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domingo, 29 de marzo de 2020

En el centenario de Carlos Arruza (IV)

1º de abril de 1951. Carlos Arruza torea tres corridas en un día

Que un torero logre torear tres corridas en un día es un hito importante. Aparte del azar que conlleva el mantener la integridad corporal para completar los compromisos pactados, se debe sumar la dificultad de trasladarse de un sitio a otro y todo lo que implica lo que hoy se llama la logística que conlleva la organización de los festejos.

La Historia del Toreo registra como el primer caso de esta naturaleza, quizás, el que llevó a cabo Guerrita el 19 de mayo de 1895. Ese día comenzó su periplo a las 7 de la mañana en la Isla de San Fernando, para lidiar 6 toros de la Marquesa Viuda del Saltillo mano a mano con Pepete. La segunda corrida se verificó a las 11:30 horas del día, en Jerez de la Frontera, alternando con el valenciano Fabrilo, en la lidia de 6 toros de José Ma. de la Cámara y terminó a las 17:30 horas en Sevilla, donde su alternante fue Antonio Fuentes, y los toros fueron de Joaquín Murube.

A propósito de la última corrida, Carlos Valverde Castilla, en la revista Arte Fotográfico, relata lo siguiente:
No es de extrañar que el Guerra realizara por entonces una hazaña que ni tenía precedente ni ha vuelto a repetirse: torear tres corridas mano a mano el mismo día y en distintos puntos. Por la mañana, en San Fernando; a mediodía, en Jerez, y por la tarde, en Sevilla. Era el 19 de mayo de 1895. (...). Para su hazaña contó, naturalmente, con un tren especial y con tres cuadrillas distintas; los compañeros fueron también distintos. Sólo él fue el mismo, y ni siquiera se cambió de “vestío”. Por cierto, que cuando asomó al portón de cuadrillas de la Maestranza, levantado desde el amanecer, con dos corridas despachadas y tras varias horas de tren, le preguntó Antonio Fuentes,  que  compartía el cartel:
— Rafael,  ¿vendrá  osté  cansao?
— Cansaíllo vengo...
—Pues hoy, que le  cojo cansando,  le voy a dar p’al pelo.
Saltó Guerrita:
— ¡Hoy me vas a...!
Y como si empezara entonces, banderilleó a sus tres toros y los mató superiormente.
Guerrita mató ese día nueve toros y realizó sus traslados en un tren especial destinado al efecto.

La réplica de Arruza

Carlos Arruza y Manolo Dos Santos, ambos apoderados por don Andrés Gago, anunciaron que intentarían replicar la hazaña de Guerrita a poco de cumplirse 56 años de la hazaña de éste último. Para el efecto manifestaron que las corridas se realizarían en las ciudades de Morelia, México y Acapulco y que en los tres carteles actuarían mano a mano y que en principio cada uno de ellos mataría nueve toros en la jornada.

Conforme fueron avanzando las fechas, se anunció que la corrida de Morelia sería matinal, a las once de la mañana, lidiándose toros de la ganadería debutante de El Olivar, sangre pura de Zacatepec; que la de la Plaza México se daría a las cuatro de la tarde y los toros serían de la ganadería de Armillita Hermanos, también debutante y la de Acapulco a las nueve y media de la noche, con toros de Zacatepec.

En Morelia

La corrida en Morelia tuvo el siguiente desarrollo, según el corresponsal de La Lidia de México:
Con toros de Zacatepec se verificó el primer mano a mano del día, de los diestros Carlos Arruza y Manolo dos Santos. La entrada no fue la que se esperaba. El primer toro, muy bravo, se rompió una pata quedando inutilizado para la lidia. Los demás, cumplieron en términos generales.
Arruza fue de menos a más. Con su primero cumplió, con su segundo estuvo bien y con su tercero, extraordinario, toreándolo maravillosamente en los tres tercios. Al matar de certera estocada se le dieron las dos orejas y el rabo y dio vueltas al ruedo entre ovaciones y música.
Manolo dos Santos instrumentó naturales muy templados a su primero, lo pasaportó de una honda y se ganó una oreja, en su segundo se limitó a cumplir, pues no se acomodó con el estilo del cornúpeta. Con el que cerró plaza estuvo muy artista, habiendo petición de oreja. La autoridad no le entregó el galardón porque pinchó.
Al final Carlos Arruza salvó in – extremis el festejo, que, quizás por la hora en la que se celebró, no tuvo la entrada esperada.

