Mostrando entradas con la etiqueta Sobresaliente. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Sobresaliente. Mostrar todas las entradas

domingo, 1 de junio de 2025

25 de mayo de 1975: El sobresaliente Julián de Mata, paga su cuota de sangre en Las Ventas

Ya había planteado, al comentar la confirmación de alternativa de Manolo Arruza, que el San Isidro de 1975 se caracterizó por la gran cantidad de encierros rechazados en todo o en parte. El 24 de mayo, la corrida de José Luis Osborne que debieron enfrentar Miguelín, Paquirri y Paco Alcalde fue echada para atrás y la solución que dio la empresa, fue tomar el encierro de Alonso Moreno de la Cova anunciado para el día siguiente, que, en teoría, enfrentarían Francisco Ruiz Miguel y Antonio José Galán mano a mano.

Al final de cuentas, el encierro sería sustituido por otro de la misma procedencia, pero de menos presencia que el que se apropiaron las figuras para poder cumplir su compromiso la víspera. Y es que no estaba rematado todavía. Le contó José María Recondo, apoderado de Antonio José Galán a Manuel Molés, en esos días, redactor del diario madrileño Pueblo:

La empresa tuvo un problema y se llevó nuestra corrida. Podían haber lidiado la de Palha. ¿A que no se atreven a quitársela a Camino...?» «Naturalmente», contesta Recondo, mientras atiende a su torero. Galán no le ha dado importancia al toro, ha metido el pico y ha toreado con la muleta muy retrasada. «Ese – contesta Recondo – es un vicio de casi todos los toreros...» … La corrida es una de las más chicas de la feria. Resulta que Alonso Moreno no la tenía prevista para Madrid. Es más, esta corrida iba a lidiarse en Valencia en el mes de julio...

Como es de costumbre, quienes tienen una posición preponderante en los estamentos taurinos, disponen de las cosas a favor de su interés. Y a veces, el resultado final, se tuerce.

La decimoséptima del San Isidro del 75

El festejo del domingo 25 de mayo se celebró en un ambiente bastante caldeado. Ya se había apuntado por aquí, que uno de los signos de esta feria fue el del constante baile de corrales que motivó la sustitución de los toros anunciados originalmente por otros que no estaban originalmente contemplados en el programa del serial y por el reacomodo de otros encierros en detrimento del interés de los espadas anunciados con ellos.

En el caso del mano a mano entre Francisco Ruiz Miguel y Antonio José Galán, al menos inicialmente, en el papel, no parecía haber cambio alguno, pero en el fondo, el encierro reseñado por la empresa y por sus apoderados para la fecha, el 25 de mayo de 1975, no era el que habían aceptado, pues como se planteó líneas arriba, se había lidiado la fecha anterior para suplir a otro distinto que había sido rechazado y lo que teóricamente saldría por toriles, era otra corrida que estaba siendo preparada para ir a Valencia el mes siguiente.

Y al final de cuentas, lo que aprobaron las autoridades madrileñas ni siquiera fueron los seis toros, porque se sortearon solamente cinco de los de Alonso Moreno y uno de El Jaral de la Mira. Y de los titulares, el abreplaza sería aceptado por la concurrencia hasta el primero tris.

Ante un lleno de no hay billetes, Ruiz Miguel y Galán tuvieron que enfrentarse a un encierro complicado. Las crónicas del festejo no cuentan mucho acerca de sus actuaciones, porque el difícil juego de los urcolas de don Alonso, los mandó a ambos a la enfermería. El primero en caer allí fue Ruiz Miguel, quien tras la lidia del tercero ingresó, emitiéndose el siguiente parte médico por el doctor Máximo García Padrós:

El diestro Francisco Ruiz Miguel ingresó en la enfermería tras la lidia del tercer toro de la tarde, presentando heridas en la región superciliar y malar izquierda; puntazo corrido en la cara posterior del muslo izquierdo. Conmoción cerebral. Pronóstico reservado...

Durante la lidia del quinto de la tarde también fue lesionado Antonio José Galán. El parte médico emitido es el siguiente:

Contusiones y erosiones múltiples. Conmoción cerebral. A descartar fractura de fémur. Pronóstico reservado...

Esa última lesión y el dictamen facultativo, dejaron las cosas dispuestas para que la tragedia que merodeaba la plaza de Las Ventas, se consumara.

Julián de Mata, sobresaliente de espadas

Heridos los diestros anunciados en el cartel, el sobresaliente de espadas tenía que terminar el festejo. Ese 25 de mayo del 75 se había anunciado en el cartel a Julián de Mata – civilmente Julián de la Mata González – nativo de Cehegín, Murcia, de donde salió para Madrid, para tratar de hacerse torero, pero terminó de taxista y siguió pagándose el carnet, para poder seguir vistiendo el terno de luces y al menos poder salir de sobresaliente. Escribió Juan Teba de Montes, en el número de El Ruedo fechado el 10 de junio de ese 1975:

Y se hizo taxista. Y de aquí para allá, transportando seres humanos que le hablaban de extrañas historias que no comprendía. Y mire usted por dónde se le brinda la oportunidad de torear dos novilladas... Y al final, lo de siempre. Sobresaliente. Ni banderillero, ni corredor. Nada. Bueno, sobresaliente. Y con la misión propia del cargo, a contemplar los rostros crispados de los maestros y los chanchullos de los «hombres de confianza». Sí, el pago: cuatro migajas...

