domingo, 28 de julio de 2019

30 de julio de 1950. Por primera vez se transmite en señal abierta de televisión un festejo taurino en México

Miguel Ángel García
Foto: Mayo
Ya me había ocupado en esta bitácora de los asuntos de la fiesta con la televisión mexicana (aquí y aquí), pero las líneas pergeñadas tenían más que ver con asuntos de política y de administración del medio de comunicación que con la historia de su presencia en la fiesta. En ese espacio de hace más o menos una década, apuntaba también que el primer festejo transmitido, en una forma experimental por el ingeniero Guillermo González Camarena en una especie de circuito cerrado, fue la novillada que se dio en la Plaza México el domingo 4 de octubre de 1946, en la que ante novillos de Milpillas actuaron Saúl Guaso, Roberto Muñoz Ledo y Joselito Ríos y señalaba también que el segundo de la tarde mandó al taller de las reparaciones a Muñoz Ledo, quien salió de allí para cortarle la oreja al del lugar de honor.

Sin embargo, tendría que pasar casi un lustro para que se volviera a ver en la pequeña pantalla un festejo taurino. Rebuscando información sobre el tema, me encontré en la red una vista previa – ya lo tengo encargado – del libro del historiador y docente Carlos Silva titulado Los días que cambiaron México, en el que hace un breve, pero sustancioso resumen de la historia de la televisión mexicana y deja ver por qué tomó el camino que actualmente lleva. De la obra que cito, en su capítulo titulado La televisión comercial, copio esto:
..En 1946 se inauguró la primera estación de televisión experimental, con el auspicio de la Dirección de Telecomunicaciones. La señal quedó registrada con las siglas XH1GC - Canal 5, usando las iniciales de González Camarena... Las transmisiones experimentales se extendieron por dos años, y por la inexistencia de aparatos televisivos, los programas se transmitían cada sábado para ser vistos en los cines de la capital... 
...a finales de 1947 el presidente Miguel Alemán Valdés comisionó a González Camarena y Salvador Novo para que viajaran a Europa y “realizaran un estudio sobre el funcionamiento de la televisión y determinar las condiciones necesarias para traerla a México”. Novo analizaría los aspectos culturales, educativos y socioeconómicos y González Camarena los técnicos. El viaje resultó del todo fructífero, y casi un año después González Camarena realizó varios programas. Para uno de ellos, el de septiembre de 1948 que se transmitió desde el Estadio Nacional, ya contaba con siete receptores televisivos (de su propiedad), que se distribuyeron por varios puntos de la ciudad. Los temas fueron variados, sobre todo dedicados a productos de las casas comerciales y muebleras que apoyaron con dinero las transmisiones. Sin embargo, prevalecieron los temas de la agenda presidencial. (“Exposiciones objetivas de la Presidencia”). 
Y aunque González Camarena obtuvo la concesión televisiva para la trasmisión de su canal 5, paradójicamente, un empresario (de radio y prensa escrita) vio en la televisión un negocio con un potencial inacabable. En 1949, Rómulo O’Farrill acompañado de su hijo viajó a Estados Unidos y realizó un convenio con la compañía RCA para traer a México todos los implementos técnicos y poder instalar una estación de televisión, que tuvo su primera sede en los pisos 13 y 14 del edificio de la Lotería Nacional. “Fue tal la conmoción, la sorpresa y la curiosidad de las personas que causó la instalación de la antena trasmisora y el receptor de microondas, que el tráfico estuvo detenido por más de cuatro horas.” 
El 26 de julio de 1950 se realizaron las primeras trasmisiones de prueba. Apareció a cuadro Gonzalo Castellot leyendo las noticias del periódico Novedades y posteriormente Aurelio Pérez hablando sobre toros. De hecho, al día siguiente el mismo Aurelio Pérez (quien firmaba sus crónicas periodísticas bajo el seudónimo de Villamelón) transmitió en vivo una corrida desde la Plaza México. 
Las pruebas y experimentos habían terminado, y el 31 de agosto de 1950 se realizó la primera trasmisión comercial de televisión en México...
El profesor Silva incurre únicamente en un gazapo con el calendario. El festejo taurino transmitido en vivo no se celebró el 27 de julio de 1950 porque era jueves. La novillada a la que hace referencia se llevó a cabo el domingo siguiente, es decir, el 30 de julio de ese año

La novillada

La cuarta novillada de la temporada 1950 se formó con Curro Ortega, Antonio Gómez y el debutante Miguel Ángel García, ante novillos de La Laguna (5) y Zotoluca. Curro Ortega se presentaba en la temporada aunque su paso por el ruedo de la gran plaza ya databa desde el año de 1946 y Antonio Gómez se había ganado la repetición en su debut el domingo anterior. Por su parte, Miguel Ángel iniciaba ese domingo un camino de más sombras que luces que ya he apuntado también en esta ubicación y que terminaría en una tragedia.