En la Plaza México

La corrida llamémosle estelar de la terna, fue accidentada casi desde abrirse la puerta de cuadrillas. Paquiro, redactor de la crónica aparecida en el ejemplar de La Lidia de México aparecido el 6 de abril de 1951, relata lo siguiente:
…no vaya a creerse que la totalidad de la afición aspiraba a que sobre el ruedo no se viese nada que valiera la pena; no, particularmente un grupo escondido en los tendidos de sol se preocupó por hacer fracasar a los diestros alternantes, y los gritos y denuestos que emanaron de tales tipejos cumplieron con su cometido pues crearon una “psicosis” entre las mayorías y consiguieron que los alternantes, a ratos, desesperaran… No puede pasarse por alto la actuación de la porra de marras. Indudablemente que esos criminales con toda anticipación percibieron un sueldo por sus gritos, y al exclamarlos en la plaza, a la hora de la corrida, no hicieron sino cumplir con una obligación contraída con anterioridad. Quiere decir que hubo premeditación… Esta es la verdad: se pagó por ir a pitar, salieran las cosas bien o mal. Y mucho hicieron los diestros con que no estallara la bronca premeditada…
Sugiere el cronista de La Lidia de México que hubo la decisión de reventar el acontecimiento. Por su parte Carlos León, cronista del desaparecido diario Novedades, con su estilo mordaz, refiere lo siguiente:
Por otra parte, despacharse tres encierros en el curso de un día, le daba a la profesión taurina un sentido de oficio desempeñado a destajo, en vez de ser una actividad artística, cuyo único móvil debe ser el sentimiento y cuya única fuerza motriz ha de ser la inspiración. Lo de ayer, en cambio, no parecía ser movido por lo imprevisto. En todo se adivinaba el cálculo, la precisión de un horario sabiamente concebido de antemano, pues la exactitud de los aviones tenía tanta importancia para el desarrollo de la gira, donde aquella tribu de lidiadores y testigos trashumantes parecían ser una de esas excursiones de “todo pagado” de la Wagon Lits Cook, donde el viajero debe supeditarse al plan trazado, sin dejársele nada para su propia iniciativa. Y así salió la cosa: con prisas, con desgano, frente a un lote nada fácil de la ganadería de Chichimeco…
Ve el puntilloso y atildado don Carlos en la efeméride, mucha planeación y poca entrega, pero apunta una cuestión que es de capital importancia, el juego de los toros. Y dice de la corrida:
Un encierro duro, sin duda, pero con el cual se evidencia que hasta los mandones de la fiesta necesitan del toro de carretilla para realizar los trasteos memorables, aunque esto sea decepcionante reconocerlo… Tampoco como ganadero triunfaría “Armillita”, pero de todas maneras la tarde fue suya, pues los broncos pupilos pudieron más que los encargados de pasaportarlos. Y tal vez se acordaría de las veces en que él, lidiador todopoderoso, cuajó trasteos memorables a bueyes de carreta…
Por su parte Paquiro, en La Lidia de México afirmaría:
La ganadería Armilla Hermanos – ya queda dicho – debutó con un encierro encastado, con mucho poder, bravura y fuerza. Espectaculares para los montados y difíciles para los de a pie. Todos los toros tuvieron hermosa lámina – ¡seis cromos! – y fueron cómodos de defensas. La escrupulosidad de los ganaderos estaba demostrada… Ahora que nadie, ni los criadores, podía prever que los morlacos iban a resultar de “prueba”, ¡Pruebas para toreros buenos...!
En fin, que una corrida de lidia difícil, se uniría a la animadversión del público en la plaza.

En Acapulco

De nuevo recurro al corresponsal de La Lidia de México, quien manifestó lo siguiente:
A las nueve y cuarto de la noche se inició ayer el tercer mano a mano que sostuvieron los colosos Arruza y dos Santos. Se lidiaron toros del Olivar, en total ocho, cuatro para cada matador, que dieron un juego incierto.
Arruza se limitó a cumplir con el primero, el tercero y el quinto. Pero con el séptimo se soltó el pelo veroniqueándolo muy bien y ejecutándole una gran faena de muleta. Se le ovacionaron sus derechazos, naturales, lasernistas, arrucinas y demás desplantes de dominio. Metió el estoque hasta la empuñadura y se le entregaron las dos orejas y el rabo de su astado rival.
Manolo dos Santos empezó a tambor batiente desorejando a su primero, al que toreó de muleta con una claridad exquisita. Sus naturales ahí quedaron. Mató pronto y cortó una oreja. Al cuarto lo lidió con voluntad, pero con el sexto volvió a surgir la calidad del lusitano y los pases naturales enloquecieron al público. Cobra buena estocada y cortó otra oreja. Y al octavo le hubiese cortado el apéndice auricular si es que no hubiera pinchado. Volvió a torear estupendamente.
Y así fue como estos dos diestros superaron lo hecho por el legendario Rafael Guerra. ¡Cada uno lidió y pasaportó a diez toros en un solo día…! Para la historia.
Así culminaron su hazaña Carlos Arruza y Manolo Dos Santos. Con los toros regalados en Acapulco, terminaron mataron diez toros cada uno esa fecha. El encierro anunciado para Morelia terminó lidiándose en Acapulco y el de Zacatepec se lidió en Morelia. Sus desplazamientos los hicieron por vía aérea y no tengo constancia de que hayan usado el mismo vestido en los tres festejos, pero seguramente cambiaron de ropa de torear en cada uno.

En números, Carlos Arruza cerró la jornada con cuatro orejas y dos rabos y Manolo Dos Santos con tres orejas.

