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domingo, 29 de octubre de 2023

A 50 años de la alternativa de Manolo Arruza


Es muy probable que Manolo Arruza se haya presentado en público ya sin el concurso de los demás hijos de las figuras de nuestra Edad de Oro, en San Luis Potosí el 25 de agosto de 1971 en un festival benéfico, en el que alternó con Luis Castro El Soldado, Silverio Pérez, Manolo Martínez, Curro Vázquez y Gabriel Soto El Momo en la lidia de novillos de las distintas ganaderías de esa entidad. Tenía 16 años y por lo que se puede deducir de distintas informaciones de prensa posteriores, el que lo ayudaba en su aprendizaje era Javier Cerrillo, quien fuera miembro de la cuadrilla de su padre y en su día también su compañero de aprendizaje en la escuela que tuvo Samuel Solís en la placita de Tacuba cuando ambos iniciaron su andar por los ruedos.

Fue Cerrillo quien lo acompañó a España el siguiente calendario para dejarlo allá a la vera de don Andrés Gago, quien lo introdujo al ambiente en el campo primero y ya avanzada la temporada, le arregló siete novilladas, todas en plazas de Andalucía, para que se fuera poniendo a punto para una campaña completa y definitiva. También toreó tres festivales benéficos, entre ellos, uno celebrado en Córdoba conmemorando el XXV aniversario de la muerte de Manolete.

La temporada de 1973

Ya establecido su crédito en ruedos hispanos, don Andrés Gago pudo contratarle a Manolo Arruza 33 novilladas en 1973, las que pudieron ser algunas más, pero una fractura en una mano le obligó a iniciar su temporada hasta mediados del mes de julio, perdiendo prácticamente un tercio de la temporada en su rehabilitación. Terminó la campaña en quinto lugar del escalafón y fue considerado, junto con Paco Alcalde y Carlos Escolar Frascuelo, uno de los novilleros más interesantes de ese momento. Eduardo Guzmán, en el número de El Ruedo salido a los puestos el 4 de septiembre de 1973, le veía así:

Manolo Arruza goza de unas envidiables facultades físicas. Alto, joven, sonriente y simpático, puede ser un torero bastante completo. Ya está mucho más hecho de lo que podía hacer suponer el número todavía escaso de novilladas lidiadas. Con el capote es variado y florido, con más lucimiento en los lances de adornos – faroles y chicuelinas – que en la verónica fundamental. Es un banderillero tan excepcional como pudo serlo el autor de sus días. Con la muleta hace algo más que defenderse, llevando en ocasiones perfectamente toreados a los astados mientras guarda una impresionante inmovilidad, arrastrando la muleta por la arena. Mata rápido y bien, a lo que le ayuda su elevada estatura. Todo lo cual no constituye pequeño bagaje para quien está prácticamente empezando…

Cerró esa su temporada final como novillero cortándole el rabo a un novillo de Carlos Núñez en Barcelona y su última actuación en ruedos hispanos ese calendario fue en un festival celebrado el 6 de octubre en Benidorm en homenaje y beneficio del matador de toros colmenareño Agapito García Serranito, quien cuatro años antes, fuera herido en esa plaza y a consecuencia de ese percance, quedara imposibilitado para continuar en su profesión.

Los prolegómenos de la alternativa

Tras del festival de Benidorm, Manolo Arruza anunció su regreso a México a recibir la alternativa. Algunos medios españoles cuestionaron su decisión, porque consideraron que con la sólida campaña novilleril que había desarrollado ese año del 73, podría ser doctorado allá en alguna de las primeras ferias importantes del siguiente calendario. En una entrevista anterior a la corrida del doctorado, pero aparecida en el número de El Ruedo salido a la venta el 23 de octubre de 1973, Manolo Arruza le declaró entre otras cosas a Jesús Sotos, lo siguiente:

Me voy agradecido a todos los españoles. Me han tratado muy bien. Excesivamente. Es un país de caballeros. Algo quisiera decirles a todos ustedes... Qué tomo la alternativa allá en Guadalajara porque es mi país. Pero que amo al de ustedes como al propio; que me llevo el mejor recuerdo de empresarios, ganaderos y afición. Y de ustedes. Repito: Gracias a todos... ¿Te vas a hacer matador de toros en homenaje al padre o por propia afición? ... Siento decirlo. Posiblemente el recuerdo siempre imborrable, de mi padre, me impulsara a la afición. Pero el toreo nació en mí. creo que soy torero desde que me parió mi madre... ¿Cómo será la futura temporada? ¿Piensas en Madrid y en Sevilla? ... Estaré presente en la temporada española. Pero eso habría que preguntárselo a mi apoderado. Él sabe en todo momento lo que tiene que hacer...

Por su parte, Vicente Zabala Portolés, en su tribuna del ABC madrileño, también dedicó espacio a anunciar la inminente alternativa de Manolo Arruza, en información aparecida el 19 de octubre de ese año:

El lunes toma la alternativa también en Guadalajara Manolo Arruza, hijo del «Ciclón Mejicano». El joven Arruza ha llevado a cabo una brillante temporada novilleril en España, aunque le haya faltado el espaldarazo de plazas tan importantes como las de Madrid y Sevilla... El padrino de la ceremonia va a ser el ídolo azteca Manolo Martínez y como testigo actuará el español Paco Ruiz Miguel. Los toros pertenecen a la ganadería del empresario Javier Garfias. ¡Lo que hubiera dado el llorado Carlos Arruza por ver la continuidad de sí mismo! Y es que los toreros que rompen sus dinastías a propósito, alejando a sus hijos de la razón de ser de sus vidas, arrostran una gran frustración. Me refiero, claro está, a aquellos toreros que se sienten eternamente toreros, para los que no cabe nunca lo de «ex – matador de toros». No entiendo los «ex». Los toreros de verdad son siempre toreros, aunque no ejerzan. ¿Qué otra cosa puede poner en su carnet de identidad un Pepe Luis Vázquez, por ejemplo? A nadie se le ocurre llamar a un doctor retirado «ex - médico», ni a un periodista «ex – periodista», ni a un ingeniero «ex – ingeniero». Sin embargo, se utiliza mucho con los toreros retirados, creándoles una amargura innecesaria...

Zabala incurre en un gazapo notable al informar un cartel que raya en lo imaginario en cuanto a padrino, testigo y toros, apoyado quizás en alguna información previa que fue superada por el anuncio oficial de la Feria de Octubre que al final ofreció don Ignacio García Aceves, pero por otra parte cuando menos deja espacio para informar del hecho en una de las tribunas de información más importantes del planeta de los toros.

La corrida de la alternativa

La corrida de la alternativa de Manolo Arruza era la segunda de una Feria de Octubre que arrancó el sábado 20 con una novillada y que continuaría en días consecutivos hasta el domingo 28, con ocho corridas de toros, en las que estaban anunciadas las principales figuras del toreo españolas y mexicanas. Aparte de la alternativa, Manolo Arruza llevaba dos tardes más en ese ciclo, al igual que las demás figuras anunciadas, así entonces, el arranque de su andadura como matador de toros no podía ser menos prometedor.

Esa segunda corrida de feria fue nocturna, por celebrarse en lunes, día laborable y se anunció un encierro de don Jesús Cabrera para Eloy Cavazos, Curro Leal y Manolo Arruza, que recibiría la alternativa. La crónica “in situ” del festejo la escribió don Francisco Baruqui Michel para el diario El Informador de Guadalajara y no fue muy cordial con el ganadero, porque consideró pobre la presentación y el juego de los toros:

La segunda de feria y... nada. Mucha expectación por esta corrida que mal anunciada como tal, debió ser como novillada por los astados que se lidiaron, sin presencia, sin trapío, bureles de «casta aguada» que con ir una vez al caballo se rajaban después; escarbando todos y llegando aplomados al último tercio, y no por falta de fuerza, sino por falta de casta, lo que se confirmaba en tanto que la lidia avanzaba. Y de tan poca presencia que hasta un «animado» espectador, burlándose de las autoridades (que ni esfuerzo tuvo que hacer para llegar descamisado al ruedo), se bajó que no se lanzó siquiera al último novillete de la noche. Eso sí, una novillada que se envió como corrida que deja muy mal parada la divisa de Cabrera...

Es conocida la exigencia que como aficionado tuvo el licenciado Baruqui, que a veces, a decir de muchos aficionados, rayaba en la exageración. Pero también habrá que abonar en su favor que ese acendrado espíritu crítico, es lo que ha dado a Guadalajara a estas fechas, su título de ser la plaza más seria de México, aunque a veces tenga sus desviaciones.

El toro con el que Manolo Arruza fue investido matador de toros se llamó Zacatecano. De su actuación esa noche, relata lo siguiente el citado cronista de El Informador:

Con elegante terno azul ultramarino y oro, muy bien vestido con pañuelo y todo (olé por la solera) y luciendo el capote de paseo de su inolvidable padre (vaya bordados que se hacían entonces), partió plaza Manolo al son de un paso doble muy retrasado e instrumentado por la semidormida banda, en la noche de su alternativa... Muy grata impresión me ha causado Arruza, bien cimentados los comentarios que de él se hacían antes de su presentación. Joven, torero, con planta y figura hacía sentir la presencia del incomparable Carlos, su padre. Lidiador fácil, dominador, imprime a su toreo esa característica del jugueteo que es consecuencia de su firme pisada y valor sereno; vaya forma de caminarle a los astados y de hacer verdad al torear (no usa para nada el pico del engaño, sino que cita con la muleta planchada y al realizar el pase no «saca» al toro de la pañosa, sino que lo torea bien mandado con las bambas de la muleta). Seguro, alegre y con repertorio; ¿hace cuánto que no veíamos quitar por gaoneras?, ¿cuánto qué no se remataba con afarolados?; ¿y la arrucina? ... Con el capote no destaca mucho, salvo en un farol de rodillas, en el que llevó muy toreado al animal. En verónicas acusa el defecto de echar el pie para atrás, pero en banderillas se muestra como un excelente rehiletero, seguro, con verdad, se deja llegar mucho al toro para levantar muy alto los brazos cuadrando bien, «asomándose al balcón»; y aunque luce las cualidades del padre; facultades, elasticidad que le permite verse atlético, tiene el muchacho mucho arte... Ahora que lo hemos visto con novillotes, en una «corrida» muy apañada, habrá que verlo con toros. Pero indiscutiblemente en Manolo Arruza hay una figura del toreo, que será cuña para muchos y habrá de quitar más de algún moño... (y, además, torea con la espada de matar y no pide musiquita). Con el acero se va muy derecho, y además es certero y con su elevada estatura, puede convertirse en un magnífico estoqueador...

