Mostrando entradas con la etiqueta Frascuelo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Frascuelo. Mostrar todas las entradas

domingo, 3 de enero de 2021

3 de enero de 1886. Joaquín Sanz Punteret recibe la alternativa en Sevilla

El percance fatal de Punteret
La Lidia, Madrid, 7 de mayo de 1888

Pensar en toros en Sevilla hoy en día es acompañar la imaginación con el calorcillo de la primavera y el ambiente primero, del cierre de las conmemoraciones de la Semana Santa y después, según el calendario eclesiástico, con el de la feria del mes de abril de la capital hispalense. Particularmente me resulta complicado imaginar en cualquier ciudad española, un festejo taurino para abrir el año, sin embargo, en el desarrollo de estas líneas veremos que en ese declinar del siglo XIX era algo quizás frecuente.

Punteret

Joaquín Sanz Almenar es originario de Játiva, Valencia, donde nació el 10 de octubre de 1853. Se inició en las capeas pueblerinas ya talludito dice Cossío. En 1877 se presenta en Valencia en una novillada junto con Luis Jordán Gallardo, quien después sería su banderillero, comenzando a actuar en las plazas de su región con algún éxito. En su historia destaca el hecho de que el 21 de julio de 1878 se tira de espontáneo en Alicante en una corrida que torean Cara Ancha y El Gallo y con permiso de la autoridad coloca tres pares de banderillas con gran éxito. A partir de allí comienza a actuar indistintamente como novillero o banderillero en festejos que torean El Gallo y Juan Ruiz Lagartija por todo el Levante español.

Se presenta como banderillero en Madrid el 19 de diciembre de 1880, alternando en las suertes con otro conocido de nuestras tierras, Ramón López y debutará como novillero allí mismo el 9 de enero de 1881 junto con Juan Pastor, lidiando novillos de Fierro. Gustó su manera de hacer el toreo y comienza a actuar junto con espadas de alternativa desarrollando indistintamente labores de banderillero o de media espada. Su presentación en Sevilla como novillero el 9 de agosto de 1885, alternando con Miguel Almendro y Manuel García Espartero. Esa campaña la cierra con importantes triunfos que le llevan a la alternativa.

La alternativa

El año de 1886 Punteret lo iniciará recibiendo en Sevilla el grado de matador de toros. Le apadrinará Luis Mazzantini y completará el cartel su compañero de andanzas novilleriles Manuel García Espartero. Los toros serán de Saltillo. La crónica del festejo publicada en El Enano, Boletín de Loterías y de Toros, aparecido en Madrid el 11 de enero siguiente y firmada por el corresponsal Cachete, entre otras cuestiones relata:

...se dio suelta al primero “Cornado” de nombre, abanto en un principio y bravo después; recibió de Caro dos puyazos a cambio de dos caídas, de Moreno tres con un tumbo, y de Crespo dos con un crismazo.

Pulguita y Tomás ceden los palos, en señal de alternativa, al Panadero y Valladolid. Panadero clava dos pares al cuarteo, desigual el primero; Valladolid cumple con par y medio en igual suerte. 

A otra señal del Presidente, Luis cede los trastos a Punteret en señal de tomar el grado de doctor en tauromaquia y le dice:

Toma espada y muletas;

salud y muchas pesetas.

Se dirige mi hombre al palco presidencial, pronuncia el discurso de ordenanza y se va a su adversario, que se encontraba noble. Le dio dos pases naturales, uno preparado de pecho, otro redondo, un cambio y se arrancó a matar sin cuadrar la res, y dio un pinchazo delantero; uno con la derecha y otro redondo para otro pinchazo bueno; dos naturales y una estocada buena llegando con la mano al morrillo. (Muchas palmas.)...

Existe alguna controversia en cuanto al nombre del toro de la alternativa de Punteret, pues algunas fuentes señalan que se llamó Bailarín. El semanario madrileño El Toreo no cubrió el festejo, así como tampoco el diario sevillano La Andalucía, así que la controversia queda abierta.

El relativo éxito con el que saldó la tarde de su doctorado, lleva a Joaquín Sanz a actuar en las principales plazas españolas ese calendario hasta el mes de octubre, cuando confirmará su alternativa en Madrid.

