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domingo, 26 de octubre de 2014

11 de julio de 1954: Alternativa de Raúl Iglesias en Carabanchel

Raúl Iglesias
(Foto cortesía blog Toreros Mexicanos)
Raúl Iglesias, originario de San Luis Potosí, fue uno de los toreros mexicanos que se vieron eclipsados por el advenimiento a los ruedos, primero del fenómeno llamado Joselillo y después por el de los Tres Mosqueteros, pues aunque inició su camino en las plazas de la capital mexicana desde el 20 de agosto de 1944, al enfrentar 5 novillos de Ajuluapan y uno de Sayavedra en unión de Félix Briones y Leopoldo Gamboa – asunto del que ya me he ocupado en este lugar – y posteriormente hizo la transición a la Plaza México actuando en la primera novillada que se diera en ese escenario el 26 de mayo de 1946, cuando alternó con Manuel Jiménez Chicuelín y Gabriel Soto para dar cuenta de un encierro de Santín y aún acusando buenas maneras en su día, no pudo alcanzar el paso de los que al final de cuentas marcaron un parteaguas en la historia del toreo mexicano.

No obstante, Raúl Iglesias no dejó de lado su intención de llegar a ser matador de toros y aún cuando muchos de sus compañeros de promoción habían obtenido ya el grado de matadores de toros, partió a Europa junto con toreros como Alfredo Leal, Fernando de los Reyes El Callao o Jaime Bravo y a partir de 1952 realizó campañas novilleriles allá, logrando presentarse en la plaza de toros de Las Ventas el 1º de junio de 1952, fecha en la que alternó con Juan Zamora y Jesús Gracia en la lidia de novillos de Isaías y Tulio Vázquez.

Entre la fecha de su presentación y el 9 de mayo de 1954, Raúl Iglesias actuaría cinco veces en la plaza más importante del mundo y quizás su tarde más destacada en ella sería la del 28 de marzo de ese último año, cuando acartelado con Paco Ruiz y Rafael Carbonell, por heridas de sus alternantes, se quedó con cuatro de los seis novillos anunciados y le cortó la oreja al sexto, Burgalés, número 29, de Molero Hermanos.

La alternativa de Raúl Iglesias se anunció para el 11 de julio de 1954 en la Chata de Vista Alegre en Carabanchel. Los toros a lidiarse serían de José Carvajal González, quien lidiaba en prueba de ascenso. El padrino de la ceremonia fue Jaime Malaver, quien le cedió al toro Ruiseñor, número 62 de la ganadería anunciada y el testigo, Enrique Vera. El hecho de la alternativa en sí es uno que merece ser recordado, aunque he de añadir que de los 70 toreros mexicanos que han recibido la alternativa en España, Raúl Iglesias es el único que la obtuvo en Carabanchel.

