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domingo, 18 de mayo de 2025

20 de mayo de 1975: Manolo Arruza confirma su alternativa en Madrid

Manolo Arruza inició su andar por los ruedos vestido de luces en ruedos de España. Se presentó como novillero en San Roque el 12 de agosto de 1972 y el siguiente año realizó ya una campaña en forma en aquellas tierras, en la que toreó 33 novilladas, a pesar de iniciar su actividad a partir del mes de julio por haberse fracturado una mano en los tentaderos del invierno, terminando la temporada como uno de los toreros del llamado escalafón menor más interesantes del ciclo, junto a Paco Alcalde y Carlos Escolar Frascuelo.

Regresaría a México para recibir la alternativa en Guadalajara, el 24 de octubre de ese 1973, de manos de Eloy Cavazos y con el testimonio de Curro Leal, con toros de Jesús Cabrera. Cerraría esa temporada aquí en México con 16 corridas toreadas.

El año de 1974 fue de una gran actividad para el hijo del Ciclón Mexicano, porque logró completar 42 tardes en ruedos de España, en una temporada en la que actuaron allá también los matadores mexicanos Mariano Ramos, Rafael Gil Rafaelillo y Manolo Martínez y los novilleros Marcos Ortega, Fermín Espinosa Armillita y Arturo Magaña. A esos festejos toreados en ruedos hispanos habrá que sumar los 14 que sumó aquí en México, incluida su confirmación de alternativa en la Plaza México el 22 de diciembre, de manos nuevamente de Eloy Cavazos y llevando como testigo a Pedro Gutiérrez Moya Niño de la Capea, con toros de Javier Garfias. En total ese 1974, sumó 56 corridas de toros entre España y México.

Un constante baile de corrales

La Feria de San Isidro del año 75 corrió del día 8 de mayo al 1o de junio de ese año, constó de dos novilladas y veintiuna corridas de toros. En las que observo con cierto asombro que Paco Camino y Rafael de Paula fueron anunciados con los toros de Palha, y el Niño de la Capea con los de Pablo Romero, ganaderías en estos días etiquetadas como duras, que tienen sus especialistas, y a las que las figuras se les enfrentan, si acaso, una vez en la vida, en medio de un preparado anuncio de una gesta extraordinaria.

La realidad es que de los encierros que se anunciaron a la afición y al público, muchos se quedaron en el papel, porque a pesar de que ya estaba en funciones el toro del guarismo, los problemas en la interpretación de lo que es el trapío y así, el encierro del 13 de mayo, de Amelia Pérez Tabernero fue rechazado desde el primer reconocimiento. Eso hizo que Eloy Cavazos se saliera de la combinación y su lugar lo ocupara Rafael Gil Rafaelillo, quien así cumplió su segunda tarde en el ciclo.

Igual, las corridas de Atanasio Fernández (día 23), José Luis Osborne (día 24) y Juan Pedro Domecq (día 31) fueron rechazadas en el reconocimiento y sustituidas por ensaladillas de sobreros de otras ganaderías. El criterio de las autoridades y de la afición madrileña iba cambiando y también, el de los veedores de don Livinio Stuyck, ya en su antepenúltima feria, estaba decadente, porque otros encierros fueron también rechazados en parte y remendados con sobreros de diversas procedencias afines a la empresa Nueva Plaza de Toros de Madrid, S.A.

El encierro para el 20 de mayo del 75

Omití deliberadamente en el apartado anterior mencionar que los toros anunciados para la décimo segunda corrida de ese ciclo isidril tampoco pudieron pasar el fielato del reconocimiento. El cartel originalmente presentado era con toros de los herederos de Carlos Núñez, propiedad de don Manuel González, para Palomo Linares, Francisco Rivera Paquirri y Manolo Arruza, quien confirmaría la alternativa.

El ganadero Manuel González era nada menos que el diestro sevillano retirado Manolo González, quien apenas el año anterior había adquirido de los hijos de don Carlos Núñez, el hierro, divisa y ganado que anunciaban como Churriana, encastado en lo de su casa y en donde mantenían reses marcadas con el hierro matriz y con el propio. Así, el encierro que escogió para presentarse en la capital española, era con seis ejemplares que llevaban en el anca la R circulada, razón por la cual se hizo ese extraño anuncio de su debut ganadero.

Pero la ocasión se frustró, porque el encierro no fue aprobado. Así lo contaba Manuel F. Molés en el diario madrileño Pueblo el día de la corrida:

Ayer ya lo contaba, empezó el baile de los rechazos. De los ocho toros de Martín Berrocal quedaron cinco y se les añadió un Murteira. Primer aviso para la «semana comercial» que estamos viviendo ya. Y eso que los Núñez del presidente del Huelva eran de lo más digno que hemos visto en muchos años dentro de esta ganadería. Pero la «debacle», lógica, cantada y supuesta, había de llegar con los otros Núñez de don Manuel González. Una corrida mínima de trapío, que no se ha prestado siquiera a la discusión. Por eso los veterinarios, de buenas a primeras, han dicho que no había nada que hacer y la han rechazado de plano. Los toritos del señor González van a ir por donde han venido, por atreverse a acudir a donde nunca debieron. Así pues, la danza, anunciada ayer desde esta sección, acelera su ritmo y todavía queda baile. Todavía, hasta que toreros, empresa y ganaderos se enteren, de una vez y para siempre, de que el medio toro ya no tiene acomodo en Madrid...

La corrida fue sustituida por una de Benítez Cubero, que según a quien se lea, tuvo o no tuvo trapío. La reseña del encierro a la vista del sorteo, refiere que eran los siguientes:

En la tarde de hoy se lidiarán toros de Benítez Cubero, por el siguiente orden: «Loco», número 18, 561 kilos. «Conductor», 14, 538. «Cistrado», 33, 549. «Lanero», 56, 532. «Difamado», 17, 529. Y «Peluso», 37, 537. Como sobrero va el toro 131, «Merleto», de 567 kilos en vivo, de la ganadería de Higuero...

Con esos mimbres se daría la confirmación de alternativa de Manolo Arruza.


Una confirmación envuelta en un denso aire de nostalgia

Las relaciones de todos los diarios hacían referencia en mayor o menor medida, a que, en la fecha, se cumplían nueve años del fallecimiento de Carlos Arruza, padre del toricantano. Quizás los apuntes más sentidos en ese aspecto, fueron los de Francisco Baruqui, en el diario tapatío El Informador y de Antonio Bellón, al entrevistar a don Andrés Gago, apoderado del confirmante y que lo fuera también de su padre, en Pueblo, de la que recojo:

Andrés Gago estaba en el burladero de apoderados, con la colilla de su puro mantenida por un palillo, quemando tabaco y nervios. Y fue justo al final de la primera faena de Manolito, en el momento en que el chaval recibía la oreja, cuando Andrés no pudo más y rompió a llorar. «Es un momento – decía – muy difícil para mí. Son demasiados recuerdos... Si Carlos pudiera ver a su hijo...» «¿Recuerda mucho Manolo a su padre, don Andrés?» «Sí, se parecen. Pero Carlos era un hombre y Manolo es un chiquillo...» Y no pudo más, Rompió a llorar. Hay que decir que Andrés Gago había dejado de esta profesión de apoderar y que regresa a ella por fidelidad y cariño hacia Carlos...

Por su parte, Vicente Zabala Portolés, en el b madrileño, es más severo y hasta exagerado en su valoración de lo realizado por Manolo en el toro de su confirmación:

Manolo, que había banderilleado con más voluntad que acierto, pues el astado esperaba y desarmaba con sentido, se empleó en un trasteo aseadito con ambas manos. El chico se quedó quieto y sacó los muletazos limpios y ajustados entre el beneplácito general. Manolo Arruza, pese a su apellido, no venía con la vitola de figura. El hombre no se permite improcedentes exigencias. Mató de una estocada baja y se le concedió una oreja que algunos protestaron. El recuerdo de su padre, muy querido en Madrid en una época triste y angustiosa para el país, flotaba en el ambiente. Por la voluntad del muchacho y por las añoranzas de tiempos que, históricamente, no fueron mejores en ningún sentido, se le otorgó el trofeo...

Para él, la oreja que cortó y que resultó ser la única de la tarde, fue más que nada, un reconocimiento a su ascendencia torera y no precisamente un premio a su labor ese día. A veces, los escribidores de toros, por mucho que entiendan, exageran en el rigor de sus apreciaciones como en esa tarde lo hizo don Vicente.

Decía arriba que don Francisco Baruqui también cubrió el festejo, aprovechando su anual asistencia al ciclo isidril. Entre otras cuestiones escribió:

Si Carlos Arruza viviera... Feliz, muy feliz que estaría. Manolo, su hijo torero ha hecho honor en la arena misma que pisara su padre y en la que tantas y tantas huellas dejara, a la casta torera, al profesional orgullo, al amor propio por ser... un Arruza... A nueve años de la muerte de su padre, hoy, en este día, una habitación del hotel Gran Vía, antiguo, incómodo, albergaba como años atrás, a otro Arruza... Ayer a Carlos, hoy a Manolo... Y qué torero ha estado, principescamente vestido con terno champaña y oro, luciendo añejo capote de paseo que de su padre fuera, confirmó su alternativa. Ha cortado oreja. De su capotillo salieron, echándose a la espalda, con gallardía, serie de ceñidas gaoneras que arrancaron los primeros olés. Con los palos, seguro, preciso, certero, haciendo gala de facultades y conocimiento pleno de los terrenos. Ha clavado por ambos lados y al sesgo, al cuarteo. Uno impresionante, citando sobre el estribo de frente al toro y en corto palmo que levantó al público de sus asientos. Con la muleta asentado, tranquilo, centrándose estupendamente con un toro un poco tardo, pero con son y clase que le ha permitido estar a mucha altura... Series medidas de ayudados por bajo con la derecha, naturales espléndidamente rematados. Todo a la distancia justa, ni un paso más, ni un paso menos. Las palmas fuertes le habrán sonado a gloria, ha triunfado. Dejando una entera desprendida se ha hecho merecedor de una oreja. Vuelta entre aplausos... Manolo Arruza cayó de pie...

La descripción de la actuación de Manolo Arruza en esta relación me parece la más completa y quizás la menos sesgada, por una razón que veremos más adelante.

También Alfonso Navalón escribió una interesante crónica del festejo, pero, la dedicó a señalar la falta de trapío de los toros de Benítez Cubero, a tundirle a Palomo Linares por hacer que, con su presencia, lleguen a las plazas los perritoros, y en un alarde de displicencia, le dedica el párrafo final a Paquirri, a quien llama rico de pueblo que va a un baile de disfraces por llevar un vestido bordado en pasamanería. Del confirmante, ni se acordó. 

El fruto de una buena tarde

El mismo día que Manolo Arruza confirmaba en Madrid, Rafael de Paula armó una bronca grande en Barcelona al negarse a matar un toro. Por esa razón, la Dirección General de Seguridad le impuso una suspensión de seis meses – misma que sería revocada unos cuantos días después – por lo que no podría cumplir de inmediato, su compromiso en la corrida del siguiente día 26 en la Feria de San Isidro.

