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domingo, 27 de abril de 2025

Abril de 1975: La primera Feria de San Marcos en la Plaza Monumental (IX)

Domingo 27 de abril. Manolo Martínez y Curro Rivera cierran la feria cortando orejas

La octava y última corrida del serial 1975 fue un mano a mano entre Manolo Martínez y Curro Rivera ante un encierro de Valparaíso, hierro en esos días, de la titularidad de don Valentín Rivero Azcárraga. Era el octavo día consecutivo de toros y parecía que la afición no había perdido el interés en asistir a la Monumental, porque las crónicas del festejo relatan que en esa fecha se produjo la mejor entrada de todo el serial, tan buena fue, que muchas personas no pudieron presenciar el festejo, debidamente sentados. Escribe Francisco Lazo:

La plaza Monumental registró hoy, en la última corrida de la feria, la mejor entrada... se produjo un lleno superior aún a los de ayer y antier, quedándose además mucha gente en la calle. Los tendidos se veían apretujados. No cabía un alfiler, dando la impresión de que se había superado con mucho, el aforo del coso...

Como se ve, hasta el cronista tuvo que dejar el apunte de que la posibilidad de la venta de boletaje con sobrecupo era evidente, porque al interior, gente de pie y en la calle, gente con boleto en mano que no pudo entrar. Así era la efervescencia por los toros en esos días.

Los toros de Valparaíso

El encierro de don Valentín fue disparejo de presencia y acusó debilidad, lo que impidió que se les examinara de manera rigurosa en las cabalgaduras, intentando evitar que llegaran agobiados al tercio final de la lidia, pero la disposición de los toreros y su habilidad para mantener de pie a los toros que tendían a caer al suelo, permitieron que se realizaran un par de faenas que si bien, no dejaron completamente satisfecha a la afición, evitaron que la tarde se sumergiera en el tedio.

Manolo Martínez y su toro de regalo

El llamado Milagro de Monterrey enfrentó cuatro toros en esta tarde, los tres del lote que sorteó, por su orden Nopalero, Minero y Petrolero, ante los que estuvo apenas discreto, porque sus exiguas fuerzas apenas le permitieron bosquejar algunas suertes con lucimiento y un séptimo cuyo regalo anunció tras la lidia del quinto de la jornada, al que no se le anunció nombre, pero sí que era de la misma procedencia del encierro titular, y con el que, de acuerdo con la crónica de Francisco Lazo, su actuación fue:

Y regala uno, que es un torito que sale hecho una chinampina y nos deja ver esas chicuelinas al estilo de Manolo Martínez, pero que se apaga más pronto que un cerillo. Lo toreaba con mucho arte Manolo, pero se echó la res. Entonces el regiomontano disgustado ya hasta el colmo, tiró muleta y estoque y se metió al callejón. Salió cuando el toro se paró para brindar la estocada: media en todo lo alto que mata sin puntilla. Oreja y vuelta ya con el capotillo de paseo...

De nuevo la contabilidad de trofeos es contradictoria, la crónica de Alejandro Hernández en el Heraldo de Aguascalientes, más severa, por considerar que el “regalito” carecía totalmente de respeto, señala que le fueron concedidas las dos orejas. Me inclino de nueva cuenta por esta última versión, dado el sentido en el que fue escrita.

Curro Rivera y la voluntad de ser figura

Ya había apuntado en comentarios anteriores que Curro Rivera venía a esta feria a por todas, y en esta tarde también dio la nota aguda, demostrando que su ascenso a los puestos más altos del escalafón difícilmente podría ser detenido. El punto más notable de su actuación fue ante el tercero de la tarde, Cominito, al que le cortó las dos orejas. De su actuación en conjunto, refirió en su día Francisco Lazo:

Este Curro Rivera ya agarró ritmo envidiable para torear. Hoy lo volvió a demostrar. Suelta el brazo, sin rigidez alguna, codilleando un poco para desmayar el lance. ¿Codillear? Sí, sí señor. ¿Qué eso no es un defecto como quieren hacer aparecer los “tradicionalistas” que suspiran por el toreo de cartón, tieso? Curro se ve más espontáneo, más natural toreando así, echando al voladero esos llamados “cánones” que sujetaban al toreo a expresiones mecánicas ayunas de sentimiento, rompiendo con esas cadenas como lo han hecho los grandes toreros mexicanos... Su segundo fue “Cominito”, muy llenito, que recargó en varas con un poquito más de fuerza que sus hermanos, cosa que aprovechó sobradamente Curro, para hacerle una faena aterciopelada, de buen gusto y que remató con otra soberbia estocada. Dos orejas y gritos de “torero – torero”...

La reflexión de Lazo acerca del hacer de Curro Rivera representa, desde mi personal punto de vista, a lo que más adelante comenzó a pregonar, en su columna del diario capitalino Esto, como una de las formas de lo que dio en llamar la escuela mexicana del toreo, en la que justificaba además del apartamiento de las reglas fundamentales del hacer ante los toros, otras cuestiones que afortunadamente, cada día están más lejos de nuestros ruedos.

El balance final

Francisco Lazo con esta crónica terminaba su encomienda en nuestra ciudad. Al final de su relación anunciaba que haría comentarios sobre la feria, pero como la misma se publicaba también en la capital mexicana, esas reflexiones posteriores se leerían solamente allá. No obstante, en el tránsito de su participación final, hace algunos comentarios que considero prudente citar:

Manolo y Curro... llevan a los tendidos a un público difícil con ellos, pues va a exigirles sin concesiones, como se sabe de lo que son capaces... Cualquiera diría que el propósito es empujarles para que den lo mejor de ellos. Y tienen otra medida a la hora de ser premiados. Se les juzga con mucha severidad y se les aplica todo el rigor de la Plaza México a la hora de otorgarles trofeos. Durante esta feria hemos visto como a otros toreros, con solo abrirse de capa, se les corea cualquier mantazo. Con estos no. Deben torear bien para cosechar aplausos. Y eso finalmente es bueno por dos razones: se les coloca en un grupo especialísimo y se les obliga a dar lo mejor de su toreo con lo que salimos ganando todos. Eso es por lo que toca a los públicos, pues por lo que hace a los reventadores, esos pobres diablos solo dan salida a su amargura proverbial...

Estos apuntes finales de Lazo tienen interés porque dejan bien parada a la afición de Aguascalientes de aquellos días, a la que califica de exigente en grado extremo, aunque también cuando habla de reventadores, cae en una cuestión de desconocimiento de una especie de usos y costumbres de la afición local, porque por esos días existía una tormentosa relación de amor – odio con Curro Rivera, de la que me ocuparé particularmente un día de estos.

Con esto termino estos apuntes acerca de los festejos de la primera Feria de San Marcos que se verificó en la Plaza Monumental Aguascalientes, aunque creo que vale la pena dedicar un espacio más para tratar de hacer un resumen general del serial, pero eso será, ahora sí, la próxima semana.

viernes, 25 de abril de 2025

Abril de 1975: La primera Feria de San Marcos en la Plaza Monumental (VII)

Viernes 25 de abril. Un arrollador Mariano Ramos vuelve llevarse el Escapulario de Oro

A partir de 1971 se volvió tradicional que para la corrida del día de San Marcos se confeccionara un cartel en el que actuaran los principales toreros anunciados en el serial, disputándose un trofeo, concebido como el Escapulario de Oro de San Marcos, patrocinado en esos días, por alguna de las casas vitivinícolas asentadas en la entidad. Eran por lo regular seis toros para seis toreros y con esa única oportunidad tenían que lucir lo suficiente como para convencer a la afición que se congregaba en la plaza hasta llenarla, porque el 25 de abril es casi una religión asistir a los toros en Aguascalientes.

Hace 50 años se acartelaron Manolo Martínez, Jesús Solórzano, Antonio Lomelín, Curro Rivera, Mariano Ramos, Fermín Espinosa Armillita y Humberto Moro para lidiar siete toros de Los Martínez. Los siete toros anunciados al final fueron ocho, porque fuera de concurso, se lidió un octavo, de regalo, por parte de Humberto Moro.

El encierro de Los Martínez

La ganadería de don Jorge Martínez Gómez del Campo se presentaba en Aguascalientes. El ganadero, que era un declarado orticista, bautizó a sus toros con nombres de otros que fueron famosos por ser importantes en la carrera de su amigo Pepe Ortiz, quien falleciera unos días antes. Por su orden salieron de toriles Sapito, Barrionuevo, Espía, Monterillo, Garlopo, Periodista y Aretito. Fue un gentil detalle del ganadero debutante. Acerca de la presencia del encierro, dice la crónica de El Sol del Centro escrita por Francisco Lazo:

Se lidiaron siete toros de Los Martínez, jóvenes, gordos, bien presentados, que tuvieron dos características definidas: unos querían huir, otros se agarraron pronto al piso. Imperó la mansedumbre, habiéndose salvado uno de ellos, el jugado en tercer lugar pero que desgraciadamente estaba lastimado de las manitas y rodaba constantemente…

De la descripción del cronista se puede advertir que se pretendió encubrir la falta de edad con el exceso de peso, de allí que su movilidad fuera limitada y se agarraran al piso y perdieran la vertical. También, ese peso desproporcionado, exagera la falta de raza y de casta. En suma, el trapío de los toros no se calibra en la báscula, sino en su apariencia externa y se adquiere con la edad.