La confirmación

Para el día 10 de octubre se le anuncia con Frascuelo y Cara Ancha, con toros de don Eduardo Ibarra para recibir el refrendo de su alternativa en la plaza de la Carretera de Aragón. Esta tarde no fue de triunfo para Punteret. Solamente pudo matar al toro de la confirmación, Coriano número 127, manso, condenado a banderillas de fuego. Paco Media Luna, cronista del semanario El Toreo, relata:

…Ostión y Regaterín, cumpliendo lo que disponen las ordenanzas taurinas en días en que hay graduandos, con la finura que les es característica, entregaron los palos de truenos a “Valladolid” y Luis Jordán (“Gallardo”), banderilleros de la cuadrilla del neófito... Salvador, con la solemnidad propia del caso, y las ceremonias que son de rúbrica, entrega estoque y muleta á Joaquín Sanz, conocido entre los de coleta por “Punteret”, el cual vestía traje color lila con golpes de oro y cabos rojos.

Y cuentan los que pasan por bien enterados que el primero dijo al segundo:

«Hoy, según están las cosas, la mejor carrera científica que hay es la que hemos elegido. Es también la más productiva si so sabe ejercer. Muchas cosas ha menester el que la signe para ello. Tú verás si las reúnes todas. Si no más vale que te cortes el pelo porque somos muchos... como dice el apóstol. Muchos son los llamados y pocos los escogidos. No olvides los siguientes preceptos: Hay que arrancarse a matar, corto y derecho. Para torear hay que parar, y parar mucho. A los toros hay que consentirlos, y hasta dejarse coger para que se descubran. Y sobre todo hay tres condiciones que son esenciales, la primera valor, la segunda valor y la tercera valor.».

Y se separaron.

“Punteret” marchó enseguida a cumplir con la presidencia y lleno este requisito, se encaminó en busca de “Coriano”. Una vez ante el cornúpeto, desplegó el trapo y tanteó con un pase natural al que siguieron dos de la misma clase, cinco con la derecha, tres altos, tres cambiados y uno de pecho, buenos en general y parando los pies, para arrancarse al volapié con un pinchazo caído.

Un pase con la derecha y uno alto, precedieron a un pinchazo en su sitio a paso de banderillas, cuarteando y echándose fuera.

Tres pases naturales, cuatro altos cambiando de mano en uno de ellos, tres naturales y uno cambiado, y larga un pinchazo barrenando saliendo por la cara, perseguido y achuchado, perdiendo el trapo. Intenta saltar la valla, pierde el estribo, y el toro le tira varios derrotes, en uno de los cuales le suspende y le hace caer al otro lado del callejón. 

Se levanta y vuelve al circo. Sin preceder pase alguno, da un pinchazo y cae delante de la cara, estando oportuno al quite “Frascuelo”. Repuesto “Punteret”, da tres pases naturales, uno con la derecha y tres altos y en uno sale encunado, perdiendo el trapo y no sufre un percance gracias al capote de “Cara”, que se llevó al cornúpeto, al que dio unos capotazos buenos.

Vuelve a la pelea, y sin andarse ya por las ramas, larga una baja con tendencias.

El diestro cojeando, y oyendo palmas y pitos, cumple con la presidencia y se retira a la enfermería…”

Y en el capítulo de Apreciación, en el que el entonces llamado revistero hacía un análisis de la actuación de los toreros, Media Luna reflexiona así:

“Punteret”, que ayer consolidaba su situación de matador de toros de alternativa. Sólo mató el primer toro, y a pesar de todo lo que le sucedió en las tres veces que fué cogido y una achuchado, estuvo valiente y no permitió que Salvador continuara la lidia a pesar de que éste le cogió una vez los trastos, ni obedeció la orden de los alguaciles, que por mandato de la presidencia le invitaron a retirarse a la enfermería.

En los primeros pases que dio, estuvo fresco y paró. Después tuvo mucha desgracia.

Así es que no hemos de imitar nosotros a los que silbaban a un diestro que tomaba ayer la alternativa con un toro que había sido fogueado y que hacia una faena para deslucir al mejor maestro...

