lunes, 31 de octubre de 2011

A propósito de un decreto... (II/II)



Portada del Periódico Oficial del Estado
del 17 de octubre de 2011
Lo que se pudo expresar en una mejor manera…

En el ya abordado apartado segundo considero que se usa una vez más de manera indebida el lenguaje coloquial. Los propietarios fundadores de la ganadería de La Punta fueron don Francisco y don José C. Madrazo. En el lenguaje ordinario de la prensa, la afición y los taurinos se les conocía como don Paco y don Pepe, para la charla de café, la crónica del acontecimiento o aún la explicación del contenido del decreto, vale llamarles así. Pero en el texto de un instrumento legal, de un documento jurídico que pasará a la posteridad y que será el arma de la defensa de la Fiesta cabe solamente llamarles don Francisco y don José, con seriedad, como debe ser todo lo que rodea a esta Fiesta.

En el considerando tercero me encuentro también con lo que creo que es una innecesaria utilización de términos coloquiales al hacer referencia a las dinastías toreras que son o se han afincado aquí, pues los Armilla y los Caleseros son denominaciones, vuelvo a sostener, que sirven para aderezar una charla. En todo caso, habría que señalar que son los Armillita y los Calesero porque el apodo que los toreros de la familia Espinosa llevan, es el de Armillita, y el de los de la familia Ramírez es Calesero, en singular. Además, por tratarse de sobrenombres, debieron expresarse entrecomillados o en cursiva, cosa que no consta así en el documento publicado.

El artículo 5º remite, en los términos del artículo 71 de la Constitución Federal a que la Legislatura del Estado intervenga para que se promueva ante el Congreso de la Unión o el Titular del Poder Ejecutivo Federal la adopción de las medidas en el mismo descritas. Aquí creo que no corresponde al caso la remisión a la Legislatura del Estado, pues en la fracción XXIX – Ñ del artículo 73 constitucional, se faculta al Congreso de la Unión únicamente para expedir leyes de coordinación en materia de cultura entre la federación y los estados. Eso significa que la materia es concurrente y que ambas esferas de gobierno pueden tener sus leyes sobre la materia. En todo caso, procede pedir la intervención del Titular del Ejecutivo Federal para que solicite ante la UNESCO la inscripción del Patrimonio Cultural Inmaterial en los registros de esa Organización Internacional, toda vez que en los términos del artículo 89 fracción X de la citada Constitución General, es el encargado de dirigir la política exterior del Estado Mexicano. Y por el lado de la ley, pues en todo caso, el Gobernador puede remitir al Congreso del Estado las iniciativas que resulten necesarias para que se cumpla lo por él decretado.

La cita de una ley también es defectuosa en esa parte expositiva. Se invocan los artículos 1º, 2º, 3º, 6º, 7º, 8º y 10 fracción I de una Ley del Patrimonio Cultural del Estado de Aguascalientes, cuando la denominación real de la legislación invocada es Ley de Protección y Fomento del Patrimonio Cultural del Estado de Aguascalientes, según se publicó mediante decreto número 182 en el Periódico Oficial del Estado, Número 27, Tomo LXIV, de fecha de 2 de junio del año 2001. La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha reiterado que la cita equivocada de preceptos legales no tiene trascendencia si se fijan con precisión los supuestos que se invocan, pero vuelvo a insistir en que la pulcritud era indispensable en este caso.

Por último, ¿costaba mucho trabajo el transcribir íntegra la definición de Patrimonio Cultural Inmaterial contenida en el artículo 2, inciso 1 de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial? Esta dice así: 

Se entiende por “patrimonio cultural inmaterial” los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas -junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes- que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana. A los efectos de la presente Convención, se tendrá en cuenta únicamente el patrimonio cultural inmaterial que sea compatible con los instrumentos internacionales de derechos humanos existentes y con los imperativos de respeto mutuo entre comunidades, grupos e individuos y de desarrollo sostenible.

¿Qué es el decreto?

Dice la Suprema Corte de Justicia de la Nación:

El decreto administrativo es la expresión jurídica de la voluntad del órgano ejecutivo, que dicta resoluciones en el ejercicio de sus funciones, sobre una especie particular de los negocios públicos… que desde un punto de vista formal son actos administrativos porque emanan de un órgano de tal naturaleza, pero que desde el punto de vista material, son actos creadores de situaciones jurídicas abstractas, generales e impersonales y que vienen a ser una forma de proveer a la observancia de las leyes. Existen decretos que tienen efectos generales y abstractos, que formalmente tienen una naturaleza administrativa y materialmente legislativa, es decir, son actos regla… (IUS 911902)

En el Estado de Aguascalientes, el Titular del Poder Ejecutivo expide esos decretos con fundamento en el artículo 46 fracción I de la Constitución del Estado, concordante al 89 fracción I de la Constitución Federal. El único requisito adicional que se impone al Gobernador es que el Jefe de Gabinete refrende el decreto de que se trate y lo firme conjuntamente con él, según lo dispone el artículo 49 de la propia ley fundamental local. 

Es decir, los decretos administrativos aunque provienen de una autoridad ejecutiva, crean situaciones jurídicas semejantes a las que generan las leyes que aprueban los legisladores, pero con una diferencia fundamental: Está sujeto a la revocación o modificación por parte de la misma autoridad ejecutiva que dictó el decreto, perdiendo o alterando entonces su contenido y alcance. Es decir, no precisa de un proceso abrogatorio o derogatorio como la ley, que para dejar de tener vigencia, en principio, solamente puede llegar a tal estado, por el mismo proceso mediante el cual el legislador la puso en vigencia. 

No obstante creo necesario señalar que un decreto administrativo puede ser también dejado sin efecto por un Tribunal que lo considere contrario al orden jurídico o por una ley posterior aprobada por la Legislatura, que se ocupe de la materia.

Mirando hacia adelante…

Ahora creo que sigue el continuar la tarea bajo la guía de la Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales, aprobada por el Senado y publicada en el Diario Oficial de la Federación del 2 de junio de 2006. Si la Fiesta tiene ya ante los ojos de la ley la calidad de expresión cultural, ahora corresponde al Estado honrar su compromiso internacional y comenzar a establecer medidas de protección y promoción para ella.

La convención internacional a la que aludo, señala entre otras cosas lo siguiente:

Sólo se podrá proteger y promover la diversidad cultural si se garantizan los derechos humanos y las libertades fundamentales como la libertad de expresión, información y comunicación, así como la posibilidad de que las personas escojan sus expresiones culturales… La “protección” significa la adopción de medidas encaminadas a la preservación, salvaguardia y enriquecimiento de la diversidad de las expresiones culturales. “Proteger” significa adoptar tales medidas…

Los principios rectores de esa protección son, según la Convención los de soberanía; de igual dignidad y respeto de todas las culturas; de solidaridad y cooperación internacionales; de complementariedad de los aspectos económicos y culturales del desarrollo; de desarrollo sostenible; de acceso equitativo y de apertura y equilibrio, mismos que pueden servir de base a la legislación que sobre el particular se apruebe, insistiendo de mi parte que la única limitación que se impone es que esa protección no sea contraria a los derechos humanos, lo que considero que es tan claro, que en este caso no amerita explicación alguna.

De acuerdo al párrafo noveno del artículo 4º de la Constitución Federal, el libre acceso a la cultura y a todas sus expresiones, es un derecho fundamental y como tal, en todo caso la protección y fomento de la Fiesta resulta ser una forma de respeto a esos derechos básicos, en tanto que la prohibición o cualquier tipo de limitación o cortapisa que se le imponga, resultaría entonces, contraria a lo que este tratado internacional ordena. Así pues, el respeto a este precepto fundamental sería concordante con la intención de que al proteger las manifestaciones culturales, se respeten los derechos humanos.

