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domingo, 10 de julio de 2022

Relecturas de verano (XI)

La otra vida de Joselito


La ucronía es un modo de abordar la historia en la que, sin negar la realidad ocurrida, se establece una forma de enlazar los sucesos de manera tal en la que su curso se deriva por un itinerario distinto al que en los hechos avanzó. Afirma Renouvier

…alguien que se aproxima a un relato ucrónico se encuentra ante la aparición de una historia imaginaria, destinada a sentar como una verdad filosófica, superior a la misma historia…

Ante eso nos enfrentamos con la lectura de la obra de Domingo Delgado de la Cámara, titulada La otra vida de Joselito, en la que nos relata, de una manera fluida y sin ausencia de interés, lo que la historia hubiera sido si el 16 de mayo de 1920, la víctima de las astas de Bailaor de doña Josefa Corrochano vida de Ortega, hubiera sido Juan Belmonte.

Debo señalar, desde mi personal punto de vista, que Domingo parte de la versión oficial de los hechos, toda vez que acepta, para construir su relato, que tras del desastre de la corrida del 15 de mayo de 1920 en Madrid, que el cartel de Talavera de la Reina estaba anunciada con Rafael El Gallo y Larita para enfrentar los toros de la señora viuda de Ortega y que después de ese desaguisado, tanto Gallito como Belmonte se desligaron de su compromiso de Madrid, a efecto de separarse de las presiones de la afición de la capital española.

Hay información en la prensa de la época que deja claro que el cartel de Talavera, desde el inicio se formó con Joselito y Sánchez Mejías. En el en el semanario El Toreo de Madrid, en su número del 10 de mayo de 1920, se puede leer el anuncio de que el cartel de las fiestas de Talavera sería el mano a mano entre Gallito y Sánchez Mejías con los toros de Ortega y en los días subsecuentes, el diario Heraldo de Madrid se anunciaba que la Compañía de Ferrocarriles de Madrid, Cáceres y Portugal ofrecía un tren especial para la corrida de Talavera, además de los ordinarios, que saldría a las 7:30 de la mañana y regresaría a Madrid a las 8:30 de la noche de esa misma fecha.

De esa información periodística podemos desprender con claridad que la versión de El Gallo y Larita es una mera composición literaria, que a los ojos del lector lleva congruencia, pero la realidad es en otro sentido, según se puede demostrar documentalmente.

El verdadero interés de la obra de Delgado de la Cámara es la forma en la que nos presenta la evolución de los hechos a partir de que Juan Belmonte actuara ese 16 de mayo en Talavera. Lo que Alameda ha llamado el hilo del toreo hubiera tomado un derrotero bien distinto, porque la evolución histórica del toreo transitaría por veredas distintas a las que caminó después de esa fecha. 

Juan Belmonte, en los hechos ocurridos, sabemos que se agregó al establishment de la fiesta y continuó con las realizaciones de los que lo antecedieron. En el planteamiento de la obra, vemos como Gallito hubiera definido, sobre todo, el camino de la crianza del toro de lidia, buscando un toro que fuera más adecuado a la teoría del toreo en redondo que planteó, en Madrid, el 3 de julio de 1914, cuando, de acuerdo con las imágenes captadas entonces, se ve que intenta hacer el toreo, ligando los muletazos, manteniéndose en un mismo espacio, intentando que el toro – un berrendo de los sucesores de Vicente Martínez – girara en torno al diestro, sin que éste tuviera que reponerse.

También Domingo nos presenta cual sería el resultado del encuentro de Joselito con los toreros de la generación siguiente a la suya. El hipotético encuentro que tendría con Marcial Lalanda, Armillita, Vicente Barrera, Manolo Bienvenida y otros de la siguiente edad del toreo en España, nos revela la esencia de la obra que intento comentarles. La fiesta de los toros sin duda, mantuvo su interés con quienes en los hechos sucedieron a José tras los eventos de Talavera, pero si él hubiera sido partícipe de ellos, algún camino distinto se hubiera marcado en algunas circunstancias, y tiene muy presente la importancia de Fermín El Sabio en esa etapa evolutiva del toreo.

Por otra parte, la obra resalta la importante influencia que tuvo Gallito en la transformación del toro de lidia del primer cuarto del siglo XX en el que comenzaría a imperar a la mitad de esa centuria. Bien se podrá afirmar que el toro andaluz se distribuyó por toda la península ibérica – también en el resto del orbe taurino – en detrimento de otros encastes históricos, pero ese toro, principalmente el de origen Murube Ybarra Parladé en el caso que nos ocupa, sería el que tendría mejor acoplamiento al toreo que se empezaba a gestar en el tiempo que ocupa la narrativa.

Pero, creo que ya no debería de seguir adelante con estas notas. La lectura de la obra es la mejor manera de captar la calidad del mensaje que lleva y la idea de su autor de exponer lo que pudo ser de haberse producido los acontecimientos de Talavera de la Reina de una manera diametralmente opuesta a la que tuvieron en la realidad. El libro es de esos que no se le caen a uno de las manos y que es de lectura obligada para el aficionado y también para el bibliófilo, porque, aunque se modifica a los actores, la trama histórica del mismo es impecable, lo que refuerza su valor y su narrativa.