La relación del festejo que encontré es la que publicó el semanario La Lidia de México, en su número 320, fechado el 4 de agosto de 1950 y he de señalar que ninguna mención hace al hecho de que el festejo haya sido televisado. Igualmente he de anotar que el ejemplar tampoco contiene alguna nota diversa que haga referencia a la presencia de las cámaras de televisión en la plaza de toros y es que ese medio de entretenimiento aún era cosa de iniciados.

La crónica a la que aludo, titulada Novillada intrascendente está firmada por Paquiro y de ella extraigo estos pasajes:
Escasísimas oportunidades tuvo el público para aplaudir, ya que el festejo se simbolizó por el fastidio que originó. – Curro Ortega, aparte de ahuyentar a la gente de los tendidos, demostró que nada tiene que hacer en los ruedos. – Oyó un aviso. – Antonio Gómez, con el segundo toro, lo mejor de la tarde. – Sus muletazos fueron torerísimos. – Miguel Ángel García – muy verde – tuvo detalles. – La Laguna mandó un encierro bravo, fácil, propicio, del que sobresalió el sexto, “Chinito”. 
Una vez más los tendidos registraron bajísima entrada. Daba tristeza contemplar las graderías de la “México” semi vacías y conteniendo un importante porcentaje de turistas. Porque la verdad de las cosas es que los aficionados autóctonos y auténticos prefirieron quedarse en casa, a desafiar otra tormenta – que al fin y al cabo no se produjo – y a soportar al diestro que figuró como primer espada y que bien sabe que nada tiene que hacer en los redondeles… 
Antonio Gómez estuvo en torero toda la tarde. Discreto en el triunfo. Pero torero cabal.
Cierto es que no se puede pedir a los diestros que siempre estén en plan de apoteosis, y mucho menos, tratándose de un principiante como Gómez. Pero el hecho de que haya estado sereno, entendido, capaz, tranquilo y muy dueño de la situación, es un dato halagador, como halagador fue su éxito brillante del día de su presentación. 
Gómez, aparte de capacidad, demostró que es un artista. Todo lo hizo con gusto, con sabor, con tino, sintiendo el toreo e interpretándolo con verdadera inspiración. La esperanza que en él fincó la afición desde su debut quedó plenamente ratificada. 
Si en esta novillada se escucharon palmas, ello fue obra de Gómez que, en realidad no fue ovacionado como se debía, ya que el trasteo que le instrumentó al segundo de la tarde fue magnífico y enaltecedor. 
“Rasposo” se llamó este bicho. De 336 kilos, cárdeno y bien armado. Lo saludó Antonio con una tanda de verónicas en la que hubo tres muy buenas. El remate fue artístico. En su quite volvió a instrumentar la verónica aguantando a ley. Ovación. Miguel Ángel dio la sorpresa de la tarde al burilar otras verónicas templadísimas. Recortó y se llevó sonora ovación. Inició Antonio Gómez su faena con pases por alto. Estéticamente hizo la estatua el muchacho. Citó de largo y ligó una tanda de naturales en un palmo de terreno. Se adornó y al fin cuajó el forzado de pecho de gran calidad. Continuó con torerísimos derechazos para terminar con una serie de manoletinas muy ajustadas. Puso el punto final con el de pecho. Ahí terminó su trasteo que mucho dice de la capacidad torera y artística de Antonio Gómez que había conseguido una actuación serena, templada, torera… 
Miguel Ángel. La primera intervención en su debut fue estrepitosa. En el quite del segundo toro, echó las manos abajo y templó a ley varias verónicas. Un monumento. Pero después Miguel Ángel, aunque derrochó valor y voluntad, no logró que la gente lo tomara en serio. Está auténticamente verde. Carente de posibilidades y recursos para solucionar el problema que significa el vestirse de torero en el coso más grande del mundo. 
El sexto, “Chinito”, por principio de cuentas, le propinó tremenda paliza en el rumbo del burladero de matadores. Y con la franela Miguel Ángel dio la impresión de que solo ha aprendido un solo pase: el forzado de pecho, porque este lo repitió con tal insistencia que hasta llegó a fastidiar. Nuevamente sufrió enormidades antes de acertar con la estocada final. 
Obligación de Miguel Ángel es aprender el toreo. Su valor y voluntad representan significativa “madera”… 
Don Romárico González tuvo a bien enviar un encierro cómodo, bien presentado y con inocente bravura. Cierto es que los picadores ejercieron sus funciones en forma salvaje restándoles facultades a los bichos, que de esta manera llegaron al tercio final un tanto agotados y carentes de alegría. Pero si los diestros así lo hubieran querido, a la mayoría de los laguneros le hubieran sacado mayor partido. 
Traían sangre buena, noble y no necesitaban sino que les llegaran cerca y los aguantaran toreramente. 
La divisa tabaco y rojo escuchó ovaciones.
Terminando

Como podemos apreciar de lo aquí transcrito, desde el título se nos indica que el festejo apuntó apenas algunos detalles en la actuación de dos de los diestros actuantes – los más nuevos – y el buen juego de los novillos de La Laguna. Lo único que la hace trascender es precisamente el hecho de que fue transmitida por televisión, en señal abierta, para que todo aquél que tuviera un aparato receptor y la antena necesaria para ello, hubiera podido apreciar desde la comodidad de su hogar el festejo celebrado. No encontré en la prensa de la época algún anuncio de que se fuera a realizar la transmisión y creo que no hay un censo de cuantos aparatos de televisión había en los hogares mexicanos en esa época, así que es casi imposible saber la penetración que tuvo la transmisión que es motivo de estas líneas, así que me quedo con el único hecho constatable, que es que se realizó.