El parte facultativo de las lesiones sufridas por Punteret rendido por el doctor José Lacasa fue el siguiente: 

El espada Punteret, ha sufrido una herida contusa en la región subescapular izquierda, otra en el tobillo derecho y varias contusiones de primero y segundo grado en diferentes partes del cuerpo; lesiones todas que le impiden continuar la lidia. 

El día después

Es Cossío quien señala que esta tarde le representó a Joaquín Sanz un retroceso en su carrera y que a partir de ella se procuró el refugio en las plazas americanas, mismas que le eran ya conocidas pues desde el invierno 1884 – 85, antes de recibir la alternativa, ya había actuado en las plazas de la República Oriental del Uruguay.

Sigue intentándolo en España, pero será propiamente en Montevideo en donde se erija como ídolo. Y allí será donde toree su última tarde, el 26 de febrero de 1888, en lo que fuera la Plaza de Toros de la Unión, en la que alternó con Juan Jiménez Ecijano – otro torero de sino trágico – y Pepete en la lidia de toros de Felipe Victoria. El toro Cocinero, que correspondía a Ecijano, le infirió una grave cornada al intentar banderillear sentado en una silla. 

El diario La Razón de Montevideo, reflexiona lo siguiente acerca del percance:

El accidente de Punteret fue casi un suicidio, como lo sería el abocarse a la sien una pistola cargada aun sin ánimo de disparar el tiro. Basta entender medianamente lo que es el toreo para darse cuenta de que aquello, con ajuste a las reglas del arte, no debió suceder. El matador se ensartó en el cuerno, como se estrella un albañil contra el suelo al pisar un andamio flojo...

Joaquín Sanz Punteret falleció a consecuencia de las heridas recibidas dos días después.

Los toros al Sur del Ecuador

Estamos acostumbrados a pensar siempre en que al Sur del Ecuador la fiesta reside en Colombia, Venezuela, Perú y Ecuador, pero pasamos por alto que hubo un día en el que al menos se intentó radicar para satisfacer la afición de los emigrados españoles y sus descendientes en otros países más australes como la República Oriental del Uruguay y en Argentina, pero que la influencia del pensamiento de otros grupos de nacionalidades europeas prevaleció y terminaron por erradicarla.

Sin embargo, las actuales formas de comunicación me descubren que, por ejemplo, en Uruguay hay interesantes grupos de aficionados, que hoy pueden disfrutar de la fiesta, aunque ésta se desarrolle en lugares lejanos a su tierra, en la que no la pueden disfrutar. Y luego se quiere afirmar que la fiesta de los toros no es universal. Simplemente hay que ver un poco más allá de la calle de enfrente y nos daremos cuenta de que tiene presencia donde menos nos imaginamos.

domingo, 23 de febrero de 2020

Antonio Lomelín y Bermejo de Xajay. Hace 45 años

Antonio Lomelín
La temporada 1974 – 75 en la Plaza México fue confeccionada por Carlos González, gerente de DEMSA por esas fechas, contando con quince matadores de toros. Entre ellos no se encontraba Manolo Martínez, sin duda el más atractivo de los mexicanos en ese momento. De los quince que contrató, seis eran confirmantes de alternativa, por su orden, Manolo Arruza, Rafael Gil Rafaelillo, Antonio José Galán, Humberto Moro hijo, Enrique Calvo El Cali y Guillermo Montero.

Con esos mimbres sin embargo, la temporada tuvo episodios para la memoria. Es la de Pedro Gutiérrez Moya Niño de la Capea con Corvas Dulces de don Javier Garfias y la de Mariano Ramos con Azucarero de Tequisquiapan, dos faenas que en un hipotético recuento de los grandes fastos de la plaza de toros de más capacidad del mundo, probablemente tengan un lugar preponderante. Así pues, se salvó con honor lo que en el principio pareció algo condenado al naufragio.

Pero también la 74 – 75 sirvió para recordar que la tragedia es pariente consanguíneo de la fiesta. Y en la décima corrida de la temporada se hizo presente, sin invitación previa, como siempre lo hace.

La 10ª de la temporada 1974 – 75

La décima corrida de esa temporada se confeccionó llevando como atractivo la presentación del torero de Acapulco, Antonio Lomelín y la reaparición de dos de los confirmantes mencionados arriba, Antonio José Galán, quien había sido herido por el toro de esa confirmación, al que no pudo matar y fue objeto de discusiones en el sentido de que si la mera cesión de trastos era suficiente para tenerle por confirmado o necesitaba matar al toro para completar la ceremonia y Rafaelillo como tercer espada para dar cuenta de un encierro queretano de Xajay.