El cartel de ese día 26 de mayo estaba formado originalmente por Rafael de Paula, Paco Camino y Francisco Ruiz Miguel, con toros portugueses de Palha. Ya recompuesto por la suspensión del torero jerezano, quedó con los toros portugueses para Paco Camino, Ruiz Miguel y Manolo Arruza. Allí también hubo baile de corrales, pues solamente se aprobaron tres de los de Palha, completándose el lote con otros tantos de don Joaquín Buendía.

Para terminar, una nota luctuosa

La prensa que refería la confirmación de Manolo Arruza, también daba a conocer que la noche de ese día 20 de mayo de hace 50 años, falleció don Rodolfo Gaona a la edad de 87 años, en la Ciudad de México.

Apenas el 12 de abril se había conmemorado el cincuentenario de su triunfal despedida de los ruedos, pero desde el día 15 de mayo, el Califa de León había dado muestras de deterioro en su salud y fue ingresado en el Sanatorio Español para ser atendido.

Sus hijos Rodolfo y Enrique comentaron en su día a los medios de comunicación que Gaona comenzó a dar muestras de agotamiento físico, pero sin presentar síntomas de alguna enfermedad, porque siempre fue un hombre saludable, por lo que consideraron, junto con los médicos que lo atendieron en este último trance, que su muerte fue por causas naturales.

Sus funerales se llevaron a cabo al día siguiente y fue sepultado en el Panteón de Dolores, con la compañía de su familia y de varios toreros como Jesús Solórzano, Luis Castro El Soldado, Heriberto García, David Liceaga, Andrés Blando, Alfonso Ramírez Calesero, Joselito Huerta, Manuel Gutiérrez Espartero y Joaquín Rodríguez Cagancho.

La oración fúnebre la pronunció Roque Armando Sosa Ferreyro Don Tancredo quien entre otras cosas dijo:

Ayer las campanas de León tocaban a gloria por los éxitos del torero. Hoy, las campanas de México doblan a duelo para decir adiós al grande hombre, quien nos deja un recuerdo inolvidable: sus triunfos en los ruedos y la lección ejemplar de su existencia.

Hasta la próxima semana.

domingo, 13 de abril de 2025

A un siglo de la despedida de los ruedos de Rodolfo Gaona (y VI)

12 de abril de 1925: Rodolfo Gaona se despide de los ruedos

Cuando Rodolfo Gaona preparaba ya lo que sería su última campaña en los ruedos, celebró varias reuniones con Carlos Quirós Monosabio, para preparar la obra que se anunció como el libro íntimo de Gaona, titulado Mis Veinte años de Torero. En ese interesantísimo recuento, publicado primero por entregas en El Universal Taurino, el Califa de León explicó en la parte final una parte de los motivos – taurinos – que lo hacían apartarse de los ruedos. En el capítulo veinte de dicha obra, entre otras cuestiones, el torero hace estas reflexiones:

Pues sí: ya es tiempo. Después de veinte años de pelea, creo que se ha hecho bastante en todos sentidos... Hay que ir pensando en “pirarse”. Y está decidido: me voy... ¿Cuándo? Cualquier día. El menos pensado. Antes de lo que algunos puedan creer... Me siento en pleno goce de todo mi poder. Estoy fuerte. Puedo con el toro... Juzgo que mi misión ha quedado cumplida... Sin alardes de ninguna especie, estoy convencido de que mi carrera ha sido una de las más difíciles, porque fue una pelea sin tregua. Aquí y en España siempre me han echado un contrincante con quien disputar las palmas. No se ha querido que descanse, y de lo que yo haga depende el éxito de las temporadas de México... Toda fuerza tiene su límite... Me voy satisfecho porque no me han vencido, y de que en el último momento supe conservar el puesto que los públicos me dieron...

La principal razón taurina de Gaona para irse de los toros es la que compele a casi todas las figuras del toreo que se retiran en su plenitud: la desmedida exigencia de los públicos a partir de la capacidad reconocida a la figura en turno. Y cierto es también, como lo afirma el Petronio, que toda fuerza tiene un límite, por lo que llega un momento en el que hay que buscar el momento de dejar el sitio a los que vienen llegando atrás, eso sí, sin claudicar y defendiendo hasta el último instante el sitio conseguido delante de los toros.

Los prolegómenos de una despedida triunfal

La corrida de la despedida de Rodolfo Gaona fue organizada por el propio torero y su entorno. Si bien ocurrió en las inmediaciones de la temporada 1924 – 25, se celebró un par de domingos después de que esta concluyera. A propósito de la forma en la que este festejo fue confeccionado, escribió Rafael Solana Verduguillo:

“Monosabio” y yo estuvimos días antes a ver a Gaona, tratando de convencerlo de que no se fuera. Alegamos mil cosas... Gaona me escuchaba viendo el humo de su cigarrillo que se perdía en el infinito... Cuando yo terminaba de hablar, recogía el hilo de la conversación “Monosabio”... Gaona, cuando contestaba algo, decía siempre lo mismo: “Esto está resuelto: lo he meditado mucho, y se acabó” ... No tuvimos más remedio que conformarnos. Y nos pusimos a hablar sobre el cartel que había preparado para la tarde de su despedida; nada había resuelto... Estaba en México un torero, bueno nada más, muchacho atento y caballeroso que se hacía simpático no solo por su comportamiento en la plaza, sino por sus buenas maneras de gente educada. Se llamaba Rafael Rubio y lo apodaban "Rodalito". Juzgándolo oportuno, eché un capotazo a su favor, diciéndole a Rodolfo: La plaza se llenará con cualquiera que esté al lado tuyo, pon a “Rodalito” que te cobrará poco, y le darás una buena oportunidad a este muchacho para que se haga cartel en México... Y ya que se habla de oportunidad, dijo don Carlos Quirós, yo también quiero hacer una petición... ¿Cuál?, preguntó Gaona... Que pongas de sobresaliente a Pepe Ortiz, aunque no sea más que para que haga el paseíllo al lado tuyo... Bueno, ¿ya no quieren pedir más?, preguntó Rodolfo entre serio y gracioso. Yo le respondí: Hemos venido a pedirte que no te vayas, pero ya que “está todo resuelto”, cualquier cosa que te pidamos ahora es poco... Bueno, dijo Rodolfo; hablaré con “Rodalito” y con Pepe Ortiz hablará “Chano”, y le dirá que torea de sobresaliente. ¿Alguna otra cosa? ... Nos despedimos porque ya Rodolfo comenzaba a impacientarse...

No tengo manera de comprobar la veracidad de las afirmaciones de Verduguillo, pero del desarrollo de la prensa de la época, se advierte que él y Monosabio eran los escritores de toros más cercanos al torero de Guanajuato, así que tampoco me queda mucho espacio para dudar de la certeza de esas afirmaciones.

Rafael Rubio Rodalito, torero albaceteño alternativado por Luis Freg en 1922 y que tendría que esperar para confirmar en Madrid por Larita hasta agosto de ese 1925 cobra relevancia en la historia del toreo por un par de acontecimientos en su andar por los ruedos. El de más trascendencia, creo, es el haber actuado en la tarde postrera del Califa de León y el otro, es el haber sido participante en unas corridas de toros que se dieron en el Estadio Nacional de Roma los días 22, 29 y 3 de julio de 1924, alternando con Pedro Basauri Pedrucho. Del sobresaliente, Pepe Ortiz, solamente he de decir que es conocido universalmente como El Orfebre Tapatío y es el creador de algunos de los más hermosos quites que la tauromaquia reconoce en estos tiempos que corren.

La última tarde

La corrida se anunció para las tres y media de la tarde del domingo 12 de abril de 1925. Se lidiarían dos toros de Atenco, dos de San Diego de los Padres y dos de Piedras Negras por Rodolfo Gaona, quien se despedía de los ruedos y Rafael Rubio Rodalito, fungiendo como sobresaliente de espadas, José Ortiz. Las puertas de la plaza se abrieron refiere la prensa de la época, a las once de la mañana y alrededor de las dos de la tarde comenzó a lloviznar. Afortunadamente, a la hora del inicio del festejo, el cielo comenzó a abrirse y dejó de llover.

La tarde de Gaona tuvo lucimiento en dos toros, el quinto de la corrida y tercero de su lote, Veguero, número 17, de San Diego de los Padres, faena brindada en comandita al Secretario de Agricultura, Ing. Luis L. León, al Lic. Miguel Alessio Robles y al Gral. Arnulfo R. Gómez y de la que el corresponsal del diario tapatío El Informador, escribió:

En el quinto, el Indio deslumbra al público con nueve verónicas, de las cuales tres fueron coreadas y tres aplaudidas... Gaona comienza por sentarse en el estribo y así da un colosal pase por alto, luego de pie hace el de la firma, después cinco naturales con la izquierda, uno de pecho, otros tres naturales y uno de pecho, aquí escucha una gran ovación. Después un molinete entre los pitones, saca un pase ayudado con los pies clavados, vienen otros altos, que constituyen el delirio del público, que no descansa de aplaudir; caen al ruedo sombreros, bastones, se escuchan dianas, y después de que cesa un poco la ovación, el Indio continúa la faena y saca un pase de pecho, otro rodilla en tierra, se tira a matar y deja un pinchazo, después otro más y por fin deja una honda con que hace morir al bicho. Entonces escucha Gaona una ovación que se prolonga por cinco minutos, en cuyo tiempo da varias vueltas al ruedo en medo de un repiqueteo de campanitas...

Pero Gaona no pensaba irse con ese resultado y pidió que le echaran el sobrero. Y así salió en séptimo lugar Azucarero, cárdeno, número 20, de San Diego de los Padres. La crónica de El Universal Taurino, seguramente escrita por Verduguillo, está firmada por La Afición y acerca de esta última faena, relata, a la letra:

Un bonito ejemplar de San Diego de loa Padres llamado “Azucarero”, marcado con el número 20, berrendo en cárdeno y recogidito de pitones. Hizo salida de toro de bandera y a fe que resultó un azucarero, pues no era otra cosa que miel, rica miel de San Diego de los Padres, de la cual gustó el Califa hasta empalagarse. Remata el regalito en las tablas, acude con valor a los montados, ocasiona un tumbo a Conejo Grande, después otro a Guadalupe Rodríguez a quien hace el quite Gaona con una serie de verónicas de esas que ya no tienen calificativo, por lo grandes y remata con una larga vistosa. La ovación es imponente. Guadalupe Rodríguez, que ha sido arrastrado por su cabalgadura, hace coraje, monta otra vez y arrea un puyazo archimonumental, el puyazo de la temporada, nada menos; recargó con maestría, chorreó el palo y no se dejó desmontar, marcando la salida colosalmente. No se sabía para quien era la ovación que todavía duraba, si para el Gran Gaona o para el magnífico picador Guadalupe Rodríguez… Gaona coloca cuatro pares de banderillas; dos al cambio, uno de poder a poder y un cuarteo superior. ¿Para que repetir que se provocó el delirio en este tercio y que las manos se cansaron de tanto aplaudir? … Y vino la mejor, la última faena del maestro, que principió con el pase de la muerte; después obsequió a “Azucarero” con dos ayudados por alto, dos de pecho, un natural, uno de tirón, un ayudado por abajo, se cambia la muleta de mano y sigue dándonos la última emoción de la temporada… Hay en la faena de Gaona todo el arte que sabe doblegar, toda la finura de su estilo. La plaza entera parece venirse abajo. Ahora sí, “Las campanas de León tocan a gloria” … Pero el maestro se hartó de torear y “Azucarero” llegó a la muerte un tanto aplomado, lo que contribuyó a que Rodolfo pinchara cuatro veces y acabara en una estocada. Todo esto deslució la faena…

Esta última faena resultó ser el epítome de la tauromaquia de Gaona, salvo por sus desaciertos con la espada, siendo que siempre fue un estoqueador seguro. Pero la afición supo reconocerle, aún con esos fallos, la grandeza con la que se estaba despidiendo de los redondeles.