La oportunidad que terminó en tragedia se le presentó a los cuarenta y dos años de edad, en un momento en el que muchos toreros ya empiezan a pensar en dejar de vestir el terno de luces. Pero Julián de Mata tenía todavía la ilusión de demostrar que podía ser alguien en el planeta de los toros. Le tocó aprender el toreo junto a la vía del tren de Arganda con Alfonso Merino, Luis Parra Parrita, y Martín Sánchez Pinto, entre otros.

Pero el oficiar como sobresaliente no era una manera muy sencilla de exhibir sus aptitudes. Desde el inicio de la década de los 70, era un fijo en los festejos que organizaba la casa Chopera y que requerían sobresaliente. Le pude localizar al menos tres presentaciones en tal calidad en Las Ventas, una, el 4 de octubre de 1970, cuando el torero canario Pepe Mata despachó en solitario una corrida del Conde de la Maza, resultando herido; el 28 de mayo de 1972, en el mano a mano que torearon don Antonio Bienvenida y Andrés Vázquez con toros de Victorino Martín y el 20 de junio de 1974, con un cartel de toreros igual al de la fecha que nos ocupa, pero con toros de Martínez Benavides, con motivo de la Corrida de la Prensa de ese calendario.

Como todo sobresaliente, entonces y en la actualidad, su actividad es espaciada, limitada y el sitio que tienen delante de los toros es evidentemente escaso.

El hacer de Julián de Mata quien estrenaba esa tarde un vestido grana y oro, estuvo marcado entre el escándalo en los tendidos y la tragedia. Cuando se llevaron a Antonio José Galán a la enfermería, Jaime Ostos desde su localidad, le hacía saber al presidente García Valiño que debía suspender la corrida, porque el sobresaliente no estaba en capacidad de terminar con el festejo. Posteriormente, Bartolomé Sánchez Simón también matador de toros, se tiró al ruedo ofreciéndose a despachar al quinto y al sexto, recibiendo por respuesta la orden presidencial de ser detenido y remitido a la comisaría. Escribió Alfonso Navalón en la edición de Pueblo ya citada:

Aquí, señor presidente, en el instante justo que se llevaban a la enfermería al segundo matador, era el momento justo de suspender la corrida. Así lo pedía el público y ésta sería la solución lógica, habida cuenta que Julián de Mata es un hombre que no podía afrontar semejante prueba. En todo caso, cabía acceder al ruego de un matador de toros para matar el sexto. Porque esto ha pasado ya muchas veces en casos semejantes. “Simón” bajó a pedir permiso y fue detenido. Con todos mis respetos, considero que no era la decisión adecuada. “Simón” no era un espontáneo, puesto que, al no haber ningún toro en la plaza, mal pudo interrumpir la lidia. Cabía, aceptar o denegar su ruego. Nada más...

Posteriormente, García Valiño esgrimiría los argumentos de que el reglamento no lo permitía y también el de que no había precedente. Este último es el favorito de la autoridad cuando no quiere actuar en determinado sentido, pero cuando menos, encontré uno en la hemeroteca, cuando el domingo 23 de agosto de 1953, el matador Octavio Martínez Nacional, bajó del tendido para despachar un novillo devuelto que no quería regresar al corral, con el permiso de la presidencia de ese día. En conclusión, el precedente existe.

Y salió el sexto de El Jaral de la Mira. La intervención del sobresaliente fue brevísima, sigue contando Navalón:

Luego llegó el horror de la cornada a Julián de Mata. Como era previsible, nada más abrirse de capa quedó a merced del toro, y todos volvimos la cara con horror, cuando, cosido en la mazorca del pitón, llevaba un pedazo del chaleco del pobre sobresaliente, víctima absurda de una situación todavía más absurda. Porque aquí no cabe invocar el reglamento. Estábamos ante un caso de conciencia. Estaba en juego la vida de un hombre...

Y es que, García Valiño, policía de formación y ocupación, al fin y al cabo, se escudó siempre en la interpretación literal del texto legal, según se lo declaró a Pilar Trenas en la edición del ABC madrileño del día 27 siguiente:

Mientras haya un sobresaliente vestido de torero, la corrida debe continuar, según el reglamento... Lamento el percance, pero el reglamento lo dice así...

El parte médico de Julián de Mata

Después de ser intervenido en la enfermería de la plaza, el doctor Máximo García Padrós, extendió el siguiente parte facultativo:

Herida por asta de toro en la cara posterior del hemitórax derecho, entre la novena y décima costillas, penetrando en la cavidad torácica con grandes destrozos en los lóbulos inferiores y medio del pulmón derecho, contusionando el pericardio. «Shock» traumático intenso que precisó transfusión de 1200 centímetros cúbicos de sangre. Pronóstico muy grave...

Le declaró el doctor García Padrós a Manuel F. Molés:

¡Chico qué cornalón!... Un cornalón. Pero tengo esperanza de que se recupere; claro, que luego hay que contar con las complicaciones. Pero ha sido algo muy gordo. Fíjate que tenía tres cornadas en el pulmón: pero tres boquetes así de grandes. Ya veremos...

