Al anuncio de que el festejo dominical de la Plaza México no sería transmitido por la televisión de paga, como ordinariamente se hace en la llamada temporada grande, en virtud de los acuerdos de la empresa del coso con el diestro madrileño José Tomás, a nivel local – y los comentarios que haré serán estrictamente a partir de cuestiones aparecidas en los medios de Aguascalientes, aunque seguramente a nivel nacional surgieron manifestaciones similares – se inició un desgarramiento de vestiduras con comentarios como estos:
Es decir, las plañideras se lamentan de no poder ver gratis el festejo en la comodidad de su hogar y le atribuyen indebidamente a José Tomás un hecho que, sí se hubieran tomado la molestia de revisar la historia reciente de estas cuestiones, verían que la autoría no corresponde a un gachupa como dijera uno de los quejosos, sino a un torero que, con la mera pronunciación de su nombre, hará palidecer a más de alguno.
Toros y tele en México
La televisión comercial mexicana nace en el año de 1949, cuando el Gobierno Federal le otorga a don Rómulo O'Farrill la concesión para explotar en el Valle de México la frecuencia del canal 4, misma con la que ya experimentaba desde años antes Guillermo González Camarena. Entre los experimentos realizados, se encontraba la de la gestión de transmisiones a control remoto que permitiría adquirir la experiencia necesaria para el momento en el que se hiciera público el invento.
Es el 4 de octubre de 1946, dentro de ese proceso experimental, que se transmite por primera vez un festejo taurino desde la Plaza México y se difunde en monitores colocados en escaparates de establecimientos comerciales en distintos puntos de la ciudad. Fue una novillada en la que actuaron Saúl Guaso, Roberto Muñoz Ledo y Joselito Ríos ante novillos de Milpillas. Para la estadística, Muñoz Ledo fue volteado por el segundo de la tarde, ingresando a la enfermería y salió para matar al quinto y cortarle la oreja.
Ya de forma comercial, la transmisión de festejos taurinos inicia la temporada de novilladas de 1950, año en el que toreros como Ramón Ortega, Jaime Bolaños, Humberto Moro, Lalo Vargas, Miguel Ángel García, Fernando Brand, Anselmo Liceaga o Pablo Tapia (aquél que el 2 de junio de 1946 cortara la primera oreja otorgada a un novillero en el nuevo coso capitalino), son quienes dieron paso a una nueva forma de disfrutar de la fiesta; en la tranquilidad del hogar y con la ilustración y el comentario de Pepe Alameda y de Aurelio Pérez, Villamelón.
Pronto los festejos taurinos televisados se hicieron parte de la vida de los habitantes de la Ciudad de México que era el área de cobertura de la incipiente industria, pero algo más de una década después, al empezar a cubrirse el resto del territorio nacional, las transmisiones empezaron a compartirse con el resto de la República, causando en algunos lugares un impacto negativo, pues ante el atractivo del cartel presentado en la llamada pantalla de cristal, la gente se abstenía de asistir a los festejos programados en las plazas de los lugares en los que residía.
¡Fuera cámaras!
El año de 1968 es reconocido como uno que trajo grandes cambios en la forma en la que la humanidad veía la vida y en México, también afectó a la fiesta de los toros. Primero, porque en cuestiones de transmisión de festejos se hicieron los primeros en colores. Unos afirman que fue el del 11 de febrero de 1968, el de la despedida del Ranchero Aguilar en la Plaza México y otros, que fue el 16 de junio de ese mismo año, en Querétaro, con una encerrona de Manolo Martínez. Sea cual fuere, la idea en este caso es que se comenzaba a regularizar la transmisión cromática con la finalidad de cubrir en esa forma los Juegos Olímpicos que iniciarían el 12 de octubre de ese año.