Así fue la primera tarde de un torero que permaneció en activo, actuando en las principales plazas de toros del mundo hasta el 8 de noviembre de 2009, cuando se despidió de los ruedos en la Plaza México, alternando con Enrique Ponce y Fermín Spínola. El último toro que mató se llamó Veracruzano y fue de San José, ganadería propiedad de don José Arturo Jiménez Mangas. Hoy en día se dedica a preparar jóvenes que tienen la intención de hacerse toreros en la Academia Taurina Municipal de Aguascalientes.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son obra imputable exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 23 de julio de 2023

22 de julio de 1923: Pepe Ortiz se presenta en El Progreso de Guadalajara

Al arranque de la década de los veinte del pasado siglo, Pepe Ortiz, nativo de Guadalajara, radicaba en la Ciudad de México e intentaba ser cantante. Estudiaba con José Pierson, el formador de algunas de las voces más importantes que México ha dado. José Mojica, Alfonso Ortiz Tirado o Pedro Vargas pasaron por el estudio del maestro Pierson y es este último el que contó a Elena Poniatowska lo siguiente:

…durante un tiempo el maestro Pierson me invitó a vivir en su casa; allí vivía Jesús Mercado, barítono; Pepita Alonso, contralto, y José Arce, tenor, y a los cuatro nos dio habitación, comida y clases de canto a cambio de que le ayudáramos a hacer la limpieza de la casa. Yo era muy bueno para hacer las camas. Un día sentí que mi voz no era la misma y Mario Talavera, mi segundo padre, me consiguió entonces un empleo de profesor de coros en las escuelas secundarias. El era un hombre muy querido y me introdujo en todos los círculos artísticos, sociales, políticos, todos; él es autor de Gracia plena y con él conocí a Pepe Ortiz, quien andaba ya de torero y le gustaba cantar; entonces yo quise ser torero también, y a las seis de la mañana me levantaba, iba por él a Tacuba y luego a ejercitar el toreo, en casa de un banderillero, Luis Güemes…

Luis Güemes, discípulo de Ojitos enseñaba el toreo en la placita de toros de Tacuba, allí donde después lo haría otro contemporáneo suyo, Samuel Solís. Y allí inició su formación como torero Pepe Ortiz, y de allí obtuvo los conocimientos para presentarse en El Toreo de la Condesa el 23 de marzo de ese 1923, en un festejo, llamémosle mixto, en el que alternó con Guillermo Danglada, Agustín Escajadillo, Rafael Ezquerra Granerito, y la Cuadrilla Juvenil Guanajuatense, en la lidia de 4 novillos y 4 erales de Venadero. La relación aparecida en El Universal Taurino lo califica apenas como solvente.

No obstante, su maestro Güemes, que seguía activo en los ruedos, intentaba encontrarle actuaciones en las plazas en las que actuaba como banderillero a las órdenes de distintos diestros y así le consiguió un festejo mixto en la plaza El Centenario de San Pedro Tlaquepaque para el 29 de junio de ese 1923, en el que alternaría con el matador Carlos Lombardini, en la lidia de ganado de El Astillero, afirmando el anuncio del diario El Informador, que eran los miuras de Jalisco. Esa tarde no pudo mostrarse por causa del ganado que se lidió, mismo que a punto estuvo de causar un motín en la plaza. Sobre su actuación escribió para el citado diario El Tío Castuera:

Por lo que toca al paisano Ortiz, por ahora nos abstenemos de hacer un juicio crítico de su labor, porque cualquier concepto que emitiéramos sería aventurado ya que este diestro no tuvo ocasión de demostrarnos todo lo que sabe ni todo lo que la prensa metropolitana dice. El chico tiene voluntad y estilo y desearíamos verlo con toros que no sean huesos como los que ayer tuvo al frente...

El hecho es que Pepe Ortiz mostró lo suficiente para que la empresa de la capital de Jalisco lo incluyera en su siguiente programación y así, lo anunció en otro festejo mixto para el 22 de julio de ese año, para alternar con un matador de toros de oscura trayectoria, José Couso Rubiales, en la lidia de dos toros de San Mateo y tres de La Estancia. Como fin de fiesta se tentaría un toro de Piedras Negras, destinado a semental de esta última ganadería.

El festejo de El Progreso de hace un siglo

Pepe Ortiz terminó quedándose con el peso de la tarde, pues Rubiales fue herido de gravedad por el cuarto de la tarde. La impresión que causó a la afición tapatía fue importante, sobre todo si se considera que, en su actuación anterior en Tlaquepaque, apenas pudo salir del paso a causa de las condiciones del ganado que le tocó enfrentar. El Tío Castuera, encargado de la crónica del festejo para el diario El Informador, entre otras cosas, reflexiona:

…tras del triunfo que obtuvo ayer en el coso del Progreso, pensamos que se trata de un diestro interesante y que de seguro llegará a ocupar un puesto muy envidiable en las filas de la torería contemporánea. José demostró que es competente y que con buenos auspicios se ha iniciado en la carrera que ha elegido con todo corazón y voluntad, habiendo logrado ya obtener sus primeros logros… El muchacho sabe manejar el capote con destreza, banderillea con gracia y con la muleta también es aceptable. Con el acero es donde está más corto, pero dada su voluntad y entusiasmo, esto pronto desaparecerá y se convertirá el paisano en un verdadero matador de toros…

Como se puede apreciar, el cronista de Guadalajara advirtió en ese primer contacto que Pepe Ortiz era un torero completo, de maneras refinadas y que requería ver con constancia la cara del toro para afinar, por ejemplo, la suerte de matar, la que se aprende precisamente matando toros. Ya en cuanto a los pormenores de su actuación, refiere especialmente:

El público aplaudió a rabiar dos faroles de rodillas de José Ortiz y tres pares de banderillas en su último toro. También José estuvo muy bien en el primer tercio del quinto toro, por haber endilgado dos buenas verónicas, dos faroles y un quite por navarras. El público, no obstante haber recibido una fuerte mojada por la lluvia que se desató a la hora de empezar la corrida y que por poco da al traste con ella, no dio muestras de fastidio y pasaron los aficionados una tarde de alegría. El torero José Ortiz fue sacado en hombros por la muchedumbre y paseado por las principales calles…

Así pues, la presentación de Pepe Ortiz ante sus paisanos, puede calificarse de un triunfo importante y de un avance importante para su vuelta a El Toreo, donde sería el eje de las dos siguientes temporadas novilleriles y al menos, publicitariamente, tratado como el sucesor de Rodolfo Gaona, quien ya anunciaba su despedida de los ruedos, aunque en realidad sería el inicio de una extensa carrera en los ruedos marcada con un sello y una personalidad propios.

José Couso Rubiales, ¿la larga sombra de Gallito?

Decía al inicio que este torero mexicano tuvo una oscura trayectoria. Y es que a más de su fecha y lugar de alternativa y esta infausta tarde, no son más las noticias las que de él se tienen. Ese domingo 22 de julio del 23, uno de los toros de San Mateo corridos esa tarde, quedados del domingo de Pascua, y que fueron adquiridos para un festival que iba a torear Rodolfo Gaona y que al final se canceló. El parte que rindieron los médicos José Trinidad Márquez y Luis Farah fue el siguiente:

El matador de toros José Couso “Rubiales” fue llevado a la enfermería durante la lidia del cuarto toro, y presenta una herida en el muslo derecho sobre la cara interna, de una longitud de 25 centímetros. Interesó piel, tejido celular subcutáneo y en parte los músculos. Se hizo la primera curación y se le puso un apósito, siendo trasladado después al Sanatorio de la Colonia Moderna en donde se efectuará hoy, a las 8 horas.

En el número de El Universal Taurino del día 24 de julio siguiente, apareció la siguiente información:

El diestro José Couso “Rubiales” quien como informé en mi telegrama anterior, alternó ayer con José Ortiz lidiando toros de San Mateo, tiene una cornada de treinta centímetros en el muslo derecho. En opinión de los médicos que han atendido al herido, en caso de que se restablezca, de lo cual abrigan esperanzas, quedará inutilizado para continuar en su profesión, pues la herida es de tal magnitud que habrá necesidad de amputarle la pierna derecha…

Aclaro desde ahora que no encontré información posterior que confirmara la amputación de la pierna de Rubiales o su recuperación, su nombre simplemente se pierde en la noche de los tiempos.

A Rubiales lo hizo matador de toros Ángel Fernández Angelete en Progreso, Yucatán el 21 de enero de ese año 23. A su vez, el cacereño Angelete había recibido la alternativa de matador de toros de manos nada menos que de Gallito en Salamanca, en 1917. 

Angelete terminó sus días prácticamente inválido, con secuelas de lesiones por las cornadas recibidas, especialmente una en el pecho en Tetuán y el corte de los tendones de una mano en Ciudad Juárez de los que nunca se recuperó. No había cumplido 40 años de edad. Completó la lista de los ahijados de Joselito que murieron por cornada, jóvenes o fracasaron vestidos de luces.

