lunes, 30 de noviembre de 2009

México: Toros y televisión (y II)

Pero Ángel Vázquez también hizo de la televisión un arma al servicio de sus propósitos. Guillermo H. Cantú lo cuenta así:



…A finales de los sesenta… Leodegario Hernández… había firmado un contrato por 25 corridas con el torero dándole un buen anticipo, pero como no pudo organizarlas le pasó a Vázquez el contrato con varias corridas pendientes de cumplir. En el texto se especificaba que las transmisiones de televisión se mantendrían ‘de acuerdo a la práctica usual’, punto que motivó los problemas. La compañía transmitía las corridas por el canal 4 de la capital del país, que únicamente cubría el Valle de México. Cuando la televisora cambió la transmisión de las corridas al canal 2, con cobertura nacional, la guerra quedó declarada. ‘Eso no es usual’, alegaron los toreros. ‘O nos pagan los derechos de televisión o no toreamos, a menos de que las cámaras salgan de la plaza’.
La primera oportunidad de medir fuerzas se presentó en Querétaro. Primera transmisión televisiva a color de una encerrona de Manolo Martínez, anunciada por la cervecería en todo el país, con plaza llena y expectación enorme. ‘Manolo exigió que salieran las cámaras o no torearía’. Los abogados Pablo y Pedro Suinaga, en representación de la empresa… se mostraron firmes en su posición y llevaron Notario Público al patio de cuadrillas para constatar los hechos y proceder conforme a Derecho. En medio del ambiente electrizado se encontraba Enrique Ortiz Izquierdo, director de publicidad de la cervecería…

Ante la irreductible posición de los contendientes, Ortiz Izquierdo cedió unos cuantos minutos antes de las 4 de la tarde. ‘Está bien’, dijo, ‘la cervecería - Moctezuma - paga’. El matador esbozó una sonrisa equívoca entre el alivio y el triunfo, pero el misterio verdadero tenía cara de toro en ocho versiones inéditas de Mimiahuápam, que nerviosas aguardaban en los chiqueros. El pleito se extendió y la cervecería advirtió a la torería, el lunes siguiente, de sus sólidos propósitos, despidiendo fulminantemente al señor Ortiz Izquierdo… Lo anterior sucedió el 16 de junio de 1968…
(En Manolo Martínez. Un demonio de pasión)


El asunto de Manolo Martínez sucedió en Querétaro, y aunque Cantú incurre en un lapsus histórico, pues los festejos taurinos de la capital mexicana y de otras plazas importantes del país se transmitían por televisión a toda la República desde principios de los años sesenta, pero su aserto refleja esencialmente la realidad de lo que sucedía entonces. Un semestre después de lo de Querétaro, en la Plaza México, ya no hubo manera de enderezar las cosas. Allí sí los toreros se negaron a salir y efectivamente no salieron. La versión de Daniel Medina de la Serna sobre ese particular, es como sigue:



…Esa temporada de 1969 estuvo determinada por varios conflictos; el primero de ellos, la ausencia de Manolo Martínez a pesar de estar contratado; el propio diestro declaró que mientras Ángel Vázquez, que daba ‘preferencia’ a los diestros españoles, estuviera al frente del negocio él no actuaría en ninguna de sus plazas y la más importante de ellas era la México… Los empresarios provincianos – Leodegario Hernández a la cabeza –, por medio de los toreros, tanto matadores como subalternos, lograron echar a la televisión de la Monumental; sin embargo, las dos primeras corridas todavía se transmitieron sin contratiempos, pero en la tercera (19 de enero, con Mauro Liceaga y las confirmaciones de Miguel Márquez y Fabián Ruiz) por estar instaladas las cámaras en la plaza los diestros se negaron a hacer el paseíllo y la corrida se tuvo que suspender. Esa tarde, en medio del desconcierto y en una actitud asaz inexplicable de las masas o de algún sector de ellas que manipuló al resto, hicieron bajar al ruedo al ‘doctor’ Gaona que estaba de espectador y hasta lo sacaron en hombros, quizá como una repulsa al empresario en funciones… La temporada, ya sin televisión, se reanudó dos domingos después… (En Plaza de Toros México. Historia de una cincuentona Monumental, Vol. II)


A partir de esa fecha, se transmitirían festejos taurinos desde las plazas del país, pero solo en ocasiones muy señaladas, como el caso de las despedidas de Luis Procuna, Joselito Huerta o el mismo Manolo Martínez, o aquella corrida de toros organizada a beneficio de la Cruz Roja, en la que actuaron mano a mano el mismo mandón regiomontano y Pedro Gutiérrez Moya, El Niño de la Capea, aprovechándose el fasto para celebrar la reanudación de relaciones diplomáticas con España. Ya la televisión en los toros sería la excepción, no la norma.




Entonces, resulta que no es la maldad de José Tomás la que ha echado las cámaras de televisión de las plazas mexicanas, sino que el autor del injusto, en primera instancia es nada menos que ¡Manolo Martínez!, la figura del toreo más grande que este país ha tenido en las últimas cuatro décadas y sus razones han sido las mismas que hace casi diez años asumieron el torero de Galapagar y José Miguel Arroyo, Joselito, para excluirse de los carteles que son objeto de transmisión televisiva.

…los toreros no tienen nada en contra de ser televisados… lo que no vemos digno es que las empresas, de espaldas a la decisión de los matadores, negocien con las cadenas de televisión… El torero debe decidir si quiere o no ser televisado… Todo esto no es por dinero… Lo decidido es por el bien de la fiesta… es imposible sorprender a la afición y no resultar monótono cuando 30 de tus festejos se pueden ver en la pantalla… La televisión, sí; pero con orden. Aunque, y de momento, este año no se torea en ningún sitio, las ferias más importantes incluidas, si la televisión está de por medio. No queremos que haya agravios comparativos… (El País, Madrid, 9 de marzo de 2000)


Esa fue la respuesta que dio su entonces apoderado Enrique Martín Arranz en una conferencia de prensa celebrada el 8 de marzo del año 2000 en el Hotel Victoria de Madrid, a la actitud adoptada por la empresa de la Plaza de Las Ventas y la plataforma que transmitió los festejos de la Feria de San Isidro de ese año, que en nota aparecida en el diario ABC de Madrid del 29 de febrero de ese mismo año dice:

…la exigencia de los matadores Joselito y José Tomás para que los festejos en los que participen no sean emitidos por televisión ‘es un asunto que no está en manos de los diestros, ya que Vía Digital ha adquirido la totalidad de las corridas de toros que tendrán lugar durante la prestigiosa feria madrileña… Lo que plantean tanto José Tomás como Joselito es un problema entre los empresarios y los propios toreros, un problema en el que Vía Digital no va a entrar porque no es la encargada de resolverlo’…




Así pues, creo que las razones de la historia son claras, no es la falta de sensibilidad de un torero extranjero (o gachupa, según se lea) la que nos impidió ver ayer el festejo de la Plaza México por televisión, desde mi punto de vista, es simplemente una cuestión de dignidad profesional - merecedora de ser imitada, creo yo - y la continuidad de algo, que orgullosamente provocaron los toreros y empresarios mexicanos en defensa de sus intereses profesionales, así que si lo queremos ver, pues a la plaza y por supuesto, pagando nuestra entrada.

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