El primero de la tarde fue Bermejo, correspondió a Antonio Lomelín. Lo que ocurrió en su lidia prácticamente no trascendió a las crónicas, sino hasta el tercio de banderillas. Una de agencia aparecida en El Siglo de Torreón del día siguiente del festejo, describe lo siguiente:
México (Excélsior). – El diestro Antonio Lomelín sufrió ayer una tremenda cornada en el vientre, durante la lidia del primer toro de ayer en la Plaza México. 
El burel de la ganadería de Xajay, de nombre “Bermejo”, con 484 kilos de pesos prendió a Lomelín, cuando intentaba realizar la suerte con las banderillas al quiebro, el toro se arrancó, cerca del matador se frenó, esto desconcertó un poco al diestro. El toro arrancó nuevamente y prendió en el vientre al torero. 
Un grito de angustia se dejó escuchar en los tendidos cuando los espectadores vieron al diestro con el vientre abierto. De inmediato fue conducido a la enfermería, carios médicos que estaban en las tribunas saltaron al callejón y fueron a ayudar en la operación en la enfermería. Luego de una intervención de 2:20 horas, los médicos informaron que el estado del matador es grave…
Mi recuerdo personal se reduce a lo escuchado por la radio en casa de mi abuela y a las imágenes vistas en el noticiero de la televisión de la noche posterior a la corrida. Ignacio Solares y Jaime Rojas Palacios, en su libro Las Cornadas (1981) describen así el hecho:
...Lomelín había puesto dos pares que le fueron muy aplaudidos. Para el tercero se colocó en los medios de la plaza dando la espalda a la puerta de toriles. El toro se arrancó de largo; hizo Antonio el quiebro, pero perdió unos instantes. Bermejo le metió el pitón en el estómago y cuando el torero cayó al suelo, el público vio con espanto cómo tenía los intestinos de fuera. Rodó por el piso y se levantó con el dolor reflejado en el rostro. La cornada ha sido una de las que más han conmocionado al público capitalino... (241 – 242)
Sin duda, fue una herida gravísima y de gran impacto visual. El parte facultativo rendido por el doctor Javier Campos Licastro, en esos días Jefe de los Servicios Médicos de la Plaza México, es del tenor siguiente:
Es una herida en el mesogastrio penetrante de abdomen, con cuatro heridas en el intestino delgado y cuatro en el mesenterio intestinal. Hemoperitoneo – colección de sangre – de 400 centímetros cúbicos, fue necesario resecar el epiplón mayor y reconstruir la pared abdominal por medio de zetaplastía. La vida del torero estuvo en peligro, cuando al llegar a la enfermería, sufría un shock traumático, luego reaccionó.
La historia nos cuenta que con el tratamiento adecuado sacaron adelante a Antonio Lomelín, quien en el proceso de la preparación del libro de Solares y Rojas Palacios, les contó lo siguiente:
Ha sido mi cogida más impresionante. Sentí el frío de la muerte. Al llegar a la enfermería, cuando me quitaron la taleguilla, brotó todo el paquete intestinal y me espanté. Creí que me moría. Experimenté cómo se me iba la vida, poco a poco. Me desesperaba de la impotencia de no poder hacer nada por impedir mi fin... Entré en shock... Afortunadamente, tuve una atención médica increíble y no he tenido consecuencias. Se pensaba que podía venir la peritonitis, pero no pasó nada, gracias a Dios...(242)
Pero Antonio Lomelín no fue el único herido ese día. Rafaelillo también se fue al hule. El que hubiera sido el segundo toro del lote de Antonio, hirió al Gitano de Tijuana. La crónica de la United Press International, aparecida en el diario El Informador de Guadalajara el día después de la corrida, describe lo siguiente:
En su segundo fue cogido con el capote, ingresando a la enfermería con traumatismo en la pierna derecha y posible fractura en la clavícula del mismo lado… Rafaelillo, al ser auscultado por los médicos de la plaza y después de habérsele tomado varias placas radiográficas, solamente mostró contusión de segundo grado y hematoma en la región posterior del hombro derecho, así como contusiones y escoriaciones en la rodilla izquierda y cadera del mismo lado, amén de otras escoriaciones en diversas partes del cuerpo…
Así pues, Antonio José Galán terminó matando 5 toros, los dos de su lote (2º y 5º), el primero que hirió a Lomelín, el cuarto que hirió a Rafaelillo y el sexto que correspondía a éste último ya en la enfermería. Los toros por su orden se llamaron Bermejo, Bate II, Buena Suerte, Consentido, Palomo Rojo y Lajeño.