Rodolfo Gaona se retiró de la plaza en cuanto se preparaba el arrastre del toro. No esperó la ocasión de ser sacado en volandas y en olor de multitudes. Así lo cuenta el cronista del Universal Taurino:

La banda tocó la vieja pieza de “La Golondrina” y Rodolfo agradeció la ovación desde los medios. Y cuando todo el mundo creyó que el Indio aún estaba en la plaza para esperar el complemento de su homenaje, resultó que se había marchado y sin decirnos “adiós”…

No me queda la menor duda de que Rodolfo Gaona supo ser, pero también supo dejar de ser…

El día después

El Universal Taurino reunió en una edición especial numerosas colaboraciones de las principales plumas de la época con reflexiones acerca de lo que representó el adiós de Rodolfo Gaona. Así, podemos leer en sus páginas opiniones, positivas todas, de autores como Ángel Caamaño El Barquero, Tomás Orts Ramos Uno al Sesgo, Maximiliano Clavo Corinto y Oro, y el mismo Eduardo Pagés de España y de México, indudablemente, los nombrados Verduguillo y Monosabio así como también de hombres de letras como el Académico de la Lengua don Luis G. Urbina y muchos otros más. De entre ellas, tomo una breve reflexión de lo que en esos días escribió el acalitano don Luis de la Torre El – hombre – que – no – cree – en – nada acerca de la despedida del diestro leonés:

Las corridas de toros seguirán siendo el gallardo espectáculo de siempre, lleno de inusitado espectáculo, de alegría incomparable, de atractivo sin límites; seguiremos presenciando lidias pletóricas de incidentes sugestivos y bellos, y no veremos desaparecer de los espectadores esos apasionamientos creados por el partidarismo que solamente encuentra asiento entre los aficionados a la fiesta brava... Pero, ¿quién podrá negar que la retirada de Rodolfo Gaona haya muerto la figura más gigantesca con que ha contado el toreo? Vino Gaona. Se ha ido Gaona. La fiesta seguirá siendo la misma. Pero la historia tendrá que señalar un periodo de veinte años como excepcional, por haber figurado en él el mago del toreo, el único que merece el título de ÚNICO…

Unas reflexiones personales

De las propias expresiones de Gaona, considero que bien hubiera podido mantenerse en el superior primer plano que guardaba un par de temporadas más, para ceder el testigo a quien habría de sucederlo. Afirmo lo anterior, porque 232 días antes, vestido de corto, se había presentado en El Toreo de la Condesa un chiquillo nacido en Saltillo, hermano del torero que había alternativado el 30 de noviembre de 1924. ¿Su nombre? Fermín Espinosa Armillita Chico y al domingo siguiente, en la placita de Chapultepec, ya vestido de luces, volvió a poner a la afición de cabeza. La historia nos deja claro que la sucesión se produjo, pero la sede quedó vacante al menos un par de años.

Después, unas semanas antes de ese 12 de abril, El Universal Taurino publicó que el Califa de León había contraído matrimonio con doña Enriqueta Gómez, madre de sus hijos Rodolfo y Enrique. Quiero pensar que también esa fue una de las razones de peso que le llevaran a afirmar con contundencia, que todo estaba decidido y que le dieron la firmeza necesaria para respetar la decisión tomada y también a la afición, no volviendo a vestir el terno de luces desde esa fecha.

Por último. Se ha cumplido un siglo de la despedida de los ruedos de Rodolfo Gaona. Reitero, una auténtica despedida, porque nunca más volvió a vestir el terno de luces, por razón alguna. ¿Se imaginaría el Califa que su legado solamente permanecería vigente apenas cien años y que se intentaría sepultar por un puñado de insensatos?

domingo, 9 de febrero de 2025

10 de febrero de 1980: Aciago final de la única campaña mexicana de Rafael de Paula


Cuenta Andrés Luque Gago en sus memorias toreras que para la temporada invernal 1979 – 80, José Ignacio Sánchez Mejías y Manolo Chopera, apoderados de Rafael de Paula, le arreglaron una gira por plazas americanas:

Podría decirse que Rafael de Paula fue un premio final a mi larga trayectoria, un lujo para cualquier banderillero... Lo apoderaban Manolo Chopera y José Ignacio Sánchez Mejías, de lo que podría deducirse que fue éste quien propició la llamada de su hermano Pepe a principios de 1979. Me aseguró que tenían previstas unas cincuenta corridas en España y unas diez en América y que iría a aquel continente con él... No estaba seguro de que pudiese torear tantas corridas, el año anterior se había lesionado la rodilla, afectada de un problema congénito, en la plaza de toros de Bayona... (Andrés Luque Gago en Recuerdos de un torero, 2011)

Dadas las circunstancias, podía suponerse válidamente que las fechas americanas a las que hace referencia don Andrés tendrían verificativo en las plazas que sus apoderados controlaban ya en aquellos días al Sur del Ecuador. Pero al menos para quienes en esos días residíamos en la capital mexicana, el miércoles 24 o el jueves 25 de enero de 1980, el doctor Alfonso Gaona, al presentar el cartel de la séptima corrida de la temporada 1979 – 80 de la Plaza México, sorprendió a todos anunciando la confirmación de alternativa de Rafael de Paula para el domingo 27 siguiente, quien no estaba anunciado en el elenco del derecho de apartado.

La tarde de la confirmación de Rafael de Paula queda así, como una fecha señalada en la historia del toreo, pero sin ningún hecho artístico resaltable para contar. Por cuestiones del convenio, el torero jerezano tenía que actuar al menos en tres corridas aquí en México, así que el siguiente domingo 3 de febrero, en Acapulco, toreó mano a mano con Miguel Espinosa Armillita Chico, lidiando dos toros de Villa Carmela y otros dos de Peñuelas y las cosas quedaron listas para que terminara su paso por nuestros ruedos el 10 de febrero, nuevamente en la Plaza México.

La novena corrida de la temporada 1979 – 80 

Para ese domingo 10 de febrero de 1980, el doctor Gaona anunció un encierro de Rancho Seco, que festejaba el cincuentenario de su presentación en la capital de México, para Rafael de Paula, Curro Rivera y Miguel Espinosa Armillita Chico. No debo dejar de decir que quienes estuvimos en posibilidad de asistir a esa corrida esperábamos que el torero gitano nos retribuyera lo que había dejado pendiente dos semanas antes, pero en los hechos, la realidad fue bien distinta.

Escribe Carlos Loret de Mola Médiz, firmando como Luis Soleares, en el diario tapatío El Informador del día siguiente al de la corrida:

Rafael de Paula naufragó ante sus dos enemigos y escuchó una bronca de órdago después de cada uno de ellos, con multitudinario coro de “¡ratero, ratero!”. El juez, además, lo multó con cinco mil pesos por su desaprensiva actuación con el primero, y con diez mil por su segundo fraude al público, con el cuarto. Un verdadero desastre. Su segundo adversario era burriciego; pero el primero pasaba bien, y Paula lo eludió y mató rápidamente… ¿Qué de bueno podría decir de Rafael de Paula? Ni siquiera el terno: un vino obscuro con adornos negros, como si estuviera de luto por su actuación. Ni una sonrisa, ni un lance, ni un pase. Lo que se llama nada. Al primero debió torearlo. Era imperativo categórico de dignidad hacerlo, porque se trataba de un ejemplar de respeto y calidad. Sólo le espantó las moscas huyendo de él, y le sepultó la espada desprendida para una muerte fulminante y cruenta. Bronca grave y multa de cinco mil pesos. El cuarto era burriciego, pero “El Gitano” huyó de su embestida igual que había hecho con el anterior. Le metió una estocada trasera y luego otra delantera. Con los dos estoques puestos, el toro se entregó, mientras el ruedo se cubría de cojines, envases de cerveza e injurias. Paula es, o era un diestro fino con el capote. Desigual y miedoso, tenía sin embargo actuaciones artísticas. En la Feria de San Isidro en Madrid – mayo de 1979 –, probablemente perdió el sitio al ser peligrosamente cogido en su segunda actuación, tras una tarde de éxito para él. Lo de ahora denota que no ha recuperado el aplomo. Ojalá tenga un mañana, lo que, por lo que a México se refiere, parece imposible…

Loret de Mola no es ni comedido ni piadoso con su narración de lo sucedido esa tarde. Estuve presente en la plaza y creo que es una de las broncas más grandes que he tenido oportunidad de ver en casi seis décadas de ver toros. Y es que el torero simplemente salió a despachar a sus toros sin mayor trámite. Entiendo que, como dice don Daniel Medina de la Serna, eran en principio a contraestilo, pero apenas entró en probaturas antes de montar la espada.

Otra cuestión que aborda Luis Soleares es la de la probable falta de sitio a causa de las crónicas y recurrentes lesiones de rodillas que padecía el torero de etnia gitana. Cita en particular un percance sufrido el 26 de mayo de 1979, en la Feria de San Isidro de Madrid, en una corrida en la que Rafael de Paula se había quedado con tres toros de la corrida y en un alarde de torería, realizó un quite a un toro con peligro, yéndose él también a la enfermería, y quedando trunco el festejo. En esa oportunidad, en principio, se le diagnosticó una conmoción cerebral, aunque posteriormente se le detectó esa lesión articular.

Por su parte, don Andrés Luque Gago, quien decíamos, venía como peón de confianza del torero, cita también la cuestión de la lesión articular en sus memorias toreras, pero ya decíamos que fija el origen de la misma en un festejo celebrado en la plaza francesa de Bayona y de estos festejos en la Plaza México, recuerda:

Como estaba previsto, viajamos a América, a Colombia y a Méjico, donde cumplí un viejo sueño, torear en la Plaza Monumental... La ruptura de los convenios había impedido que hubiese toreado allí antes... Creí que ya no lo haría nunca... Toreamos dos corridas en la Monumental de Méjico y los toros no ayudaron, salieron con poco recorrido, escaso juego, e incluso con peligro sordo. Llevé el peso de la lidia en los cuatro, y les pude... Me proclamaron banderillero triunfador de la temporada y me concedieron el trofeo correspondiente...

