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domingo, 25 de mayo de 2025

A 55 años de la confirmación de Manolo Martínez en Madrid

Manolo Martínez realizó su primera campaña europea entre el 5 de junio y el 29 de septiembre de 1969, toreando 48 corridas entre España y Francia en ese lapso de tiempo. El cierre de esa temporada quedó marcado por los tres percances que sufrió en un lapso de menos de dos meses en Bilbao, Murcia y Cáceres, que, si bien no le mermaron el ánimo, el último, por una intervención defectuosa, le tuvo fuera de los ruedos casi un mes, precipitando el final de esa su primera participación en los ruedos de Europa. 

Su actitud ante los toros y la atracción que generaba en la afición y los públicos dentro y fuera de las plazas, motivó que pronto se le publicitara como El Mejicano de Oro, remoquete que le fue adjudicado por Gonzalo Carvajal, titular de la crónica taurina en el diario madrileño Pueblo, quien era afortunado para adjudicar esa clase de sobrenombres, pues de su autoría fueron, entre otros, los de El Niño Sabio de Camas, para Paco Camino; el de Diego Valor para Diego Puerta o el de El Faraón de Camas para Curro Romero, y todos ellos han trascendido a la historia de la fiesta.

De acuerdo con los biógrafos de Manolo Martínez, principalmente el tándem Cantú – Páez, esa primera temporada la preparó con anticipación, se metió al campo, mató toros a puerta cerrada y se familiarizó con el ambiente de allá, siendo el motivo que arrancara hasta el Corpus de Toledo.

La temporada 1970

Manolo Martínez arrancó su temporada europea del año 70 en Barcelona, el 17 de mayo, alternando con Adolfo Ávila Paquiro y Manolo Cortés en la lidia de toros de Antonio Pérez de San Fernando. Esa tarde de acuerdo con la crónica escrita por Rafael Manzano para la Hoja del Lunes de la capital catalana, Manolo hilvanó, pero no cosió prenda alguna... Es decir, únicamente dejó reflejos de lo que había apuntado el año anterior.

Con ese bagaje es como llegó a la Feria de San Isidro, en la que tenía tres tardes contratadas, la del 22 de mayo que es la que me ocupa en este momento, la del lunes 25 en la que formaría cartel con Ángel Teruel y Miguel Márquez para dar cuenta de un encierro de Antonio Pérez de San Fernando y cerraría su feria el viernes 29 siguiente, cuando se preveía la presentación en Madrid de los toros mexicanos de Mimiahuápam y en la que alternaría de nuevo con Ángel Teruel y José Luis Parada.

Al final de cuentas, su isidrada se cerró solamente con las dos primeras actuaciones, porque los toros mexicanos, a causa de un caótico viaje náutico, no estuvieron en condiciones de ser lidiados. Al final, tampoco el encierro propuesto para sustituirlos pasó el fielato del reconocimiento y la corrida terminó por ser suspendida causando una gran molestia en la afición madrileña.

Algunas notas previas al festejo

El cartel de la corrida de la confirmación de Manolo Martínez era uno de los señeros de la Feria de San Isidro de 1970, pues alternaría con Santiago Martín El Viti y Sebastián Palomo Linares en la lidia de toros de don Baltasar Ibán Valdés. El solo anuncio de la corrida atrajo personalidades de todos los medios, entre ellos a la significada actriz María Félix, quien fue entrevistada por Manuel F. Molés para el diario madrileño Pueblo del día de la corrida, a quien entre otras cosas dijo:

Manolo es un gran amigo. La verdad es que, aparte de ver Madrid, lo que me trae acá es la alternativa de mi paisano... Puedo decirle que es uno de los toreros más sinceros y decentes que existen. Siente el toreo como pocos. Se van a chupar los dedos como tenga suerte...

También se encontraba Eloy Cavazos entre quienes asistirían al festejo, y quien comentó a uno de los redactores del propio diario:

¿Qué le desea para mañana - hoy para el lector - a su paisano Manolo Martínez? – Él es mi amigo. Ojalá tenga la mejor de las suertes... yo soy más joven que él, y que ambos nos hacemos la guerra, pero solo en el ruedo. Yo también insisto que en la vida particular somos buenos amigos...