El resto del festejo

La última crónica citada señala lo siguiente:
…El español Antonio José Galán tuvo que matar cinco toros. El primero de Lomelín y en el primero de su lote cumplió. En su segundo recibió aplausos. En el tercero, pitos. En el cuarto fue ovacionado con el capote, faena por naturales y derechazos, aunque con prisas, rematados por el de pecho y el de la firma. Media estocada. Una oreja y vuelta con el ganadero. En el último salió del paso. Rafaelillo, que fue ovacionado con el capote, llevó a cabo una magnífica faena de muleta y, entre ovaciones, media estocada. Una oreja…
La reaparición

En la vigilia hospitalaria, Raúl Acha Rovira, en esas calendas apoderado de Antonio Lomelín, estimaba que su torero estaría listo para reaparecer en Aguascalientes, durante los festejos de la feria de San Marcos, en abril.

Efectivamente, Antonio reapareció en abril, el día 20, pero en Durango. Lo hizo matando él solo seis toros de Reyes Huerta, a los que cortó la oreja al primero y al sexto, y sí, al día siguiente estuvo en Aguascalientes para torear la primera de las tres corridas que contrató en nuestra feria con Manolo Martínez y Fermín Espinosa Armillita y toros de Suárez del Real, era la segunda corrida de ese ciclo, primero que se verificaba en la entonces nueva Plaza Monumental Aguascalientes.

La Plaza México se le resistiría un poco más, Antonio Lomelín no volvería a ella sino hasta cuatro años después de lo de Bermejo, el 11 de febrero de 1979, para alternar en la lidia de toros de Las Huertas con El Niño de la Capea y Manolo Arruza. Esa corrida la presencié en la plaza.

Lomelín y la Sentencia de Frascuelo

Antonio Lomelín fue un torero duramente castigado por los toros. La cornada de Bermejo era la décima que recibía hasta ese momento y no era la primera grave. Cuatro años antes, en Tijuana, una le había partido el hígado y le puso a las puertas de la muerte.

De las primeras cosas que recogió la prensa sobre su recuperación fueron estas:
“...La primera noche de Lomelín, después de la cornada, fue intranquila, tuvo dolores en el vientre y constantes náuseas, pocas veces pudo dirigir la palabra a sus familiares. “Ya me tocaba otra vez”, le dijo a su esposa Patricia Berúmen de Lomelín, al referir que por décima ocasión está postrado, herido, a causa de los toros...”
La reflexión que el torero hacía a su entonces esposa me recordó la que hacía Frascuelo cuando se recuperaba de la cornada del toro Peluquero de Antonio Hernández, sufrida en la corrida a beneficio de la sociedad El Gran Pensamiento el 13 de noviembre de 1887. Al condolerse los miembros de su cuadrilla de su estado, les dijo:
Los toros dan esto porque no pueden dar otra cosa. Si dieran caramelos daría gusto torear... Pa evitar verse así no hay más que dos caminos: huir o cortarse la coleta… No me había tocao en toa la temporada un toro tan bueno como éste. Le toree a placer y cuando le vi cuadrado, quise meterle el pie a favor de obra, porque yo daba la espalda a los chiqueros. Entonces, se tapó. Quise ponerle en suerte y como hoy había en Madriz una teja que tenía que caerle a alguien en la cabeza, me cayó a mí. No ha pasao más…
Esta es la fiesta de los toros. Recuerdo esto hoy, aunque el pasado domingo fuera cuando se hayan cumplido 45 años del hecho, pero a veces las efemérides se acumulan y tiene uno que ir acomodando las cosas.