Referencia bibliográfica: La otra vida de Joselito. – Domingo Delgado de la Cámara. – Modus Operandi – Marqués, Madrid, 1ª edición, 2021, 303 Págs. – ISBN 978 – 84 – 18016 – 18 – 9.

domingo, 4 de abril de 2021

1963: Gabino Aguilar, dos salidas a hombros consecutivas en Sevilla

Gabino Aguilar
Durante la temporada 1962 – 63 estuvieron en México varias de las figuras hispanas que vinieron o a confirmar sus alternativas a la Plaza México, a actuar en El Toreo de Cuatro Caminos o a realizar campañas en nuestros ruedos. Los más destacados – y los cito por su orden en el escalafón – fueron Joaquín Bernadó, apoderado por Cristóbal Becerra; Pablo Lozano, llevado por sus hermanos José Luis y Eduardo; Paco Camino, exclusivo de la casa Chopera; Juan García Mondeño, a quien traía Alberto Alonso Belmonte; Pedro Martínez Pedrés y Antonio Borrero Chamaco que venían con los Camará y Santiago Martín El Viti, representado por Florentino Díaz Flores. También figuraron Fermín Murillo y Antonio Ordóñez, pero no pude identificar a sus representantes.

Pues bien, esos apoderados hispanos no solamente se dedicaron a atender los asuntos de los toreros que llevaban, sino que, en la busca de nuevos valores para la tauromaquia, volvieron sus ojos a los muchachos que comenzaban a andar por los ruedos y al terminar su periplo americano se llevaron a España a varios de nuestros novilleros para la campaña de 1963. Eran novedad dos de ellos Abel Flores El Papelero, que se colocó con Alberto Alonso Belmonte y Gabino Aguilar, quien se acomodó, seguramente con la casa Chopera.

Además, repitieron allá del ciclo anterior Juan Anguiano, Mauro Liceaga, Óscar Realme, Fernando de la Peña y Guillermo Sandoval, recibiendo estos tres últimos la alternativa en plazas de importancia. Habrá que apuntar aquí que, de todos ellos, Gabino Aguilar fue el novillero mexicano que más fechas sumó ese calendario, con 25 y que también hicieron campaña allá los matadores de toros Manuel Capetillo, Guillermo Carvajal, Gabriel España y Antonio Campos El Imposible.

Sevilla, 30 de junio de 1963

La empresa Pagés anunció para ese domingo de abono, una novillada de Manuel Álvarez y hermanos que sería lidiada por la rejoneadora colombiana Amina Asís y los novilleros Ángel Rodríguez, Manuel Álvarez El Bala y Gabino Aguilar, los tres nuevos en esa plaza.

La tarde representó un triunfo para Gabino Aguilar que salió a hombros de la afición por la puerta de la calle Iris, aunque El Bala lo hiciera por la del Príncipe por una cuestión meramente de números.

Esa tarde, Gabino Aguilar le cortó una oreja a cada uno de los novillos de Álvarez a los que enfrentó en una actuación que Manuel Olmedo Sánchez Don Fabricio II, resume de esta manera en el ABC sevillano del 2 de julio siguiente:

El mejicano Gabino Aguilar nos ha causado una grata impresión. Posee un gran sentido de lidiador y relevantes dotes de artista, que brillaron en las verónicas, las chicuelinas y los airosos remates ejecutados en el sexto, y se evidenciaron rotundamente en las dos faenas de muleta, cuyos méritos se encarecen por las dificultades de ambos novillos. Al tercero, cobardón, que se quedaba y derrotaba mucho, lo trasteó con inteligencia, aguante y compostura. Al dominio se unieron en algunos pases estimables detalles estéticos. Murió el animal a efectos de una estocada, y al diestro le fue concedida una oreja. Tiró Aguilar del sexto hacia los medios, y allí, obligando la remisa y corta embestida del animal, cuajó pases muy meritorios. Realizó la suerte suprema con buen estilo y prontitud, y obtuvo el mismo premio que en el otro novillo, con idénticos merecimientos...

La salida de El Bala por la puerta del Príncipe se debió a que cortó tres orejas esa tarde.

Gabino Aguilar iría después a Burgos, dos tardes consecutivas a Madrid, a La Coruña y a San Sebastián antes de volver a la antigua Híspalis.

11 de agosto de 1963, otra salida en hombros

El cartel de esta novillada se integró con Gabino Aguilar, el toledano Miguel Oropesa y el gaditano Manolo Aibar, quienes enfrentarían un encierro de don José María Soto de la Fuente. En esta ocasión Gabino tuvo que matar tres novillos, pues el segundo de la tarde mandó a la enfermería a Oropesa y ya no salió de allí.