domingo, 21 de julio de 2019

22 de julio de 1951: El Callao y Cuadrillero de San Mateo

Fernando de los Reyes El Callao
Foto: Fred Hochberg ©
Colección: El Mundo
La memoria del aficionado tiene espacio para recordar muchas grandes faenas, pero la sección dedicada a las hazañas de los novilleros es generalmente reducida y es que los noveles – al menos en otros tiempos – transitan en gran número por los ruedos y son pocos aquellos que permanecen en el recuerdo colectivo. En las plazas de la capital mexicana, son tres o quizás cuatro las faenas realizadas por novilleros que han trascendido el tiempo y permanecen en la memoria, como la de Rafael Osorno a Mañico de Matancillas en el Toreo de la Condesa o la de José Antonio Ramírez El Capitán a Pelotero de San Martín en la Plaza México. De la que hoy me ocuparé, creo que puede ocupar un lugar en la historia de la fiesta junto con las dos que mencioné arriba. Me refiero a la que Fernando de los Reyes El Callao realizó al novillo Cuadrillero de San Mateo en el ruedo de la Plaza México.

Fernando de los Reyes tuvo un largo paso por la arena del Coso de Insurgentes. Desde que se presentó allí el 12 de junio de 1949, hasta el 28 de enero de 1968 que pisó su arena por última vez vestido de luces, actuó allí 50 tardes, de las cuales 36 fueron novilladas, prueba de la inquebrantable fe que tuvo en él el doctor Alfonso Gaona y del respeto y el cariño que por el sintió la afición de la ciudad de México que supo esperarle hasta el momento en el que estuvo listo para dar lo mejor de sí delante de los toros y decir el misterio que llevaba dentro. Algo más de su paso por los ruedos lo pueden consultar en esta ubicación.

La temporada de novilladas de 1951, la sexta de la historia de la Plaza México se inició el 20 de mayo de ese año y terminó el 28 de octubre con un balance de 23 festejos celebrados. El Callao toreó ocho de ellos, cortando un total de cuatro orejas.

El Callao y Cuadrillero

La décima novillada del serial se anunció con novillos de San Mateo para el debutante sevillano Julio Pérez Vito, Fernando de los Reyes El Callao y Miguel Ángel García, quienes actuaron ante una respetable entrada, como las que generaban los festejos menores en aquellos ayeres.

Las crónicas de agencia son breves. Como decía la semana anterior, casi de stock, pero nos permiten conocer, aparte del triunfo de El Callao, qué fue de la actuación de sus alternantes. En primer término recurro a la aparecida en el diario El Informador de Guadalajara del día siguiente del festejo, que relata lo siguiente:
El Callao logró ligar magnífica faena ayer a un toro de San Mateo
El Vito no tuvo mucha fortuna, aún cuando se le vio “algo”
Miguel Ángel derrochó voluntad
(Por hilo directo) 
México D.F., julio 22. – Magnífico ganado de San Mateo se lidió hoy por la tarde en la plaza México, sobresaliendo el primero y el segundo y siendo de bandera el quinto que mereció los honores de la vuelta al ruedo. 
En cuanto a los novilleros Fernando de los Reyes “El Callao” y el español Julio Pérez “Vito” que debutaba en medio de la expectación y Miguel Ángel, el triunfador fue "El Callao". 
“El Callao” supo aprovechar a su primero, lo toreó con aliño pero sin parar, en cambio a su segundo, el magnífico ejemplar corrido en el lugar de honor le cuajó una lidia completa que le valiera las dos orejas y una ovación de las grandes. 
Al “Vito” se le vio nervioso en su primero, falto de quietud y mando. En su segundo mejoró en la faena, pero deslució con el estoque. Dio vuelta al ruedo entre palmas y pitos. 
Miguel Ángel derrochó voluntad pero se le vio atropellado y consiguió algunos trompicones por falta de mando. Se le aplaudió en sus faenas pero su mejor nota fue un quite por gaoneras extraordinario al segundo toro de “El Callao” que mereció para Miguel Ángel el dar una vuelta al ruedo en medio de la lidia.
La aparecida en El Siglo de Torreón es algo más prolija, pero peca de lo mismo que la anterior. Prácticamente se limita a consignar el resultado del festejo y a dar un catálogo de suertes de la tauromaquia:
Brillante triunfo del novillero mexicano “El Callao” en la México
Debutó el español Julio Pérez “Vito” 
México, 22 de julio (AEE). – Brillante triunfo tuvo el novillero mexicano Fernando de los Reyes, “El Callao” en la Plaza México, alternando con el español Julio Pérez “Vito”, quien se presentó y Miguel Ángel, con toros de San Mateo, que resultaron muy buenos sobresaliendo el primero y el segundo, pero especialmente el quinto que dio la vuelta al ruedo en medio de grandes aplausos tras el triunfo de “El Callao” que lo lidió. 
“El Callao” tras de realizar una buena faena con la capa y hacer quites a su primer enemigo, a su segundo le realizó artística faena de muletazos por alto, naturales, de pecho, manoletinas, derechazos con gran suavidad y temple y varias series muy bien ligadas coronando su labor con un pinchazo y una estocada. Dos orejas, dos vueltas al ruedo y salida a los medios. 
“Vito” estuvo deslucido en su primero por la falta de quietud y mando. Mejoró en su segundo, especialmente con la muleta ya que cuajó muy buenos naturales, pero se mostró deficiente con el estoque. Dio vuelta al ruedo entre palmas y pitos. 
Miguel Ángel derrochó valor y voluntad, pero frecuentemente resultó atropellado y zarandeado por su falta de mando. Solo fue aplaudido. En el toro de “El Callao” hizo un extraordinario quite por gaoneras que le valió enorme ovación y vuelta al ruedo.
Es en el primer volumen de la obra de Daniel Medina de la Serna y Luis Ruiz Quiroz Plaza México. Historia de una Cincuentona Monumental, publicado por los Bibliófilos Taurinos de México, en donde hay una relación también breve, pero más sustanciosa de los hechos de esa tarde:

El Güero Miguel Ángel con sus gaoneras y El Callao con Cuadrillero de San Mateo 
El 22 de julio, la temporada tuvo su momento cumbre. Era la décima novillada y el cartel estaba integrado por Julio Pérez Vito, Fernando de los Reyes El Callao y El Güero Miguel Ángel García, reses de San Mateo. En quinto lugar salió Cuadrillero, un bravo y noble ejemplar, que una vez muerto mereció para sus restos la vuelta al ruedo. Correspondió al Callao, pero en el primer tercio Miguel Ángel García le hizo un quite por gaoneras de escándalo, estrujante, por el que le hicieron dar la vuelta al anillo, la plaza era en ese momento lo más parecido a un manicomio. Después vendría el faenón que consagró al tlaxcalteca Fernando de los Reyes. Enrique Bohórquez y Bohórquez escribió en su crónica: 
Centró muy bien en los muletazos por el lado derecho, toreó maravillosamente al natural por el izquierdo y largó un pase de pecho - el segundo dentro del muleteo - tan gallardo que fue el remate más bello y brillante que se podía poner a los muletazos que le precedieron.
Y Manuel García Santos, en El Ruedo de México, fue más allá, en una época en que el indulto de un toro tenía otra significación de la que tiene hoy día: 
El domingo el público entendió tan a la perfección el toreo hondo, serio, lleno de calidad y de sabor de Fernando de los Reyes que a pesar de haber pinchado al toro, le concedió las orejas de él: ¡De un toro que, si cae en otras manos, a estas horas estaría indultado y pastando en la vacada de San Mateo...! Pero cayó en las de Fernando, y el toro lució todo lo que era, y el público lo vio y lo paladeó, porque Fernando no le dejó inédita al toro ninguna embestida y además de torearlo por los dos lados le hizo toda la gama del toreo y le dio todos los muletazos que el toro tenía, y todos con estilo grande y con sabor exquisito.
Tomando de aquí y de allá, creo que podemos imaginarnos la magnitud de la obra de Fernando de los Reyes. Una gran faena que a pesar de ser emborronada con un pinchazo fue premiada con las dos orejas, lo que me induce a pensar que si lo mata a la primera, le dan el rabo del toro. Rafael Osorno no le cortó las orejas a Mañico por manejar mal la espada y José Antonio Ramírez no mató a Pelotero porque fue indultado.

Poco hay escrito sobre El Callao y pocas imágenes sobre su toreo. Con estas líneas que hoy les presento contribuyo a que se conozca a este torero mexicano del que tiene mucho por saberse.

domingo, 14 de julio de 2019

14 de julio de 1968: Se presenta Curro Rivera en la Plaza México

Curro Rivera
La temporada grande 67 – 68 terminó el domingo 17 de marzo del convulso 1968. Dos semanas después, el último día del tercer mes del año, la empresa de la gran plaza, iniciaba con la temporada de novilladas, que a diferencia de estos tiempos que corren – en los que se busca apenas cumplir con los mínimos legales –, constaría de 31 festejos consecutivos con entradas más que dignas y terminaría el domingo 17 de noviembre de ese año, justo a una semana del inicio de la temporada de corridas de toros siguiente.

En esa temporada chica, actuaron novilleros que han caminado más o menos largo en esta Aldea de Tauro. Mario de la Borbolla, Fabián Ruiz, Gonzalo Iturbe, Pepe Bravo, Guillermo Montes Sortibrán, Arturo Magaña, Paco Villalba, Diego O’Bolger, Arturo Ruiz Loredo, Mario Sevilla, Pepe Orozco, Pepe Caro, José Luis Medina, Leonel Álvarez El Diplomático, Daniel Vilchis, Carlos Málaga El Sol, Gilberto Ruiz Torres, Óscar Rosmano o Polo Meléndez son algunos de los nombres de los entonces novilleros que se vieron anunciados en los carteles de esa temporada del 68, en la que surgió para la posteridad un torero que resultaría ser una gran figura del toreo: Curro Rivera.

