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domingo, 30 de marzo de 2025

A un siglo de la despedida de los ruedos de Rodolfo Gaona (IV)

Rodolfo Gaona y la evolución del toreo

El toreo había cambiado con una rapidez inusitada en las dos décadas que Rodolfo Gaona permaneció en los ruedos como matador de toros. Por una parte, Juan Belmonte apareció y depuró el elemento del temple y después vendría Gallito a traer los primeros esbozos del toreo en redondo. Sin embargo, a esas dos piezas les faltaba un tercer elemento para que unidas debidamente produjeran una verdadera evolución. Escribe José Alameda:

La consideración preferente de los valores espaciales, de postura o de plasticidad es una trampa en la que ha caído la crítica y la historiografía taurina... Los valores de tiempo son esenciales en el toreo... Y Gaona los tenía... Gaona les andaba a los toros, pero no solo en banderillas... también con la muleta... dentro del desarrollo de la faena, para mantener la reunión entre suerte y suerte, en el enlace de ellas... en las pocas filmaciones que se conservan, se encuentran algunos momentos en que le anda al toro con un “tempo”, con una cadencia, que no son frecuentes hoy en día, pero menos lo eran en aquellos...

El tercer elemento era ese tempo o ritmo que aportaba Gaona y que como dice Alameda, se le escapa a la mayoría de los historiadores del toreo. Por azar o por preclara inteligencia, Chicuelo reúne las piezas y las expresa por primera vez en México el 1º de febrero de ese 1925 ante Lapicero de San Mateo, demostrando que otra forma de hacer el toreo es posible.

Gaona ante la crítica en su última temporada

El Califa de León alguna vez confesó que Belmonte había llevado a todos los toreros de su tiempo a terrenos que nunca sospecharon pisar. Igualmente, con el paso del tiempo, la tauromaquia del torero de León fue evolucionando de manera imperceptible, distinguiéndose con claridad diferencias entre lo que le hacía a los toros el Gaona anterior a 1916 cuando permaneció prácticamente exiliado en España hasta 1921, y lo que realizó en sus últimas temporadas en México. Escribe una entonces jovencísima Esperanza Arellano, quien después sería conocida por su seudónimo de Verónica sobre este particular:

Ha toreado con esa arrogancia, con esa elegancia suya, es cierto, pero siempre en el terreno del más neto de los modernismos. Y sigue siendo, no lo niego, el amo, el único, modernista y todo, porque sabe lo que nadie y domina como nadie. Ahí lo imperdonable. ¿Qué necesidad tiene Gaona de torear así? ¿El mal gusto de los públicos? ¡No y mil veces no! ¿Es que Rodolfo dejaría de ser el gran torero que es, dejaría de querérsele y aplaudírsele, sólo porque no prodigara el relumbrón, la chabacanería y no torease con refinado modernismo? Él, el gigante, el coloso, debía imponerse e imponer al relajamiento, la degeneración, el mal gusto de los públicos, su arte grande, quintaesenciado; su toreo clásico, bello y gallardo, y aquéllos no tendrían más remedio que rendirse a la verdad, avasallándose al arte que satisface y a la belleza que cautiva y subyuga...

Estas duras afirmaciones contenidas en el ejemplar de El Universal Taurino aparecido el 5 de enero de 1925, cuestionan la evolución de la tauromaquia de Gaona, le critican que se haya adaptado a los cambios que evidentemente estaba sufriendo el toreo y de alguna manera le exigían que volviera a sus maneras originales.

Pero no es solamente Verónica quien alza la voz para señalar que la evolución del toreo del llamado Petronio es motivo de desagrado. También don Luis de la Torre El – hombre – que – no – cree – en – nada, en el ejemplar del El Universal Taurino del 19 de enero siguiente, se expresa en semejante sentido:

En su libro “Mis Veinte Años de Torero”, Capítulo IX, Párrafos II y IV de la página 117, refiriéndose a la mejor faena de su vida, ejecutada el día 21 de abril de 1912, en la plaza de Sevilla, España, dice Gaona: “La faena de muleta fue breve y artística: quince muletazos magistrales, solo, derecho y toreando de brazos... Aquella fue una faena seria. Sin arrodillamientos. Sin molinetes, ni cogerse de los pitones. Nada: toreo clásico, del que yo sabía... Los pases fueron ligados todos, en el terreno que yo quise, mandando y. haciendo del toro lo que me dio la gana”. ¿Se dan cuenta, señores gaonistas (?), de lo que es una faena cumbre de las que ahora se ven pocas, simple y sencillamente porque no las entendemos? Junto a ese modelo de faena y comparadas con algunas otras que han ejecutado no sólo Gaona, sino también otros diestros modernistas a quienes no queremos darles mayor importancia, digan ustedes, ¿qué lugar les corresponde a las tan cacareadas de “Pavo”, “Faisán” y algunas más? Yo juzgo que colocadas entre el modernismo – lugar que les corresponde –, son faenas magníficas, pero nunca comparables con otras portentosas en las que, según opinión netamente gaonista, ha sobrado toro o ha faltado torero, únicamente porque no ha sido el ídolo quien las ha ejecutado. Para las de Gaona hubo oreja bien ganada; para las otras, aunque también la hubo, se concedió por indulgencia y nada más. ¡Vaya imparcialidad y buena fe! ...

Algo de miopía, sin duda, ante el inminente cambio de maneras que estaba ya tocando a la puerta. El 1º de febrero de ese mismo año ocurrió la epifanía y el 25 de octubre siguiente Manuel Jiménez Chicuelo regresaría a ratificar que el modelo a seguir para la realización de una faena en una plaza de toros, sería a imagen y semejanza de la que él realizó ese domingo a otro toro de San Mateo, ahora llamado Dentista. A veces somos renuentes al cambio, pero con afición, terminamos aceptándolo.

15 de febrero de 1925, el encuentro de Gaona y Azote de San Diego de los Padres

En el año de 1921, a iniciativa de los directores de los diarios El Universal, El Gráfico, El Demócrata, El Heraldo, El Mundo y Últimas Noticias entre otros, se inició la edificación de la Casa de Salud del Periodista en la zona conocida ese entonces como Chapultepec Heights hoy las Lomas de Chapultepec en la Ciudad de México. Entre los eventos generados para financiarla, se incluyó en la temporada 1921 – 22 una corrida de toros, que se volvió tradicional desde entonces.

La correspondiente a la temporada 1924 – 25 se ofreció el día 15 de febrero de 1925 y para lidiar toros de San Diego de los Padres, se anunció a Rodolfo Gaona, Manuel Jiménez Chicuelo y Antonio Márquez. Esa tarde fue fecha de uno de los grandes hitos de la campaña final del Indio Grande, por su hacer ante el toro Azote, del que el torero recordó ante su biógrafo Carlos Quirós Monosabio:

A “Revenido II” y a “Azote” también los maté a mi gusto... Entre los pares que vivirán muchos años, dejo el de “Pinturero” y el de “Azote” – de San Diego los dos –; éste muy parecido al de “Pavo”... En la corrida de la Casa de Salud del Periodista, con “Peinador” y “Triciclo”, hice dos tercios de quites que, vaya, todavía se están aplaudiendo...

La crónica escrita por Verduguillo para El Universal Taurino acerca de la actuación de Gaona ante el sandieguino, en lo esencial es la siguiente:

En cuarto turno aparece “Azote”, cárdeno bragado, coletero, calcetero. Número 12. Tiene todo el tipo de aquel célebre toro “Sangre Azul”, de quien se dice que es hermano… toma el Califa las banderillas; y después de gallear, prende un colosalisímo par de poder a poder. Y sigue con otro, llegando a la cara, y levantando los brazos, maravillosamente. El tercer par es imponente. Vaya forma de medir los terrenos y de cuadrar en la misma cabeza… Rodolfo tiene que contender con un enemigo que, aunque escaso de poder, conserva codicia y acude donde le llaman. El primer pase es ayudado por alto; sigue un natural muy vistoso, aunque despegadillo. Se pasa el leonés la muleta a la derecha. Un natural, luego el de pecho, con los pies juntos, corriendo la mano, y pasándose todo el toro por la faja. Y después de esto, toda esa serie de pases y medios pases que el Califa lleva guardados en el baúl, y sólo saca los días grandes. ¡Qué faenaza! Cuánto valor, cuánta salsa ha derrochado el mexicano. Los que han opinado que para tener salsa torera hay que nacer en las márgenes del Guadalquivir, se han equivocado; que no contaban con que en el Estado de Guanajuato hay una ciudad que se llama León, que también da lo suyo… Y cuando “Azote” junta las manos, nuestro entusiasmo se torna en locura, al ver a Gaona volcarse, materialmente, sobre el toro, y hundirle la tizona un poquito del lado de allá pero con magnífica dirección. El toro tarda en doblar y Rodolfo descabella a pulso… Ovación delirante: las dos orejas, el rabo, tres vueltas al redondel. Sombreros, pañuelos, palomas, bastones… El acaboselipsis…

La faena de Gaona no fue precisamente breve y tendiente únicamente a despachar al toro que, falto de fuerza, pocas opciones dejaba para esperar la realización de algo de lucimiento ante él. Y sin embargo, tirando de una nueva manera de hacer, de una tauromaquia que estaba por llegar para quedarse, pudo evitar el adormecimiento de la concurrencia, alegrarla y alzarse con un gran triunfo en esa señalada tarde.