Esta Convención es derecho vigente y por ende obligatorio en México, según resulta del texto del artículo 133 de la Constitución General y de la interpretación realizada del caso por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que en Jurisprudencia ha determinado que esos tratados internacionales se ubican exactamente por debajo de la Constitución y por encima de las Leyes Ordinarias. Entonces, ahora corresponde a los legisladores el poner en vigencia los instrumentos legales necesarios para que esta y otras manifestaciones del Patrimonio Cultural Inmaterial en México, sean debidamente protegidas.

Punto final

Reitero que estoy de acuerdo en cuanto al fondo de la materia del decreto. Quizás, de acuerdo con lo que he apuntado arriba, se pudo hacer con mayor pulcritud, pero lo importante aquí es que hubo la decisión política oportuna en el momento necesario para evitar, al menos en el caso de Aguascalientes, el río revuelto que ocasionan quienes pretenden ignorar lo que son nuestras tradiciones.

No obstante, considero que se debieron esgrimir algunos argumentos no contenidos en el decreto y que otros se expresaron de manera defectuosa. No quiero decir con esto que el resultado final contenga fallos, pero como lo señalaba hace unos párrafos, en este tipo de cuestiones, la pulcritud absoluta es indispensable.

Termino señalando que considero que el decreto no es la solución absoluta de todos los problemas de la Fiesta ante sus detractores. Es apenas una herramienta que servirá – si se aplica adecuadamente – para construir, con el consenso y la participación de todos los que se involucran en ella, el verdadero marco de protección que requiere para mantenerse y crecer en nuestro medio.

Documentos de interés:

El ejemplar digital del Periódico Oficial del Estado de Aguascalientes en el que se publicó el decreto comentado, lo pueden obtener aquí.

Una transcripción fiel del decreto, la pueden consultar aquí.

El texto de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, la pueden consultar aquí.

El texto de la Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales, la pueden consultar aquí.

El texto de la Ley de Protección y Fomento del Patrimonio Cultural del Estado de Aguascalientes, la pueden consultar aquí.

domingo, 30 de octubre de 2011

A propósito de un decreto... (I/II)


Portada del Periódico Oficial del Estado
del 17 de octubre de 2011

El pasado lunes 17 de octubre se anunció la publicación en el Periódico Oficial del Estado de Aguascalientes, del decreto del Gobernador del Estado que declara Patrimonio Cultural Inmaterial del Estado de Aguascalientes a la Fiesta de los Toros y de interés público su salvaguarda.

En el acto de la firma del decreto, estuvieron presentes representantes de los distintos estamentos de la Fiesta, expresando su beneplácito por la toma de tan trascendente decisión, que se dijo en la fecha, ponía a salvo a la Tauromaquia y a las expresiones artísticas que de ella derivan, de los embates de los grupos que, movidos por intereses que en su mayoría son de aquellos que no admiten confesión, pretenden integrar una cruzada para lograr la prohibición de los espectáculos taurinos en México, al menos en la forma en la que ahora los conocemos.

En la reunión a que hago referencia, se mencionó que el decreto se había materializado gracias al invaluable apoyo del Abogado y Notario Jesús Eduardo Martín Jáuregui y en informaciones posteriores se estableció que fue él quien redactó el texto que el Titular del Poder Ejecutivo del Estado suscribió y ordenó se publicara en una edición vespertina del referido Periódico Oficial.

Una vez que tuve en mi poder el texto del decreto, me di a la tarea de leerlo y de intentar entender su sentido y alcance, mismo que ahora trataré de presentarles aquí.

El fondo del asunto…

Del texto del decreto se descubre que la intención del Gobernador del Estado de Aguascalientes es clara, se trata de defender, mediante un instrumento jurídico, una de las tradiciones más arraigadas del pueblo de Aguascalientes. La protección consistiría, desde mi punto de vista, en quitar la tentación a legisladores y activistas locales y foráneos, de comenzar a promover iniciativas en la Legislatura local que tiendan a desterrar o a restringir la celebración o el disfrute de los festejos taurinos en el territorio del Estado Libre y Soberano de Aguascalientes.

No puedo ni debo estar en desacuerdo con esa decisión. Creo que ninguna persona que se pronuncie como aficionada a la Fiesta de los Toros puede estarlo. Ya era necesario que las Autoridades comenzaran a tomar el toro por los cuernos, saliendo al paso de grupos y de personas que operan con influencia de ideas que no pertenecen a nuestra idiosincrasia – quizás hasta financiamiento del extranjero reciben –, que pretenden por una parte, desterrar del panorama de nuestras tradiciones a la Fiesta y por la otra, coartar la libertad de elección de quienes sentimos algún tipo de interés por ella. No en vano algún activista que despliega su trabajo en Europa como en América, ha sido últimamente objeto de buena acogida por algunos medios de comunicación que tienen una penetración importante.

Insisto, en ese sentido no me queda más que ser otro de los que expresan su beneplácito por la decisión tomada. Cuando menos en Aguascalientes las reglas ya están dadas – aunque como veremos enseguida, con sus asegunes – y si alguien pensara en venir aquí a sembrar su insidia en contra de la Fiesta, por lo pronto, ya puede irse con su música a otra parte

Me llaman la atención diversos detalles de forma y de fondo que presenta el decreto publicado el 17 de octubre pasado. Y me extraña sobre todo, porque quien se dice que es su autor material – Jesús Eduardo Martín Jáuregui – es Abogado y Notario Público y en la docencia tiene a su cargo entre otras, las cátedras de Derecho Romano, Lógica y de Hermenéutica Jurídica – a mí me impartió las dos primeras –, disciplinas éstas  que tienen mucho que ver con los planteamientos que enseguida intentaré hacer.

Lo que creo que faltó decir…

Este es uno de aquellos casos en los que la abundancia no es dañina y sí en cambio, un medio de reforzar la motivación del decreto, ofreciendo la mayor cantidad de argumentos disponibles para justificar y defender en su caso el instrumento legal y su materia.

Por principio de cuentas, el decreto carece de denominación. La cabecera de su publicación solamente nos indica que proviene de la Oficina del Gobernador del Estado, más no se le titula debidamente como el Decreto que declara a la Fiesta de los Toros como Patrimonio Cultural Inmaterial del Estado de Aguascalientes. Los manuales de técnica legislativa aconsejan de manera unánime que todo acto de esta naturaleza debe llevar una denominación o título que precise la clase de instrumento legal de que se trate y la materia a la que se refiere, lo que, insisto, en el caso no ocurrió.

En cuanto a la parte expositiva o considerativa del decreto, dividida en nueve apartados ordinales, se hace mención de algunos aspectos históricos relacionados con la permanencia de la Fiesta en Aguascalientes. Por ejemplo, se afirma en el segundo, que Aguascalientes ha sido siempre sitio para ganado bravo, desde la Hacienda de Cieneguilla en su tiempo de propiedad de la Compañía de Jesús…, para después mencionar otras fincas ganaderas. Creo que una omisión importante en este renglón es la de dejar fuera de la consideración a las Haciendas que durante un buen tramo de los siglos XIX y XX proveyeron de ganado a las plazas de El Buen Gusto y San Marcos de ganado para los festejos, sin que su vocación principal fuera la de la crianza de este tipo de reses – como El Pabellón, La Cantera o la Estancia de Mosqueira ; desde mi punto de vista, éste último hecho habla más de la taurinidad de nuestra tierra, que los considerados en el apartado que comento.