La actuación triunfal de Mariano Ramos

Decía que Mariano Ramos se levantó como el triunfador de la tarde, porque a partir de este día, las corridas volvieron a su horario tradicional, a las cinco de la tarde. Si hemos de hacer caso a la reseña del encierro que hizo Lazo, el toro que le tocó fue uno de los que se quedaron parados, y, sin embargo, lo hizo moverse. El propio cronista de El Sol del Centro contó:

Muy buenas verónicas y mejores mandiles le dio Mariano a “Garlopo”, un manso al que Campos le puso dos pares superiores. Este toro no huye tanto, pero sale del muletazo con la cabeza alta. Ahí vemos al Mariano poderoso, sujetando y haciendo que la res humille, para torearle luego con mando, llevando muy bien a su enemigo. Por momentos parece destemplarse, pero vuelve a coger el ritmo a la embestida y llevaba los pitones a milímetros de la muleta. Terminó con la “regiomontana” en medio del júbilo popular. Cita a recibir y dejó un pinchazo a un tiempo. Luego otro echándose sobre el morrillo y finalmente, media arriba. Ligera petición (¿aquí no sacan pañuelos?). Oreja concede el juez. Chillan. La tira Mariano y da la vuelta…

La relación de Francisco Lazo es breve pero completa y destaca, la brillante actuación también, de Leonardo Campos, uno de los destacados banderilleros mexicanos de la época, que iban siempre colocados con los toreros que encabezaban el escalafón de estas tierras.

El resto de la tarde

Manolo Martínez estuvo breve, pero exponiendo y fue aplaudido. Jesús Solórzano tuvo una actuación que lo resarcía en parte de las pérdidas anteriores ante el segundo del festejo, incluso, puso el par de La Moreliana de su creación, que le valió dar la vuelta al ruedo a mitad de la lidia. Al final salió al tercio. Antonio Lomelín siguió hecho un león y también consiguió salir al tercio, tras de que su toro terminara hecho un marmolillo. Curro Rivera por su parte le robó una faena a un toro que huía en todos los terrenos y al igual que Mariano Ramos, fue llamado a dar la vuelta al ruedo.

Humberto Moro terminó enfrentado al respetable con el que le tocó en el sorteo y para resarcirse, regaló un octavo de Tequisquiapan, al que le hizo una faena que fue de menos a más. Aquí hay una controversia en cuanto a la premiación de la faena que realizó, porque en tanto que Francisco Lazo en El Sol del Centro habla de que se le otorgó una oreja, Alejandro Hernández en el Heraldo de Aguascalientes, refiere dos. Viendo el talante de Lazo hacia Humberto y otros diestros, me inclino más a creer en la versión de Alejandro, que en la suya. Y Fermín Armillita apenas tuvo material para salir del paso.

La concesión del trofeo

La tradición para la concesión del Escapulario de Oro era que se otorgara por aclamación popular en los casos en los que no hubiera un triunfador claro en la corrida en la que se ponía en disputa. Así se tuvo por sentado, pero al parecer, la Casa Pedro Domecq, patrocinadora en este año del 75 del trofeo, decidió designar un jurado para determinar al torero galardonado. Cuenta Francisco Lazo:

Al fin se llenó la plaza. Hasta arriba. Y es que hoy es gran día de fiesta, pues se celebra a San Marcos, patrono de la feria aquicalitense... Y, además, se ofrecía un cartel con siete toreros por un solo boleto, los que se disputaban el “Escapulario de Oro” que finalmente fue otorgado a Mariano Ramos por un jurado que nadie supo quienes lo integraron, pasando por alto el anuncio que hicieron al comenzar el festejo: que el trofeo sería otorgado por votación popular. Sí hubiera sido de esta última manera, Curro Rivera habría sido, junto con Mariano, fuerte candidato a quedarse con el galardón. Ambos hicieron muy buenas faenas a toros que presentaron dificultades, más el de Curro, que toreó con largueza y calidad; menos, pero sin dejar de tenerla, el de Mariano, que hizo una faena con poderío y mando. Los dos mataron mal, de dos pinchazos y entera desprendida Curro y Mariano de dos pinchazos, el primero intentando matar recibiendo, y media. El juez dio una oreja que el público protestó. La tiró Mariano y dio la vuelta, la misma que había dado Curro Rivera...

Así dice Lazo, que nunca se supo quienes integraron ese jurado y que antes de iniciar la corrida se había anunciado que el trofeo sería concedido por aclamación popular. Creo que a estas alturas de estos recuerdos queda clara la preferencia de don Francisco por su tocayo Curro Rivera, lo que me deja claro su deseo – o interés – de que su favorito se hubiera llevado el galardón, pero las cosas discurrieron de otra forma. Esa era la manera de ser del inefable Francisco Lazo.

Así pues, nada más arrastrado el octavo de la tarde, bajaron al ruedo S.G.M. Luz María I y Alfonso Ramírez Calesero, éste último en representación de la Casa Pedro Domecq a entregar a Mariano Ramos el Escapulario de Oro obtenido, con el que volvió a dar una triunfal vuelta al ruedo. Otra vez, hasta mañana.

Aviso parroquial: Extiendo mi sincera felicitación a todos los que hacen posible la edición de El Sol del Centro, pues en este día cumple 80 años de servir a Aguascalientes con información certera y veraz, siendo desde los inicios, una fuente invaluable para esta bitácora. ¡Que sigan muchos más!

lunes, 21 de abril de 2025

Abril de 1975: La primera Feria de San Marcos en la Plaza Monumental (III)

Lunes 21 de abril. En corrida nocturna, el primer gran triunfo de Fermín Armillita

La segunda corrida del serial abrileño del año 75, por cierto, año del Cuarto Centenario de la fundación de nuestra ciudad, fue la primera que se ofreció por la noche. El cartel que se ofreció para realizarla implicaba la reaparición de tres diestros que participaron en los festejos de la celebración de su inauguración cinco meses antes. Manolo Martínez, Antonio Lomelín y Fermín Espinosa Armillita, quienes darían cuenta de un encierro zacatecano de Suárez del Real, hierro que hacía su presentación en el ruedo de la Plaza Monumental.

El primer gran triunfo de Fermín Armillita

Al paso de los años, resultaría que Fermín Espinosa Armillita sería uno de los toreros de la Monumental”. En una trayectoria que duró casi tres décadas, Fermín fue un torero que realizó en esa arena una serie de faenas que han quedado para la historia del toreo, que son parte de la columna vertebral de la historia de la plaza y que establecen, sin duda, una etapa importantísima para la fiesta en Aguascalientes.

Esa noche del lunes 21 de abril de hace 50 años, vestido de tabaco y oro, ante el sexto de la función, llamado Orfebre por su criador, firmó, decía, la primera de sus grandes obras en ese redondel. A ese propósito manifestó en su tribuna de El Sol del Centro, don Jesús Gómez Medina:

...la faena de “Orfebre” fue un dechado de quietud, de ritmo y de mando; de ligazón y de bien hacer. Estructurada sobre la mano diestra, dicha faena alcanzó la hondura entrañable, gozosa que suelen adquirir las obras culminantes del arte del toreo. Y dejó, en cuantos la admiramos, un regusto de tal exquisitez, y tuvo una brillantez y una vibración tan acentuadas, que ella sola bastó para resarcirnos de penalidades precedentes: la que nos deparó el festejo inaugural y las que habíamos vivido durante la lidia de los cinco primeros astados... ¡Ah!; pero esa faena, esos minutos durante los que Fermín bordó positivamente el toreo, habrán de pervivir fúlgidamente en nuestro recuerdo, señalando el día y la hora en que “Armillita” reafirmó de manera incontrastable que, verdaderamente tiene derecho a llamarse Fermín y apellidarse Espinosa... Concluyamos haciendo constar que, como justo tributo a tan singular trasteo... que fue rematado con un pinchazo en hueso y una estocada en todo lo alto, de rápidos efectos, Fermín Espinosa fue galardonado con las dos orejas del noble “Orfebre”, un toro de magnífico estilo, sí, pero que lució especialmente por la forma en la que fue toreado. Y con tales apéndices recorrió “Armillita” el ruedo, saliendo de éste entre aclamaciones...

Por su parte, en el Heraldo de Aguascalientes, su cronista, Alejandro Hernández, observó lo siguiente:

Qué gran faena la que nos regaló el hijo del maestro Fermín, a su segundo enemigo... Esto es torear, es muy difícil, pero en Fermín no lo es tanto, templando y mandando, consintiendo al toro, que en honor a la verdad fue muy bueno, haciendo una faena variada, al intercalar molinetes, afarolados... y más gusto nos dio al ver a buenos aficionados que eufóricos aplaudían al chiquillo, pero como nunca falta un pelo en la sopa, perdió el rabo que ya tenía en la espuerta al pinchar en lo alto, para dejar después una gran estocada, muy bien colocada, que hizo rodar sin puntilla al noble “Orfebre”, el que se fue al destazadero sin las orejas...

En lo medular, ambas narraciones son coincidentes. La faena se fundó en el mando y en el temple. También las narraciones reflejan una obra debidamente estructurada, que, como tal, fue reposada y permitió el cabal aprovechamiento de Orfebre. Un apunte más, ambas crónicas reflejan una situación inimaginable en estos tiempos que corren: el torero triunfador salió por su propio pie de la plaza, entre ovaciones, sí, pero sin costaleros voluntarios o a sueldo, que lo sacaran en hombros.

Antonio Lomelín, redivivo

El 16 de febrero anterior, el torero de Acapulco, Antonio Lomelín había sido herido gravemente en la Plaza México por el toro Bermejo de Xajay, en una corrida muy accidentada, que fue pasaportada casi en su totalidad por Antonio José Galán, porque el cuarto mandó también a la enfermería a Rafaelillo y el festejo se quedó prácticamente en una involuntaria encerrona del torero de Bujalance, quien saldó con un par de orejas el trance.

En su estancia hospitalaria, Antonio anunció que reaparecería en Aguascalientes, en su Feria de San Marcos, pero en realidad, su apoderado, Rovira, le arregló la vuelta a los ruedos para el 20 de abril en Durango, donde mató en solitario una corrida de Reyes Huerta, a la que le cortó un par de apéndices.