¿Sería que aparte de los trastos de matar, Angelete le pasó a Rubiales ese mal fario de Gallito?

El fin de fiesta

El programa del festejo anunciaba la tienta o prueba de un toro de Piedras Negras que padrearía en la ganadería de La Estancia, propiedad de don Justo Torres:

Para terminar el espectáculo fue exhibido el toro que fue enviado de la ganadería de Piedras Negras por don Lubín González como semental para la hacienda de La Estancia, propiedad del señor Justo Torres. El bicho, aunque a causa del viaje se encontraba sacudido de carnes, puso de manifiesto su bravura tan luego como saltó a la arena. Este animal que va a servir para la fundación de una ganadería de casta, la primera en el Estado, es un ejemplar de tipo netamente español, corto de cuello, fino de remos, largo de cola y de una encornadura perfecta… Tiene 33 meses y se llama “Pavito”; tiene tres cuartos de sangre de la vacada del Marqués del Saltillo y un cuarto de la de Murube. La nota que dio este bicho es de suprema. El señor Torres tiene en sus dehesas 20 vacas bravas seleccionadas con el fin de que sean las primeras que sean vaciadas. Dentro de seis meses empezaremos a ver lidiar en nuestros cosos reses de casta pertenecientes a nuestro Estado… El bicho fue aplaudido cuando apareció en la arena.

De acuerdo con el cartel anunciador del festejo, lo lidió el aficionado Jesús Torres, pero la crónica no refleja el resultado de su actuación.

Así se dieron las cosas hace cien años, cuando se presentaba en su tierra un torero que dejó para la posteridad una serie de creaciones que dan variedad al toreo de capa y que cuando son ejecutadas hoy en día, sorprenden todavía como cuando fueron ejecutadas la primera vez, piezas de verdadero arte. Por algo se le llamó El Orfebre Tapatío.

domingo, 25 de diciembre de 2022

25 de diciembre de 1968: Richard Corey gana el Estoque de Plata en Guadalajara

The Virginian

En mis primeros años de vida, vi a mi madre leer con fruición una novela titulada como este acápite varias veces. Ella era una feroz devoradora de novelas en lengua inglesa, sobre todo aquellas que venían en el formato paperback tan popular en la tierra que le vio nacer. La verdad es que el título de la obra permanece en mis recuerdos, pero es hasta que me siento delante de la hoja en blanco para escribir estas líneas, que me preocupo por saber acerca de esa obra.

Así, me entero que The Virginian (1902), obra de Owen Wister, resulta ser, según la opinión mayoritaria, el primer western de ficción, que vino a permitir el establecimiento de un género literario y cinematográfico – versiones de la novela de Wister se filmaron en 1914, 1923, 1929 y 1946 – en los Estados Unidos. 

Pero también The Virginian es el título del séptimo capítulo de la obra de mi amigo Lyn Sherwood titulada Yankees in the Afternoon, en la que hace un repaso histórico de los toreros estadounidenses que han dejado alguna huella en la historia de esta fiesta. En ese séptimo capítulo Sherwood se dedica a relatar la vida y hazañas en los ruedos de Richard Corey, precisamente nativo de Charleston, West Virginia.

Ese virginiano vendría a hacer una interesantísima carrera en los ruedos de España y de México, a donde llegó a mitades de los años 60 y comenzó a aprender las bases del toreo en los Viveros de Coyoacán, mostrando una voluntad de aprender y una afición que no le cabían en el cuerpo. Eran los días en los que no había escuelas taurinas y a torear se aprendía en las prácticas de salón y recorriendo la legua.

Tal era la afición de Richard Corey, que el domingo 3 de diciembre de 1967, en El Toreo de Cuatro Caminos, se le tiró de espontáneo a Manolo Martínez en el segundo de su lote. Existen algunas fotografías del considerado anarquista de la fiesta en las que corre con largueza la mano diestra a ese Fundador de Mimiahuápam. La crónica de Carlos León de ese histórico festejo, recoge lo siguiente sobre este particular:

...Ahora está el de Monterrey ante “Fundador”, otro toro de solera que desde su salida se come los capotes y da ocasión a que Manolo se luzca con el suyo, en magníficas verónicas y en pinturero quite. Por desgracia la intromisión inoportuna de un espontáneo siembra el desconcierto sobre la arena. En la captura del intruso se excede brutalmente la Gestapo de San Bartolo, dando un clima de bronca y repulsa contra los esbirros y sus macanas. Para calmar las iras populares, Manolo tiene que rifársela de verdad y logra otra faena torera y temeraria. Y hunde bien la espada. Pero “Fundador” sostenido por su casta, se niega a doblar. Y entonces, Manolo echa a perder todo con una serie interminable de intentos de descabello, al grado que no hay más remedio que tocarle un aviso...

El en ese momento ignoto Richard Corey logró llamar la atención y de esa manera conseguir su vuelta a los tendidos. Ah, y, además, le puso cara la papeleta al anunciado para matar ese toro.

Toreando vestido de luces

El valor indiscutible que mostraba le permitió recorrer distintas plazas de la república. El 16 de junio de 1968 se presenta en la Monumental Jalisco, alternando con Ángel García El Chaval y Carlos Campos El Ahijado en la lidia de novillos de don Jesús Cabrera. Eso le valió torear los festejos del 8 y 15 de diciembre, además del que da motivo a que meta yo los pies en esta historia.

En Aguascalientes sería cobijado primero por el Grupo de los 5 – integrado por Gabriel Salazar, Héctor de Granada, Mario Rentería, José Luis Ornelas y Paco Muro – y posteriormente por la empresa de don Guillermo González Muñoz. En esos días asentó sus reales en esta tierra y en torno a su persona se tejían algunas leyendas, como aquella de que era un desertor de las filas estadounidenses, que no quiso ir a la guerra en Vietnam. Todavía hoy, se cuenta esa situación por quienes saben de su paso por nuestra ciudad. En algún momento de estas fechas, se le empezó a anuncia con su nombre castellanizado, como Ricardo Corey.

En el año de 1970, en la novillada de la Feria de San Marcos, ganó el Cristo Negro del Encino, después de que fuera uno de los soportes de la temporada 1969 – 70. También en ese calendario se dio su presentación en la Plaza México, el domingo 25 de julio, fecha en la que alternó con Raúl Ponce de León y el regiomontano Enrique Fernández, en la lidia de novillos de Gustavo Álvarez. En su debut le cortó la oreja al 6º, Alemán. Eso le valió torear seis novilladas en ese ciclo, entre ellas, un mano a mano con Adrián Romero, aunque salió con dos cornadas y solamente mató al primero de su lote y la del Estoque de Plata el primero de noviembre.

El Estoque de Plata de Guadalajara en 1968

El día de Navidad del año de los Juegos Olímpicos en la capital mexicana, se anunció la 14ª novillada de la temporada, en la que en disputa del Estoque de Plata aportado por la empresa de don Leodegario Hernández, actuarían en el ruedo de la Monumental Jalisco el acalitano Armando Mora, Arturo Ruiz Loredo, el portugués Oscar Rosmano, Ricardo Corey, Jorge Blando y Alfredo Alonso ante novillos de Guayabé, hierro de la titularidad de don Luis Obregón Santacilia.

Richard Corey le cortó las dos orejas al cuarto de la tarde, la relación del festejo, firmada por Enrique Aceves Latiguillo, cronista titular del diario El Informador de Guadalajara, dice sobre este particular:

Al norteamericano correspondió lidiar el mejor novillo del encierro, aprovechándolo perfectamente bien, tanto con el percal como con la muleta, con aquel en valientes faroles de rodillas y en preciosas orticinas, y con ésta, en templados derechazos, en estupendos naturales, en estatuarios ayudados por alto, en riñonudos molinetes de hinojos y en algunos estatuarios de pecho, y como mató de un pinchazo en buen sitio y de una media de rápidos efectos, se le concedieron las dos orejas de su adversario y con ellas tuvo más que suficiente para quedarse también con el trofeo ofrecido por la Organización de Leodegario Hernández.

El trofeo se lo disputó con cercanía el lusitano Oscar Rosmano, quien le cortó la oreja al segundo del festejo. Por su parte, Armando Mora, Arturo Ruiz Loredo, Jorge Blando y Alfredo Alonso no pudieron más que mostrar voluntad ante los bravos novillos de Guayabé.

En ruedos de España

Para 1971 Richard Corey enfrentó a su destino en ruedos hispanos. Torearía nueve novilladas ese ciclo, presentándose en Sevilla el 11 de julio y el 1º de agosto, y en la primera de esas tardes, en la que alternó con Curro Vega y Diego Sanlúcar en la lidia de novillos de Alfonso y Manuel Lacave, le cortó una oreja al primero de su lote. Sobre esa primera actuación en el ruedo maestrante, Manuel Olmedo Don Fabricio II, escribió en el ABC hispalense:

Dio la nota de emoción, en el segundo de la tarde, el mexicano Ricardo Corey, torero físicamente granado, que acreditó un valor desmedido al aguantar impávido los impresionantes derrotes del novillo, en una faena sin calidad, pero con el mérito indiscutible de la decisión inquebrantable que la inspiró. A lo largo del trasteo imperó el ¡uy! sobre el ¡olé!. Corey sufrió una aparatosa cogida. No se amilanó por el percance, incruento afortunadamente. Continuó cerquísima, jugándose el tipo, y coronó sus temeridades con una certera estocada. Obtuvo una oreja...

Al llegar al cierre de la temporada recibió una primera alternativa en la plaza castellano – manchega de Guadalajara, de manos de José Ruiz Calatraveño y con Rafael Torres de testigo, ante toros de don Luis Algarra Polera, cortando una oreja al toro de la ceremonia.