En el ordinal séptimo se hace referencia a un hecho que no se puede negar, pero en la manera en que se expresa, es demasiado reduccionista. Efectivamente la Fiesta de los Toros  es uno de los elementos fundamentales de la Feria de San Marcos. Pero sí el decreto afecta a todo el Estado de Aguascalientes, habrá que tener en cuenta el hecho de que la feria abrileña corresponde solamente a Aguascalientes capital y que los otros diez Municipios del Estado, así como diversos centros de población dentro de los mismos, tienen sus propias celebraciones feriales y que al menos en las cabeceras de esos otros diez municipios, también se dan toros con motivo de sus fiestas cívicas o patronales. Entonces, la Feria de San Marcos no lo es todo en Aguascalientes, quizás sea la de mayor importancia por el número de festejos que se dan, pero no es la única y creo también que las demás localidades en las que se dan toros pudieron y debieron ser consideradas para reforzar este argumento.

También se deja de lado el hecho de que en Aguascalientes capital haya dos edificios que originaria y funcionalmente son plazas de toros de primer orden y que una de ellas, la San Marcos, tenga ya ciento quince años en funcionamiento y que además, como edificación esté protegida por el INAH. Igualmente omite el considerar que en el territorio del Estado, aparte de la San Marcos, la plaza de toros de Rincón de Romos también es centenaria, aunque su estado material actual sea ruinoso. A esta consideración podría añadirse el hecho de que cuando menos en la capital, hay plaza de toros fija desde el año de 1850, año en el que se abrió al público la del Buen Gusto.

Se omite también un argumento histórico que en mi criterio resulta fundamental. Existen en los archivos históricos, documentos que demuestran que en Aguascalientes se dan toros desde el siglo XVIII. Nicolás Rangel – en su día miembro de número de la Academia Mexicana de Historia –, en su Historia del Toreo en México, cita uno de ellos, del año de 1791, celebrado con motivo del advenimiento al trono de España de Carlos IV. Si hemos de entender que una tradición es la transmisión de noticias, composiciones literarias, doctrinas, ritos, costumbres, etc., hecha de generación en generación… o una doctrina, costumbre, etc., conservada en un pueblo por transmisión de padres a hijos..., sería válido deducir que entre más antigua, más arraigada, así que me resulta notable y trascendente la falta de cita de éste y algunos otros antecedentes en tal sentido, que podrían haberse investigado en los Archivos Históricos correspondientes para el efecto.

Otra cuestión, en lo que a este apartado se refiere, es que se omite considerar que la declaración de una práctica como Patrimonio Cultural Inmaterial se debe observar una cuestión fundamental: que no sea atentatoria contra los derechos que consagra la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Como bien lo hace notar François Zumbiehl, del Observatorio de las Culturas Taurinas de Francia:

En primer lugar la Unesco considera como patrimonio cultural inmaterial las prácticas que corresponden a cinco criterios o campos: las artes vivas del espectáculo, las tradiciones y expresiones orales, los rituales y acontecimientos festivos, las artesanías tradicionales, y las prácticas que fomentan el conocimiento de la naturaleza y del universo... El último y definitivo criterio es que esta tradición no atente a la declaración universal de los derechos humanos. ¡Ojo!, no se habla aquí de otros derechos… (Revista Taurodelta, número 38, septiembre de 2011, Pág. 19)

Considero que esta situación se debió puntualizar con toda claridad, para dejar bien sentado que el hecho de declarar a la Fiesta como Patrimonio Cultural Inmaterial de Aguascalientes, es absolutamente apegado al orden jurídico que nos rige.

Ya entrando a la parte dispositiva del decreto, observo que los artículos 4º y 5º también son defectuosos en su expresión, pues los teóricos de la Técnica Legislativa recomiendan que cada artículo debe ser breve y contener frases cortas y referirse a un solo tema, más cuando el contenido del artículo es extenso – como el caso de los objeto de esta observación – se deben desagregar en fracciones, distinguidas con números romanos y procurar que cada fracción sea de un solo párrafo. La lectura de esos dos preceptos deja claro que esa base elemental de la técnica para legislar se dejó de lado, dando una sensación de incoherencia a los mismos.

Otra cuestión que considero quizás la omisión más grave, es que en el articulado del decreto no se contempla para ningún caso la participación de la afición en la protección, conservación y fomento de este elemento del Patrimonio Cultural de Aguascalientes. Se asignan competencias al Instituto Cultural de Aguascalientes y se crea un Comisionado Taurino del Poder Ejecutivo del Estado, pero no se deja espacio expreso ni a la afición y curiosamente, tampoco a ninguno de los estamentos profesionales de la Fiesta. Recurro de nuevo al testimonio de François Zumbiehl, quien sobre el particular expresa:

...es imprescindible dentro de cada país una buena coordinación entre estos cuatro grupos – aficionados, profesionales, expertos científicos y políticos –. Ha sido clave para lograr el reconocimiento de la corrida en Francia. A los representantes de los aficionados les toca explicar cómo la afición se entretiene durante todo el año por múltiples actividades culturales (coloquios, tertulias, homenajes a los toreros y ganaderos…) y cómo se trasmite a los jóvenes. Los políticos, por su parte, deben impulsar a nivel local, regional, nacional, y por supuesto internacional ante la Unesco, el reconocimiento de la Fiesta como Bien de interés cultural y como patrimonio cultural inmaterial. Ellos son los primeros en poder medir la contribución de los toros a la identidad cultural, al desarrollo económico y turístico de las comunidades que les han elegido... (Revista Taurodelta, número 38, septiembre de 2011, Pág. 20)

¿Será que también en la esfera oficial se piensa que la única participación del aficionado en el fomento y preservación de la Fiesta es la de ir religiosamente a las taquillas a pagar su entrada? De ser así, se reduce bastante la posibilidad de que la intención del decreto sea efectiva en los hechos.



Visto así, el decreto debió de ir más allá de considerar la garantía de libre acceso a la cultura y dejar cuando menos las bases sobre las cuales se pudiera definir la participación de todos los que tienen interés en la Fiesta...


El día de mañana presentaré a Ustedes la conclusión de este análisis.


Documentos de interés:

El ejemplar digital del Periódico Oficial del Estado de Aguascalientes en el que aparece publicado el decreto, se puede obtener aquí.

Una transcripción fiel del texto del decreto, se puede consultar aquí.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Recuerdos de un torero...


Antoñete en Caracas, con un toro mexicano de
Manuel de Haro

El pasado mes de mayo vio la luz Recuerdos de un torero, libro que recoge remembranzas y memorias de ese gran torero de plata que ha sido don Andrés Luque Gago. En ellas recoge sus recuerdos de escuchar hablar de toros a Rafael El Gallo y a Juan Belmonte; su visión de lo que fue la torería de Manolete; su paso por los ruedos como novillero amparado por uno de los grandes apoderados que la historia de eso ha conocido, su tío Andrés Gago y por supuesto, una extensa trayectoria como primero en las cuadrillas de figuras del toreo como Luis Miguel Dominguín, Antonio Ordoñez, Antonio Bienvenida, Rafael de Paula - con él le ví en México - o Paquirri.