15 de marzo de 1925. Gaona y Hortelano de Veragua

La corrida a beneficio del Montepío de Toreros fue la penúltima que toreó Gaona en El Toreo. Se repetía el cartel de un mes antes, para alternar con Chicuelo y Antonio Márquez en la lidia de un encierro del Duque de Veragua, que permitió a los lidiadores recaudar recursos para sus compañeros heridos y también para los actuantes, que tuvieron una tarde redonda. Gaona le cortó el rabo al cuarto del festejo, Hortelano. Escribe Verduguillo acerca de su actuación:

“Hortelano” se llama el cuarto: es negro entrepelado, listón… Tras de brindar al señor Secretario de Industria y Comercio don Luis N. Morones, que ocupa un delantero de tendido, Rodolfo pasa a contender con “Hortelano”, al que encuentra aplomadísimo, pero dando la cara. Al dar Gaona el primer pase, de pecho con la derecha, el toro clava los pitones y da la voltereta, y con esto se le acaba el poco gas que le quedaba… El Indio supo aprovechar las condiciones de inmovilidad de su adversario y lejos de aburrirnos le sacó gran partido. Vimos al artista adornarse en todos los momentos, aunque el toro no le embistiera. No fueron pases los que dio el leonés, fueron simples adornos al margen de la fiera que le veía asombrada del dominio que derrochaba el maestro… Sí, señor, porque maestría y mucha se necesita para alcanzar lucimiento con un toro que no solamente no pasa, sino que ni siquiera se mueve…  Gaona ha logrado hacer del toro lo que se le da la gana. Y así vemos que lo lleva de un sitio a otro, como si fuera un corderito amaestrado. Le gustó a Rodolfo para dar la estocada, la querencia natural de los toriles, donde el torito podría hacer algo por él. Y sí que lo hizo. El leonés se perfiló en corto, dando la espalda a la misma puerta de los chiqueros, entró derecho, y hundió todo el acero en la misma cruz. Después descabelló al segundo golpe. Ovación grande, las dos orejas, el rabo, etc. Ovación también al toro…

La descripción que hace Rafael Solana de esa actuación es importante, porque no refleja una actuación tradicional, de manual, diríamos, ante un toro aplomado, agarrado al piso. Rodolfo Gaona quería cerrar su temporada regular con un gran triunfo y lo consiguió recurriendo a cuanto recurso estuvo en su mano para salir avante. Aparte del bien dominado oficio y de su evidente raza, recurrió a formas de salir a enfrentar a los toros que entonces eran novedosas.

Para terminar

La grandeza del toreo y de los toreros se demuestra en su capacidad de adaptarse a su evolución, siempre que se respete su esencia. En esos días el toro estaba siendo objeto en México de una profunda transformación genética, hecho que, sumado a la que estaba ya sufriendo el toreo, lo que exigía una manera nueva de enfrentar a los toros en los redondeles. Rodolfo Gaona, en el cierre de su brillante carrera, dejó bien claro que estaba perfectamente adaptado a esos cambios y en aptitud de contender con los nuevos valores de la fiesta, en sus propias claves. A veces, pareciera, a los que nos cuesta adaptarnos es a nosotros, los aficionados.  

domingo, 19 de enero de 2025

3 de octubre de 1941: Festival en homenaje y beneficio de Félix Rodríguez en Madrid

Félix Rodríguez fue un torero que tuvo un paso fugaz por los ruedos, pero que dejó una gran impronta en la historia del toreo. Apenas pudo completar un poco más de cuatro temporadas como matador de toros, pero sus contemporáneos aseguran que, de no haber sido por su endeble salud, quizás hubiera sido el esperado sucesor de Gallito.

La enfermedad fue la que lo echó de los ruedos y lo que pudo ganar en ellos, se fue escapando como agua entre las manos. La última vez que se vistió de luces fue el 19 de junio de 1932 en Perpiñán, Francia, y a partir de esa fecha solamente se pudo dedicar a atender los males que le aquejaban.

La prensa de la época señala que, en el año de 1941, Antonio Márquez, contemporáneo suyo, se afanó en organizar un festival taurino en su beneficio. Escribió Recorte en el ejemplar de El Ruedo fechado el 17 de enero de 1946:

Con el fin de aliviar la angustiosa situación económica en que le había precipitado la enfermedad, y por iniciativa de Antonio Márquez, se celebró en Madrid un festival a beneficio del desgraciado torero. En dicho festival tomaron parte gran número de toreros, consiguiéndose una buena recaudación que sirvió para mitigar, de momento, los sufrimientos que poco a poco iban arrancándole la vida...

José Luis Ramón agrega que, por esa misma época, el Sindicato del Espectáculo le concedió una pensión mensual de la que disfrutó hasta su fallecimiento en 1943.

El anuncio del festival

El festejo tendría lugar el viernes 3 de octubre de 1941, en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid, dando inicio a las cuatro y media de la tarde.

El cartel originalmente anunciado se formó con novillos de Antonio Pérez de San Fernando, de Salamanca, que serían lidiados por Juan Belmonte, a caballo y en lidia ordinaria, a pie, por Rafael Gómez El Gallo, Antonio Márquez, Domingo Ortega, Antonio Bienvenida, y Juan Mari Pérez Tabernero.

En la víspera del festival, se publicó tanto en el diario matutino ABC, como en el vespertino Pueblo, ambos de la capital hispana, la siguiente información:

El festival a beneficio de Félix Rodríguez. El matador de toros Juan Belmonte (hijo) ha hecho entrega de 500 pesetas por una localidad para dicho festejo... Los toreros y aficionados que deseen adquirir entradas haciendo donativos pueden pasarse por las oficinas de la empresa (Victoria 9) durante la tarde del jueves y la mañana del viernes...

Así, toreros y aficionados fueron presentándose primero, en el despacho de la empresa y posteriormente en las taquillas de la plaza, para poder hacer su aportación a la buena causa que motivó la organización de este singular festejo.

Lo sucedido en el festejo

Corrida a beneficio del infortunado Félix Rodríguez, retirado de la profesión a causa de una grave enfermedad... Al hacer el paseo todos los matadores son aplaudidos. Torean Belmonte, Rafael el Gallo, Márquez, Marcial, Ortega y Antonio Bienvenida...

Sin mediar explicación, Juan Mari Pérez Tabernero salió de la combinación y fue sustituido por Marcial Lalanda, según se aprecia del introito de la crónica de Benjamín Bentura Sariñena Barico, en la edición de Pueblo de la misma fecha del festejo.

El común denominador de los novillos de Antonio Pérez de San Fernando fue la extrema falta de fuerza que exhibieron en todos los turnos de la lidia. Escribió Giraldillo en el ABC madrileño de la mañana siguiente al día del festejo:

El resultado artístico no correspondió al interés despertado, porque los seis novillos de Pérez Tabernero venían resentidos seriamente del accidente que sufrió el camión que los transportaba. Al principio todos arrancaron bien, pero pronto vinieron abajo, excepto los dos últimos, que debieron padecer menos. Juan Belmonte toreó muy bien a caballo... pero donde sobresalió fue en la colocación de dos pares de banderillas, metiendo la jaca por dentro... Cuando iba a hacer la faena de muleta, el novillo cayó y fue apuntillado. Antonio Márquez, Marcial Lalanda, Domingo Ortega y Antonio Bienvenida, torearon muy bien, con más suerte estos dos, porque sus novillos no estaban resentidos de las patas... El gran Rafael “El Gallo”, objeto de una ovación cariñosísima, toreó con gracia. Su presencia en el espectáculo, fue una nota altamente simpática... Márquez y Bienvenida brindaron a “K – Hito”, el gran aficionado, dibujante y escritor, a cuya iniciativa desde las columnas de “Dígame”, se debe la idea del festival...

Acerca de la entrada, el mismo Manuel Sánchez del Arco, dice:

Se celebró el festival, con una entrada muy buena, tanto que hace suponer una recaudación lucida que venga a mitigar la aflictiva situación en que se encuentra el que un día gustó la gloria de los aplausos... El rasgo generoso de cuantos han tomado parte en el festival, o de algún modo han contribuido al buen resultado económico del mismo, merece registrarse con elogio: El público madrileño ha sabido responder al nobilísimo fin que el espectáculo perseguía...

No quiero dejar de hacer notar, que la crónica del diario "Pueblo" consigna que auxiliando a Juan Belmonte, iba nada menos que Cayetano Ordóñez Niño de la Palma.

El accidente que dañó al encierro

En el diario Pueblo del mismo día del festejo, en nota aparte, se contiene esta información, fechada en Salamanca:

El jefe de la estación ferroviaria de Salamanca comunicó a la Cruz Roja, por noticias que había recibido del jefe de la estación de Barbadillo, haber ocurrido un accidente con motivo del choque de un camión que conducía una corrida de toros de don Antonio Pérez Tabernero, que había de ser lidiada en Madrid... El mayoral que acompañaba a la corrida de toros murió poco después del accidente y el conductor del coche y su ayudante sólo sufrieron algunos rasguños...  Algunas de las reses han quedado inutilizadas para la lidia...

Así pues, vinculando la crónica del festejo de Giraldillo con esta última información, se puede advertir que el pobre juego de los novillos salmantinos en el festival, se debió propiamente al percance carretero que sufrieron y que terminó por afectar directamente al resultado artístico del mismo.

Un apunte sobre El Gallo

Rafael El Gallo había recibido la alternativa en los albores del siglo XX, en 1902 y toreó su última corrida vestido de luces en Barcelona, en 1936. Esa es una carrera larguísima en los ruedos, aún con las idas y venidas que tuvo el que fuera uno de los diestros más geniales que la historia ha conocido.