Un dato curioso es que el programa oficial de la Plaza México señalaba que el acontecimiento conmemoraba los 25 años de la hazaña de Guerrita… Seguramente al publicista del doctor Gaona le fallaron las cuentas.

A posteriori

Después de esas tres corridas, en México se verificaron algunos otros acontecimientos de esa especie, entre los que se recuerdan estos:

De matadores de toros: 1º de enero de 1972: Francisco Rivera Paquirri toreó 3 corridas de toros en Querétaro, Guadalajara y San Luis Potosí; 2 de octubre de 1977: Eloy Cavazos toreó 4 corridas de toros en San Luis de la Paz, Dolores Hidalgo, San Miguel de Allende y Celaya; 21 de abril de 1984: Miguel Espinosa Armillita toreó 3 corridas de toros en San Juan del Río, San Luis Potosí y Zacatecas.

De novilleros: 31 de octubre de 1965: Efrén Adame, Antonio Canales y Felipe Zambrano (Rej.) torearon 3 novilladas en Nuevo Laredo, Reynosa y Saltillo; 21 de julio de 1974: Curro Plaza toreó 3 novilladas en Jesús María, Silao y León; 11 de diciembre de 1982: Valente Arellano toreó 3 novilladas en Apan, Pachuca y Tulpetlac; 20 de noviembre de 1997: Julián López El Juli toreó 3 novilladas en Toluca, Texcoco y Cuautla.

Queriendo concluir

Esta es algo de la historia de una fecha que por sí sola pasa a la Historia del Toreo. Como vemos, su resultado artístico no es uno de esos que llamen mucho la atención, pero el mero hecho de lograr torear tres corridas de toros en un día en plazas que en su momento eran todas de primera categoría, tiene un mérito que no admite discusión.

domingo, 2 de febrero de 2020

4 de febrero de 1951: Jesús Córdoba y Luminoso de San Mateo. Alternativa de Humberto Moro

Jesús Córdoba
La temporada grande 1951 en la Plaza México inició con retraso. Comenzó hasta el final de enero porque se negociaba desde los últimos del año anterior la reanudación de las relaciones con la torería hispana, rotas desde 1947. Así, entre el ir y venir de noticias de esa continuación del intercambio, se programó para los dos primeros carteles de esa temporada, la alternativa de los triunfadores de la temporada de novilladas 1950 y en la corrida inaugural se le dio a Jorge El Ranchero Aguilar y en esta que hoy me entretiene aquí, se le daría al linarense Humberto Moro.

Un ejemplo de esas informaciones que cruzaban el Atlántico es la siguiente nota:
Valencia, febrero 4. – Refiriéndose a la inminente solución del pleito taurino hispano – mexicano, lo empresarios de la plaza de Toros de Valencia, que acaban de llegar de Madrid, afirman que si se llega al arreglo apetecido, los carteles de las corridas incluirán además de los toreros españoles, en la Feria de Julio a los mexicanos Antonio Velázquez, Jesús Córdoba, Luis Procuna, Carlos Arruza y Rafael Rodríguez. 
Tratarán de contratar además a los toreros Luis Miguel Dominguín, Aparicio, Litri, Martorell, Calerito y Manolo González, todos ellos españoles. 
La temporada valenciana comenzará con las corridas falleras en marzo. Luis Miguel Dominguín, Litri y Aparicio figuran en la primera el día 18. El 19 se enfrentarán mano a mano Aparicio y Luis Miguel Dominguín…
La segunda corrida de la temporada 1951

La segunda corrida de esa temporada 1951 fue anunciada con Manolo dos Santos, Jesús Córdoba y como ya señalaba arriba, la alternativa del torero de Linares, Nuevo León, Humberto Moro. El encierro seleccionado para la ocasión fue uno muy bien presentado de San Mateo.