Efectivamente, Andrés Luque Gago fue el ganador del Trofeo Domecq al mejor peón de brega de esa temporada y en ese par de tardes si alguien brilló fue precisamente este gran torero de plata, quien derrochó torería a raudales.

Los ecos de una tarde desdichada

Los sucesos de esta corrida de toros no se quedaron para consumo local. El diario ABC de Madrid les dedicó un espacio en su sección La Fiesta Nacional en su edición del 13 de febrero de 1980, en el siguiente tenor:

México, 12 (EFE). – Casi toda la crítica mexicana coincide en calificar pésimamente la labor del torero Rafael de Paula en su última actuación en el coso de la capital azteca… «Por favor, no más arte gitano». «¡Qué malo es!». «Gran bronca armó De Paula en la México». «El gitano De Paula, bandido tramposo de siete suelas», son algunos de los titulares que hoy comentan el fracaso del torero jerezano… En cuanto a la multa por 15,000 pesos (unas 45,000 pesetas) que el presidente de la corrida, Jesús Dávila impuso ayer al diestro «calé», se dividen las opiniones, pues una mayoría opina que, de acuerdo con el Reglamento, la sanción, e inclusiva el arresto, solamente caben cuando el torero falta al respeto al público o a la autoridad… Dávila explicó que: «a su juicio no sólo se falta al respeto al público cuando el torero se encara con él, sino cuando no pone de su parte ni un mínimo esfuerzo para cumplir con decoro»…

No debo dejar de aclarar que el jefe de la información taurina del ABC madrileño era en esos días Vicente Zabala Portolés y que, en esos tiempos, Rafael de Paula no era precisamente, uno de los toreros de su estimación. Tanto así que el día aquel de la faena del toro de Martínez Benavides en Madrid, escribía que la plaza de Las Ventas había sido rebajada a ser un inmenso tablao flamenco… Entonces, tenía árbol caído para hacer leña.

Una reflexión final del torero

En una interesantísima entrevista realizada por José Antonio Ayuste, Rafael de Paula se autodefine en la siguiente forma:

Yo podré haber sido mejor o peor torero, pero de lo que estoy seguro es de que el torero de más mérito en la historia del Toreo he sido yo. He sufrido mucho con mis rodillas. Operaciones, problemas..., y por culpa de mis maltrechas rodillas siempre he estado a merced de los toros. Muchas veces me he dicho delante del toro que sea lo que Dios quiera. Estoy convencido de que yo podría haber sido un torero de historia. Con mis condiciones de torero estoy convencido de que podría haber entrado en la historia del Toreo. Un torero inválido, como he sido yo, ha matado siete corridas de seis toros. Respecto a si me he dejado algo en el tintero, he de decirte que por supuesto que sí. Los toreros se retiran sin haber hecho su faena soñada. Sin haberse realizado completamente. Los toreros se mueren sin entender completamente el misterio del toreo. Ni siquiera aquellos que han pasado a la historia por haber sido los más listos e inteligentes. El toreo es un misterio que nadie ha logrado entender jamás…

Así ha sido el paso de uno de los grandes genios del toreo que han pisado el ruedo de la plaza de toros más grande del mundo, hace 45 años.

domingo, 21 de enero de 2024

20 de enero de 1974: Triunfo y escándalo en la Plaza México

La temporada 1973 – 74 de la Plaza México seguía dando tema para la discusión a la afición mexicana domingo a domingo y la séptima corrida del serial no sería la excepción, porque la terna integrada por Manolo Martínez, Adrián Romero y Pedro Gutiérrez Moya El Niño de la Capea, enfrentando un encierro de don Reyes Huerta, atrajo una gran concurrencia al coso de la Ciudad de los Deportes y después de concluido, dejó hechos para la historia y para la memoria.

Manolo Martínez y El Niño de la Capea habían ya tenido actuaciones con claroscuros en el serial, puesto que, en la segunda fecha, a ambos se les fue vivo uno de los toros de Mimiahuápam que les tocó en suerte. El de Monterrey vio volver a los corrales a Campanero el 4º de la tarde y por su parte, El Capea no pudo finiquitar a Nene, el cierraplaza, por lo que también regresó vivo por la puerta de toriles.

En la tarde de esta séptima corrida se conjugarían muchas cuestiones, pero sucedería un hecho inédito, creo que, en la historia universal de la fiesta, según podremos ver a continuación.

Manolo Martínez y Huapanguero

El cuarto de la tarde se llamó Huapanguero, número 19 y se le anunciaron 492 kilos en la tablilla. Las relaciones refieren que hizo cosas de manso a su salida, saltando incluso al callejón. No obstante, por alguna razón Manolo se empeñó en realizarle una faena meritoria con la muleta, por lo que se enzarzó con él en una larga serie de tandas de muletazos, con resultados que no terminaron por trascender a los tendidos. Escribió el corresponsal de la agencia EFE, para el semanario madrileño El Ruedo fechado el 22 de enero siguiente:

En el cuarto, faena empeñosa, que en un momento dado dividió opiniones, para luego unificarlas cuando dio una tanda de derechazos muy templados… Prolongó tanto la faena, que escuchó un aviso. El diestro, encorajinado, arrojó la muleta y se metió entre barreras, ordenándole la autoridad a volver al ruedo…

Por su parte, Daniel Medina de la Serna, en su Historia de una Cincuentona Monumental…, refiere con su particular estilo, lo siguiente:

…el de Monterrey protagonizó uno de sus escándalos más recordados: resulta que se eternizó muleteando a “Huapanguero”, cuarto de la tarde, hasta llegar al tiempo límite que señalaba el reglamento, por lo que el juez Jesús Dávila, considerando que sólo los diamantes son eternos y no los trasteos anodinos, le hizo sonar el primer aviso, por lo cual el de Monterrey se sulfuró, se enchiló como se dice vulgarmente y botó rabioso muleta y estoque y lanzando miradas flamígeras hacia el palco de la autoridad fue a meterse al burladero de matadores para que empezara el sainete, el usía a ordenarle que matara al toro y el torero que no, que no y que no; muchos del callejón le aconsejaban que cumpliera con su obligación y otros que hacía bien en negarse, para algo era el rey absoluto de la tauromaquia nacional, lindando sus atributos con los de un dios; el público tomaba partido según sus simpatías o antipatías y aquellos se volvió un pandemónium…

Total, que el torero no salió y sonaron los dos avisos siguientes. Entonces, Manolo Martínez tomó espada y muleta y volvió al ruedo y se puso a torear… Fueron diez muletazos intensos, con la gente en las gradas entregada a lo que hacía y se tiró a matar, dejando una buena estocada. Sigue diciendo la crónica de El Ruedo:

Dobló el toro y salieron los mansos en ese momento, embistiendo uno de ellos a Manolo, y al hacerle el quite, Chucho Morales resultó arrollado, sufriendo la fractura del brazo derecho. La gente se puso del lado de Martínez, abucheando a la autoridad y arrojando almohadillas. Hubo petición de orejas, que no se concedieron, y el diestro dio tres vueltas al ruedo…

Al final de cuentas, Chucho Morales no tuvo fractura en su brazo derecho, solamente un traumatismo de consideración.

Manolo Martínez fue propuesto para una sanción pecuniaria de $50,000.00, misma que quedó reducida a la quinta parte cuando la autoridad la calificó. Dice la información de El Ruedo salido a la venta el 29 de enero de 1974:

Todo esto se ha traducido en una gran publicidad para el torero regiomontano, mientras la parte sana de la afición señala que: «Manolo Martínez no sólo debe pagar la multa de diez mil pesos, sino añadir otros diez mil, porque el incidente del pasado domingo le permitió convertir en un triunfo lo que era una actuación mediocre» … Una gran faena de Pedro Moya «Niño de la Capea» había borrado del mapa a Martínez, cuando el gesto alterado que tuvo ante él primer aviso, arrojando la muleta y metiéndose al callejón, hizo reaccionar a una gran parte del público a su favor…

Todo es según el color del cristal con que se mira.

Nota al canto: Un clip de video de unos seis minutos y medio, con un resumen de la actuación de Manolo Martínez esa tarde, se puede ver en este lugar del sitio de Facebook de la Filmoteca José Luis Salgado.

El Niño de la Capea y Alegrías

El tercer toro de esa misma corrida se llamó Alegrías y fue el que permitió a Pedro Gutiérrez Moya el rehacerse ante la afición de la capital mexicana, después de que en su segunda actuación se le hubiera ido vivo un toro. Esto le contó a Víctor José López El Vito:

...El pasado 20 de enero se cumplió otro aniversario de una de las siempre recordabas faenas en la Plaza de Toros Monumental México. Fue, en 1974, al toro “Alegrías” de Reyes Huerta. El salmantino, desde su finca, echa mano de la memoria… Fue la tarde que México me adoptó. Relata Capea… Yo arreglé mi bronca con un gran toro de Reyes Huerta, “Alegrías”. Manolo estuvo mal y se descaró con el juez de plaza. Le multaron, le pegaron una gran bronca y desde el tendido le amenazaban con improperios…

Y es certera la remembranza del torero salmantino, porque a partir de esa tarde, su empatía con la afición de la capital fue in crescendo, hasta llegar a convertirse en uno de los toreros de la Plaza México.

Ante Alegrías, su actuación fue resumida así por el citado cronista de El Ruedo:

En el tercero, Pedro Moya «El Niño de la Capea» toreó con primor a la verónica y bordó un quite por chicuelinas. Después realiza la faena de la temporada, que inició con pases de trinchera rodilla en tierra, para después bordar al natural. Largas series con temple admirable… Cuando intentaba cuadrar al toro para entrar a matar, una espectadora de barrera se quitó la camisa y, al quedar con el busto a la intemperie, se formó el alboroto. Cuando los agentes se la llevaban por el callejón se produjo en los graderíos división de opiniones por el «striptease» imprevisto… Dos pinchazos, medio estocada y descabello al tercer golpe. Escuchó un aviso, pero a pesar de ello la gente le aclamó, enloquecida, y hubo mucha petición de oreja, obligándole al diestro salmantino a dar dos vueltas al ruedo y a saludar desde los medios…

Por su parte, refiere Daniel Medina de la Serna:

Y vaya de anécdota: mientras “El Capea” inmortalizaba y se daba gusto pasándose por la faja a “Alegrías”, en una barrera se desarrollaba un acto bataclanesco de “strip tease” a cargo de una fulana que sin más ni más se despojó de la blusa dejando al aire y a la vista del conglomerado el tetamen, no muy imponente ni aparatoso sino más bien menguado y venido a menos, dicho sea de paso, distrayendo así la mirada de los entusiastas espectadores, vinieron a continuación los forcejeos de los guardianes del orden para bajar al callejón a la deshonesta e impúdica damisela que se colgó desesperada, con todas sus fuerzas del alambre que corre a todo lo largo de las primeras filas de barreras; ahí fueron abundantes jalones y tironeos, sin que hubiera ocurrido, como apuntó atinadamente el pintor Pancho Flores en sus comentarios del siguiente martes en el “Esto”, apelar a las cosquillas, método infalible para que se soltara la irreductible exhibicionista. Curiosamente, en alguna temporada anterior, esta descocada fue la misma que trató de tirarse de espontánea en un toro de “Paquirri”...