La empresa de la Plaza México en ese entonces estaba a cargo de Diversiones y Espectáculos de México (DEMSA), antecedente de la actual Espectáculos Taurinos de México y había tenido como gerentes al maestro Armillita, al ganadero Manuel Labastida y por esas calendas había puesto en la silla a una persona nacida en Cuba y de ascendientes originarios de Galicia de nombre Ángel Vázquez, que tenía una forma rara de hacer negocios taurinos. Este asunto lo cuenta de esta guisa Rafael Morales, Clarinero:
Ángel Vázquez manejaba para DEMSA negocios del espectáculo como Los Pilotos Infernales o el espectáculo de patinadores Holiday on Ice y donde alcanzó cierta notoriedad fue en el beisbol, manejando los destinos del club Diablos Rojos de México.
...SEGUN SE VEA. – Si la política es un caudaloso río que arrastra, hasta en las épocas de sequía, las aguas del chisme y la intriga, el mundo del toro no le va en ese sentido a la zaga. Hoy en que queda confirmado que el domingo próximo no será televisada al país la corrida de la plaza Monumental México, en el ambiente de capotes y muletas mucho se comenta que el español José Tomás prohibió la entrada de las cámaras para que éstas, afirman los que dicen saber hasta el mínimo detalle, no capten las presuntas pequeñas ventajas a las que acude el ibérico para impresionar en los tendidos. Como quiera, no deja de ser una insolencia que un extranjero, y gachupa para colmo, venga a imponer condiciones de esa magnitud sólo porque atrae público a los cosos, aunque es el que se lleva carretadas de euros. Si el espíritu de Cuauhtémoc anda todavía por ahí, ha de lamentar que se haya dejado quemar los pies hace más de 5 siglos. Y se preguntará, seguramente, ¿para esto?... (Rigor en la columna Cómo, Cuándo, Dónde diario Hidrocálido, 25 de noviembre de 2009)
...'EL POPULAR' JOSÉ TOMÁS.- Pues sí que están que trinan de coraje los aficionados taurinos porque mañana domingo no podrán ver por Unicable, como es costumbre en la temporada grande, el mano a mano del paisano Arturo Macías "El Cejas" y el español José Tomás, avecindado aquí en sus tiempos libres en su casa del fraccionamiento Calicantos, eso sí, barbudo hasta las orejas, con la intención de que no lo reconozcan en sus paseos por la ciudad. Resulta que Tomás, ha prohibido la transmisión televisiva de la corrida desde la Monumental Plaza de Toros México. "¿Y nosotros, dicen los aficionados, qué culpa tenemos? Queremos ver a "El Cejas", y uno, dos, tres... el español"… (Matías Lozano Díaz de León, en la columna Cortando por Lozano, diario El Heraldo de Aguascalientes, 28 de noviembre de 2009)
Es decir, las plañideras se lamentan de no poder ver gratis el festejo en la comodidad de su hogar y le atribuyen indebidamente a José Tomás un hecho que, sí se hubieran tomado la molestia de revisar la historia reciente de estas cuestiones, verían que la autoría no corresponde a un gachupa como dijera uno de los quejosos, sino a un torero que, con la mera pronunciación de su nombre, hará palidecer a más de alguno.
Toros y tele en México
La televisión comercial mexicana nace en el año de 1949, cuando el Gobierno Federal le otorga a don Rómulo O'Farrill la concesión para explotar en el Valle de México la frecuencia del canal 4, misma con la que ya experimentaba desde años antes Guillermo González Camarena. Entre los experimentos realizados, se encontraba la de la gestión de transmisiones a control remoto que permitiría adquirir la experiencia necesaria para el momento en el que se hiciera público el invento.
Es el 4 de octubre de 1946, dentro de ese proceso experimental, que se transmite por primera vez un festejo taurino desde la Plaza México y se difunde en monitores colocados en escaparates de establecimientos comerciales en distintos puntos de la ciudad. Fue una novillada en la que actuaron Saúl Guaso, Roberto Muñoz Ledo y Joselito Ríos ante novillos de Milpillas. Para la estadística, Muñoz Ledo fue volteado por el segundo de la tarde, ingresando a la enfermería y salió para matar al quinto y cortarle la oreja.