Francisco Martín Rivera Agüero nació en la ciudad de México el 17 de diciembre de 1951. Hijo de Fermín Rivera Malabehar y de Ángeles Agüero Ereño, es decir hijo y sobrino de toreros. Torea por primera vez en público en un festival celebrado en la plaza de Matehuala, San Luis Potosí, el 14 de mayo de 1967, alternando con su padre, Jorge El Ranchero Aguilar y el doctor Manuel Hernández Muro. Se presenta como novillero en San Luis Potosí el 6 de agosto de 1967 alternando con Mario Sevilla y Jorge Blando y arranca una etapa novilleril por los estados, habiendo actuado aquí en Aguascalientes el 5 de noviembre de 1967, junto con José Luis Velázquez y José Antonio Ramírez El Capitán en la lidia de novillos de Villa Alicia.

En la Plaza México

La decimoquinta novillada de la temporada de 1968 se anunció para el domingo 14 de julio con novillos de Javier Garfias para Mario Sevilla, Arturo Ruiz Loredo y el debutante Curro Rivera, quien a la postre sería el triunfador del festejo.

Encontré dos relaciones de la novillada. La primera, sin firma, de la Agencia France Press (AFP), aparecida en el diario El Informador de Guadalajara del día siguiente al del festejo, expresa lo siguiente:
México D.F., julio 14. (AFP). – El novillero Curro Rivera, hijo del ex – matador mexicano Fermín Rivera, alcanzó hoy sonadísimo triunfo en la plaza capitalina México, y precisamente en la tarde de su debut; tres orejas, cinco vueltas al ruedo y salida a hombros. 
En su primer enemigo, de la ganadería de Javier Garfias, como todos los corridos hoy, logró confirmar lo que durante la semana se vino diciendo de él. Se decía que es un muchacho de 16 años, figura espigada, con gran afición, con mucho valor, con enorme clase y gran personalidad. Y ha de repetirse, lo ha confirmado plenamente. 
A ese su primer novillo, tercero de la tarde, lo toreó bien con el capote, aunque no excesivamente. En quites solo cuajó cuatro chicuelinas sin mover una pestaña. Pero con la muleta hizo un faenón variadísimo, extenso, en el que hubo ayudados por alto, de la firma, trincherazos, naturales, derechazos, forzados de pecho, adornos, etc. Todos esos pases ligadísimos y en un palmo de terreno. Fue una faena brillantísima, en la que hubo personalidad, temple y clase. Dos orejas y tres vueltas al ruedo fueron el primer premio a éste joven torero.  
En su segundo se mostró muy breve. No había tela de donde cortar. Obsequió un sobrero, y con ese logró otra magnífica faena. Ligada, perfecta, torerísima. Una oreja con petición de otra, dos vueltas al ruedo y salida a hombros de los aficionados. 
¡Al fin se vio en la Plaza México un novillero de postín!... 
...Para el domingo se anuncia la repetición de Curro Rivera…
Una segunda versión de lo sucedido en el festejo, que confirma lo que se contiene en la anterior, es la que, también anónima, difundió la United Press International (UPI), replicada por el diario El Siglo de Torreón y que es de la siguiente guisa:
Triunfo grande de Curro Rivera en la “México”
También Mario Sevilla y Arturo Ruiz Loredo fueron ovacionados 
México (UPI). – La mejor entrada de la temporada en la decimoquinta novillada en la Plaza “México”, con novillos de Javier Garfias, tres resultaron buenos y los demás mansos, débiles y con dificultades... 
Curro Rivera triunfó rotundamente en su presentación. Con el tercero veroniqueó sin nada de particular. Quite por chicuelinas, siendo aplaudido. Faena alegre y torera al son de la música y las ovaciones. Principió con pases altos, trincherazos, naturales. También logró derechazos bien ligados, para terminar doblándose toreramente rodilla en tierra. Estocada. Ovación, 2 orejas, 2 vueltas al ruedo y saludos. Con el sexto, débil y manso, que se caía constantemente, poco pudo hacerle con el capote. Con la muleta aliñó para 2 pinchazos, estocada y aplausos.  
Regaló un séptimo de la misma vacada; al que nada pudo hacer con el capote. Con la muleta le instrumentó gran faena, coreada por el público. Pases con la derecha y con la izquierda rematando con el de pecho, templando y mandando a ley. Trincherazos y pases de otras marcas. Ovaciones y dianas. Media estocada desprendida. A los gritos de torero, torero, torero, le fue entregada una oreja, dando varias vueltas al ruedo en hombros y en esta forma salió del coso…
Como se puede apreciar de ambas crónicas de agencia, la relación se centra más en los apéndices obtenidos por el torero y en un relato diría yo de stock de lo que es una faena. No obstante, transmite la gran impresión que la frescura y el desparpajo de un jovencito que aún no cumplía los 17 años había causado a un público que hacía una respetable entrada en la plaza más grande del mundo y habrá que apuntar aquí también, que esos festejos se transmitían por la televisión abierta a toda la República, lo que daba una mayor exposición a los logros de los toreros y ganaderos en esa arena. 