No ejercería mucho como matador de toros con ese doctorado, pues para el siguiente calendario lo renunció y toreó una decena de novilladas, a las que sumó otras once en 1973. En 1974 fue investido en definitiva como matador de toros en Cabra, apadrinándole Curro Girón y atestiguando José Fuentes. Los toros fueron de Clemente Tassara. Esa tarde le cortó las dos orejas a cada uno de sus toros.

Después de la alternativa actuó en otras ocho corridas en ruedos andaluces y para 1975, solamente se le registra una actuación el día 12 de octubre, en la Monumental de Barcelona, donde compartió cartel con César Morales y Félix López El Regio, en la lidia de toros de Juan Guardiola Soto y Manuel Sanz Jiménez (2º). Esa tarde en la capital catalana es la que se registra como su última actuación vestido de luces.

El devenir de Richard Corey

Tras de su presentación en Barcelona, volvió a los Estados Unidos y se dedica desde entonces a negocios agroindustriales. Richard Corey ya no confirmó su alternativa, ni en Madrid ni en México, tierra en la que, de acuerdo a los anuarios, tampoco se presentó ya como matador de toros.

Una apostilla final

El festejo taurino de Navidad es una tradición verdadera de esta fiesta. Ese 25 de diciembre de 1968, en Guadalajara, se dio, además del festejo que aquí me ha ocupado, otra novillada en El Progreso, en la que alternaron Alberto Martínez, Miguel Ángel Núñez y un fenómeno que, de no haberse encontrado con las astas de los toros, hubiera llegado lejos, me refiero a Curro Gama, quienes lidiaron novillos de Cerro Viejo.

Las crónicas reflejan que El Progreso se llenó y que la Monumental Jalisco registró la mejor entrada de su temporada novilleril, entradas ambas, prueba de que cuando se presentan carteles formados con imaginación y con nombres que interesan a la afición, ésta acude al llamado de las empresas.

No me resta más que desearles que tengan una Feliz Navidad en unión de aquellos a quienes quieren y pedirles que si está en su mano ayudar a alguien que tenga la suerte en contra en estos días, lo hagan, que algún día serán recompensados.

domingo, 31 de octubre de 2021

Ignacio García Aceves. A 90 años del inicio de su aventura empresarial

Don Ignacio con Jesús Solórzano
Paco Madrazo y Alberto Topete (1964)
El lunes 19 de octubre de 1931 los diarios de Guadalajara anunciaban el fallecimiento de Carmelo Pérez en Madrid la tarde del día anterior y el de Thomas Alva Edison, en West Orange, New Jersey, también la madrugada de esa víspera. En las páginas interiores, específicamente de El Informador, se daba cuenta de una novillada celebrada en la plaza de toros El Progreso, en la que alternaron Saúl Guaso, Jesús González El Indio y Manuel Molina, ante novillos de La Estancia. Fue una tarde en la que, de acuerdo con la crónica firmada por Tío Castuera, destacaron la clase y el valor de El Indio.

Esa novillada fue organizada por el doctor Ildefonso Zaragoza en sociedad con quien entonces era un joven estudiante del segundo año de la carrera de Derecho, Ignacio García Aceves, quien seguramente no se veía defendiendo causas en los tribunales y buscaba encauzar su existencia por otros derroteros. Allí comenzó ese joven de gran estatura y de ojos claros, una andadura por lo que años después sería llamado el planeta de los toros que duraría más de medio siglo.

Ignacio García Aceves aprendió pronto los intríngulis del manejo de los asuntos de la fiesta, y supo hacerse acompañar en diversas etapas de su vida como empresario, de personajes que le ayudaron a establecer y a dar lustre a la fiesta de los toros en Guadalajara. Nombres como el del licenciado Cenobio González, Miguel Manogrande, Manuel González Pinocho, su inseparable Alberto Topete, apodado El Teco o El Tecolote y en su última etapa don Paco Madrazo Solórzano, fueron cada uno en su tiempo el complemento ideal para resolver las distintas vicisitudes que va presentando el manejo de una empresa de toros.

Remozó y reinauguró dos veces El Progreso y le tocó tomar la amarga decisión de que fuera derruido para dar paso a lo que unos cuantos llaman la modernidad. Llevo a ese ruedo a todas las figuras mexicanas y extranjeras – pueden ustedes nombrar la que se les ocurra, que con seguridad allí estuvo – entre 1931 y 1978 y por supuesto, dio oportunidades a muchos, muchos novilleros que pretendían alcanzar la gloria que dan los toros. Le contó a don Francisco Madrazo Solórzano, para su libro Agotado el Boletaje, que, sin hacer números, él calculaba que en sus primeros 50 años como empresario, seguramente dio más novilladas que corridas de toros. Así se hilaban las cosas en otros días.

La feria de su cincuentenario

Para el mes de octubre de 1981, don Ignacio tiró la casa por la ventana para celebrar el medio siglo que completaba al frente de las cosas de los toros en Guadalajara. Ya no lo hacía en El Progreso, sino en la plaza que, llamada originalmente Monumental de Jalisco, fue rebautizada – malamente al decir de algunos, pues no existe entre ambas relación de causa a efecto – como Nuevo Progreso. Y lo hizo con grandeza. Entre el 17 de octubre y el 1º de noviembre de ese año, ofreció a la afición una novillada y 8 corridas de toros con figuras del toreo de España y México y también con quien era, en ese momento quizás, el mejor rejoneador del mundo.

En ese calendario del 81, estuvieron en nuestro país varios diestros europeos, pero llamó importantemente la atención la presencia en Guadalajara de dos toreros andaluces que, casi recién alternativados, tenían cautivada la atención de la afición española. Ellos eran Juan Antonio Ruiz Espartaco y el trianero Emilio Muñoz. El rejoneador portugués Joao Moura también era otro de los reclamos importantes y vendrían a formar carteles con Mariano Ramos, Manolo Arruza, David Silveti, Jorge Gutiérrez, Miguel Espinosa Armillita y por la torería de la tierra Alfonso Hernández El Algabeño.

Los actuantes en la novillada serían Carlos Vidal, Curro Calesero y Luis Fernando Sánchez y los encierros anunciados fueron de San Mateo, De Santiago, Jorge Barbachano, Santo Domingo, dos de Carranco, San Marcos con una corrida y una novillada y Mimiahuápam. Al final, solamente se lidió una de las corridas de Carranco que fueron anunciadas, pues la que saldría al ruedo el día 31 de octubre fue rechazado en el reconocimiento y fue sustituido por uno de San Mateo.


El resultado de la feria de octubre del 81

El 17 de octubre se lidió una novillada de San Marcos de excelente presentación y en esa tarde Luis Fernando Sánchez cortó la única oreja de la tarde a Vaquerito tercero de la tarde. Al día siguiente, en la corrida del cincuentenario, con toros de San Mateo, se vivió una de las tardes grandes del serial, pues el quinto, Buen Amigo fue indultado tras una gran faena de Manolo Arruza y Jorge Gutiérrez le cortó una oreja al sexto Cumplido. Se lidió uno de Peñuelas, sobrero, sustituto del 7º Caprichudo que se mató al estrellarse en un burladero, le tocó a Emilio Muñoz.

El segundo tramo de la feria inició el 23 de octubre, con un encierro de De Santiago, del que escribió Francisco Baruqui que fueron muy chicos, Emilio Muñoz le cortó una oreja al tercero. El día 24 con toros de Jorge Barbachano, chicos y débiles, Joao Moura dio la vuelta al ruedo en los dos de su lote. Esa tarde se despitorraron tres toros. Y el 25 de octubre, una corrida de Santo Domingo, justa de presencia, pero pareja, variopinta y bien criada. Espartaco dio vuelta en sus dos toros. 

El cierre de la feria inició el 29 de octubre, la corrida de San Marcos, fue calificada por Baruqui como su majestad el toro. Ante ella, Joao Moura dio vueltas al ruedo por fallar con el rejón de muerte. Al día siguiente, toros de Carranco, justitos en presentación. Emilio Muñoz y Joao Moura dan una vuelta al ruedo cada uno. El último día de octubre se lidia una segunda corrida de San Mateo, que sustituye a la de Carranco originalmente anunciada. Joao Moura, Jorge Gutiérrez y Alfonso Hernández El Algabeño cortan dos orejas cada uno y Mariano Ramos se lleva una protestada. Don Luis Ruiz Quiroz consigna que se le entregó a El Algabeño el trofeo Crónica de Plata, pero Francisco Baruqui en su crónica de El Informador no hace mención de ello. La feria cerró el 1º de noviembre, con un encierro de Mimiahuápam, muy terciado, dice Baruqui que tres toros estaban para festival de corto. Lo más destacado de la tarde que Espartaco le cortó las dos orejas al tercero.

Como se puede ver, aunque queda en la memoria colectiva que ese viaje único de Emilio Muñoz y de Espartaco a México de hace 40 años fue desde un punto de vista optimista, discreto, la realidad es que de las crónicas de Francisco Baruqui se puede advertir que tuvieron ambos un par de tardes interesantes, no rubricadas con la espada y por ello el trianero solamente cortó una oreja y el de Espartinas dos en una tarde. 

Fue una pena que no les volviéramos a ver por nuestras plazas cuando estaban en plenitud, pues volvieron nada más a confirmar a la Plaza México, para completar su expediente ya de salida, Espartaco, el 22 de noviembre de 1999 y Emilio Muñoz el 2 de enero de 2000. Así pues, la carrera de ambos, vestidos de luces en México, se reduce apenas a cinco tardes y casi con dos décadas de diferencia entre las cuatro primeras y la última.