El encierro fue una colección de prendas, según lo cuenta quien firma como El Chico del Baratillo en la Hoja del Lunes del día siguiente del festejo:

No resultó la novillada del señor Soto, grata para la afición, pues después de la falta de hechuras y trapío, de fea estampa, a excepción del sexto, bueno en el último tercio, aunque sin fuerza, los demás resultaron al final muy incómodos, por su feo estilo, motivado por su falta de fuerza también, mansedumbre en general que fueron motivos para defenderse en el desarrollo de la lidia. En este menester se destacó el lidiado en cuarto lugar, el peor de todos, porque tenía sentido. Con los jinetes fue superior el primero, mansos tercero y cuarto, cumpliendo los demás...

No obstante, y sin reparar en las condiciones de los toros, Gabino Aguilar se jugó el tipo alegremente. Antonio de los Santos Santiño, haciendo la crónica para el ABC de Sevilla, refleja lo siguiente de su actuación ante el cuarto de la corrida:

Fue en su segundo donde el mejicano dejó bien probadas sus excepcionales aptitudes toreras. El novillo, de tanta presencia como peligro y quizás más acusado éste, había arrollado a un peón con aviesas intenciones. Llegó al último tercio en condiciones totalmente negativas para la lidia más somera, y el diestro azteca luchó con denuedo hasta tirar de él en unos derechazos personales e intransferibles, para luego, en terreno inverosímil, forzar unas series de naturales ligados con el de pecho realmente impresionantes, en los que el valor tenía la misma calidad que la sabiduría torera derrochada por el singular lidiador, subrayada por el confundido murmullo de las aclamaciones y los ecos musicales. La indiscutible proeza hubo de coronarla con una estocada entera, y, tras denegar el presidente la segunda oreja, pedida con rotunda e insistente unanimidad, el majo Gabino hubo de recorrer tres veces el anillo, recogiendo diversidad de prendas…

Nuevamente ante el quinto del festejo Gabino volvió a poner en evidencia su voluntad y su determinación de querer ser, según escribió el ya citado Chico del Baratillo:

Otra vez en el quinto de la tarde – sustituyendo a Oropesa – el mejicano ofreció una brillante estampa como refrendo de su valor y capacidad torera, pues si arte y gracia imprimió su capote, lució más aún con la flámula en otro curso bellísimo de toreo clásico también, que los bordara en muchos momentos de su faena entre música y ovaciones y que para que no faltara lo trágico, fue cogido aparatosamente sin consecuencias y, a pesar de estar visiblemente lastimado, puso epílogo a su labor con un volapié fulminante, volcándose sobre el enemigo. Cortó oreja también, marchándose de la Maestranza con un éxito de clamor, dejando en Sevilla su nombre altamente cotizable...

Y otra vez salió en volandas por la puerta de la calle Iris. Como siempre se había acostumbrado, pues me cuenta Domingo Delgado de la Cámara, que eso de abrir la del Príncipe se empezó a usar hasta el año de 1952 cuando unos triunfos de Luis Miguel Dominguín y Rafael Ortega. Y una vez hecho eso, los toreros ya no querían otra cosa, como lo cuenta don Antonio Burgos:

Por la calle Iris. Como siempre se han sacado a los toreros en Sevilla, antes de la moda del mito del cuento del envergue de tanta Puerta del Príncipe... Pero, hijo, los toreros la desprecian. O por la del Príncipe o ninguna, parecen decir. No quieren salir por la calle Iris, como no sea andando y hacia el cochecuadrillas aparcado en la calle Antonia Díaz. Cuando por la calle Iris, y a hombros hasta el Hotel Cecil Oriente donde se vistió, salió Curro Romero la tarde de su debú y su triunfo con «Radiador» de Benítez Cubero. Por la calle Iris han salido a hombros Manolete y Arruza, y Antonio Ordóñez, y Pepín Martín Vázquez, y Pepe Luis Vázquez, y Chicuelo. Entonces era lo normal… conviene, pues, aclarar que aquí no está prohibido sacar a un torero a hombros por la calle Iris. Aunque parezca lo contrario...

In memoriam

Gabino Aguilar volvería a España la campaña siguiente y se doctoraría en el ruedo de Las Ventas de Madrid el 23 de junio de 1964 de manos de Andrés Hernando y atestiguando Manuel Benítez El Cordobés. Torearía 16 corridas, cortando 23 orejas en esa campaña y a partir de 1965 dedicaría sus afanes a torear en ruedos de México y después del retiro, a criar toros de lidia en El Batán. Pero de este y otros asuntos ya me había ocupado en este lugar de esta misma Aldea.

Gabino Aguilar falleció el día de San José de este 2021. Hoy le recuerdo aquí como lo que siempre ha sido: un triunfador.

sábado, 16 de mayo de 2020

Talavera de la Reina. La prensa regional toledana un siglo después (I/II)

Cartel de la corrida del 16 de mayo de 1920
Cortesía: Colección de D. Gabriel Vegas
Hoy se cumplen cien años de la muerte de Gallito en Talavera de la Reina. Las versiones que  más conocemos son las consideradas oficiales, las que publicaron los escritores más renombrados de ese tiempo y la de Gregorio Corrochano es la que tiene primacía sobre las demás, dado que él fue testigo de excepción de la tragedia de ese 16 de mayo en el coso que, el 29 de septiembre de 1890 inauguraran Fernando Gómez El Gallo y Antonio Arana Jarana lidiando toros de Enrique Salamanca.