Curro Rivera cortó tres orejas la tarde de su debut, las dos de su primer novillo Platerito y otra del séptimo que regaló. Reaparecería el domingo siguiente alternando con el portugués Óscar Rosmano y Daniel Vilchis para despachar un encierro de Cerro Viejo. Esa tarde no obtuvo trofeos, pero dio cuatro vueltas al ruedo. En esta ubicación, pueden Ustedes ver el vídeo de su faena al sexto de la tarde, Tejuino de nombre y puede darles una idea de lo que se vivió con el entonces debutante por esas fechas.

Creo que es en esta fecha que recuerdo, que nace una de las grandes figuras del toreo.

Retales de información de esos días

En los diarios ya citados se contiene alguna información, que después de algo más de medio siglo creo que guarda algún interés:

Se anuncia el viaje a España para las negociaciones del Convenio Taurino, de Alfredo Leal con su apoderado Rovira, Raúl Contreras Finito en su calidad de Secretario General de la Asociación Mexicana de Matadores de Toros y Novillos, el doctor Manuel Labastida como empresario de la Plaza México, Luis Javier Barroso en su calidad de Presidente de la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia, Javier Cerrillo como Secretario General de la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros, el ganadero Valentín Rivero y el empresario Carlos González

Al final, parece ser que lo del convenio se solucionó favorablemente, pero solamente El Príncipe del Toreo actuaría en ruedos hispanos según el escalafón publicado en el semanario El Ruedo, que le registra 11 festejos.

Para ese fin de semana se reseñan festejos en Monterrey, Tijuana, Nuevo Laredo, Ciudad Juárez, Acapulco. San Buenaventura y Tampico, plazas que salvo Monterrey, están casi perdidas para la actividad taurina, sobre todo las de las fronteras en las que se celebraban corridas casi todos los domingos del año. Y añado, el hecho de que aunque climatológicamente fuera tiempo de lluvias, los festejos se programaban y se daban. Hogaño el tiempo de aguas es pretexto suficiente para evitar dar toros.

Así se daban las cosas de los toros hace 51 años.

domingo, 7 de julio de 2019

Rovira, a 70 años de su encerrona en Madrid

Rovira 

Rovira y Luis Miguel Dominguín
Lima, noviembre de 1949
Raúl Acha Sanz nació en Buenos Aires en 1920. Un mero accidente demográfico diría yo. Hijo de españoles, tenía en las venas una sangre que le impulsaría a andar caminos distintos a los que se dedican los hijos de la tierra en la que nació. Vivió en España durante su infancia y primera juventud y se trasladó con su familia después a Perú, donde decidió ser peruano y caminar así por el resto de sus días. Allí, en las tierras de Atahualpa, es donde decide hacerse torero y después de actuar en sus primeros festejos, viene a México, donde debuta en el Toreo de la Condesa como novillero en el año de 1945 y también en estas tierras recibirá una primera alternativa en nuestra Mérida, de manos de Luis Gómez Estudiante, con el testimonio de Gregorio García, siéndole cedido el toro Diablito de Palomeque.

Vuelve a España y conforme a la normatividad de la época tiene que recibir la alternativa de nuevo. Lo hace en lo que durante décadas fue el puerto de entrada de los toreros que llegaban a España desde América, en Barcelona. Fue el día de San Juan de 1946. Le apadrinó Manolo Escudero y atestiguaron Julián Marín y Luis Briones. El toro de la ceremonia fue Mochuelo, de Arturo Sánchez Cobaleda. Eso le permitió hacer campaña en ruedos hispanos y confirmar su alternativa en Madrid el 10 de octubre de ese mismo año, llevando como padrino a Gitanillo de Triana, quien ante Parrita, le cedió la muerte de Barbas Blancas de Joaquín Buendía.

Rovira mantuvo un buen cartel en los ruedos de España y el accidente demográfico de su nacimiento le permitió actuar en un singular festejo taurino celebrado el 12 de junio de 1947, en honor de Eva Duarte de Perón, en la que para lidiar toros de Clemente Tassara, se acartelaron el rejoneador Pepe Anastasio y los espadas Gitanillo de Triana, Pepe Luis Vázquez y el personaje que motiva estas líneas.

La encerrona

El 3 de julio de 1949 era domingo. Día de toros. La empresa de la plaza de Madrid tenía que dar el festejo del abono. Mucho se especula sobre el origen de esta corrida de único espada en pleno verano madrileño. Una de las leyendas en torno al asunto es en el sentido de que existiendo un fuerte pique entre Rovira y Luis Miguel Dominguín y estando anunciado éste último para el martes siguiente (5 de julio) para actuar en solitario en la Corrida de la Prensa, Raúl Acha movió lo movible y lo inamovible para lograr matar él en solitario antes que el hijo de don Domingo seis toros en Madrid y tratar de írsele por delante. Cierta o falsa esta especulación, el hecho es que así se produjeron y resultaron los hechos.