Una gran tarde la del Niño de la Capea y que le descubrió y nos descubrió la inmensidad de torero que teníamos delante.

La actuación de Adrián Romero

Al final de cuentas Adrián Romero fue el único que salió con orejas en las manos. Se llevó la de Bonito Sueño, quinto de la corrida. En la crónica de El Ruedo:

Adrián Romero fue ovacionado en el segundo por un quite por chicuelinas. Larga y empeñosa faena a un toro con genio, al que sacó partido. Pinchazo y estocada... En el quinto, ovacionado en verónicas de pie y de rodillas, así como por chicuelinas. Fue aclamado en el tercio de banderillas, particularmente en un quiebro en los medios. Con la muleta inició el trasteo con dos cambiados y siguió con pases de todas las marcas. Gran estocada. Una oreja y vuelta al ruedo…

La consecuencia

Poco se habló del tema en la prensa nacional que pude consultar. Pero al domingo siguiente, en el diario El Informador de Guadalajara, en la columna titulada Oro, Seda y Sol, firmada por Rafaelillo M., se contienen entre otras, estas reflexiones:

El tiempo señalado es suficiente para una gran faena; lo ha sido en muchos años en que se ha observado la misma norma… Pero puede haber alguna excepción, cuando una faena plena de arte, con mando y liga, sobrepase el tiempo señalado, creo que entonces se le debe tolerar. Sin embargo, una faena prolongada, tediosa y sin torerismo, debe recibir los avisos de Ley. El público, en estos casos, empieza a pedirlos y a silbarlos. La faena que se prolonga sin ton ni son, no la aguanta el público ni el toro… Se dice que en el Distrito Federal se va a pedir a las Autoridades que se reforme el Reglamento en lo que a los avisos respecta, alargando más el tiempo. ¡Está claro! No habrá diestro que vuelva a escucharlos, aunque se eternice con el estoque… ¿Será posible que los que viven de la fiesta, destruyan la fiesta?

Y todavía recuerdo que me sorprendí cuando un día en la plaza de Sevilla, un vecino de tendido me preguntó por qué las faenas de muleta duran media hora en México… Creo que aquí encontrarán la razón.

domingo, 26 de noviembre de 2023

26 de noviembre de 1977: Miguel Espinosa Armillita recibe la alternativa en Querétaro

Miguel Espinosa, el menor de los hijos varones del Maestro Armillita, después de torear un importante número de festivales al lado de su hermano Fermín y de los hijos de otros toreros, sobre todo de la Edad de Plata mexicana, empezó a vestir el terno de luces el año de 1976. Se presentó con los del castoreño el 18 de marzo de ese año en Jiquilpan, Michoacán, alternando con Javier Tapia El Cala y Miguel Munguía El Inspirado para lidiar novillos de la ganadería de su padre y unos días después toreó una segunda en San Juan de los Lagos, Jalisco.

La tercera novillada de su carrera fue su presentación ante la afición de la ciudad en que nació, Aguascalientes, el domingo 18 de abril, en el festejo que ese año abría la Feria de San Marcos, disputando el trofeo del Cristo Negro del Encino, junto con Pepe Luis Vázquez hijo, Alfredo Gómez El Brillante, Carlos Liceaga, Juan Miranda y Pedro Loredo, ante un encierro de San Manuel.

Era una apuesta arriesgada, venir a abrir una de las ferias más importantes de América y matando un solo novillo, pero al final, lo resolvió con suficiencia y cautivando a la afición que se reunió en la plaza Monumental Aguascalientes, llevándose a su casa el trofeo en disputa, mismo que le entregó al final de la novillada Alfonso Ramírez Calesero.

Esa temporada torearía una veintena de festejos aquí en México y para 1977 marchó a hacer campaña en ruedos europeos, actuando en plazas de primer orden como Barcelona, Sevilla, Valencia o Pamplona. De su presentación en Barcelona, el 27 de marzo, escribió Julio Ichaso para La Vanguardia:

Es hijo del espada azteca Fermín Espinosa «Armillita», tan conocido y aplaudido en nuestras plazas. Se presenta Miguel, en Barcelona... Como dato curioso diremos que «Armillita chico» actúa en Barcelona precisamente en la fecha que su padre Fermín tomara la alternativa aquí, hace cuarenta y nueve años y dos días, para ser exactos... Miguel tomó las banderillas con buena ejecución y estilo. Muchas palmas... Brindó a Manolo Mateo, el decano de los reporteros gráficos taurinos. Muletazos con agobiante y artística lentitud. Aplausos y música. Lo muleteó por los dos lados... ovaciones... Entró a herir con facilidad, pero la espada enseñaba la puntita. Volvió con dos estoconazos más, concediéndole la oreja, despidiéndole con aplausos, así como a sus compañeros de terna y paseo a hombros por los «capitalistas»...

El jueves 9 de junio de ese 1977, actuó en el último festejo que se dio en la hoy extinta plaza de Las Arenas, también en la Ciudad Condal, junto con José Manuel Dominguín y Tomás Campuzano, ante novillos de Antonia Laa Sánchez.

El 6 de julio de ese mismo año, abrió la Feria de San Fermín en Pamplona, en un cartel en el que participaron los rejoneadores Álvaro Domecq y Joao Moura ante toros de Ramón Sánchez y a pie Miguel alternó con José Luis Palomar ante novillos de Diego Romero. A propósito de ese festejo, relató Vicente Zabala Portolés para el ABC madrileño:

He disfrutado hoy en Pamplona con la felicidad del viejo Armillita, que ha visto cómo su hijo triunfaba en una tarde plena de aciertos. El chiquillo (es un auténtico niño) me parece un estupendo remedo de lo que dicen que fue su padre. Le funciona la cabeza. Torea variado con capote, banderillas y muleta. Le veo talento y decisión para resolver problemas... El nuevo Armillita es torero de escuela. Su padre le ha enseñado el oficio. Se aprecian mil detalles, hasta en la resurrección del molinete con la izquierda y el saber estar en la plaza. Todo lo quiere hacer bien, aunque no siempre lo consiga. Junta las zapatillas para banderillear. Esto es muy difícil y meritorio. Tiene un montón de detalles importantes, que le pueden conducir a ese camino de ver cómo la dinastía azteca de los Armillitas se prolonga por lo menos una generación más. Hubo petición de oreja y vuelta en el primero. Cortó la oreja del sexto en medio del diluvio. Ahora a esperar. Hay que verle más veces. Nada de precipitaciones ni campanas al vuelo, pero el manito tiene muchas cosas de las que agradan al buen aficionado...

Esa fue en general, la impresión que Miguel Armillita causó en su paso por los ruedos de Europa en su campaña novilleril, que cerró con 35 festejos toreados y que, planteado su regreso a México, era con la finalidad de recibir la alternativa al inicio de la temporada mexicana.

La alternativa de Armillita Chico

La primera corrida de la Feria de Navidad de 1977 que ofrecía la empresa de la plaza Santa María de Querétaro, a celebrarse el sábado 26 de noviembre, se componía con ocho toros de don Javier Garfias para Manolo Martínez, Eloy Cavazos, José Mari Manzanares y Miguel Espinosa Armillita, quien recibiría la alternativa.

La crónica del festejo aparecida en el diario El Informador de Guadalajara, fue firmada por Luis Soleares, seudónimo de don Carlos Loret de Mola Mediz, quien dijo del toricantano:

Armillita Chico, Miguel Espinosa, de blanco y oro, recibió al primero de la tarde, “Arlequín”, de 515 kilos, con verónicas de muy buen corte que recordaron a las de su padre el maestro grande. El burel, de buen peso y magnífico trapío, como toda la corrida, acude bien para dos cuarteos con cites en el estribo. El tercero le resulta superior. Brinda el toro de la alternativa a su padre, Fermín, quien está entre barreras. Lleva a su enemigo a los medios, con trincherazos y firmas. Hay derechazos y cinco buenos naturales. Como el toro ya no pasa, lo cierra en tablas y le saca algunos naturales más. Luego medios pases y tres pinchazos, antes de una estocada entera...

Ante el octavo de la función, nombrado Solitario, el cronista le apunta nuevamente lucimiento en el segundo tercio y con la muleta en la mano izquierda, ante un toro que se quedó parado, concluyendo acerca de su actuación lo siguiente:

El público lo despidió con aplausos. Miguel Espinosa tiene el corte de su padre y su inteligencia para entender a los toros. Se augura que será un buen matador...

El resto de la corrida

Manolo Martínez, se llevó tres orejas en la espuerta; Eloy Cavazos le cortó las orejas y el rabo al primero de su lote y el sexto de la tarde, Aladino, número 37, con 478 kilos de peso, fue indultado, concediéndosele las orejas y el rabo simbólicos. Por las protestas de la concurrencia, se negó a dar la vuelta al ruedo, misma que dio en solitario el ganadero don Javier Garfias acompañado por dos de sus nietos. Por su parte, José Mari Manzanares le cortó las orejas y el rabo a Cobrador, cuarto de la corrida y primero de su lote.

En suma, una corrida que fue triunfal e histórica, pues en ella inició su andar por los ruedos como matador de alternativa un torero que durante casi tres décadas figuró en el primer plano de la fiesta en el mundo.

Concluyendo

De las narraciones transcritas podemos ver que en esas primeras tardes se nos describía a un torero más variado, que todavía se encargaba de cubrir el segundo tercio y que, con la muleta, empezaba a barruntar lo que sería el fuerte de su actuar en la cima de su carrera: el toreo al natural.

Miguel Armillita se despidió de los ruedos en Aguascalientes el 1o de mayo de 2005 y regresaría, testimonialmente, una sola tarde, la del 6 de diciembre de 2009, a la Plaza México, a confirmarle la alternativa a Cayetano Rivera Ordóñez.

Falleció en Aguascalientes el día 5 de noviembre de 2017.

domingo, 10 de septiembre de 2023

1963 – 64. La gran temporada de Jaime Rangel

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El Redondel 12 de enero 1964
La temporada de toros 1963 – 64 en la capital mexicana constó de la friolera de 32 corridas, aunque se diera en una especie de plaza partida, porque 18 de ellas se celebraron en la Plaza México y los 14 festejos restantes, tuvieron lugar en el hoy difunto Toreo de Cuatro Caminos. Las cabezas del elenco de Insurgentes eran Paco Camino, Joselito Huerta, Diego Puerta, Juan García Mondeño y Santiago Martín El Viti, en tanto que el ciclo de Naucalpan fue construido por doña Dolores Olmedo en sociedad con el ingeniero Alejo Peralta alrededor de la personalidad de Manuel Benítez El Cordobés, quien tendría como alternantes a los integrantes de la Edad de Plata mexicana: Antonio Velázquez, Rafael Rodríguez, Jesús Córdoba, Manuel Capetillo, Jorge El Ranchero Aguilar, Juan Silveti y Alfredo Leal, así como el as venezolano César Girón.

