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domingo, 19 de julio de 2020

Una fotografía con historia (VII)

El Gallo en Pamplona, 1934

Rafael El Gallo en Pamplona 1934
Archivo Rodero - Vaquero
La temporada del año 34 fue turbulenta. Un calendario antes había nacido la Asociación de Ganaderos de Reses Bravas, formada inicialmente a iniciativa de Juan Belmonte, expulsado de la Unión de Criadores por haber ayudado a los hermanos Francisco y José C. Madrazo a traer a México los ganados de Gamero Cívico para su ganadería de La Punta y engrosada después por otros notables miembros como Marcial Lalanda, que llevó a la nueva agrupación su hierro de la Unión y también el que recién había adquirido para su esposa Emilia Mejías a Fermín Martín Alonso y que era el original de Florentino Sotomayor, los adquirentes de la ganadería de Coquilla, que lo hicieron en cuatro distintos lotes y otros notables como Carmen de Federico, Melgar, Escudero y los hermanos Ayala. Y es que en esos días no bastaba adquirir un hierro de la Unión para ser miembro, además se debía ser aceptado.

A ese ambiente caldeado se sumó el hecho de que en alguna forma se conminó por esas fechas al empresario Eduardo Pagés a deshacerse de su ganadería de origen Urcola, que había adquirido a Francisco Molina.

Eduardo Pagés Cubiña

Nacido en Barcelona, Pagés entró al planeta de los toros como periodista y firmando como Don Verdades. Es autor de dos libros Joselito y Belmonte, ¿Cuál de los dos?, de 1918 y La República del Toreo de 1931. También se le tiene por creador de las cuadrillas de toreros bufos, al ser el organizador de la de El Chispa y sus botones y la banda de El Empastre.

Cobra notoriedad cuando en 1932 toma en arrendamiento la plaza de toros de Sevilla por un periodo de cuatro años. Organiza su primera feria de abril al año siguiente y para ese entonces ya daba toros en Madrid, Santander, Salamanca, San Sebastián y Valladolid, llegando a ser, inclusive, propietario de estas dos últimas plazas.

Para la temporada del 34, contaba con ganado de garantías en cantidades limitadas. Entonces, debía suplir esa deficiencia de sus carteles de alguna otra manera. Pagés es el inventor de la exclusiva. En 1925 la patentó con Belmonte, en ese entonces le firmó una serie de corridas a honorario fijo, veinticinco mil pesetas, cinco mil duros, una suma astronómica en esos días, cuenta Paco Aguado, pero recompensable en la taquilla y en la venta de abonos con la presencia de la principal figura de ese tiempo.

Entonces, en 1934 Pagés, entrenado en esas lides, volvió a recurrir al expediente de la exclusiva, pero ya no solamente sacó del retiro a Belmonte, sino que también lo hizo con otro torero legendario y ofreció igualmente a Rafael El Gallo treinta corridas en sus plazas para ese calendario en condiciones que seguramente fueron superiores, porque ambos toreros las aceptaron y terminaron toreando los festejos contratados, con la mejor parte del ganado disponible dadas las circunstancias del caso.

Algo del 34 de El Gallo

En 1934 Rafael cumpliría ya 32 años de alternativa y 52 de edad. Pero su afición y su torería quedaban intactas. De esa manera, Eduardo Pagés lo puso a reaparecer en Sevilla el 1º de abril de ese año alternando con Chicuelo y Paco Perlacia con toros de Esteban González y su actuación lo convenció a darle la sustitución de Algabeño el 19 de abril, donde para lidiar toros de Torre Abad, quedó acartelado con Cagancho, Domingo Ortega y Diego de los Reyes. Esa tarde le cortó el rabo al segundo de su lote y se alzó como el triunfador de esa versión de la feria abrileña. Si alguien tenía duda acerca de la decisión de Pagés, allí quedó claro que había Gallo para un buen rato. Y sí que lo había, el 3 de mayo reaparece en Madrid y pega un petardo de los que solamente él  podía dar y así en ese tono particularmente suyo transcurre esa campaña que es particularmente histórica para la fiesta.

Pamplona, julio de 1934

La plaza de toros de Pamplona, llamada todavía plaza nueva se había inaugurado el día de San Fermín de 1922. Todavía conservaba el diseño original del arquitecto Francisco Urcola y era casi una réplica de la ya entonces desaparecida Monumental de Sevilla. De hecho, la fotografía que da pie a que hoy meta yo los míos, en un primer golpe de vista, sugiere que El Gallo torea en esta última, pero quienes conocen del asunto, Fidel y Julio Carrasco Andrés y Carmen del Castillo, autores de dos magníficas obras sobre la plaza que construyó Gallito, me sacaron del error y me aclararon que fue captada en Pamplona.