Por otra parte, se anunciaba que el festejo sería televisado y que por primera ocasión se transmitiría un festejo desde España para México. Que la transmisión a estas tierras se haría a través de una cadena de reciente creación, Televisión Independiente de México (TIM), que operaba en quince ciudades y que se esperaba una gran audiencia en México.

La confirmación de Manolo Martínez

Manolo Martínez, contra la costumbre, salió vestido a trascendental tarde en su carrera, vestido de negro y oro. Un vestido de estreno. En ello reparó don Antonio Abad Ojuel, encargado de la crónica en el semanario El Ruedo, quien en el número fechado el 26 de mayo siguiente, escribió:

Para la ceremonia viene el mejicano vestido con el traje de torear más fastuoso de, la actualidad: un terno negro y oro – dando a esta palabra el peso que tiene en los mercados de metales preciosos – a, que pone lujo y tronío en la tarde. ¡Qué contraste con esos pálidos trajes de primera comunión, o los más horrendos, de pastilla de café y leche que este San Isidro han puesto de moda los niños! Manolo Martínez – como El Viti con el temo grana y oro de hace unos días –, da una lección de cómo se viste un torero de torero.

- Pero temo negro, ¿por qué?

- Porque el alternativado viene a la plaza como novio. Y en España y Méjico, que son dos países importantes y con raza, los novios se visten de negro; que las nupcias con la mujer o con la muerte son cosa seria.

- Pues los más frecuentes son los trajes blancos...

- De blanco se visten las novias.

Cualquier día vamos a ver en los carteles de alternativa una nota que diga: «El diestro lucirá un ‘vestido de atoreá’ diseñado por Elio Berhanyer, en gros grain de seda beige con pasamanerías y caireles de tul ilusión». ¡Que ya está bien de cursilería, señores sastres!

¡Gracias Manolo Martínez, por haberte vestido como se visten en España y en el Méjico lindo y querido los hombres serios, los toreros buenos, los matadores de rumbo! …

Ese fue el impacto que nuestro paisano causó a uno de los cronistas más serios del momento, en cuanto a su manera de presentarse. Aunque a algo más de medio siglo de distancia, he de señalar que don Antonio fue profético en la parte final de su comentario...

Ante el primer toro de la tarde, llamado Santanero, marcado con el número 92, y anunciado con un peso de 518 kilos, su hacer fue visto así por el nombrado Gonzalo Carvajal de Pueblo:

Pero por algo Manolo Martínez es figura del toreo, aunque esta su tarde de confirmación no se resuma en un éxito claro, sino en un sí para la faena de «Santanero» y con un no para la muy breve que cuajó con «Panadero», quinto de la jornada, cariavacado, encastado, y que por su raza y por su falta de fuerzas llegó con viaje corto y áspero al tercio postrero... ¿El porqué del sí para Manolo Martínez? El mejicano se ganó la oreja, con la aquiescencia del «profundo 9», que dice mi compañero y amigo Raúl del Pozo, porque dio los pases precisos en su número y en su ejecución, y porque mató muy bien de media en lo alto, para ganar la oreja. ¿El porqué del no para Manolo Martínez? Porque debió hacer algo más que limitarse a probar a «Panadero», el del viaje de cercanías. para convencerse que no iba, machetear y volver a matar bien de media. Por lo que no hizo M.M. escuchó pitos. Por lo que si hizo cortó una oreja, con las protestas de esos espectadores que no admiten los triunfos más que en aquellos toreros que «vuelven del frío» ...

Es decir, lo que vio Carvajal fue que su actuación ante el toro de la confirmación fue justa para asegurar la oreja que le fue concedida y ante el quinto, dio la impresión de que le faltó esforzarse un poco más. Quizás pensaba ya el torero en la tarde siguiente.

La crónica de Abad Ojuel en El Ruedo, aparte de lo referido acerca del vestido del confirmante, refiere:

La faena fue torera y adornada con destellos originales. Muy buenos los pases para doblar y quebrantar al toro y los tres naturales primeros ligados al de pecho. Un poco más despegadillo en la serie con la derecha y vuelve al buen terreno en espléndidos naturales con remate de trincherilla y el de pecho. Redondos con un original giro a la inversa - no conozco el nombre del adorno en la lexicografía azteca -, pase alto con cambio, para uno garboso de pecho y refrendo final de media estocada de buena calidad. Dobla el toro en tablas y Manolo corta la oreja del toro de su alternativa. Hay para él una gran ovación cuando, con elegante parsimonia, la exhibe en la vuelta al ruedo... A «Panadero» no nos le dejó ver...