Ya retirado, siguió, como se ve, toreando festivales a invitación de Juan Belmonte. Antonio Díaz - Cañabate, en su Historia de una Tertulia, a propósito de este en particular, cuenta:

El rápido de Sevilla llegó a Madrid esta noche, a las once de la noche. A las once y media, Rafael «El Gallo» está en el Lyon... ¿De dónde vienes Rafael? Pues de Villanueva del Arzobispo, donde hemos toreado ayer un festival, Juan, el «Niño de la Palma», Láinez y yo... Buena temporada de festivales llevas. ¿Cuántos has toreado? … ¡Qué se yo. diez o doce! Son cosas de Juan Belmonte. Una mañana, llega a Gayango, y me dice: «Rafael, el domingo toreamos en Écija», y nos vamos a Écija a divertirnos un rato. Yo le llamo a esta trupé que hemos formado Juan y yo, «El Empastre» ... Rafael torea en Madrid dentro de tres días un festival a beneficio de Félix Rodríguez, el que fue buen torero, inválido y postrado en cama hace mucho tiempo... ¿Qué, Rafael, vienes muy animado? … Yo, animao estoy siempre; ahora, que luego sale el toro, y a lo mejor se le acaba a uno la animación. Si embiste, le toreamos, y si no, a esperar a otro...

Poco tiempo después, tres años para ser precisos, Rafael El Gallo sería objeto de un festival de similares intenciones, del que me he ocupado en este apartado de esta bitácora.

Como podemos ver, la tauromaquia siempre está presente cuando hay una buena causa que atender.

domingo, 5 de enero de 2025

5 de enero de 1930: Cagancho y Tirano de La Laguna

La decimosegunda corrida de la temporada 1929 – 30 en el Toreo de la Condesa se programó para el domingo 5 de enero de 1930, con un mano a mano entre los diestros hispanos Antonio Márquez y Joaquín Rodríguez Cagancho ante toros de La Laguna. Venía a ser una especie de reedición del que se verificó, forzadamente, el 24 de noviembre del año anterior, cuando el madrileño, apodado en algún tiempo como el Belmonte Rubio, tuvo que sustituir apresuradamente a Carmelo Pérez, quien había sido anunciado desde la semana anterior, junto con la corrida de su alternativa, en la que sufrió la cornada que al paso del tiempo vendría a cortarle su breve existencia.

Ya había planteado la semana anterior el elenco que la empresa formada por Benjamín Chato Padilla, Fernando Romero García y nada menos que don Rodolfo Gaona presentó a la afición de la capital mexicana. Las cartas más fuertes de los toreros hispanos eran sin duda, Márquez, Cagancho y Félix Rodríguez, los tres apoderados por don Domingo González Mateos Dominguín. Respecto de la relación de Cagancho y el patriarca de la casa Dominguín, escribe don Carlos Abella:

...en 1926 descubre a un torero que él cree – con fundamento –, de leyenda: Joaquín Rodríguez “Cagancho”. “Adiviné en él – le confiesa a Alfredo R. Antigüedad – un torero de público y me encargué de dirigirle, firmándole en el año de 1927 un contrato de exclusiva”. Esta exclusiva duró cuatro años y fueron los mejores de la genial trayectoria del gitano de los ojos verdes...

Justamente bajo el amparo de esa exclusiva es que Cagancho llegó a México en esa oportunidad, para enamorar a nuestros públicos y para enamorarse él de nuestra tierra. Por su parte, Antonio Márquez vendría a demostrar su calidad como figura de los ruedos y, en algún momento, a destapar, según cuenta el doctor Guarner, una de las cloacas de la prensa taurina de aquellos días.

Un presidente en los toros

La pasada semana también señalaba que la corrida del 10 de diciembre de 1929 se dio entre un aguacero y que Lanfranchi señalaba que se debió suspender, pero el historiador no menciona un hecho significativo que cambió el curso de esa historia. Relata Verduguillo:

La entrada fue fulastre y el tiempo malísimo, poco antes de la corrida cayó un aguacero. El juez quería suspender, la empresa quería que se suspendiera... Sólo había unos cuantos espectadores que ocupaban sus lugares y daban gritos pidiendo que la corrida se diese... A pesar de que la empresa hubiera querido que no se diera la corrida, el juez no se atrevía a suspenderla... estaba “mosca” mirando a un espectador que no se movía de su barrera de primera fila... Un solo espectador... pero un espectador que pesaba mucho: era el presidente de la República, el licenciado don Emilio Portes Gil, que valientemente, como un aficionado de hueso colorado, se estaba mojando y dando un ejemplo... Finalmente el juez de plaza decidió mandar alguien a preguntar al señor presidente qué era lo que él deseaba que se hiciese. Y don Emilio Portes Gil, que en ese momento no obraba como el primer magistrado del país, sino simplemente como un aficionado de primera fila... sugirió que la corrida se diese... Y la corrida se dio... ¡no faltaba más! Lo había sugerido un aficionado cuyos deseos eran órdenes...

Así eran esos días en los cuales no se vivía una pública hipocresía hoy eufemísticamente llamada corrección política. El presidente Portes Gil, por lo visto, asistía con asiduidad a los festejos en el Toreo de la Condesa, porque este 5 de enero de 1930, volvió a estar presente en su barrera, para presenciar, ahora sí, una tarde de toros que pasaría a la historia.

Para las personas públicas de estos tiempos, resulta cuando menos complicado el comportarse de esta manera, porque sujetos a un escrutinio público que cuando menos es cruel, no pueden externar sus aficiones y gustos, por el temor de incomodar a algunos, generalmente, los más intolerantes.

Cagancho y Tirano

El culmen de la tarde se presentó ante el cuarto de la corrida llamado Tirano por don Wiliulfo González, mismo que, de acuerdo con la crónica de Martín Galas en El Taurino, fue el más rematado del encierro y ante él, el torero de la calle del Evangelista, salió decidido a armar una gran escandalera.

Joaquín Rodríguez Ortega brindó su faena al tenor español Miguel Fleta y entre otras cosas, realizó lo siguiente:

Inicia con tres estatuarios pases altos y uno de pecho, continuó con tres naturales con la derecha, suaves, corriendo la mano y ligándolos de maravilla. Se pasó la franela a la izquierda y tornó a torear por naturales, terminando, después del tercero, con un forzado de pecho. Y le vimos dos pases de la firma, torerísimos, un ayudado por abajo, quedándose en los pitones de la bestia, un alto y un molinete lento y pinturero, dos de la firma, enormes, y un afarolado, tan ceñido, que el burel lo trompicó y estuvo a punto de llevárselo prendido en un pitón. Volvió “Cagancho” a la carga y derrochó gracia en sus pases únicos, despreciando al burel que iba donde el torero quería, mientras éste se quedaba viendo a los espectadores, sin cuidarse de los pitones, que le rozaban el terno... Engolosinado por los aplausos y a petición de algunos espectadores que querían seguir saboreando la miel purísima de aquella faena enorme, “Cagancho” la prolongó más de lo debido, en nuestro concepto, porque el animal estaba agotándose. Y como todo tiene final en esta vida, Joaquín puso término a su brillante trasteo con una estocada entera, en todo lo alto, que mató sin puntilla... hubo ovación clamorosa, dianas repetidas y la obligación de dar dos vueltas al anillo y de saludar desde los medios, después de que tiró a los tendidos las dos orejas y el rabo de “Tirano”, con el que conquistó uno de sus más grandes y legítimos triunfos...

El sexto de la tarde Recaudero, fue brindado por Cagancho al presidente Portes Gil, y su faena fue de aliño ante un toro reparado de la vista, con el que además, estuvo pesado con la espada.

La tarde de Antonio Márquez

El diestro madrileño fue otro de los toreros que no gozaron de la preferencia de los redactores de El Taurino. Se advierte de la relación que Edmundo Fernández de MendozaMartín Galas, hace de su actuación ante el tercero de la tarde, Murciélago, al que también le cortó el rabo. 

Fue, de conformidad con el cronista, un toro boyante, repetidor, noble, al que otros toreros que nombra en su recuento, le hubieran realizado una faena histórica, más Antonio Márquez no estuvo a la altura del lagunero, del que afirma el cronista no sabía para qué le pusieron los pitones en la sesera...

Antonio Márquez, por su parte, brindó al presidente de la República al quinto de la corrida y tercero de su lote Boletero, ante el cual, de acuerdo con el cronista, estuvo desconfiado y acabó de un golletazo.

En la sección editorial de El Taurino, aparecida en el número correspondiente al 19 de enero de 1930, se lee lo siguiente:

De los toreros que formaron la plana mayor facultativa, pocos, muy pocos son los que han conseguido permanecer en el pedestal en el que, por causas que no es preciso examinar, se hallaban colocados... Antonio Márquez, con su monótona maestría, con esa marrullería de viejo lidiador, ha paseado su figura por el ruedo de la Condesa, sin que la afición tenga por qué recordarlo con agrado...

Así era la estima que ese semanario le profesaba al torero de Madrid.

