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domingo, 19 de octubre de 2025

La otoñada taurina en Aguascalientes (III)

Nuestra ciudad festeja sus primeros 425 años con un lujoso festival taurino

El 22 de octubre de 1575 se autorizó la Cédula de Fundación de la Villa de Nuestra Señora de la Asunción de las Aguas Calientes, lo que hoy es la ciudad de Aguascalientes. El asentamiento humano en el lugar es de data anterior y los historiadores y los paleógrafos cuestionan si el texto del documento se refiere a Nuestra Señora de la Asunción o de la Ascensión, pero a estas alturas de la historia, la primera advocación es la que se ha quedado en el imaginario colectivo y en los anales escritos con posterioridad.

En el año de 1975 se festejaron los primeros 400 años de la expedición de tal cédula y es a partir de entonces que se conmemora anualmente tal aniversario y que como parte de esas conmemoraciones o celebraciones, se llevan a cabo festejos taurinos en fechas que, históricamente, no eran frecuentes en nuestro Aguascalientes, porque como ya lo había apuntado anteriormente, los toros de nuestro otoño, se daban normalmente en los alrededores del veinte de noviembre, para conmemorar el inicio de la Revolución de 1910.

En el año 2000, Aguascalientes celebraba 425 años de la expedición del documento que la tenía por jurídicamente fundada y en la arista taurina, se programaron dos festejos, un festival taurino benéfico que se verificaría precisamente el día del aniversario y una corrida de toros que se llevaría a cabo el domingo 29 de octubre siguiente.

Los prolegómenos de un festival

El entonces alcalde de la ciudad Luis Armando Reynoso Femat anunció a los medios que para celebrar ese 425 Aniversario de la fundación de nuestra ciudad, el domingo 22 de octubre se celebraría un rumboso festival taurino hispano mexicano, a beneficio del Fondo de Combate a la Pobreza, en el que actuarían los diestros retirados Manolo Espinosa Armillita, Dámaso González, Mariano Ramos, José Ortega Cano, Guillermo Capetillo y Jesulín de Ubrique, quienes enfrentarían un encierro de El Colmenar, propiedad del ingeniero Gerardo Martínez Ancira.

Algunas críticas surgieron en la prensa, por no incluirse en el cartel a alguno de los diestros locales para completar el cartel, pero el mismo al menos en el papel, resultaba redondo. El jueves anterior al festejo, se llevó a cabo una conferencia de prensa en la que estuvieron presentes los toreros actuantes, misma en la que Ortega Cano, el más conocido de la afición local, entre otras cosas dijo:

Recuerdo en una tarde, precisamente en el hotel Francia, cuando me desvestía después de haber actuado, que me llaman a la puerta, y eran nada más y nada menos que “Calesero”, Rafael Rodríguez y Silverio Pérez. Al abrir la puerta me saludaron y me dijeron que el motivo de su visita era para darme la enhorabuena, para decirme que era un torero muy del gusto de ellos, y ahora lo recuerdo como un gran gesto que nunca olvidaré...

Por su parte, Manolo Espinosa Armillita, al hacer uso de la palabra, dijo lo siguiente:

No fue muy complicado confeccionar el cartel del festejo, conociendo la calidad moral de todos sus integrantes... la idea nació hace algún tiempo en una charla con el alcalde, quien me externó su inquietud de poner en práctica algo interesante, digno de la afición de Aguascalientes y a partir de esa idea, se ha trabajado con fuerza para cristalizar ese deseo... Por esa razón me puse en contacto con mis amigos en España y en México y de esa manera, paso a paso, se le fue dando forma al cartel, en el que también tomaré parte, lo que me tiene doblemente contento y satisfecho...

Dámaso González, quien era para nosotros la novedad en el cartel, volvía a México después de muchos años, y en su turno, manifestó entre otras cuestiones:

Lo más importante es el tratar de ayudar a los demás y jamás olvidarse de quienes están detrás de nosotros... Llego con mucha ilusión a la tarde del domingo, pues me presento en vuestra plaza precisamente en este festival, en el que vengo a disfrutar y si lo logro, seguramente también ustedes lo harán, que es lo más importante...