No obstante, existen otras versiones de los sucesos que Guerrita llegara a calificar en el momento como el fin del toreo, y algunas de ellas con el valor añadido de la inmediatez. En el repositorio de la Biblioteca Virtual del Centro de Estudios de Castilla La Mancha y en la de Prensa Histórica del Ministerio de Cultura encontré dos diarios toledanos de la época, El Castellano y El Eco Toledano, en los que con cierta profusión de detalles se narran los sucesos de la última corrida lidiada por el menor de Los Gallos.

Los ejemplares de estos dos diarios vieron la luz al día siguiente del suceso, lunes, a despecho de la Ley del Descanso Dominical de Antonio Maura, en vigor desde septiembre de 1904 y que aunque un año después había levantado la prohibición del trabajo en domingo para los periódicos, justamente el 15 de enero de 1920 volvió a reiterar la prohibición de laborar ese día para los periódicos. 

Creo que aquí es donde reside uno de los grandes valores de la información en ellos contenida, porque a despecho de las sanciones que pudieran recibir derivadas de la Ley de Maura, los editores de dichos periódicos primaron la inmediatez en la transmisión de la noticia trascendente y también si consideramos que los diarios principales no darían la noticia sino hasta el martes 18 de mayo, debido al referido descanso.

¿Por qué fue Gallito a Talavera?

Existen diversas versiones que justifican la presencia de Gallito en Talavera ese 16 de mayo. La más común es la que sitúa a José y a Juan, el 15 de mayo, comentando la insufrible situación que pasaban en el abono madrileño, donde la afición, por la escasa presencia de los toros y el nulo juego que daban, llegaba incluso hasta a las manos con los toreros. En ese diálogo, se llega al consenso de que hay que retirarse de Madrid por un tiempo y allí surge para Joselito la posibilidad de ir a Talavera, una plaza de la que se ha escrito, le hacía mucha ilusión, porque la había inaugurado su padre.

Tanto así, que Francisco Narbona y Antonio García Ramos, en la biografía que escriben de Ignacio Sánchez Mejías, afirman que el cartel original del festejo del 16 de mayo de 1920 en Talavera estaba conformado por los toros de la Viuda de Ortega para Rafael El Gallo, Ignacio Sánchez Mejías y Larita, pero que al quedar desligado José de su compromiso madrileño, se decidió que la corrida fuera un mano a mano entre él e Ignacio, con el mismo encierro, producto de un cruce entre vacas de Veragua y toros de Santa Coloma.

Creo que esta versión es buena como recurso literario y nada más. Si se revisa la prensa madrileña de esas fechas, se podrá encontrar en el semanario El Toreo de Madrid, en su número del 10 de mayo de 1920, el anuncio de que el cartel de las fiestas de Talavera sería el mano a mano entre Gallito y Sánchez Mejías con toros de Ortega y en los días subsecuentes, el diario El Heraldo de Madrid anunciaba que la Compañía de Ferrocarriles de Madrid, Cáceres y Portugal ofrecía un tren especial para la corrida además de los ordinarios, que saldría a Talavera a las 7:30 de la mañana y regresaría a Madrid a las 8:30 de la noche de esa misma fecha.

Entonces, la versión literaria es solo eso, literatura.

En tiempos recientes se ha hecho pública una versión políticamente incorrecta sobre la presencia de Gallito en Talavera. Es la que presenta Domingo Delgado de la Cámara en su libro Avatares Históricos del Toro de Lidia y que cito enseguida:
…La obra de Joselito fue admirable: creó el toro moderno… Pero también hizo otras cosas menos buenas y más vergonzantes. En el cortijo de Los Merinales por orden de Joselito se instaló una barbería para adecentar las corridas que torreaban los fenómenos. Los Merinales era un apeadero ferroviario donde se embarcaban todas las corridas de las ganaderías sevillanas. Pero antes de ser encajonados, los toros pasaban por un pequeño trámite. Una menudencia sin importancia que llenó de ira a Gregorio Corrochano cuando se enteró. 
Corrochano lo hace público; Joselito se indigna, pues lo considera una traición personal. Durante el año de 1919 no se hablan. Los palos que atiza Corrochano a Joselito desde su tribuna de ABC son tremendos. Al final hubo paz. A Joselito no le interesaba tener en contra al crítico más influyente de la historia. En el transcurso de la comida reconciliatoria se llegó al siguiente acuerdo: Corrochano se compromete a retractarse de lo dicho y a poner bien a Joselito; José a cambio se compromete a torear la corrida de feria del pueblo de Corrochano, un pueblo sin la menor importancia taurina llamado Talavera de la Reina. Esa y no otra fue la razón por la que Joselito fue a torear a Talavera…
Quizás una combinación de los dos motivos expuestos nos de la motivación exacta del por qué de la presencia de Joselito en Talavera ese día. Don Miguel Lizón cuenta que José pretendía que le acompañara a la corrida José María de Cossío, quizás para tener otro testigo de calidad en lo que allí sucediera, pero la compañía del enciclopedista del toreo no fue posible por un compromiso familiar, así que tuvo que asistir al compromiso sin esa deseada compañía.