El toricantano de hace 60 años fue herido por el toro de su alternativa, al igual que su padrino y el picador Manuel Pérez Lobo. La primera crónica del festejo en cuanto a tiempo, fue la escrita por quien firmó como Lafuente para la Hoja del Lunes siguiente al festejo y de ella extraigo lo que sigue:
No estuvo lucida la corrida de toros de Vista Alegre, pero sí variada. Hubo profusión de banderillas negras, caídas aparatosas, música, corte de una oreja y tres cogidas, afortunadamente, sin graves consecuencias… No fue precisamente el aire molestísimo que reinaba el mayor enemigo de los lidiadores. La corrida enviada por la ganadería en periodo de prueba de don José Carvajal González, de Jabugo, fue desigual, pero con predominio de los broncos, reservones y de tal mansedumbre que resultaron ilidiables. Los dos últimos embistieron algo a fuerza de porfía… Del mejicano Raúl Iglesias sólo puede decirse que hizo al primero de los auténticos “enemigos” un quite vistoso y pinturero. Nada más recibir los trastos de manos de Malaver, al desplegar la muleta en el pase inicial de la faena fue destapada por el aire, y el toro lo derribó, cogiéndolo y tirándolo dos veces, dando la sensación de grave cornada... El público, sin duda, presagió la corrida y acudió a ocupar tan solo una tercera parte de la plaza. Desde luego, con Eolo iracundo y el ganado suspendido en la prueba pública, no era posible hacer mayores florituras a unos toreros que, por añadidura, se encuentran desentrenados... Parte facultativo. – Raúl Iglesias sufrió puntazo corrido en región lumbar, contusiones y erosiones múltiples y conmoción cerebral. Pronóstico reservado... Dr. Gómez Lumbreras.
El martes siguiente, Miguel Ródenas fue el encargado de narrar los sucesos para el ABC madrileño. De su relación copio estas líneas:
No fue tarde de toros la del domingo. Esto no quiere decir que fuera tarde de castañas asadas y de mesa – camilla, pero tampoco de toros. Las dificultades que origina el viento pueden salvarse a veces cuando se tiene delante a una bestia noble y suave, pastueña y fácil. Lo difícil, en ocasiones trágico, es hallarse ante unos cornúpetas que como los de la divisa de D. José Carvajal González, imponentes de trapío, tuvieran además un estilo endemoniado, acusaran fuerza y desconcertaran, justamente a algunos toreros por las cortas arrancadas y por un cabeceo también huracanado, como la tarde… Raúl Iglesias fija al toro de su alternativa con unos lances muy toreros. No hay otra cosa que hacer, mejor dicho, no se puede hacer otra cosa. Y viene el abrazo de ritual en el que Malaver da la alternativa a Iglesias. El mejicano se dirigió al toro – que como todos, era incierto, reservón y cobarde –, y al desplegar la muleta ante el hocico del morucho, el diestro perdió el engaño por un derrote y ya sin defensa posible, el marrajo alcanzó al torero, corneándole… Afortunadamente, Raúl Iglesias, pese a la aparatosa cogida, solo sufrió erosiones y contusiones de pronóstico reservado... Justo es consignar que Pedro Mesa bregó muy bien y que los picadores “Manoliyo de Córdoba” y Juan Avia pusieron las varas con gran arte y eficacia. Y ahora, una duda me está atormentando y que brindo a los maestros Corrochano y “Giraldillo” para qué, con su sapiencia, me saquen de ella: Si un novillero va a tomar la alternativa y cuando se la han concedido con el ceremonial de costumbre, al primer pase resulta cogido el diestro y no mata al toro que le corresponde, ¿se puede considerar el torero en lo sucesivo como matador de toros? Si lo último que mató el diestro fue un novillo y no un toro, por circunstancias adversas, ¿qué tiene efectividad? ¿La teoría o la práctica? Creo que el tema merece cierta atención y por eso humildemente, lo consulto.
La duda final que expresa Ródenas en su crónica se repite tiempo con tiempo, aunque es claro que una vez consumada la cesión de trastos, el grado de matador de toros se ha alcanzado, independientemente de que el toricantano pueda o no matar al toro de la ceremonia.

Raúl Iglesias no confirmó su alternativa ni en la Plaza de Las Ventas, ni en la Plaza México. Duramente castigado por los toros, en los años finales de su vida estuvo confinado a una silla de ruedas a consecuencia de las lesiones recibidas en los días en los que vistió de luces. No obstante, aprovechó los conocimientos obtenidos en los ruedos para apoyar a la escuela taurina que funcionó algunos años en la Plaza México.