Antonio Lomelín falleció en la Ciudad de México el 8 de marzo de 2004 a los 58 años de edad.

domingo, 25 de mayo de 2014

La sentencia de Frascuelo

Salvador Sánchez Frascuelo
El pasado martes – 20 de mayo – ocurrió en la plaza de Las Ventas un hecho infrecuente. Tras de estoqueado el segundo toro de la tarde el festejo tuvo que ser suspendido porque los tres espadas del cartel estaban ingresados en la enfermería del coso y el servicio médico determinó que no les era posible continuar en la lidia. De inmediato se trajeron al recuerdo algunos de los antecedentes más inmediatos de suspensiones similares. De mi cuenta, repasé la historia de la plaza y creo haber encontrado todos los casos en los que sucesos así se han producido. Un breve recuento de cada uno de ellos es el siguiente:

26 de junio de 1955: Novillada picada. Alternaron Juan Gálvez, Jaime Ostos y Arán de la Casa Morenito de Talavera – la crónica le llama Antonio –. Salieron al ruedo 2 novillos de Fermín Bohórquez y uno de El Pizarral de Casatejada (1º, sustituto del titular, devuelto por reparado de la vista). 

Manuel Sánchez del Arco Giraldillo, en su crónica publicada en el diario ABC de Madrid, entre otras cosas, relata lo que sigue:
En el segundo lance de la corrida Gálvez sufría una cogida que le produjo una herida de diez centímetros en el muslo derecho. El novillo era peligrosísimo por el lado derecho y reparado de la vista por el izquierdo. El presidente, según lo pedía el público, lo retiró y salió uno de «Pizarral», despachado por Jaime Ostos. El segundo novillo fue también, naturalmente para Jaime... Va su deseo más allá del genio del novillo. Se queda en la cara, sufre un pitonazo y dos achuchones más. Se pasa sin herir; tres pinchazos, media estocada. Descabella. Pasa a la enfermería. Cuando sale el tercero está solo el novel «Morenito»... Procura sobreponerse Antonio de la Casa... Ya está el cuarto sobre la arena. También ha de ser para «Morenito», según el turno del forzado mano a mano. Al dar Antonio uno por alto con la mano izquierda es enganchado y revolcado. Otra cornada en el muslo derecho, de diez centímetros de extensión y otra en la región perineal anterior... Ostos coge los trastos. Y el novillo le coge a él en seguida... Conmocionado, pasa a la enfermería... Pedro de la Casa despachó al novillo. El público pensó que iba a continuar la fiesta. Apareció el texto del artículo 97. Dentro quedaban dos novillos de Bohórquez. Un escándalo...”
Partes facultativos: Juan Gálvez sufre una herida en el tercio inferior, cara interna del muslo derecho con trayectoria ascendente de 10 centímetros, que deja al descubierto el conducto de los abductores, de pronóstico menos grave. «Morenito de Talavera» dos heridas: una situada en la cara interna, tercio inferior del muslo derecho, con dos trayectorias, una ascendente de 10 centímetros, que produce destrozos en los músculos semimembranoso y semitendinoso y tercer abductor y otra oblicua, de 15 centímetros que atraviesa el muslo y termina en el tejido celular subcutáneo de la cara externa, contusionando el paquete vascular y el nervio ciático; y otra herida en la región perineal anterior, con una trayectoria oblicua hacia adelante y abajo, que termina en la cara interna, tercio superior del muslo izquierdo. Pronóstico muy grave. Jaime Ostos, puntazo en la región glútea, conmoción cerebral y erosiones de pronóstico reservado. 
25 de mayo de 1975: Corrida de toros. Feria de San Isidro. Alternaron mano a mano Francisco Ruiz Miguel y Antonio José Galán. Se corrieron 5 toros de Alonso Moreno de la Cova y uno El Jaral de la Mira (6º), que hirió al sobresaliente Julián de Mata. La corrida de Alonso Moreno sustituyó a una de Osborne, rechazada en el reconocimiento.