Con esos antecedentes reaparecía en la Monumental después de haberse presentado en ella el 24 de noviembre del año anterior, en la segunda corrida del ciclo de inauguración del coso. El resumen de su hacer en esta noche abrileña, fue, en la óptica de Alejandro Hernández, cronista del Heraldo de Aguascalientes, el siguiente:

Antonio Lomelín, a quien la gente recibió muy bien, después de la grave cornada, lo vimos muy bien de facultades y sobre todo, sin amilanarse nada, pero el lote que le correspondió, fue el más malo, tocándole en primer lugar un toro que siempre buscó la salida, y al que Lomelín le sacó buenos muletazos y lo mató con un gran volapié... En su segundo, lo más sobresaliente fue la gran estocada con que pasaportó al toro, valiéndole esta el dar la vuelta al ruedo...

Independientemente del reconocimiento público al torero, por su presencia en la plaza y por la labor realizada ante toros que no tuvieron mucho que aportar al lucimiento, considero que lo más destacable es que el torero se observó recuperado y sin secuelas anímicas para volver a ponerse delante del toro. Faltaban todavía un par de años para que llegara el día en el que se encaramara en la cumbre del toreo, pero tenía la onza y esperaba la oportunidad para cambiarla.

Manolo Martínez y el eterno diferendo

La noche de Manolo Martínez fue aprobada por lo mínimo. Como la principal figura mexicana que era en ese momento, era un diestro sumamente exigido y se consideraba que cualquier toro le valía para realizar una faena redonda. Cuando las circunstancias no se prestaban para ello, las masas no siempre lo aceptaban así, o lo toleraban a regañadientes. Esta, la noche de su presentación en la feria, fue una de esas últimas. Cuenta don Jesús Gómez Medina:

De Manolo tan solo recordamos sus lances al cuarto, de buena factura, y una tanda de muy buenos derechazos al que salió en primer lugar. Luego, el torillo se acobardó por completo y Manolo concluyó con un pinchazo y nueva ración de acero un tanto desprendido. Con el cuarto, manso, gazapón, abrevió al máximo y lo puso en jurisdicción de los destazaderos mediante dos picotazos y un espadazo caído...

La brevedad en el relato es clara. La actuación de Manolo, seguramente apenas evitó la bronca. Pero el torero de Monterrey tendría ocasión de reivindicarse.

Así se dieron los hechos en la segunda corrida de la Feria de San Marcos de hace 50 años, un festejo en el que las crónicas, en un par de renglones, ya ponían en entredicho las declaraciones del nuevo Juez de Plaza, señalando que la corrida que se lidió, carecía de trapío, una queja que se seguirá escuchando prácticamente per sécula… Nos vemos mañana.

domingo, 20 de abril de 2025

Abril de 1975: La primera Feria de San Marcos en la Plaza Monumental (II)

Domingo 20 de abril, primera corrida de feria en la Monumental

La apertura del ciclo de corridas de toros abrileñas en la Plaza Monumental se ofrecía con un cartel formado por un encierro del ingeniero Mariano Ramírez para ser lidiado por Jesús Solórzano, Mariano Ramos y Humberto Moro. El hijo de El Rey del Temple venía con la vitola de ser el primer gran triunfador de la nueva plaza, pues el 24 de noviembre anterior había cortado el primer rabo que se otorgaba en ese ruedo al toro Pinocho de la misma ganadería jalisciense que lidiaba en esta señalada fecha; por su parte, Mariano Ramos había sido, de manera arrolladora, el triunfador indiscutible de la feria de 1974 y al igual que Humberto Moro, era nuevo en esta plaza.

La ganadería del ingeniero Mariano Ramírez venía a tratar de recuperar aquel impresionante paso que demostró en el año de 1973, cuando lidió dos encierros, el segundo programado en corrida extraordinaria, mismos que en su conjunto fueron extraordinarios. Al año siguiente, tanto en la feria de abril, como en los festejos de inauguración de la nueva plaza, apenas un par de toros lograron salvar el honor de su divisa, así que el compromiso era importante también para el ganadero. 

Así, todos los elementos sumados, daban a la afición un cartel interesante en el papel y con la posibilidad de imprimir un rumbo triunfal al serial sanmarqueño desde el inicio.

La presentación de Humberto Moro

Humberto Moro, nacido en esta ciudad, es hijo del Humberto Moro nativo de Linares, Nuevo León, llamado El de la Izquierda de Oro, había recibido la alternativa en León, Guanajuato, apenas el 19 de enero anterior, de manos de Manolo Martínez y atestiguando Curro Rivera la cesión del toro Buena Suerte de San Miguel de Mimiahuápam. Esta corrida de apertura de feria le representaba su presentación en la Plaza Monumental, y por ello, en la edición del 20 de abril de 1975, el diario El Sol del Centro, don Jesús Gómez Medina publicó un artículo dedicado al hecho de su presentación y al primer festejo ferial, del que extraigo:

...en marzo de 1974, en Durango, toreaba su primer novillada y diez meses más tarde, el 19 de enero, en León, con veintiséis novilladas en su haber, el imberbe torero obtenía el doctorado en su profesión... Humberto alterna - alternar es un verbo muy taurino - la profesión de lidiador de reses bravas con la de estudiante de primero de Preparatoria en el Instituto Aguascalientes. Y con buen aprovechamiento, por cierto... ahora, está ya a punto de debutar como matador de toros en Aguascalientes... Y en la Feria de San Marcos, nada menos. En el primer festejo ferial, al lado de Chucho Solórzano, artista supremo, supremo definidor del toreo de calidad, y de Mariano Ramos, el arrollador torero capitalino, triunfador indiscutible de la recién concluida temporada en México... Y si a todo esto añadimos que el Ing. Mariano Ramírez es quien aporta la materia prima – ¡hay que ver la preciosidad del encierro enviado por el ingeniero! – tenemos la evidencia de que la feria iniciará por todo lo alto... ¡Suerte, Humberto! … ¡Suerte, Chucho y Mariano! … ¡Suerte Ing. Ramírez! … ¡Suerte, aficionados! …

La idea de don Jesús no iba mal encaminada, porque reitero, en el papel, la corrida de toros anunciada era redonda, pero hasta que no sale el toro al ruedo, es cuando se puede saber si el presagio que representa el cartel anunciador, se va a cumplir.

El encierro lidiado esa tarde

Al final de cuentas, el festejo no resultó triunfal como su anuncio lo prometía. De las relaciones que guarda la prensa de aquellos días, resulta que los toros no tuvieron las aptitudes para que se lograran con ellos grandes hazañas. Escribió Alejandro Hernández para el diario Heraldo de Aguascalientes:

“Los toros no tienen palabra de honor”, reza un refrán taurino, y como tal, y la corrida que tantas esperanzas había fincado, merced a los triunfos obtenidos en ferias pasadas, ahora ha fallado… El encierro del Ing. Mariano Ramírez resultó ser débil de fuerza, cayéndose casi todos los toros y llegando al tercio final con medias embestidas o muy agarrados al piso…

Por su parte, don Jesús Gómez Medina, en su crónica para El Sol del Centro, con un poco más de desarrollo, expresó:

Integraron un encierro de buena presencia y fino corte; todos de pelaje cárdeno, aunque con distintos matices. Y todos también, bravos para las caballerías y con magnífico estilo para los infantes. ¡Ah!; pero, cinco de ellos manifiestamente faltos de vigor, endebles en grado tal que, pese a su nobleza y bravura, su lidia resultó deslucida e inclusive tediosa...

Como se puede apreciar, la materia prima falló. Sin toro, no hay lidia posible y esto es lo que al parecer ocurrió esa tarde de hace medio siglo.

El hacer de los toreros

Ante el problema que implica el tener que desarrollar labor de enfermero ante toros inválidos o simplemente intentar cumplir por la manifiesta inutilidad de los astados que se enfrentan, los diestros quedan en desventaja, porque tienen que agradar a la concurrencia, sin mimbres para ello.

El toro que cumplió de toda la corrida resultó ser Andaluz, el primero de la tarde, al que, unánimemente, las crónicas consideran que no fue debidamente aprovechado. Escribió don Jesús Gómez Medina a ese propósito:

El mejor, el que amén de magnífico estilo poseyó más resistencia que el resto del encierro, fue “Andaluz”, el cárdeno lidiado en primer término, al que Solórzano aprovechó cumplidamente con el percal, toreándolo por verónicas plenas de solera, de clasicismo; si bien con la muleta, luego de un preámbulo brillante, prometedor, en el resto del trasteo, no logró Chucho mantener el ritmo, dejando la impresión de que “Andaluz” era merecedor de mejor suerte...

Por su parte, Alejandro Hernández, en el Heraldo de Aguascalientes, con más dureza, reflexionó lo siguiente:

El primer espada Jesús Solórzano tuvo una tarde mala merced a sus dudas y falta de afición, pues en primer término se enfrentó a “Andaluz”, un cardenito muy bonito y con algo de presencia, siendo este toro el que mejor llegó al tercio final y concretándose su matador a torearlo con desmedida precaución, "zumbándose" al toro que iba con la cabeza baja, muy lejos. Fue pitado…

A veces, a alguno le toca el toro de la corrida y no se entera o si lo hace, prefiere esperarse a la siguiente tarde.