En ambos elencos había varios toreros que podríamos llamar emergentes de ambas orillas del Atlántico. De los de allá podemos encontrar a Joaquín Bernadó y a Manuel García Palmeño y entre los nuestros, a Guillermo Sandoval, Antonio Duarte El Nayarit, Raúl García, Oscar Realme, Víctor Huerta y muy significadamente un torero hidalguense de dinastía: Jaime Rangel, quien estuvo siempre anunciado en la Plaza México, regentada por el doctor Alfonso Gaona.

A propósito de esos días, recuerda el torero de San Miguel Vindhó, en entrevista concedida en el año de 1968 al periodista de Guadalajara, Pacorro Páez, recopilada en su libro Soñadores de Gloria:

Mi primer traje de luces lo vestí en Matamoros, Tamaulipas, en 1957... vino la alternativa en la Plaza México el 1º de enero de 1962... En mayo confirmé el doctorado en Madrid... Las tardes de fortuna en la nueva categoría que me dieron el sitio deseado han sido el 22 de diciembre de 1964, en México, alternando con Joselito Huerta y “El Viti”. Otra con toros de La Punta, en la que Oscar Realme sufrió grave cornada antes de recibir el doctorado y siendo el otro alternante “Palmeño” y recuerdo otras tardes muy completas lidiando toros extraordinarios...

Esa temporada que inició el 1º de diciembre de 1963 y que casi todos los domingos tuvo corridas en las dos plazas y casi siempre llenos en ambas, Jaime Rangel fue el torero que sumó más actuaciones, con siete tardes, seguido por El Cordobés del elenco de El Toreo, con seis. Y de esas tardes logró para la historia cuatro actuaciones que le consolidaron en un sitio de figura del toreo, porque lo logrado en ellas, sin duda, no puede calificarse de manera distinta.

22 de diciembre de 1963

La cuarta corrida de la temporada se conformó con un encierro de don Jesús Cabrera para Joselito Huerta, Jaime Rangel y Santiago Martín El Viti. La entrada esa tarde fue casi un lleno, a causa de unos cuantos claros en los tendidos generales. La actuación triunfal de la tarde estuvo a cargo del torero del Estado de Hidalgo, que le cortó una oreja al quinto de la tarde Turronero. A propósito de esa actuación escribió para El Redondel don Alfonso de Icaza Ojo:

Entiende por “Turronero” pesa 450 kilos y es negro como sus hermanos y bien armado... Rangel liga varios excelentes derechazos con los que logra armar la escandalera. El muchacho tiró del toro, se lo pasó a dos dedos de la faja y lo despidió con suavidad, para volverlo a meter en la muleta y repetir una y otra vez. Ovacionaza. Repite la hazaña con igual éxito y cuando acaba por ser desarmado, lo aclama la plaza entera. También con la izquierda hace Jaime un buen toreo, obligando mucho a su adversario que se ha ido quedando poco a poco… Hay naturales cumbres y sobre todo hay un valor heroico y un propósito firme de triunfar. Lo logra clamorosamente cuando da un primoroso pasa por la espalda y después de señalar un pinchazo, sigue toreando confiadísimo y deja más de media estocada desprendida, mortal de necesidad. Ovación, música, nutrida petición de oreja que concede la autoridad y vueltas triunfales a la arena devolviendo sombreros y prendas de vestir…

Esa misma tarde, en Cuatro Caminos, El Cordobés cortó cuatro orejas a los toros que enfrentó alternando con Manuel Capetillo y El Ranchero Aguilar. Como nota adicional, el Juez de Plaza esa tarde era el Faraón Silverio Pérez.

5 de enero de 1964

La sexta de la temporada en Insurgentes se conformó con toros de La Punta para Jaime Rangel, Manuel García Palmeño y Oscar Realme quien confirmaría la alternativa que recibió en Oviedo el 21 de septiembre del año anterior. Señorito el abreplaza, mandó al presunto confirmante a la enfermería y la tarde quedó en un forzado mano a mano entre el hidalguense y el cordobés. Esa tarde la redondeó Jaime Rangel ante el cuarto punteño, Malicioso, al que le cortó las dos orejas. Vuelvo a recurrir al testimonio de Ojo, quien en su crónica dictada por teléfono a la redacción de El Redondel, entre otras cosas dijo:

Jaime brinda al presidente de la Federación Internacional de Futbol, nuestro huésped, que es ruidosamente ovacionado y después de recoger a su enemigo con pases de tanteo, da dos naturales, mejor el primero que el segundo, por en este le cabeceó el socio. Cambia de mano Jaime y con la derecha torea muy bien, con absoluta frescura y corriendo la mano de aquí hasta allá. Pierde la franela, pero cuando la recupera la usa magistralmente, ligando derechazos tan largos como sentidos. Sigue el muleteo de maestro, y cuando remata la serie con un pase de pecho muy ceñido, el público se le entrega totalmente. Aguanta Jaime hasta lo increíble; vuelve a barrer los lomos de su enemigo, pasándoselo muy cerca; torea al natural, con auténtica maestría, cuantas veces le da la gana; sufre un desarme, torna a poner cátedra y entre gritos de "¡torero, torero!", busca la igualada, dando magníficos trincherazos, y termina su gran faena con media estocada contraria que hace doblar… Jaime Rangel oye la ovación más clamorosa de su vida, concediéndole la autoridad las dos orejas del noble astado punteño al que toreó tan bien…

La declaración de intenciones de Jaime Rangel quedó efectivamente expresada y le ganó la repetición – costumbre hoy perdida, parece que para siempre – para dos domingos después, en uno de los carteles señeros del ciclo, como enseguida veremos.

19 de enero de 1964

La octava corrida ofrecida por la empresa del doctor Gaona se formó con toros de don Reyes Huerta para Joselito Huerta, Paco Camino y Jaime Rangel. No queda duda de que la entrada fue un lleno hasta el reloj de la Plaza México. Dos figuras consagradas y un diestro que, en la temporada en curso, pidió sitio y lo aseguró repitiendo actuaciones macizas y triunfales. Esa tarde Jaime se llevó todo ante Moctezuma y Húngaro, tercero y sexto de la función. En primer término, dice Alfonso de Icaza Ojo:

Logra Jaime que “Moctezuma” embista una y otra vez y arma la escandalera con sus pases naturales que ni dibujados serían más bonitos. Vuelve a irse el toro; lo sujeta otra vez Rangel, lo cita a mínima distancia y desde allí se lo pasa en muletazos de maravilla. ¡Eso es torear! Qué tal estarían los ánimos de caldeados, que cuando el espada es desarmado nuevamente, estalla una ovación delirante… Más naturales, y van cincuenta: cites en la propia cara; un muletazo monstruo en el que de tanto ceñirse es atropellado; nuevo trompicón al dar un pase por alto y lograda y conseguida la igualada, viene el estoconazo hasta el puño, haciendo la suerte con perfección y convirtiendo la plaza entera en un manicomio. La espada queda un poquitín contraria y no surte demasiados efectos, pero el astado dobla al fin, concediéndosele a Jaime Rangel las dos orejas y el rabo de un toro difícil, admirablemente toreado y matado. Parte del público protesta este último trofeo, en nuestra opinión muy bien concedido por el licenciado Pérez Verdía. Tira Rangel el rabo, por las exigencias de marras y con las dos orejas recorre el anillo quién sabe cuántas veces, devolviendo sombreros y prendas de vestir… Ha estado inconmensurable, a un toro que no se dejaba torear le ha dado más de cincuenta pases naturales de extraordinaria calidad y lo ha matado de una estocada hasta el puño, practicando a ley la suerte suprema… ¡Así se triunfa!

Como nota adicional. La faena de Jaime Rangel a Moctezuma se puede ver en el cuarto DVD de la colección Tesoros Taurinos de la Filmoteca de la UNAM, titulado Recuerdos del Toreo en México (1947 – 1964). Dejo aquí la información para quienes tengan en su poder esa joya.

22 de marzo de 1964

La décima séptima y penúltima corrida de la temporada se dio con un cartel integrado por Paco Camino, Jaime Rangel y Antonio Duarte El Nayarit, quienes enfrentarían un encierro de Torrecilla. Al final de cuentas, solamente se lidiaron cinco de los toros de la ganadería titular, puesto que el cuarto de los que salieron al ruedo, fue de Mimiahuápam, en esas calendas, de don Luis Barroso Barona.

De lo que he podido leer, quizás esa tarde, ante Solitario de Torrecilla, Jaime Rangel tuvo su actuación más contundente, aunque solamente haya saldado su tarde con una vuelta al ruedo, a causa del defectuoso manejo de los aceros. Otra vez es la crónica de Ojo, precedida por un cintillo en la portada de El Redondel que dice Faenón de Jaime Rangel en la Plaza México, que nos cuenta:

Rangel brinda a la plaza entera, manda retirar a la gente e inicia su faena con dos pases en el estribo, que resultan espectaculares. Ya de pie, torea, ahora sí, con verdadero primor. Sus trincherazos le resultan plásticos y sus derechazos de asombro, pues corriendo la mano con lentitud indescriptible, da varios pases en redondo que arman verdadera escandalera. El toro es bueno y Jaime lo está aprovechando de maravilla. Hay un pase que ni dibujado y nuevos derechazos en los que el hidalguense mide admirablemente el arranque de su enemigo. Sufre una interrupción, reanuda su cátedra de bien torear con la zurda, con la misma perfección con que lo había hecho con la diestra. Varios de sus naturales son de maravilla y no fueron dos o tres, sino diez o doce, obligando a la embestida y tirando del toro prodigiosamente bien… En estos momentos se produce una escena espectacular: dobla los remos “Solitario” como si quisiera rendir homenaje a quien tan bien le ha toreado. Naturales increíbles y el de pecho, digno de ellos, como digno resulta el adorno que se produce entre dianas y gritos de entusiasmo. Dos riverinas muy ceñidas, toreo por delante en busca de la igualada y conseguida esta, entra Jaime y pincha. Segundo pinchazo. Tercero; el toro que se echa, que se vuelve a parar y que se entrega, al fin y al cabo, estallando entusiasta la ovación en honor de Jaime Rangel, a pesar de sus desaciertos con la espada. Si ha matado bien y a la primera, a estas horas estaría recorriendo el ruedo con las orejas y el rabo del noble astado de Torrecilla. Tan grande fue la faena, que Jaime recorre el anillo devolviendo sombreros y prendas de vestir...

Sin abandonar el rigor de sus apreciaciones, don Alfonso de Icaza al justipreciar la actuación de Jaime Rangel en esa tarde, deja claro que lo único que le impidió volver a alzarse con los máximos trofeos en sus manos, fue el defectuoso uso de la tizona para rematar su faena, pero también deja claro que, en ese momento, asegundó con contundencia, su asalto a la cumbre.