Vicente Zabala Portolés escribió en su día lo siguiente:
Afortunadamente las aparatosas cogidas de Galán y Ruiz Miguel no han revestido caracteres graves. A partir del quinto toro se quedó solo el sobresaliente Julián de Mata, al que conozco desde hace más de veinticinco años, cuando iniciaba su carrera en unión de Alfonso Merino, Luis Parra «Parrita»... y otros tantos que iban a torear de salón al «Pilón» junto a la vía del tren de Arganda... Ni los años ni el desentrenamiento perdonan... Quiso dar la cara, pero ya no está en condiciones para ello. En mi vida me he acongojado más en una plaza de toros. El sobrero de Jaral de la Mira le atravesó un pulmón. Pudo costarle la vida el querer volver a sentir emociones, que bien muertas están...

Partes facultativos: Ruiz Miguel: Herida superficial en región malar izquierda. Puntazo en cara posterior del muslo izquierdo. Conmoción cerebral. Pronóstico Reservado. Antonio José Galán: Contusiones y erosiones múltiples. Conmoción cerebral. Pronóstico reservado. Julián de Mata: Herida por asta de toro en cara posterior del hemitórax derecho, entre novena y décima costillas, penetrante en cavidad torácica, produciendo graves destrozos en lóbulos inferior y medio del pulmón derecho, contusionando el pericardio. Intenso shock traumático que precisa 1,200 centímetros cúbicos de sangre. Pronóstico muy grave.
26 de mayo de 1979: Corrida de toros. Feria de San Isidro. Los diestros fueron Rafael de Paula, Manolo Cortés y Francisco Ruiz Miguel. Salieron al ruedo dos toros de El Torero y uno de Juan Andrés Garzón (3º). 

Es de nuevo la crónica de Vicente Zabala Portolés, publicada en el ABC madrileño, la que nos relata lo sucedido ese día:
El Paula no midió que le quedaban tres toros. Animoso como estaba quiso darle un quite al toro de Torrealta. Recogió el capote y muy al filo del pitón, sin cruzarse, dibujó tres lances de corto mando, pero de precioso trazo, tres verónicas de pura filigrana por lo lentas y cadenciosas. Cuando se presentía el remate, el toro se le quedó debajo del capote. Lo derribó y le metió la cara en el suelo corneándole con saña. El gitano no pudo incorporarse. Estaba inconsciente. La cogida fue impresionante, pues Rafael sangraba por la cara abundantemente. Fue llevado a la enfermería sin sentido enmedio de la general preocupación. Ahí se acabó la corrida... Ruiz Miguel también salió con ganas de triunfo... Luego los nervios le traicionaron. Se aceleró un poquitín. Sufrió una cornada en un muslo de pronóstico menos grave, pero siguió en la arena hasta que mató al toro. Los aplausos le acompañaron hasta la enfermería. Parecía que Manolo Cortés había respondido al tratamiento del neurólogo que le asistió en Sevilla... Pero aquí volvió a hacer su aparición la parálisis precisamente ante el toro, que se manifiesta con una flojedad terrible que le deja indefenso. Mató como pudo al noble toro de Garzón... Según mis noticias no solo peligra su carrera taurina, sino que de avanzar la enfermedad medular, Manolo Cortés podría acabar sus días en una silla de ruedas... Con el cuarto toro en la arena se suspendió la corrida. Jaime Ostos saltó al redondel. Pidió autorización, a la vieja usanza, para estoquear los toros que quedaban. El presidente denegó el permiso. No era un chaval o un indocumentado el que pedía que la corrida continuara. Bajo la responsabilidad de Ostos, cuya profesionalidad está largamente acreditada, el usía debió complacer al público. Reglamentariamente cumplió, pero ¿cuántas veces se hace la vista gorda?...
28 de mayo de 1979: Corrida de toros. Feria de San Isidro. Alternaban Paco Alcalde, Ortega Cano y Niño de Aranjuez. Se lidiaron dos toros de Victorino Martín y uno de El Torero (3º).   

