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domingo, 16 de julio de 2023

16 de julio de 1939: Presentación y triunfo de Lorenzo Garza en Bogotá


La temporada 1938 – 39 en el Toreo de la Condesa se sostuvo en las columnas que representaron los nombres de Armillita, Lorenzo Garza y Alberto Balderas, en tanto que, en el capítulo ganadero, fueron los hierros de Piedras Negras, La Laguna, San Mateo y La Punta los que aportaron el elemento esencial ante el cual los toreros escribieron páginas importantes de la historia patria del toreo.

Quizás una de las páginas que más trascendió nuestras fronteras, fue la que escribió Lorenzo Garza el domingo 15 de enero de 1939, cuando despachó en solitario una corrida de don Antonio Llaguno y ante dos toros de vuelta al ruedo, Terciopelo – al que le cortó el rabo – y Escribano, reafirmó su posición de ser una de las más destacadas figuras con las que contaba en ese momento, la torería mexicana.

La temporada invernal 1939 en Bogotá

Para el año de 1939, la conducción de los asuntos de la plaza Santamaría de Bogotá estaba a cargo de la propia corporación municipal a cargo del alcalde doctor Germán Zea Hernández y don Enrique de la Concha, administrador del coso. Y aunque la temporada taurina típica es a finales del calendario o inicios del año siguiente, para ese invierno del 39 diseñaron una breve temporada de tres festejos, edificada sobre toros colombianos de Mondoñedo y tres diestros nada más. Ellos serían los mexicanos Lorenzo Garza y David Liceaga, quien había recibido la alternativa definitiva el 18 de diciembre de 1938 en el Toreo de la Condesa, cerrando esa tarde cortándole el rabo al toro Trianero de La Punta y el torero zamorano Félix Rodríguez II.

La presencia del Califa de Monterrey resultaba ser el eje de ese breve ciclo. En una nota firmada por T.V.G. en la edición del diario El Tiempo de Bogotá salida el 13 de julio, se decía:

Lorenzo Garza es un torero de vergüenza. Pertenece a la «raza de reyes» loada en estupendo romance por Federico García Lorca, cantor de gitanos y toreros que se jugaban la vida en las encrucijadas del azar con un cantar en los labios. Vamos a verlo ahora reviviendo en el circo de Santamaría la clásica estampa de España, la que nos recuerda las navajas de Albacete y la sangre irrestañable de Federico…

En ese ambiente, el festejo inaugural se anunció para el día 16 de julio de ese calendario y sería un mano a mano entre el zamorano Félix Rodríguez II y Lorenzo Garza, evidentemente, enfrentando los toros de los señores José B. de Santamaría y Francisco García, es decir, de Mondoñedo, en esos días de origen Santa ColomaBuendía.

La corrida inaugural

La crónica firmada por K – Milo en el mismo diario El Tiempo, al día siguiente del festejo, tiene un interesante introito:

¡Así me las den todas! Sobre la corrida de ayer hice toda clase de pronósticos... que nadie me creyó. La gente supuso que Lorenzo Garza era un torero valiente e ignorante; creyó esa gente que Mondoñedo mandaría seis becerrotes; y nadie – ni yo mismo – pude convencerme de que el actual empresario – el municipio de Bogotá – pudiera hacer nunca una temporada de éxito… La primera emoción de la tarde la tuve al llegar al parque, y conste que entonces eran apenas las dos y cuarto de la tarde. La «cola» de espectadores formaba ya una larga fila hasta las puertas de sol, sobre la carrera quinta. Las ventanillas de los expendios no se veían, rodeadas de aspirantes a depositar su dinero allí, a cambio de boletos; y en ese momento apareció sobre las puertas el muy taurino y muy agradable letrero – para la empresa, se entiende – «se agotaron las entradas» … ¡Que viva el municipio! …

Como se ve, los carteles de toros, ofrecidos con imaginación y seriedad atraen a la afición y consiguen que las plazas se llenen. Pruebas en la historia hay, y muchas.

El triunfo de Lorenzo Garza

El concepto de triunfo hoy en día está reducido a la suma de orejas y rabos que un torero pueda obtener en una tarde determinada. Nunca está de más recordar aquella afirmación que se atribuye a Manolo Martínez, en el sentido de que esos apéndices no son más que retazos de toro. El triunfo real consiste en penetrar en el ánimo de la afición y en que esta espere ver a ese torero en una siguiente tarde, independientemente del marcador de trofeos o de salidas en hombros reglamentadas y, por ende, prefabricadas. El triunfo tiene su esencia en los tendidos, en los que pagan su entrada y no en porristas habilidosos y costaleros a sueldo.

