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domingo, 30 de julio de 2023

30 de julio de 1926: Gitanillo de Triana se presenta en Madrid

Gitanillo de Triana
Mayo de 1927
Imagen: Semanario Mundo Gráfico
Francisco Vega de los Reyes, conocido en los ruedos como Gitanillo de Triana o más familiarmente como Curro Puya, nació en la Triana de Sevilla según algunos, el 23 de septiembre de 1904; según otros, el 2 de diciembre de ese mismo año; aunque en la lápida que cubre su sepulcro, como lo señala José Manuel López Mohiño, se establece como la fecha de su llegada a este mundo, la del 23 de septiembre de 1903. Su nacimiento se produce en la calle de la Verbena, actualmente de Rodrigo de Triana. Hijo de Manuel y de Carmen, fue el tercero de siete hermanos y se crio entre los trabajos y los cantes de la fragua de su padre, sita en el número 120 de la Cava de los Gitanos, hoy parte de la calle Pagés del Corro.

A los quince años de edad empieza a recorrer los ambientes de la fiesta junto con Joaquín Rodríguez Cagancho y es en el invierno de 1923 tras de participar en los tentaderos de las ganaderías de Narciso Darnaude y Moreno Santamaría, se avisa a Juan Belmonte de la exquisitez de su toreo, y El Pasmo queda interesado en verle, por lo que en el mes de abril de 1924, la ganadería de don Antonio Flores, junto con Antonio Cañero, Belmonte quedó impresionado y se dice que afirmó: ¡Cómo  torea  ese gitanillo de Triana! ..., y así, casi desde ese momento se empezó a conocer a Curro Puya como Gitanillo de Triana.

Se presentó vestido de luces en San Fernando el 18 de mayo de ese mismo 1924, para lidiar novillos de Félix Gómez en unión de Manuel Fernández y después lo haría en Sevilla, el 15 de agosto de 1925, alternando con Andrés Mérida y Joaquín Rodríguez Cagancho, en la lidia de novillos de Molina.

La presentación en Madrid

Para el viernes 30 de julio de 1926 se anunció una novillada en la que actuarían Francisco Royo Lagartito, el venezolano Julio Mendoza y el debutante Gitanillo de Triana, ante un encierro salmantino de Andrés Sánchez de Coquilla. El aragonés Lagartito estaba a punto de recibir la alternativa, en tanto que el caraqueño Mendoza, quien debutó apenas el día 25 anterior, poniendo a la plaza de cabeza, era repetido en correspondencia al triunfo obtenido en su actuación anterior. Los novillos procedían de la ganadería que apenas el 1º de junio anterior había propiciado a Valencia II, Antonio Márquez y Marcial Lalanda, un triunfo rotundo en la corrida del Montepío de Toreros.

Sin importar el predicamento de la ganadería titular, en Madrid el baile de corrales es legendario y así, las crónicas aparecidas en los diarios El Imparcial y ABC hablan de que los dos últimos del festejo fueron del Duque de Tovar, en tanto que La Nación y La Correspondencia Militar por su parte, señalan a esos quinto y sexto como procedentes de Santa Coloma. La realidad es que el reconocimiento veterinario previo es estricto y muchas veces impide el juego de toros que en cualquiera otra parte pasarían sin dificultad alguna.

La actuación de Curro Puya

Francisco Vega de los Reyes lidió en primer lugar al tercero de la tarde, Soldadito, número 6, negro bragado, de Andrés Sánchez. Las opiniones de la prensa de la época están divididas en cuanto a su hacer ante ese novillo. Por un flanco se encuentran aquellos que juzgan con dureza a ese torero que viene de Despeñaperros para abajo y por el otro, los que intentaron encontrar en su actuación los detalles que pudieran revelar el por qué era el triunfador en las plazas del Sur de España y que había los méritos necesarios para presentarse en la principal plaza de España.

Por los primeros, escribe inicialmente Enrique Minguet Pensamientos, para La Correspondencia Militar, salida a los puestos al día siguiente del festejo:

¿Qué es lo que hizo Gitanillo? …Poco bueno. A mí me dio la sensación de una cosa vulgar. Claro es que por esta sola actuación no voy a juzgar a Gitanillo de Triana, espero verlo otra vez, con toros distintos, y entonces será el momento indicado para decir la verdad; hoy por hoy, no digo nada más que todo cuanto hizo esto torero me resultó vulgarísimo. Se le ve que sabe andar entre toros, y esto no es ningún mérito, tratándose, de un torero que no cesa de actuar… El público no se entusiasmó con Gitanillo de Triana… Esperemos su repetición…

En la misma cuerda, quien firmó como J.Q.V., para El Imparcial, de la misma fecha, dijo:

¿Qué es Gitanillo de Triana?... Difícil es contestar a esta incógnita… Su primer novillo, bravo y que se dejaba colocar, fue lanceado por el sevillano sin pena ni gloria, componiendo la figura más de lo preciso, y para final un lance exquisito de temple y dominio y otro de la misma factura al hacer el quite. La faena, equivocada, como la del último. Ninguno de los dos bichos reclamaba todas aquellas series de pases por bajo, dados con mucha facilidad, pero innecesarios, pues lo que pedían era enderezarse con ellos, dejarlos pasar y echarse el enemigo por delante, cosa que pudo apreciar al hacerlo un instante, nada más que un instante, en el último. No lo hizo, no supo o no quiso, y el público, el espectador que no se sugestiona, quedó defraudado. Al matar, mal en su primero, por no jugar la mano del engaño, y breve en el último... En fin, que no vimos al «espanto de Triana», como le llaman los flamencos, y sí mucha mandanga, mucha, muchísima «guasa» en toda su actuación...

En cambio, aquellos que al menos le concedieron el beneficio de la duda, plantearon en su relación del festejo las virtudes que mostró Gitanillo de Triana y las posibilidades que en su hacer le advirtieron.

Así, Rafael Hernández y Ramírez de Alda, Rafael, en La Libertad, del mismo 31 de julio, entre otras cosas, contó:

No tuvo una tarde brillante, es cierto; su actuación no llegó a provocar el entusiasmo del público, y, sin embargo, a mí me dio la sensación de que Gitanillo de Triana es un excelente torero. Para juzgarlo así me bastó verle cómo jugaba los brazos en algunos lances, llevando al toro bien toreado y templando bien la tela, y la facilidad y el dominio que tiene con la muleta. Un reparo sólo merece su labor de ayer, y es el olvido en que tuvo la mano izquierda, en la que está el secreto do las grandes faenas... No es suficiente una corrida para juzgar a un torero, y menos cuando los dos toros que le correspondieron no se prestaban a grandes filigranas; pero en detalles, en destellos, se pudo apreciar que Gitanillo de Triana es un torero artista de buen estilo. Matando estuvo muy decidido. El público, que ya hemos dicho que le recibió con severidad, le aplaudió, convencido de que el de Triana es «gente», cómo se dice en las «peñas» taurinas...

Por su parte, quien suscribió como Tarrero, en La Nación, de la misma fecha del festejo, manifestó:

Gitanillo de Triana, precedido de fama de buen torero, era uno de los principales atractivos del cartel… Dio la sensación de torero enterado, de dominar bien con el capote, y demostró que, ya lo anotábamos ayer, abre el compás excesivamente, pero hay ocasiones en que, para mucho, junta los pies y templa y manda, como pudo verse en el quite que hizo en los tercios del 7, que fué lo mejor de su actuación… Mató mal a su primero, pero muleteó muy bien al último y lo mató de una estocada a un tiempo en lo alto… Esperamos sus actuaciones posteriores para juzgarle, porque ayer se le veía impresionado por el debut en la plaza madrileña, que tanto pesa…

También Eduardo Palacio, en su tribuna del ABC madrileño, se pronunció en similar sentido:

Es realmente el gitano un torero que, singularmente, con el capote tiene dominio y facilidad; pero no parecía ayer la gran figura que en infinidad de plazas aseguran que es... En su primer toro hizo un quite precioso, y con la muleta, después de una faena voluntariosa, pinchó tres veces, largando al fin una estocada contraria. Con el bicho que cerró plaza toreó mejor de muleta el debutante. Y a la hora suprema clavó todo el estoque en lo alto, arrancando a un tiempo diestro y res. El público aplaudió mucho al de Triana, al que seguramente vería otra vez con agrado, perdido ya el torero el miedo natural a la Plaza madrileña…

Como podemos ver, aunque las opiniones de la prensa de la capital hispana están divididas, parece que el torero natural de la Triana hispalense logró llamar la atención de la crítica y crónica del lugar y dejar preparado el terreno para una futura presentación en la Plaza de la Carretera de Aragón, que ocurrió el 8 de agosto siguiente. 

El resto del festejo

Lagartito cortó la única oreja de la tarde a partir de una faena dominadora al primero del festejo y Julio Mendoza pudo cortarle una a cada uno de sus adversarios si no hubiera sacado la espada de palo en lugar de la de acero, pues con su desparpajo y poderío con la muleta, volvió a poner de cabeza a los repletos tendidos de la plaza madrileña.