Tras de concluir la intervención se dudaba si trasladar al torero herido al Sanatorio de Toreros o a otra unidad hospitalaria de alta especialidad para continuar su tratamiento, al final de cuentas, se decidió llevarle al Francisco Franco, para que un especialista en cirugía de tórax continuara con su tratamiento.

En su cama del hospital, atendió a Manuel F. Molés, quien en la edición de Pueblo del 29 de mayo siguiente, publicó lo siguiente:

Me duele más el no haber estado bien que la cornada.

- Pero, Julián, si no podías estar bien.

- ¿Por qué?

- Porque no estabas preparado.

- Sí lo estaba. Toreo mucho de salón.

- Pero el toro es otra cosa. Torear de salón es torear al aire. Imaginar un sueño. Hace falta el toro, la práctica. ¿Desde cuándo no te has puesto delante de un toro?

- El año pasado.

- ¿Te das cuenta de que era imposible estar bien, de que lo más seguro era la cornada?

- No. Lo que pasa es que en la voltereta que me dio el quinto me dislocó la mano derecha y no pude mandar debidamente al sexto con el capote. Si no es por la mano estropeada a estas horas hubiera cambiado mi futuro.

- Ya. ¿Cuánto te han pagado, Julián?

- Todavía no he cobrado. Lo estipulado son ocho mil, y vienen a quedar seis mil y pico limpias... Pero la empresa es muy buena conmigo.

- ¿A cuánto asciende esa bondad?

- El año pasado me dieron doce mil...

- En la taquilla habría seis o siete millones ¿Te parece suficiente ese sueldo tuyo?

- No lo sé...

Insisto: es increíble, pero real. Charlando con él me duele hacer preguntas necesariamente duras. Nadie puede convencer a Julián de Mata que era una barbaridad dejarlo salir. Nadie puede convencerle que no le bastaba un carnet si no tenía una preparación. Nadie puede convencerle que le contrataron como comparsa precisamente porque no tenía nada que hacer. El sueña un sueño imposible, temerario, bárbaro, y al fin y al cabo comprensible.

- Molés, yo tengo que ser matador de toros...”

Julián de Mata no perdía, ni en la cama del hospital, la intención de recibir la alternativa de matador de toros algún día.

En un apunte de interés meramente económico, a un tipo de cambio directo, las ocho mil pesetas de 1975, equivalen a 48.08 euros de estos tiempos y deflactados, serían aproximadamente 2000 euros contantes y sonantes. Es decir, casi nada.

El día después

La tragedia de Julián de Mata movió a los estamentos de la fiesta. La posición y función del sobresaliente se cuestionó y se pidió opinión a personas destacadas dentro del medio. Entre otras, destaca la opinión de Antonio Bienvenida, quien dijo al respecto:

Debería ser un novillero con experiencia, que conociera el oficio. También un matador de toros, aunque siempre o casi siempre hayan sido novilleros. Yo exigiría que estuviesen en activo y que hubiesen toreado un mínimo de corridas, porque en caso contrario se exponen a una catástrofe...

Por su parte, Paco Camino también comentó su parecer sobre ese particular:

La culpa la tienen las empresas. Hay gente joven capaz de resolver un problema con rapidez. Yo exigiría que fuese capaz, un número de actuaciones por año con caballos y que tengan también ilusión, que es algo muy importante. Lo que sucede es que si son novilleros piden que les den alguna compensación, y las empresas no quieren complicaciones de ese estilo...

Ambas opiniones me hacen pensar que los dos toreros ven al sobresaliente como una especie de convidado de piedra que no se luzca, que sea eficiente nada más, que se mantenga en la sombra y evite destacar en toda medida.

Julián de Mata se tuvo que quitar de torero a causa de esta cornada, aunque en el lecho del dolor le insistiera a Molés que tenía que llegar a matador de toros. En 2016 varios toreros que don Máximo García Padrós curó de sus cornadas se reunieron con él con motivo del cincuentenario de su actividad como cirujano en la plaza de Las Ventas. Sobre esa reunión escribió Ana María Ortiz para el diario El Mundo, de Madrid y entre otras cosas dijo:

En representación de la década de los 70, la primera de García Padrós en el servicio médico de Las Ventas, Julián González de Mata. Traje chaqueta azul marino, 82 años bien llevados, aunque pierda el resuello cuando circulamos arriba y abajo por el graderío. «Julián, ahora te ponemos un poco de oxígeno cuando bajemos a la enfermería», bromea el doctor. Aquel 25 de mayo de 1975 Julián de Mata – ese era su nombre artístico – era sobresaliente – suplente, coloquialmente hablando – pero los dos titulares en el cartel sufrieron sendas cogidas y tuvo que salir. «Me metió el pitón en la cintura, me levantó en el aire y me llegó el pitón a dos centímetros del corazón. Me quedé con seis pulsaciones, pensé que me moría», rememora. Tras el envite no pudo ya retomar la carrera taurina y se hizo taxista, profesión que también tuvo que abandonar por las secuelas. «Gracias a la bondad de señora Cuqui Fierro (famosa aristócrata madrileña) que me ayuda desde entonces», pide que se recoja en estas líneas...