Hace mención don Antonio a un original giro a la inversa que es lo que Alameda en alguna crónica bautizara como el martinete. Esta relación, más reposada en su redacción, es un poco más elaborada que la común de los diarios, que tienen que cerrar sus contenidos el mismo día de la corrida.

Sigue el turno de don Antonio Díaz – Cañabate, de quien he señalado ya por aquí su escaso gusto por lo que llegó a ver venido de estas tierras. Pues Manolo Martínez no se escapó de su cáustica opinión:

El primero era muy bueno. Manuel Martínez lo toreó a placer. Es posible que él lo sintiera. Toreaba bien, correctamente; la gente aplaudía como aplaude ahora, con mecanismo, como si estuviera cumpliendo un deber. Una vez cumplido se quedan tan tranquilos. El toreo de Martínez no es que fuera frío, pero si que dejaba helado, por lo menos a mí. Es su faena, una más de las infinitas del montón de las faenas. Media estocada y la indispensable oreja, que es recibida con pitos... En el quinto Martínez no lo quiere ver, él sabrá por qué. Media estocada...

No se desdijo en esta ocasión tampoco a quien sus allegados llamaban El Cañas, pero en honor a la justicia, he de decir que en esta crónica también pone de corinto y oro a los otros dos alternantes del cartel. Mejor nos contó la mejor selección del anecdotario del gran Larita. Así que, por hoy, quedamos en paz.

Y concluyo con las apreciaciones de la prensa de la época, con lo que en su día expresó a sus oyentes de la Radio Intercontinental en su programa España Taurina, Gonzalo Ángel Luque del Pino, Curro Fetén:

Confirmaba la alternativa el mejicano Manolo Martínez, el cual se hizo ovacionar en su intervención con el percal y en una faena plena de arrogancia en la que hubo temple y mando indudable en series de pases sobre la diestra, en los que dejaba la impronta de su arte. Tenía el toro temperamento, pero el mejicano le aguantó y a fuerza de templarle y llevarle toreadísimo, le cuajó una excelente faena que, al ser rematada certeramente con media estocada, le valió la oreja del toro de su confirmación como matador. El quinto llegó con peor estilo a la muleta, rebrincado y con media acometida, sin pasar, por lo que tras breve muletear lo pasaporta de media estocada, no gustando el capítulo. En resumen, la presentación en Madrid como matador de toros de Manolo Martínez, le ha abierto un buen crédito que, sin duda, deberá refrendar en otras actuaciones...

Como se puede ver, hay opiniones para todos los pareceres. En lo que sí parece haber consenso, es en el hecho de que la tarde de Manolo Martínez, a pesar de la oreja cortada, dejó el regusto de que pudo haber conseguido algo más resonante.

Arrematando

En las mismas páginas de las crónicas de la época, se hablaba de que aquí en México vieron la corrida por televisión 15 millones de personas. Creo que la cuenta es muy alegre. La realidad es que la cadena de televisión (TIM) tenía una cobertura limitada, no nacional, lo que hace poco creíble la consecución de esa cifra.

Por otra parte, en lo personal, tengo la impresión, a pesar de lo que los biógrafos de Manolo Martínez puedan sostener, de que el torero apostó su resto para esa campaña europea a la corrida que le preparó don Luis Barroso Barona. Por eso no se preparó previamente en el campo allá antes de ir a confirmar, por lo que, cuando la corrida no llegó en condiciones de ser lidiada, se limitó a cumplir con los compromisos que ya tenía firmados allá y a planear su regreso a México para retomar su campaña en las plazas de aquí.

No creo que haya habido conspiraciones en su contra, ni cuestiones por el estilo, simplemente fue un mal cálculo que no permitió construir una temporada a partir de una sola carta. 