Mariano Ramos y Humberto Moro cargaron con los toros que no anduvieron. Refiere don Jesús Gómez Medina:

…Mariano Ramos y Moro se excedieron en determinación y llegaron a terrenos vedados a los pusilánimes, intentando, con raquítico fruto, hacer pasar a sus menguados antagonistas... Con “Fundador”, el segundo de la jornada, plasmó Mariano Ramos su trance más lucido, fue al torearlo de capa, con quietud extraordinaria, ciñéndose, apretándose con el cárdeno y templando a la vez, en forma superior, tanto en las verónicas, como en otros pintureros lances con el capote a media altura... Pero de allí en fuera nada, o casi nada... Humberto Moro reafirmó que lo suyo es un caso de determinación... pues sin enemigos adecuados, puesto que sus dos adversarios terminaron sosos, embistiendo cuando Humberto los obligaba, paso a paso y con la cabeza encima de la muleta, logró, sin embargo, hacerse ovacionar con sus lances al natural en uno y otro turno, y en forma especialísima en tres estatuarias y ceñidas chicuelinas con el tercero...

La conclusión que pronuncia don Jesús Gómez Medina puede dar una idea bastante acercada a la realidad de lo ocurrido en esa, la primera corrida de feria que se dio en la historia de la Plaza Monumental:

En el espectáculo taurino todo es aleatorio, imprevisible... Cualquier resultado, en este que Enrique Vila llama “el negocio de los toros”, se deriva de la intervención de tantos y tan diversos factores que allí concurren: el toro, los toreros, también los empresarios. ¿Y cómo olvidar lo que en un momento cualquiera puede significar la actitud de los aficionados o la gestión de la autoridad? De aquí la conclusión: en toros, nada hay escrito; en un festejo taurino, todo puede ocurrir… Como aconteció... o dejó de ocurrir ayer, en la tan esperada primera corrida de feria… ¿Cómo esperar que, con tan selectos ingredientes, el platillo haya resultado insulso, frío, “esaborío”? … Y, sin embargo, así ocurrió… Ni siquiera la persistente intervención de la charanga, actuando casi siempre a destiempo – a destiempo porque lo que ocurría en la arena no justificaba su intervención – fue capaz de levantar el tono del festejo; de un festejo que se hundía en el piélago de la mediocridad y del tedio a la medida en que la bravura de los bureles naufragaba bajo el faro de su manifiesta debilidad... Y fue de esta manera que el primer festejo ferial, tan esperado y del que pendían tantas esperanzas, haya concluido tristemente, en un clima de hastío y desencanto, a mil años luz del que imperaba cuando dos horas antes, Su Majestad, Luz María I y sus gentiles princesas inundaron la plaza con su lozanía y belleza al hacer el primer “paseíllo” de la feria...

Un apunte importante que hace don Jesús, es la intervención indiscriminada de la Banda Municipal, dirigida en esas calendas por el maestro don Fernando Soto García, quien, por falta de regulación al respecto, “se arrancaba” a petición de los diestros actuantes y que es el antecedente mediato de lo que hoy ocurre todavía, previo permiso de la autoridad, en la misma plaza.

Así transcurrió la primera corrida de feria en la historia de la Plaza Monumental. Nos vemos el día de mañana.

viernes, 18 de abril de 2025

Abril de 1975: La primera Feria de San Marcos en la Plaza Monumental (I)

Se prepara la feria para ofrecerse en un nuevo escenario

Después de 79 años, los festejos taurinos de nuestra feria de abril ya no se ofrecerían en la Plaza de Toros San Marcos. A partir del sábado 23 de noviembre de 1974, Aguascalientes contaba ya con un nuevo escenario para las corridas de toros, que aparte de duplicar en capacidad al coso de la calle de la Democracia, contaba en principio, con algunas otras cualidades producto de las innovaciones de la ingeniería y de la arquitectura que la hacían más adecuada para albergar una feria taurina que en apenas un lustro, se había levantado como una de las principales de América y del llamado planeta de los toros. Es la Plaza Monumental Aguascalientes.

El artífice de ese serial, don Guillermo González Muñoz, coloquialmente conocido como El Cabezón, seguía al frente de la empresa y para esta nueva etapa ofreció ocho corridas de toros en días consecutivos, del 20 al 27 de abril de hace medio siglo, de las cuales, las de los días 21 (lunes), 22 (martes), 23 (miércoles) y 24 (jueves) de abril, se celebrarían a las nueve de la noche, pues por esas fechas todavía esos días eran considerados hábiles o laborables en la ciudad y las de los días 20 (domingo), 25 (viernes), 26 (sábado) y 27 (domingo) de abril, se verificarían a la tradicional hora de las cinco de la tarde.

Aunque este año se cumple el medio siglo de dar toros de feria en la Monumental, el serial 2025 es el cuadragésimo noveno (49º) de su historia, porque habrá que tener en cuenta que, en el año 2020, a causa de la pandemia de COVID, la feria quedó suspendida al completo y además, los casos atípicos de los años 2009, cuando por la influenza A – H1N1, el serial se suspendió apenas completado el tercero de los carteles anunciados y que, en el año 2021, solamente se ofreció una corrida el 25 de abril. Así, seguramente habrá el próximo año, la ocasión de celebrar el quincuagésimo serial sanmarqueño en la Plaza Monumental.

El anuncio de la feria del 75

En nota aparecida el día 10 de abril de 1975 en El Sol del Centro, se daba cuenta de la feria taurina que ofrecía la empresa de don Guillermo González. A las ocho corridas seguidas, se añadía una novillada, que se puede considerar de preferia, el domingo 13 de abril, una semana antes del arranque oficial de la celebración. El elenco que compondría los carteles se formaba con los diestros Manolo Martínez, Curro Rivera y Mariano Ramos, quienes actuarían cuatro tardes cada uno; con tres fechas: Jesús Solórzano, Antonio Lomelín y Humberto Moro; con dos corridas, Fermín Espinosa Armillita; y, con una actuación: Eduardo Liceaga y los rejoneadores Gastón Santos, Pedro Louceiro, Jorge Hernández Andrés y Fernando Álvarez y los encierros a lidiarse provendrían de Mariano Ramírez, Suárez del Real, San Carlos (para rejones), Las Huertas, Tequisquiapan, Los Martínez, Torrecilla y Valparaíso.

Cabe señalar que la corrida de toros con la que arrancaría la feria, sería apenas la cuarta a celebrarse en la nueva Monumental, porque aparte de los dos festejos de la inauguración, el 8 de diciembre del año anterior, se había celebrado una corrida en la que, ante toros de Matancillas, actuaron mano a mano Eloy Cavazos y el sevillano de Gines, Manolo Cortés.

La novillada de preferia

Señalaba que para el domingo 13 de abril se anunció la celebración de una novillada. Se anunció un cartel formado por el teziutleco Gabriel Franzoni, el local José Antonio Picazo Zotoluco y el capitalino Ricardo Balderas, quienes enfrentarían un encierro de El Rocío. El festejo no dejó nada para el recuerdo. Escribe don Jesús Gómez Medina:

El dilatado ayuno a que se había visto sometida la afición de Aguascalientes, llegó a su término ayer cuando las puertas de la Monumental fueron abiertas para dar lugar a la verificación de su festejo novilleril... Sin embargo, es indudable que, a despecho de la novillada en cuestión, el apetito de los taurófilos hidrocálidos no está satisfecho ni mucho menos: ¡fue tan escaso lo que dio de positivo el festejo! El lucimiento, la brillantez, escasearon tan rotundamente a lo largo de la lidia del desigual encierro de El Rocío... Y es que, en realidad ni Gabriel Franzoni ni Ricardo Balderas ni tampoco José Antonio Picazo consiguieron atacar la nota aguda. O lo que es igual: ni los debutantes ni el reaparecido “Zotoluco” supieron dar el do de pecho. Resultado: un festejo anodino, gris, cuya monotonía tan solo fue capaz de romper la charanga con intervenciones que prodigó a través de la novillada con un entusiasmo digno de mejor justificación...

Al final, de la relación de don Jesús podemos rescatar solamente que quedó para la efeméride el hecho de su celebración, por haber sido el primero de su categoría que se celebró en el ruedo de la nueva Plaza Monumental.

Un nuevo Juez de Plaza

El día 15 de abril, el diario Heraldo de Aguascalientes publicaba en sus páginas una entrevista que Alejandro Hernández realizó a un joven Ingeniero Petrolero egresado de la UNAM, quien era en esos días Subdirector de Tránsito del Estado, llamado Jesús Herrera Robles, por su reciente nombramiento como Juez de la Plaza de Toros Monumental. La familia del ingeniero Herrera es sobradamente reconocida en el ambiente taurino de esta ciudad ya por varias generaciones y él mismo, por su forma de entender y exigir la integridad en la lidia y en la presencia del toro en la plaza. De la entrevista, extraigo:

El nombramiento de Juez de Plaza involucra una responsabilidad muy grande y un gran honor para un buen aficionado a la fiesta de los toros… Velaré por que los astados que se lidien, tengan un mínimo de 425 kg. de peso y el trapío necesario para una plaza con la importancia y categoría de ésta… Se dará mayor seriedad al espectáculo, evitando la entrada al callejón de personas que no tengan ninguna labor que desempeñar… A petición mía se nombró un Alguacil… que será la persona encargada de la entrega de orejas que la Autoridad previamente conceda, evitando con esto que los trofeos sean cortados a discreción por banderilleros o puntilleros, restando importancia y seriedad a los apéndices cortados.... En varias ocasiones he presenciado las ferias de San Isidro en Madrid y la de Sevilla, estando también en algunas ganaderías españolas como la de Carlos Núñez y la del ex – matador Miguel Báez “Litri” …Espero no defraudar la confianza que en mí han puesto las autoridades municipales, como también algunos taurinos…

Anunció también que colaborarían con él don Gabriel Salazar, en calidad de Juez de Callejón; don Guillermo Morfín, como Asesor Técnico; y que, el Alguacilillo al que asignó tarea específica, sería el charro Javier Cuéllar. Debo referir que, durante muchos años, el titular del palco de la autoridad, no daba a conocer quienes eran las personas que con él colaboraban. También debo señalar que, por disposición reglamentaria, el servicio veterinario estaba a cargo del Municipio de Aguascalientes.