Las cornadas de los toros tienen secuelas que se arrastran, a veces, por toda la vida. Esta de Julián de Mata es una prueba de ello.

domingo, 9 de noviembre de 2014

9 de noviembre de 1947: La epifanía de Manuel Capetillo

9 de noviembre de 1947
Hace unas semanas escribía aquí mismo acerca de los sobresalientes y del hecho de que en la actualidad su participación en los festejos se ha reducido a un mero trámite y que cuando han tenido que cumplir con su cometido y lo hacen con atingencia y a veces hasta con lucimiento, no reciben más recompensa que la paga convenida por estar en la plaza el día y hora convenidos, sin que se les considere en lo posterior como toreros para recibir una oportunidad de mostrar, como partes de un cartel, sus dotes artísticas.

Hoy hace 67 años que Manuel Capetillo partió plaza en la plaza El Progreso de Guadalajara casi en esas condiciones. Para ese domingo la empresa de don Ignacio García Aceves había anunciado una novillada de Lucas González Rubio que matarían mano a mano el tapatío Luis Solano y el triunfador de la Plaza México, Fernando López El Torero de Canela. Varias fueron las peripecias por las que tuvo que pasar Capetillo para salir como sobresaliente esa tarde. La versión de Fernando López sobre ese particular es así: 
A la hora del desayuno llegó el empresario a saludarles… En esta ocasión, después de los saludos y demás cortesías les expuso lo siguiente: “Durante muchos años tuve un amigo, el cual falleció hace poco tiempo. Uno de los hijos de este amigo quiere ser torero. Nunca lo hemos visto torear, pero el muchacho tiene tipo. Pensamos que siendo el cartel de mañana mano a mano, podría salir y que le permitieran hacer un quite para que nosotros lo podamos ver. La Unión de Matadores ya nos envió al sobresaliente oficial, por lo que de aceptar ustedes – era a Rodolfo y a Fernando a quien se dirigía – saldría de más. Rodolfo, con un movimiento de cabeza interrogó a Fernando, quien dijo: Por nosotros no hay inconveniente, pero quien debe autorizarlo es Luis Solano como primer espada en el cartel. En principio, yo lo acepto… Los toros de Lucas González Rubio eran grandes, gordos. El cuarto de la tarde embistió bien al capote de Fernando… Se colocó al toro para el tercer puyazo. Fernando buscó con la vista al recomendado de la empresa y con la cabeza le hizo la seña para que saltara al ruedo a hacer el quite… el muchacho ejecutó cuatro fregolinas y una revolera ¡increíbles! por lo lentas y ceñidas. El público enloqueció de entusiasmo y sorpresa, aventó todo lo que tuvo en las manos; flores y sombreros cayeron al ruedo y aplaudió a rabiar durante un par de minutos… El quinto toro no embistió tan bien como el anterior y en los quites el público empezó a pedir a gritos al sobresaliente. Fernando se acercó a Luis y le dijo: “Déjalo hacer un quite para que la gente se calme. Este toro no embiste tan claro como el otro…”. “Sí – dijo Luis – a ver que le hace a este…” Y dirigiéndose al muchacho, con una seña del brazo le indicó que hiciera el quite… Se fue al toro, este le embistió y le hizo cuatro gaoneras con las manos muy bajas, en el mismo sitio y casi sin moverse. Remató nuevamente con una revolera. ¡Todo increíble! El público enloquecido le hizo dar la vuelta al ruedo. Cuando él último toro cayó muerto… Luis y Fernando caminaron a sus automóviles viendo a ese torero – desconocido hasta unos minutos antes – a hombros de la multitud… He dejado hacer quites a varios y este es el primero que tiene con que aprovechar la oportunidad. ¿Cómo se llama?, Manuel Capetillo – contestó el mozo de espadas - oí que así le nombraban…
Como podemos leer de las palabras del Torero de Canela, el primer quite se lo concedieron a Manuel Capetillo por una especie de obligación hacia el compañero que estaba con ellos en el ruedo solamente en espera de la eventualidad de que les ocurriera un percance y el segundo, fue en alguna medida por complacer el clamor de la concurrencia, pero viendo además que el toro no era tan claro como el anterior en el que había quitado. Allí tuvieron la ocasión de apreciar que lo realizado la primera vez no fue mera casualidad, que estaban delante de un torero que tenía un promisorio futuro delante.