Para concluir

Cagancho seguía sumando triunfos confirmando lo que Dominguín había advertido en él, que era un torero de públicos, es decir, que llegaba con facilidad a los tendidos – por la causa que fuera –, y terminó siendo el triunfador de esa temporada que se quedó sin la presencia de toreros como Armillita, Freg y algunos otros diestros que pudieron darle más consistencia a sus carteles. Y también comenzó a arraigarse en él quizás la idea de que aquí era su sitio, porque al final de cuentas, Cagancho se quedó con nosotros, pa’ los restos.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son imputables exclusivamente a este amanuense, por no obrar así en sus respectivos originales.

domingo, 1 de diciembre de 2024

30 de noviembre de 1924: Juan Espinosa Armillita recibe la alternativa en El Toreo de la Condesa

Juan Espinosa Armillita había debutado como novillero en el año de 1922 y al año siguiente se había presentado en la plaza Chapultepec de la capital mexicana, alternando con el neoyorkino Sidney Franklin en la lidia de novillos de La Encarnación, en festejo matinal y lo haría en el coso de la colonia Condesa el 18 de mayo de 1924, cuando se abrió la temporada de novilladas de ese calendario, misma que constó de 15 festejos menores y tres corridas mixtas. El torero de Saltillo actuó en 14 novilladas y dos de esas corridas con matadores de toros, un hecho inusitado hasta nuestros días.

Fueron sus compañeros de quinta Pepe Ortiz, Genaro Corona, Miguel Gallardo El Diablito, Manuel Gómez Blanco Yucateco o Sidney Franklin entre los novilleros, porque en ese ciclo actuaron varios diestros que habían recibido antes la alternativa y la renunciaron como Samuel Solís, Julián Rodarte, Porfirio Magaña, Cayetano González o Eligio Hernández El Serio. Se ve que habiéndose barruntado que la despedida de Rodolfo Gaona estaba ya cerca, muchos toreros intentaban escalar una cima que en su día no pudieron alcanzar, aprovechando que El Califa de León dejaba las lides en los ruedos.

Apoderado por el matador retirado Eduardo Leal Llaverito – tío abuelo de nuestro contemporáneo Curro Leal – el saltillense Juan Espinosa Armillita desarrolló una triunfal temporada novilleril en el Toreo de la Condesa, imponiéndose en varias de las tardes en las que actuó al complicado ganado al que le tocó enfrentar, porque las novilladas que don José del Rivero adquirió para la temporada en buena medida provinieron de hierros como Parangueo, Galindo, Cazadero, La Encarnación o San Nicolás Peralta y aunque también se presentaron ganaderías como Piedras Negras, Zotoluca, San Mateo o San Diego de los Padres, el número de novillos que enviaron fue bastante menor a las nombradas en primer término.

Polémica temprana

Pronto se desató una polémica acerca de las posibilidades de Armillita. Se comenzó a hablar de que él sería el sucesor de Gaona, quien ya había anunciado que al final de la inminente temporada de corridas de toros se despediría de los ruedos. Al pontifex máximus del gaonismo, Carlos Quirós Monosabio, no pareció caerle bien la propuesta, porque en el número de El Universal Taurino fechado el 24 de junio de ese 1924, en una pieza titulada No se ganó Zamora en una hora, entre otras cuestiones, escribió:

Espinosa no ofrece la singularidad de un caso. Imita – y muy bien hace en imitarlo –, a Gaona. Gaona lo mismo hubiera hecho, si en sus mocedades encuentra a quien copiar... Espinosa será un gran lidiador, muy seguro, muy enterado, muy fácil, pero no marcará huella personal. Se parecerá a otro... Gaona fue él desde sus comienzos. Tuvo semejanzas con modelos que no conocimos, y por ello no pudo sujetársele a ninguna comparación. Y aun cuando siguiera su escuela, puede decirse que no los imitó, sino que, desde un principio, buscó hacer destacar su personalidad... Juan, hasta hoy, poco es lo que tiene hecho para corresponder a las señaladas muestras de estimación que ha recibido de los aficionados... Los que ya creían ver en Juan Espinosa a enemigo de peso para arrojarlo sobre Gaona, se habrán convencido de que ese deseo está verde...

Juzgó, como se puede ver, con inusitada dureza y sin conceder atisbo alguno de duda al joven Armillita que, si bien tenía ya un par de años recorriendo las plazas de nuestra república, demostraba que entendía el torero y tenía voluntad de ser gente en esto.

Dos números después, el 8 de julio siguiente, en el mismo Universal Taurino, don Luis de la Torre, El – Hombre – Que – No – Cree – En – Nada, replicó a Monosabio y de esa réplica entresaco:

Gaona y Espinosa, cada quien, en su nivel, el uno de maestro cuajado y el otro de aventajadísimo discípulo, los dos son lidiadores estupendos, y si se diera el caso anotado por “Monosabio”, entonces “Armillita” sería algo maravilloso, rayano casi en lo sobrenatural... ¿Qué Gaona creó una personalidad? ¡Quién lo ha dudado hasta ahora! Pero debemos no olvidar, sin que por ello disminuya en algo su enorme mérito, que fue guiado por un maestro que no desatendió el más insignificante detalle a fin de que sus discípulos, de acuerdo con su inteligencia y aptitudes, los aprovecharan, poniéndoles como modelos a los grandes clásicos de su época... Si Espinosa no es muy variado en su repertorio – que sí lo es – culpa debe ser de su modelo, que en los últimos tiempos se muestra demasiado avaro de las riquezas de su arte. Si Espinosa hubiera visto a Gaona en los tiempos a que alude el señor “Monosabio”, indudablemente que sería tan largo como lo era entonces el futuro Califa...

Muy temprano se le tiraron a la yugular al joven Armillita, por su deseo de tratar de ser un torero importante y de escalar con rapidez la primera línea de la torería nacional.

La octava corrida de la temporada 1924 – 25

La alternativa de Juan Espinosa Armillita se programó para el domingo 30 de noviembre de 1924, anunciándose como padrino al leonés Rodolfo Gaona y para atestiguar la ceremonia al madrileño Antonio Márquez quien se presentaba en la temporada. El encierro seleccionado al efecto fue de la ganadería de Zotoluca, propiedad de don Aurelio Carvajal. Las entradas a la plaza se agotaron con bastante anticipación. Escribió Verduguillo para El Universal Taurino:

La alternativa de “Armillita” y la reaparición de Márquez, han hecho el milagro. No cabe la gente en los tendidos y los que han llegado tarde, se han visto en la necesidad de escalar las azoteas y allí tomar asiento… Los Sres. Presidentes, Generales Obregón y Calles, han sido ovacionados al entrar en el circo. La ovación se ha prolongado por varios minutos, y han tomado parte en el agasajo todos los concurrentes… “Chicuelo” es también aplaudido, cuando ocupa su barrera de primera fila, Y para que nadie se sienta, también aplaudimos al C. Regidor que preside la corrida, a pesar de que no conoce el reglamento de toros vigente…

Lleno hasta en la azotea y personajes de renombre en los tendidos. Cuando en los carteles se ofrecen combinaciones formadas con imaginación, inteligencia y atendiendo al interés de la afición, ésta se retrata en las taquillas y llena las plazas. Esta particular fórmula es infalible.

Sigue escribiendo Rafael Solana en su crónica:

Las cuadrillas hacen el paseo, marchando al frente un charro vestido a la usanza de hace algunos años, y tras de éste, los maestros Rodolfo Gaona (de tabaco y oro), Antonio Márquez (de verde esmeralda y oro) y Juan Espinosa “Armillita” (también de tabaco y oro). Los tres espadas son ovacionados, y cuando los varilargueros ocupan sus puestos, sin colocarse ningún peón entre ambos, como lo dispone el reglamento, Rosendo Béjar manda que salga el primero…

El toro de la alternativa de Armillita se llamó Costurero, de pelo cárdeno oscuro, listón, salpicado, bragado y estaba marcado con el número 34. Ante él, el toricantano realizó una faena en la que destacó su actuación en el segundo tercio:

Juan Espinosa toma los garapullos... Después de dos salidas en falso, el niño se decide y prende un magnífico par, llegando a la. cara, y cuadrando como los grandes banderilleros… La ejecución ha sido colosal. Por el lado izquierdo va ahora el muchacho. Se pasa sin clavar una vez, y a la segunda, deja uno de poder a poder estupendo, Las palmas que se le tributaron fueron pocas, y eso que toda la plaza aplaudió... Lo dicho: “Armilla” es as con las banderillas. ¿Estamos de acuerdo? … brinda a los Presidentes, y se encara desde luego con “Costurero” que ha llegado al trance final con la cabeza suelta… Los primeros cuatro muletazos son de torero enterado, por bajo, para castigar… Lograda la cuadratura, el de Saltillo, se perfila en corto, emprende el viaje derecho y rápido, y hunde todo el acero, un tanto perpendicular y delantero, con lo que basta para que “Costurero” quede en condiciones de ser descabellado, lo que hace Juan en dos tiempos, es decir: primero toca un poquitín, cayendo el toro, pero el puntillero lo levanta, y luego Espinosa tiene que descabellar por segunda. vez; ahora sí completo…

Como se puede leer, la alternativa de Juan Espinosa Armillita no fue triunfal, pero sí fue una demostración de que se trataba de un torero poderoso, con capacidad para superar las dificultades que los toros le presentaran y, sobre todo, que estaba listo para la alternativa que le había sido concedida.