Una nota luctuosa

El 17 de abril de ese año de gracia, el diario Heraldo de Aguascalientes daba a conocer que la víspera, en su finca Agua Bendita, ubicada en Santuario de Atotonilco, San Miguel de Allende, Guanajuato, había fallecido Pepe Ortiz El Orfebre Tapatío a la edad de 72 años, después de una serie de males crónicos que fueron minando su existencia. 

Estudió canto en la academia de José Pierson, teniendo como compañeros a José Mojica y a Pedro Vargas. En esos ejercicios obtuvo un papel como cantante en la ópera Carmen, que se presentaba en el teatro Esperanza Iris; y para realizar su actuación, tenía que vestirse de luces. En ese lugar el empresario taurino Pepe del Rivero al verlo le dijo: Tú lo que deberías ser es torero. Eso le animó a iniciar el aprendizaje del toreo con Luis Güemes, quien fuera banderillero de Rodolfo Gaona y discípulo de Ojitos.

Su extraordinario manejo del capote le llevó a crear quites como la orticina, la tapatía, el quite de oro, o la guadalupana. Esa creatividad fue la que le ganó el sobrenombre de El Orfebre Tapatío. También fue criador de toros de lidia en la Hacienda de Calderón, de 1937 a 1962, lidiando a su nombre y presentándose en tal calidad en la Plaza México el 24 de agosto de 1946.

Incursionó también en la actividad cinematográfica y teatral como guionista, compositor de las pautas musicales y también como actor en cintas como El Tigre de Yautepec, Bolero, Cielito Lindo, La golondrina, Seda, sangre y sol y más destacadamente como autor del argumento de la histórica ¡Ora Ponciano!, que pretende biografiar a Ponciano Díaz y que fue estelarizada por Jesús Solórzano y Consuelo Frank (1937) y por supuesto Maravilla del toreo en la que compartió papel estelar con Conchita Cintrón.

Contrajo matrimonio con la actriz Lupita Gallardo, quien le sobrevivió hasta el año de 1992.

Un par de notas publicitarias

El día 13 de abril, juntamente con la información previa de la novillada del día, se publicó por la empresa, la siguiente inserción:

AVISO: Se hace del conocimiento del público, que a partir de las 9:30 horas de hoy, estarán a la venta los boletos para las 8 GRANDIOSAS CORRIDAS DE FERIA. – TAQUILLAS EN: Peluquería Imperial. Farmacia Colonial. Restaurant Chela y Bolería Calesero. – NUMERADOS: Hotel Francia

Es decir, aunque faltaba prácticamente una semana para la coronación de la reina de la feria Luz María Alba Román (Luz María I), la actividad ferial prácticamente se echaba a andar ese domingo anterior, poniendo a la disposición de la afición el boletaje para asistir a los festejos taurinos de la feria.

Y cuándo todos nos preguntábamos: ¿Y la Plaza San Marcos?, días después, el 19 de abril, apareció este otro reclamo, respondiendo a nuestra interrogante:

POR PRIMERA VEZ EN LA FERIA DE SAN MARCOS, la categoría y excelente servicio en el ambiente artístico y taurino, el FAMOSO RESTAURANTE ARROYO, único en el mundo. Antes y después de la corrida, el ambiente está en su casa, RESTAURANTE ARROYO, ahora en una proyección maravillosa, instalado en la PLAZA DE TOROS SAN MARCOS. ¡¡SERVICIO DESDE LA UNA DE LA TARDE!!

Es decir, el coso de la calle de la Democracia no mantendría sus puertas cerradas, aunque no se dieran en él festejos taurinos, los personajes del ambiente de la fiesta se darían cita en ella, la presencia de don Jesús Arroyo así lo garantizaba.

Así se encaminaron los sucesos para dar paso a la celebración de la Feria de San Marcos en su vertiente taurina hace medio siglo. En los próximos días seguiremos los sucesos que en ella se fueron produciendo. Hasta entonces.

domingo, 5 de mayo de 2024

Abril de 1974: la última feria de la Plaza de Toros San Marcos (XI)

En la novillada del cierre de feria, El Zotoluco se lleva otra vez el Cristo Negro del Encino

El año anterior la novillada de triunfadores se había celebrado una semana antes del arranque formal de la feria y fue un cartel originalmente de seis toreros, aumentado al final con un séptimo fuera de concurso. Para este ciclo de hace medio siglo, se acomodó el festejo para dar cierre a la parte taurina de la verbena sanmarqueña y fue con una tercia, integrada por Alfredo Gómez El Brillante – algunas reseñas le llamaban todavía El Brillantito como cuando era niño torero –, Rafael Íñiguez El Rivereño – quien fue el séptimo del cartel del año anterior – y José Antonio Picazo El Zotoluco, repetidor también del festejo del 73 y ganador ese año del trofeo en disputa.

Para la ocasión, se dispuso de un encierro de la ganadería acalitana de Garabato, entonces dirigida por don Celestino El Tato Rangel, quien envió un encierro de buena presencia, según relata en su crónica don Jesús Gómez Medina:

Los novillos de Garabato, de mejor trapío y con más respeto del que tuvieron varios encierros lidiados por matadores de toros, fueron, en cuanto a su lidia, desiguales: a ratos boyantes y claros, en ocasiones defendiéndose; ora recargando ante los montados y derribando con fuerza cuando no huyendo francamente. De todas maneras, hubo tres que, a cambio de que los muchachos les pisaran el terreno y los aguantaran, permitieron que aquellos lucieran…

Don Jesús vuelve a poner el dedo en la llaga. Reitera que durante los festejos mayores no fueron casos aislados aquellos en los que las reses que saltaron al ruedo carecieron de la presencia mínima necesaria para ser jugados en una corrida de toros, y que, en cambio, en un festejo de noveles, el ganado presentado superó lo que, en buen número, las figuras enfrentaron.

El Zotoluco asegunda

El año anterior José Antonio Picazo se había llevado el Cristo Negro en disputa, se asentó en las crónicas, más que por hacer bien el toreo, por el carisma que lo conectaba con los tendidos. En aquella oportunidad se le vio decididamente verde, aunque con voluntad de hacer las cosas. Un año después, habiendo toreado ya varias novilladas en distintos lugares de la república, el propio cronista de El Sol del Centro le describe de otra manera:

José Antonio Picazo mejora a ojos vistos. Porque ayer toreó de verdad. Con el capote y con la muleta. Con esta última, en sus dos turnos, a fuerza de aguantar, y de correr la mano y de mandar, consiguió redondear series de derechazos y naturales meritísimas. Adornos, desplantes y valor de continuo. El valor que debe ser virtud primara en un novillero. Vuelta al ruedo en el tercero. Y una oreja, nueva vuelta triunfal y el Cristo Negro, que, por segunda ocasión, hizo suyo, fue la cosecha de José Antonio Picazo. ¡Enhorabuena! …

También Alejandro Hernández, en su tribuna del Heraldo de Aguascalientes, hace apreciación en similar sentido:

José Antonio Picazo “El Zotoluco” nos mostró muchos adelantos, toreando con verdad, aguantando las embestidas fuertes, peleándole siempre, siempre en la cara, sin dar muestras de estar en ese lugar, sin presiones, sin angustias, al contrario, con gusto y sintiendo lo que hace, y lo que es más importante, empleando la cabeza, tratando de entender a sus enemigos, y darles la lidia adecuada, ese es el camino a seguir, por ahí se puede llegar a conquistar un buen sitio…

Esa entonada actuación le sirvió al torero de Aguascalientes para obtener, por segundo año consecutivo, ese prestigiado trofeo.

La actuación de El Brillante

Alfredo Gómez El Brillante es nieto del legendario puntillero Atanasio Velázquez Talín, esa es la razón que desde su infancia tuviera cercanía con el mundo de los toros y que prácticamente desde los 8 o 9 años de edad, comenzara a presentarse como becerrista, anunciándose entonces como El Brillantito. En la fecha de esta remembranza, tenía casi un par de años de haberse presentado en Acapulco con los del castoreño. Los de Garabato que le tocaron en suerte no se prestaron a florituras. Cuenta Alejandro Hernández:

Alfredo Gómez “El Brillantito”, ha tenido una actuación discreta en su primero, por la mansedumbre del novillo y las embestidas con genio que daba, terminándolo con pinchazo y media en buen sitio… En su segundo, que llegó con mucha fuerza al tercio final, acusó estar muy toreado, al defenderse con buenos modales, desgraciadamente nada se le pudo ver al muchacho en esta actuación…

Por su parte, don Jesús Gómez Medina hace notar:

El lote más difícil correspondió al jovencito Alfredo Gómez, quien, no obstante, lejos de afligirse, se mostró decidido, valeroso y, en ocasiones, cuando hubo lugar a ello, toreó de capa con excelentes modos; la mano abajo y cargando la suerte con primor…

Evidentemente, El Brillante era de los tres espadas del cartel el que más sitio tenía y debe ser por esa razón que con el lote complicado no se afligió y solventó el compromiso con dignidad y por instantes hasta con lucimiento.

El Rivereño

El año anterior a Rafael Íñiguez no le rodaron bien las cosas, y aunque en este festejo tampoco tuvo el santo totalmente de frente, pudo, por momentos, exhibir algunos detalles de torería. Refiere don Jesús Gómez Medina:

Rafael Íñiguez, en su primero, logró un magnífico quite por gaoneras. Banderilleó sin fortuna en la colocación; y con la izquierda, naturales aceptables; derechazos comprometidos, para concluir de pinchazo, media y descabello. Palmas. Al quinto lo recibió con un farol de hinojos. Y una faena muleteril en la que hubo derechazos bien ejecutados, entreverados con achuchones y desarmes sin que menguase la valentía de “El Rivereño”, quien, al concluir con media, dio la vuelta al ruedo entre palmoteo general…

Dice Alejandro Hernández en su crónica que lo apreció desentrenado y sin sitio. Es probable que eso haya sido la causa de los achuchones y desarmes a los que hace referencia don Jesús. Es la eterna paradoja del novillero que pretende subir peldaños en la escalera profesional, si no torea, anda sin sitio, pero para coger éste, necesita torear. 