El legado de don Ignacio

Don Ignacio García Aceves continuó siendo el empresario de la plaza de toros ya llamada Nuevo Progreso. Lo sería hasta su último aliento, que llegó el 30 de mayo de 1984. Era además ganadero, pues en 1965 se había asociado con José Antonio Llaguno García en la titularidad de los hierros de San Mateo y Pozo Hondo – actualmente San Lucas – cuya propiedad total adquirió en el año de 1980 y en 1970 adquirió la ganadería que fuera de don Miguel Franco y la renombró como San Marcos.

Su trayectoria empresarial durante más de medio siglo sin duda que tuvo sus luces y sus sombras, pero los resplandores son los que más permanecen en la memoria colectiva. Su forma de hacer fiesta en Guadalajara convirtió a su plaza de El Progreso y después a la del Nuevo Progreso, en la que dio festejos desde el 20 de octubre de 1979, en un referente a nivel nacional e internacional. No es en vano, que siempre se tenga por necesario triunfar en Guadalajara para poder acreditarse como figura del toreo en México.

Por estas y otras muchas razones, es que hoy deseo recordar a don Nacho, en la cercanía de los 90 años de sus inicios como empresario de toros y de los 40 de la celebración del cincuentenario de ese fructífero arranque empresarial.

domingo, 27 de diciembre de 2020

25 de diciembre de 1950: Calesero y Trianero de Mimiahuápam

Calesero según Pancho Flores
La tradición verbal del toreo nos hace llegar la versión de que Alfonso Ramírez Calesero fue un torero de un arte quintaesenciado y de valor medido, sambenito colgado a todos los diestros de su cuerda. Esas dos cuestiones nadie se atreve a ponerlas en duda, simplemente se toman como artículos de fe respecto de la vida torera del diestro de la Triana de Aguascalientes y a partir de allí se generan los análisis de su historia y se hace el recuento de su memoria.

Sin embargo, a veces en ese examen que se hace del paso de un diestro por los redondeles, sin malicia, se pasan por alto hechos o sucesos que tienen que ver con la definición del carácter y de la verdadera naturaleza de la esencia del torero de que se trate. En el caso de Calesero o se omite o se deja como algo meramente anecdótico lo que me ocupa este día.

Los días de Navidad y Año Nuevo fueron durante muchas décadas fechas muy señaladas para dar festejos postineros en las principales plazas del país. El caso de Guadalajara no era la excepción y para el 25 de diciembre de 1950, don Ignacio García Aceves anunció un cartel encabezado por Calesero, quien alternaría con Luis Briones y Gregorio García en la lidia de un encierro de la debutante ganadería de Mimiahuápam, propiedad de don Luis Barroso Barona en aquellas calendas.

Por confesión propia, la plaza de El Progreso era una en las que Calesero se sentía más cómodo y en la que, a la vuelta de los años, confesaría a Paco Coello, realizó la mejor faena de su vida a un toro de Tequisquiapan, llamado Hortelano. En esas condiciones y vista la inteligencia con la que don Nacho armó el cartel, pues Alfonso el Trianero podría alternar en quites con otro artista del percal como lo era Luis Briones y en el segundo tercio con un gran banderillero como en su día lo era el potosino Gregorio García.

La corrida de don Luis Barroso, bien presentada, salió con complicaciones. Ante los tres primeros de la tarde, los diestros solamente pudieron limitarse a cumplir, con el consiguiente desencanto de la concurrencia que llenaba el coso de la calle del Hospicio. En esas condiciones es a los toreros a quienes queda el tratar de componer el rumbo de la tarde. 

El cuarto toro se llamó, según la fuente que se consulte, Platanero o Trianero, era negro y estaba marcado con el número 34. Tras de los primeros compases de la lidia, Calesero entendió que no tenía otra opción que pegarse el arrimón, que su tauromaquia de arte quedaría para una mejor ocasión porque el adversario no estaba para florituras. La crónica sin firma aparecida en el diario El Informador de Guadalajara al día siguiente del festejo, entre otras cuestiones dice:

…en su primer toro “Calesero” había estado desconfiado con el capote y con la muleta, Ramírez se concretó a torear de lejos, con la punta de la muleta y cobrarle asco a un toro que merecía algo más.

Tal vez esto en mucho contribuyó a la entrega de “Calesero” en su segundo, un toro rápido, que huía de los capotes y que se defendía y que fue mal castigado. Sin embargo, Alfonso quiso triunfar, quizá arrepentido de lo hecho en el primero. Inició la faena hincado y hasta en seis ocasiones se pasó al toro en esa forma y buscándolo en todos los terrenos.

De pie siguió adornándose con un vasto repertorio de suertes, aguantando porque el toro empujaba más de la cuenta. Y cuando sacó a relucir ese pase cambiado, que es de lo mejor que puede hacer con la muleta, que no es el exactamente llamado de la “vitamina”, sino algo muy personal de “Calesero”, las dos veces que lo ejecutó le salió perfecto, solo que en el segundo quedó entablerado para sufrir el grave percance que hemos relatado.

La conmoción entre el público y los alternantes fue de esas que echan abajo una corrida. Y “Calesero” en lugar del triunfo por su emotiva y adornada faena que venía haciendo, aunque un tanto atropellada, se llevó seis cornadas en vez de las orejas y el rabo de su enemigo, que hubiera merecido de haber seguido en ese plan…

El percance fue de esos que capturan la atención de los tendidos desde que ocurre y no sale de ella en el resto de la tarde, sigue narrando el ignoto cronista del El Informador:

…La cogida fue tan fuerte como aparatosa. en una faena en la que Alfonso Ramírez estaba poniendo de su parte todo entusiasmo por triunfar y lo iba consiguiendo hasta poner de pie a los espectadores, después de prodigar un segundo pase cambiado muy personal de él, con que había obtenido estruendosas ovaciones, se echó el toro encima y estando entablerado, fue trompicado y enseguida levantado en vilo, arrojado contra las tablas y vuelto a recibir por los pitones hasta que el toro se le vino en gana…

… El diestro fue conducido al producirse la cogida al sanatorio de la calle Garibaldi donde estuvo en manos de los doctores Mota Velasco y Pérez Lete hasta después de las nueve de la noche en que terminaron de operarle. La cogida es muy seria por el número de heridas, la natural extenuación del herido, el choque traumático y lo intenso de la intervención quirúrgica. Pero también se dijo anoche que afortunadamente los cuernos del toro, que ambos había empleado para herir a “Calesero”, no habían interesado vasos importantes en las piernas, que fueran un peligro inminente para su vida…

Dentro de los límites de la desgracia, se adelantaba que las cornadas eran extensas, pero de las que la jerigonza médica de estos tiempos llama limpias, es decir, que no afectaron estructuras vasculares de importancia y por ende, salvo la naturaleza misma de las heridas, no comprometieron la vida del torero.

En el número de La Lidia de México aparecido el 5 de enero siguiente, quien firma como Antoñico A.D., hace también una serie de reflexiones acerca de este percance, señala como nombre del toro heridor el de Trianero – el de Platanero aparece en la crónica de El Informador – y lo más relevante, transcribe el parte médico completo que rindieron los doctores Ramírez Mota Velasco y González Pérez Lete y que es de la siguiente guisa:

Durante el último tercio de la lidia del cuarto toro de la tarde ingresó a esta enfermería el diestro Alfonso Ramírez, quien presenta las siguientes heridas por cuerno de toro: la primera cornada está situada en la cara interna del muslo derecho, al nivel del tercio inferior y con una extensión de catorce centímetros. Interesó piel, tejido celular, aponeurosis y músculos de la región. Las otras dos cornadas que tiene en el muslo derecho están situadas entre sí a una distancia de seis centímetros. Las dos comunican en la misma trayectoria y se dirigen hacia arriba y hacia adentro, interesando piel, tejido celular, aponeurosis y músculos de la región, que es el tercio medio, caras anterior e interna del citado muslo. con una extensión de quince centímetros, de abajo hacia arriba, siguiendo todo el pliegue inguinal. Las cornadas quinta y sexta se encuentran también en el muslo izquierdo y también en el tercio inferior. Ambas tienen un trayecto común hacia arriba y hacia adentro, en una extensión de treinta y cinco centímetros, desgarrando piel, tejido celular, aponeurosis y músculos de la región, teniendo ocho centímetros de profundidad, dejando al descubierto muchos vasos que sangraron en intensidad mediana. La séptima y última cornada está situada en el hipocondrio derecho con una extensión de tres centímetros que interesó piel y tejido celular. Se operó bajo anestesia de pentotal ciclo; se hizo la debridación correspondiente de las heridas, lavándolas con suero fisiológico. Se le aplicó sulfatiazol, afrontándole las heridas, músculos, aponeurosis y piel, dejándole siete tubos de canalización. Transfusión sanguínea. Aplicación de sueros antigangrenoso y antitetánico. De no presentarse ninguna complicación tardará en sanar unos veinte días.

Un parte muy extenso en el que se describen de manera prolija cada una de las siete heridas que sufrió Calesero, en el que llama la atención el hecho de que se haya aplicado sulfatiazol para prevenir la infección de las heridas reparadas, no obstante que ya había penicilina disponible en esa época y la necesidad de transfundirle sangre sin precisar el volumen aplicado.