Creo que no está de más añadir que Ortega Cano vino en compañía de Rocío Jurado, su esposa, quien la misma noche de la conferencia de prensa, encabezó una gala en un salón de eventos, cuyas utilidades también fueron destinadas a los propósitos de ese Fondo de Combate a la Pobreza.

El resultado del festival

Los novillos de El Colmenar tuvieron en su mayoría poca fuerza y sacaron genio. Alguna de las crónicas incluso, señaló que:

Lo acertado hubiera sido haber adquirido un encierro que brindara mayor garantía, pero, sobre todo, de otro encaste menos «duro»...

A veces pareciera que los escribas se olvidan de aquel axioma atribuido a don Antonio Llaguno, en el sentido de que los toros carecen de palabra de honor, y por la otra parte, de que la existencia de otro encaste en este país, en ese momento, era casi una entelequia, pero, en fin, así estaba el patio.

Manolo Espinosa le cortó una oreja al primero del festejo. Un novillo escaso de fuerza y que, diría don Arturo Muñoz La Chicha, no tiraba un castañazo. Recuerdo que estuvo muy templado con la muleta. La crónica de Alejandro Hernández para el diario Heraldo de Aguascalientes, resalta lo siguiente:

…a la muleta acudió sin malas ideas, con poca fuerza, llevando la cabeza a media altura y sin desplazarse mucho. Por su parte, el primogénito del Maestro Armillita, muy entendido, se puso a tono logrando buenos pases sobre la diestra básicamente, toreando en un solo sitio. Muchos dividendos le produjo torear con la muleta atrasada. Mató de estocada entera y contraria, recibiendo la primera oreja del festejo...

Me llama la atención que Alejandro – ni tampoco los demás cronistas – consignara que, al salir de la suerte de matar, Manolo Armillita sufrió una profunda cortada en la mano derecha con el arpón de una banderilla. Se retiró a la enfermería y regresó con un abultado vendaje sobre ella, que le incomodó para ciertos lances de su tarea como director de lidia.

El otro triunfador de la tarde fue Mariano Ramos, quien ante la prenda soltada en tercer turno, se impuso y realizó una faena con su personal sello. Fue el único de los actuantes que tuvo el gesto de invitar a su alternante de turno, a hacer un quite. Sigue contando Alejandro Hernández:

A Mariano Ramos, el poderoso torero charro de La Viga, le correspondió un novillo gordo, al que saludó con verónicas y chicuelinas ajustadas que le fueron muy festejadas. Quitó Ortega Cano por sedeños lances que el público le coreó con fuerza. El novillo, picoso de más, llegó al tercio mortal con transmisión y acostándose por los dos lados, espiándole de continuo, frente al cual, el capitalino estuvo voluntarioso y valiente en momentos de éxito, al torear sobre la mano derecha. Mató de una estocada caída, escuchando gran ovación, recibiendo el premio de las orejas de su enemigo...

Habrá que apuntar que Mariano Ramos vistió orgullosamente esa tarde un precioso traje charro de media gala, color azul pizarra, distinguiéndose del conjunto de los que llevaban el traje campero andaluz que fueron la mayoría de los actuantes.

El gran final

Al tocar a matar al sexto, salió Manolo Armillita a anunciar un novillo de regalo, pero haciendo una señal rara, pues giraba el dedo índice, a manera de mezclar algo. Muchos entendimos que se trataba de un regalo en comandita y los más se quedaron un poco “in albis”, porque se trataba de algo que nunca había sucedido por estas tierras. Refiere el cronista del “Heraldo de Aguascalientes”:

...Antes de iniciar la faena de muleta, Manolo Armillita hizo el anuncio del regalo del sobrero que sería toreado por todos los diestros participantes, ante la algarabía de unos y el desconcierto de otros...