En el diario El Castellano

Es el número 3,262 de El Castellano. Diario de información el que contiene la relación de los sucesos de la corrida del día anterior en Talavera de la Reina. No menciona el nombre de su director, aunque por un anuncio contenido en su cuarta página, deduzco que lo publicaba la Editorial Católica Toledana, que para aprovechar la imprenta, ofrecía servicios de impresión en general a la comunidad.

La descripción de los acontecimientos, remitida por el cronista A. Zamora por la vía telegráfica a la redacción de El Castellano el día de los hechos es la siguiente:
Desde Talavera. Corrida tristemente memorable. Emocionante cogida de Gallito. La muerte del gran torero 
¿Presentimientos? 
¡Qué mala cara tienes! 
La expectación reinante entre la afición para presenciar la corrida de feria de ayer en Talavera de la Reina era grandísima. 
El viernes, a las tres de la tarde, ya se habían agotado las localidades en taquilla, que pasaron en su inmensa mayoría a mano de los revendedores. Localidad hubo que se pagó a 50 pesetas, sin que las autoridades pusieran coto a estos abusos; pues momentos antes de empezar la corrida, en las inmediaciones de las puertas de entrada a la plaza, el comercio clandestino de billetes era escandaloso y público. 
La animación en las inmediaciones del edificio y particularmente en su interior, fue como jamás se ha conocido en Talavera.
La plaza se hallaba ocupada en su totalidad, abundando en palcos y gradas inmensidad de bellas señoritas ataviadas con la clásica mantilla española y el castizo mantón de Manila. 
En el palco de la presidencia tomó asiento, además del alcalde D. José González de Rivera, el gobernador civil de esta provincia, D. José De Figueroa y otras distinguidas personalidades. 
Las cuadrillas fueron acogidas con una gran ovación al hacer el paseo, al compás del pasodoble Gallito por ser la primera vez que pisaba este ruedo. 
El tiempo amenazaba con lluvias, que por fortuna no se confirmaron. 
La lidia de los cuatro toros primeros fue corriente, dadas las condiciones que reunía el ganado, que cumplió bastante bien en el primer tercio, poniéndose difícil en los dos restantes. 
Al cuarto toro le banderillearon, a petición del público, los maestros, saliendo por delante Sánchez Mejías, que arrancando desde el estribo y a cuatro pasos del de Ortega, prendió un soberbio par, sobrado de valentía. 
Joselito puso uno en los medios muy artístico y muy valiente. Mejías cambió a cuerpo limpio en la preparación de su segundo par, que después clavó saliendo del estribo. 
Joselito cerró el tercio con otro par de poder a poder. 
Lidia del quinto toro 
El quinto toro de Dª. María Josefa Corrochano, viuda de Ortega, llamado Bailaor, brocho y cornicorto, negro zaíno, de cinco años, hijo de la vaca Bailaora de Veragua y del toro Canastillo de Santa Coloma, comprado a D. Dionisio Peláez, hizo una pelea en varas de toro bravo, certero y pegajoso. 
Entró a los caballos cinco veces desde largo, dejando sobre la arena los cinco pencos. 
En banderillas presentaba alguna dificultad e hizo varias arrancadas fuertes con ánimo de cobrar caza. 
Joselito, que vestía por última vez terno grana y oro, se dirigió al toro con cierta desconfianza, toda vez que la gente le oyó decir al bicho: ¡Qué mala cara tienes! 
¿Presentiría el Wilson del toreo lo que pocos momentos más tarde iba a ocurrirle? 
Joselito lo tomó con un ayudado, cambiándose luego la muleta por la espalda y después de otros pases vistosos, el toro tomó la querencia de un caballo situado en los tercios entre el 1 y el 2. 
Con pases de tirón trató de sacarlo de su querencia, llegando a distanciarle en parte del caballo muerto. 
Cogida de Joselito 
Al intentar un nuevo pase por bajo se le arrancó el toro con tal ímpetu, que no pudiendo defenderse el torero de la terrible acometida, salió enganchado en el pitón izquierdo, volteado y derribado, quedando tendido en la arena con las manos sobre el vientre y en estado cadavérico, pasando en hombros de sus banderilleros a la enfermería. 
La aparatosa cogida del diestro emocionó enormemente al público y lidiadores, quienes desde un principio sospecharon el fatal desenlace que pudiera tener. 
Su cuñado Sánchez Mejías quedó en el terrible trance de tener que terminar con la vida del toro que había causado la sensible desgracia del rey de los astros coletudos, haciéndolo con valentía y estando el cornúpeto materialmente encima del caballo, al que tal querencia había tomado. 
El público pedía a voces que se suspendiera la fiesta; pero Sánchez Mejías dio prueba de su valor temerario dirigiéndose al presidente y solicitando que diera suelta al toro que cerraba plaza. 
Este pisó el ruedo demostrando mayor bravura que sus antecesores, arrancándose tan fuertemente a los caballos que ocasionó en una caída estrepitosa varias lesiones a los picadores Ceniza y Zurito
Sánchez Mejías, en los quites, estuvo monumental y después cogió los palos, siendo perseguido tan de cerca por su enemigo que saltaron juntos al callejón, librándose milagrosamente de un serio percance. 
No se arredró Ignacio y uno tras otro, sopló tres soberanos pares que entusiasmaron al público, que llegó a olvidar por breves instantes la emoción sufrida momentos antes. 
Con la muleta, puesto que el toro se puso algo más difícil, trató de aliviar cuando antes, despachándolo de un pinchazo, una estocada medio caída y un descabello con la puntilla. 
En la enfermería 
Al ingresar Joselito a la enfermería de la plaza, a hombros de su cuadrilla, dijo estas últimas palabras, perdiendo poco después el conocimiento: 
¡Que llamen a mi médico, que me muero en Talavera! 
Depositado en la mesa de operaciones fue reconocido por los doctores, Sres. Luque y Ortega, quienes certificaron que durante la lidia del quinto toro había ingresado en la enfermería el diestro José Gómez (Gallito) con una herida penetrante de vientre en la región inguinal derecha con salida del epiplón, intestinos, vejiga y gran shock traumático y probable hemorragia interna. Otra herida en el tercio superior e interno del muslo derecho
Muerte de Gallito 
A consecuencia de estas heridas, falleció el infortunado Joselito a las siete horas y dos minutos de la tarde, sin que los esfuerzos de la ciencia pudieran hacerle reanimar. 
Por el sacerdote D. Francisco Vázquez le fueron administrados los últimos sacramentos. 
El diestro de Gelves murió rodeado de su hermano Fernando, su cuñado Sánchez Mejías y los individuos de su cuadrilla que estaban visiblemente emocionados. 
La cabeza del toro 
Sánchez Mejías mandó cortar la cabeza del toro Bailaor causante de esta desgracia, que ha sido enviada a Madrid para ser disecada y conservada como triste recuerdo. 
Otros detalles 
El gobernador civil, Sr. Figueroa, se emocionó grandemente con la inesperada desgracia y ordenó que la estación telegráfica de Talavera permaneciera funcionando toda la noche. 
Le pusieron telegramas a Rafael Gómez (El Gallo), al doctor de Joselito, D. Agustín Mascarell y a otros amigos y deudos del finado. 
Esta plaza, donde Joselito ha hallado su muerte, fue inaugurada por su difunto padre, Fernando Gómez (El Gallo), en el año 1891, matando él solo toros de D. Enrique Gutiérrez Salamanca.
Dejo en este punto la recolección de los sucesos de esa prensa regional toledana, para continuar el día de mañana con el otro diario encontrado.