El momento culminante de la tarde se dio en el quinto toro, llamado Luminoso por el ganadero y que correspondió en el sorteo al Joven Maestro. Ante este toro haría el primer asalto a la cumbre que ratificaría un mes después ante Cortijero de Zotoluca. La crónica de Paquiro en el ejemplar de La Lidia de México fechado el 9 de febrero de ese año, entre otras cosas, relata lo siguiente acerca de esa faena:
Jesús Córdoba sostuvo su cartel de primera figura de los ruedos y categoría de maestro del arte. Y para lograrlo tuvo que arriesgar la vida, salir con un puntazo en un muslo y con la taleguilla hecha trizas. Pero en las manos, orgullosamente lucía las orejas y el rabo del quinto de la tarde...  
Se portó pues, como un primate heróico... 
No le fue posible esculpir la obra la líneas suaves, serenas, plácidas, románticas. Correspondióle interpretar momentos de arte y de drama; de sol y de sangre, de calma y tempestad, de suspiros y de gritos. Porque la faena de Córdoba al quinto fue vibrante, roja, cálida... ¡de aguafuerte! 
Hubo inspiración y belleza, sí, pero también drama y tragedia. 
Los muletazos fueron surgiendo entre el alarido histérico de la multitud, que se asombraba al ver como el torero desafiaba y burlaba los puñales de su enemigo con una constancia de mártir, y con un temperamento de héroe. La hazaña – para que nada faltara – quedó rubricada con una estocada en la que el corazón fue entregado sin ninguna artimaña. Fue una estocada a lo hombre, a lo torero, llegando la mano hasta los mismos rubios después de haber metido todo el acero. Córdoba olvidóse salir del embroque, ¿para qué? Y el lógico resultado fue que saliera tropezado rodando por tierra. Una vez más había alcanzado las gestas únicas de los toreros y de los héroes. 
Fue aquello, en suma, la muestra más vibrante de lo que una figura de los ruedos debe hacer para sostener el máximo grado. 
Córdoba toreó al 5º con el corazón. Por eso, además de artista, fue un trágico avasallador. 
El ascenso prosigue 
Actuando en plan de testigo de la alternativa del día, se encargó de pasaportar en primer lugar al bicho que ocupó el tercer sitio. Este fue “Novelista”, bien armado y bien cubierto de riñones. Con la capa toreó Córdoba como lo hacen los maestros. Y con la muleta continuó en el mismo plan dándole al morlaco la lidia requerida y siempre manteniéndose limpio, desahogado y poderoso, El bicho acabó sus días un tanto soso, y fue entonces cuando surgieron las delicadezas del toreo por la cara, que Chucho hizo con todo acierto. Un pinchazo. La estocada y la ovación. Aquello había sido el prólogo. 
El quinto, el maravilloso “Luminoso”, fue saludado por Córdoba con verónicas de tres tiempos. El remate fue piramidal. El bicho acudió a los montados y tanto Córdoba como Dos Santos arrancaron ovaciones en sus respectivos quites. Moro, el ridi. 
Banderilleado por la peonería, “Luminoso” quedó a disposición de la muleta del leonés. Pases por alto; naturales citando de largo, templando a ley, estrechándose como los hombres, los remates de príncipe, la “vitamina” estrujante, una cogida quedando destrozada la taleguilla y el muslo con un puntazo. Levantóse Córdoba entre el manicomio que había forjado en los tendidos y siguió toreando ya con la diestra, ya con la zurda, burilando pases de factura indescriptible. ¡El drama y el arte habían tenido realización! 
Y tras de los últimos pases se acostó materialmente sobre el morrillo del bovino, en un volapié clásico y perfecto, saliendo rebotado de la suprema suerte. A los pocos instantes, el bravísimo y nobilísimo “Luminoso” rodó sin vida. 
Para Córdoba fueron las dos orejas y el rabo, además de incontables vueltas al anillo escuchando, una vez más, el himno de los consagrados ¡torero...! ¡torero...! 
Después de la apoteosis internóse en la enfermería...
De acuerdo con la estadística, ese es el único rabo que Jesús Córdoba cortó como matador de toros en la Plaza México, pero la cornada que se llevó, a esas alturas era la ya segunda de las siete que sufriría en el mismo escenario. Sin duda, el llamado Joven Maestro fue un torero duramente castigado por los toros en momentos especialmente inoportunos.

No obstante, esta faena es una de las que, dentro de un recuento que se hiciera de las grandes obras realizadas en el ruedo de la gran plaza, debería estar como una de las importantes.

El parte facultativo

La crónica nos refiere que se llevó un puntazo. La misma publicación a la que me he referido, transcribe el siguiente parte facultativo:
Herida por cuerno de toro en el tercio medio, cara externa del muslo izquierdo, con orificio de entrada de cuatro centímetros y trayectoria hacia adentro de doce centímetros. Interesó piel, tejido celular, aponeurosis y fibras musculares. Tiene también escoriaciones en el cuerpo de diversos grados. Se le aplicó anestesia con pentotal sódico, resección de piel, desbridación, desinfección, canalización con tubo de goma y suero antitetánico. Tardará en sanar quince días. Se traslada al Sanatorio Santa María de Guadalupe.
Como se puede leer, la herida sufrida por Jesús Córdoba fue algo más que un puntazo. Sin embargo no le restó ni afición, ni valor para seguir transitando por los ruedos.

El resto del festejo

Humberto Moro recibió la alternativa de manos de Manolo dos Santos con el toro Muchachito y fue herido por el sexto del festejo. A su vez, el padrino de la ceremonia cortó la oreja al cuarto, Jardinero, entre división de pareceres.