Hago la anterior reflexión porque El Ave de las Tempestades triunfó en Bogotá ese domingo, aunque solamente se haya llevado una oreja en la espuerta. Pero el triunfo fue suyo. Así lo contó el nombrado K – Milo:

De Garza recuerdo toda su actuación. Sin embargo, quiero rememorar, en su primer toro, los cinco naturales a los acordes del pasodoble «El Novillero», en redondo, que le dio para iniciar la faena. Cinco naturales que no recuerdo habérselos visto nunca a ningún torero que haya actuado en Bogotá. Y, para que no se contradiga, rememoro: Ortega no los dio, porque nunca se «echó» la muleta a la izquierda; «Niño de la Palma» los dio una vez, pero ayudados con el estoque… Estoy hablando de figuras... Garza se llevó la oreja que obsequió el tendido 8. El de los grandes aficionados… Recuerdo también la forma de entrar a matar al primer toro; lentamente, cruzando, exponiendo y dejando al toro para el arrastre. Y algo más, la manera de matar al toro último de la tarde, un toro engatillado (corto de cuello), que por contextura física no dejaba pasar el brazo del espada, el cual lo «finiquitó» de media lagartijera clásica… En mi opinión, para no alargarme, lo que vi ayer a Garza con la muleta, me dejó plenamente satisfecho. Me declaro, desde ahora, «garcista» cerrado. ¡Y ya veremos el domingo lo que sucede!

La crónica afirma que el lote que le correspondió al torero de Monterrey fue el más complicado del encierro y que, sin embargo, el debutante se impuso a esas condiciones y dejó constancia del por qué era en su tierra uno de los diestros más cotizados. 

Félix Rodríguez II, también triunfador

El torero de Fuentelapeña también salió con la oreja del quinto en sus manos. El cronista refiere que sacó el mejor lote en el sorteo y, evidentemente, lo aprovechó:

El mejor lote le correspondió a Félix Rodríguez. Tuvo, sobre todo, un quinto toro, un ejemplar de bandera, a quien le colocaron el poco agradable nombre – no por importancia sino por ser ajeno a nuestro idioma y a nuestra raza – de «Marconi» … Y Félix logró triunfar con ese toro. Y le cortó la oreja. Y dio vueltas al ruedo. Y recogió flores. Así le formó el zamorano la pelea a Garza a base de voluntad, de deseos de agradar y de torear bien, sobre todo con el capote… Y, ¡qué bien toreó ayer con el capote Félix Rodríguez! ¡Tan bien como Garza con la muleta! ...

Hace algunos domingos escribía aquí sobre la redondez de una tarde de toros. Quizás esta puede ser un buen ejemplo de otra de esas tardes en las que todo sale como se debe y todos los que asistieron a la plaza, salieron satisfechos, contentos y deseosos de volver al siguiente festejo.

Los toros de Mondoñedo

El cronista planteaba al inicio sus temores de que el encierro a lidiarse fuera chico, cómodo, vamos. Sin embargo, los ganaderos presentaron un lote adecuado a las circunstancias y como todos los toros de lidia, algunos no tuvieron palabra de honor:

Bello lote de toros enviaron ayer los señores José B. de Santamaría y Francisco García. Gordos y buenos mozos. Como de rigor – aquí, en España, Méjico, y la Conchinchina rusa – salieron bravos y mansos…

De lo hasta aquí contado, creo que se puede apreciar que esos toros fueron aprovechados debidamente de acuerdo a sus condiciones y que sus criadores terminaron la tarde con su prestigio al alza.

El resto de la breve temporada

Para el segundo festejo de ese corto serial, se anunció para el 23 de julio a Lorenzo Garza y David Liceaga mano a mano y el cierre se daría el domingo 30 con una terna formada por Félix Rodríguez II, Lorenzo Garza y David Liceaga. En ambos casos, los toros serían también de Mondoñedo, ganadería colombiana que en ese momento era la que estaba a la cabeza de la crianza del toro de lidia en esas tierras.