lunes, 28 de octubre de 2019

Chicuelo y Dentista de San Mateo (II/II)

Manuel Jiménez Chicuelo
Decía en la parte anterior que se criticó el encierro enviado por don Antonio Llaguno a El Toreo por su escasa presencia. Voy a dejar aquí una especie de discusión mediática que se generó a propósito de la corrida, donde el medio especializado – Toros y Deportes – realizó una defensa a ultranza de la corrida y en otros, se dijeron cosas distintas.

La corrida de San Mateo

La crónica que he citado y que apareció en El Siglo de Torreón abre con un juicio acerca del encierro lidiado esa tarde y no es halagüeño. El cronista expresa lo siguiente:
No dejó muy alto el pabellón la vacada de San Mateo. Cierto que envió, para regalo de los ‘mataores’, media docena de ejemplares preciosos. Todos ostentaron pelambre oscura, finísima; cornamenta afinada y bien puesta; larga y sedosa cola... pero el ‘supremo juez’ dictaminó que dos de los toros eran muy pequeños para contender con los 'maestros' y chilló... chilló... y al fin se impuso, logrando que los chotillos fueran vueltos al corral y que en su lugar brincasen a la candente arena sustitutos de San Diego de los Padres. 
Hubo un quinto toro que valió un Potosí: suave, noble, bravísimo, bebiéndose el engaño como quien se bebe una copa de ambrosía. Fue Chicuelo el encargado de lidiar esta ‘bendición del cielo’. 
Dos animales de San Mateo y dos de San Diego fueron buenos. Los otros dos, de San Mateo también pasaron gracias a las complacencias del cambiador y a que los acosaron con el capote. Que si no...
La apreciación transcrita es que la corrida estaba bien criada, pero que pecaba de juventud. chotillos llama a los toros devueltos. Veremos enseguida que los defensores de la corrida esgrimen diversos argumentos, que no parecen vertidos hace noventa y cuatro años, sino ayer, antier u hoy para defender algo que, en teoría, no debería tener defensa.