La de la concordia

Dos domingos después, el 25 de febrero se celebró en la quinta corrida de la temporada, la versión mexicana de la Corrida de la Concordia con Curro Caro, Carlos Arruza y Antonio Velázquez, los toros fueron de Pastejé y Arruza cortó el rabo a Holgazán, quinto de la tarde.

domingo, 14 de diciembre de 2014

14 de diciembre de 1947: La alternativa mexicana de Manolo dos Santos

Manolo dos Santos
La temporada taurina 1947 – 48 en la capital mexicana sería muy diferente a las tres anteriores. Nada más iniciar 1947 se rompieron – nuevamente – las relaciones entre las torerías de España y México y las dos empresas que funcionarían en la Ciudad de México – el Toreo de Cuatro Caminos estaba por ser inaugurado, asunto que ya he tratado en esta Aldea aquí – tenían en perspectiva la organización de dos temporadas que organizar sin la presencia de toreros como Manolete, Pepe Luis Vázquez o Luis Miguel Dominguín que vinieran a enriquecer los carteles al lado de las figuras mexicanas.

El elenco de la Plaza México se formó con toreros como Luis Procuna, Antonio Velázquez, Carlos Arruza, el reaparecido Silverio Pérez, Fermín Rivera y Ricardo Torres – quienes también actuarían en el coso recién inaugurado – además de Jesús Solórzano y Gregorio García. Para El Toreo estaban en exclusiva Armillita, Luis Castro El Soldado y Carlos Vera Cañitas, además de los que actuaron en los dos cosos. Por los extranjeros, actuó en El Toreo Manolo dos Santos de Portugal y en la México el peruano Alejandro Montani y el ecuatoriano Edgar Puente. Esos eran los mimbres que se tenían para ese ciclo capitalino.

La alternativa de Manolo dos Santos

La tercera corrida de la temporada inaugural de El Toreo de Cuatro Caminos se anunció con un encierro de Pastejé para Armillita, Carlos Arruza y el lusitano Manolo dos Santos, que recibiría la alternativa. La Plaza México no dio festejo ese domingo, lo que permitió que la entrada en el nuevo circo taurino fuera total. La crónica de Carlos León, el cáustico cronista del diario Novedades de la capital de México, refiere lo siguiente acerca de este fasto:
Trágica alternativa. – Brevemente pasó por la arena del “Nuevo toreo” la figura del debutante lusitano Manolo dos Santos, pues “Vanidoso” de Pastejé, se encargó de eliminarlo del ruedo para ponerlo en manos de los médicos. El toro era bravo y fue el mejor de la tarde. Sacó fuerza y poderío, se revolvía alegre sobre los capotes y tomó con codicia el del diestro portugués en quien anotamos un buen lance y un excelente recorte final… En los quites dio lugar a que los tres alternantes se lucieran… Dos Santos tomó las banderillas. De los tres pares que colgó, le resultó sobresaliente el segundo de poder a poder… “Armillita” le cedió los trastos y el ahijado brindó al público. Inició su faena por alto e inmediatamente echó abajo la mano derecha, para torear en redondo con buenas maneras, hasta que una colada de la res – que era pegajosa y se cernía – lo obligó a enmendarse… Reanudó con agallas su trasteo, al “tragar paquete” en dos muletazos por alto, ceñidísimos. Y también usó con acierto la zurda en tres naturales que remató dignamente con un bello forzado de pecho… El aire le molestaba y lo descubría, pero él se desentendió de Eolo y continuó arrimándose. Fue así como quedó a merced de la fiera al querer estirarse en otro obligado de pecho, donde el pitón del burel lanzó su brutal hachazo sobre el muslo derecho de Manolo. Fue una cornada seca sin aparato, pues ni siquiera llegó a derribarlo. Pero bien pronto el terno rosa se manchó con una intensa hemorragia. Valiente el de Portugal, quiso seguir toreando, haciéndose necesario que sus compañeros y peones lo sacaran del ruedo a fuerza viva…
Manolo dos Santos reaparecería en Cuatro Caminos hasta el 1º de febrero de 1948, alternando con Armillita y Luis Procuna en la lidia de toros de Zotoluca, en una corrida de esas que poco dejan para el recuerdo.

El triunfo de la tarde, de Arruza

Carlos Arruza no era personaje de la preferencia de Carlos León. Se refería a él como el Si – Clown o Ciclón Veloz – apelativo de un luchador de la época – y en sus agudas crónicas no lo dejaba con cabeza, cualquiera que fuera el resultado de sus actuaciones. Al repasar la crónica me sorprendió el talante con el que León relató la actuación de Arruza esta tarde, en la que cortó el segundo rabo otorgado en el nuevo Toreo – había ya cortado el primero el domingo anterior – y creo que vale la pena recordarlo aquí:
No soy yo precisamente quien tiene que rectificar su primera impresión sobre un torero, cuando ha sido el propio Arruza, quien, ha rectificado su manera de hacer el toreo. Hace ocho días le puse el “pero” de que fuera un lidiador fundamentalmente de piernas. Ahora me place reconocer que también ha sabido serlo de brazos; más aún: de exclusivo juego de muñecas, mientras que las plantas de los pies se sembraban, estoicas e inmutables… Doblemente me complazco en señalarlo, por haber sido el único que lo dijo. Yo opiné que, a más tardar en su tercera actuación, pasada la inicial sorpresa de su portentoso alarde de facultades, el público tendría que gritarle: “¡Quieto, quieto!” Y reconozco que antes de que ese grito se oyese, el propio Carlos Arruza salió ayer a poner de manifiesto que también puede fincar sus grandes éxitos en el secreto del aguante. Ante esa evidencia y mientras en tales circunstancias se desenvuelvan sus posibilidades, ¡con que gran satisfacción me uno a quienes han proclamado al criollo como un portento taurino de la época! Y en especial, porque ha usado limpiamente la mano zurda, que ayer, como antaño y siempre, tendrá que ser la piedra de toque para valorizar un torero…
El toro al que Arruza cortó el rabo se llamó Centenario y fue de Pastejé, quinto de la tarde. Antes ya había cortado las orejas al tercero, de San Mateo, sustituto de Revoltoso, del hierro titular, devuelto por lisiado y curiosamente, fue brindado por Carlos a los Duques de Montoro, de visita en México por esos días. Fue el segundo de 35 rabos cortados en esa plaza de toros – ya extinta – historia que fue cerrada el 1º de diciembre de 1994 por Eloy Cavazos al cortar el rabo al toro Fundador de Arroyo Zarco.