Rodolfo Gaona ante Pavo

Señalaba Verduguillo al relatar la actuación de Armillita que éste último era un as con las banderillas. Pues bien, Rodolfo Gaona, quien era un consumado artista del segundo tercio, no iba a dejarse pisar el terreno y aunque el cuarto de la tarde, Pavo, un muy bien armado berrendo en negro no era precisamente el toro ideal, salió a dejar su rúbrica y a establecer que él seguía siendo, todavía, el principal en esos menesteres:

Del segundo tercio se encarga Don Rodolfo. He puesto DON, y van ustedes a ver por qué. Por lo pronto, clava el Indio un par muy bueno, de poder a poder, por el lado derecho. Luego prende un sesgo por fuera colosalisímo. Cuartea en seguida otro par por el lado izquierdo, de maestro, llegando y... “Asómate a la: ventana para que mi alma no pene” ... ¿Y el cuarto par? Bueno: un sesgo por dentro, faltando un milímetro para que el Indio quedara clavado en las tablas. ¿Valientes a mí? Yo borro donde otro pinte. Por supuesto que ese cuarto par, que fue hazaña de maestro y además de hombre, provocó en los tendidos enorme alboroto… No escribí... y conste, que para que yo no escriba, y me dedique a contemplar una faena con todo el afán y toda la sed de emociones que mi pecho encierra, debe ser ella muy grande, enorme. Básteme decir, que las célebres faenas de “Brillantino” y “Faisán” quedaron borradas por la inenarrable labor del Indio…

El celo es un ingrediente fundamental para ser figura del toreo, el tener ese deseo de mantener y defender el sitio que se ha ganado delante de los toros.

El encierro de Zotoluca

La corrida enviada a El Toreo por don Aurelio Carvajal tuvo edad y cuajo. Los toros de la divisa celeste y rojo y que llevaban el antiguo hierro de Tepeyahualco, dejaron satisfechos a todos con su presentación:

Hay encerrados para esta tarde, seis buenos mozos de Zotoluca. Ya sabemos que don Aurelio Carvajal, es entre los ganaderos, uno de los que más se ha venido preocupando porque sus reses tengan buena presentación y tipo. De “Zotoluca” no salen becerros. Y el que quiera desmentirme, no tiene más que ver que las dos corridas que se han lidiado este año, han sido las más serias de cuantas hemos visto… Es una corrida de prueba la que hay encerrada en los corrales. No parece, sino que Pepe del Rivero quiso encerrar a “Armillita” en su alternativa con toros de respeto para que les vaya perdiendo el miedo, y para demostrar a los incrédulos que el joven de Coahuila puede con todo lo que le echen...

Coda

Sin duda que el hecho que se proclamara a Juan Espinosa Armillita como sucesor de Rodolfo Gaona, molestó a muchos de los seguidores del Califa. La historia nos enseña que después de una interesante y digna trayectoria como matador de toros en ruedos de España y de México, sería también un enorme y muy distinguido hombre de plata.

Pero otro Armillita, Fermín Espinosa, que sí sucedió a Rodolfo Gaona y que, sin duda, es la principal figura del toreo que México haya dado a la historia, se presentó en El Toreo, con 13 años de edad, el 13 de agosto de ese mismo año de 1924. 

La dinastía Armillita había llegado para quedarse.

domingo, 27 de septiembre de 2020

A 90 años de la alternativa sevillana de El Rey del Temple

Anuncio de la feria
de San Miguel de 1930
El final de la temporada de novilladas de 1929 en El Toreo se centró en cuatro nombres: Carmelo Pérez, Esteban García, José González Carnicerito y Jesús Solórzano. Ellos disputaron la Oreja de Plata en una novillada extraordinaria celebrada el domingo 8 de septiembre de ese año y el que se la llevó fue quien después sería conocido como El Rey del Temple. Es también de hacer notar que los otros tres alternantes morirían al paso del tiempo a consecuencia de las cornadas que dan los toros y que solamente uno de ellos, Esteban García, no recibiría la alternativa antes de su mortal percance en Morelia apenas dos meses después de esa novillada de triunfadores.

El haber obtenido el argentino trofeo le aseguró a Solórzano la alternativa en la temporada de corridas siguiente y así, el domingo 15 de diciembre siguiente, en la novena corrida de la temporada 1929 – 1930, el santanderino Félix Rodríguez, con el testimonio de Heriberto García, le cedió los trastos para matar al toro Cubano de La Laguna. Esa tarde Rodríguez realizó su más grande obra en nuestros ruedos al cuajar al toro Cafetero de Piedras Negras en el máximo escenario taurino de nuestro país.

Alboreando 1930 Jesús Solórzano marcha a España y como en aquellos años las alternativas americanas no eran consideradas válidas allá – eso se vino a resolver hasta el año de 1944 – debió torear por aquellas tierras como novillero, tratando de obtener una alternativa española que le permitiera ingresar con fuerza en las filas de los matadores de toros allá. Se presenta en la Maestranza de Sevilla el 11 de mayo, alternando con Alberto Balderas – debutante también – y Diego Gómez Laine y pierde apéndices por el mal manejo de la espada, regresando a ese escenario los días 18 y 29, alternando de nueva cuenta con Balderas en ambos festejos, el último, mano a mano.

Debuta en Madrid el 21 de julio de ese año, alternando con Rafael Saco Cantimplas y Manuel Zarzo Perete en la lidia de novillos de Juliana Calvo Viuda de Bueno, Duque de Tovar y Galache (se puede ver aquí) y esa tarde tiene un triunfo resonante, pues con el segundo de su lote armó una gran escandalera, cortando, según a quien se lea, un rabo o dando nada más una vuelta al ruedo… El hecho incontrastable y en eso coinciden los seis cronistas que pude consultar sobre el particular, es que la multitud se lo llevó en hombros de la plaza.

La alternativa

En esa línea triunfal llevó su decurso novilleril Jesús Solórzano durante el año de 1930 en España. Tanto así que se le ofreció la alternativa para la Feria de San Miguel de Sevilla de ese mismo año y en un cartel inmejorable. Le apadrinaría Antonio Márquez – quien además llevó siempre una estrecha amistad con Jesús – y sería testigo Marcial Lalanda. Se apartó para la ocasión un encierro de los hermanos Luis y José Pallarés (antes Peñalver).

Antonio Márquez fue herido el jueves 25 en Barcelona y estando anunciado como cabeza de cartel para las dos corridas de feria, la edición de El Correo de Andalucía del sábado 27 anunciaba que sería sustituido el domingo 28 por Cayetano Ordóñez Niño de la Palma y el lunes 29, día de San Miguel, por Joaquín Rodríguez Cagancho, así pues el padrino de la alternativa de Jesús Solórzano sería Marcial Lalanda, diestro de mayor antigüedad.

El toro de la ceremonia se llamó Niquelado y no fue precisamente uno que permitiera el lucimiento, sin embargo el toricantano estuvo esforzado y digno. La crónica de Juan Mª Vázquez, en el ABC de Sevilla, entre otras cosas, cuenta lo siguiente de esta trascendente tarde:

De la campaña que el novillero Solórzano desarrolló entre nosotros – olvidando descensos inevitables –, quedaban, para hacerle merecedor de la categoría máxima, los buenos recuerdos de sus lances de capa, ceñidos, templados y elegantes, y, sobre ello, la emoción de la soberbia faena de muleta con que enardeció a los sevillanos, en la tarde en que se les dio a conocer. Las crónicas y comentarios que inspiró su labor afortunada constituía – aún sin el aditamento de su triunfo en Madrid – documentación suficiente para unir a la solicitud de alternativa, escalada hoy por cualquier audaz exento de valor personal y de méritos artísticos. Ya la tiene Solórzano, y alcanzada en la cuna y la sede de su arte. Que siempre use de ella con pundonor y decoro, mirando a completar su personalidad en el oficio – que es ya distinguida – y evitando a quienes fueron los primeros en aplaudirle por estas tierras el mal sabor de las retractaciones.

En su día solemne, el notable lidiador se produjo con ese pundonor que para lo futuro le pedimos; animoso, lleno de los mejores deseos se esforzó en agradar al concurso, y si no siempre el éxito correspondió al designio, por lo general su labor fue buena y dejó grato sabor. 

Capeó al natural al que abrió plaza de salida y en los quites – adornándose aquí con una vistosa serpentina – estirado, quieto y apretándose. Aunque el toro no tenía buen estilo – la corrida de los Sres. Pallarés en ese respecto, dejó bastante que desear –, quiso sumar al esfuerzo de su arte banderillero, y reuniéndose muy bien puso con gran facilidad dos pares y medio – derrotando el bicho las dos últimas veces – que le fueron – como los lances consignados – aplaudidísimos. En fin: investido por Marcial, libró con un buen ayudado una acometida imprevista y, seguidamente, entre dos naturales aceptables, consumó, sereno y valiente, un gran pase de pecho. Con la derecha, cerquísima de las astas, aunque sufriera más de un derrote, siguió con adornos el estimable trasteo, hasta que, igualada la res, entrando muy ligero, dejó una estocada atravesada. Un descabello a la segunda tumbó al enemigo, y Solórzano, afectuosamente ovacionado, dio la vuelta al dorado círculo…

Por su parte, Enrique Feria Triquitraque, en El Correo de Andalucía, reflexiona lo siguiente:

Marcial Lalanda le entregó los trastos al mejicano, que por cierto y como dato que estimarán los historiadores, vestía flamante traje de seda blanca con adornos de oro. ¡De «durce»! Se abrazaron, etc., etc., y el público, tan propenso a contagiarse de estas escenas, aplaudió a Solórzano con cariño.

Jesús brindó al presidente (don Jesús Mensaque, el simpático edil trianero), y luego a gran aficionado don Agustín García Mier. El muchacho se encaró con el bicho todavía no hemos dicho que el ganado lidiado en esta corrida era de los señores Pallarés, sucesores de Peñalver. El toro, manso, cabeceaba mucho.