También fue con Antoñete. En los años sesenta, cuando se decía que Antonio Chenel había resucitado. De esa época, en el capítulo 12 del libro, publicado por la editorial Isla de Siltolá, en su colección Levante, dice lo siguiente acerca del torero de Madrid:

Grandes expectativas con Antonio Chenel, Antoñete
Antes de acabar la temporada del año 1966, José Ignacio Sánchez Mejías me ofreció continuar a las órdenes de otro de los toreros que apoderaba, esta vez, Antonio Chenel, Antoñete. Ese año había hecho la famosa faena al toro blanco de José Luis Osborne en Madrid.  
Estuve con él las temporadas de 1967 y 1968. Las dos tuvieron altibajos debidos a las inoportunas lesiones; también triunfos excepcionales, como la tarde de los toros de Urquijo, en Madrid, alternando con Antonio Ordóñez y Manolo Cortés. No toreamos muchas corridas, pues cada vez que triunfaba volvía a lesionarse y tenía que parar.  
Una lástima, ya que estaba dotado con unas cualidades excepcionales y, en esa época de apogeo de El Cordobés y la heterodoxia, muchos aficionados empezaban a reclamar los cánones puristas, sobre todo en Madrid. Fue una época apasionante, había muy buenos toreros y mucha variedad. A las figuras se había unido una nueva generación con toreros como Diego Puerta, Paco Camino y Santiago Martín El Viti.  
Todos toreaban más por ese motivo, Antoñete no podía rentabilizar los éxitos por culpa de las lesiones, casi siempre roturas, que tardan en curarse mucho más tiempo que las heridas. Las expectativas siempre eran máximas, había motivos para ello.  
Tenía un concepto puro, muy lúcido en la elección de los terrenos y las distancias, excepcional en las largas. El sentido estético y la hondura recordaban detalles que había visto a Juan Belmonte en los festivales; y su capacidad para colocarse a la de Manolete; sin embargo, era un torero muy distinto a ambos, respecto del primero por su toreo fundamentado en la relación de suertes fundamentales ligadas; del segundo por la relación completa de esos muletazos iniciados por delante, mucho más largos.  
Siempre fue una referencia del toreo puro, de la clarividencia para la elección de los terrenos y las distancias en función de las cualidades de cada toro. Tenía un valor frío y sereno, casi siempre oculto por la pasión de su temple y la estética consecuente. La limitación del número de corridas no disminuyó su vitola de torero importante. Tenía grandes cualidades y mucha clase.  
Pronto se convirtió en un torero de toreros y eso le dio un prestigio que lo avaló siempre. En cierto modo, en la década de los sesenta también anticipó, como Manolo Vázquez antes, la que sería la magistral etapa de principios de los ochenta, en la que, respetado por las lesiones, mantuvo la máxima categoría como figura del toreo.  
En sus cuadrillas seguí llevando el peso de la lidia. Paraba los toros y se los enseñaba por ambos pitones. Una vez fijados y mostrados intentaba molestarlos lo menos posible. Antoñete les sacaba cuanto tenían dentro. Con capote y muleta se empleaba, sobre todo, en las suertes fundamentales. Desplazaba y les podía tanto que éstos quedaban sometidos con autoridad. Aparentaba una facilidad inusual en los toreros con tanta profundidad. Su sentido del temple hacía el milagro.  
De nuevo, fueron dos años magníficos en lo profesional y lo personal. Siempre fue persona de pocas palabras, de trato muy agradable y especial. Daba gusto viajar con él y salir a la plaza a sus órdenes. La convivencia era muy grata, todos estábamos a gusto y nos sentíamos realizados a su lado. Nos daba sitio como toreros y nos apreciaba como personas.  
Cuidaba mucho a las cuadrillas, tanto en la elección de los miembros, que consideraba imprescindibles para el resultado artístico y, por encima de ello, para su integridad; como en el trato que les dispensaba. Eso aumentaba su cartel entre los taurinos y los toreros.  
Su planta de matador de toros, joven, seguro de sí mismo, le proporcionaba un atractivo que sabía gestionar delante de los toros y, fuera de las plazas, le aseguraba el éxito entre los taurinos.  
No paraba de fumar, incluso en la plaza lo hada entre toro y toro. Su imagen con el cigarrillo, habitual en algunos toreros desde tiempos de Manolete, le daba un aire actual, que lo caracterizaba. El mechón blanco en la parte delantera del pelo completaba una imagen personal, la imagen de un gran torero...

Este es el recuerdo que un torero hace de otro torero, y la historia nos demuestra que ambos supieron equilibrar, cada uno a su aire, la miseria de ser hombres con el prodigio de serlo, y provocar en quienes los aclamaron y en quienes los seguimos admirando, un orgullo profundo como aficionados pensantes a la misma Fiesta que ellos tanto amaron y a la que tanta grandeza dieron.

domingo, 23 de octubre de 2011

En el centenario de Armillita, X


23 de octubre de 1927: Armillita recibe la alternativa en El Toreo de la Condesa

En algún otro espacio de esta Aldea he explicado que las alternativas obtenidas en plazas mexicanas hasta antes de 1936 no eran reconocidas en España. No obstante, vuelvo a citar para Ustedes el texto de don Luis Ruiz Quiroz al respecto, que señala lo siguiente:

Antes, las alternativas no españolas no tenían validez en España y los matadores de toros extranjeros tenían que tomar la alternativa en su primera actuación en cualquier plaza de la península. Así lo hicieron muchos diestros mexicanos como, por ejemplo, Fermín Espinosa ‘Armillita’, Pepe Ortiz y Juan Silveti… En el primer convenio taurino entre mexicanos y españoles de julio de 1944 se pactó que quedaba reconocida la antigüedad de las alternativas tomadas en la plaza ‘El Toreo’ de la ciudad de México a partir del 18 de julio de 1936… En febrero de 1951 se firmó el segundo convenio entre toreros mexicanos y españoles y la cláusula 3 dice lo siguiente: ‘Las clasificaciones hechas en México y España de los matadores de toros se respetarán mutuamente por las Asociaciones de Toreros de ambos países.’ Es decir, se convino, que la entonces Unión Mexicana de Matadores de Toros y Novillos quedaba facultada para clasificar a los matadores de toros mexicanos…

Así pues, aunque ya había relatado aquí mismo la alternativa obtenida por Armillita en Barcelona en 1928, es importante recordar que previo a ella, fue investido matador de toros en la segunda corrida de la temporada 1927 – 1928 de la capital mexicana, celebrada en El Toreo de la Condesa. El cartel formado para la ocasión fue con toros de San Diego de los Padres para el sevillano Antonio Posada, el Orfebre Tapatío Pepe Ortiz y quien recibiría la dignidad de matador de toros, Fermín Espinosa Armillita Chico.

Rafael Solana Verduguillo, responsable de la publicación que ya para esa fecha se titulaba Toros y Deportes y que era la continuación de lo que originalmente se llamó El Universal Taurino, recuerda en su obra Tres Décadas del Toreo en México lo siguiente:

En la segunda corrida, recibió la alternativa Fermín Espinosa “Armillita”; se la dio Antonio Posada, un diestro sevillano a quien no se había incluido en la lista de los espadas al abrirse el derecho de apartado, y fungió como testigo Pepe Ortiz. Los toros vinieron de San Diego de los Padres... El primer toro que estoqueó “Armillita” fue “Maromero” y fue negro entrepelado, bragado, coletero, calcetero y lucero. En el momento de la alternativa, Fermín se hizo un lío; no sabía con qué mano tomar la espada y la muleta que le entregaba Posada... Brindó Fermín la muerte de este su primer toro al conocido aficionado Javier Algara; y estuvo muy bien en todo, por lo que dio la vuelta al ruedo, y salió al tercio, a los acordes de la música...

Pero el gran triunfo de Armillita vendría ante el toro que cerró el festejo, Coludo de nombre y brindado al Califa Rodolfo Gaona. De la crónica del propio Verduguillo, extraigo lo siguiente:

…Brinda Fermín a Rodolfo Gaona, que ocupa una barrera de primera fila, y tras de mandar retirar a las infanterías, se encara con “Coludo” que ha llegado a la muerte, peleando con alegría. No obstante las boyantes condiciones del adversario, el maestro no logra ponerse a tono con los primeros muletazos, pues le vemos encorvado y despegándose al enemigo más de la cuenta. Los de la oposición se frotan las manos: pero nosotros confiamos. Y viene lo grande. Tres de los primeros pases, que fueron por bajo con la derecha, Fermín se aprieta como los guapos, en el cuarto que es un ceñidísimo muletazo de pecho, sacando la muleta por la penca del rabo. Y a partir de eso nos ponemos todos en pie porque a esas cátedras de tauromaquia hay que asistir con todos los respetos. “Armillita” deja que se reponga su enemigo y vuelve a la carga, y suelta un natural con la diestra, pasándose todo el toro por delante, como lo hacía Nicanor Villalta, el creador de este emocionante muletazo, y liga el natural con el de pecho, ceñidísimo. Otro natural con la derecha, y otro más, y después se cambia de mano la franela en la misma jeta del burel. La ovación no cesa un momento. De pronto un molinete un poquitín distanciado, por haber mandado más de la cuenta. Segunda pausa. Reanuda Fermín el trasteo, muy alegre, muy confiado, muy torero. Más naturales con la diestra, uno pasándose la muleta por la espalda, dos de la firma, perfectamente ligados, llevando al toro prendido a la muleta, otro molinete, éste girando el artista en los mismo pitacos. El toro se va agotando; ahora Fermín torea por delante, con gracia, con salsa torera, para refrescarlo. El público se ha quedado ronco de tanto “olear”. Al fin “Coludo” ha juntado las manos. Al hilo de las tablas entra Fermín y pincha en buen sitio. Y poco después hace coraje el artista, se arroja enmedio de los pitones, y hunde todo el acero, un poquitín contrario, a fuerza de atracarse. El toro rueda sin puntilla, y la ovación estalla clamorosa. El público se tira al ruedo y carga en hombros a Fermín, mientras el puntillero por disposición de la autoridad, corta las dos orejas y el rabo del bravo sandieguino…

Así, a los 16 años, 5 meses y 20 días de edad, Fermín Espinosa Saucedo se había convertido en el matador de toros más joven que la historia reconoce. Ganará la Oreja de Oro de esta su primera temporada mexicana como matador de toros, iniciando una andadura que en palabras de Leonardo Páez:

En la cuerda de los llamados toreros largos, de aquellos que dominan un amplio repertorio de suertes en los tres tercios, es el maestro de Saltillo quien en toda la historia ha mostrado mayor versatilidad e imaginación pero, sobre todo, mayor flexibilidad para adaptar su técnica a diferentes épocas, toros y alternantes. Seguramente en su apacible interior resonaba la sabiduría asiática que aconseja: 'Flexibles para no quebrarnos'…

En esta forma es como principió la forja de uno de los más grandes toreros que ha conocido la Historia del Toreo.

domingo, 16 de octubre de 2011

Sevilla, 18 de octubre de 1980: Se convierte en seda el percal de Calesero...


El Acontecimiento Taurino de la SER

Anuncio del Acontecimiento de la
SER
 de 1980 en el ABC de Sevilla
En 1980 tendría lugar el XII Acontecimiento Taurino de la SER. Una idea que con la intención de homenajear al Arte del Toreo y de recaudar fondos para sus obras benéficas, Radio Sevilla puso en marcha por inspiración de Manuel Alonso Vicedo y con el empuje de quien por esos días era el responsable de la información taurina en esa emisora de radio, Filiberto Mira Blasco. Fueran corridas de toros o festivales a todo lujo – como el que ahora me ocupa y espero les ocupe a Ustedes – se venían organizando desde once años antes en distintas plazas de Andalucía, como Úbeda, Morón de la Frontera, Ronda y algunas otras, en las que se procuró siempre reunir a lo más destacado de la historia y del momento taurino presente.

El Acontecimiento Taurino de la SER, dice Santiago Sánchez Traver, en Un siglo de Corridas de la Prensa de Sevilla, vino a cubrir un hueco que dejó vacante la tradicional Corrida de la Prensa, en un lapso de tiempo que va aproximadamente de 1977 a 1987, decenio en el que, con el cambio de régimen en España, desaparecieron las Hojas Oficiales del Lunes y con ellas, dice, la mayoría de las Asociaciones de Prensa languidecieron o materialmente desaparecieron.

La presencia de Calesero en el festival, la explica Filiberto Mira en la segunda edición de su libro El Toro Bravo. Hierros y encastes, de la siguiente manera:
- Tengo ya, como sabéis algo más de sesenta años. No quiero morirme con la pena de no intentar dar un pase o un lance en la Maestranza de Sevilla. Toreé allí – la mejor plaza del mundo – una sola tarde y no tuve suerte. Plenamente consciente os digo que aún tengo valor para allí hacer el paseíllo.
Manolo Vázquez y Curro Romero, como impulsados por las fuerzas telúricas del sentimiento torero, con voz solemne y clara, exclamaron al alimón:
- ¡Tú torearás allí, y nosotros te acompañaremos!
Manolo y Curro me insinuaron – que comprometiéndose ellos dos a torearlo – yo organizara el XII Acontecimiento Taurino de la S.E.R., patrocinado por Radio Sevilla en homenaje al Arte del Toreo. El Señor del Gran Poder, al que se lo pedí, nos brindó un día de primavera en la tarde otoñal del 18 de octubre de 1980. El festival se celebró, y en él triunfaron – con bravos ejemplares de Bohórquez y Juan Pedro Domecq – El Calesero, Manolo Vázquez y Curro Romero. También éxito para Alvarito Domecq, José Mari Manzanares, Tomás Campuzano y el novillero Manolo Tirado. Se hizo ese día intensa realidad – cuando señorialmente besó El Calesero la arena de la Maestranza – la frase de Juan Belmonte al definir al toreo como una fuerza del espíritu...
Así fue como se gestó la presencia del torero de nuestra Triana en la Maestranza sevillana.



Calesero y Sevilla

Anuncio del debut de Calesero
en 1946 (ABC de Sevilla)

En 1946, Calesero hizo una breve campaña por plazas españolas. Sumó nueve festejos y la inició precisamente en el Coso del Baratillo, entrando al cartel del Domingo de Resurrección – 21 de abril – de ese año por la vía de la sustitución. El festejo inicialmente anunciado era con toros de Juan Belmonte para Manolo Escudero, Rafael Albaicín y Rafael Ortega Gallito. Dice la prensa de la época que se retrasó el regreso de los dos primeros de su campaña americana, razón por la cual el cartel se tuvo que reformular, dejando el mismo encierro y a Gallito firmes, pero entrando Calesero, que daría la alternativa a otro trianero, éste de la Triana andaluza, Bonifacio García Yoni. Tal y como lo relata Alfonso Ramírez, aun dejando buena impresión, la suerte le fue esquiva. La relación que hace Antonio Olmedo Don Fabricio en el ABC de Sevilla del 23 de abril siguiente sobre la presentación del diestro hidrocálido dice en lo medular esto:





El Calesero, bien plantado... se abrió de capa con su primero – el segundo de la tarde –, dibujando media docena de lances apretadísimos que arrancaron el olé unánime y entusiasta. Secundó también con unos faroles, también muy ceñidos, pero dejando el cuerpo al descubierto por alzar excesivamente los brazos, por cuanto el asta del toro prendió en las taleguillas, causando en ellas un pequeño desperfecto. Debió comprobar el mejicano en ese momento la enorme diferencia que hay entre el ganado andaluz y el que se cría en las haciendas de su tierra, y de allí en adelante todo fueron tanteos... Pero en tales intentos no dejaba de atisbarse la idoneidad que sin duda tiene, ostensible en la facilidad y tino con que ejecuta la suerte de matar. Si ponderamos las circunstancias de la presentación de El Calesero, lo emocionante que para él había de ser el caso, más la violencia de contraste por las razones antes anotadas, habremos dado con la razón de su a ratos desorientado quehacer. Sería por tanto, inoportuno y arriesgado un juicio definitivo sobre el mejicano, que a tiempo hemos de formular. La espera es sabia...
Aunque el cronista dejaba patente su intención de que se volviera a ver por allí a El Poeta del Toreo, eso no sucedería, al menos durante el extenso lapso de tiempo en que vistió de luces. Por eso el interés del torero de volver para intentar complacer a la afición hispalense.