Armillita

El Maestro de Saltillo cortó las dos orejas al primero de su lote, Serranito, en una faena que al decir de Carlos León, se premió el ejercicio de la sabiduría del torero por sobre la brillantez del trasteo, dado que a excepción del toro que abrió el festejo, el resto de la corrida fue un saldo ganadero.

Y concluyo


Al volver a Europa Manolo dos Santos renunciaría a esta alternativa para torear novilladas en la temporada española y volver a recibir el grado el día 15 de agosto de 1948 en Sevilla, apadrinándole Manuel Jiménez Chicuelo en presencia de Andaluz, siendo el toro de la ceremonia Verdón, de Villamarta.

domingo, 29 de abril de 2012

Tal día como hoy. 1962: Humberto Moro y Antonio del Olivar triunfan en la quinta y última de Feria


La quinta y última corrida de la feria de 1962 traía de nueva cuenta a Manolo dos Santos – reaparecido el año anterior – junto con el sensacional muletero de Linares, Humberto Moro y el fino torero celayense Antonio del Olivar. Ellos se enfrentarían a un encierro de la ganadería aguascalentense de Peñuelas, que en los calendarios anteriores habían tenido tardes triunfales para su propietario, don Miguel Dosamantes Rul y eran del agrado de los toreros.

Al final del festejo, los toreros mexicanos, Humberto Moro y Antonio del Olivar fueron los que sacaron el mejor resultado de la tarde. Manolo dos Santos pasó de puntillas por nuestra Feria y como lo leímos el día de ayer, en el siguiente serial de San Marcos, anunciaría a nuestra afición su decisión de despedirse de nosotros.

Los momentos destacados

Don Jesús Gómez Medina, cronista titular de El Sol del Centro destaca de esa tarde los siguientes momentos:

...Moro logró un éxito de consideración al pasar de muleta al corrido en el sitio de honor. Un bicho con suavidad y nobleza, con un lado izquierdo magnífico. Además, el más hecho, el de mejor tipo entre los seis... Unos pasecillos para fijar al burel, y el engaño a la siniestra. Y el pase natural, resurgiendo en todo su esplendor. ¡Con ritmo, con cadencia, con quietud y con mando! Las aclamaciones del pópulo corean cada muletazo; pero, inesperadamente el de Peñuelas toma las de Villadiego y la serie queda sin rematar... Pero aquellos naturales fueron de tal calidad y sabor, tuvieron tanta brillantez y señorío – ¡los mejores de la Feria! – que, cuando el linarense, tras un pinchazo, puso al de Peñuelas en manos del aprendiz de jifero mediante una estocada ligeramente desprendida, la ovación se repitió con fuerza y, previo otorgamiento de la oreja, Humberto Moro recorrió el ruedo en triunfo... En conjunto, la actuación de Antonio del Olivar fue la más completa, la más lúcida de la jornada. Con una determinación y un valor realmente singulares; y acusando un sitio y un torerismo también notables, del Olivar llevó a cabo dos faenas igualmente meritorias. Más brillante, más dilatada y emotiva, la del sexto; el bicho tenía bravura y fuerza en sus acometidas, y como del Olivar lo aguantaba a pie firme, y con limpieza y ritmo se lo pasó por la mismísima faja repetidas veces en muletazos en redondo con la derecha, o bien en los de trinchera, en los de pecho de gran plasticidad y dramatismo, y en los firmazos con los que puso fin a las diversas series, la emoción de los espectadores acabó por desbordarse y, pese al pinchazo, cuando coronó su lucido y meritísimo trasteo con una estocada delanterilla, entre grandes aclamaciones, Antonio del Olivar fue izado en hombros y paseado de esta manera por el ruedo, llevando en la diestra la oreja del de Peñuelas... Antes, al concluir la faena del tercero, el poderdante del “Cachorro de Querétaro” había visto premiada su labor con la vuelta a la arena... Rotundamente gris resultó la actuación del artista lusitano. Abrumado por la sosería de sus antagonistas, Manolo a decir verdad, muy poco logró de plausible. Lo mejor, su brevedad para saldar el compromiso...