Más breve es la reseña que hizo en su día Ernesto Navarrete Don Neto, para la AFP y publicada en el diario El Informador de Guadalajara al día siguiente del festejo:

Jaime Rangel dio esta tarde una de cal y otra de arena... tuvimos que esperarnos hasta la lidia del quinto de la tarde, toro bravo, toro de Torrecilla con el que Rangel cuajó una faenaza a base de naturales... Faena de hombre y de torero. Faena ribeteada con el celo y la casta de este joven y magnífico matador de toros... Una faena puramente izquierdista, la que lamentablemente no fue coronada con la espada, pues necesitó de tres viajes para terminar con la vida de ese bravísimo toro... Una vuelta al ruedo devolviendo prendas de vestir...

Coincide Don Neto en el hecho de que la faena de Jaime Rangel a Solitario de Torrecilla se generó a partir de poderle primero al toro y de bordarlo con la mano izquierda después. No hace pronóstico de los apéndices que pudo haber cortado, pero deja entrever que fue una de esas obras que se quedan para la historia.

Lo que vendría enseguida

Jaime Rangel fue un diestro que ocupó siempre un lugar en los carteles de importancia durante un cuarto de siglo, pues toreó su última tarde el domingo 5 de mayo de 1985 en la Plaza México, en el mismo ruedo en el que había recibido la alternativa. 

Se dedicó a representar y a formar toreros, dando continuidad a la escuela mexicana del toreo que iniciara Ojitos y que llegara a él por conducto de su padre y de su tío Ricardo, quienes a su vez la abrevaron de Samuel Solís, quien fuera discípulo del llamado Maestro de Gaona.

Jaime Rangel entró en la inmortalidad el pasado 7 de septiembre. Hoy le recuerdo con estas estampas de sus triunfos en la plaza más grande del mundo y espero que su paso por los ruedos sirva de ejemplo para todos aquellos que aspiran a ser toreros. 

domingo, 23 de julio de 2023

22 de julio de 1923: Pepe Ortiz se presenta en El Progreso de Guadalajara

Al arranque de la década de los veinte del pasado siglo, Pepe Ortiz, nativo de Guadalajara, radicaba en la Ciudad de México e intentaba ser cantante. Estudiaba con José Pierson, el formador de algunas de las voces más importantes que México ha dado. José Mojica, Alfonso Ortiz Tirado o Pedro Vargas pasaron por el estudio del maestro Pierson y es este último el que contó a Elena Poniatowska lo siguiente:

…durante un tiempo el maestro Pierson me invitó a vivir en su casa; allí vivía Jesús Mercado, barítono; Pepita Alonso, contralto, y José Arce, tenor, y a los cuatro nos dio habitación, comida y clases de canto a cambio de que le ayudáramos a hacer la limpieza de la casa. Yo era muy bueno para hacer las camas. Un día sentí que mi voz no era la misma y Mario Talavera, mi segundo padre, me consiguió entonces un empleo de profesor de coros en las escuelas secundarias. El era un hombre muy querido y me introdujo en todos los círculos artísticos, sociales, políticos, todos; él es autor de Gracia plena y con él conocí a Pepe Ortiz, quien andaba ya de torero y le gustaba cantar; entonces yo quise ser torero también, y a las seis de la mañana me levantaba, iba por él a Tacuba y luego a ejercitar el toreo, en casa de un banderillero, Luis Güemes…

Luis Güemes, discípulo de Ojitos enseñaba el toreo en la placita de toros de Tacuba, allí donde después lo haría otro contemporáneo suyo, Samuel Solís. Y allí inició su formación como torero Pepe Ortiz, y de allí obtuvo los conocimientos para presentarse en El Toreo de la Condesa el 23 de marzo de ese 1923, en un festejo, llamémosle mixto, en el que alternó con Guillermo Danglada, Agustín Escajadillo, Rafael Ezquerra Granerito, y la Cuadrilla Juvenil Guanajuatense, en la lidia de 4 novillos y 4 erales de Venadero. La relación aparecida en El Universal Taurino lo califica apenas como solvente.

No obstante, su maestro Güemes, que seguía activo en los ruedos, intentaba encontrarle actuaciones en las plazas en las que actuaba como banderillero a las órdenes de distintos diestros y así le consiguió un festejo mixto en la plaza El Centenario de San Pedro Tlaquepaque para el 29 de junio de ese 1923, en el que alternaría con el matador Carlos Lombardini, en la lidia de ganado de El Astillero, afirmando el anuncio del diario El Informador, que eran los miuras de Jalisco. Esa tarde no pudo mostrarse por causa del ganado que se lidió, mismo que a punto estuvo de causar un motín en la plaza. Sobre su actuación escribió para el citado diario El Tío Castuera:

Por lo que toca al paisano Ortiz, por ahora nos abstenemos de hacer un juicio crítico de su labor, porque cualquier concepto que emitiéramos sería aventurado ya que este diestro no tuvo ocasión de demostrarnos todo lo que sabe ni todo lo que la prensa metropolitana dice. El chico tiene voluntad y estilo y desearíamos verlo con toros que no sean huesos como los que ayer tuvo al frente...

El hecho es que Pepe Ortiz mostró lo suficiente para que la empresa de la capital de Jalisco lo incluyera en su siguiente programación y así, lo anunció en otro festejo mixto para el 22 de julio de ese año, para alternar con un matador de toros de oscura trayectoria, José Couso Rubiales, en la lidia de dos toros de San Mateo y tres de La Estancia. Como fin de fiesta se tentaría un toro de Piedras Negras, destinado a semental de esta última ganadería.

El festejo de El Progreso de hace un siglo

Pepe Ortiz terminó quedándose con el peso de la tarde, pues Rubiales fue herido de gravedad por el cuarto de la tarde. La impresión que causó a la afición tapatía fue importante, sobre todo si se considera que, en su actuación anterior en Tlaquepaque, apenas pudo salir del paso a causa de las condiciones del ganado que le tocó enfrentar. El Tío Castuera, encargado de la crónica del festejo para el diario El Informador, entre otras cosas, reflexiona:

…tras del triunfo que obtuvo ayer en el coso del Progreso, pensamos que se trata de un diestro interesante y que de seguro llegará a ocupar un puesto muy envidiable en las filas de la torería contemporánea. José demostró que es competente y que con buenos auspicios se ha iniciado en la carrera que ha elegido con todo corazón y voluntad, habiendo logrado ya obtener sus primeros logros… El muchacho sabe manejar el capote con destreza, banderillea con gracia y con la muleta también es aceptable. Con el acero es donde está más corto, pero dada su voluntad y entusiasmo, esto pronto desaparecerá y se convertirá el paisano en un verdadero matador de toros…

Como se puede apreciar, el cronista de Guadalajara advirtió en ese primer contacto que Pepe Ortiz era un torero completo, de maneras refinadas y que requería ver con constancia la cara del toro para afinar, por ejemplo, la suerte de matar, la que se aprende precisamente matando toros. Ya en cuanto a los pormenores de su actuación, refiere especialmente:

El público aplaudió a rabiar dos faroles de rodillas de José Ortiz y tres pares de banderillas en su último toro. También José estuvo muy bien en el primer tercio del quinto toro, por haber endilgado dos buenas verónicas, dos faroles y un quite por navarras. El público, no obstante haber recibido una fuerte mojada por la lluvia que se desató a la hora de empezar la corrida y que por poco da al traste con ella, no dio muestras de fastidio y pasaron los aficionados una tarde de alegría. El torero José Ortiz fue sacado en hombros por la muchedumbre y paseado por las principales calles…

Así pues, la presentación de Pepe Ortiz ante sus paisanos, puede calificarse de un triunfo importante y de un avance importante para su vuelta a El Toreo, donde sería el eje de las dos siguientes temporadas novilleriles y al menos, publicitariamente, tratado como el sucesor de Rodolfo Gaona, quien ya anunciaba su despedida de los ruedos, aunque en realidad sería el inicio de una extensa carrera en los ruedos marcada con un sello y una personalidad propios.

José Couso Rubiales, ¿la larga sombra de Gallito?

Decía al inicio que este torero mexicano tuvo una oscura trayectoria. Y es que a más de su fecha y lugar de alternativa y esta infausta tarde, no son más las noticias las que de él se tienen. Ese domingo 22 de julio del 23, uno de los toros de San Mateo corridos esa tarde, quedados del domingo de Pascua, y que fueron adquiridos para un festival que iba a torear Rodolfo Gaona y que al final se canceló. El parte que rindieron los médicos José Trinidad Márquez y Luis Farah fue el siguiente:

El matador de toros José Couso “Rubiales” fue llevado a la enfermería durante la lidia del cuarto toro, y presenta una herida en el muslo derecho sobre la cara interna, de una longitud de 25 centímetros. Interesó piel, tejido celular subcutáneo y en parte los músculos. Se hizo la primera curación y se le puso un apósito, siendo trasladado después al Sanatorio de la Colonia Moderna en donde se efectuará hoy, a las 8 horas.

En el número de El Universal Taurino del día 24 de julio siguiente, apareció la siguiente información:

El diestro José Couso “Rubiales” quien como informé en mi telegrama anterior, alternó ayer con José Ortiz lidiando toros de San Mateo, tiene una cornada de treinta centímetros en el muslo derecho. En opinión de los médicos que han atendido al herido, en caso de que se restablezca, de lo cual abrigan esperanzas, quedará inutilizado para continuar en su profesión, pues la herida es de tal magnitud que habrá necesidad de amputarle la pierna derecha…

Aclaro desde ahora que no encontré información posterior que confirmara la amputación de la pierna de Rubiales o su recuperación, su nombre simplemente se pierde en la noche de los tiempos.

A Rubiales lo hizo matador de toros Ángel Fernández Angelete en Progreso, Yucatán el 21 de enero de ese año 23. A su vez, el cacereño Angelete había recibido la alternativa de matador de toros de manos nada menos que de Gallito en Salamanca, en 1917. 

Angelete terminó sus días prácticamente inválido, con secuelas de lesiones por las cornadas recibidas, especialmente una en el pecho en Tetuán y el corte de los tendones de una mano en Ciudad Juárez de los que nunca se recuperó. No había cumplido 40 años de edad. Completó la lista de los ahijados de Joselito que murieron por cornada, jóvenes o fracasaron vestidos de luces.

¿Sería que aparte de los trastos de matar, Angelete le pasó a Rubiales ese mal fario de Gallito?

El fin de fiesta

El programa del festejo anunciaba la tienta o prueba de un toro de Piedras Negras que padrearía en la ganadería de La Estancia, propiedad de don Justo Torres:

Para terminar el espectáculo fue exhibido el toro que fue enviado de la ganadería de Piedras Negras por don Lubín González como semental para la hacienda de La Estancia, propiedad del señor Justo Torres. El bicho, aunque a causa del viaje se encontraba sacudido de carnes, puso de manifiesto su bravura tan luego como saltó a la arena. Este animal que va a servir para la fundación de una ganadería de casta, la primera en el Estado, es un ejemplar de tipo netamente español, corto de cuello, fino de remos, largo de cola y de una encornadura perfecta… Tiene 33 meses y se llama “Pavito”; tiene tres cuartos de sangre de la vacada del Marqués del Saltillo y un cuarto de la de Murube. La nota que dio este bicho es de suprema. El señor Torres tiene en sus dehesas 20 vacas bravas seleccionadas con el fin de que sean las primeras que sean vaciadas. Dentro de seis meses empezaremos a ver lidiar en nuestros cosos reses de casta pertenecientes a nuestro Estado… El bicho fue aplaudido cuando apareció en la arena.