Lo que permanece un suspiro

Apenas un lustro después, Curro Puya saldría por última ocasión al ruedo de la Plaza de la Carretera de Aragón. En ese breve lapso de tiempo, apenas logró torear 132 corridas de toros, pero su toreo de capa y su profunda personalidad le convirtieron en una leyenda que trascendió a su tiempo y que, a casi 120 años de su nacimiento, sigue siendo espejo y modelo para la perfección del toreo de capa, del que Luis Nieto escribiera:

Su lance puede ser perfectamente un minuto de silencio o una verónica adormecida. O un poema a la elegancia. Y, cómo no, una fotografía en blanco y negro o en sepia, ligada a la añoranza. Lógicamente, no le vi torear. Pero hasta en el helado momento de la instantánea, uno queda impresionado por un concepto de toreo distinto. Si a través del vomitorio de la historia uno entra la Maestranza –repleta de gente– y echa un vistazo, se puede encontrar con esa especie de medio verónica y revolera, que es un canto a la improvisación. Aunque lo que emociona sobremanera es esa verónica que dibuja en la plaza de El Toreo, de México. Esa verónica tan personalísima, grácil y con duende, en la que, como los grandes toreros, esos que cuando ponen el alma se olvidan del cuerpo, se ve a Gitanillo hundirse, abandonarse, metiendo el mentón como si quisiera traspasar su corazón, y bajando las manos lo indecible para conducir la embestida del toro. Pura enjundia. Un lance que era interminable. Este tipo de toreros salta muy de tarde en tarde. Y sus lances son chispazos de arte que traspasan las pupilas para entrar en el corazón. Como los chispazos que saltaban en las fraguas de los Puya, gitanos de Triana que rezuman arte, cuando a golpe de martillo contra el yunque creaban aquellas puyas para cerrados, que dieron nombre a una dinastía cuyo máximo representante es Curro Puya, en la historia: Gitanillo de Triana.

Curro Puya pasó por la historia de la fiesta como un suspiro, pero en estos días, cerca del 120º aniversario de su natalicio, le recuerdo también en el aniversario de su presentación ante la cátedra madrileña.

domingo, 4 de junio de 2023

4 de junio de 1933: Se presenta Eduardo Solórzano en ruedos de España

Eduardo Solórzano visto por Roberto Domingo
Cuando sale al recuerdo el nombre de Eduardo Solórzano, generalmente se nos presenta en lo que parece ser un discreto segundo plano. O lo traemos a la discusión como el hermano menor del Rey del Temple, o ya activo en el ruedo, en esa especie de tercer hombre en la tarde en la que Silverio Pérez le confirmó su alternativa a Manolete en El Toreo de la Condesa y si nos acercamos más en el tiempo tendremos presente a un eficaz y eficiente funcionario de la Casa Domecq o al que junto con el doctor Alfonso Pérez Romo y don Julio Díaz Torre, orquestó el giro copernicano que dio a la arista taurina de nuestra Feria de San Marcos mucho del sentido que actualmente tiene.

Pero Eduardo Solórzano, el torero, escribió en los ruedos su propia historia, quizás no tan prolija como la de su hermano Jesús y tuvo también en su hacer ante los toros el argumentario para haber podido reclamar, en su día, un sitio de figura del toreo. El recuento final quizás no lo acredite así, pero dejó obras suficientes para tener en la historia del toreo un espacio propio a su nombre, con hechos y realizaciones que merecen ser reconocidos.

Eduardo Solórzano había emigrado desde Morelia a la capital de la República a mediados de la década de los veinte del pasado siglo para buscar empleo y así apoyar a los suyos. Se pudo colocar en la Dirección de Alumbrado Público como inspector y también allí empezó a seguir los pasos de su hermano mayor, quien buscaba ser torero. Al final, la historia nos enseña que su hermano mayor, en esos días, fue el ganador de la Oreja de Plata de 1929 y que, en retribución, recibió la alternativa en la temporada grande siguiente.

Eduardo se presentaría en El Toreo de la Condesa el domingo 21 de septiembre de 1930. Lo haría en un festejo de oportunidad, penúltimo de esa temporada de novilladas, en el que junto con Miguel Gallardo El Diablito, César Rendón El Tepiqueño, Jesús Monroy, José Ledesma El Garcero y Rafael Chávez, enfrentarían un encierro de Malpaso. En la misma tarde, se ofrecía como fin de fiesta, la lidia del toro Pregonero de Rancho Seco, por parte de Jesús Guajardo El León de Mixcoac, mismo que el domingo anterior había sido enfrentado a un león, saliendo victorioso. Rafael Solana Verduguillo, en su juicio crítico del festejo, aparecido en El Taurino, salido a los puestos el jueves 25 siguiente, consideró:

Tiene el mismo estilo de su hermano Jesús, quien probablemente le dio las primeras lecciones... Desde luego Eduardo Solórzano es un valiente de verdad; no le asustan los pitacos. Torea muy despacio, tanto con el capote como con la muleta, y entusiasma y emociona por lo cerca que se pasa al enemigo... No vacilo en asegurar que será uno de los ases de la próxima temporada novilleril... Es banderillero fácil, y en todo momento está en su sitio. Hoy conquistó un triunfo auténtico; es un torero de porvenir... Debe corregir el defecto que tiene a la hora de herir, lleva siempre el brazo suelto, y la mano izquierda muy alta. Desaparecido este detalle, Eduardo ocupará sitio envidiable...

Así pues, uno de los críticos más avezados y que más toreros habían visto en la última década, consideró que en Eduardo Solórzano había un torero en ciernes. Y en retrospectiva, creo que no incurro en error al afirmar que no se equivocó.

Su campaña española en 1933

Los hermanos Solórzano salieron rumbo a España desde Veracruz, a principios de abril de 1933. El Rey del Temple convalecía del cornalón que apenas el 26 de febrero anterior le había inferido Lancero de Rancho Seco y que al final de cuentas le arruinó su campaña española y cuenta su sobrina doña Carmelita Madrazo, que Eduardo tenía por tarea el dar masajes a su hermano en la pierna herida, con la finalidad de reanimarle la circulación en el miembro lesionado.

Ya en Madrid, el apoderado del Rey del Temple, don Antonio Barrera, puso a su hermano en contacto con don Juan de Lucas, quien apoderaba toreros y, además, era empresario de la plaza de Vista Alegre en Carabanchel, quien le ofreció colocarlo en alguno de los carteles que ofrecería en esa plaza. Para prepararse, se fue con Jesús a Jandilla, la finca a la que don Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio había trasladado los ganados que adquirió en 1930 de Manuel Martín Alonso y que eran originariamente la ganadería del Duque de Veragua y que un par de años antes había aumentado con ganados de origen Parladé provenientes del Conde de la Corte, la Marquesa de Tamarón y de Ramón Mora Figueroa.

Fue en Jandilla donde Eduardo Solórzano tuvo su primer contacto con el toro español y se preparó para iniciar su andadura por aquellos ruedos, seguramente fue uno de los toreros que tomaron parte en el proceso de selección de las pocas vacas veragüeñas que permanecieron en el hato de Domecq, pues el grueso del ganado de ese origen se dejó fuera de la base de la ganadería que actualmente es el origen del encaste mayoritario del toro de lidia español.

Domingo 4 de junio de 1933

Fue en la plaza de Vista Alegre, la popular Chata de Carabanchel, donde se estimó que Eduardo Solórzano debería salir a demostrar a la afición y públicos sus cualidades como torero. Para el efecto, se anunció un encierro de don Celso Pellón, ganadería formada inicialmente con ganados de Campos Varela y aumentada después con sementales de Santa Coloma, para Félix Fresnillo Varelito II, el riojano Vicente Martínez Niño de Haro y el debutante mexicano Eduardo Solórzano.

La impresión que causó el joven torero moreliano al público de Madrid que acudió a Carabanchel en lugar de asistir a la corrida que en la misma fecha se dio en la plaza de la Carretera de Aragón, e igualmente a la prensa especializada, fue extraordinaria. Escribió R. Solís en El Heraldo de Madrid:

Lo da la tierra y además de casta le viene al galgo. Eduardo Solórzano, hermano pequeño – no por la estatura – del matador de toros que en estas tierras conquistara fama y gloria, y que ahora nos dice: «¡Ese es mi hermanito!», y lanza a la fiesta brava la figura de este mozo espigado y cimbreño que muy pronto, muy pronto, se alzará en todos los ruedos españoles como supremo artífice de la torería, dueño y señor de la técnica y del dominio y encarnación suprema del buen arte de torear… ¡De Méjico ha llegado un torero, señores!... De Méjico y más le cuadrara haber venido de Ronda o de Sevilla o de Córdoba la Sultana o de las marismas de Andalucía la baja, porque la gracia de su estilo y la fina solera de su arte y la afición que echa a las suertes pregonan el casticismo de su cuna… Porque Eduardo Solórzano, después de lo de ayer, no apuntó, «dibujó», que como torero ha de ser muy pronto figura máxima de la torería. Y si no, al tiempo…

Por su parte, quien firmó como X, en La Libertad, se expresó de su actuación de la siguiente forma:

En una sola actuación y en un solo toro se ha revelado como un excelentísimo torero el mejicano Solórzano. El domingo, por la noche, no se hablaba en Madrid de otra cosa. Diríase que fué el suceso del día. Que, si Solórzano torea con el capote con igual escuela, pero con más gracia que su hermano; que si banderillea con la elegancia de un Gaona; que si se adorna y domina con la muleta como el mismísimo Ortega... Todo esto y mucho más se comentaba a voz en grito en las peñas y corrillos taurinos. Desde luego, yo ni afirmo ni niego; no le comparo a nadie, porque creo que los artistas, todos en general, pierden valor en cuanto se íes compara. Ahora bien; lo que sí creo, y de ello estoy convencido plenamente, es que, si el joven Solórzano repite aquellos lances maravillosos que le administró al tercero de la tarde, bravo novillo, por cierto; si les anda a los loros con aquella majestad y aquella elegancia con que anduvo en los dos pares de banderillas, y si, finalmente, la faena de muleta ligada que realizó, la primera parte destinada a dominar a la fiera – algo pequeña en este caso –, y la segunda a torear con arte variado y extenso repertorio, no es fruto de la casualidad, mucho, desde luego, se puede esperar de este torero de allende los mares que ha entrado en Madrid por la puerta grande, acompañado por los halagos más entusiastas de nuestra buena afición... Cuando en otros toros se le vea y en ellos se pueda medir la densidad de su valor y sus recursos de toreo, hora será de que yo le enjuicie. Hoy por hoy, sólo diré que en un toro brevísimo se superó...