Todas estas reflexiones no implican que yo abjure de mi martinismo. Es el mejor torero mexicano que he visto con uso de razón. Pero lo que aquí escribo me impone el deber de conducirme con objetividad y es lo que aquí he intentado. Hasta la próxima semana.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son imputables exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 16 de octubre de 2022

15 de octubre de 1967: Gonzalo Iturbe se presenta en Madrid

Las temporadas de novilladas en la Plaza México, en el lustro que va a 1964 a 1968, representaron un parteaguas en la historia taurina mexicana. En ellas se presentaron quienes tomarían la estafeta en el liderazgo del toreo nacional, pero también sirvieron para renovar los escalafones que tenían dos décadas encabezados por los toreros que surgieron y formaron nuestra Edad de Plata. Así, los nombres de diestros como Raúl Contreras Finito, Manolo Martínez, Jesús Solórzano, Eloy Cavazos, Curro Rivera o Antonio Lomelín comenzaron a encontrar su lugar en los carteles y también en la historia.

Pero esas temporadas – reales, que empezaban en abril y concluían en diciembre – no se sostenían con ese puñado de toreros, también había otros que atraían el interés de la afición y que nutrían el ánimo de los capitalinos y les hacían ir a los toros. Calesero Chico, Rafael Muñoz Chito, Leonardo Manzano, Pepe Orozco, Mario Sevilla, Mario de la Borbolla o Arturo Ruiz Loredo también invitaban a la gente a dedicarle su domingo a los toros. Todos ellos tuvieron su instante de gloria y fueron junto con otros muchos, el verdadero sostén de esas verdaderas temporadas de novilladas, en las que se buscaban toreros, no el cumplir con un requisito administrativo.

Entre los toreros de ese segundo grupo, se encontraba en esos días un sobrino de Raúl y Romárico González, hijo de su hermana Magdalena. Me refiero a Gonzalo Iturbe, que se presentó allí el 1º de agosto de 1965, alternando con Luis Reyes y Manolo Rangel, para lidiar novillos de La Laguna. Esa tarde tuvo que matar tres toros por haber sido heridos sus alternantes. Escribe Daniel Medina de la Serna que mostró aptitudes y cierto sabor campero en su hacer del toreo.

Gonzalo Iturbe regresaría a la gran plaza en 1966 y torearía cuatro tardes en ese ciclo. Su presentación fue el domingo 12 de junio, cuando con Leonardo Manzano, arropó el debut – y única actuación allí – de un novillero de Monterrey que estaba llamado a grandes hitos: Eloy Cavazos. Volvería el 17 de abril, 21 de agosto y cerraría el calendario el 25 de septiembre, tarde en la que ante novillos de Peñuelas y Santín (3º), compartió cartel con Ernesto Sanromán El Queretano y Guillermo Montes Sortibrán. Su actuación fue resumida así por el cronista anónimo de la agencia Informex para el diario El Informador de Guadalajara, del día siguiente:

Gonzalo Iturbe toreó muy bien a su primer novillo de Peñuelas que, aunque fue blando con los de a caballo, embistió con alegría y buen estilo a los de a pie… Iturbe ejecutó una faena con pases de calidad, destacando sus derechazos y mató con estocada siendo ovacionado con fuerza y obligado a salir al tercio a corresponder… En el segundo de su lote, que embistió con más claridad, pero fue soso, realizó una faena muy torera sin que se cambiara por la falta de alegría en las embestidas del astado. Mató de media y escuchó palmas...

Esos eran los días en los que las orejas de los toros eran verdaderos trofeos y no números de un hipotético marcador que define a un triunfador – también producto de la hipótesis –, porque el triunfo muchas veces no se define por el que se lleva los retazos de toro, sino por quien penetra en el ánimo de los que ocupan los tendidos.

Gonzalo Iturbe no actuó en la Plaza México el año de 1967. De las informaciones de la prensa española, se puede deducir que prácticamente al arrancar allá la temporada taurina, se subió al avión, con la intención de torear en aquellas plazas y seguramente, a partir de las relaciones de su familia de ganaderos, prepararse en el campo. Hay que hacer notar también que su viaje no fue precedido o acompañado con una campaña publicitaria, lo que puede indicar que iba a darse a valer por sus méritos, más que por la construcción de una imagen.

Al final, las oportunidades no se presentaron en la manera esperada. Solamente le quedó la opción de concentrarse en los tentaderos y de esa manera mantenerse en contacto con los toros y estar en condiciones de atender cualquier llamado a las plazas.