El festival de la SER

La intención de Calesero, secundada por Manolo Vázquez, Curro Romero y Filiberto Mira se concretó para el 18 de octubre de 1980. Le acompañarían en el cartel el rejoneador Álvaro Domecq Romero, Manolo Vázquez, Curro Romero, José Mari Manzanares, Tomás Campuzano y el novillero Manolo Tirado y enfrentaron novillos de Juan Pedro Domecq para los de a pie y uno de Fermín Bohórquez para el caballero en plaza. El Acontecimiento fue un éxito en lo artístico y creo – por la entrada registrada – que también en lo económico – cosa importante dada su finalidad benéfica – y de lo que en él realizó Calesero, el entonces cronista titular del ABC de Sevilla, Joaquín Caro Romero escribió lo que sigue:
Alfonso Ramírez «El Calesero», serenísimo señor de Aguascalientes, llegó a emocionarnos. Le vimos poco, pero le vimos mucho. No sé si me explico. Poeta del toreo, le dicen. Y el toreo, antes que una cosa de críticos, es una cosa de toreros y de poetas. Tiene un increíble aplomo y empaque para andar por la plaza. Viejo y florido como el Cid del romance, reencarnado en la hospitalaria tierra mexicana, donde duermen el sueño eterno muchos poetas del éxodo y del llanto, entre ellos Luis Cernuda. Muchos brindis, casi todos los brindis de la tarde para el serenísimo señor de Aguascalientes. Suena bien y lo repito. No he cruzado ni media palabra con «El Calesero», por lo tanto mi impresión es de una absoluta imparcialidad. Lo poco que le vimos con el percal y la franela fue suficiente para situarlo entre los puros, entre los estetas del arte de torear. Los años no perdonan a nadie. Pero a ciertos toreros les pasa como al vino, “si más envejecido, más sabroso”. Sabroso fue su lancear. Sabroso su efímero trasteo muleteril. Media y dos descabellos. Su enemigo no se merecía más en sus manos. Y Sevilla, fina catadora, lo ovacionó con lágrimas en los tendidos. ¿He dicho algo? Lágrimas en los tendidos...”
Días después, don Luis Bollaín agregaría sus impresiones en una serie de artículos sobre el tema, dedicando a Calesero las siguientes líneas, en las que destaca su innegable torería:
ALFONSO RAMÍREZ «CALESERO», TORERÍA ADMIRABLE. EN EL REDONDEL DE LA MAESTRANZA, «EL CALESERO». – Ante nosotros, sesenta y seis años de la torería más excelsa. Un impecable traje negro, de pantalón largo y sobrio corte, cubre un cuerpo enjuto pero sin encorsetar, sobre el que emerge una cabeza firme y noble, de sienes plateadas y semblante bondadoso. “Por ver hacer el paseo a Lagartijo – era dicho entonces – podía darse el dinero de la entrada”. ¿Y qué se podrá dar – pregunto yo ahora – por ver a este singular azteca, en desfile al frente de la cuadrilla; o cruzando en recta el redondel al compás de un adiós que clava en las entrañas el dolor y la dicha del populoso homenaje sentido muy dentro; o los pasos despaciosos y solemnes, ensamblados en saludos de ceremonia, mientras el hombre - el torero -, circundando el anillo, siente como le cae en catarata... el fervor encendido y respetuoso de la Sevilla toda?
¿Qué se podría dar, sí, por ver a «El Calesero»? ¿Por ver lo que es y como está «El Calesero»? Un “ser” y un “estar” que aquí, en Sevilla, podría configurarse como el “estar” – el cómo estuvo – en el Festival de la SER. A mi juicio, estuvo justo para dejarnos constancia evidente de su gran torería. Aquellas dos verónicas iniciales – sí, sí, aquellas de “mano alta” – en las que llevó al torete embebido desde muy lejos, pasándoselo muy despacio, muy cerca y con limpieza impecable... a mí me pusieron de pie. A mí, ¡y a todo el público! ¿Y por qué – pregunto – sí solo quedaba baja, al final del lance, la mano de dentro y ello contradice el culto al supuesto dogma ¿hoy vigente?, de “las manos – las dos manos – bajas”? ¿Me perdonáis si os digo que aquellas dos verónicas llevaban el sello técnico y estético de Juan Belmonte? A lo mejor por eso nos pusieron en pie a mí... y a vosotros.
Luego, en la muleta, el novillete buscaba los tobillos. Era obligado enmendarse, corriendo. Mala cosa – difícil cosa – para el que vino al mundo en la década de los diez. Sin embargo, con qué torería admirable administró «El Calesero» sus fuerzas físicas, para resolver airoso la papeleta, sin verse en ridículo ni en angustias, dominado por el novillo...
Por último, es el propio Filiberto Mira quien, también en el ABC de Sevilla, comenta lo siguiente:
Bastó que le vieran hacer el paseíllo. Por sus hechuras intuyeron la poesía de su toreo. No hay – sin duda – un público más señero. El espíritu de Sevilla rindió homenaje tan sincero como emotivo al inefable Calesero, que con verdadera unción besó la arena de la Maestranza. Acertamos Manolo, Curro y yo al traerlo desde tan lejos para que las nuevas generaciones comprobaran que el arte del toreo rima con el señorío. A los que ya no son tan jóvenes se les humedecieron los ojos. Lo sevillano y lo azteca se fundió en un abrazo íntimo y cordialísimo...
Calesero en la portada del suplemento
taurino del diario ABC
No me cabe duda alguna de que uno de los detalles que más impresionan a los públicos en las plazas, es la torería que demuestre el actuante en el ruedo. Me consta que a Calesero, si algo le sobraba, era eso, torería, porque seguramente nació torero y ciertamente pasó a la otra vida siéndolo. Daba placer verle ya octogenario, pasearse por las calles y por las plazas con ese porte y con ese garbo al andar que le denunciaba desde lejos. Y con las telas en las manos… Por algo se decía que su capote de percal se convertía en seda… precisamente en la Hipérbole de Calesero, debida a la insuperable pluma de Pepe Alameda, algo que ya había traído a esta Aldea hace alrededor de un par de años.

Así como Alfonso Ramírez Alonso, Calesero, un torero de la Triana mexicana, de la de Aguascalientes, vio satisfecha su ambición de demostrar a la afición de Sevilla las posibilidades infinitas de su arte como torero, porque éste no tiene edad. Espero que esta remembranza les haya despertado el mismo interés que a mí, al momento de ponerla en este hipotético papel.

domingo, 9 de octubre de 2011

12 de octubre de 1977: El Presidente de México va a Sevilla a ver los toros...


28 de marzo de 1976: El candidato López Portillo en los
toros, con su esposa, El Soldado y Calesero

Tiempos hubo en los que la Fiesta de los Toros no era tan políticamente incorrecta y los Jefes de Estado y de Gobierno se dejaban ver en las plazas de toros con frecuencia y lo que es más, obsequiaban a sus visitantes distinguidos con corridas de toros organizadas precisamente en su honor. Aquí en México recuerdo a don Adolfo López Mateos llevando a los toros al en esos días emperador de Etiopía Haile Selassie o al Mariscal Tito de la otrora Yugoslavia y también al personaje que me invita a presentarles estas líneas, José López Portillo, acudiendo a la Plaza México cuando candidato a la Presidencia de la República, durante su campaña electoral, que acompañado de Armillita, El Soldado, Silverio Pérez y Calesero, el 28 de marzo de 1976, asistió junto con su esposa a la 14ª corrida de la temporada 1975 – 76, en la que ante toros de Jesús Cabrera, actuaron el rejoneador Carlos Arruza hijo y los matadores Curro Rivera, Manolo Arruza y Humberto Moro hijo. Es decir, no temió un resultado adverso en las urnas – debo aclarar que era candidato único – por hacer pública su afición a los toros.