Por su parte, Ángel Erro, del Club Taurino de Pamplona ante la noticia de que la imagen se logró en su tierra, me confirmó la fecha de la misma, pues fue la única tarde en la que Rafael El Gallo actuó en ese ruedo, el 10 de julio de 1934, en la llamada Corrida del Comercio. Hoy la plaza de toros de Pamplona tiene una fisonomía diferente, pues sufrió reformas en 1942, 1952, 1966 y 2004 para dejarla con la apariencia que hoy le conocemos. Para conocer algo más de su historia, les recomiendo leer este artículo en el sitio Memorias del Viejo Pamplona.

La tarde del 10 de julio

La Corrida del Comercio del 10 de julio, a la vista del cartel anunciador de la feria, aparentemente estaba fuera del abono de la misma. Fue programada por el comercio organizado de la ciudad y se dio en martes, día hábil, pero como escribió quien firmó como Alfonso, en el diario madrileño El Liberal del día siguiente del festejo, la plaza se llenó. Y es que cartel completo era con toros de Concha y Sierra para Rafael El Gallo, Juan Belmonte y Victoriano La Serna.

La mayoría de las crónicas se centran en el gran triunfo de Belmonte en lo que también era su reaparición en el ruedo pamplonés. Pero ubicar el momento de la imagen que motiva estas líneas es lo interesante y creo que ha sido posible conseguirlo. Debió ser en un quite que Rafael hizo o al primero de su lote o al tercero de la tarde, casi seguramente a éste, según se lee de la crónica de Federico Morena, del Heraldo de Madrid, aparecido la misma noche del festejo:
Primero. - «Morisco», berrendo en negro, (Los toros son de Concha y Sierra.) Rafael torea por verónicas. Pone en la suerte enorme salero. (Ovación.) En el primer quite da una larga cordobesa que es muy aplaudida. Belmonte, en el de su turno, mete dos verónicas y media templadas, geniales. (Olés. La ovación se oye en Triana.) La Serna torea embarullado, unos cuantos lances y está a punto de ser cogido. El Gallo cierra con dos chicuelinas y media (Ovación.) 
El toro es bravo y nobilísimo, en la plaza hay gran entusiasmo… 
Tercero. – «Estafador». Capirote. Botinero. Dobla admirablemente. La Serna veroniquea sin quietud ni cosa que lo valga, (Palmitas. También se oyen algunos pitos.) Quita embarullado. Gallo mete en el de su turno la larga de rigor. (Palmas.) Belmonte derrama la esencia de su arte imponderable (Ovación entusiasta.) El toro se limita a cumplir. 
El Gallo, fuera de turno, nos obsequia con una larga y una revolera vistosísimas. (Palmas.)...
Federico M. Alcázar, en La Voz, también aparecido en Madrid la noche misma del festejo, publicó lo siguiente:
Primero. – «Morisco». Berrendo en negro, buen mozo, bien armado. El Gallo lancea parado y remata con salero. (Palmas.) Luego quita Rafael, dejando al toro en suerte. Belmonte se para, templa y da tres lances y media verónica sublime. (Ovación delirante.) Laserna sale trompicado en el quite. Gallo torea por navarras, provocando el entusiasmo en el público. El toro cumple dócil y suave... 
Tercero. – «Estafador». Berrendo en negro. Laserna baila unos lances que no agradan. Luego se hace un lío con el capote y torea embarullado en el quite. Rafael remata con el capote plegado, dejando al toro en suerte. Después tira una larga afarolada, que se aplaude. El toro cumple dócil…”
La imagen nos muestra al torero saliendo con el capote al hombro rematando una suerte de capa, evidentemente una larga. La pinta del toro es berrenda, y tiene el accidente de ser capirote y botinero, como lo describe Morena en su crónica. Así que es probable que esa imagen de Rafael saliendo andando de la suerte, haya sido captada al rematar la larga que las crónicas describen en el quite al tercer toro, correspondiente a La Serna.

En el fondo de la misma, se observa al peón corriendo a quitar al toro que parece ir a por el despreocupado diestro que sale andando de la suerte o simplemente siguiendo el vuelo de su mágico capote.

Mi gratitud

A Carlos González Ximénez, titular del Archivo Ragel, que contiene también los fondos de los archivos de Aurelio Rodero y Manuel Vaquero, por permitirme utilizar la imagen que da motivo a estas líneas y Fidel y Julio Carrasco Andrés y Carmen del Castillo y a Ángel Erro, este último del Club Taurino de Pamplona, por ponerme sobre la pista de este asunto.

Aviso parroquial

Los resaltados en las crónicas de Federico Morena y Federico M. Alcázar no obran así en sus respectivos originales, son imputables exclusivamente a este amanuense

Aldeanos