En el ABC madrileño, M. Reverte hizo las siguientes reflexiones:

Otra novillada bien organizada se celebró el domingo en esta plaza. Se lidiaron toros de Campos Varela, que fueron de buen tamaño, cornalones y de excelente presentación. Pelearon bien con los caballos, especialmente el cuarto... Eduardo Solórzano causó excelente impresión. Toreó muy bien de capa a su primero. Maneja el capote con suavidad y apuntó fineza y buen estilo. Se le aplaudió mucho, así como en el tercio de quites. Puso dos pares de banderillas, y en uno de ellos sufrió un serio achuchón. Con la muleta siguió mostrando dominio y modos de buen torero. Mató de dos pinchazos y media atravesada, y después de dar la vuelta al ruedo pasó a la enfermería...

Y por su parte G. Carrión, en La Voz, escribió en su crónica el siguiente relato:

La presentación en esta plaza del novillero mejicano Eduardo Solórzano había despertado gran interés, pues venía precedido de un cartel estimable. Su debut respondió a la expectación. Con e1 capote toreó de forma admirable, parando, templando, cargando la suerte, adelantando la pierna, llevando las manos bajas; toda la técnica del toreo clásico, macizo, verdad. El público, entusiasmado con la labor del torero mejicano, le aclamó en cada lance y al final la hizo objeto de una gran ovación. La faena de muleta, valiente y lucida, no estuvo a tono con los lances, pero fué también muy aplaudida. Banderilleó a este novillo con facilidad y soltura. Con el acero pinchó tres veces. Se le ovacionó y dio la vuelta al ruedo, pasando después a la enfermería, de donde ya no salió. Un debut brillante y prometedor de mejores tardes…

El parte facultativo

Los doctores Verdú y Lumbreras, encargados del servicio médico en la plaza de Vista Alegre, rindieron el siguiente parte de las lesiones que impidieron a Eduardo Solórzano salir a lidiar el sexto de la tarde:

Durante la lidia del tercer toro ha ingresado en la enfermería el espada Eduardo Solórzano con una distensión ligamentosa en la articulación del pie derecho, que le impide continuar la lidia.

Varias de las crónicas, sobre todo las publicadas en los diarios Ahora, La Tierra y Luz cuestionaron la gravedad de la lesión y el pundonor del diestro y la necesidad de que los médicos decretaran que no podía continuar en la lidia. Por su parte, doña Carmen Madrazo narra en sus apuntes relativos a la vida del torero, que la realidad es que el sexto novillo de Pellón fue desechado por los veterinarios y fue sustituido por uno de Leopoldo Abente, viejo y corraleado y por consejo de don Juan de Lucas, se emitió el parte para que no tuviera que salir a lidiarlo.

Sus números finales

Eduardo Solórzano, de acuerdo con el semanario Toros y Toreros fue uno de los tres novilleros mexicanos que actuaron en España ese 1933 – los otros dos fueron Lorenzo Garza y Luis Castro El Soldado – y sumó 9 tardes en plazas como la mencionada de Vista Alegre y las de Tetuán, La Línea de la Concepción y Barcelona

Eduardo Solórzano permanecería en España hasta el año de 1936, esperando recibir la alternativa hasta el final de esa temporada, pero entre la ruptura de las relaciones entre las torerías de España y México y la Guerra Civil, lo hicieron volver a México a obtener el grado aquí. De esos asuntos habrá espacio y tiempo para escribir en su momento. 

domingo, 19 de marzo de 2023

19 de marzo de 1933: Presentación de Lorenzo Garza en Madrid

Un lance de Lorenzo Garza
Roberto Domingo
La Libertad, Madrid, 21 de marzo de 1933
Lorenzo Garza se había presentado en el Toreo de la Condesa el 3 de mayo de 1931, alternando con Antonio Popoca y Jesús González El Indio para lidiar novillos de La Punta. Para 1932 consigue que Carlos Quirós Monosabio le recomiende con Eduardo Pagés, y parte para España, logrando actuar dos tardes en Barcelona – donde se presentó el 14 de agosto –, Santander, Bilbao, San Sebastián y Burdeos, dejando las cosas puestas para regresar el siguiente calendario.

Para 1933 le esperaba una campaña más extensa y en la que tendría que examinarse ante la cátedra madrileña. La ocasión se presentó para el día de San José del año 33. La empresa madrileña anunció un encierro de Ramón Ortega – antes Braganza – para que lo lidiaran Diego de los Reyes, Diego Gómez Láinez y el debutante mexicano Lorenzo Garza

Un trágico prólogo

La novillada estuvo a un tris de suspenderse, pues al abrirse la puerta de cuadrillas para que los alguaciles hicieran el despeje, una sección de la barandilla de la andanada que quedaba sobre el tendido siete, se desprendió y dejó a siete heridos, uno grave y los demás de pronóstico reservado. La Hoja Oficial del Lunes del día siguiente del festejo, entre otras cosas dice al respecto:

Al sonar los clarines anunciando la salida de los alguacilillos, parte de los espectadores de las primeras filas de las andanadas pasaron precipitadamente, como ocurre en todas las corridas cuando no están ocupadas todas las localidades a la delantera, con el objeto de acomodarse en el barandal... Y en aquel preciso momento, una barandilla de la andanada que da sobre el tendido número 7, se desprendió de las columnas donde aquellas se sujetan y cayó con estrépito sobre el graderío...

Al final, se determinó que los pernos que sostenían esa barandilla de hierro no estaban en su sitio y que estaba fijada apenas con unos alambres, por lo que cedió al peso de la multitud que buscaba aprovechar las localidades vacías de la sección inferior. Tras de recogerse la pieza caída y procurarse atención a los lesionados, los ocupantes de las localidades circundantes pedían la suspensión de la novillada, pero la autoridad determinó que no había causa para hacerlo.

La actuación de Lorenzo Garza

La impresión que causó quien después sería conocido como El Ave de las Tempestades fue bastante buena. Aunque no logró redondear una tarde triunfal, logró apuntar a la afición de la capital española que tenía aptitudes y posibilidades para caminar un trecho largo delante de las astas de los toros. Escribió F. Asturias para el diario Ahora, salido el 21 de marzo siguiente al festejo:

Lorenzo Garza venia precedido de una fama de valiente y artista. Por lo poco que se le vio hacer – poco en cantidad – no mentía la fama. Es valiente y artista. Con el capote y la muleta aguanta y para de una manera imponente. Su segundo fué un inútil que se cayó varias veces, falto de fuerza en los remos. Así y todo, el mejicano ejecutó algunas verónicas admirables y logró cuajar unos pases de muleta que levantaron olés y ovaciones apretadas. Mató de una atravesada y varios intentos de descabello. Fue en el sexto en el que logró entusiasmar al concurso toreando con el capotillo… Cuando lo veamos sin viento, podremos juzgarle con mayor conocimiento de causa.

Quien firmó como Don Nino para El Heraldo, destacó también el conjunto armónico de la faena de Lorenzo Garza al segundo de su lote y también una circunstancia que en alguna manera emborronó su actuación, el manejo de los aceros:

Garza sabe fundir la elegancia en el hacer con el conocimiento profesional… De asombro fueron los lances con que el mejicano recibió al sexto de Ortega. Suaves, lentos, rítmicos, extraordinariamente magníficos todos y cada uno de ellos. Insuperables los dos del lado derecho y el tercero por el izquierdo del primer quite. Y cuando todo hacía presumir en un éxito de apoteosis el muletero no salió. La faena fué de recibo. Después de media estocada el novillo se «amorcilló» junto a la barrera y, como nadie tuvo decisión para sacarlo de allí, fue descabellado por Garza cuando los clarines habían marcado el tiempo del primer aviso...

Por su parte Recorte, en La Libertad, también del 21 de marzo, reflexiona entre otras cuestiones, lo siguiente:

Su forma con el capote, la forma de torear con el capote a la verónica, tomando el engaño por junto a la esclavina, seguro y desenvuelto, firme y desahogado, parando y templando, acusan un estilo y una calidad estimable... Apreciables destellos en lo forma al torear con la muleta y facilidad, al menos el domingo, en el trance supremo... acusó una buena calidad de torero y una competencia profesional superior...

Y en La Voz, por su parte José Luis Mayral Corinto y Plata, quien aquí en México, en el exilio, firmara como Curro Meloja, en verso, entre otras cosas, dijo:

Hay que mirar con cuidado

los lances de este torero.