Pero Manuel Capetillo también contó su versión de estos hechos. Lo hizo en un libro titulado Manuel Capetillo. Más allá de la leyenda, en el que narra su paso por los ruedos y por los escenarios. Al referirse a esta particular tarde de toros, dice lo que sigue:
Me enteré de que la empresa de Guadalajara organizaría una serie de novilladas, en una de las cuales – el doce de octubre de mil novecientos cuarenta y siete – estaba anunciado un mano a mano entre Luis Solano y Fernando López, con toros de Lucas González Rubio… Yo conocía bien a Luis Solano, por lo que me planté frente a él – la decisión se la echaba a la gente, ya que no me dejaban hacerlo ante los toros – y le pedí que me dejara hacer un quite, uno solo, en uno de sus toros. Me dijo que estaba de acuerdo, pero necesitaba consultar con el empresario, don Ignacio García Aceves… A los pocos días vino la respuesta: “Imposible, el sobresaliente de la corrida ya está puesto y se llama el ‘Niño de la Rosa’”… Pero, ya que había convencido a Luis Solano de que me dejara hacer un quite, no podía conformarme e insistí personalmente con el empresario. Que me dejara hacer un quite, nada más un quite, aunque no saliera como sobresaliente. ¿Por qué no?... “Pues porque no se puede, porque no se hace nunca y porque lo impide el Reglamento. Sólo el delegado de la Unión de Matadores podría autorizar tal excepción”, me respondió don Nacho García Aceves… “¿Y quién es el tal delegado?”… “Un señor que se llama Ángel Martínez”… “¿Si lo convenzo a él estará usted de acuerdo?”… “Está bien, te doy la oportunidad… Aunque don Nacho ha de haber pensado que no convencería al delegado, ya encarrilado en eso de los convencimientos – que es casi como ligar los naturales –, el último fue lo de menos… “El torero está de acuerdo. El empresario está de acuerdo. Usted, como delegado, no puede estar en desacuerdo, ¿verdad? Sería una grosería con ellos”, le dije… “No, pues no. Siendo que todos están de acuerdo, adelante”, me contestó… Ya sólo faltaba lo más importante: conseguir un traje de luces, porque no tenía ninguno, ni dinero para alquilarlo y mucho menos para comprarlo. Y sin traje de luces, es obvio, no podía partir plaza… Me vi en la necesidad de recurrir a Eleuterio Rodríguez que era... nada menos que puntillero. Ya se podrá suponer el estado en que estaba su traje, el único con que contaba, por lo demás. Pero el estado del traje era lo de menos. El verdadero problema era la estatura de Eleuterio: francamente chaparro. Ante mí, que cargo con un metro ochenta y dos centímetros encima… La taleguilla me llegaba a las rodillas, así que las medias me ocupaban la mitad de las piernas. Las mangas de la chaquetilla apenas si me cubrían los codos. Resultaba francamente ridículo… Al llegar a la plaza oí los primeros gritos de burla: “Ese es un payaso, mira cómo le queda el traje… Eh, tú, payaso, qué vienes a hacer aquí… Pareces un chapulín vestido de luces”… La novillada transcurría en forma normal – y sin nada relevante – hasta que salió el tercer toro, en el que Fernando López me permitió que hiciera el quite, mi tan esperado quite – que, por lo demás, había ensayado todos los días, desde hacía años, ante un toro imaginario… Fui hacia el picador y en el momento en que intenté echarme el capote a la espalda, sucedió lo inevitable, como en una película cómica: la chaquetilla por poco se me cae de lo mal que me quedaba y tuve que detenerme – y poner el capote en la arena – para acomodarla, con lo cual provoqué una nueva carcajada de la gente… Por fin hice el quite que tanto esperaba y mi vida dio un giro de ciento ochenta grados. Todo adquirió sentido. Mi decisión, a pesar de la muerte de mis admirados toreros… Fueron cuatro gaoneras y una revolera en las que no me moví un ápice y ni siquiera parpadeé… La plaza se volvió un manicomio y los sombreros alfombraron el ruedo… Salió el siguiente toro, que correspondía a Luis Solano, y apenas lo sacaron del caballo, empezaron los gritos: “¡El sobresaliente, el sobresaliente!”… Ni siquiera sabían cómo me llamaba… Y a Solano no le quedó más remedio que dejarme hacer un quite también… Ahora fueron fregolinas – otro de mis quites predilectos –, que me salieron aun mejor que las gaoneras… Al rematarlo, otra vuelta al ruedo y los gritos, ya descarados: “¡Torero, torero!”… Al final de la corrida la gente bajó al ruedo y me cargaron a hombros. ¡Tres horas me llevaron a hombros por las calles de Guadalajara, por los dos quites que había hecho! ¿Habrá otro torero que pueda jactarse de cosa parecida? Y sin siquiera conocer mi nombre, porque los únicos gritos que oía eran los de: “¡Viva el sobresaliente!...
La esencia de una y otra versión es la misma, aunque el torero confunde la fecha – él la sitúa en el 12 de octubre de 1947 y en realidad fue casi un mes después – y difiere también en la manera en la que fue aceptado como segundo sobresaliente esa tarde. Quiero pensar que al escribir la obra, lo hizo “de memoria” y por ello la contradicción en cuanto a las fechas.