Ya de forma comercial, la transmisión de festejos taurinos inicia la temporada de novilladas de 1950, año en el que toreros como Ramón Ortega, Jaime Bolaños, Humberto Moro, Lalo Vargas, Miguel Ángel García, Fernando Brand, Anselmo Liceaga o Pablo Tapia (aquél que el 2 de junio de 1946 cortara la primera oreja otorgada a un novillero en el nuevo coso capitalino), son quienes dieron paso a una nueva forma de disfrutar de la fiesta; en la tranquilidad del hogar y con la ilustración y el comentario de Pepe Alameda y de Aurelio Pérez, Villamelón.
Pronto los festejos taurinos televisados se hicieron parte de la vida de los habitantes de la Ciudad de México que era el área de cobertura de la incipiente industria, pero algo más de una década después, al empezar a cubrirse el resto del territorio nacional, las transmisiones empezaron a compartirse con el resto de la República, causando en algunos lugares un impacto negativo, pues ante el atractivo del cartel presentado en la llamada pantalla de cristal, la gente se abstenía de asistir a los festejos programados en las plazas de los lugares en los que residía.
¡Fuera cámaras!
El año de 1968 es reconocido como uno que trajo grandes cambios en la forma en la que la humanidad veía la vida y en México, también afectó a la fiesta de los toros. Primero, porque en cuestiones de transmisión de festejos se hicieron los primeros en colores. Unos afirman que fue el del 11 de febrero de 1968, el de la despedida del Ranchero Aguilar en la Plaza México y otros, que fue el 16 de junio de ese mismo año, en Querétaro, con una encerrona de Manolo Martínez. Sea cual fuere, la idea en este caso es que se comenzaba a regularizar la transmisión cromática con la finalidad de cubrir en esa forma los Juegos Olímpicos que iniciarían el 12 de octubre de ese año.
La empresa de la Plaza México en ese entonces estaba a cargo de Diversiones y Espectáculos de México (DEMSA), antecedente de la actual Espectáculos Taurinos de México y había tenido como gerentes al maestro Armillita, al ganadero Manuel Labastida y por esas calendas había puesto en la silla a una persona nacida en Cuba y de ascendientes originarios de Galicia de nombre Ángel Vázquez, que tenía una forma rara de hacer negocios taurinos. Este asunto lo cuenta de esta guisa Rafael Morales, Clarinero:
…Un letrero en su despacho dice: “Se prohíbe hablar de toros”. Una invitación ingeniosa y humorística a ser breve. En el negocio taurino, obviamente, se tiene que hablar de toros. Solía decir al principio Ángel Vázquez: “Yo no sé nada de toros. Sé de negocios. Háblenme de lo que entiendo.” Era una aceptación franca de su limitación en conocimientos taurinos; pero también un reproche a cómo se manejaba la fiesta de toros, en la que siempre se perdía a la larga…
Ángel Vázquez manejaba para DEMSA negocios del espectáculo como Los Pilotos Infernales o el espectáculo de patinadores Holiday on Ice y donde alcanzó cierta notoriedad fue en el beisbol, manejando los destinos del club Diablos Rojos de México.
Su forma de llevar el negocio de los toros fue la adaptación de la exclusiva a las maneras de los otros espectáculos que conocía. Ofrecía a los toreros un sueldo mensual a cambio de un determinado número de fechas al año en las plazas que DEMSA controlaba (Tijuana, Monterrey, Guadalajara, León, etc.) y el diestro se presentaría, previo aviso, en el lugar que se le asignara. Eso motivó que toreros como Jesús Córdoba, Juan Silveti, El Ranchero Aguilar y algunos otros dejaran los ruedos, pues su dignidad de figuras del toreo se veía agredida con esa manera de ser contratados.
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