Años después, en entrevista ex – profeso para el libro Las Cornadas, Calesero contó a Ignacio Solares y Jaime Rojas Palacios lo siguiente acerca de este pasaje de su vida en los ruedos:

Me trajo tanto tiempo entre los pitones, que me dio oportunidad a pensar ¿a quién le habré hecho tanto mal para que este toro me haga tanto daño? Cuando al fin me soltó, me paré y vi que entre las dos vías me salía un río de sangre. Creí que me había roto la femoral. Me quiso dar un shock, pero vino la reacción del hombre; si mi mal tiene remedio, ¿para qué me apuro?, y si no lo tiene… Entré tranquilo a la enfermería. Yo mismo me desamarré los machos, me puse en manos de Dios y me dispuse a que los médicos me “echaran mano”. Pasé las famosas 72 horas entre la vida y la muerte. Tenía mucha fiebre. Los médicos estaban temerosos de que se les hubiera quedado sin explorar alguna trayectoria de tantas heridas. Siempre he sido muy sano y metódico, entregado por completo a mi profesión. Lleno de sol y aire puro, estaba y estoy muy fuerte. Por eso, sané muy aprisa. Reaparecí el 14 de enero siguiente, a las tres semanas de lo de “Trianero” …

Efectivamente, la reaparición fue en la fecha indicada por el torero, en la feria de El Grullo, aún con los puntos en las heridas, toreando mano a mano con Manuel Capetillo y le cortó el rabo a uno de los toros de Lucas González Rubio que sacó en el sorteo y enseguida volvería a la Plaza México el 18 de febrero de 1951, alternando con Fermín Rivera y Carlos Arruza, para lidiar toros de La Laguna.

Iniciaba esta remembranza partiendo de la noción de que a Calesero generalmente se le concibe como un torero de valor medido. Creo que el hecho de haberse levantado de esta serie de cornadas, recibidas en un solo envite y haberse mantenido en un sitio de privilegio en el escalafón mexicano – lo llegó a encabezar los años de 1958, 59 y 60 – desmienten la forma y el fondo de esa concepción.

Alfonso Ramírez Alonso todavía recorrió los ruedos de México y de América del Sur durante casi dos décadas más, escribió en esos tiempos algunas de las páginas más grandes de su historia, como la de la tarde del 10 de enero de 1954, cuando el atildado y puntilloso Carlos León lo postuló para un hipotético Premio Nóbel del Toreo; o la del 18 de enero de 1959, allí mismo en Guadalajara, con el toro Yuca de Tequisquiapan, esa tarde en la que don Nacho García Aceves dijera que si Calesero” toreara así todos los domingos, sería dueño del Banco de México, o la del 25 de abril de ese mismo año, aquí en su tierra y otras muchas que ahora se me escurren de la memoria.

Un torero de valor medido no se habría quedado en los ruedos tanto tiempo, y sin embargo Calesero permaneció y permanece todavía entre nosotros, siempre habrá, cuando se necesite un referente del torero artista, que recurrir al justamente llamado Poeta del Toreo.

domingo, 8 de noviembre de 2020

Los giros de la fortuna (V)

Jesús Arias Montes. La voluntad de querer ser

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Jesús Arias Montes nació en Atoyac, Jalisco el 10 de octubre de 1928. Se presentó como torero en público en 1946, a los 18 años. Su presentación no oficial en El Progreso de Guadalajara se dio el 10 de octubre de 1954. Para ese domingo don Nacho García Aceves ofreció a la afición una novillada en la que alternaron Eliseo El Charro Gómez, Manolo Barbosa y el portugués Joaquim Marques ante novillos de Cerralvo. La novillada se suspendió por lluvia durante la lidia del tercero de la tarde que se quedó en el ruedo. La crónica del diario El Informador de Guadalajara, del día siguiente del festejo, dice brevemente:

...En cuanto el aguacero amainó un poco, se echaron al ruedo anegado los espontáneos a jugarse la vida con el toro. El primer espontáneo pudo ser sacado. El primer espontáneo pudo ser sacado, pero en cuanto se arrojaron varios, uno de ellos se impuso con una muleta, con la que demostró facultades y descubrió que el de Cerralvo era un novillo digno de una buena faena...

El espontáneo de la muleta era precisamente Jesús Arias, quien curtido ya en ferias patronales y novenarios tuvo esa oportunidad y la aprovechó y seguramente fue visto por El Teco Topete, ojos y oídos de don Nacho en esa plaza, a quien le transmitió las posibilidades de ese joven aspirante a torero.

Un prometedor principio

Así, el 6 de marzo de 1955 Jesús se presenta ya anunciado en el cartel y vestido de luces, junto a Alfonso Lomelí y a Jorge Carrillo Chavalillo en la lidia de novillos de Los Lobos, cortando una oreja, Eso le valdrá repetir al siguiente domingo para enfrentar novillos de Peñuelas junto a Manuel Ochoa y Jorge Montaño Ojitos.

Esos éxitos le darían a don Ignacio García Aceves para esa temporada novilleril cartas con que jugar, tenía al de Cañadas, Alfonso Lomelí; también a Paco Castro; asomaba la cabeza Manolo Barbosa; Rubén Aviña tenía una tormentosa relación con la afición tapatía y de fuera venían José Ramón Tirado, Rodolfo Palafox, Emilio Rodríguez o Romerita a formar carteles que le llevaban a la gente a la plaza.

Así, Jesús AriasChucho Arias en los carteles – torearía en ese año de 1955, 5 de las 27 novilladas que diera don Nacho en El Progreso, la última de ellas, fue la que produjo el giro de la fortuna en la existencia de Jesús Arias Montes.

Aragonés, número 58, negro zaino, sexto de la tarde...

Para el domingo 11 de noviembre de 1955, se anunció un encierro de Cerralvo – entonces propiedad de don Felipe Padilla – para Óscar Rivera, Antonio Gómez y Jesús Arias. Era la quinta actuación de Jesús en ese calendario. La crónica sin firma aparecida en el diario El Informador de Guadalajara del día siguiente del festejo, entre otras cosas, dice lo siguiente:

Hay ocasiones en que no se siente gana alguna de hacer la reseña de una corrida de toros, pero la obligación está antes que los sentimientos humanos, y ahora es una de esas ocasiones. Todavía cuando la corrida resulta mala y sale uno aburrido, ya sea por la apatía de los toreros, la mansedumbre del ganado o algún otro incidente que se registre en el transcurso del festejo, pasa, pero ayer, cuando el público estaba más animado, viendo el nacimiento de un nuevo valor, que quizá sea el torero que tanta falta hace, saboreando la clase y el valor que estaba enseñando el matador, posiblemente haya asistido también a la muerte de un torero más, y sinceramente deseamos equivocarnos sobre esto, ya que Chucho Arias estaba enseñando clase y valor, y sobre todo, su gran casta y celo profesional. Al terminar una tanda de derechazos, se engolosinó con los fuertes aplausos y la música que en su honor se escuchaba, y posiblemente sin darse cuenta, se metió en el terreno del toro, y éste lo único que hizo fue sentir la pierna del torero sobre el cuerno, alargar la gaita y prenderlo de manera impresionante...

La crónica no proporciona parte médico, pero en el libro escrito por Federico Garibay Anaya y Guillermo Ramírez Parra, titulado Drama y Tragedia en la Fiesta en Guadalajara, se relatan las características y extensión de la herida sufrida por Jesús Arias Montes. Sufrió el arrancamiento de la arteria femoral profunda y un severo shock hipovolémico. Conforme a la costumbre de la época, se le practicó la primera intervención en la enfermería de la plaza, pero los doctores Ramírez Mota Velasco y González Pérez Lete, seguramente comprobaron que con el procedimiento ordinario de ligar los cabos del vaso arrancado la circulación de la pierna la circulación no se restablecía de manera adecuada, intentaron otro procedimiento, asistidos por los cirujanos vasculares Alfonso Topete y González Cornejo:

...por haber sufrido la cornada a las puertas mismas de la enfermería y por la coincidencia de poder contar con los eminentes médicos Alfonso Topete y González Cornejo, es que el doctor Pérez Lete llamó a la de Chucho Arias “una cornada de suerte”. Los especialistas le aplicaron el injerto de la arteria y pasadas veinticuatro horas, comenzaron poco a poco a manifestarse los alentadores efectos de tan certera medida...

El miembro se había salvado y en principio, se pensó que el torero también, pero... Jesús Arias manifestaba sentir un dolor insoportable en la pierna herida y los médicos lo encontraban explicable por la tremenda cornada que había recibido. Pero en realidad tenía otra explicación, cuando le pusieron de pie para dar unos pasos, sintió un fortísimo dolor en el pie, tomaron placas radiográficas y descubrieron una fractura que ya había comenzado a soldar causando un daño irreversible. Cuentan Garibay Anaya y Ramírez Parra citando a doña Carmelita Madrazo:

"...fue culpa de nosotros. Como la cornada había sido gravísima..." los médicos se avocaron exclusivamente a atenderla, sin sospechar siquiera la existencia de un traumatismo menor y de fácil - con el oportuno reconocimiento - tratamiento. La fractura que tardíamente descubrieron se localizaba en el calcáneo y el tendón de Aquiles ejercía una presión hacia arriba que produjo una retracción en la pierna (Y por si la pierna de Chucho no hubiera sufrido pocos daños a causa de la cornada, agréguense un par de accidentes motociclísticos) ...

Esa fractura fue al final la que terminó por quitar a Jesús Arias Montes la posibilidad de luchar por ser una figura del toreo. A partir de ese momento, tendría que replantear que hacer con su existencia.

Para el 8 de diciembre de 1955, el empresario de El Progreso organizó una novillada a beneficio de Jesús Arias. Alternaron ante novillos de Los Lobos, Manolo Barbosa, Rubén Aviña, Rodolfo Palafox, Alfonso Lomelí, Jesús Delgadillo El Estudiante y Amílcar Campos. En este festejo Palafox cortó una oreja al tercero y El Estudiante fue herido por el quinto. La entrada fue buena sin llegar al lleno y antes del sorteo, por la mañana se develó una placa en homenaje a los médicos de plaza que atendieron a Jesús Arias.

Cuenta Conchita Cintrón que, con la recaudación del festejo y una aportación de la empresa, se estableció un fideicomiso para que el torero caído pudiera reencaminar su existencia con menos sobresaltos.