El capote recogido

hace girar todo el cuerpo

y que pasen los pitones 

rozándole... Gran efecto;

cierta originalidad

- un poquito codillero -,

indudable exposición

y atisbos de estilo nuevo.

Me gustó con el capote:

tiene un algo, tiene un sello.

Con la muleta, lo mismo.

Hay gracia y es pinturero…

Lo que vendría para Lorenzo Garza

El 6 de agosto de ese 1933, en Santander, el torero de Monterrey recibió la alternativa de manos de Pepe Bienvenida, que le cedió al toro Repentino de Celso Cruz del Castillo, en presencia de Antonio García Maravilla. Torearía todavía otras tres corridas en España ese año, con poca fortuna, por lo que al año siguiente, el 24 de febrero, en Valencia, volvería a actuar como novillero, renunciando a ese doctorado, que recuperaría con todos los honores el 5 de septiembre en Aranjuez.

El resto de su historia tiene mucho para ser contado. La carrera de Lorenzo Garza terminó – con algunas pausas intermedias – bien entrados los años sesenta del pasado siglo y fue, sin duda, el representante de la Edad de Oro del toreo en México con la carrera más longeva.

Apéndice sobre cambios en la prensa de la época

Desde los días anteriores al festejo se venían publicando notas en torno a la producción de cambios en las páginas taurinas de varios diarios madrileños. Así, se afirmaba que Maximiliano Clavo Corinto y Oro, dejaba su tribuna en La Voz y que le sustituiría Cipriano Rivas Cheriff, director y crítico de teatro y a la sazón, cuñado del Presidente del Consejo de Ministros, Manuel Azaña; se escribió en El Adelanto de Salamanca:

La comidilla del día en las tertulias taurinas, es si “Corinto y Oro” hace o no las críticas taurinas de “La Voz” este año... Y los nombres que, al parecer, pensaban sustituirle. Pero esos nombres, no son ninguno de los que van a escribir en las columnas de “La Voz” ... En “La Voz” hay una persona capacitada para ese cargo... nos referimos a José L. Mayral, pero al parecer, se quiere llevar a la sección taurina, más que un técnico en toros, un literato: Y éste no sería otro, que... Rivas Cheriff...

En el mismo diario salmantino también se hablaba de la salida de El Imparcial de Federico M. Alcázar, sin precisar destino para su pluma, pero estableciendo que su sustituto sería nada menos que Ignacio Sánchez Mejías:

Son tantos los aspectos desde el punto de vista de la empresa de “El Imparcial” ... que a él iba de crítico el ex torero Ignacio Sánchez Mejías... Federico M. Alcázar, que estaba encargado de la crítica de toros, no pertenece ya al periódico, ocupando su puesto, ya en firme, Sánchez Mejías, y como segundo de a bordo, Alardi, que ya fue crítico taurino de un periódico de Sevilla...

La realidad es que Federico M. Alcázar fue quien sustituyó a Corinto y Oro en La Voz, lo que se anunció precisamente el lunes 20 de marzo de 1933, aunque la crónica  de la novillada, la escribiera José Luis Mayral Corinto y Plata, como era habitual. Igual, Ignacio Sánchez Mejías no fue cronista de El Imparcial, durante el breve tiempo que sobrevivió, se encargó de ella José Quilez.

Así estaban las cosas de lo que unos años después sería llamado el planeta de los toros hace 90 años. Y ahora sí, hasta la próxima semana.

lunes, 25 de julio de 2022

Hace 90 años: Armillita y seis toros de Marcial Lalanda en Madrid (II/II)

Pasajes de la corrida del 24 de julio de 1932
Roberto Domingo
La Libertad, Madrid, 26 de julio de 1932

Puestas las cosas como quedaron, el diario ABC madrileño anunciaba el domingo 24 de julio del 32 en su sección Cartelera madrileña lo siguiente:

Plaza de toros de Madrid. – Hoy, domingo 24 de julio de 1932, a las cinco y cuarto de la tarde, tendrá lugar el esperado acontecimiento taurino del año. Los seis toros de la ganadería de D. Marcial Lalanda, que tantos comentarios han despertado entre la afición, los matará el artista mejicano Armillita Chico, que en su última actuación se consagró como una de las primeras figuras del toreo. Esta corrida ha despertado enorme expectación.

Por otra parte, en el número del 29 de julio del semanario La Fiesta Brava de Barcelona, José Díaz de Quijano Don Quijote, escribía:

¡Gallardo modo de saldar un incidente que sí ha tenido mucha publicidad, no nos interesa por lo que tenga relación entre el artista y la Empresa! ... Sólo nos incumbe recoger la bizarría del gesto que supone, como fin y coronamiento del incidente, encerrarse sólo, en la Plaza de Madrid, con los mismos seis toros de la corrida suspendida, origen de él... Sea cual fuere el resultado artístico de la hazaña (escribo en vísperas del acontecimiento), basta ese bello gesto para registrarlo como algo insólito en estos tiempos, como algo que tiene aroma y empaque de antigua estampa, gesto de figura de otra época... Celebraré que la suerte acompañe a Fermín Espinosa en la proeza, y que nos pueda brindar una segunda edición de la faena cumbre del 5 de junio, la mejor de la presente temporada.

Con esos deseos y a la hora anunciada, salió Fermín Espinosa por la puerta de cuadrillas, vestido de verde con bordados en pasamanería negra, llevando entre sus cuadrillas a Alfredo Gallego Morato, Luis Suárez Magritas, Eduardo Anlló Nacional y Antonio Duarte y a caballo, a Pablo Suárez Aldeano, Dacio Martín Pontonero, y Sevillanito. Como sobresaliente fue el novillero Eulogio Domingo. Fue llamado varias veces a agradecer ovaciones en el tercio antes de que saliera el primero de la tarde, parecía que todo marcharía sobre ruedas.

Los toros que se lidiaron, de acuerdo con lo publicado por los diarios La Nación de Madrid y El Adelanto de Salamanca se llamaron por su orden Relator, negro, número 9 con 430 kilos; Pegajoso, berrendo en negro, número 25, con 475 kilos; Peruano, negro bragado, número 20, con 471 kilos; Hierrodulce, berrendo en negro, número 1, con 474 kilos; Reculón, número 8, con 468 kilos y Pescador, número 7, con 474 kilos.

La conjura de la prensa madrileña

La historia nos deja claro que Armillita no asegundó su triunfo del 5 de junio anterior, pero la mayor parte de la prensa de Madrid de la época parece haberse empeñado en establecer que su actuación fue un rotundo fracaso. Pondré aquí extractos de las firmas más conspicuas, para que se pueda apreciar la forma en la que se le tiraron al cuello al Maestro de Saltillo.

El ya nombrado Carlos Revenga Chavito, en La Nación tituló su crónica Armillita Chico fracasa en Madrid de manera rotunda. La absurda vanidad de un torero y entre otras cosas escribió:

...El público, inocente y cándido, acudió al circo taurino ayer, domingo, hasta llenarlo, y acogió la presencia de Armillita Chico con una ovación de simpatía, de aliento, de esperanza... No me alegré al ver los carteles, porque desde el primer momento adiviné que se trataba de la absurda vanidad de Armillita Chico, que, cegado, equivocado, se creía con arte suficiente para matar los seis toros y divertir al respetable... Yo, de haber escrito algo, hubiera sido para decir que incluyeran el nombre de algún otro torero, pues Armillita, él solo, aburriría a la afición... Durante la lidia de los seis toros, con la capa dio unos lances compuestitos, que no convencieron a nadie; unas chicuelinas feas, y ejecutó un quite rabiosete, y tal... Prodigó los lances movidos, encorvados, medrosos, sosos, faltos de temple, de mando, de gracia, de valor, de deseos de agradar... Con la muleta toreó siempre muy movido, indeciso, con precauciones, sin ton ni son... El fracaso de Armillita Chico fue grande y merecido, pues no tuvo ni un solo destello de arte y valor... Abandonó la plaza en medio de una gran bronca y varios guardias...

Por su parte, José Luis Mayral Martínez Corinto y Plata, en La Voz, asevera:

... ¿Análisis técnico de la actuación de Armillita? Sería largo, penoso, improcedente. Decoro y decisión al matar a su primero; dos pares de banderillas en su segundo; unos quites apretados, repartidos entre los seis toros; unos naturales buenos ligados con algún pase de pecho, creemos recordar que al quinto toro. Y eso fue. Nada más que eso. Muy poco para diluido entre la lidia de seis toros: lo suficiente para taparse y para no quedar mal en una corrida corriente, en la que hubiese despachado dos toros nada más... El triunfo grande fue del ganadero D. Marcial Lalanda: dos toros excelentes, dos regulares y dos, aunque sin exceso de bravura, manejables y sin dificultades insuperables. Con esto de ayer y con cuidar de que no se filie a las reses con nombres extraños, desacostumbrados, que puedan dar lugar a coincidencias indiscretas, se puede seguir adelante, camino de otros éxitos...

El que deja un mensaje lacónico, pero contundente, es quien firma como Cayetano, en el diario madrileño Luz:

...Ayer hubo toros, hubo buenos peones que los supieron torear y un equivocado: el público, que confió en el valor de Armillita Chico... Lo único que probó el mejicano es su constancia: salió decidido a no arrimarse y lo cumplió. ¡¡Es todo un carácter!! ...