Jesús, molesto por el viento, inició su faena con un pase ayudado por alto bueno, a los que siguieron dos naturales, el segundo muy apretado, y uno de pecho muy forzado. El toro no era el toro ideal... Jesús, desde cerca, muy voluntarioso, siguió toreando con la muleta, dando varios pases de tirón y otros ayudados por bajo.

La tranquilidad del espada, su buena voluntad, hizo que esta faena fuera subrayada con la intervención de la banda de música. Siguieron otros pases lucidos, entre ellos uno de la firma bueno, y perfilándose desde cerca y entrando a matar con ganas, dejó una estocada corta y caída, y puso fin a la vida del adversario con un descabello a pulso al segundo intento.

El público ovacionó entusiásticamente al nuevo doctor, al que obligó a dar la vuelta al ruedo.

En el resto de la corrida, Solórzano estuvo decidido y dispuesto e hizo varios quites buenos y principalmente uno EXTRAORDINARIO en el tercero. Había entrado en quites Marcial derrochando alegrías. Siguió el Niño de la Palma en su quite entusiasmando al público con unos lances por gaoneras y media verónica estupenda... y Solórzano se creció e hizo el quite de la corrida ¡el mejor!... Fueron dos lances soberbios, insuperables, y media verónica aún mejor que los lances ¡imposible de mejorar!...

Tercia en estas apreciaciones José María del Rey Caballero Selipe, quien en su tribuna de El Noticiero Sevillano escribió:

...Jesús Solórzano ha llegado a la alternativa con dotes que han de facilitarle el triunfo en su carrera; tiene entusiasmos, valentía, dominio y buenos deseos. Da el paso de novillero a matador conscientemente; cuando ha alcanzado la alternativa y la ha merecido, la toma y de este modo podrá encumbrarse, ascendiendo serenamente por sus únicos méritos.

Solórzano toreó muy bien de capa; en varias ocasiones se apretó de veras con el toro, y siempre por su animado estilo y la mucha emoción que imprimía a la suerte, levantó aplausos nutridísimos. Sobre todo en el repetido primer tercio del tercero, en el que Solórzano intervino modelando unos lances ceñidísimos de irreprochable finura.

Banderilleó a sus dos toros con suma facilidad y gran soltura. La faena del toro de la alternativa fue hecha en terreno del enemigo, aguantando el espada el cabeceo de la res, de la que estuvo siempre bien cerca. Entró ligerito a herir y dejó el estoque atravesado; descabelló al segundo intento.

El público, que apreció la buena voluntad del torero, lo ovacionó y obligó a dar la vuelta al ruedo. 

En el sexto, después de un trasteo discreto y voluntarioso, dejó, entrando con rectitud, una estocada delantera y baja.

El viento que sopló con violencia fue atenuante de la labor de los toreros. La brisa de Eolo molestó con más obstinación a Jesús Solórzano en la faena del primero...

Ese sería el primer paso de una historia que se escribiría con nombres como los de Revistero, de Aleasal que cortó las dos orejas en la plaza vieja de MadridGranatillo, Redactor, Cuatro Letras, Batanero, Brillante, Príncipe Azul, Pies de Plata, Tortolito, Picoso o Pimiento y que lograron construir la historia y la leyenda de El Rey del Temple.

Jesús Solórzano se despidió de los ruedos el 10 de abril de 1949 en la Plaza México, en una corrida de toros en la que alternó con Luis Procuna y Rafael Rodríguez en la lidia de un encierro de Matancillas. El último toro que mató vestido de luces se llamó Campasolo y llevaba en el anca el hierro de La Punta – ganadería hermana de la anunciada – también propiedad de sus cuñados Francisco y José C. Madrazo, al que le cortó una oreja. 

Jesús Solórzano Dávalos falleció en la Ciudad de México el 24 de septiembre de 1983.

Avisos parroquiales: 1. - Los resaltados en los textos transcritos son imputables exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales. 

2. - Y por otra parte, una versión anterior de estas líneas la publiqué en esta misma bitácora hace seis años, la pueden contrastar en esta ubicación.


domingo, 17 de noviembre de 2019

Carmelo Pérez y Michín de San Diego de los Padres. 90 años después (I/II)

El tránsito de los años de 1929 a 1930 estuvo marcado por el sino de Carmelo Pérez. El torero texcocano fue el eje de esos calendarios, primero porque en la temporada de novilladas que se dio en el primero de esos calendarios, que constó de 21 festejos, toreó dos terceras partes de ellos, después de renunciar a una fallida alternativa que había recibido en Puebla el 13 de enero de manos de Cagancho y después, porque casi al final del año, recibió una de las cornadas más pavorosas que recuerda la historia del toreo en México.

La temporada grande 1929 – 1930 en El Toreo de la Condesa gravitaba principalmente sobre los nombres de los toreros hispanos que vendrían a sostener el interés de los carteles que en ella se ofrecerían. El toreo mexicano seguía padeciendo la orfandad en que la despedida de Rodolfo Gaona – para esas fechas metido a empresario – lo había dejado y así, los nombres del ya mencionado Joaquín Rodríguez Cagancho, Antonio Márquez, Félix Rodríguez, Mariano Rodríguez Exquisito y Ricardo González vendrían a apuntalar a los emergentes Heriberto García, Jesús Solórzano, Pepe Ortiz, Paco Gorráez y a un Juan Silveti que seguía derrochando valor ante los toros.

El imán mexicano para la temporada era la alternativa de quien revolucionó la temporada de novilladas: Carmelo Pérez. La cosa hubiera resultado redonda si su epígono novilleril, Esteban García no hubiera perecido en una novillada en Morelia, asunto del que me he ocupado ya en este sitio de esta Aldea, porque de esa manera la empresa que regentaban Gaona y El Chato Padilla hubieran podido mantener un enfrentamiento delante de los toros que había nacido en los festejos menores, pero el hombre propone y viene el toro y todo lo descompone…

La quinta corrida de la temporada 29 – 30

Para el domingo 17 de noviembre de 1929 se anunció un encierro de San Diego de los Padres para Antonio Márquez, que se presentaba en la temporada, Pepe Ortiz y Carmelo Pérez, que reaparecía después de una triunfal alternativa recibida en la tercera corrida del ciclo, el 3 de noviembre, de manos de Cagancho, con Heriberto de testigo y toros de Piedras Negras.

Rafael Solana Verduguillo cuenta que se pensó repetir a Carmelo al domingo siguiente de su alternativa, con la corrida de San Diego de los Padres, pero que había en ella un toro que desentonaba con el resto del encierro y que al pedirse a don Antonio Barbabosa que lo cambiara por otro, se negó rotundo. Por ello, se pospuso su reaparición para el domingo 17, en espera de que don Antonio recapacitara y escogiera otro toro para completar la corrida.

Llegada la fecha, El Chato Padilla fue de nuevo a San Diego y lo que cuenta Verduguillo es lo siguiente:
No tengo otro, contesta el ganadero. Si quiere usted esos seis, bien, si no, déjelos.  
El empresario explica a don Antonio: es que va a torear Carmelo Pérez y si ese toro llegara a tocarle, podría lastimarlo. 
¿Y por qué le va a tocar?, dice don Antonio. Son tres los matadores. Puede que le toque a alguno de los otros. 
Con esto se dio por convencido “El Chato” Padilla y vino la corrida de San Diego, integrada como dije, de cinco ejemplares muy a modo y uno que tenía cara de Barrabás…
Por lo visto Michín – el que tenía cara de Barrabás – era el sino de Carmelo Pérez.