José López Portillo y Pacheco fue Presidente de México de 1976 a 1982 y uno de los primeros actos trascendentes de su gobierno en el plano internacional fue el terminar las relaciones de México con el gobierno de la Segunda República Española en el exilio en 1977 – que se mantenían desde 1946 – e iniciarlas con el Reino de España recién reinstaurado. No debo dejar de lado que López Portillo hacía orgullosa ostentación de las raíces hispanas de su familia, los que situaba en una localidad Navarra, Caparroso. Fue hijo de José López Portillo y Weber, hombre de letras y nieto de José López Portillo y Rojas, político en la época porfiriana.

Corrida multipropósito

Imágen aparecida en el ABC de Sevilla con la crónica del
festejo del 12 de octubre de 1977
La corrida del 12 de octubre del 77 tuvo propósitos varios. Primero, la celebración de lo que originariamente se celebraba como El Día de la Raza y que hoy, de una manera más eufónica, se llama El Día de la Hispanidad. Después, también sirvió para apoyar las finalidades de la Asociación de la Prensa de Sevilla y como dirían los vecinos al Norte del Río Bravo last but not least, el agasajar a don José López Portillo, que como Antoñito el Camborio... fue a Sevilla a ver los toros. Para el efecto, se confeccionó un cartel integrado por el diestro de Gines Manolo Cortés, el del Puerto José Luis Galloso y nuestro paisano Manolo Arruza. Los toros inicialmente anunciados eran de los Herederos de Carlos Núñez, aunque al final, el cuarto sería de los Hijos de Eugenio Marín Marcos.

La crónica de Joaquín Caro Romero en el diario ABC de Sevilla, dice sobre el particular lo siguiente:
Tres brindis para México
En la Maestranza estuvo ayer no sólo un político, sino un aficionado a los toros, que sacó más de una vez el pañuelo desde la barrera para pedir la oreja. Pero hay otra faceta en la personalidad de José López Portillo digna de resaltarse. El presidente de la República mexicana es un humanista, un escritor, un poeta. Habrá mucha gente que no lo sepa, por eso yo lo destaco complacido... En México, algunos hombres de letras llegan a ocupar altos cargos políticos. Octavio Paz y Carlos Fuentes, dos extraordinarios escritores de vanguardia, han sido embajadores de México. Y no me extiendo en citar más casos. Antes de comenzar la corrida pensaba yo en uno de los libros que escribió López Portillo, el titulado «Quetzalcóatl», donde su autor trata, en una sugestiva prosa de inspiración lírica, de los orígenes míticos del pueblo mexicano. El espíritu del benévolo dios Quetzalcóatl parecía sobrevolar, mágico y voluptuoso, como un pájaro – serpiente, por las columnas del templo taurino del Baratillo. (Por cierto, esta obra del presidente escritor lleva el mismo título que un gran poema de Luis Cernuda, publicado en una revista mexicana en 1943)… José López Portillo, que es un hombre de visible campechanía, que es un intelectual y se expresa en el mismo idioma que nosotros, sabe lo mucho que hay de Sevilla en México, donde yace, en el Panteón Jardín, nuestro poeta Luis Cernuda, muerto, como tantos exiliados, en la hospitalaria tierra hermana...
Por su parte, don Luis Bollaín, en el mismo diario rememora:
...ayer, 12 de octubre de 1977, en Sevilla... Manolito Arruza nos dejó el paladeo – sin campanas a revolar, ni saludos a la llegada de ningún «Mesías» - de que por la plaza andaba un torero... Una actuación de Galloso cascabelera en sí y premiada con alegre cascabeleo, también, por parte de la presidencia... Cortés – ¡mala suerte en tu lote Manolo! – bordó, con cadencia, ritmo y hondura, los mejores lances de la tarde... A López Portillo – ancha simpatía de brazos abiertos – se le fue para la izquierda la montera brindada; pero, con tino y poder, con casta y amor propio de torero, repitió la suerte y, centrando el gobierno de la montera, la mandó hasta el mismo redondel...
Y también en el sevillano ABC remata don Filiberto Mira:
Estaba en la plaza el presidente de México y el festejo fue realmente un homenaje a su patria que es la de más tradición taurina de cuantas celebran nuestra fiesta. Las lentas, suaves y solemnes verónicas de Manolo Cortés en el quite al tercero fue como un buen recuerdo al buen capotear de Solórzano, de Silverio y El Calesero... Manolo Arruza, nacido allí y con sangre sevillana en sus venas, banderilleó con muchas agallas. En los toros de su lote evidenció que con los rehiletes – como tantos compatriotas suyos – tiene sello propio, pues lo hace levantando los brazos, asomándose al balcón y llegando despaciosamente hasta el filo de los pitones. Con la pañosa estuvo valiente y con el capote variado. Actuación la suya muy en tono mexicano, que no es mala música torera la de los mariachis... ¿Hubiera sido capaz el maestro Armillita de sacarle partido al sexto? Sinceramente creo que no. Lo que le hizo Arruza era lo exactamente correcto...
El resultado final de la corrida fue de un par de silencios para Manolo Cortés, que se enfrentó a Sultán y Serenito (de Marín Marcos) dos orejas y ovación tras aviso para José Luis Galloso, que lidió a Ratonero y Deseado y una oreja y ovación para Manolo Arruza, cuyo lote se integró por Corredor y Lechuguino. Los visitantes presenciaron la lidia de los toros primero y sexto desde el Palco Real y del segundo al quinto desde una barrera de primera fila y recibieron el brindis del primer toro de cada matador.

La realidad es que el viaje de López Portillo fue de promoción para México. Así lo delatan la Revista de tropas que realizara con el Rey Juan Carlos I, las rondas de conversaciones que sostuviera con el Presidente Adolfo Suárez, la presentación del Ballet Folklórico de México en diversos teatros, las ferias de muestras, las charlas que públicamente sostuvo con Felipe González, en esos días uno de los líderes visibles del PSOE y otras actividades, que fueron más allá que ir a Sevilla a ver los toros

En estos tiempos que corren…

Portada del ABC de Sevilla del
12 de octubre de 1977
Lo que me llama la atención de esta historia es el hecho de que a nadie pareció importarle esa presencia en la plaza de toros. Hoy cualquier Jefe de Estado se cuidaría muchísimo de pasar por allí para evitar incomodar a las buenas conciencias. No quisiera imaginarme lo que hubiera pasado, volviendo al anecdotario de don Adolfo López Mateos, si a un Jefe de Estado actual, se le ocurre hacer lo que a éste. Resulta que un día Cagancho fue a buscarle a su despacho. El torero de la calle del Evangelista estaba materialmente tieso. Una vez que le recibió el primer mandatario y el diestro le expuso su situación, llamó a su secretario particular y le ordenó incorporar al señor Joaquín Rodríguez Ortega a la nómina de la Presidencia de la República en calidad de consejero. Una vez que el gitano se retiró agradecido, el secretario preguntó que si ese no era un torero viejo y además español. El Presidente dijo secamente: es mi amigo y está en problemas… ah, y le manda su salario a domicilio… Seguramente en estos días, el Jefe de Estado en cuestión, sería linchado material o políticamente, por su afición y por dilapidar los recursos públicos.

Espero que esto les haya resultado tan interesante como a mí.

domingo, 2 de octubre de 2011

Los de Abajo


Muy pertinente aclaración

Rafaelillo
Una de las obras mas grandes de la narrativa mexicana es la que lleva el título de este artículo y se debe a la autoría del médico jalisciense, don Mariano Azuela, de quien sospecho, es inclusive personaje de su propia novela, encarnado en el personaje del dotor Luis Cervantes que de ser prisionero del General Demetrio Macías, personaje central de la obra, se convierte primero en su médico de cabecera y después en su principal consejero dentro de una guerra no convencional, desarrollada en una región cercana a Aguascalientes: El cañón de Juchipila.

No pretendo plagiar el título de tan notable obra, pero creo que como en su momento lo interpretara don Mariano, el título que tomo prestado, describe a plenitud el ser y la circunstancia de aquellos a quienes me voy a referir. Ojalá que mi trabajo no falte a lo que Azuela nos legara con su magnífica obra. 