El diario El Informador de Guadalajara del día siguiente del festejo, tiene una crónica que no lleva firma, pero que por la época, puedo atribuirla a su cronista titular, Enrique Aceves Latiguillo, quien dijo lo siguiente de la actuación de Capetillo:
Temeridades suicidas de Luis Solano, toreo enterado y fino de Fernando López, dos destellos de oro del sobresaliente Manuel Capetillo que merecerán párrafo de matador y cuatro bravos toros de González Rubio, fue lo que vimos ayer en la tarde. En forma rápida, una hora cuarenta minutos de corrida, llena de emociones y magníficos destellos, a pesar de no haberse consumado una faena ni cortado alguna oreja... Por tercer enemigo tuvo Solano a “Muñeco”, negro bragado y calcetero, número 39, otro ejemplar tan bueno o superior al que le tocó en primer término. Hubo gran tercio de quites, gaoneras Solano, navarras a su estilo, Fernando López, torerísimo y el segundo “quite de oro” de Manuel Capetillo, chicuelinas suaves y por abajo... “Zancudo” número 5, fue el segundo de López. Hizo magnífica salida y Fernando le da varias verónicas aguantando a ley. Buen tercio de quites, chicuelinas Fernando, gaoneras Solano y en seguida se presenta el descubrimiento de la tarde, el sobresaliente Manuel Capetillo, con otras gaoneras de escándalo... MANUEL CAPETILLO. Un sobresaliente que debe sobresalir en la crónica. Le fueron suficientes dos quites, para convencer a la concurrencia que ayer surgió un torero, jalisciense por añadidura… El primer quite se lo cedió Fernando López en el cuarto de la tarde y fue por gaoneras, vaya forma de ejecutarlas y parar en el lance, la ovación no se hizo esperar y de las grandes… El segundo quite se lo dio Luis Solano en su tercer toro, el quinto de la tarde y este fue por chicuelinas, suaves y por abajo, un quite de oro que hubiera firmado Pepe Ortiz… Para muestra un botón y estos fueron dos y de perlas del más fino oriente. Capetillo salió en hombros, la afición lo pide, para verlo ya completo en una novillada. En el joven, que no es un adolescente, hay cuerpo, figura y al parecer una muñeca para jugar el engaño ante el toro, que puede resultar toda una revelación. No sería muy remoto asegurar, que en la arena de El Progreso se encontró ayer regado un diamante… Al menos esta impresión se llevó ayer el numeroso público que asistió a la novillada.
A la semana siguiente
Manuel Capetillo se ganó a pulso, con dos quites, su inclusión en la novillada del siguiente domingo. Alternaría con Luis Solano y Santiago Vega en la lidia de novillos de Corlomé. Para ello, pidió al empresario García Aceves lo siguiente:
Al día siguiente, como era de esperarse, me mandó llamar el empresario… “Muy bien, Manuel, siempre supe que ibas a triunfar” – me dijo don Nacho, algo que a partir de ese momento me repitieron todos los que antes dudaron de mí –. “Has dado el primer paso. El primer pasito, vamos a llamarlo. Ahora hay que dar un paso en verdad, para lo cual ya te estoy anunciando para el próximo domingo”… “Muchas gracias, don Nacho. Un solo favor”… “El que quieras”… “Présteme un traje de luces digno. Ya usted oyó las burlas que me hicieron por haber usado el traje de Eleuterio. Está muy chaparro él, o yo muy alto, no sé”… Sonrió ampliamente y le dio una fumada a su puro… “No te preocupes. A partir de este momento tendrás todo lo que necesites...
La crónica de ese festejo del 16 de noviembre de 1947 vuelve a ensalzar su el fino toreo de capa de Manuel Capetillo, señala que es un regular muletero y que necesita aprender a matar los toros, pues el segundo de su lote se le fue vivo a los corrales. Nadie podía suponer que durante casi las siguientes tres décadas, Manuel Capetillo sería conocido como El Mejor Muletero del Mundo y que al evolucionar su manera de hacer el toreo, lo que lo sacó del ostracismo, su toreo de capa, pasaría a ser un mero recuerdo.

domingo, 1 de junio de 2014

El sobresaliente

Álvaro de la Calle, entre Antonio Ferrera y Javier Castaño
Gijón, agosto de 2013 (Foto: diario La Razón)
En torno del asunto tratado aquí la pasada semana, amigos me hicieron una serie de cuestionamientos acerca la pertinencia de que en los festejos taurinos hubiera permanentemente presente una especie de torero sustituto que pudiera permitir la terminación de esos espectáculos en los que, heridos o impedidos físicamente de continuar en la lidia los espadas anunciados, pudiera terminarlos. Las dudas vinieron del hecho de que en alguna de las efemérides recordadas un torero vestido de paisano salió del callejón para finiquitar al toro que se quedaba en el ruedo o en otra, que otro diestro bajaba del tendido y se ofrecía a terminar con la corrida, sin obtener el permiso de Usía para hacerlo.


Algunos conceptos

Ese torero sustituto sobre el que se me preguntó en la calle y en el trabajo, tiene nombre propio en la jerga y la historia del toreo. Se llama sobresaliente. La primera mención que se hace de él es en la Tauromaquia de Pepe - Illo y es referida a los picadores de reserva. Según los diccionarios que obran en mi poder, su función es la que sigue:
“Diestro anunciado en algunas corridas por si resultan lesionados los espadas; en la actualidad es un novillero, mientras que antes era un banderillero aventajado…” (José Carlos de Torres, Diccionario del Arte de los Toros)

“Diestro, antes por lo general banderillero y hoy novillero, que se anuncia en algunas corridas, para, en caso de inutilizarse los espadas anunciados, sustituirles. Actúa en todas las corridas en las que actúa un solo espada o dos diestros; o bien ayudando al rejoneador…” (Luis Nieto Manjón, Diccionario Ilustrado de Términos Taurinos)
Ambas definiciones hacen referencia primero, al banderillero, que De Torres califica de aventajado y que nos lleva – a mi juicio – a un concepto teórico adicional, que es el de media o medio espada, que según este mismo autor es un torero que no había recibido la alternativa, que por lo regular estoqueaba el último – o los dos últimos – toro de la corrida. Se le anunciaba como tal en los carteles y además llevaba plaza de banderillero en la cuadrilla de su maestro.