Quiero ser como ese hombre…

Cada vez que se le pregunta a Jesús Arias Montes cuál era su pensamiento en ese momento, su respuesta es siempre la misma:

Ya que no podré ser torero, que es lo que yo más anhelaba en esta vida, quisiera asemejarme a ese hombre. “Ese hombre”, era el doctor Mota Velasco...

En una conferencia pronunciada en septiembre de 1979 durante la Semana Taurina que se celebró en el Ágora del ex – convento del Carmen, Jesús Arias Montes, ya un Cirujano General de prestigio y Profesor Universitario, manifestó lo siguiente:

Ya que me vi imposibilitado para volver a torear, bastantes personas procuraban levantarme los ánimos. Me insistían en que no abandonara mis estudios. A mí me daba vergüenza asistir a clases, tan grandote entre puros chiquillos. Además, mi situación era dificilísima, pobre, enfermo, sin... aliento... seguí estudiando, – continuó Chucho llevándose a los ojos un pañuelo – y a duras penas terminé la secundaria y luego el bachillerato. Después la ingresé a la Escuela de Medicina y a base de enormes sacrificios económicos conseguí al fin terminar la carrera...

La dedicación de Jesús Arias Montes le permitió compartir el Palco de Médicos de las plazas de toros de Guadalajara con sus maestros Ramírez Mota Velasco y González Pérez Lete un buen número de años y, además, prestar sus servicios en algunas plazas de otros lugares de Jalisco y de entidades circunvecinas. Allí le correspondió encontrarse con la otra muerte en el ruedo, cuando el 13 de enero de 1980, en Coquimatlán, Colima, un toro de San Felipe Torresmochas segó la vida del banderillero José Hernández Ríos El Chato de Tampico con una cornada en el cuello que le partió la carótida y la yugular.

El giro de la fortuna para el doctor Jesús Arias Montes fue positivo, y lo fue para la fiesta también. Visto lo que logró en un estado de tribulación, seguramente vestido de luces, habría llegado a ser figura del toreo.

Retales de información de la misma fecha

En la Plaza México, durante la novillada del Estoque de Plata, Raúl Márquez resultó con una cornada que le atravesó el muslo izquierdo, causada por el novillo Florero de Zotoluca. Escapó de la enfermería, mató al causante del desaguisado y se llevó el trofeo en disputa y un premio de diez mil pesos ofrecido por la empresa.

En Orizaba, Miguel Ángel García fue herido por el primero de su lote en la región testicular, en corrida que toreaba con Cayetano Ordóñez, que se quedó con toda la corrida. Actuó también a caballo, Gastón Santos.

En Barcelona, Jaime Bravo fue herido en la plaza de Las Arenas por el segundo novillo de su lote de Lisardo Sánchez, llamado Caballero, número 57, en la región inguinal derecha, con dos trayectorias, sin afectación de los paquetes vasculares de la región. Había cortado el rabo al primero de su lote. Alternaba con Miguel Ortas y Luis Parra Parrita y por delante salió el rejoneador Ángel Peralta que enfrentó un toro de don Joaquín Buendía.

Sin duda, ese 6 de noviembre de hace 65 años, fue un domingo verdaderamente sangriento…

domingo, 5 de enero de 2020

En el centenario de Carlos Arruza (I)

1º de enero de 1939. Carlos Arruza corta un rabo en Guadalajara

Necesaria aclaración

El próximo 17 de febrero se cumple el primer centenario del natalicio del Ciclón Mexicano Carlos Arruza, quien resulta ser, a la luz de los hechos, una de las cumbres altas de la Historia Universal del Toreo. A partir de este día y cuando menos una vez al mes, procuraré ocuparme de alguno de los hechos notables de su paso por los ruedos del mundo, distintos a los que ya he dejado constancia en las páginas virtuales de esta bitácora. Espero que los encuentren de interés y que sirvan para dejar claro que independientemente de que haya un océano entre Europa y América, la Fiesta es una y así debe seguir siendo.

Carlos Arruza novillero

Carlos Arruza y su hermano mayor Manolo obtuvieron sus conocimientos iniciales del toreo con José Romero Frascuelillo primero y después con Samuel Solís. Se iniciaron emparejados como becerristas en 1934 y debutaron como novilleros en El Toreo de la Condesa el 5 de abril de 1936, alternando con Andrés Blando en la lidia de novillos de Peñuelas. Esa tarde el triunfador fue Carlos, que cortó una oreja al segundo de la tarde.

El hecho de que Manolo Arruza hubiera nacido en España, le impidió seguir actuando en México después de la ruptura con la torería española a partir de mayo de ese mismo 1936, por lo que Carlos su hermano tuvo que seguir su andadura por separado. Una de las plazas en las que tuvo gran predicamento fue la de El Progreso de Guadalajara, donde se presentó el 10 de octubre de 1937 y entre esa fecha y el 10 de noviembre de 1940, toreó 10 tardes, número no superado por ninguno de los novilleros de su generación.

La novillada del año nuevo de 1939

Para recibir el penúltimo año de la década de los treinta, don Ignacio García Aceves confeccionó un cartel asaz interesante. Anunció como atractivo central del mismo a la torera madrileña Juanita Cruz, que actuaba en nuestro país desde el año anterior para actuar junto a Alfonso Ramírez Calesero y Carlos Arruza. Los novillos a lidiarse serían de la ganadería mexiquense de San Diego de los Padres.

Hago el señalamiento de que Juanita Cruz actuaría junto a Calesero y Carlos Arruza, porque no alternaría con ellos en la lidia de sus novillos, sino que como se señala en la crónica del festejo aparecida en el diario El Informador de Guadalajara, en su número del día siguiente al del festejo, la torera de Madrid lidió y mató a los dos primeros de la tarde y posteriormente quienes después serían conocidos como El Poeta del Toreo y El Ciclón Mexicano alternaron con los cuatro restantes.

El festejo dejó contentos a quienes asistieron a él. Juanita Cruz demostró valor y maneras. Calesero justificó su vitola de artista y Arruza se llevó el gato al agua al final de cuentas. La crónica ya aludida, firmada por El Tío Castuera, en lo medular, relata lo siguiente:
... ¡qué valiente se muestra ante los astados Juanita Cruz y con cuantos riñones ejecuta las suertes del toreo que muchos diestros del sexo feo envidiarían! No cabe duda que la chica, que ayer fue admirada no solamente por los de casa, sino por los contingentes de varios cientos de chiquillos españoles de los que el Gobierno magnánimo hizo traer de la tierra Ibera para librarlos de los sufrimientos inherentes a la guerra y quienes asistieron con el fervor y entusiasmo de buenos españoles, se impuso y triunfó en toda la línea... 
Carlos Arruza y Calesero, también contribuyeron a dar el buen colorido a la fiesta brava de que nos ocupamos; el primero haciendo gala de su valor temerario y el segundo, cuando las circunstancias lo permitieron, arrancando palmas como fue al banderillear; y sobre todo, cuando ejecutaba alguna suerte con el estilo que tiene de un torero de clase.  
Arruza tuvo, sin dudarlo, su mejor tarde, porque estuvo afortunado en su primer toro, que por concepto de sus valientes pares de banderillas fue aplaudido y con la muleta hizo una gran faena, con pases de gran riesgo y con el estoque estuvo también muy certero, obteniendo al fin la oreja y el rabo del toro, que también recibió el homenaje póstumo de los buenos bichos, como es la vuelta al ruedo. San Diego de los Padres se sacó la espina y levantó el ánimo de los aficionados...
El triunfo de Arruza resultó ser inobjetable al final del festejo, independientemente del resultado de la actuación de sus compañeros de cartel. Aparte de los trofeos obtenidos, se observó que el proceso de maduración del torero en ciernes seguía su cauce de manera favorable, pues fue capaz de aprovechar en su correcta medida a un toro de bandera, que al final de la lidia fue premiado con la vuelta al ruedo, para orgullo y satisfacción de los señores Barbabosa, titulares del hierro sandieguino.

Carlos Arruza estaba a poco más de un año de recibir la alternativa. Sin embargo mostraba ya la raza que acabó por llevarle a la cumbre, apuntándose un triunfo en una plaza de importancia que le permitiría seguir andando el camino que le llevaría a ser una las grandes figuras de la historia del toreo.

domingo, 1 de septiembre de 2019

Incuria empresarial

Raúl Contreras Finito
Axioma de esta fiesta es el que para que el escalafón llamado mayor se renueve, se tienen que dar novilladas. Es también algo incontestable que en términos de pesos y centavos, esos festejos menores en la mayoría de los casos no son rentables. Pero también es algo que no se puede rebatir, que si no se invierte en el futuro de la fiesta, la estamos condenando a la extinción.

Todo esto lo traigo a cuento porque entre la Ley de Espectáculos de la Ciudad de México y su Reglamento de Espectáculos Taurinos, por una razón atávica, se fija como fecha para el inicio de la temporada de corridas de toros el primer domingo de noviembre y antes de esa fecha, la empresa encargada de ofrecer esa serie de festejos, para obtener la autorización administrativa correspondiente, debió ofrecer a la afición un mínimo de 12 novilladas. Los dispositivos legales no señalan si deben ser con o sin picadores y por esa razón, en el último par de años, la empresa encargada de los destinos de la Plaza México ha intercalado festejos de una y otra clase para salir del paso y poder obtener así los permisos correspondientes.

El problema real reside en ese salir del paso. Hace algunos años, quizás muchos ya, las temporadas de novilladas constaban de 25 o 30 festejos y se iniciaban una o dos semanas después de que concluía la de corridas de toros. En esos festejos se programaba a novilleros que en las plazas de la República habían destacado, por lo que salir a torear al coso más grande del mundo era una especie de premio. Y lo hacían ante entradas respetables, de media plaza hacia arriba, y surgían muchachos que despertaban el interés de la afición y en más de alguna temporada surgió algún torero que adquirió al paso del tiempo el carácter de “figura del toreo”. Pero había voluntad de las empresas que gobernaban los destinos de la gran plaza por encontrar quienes les ayudaran a seguir adelante con su negocio.