La torería actual 

Hoy en día los hombres principales de la torería son los mismos que la han dominado durante los últimos cuatro lustros. En otros tiempos se producían cíclicamente asaltos a la cumbre, pues de tiempo en tiempo surgían nombres de toreros jóvenes y otros no tanto, que se levantaban como triunfadores en las principales plazas y que con el valor de esos triunfos, reclamaban paso y sitio junto a quienes eran considerados como consagrados por la afición y por las empresas. 

Esta situación ha adquirido, a mi juicio, perfiles de gravedad en los últimos tiempos. Los resultados han demostrado que la parte central de las temporadas tanto mexicana como española, están condenadas al fracaso sí no se cuenta con la comparecencia de los diestros triunfadores de las principales plazas. Así las cosas, hoy en día, el anuncio de cualquier feria es impensable sin el concurso de Ponce, Morante o El Juli y en menor grado Perera, o Talavante y por supuesto, José Tomás; porque los demás coletudos, independientemente de su valía frente al toro, carecen, como dicen los políticos, de capacidad de convocatoria, no llevan gente a las plazas, lo que lleva a concluir en que el pretender fundar un serial de cualquier naturaleza sin el concurso de ellos, sería condenarlo al fracaso económico. 

Agradables sorpresas 

En esta temporada española que está por terminar, gracias a la televisión vía satélite, me he llevado un cuarteto de sorpresas que no puedo calificar más que de agradables. He visto salir a la arena y por ende descubierto a Rafaelillo, a Diego Urdiales, a Iván Fandiño y a David Mora, quienes han triunfado principalmente en Madrid, Sevilla o Bilbao ante encierros de los considerados como duros y demostrando, a veces aparentemente atropellando la razón, su deseo de ser toreros, de salir del ostracismo en el que a despecho de sus virtudes toreras, el status quo de la fiesta les tenía. 

Las que dan y las que quitan 

Iván Fandiño (Foto: Juan Pelegrín)
En México por regla general son los triunfos de la Capital los que trascienden. En España, las cosas funcionan algo diferente, porque el más allá de las tardes exitosas no tiene como referente a una sola plaza. Así, tenemos que Madrid, Sevilla, Bilbao o Valencia, permiten que sus triunfadores sumen fechas en otras de importancia. Es cierto también que Madrid y Sevilla dan más sitio, pero lo que es indudable, es que las plazas que dan y quitan, son más allá y eso repercute en bien de la fiesta. 

El problema fundamental para la gran mayoría de los toreros es el colocarse en los carteles que ofrecen esas plazas. Cuando se es de los de abajo, hay que estar cerca de la empresa, casi, casi mendigando la oportunidad y cuando ésta llega, será fuera de las ferias rumbosas, alternando con dos o más toreros igual de desesperados y enfrentando un encierro catalogado como duro, integrado por seis galafates de pitones pavorosos, generalmente obtenido por la empresa a precio de saldo en alguna ganadería que vivió hace muchos años sus mejores días, o que aún está en veremos sí los ha de vivir. 

Ante ese panorama, el torero de abajo se juega todo a una sola carta, sabiendo que los ases de la baraja no están en sus manos. También sabe que en esas plazas, las medias tintas sirven de poco y que todo lo que no es un triunfo, es en el fondo, un fracaso. Siempre tendremos frescos en la memoria ejemplos de esa naturaleza, que confirman lo hasta aquí expuesto. 

Dejándose matar 

Primero, Rafaelillo, en Sevilla, cerrando la feria con la corrida de Miura, se lleva una meritísima oreja a partir de, como decía don Luis Castro El Soldado, ponerle los tompeates en la jeta a la muerte. Una faena que para muchos careció de lo que se ha dado en llamar gusto, pero que estuvo sobrada de emoción y de exposición. Enseguida, Iván Fandiño le corta una oreja a la corrida de Celestino Cuadri en la corrida que cerró el pasado San Isidro. También hubo la emoción que produce la desgarrada entrega del torero que se lo juega todo a una baza y al final, sale con el triunfo entre las manos.

David Mora
David Mora es quizás el que lo tuvo más complicado, porque le tocó apurar los tragos del verano madrileño, pero eso no pareció arredrarle y en cuanto el sorteo le deparó algún toro que medio metiera la cabeza, se ajustó con él y le hizo el toreo bueno. Eso le valió entrar por la vía de la sustitución en alguna de las ferias del Norte, para refrendar allí que el paso que lleva es firme. Y Diego Urdiales. Le dejaban en el circuito de las duras y la verdad es que nos hacían perdernos de un torero de esos que se ven muy de cuando en cuando. En Bilbao tuvo una tarde muy intensa con los victorinos y no salgo de mi extrañeza de no verle en el abono de Otoño de Madrid. Cosas demasiado científicas que dijera un profesor de la Facultad.

Rafaelillo, Diego Urdiales, David Mora e Iván Fandiño, cada uno dentro de su manera de interpretar el toreo y con las limitaciones que deja el torear poco o nada, salieron a confirmar que la de los toros es una fiesta de vida y de muerte, que es una fiesta en la que no solo el folklore y la luminosidad constituyen las bases de su atractivo, sino que es una fiesta en la que, para sobresalir, se requiere ser muy hombre y muy torero y que al contrario de la forma en la que se manejan aquí y ahora las cosas, el sitio de los toreros, debe de ganarse delante de los toros. Estos cuatro toreros, jugándose la vida con autenticidad, han reclamado lo que en las oficinas de las empresas les habían regateado: La oportunidad de demostrar en las plazas su verdadera valía a costa de lo que sea. 

La corrida del día de ayer – toros de Gavira para Iván Fandiño y David Mora – es un vivo ejemplo de esa entrega rayana en la desesperación. Ante un encierro aparentemente sin opciones, dos de los diestros que me motivan a escribir esto, salieron a arriesgar el tipo y a demostrar que lo suyo no es casualidad, ni obra de la suerte. Como me dijera mi querida amiga Carmelita Madrazo hace algo más de una década sobre una cuestión similar: Están dejándose matar. Quieren ser toreros y se han dado cuenta de que solo la paradoja de jugarse la vida para salvarla, los puede sacar adelante. 

El porvenir 

Diego Urdiales
El estancamiento que vive actualmente la fiesta es evidente. Los carteles y las ferias desde hace ya más de veinte años, son más de lo mismo. Los toreros que han dominado los últimos cuatro lustros están tirados en la poltrona y como no quieren abandonarla, hacen lo indecible para evitar que se les incomode en ella. Por eso procuran evitar que surjan aquellos que pudieran quitarles el sitio. Esto nos explica el por qué de lo relativo que es ser figura del toreo en este momento. 

Las cosas debieran ser de otra manera. El que quiera conservar su sitio tendría que defenderlo, pues al margen de la tauromaquia de escritorio que hace imposibles algunas combinaciones, los de arriba tendrán que aguantar el embate de las antípodas de su escalafón, las que muy temprano en la temporada, han reclamado para ellos una tajada del pastel que hasta antes de la primera feria del año, parecía estar ya repartido. Entonces, para mantener el sitio, habrá que poder con los que estaban y además, con los que vengan empujando fuerte. 

El futuro no se muestra próspero. Aunque nos llegan nuevas de que los de abajo triunfan en alguna plaza importante, porque han sacado la casta buscando salir del anonimato, quienes tienen por negocio ofrecer toros, se adhieren al típico más vale viejo por conocido… Ojalá que quienes hacen empresa entiendan que solo dándoles toros y más toros a esos de abajo, podrán convertirse en los toreros que corten muchas orejas – para satisfacer su particular concepto de triunfo – y que les lleven a las gentes a sus plazas y dinero a sus alforjas.

Aldeanos