Así transcurrió este festejo final de Feria, una que resultó ser en su día, junto con la de 1960, la más extensa en cuanto a número de corridas hasta antes de la adopción del modelo actual, implantado en 1971 por don Guillermo González Muñoz.

El festejo de hoy. 4ª corrida de feria: 6 de Teófilo Gómez para Eulalio López Zotoluco, Sebastián Castella y Juan Pablo Sánchez.

sábado, 28 de abril de 2012

Tal día como hoy. 1963: Manolo dos Santos y Enrique Vera resultan los mejor librados en el cierre del serial


Manolo dos Santos
Hay toreros que ingresan a los carteles de las ferias por una mera cuestión coyuntural. Creo que ese fue el caso de Enrique Vera, que formó terna con Manolo dos Santos y Jorge El Ranchero Aguilar en la cuarta y última corrida de la Feria de San Marcos del año de 1963, al socaire del éxito que habían tenido sus incursiones en el cine, particularmente en dos películas; El Niño de las Monjas y El Último Cuplé, ambas éxito de taquilla aquí en Aguascalientes. No omito considerar que también Vera participó en Tarde de Toros, dirigida por Ladzlo Vadja, pero por su focalización a los entretelones de la fiesta, quizás su impacto fue menor que las dos primeras.

Un testigo que considero de excepción de esta tarde, mi amigo Gustavo Arturo de Alba, explica en su portal Cineforever la composición mayoritaria del público de esa tarde y las razones de su asistencia:

...Enrique Vera vino a México en 1962 y 1963, sin que llegará a actuar en la Plaza México, pero si lo vimos en Aguascalientes, durante la Feria de San Marcos de 1963, en que mi padre me mandó de “chaperón” de una de mis hermanas solteras, en ese tiempo, la cual quería ir a ver, en vivo y en directo, al guapo torero que había enloquecido de amor por la cupletista Sara Montiel. La corrida de marras se celebró el 28 de abril, alternando Enrique Vera con Manolo Dos Santos y Jorge “El Ranchero” Aguilar, en la lidia de un encierro de “El Rocío”, en donde el único animal que se prestó para el lucimiento de los toreros, fue precisamente el que le tocó a Vera, quién consiguió dar una vuelta al ruedo, en una faena de aliño, dada la áspera embestida del burel, en que se lució, como en la película, con sus manoletinas y muletazos por alto, aparte de ligar una serie afortunada de derechazos, pero lo cierto es que Enrique Vera no era un torero profundo, que llevaba gente a la plaza, más bien se iba por complacer o, la obligación de acompañar a hermanas o novias, según fuera el caso, a los tendidos para que admiraran la galanura de ese lidiador, el cual también combinaba la actuación en teatro, con las de cine, bailarín y cantante de andaluz… ah y también cuando tenía tiempo era torero...

La otra visión del festejo

La crónica publicada en el diario El Sol del Centro y suscrita por don Jesús Gómez Medina, refleja un festejo tedioso, principalmente a causa de la sosería de los toros murubeños de la ganadería de El Rocío, en esas fechas propiedad todavía de don Manuel Buch y Escandón, los que, si bien fueron bravos para los caballos, pronto se aplomaron. Del relato que hace don Jesús puedo rescatar lo siguiente:

Su majestad el tedio imperó ayer en el Coso San Marcos... Un solo puyazo, pero de efectos, pues el toro recargó y el varilarguero apretó el palo de firme y, tras un connato de toreo por las afueras a cargo del espada en turno, ya tenemos a éste con los garapullos en la mano... Por cierto, éste del segundo tercio uno de los episodios más destacados en la actuación de Dos Santos, pues éste con facilidad y oportunidad, colgó cuatro pares en el sitio adecuado, sobresaliendo por su emotividad y buena ejecución el sesgo por las afueras que colocó en cuarto término... Se adornó más tarde realizando el lasernista, siempre en pugna con un burel cuya sosería se acentuaba a cada momento. Y, para concluir, dejó una estocada contraria y delantera que hizo doblar. Ovación y vuelta al ruedo... Enrique Vera. Este joven torero hispano también cuajó los instantes más aplaudidos de su labor, mientras lidiaba al primero de sus antagonistas... Pese a la sosería del bicho, Vera echó tipo en dos parones por el lado derecho, que se quedaron sin rematar cuando el del Rocío tomó las de Villadiego... El trasteo, brindado a toda la concurrencia, incluyó tres series de derechazos cuya brillantez fue en aumento, rematadas con otros tantos pases de pecho. Se aploma el socio; Vera se adornó con tres manoletinas muy quietas y ceñidas, tras las cuales sufre un trompicón... Hace una rabieta el hispano, que no ha podido olvidar que alguna vez trabajó ante las cámaras cinematográficas. Y a toro parado, clava el acero hondo y con tendencias, y remata con descabello al primer golpe. Vuelta al ruedo, entre aplausos cerrados... Dejábamos de consignar cómo fue la entrada: regular en el tendido sombreado y muy floja en sol. Y es que los aficionados tienen un olfato...