Gregorio Corrochano, en el ABC, con algo más de clase, también atiza a Armillita y al propio ganadero, por no salir a matar sus propios toros:

Para torear seis toros hace falta estar sobrado de recursos, de valor, de entusiasmo. Salir a poder con los seis. En esta corrida los toros dudaron mucho y Armillita dudó más, y anduvo como borrado, casi invisible, toda la tarde. Y yo lo sentí mucho. Hubiera deseado una tarde decidida, que fuese una lección a los toreros españoles que no quisieron la corrida de Marcial, incluyendo el propio ganadero. Porque ¿para cuándo se deja la ocasión de ser torero? Al ver don Marcial que no querían sus toros, debió decirle a Marcial: toréalos tú.

Como se puede apreciar de lo citado, los principales de la crónica taurina madrileña de la época parecieron querer acabar con Armillita. No le quisieron perdonar el que se hubiera salido de la corrida que perdió su carácter de extraordinario el 9 de junio anterior cuando Manolo Bienvenida se cayó de ella por una lesión, siendo sustituido por un torero que a esa fecha apenas tenía una tarde toreada en la temporada. En retrospectiva, veo también la mano negra de Marcial Lalanda, ganadero en la oportunidad, líder del escalafón en el calendario y presidente de la Unión de Toreros, es decir, tenía todo el poder en sus manos para tratar de echar fuera del primer círculo a cualquiera.

Los que mostraron objetividad

Pero no todos los escribas se sometieron a los poderes fácticos. En la prensa de esos días encontré un par de relaciones que vale la pena tener en cuenta. Expresan puntos de vista diametralmente opuestos a los revisados hasta este momento, y si bien no presentan una tarde triunfal de Fermín Espinosa, creo que ponen las cosas en su justo sitio.

La primera es la de Rafael Hernández y Ramírez de Alda Rafael, encargado de la crónica taurina en el diario madrileño La Libertad, que tituló su reseña Los toros de Marcial y el rasgo de Armillita, de la que extraigo:

... ¿Fracasó Armillita Chico? Si se atiende a que no alcanzó grandes ovaciones, ni cortó orejas, ni salló en triunfo, entonces sí, hay que declarar que fracasó. Pero si se tiene en cuenta la consideración que hemos expuesto anteriormente y la forma en que pelearon los toros, no sería justo decir que fracasó el torero mejicano, porque otros muchos, aunque con menos frialdad, hubieran estado peor que él... No hubo, en realidad, ni éxito ni fracaso. Ocurrió lo que los aficionados esperaban. Armillita, torero fácil y seguro, se deshizo fácilmente de la corrida, enviando al desolladero en poco más de hora y medía los seis toros más gordos, la corrida mejor presentada y de más respeto que se ha lidiado esta temporada en Madrid. Pero, eso sí, en medio del mayor aburrimiento del público, porque toda la corrida se deslizó en un tono gris, sin emociones ni incidentes... El éxito lo tuvo Armillita Chico antes de la corrida. Llenar la plaza de Madrid a fines del mes de julio es un éxito grande, y ese se lo apuntó el mejicano, que oyó al hacer el paseo una cariñosa y larga ovación... Yo creo que Marcial no ha tenido acierto al enviar a Madrid una corrida tan bien criada y tan bien armada, porque, entre otras razones, y no es la menor la de que él sigue siendo torero, ha contribuido a que se forje en torno de su ganadería una leyenda terrorífica que dista mucho de ser acertada...

La segunda es la que firma V. Bejarano en El Adelanto de Salamanca. La titula Nada menos que todo un hombre y trae pasajes de esta guisa:

...Armillita Chico ha demostrado que salía dispuesto a evitar la actuación del “sobresaliente”; que es torero fácil, quizá excesivamente fácil, y por esto no produce emoción, que lo mismo le dan seis toros que sesenta; que sabe tanto como el que más; y que cuando a otros les llega el agua al cuello, a él ni a los tobillos... consciente Marcial de su deber, ha mandado una corrida de toros como se debe mandar a la plaza de Madrid. Nada de “corridón”, una corrida gorda, bien puesta de cabeza, de tipo fino, una corrida preciosa... Es cumplir su mayor obligación como ganadero nuevo, pues en los demás aspectos, él no puede dar más que lo que compró. Que después vendrá el modificarlo, si fuera menester, conforme lo demanden su afición a la nueva modalidad taurina en que ingresa y conforme a su competencia, que es grande... Un “quid pro quo” absurdo, apartó a Armillita Chico de la plaza de Madrid, momentáneamente. Se salvaron los “tiquis miquis” con la empresa y Armillita Chico pudo ver en práctica su ofrecimiento y su deseo de torear él solo los seis toros que hubieron de quedar sin torear el día que se le anunció y que hubo que suspender la corrida... El público, apasionada y engañadamente injusto. Esperaba seis (SEIS, ni una menos) faenas como AQUELLA, y no se da cuenta que AQUELLO sólo lo hace el que sabe (este Armillita) cuando puede. Y hoy no “se” ha podido... Excelente “debut” de Marcial como ganadero. Tanto han gustado sus toros al público, sus bravísimos toros, que como bravos se ovacionó a casi todos en el arrastre, y para uno se pidió el máximo honor de la vuelta al ruedo...

Creo que la lectura de estos dos pasajes nos permite ver que la actuación del Maestro Armillita no fue lo triunfal que se hubiera podido esperar, pero tampoco el gran fracaso que plantearon las crónicas de los principales escribidores madrileños de esas calendas.

No obstante, el hecho merece ser recordado, sobre todo porque en estos tiempos que corren resulta impensable que un torero mexicano vuelva a enfrentar, solo, seis toros en la plaza de toros de Madrid, vamos, ni siquiera en la de Vistalegre, así pues, estamos recordando un hecho singular, que en la historia de nuestra fiesta ha ocurrido un par de ocasiones. Esta que traigo aquí ahora, ha sido la segunda y seguramente, la última.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son obra exclusiva de este amanuense, pues no constan así en sus originales.

lunes, 18 de julio de 2022

17 de julio de 1927: Refulgente Álvarez recibe la alternativa en Madrid (II/II)

Refulgente Álvarez
Archivo Casasola - Fototeca Nacional - INAH

Rumbo a la alternativa

Rafael Gómez, en su sitio Toreros Mexicanos, le consigna a Refulgente Álvarez una alternativa en el Puerto de Veracruz el día 14 de noviembre de 1926, otorgada por Luis Freg, mismo dato que contiene el opúsculo de don Luis Ruiz Quiroz titulado De Ponciano Díaz a Mario del Olmo. Matadores mexicanos, número 17 de la colección de Lecturas Taurinas Mexicanas publicadas por los Bibliófilos Taurinos de México. La revisión de la prensa mexicana disponible no refleja que Refulgente haya podido hacer uso de su título de doctor en tauromaquia en plazas mexicanas, sino que en cuanto se dieron las condiciones, regresó a España a intentar torear novilladas allá.

La tarde de Madrid

En el diario ABC de Madrid del 17 de julio de 1927, aparece la siguiente información:

Plaza de Toros de Madrid. – Hoy domingo, día 17, se celebrará una corrida de toros extraordinaria, con rebaja de precios, en la que se lidiarán seis toros de la acreditada ganadería de D. Antonio López Plata, de Sevilla, por los afamados diestros Bernardo Muñoz (Carnicerito), Francisco Peralta (Facultades) y Refulgente Álvarez, de Méjico, que tomará la alternativa.

La prensa española que pude consultar no refleja actuaciones de Refulgente Álvarez en 1927 sino hasta el día 17 de julio, esa, la tarde de su alternativa en Madrid, obtenida, según la prensa de la capital hispana, en condiciones sorpresivas, según cuenta Rafael Hernández y Ramírez de Alda Rafael, en el diario madrileño La Libertad, salido a los puestos el 19 de julio siguiente al festejo:

El cartel no fue del agrado de los aficionados, que, por primera vez en esta temporada, dejaron la plaza medio vacía. En realidad, estuvo justificada la actitud de los aficionados. La atracción del cartel era únicamente la alternativa del mejicano Refulgente, quien después de llevar más de tres años en Madrid luchando por que le dieran una novillada, se encuentra que de golpe y porrazo le ofrecen el doctorado en nuestra plaza…

Refulgente Álvarez esperaba ser contratado para torear una novillada en la plaza de la Carretera de Aragón y sin esperarlo, casi a los 40 años de edad, se le ofrece una alternativa en la plaza de toros más importante del mundo.

Respecto de su actuación esa tarde, Ángel Caamaño El Barquero, en El Heraldo de Madrid, consignó:

El recipiendario Refulgente Álvarez a ratos tuvo valentía, a ratos acusó manifiestas torpezas, y a ratos no pasó de querer, sin llegar a poder. Del torerito bullidor y suelto que vino en la cuadrilla de Lombardini y López no queda nada. Se ha transformado en un señor anticuado, que ofrece un arte anticuado también, falto de soltura, escaso de agilidad y únicamente repleto de gran voluntad, con la que no hay bastante para vivir desahogadamente en el toreo. Si la alternativa que recibió ayer le abre las puertas de las plazas mejicanas, sea muy enhorabuena. Para las plazas españolas es poco relieve el que adorna al buen Refulgente, quien con su claro criterio (que lo tiene, nos consta) comprenderá que no le decimos ningún disparate...

Y por su parte, Don Pepe, en El Noticiero, equivalente a la Hoja del Lunes de la época, en un imaginario diálogo entre los amigos Machimbarrena y Vizmanos, escribió:

- Vamos con Reluciente.