Raul Iglesias falleció en la Ciudad de México el 6 de abril de 2011.

domingo, 28 de octubre de 2012

En el centenario de José Alameda (X)


Alameda antes de Alameda (IX)

José Alameda con el Arq. Juan Sordo Madaleno
ganadero de Xajay
En esta oportunidad seleccioné la crónica de la novillada celebrada en El Toreo el domingo 20 de agosto de 1944 en la que para lidiar novillos de Ajuluapan (5) y Sayavedra (6º), alternaron Félix Briones, Leopoldo Gamboa y el debutante Raúl Iglesias, porque veo que en ella el joven Alameda destaca los valores del conocimiento y dominio del oficio en el torero, sobre el hecho de hilvanar una faena a partir de una sucesión de lances o de pases más o menos ligados. Bajo el título de Buen debut de Raúl Iglesias, y todavía firmando como Carlos Fernández – Valdemoro, podremos encontrar en esta remembranza, una buena loa al toreo que se hace a partir de conocer las condiciones de los toros y los terrenos que los toreros deben ocupar. La crónica apareció publicada en el número 92 de La Lidia, el viernes 25 de agosto de 1944:
El domingo pasado, hizo su presentación en “El Toreo” un novillero al que yo quisiera ver torear de nuevo. Es Raúl Iglesias, muchacho que tuvo un debut afortunado y desafortunado a la vez. Afortunado, porque alcanzó un buen éxito. Desafortunado, porque ese éxito no es nada para el que hubiera podido alcanzar, de haber lidiado novillos propios para el triunfo… Cuando se dio suelta al tercero, Raúl Iglesias fue a buscarlo a terreno comprometido, cerca de tablas y delante de los chiqueros, donde los toros “pesan” siempre mucho. Al verlo, pensé que acaso el muchacho – principiante, al fin y al cabo – desconocía la importancia de lo que estaba haciendo. Pero pronto me convencí de lo contrario. Raúl sabía muy bien el terreno que pisaba, sólo qué, confiando en su arte, contaba con salir airoso. Y así fue. Dio varias verónicas con un arte, una soltura y una serenidad verdaderamente poco comunes. Pero hizo muy mal en darlas allí, porque hay que rehuir las dificultades innecesarias. Los buenos lances de Raúl hubieran resultado mejores en cualquier terreno donde el enemigo no lo asediase como en tal sitio lo asedió. Cuando el diestro – que realmente lo es – se disponía a rematar al novillo, de un derrote le arrebató el engaño. Pero Raúl no se descompuso y salió sin apuros del trance, mientras el público le ovacionaba… Muleteó extraordinariamente bien a ese novillo, dándole primero una serie de ayudados por bajo, templadísimos. Comenzó en el tercio y fue ganando terreno hacia los medios, siempre animado por los aplausos. Irguióse luego para dar cuatro muletazos, altos y de pecho, los que ejecutó manteniendo las piernas firmes, ligeramente abiertas para encontrar buen sustento en la arena, y llevando al novillo toreado con naturalidad, sin efectismos, en forma clásica y seria. Luego, viendo ya más agotado al novillo, lo toreó por delante, cerca de tablas, muy seguro, muy sereno y muy hábil, sin que al aludir a su habilidad quiera yo insinuar que usase de ilícitos recursos. Muy por lo contrario, demostró que pueden conocerse los secretos del toreo, sin que ello traiga como consecuencias la adquisición de viciosas mañas, pues también el toreo eficaz tiene reglas de buen arte, que los toreros con “escuela” como Raúl Iglesias, conocen y aplican. Hubiera sido bueno que lo viesen los principiantes envejecidos, que antes de conocer la ley, conocen ya la trampa… Entró Raúl a matar estando el toro con la penca del rabo en las tablas y formando con ellas un ángulo agudo, es decir con la posición requerida para lo que “Paquiro” llamaba el “volapié mejor”, distinguido del que se practica en otros terrenos, por sus mayores dificultades. Y aunque Raúl no se reuniera a la perfección, ni diese a la muerte cualidades