Una feria breve, con un corto elenco, pero que, acomodando las piezas con imaginación, pudo captar la atención de la afición de la capital colombiana, dejándonos claro que entonces, como ahora, Bogotá es una de las capitales importantes de la América taurina.

domingo, 15 de diciembre de 2013

13 de diciembre de 1931: Triunfal alternativa de Luciano Contreras en Bogotá

Plaza de Toros Santamaría de Bogotá
La que hoy conocemos como la Plaza de Toros Santamaría se inauguró el 8 de febrero de 1931 y era conocida en esos días solamente como Plaza de Toros de Bogotá. Fue edificada gracias al esfuerzo e inversión de don Ignacio Sanz de Santamaría, quien poco menos de una década antes formara la ganadería de Mondoñedo, a partir de vacas nacionales y sementales españoles de Santa Coloma y Veragua.

El primer año de funcionamiento de la Santamaría constó de tres temporadas, la de inauguración, una que se celebró a mediados del año y la que da motivo a esta entrada, iniciada precisamente con este festejo y que contaba con la presencia de los matadores Cayetano Ordóñez Niño de la Palma, Manuel del Pozo Rayito, Sidney Franklin y Andrés Mérida y de los novilleros Francisco Gómez Aldeano y Luciano Contreras que recibirían la alternativa.

La mayor parte de los encierros vendrían de la ganadería de Mondoñedo, destacando las corridas de apertura del serial – 13 de diciembre – y de cierre del mismo, en el que el Niño de la Palma enfrentaría en solitario la corrida, aunque al final cediera el sexto al sobresaliente Andrés Mérida.

Dramatis personae

El malagueño Andrés Mérida había recibido la alternativa en Sevilla en abril de 1930 y en esa tarde, llevando de padrino a Chicuelo y de testigo a Cagancho, le cortó el rabo a uno de sus toros. Confirmó ese doctorado en octubre de ese mismo año en Madrid y sumó 11 corridas en ese calendario.

Luciano Contreras gustó de caminar por las veredas del arte. Quizás fue por eso que en su carrera se notaron las intermitencias de los triunfos. Se presentó en El Toreo en 1925 y había actuado en Madrid en 1930 y tuvo éxitos de consideración.

Por su parte el valenciano Francisco Gómez Aldeano tenía cierto predicamento en Madrid y sus alrededores por el valor que demostraba delante de los toros, aunque su desempeño con las telas, al decir de Cossío fuera basto.

La corrida

El anuncio de la corrida
El Tiempo, Bogotá, 13 de diciembre de 1931
El anuncio del festejo aparecido en el diario El Tiempo de la capital colombiana el día de la corrida, establecía el orden en que los espadas anunciados actuarían en los tres primeros toros y así, se indicaba que Aldeano estoquearía el primero de la tarde y por ende recibiría la alternativa en el mismo; que el segundo correspondería a Luciano Contreras previa la cesión de trastos y que Andrés Mérida estoquearía al tercero y que una vez cumplidas las ceremonias, la lidia tomaría su orden normal, con Mérida estoqueando el cuarto, Aldeano el quinto y Luciano el sexto.