Hoy las cosas parecen tomar un derrotero distinto. No se muestra otro interés más que el de programar a determinadas figuras que tienen ya más de un cuarto de siglo ocupando posiciones en los carteles de importancia. Las fechas que eran tradicionalmente para festejos postineros, o se dejan sin toros o se reservan para programar carteles sin atractivo alguno. Las plazas de la República en las que tradicionalmente se daban novilladas ya las ven de cuando en cuando y con una serie de carteles cerrados, sin aliciente para los triunfadores que tras de torear su tarde anunciada, saben que pasará un largo tiempo para que se vuelvan a vestir de luces.

Cuando no había escuelas taurinas, era posible dar esas 25 o 30 novilladas en la Plaza México cada año. Hoy, habiéndolas en una buena cantidad de municipios del país, resulta incomprensible que se deje para la última hora y a las carreras la programación de apenas una docena de festejos para cumplir con la ley. Entiendo, como decía al principio, que al corto plazo, quizás las novilladas no satisfagan las expectativas económicas de un consorcio empresarial, pero eso no debe ser visto como un “gasto”, sino como una “inversión” en el futuro, porque de no hacerla el día en que esas “figuras” de hace más de 25 años se vayan de los ruedos, ¿qué quedará por hacer?

Se me podrá acusar de quedarme viendo “para atrás”, pero hace años (temporada 1964 – 1965) surgió un novillero que merece ser recordado y que demuestra que las novilladas pueden generar interés. Me refiero a Raúl Contreras, Finito. En el desaparecido Progreso de Guadalajara, toreó seis tardes seguidas y fueron seis llenos. Aquí un resumen de esas tardes:

11 de octubre de 1964 (Inauguración de temporada). – Novillos de Cerro Viejo. Raúl Contreras, Finito, Manolo Rangel y Ricardo García. Finito una oreja a Tejocote y a Respetuoso, y Manolo Rangel las dos al quinto de nombre Tejedor.

25 de octubre de 1964. – Novillos de Cerro Viejo. Raúl Contreras Finito, Alfonso Ramírez Calesero Chico y Javier Liceaga. Finito le corta las dos orejas al 4º Bordador.

22 de noviembre de 1964. – Novillos de Matancillas. Juan Clemente, Jesús Solórzano y Finito. Raúl Contreras, Finito le corta las dos orejas al 6º, Tepiqueño y sale a hombros de la plaza.

6 de diciembre de 1964. – Novillos de Cerro Viejo. Finito mano a mano con Manolo Rangel. Manolo Rangel corta la oreja del 6º, Carretero y Raúl las dos de uno de regalo y los dos salieron a hombros.

13 de diciembre de 1964. – Novillos de Garfias. Finito, Manolo Rangel y Rafael Muñoz Chito. El novillo Gaitero de don Javier Garfias, le pegó una cornada grave a Finito.

25 de diciembre de 1964. – Novillos de Jesús Cabrera. Jesús Solórzano, Finito, Manolo Rangel y Rafael Muñoz Chito. Novillada del Estoque de Plata. Raúl Contreras Finito, se llevó a su casa el trofeo y las dos orejas de Agujetas, estupendo ejemplar de don Jesús Cabrera.

Las novilladas, programadas con inteligencia e imaginación, atraen a la afición y a los públicos y ofrecidas con frecuencia se vuelven atractivas, pues a más de las aptitudes de los aspirantes a toreros, hay una voluntad extraordinaria de querer ser en los novilleros, al menos en lo particular, me parecen más auténticas.

El descuido de esta arista de la fiesta puede acabar con ella. En las manos de las empresas, de la afición y de los públicos está la solución.

Nota del amanuense: Esta pesimista entrada es la número 500 de esta bitácora. Deberían ser, a esta fecha algunas más, pero la verdad es que la dejé abandonada algún tiempo. A quienes pasan por aquí les agradezco su atención y espero seguir dando la tabarra algún rato más.

domingo, 11 de agosto de 2019

En el 105 aniversario del natalicio de Calesero

Calesero y Danzante de Rancho Seco en El Progreso de Guadalajara

José Alfonso Ramírez Alonzo – así con z está en su partida de nacimiento – nació el 11 de agosto de 1914 en la entonces llamada calle de la Cárcel, hoy número 506 de la calle Cristóbal Colón del Barrio de Triana o del Señor del Encino en la ciudad de Aguascalientes. Ya me ocupé hace un lustro de hacer algunos apuntes biográficos aquí y aquí en esta misma bitácora y hoy quiero recordar al Poeta del Toreo en una tarde que fue una de las grandes de su paso por los ruedos, la del 15 de febrero de 1942, verificada en una de sus plazas talismán, la de El Progreso en Guadalajara, misma en la que alternó con Fermín Rivera y Paco Gorráez en la lidia de toros de Rancho Seco, en lo que fue la segunda corrida de una feria celebrada con motivo de las celebraciones por el cuarto centenario de la fundación de la Perla de Occidente.

La tarde de ese domingo resultó ser una triunfal, primero por el gran juego que dieron los toros de don Carlos Hernández Amozurrutia y después, por el extraordinario partido que les sacaron los toreros que los enfrentaron. La faena de la tarde fue realizada por Calesero al tercero de la corrida, nombrado Danzante por su criador y la crónica aparecida al día siguiente del festejo en el diario tapatío El Informador, firmada por El Tío Castuera, relata lo siguiente:
Los aficionados ocasionales a los toros tendrán que lamentarse de no haber asistido a la corrida de ayer, que en conjunto ha sido la mejor de la temporada. ¡Cuánta bizarría, cuánto arte y cuánta voluntad del triunviro de gladiadores que campearon en la segunda corrida de feria! No es difícil adivinar el por qué de que mucho público se haya ausentado, privándose de concurrir a este festival bravo, que de seguro será el que nos deje más gratos recuerdos. Hacía ya muchas temporadas que no veíamos pasear en son de triunfo por las arenas del coso, ni a los ganaderos ni a los empresarios, y ayer, después de los triunfos que alcanzaron tanto Fermín Rivera como Calesero y Paco Gorráez, el público pedía a grito en cuello la presencia del dueño de los toros, que había hecho el envío de una corrida tan pareja en bravura que hizo poner muy en alto la divisa de Rancho Seco, y que precisamente por los propios toros, que no eran catedrales ni llevaban mucha leña, habían sido el principal factor de no haber simpatizado muchos con la fiesta, y aún dudaron que alcanzara las proporciones halagadoras que tuvo, y se quedaron en casa... 
Tercero. – Danzante, negro meleno. Calesero, desde el primer momento en el que va frente al toro clava en la arena los pies y nos obsequia con dos lances de esos que le han dado personalidad, y en seguida cuatro más muy artísticos, y suena la ovación. Amezola pone una vara de exposición y Calesero con chicuelinas hace el quite y oye palmas. Hay otra vara y Fermín, puesto de hinojos, ejecuta dos faroles que son de luz intensa. Palmas y dianas. 
Cuando el bicho ha sido mal adornado por los del coso, Calesero se pone de rodillas y ejecuta el primer pase por alto, luego de pie estirándose y con arte muy peculiar, le anotamos uno por lo alto. Se pone la flámula en la siniestra y suelta un natural, pero el toro se le queda en la suerte y luego lo alegra para seguir con un pase de costado, tres derechazos, ayudados por bajo y uno cambiando de mano por detrás. 
Cambia de mano la flámula y con la zurda hay dos naturales, dos afarolados y suenan las palmas, y la música toca en su honor. Hay varios pases de los de Fermín Rivera, luego un molinete y otro mucho mejor, y se repiten las palmas. El toro cuadra y luego cobra una estocada que hace rodar a su enemigo sin puntilla. Palmas, música y se pide la oreja para el matador. El Juez concede y se le da también el rabo del bravo toro, que por un descuido no se le dio la vuelta al ruedo que bien que la mereció. En medio del jolgorio, cuando todo le mundo de pie aplaudía a Calesero, es sacado el ganadero don Carlos Hernández, y juntamente con el torero dan la vuelta al ruedo...
También ante el sexto tuvo Calesero una actuación destacada, pero emborronó lo realizado al fallar con el acero. La crónica citada nos recuerda:
…ÚLTIMO. – Cárdeno listón. Alfonso Ramírez lo torea con cuatro verónicas con los pinreles fijos en la arena. Palmas, y luego termina con lances de aliño. Amezola coloca un puyazo, y Calesero quita con faroles invertidos que son de su propia invención, siendo muy aplaudido. Otra vara y Fermín quita por cortinas, también de gran sabor. Paco se adorna con el percal, liándose con el burel y ganando nueva ovación y oyendo música. 
Alfonso ejecuta una faena pinturera muy emotiva y luego, después de un pinchazo tira a su enemigo patas arriba de una media estocada. Las palmas suenan y la música vuelve a sonar en su honor. 
Tanto Calesero como Fermín Rivera y Gorráez fueron sacados en hombros, al igual que el ganadero, siendo paseados los cuatro por las calles de la ciudad. Están Ustedes servidos.
Del resto del festejo se refiere lo siguiente: Fermín Rivera dio la vuelta al ruedo tras pinchar al primero Patito número 26 y cortó la oreja al cuarto, número 25 sin que en la relación del festejo se precise su nombre, acompañado al torero de San Luis Potosí el empresario Ignacio García Aceves; por su parte Paco Gorráez dio la vuelta al ruedo en sus dos toros, Pirinolo número 34 y Escorpión número 33.

A las figuras del toreo se les reconoce por sus realizaciones. Aquí tienen Ustedes la historia de una de las de Calesero, la que traigo a recuerdo en el aniversario de su nacimiento.

Aldeanos