De acuerdo con el cartel anunciador del festejo, lo lidió el aficionado Jesús Torres, pero la crónica no refleja el resultado de su actuación.

Así se dieron las cosas hace cien años, cuando se presentaba en su tierra un torero que dejó para la posteridad una serie de creaciones que dan variedad al toreo de capa y que cuando son ejecutadas hoy en día, sorprenden todavía como cuando fueron ejecutadas la primera vez, piezas de verdadero arte. Por algo se le llamó El Orfebre Tapatío.

domingo, 28 de mayo de 2023

29 de mayo de 1973: La frustrada confirmación de Adrián Romero en Madrid

El momento del percance
Foto: El Ruedo
Adrián Romero, originario de Tijuana según algunos y a decir de otros, de la Ciudad de México, fue el triunfador de la temporada de novilladas de la Plaza México el año de 1970. Eso le valió cerrar el ciclo matando en solitario seis novillos de distintas ganaderías el 8 de noviembre de ese calendario, logrando una intensa faena ante el cuarto, Siroko, de Soltepec, misma que malogró con la espada. Es a la fecha, el tercero y último novillero que ha actuado en solitario en la gran plaza, después de que Amado Ramírez lo hiciera en 1954 y Jaime Rangel en 1960.

Tres semanas justas después de ese despliegue de poderío ante los novillos, Manuel Capetillo lo hizo matador de toros en San Luis Potosí, cediéndole el primero de los toros del ingeniero Mariano Ramírez que se corrieron esa tarde, en presencia de Manolo Martínez. Esa alternativa la confirmaría en la capital mexicana el 14 de febrero de 1971, recibiendo los trastos de manos del nombrado Manolo Martínez, y atestiguando Dámaso González. El toro de la ceremonia fue Mariachi de José Julián Llaguno. No tuvo más opción que estar digno ante el complicado lote que le deparó el sorteo.

En 1972 estuvo en nuestra Feria de San Marcos dos tardes, la del 22 de abril, en la que ante toros de Valparaíso, tuvo una actuación triunfal, saliendo en hombros de la plaza y en la corrida del día 25, en la que se disputaba el Escapulario de San Marcos, en la que tuvo una actuación discreta ante el sexto del festejo. 

La tarde que debió ser la de su confirmación en Madrid

La decimoctava corrida de la Feria de San Isidro de 1973 se anunció con toros de Alonso Moreno para el rejoneador Gregorio Moreno Pidal, Gabriel de la Casa, Francisco Ruiz Miguel y Adrián Romero. Al final de cuentas, se lidiaron solamente cinco de los toros del hierro titular, pues el de rejones – corrido en puntas – y el sexto de la lidia ordinaria – sobrero sustituto del segundo, devuelto por débil – fueron del Marqués de Villagodio.

El primer toro del lote que sorteó Adrián Romero se llamó Farolero, llevaba el número 92, se le anunciaron 571 kilos de peso y era de pelo negro zaino. Su actuación ante él resultó ser breve. La prensa madrileña la resumió así:

En el ABC del día siguiente al de la corrida, escribió Vicente Zabala:

El mejicano Adrián Romero, que confirmaba su alternativa azteca, se quedó sin recibir el espaldarazo de la primera plaza del mundo. El muchacho anduvo apurado con el capote y banderilleó con valentía, andándole al toro paso a paso con la montera puesta para arrojársela a las manos del toro con el fin de provocar la arrancada, de semejante manera a como lo hizo Luis Procuna el día de su confirmación de alternativa en esta misma plaza en los años cincuenta, detalle que recordamos a la perfección. Y también como Procuna, este Adrián Romero resultó herido por él toro de la confirmación. Romero fue alcanzado al parear al quiebro con las cortas. El toro le cogió y le recogió con fiereza, sufriendo una cornada de 25 centímetros que el doctor García de la Torre calificó de grave. Hora es de reformar el reglamento en el capítulo de las alternativas. Al romperse el paseíllo se debe consumar la ceremonia. Adrián Romero, por su cogida, no es doctor en tauromaquia por la cátedra madrileña...

En el semanario El Ruedo, salido a los puestos el 5 de junio siguiente, manifestó su director Carlos Briones:

Adrián Romero (Resultó cogido al intentar banderillear a su primero). De ceniza y plata. Toreó aceptablemente de capa y recibió un serio achuchón al recibir al enemigo de rodillas. En el tercio siguiente, al intentar colocar al quiebro el tercer par de banderillas, resultó cogido. Sufrió una herida en la región sacrolumbar izquierda, de 25 centímetros, que produce destrozos en los músculos paravertebrales del mismo lado. Puntazo corrido en fosa ilíaca izquierda. Fue operado por el doctor García de la Torre, que pronosticó de grave su estado. No pudo confirmar su alternativa…

La crítica más severa vendría de la pluma de un mexicano, del licenciado Francisco Baruqui Michel, quien, como muchos años, cubrió la feria para el diario El Informador de Guadalajara, que, en su edición del 30 de mayo de ese año, publicó:

El paisano Adrián Romero, no pudo confirmar su alternativa, al ser cornado saliendo de un par de cortas. Mal vestido de ostión con plata, viéndose embarullado y nervioso, impresionado, pesándole la plaza en los pocos lances de capa con el toro – toro en el nueve. En banderillas, vulgar, dejando dos medios pares de garapullos con los colores de España, y el de cortas, con los de México... Sufre de cornada en región sacro lumbar izquierda de 25 cms. destrozando músculos paravertebrales del mismo lado y un puntazo corrido en la fosa ilíaca izquierda. Pronóstico grave...

Así fue visto el brevísimo paso de Adrián Romero por el ruedo de la plaza de Las Ventas.

El parte facultativo

El doctor Máximo García de la Torre, en esos días jefe de los servicios médicos de la plaza madrileña, comunicó el siguiente parte:

Herida por cuerno de toro en la región sacrolumbar izquierda, de 25 centímetros, que produce destrozos en los músculos paravertebrales del mismo lado. Puntazo corrido en fosa ilíaca izquierda. Pronóstico grave.

Un par de días después, en el ABC de Madrid, se publicaba la siguiente nota informando de la evolución del torero:

El matador de toros mejicano se encuentra en estado estacionario en el sanatorio de toreros, donde fue trasladado después de ser cogido por el primer toro de la tarde en la decimoctava corrida de la feria de San Isidro… El diestro azteca ha pasado la noche muy molesto y tuvo que ser inyectado dos veces en el curso de ella, a las once y a las cuatro de la madrugada, con calmantes apropiados para mitigar el dolor… Adrián Romero resultó corneado precisamente en el toro de su confirmación de alternativa, ceremonia para la que faltaban solamente unos segundos, pues la cogida tuvo lugar en el tercer par de banderillas, cuando ya el presidente había pedido el cambio de tercio después de los dos primeros, pero accedió a la petición del torero de Méjico, que solicitó colocar un par de cortas, y a la salida de este par, ocurrió el percance…

La evolución del diestro sería lenta, pues estaría en condiciones de reaparecer hasta el día 8 de julio siguiente. 

¿Subestimó al toro español?

La víspera de su presentación en el ruedo de Las Ventas, Adrián Romero fue entrevistado en el programa de televisión Buenas tardes, y entre otras cosas, el torero mexicano declaró que no encontraba diferencia entre el toro mexicano y el español. Esto se publicó en El Ruedo, a propósito de esa entrevista, después del percance:

El torero mejicano Adrián Romero, había declarado en TVE, en el «Buenas tardes» del lunes, que no encontraba diferencia apreciable entre el toro mejicano y el español. La cosa nos pareció extraña – pues sus compatriotas, generalmente, dicen lo contrario –, pero al verle actuar comprendimos que, si con el toro mejicano quizá se desenvuelva, al toro español no lo había comprendido. Por eso, en los dos tercios en que actuó estuvo comprometido. El primer tropiezo lo sufrió nada más empezar, al dar un farol de rodillas. La cornada, primera de la Feria de San Isidro, al poner un par de banderillas cortas. Y la cosa pudo ser mucho más grave de lo que fue. Nos alegraremos de su pronto restablecimiento…

La campaña española de Adrián Romero

Llegó a la Península a mediados de abril de 1973 y pronto entró en actividad, pues el 29 de ese mes se presentó en Palma de Mallorca para lidiar toros de Clairac en unión de Julián García y Antonio José Galán. Esa tarde de su presentación en ruedos hispanos Adrián Romero la cerró con un triunfo, pues le cortó las dos orejas al segundo de su lote. Actuaría dos tardes en Figueras y una más en Palma, antes de la tarde en la que tenía convenida la confirmación de su alternativa en Madrid.

El resumen anual del semanario El Ruedo, publicado el 18 de diciembre de 1973, refleja lo siguiente:

Por el inesperado retorno de Curro Rivera a Méjico, vino a ser Adrián Romero el primero de los mejicanos clasificados este año en el escalafón español. Debutó con buen signo en Palma de Mallorca, en una corrida a fines de abril, que despachó con claro éxito y después de otras dos en Figueras, y nuevamente en Palma, se presentó en Madrid para confirmar la alternativa el día 29 de mayo, en las últimas corridas de la isidrada. Poco antes había dicho ante las cámaras de TVE que no encontraba diferencia entre el toro español y el de su patria; pero uno de Alonso Moreno le haría meditar, pues le infirió una cornada en la región sacrolumbar que le tuvo retirado de los ruedos, hasta que el día 8 de julio pudo reaparecer en Figueras, cortando una oreja. Desde entonces su actividad ha sido más bien escasa – con un total de dieciséis corridas – y localizadas por las plazas de Figueras, Lloret, San Felíu y otras de aquella vecindad. Tuvo bazas por Jugar en Vitoria, Valencia, Tarragona y Barcelona – plazas que hubieran podido ayudar a colocarle –, pero salió de ellas sin éxitos en las sendas corridas que en ellas toreó; por tanto, sigue siendo matador de alternativa, pero que tiene todo por hacer si desea cotizar en Méjico el prestigio aún no ganado en España.

Al final de cuentas, Adrián Romero no volvió a plazas españolas. En su día Luis Procuna (1951), Guillermo Sandoval y Fernando de la Peña (1965) y Sergio Flores (2013) también fueron heridos la tarde de su confirmación de alternativa, pero pudieron consumar la ceremonia de cesión de trastos y en su caso, finiquitar al toro de la cesión. Adrián Romero no alcanzó a llegar a ella y ya no regresó a Las Ventas, ni a plazas españolas. Por eso recuerdo hoy estos hechos sucedidos mañana hace 50 años, que son caso único en nuestra historia del toreo.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son obra imputable exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.

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