De la relación del festejo que se contiene en el mismo diario, aparecida al día siguiente y firmada por Jorge Forero Vélez Ro – ZETA, se desprende que el orden seguido no fue precisamente ese, sino que efectivamente Aldeano estoqueó al que abrió plaza, pero Mérida se enfrentó al segundo y Contreras recibió la alternativa con el tercero de la tarde, según podemos leer:
La corrida de inauguración. Triunfo de Luciano Contreras. Mérida fracasa estruendosamente. Cogida de Aldeano. Toros malos y mansos. Un verdadero río humano semejaba ayer tarde la Avenida de la República, encauzando a millares de espectadores que se dirigían a la plaza. Las oleadas de muchedumbre efervescente, ávida de sensaciones, invadieron los tendidos y palcos. Lleno rebosante el sol y muy buena entrada en sombra. Doce mil aficionados batieron palmas, cuando a las tres y media el presidente hizo sonar el clarín para que salieran las cuadrillas… Grande expectativa y mucho entusiasmo al comenzar. Más tarde, broncas y fortísimas protestas. Luego, ovaciones delirantes premiando el arte y el valor. De todo hubo en la corrida de ayer; cosas muy buenas y cosas muy malas, triunfos y fracasos; pero en general, el festejo dejó esa sensación agitada y violenta, contradictoria a veces, propia de la fiesta brava… Tercero. Número 101, negro, astifino y más pequeño que los anteriores. Todavía duraban las protestas por lo anterior, cuando, señores, inesperadamente, el diestro mejicano Luciano Contreras, que había pasado desapercibido hasta el momento, electriza a los espectadores con cuatro verónicas que fueron cuatro monumentos. Qué cantidad de arte, de majeza y de valor. Es imposible torear más cerca e imprimiendo a la silueta mayor elegancia y armonía. Allí, frente al tendido 3 queda eso, para que lo mejore quien pueda… En los quites vuelve a deleitar al respetable con verónicas, medias verónicas y recortes sobrios y estilizados. Coge luego banderillas y clava un par entre ovaciones. Maera, el otro mejicano, también es aplaudido en su turno. La faena de muleta merece párrafo aparte… Previa la ceremonia de la alternativa, Luciano se encara con el burel e instrumenta un pase por alto, luego otros de pecho y por alto, todos de colosal estilo, dos ayudados, barriendo el lomo con el trapo rojo y estalla la ovación. Estamos en presencia de un torero grande. Enseguida tres naturales, asombroso el primero. Más tarde, algo increíble y deslumbrador que produjo en los espectadores, ya emocionados hasta el paroxismo, un verdadero rugido de entusiasmo: un pase de la firma en que el cornúpeto dio una vuelta completa, enroscado en la cintura esbelta del artista. Un conjunto de belleza plástica insuperable. He ahí la grandiosidad de la fiesta española: el dominio de una fiera por el arte. Y para completar, un estacada hasta el pomo, que hace innecesaria la puntilla. Doce mil pañuelos garabatean la demanda de la oreja para el triunfador, y las gargantas enronquecen aclamándolo. Infinidad de vueltas al ruedo y todos los honores se le dispensan… Sexto. Número 58, negro zaino, bien puesto de cabeza y muy bonita lámina. Es más bravo que sus hermanitos y hace alguna pelea con los montados; sin embargo, para no desentonar demasiado con los cinco restantes, se sale suelto del último puyazo. Contreras reafirma la magnífica impresión producida en su primero. Con el capote y muleta vuelve a ser calurosamente ovacionado y redondea su halagador éxito, demostrando ser uno de los mejores toreros llegados a estas altiplanicies. Vueltas al ruedo, apoteosis final y salida en hombros hasta el hotel fueron el epílogo de su brillante jornada… Resumen. Entusiasmo desbordante al comenzar, tocado en violenta indignación contra un torero que no supo respetar su nombre, ni la categoría de nuestra plaza mofándose de la tolerancia del público. En otras ocasiones el entusiasmo del comienzo subió hasta los límites del delirio aclamando la sublime labor de Luciano Contreras. En cuanto a Aldeano, se mantiene una cierta expectativa, para saber si vuelve por sus fueros de buen torero, ya que de matador, a todos nos dejó satisfechos… Parte del malestar producido en la plaza, se debió al ganado de Mondoñedo: malo, manso y bronco, no hizo el menor honor a su divisa… Las cuadrillas, regulares. Mucho desorden en la plaza, miles de capotazos inútiles y mala dirección de lidia. Maera, el banderillero mejicano que se distinguió con los palos, abusó, en cambio, de manera con el capote. De los picadores, recordamos a Calderón y a Abadía (hijo)…
A Andrés Mérida se le fueron vivos dos toros, el primero de su lote y el quinto de la tarde que tuvo que haber matado por percance de Aldeano, que recibió una herida en el cuello, del lado derecho, sin que el diario consultado revele parte facultativo que aclare la magnitud de las lesiones que sufrió.

Luciano Contreras
Foto cortesía del blog
Toreros Mexicanos
Don Luis Ruiz Quiroz, en sus Efemérides Taurinas Mexicanas señala que en esta tarde, Luciano Contreras obtuvo el primer rabo que se concedía en la plaza de toros Santamaría, aunque la crónica consultada no refleja la concesión de tal apéndice.

Una buena tarde no hace verano...

Andrés Mérida renunció a la alternativa en 1934. Poco toreó en su nueva incursión en el escalafón novilleril. Falleció en 1939.

A Aldeano tampoco le sirvió de mucho el doctorado de esta tarde, pues para el día de San José de 1932 ya estaba anunciado en Madrid con novillos de Santa Coloma y llevando como alternantes a Juan Mazquiarán Fortuna Chico y a Félix Rodríguez II.

Luciano Contreras quizás tuvo uno de sus momentos de mayor notoriedad en los despachos, en 1946, cuando pretendió romper relaciones con la torería española porque Manolete no pudo – o no quiso – torear la corrida a beneficio del Sanatorio de Toreros. Él terminaría recibiendo otras alternativas: en septiembre 1932 en Cuenca, España, misma que confirmó en El Toreo en noviembre de ese mismo año y en diciembre de 1936 en Querétaro.

Así era la fiesta cuando había toros en Bogotá.

Aldeanos