Para la ocasión se anunció una corrida del Marqués de Albayda para Rovira y uno de Manuel García – Aleas para rejones que lidiaría Pepe Anastasio entre el tercer y cuarto toro de la lidia ordinaria. Alberto Vera Areva, en el número 263 de el semanario El Ruedo, aparecido el 7 de julio de 1949, en columna titulada Las reses y sus condiciones de los cuatro últimos festejos celebrados en Madrid, analiza lo siguiente sobre los toros de Albayda:
El domingo 3 de julio, se jugó una notable corrida del marqués de Albaida, cuyo único "defecto" consistió en ser brava y en conservar los seis toros en la testa, por expresa voluntad de su criador, eso que han dado en llamar el “venenillo”. Corrida algo desigual en tipo, pero uniforme casi toda en casta y buen estilo, que proporcionó al ilustre y esmerado ganadero un legítimo triunfo. 
El primero, “Bravío”, número 40, negro bragao, tuvo poca presencia; bravo y codicioso, tomó tres varas y embistió rectamente, doblando las manos en alguna ocasión; pesó en canal 231 kilos. “Ignorado”, número 31, negro, apretó en tres varas y llegó a la muerte con poco gas, pero con temple y nobleza; pesó 277 kilos. “Carcelero”, número 22, negro bragao, gordo y de trapío, fue un espléndido bicho; suelto de la primera vara, crecióse en las cuatro siguientes, en las que recargó valientemente, derribando y volteando dos veces a caballo y picador; bravo y suave, llegó a la muerte embistiendo como un borrego; pesó el bicho, ovacionado en el arrastre, 285 kilos, “Cocherito”, número 42, negro bragao, terciado y con casta, tomó tres varas con mucha codicia, equivaliendo la última a media estocada; con bravura peleó en el mismo terreno, como todos sus hermanos y pasó a la muerte agotado, pero noblote; pesó 261 kilos. “Gastador”, número 34, negro bragao, recibió cuatro varas, saliendo suelto de la primera y recargando bravamente en las demás; embistió muy dócil, aunque gazapeando a lo último, por haberle pegado en demasía; pesó 281 kilos. “Bolero”, número 43, negro y serio, fue otro toro de bandera, que se dejó meter el palo en seis ocasiones, dando fuertes costaladas a los piqueros, sin acobardarse, siguió embistiendo hasta el último momento, con extraordinaria bravura y nobleza; pesó el bravo toro 294 kilos...
Areva hace algunas puntualizaciones interesantes. En primer término se refiere a la integridad de las astas de los toros. Faltaría alrededor de tres años para que Antonio Bienvenida denunciara que el afeitado era práctica cotidiana en las plazas de España y que una importante mayoría de los toros que se lidiaban en las plazas estaban mutilados. Después, hace notar con claridad que la bravura del toro no está reñida con la nobleza en el juego que dan en la faena de muleta y también que cuando el toro es bravo y tiene fuerza, rinde en la faena de muleta. No cabe duda que eran otros tiempos, desgraciadamente ya idos.

La tarde de Rovira fue redonda. Terminó cortando cuatro orejas entre el beneplácito de la concurrencia que no llenó la plaza de Las Ventas. Manuel Sánchez del Arco Giraldillo, en su crónica del ABC madrileño del 5 de julio siguiente a la corrida, expone lo siguiente:
Al margen de todo comentario sobre la significación y la oportunidad de la corrida celebrada el domingo, atendiendo solo a la reseña de lo que en el ruedo ocurrió, el mero relato ya es un elogio para el gesto de Rovira. Tarde de fuego. Bajaban unas nubes de plomo para fundirse en el crisol de la plaza. Se acentuaba la borrasca veraniega; el ventarrón de Levante, típico solano, recogía todo el ardor de la estepa manchega. Las nubes, pesadas, se sentían perezosas y no descargaban. Este era el ambiente; nada favorable, por cierto. 
Cuenta Raúl Ochoa “Rovira”, con el fervor de los aficionados madrileños, inclinados hacia él, no por capricho, sino ganados por un valor a toda prueba y una voluntad siempre ofrecida. Se le puede discutir si tiene eso que se llama “clase” y que muchas veces consiste no más que en ser pícaro; se le puede negar eso que se llama "salero" y que suele ser no más que un fraude de triste gracia; pero, lo que nadie negará a “Rovira” es su valerosa voluntad, sus deseos sin medida, su propósito de luchar y seguir adelante. En este orden le consideramos capaz no ya de encerrarse con seis de Albayda, sino con doce ya de Palha, ya de Coruche o Miura. Por él, contra viento y marea, llueva agua helada o plomo derretido, no ha de quedar la cosa.
Algo sorprendente fue el gesto de Raúl. La sorpresa estaba en la ocasión, que, creo sinceramente, no fue bien elegida. En otro momento de la temporada hubiéramos considerado mejor encajada la hazaña. Si algo deliberado hubo en la organización, ese algo iba en contra del propio matador. ¡Pero váyanle ustedes con obstáculos al gallardo “Rovira”! Allá va él dando el pecho...
Y dar el pecho a todo fue lo que hizo el simpático y valeroso torero americano de contextura vasca, auténtico “morrosko” o así…
Vamos a la labor de “Rovira”, el animoso. En el primero, faena breve y estoconazo que mereció ovación prolongada hasta el saludo desde el tercio. En el segundo, gran faena con pases en redondo, que emocionan. La gente se ha puesto en pie. No es posible ceñirse más. Hay unas manoletinas y unos adornos por la cara. Cuadra la res. ¿Es un rayo que por fin ha dejado escapar la tormenta cernida sobre la plaza? No; es la espada de “Rovira”, la de alta tensión, que ha caído sobre el toro, fulminándolo. Hay ovación, corte de oreja, vuelta al ruedo y muestras de entusiasmo...  
Sale el tercer toro, “Carcelero”, honra de su divisa. Bravo y noble. Raúl ha hecho un quite muy vistoso. Brindis a Andrés Martínez de León. El toro, al que dejaron dentro el hierro y una cuarta de palo, sigue boyante. En el centro de “la candente arena” es la cosa. Y la cosa es que vemos unos pases de buen temple, sobre redondo. El torero marca el son y el toro le sigue. Hay mando. La faena, sencillamente buena. Pases de pecho. Ovaciones. Otra vez descarga el rayo, es decir, que la espada ha entrado por las agujas. Entusiasmo en signo “rovirista” y las dos orejas con dos vueltas al ruedo...