Una presentación que nació torcida, en Madrid

La temporada madrileña del 67 se extendió más de lo acostumbrado. De acuerdo con las cifras de los escalafones que allá se publicaban, en Las Ventas se dieron 57 festejos, de los cuales, al final, 14 fueron novilladas. Así, para cerrar el calendario, se programó una novillada para el domingo 15 de octubre en la que actuarían Carlos Jiménez, Guillermo Gutiérrez El Ecijano y al fin, la oportunidad que buscaba Gonzalo Iturbe. El encierro a lidiarse sería de los hermanos jienenses Daniel y Pedro Flores Albarrán.

Pero hay tardes que nacen torcidas. Y se tuercen porque la oferta que se hace a toreros y afición carece del equilibrio necesario y adecuado a las circunstancias de lo ofrecido. En esta oportunidad, deduzco, lo que propició que las cosas no salieran, fue el hecho de que, para tres novilleros bisoños, se encerrara una verdadera corrida de toros. Escribió José María del Rey Caballero Selipe, en la Hoja del Lunes del 16 de octubre, bajo el título Manifiesta desproporción:

Ignoramos lo que la empresa solicitaría de los señores Flores Albarrán, pero suponemos que fue una novillada; los criadores enviaron a Las Ventas una corrida de toros, en la que todas las reses poseían serio trapío y algunas, abundante leña. Del otro lado, pero para coincidir en el mismo redondel, se hallaban dos muchachos salidos de las nocturnas madrileñas, donde el ganado suele estar en relación con el bajo tono de los festejos, y un novillero azteca, tan exiguamente placeado que no le vemos en las estadísticas de actuaciones. La desproporción, pues, entre los toreritos y sus enemigos era patente, y añádanse a ello las dificultades de las reses, superables ciertamente más con la posesión de unos recursos de que los noveles, o desentrenados, carecían. No es, pues, ocasión de extremar las exigencias con la torería, que hubo de pechar con papeleta que a diestros más avezados habría de venirle grande...

También Andrés Travesí, encargado de la crónica ese día para el ABC madrileño, hace notar la desproporción entre toros y lidiadores:

También parece que hay dificultades con el ganado... Los novillos de Flores Albarrán tuvieron presencia, cabeza y modos de toros a punto de cuajar. Y como tales podrían haber sido lidiados en cualquier plaza, incluso en las que presumen de postineras. Por eso tenían dificultades, bien visibles, por cierto, aunque los bisoños componentes de la terna no supieran percatarse de lo que se les venía encima. Novillos – toros con sentido, con resabios que salieron muy sueltos y que murieron sin haber sido fijados debidamente. Sólo el primero tuvo una clarísima embestida. Pero conviene decir que, con todo, no tuvieron malas intenciones porque en muchas ocasiones quedaron a su merced los hombres de luces y salieron con bien, al no hacer los toros por ellos. Todo se limitó pues, a revolcones, moraduras, roturas de taleguilla y algún que otro puntazo...

Por su parte, Antonio Abad Ojuel Don Antonio, en el número de El Ruedo del 17 de octubre, remata:

...la Empresa de Madrid – que tan habituada nos tiene a las sorpresas de todo género – estuvo a punto de batir sus genialidades soltando para tres espadas que, por fuerza, habían de estar poco puestos, una seria, graneada y corpulenta corrida de toros, cuyos pesos no llegamos a conocer, pues en las novilladas no es preceptivo el cartel indicador... No fue la corrida de los señores Flores Albarrán, de Andújar, para ser lidiada como novillada por tres muchachos modestos. Tampoco juzguemos que los toros eran barrabases – aunque cuarto y quinto andaban cerca de ello –, pero si a su natural peligro se sumaba la inexperiencia de sus lidiadores y la poca forma de los picadores, en día que había mucho que picar, el resultado fue que un servidor de ustedes, que normalmente tiene entre 70 – 80 pulsaciones, salió de la plaza con taquicardia, provocada por dos horas y media de continuos sustos...

La historia nos enseña que las corridas de concurso – hoy un pretexto usado para limpiar corrales y potreros – en esos tiempos tenían sus motivos, sus plazas y sobre todo, categoría, así que el aseo se hacía desde los cerrados, enviando a las plazas lo que corría el riesgo de quedarse y si una corrida de toros se podía echar en una novillada, pues adelante… Esa es la impresión que dejan las relaciones acerca del encierro que se lidió ese domingo de hace 55 años.

