunfos, han pasado a la historia sus actuaciones en la 12ª tarde del ciclo, cuando realizó su gran faena al toro Curtidor de Atenco y la del domingo siguiente, después de que sus seguidores le colocaran la tiara de Pontífice del Toreo, a Sangre Azul de San Diego de los Padres

Pero también tuvo tropiezos significativos, pues en la tercera, se le fue vivo Cubeto de Piedras Negras; en la cuarta, un toro de Atenco lo hirió de consideración en un brazo; en la décima, él y Marcial Lalanda salieron abroncados después de una tarde aciaga y en la décimo sexta, sin tener que ver en el asunto, la concurrencia desquitó con el Califa su enojo, porque le correspondió el lote parchado de un encierro de Palha, que llegó a México con solamente cinco toros aptos para la lidia.

Quizás era que la afición de la capital estaba impresionada por los alardes de valor de diestros como Luis Freg, Juan Silveti – que fue el que más tardes actuó en la Condesa – o aquél que fue banderillero de Belmonte, el trianero Manuel García Maera, quien en una tarde cortara los dos rabos de los toros que le tocaron en suerte. Y también las valerosas excentricidades de Larita. La cuestión es que, había razones suficientes para justificar la subida del nivel de exigencia hacia el llamado Petronio de los ruedos y los que pagan su entrada, las hicieron valer.

Rafael Solana Verduguillo narra en su recuento histórico de la fiesta de esa época, acerca de esa situación, lo siguiente:

A mediados de ese año de 1923, Gaona partió para España. No tenía el menor deseo de ir a despedirse de los públicos españoles, pero “Monosabio” y yo casi lo obligamos… “Debes poner tierra de por medio. Rodolfo, dijo don Carlos Quirós en cierta ocasión en que comíamos juntos accidentalmente… Le decía yo a Rodolfo, manifestó don Carlos, que sería muy conveniente que se fuera a España. Es necesario que la gente deje de verlo, que se ausente para que el público lo extrañe. Cuando los artistas viven en un lugar, como que se le pierde la estimación a fuerza estarlos viendo a todas horas… Soy de la misma opinión, dije yo, Gaona debe irse, aunque toree poco, aunque no gane nada. La ausencia estimula al afecto…”. Al terminar la comida, Gaona nos prometió que saldría para Europa. Torearía poco, unas cuantas corridas en España, otras en Francia y se despediría definitivamente de aquellos públicos…

Así fue, de acuerdo con el periodista veracruzano, que don Rodolfo Gaona se decidió a intentar una campaña de despedida en los ruedos de Europa.

La realidad de la fiesta en España

Al llegar Rodolfo Gaona a tierras hispanas, se encontró con una realidad muy distinta a la que había dejado allá un par de años antes. Ahora para actuar en las plazas de importancia había que pertenecer a la Sociedad de Matadores de Toros y Novillos, una agrupación sindical que era controlada bajo cuerda por la Asociación de Empresarios y Propietarios de Plazas de Toros de España, misma que, si hacemos caso a la historia escrita en España, surgió hasta 1924 y con la finalidad de impedir que Ignacio Sánchez Mejías pudiera torear en las plazas que pertenecían a esa asociación – Madrid, Sevilla,  Bilbao, Valladolid y Vitoria entre las más destacadas – estableciendo además para los otros toreros, un honorario máximo de siete mil pesetas. Así se lo contó a Monosabio el Indio Grande:

Yo fui a España a saludar a mis amigos y a despedirme de los públicos que más me quisieron: torearía ocho, diez corridas, en ciertas plazas: serían las últimas corridas, porque ya hay que ir pensando en otra cosa… Eso sí: mantendría mi categoría y la haría respetar en todo, especialmente en lo que mejor se demuestra: ¿Cuánto cobras? Tanto vales… Nada de pensar en pelear con nadie, ni en quitar a ninguno el sitio que justa o injustamente disfrute… Pero, no pudo ser sino a medias... Las empresas estaban sindicalizadas. Los toreros sindicalizados y los ganaderos también. Para torear había que ingresar en esa Asociación que manejan los empresarios: ellos fijaron que ningún matador de primera fila habría de cobrar más de siete mil pesetas, y para mí esa suma es una insignificancia, porque no me alcanza para los gastos más indispensables. No quisieron hacer sino una excepción en favor de Rafael “El Gallo”, pero no para mí… Y yo pensé que las categorías y el precio los señalan los públicos y no los sindicatos. Está bien que se reúnan en manada los que no pueden andar solos… El cartel hay que buscarlo toreando. Y no accedí a ingresar en el Sindicato, ni acepté la tarifa standard que habían aprobado Y... no pude torear sino en las plazas que habían quedado fuera del control de las empresas asociadas y con los toreros que no se habían sindicalizado...