Esos son los episodios más rescatables de un festejo que pasará a la historia también por ser la última vez que pisó vestido de luces el ruedo de la Plaza de Toros San Marcos el Lobo Portugués Manolo dos Santos. El cartelillo anunciador del festejo señalaba que en esa corrida se despedía del público de Aguascalientes, como de hecho, sus números parecen delatar que ya lo había hecho de los públicos europeos, pues si bien el año anterior había actuado en 25 festejos, en éste de 1963, ya no se presentó en plazas de allende el Atlántico y en México particularmente, solamente se vistió de luces en cuatro oportunidades. En cuanto a esta anunciada despedida, la crónica del festejo no hace mención ningún acto puntual destinado a señalar ese hecho dentro del mismo, pero el hecho del adiós de nuestras plazas sí resultó definitivo.

El festejo de hoy. 3ª corrida de feria: 7 toros de Begoña para el rejoneador Jorge Hernández Gárate, Julián López El Juli, Juan Pablo Sánchez y Arturo Saldívar.

viernes, 23 de abril de 2010

Tal día como hoy: 1961. Reaparece Manolo dos Santos en Aguascalientes

Aunque el Lobo Portugués fue un torero que tuvo gran predicamento en México durante el final de la década de los 40 y el principio de la siguiente, porque a más de su calidad indiscutible, en buena medida porque su presencia sirvió para llenar los huecos que dejaron las varias rupturas de las relaciones con la torería española en esa época, su presencia en las plazas de Aguascalientes no se dio con frecuencia en ese tiempo.

Debutó en Aguascalientes en 1951 junto a Carlos Arruza y un recién alternativado Humberto Moro y no le volvimos a ver por aquí, sino diez años después, cuando se le anunció para alternar con Juan Silveti Reynoso y de nuevo un torero de alternativa reciente, Felipe Rosas y como ingrediente añadido, la corrida despertó el interés de la afición, puesto que también traía la presencia de Arruza a Aguascalientes, aunque ahora nada más como ganadero, dado que los toros a lidiarse fueron de Pastejé.

Al final de cuentas el festejo no produjo el resultado que todos esperaban. Los toros de Pastejé no fueron tan bravos como en su día lo fueron Tanguito y Clarinero - la nota previa al festejo pregonaba la historia de la ganadería - y la corrida de expectación terminó en decepción. La médula de la relación de don Jesús Gómez Medina, publicada en El Sol del Centro del día 24 de abril de 1961 sobre el asunto es esta:

Taurinamente, la Feria de San Marcos tuvo, ayer, un deslustrado capítulo inicial. Ocurrió lo anterior, pese a que en el cartel aparecían dos de los diestros que, a la fecha, disfrutan de mejor cotización en el mercado nacional – Dos Santos y Juan Silveti – y, completando la tercia, Felipe Rosas, que, entre los noveles, es el torero con mejor hoja de servicios.

Y, también a despecho de la concurrencia de una vacada cuyos inolvidables éxitos primeros la situaron rápidamente en el grupo de las de mayor categoría; y, finalmente, sin que fuera bastante a evitar el colapso final del festejo, el espléndido marco en que aquél se llevó a cabo; con la plaza atestada de un público cuyo primitivo entusiasmo fue languideciendo hasta extinguirse casi del todo.

Sin embargo, aquella expectación inicial aún resurgió poderosamente cuando, en el último turno compareció – ¡al fin! – un burel con bravura y con fuerza. Fue naturalmente, el segundo de los de Rosas y como el de Pastejé, cuenta aparte de fiereza y poderío, tuviese respeto, el primer tercio de su lidia transcurrió entre ovaciones. Inclusive los buenos aficionados encontraron ocasión de aplaudir las excelencias de la suerte de varas cuando ésta se ejecuta como entonces lo hizo, por partida doble, Pascual Meléndez.

La faena muleteril de Rosas transcurría ya por los cauces del triunfo, pero de súbito, un achuchón provocó el desconcierto del bisoño espada, a partir de entonces, Rosas perdió el ritmo y el plan del trasteo y en última instancia intentó liquidar prematuramente al de Pastejé. Un pinchacillo cuya levedad lo hizo pasar inadvertido por muchos y el burel rueda, descordado…

Como resulta de la crónica del festejo, al final de cuentas lo rescatable corrió a cargo del novel Felipe Rosas, que se llevó el lote menos malo y del varilarguero Pascual Meléndez. Ya tendría oportunidad Manolo dos Santos de restablecer su cartel ante la afición de Aguascalientes en los años por venir, dado que en esta, su reaparición, una década después de haberse presentado en la Plaza de San Marcos, no añadió nuevos lauros a su historial.

El festejo de hoy: Primera corrida de feria. Toros de Fernando de la Mora para Ignacio Garibay, Sebastián Castella y Joselito Adame.

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