La actuación de Gonzalo Iturbe

La prensa de Madrid que pude consultar fue despiadada con el diestro de Tlaxcala, pero en el número de El Ruedo ya citado, Antonio Abad Ojuel Don Antonio, escribió con algo más de pulcritud y de sensatez:

...Fue más anovillado – pero ya querrían novillos así en muchas corridas – el entrepelao cornalón que salió en tercera tanda para Gonzalo Iturbe, que, en una breve intervención en los toros de sus compañeros, me había dado medida de su poco placeamiento. Diré que el novillo tomó tres varas y un picotazo, y el mejicano lanceó con compostura y oyó palmas. Después..., corramos silencio sobre su labor, aunque este silencio venga estropeado por el trompetazo que señaló el primer aviso. Quiero hacer constar que no se dio prisa enviar el recado el señor presidente... El sexto, largo, enmorrillado. cornalón y manso, aunque pelea más y mejor con los caballos, es la segunda estación del calvario que para Gonzalo Iturbe ha sido esta tarde; quizá presintiéndolo, ya salió el muchacho vestido de nazareno y oro. Escuchó un aviso. Y si no hubiera estado en el ruedo un peón, que no identifiqué a la luz de los focos en que transcurrió la lidia, y cuya labor fue lo más torero de la tarde, la cosa hubiera ido peor... No soy aficionado sensiblero y creo que un toro, por toro que sea, no debe amilanar a un torero que sale en Madrid. Pero..., ¡eso de que fuese a salir, precisamente, para dos chicos triunfadores en las nocturnas y un debutante mejicano escaso de corridas...! ¿Es que no había otra oportunidad de dar suelta al toro – toro?

Como se puede leer, la oportunidad más bien fue un envío al cadalso de los novilleros actuantes, ante una real corrida de toros que debió tener otro destino y otros diestros para enfrentársele, pero dirían las crónicas de estos días, Gonzalo Iturbe resolvió esa papeleta con dignidad, que, por lo visto, no había otra manera de hacerlo.

El futuro de Gonzalo Iturbe

Regresaría a la Plaza México para torear dos novilladas en 1968, al principio – 14 de abril – y al mediar la temporada – 15 de septiembre – y recibiría la alternativa en la plaza de Tlaxcala el 10 de noviembre, de manos de Antonio del Olivar y llevando como testigo a Alfonso Ramírez Calesero Chico. Los toros que se lidiaron fueron de Piedras Negras, su casa. De acuerdo con los anuarios, esa fue la única corrida de toros en la que actuó, dando por terminada su etapa de vestir el terno de luces.

A partir del año de 1973, se dedica, junto con su hermano Javier, a la atención de la ganadería de su madre, doña Magdalena y a partir del año 2009, es titular de su propio hierro, teniendo su ganado en Amealco, Querétaro.

Hoy recuerdo este hecho, porque Gonzalo Iturbe fue el único novillero mexicano que actuó en plazas de España hace 55 años, ese solo hecho lo hace merecedor de ser recordado, independientemente de su resultado, que ya hemos visto, fue influido por causas ajenas al torero. Como apéndice diré, que por nuestros matadores de toros solamente torearon allá Raúl García y Gabriel España.

Retales de la prensa de la fecha

Álvaro Domecq anunció su despedida de los ruedos tras cortar dos orejas en Zaragoza, a un toro de Juan Pedro Domecq.

Palomo Linares anunciaba su salida para torear en Venezuela, Ecuador y Colombia, agregando que 72 de las 104 corridas firmadas a causa de dos percances. También comentó el gran triunfo que obtuvo en San Sebastián de los Reyes, cuando mató seis toros a beneficio de Manuel Álvarez El Bala, a quien se le amputó una pierna a causa de una cornada...

Ese 15 de octubre se guardó un minuto de silencio en recuerdo de Ángel Alcaraz Angelete, fallecido la víspera en Quintanar de la Orden, a causa de la cornada domingo 8 de octubre después de ser herido en Torre Pacheco, cuando alternaba con el murciano Pedruelo en la lidia de novillos de Sánchez Cajo. Fue herido por el tercero de la tarde, en el triángulo de Scarpa y el pitón penetró hasta la cavidad abdominal, donde un proceso infeccioso le causó la peritonitis que causó su deceso.

Y por último, Gregorio Sánchez, alternando con Martín Sánchez Pinto y Vicente Punzón, le cortó dos orejas a uno de los toros de Salvador Gavira que le tocaron en suerte en la plaza de Vista Alegre de Carabanchel.

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