Aclaro después, que los dos conceptos transcritos están construidos a partir del Reglamento Nacional español del 15 de marzo de 1962.

Es decir, de antiguo y sin distinción del número de actuantes en una corrida de toros, se podía contar con un espada sustituto en caso de imposibilidad del o los anunciados de continuar en la lidia, aunque hoy en día la presencia de ese sobresaliente es limitada a los casos en los que las regulaciones de la fiesta así lo disponen.

Las reglamentaciones 

El Reglamento de los Espectáculos Taurinos de España (BOE del 2 de  marzo de 1996), previene entre otras cuestiones; que cuando se anuncien festejos en los que actúen uno o dos espadas, habrá un sobresaliente que será un profesional en activo que corresponda a la categoría del espectáculo, es decir, se abandona aquella restricción en el sentido de que sería novillero y en corridas de toros necesariamente será matador de toros y en las de novillos, pertenecerá a esta categoría. (Artículo 28). Aquí cabría preguntarse si el calificativo categoría implica también la taurina y no solamente la escalafonaria.

Ese sobresaliente tendrá el deber de dar muerte a todos los toros que resten si los toreros anunciados se inutilizan durante la lidia. Si el sobresaliente a su vez queda imposibilitado, se dará por terminado el espectáculo. (Artículo 68)

La normativa española no impide la presencia de más sobresalientes en un festejo y en alguna ocasión se ha dado el caso de que un par de ellos han estado disponibles en una actuación en solitario en Madrid.

Los reglamentos mexicanos son variopintos. Coinciden con la normativa hispana en el sentido de que el sobresaliente deberá corresponder – en principio – a la categoría del festejo y así, deberán concurrir matadores de toros con matadores de toros y novilleros con novilleros, aunque hay algunos matices que vale la pena resaltar.

En un reglamento de diciembre de 1907, para el Estado de Querétaro – ya sin vigencia –, se establecía una función más amplia para el sobresaliente pues aparte del deber de sustituir a los espadas que se inutilizaran, se le imponía el de realizar las suertes que el espada o la empresa le indicaran. (Artículo 77)

El reglamento de la municipalidad de Guadalajara señala que el sobresaliente en corridas de toros deberá ser un matador de toros con cartel reconocido en plazas como la México, el Nuevo Progreso de Guadalajara u otras de igual categoría…, lo que me induce a pensar que el sobresaliente en corridas de toros debe tener confirmada su alternativa en la Plaza México. (Artículo 76)

El que se aplica en las plazas de toros del Estado de México, se exigen dos sobresalientes para las corridas de un solo matador y para las corridas de dos matadores enfrentando ocho toros. Aquí se mantiene aquello de que es indispensable ser matador de novillos, con cartel reconocido en plazas de primera categoría… (Artículo 81)

En Aguascalientes, hay distinciones. Si la corrida es de un solo matador habrá dos sobresalientes, uno matador de toros y otro novillero. Si es de dos matadores, bastará con que sea novillero. Agrega el Código Municipal: en todo caso los novilleros que actúen como sobresalientes, deberán haber actuado en una plaza de primera categoría... (Artículo 1486). En la práctica, en las corridas de toros, los sobresalientes que actúan son siempre matadores de toros.

Como podemos ver, la regla general es que habrá posibilidad de sustituir a los espadas anunciados en carteles de uno o dos espadas únicamente y en todos los demás casos, de quedar inutilizada la totalidad de los diestros anunciados, el festejo terminará en el momento en el que el último de ellos quede imposibilitado de continuar en la brega.

Historias de sobresalientes

El torero que ejerce de sobresaliente tiene una posición más que secundaria. Se viste de luces, hace el paseo y de no permitírsele hacer un quite o poner banderillas – si se especializa en ello – quedará relegado a esperar la mala hora de sus compañeros de profesión para entrar en acción y cumplir su cometido. En México se recurre generalmente a toreros del lugar en el que los festejos se celebran, pero en España hace tiempo que varios matadores de toros se han convertido en algo así como especialistas en fungir como sobresaliente de espadas en los carteles de más tronío.

Uno de los sobresalientes que en los últimos tiempos cobró notoriedad es David Saleri quien el 3 de octubre de 2008 concluyó con la corrida en la que Miguel Ángel Perera se enfrentó en solitario con seis toros en Madrid. Las crónicas refieren que ese sexto toro fue fiero y el torero lo despachó con dignidad y recibiendo por retribución el silencio de quienes permanecieron en la plaza tras el ingreso del extremeño en la enfermería.