Ante ese escenario, Rodolfo Gaona apenas pudo actuar en un puñado de festejos y por supuesto, las plazas de importancia quedaron excluidas de su gira de despedida. Sin embargo, en Lisboa cobró lo que ninguno antes había recibido por actuar allí y en Barcelona, no en la Monumental, tampoco en Las Arenas, pero sí en La Barceloneta, pudo impartir su postrera lección magistral, misma que ha quedado para la historia, por lo que el hecho en sí representa, como por lo que en la fecha el torero de León realizó.

Rodolfo Gaona y Beato

Para el domingo 1º de julio de 1923 se anunció una corrida de toros en la plaza de toros de La Barceloneta. La publicidad señalaba que se lidiaría un encierro de Arribas por Rodolfo Gaona, en su despedida, Diego Mazquiarán Fortuna y Francisco Vila Rubio de Valencia. Aclaro que la publicidad anunciaba los toros como procedentes de Arribas, porque posteriormente la mayoría de las crónicas señalarían que procedieron de Andrés Sánchez y Sánchez, de Salamanca y aún algún otro indicó en su información que fueron de la Viuda de Tovar.

El cuarto de la sesión se llamó Beato, fue cárdeno oscuro y tras de ver el resultado del conjunto del festejo, fue el mejor de la corrida. Ante ese Beato, fue que Rodolfo Gaona dejara su última gran exhibición de arte y de poderío en ruedos españoles. La impresión que causó a quien firmó como Carrasclás en el diario barcelonés Noticiero Universal, fue la siguiente:

El toro “Beato”, un cárdeno de buen tipo, no fue un portento de bravura. Fué más noble que bravo, aunque se arrancó pronto y bien a los caballos. Lo que hizo a pedir de boca es embestir, dando lugar a Gaona, que no deseaba otra cosa que un buen toro para torear, á que nos extasiara primero con unos lances de capa que fueron un modelo de arte, de temple y de finura, que se premiaron con una atronadora ovación… Cambiado el tercio, cogió banderillas Gaona y en un santiamén, pronto y ligero, para que no se le agotase el toro, con su arte peculiar y su seguridad pasmosa, clavó cuatro soberanos pares, premiados con otras tantas ruidosas explosiones de palmas… Pero con todo y ser lo relatado tan exquisito, dejó Rodolfo lo más asombroso para el final… Y el acontecimiento fue un faenón enorme. El soberbio ayudado con que Rodolfo lo empezó, levantó un olé, y al olé siguió una formidable ovación por tres naturales magnos que dio Gaona a continuación, ligándolos admirablemente, a los que siguieron uno alto finísimo y otro de pecho estupendo… El entusiasmo que la faena provocó, delirante. No tuvo Rodolfo completa suerte al matar. Aunque arrancó con decisión y bien, coló poco el estoque en las dos veces que entró, y tuvo que descabellar, pero no por esto dejó de ser la ovación final tan enorme como fue la faena, viéndose obligado el gran torero a dar una vuelta triunfal y á salir tres veces á los medios por no cesar los atronadores aplausos...

Por su parte, el corresponsal del diario El Heraldo de Madrid, advirtió lo siguiente:

Cuarto. – Cárdeno y bien puesto. Gaona es ovacionado al veroniquear; en un quite, en el que deja saborear su excelente estilo de torero, es de nuevo ovacionado. Gaona coge los palos, y al cuarteo, deja un par superiorísimo; repite con otro de poder a poder, inconmensurable. (Ovación). Clava otro en la misma forma y cierra el tercio con uno de frente muy bueno. Brinda la muerte desde el centro de la plaza. Comienza la faena de muleta con un pase ayudado por alto con los pies hundidos en la arena, y después lo más grande que Gaona ha hecho en Barcelona; una faena ligada de pases de pecho y naturales, pases improvisados, pases de molinete; se tira a matar y deja media estocada; sigue toreando entre ovaciones y música, y se tira de nuevo y señala un buen pinchazo; intenta el descabello, y acierta al primer intento. (Ovación, dos vueltas al ruedo y salida por tres veces a los medios. Petición de oreja que el presidente no concede)…