La entrega del trofeo

Independientemente de los trofeos que alguno de los alternantes haya podido obtener en la tarde, la concesión del Cristo Negro quedaba a consideración de la concurrencia, que hacía las veces de gran jurado, que en esta oportunidad falló a favor de José Antonio Picazo. En esas condiciones, los señores Flavio Conde y Juan Ramírez, representantes de la Casa Pedro Domecq, patrocinadora del trofeo en disputa, salieron al ruedo a entregar al triunfador el medallón con la efigie del Cristo Negro del Encino que ganó en buena lid.

Con ese último acto, concluyó la última feria taurina celebrada en la Plaza de Toros San Marcos, un domingo como hoy, pero de hace 50 años. A partir del año de 1975, los festejos se darían en un nuevo escenario, mismo cuya obra constructiva había iniciado unas semanas antes y que implicaría el inicio de una nueva historia en las cosas de los toros en Aguascalientes.

domingo, 28 de abril de 2024

Abril de 1974: la última feria de la Plaza de Toros San Marcos (IX)

Octava corrida de feria: El gran cierre de una intensa semana de toros

Los siete días que corrieron del 21 al 27 de abril de 1974 representaron un amplio muestrario de casi todo lo que puede presentar la fiesta de los toros. Triunfos, broncas, engaños a la afición, pero también el hecho de que con algo de inteligencia y de voluntad, el rumbo se puede corregir y se puede ofrecer a la afición una fiesta que se acerque lo más posible a lo auténtico. No es mucho pedir, por el que paga un boleto por entrar a la plaza, que lo que se le presenta a partir de la hora anunciada, cuando menos aparente ser lo que se le anunció. Y en esa feria de hace medio siglo, cuando se reiteró el tratar de dar gato por liebre, los que llenaron los tendidos de la plaza San Marcos, dieron a entender su exigencia y su enojo. Quizás por ello en el tramo final fue que el rumbo se rectificó.

La octava corrida consecutiva de ese serial se dio el domingo 28 de abril de ese año y fue un mano a mano entre Curro Rivera y Mariano Ramos, quienes enfrentarían un encierro de don Jesús Cabrera. Curro había tenido una feria en la que había pasado de puntitas, dejando ver por momentos la calidad y la personalidad de su hacer ante los toros, pero sin convencer a la afición, misma que se lo reprochaba y con la que mantenía un notorio diferendo. Por su parte, Mariano Ramos repetía su arrolladora actitud del ciclo anterior, aprovechando los toros buenos y arrancándole las faenas a los que no lo eran. Quería, a cualquier precio, subirse al carro de los triunfadores.

El sumario del festejo

Alejandro Hernández, en su crónica aparecida en el Heraldo de Aguascalientes, hace un buen sumario de los sucesos de esa tarde:

Tarde redonda fue la de ayer, siendo la octava de la feria en la que con la participación de Currito Rivera mano a mano con Mariano Ramos, quienes lidiaron una buena corrida de don Jesús Cabrera, cortándoles a los toros seis orejas y un rabo, resultando cuatro toros muy bravos con los montados y todos muy fáciles y de buen estilo para los de a pie… Completa y redonda fue la actuación de los dos toreros que compusieron el cartel, siendo estos, dos figuras verdaderas y que demostraron por qué lo son, peleándose las palmas, no dejándose ganar la pelea, luchando por estar mejor uno que el otro. Así es como deben estar las figuras...

Otra vez hubo lluvia de apéndices, pero afición y público que llenaron de bote en bote el coso de la calle de la Democracia salieron satisfechos de lo que pudieron apreciar allí y aún más, porque tuvieron la oportunidad de ver a dos toreros disputarse las palmas sin cuartel, como pocas veces se ve ya.

La gran tarde de Curro Rivera

Anticipaba que Curro Rivera había tenido un tránsito de altibajos en las tres tardes anteriores en las que había participado ya en el serial y que eso le estaba pasando factura con los ocupantes de los tendidos, que esperaban de él algo más de entrega. Había cortado una oreja el día del Santo Patrono, pero a un torillo de escaso respeto, así que tenía todavía cuentas pendientes aquí. De su actuación, escribió así don Jesús Gómez Medina:

Perdido el rumbo y quizás más que esto, yerta la ambición, desprovisto, al parecer de todo estímulo, de la garra, del deseo y del anhelo de triunfo que debe obsesionar de continuo al torero, Currito Rivera caminaba por los senderos del toreo sin mayores tropiezos, pero, también, sin gran fortuna. Diríase que se concretaba a vegetar antes que a intentar la escalada de nuevas cumbres… Pero ayer, en un 28 de abril de perfiles memorables en los anales del vetusto tauródromo, el vástago de Fermín, el de San Luis Potosí, pareció reencontrarse: resurgieron la ambición y el afán y, desplegando las alas, fue a plantar su pendón en la cúspide más alta del Himalaya taurino… ¡Ah!, porque cómo toreó Curro Rivera... Con qué gusto, con cuánta entrega, con qué sentimiento tan auténtico actuó, especialmente toreando de muleta a “Gordito” y en particular al estupendo “Gallardo”, el toro de su gran triunfo… ¿Para qué ponderar, por otra parte, el aguante impar, el temple exacto, exquisito y el mando imperioso, inexorable, con los que Curro toreó a “Gordito” y a “Gallardo”; especialmente a este último? Y, encima, el perfecto encadenamiento de las suertes y la diversidad de éstas, en las que las suertes de raigambre más clásica se dieron la mano con las creaciones del toreo de hogaño… Un soberbio estoconazo, añadido a la faena que lo precedió, valióle las dos orejas del primero con la consiguiente vuelta al ruedo. Y del tercero, el maravilloso “Gallardo”, al que pinchó superiormente en todo lo alto, lo despachó luego de una estocada entera, para vivir luego su momento de apoteosis: las dos orejas, el rabo y la triple vuelta en triunfo bajo el estruendo del grito “¡torero... torero!”; acompañado en dos de ellas, del don Chucho Cabrera, el triunfal ganadero y Guillermo González, certero organizador de estas memorables jornadas taurinas…

Curro Rivera se resarció en esa su actuación final de sus inconsistencias anteriores y dejó claro que su sitio de figura del toreo seguía intacto. Eso le valdría, al final de cuentas, para convertirse en uno de los consentidos de la afición de esta tierra.

El imparable ascenso de Mariano Ramos

Con dos años y medio de alternativa, Mariano Ramos intentaba llegar y mantenerse en la cúspide del escalafón mexicano. Para conseguirlo tenía que imponerse a todos los toros una tarde y otra también, y en todas las plazas. Aguascalientes y su feria no iban a ser la excepción. De esa manera, se alzó con en triunfo en las tres tardes anteriores en las que se presentó y mantuvo su crédito al alza. 

El triunfo de Mariano Ramos se concretó con el segundo de la corrida, al que le cortó las dos orejas. Fue una faena en la que el torero tuvo que imponerse a las condiciones de un toro quedado y que embestía descompuesto. Relató don Jesús Gómez Medina en su crónica para El Sol del Centro:

Lo que Mariano Ramos fue capaz de realizar ante “Jacalero”, el primero de sus tres enemigos; la forma en que toreó, especialmente con la muleta, a un toro reservón, aplomado, que traía la cabeza suelta al principio y al que terminó subyugando en forma total, supeditado por completo el astado ante el derroche de serenidad, de seguridad y dominio del joven as; asustado, tal vez, el propio burel frente al sereno desenfado con que su matador lo citaba, lo encelaba ofreciendo el cebo de su propio cuerpo y provocaba la embestida pegando con el muslo en el pitón de "Jacalero"; y además, la manera de correr la mano, de templar de manera prodigiosa y de ligar los muletazos por sobre todos los obstáculos, sensacionalmente, prodigiosamente; y todo ello sin alardes ni ufanías, sino con la autenticidad de un valor fundamentado en el cabal conocimiento de las propias y vastísimas posibilidades; todo ello realizado, insistimos, ante un rival que no era propicio en forma alguna, terminó por emocionar y entusiasmar al máximo a los aficionados… ¡Era, aquella, la lección más completa de torerismo y maestría! ¡La evidencia más contundente de que Mariano Ramos es ya, indiscutiblemente, innegablemente, una espléndida realidad, un auténtico y formidable astro taurino! …La estocada que coronó la insospechada y brillantísima faena frente a “Jacalero”, precedió al otorgamiento de las dos orejas y a una doble y triunfal vuelta al ruedo, entre aclamaciones, música y todo lo demás…

Una vez más el poderío de la muleta de Mariano Ramos le procuró un triunfo de importancia. Nuevamente, dejaba sentado que tenía interés en ocupar un sitio de primacía entre la torería mexicana y lo consiguió, porque a partir de esas fechas, fue pieza importante en carteles y ferias postineras en toda nuestra república.