- Refulgente, señor. En el primero, que se llamaba “Capotero”, era negro bragado, terciado, con pitones y marcado con el número 33, veroniqueó movido, puso un par fácil de banderillas y después de brindar la suerte al doctor Segovia, pasa al manso con ambas manos, solito y molestado por el aire, para media baja y pescuecera, sin moverse la res en el encuentro. (Palmas de simpatía y salida a los medios).

- ¿Y en el último?

- En el sexto colocó un gran par de banderillas, medio malo y uno regular; brinda al palco de la empresa y tras pocos pases, con tanta valentía como desentrenamiento, atiza un gran pinchazo, otro, una estocada tendida y varios intentos de descabello con el estoque y la puntilla, escuchando un recadito de la presidencia...

Como podemos ver, Refulgente Álvarez mostró una tauromaquia de otro tiempo, falta de sitio y eso sí, un valor a toda prueba, pocos activos para caminar largo en esta fiesta.

Lo que después vendría

Regresó a España en 1928 y solamente alcanzó un contrato. Fue para las fiestas de Jadraque, provincia de Guadalajara, el 16 de septiembre, donde se anunció para matar dos toros de Carreros. Solamente pudo despachar al primero, pues el segundo le hirió de consideración. El semanario barcelonés Fiesta Brava, del 7 de diciembre de ese año, contenía la siguiente información:

NOTAS CORTESANAS: El matador de toros Refulgente Álvarez, ha salido para Méjico, casi repuesto de la grave cornada que le causó un toro en Jadraque en el pasado mes de Septiembre...

Como se puede ver, la cornada de Jadraque fue de bastante consideración, pues todavía en diciembre, no se había repuesto totalmente de ella.

Curiosamente, en una entrevista realizada en 1987 por Joaquín Vidal a Luis Gómez Estudiante, éste afirma que debutó como novillero el 28 de septiembre de 1928 en Pastrana, alternando con Yerberito y Refulgente Álvarez. El recuerdo de Estudiante me parece impreciso, pues el torero queretano era ya matador de alternativa por una parte y por la otra, estaba convaleciente de la cornada recibida doce días antes y que tardó mucho tiempo en sanar.

Decano de los matadores

Algo más de medio siglo después de su alternativa, caído casi en el más absoluto olvido, Refulgente Álvarez volvía a ser noticia. Por edad resultaba ser el decano de los matadores de alternativa en el retiro. José Guerra Montilla, del Círculo Taurino de Córdoba y nieto nada menos que de Guerrita, así lo daba a conocer al ABC madrileño del 11 de febrero de 1978:

Don José Guerra Montilla, vicepresidente y archivero del Círculo Taurino de Córdoba, gran erudito e historiador de la fiesta de los toros, nos remite una carta en la que tras comunicarnos el noventa aniversario del nacimiento del torero mejicano Refulgente Álvarez, matador de toros de más edad de todos los retirados, nos ofrece la relación y numerosos datos de los ocho siguientes que siguen al azteca en edad... Sebastián Suárez Aniño («Chanito»)... Eugenio Ventoldrá Niubu... Bernardo Casielles Puerta... Pedro Alfaro Castro («Facultades de Lima»)... Rafael Rubio Oltra («Rodalito»)... Salvador Freg Castro... Nicanor Villalta Serrés... José Flores («Camará»)... «Camará» es en cambio, el decano por antigüedad de los matadores de alternativa, desde el 21 de mayo de 1975, fecha en la que falleció el famoso torero mejicano Rodolfo Gaona, Su doctorado data del mes de marzo de 1918, en la plaza de Madrid...

Como podemos ver, Refulgente Álvarez retornaba a tener un puesto de importancia en la historia del toreo. Nació nació 2 años, 3 meses y 20 días antes de que Ponciano Díaz recibiera la alternativa en Madrid y él recibió la propia 37 años, 9 meses después, y además en ese determinado momento de su existencia, resultó ser, aunque fuera por un mero accidente demográfico, el matador de toros de más edad con vida sobre la tierra.

Leía en un comentario, lamentablemente sin firma, a esta entrada del blog Toreros Antiguos, del amigo Carlos González Ximénez, custodio y titular del Archivo Ragel, que concentra también los de Aurelio Rodero y Manuel Vaquero, que Refulgente Álvarez terminó sus días como portero en las instalaciones de Televisa en la Ciudad de México. Esa versión no la he podido comprobar con las distintas personas a las que he consultado al respecto. De ser así, el de Refulgente es uno de esos casos en los que, a pesar de haberse doctorado en la principal plaza del mundo, no tuvo espacio para hacer la vida en los vericuetos de la fiesta.

Así concluyo estos apuntes que, pretenden recordar en estampas algo deslavazadas, el paso por los ruedos de un torero valiente, sin duda, de esos de medio sol, de esos que lo dan todo, de esos que son los que constituyen la argamasa del edificio de la historia del toreo.

Dedico estos extensos apuntes a un queretano nativo, el amigo Octavio Lara Chávez, Callao en sus días de bloguero, quien en otro medio se había ocupado ya de este asunto y a otro adoptivo, Gabriel Lecumberri, al que creo que le gustan este tipo de historias.

Aviso parroquial segundo: De nueva cuenta los resaltados en los textos transcritos son obra de este amanuense, toda vez que en sus originales, no constan de esa manera.

domingo, 17 de octubre de 2021

18 de octubre de 1931. Muere Carmelo Pérez en Madrid

Carmelo Pérez
Cª 1920 Foto: Casasola
Carmelo Pérez
había recibido una de las cornadas más terroríficas que registra la historia del toreo el 17 de noviembre de 1929 en El Toreo de la Condesa, cuando Michín, de San Diego de los Padres, sexto de un festejo en el que alternó con Antonio Márquez y Pepe Ortiz le prendió en los primeros escarceos de la lidia y le envió a la enfermería, de donde las noticias que salían eran contradictorias y casi todas de tono funesto. De eso ya me he ocupado por esta Aldea aquí y aquí.

La oportuna intervención de los médicos Javier Ibarra, José Rojo de la Vega y Carlos Herrera Garduño salvaron la vida de Carmelo, pero en una situación en la que la medicina carecía de los avances que hoy tiene, la ausencia de equipos de diagnóstico y de antibióticos, convirtieron en un verdadero via crucis la recuperación del torero de Texcoco. A ese propósito, cuenta Guillermo H. Cantú:

Al despertar de la anestesia, Carmelo constató una cosa: el infierno no habían sido las cornadas tremendas de “Michín”, sino la penosísima, lenta e incompleta recuperación que en esos instantes se iniciaba… En 1929 aún no existía la penicilina ni otros antibióticos, la fístula de la espalda hubo de ser controlada con métodos prolongados como dolorosos. Una a una, las costillas del costado derecho de Carmelo fueron extirpadas… No fue únicamente tener que respirar con un solo pulmón, ni cargar el resto de su ya corta vida apósitos de algodón para dar volumen a aquél medio torso disimulado y supurante… sino además “un sufrimiento todavía mayor y para el que Carmelo necesitó echar mano de toda su hombría y de toda su fuerza de voluntad: desacostumbrarse a la droga, a la morfina, a base de la cual había vivido medio año”. ¡Y también lo logró! …

Los médicos que le atendían, advirtieron a Carmelo que era necesario guardar reposo absoluto para completar su recuperación y permitir en un futuro la reparación de la fístula que se generó a causa de la cirugía a la que se le sometió para reparar las heridas de la cornada. Pero el torero tenía otros planes al parecer, y en cuanto sintió las fuerzas suficientes se puso a prepararse para reaparecer, haciendo ejercicio para recuperar la condición física y haciendo toreo de salón.

Así, logra volver a presentarse en El Toreo de la Condesa el 4 de enero de 1931, alternando con Luis Freg y Manolo Bienvenida ante toros de La Laguna. En esa campaña actuaría otras cuatro fechas, los días 11 y 18 de enero y el 8 y el 22 de febrero, fecha esta, que representaría su última actuación en la capital mexicana. Ya tenía en mente viajar a España, decía él, para hacerse ropa de torear y conocer aquellas tierras.

Pero antes, el 15 de febrero, en Guadalajara, alternando con Juan Espinosa Armillita y José Olivera Pepete, realizó una faena por naturales al quinto de la tarde, de Zacatepec, que en la versión de quien firmó como Tío Castuera en el diario El Informador de Guadalajara del día siguiente del festejo, fue de la siguiente guisa:

El lugar de honor lo ocupó un toro que hizo honor a la ganadería: el toro de seda, el que se ha llevado la palma de nobleza y bravura... Era cárdeno, entrepelado y ostentaba en sus lomos el número 44... Su faena portentosa es la siguiente. Tres ayudados por abajo, un natural, luego otro, otro y otro que hacen que el público se ponga de pie para aplaudir. Cambia de mano la flámula y luego vienen cinco naturales más, girando suavemente sobre los talones para quedar colocado en una nueva suerte. El delirio viene, y para saborear más la faena intercala uno de costado... tres naturales más, uno de costado y como si no bastara el sinnúmero de pases naturales, nos brinda la oportunidad de verlo embarrarse el toro en la cintura cual se tratara de sedosa paja. Cuatro naturales dados durmiéndose el matador en la cara del burel, cinco más... “Ya esto es torear como en la gloria”, decían al unísono los espectadores estupefactos... Viene para rubricar la muerte de su toro una estocada que tumba sin puntilla. El público pidió las orejas y el rabo...