El diario madrileño Informaciones, en la relación de su corresponsal, destaca:

CUARTO. – Gaona da unos lances quieto y airoso y es muy aplaudido. Tardeando y sintiéndose al hierro toma el toro las varas reglamentarias y hay un quite por barba, muy adornados. Rodolfo coge los palos, y en un santiamén pone cuatro pares; los tres primeros de poder a poder, estilo Joselito, que se ovacionan, y el cuarto cambiando el viaje, muy fino. (Ovación)… Brinda desde el centro de la Plaza para despedirse, y empieza la faena con un pase por alto, superior; sigue con tres naturales, soberbios, seguidos del de pecho, continúa con la faena más grande que ha hecho este torero en Barcelona, en la que cada pase es un derroche de arte y maestría. (música, ovación continua y el delirio). Entra bien a matar para media desprendida. Más trasteo y un pinchazo alto. Descabella. a pulso y se repite la ovación grande, petición de oreja que ha debido concederse; vuelta al ruedo y salida tres veces a los medios. Todo merecido…

¿El pase del centenario?

El cronista del Noticiero Universal, al mediar el cuerpo de su narración de la faena de Gaona a Beato, se detiene a describir lo siguiente:

Loco el público, pidió música, y a sus acordes Gaona prosiguió su magnífica labor, dando dos vistosísimos pases cambiándose la muleta, tras de los cuales cayeron gorras y sombreros al redondel; dos ayudados finísimos, uno soberbio de rodillas, un molinete, dos de costado (a modo de gaoneras), dos de pecho con la izquierda y un natural con la derecha, todos ellos dados con arte soberano y una finura, una suavidad y un temple superiores a toda ponderación…

Dos de costado a modo de gaoneras... Eso seguramente es una descripción de una suerte no vista antes por el cronista de Barcelona y que fue estrenada por Rodolfo Gaona el 20 de septiembre de 1921 en el Toreo de la Condesa, aunque en las crónicas de la corrida celebrada el 27 de abril de 1919 en Madrid, al describirse su faena al toro Vizcaíno del Duque de Veragua, también se relata que con la muleta dio dos preciosos pases gaoneros, como las gaoneras o de frente por detrás… No es una suerte que se haya prodigado y parecía en buena medida una verdadera entelequia, pero ya tenemos aquí una tercera referencia escrita a su realización en una corrida de toros por parte de su autor.

La prensa de Madrid

La prensa taurina madrileña materialmente ignoró el paso de Rodolfo Gaona por España en esa breve y última temporada que hizo por sus plazas. Pero tuvo buen cuidado de anunciar su regreso a México, como se puede ver de esta nota aparecida en el semanario El Toreo del 16 de julio del mismo 1923:

Amigos íntimos de Gaona expresan la amargura que este diestro ha sentido por el vacío que se le hace en España… Volvió a España, esperando una acogida satisfactoria; pero se duele de la actitud de sus compañeros españoles, que le dificultan actuar, poniéndole vetos que le hacen imposible su estancia, malogrando sus deseos de despedirse del público español… Se dice que vendrá a España con objeto de organizar corridas por su cuenta y dar trabajo a los toreros modestos, despidiéndose después; pero las empresas y los toreros le han impedido que actúe en plazas no asociadas… La última corrida que ha toreado en Barcelona cierra su despedida en España… Ahora marcha a Lisboa, regresando seguidamente a Méjico… Hace comparación entre el modo que se le atiende a él aquí y cómo se le recibe a los toreros españoles que van a Méjico… Cree absurdo pagar una multa y sufrir un castigo que le imponga la Unión de Matadores, ligándole a una dependencia de las empresas…

Como se puede leer, las heridas que quedaron abiertas con la salida de Gaona de España en 1920, no estaban debidamente cerradas. La prensa de la capital española no le podía perdonar que se hubiera mantenido en una primera fila por más de una docena de años en competencia con las cumbres de la llamada Edad de Plata de la fiesta española.

Pero se pudo despedir, donde sus méritos fueron tenidos en cuenta, como una figura del toreo, demostrando que estaba en plenitud de facultades y que podía, de así quererlo él, competir con quien se le pusiera delante.

Aldeanos