El encierro de don Jesús Cabrera

La ganadería de don Jesús Cabrera se formó con lo más puro que tuvo en su día don Antonio Llaguno en San Mateo, al formarla Lorenzo Garza. El listón lo mantuvo en altura don Jesús durante todos los años que tuvo en su dirección la vacada. La tarde del 28 de abril de 1974 volvió a reafirmar esa circunstancia:

¡Cuánta calidad y que acopio de nobilísimo estilo en los bureles de don Jesús Cabrera!; de los que el tercero, el “Gallardo” de la extraordinaria faena de Curro, mereció, para sus despojos, los honores del arrastre lento, y para su criador, ¡la vuelta en el triunfo en torno a la barrera! …Por eso ayer, como la víspera, hubimos de volver al cielo los ojos iluminados de entusiasmo, para agradecer el regalo impagable de otra gran tarde de toros… Y ayer, una vez más, al concluir el festejo, de los añosos muros del Coso San Marcos, rejuvenecidos al conjuro de las singulares proezas de que habían sido testigos, brotó un aroma que, en las alas del triunfo, fue a posarse y a impregnar el Jardín vecino… Porque ayer, de nueva cuenta, la Feria toda olió a toreo...

Así lo deja en claro don Jesús Gómez Medina. De allí podemos desprender y reiterar que no hay fiesta si no hay toro y que cuando lo hay, las cosas pueden alcanzar cotas altísimas. Estas líneas de hoy pueden servir, indiciariamente, de prueba de ello.

Faltaba todavía una corrida y una novillada para celebrar el ciclo, pero se celebrarían hasta el 1º y 5 de mayo. En su momento trataré de ocuparme de ellos en este mismo espacio. Hasta entonces.

sábado, 27 de abril de 2024

Abril de 1974: la última feria de la Plaza de Toros San Marcos (VIII)

Séptima corrida de feria: Cuando las aguas vuelven a su cauce… ¡La gloria de una tarde de toros!

La corrida anunciada para el 27 de abril de hace medio siglo era un mano a mano entre Manolo Martínez y Eloy Cavazos, quienes se entenderían – o tratarían de hacerlo – con un encierro de Valparaíso. Desde los corrales de la plaza se veía una mejoría en puerta. La corrida no era pareja en presentación, pero sí mejor que lo que se había visto en la semana anterior. Eso daba esperanzas de que las cosas mejoraran, porque el rumbo que iban tomando, según hemos ido leyendo en estos días, no era precisamente el que se pretendía.

Hasta el tono de la crónica de don Jesús Gómez Medina es distinto. Sin dejar de señalar lo que no se ajusta a los cánones, con su prosa, intenta dejar patente la grandeza de los momentos vividos ese sábado de abril:

La diáfana tarde de abril – torera tarde de feria – se vistió de gloria y, arropadas en el nimbo luminoso que de ella surgía, caminaron en triunfo por un sendero cuajado de claveles y ofrendas y entre los jubilosos “hosannas” que brotaban de millares de enfebrecidos corazones, Manolo Martínez, Eloy Cavazos y el ganadero Valentín Rivero… ¡Admirable trilogía de vencedores, que transportaron el arte del toreo a la cúspide señalada a los elegidos! Maravillosa conjunción de torerismo y de arte en los espadas, y de aterciopelado estilo e incomparable docilidad y alegría en los bureles, para forjar con tan excepcionales elementos, la jornada de éxito rotundo, reiterado, estruendoso, que había estado ausente en el transcurso de la feria…

En una breve parrafada nos expresa el resultado de la tarde y la función que en el mismo desempeñaron cada uno de los actores de la corrida. Con este breve introito, podría entenderse que la tarde fue triunfal. Y a fe mía que lo fue, una de las grandes tardes de la historia reciente de la Plaza de Toros San Marcos.

Manolo Martínez

Esta actuación la saldó el llamado Milagro de Monterrey cortándole la oreja al primero de la tarde Saleroso y el rabo al quinto Fundador. No se salvó de un par de volteretas, una en el primero y otra en el segundo de su lote, pero eso no impidió que entregara a la afición de Aguascalientes todo su saber para forjar una importante efeméride en la historia de nuestra fiesta:

¡La gloria de una tarde de toros! ... La gloria de la tarde para ti, Manolo Martínez, en cuyo arte se funden la sobriedad y la hondura del toreo rondeño en la noble indolencia y el ritmo atemperado y entrañable de un estilo surgido del mestizaje; que manejas el capote con la acompasada elegancia con que se lleva un manto cardenalicio y que, en tu muleta, atesoras por igual la exquisitez del temple y la férrea e incontrastable solidez del acero; que no en balde naciste a la vera de la Fundidora regiomontana. Y que ayer, como para redondear tu personalidad artística, te mostraste, en dos ocasiones, como un estoqueador de perfiles clásicos… El quinto se llamó “Fundador”, como un bravo sanmateíno inmortalizado por Lorenzo el Magnífico en el antiguo Toreo… Pues bien; el “Fundador” toreado ayer por este nuevo coloso regiomontano está ya inscrito en la lista de los toros inmortales. Y esto, a despecho de que el cárdeno no tenía toda la alegría y acometividad que fueran de desearse… llegó el momento final; armóse Manolo de toda arma y, al conjuro del temple surgió la gran faena. ¡La gran faena, la faena cumbre de Manolo Martínez! ¿Para qué intentar su descripción? Baste el consignar que fue aquello la fiesta del bien torear; la demostración más cabal de que el temple, “caricia suave”, consigue hacer pasar y repetir incontables veces, a bureles al parecer despojados de toda acometividad; reaviva la bravura que yacía hundida, adormecida, en las entrañas de los astados; y ennoblece a las suertes y las vuelve más intensas y emotivas en virtud de la lentitud a la que son realizadas. Y sí a esto agregamos la ligazón, el cabal redondeamiento de las series y, además, la elegancia, el garbo con que actúa Manolo... Torear – escribió Federico M. Alcázar – torea cualquiera. Lo difícil es torear con arte. Y más difícil que torear con arte, es torear con garbo, porque el garbo es un don de los elegidos... De los elegidos, como este Manolo Martínez que, para concluir en tono mayor una faena que había transcurrido en pleno delirio, se acostó en el morrillo, al volapié neto, y dejó un estoconazo desprendido, mortal de necesidad. Tremenda ovación. Las dos orejas y el rabo. La vuelta triunfal, a paso lento. Y una segunda, en compañía del ganadero…

La tarde de Eloy Cavazos

Quien haya leído los escritos de don Jesús Gómez Medina, sabrá que Eloy Cavazos no era, precisamente, un torero de su predilección. Sin perder la ecuanimidad que debe guardar todo aquel que relata o reseña festejos taurinos, siempre encontraba la forma de dejar claro que el de la Villa de Guadalupe no era un torero que llenara sus aspiraciones como aficionado. En la crónica de este festejo deja claro que independientemente de sus apreciaciones personales, la objetividad va por principio, como enseguida lo veremos.

La gloria de la tarde para ti, Eloy Cavazos, que ayer dejaste facilonas pinturerías y te revelaste, para nuestro asombro y nuestra delicia, como un torero de dimensiones en verdad extraordinarias, al realizar un toreo macizo, rotundo, hecho de quietud, de templanza y mando, del que nos habías dado ya un anticipo en tu actuación del pasado 23 de diciembre, y que ayer culminó en tus faenas al estupendo “Rumboso” y al sexto, “Abrileño”, en las que tu arte, despojado de iridiscencias cascabeleras, adquirió la intensidad, el señorío y la limpidez de aquello que pudiera constituir un dechado de bien torear… Eloy Cavazos, volvemos a decirlo, dejó de ser ayer el torero que busca el aplauso fácil y se transformó ante nuestros deslumbrados ojos, en un señor torero... Eloy Cavazos; un artista todo sensibilidad, volcó en cada pase el caudal emotivo de su corazón y saturó la plaza, ya no con la superficial alegría del torero cascabelero, sino con la entrañable verdad del arte auténtico, del toreo verdad, del toreo eterno...

Paradójicamente, fallos con la espada nada más permitieron a Eloy Cavazos cortar el rabo de Rumboso, que hizo cuarto, en lo que resultó ser una corrida dispareja en presencia, pero extraordinaria corrida en cuanto a juego, enviada por don Valentín Rivero Azcárraga.

Los toros de Valparaíso

Sin toros no puede haber fiesta. De los apuntes anteriores ya se puede advertir que una corrida de buen origen y mejor selección estrecha los efectos del azar en el resultado de un festejo taurino. Escribió don Jesús a este propósito:

Y la gloria de la tarde para usted, don Valentín Rivero, en cuyos bureles alentó ayer, de nuevo, la sangre prócer que hiciera la gloria y fuera el origen de tantas preclaras ganaderías; que en la dócil bravura de los seis bichos que llevaron su señal, se incubó la singular brillantez de esta tarde llamada a hacer historia; y cuya perspicacia y pupila de criador de reses bravas se pusieron de relieve al pugnar, contra el parecer de los apoderados, por la inclusión del ya ilustre “Rumboso”, dentro del lote que habría de ser lidiado…

Qué importante es la opinión del criador en la formación de los lotes que se han de lidiar en un festejo. De primera mano, don Jesús Gómez Medina conoció que los apoderados de los diestros actuantes – José Chafik y Rafael Báez – pretendían dejar fuera a Rumboso, quiero pensar que para dejar en su lugar a un toro más recortado y agradable a la vista de sus poderdantes. Al final, el criterio del ganadero, que es quien sabe lo que lleva a las plazas, fue lo que se impuso y Eloy Cavazos, que fue quien se lo llevó en el sorteo, sacó el premio mayor.

Pareceres divergentes

Alejandro Hernández, en el Heraldo de Aguascalientes, consideró que la concesión de trofeos fue algo exagerada, al inicio de su crónica, escribió:

Cuatro orejas y 2 rabos, los que debieron ser cinco orejas, fue el resultado del mano a mano en el que alternaron Manolo Martínez y Eloy Cavazos, lidiando la corrida de don Valentín Rivero, quien, como gran triunfador, dio en dos ocasiones y con cada torero, la vuelta al ruedo, además de haberse premiado a uno de sus toros con otra vuelta...