Torero de guardia, le llama Javier Caballero en un reportaje, en el que hace notar la contradicción del calificativo de la función del torero – sobresaliente – con el hecho de que su actividad pasa por lo general desapercibida. En esa ocasión Saleri afirmó:
En dos ocasiones Saleri se ha topado con esa carambola. La primera vez ocurrió en la feria de Olivenza, en Badajoz, en 2001. Pedrito de Portugal es cogido en el segundo toro. El de Linares tiene por delante cinco astados a los que mandar al desolladero. Templando ganas y nervios, cumplió con la papeleta, mas sin gloria. Tuvo que esperar siete años para acaso atisbar la gloria de nuevo entre dos pitones. Aconteció en Madrid, en el marco de la Feria de Otoño de 2008. Comparecía en solitario el pacense Miguel Ángel Perera, que fue corneado en el quinto morlaco. Frente a 20.000 espectadores, y con la sangre del diestro regando el ruedo, David tuvo que pasaportar al sexto. Escuchó silencio tras un aviso. Las crónicas no relatan nada memorable de su actuación. «El tendido 7 [el más exigente, fundamentalistas taurinos, dicen] comprendió las dificultades de aquel toro. Ni siquiera en aquel momento pude confirmar mi alternativa, sin padrino ni testigos y con un matador en la enfermería. Cuando actúa un sobresaliente, el ambiente se vuelve nefasto y enrarecido. La gente ha ido a ver a una máxima figura y se encuentra con un chico al que apenas conoce. Hay una gran consternación, en el ruedo y en el tendido, porque hay un hombre herido. Superar todo eso es muy complicado. Y encima piden que rayes a gran altura... » Los emolumentos de los mejores espadas pueden superar los 300.000 euros por corrida. Las sobras a las que se refiere el linarense son los 3.200 euros que cobra por estar de guardia. «De ahí tienes que descontar el desplazamiento, la manutención, el alojamiento y pagar a tu mozo de espadas. No tengo ni apoderado. Al final, te quedan unos 2.000 euros limpios. Y si vas a una plaza portátil o de tercera, ganas alrededor de 1.200. Además, como los modestos toreamos poco, hay que matar antes un toro a puerta cerrada para estar entrenado y eso hay que pagarlo... »
El otro caso notable es el de Álvaro de la Calle, que también ha enfocado su carrera en los ruedos a ejercer como sobresaliente a falta de otro tipo de oportunidades para torear. Él se enfrentó a su destino en una fecha más reciente, en Gijón, en agosto de 2013, cuando Antonio Ferrera y Javier Castaño se fueron a la enfermería tras la lidia del tercero de la tarde y él tuvo que matar al cuarto de La Quinta – el primer toro que mataba vestido de luces en una plaza desde 2010 – y le cortó una oreja. 

A ese propósito, el torero castellano manifestó en una entrevista posterior a su triunfo:
«...desde entonces no había toreado prácticamente nada salvo algún que otro festival suelto. Lo que sí que había habido durante este tiempo era una dura  preparación física y mental para que cuando llegara el momento pudiera aprovecharlo... El toro me permitió interpretar el toreo dentro de ese concepto castellano y serio que me caracteriza... me ha dado el aliento necesario para seguir luchando de cara al futuro... Espero que éste de Gijón me sirva para relanzar mi carrera. Y es que no me cabe la menor duda de que si rompiera, por mi concepto no sería de muchas tardes durante la temporada, pero sí de dejar huella honda entre los aficionados...»
La nómina de diestros que en España ejercen esta dura faceta del toreo es larga. Entre los históricos están Antonio Mahíllo, Pedro Santamaría, Abelardo Granada, Antonio Briceño o Pascual Mezquita y entre los que se ven en los carteles hogaño en esa función están Miguel Ángel Sánchez, Alejandro Castro, José García o Enrique Martínez Chapurra. Reitero que en México se recurre a diestros locales, no especializados en la función, que al igual que los antenombrados, coinciden en la falta de contratos para actuar en festejos como cabeza de cartel.

El día de un sobresaliente

En esta ubicación pueden ver un vídeo, producido por Televisión Española en 2008, en el que se describe el día de un sobresaliente. El protagonista es Álvaro de la Calle.

¿De espectáculo a mero trámite?

Creo que a nadie le queda duda de que el atractivo de una corrida de un solo espada o de mano a mano son los anunciados en el cartel. Pero el hecho de que por los avatares de la lidia – recordemos la sentencia de Frascuelo –, se vayan a la enfermería y la terminación de la corrida quede en manos del o los sobresalientes, no implica necesariamente desde mi punto de vista que la actuación de éstos sea un mero trámite.

Los factores de la suerte y del politiqueo en el medio taurino determinan en mucho el progreso y el avance de la carrera de un torero y en muchos de los casos sus aptitudes poco tienen que ver en el sitio que ocupa en su escalafón.

Quizás una solución de justicia estaría en dar una mejor distribución de oportunidades en las ferias y temporadas a diestros con escaso número de actuaciones. Que los auto proclamados figuras permitieran la inclusión de toreros con posibilidades en sus carteles y de esa manera, tener sobresalientes con interés en los casos necesarios.

Porque no olvidemos que lo que parece ser un mero trámite para algunos, puede resultar en un triunfo que les saque del anonimato y les lance a una carrera de triunfos, como sucedió a Manuel Capetillo, y para otros, se puede traducir en verdadera tragedia, tal y como nos lo cuentan magistralmente, de este lado del mar, Carlos Pavón respecto de lo sucedido hace 55 años en El Toreo de Cuatro Caminos a su hermano Paco y allende el Atlántico Pedro Del Cerro, en su blog Dominguillos, acerca del cornalón que se llevó en estas lides Julián de Mata.

Edito: Agradezco a Octavio Lara que me haya recordado también la tragedia del sobresaliente mexicano Paco Pavón en el desaparecido Toreo de Cuatro Caminos, el 26 de abril de hace 55 años. Subsanada queda la involuntaria omisión, causada por la traicionera memoria.

Aldeanos