La realidad, de acuerdo con Cantú, es que Carmelo tenía la idea de ir a confirmar su alternativa en Madrid y hacer una campaña en forma por aquellas plazas, encargándose de sus asuntos allá don Domingo González Mateos Dominguín. Enterados sus médicos de su intención de viajar, le volvieron a recomendar reposo y sobre todo el evitar que se sometiera a alguna cirugía de la fístula del tórax, pues las complicaciones posoperatorias previsibles, serían fatales.

La alternativa en Toledo

Las alternativas recibidas en México no fueron reconocidas en España durante muchos años, así que los toreros mexicanos y en general, quienes las recibían aquí, tenían que volver a hacerlo en una plaza de allá para poder actuar como matadores de toros. La de Carmelo Pérez se programó para el 6 de junio de ese 1931, en Toledo. Era la tradicional Corrida del Corpus. Originalmente estaba puesto como su padrino Gitanillo de Triana, pero el 31 de mayo anterior Fandanguero de Graciliano Pérez Tabernero acabó a plazo con su vida en Madrid y se contrató para sustituirle a Manuel Jiménez Chicuelo. El testigo sería un torero de la tierra llamado Domingo Ortega. Los toros fueron del Conde de Antillón antes de Ildefonso Sánchez Rico, de origen Contreras.

El encierro al final no se lidió completo. Uno de los toros, el que sería primero de la tarde, murió en los corrales y fue sustituido por uno de Terrones – nombrado Presidente –, del mismo origen – los Sánchez Rico eran descendientes del ganadero salmantino, don Juan Sánchez de Terrones – y hago esta aclaración porque en la obra de Cantú se repite con insistencia la presencia de encierros parchados cuando de la actuación de toreros mexicanos en España se trata, como una mala jugada de los taurinos de allá. No hubo tomate en la sustitución del toro, ni fue del agarradero el sustituto, las cosas, como son.

Esa tarde, aparte de incompleto, el juego de los toros dejó que desear. Al tercero se le condenó a banderillas de fuego. La actuación de Carmelo fue vista así por Recorte, cronista del diario La Libertad de Madrid, aparecido al día siguiente de la corrida:

El alternativado Carmelo Pérez no estuvo muy afortunado en el reparto, y de aquí que el resultado de su actuación no respondiese a lo que nos habían prometido sus mentores y nuestros compañeros del país de Moctezuma. Quizá la diferencia de temperamento en el ganado, unido al desentrenamiento que motivó una convalecencia de cerca de un año, a consecuencia de una gravísima cornada que recibió, y por añadidura el desconocimiento del carácter de nuestro público. Influyese en cierto apocamiento, azoramiento o preocupación que observamos en el nuevo matador… Sin embargo, le vimos ceñirse extraordinariamente con el capote y templar, ejecutando algo así como aquel lance que se denominó el «puente trágico», y en esto fue ovacionado… Luego, con la muleta, estuvo demasiado breve en el toro de la alternativa; dos muletazos tan solo, porque vio el mejicano que el enemigo no estaba para adornos. Al sexto, que ofrecía peligro por el lado derecho, le dio tres soberbios muletazos de pecho por el lado izquierdo, «haciendo la estatua». Matando estuvo muy breve también…

Una cirugía a destiempo y el final

Después de la corrida de Toledo, Carmelo Pérez decidió ponerse en las manos del renombrado cirujano Jacinto Segovia para intentar librarse de la fístula torácica que tanto le molestaba. Ello a pesar de que ya desde antes de salir de México se había advertido que era una cirugía de muy alto riesgo. Pocos se enteraron de la intervención. Refiere Cantú que David Liceaga le contó que pasó un día por el sanatorio del doctor Crespo a interesarse por el estado de salud de Gitanillo de Triana y que allí se le informó que el que iba en franca mejoría era un paisano suyo el que tenía nombre de mujer… 

Salido del hospital comenzó el proceso de recuperación, advertido de nuevo de que el reposo absoluto era importantísimo para salir adelante. Pero un espíritu indómito como el de Carmelo Pérez no sabría mantenerse quieto. En cuanto pudo, salió a pasear por las calles de Madrid, comenzó a hacer vida social, incluso, llegó a conocer a Federico García Lorca – afirmaba el Negro Muñoz – y añoraba recuperarse plenamente para poder volver a México y retomar las cosas donde las había dejado pendientes.

Recurro de nuevo a la versión de Cantú:

El 15 de septiembre, como todo mexicano en el extranjero que se respete, Carmelo asistió a la Embajada de México para conmemorar la Independencia y dar “El grito” junto con sus compatriotas… La “siguieron” toda la noche… Regresaron a la pensión de la Carrera de San Jerónimo, donde vivía, pasadas las seis de la mañana, entonando con la guitarra los nostálgicos versos de “Canción Mixteca”: “Qué lejos estoy del suelo donde he nacido…”… Se metió en la cama para recuperarse de lo que parecía un fuerte resfriado, y durante 30 largos días rumió su última cita con el dolor y la frustración… entre una respiración que se iba haciendo más dificultosa y unos recuerdos cada vez menos claros, su vida se fue apagando…

La prensa de Madrid se ocupó con alguna profusión del hecho, aunque casi todos los diarios que pude consultar reproducen el mismo boletín de prensa. La nota que me parece más lograda es la de La Libertad, salida el 20 de octubre siguiente, que entre otras cosas cuenta:

El domingo, a la una de la tarde, le visitó, como de costumbre, el doctor Rozabal, que se había encargado de su asistencia, y le encontró con bastante fiebre.

Carmelo dijo al doctor que pasaba muy malos ratos y que sólo descansaba cuando se le aplicaba alguna inyección de morfina. Rogó al médico que diera la orden oportuna para que le aplicaran otras. El doctor Rozabal le contestó que su ayudante quedaría encargado de aplicarlo el calmante pedido. Entonces Carmelo, al ver que el doctor se marchaba, le dijo a su mozo de estoques:

«Raspa», acompaña al «doctorcito» hasta la puerta.

Cuando el «Raspa» volvió al lado de Carmelo, éste había muerto...

El siguiente paso sería el traslado de los restos de Carmelo a su lugar de reposo definitivo. Problemas, principalmente quizás de índole económica, dilataban – y quizás imposibilitaban – el traslado a la Ciudad de México. Los toreros mexicanos allá en España, en trance de regresar a enfrentar sus campañas en ruedos nacionales, no contaban con los recursos líquidos para afrontar un asunto de esa naturaleza, pero providencialmente, el Papa Negro, don Manuel Mejías Bienvenida, salió al quite. Así se publicó en El Heraldo de Madrid del 22 de octubre de ese 1931:

Un rasgo del Papa Negro

Los parientes del infortunado diestro Carmelo Pérez enviaron un cablegrama en el que exponían su deseo de que los restos del lidiador fuesen enviados a Méjico, su país natal. Anunciaban la remisión de los fondos necesarios; pero transcurrían las horas y el dinero no llegaba. Y como para la operación de embalsamamiento y otros gastos se precisaba una suma importante, los amigos del torero, ante la imposibilidad de sufragarlos, renunciaron a satisfacer los naturales deseos de la familia de Carmelo. Don Manuel Mejías, padre de los matadores de toros Manolo y Pepe Bienvenida, tuvo noticia de lo que ocurría e inmediatamente se puso en relación con D. Román Mercelian, apoderado del diestro fallecido, y le facilitó diez mil pesetas, que era la cantidad que se precisaba para trasladar a Méjico el cadáver de Carmelo Pérez.

El rasgo de Bienvenida, padre, ha sido muy elogiado por la afición y los toreros.

Así fue como los restos de Carmelo Pérez pudieron salir a México el 1º de noviembre para regresar a reposar a la tierra que lo vio nacer. Fue inhumado el día 13 de ese mismo mes.

lunes, 31 de mayo de 2021

31 de mayo de 1931: Gitanillo de Triana y Fandanguero de Graciliano Pérez Tabernero II/II

 Las causas del percance

Azulejo en la casa paterna de Gitanillo
Pagés del Corro 157, anterior 127
Triana, Sevilla
Aunque ya descritas en las relaciones anteriores, es Federico M. Alcázar, en su tribuna de El Imparcial, quien hace una interesantísima reflexión acerca de por qué fue prendido y herido Gitanillo de Triana. Es una cuestión meramente teórica y relacionada con la forma en la que se llevaba – o lleva todavía – la lidia en aquellas calendas:

Los toros mansos, salvo excepciones, empujan siempre para adentro. Es decir, buscan la querencia de las tablas porque encuentran en ellas un medio de defensa. Lo contrario sucede con el bravo, que se va a los medios, porque allí ataca mejor. La pelea natural del manso es casi siempre del tercio para adentro, y la del bravo, a la inversa. Los toreros han tomado la costumbre – ¿no estaríamos más acertados si le llamáramos vicio? – de empezar a torear al manso y al bravo encerrados en tablas. Y, por lo regular, sucede lo inevitable: que el bravo se va en cada lance, buscando su terreno, los tercios afuera y los medios, y el manso se queda y les acosa, cuando no huye también. Desventaja de la ventaja. Deslucimiento. Todavía al torear de capa, cuando los toros andan sueltos y con poca fijeza, ofrecen pequeñas dificultades; pero éstas son mayores al final, por haberse acentuado la querencia, y con la querencia, el peligro. Hay toros que no dejan parar al torero por dentro y le comprometen en cada pase, y en cambio por fuera está relativamente holgado. Pero los toreros, que siempre tiran por el atajo, aunque tengan que saltar la barranquera, buscan el refugio de las tablas, como un medio de defensa, sin advertir lo comprometido que es torear en el terreno del toro. No comprenden que en ese sitio es difícil la salida y comprometida la enmienda. Apuran tanto el terreno, que de un pase a otro apenas queda espacio para torear y desenvolverse en un momento de peligro. Y viene el acosón, y algunas veces la cogida, con todas sus dolorosas consecuencias… Creo que si Gitanillo toma al toro más abierto en el tercio, no le hubiera cogido, y de cogerle no le cornea contra la barrera, que fue donde le dio la cornada más grave, tan grave y brutal que sólo encontrando un punto de apoyo y resistencia puede el pitón atravesar el hueso sacro. Tuvo hasta la desgracia de tropezar con el único toro que se vencía del lado izquierdo, pues los restantes embistieron por ese lado admirablemente. La fatalidad tropezó con el torero y le hizo su víctima…

Es la de Alcázar una disquisición meramente teórica, pero válida, creo, pero que no tiene en cuenta el estado de ánimo del torero, que, acuciado por su deseo de triunfar, considera a veces que puede superar esas condiciones adversas de los toros e imponerse a ellas para, en el terreno por él elegido, realizar la faena que se ha planteado.

Los partes facultativos

El doctor Jacinto Segovia, jefe de los servicios médicos de la plaza de Madrid, esa tarde tuvo mucho trabajo, pues un toro antes, el banderillero Manuel Prieto Varé, había entrado a la enfermería con una cornada que le partió la femoral. No había terminado aún la intervención cuando llegó a ella Curro Puya, de cuyas lesiones refirió lo siguiente:

«Durante la lidia del tercer toro ingresó en esta enfermería el diestro Francisco Vega (Gitanillo de Triana), con una herida de asta de toro en el tercio medio, del muslo derecho, con rotura de los músculos cuádriceps y aductores; otra en el tercio medio del muslo izquierdo. parte interna, con rotura de los músculos cuádriceps y aductores, y otra en la región sacrocoxígea, penetrante en la cavidad pelviana, con rotura del sacro y sección y arrancamiento del nervio ciático mayor. No puede precisarse la profundidad de la herida por el estado del diestro. Pronóstico muy grave. – Doctor Segovia.»

Se dejó para después la curación de los muslos, dada la gravedad y la posición de la herida del coxis. El torero permaneció en la enfermería toda la noche de ese día y fue trasladado al mediodía siguiente al sanatorio de los doctores Crespo, donde se pidió consulta al doctor José Sanchis Banús, destacado especialista en neurología a efecto de establecer el mejor tratamiento para Gitanillo de Triana.

Tras del traslado al sanatorio, periodistas de El Heraldo de Madrid, obtuvieron estas declaraciones del doctor Jacinto Segovia:

- El caso no es desesperado.

- No; pero sí muy grave. Le ha arrancado el nervio ciático de su base. Como se arranca la raíz de una planta. La lesión, fuera de esto, no tiene importancia suma, por cuanto que no ha interesado el intestino ni órgano alguno de importancia.

- ¿Quedará inútil?

- Lo más probable es que así suceda. La pierna derecha perderá juego, y el talón no podrá sentarlo. Anoche pasé un verdadero susto, a las nueve se quedó sin pulso y creí que se me escapaba. Ya veremos lo que dice Sanchis Banús...

Diariamente, la prensa madrileña publicaba al menos una gacetilla informando el estado de Gitanillo de Triana. Incluso, el diario El Sol, que en su primera plana se ufanaba de que allí no se contenía información relacionada con la fiesta, dedicaba espacio al tema, así, el 3 de junio en sus páginas se lee:

Como consecuencia del arrancamiento de las raíces del nervio ciático mayor (plexo sacro) ha quedado desgarrado el fondo del saco dural, presentándose una abundante eliminación de líquido cefalorraquídeo por la herida operatoria, existiendo el peligro de presentación de una meningoencefalitis que ensombrecería totalmente el pronóstico. – Doctor Segovia.

Cosas veredes…

Un diálogo en la enfermería

Es de nuevo El Heraldo de Madrid el que recoge un diálogo en la enfermería de la plaza entre el torero herido y aquellos que le acompañaban. La conversación publicada es de esta guisa:

Gitanillo de Triana recobró el conocimiento poco después de las nueve de la noche, aunque continuó todavía durante mucho tiempo bajo los efectos del cloroformo.

Sus primeras palabras fueron para preguntar:

- ¿Cómo estoy? Díganme la verdad.

Me parece que no siento las piernas.

Y sus brazos, sin fuerza, se deslizaron sobre el cuerpo para cerciorarse de que no se las habían cortado.

Esto le confortó un poco y guardó silencio, resignado.

Poco después rodearon la mesa de operaciones los individuos de la cuadrilla de Gitanillo y algunos amigos particulares.

A uno de éstos buscó Curro ansiosamente con la mirada, y cuando éste se acercó le dijo:

- Hola, Maximino; me ha «estrosao» el toro...

El amigo trató de confortar su espíritu.

A poco Curro le volvió a preguntar:

- ¿Qué hora es?

Vaciló el amigo. No sabía si era prudente contestar. Entonces Curro alargó su brazo y tomó el reloj de su amigo, lo consultó y dijo:

- Las nueve y media.

En efecto, esa hora señalaba el reloj.

Nuevo silencio, recomendado por los facultativos.

- ¿Habéis ustedes avisao a la familia? - preguntó después Gitanillo.

- Sí - le contestaron.

- ¿Han salió ya de Seviya?

- Sí Está tranquilo.

- ¿Vienen por carretera?

- Por carretera, sí. Calla, hombre.

Gitanillo hizo un esfuerzo v agregó:

- ¡Estoy deseando que llegue mi madre! ...

Para terminar

Maximiliano Clavo Corinto y Oro, cronista de La Voz, se caracterizaba por su estilo festivo y mordaz al redactar sus crónicas. La de la corrida del 31 de mayo distó mucho de llevar ese sello. En ella hace una interesante reflexión de la fiesta, su tragedia y su gloria:

Oro, seda, sangre y sol. Juego limpio en lucha titánica con el toro bravo de escultórica belleza, entre la gloria y la muerte. Arte y heroísmo ante una muchedumbre calenturienta y leal, presidida por la mujer española, divino cebo de pintores y admiración de los hombres de todas las razas. Gritería ensordecedora culminante de un apasionamiento que sólo puede concebirse en este espectáculo sin igual en el mundo. Rugidos de dolor, indignación y entusiasmo, todo en unos segundos y en un transporte de impresión tan fuerte, que desata con violencia todo el sistema nervioso y hace perder el equilibrio orgánico del hombre más ecuánime. Esto debe ser la verdadera fiesta de toros. Esto fue la corrida de ayer, la épica, la inolvidable corrida de ayer, que le hizo al toreo la mejor propaganda que puede concebirse… ¡Quién Iba a pensar que al desventurado primer abono, que tantos disgustos nos ha proporcionado a todos, le reservaban los dioses una despedida tan emocionante, una despedida en la que el dolor y el triunfo se confrontaran como ayer! ...

Y por su parte, Rafael Hernández y Ramírez de Alda Rafael, en La Libertad, también medita los alcances que tienen los percances de los toreros en el devenir de la tauromaquia:

¡Ay del caído! El domingo, mientras millares de personas aclamaban a Marcial Lalanda y lo sacaban en hombros por la puerta de Madrid, en el patio de caballos, rodeando la entrada de la enfermería, unos cuantos hombres, con los puños crispados y los ojos enrojecidos, esperaban con ansia noticias de Gitanillo. Eran sus amigos, los que sabían que bajo la seda y el oro de su traje de torero latía un corazón lleno de cordialidad y propicio a todas las bondades; eran los que sabían de sus alegrías, de sus dolores, de sus ilusiones, de todo lo que había de humano en el interior del ídolo, que en otras tardes sintió también sobre sus sienes la caricia de la gloria… Es muy difícil escribir algo que encuadre la totalidad de la corrida. También nosotros fuimos juguete de la emoción; también sufrimos el choque de tan distintas sensaciones que, aun sin querer, habrán de reflejarse en estas cuartillas. De la corrida quedan grabadas las escenas principales, la cogida del infortunado Varé, la más terrible aún de Gitanillo de Triana, y la actuación, más que brillante, casi genial, de Marcial Lalanda. Esos tres momentos son los que harán pasar a la historia esta corrida del 31 de mayo de 1931, como aquella otra del 27 de mayo de 1894. en que cayó el Espartero y fue la consagración de Antonio Fuentes…

Sol y sombra, triunfo y tragedia… Los eternos contrastes de la fiesta de los toros. La evolución de Gitanillo de Triana seguiría siendo noticia durante los 75 días siguientes, pues fallecería el 14 de agosto al no superar las heridas que le infirió Fandanguero, pero del desenlace de la historia, aunque conocido, seguramente me ocuparé aquí, en su día. 

Aviso Parroquial segundo: Los resaltados en los textos de Alcázar, Corinto y Oro y Rafael no constan así en sus respectivos originales. Son obra y atrevimiento de este amanuense.

Aldeanos