Parte del interés de todo esto, es que cada quien puede tener y sostener su opinión. Quizás la concesión de ambos rabos le pareció excesiva a Alejandro por la forma en la que los toreros manejaron la espada, pero al final, el juez supremo, la afición, estuvo conforme. 

En conclusión

La nave parecía enderezarse, después de la tempestad vivida en los tres festejos anteriores. Esta tarde de toros – porque el festejo fue vespertino – dejó en claro que esta fiesta es grandeza, y que nada más hay que respetar sus valores fundamentales y sus principios, para que aquella resplandezca.

Aviso parroquial: Este amanuense se plagió, evidentemente, parte del subtítulo de esta entrada, de la crónica del festejo escrita por don Jesús Gómez Medina. A confesión de parte, relevo de prueba.

miércoles, 24 de abril de 2024

Abril de 1974: la última feria de la Plaza de Toros San Marcos (V)

Cuarta corrida de feria: La alternativa de José Manuel Montes como parte del fin de fiesta…

La Plaza de Toros San Marcos fue escenario de los festejos taurinos de abril en 77 de sus 78 años de existencia, y resto a la cuenta la feria de 1947, en el que pretextándose la epidemia de la fiebre aftosa y a pesar de haber toros en los corrales del coso, no se autorizó la celebración de corridas por la autoridad, permitiéndose sin embargo las demás diversiones públicas. De estos hechos dio cuenta en su día don Luis de la Torre El – hombre – que – no – cree – en – nada y en estas virtuales páginas está reseñado su parecer sobre este asunto.

Pero en la existencia del coso, las ceremonias de alternativa no fueron hecho frecuente, apenas recibieron – entre 1910 y 1973 – el grado de matador de toros al cierre del año de 1973, trece diestros – Manuel Pérez Casquero, Juan Patlán, Ignacio Gómez, Salvador Freg, Julián Rodarte (2 veces), José Sapién Formalito, Heriberto García, Tacho Campos, Jesús Delgadillo El Estudiante, Rubén Salazar, Oscar Rosmano, Armando Mora y David Vito Cavazos – todos ellos mexicanos, a excepción de Casquero, originario de Madrid y Oscar Rosmano, portugués.

La décimo quinta ceremonia, se verificaría la noche del 24 de abril de 1974, cuando ante toros de Suárez del Real, Manolo Martínez, en presencia de Mariano Ramos investiría como matador de toros al novillero hidrocálido José Manuel Montes, quien contó lo siguiente a los redactores de El Sol del Centro la víspera de la corrida:

Comentó que hasta el momento tiene toreadas 65 novilladas, 12 de ellas en la Plaza México, donde ha quedado constancia de su valentía y de su arte y otras 5 en Caracas, Venezuela... Confía plenamente en que la afición en general y la de Aguascalientes en especial, estará alentándolo esta noche, pues será uno de los factores decisivos que lo impulsen a demostrar lo que puede hacer frente a los astados... Además, si hay suerte, José Manuel tiene ofrecimientos para torear en las plazas de Tijuana y de Ciudad Juárez y ello representa un más que halagüeño porvenir para su futuro como matador de toros...

El encierro de Suárez del Real

Al anotar los sucesos del festejo de la víspera, decía que la feria del 74 parecía irse torciendo en el renglón ganadero. Esta cuarta fecha, nocturna, parece confirmar la apreciación hecha por este amanuense, según lo que nos dejó escrito don Jesús Gómez Medina en su crónica de ese festejo:

Decididamente el grave problema de la devaluación que en forma drástica fustiga al mundo todo, ha hecho presa, también del espectáculo taurino… A la devaluación, a la desvalorización de las castas en las ganaderías, ha venido a sumarse otra disminución tanto o más sensible: la del trapío, edad y peso de los bureles… Pues en efecto, hoy en día es ya un hecho generalmente aceptado – cuando menos por los médicos veterinarios del Coso San Marcos – que, en festejos con matadores de toros, se lidien astados que, por su edad y kilos, resultan más idóneos para que se les enfrenten los novilleros… Como acaeció ayer, cuando, en el cuarto festejo ferial, se corrió un encierro de Suárez del Real falto de respeto y, a la vez, sin bravura, sin la acometividad que debieran ser las características de todo astado destinado a la lidia…

Y es que, el Reglamento vigente en la época, del 12 de marzo de 1972, daba al Jefe del Servicio Veterinario de Plaza la facultad de verificar que los toros reunieran las cualidades necesarias para ser lidiados y de decidir si eran o no aptos para la lidia, el Juez de Plaza solamente estaba facultado y obligado a asistir al enchiqueramiento, de allí que, don Jesús, que era al mismo tiempo el encargado del palco de la autoridad, insistiera en sus crónicas en el quehacer de los veterinarios.

La alternativa de José Manuel Montes

El primero de esa noche se llamó Mandarín, número 43, negro bragado. Ese fue el toro con el que José Manuel Montes se convirtió en matador de toros. Ante él, el toricantano tuvo una actuación destacada que terminó en polémica. Esto cuenta don Jesús Gómez Medina al respecto:

Antes del solemne trámite de la cesión de trastos, José Manuel había lanceado al natural, a pies juntos y por gaoneras más tarde, entre aplausos encendidos. Y muleta en mano, eslabonó un trasteo en diversos sitios, sobre la mano derecha, en pugna siempre con la escasa acometividad de “Mandarín” y logrando, en repetidas ocasiones, calentar al cotarro con su derroche de determinación y buenos deseos; aunque sin estructurar ni redondear propiamente una faena. Con media en lo alto concluyó José Manuel con el bicho de su doctorado. La petición de oreja, se impone anotarlo, fue nutrida. La autoridad – quien esto escribe – estimó que resultaba incongruente galardonar a un nuevo MATADOR DE TOROS por lo realizado ante un novillo. Y estallaron las pasiones. Y brotó la grosería del flamante matador, acicateado, para ello, por su bilioso mentor. Y todo quedó en una vuelta al ruedo entre ovaciones clamorosas. Las cosas, como fueron…

Esta corrida la escuché por la radio, allí se dijo que en medio de la bronca al Juez, su asesor, don Arturo Muñoz La Chicha, por su cuenta, sacó un pañuelo blanco y le otorgó una oreja al nuevo matador de toros, misma que le fue entregada y que emberrinchado, paseó en una aclamada vuelta al ruedo.

En El Heraldo, Alejandro Hernández cuestiona lo que consideró un verdadero atropello de don Jesús Gómez Medina, en los siguientes términos:

…el público con los pañuelos pidió las orejas de “Mandarín”, pero en un alarde de mucha autoridad negó tales preseas y a una pregunta nuestra después de terminado el festejo, nos dijo que para él no mereció nada, negándose a dar más explicaciones como era su deber. A nuestra forma muy particular de ver las cosas, en muchachos como éste, puede estar el futuro de la fiesta y no hay por qué tratar de taparle el paso de una forma o de otra, pero también es justo decir, que el detalle irrespetuoso que tuvo José Manuel para con el Juez, un torero serio y un hombre con educación no debe jamás hacerlo, haciendo valer esto, con la orden de detención dictada por Gómez Medina, Juez de Plaza… Y es que, en este punto, del juez, es donde queremos ser escuchados por las H. Autoridades. ¿Por qué no integrar una tercia de personas con capacidad como para ser jueces y nombrarlas con permanencia de un año? ...Una pregunta al señor Juez: ¿Qué se necesita para que un torero corte o se le otorguen los apéndices? ¿Que la faena sea de su gusto, o que el torero sea de su agrado?

Al final de cuentas, José Manuel Montes salió ganando, porque antes de finalizar la corrida, don Guillermo González anunció que, el sexto puesto del festejo del día 26 de abril, presuntamente en disputa entre él y El Estudiante, desde ese momento era para el recién alternativado, así, a Jesús Delgadillo no se le dio ni siquiera la oportunidad de competir por él. 

Mariano Ramos realiza la faena de la noche

Si efectivamente la corrida fue totalmente falta de trapío y de condiciones para ser lidiada en un festejo de estas características, me siento compelido a pensar que quizás a Alejandro Hernández no le falta algo de razón en sus comentarios. Porque en principio, don Jesús Gómez Medina dijo que le negó los apéndices a José Manuel Montes por haber realizado una faena a una res indigna de ser lidiada por un matador de toros, pero, por otro lado, le otorgó dos orejas a Mariano Ramos por una faena a otro astado, supongo, de las mismas condiciones. En su relato, don Jesús no distingue diferencias entre uno y otro toro, según vemos enseguida:

Para no desentonar del resto del encierro, los dos enemigos que cupieron en suerte a Mariano Ramos resultaron otros tantos mansos sin pizca de codicia o alegría. Y, encima con mal estilo. Y si con el tercero, gazapón, con la cabeza entre las patas, Mariano estuvo apenas discreto; con el quinto, pese a sus pobres condiciones, el novel as de la torería azteca a fuerza de insistir, de ponerse cerca y, más tarde, de aguante y de mando, logró imponerse al mansurrón “Dos de Oros”, y toreó en redondo, con la diestra y también con la izquierda, con quietud y poderío; intercalando adornos y remates de buena calidad, para concluir con un estoconazo en buen sitio, cuando la plaza toda se había entregado ya a su cabal demostración de torerismo. Gran ovación. Petición de apéndices, que se otorgaron por partida doble. Y una doble vuelta, también, en torno a la barrera, entre ovaciones, música y toda suerte de aclamaciones…

Esas fueron las actuaciones más destacadas de la noche del 78 aniversario de la Plaza de Toros San Marcos. Manolo Martínez, señalan las crónicas, estuvo torero, pero ante un par de marmolillos que no le permitieron mayor lucimiento. 

Así fue como se produjeron los sucesos del festejo en el que se verificó la última alternativa que se ha otorgado en la Plaza de Toros San Marcos. El día de hoy, hace 50 años.

Aldeanos