La primera defensa es de Verduguillo y también es con lo que inicia su relación del festejo. Lo hace de la siguiente manera:
Sabemos de sobra que los señores Antonio y Julián Llaguno se dedican a la cría de reses bravas y no de elefantes. La diferencia esencial que existe entre el paquidermo y el toro (aparte lo de la piel gruesa, los colmillos, la trompa, etc.), es el tamaño. El elefante es más grande que el toro. En cambio, el toro tiene dos afilados pitones y una ligereza que no tienen los tranquilos habitantes de las selvas africanas. 
Pues bien: quedamos en que en la Hacienda de San Mateo no hay cría de elefantes. 
¿Qué los toros deben tener cierta edad, cierto peso? Admitido. No seré yo quien salga ahora en defensa del toro sacudido de carnes, y con los pitones como plátanos. No. Para que las corridas sigan siendo un exponente de valor, precisa que exista el peligro. Pero cuando vemos salir un toro fino, gordo, bien puesto de pitacos, con abundante armamento en la sesera, con poder, con nervio y todo lo demás, no tenemos por qué chillar. Ya hace tiempo mi ilustre compañero “Monosabio” escribió en estas mismas columnas un artículo titulado “Los chicos también las dan”. A “Joselito” lo mató un toro pequeño y cornicorto, y ¡qué coincidencia! se llamaba “Bailaor” como uno de los de esta tarde. 
San Mateo envió para el debut seis toros bajitos de agujas, bien puestos de pitones, de pelo sedoso y abundante cola, pezuña recogida, cuello corto. Seis cromos eran, pintados no habrían sido más bonitos. Quizás uno, el segundo, o sea el primero que tocó a “Chicuelo” desentonó un tanto; era un poquitín basto, y a fe que el juego que dio estuvo también en consonancia con su tipo. Fue el único que hizo cosas feas; para decirlo de una buena vez, fue manso. Los otros cinco fueron estupendos. A mi juicio el que abrió plaza fue el mejor. Era una delicia de toro; con qué suavidad embestía, con qué bonito estilo tomaba el engaño, metía la cabeza y se revolvía sin querer causar daño. Pero no lució lo que debía por lo mal que se le toreó; ya sabemos lo poco que puede hacer Juan Silveti con esta clase de enemigos. 
El quinto fue también un gran toro; peleó muy bien en todos los tercios, y llegó a la muerte conservando nervio y poder en las extremidades, Si ese toro cae en manos de otro torero no luce lo que lució con “Chicuelo”, y así como en el primero Silveti no estuvo a la altura del toro, en el quinto el torero se elevó muchos codos por encima de su adversario. 
El tercero que era muy bravo, fue devuelto por chico... Y el cuarto fue devuelto porque su matador no quiso que pasara...
La comparación del toro con el elefante es cíclicamente un arma arrojadiza para defender la falta de trapío del toro de lidia. Pues bien, Rafael Solana no paró en mientes para utilizarla e intentar justificar la digamos, justeza del encierro de San Mateo, que como ya lo he contado y se desprende de las reseñas, no se pudo lidiar completo, porque los asistentes a la plaza, simplemente no tragaron.

Pero aún hay más, en el mismo Toros y Deportes, una jovencísima Esperanza Arellano, que en esos entonces tendría unos 17 o 18 años de edad y que después sería conocida por su seudónimo de Verónica, también salta a la palestra con su alegato titulado El toro chico y el torero grande y se manifiesta en este sentido:

En la temporada pasada (¿a qué remontarnos a épocas lejanas?) por la puerta de los chiqueros salió un torillo pequeñín, con los pitones muy moderaditos, bravo, noble, inocentón ¡una monada de animalito! Se llamaba “Brillantino”... 
Pero unos y otros, nada dijeron de la insignificancia del toro, mejor dicho, de “Brillantino”. 
Otra tarde “Hortelano” un toro por su tamaño, pero un becerro, un corderito inofensivo por sus condiciones de lidia, corre la suerte de “Brillantino”... 
Y así como salieron “Brillantino” y “Hortelano” dos bichos inofensivos, el uno por su insignificancia y el otro por sus condiciones de lidia, salieron “Jorobado”... “Faisán”... “Revenido II”... 
Las faenas maravillosas se sucedían con halagadora frecuencia. Todos hablaron de ellas. Se prodigó el ditirambo, la hipérbole. Mas respecto al elemento toro no se dijo ni se escribió una palabra. 
Y ahora, hace unos días sale “Dentista”, un toro joven como otros muchos, como los que generalmente se lidian en nuestra plaza. 
“Dentista” es bravo y es noble. Chicuelo realiza con él un faenón, éste sí en verdad maravilloso, por el soberano clasicismo, por la gracia incomparable, por la suprema gallardía de que supo impregnarlo el gran artista de Sevilla... 
Admiré la conducta de “Dentista”, me cayeron en gracia sus maneras de persona mayor, me entusiasmé con su nobleza y su bravura; pero francamente perdí la cabeza ante aquella grandiosa demostración de lo que es el toreo de verdad, sin engañifas ni relumbrones. 
No alabo ni aplaudo la pequeñez de “Dentista”, pero sí protesto contra esa prodigalidad de sátiras e ironías que “Dentista” despertó en los espíritus malévolos, en los eternos descontentos, en los catedráticos convencionales. Era un choto, un becerro. ¡Pero cómo se toreó a ese becerro!... 
No señores, no es por ahí. Si no os ciega el apasionamiento; si no cerráis los ojos a la verdad; si escribís guiados no por el convencionalismo, sino por la sinceridad del entusiasmo, si usasteis el ditirambo y la hipérbole para describir a Gaona con “Brillantino”, a Lalanda con “Buzo”, a Belmonte con un Murube pequeñín e inofensivo, a Silveti con “Volante”, un Veragua de mantequilla, a Sánchez Mejías con un pietreño insignificante, elogiad con toda expansión y justicia; aplaudid con todo ardor y sinceridad la faena de “Chicuelo” con “Dentista”, faena que hablando franca y desapasionadamente, superó las realizadas por el Árbitro de las Elegancias, por el Milagro de Triana, el Emperador del Ritmo y El Hombre que Trafica con la Muerte.
La futura Verónica aplica el adagio aquel del mal de muchos…, en lugar de criticar y de exigir que en las corridas de toros, salga el toro. No defiende expresamente la pequeñez de Dentista, pero se conformó con lo que le ofrecieron.