Un obsequio en esas condiciones tenía un antecedente casi inmediato. El 16 de mayo del año anterior, en Valladolid, España, se había cerrado un emotivo fin de semana en el que se homenajeó la memoria del torero de esa tierra: Fernando Domínguez, uno de los que con más pureza han ejecutado el toreo a la verónica. En el festival taurino celebrado ese día, en el que actuaron José Mari Manzanares, Niño de la Capea, Roberto Domínguez, Ortega Cano y Paco Ojeda, se regaló un séptimo novillo de José Luis Pereda, mismo que fue lidiado por todos los alternantes e incluso, picado por Paco Ojeda. El premio a su actuación, que las crónicas califican de redonda, fueron las orejas y el rabo – el novillo fue estoqueado por Domínguez – y al burel se le premió con la vuelta al ruedo.

Esa es la historia previa a la salida al ruedo de Hidrocálido de El Colmenar, que así se nombró al novillo de regalo que fue lidiado por los seis toreros anunciados en el cartel y que fue banderilleado por Manolo Arruza, quien se encontraba como espectador entre barreras y que fuera invitado a hacerlo por Ortega Cano. Sigue diciendo el cronista:

En un bello espectáculo no visto anteriormente, fueron seis toreros ante un solo novillo, iniciando Manolo de capote con buenos lances. Luego Ortega Cano por chicuelinas muy coreadas. Después Mariano lo puso al caballo con chicuelinas rítmicas y andantes, cubriendo el segundo tercio y a iniciativa de Ortega Cano, el propio cartaginés, quien invitó a banderillas a Manolo Arruza, que vestido de paisano se encontraba entre barreras, que colocó un estupendo par al cuarteo, igualado en todo lo alto, mientras que Ortega se fue con bastante decisión y valor, cerrando el tercio bajo los acordes de “Pelea de Gallos”, Ubrique, haciendo gala de facultades arrancó del estribo a los medios para gallear, dejando los palitroques en todo lo alto, en un gran tercio que el público aplaudió a rabiar. En el último tercio, de nuevo inició Manolo con pases en redondo con la derecha, ante un novillo violento, muy listo, y más malo, lejos, que bueno. Después Dámaso intentó domeñarlo a base de aguante y conocimientos, y cuando estuvo a punto de lograrlo, llegó el turno de Ortega Cano, que muy artista se jugó la maroma estando alguna vez casi a merced del astado. Capetillo volvió las lanzas en cañas acallando las voces que le pitaron, al torear con hondura y sentimiento sobre el pitón derecho, y cuando menos servía el pésimo animal, salió Ubrique a justificar su nombre con valentía y también por el lado derecho... Vivo como él solo, Manolo que vio las dificultades del burel, como primer espada le correspondía entrar a matar, pero prefirió pasar los trastos a otros de sus alternantes, desconcertando al público que tomó partido por la pésima res, sin encontrar eco a su petición, y pasándose de vivo, se hizo tonto desoyendo la orden del juez de entrar a matar, encontrando de aliados a los villamelones, hasta lograr que se fuera vivo a los corrales, en una especie de indulto, injustificado a todas luces, siendo la mácula pecaminosa del festejo, concluyendo cuando todos los diestros dieron un triunfal vuelta al ruedo...

No hay fiesta perfecta, evidente era que Manolo Espinosa no estaba en condiciones de ejecutar la suerte de matar por la cortada que sufrió en el abreplaza, pero cualquiera otro de sus alternantes pudo hacerse cargo de la situación. No cabe duda de que todos los actuantes supieron manejar a la concurrencia a su conveniencia para terminar en un ambiente triunfalista un festejo que, por lo sucedido en la lidia del toro de regalo, no lo requería. En fin.

Así se celebró el Aniversario de la Fundación de Aguascalientes hace 25 años en su arista taurina. Ojalá podamos seguir celebrándolo así muchos años más.


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