La crónica del suceso

En el ejemplar del semanario El Taurino, que viene a ser algo así como la última etapa de El Universal Taurino, aparecido al día siguiente del festejo, viene la crónica de Edmundo Fernández Mendoza, bajo el seudónimo de Martín Galas, de la que rescato lo siguiente:
¿No será posible que lleguemos a ver una buena corrida de toros esta temporada? Porque tardes van, tardes vienen y siempre lo mismo: El eterno desfile de toros mansurrones, difíciles, broncos, reparados de la vista y resentidos de los remos. Toros de encargo para quitar la personalidad a los lidiadores. 
Ayer se encerró una corrida de San Diego de los Padres, desigual en presentación como en bravura; y el público, que está cansado ya de tantos camelos que le vienen dando los señores ganaderos, no pudo contener sus iras y se dio a protestar, primero, a voz en cuello, después, uniendo la acción a las palabras, destruyendo los anuncios de lámina que había en el tendido, arrojando los cojines, maderas y toda clase de proyectiles a la arena, cuando el cuarto toro, un manso perdido que había vuelto la cara vergonzosamente a los caballos, fue impuesto por la autoridad y por el cambiador de suertes, a pesar de la gritería enorme, de la bronca más grande que hemos visto en “El Toreo”. 
La actitud del público es explicable y justificada, puesto que, a pesar de que paga sus boletos al precio que se les fija, no se les cumple lo que los carteles ofrecen. ¿No hay toros de primera clase en las ganaderías? ¿Se acaba el ganado de lidia en México? ¡Vayan ustedes a saber; pero el caso es que, de seguir las cosas como van, la temporada fracasará irremisiblemente!... 
¡La Tragedia! 
Fue en el sexto, un retinto albardado, bien puesto de pitones, que se llamó “Michín”, donde se registró la tragedia que tiene luchando entre la vida y la muerte al bravo torero de Texcoco. Apenas salido el animal y sin esperar a que los peones lo fijaran – tal era su deseo de desquitarse ampliamente – Carmelo le largó un capotazo por abajo y al ejecutar una verónica de las suyas, es decir, ceñidísima y parando lo indecible, fue empitonado por el burel que, al derrotar, se lo pasó de un cuerno al otro, para arrojarlo a la arena, meterle la cabeza varias veces y arrastrarlo, porque, seguramente, el pitón estaba atorado en la ropa. ¡Momentos de intensísima emoción, de inenarrable angustia! Todos intentan hacer el quite, arrebatar su presa al burel que, codicioso, seguía tirando cornadas al cuerpo del lidiador, que fue recogido en grave estado por las asistencias y conducido a la enfermería…
Otra versión del hecho está en el libro Tres Décadas de Toreo en México, de Rafael Solana Verduguillo, también testigo del hecho y versa de la siguiente manera:
No esperó más Carmelo y sin ver un segundo capotazo, saltó a la arena… sin ver el estilo del toro, al ver solamente que era muy bravo, se plantó muy entablerado, casi a la puerta misma del burladero de matadores, para largar un capotazo por el lado izquierdo, sobre el que el toro se revolvió con la velocidad de un relámpago. Carmelo entonces se hizo arco para dejar pasar al bravo sandieguino en un lance por el lado derecho comprometidísimo; nuevamente se revolvió el toro con enorme rapidez, ganando terreno y entonces Carmelo, por más que estiró el brazo izquierdo, no pudo darle salida; ‘Michín’ lo prendió con el pitón izquierdo, por el muslo izquierdo, más arriba de la rodilla. 
Lo que la afición mexicana presenció en los siguientes segundos fue una verdadera pesadilla, un drama espantoso; jamás la fiesta de toros fue más sangrienta, jamás hubo en plaza alguna una cogida más impresionante; lo que ‘Michín’ hizo con Carmelo fue una verdadera carnicería, parecía un perro bravo destrozando una gallina, saltaban trozos de la ropa de Carmelo, de la ropa blanca y de la ropa roja… Los toros de San Diego siempre fueron sanguinarios con los caballos; pero esta era la primera vez que se veía a uno cebarse tan golosamente no en un cuadrúpedo, sino en un hombre. 
Era imposible hacer un quite; por más que los otros matadores y los subalternos luchaban, no conseguían que la atención del codicioso animal se separase por un solo instante de la víctima que estaba destrozando. La cogida duró más de un minuto y medio, y es la más larga que jamás haya habido… ‘Michín’ se pasaba al sangriento muñeco de trapo en que Carmelo se había convertido, de un pitón a otro, aunque siempre se pudo ver que el que usaba para herir era el izquierdo; solo lo alejaba de sí para tomarle nuevamente puntería y volver a herir… la cornada del tórax fue perfectamente visible; y la mayor del muslo se produjo también en una forma en la que todo el público la pudo ver; el toro se puso a Carmelo entre las patas, y bajó el pitón para arar con él sobre la carne viva del infortunado diestro, haciendo brotar un torrente de sangre...
Espeluznante debió ser presenciar la escena. Si la lectura de este par de relaciones es sobrecogedora, quiero suponer que haber presenciado en la plaza el hecho, debió serlo aún más, y es que aunque la Historia del Toreo de este lado del mar nos habla de percances graves, no nos refiere alguno donde el toro se haya encelado con tal fiereza con su víctima.

Los partes facultativos

El parte que quiero suponer previo, está en la crónica de Martín Galas y es de la siguiente guisa:
Durante el primer tercio de la lidia del último toro, ingresó a esta enfermería el diestro Carmelo Pérez, que presenta las lesiones siguientes: 
Herida causada por cuerno de toro en la cara antero – interna de la unión de los dos tercios, medio y superiores del muslo izquierdo, que interesó, tejido celular y músculos. Herida causada por cuerno de toro, en la cara posterior del hemitórax derecho, a la altura del noveno espacio intercostal y sobre la línea axilar posterior, penetrante de tórax. Otras tres heridas causadas por cuerno de toro: Una en el escroto, como de tres centímetros de extensión, que interesó piel y tejido celular; otra en la cabeza de la ceja izquierda, de un centímetro de extensión, que interesó piel y tejido celular; otra en el párpado superior del mismo lado, como de tres centímetros de extensión que interesó los mismos planos que la anterior. 
La herida del muslo tiene una extensión como de veintiocho centímetros. La del tórax, una extensión como de ocho centímetros. Las dos primeras lesiones son de las que ponen en peligro la vida. 
Además presenta contusiones dermoepidérmicas en diferentes partes del cuerpo…
Por su parte, Verduguillo, en su libro citado, expone un parte más elaborado, quizás redactado con posterioridad y sin la prisa que requiere la inmediatez de la crónica y que es del tenor siguiente:
Los médicos cirujanos que suscriben, encargados de la enfermería de la plaza El Toreo, dan parte a la autoridad que preside, de que durante el primer tercio de la lidia del sexto toro, ingresó a esta dependencia el diestro Carmelo Pérez con las siguientes heridas: 
Primera: Herida causada por cuerno de toro, de veinticinco centímetros de longitud, situada en el tercio medio e inferior de la cara interna del muslo izquierdo, interesando las partes blandas, faltando solo la piel para salir por la cara externa; descubrió las venas femorales y desgarró el nervio crural, destruyendo grandes porciones musculares. 
Segunda: Herida causada por cuerno de toro en el hemitórax derecho a la altura del noveno espacio intercostal, de nueve centímetros de extensión. 
Tercera: Herida contusa de tres centímetros en la región axilar, que interesó el tejido celular. 
Cuarta: Herida contusa de dos centímetros de extensión en la cabeza de la ceja izquierda, interesando el tejido celular. 
Quinta: Herida con desgarradura de la porción izquierda del escroto central de tres centímetros de extensión. 
Sexta: Varios varetazos en distintas partes del cuerpo. 
Pronóstico: El conjunto de las lesiones pone en peligro la vida del diestro.  
Curación: Bajo anestesia mixta amplióse la herida del muslo haciéndose una contraabertura en la cara externa; canalizóse con tubo de goma y taponóse con gasa yodoformizada la herida del hemitórax, suturándose las contusiones; inyectáronsele quinientos centímetros cúbicos de suero fisiológico, aceite alcanforado y adrenalina…
La recuperación de Carmelo Pérez fue lenta. Duró más de un año, porque en un principio al parecer se concedió poca importancia a la herida del tórax y fue la que generó mayores complicaciones y la que al final de cuentas vendría a costarle la vida.

Carmelo Pérez reapareció vestido de luces en El Toreo de la Condesa hasta el 4 de enero de 1931.

Pero dada la extensión que va adquiriendo, aquí dejo esto por hoy y espero concluirlo el día de mañana.

domingo, 28 de agosto de 2011

25 de agosto de 1927: Cagancho… en Almagro

Cagancho

Joaquín Rodríguez Ortega, natural de la calle del Evangelista en Triana, Sevilla, había recibido la alternativa en Murcia, de manos de Rafael El Gallo, el día 17 de abril de 1927. Apenas 23 días después, Gregorio Corrochano le dedicaba una crónica, relativa a su actuación del domingo 8 de mayo anterior, que titulaba así: El torero Cagancho es una talla de Montañés. Una frase feliz de esta fiesta y una crónica que es histórica y a partir de ella, todos querían ver a la cobriza estatua que describiera el pontifex máximus de lo que por esos días era una de las principales tribunas del periodismo taurino.

La afición de la ciudad castellano – manchega de Almagro no sería la excepción, que para su Feria de San Bartolomé, ajustó para la segunda corrida de ese calendario al que era sin duda, el torero del momento, que había confirmado su alternativa en Madrid el 22 de junio anterior, de manos de Valencia II, quien le cedió el toro Naranjo de doña María Montalvo. El cartel se completaba con toros de don Antonio Pérez Tabernero para Antonio Márquez, Rayito y el nombrado Joaquín Rodríguez.

La tarde torcida

La tarde del 25 de julio de 1927 comenzó torcida. El periódico de Ciudad Real El Pueblo Manchego en la crónica del festejo que firma Jerónimo Timbales, indica en los aspectos previos al festejo que a las tres de la tarde del día de la corrida, Cagancho aún no había llegado a Almagro, lo que causaba una gran desazón en la afición ya congregada en el lugar, aunque de acuerdo con las autoridades del Gobierno Civil, el diestro se presentaría oportunamente a cumplir con su compromiso.

Después, la corrida de Antonio Pérez Tabernero al parecer fue un encierro itinerante que anduvo de plaza en plaza hasta que encontró una en la que pudo ser lidiado. La última en la que no se pudo jugar, según las crónicas que pude consultar (ABC de Madrid, El Globo, La Libertad, El Heraldo de Madrid y El Pueblo Manchego) antes de parar en Almagro, fue la de La Coruña y las múltiples maniobras de embarque y desembarque, así como el prolongado encierro en los cajones de traslado incidió en el juego que dieron en el ruedo.

Y por último, el día de autos, no solamente fue escasa la voluntad de Cagancho, sino que se combinó también el escaso deseo de Antonio Márquez para producir el desaguisado que nos heredó como resultado una expresión que hoy, 84 años después, se utiliza como sinónimo de una catástrofe de grandes proporciones.