Otra opinión es la que apareció en el semanario madrileño La Lidia del 5 de abril de 1926, a título de resumen de temporada, firmado por José Rodríguez, corresponsal en México de esa publicación y señala:
No necesitaré repetir lo que todos los aficionados saben o han oído decir. La temporada ha sido un desastre. Y un desastre de los grandes. 
Expliquemos el porqué de ello. 
1° La mala propaganda y pésima confección de los carteles. 
Lo primero, por querernos presentar a toreros medianías como grandes artistas. Lo segundo, por obligarnos a ver carteles de tres matadores, tomando como base dos de los ases y completándolos con toreros mediocres, aún cuando sean mexicanos. 
2° La actuación de los toreros y la serie de becerros y bueyes que, con anuncio de toros de primera, hemos visto desfilar. 
Aquellos con desgana y sin poder dar gusto a las derechas. El ganado, becerros y bueyes. En contadas corridas hemos visto toros que sean tales. Toros que necesitaban toreros que se preocupasen de torear más al público que a la llamada fiera... 
De los 25 naturales que dice usted le dio Manolo a Dentista de San Mateo, es una exageración, pues fueron 15. Un número extraordinario tratándose de esos pases. Sobre esto no cabe duda, y así lo reconozco y lo hago constar. Este famoso Dentista era un becerro que se perdió cuando cambiaban el tercio de banderillas; al fin Magritas lo encontró debajo de un sombrero de los que habían caído al ruedo. Esta afirmación no es mía, sino de un ...sabio, al que por consiguiente, hay que darle crédito y sobre todo, habiendo sido siempre defensor del toro chico...
Es decir, la pequeñez del ganado que se lidió en esa corrida y en toda la temporada también trascendió el Atlántico.

La importancia de Chicuelo

En el programa de televisión Tendido Cero transmitido el 28 de septiembre de este año, se emitió un extenso reportaje sobre la persona y la figura de Chicuelo. Entre las opiniones que allí se expresaron, estuvo la de Domingo Delgado de la Cámara, que entre otras cosas expresó lo siguiente:
Chicuelo es el eslabón entre Joselito y Belmonte por un lado y Manolete por otro y es además el constructor de la faena de muleta actual... Existe una idea muy superficial de Chicuelo, diría más, es el torero más maltratado y peor entendido de la historia del toreo... Chicuelo es quien verdaderamente capta las enseñanzas técnicas de Joselito y Belmonte, capta el toreo en redondo que intentaba hacer Joselito, pero que le salía movido y capta que Belmonte se iba al pitón contrario y eso le permite desplazar a los toros; entonces, ensambla el toreo ligado en redondo girando sobre los talones de Joselito con el terreno de Belmonte, lo que le permite torear quieto ligado en redondo y rematando con el pase de pecho, hace la faena actual... A Chicuelo el viaje a México le viene de maravilla, las primeras faenas ligadas totalmente en redondo las hace en México los años 25 y 26 a dos toros de San Mateo llamados Dentista y Lapicero; esto no es una casualidad. ¿Por qué fueron esas faenas en México y no en otro lugar? Pues por las características del toro mexicano... Los críticos no se dieron cuenta de la faena de Corchaíto, pero el público sí, la prueba es que no había entrado a matar y estaba todo el público en pie agitando los pañuelos pidiendo las orejas, el público sí que tuvo una percepción de que ese día se estaba produciendo un cambio histórico y desde luego se estaba entrando en otra etapa del toreo...
Esta apreciación es rotunda y nos deja en claro, como lo anticipara José Alameda, que el hilo del toreo tiene una sucesión continua, pero que no tiene momentos definidos en los cuales se va a producir.


Aldeanos