notables, me interesa señalar la forma y el lugar en que la hizo, porque eso contribuye a acentuar su carácter de torero propenso a lo clásico y notoriamente difícil. Dejó en esa forma, media estocada que, por resultar algo contraria, no dio fin al novillo. Y esto produjo la mala consecuencia de que el astado, dolido al acero, empezaba a encogerse. Lo hizo visiblemente cuando Iglesias entró por segunda vez. Pero el espada se dio cuenta enseguida, no obstante lo cual, le costó trabajo matarlo, porque el novillo casi retrocedió al sentirse herido. Raúl lo toreó entonces de nuevo, por bajo y por delante, con severa maestría, nada aparatosa, ni efectista, pero rara y, por ello, muy estimable en un principiante. Después, le metió el brazo con gran habilidad, haciéndolo todo él, y dejó una corta desprendida, que refrendó un descabello a la primera… Se le ovacionó con fuerza y él se “recetó” la vuelta al ruedo. Pero el público no se lo tomó a mal. Al contrario, redobló la ovación… En sexto lugar salió un novillo castaño bragado, de Ajuluapan, que parecía embestir con cierta alegría, pero que era terciado en exceso. Y como, a causa de ello fuera protestado por el público, le sustituyó un manso de Sayavedra, que se quedaba en el centro de la suerte y tiraba peligrosos derrotes altos. Fue un novillo dificilísimo, que hubiese puesto en amargos trances más de un matador de toros. Raúl lo toreó sin perder la serenidad y lo mató con decoro, comportándose en todo momento como un torero auténtico… Sería muy interesante verlo ante novillos de buenas condiciones, para saber lo que da de sí y hasta donde llegan las cualidades de lidiador enterado y con buen estilo que demostró poseer sin duda de ningún género… El primer espada, Félix Briones, recibió al novillo que abrió plaza con un lance a pies juntos, suave y ceñido. El público acompasó el movimiento del torero con un “olé” estentóreo. Pero, enseguida, el astado se quedó. Y aunque Briones, muy valiente, lo obligó a pasar y le dio otra buena verónica y un ceñido recorte, no alcanzó la cosa el elevado tono que hacía presumir el primer lance. Tomó el novillo la primera vara y Félix, aún más valiente que en la ocasión anterior, hizo un quite por chicuelinas apretadísimas, que le valió una ovación. Y como el astado rehusase después la pelea con los montados, la autoridad dio orden de que se le retirase al corral. Al sustituto le veroniqueó Briones también con mucho valor y, luego, al hacer el primer quite por orticinas, – que han vuelto a estar en boga desde que Luis Procuna las resucitó en la corrida de la Oreja de Oro – resultó cogido y aparatosamente volteado. Se levantó y quiso repetir los lances, demostrando con ello más carácter que malicia, pues el novillo no era ciertamente propio para tales adornos… En la segunda vara, derribó el de Ajuluapan, y como el picador cayese al descubierto, Manuel Gómez Blanco “Yucateco” metió el capote y se llevó al toro. Y aunque parezca mentira, cierta parte del público se lo premió con una rechifla. El “Yucateco”, sorprendido y disgustado – no era para menos – explicó por señas que no podía dejarse al picador a merced del toro. Y es que no cabe ni en cabeza de baturro que se abronque a un torero por hacerle un quite oportuno a un compañero en peligro. Sin embargo, hay gentes que creen que el quite no consiste en librar a caballo y caballero del riesgo inminente, sin en dar lances de adorno, vengan o no al caso. Que el dios Tauro los perdone… A la muerte llegó el novillo con acusada querencia hacia las tablas, y aún más allá de ellas. Y saltó al callejón, cuando Félix brindaba ya su muerte. Estaba el novillo decidido a evitarla y apenas lo sacaban de entre barreras, volvía a internarse. Abrieron por fin los monosabios la puerta del callejón que está ante la puerta de