Por su parte don Luis Uriarte, firmando como El de Tanda, en la Hoja del Lunes del 4 de julio de 1949, relata lo siguiente:
Matar seis toros, lo que se dice matarlos, puede ser cosa relativamente fácil. Matarlos con éxito, de cuatro estocadas y dos medias y tres intentos de descabello, en poco más de hora y media, cortando cuatro orejas en tres toros, dando la vuelta al ruedo en uno, oyendo muchas palmas en los otros dos y ni una sola voz de protesta en ningún momento de la lidia, esto ya es más difícil. Y esto es lo que ayer hizo Rovira... 
El sexto entraba mejor al engaño, y Rovira, que en el primer tercio lo aprovechó para instrumentar un buen quite por chicuelinas, le sacó en el último una bonita y muy completa faena, que inició con seis ayudados por alto aguantando impávido el embroque, prosiguió con afarolados, redondos, molinetes y manoletinas, muy valiente y muy dueño de la situación, y remató con otra estocada de las suyas y un descabello. Nueva oreja, nueva vuelta al ruedo, en hombros ahora de los “capitalistas”, y salida en andas por la puerta grande. 
Eran las nueve de la tarde. Como la corrida empezó a las siete menos cuarto, y de esas dos horas y cuarto hay que descontar media hora larga, larga, que se llevaron el rejoneador y los preliminares, quiere decirse que Rovira empleó poco más de hora y media en su hazaña de matar seis toros de seis entradas, a una por toro, refrendadas con tres descabellos. 
¡Ah! Y sin usar en ninguno la malhadada espadita de madera, sino la de acero, la de verdad, que es la única que deberían usar los toreros que no sean demasiado comodones.
El resumen de la actuación de Rovira se puede condensar en las palabras de Benjamín Bentura Barico, publicadas en el ejemplar de El Ruedo arriba citado:

Es indudable que “Rovira” logró el pasado domingo uno de sus más sólidos éxitos. A nuestro entender llegó al ápice de la perfección como estoqueador. Ni una sola vez pudo el más exigente espectador poner el más leve reparo a la ejecución de las estocadas del peruano. Ya es notable que un matador mate seis toros de cuatro estocadas, dos medias estocadas y tres intentos de descabello, pero si se tiene en cuenta que en todas las ocasiones en que entró a matar el estoque quedó en la cruz, en cuatro, hasta la cruz, y el matador cruzó siempre bien, la hazaña – las tres cruces en cuatro toros y dos cruces en dos – ha de calificarse de extraordinaria…”
Colofón

Dicen las crónicas que los capitalistas se llevaron en hombros a Rovira hasta el obelisco de Manuel Becerra. La leyenda cuenta que él pidió que lo llevaran hasta la casa de Luis Miguel… y que lo llevaron. La encerrona de Dominguín, un par de días después, pasada por agua, pocas opciones de triunfo tuvo, lo que agrandó el de Raúl Acha

El hecho es que la rivalidad entre ambos se fue agrandando, tanto que en la Feria del Señor de los Milagros de Lima de ese año, celebrada en la Nueva Plaza de Toros de Lima, acabaron a los golpes en el ruedo en el festejo celebrado el día 6 de noviembre.

Rovira es el único torero de a pie no nacido en España que ha matado una corrida en solitario en el ruedo de Las Ventas desde que se celebró el primer festejo en ella hace ya algo más de 88 años. ¿Veremos algún día a otro torero de este lado del mar repetir esa hazaña?

Después de dejar los ruedos Rovira se dedicó a apoderar toreros. Falleció en Cuernavaca, México el 3 de junio de 2007.

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