Los hechos que directamente motivaron el mitin

La lidia del primer toro de la tarde fue quizás el detonador de lo que seguiría más adelante. Las emociones reprimidas por la llegada tarde de Cagancho o quizás la subida de precios – las crónicas no lo reflejan, pero la presencia de la talla de Montañés lo justificaría –. De la crónica del invocado Jerónimo Timbales extraigo lo siguiente:

PRIMERO. – Colorado claro, feo, parecido a un carabao. Sale «esaborío» pero luego, cuando lo fijan, se anima tomando seis varas con estilo. Márquez y Rayito hacen los quites con aseo, destacando la ciencia del joven rubio y la bravura del sevillano. Cagancho decide reservarse. El toro muestra poder y codicia por lo que los picapedreros lo maltratan. En banderillas sobresale Pacomio y la labor con el capote de Bombita IV. A cargo de Márquez está el primer espectáculo de la tarde. Sin usar la muleta, entrando feamente arrea una puñalada y media contraria entre una pita ensordecedora y veces se vaya a Amorabieta. El presidente llama al palco al matador, ¡vamos a decir!...

Interior de la Plaza de Almagro
Foto: Pablo Urzainqui
El tercero de la tarde reavivó los ánimos caldeados, pese a la entrega de Rayito en el anterior. Me llaman las observaciones de Jerónimo Timbales respecto a que, 14 pesetas eran muchas por ver a Cagancho, que para torear, sacaba una muleta telonaria… ¡El tamaño de los engaños a casi un siglo de distancia como objeto de señalamiento en una crónica! Hoy en día se tacha de fundamentalistas a los que señalan circunstancias como esa, en la prensa o en los corrillos. ¿Y entonces? Queda allí la pregunta, la que me imagino, permanecerá incontestada per sécula.

El acabose vino en el sexto y último del festejo, que según las relaciones revisadas, era el de más cuajo del festejo. Lo sucedido durante su lidia, es, de acuerdo con lo publicado en El Pueblo Manchego, versión a la que ocurro por ser la más próxima y la más completa, lo siguiente:

SEXTO. – Negro, grande. Un toro. Esta circunstancia, la de ser certero, y estar bien colocado de herramientas, es lo suficiente para que Cagancho se pegue a los tableros. En medio de un lío horroroso, el de Pérez Tabernero toma tres varas, derriba una vez y mata un jaco. La cuadrilla torea de un modo escandaloso ayudados de Márquez mientras el fenómeno aguanta impávido la bronca. Contagiados los banderilleros del miedo del maestro lo hacen a la media vuelta, de cualquier modo. Y ahora viene lo bueno. El catastrófico Cagancho derrochando frescura, da unos pases con el pico de la muleta; arrea un sartenazo, otro y ya en franca derrota, pincha desde el callejón. Metido en un burladero, con una frescura inaudita, espera se lleven el toro al corral. Mientras, las cuadrillas dan un lamentable espectáculo. Provistos de estoques y puntillas tratan de acabar con el animal que, para vergüenza de su matador, decidió no morirse. Estando el toro en pie, Cagancho provisto de una espada intenta marcharse de la plaza siendo detenido por el público irritado. Hay bofetadas y palos. Providencialmente la Guardia Civil se echó al ruedo protegiendo al espada que vuelve a la plaza aunque no se arrima al toro ni atado. Mientras parte del público invade el anillo aguantando las arrancadas del toro, la otra parte grita desaforadamente pidiendo se castigue al torero que por lo visto, es sólo fenómeno a la hora de cobrar. Se echa el toro, se vuelve a levantar sin duda para increpar al gitano, mientras éste es rodeado del público que pretende castigar su desaprensión. La Guardia Civil saca de la plaza a los banderilleros, mientras la plaza entera ruge de indignación. ¡Un asco y una vergüenza!...”

Al final del festejo, la Guardia Civil se llevó a la Cárcel a Márquez, a Cagancho y a la cuadrilla de éste último y el Alcalde Trujillo de acuerdo con el Gobernador Del Castillo multó con 250 pesetas a Márquez – por su actuación en el primer toro – y a la cuadrilla del trianero y a Joaquín Rodríguez, con 500 pesetas, evitando su detención, por una cortesía con la empresa de Almería, donde torearía al día siguiente, para no causarle perjuicios.

Las reacciones posteriores

Los sucesos de Almagro generaron algunas reacciones en la prensa madrileña. Federico Morena, firmando con su seudónimo original de Chatarra, publicaba en El Heraldo de Madrid lo siguiente el 27 de agosto:

Un ligero comentario al suceso de Almagro 
Nos hemos olvidado, a lo que parece, de la tragedia del pobre Nacional II en la plaza de Soria. Al caer entonces el torero, víctima de un resto atávico de barbarie, del que no hemos logrado aún limpiar a la función de toros – esa brava fiesta, tan escarnecida, y que tuvo, sin duda, su más ardiente paladín en Juan Jacobo Rousseau, para vergüenza de los españoles –, los periódicos en sus editoriales y muy esclarecidos hombres de letras en vibrantes prosas llenas de pasión, clamaron contra ese perverso tipo que acude a la plaza en busca de pelea y que se embriaga, como el tigre, en cuanto caen sobre la rubia arena las primeras gotas de sangre tibia...Sí. Nos hemos olvidado... De otra suerte, la repulsa más vigorosa se hubiera erguido frente al triste espectáculo que opusieron al decoro público, en la noble ciudad de Almagro, unos cuantos enfurecidos espectadores, que acometieron a pedradas a los toreros y que intentaron aplicarles la ley de Lynch.  Almagro, la hidalga, se apresta seguramente a la condenación, rotunda y categórica, del bárbaro hecho. Lo hará por propia iniciativa y sin exhortaciones de nadie, celosa de su buen nombre.Vamos a cuentas. Espectáculo por espectáculo, ¿cuál es más bochornoso? ¿El que ofrece un torero desmoralizado ante la fiera astada, o el de esa chusma que apedrea desde el tendido y a mansalva al lidiador; que le abofetea, después, y que, en fin, quiere matarle?... Es de urgente necesidad que los mismos pueblos donde se perpetran estos atentados encarten y persigan a sus autores. La adquisición de una localidad en la taquilla de la plaza de toros no da derecho a desafueros tales. Muchos días antes del señalado para la fiesta se colocan al público los carteles murales y circulan con profusión los programas de mano. Todo el mundo sabe qué toros se han de lidiar y qué toreros figuran en las cuadrillas. En los pasquines no se consigna la labor que ha de realizar el diestro con cada uno de los astados. El arte de los toros, aunque ha progresado mucho, no llega a tanto todavía. Si, pues, los toros o los toreros anunciados no nos merecen confianza debemos abstenernos, máxime si el abono no es obligatorio. Por lo demás, el presidente es la suprema garantía del público, y él impone las sanciones que son de ley a los toreros que vulneran el estatuto para el buen orden de las corridas de toros y novilladas.Esto no deja lugar a dudas. Al público no se le pueden conceder otros derechos que el de aplaudir y el de silbar a los lidiadores, según que considere sus faenas, dignas de premio o de censura.Hay todavía algo verdaderamente lamentable en el suceso de Almagro.Está bien que los periódicos, en cumplimiento de sus deberes informativos, acojan los relatos de sus corresponsales, siempre que se limiten a referir los hechos y no se erijan en cantores del atentado personal.En un periódico madrileño, bajo los títulos de «La llamada fiesta de los toros. – El motín de Almagro», he leído: «La mayoría de los espectadores invadió el ruedo para agredir a Cagancho, que, enmedio de la tempestad, seguía pinchando por todas partes. Pero no era él solo, sino que todos los banderilleros de la cuadrilla, con estoques y picas, intentaban rematar al toro, vivo a pesar de estos desmanes. Cagancho se sube a la barrera, y desde allí pincha nuevamente, entre un escándalo enorme. El público apedrea a los toreros, y un espectador, indignado, se acerca a Cagancho y lo abofetea, en medio de una ovación».La pintura es digna del periódico extranjero que más empeño ponga en ridiculizar la función de toros. Nuestros enemigos de fronteras allá han de recogerla con fruición, y a buen seguro que ahora nada tendrán que poner de su cosecha, que ya lo han adobado a su gusto los enemigos de fronteras adentro”.

Vista exterior de la Plaza de Almagro
Foto: Googlemaps
Al comentario de Chatarra habrá que hacer un par de apuntamientos. En efecto, los que participamos como espectadores de un festejo taurino, no tenemos más derecho que el de expresar nuestra repulsa desde la posición que ocupamos en el tendido – sin pasar de ese lugar – y en estos tiempos que corren, hacerla pública en medios como éste, más nunca asumir la violencia material como un medio de expresar nuestro desacuerdo con lo que en el ruedo sucede, tal y como ocurrió en Almagro hace 84 años.

La segunda observación – a toro muy, muy pasado – es en el sentido de que Federico Morena vio la paja en el ojo ajeno, al criticar al diario madrileño que se erigía en cantor del atentado personal, refiriéndose a la edición de El Sol aparecida el 26 de agosto, cuando su propio periódico, de una manera más edulcorada, en la misma fecha, publica la misma información y con menos pudor periodístico, pues El Sol, diario que se ufanaba de no llevar información taurina, relegó la noticia a la octava columna de su última página, en tanto que El Heraldo de Madrid lo dejó en la segunda de la primera plana, es decir, a la mitad, para que quedara bien visible. Vio la paja en el ojo ajeno, más no la viga en el propio.

Así pues, me queda claro lo que significa quedar como Cagancho en Almagro, algo que también me preguntaba hace días don Ignacio Ruiz Quintano, a quien espero esto le aclare sus dudas también.

Reconozco a J. de la Morena, quien en la bitácora Almagro Noticias orientó con su artículo sobre este tema, lo que ahora les presento.

Aldeanos