cuadrillas y allí se quedó aquerenciado el toro. Félix Briones hizo cuanto pudo para sacarlo, y aprovechó una arrancada para sacarlo hacia las afueras, logrando dejar una estocada un tanto pasada. Saltó el novillo, ya herido, al callejón y allí murió, mientras el público premiaba la voluntad y la decisión de Félix con nutridos aplausos… Al cuarto lo veroniqueó también Briones con sobra de valor, aguantando con singular entereza de ánimo sus violentas arrancadas y toreó después, en el primer quite, por gaoneras, con ajuste y temple, siendo ovacionado en las dos ocasiones… Con la muleta dio algunos pases de costado y por alto, y otros al natural, siempre cerca y empeñoso, aunque sin que hubiera ligazón en la faena por el agotamiento del enemigo. Cuando trasteaba por bajo, muy cerca de las astas, fue prendido y aparatosamente volteado. Pero se levantó indemne y acabó con el novillo de un pinchazo en hueso y una entera perpendicular… A Leopoldo Gamboa le correspondió en primer lugar un novillo berrendo en cárdeno, que estaba ligeramente resentido de la pata derecha. Gamboa, que no se acomodó al veroniquear, logró en el primer quite dos gaoneras muy ceñidas, que tuvieron como continuación unos lances por la cara, destinados a poner al toro en suerte… También este novillo manifestó acusada querencia hacia las tablas, por lo cual resultó sorprendente la decisión del “Chato” Guzmán de banderillearlo al sesgo por dentro, en forma que hacía inevitable que el novillo lo achuchara al seguir su querencia. El “Güero” Merino, a continuación, le enseñó la forma justa de banderillear a ese toro, que era exactamente la contraria, es decir, al sesgo por fuera. Y si el novillo achuchó también al “Güero”, al perseguirlo, fue porque el banderillero le llegó mucho, comprometiéndose con ello, pero no por haber cometido un error… Gamboa, acertadamente, dio tablas al enemigo y lo muleteó por bajo. Es decir, le hizo la faena adecuada, en la que, de haber puesto un poco más de decisión, hubiese alcanzado el éxito que su buena orientación merecía. Entró a matar al hilo de las tablas, dejando una estocada trasera, y, cuando intentaba el descabello, el toro se echó… El quinto que tenía sentido, le dio a Gamboa un achuchón verdaderamente asustante cuando el muchacho intentaba el primer pase. Esto desconcertó al torero que, al volver a citar, vio venir al novillo sobre sí y le soltó la muleta en la cara. En vista de lo cual, decidió entrar a matar inmediatamente, cosa que desagradó al público, aunque Gamboa no pudo estar más afortunado en su empeño, pues agarró una corta en todo lo alto, que terminó con sus tribulaciones… No hubo “séptimo toro”. Gracias Joaquín Guerra.     
Los espadas del cartel

Félix Briones (Foto: Manolo Saucedo
cortesía burladerodos.com)
Félix Briones, nativo de Monterrey tomó la alternativa en la plaza Coliseo de su ciudad natal el 24 de noviembre de 1946, siendo su padrino Lorenzo Garza, en corrida de mano a mano con el toro Reinero de la ganadería del propio Lorenzo Garza. Confirmó en la Plaza México el 29 de diciembre de 1946, llevando como padrino de nuevo a Lorenzo Garza y de testigo a Jaime Marco El Choni, siéndole cedido el toro Huerfanito de Zotoluca. Falleció el 11 de julio de 2011.

Raúl Iglesias, de San Luis Potosí, es el único torero mexicano que ha recibido la alternativa en la plaza de toros de Vista Alegre, la Chata de Carabanchel, Madrid, el 11 de julio de 1954. Le apadrinó Jaime Malaver, y fungió como testigo Enrique Vera, en la cesión del toro Ruiseñor de José Carvajal González. Falleció el 6 de abril de 2011.

A Leopoldo Gamboa ya se los había presentado en algún capítulo anterior de esta serie.

Necesaria Aclaracion: Los resaltados en el texto de la crónica transcrita, son imputables exclusivamente a este amanuense.

Aldeanos