Vicente Zabala atestiguó dos días después del festejo anterior otra tarde con visos de tragedia. Así lo contó en el ABC de Madrid:
La corrida de Victorino salió con un trapío decoroso... La corrida de Victorino era eso; una corrida de toros para una plaza de primera. No cabía motejarla esta vez de terrorífica... No tiene justificación la disparatada actuación de Paco Alcalde, que ha podido concluir en tragedia por haber perdido totalmente los papeles... cuando los toreros pierden el sitio, «su sitio», aunque sea el de voluntariosos trotarruedos, es absurdo insistir... Mal estuvo Alcalde con su primero... El toro de Victorino iba muy bien, especialmente por el lado derecho, pero no había que dudarle, afianzar las zapatillas y cerrar la mano... Al final incluso sacó algún muletazo aceptable. Pero se veía la inseguridad del que no está en su momento. De pronto se lo echó a los lomos. El «victorino» le corneó con rapidez, muy certero, volviendo a meterle la cara en el suelo... Ortega Cano, joven torero, está en su momento. La revelación de San Isidro se ve de lejos que tiene afición y unos enormes deseos de ser figura del toreo... Ortega Cano se había entregado con ese celo admirable de los toreros que quieren ser... a continuación, muy despacio, emprende el volapié con la mirada fija en el morrillo. El toro era rápido. Y también rápido había que haberle entrado. Cogida de novato, de honrado, de «primo» suelen decir las gentes de coleta en su jerga... El Niño de Aranjuez venía a sustituir a Ruiz Miguel. El hombre se llevó un sobrero de la ganadería de Salvador Domecq, más espectacular que los propios «victorinos», un auténtico «tío» manso y con fuerza. El de Aranjuez, muy nuevo todavía, anduvo a empellones con él. El muchacho quiso justificarse, pero el «pavo» era un regalito. Lo hirió por la axila. Cuando vino a la barrera muy pocos vieron que llevaba la casaquilla manchada de su propia sangre... Una vez más, por favor, respeto para los que se juegan la vida. Hay que pronunciarse al final de las actuaciones, incluso con toda la dureza que se crea conveniente, pero fuera de la broma, el pitorreo (que viene de pito) y las palmas de tango durante la lidia. No se pide blandenguería ni tolerancia. Solo justicia y respeto. Sobre todo respeto…

Partes facultativos: Paco Alcalde sufre dos heridas por asta de toro, una en el tercio superior de la cara interna del muslo izquierdo con trayectoria hacia abajo, de 20 centímetros de profundidad, que produce destrozos en músculos aductores y contusiona el paquete vásculo – nervioso y otra en el tercio medio de la cara interna del muslo derecho con trayectoria hacia arriba, de 15 centímetros, que produce destrozos en el músculo vasto interno. Pronóstico grave. Ortega Cano sufre herida por asta de toro con entrada en cara posterior del tercio inferior del muslo izquierdo, con trayectoria hacia arriba de 25 centímetros, que produce destrozos en el músculo semimembranoso y tiene su salida en el tercio superior del mismo muslo. Pronóstico grave. Pedro Fernández «Niño de Aranjuez», sufre herida por asta de toro en la cara interna del tercio superior del brazo derecho, con trayectoria hacia arriba, de 10 centímetros, que contusiona el paquete vásculo - nervioso. Pronóstico menos grave.  
En el límite

Hay múltiples tardes en las que un solo torero se ha quedado con varios toros o con la corrida completa por percances de sus alternantes. Algunas de las que la historia recuerda o de las que he encontrado de interés son las siguientes:

18 de mayo de 1941: Corrida de toros. Alternaban Gitanillo de Triana, Pascual Márquez y Fernando Domínguez. Enfrentaron toros de Concha y Sierra. Es la tarde de la cornada mortal de Pascual Márquez – falleció 12 días después – y aunque don José Mª Sotomayor afirma que Gitanillo de Triana mató 5 toros porque Fernando Domínguez solamente mató uno, la crónica que Giraldillo hace de la corrida afirma que el vallisoletano solamente se preocupó por salir ileso de la tarde, y lo logró

12 de agosto de 1945: Novillada picada. Alternaron Rafael Llorente, Jesús Guerra Guerrita y Manolo Navarro. Novillos de Demetrio Fraile. Rafael Llorente mató los seis novillos por percances de Guerrita – grave – en el segundo de la tarde y de Manolo Navarro – menos grave – en el tercero.

25 de mayo de 1952: Corrida de toros. Feria de San Isidro. Raúl Acha Rovira, Juan Silveti y Pablo Lozano. Toros de Pablo Romero. El tercero de la tarde envió a la enfermería a Pablo Lozano y a Rovira. Así, Silveti mató 4 toros y se convirtió en el primer torero mexicano en abrir la puerta grande de Las Ventas en una feria de San Isidro, tras de cortar las dos orejas a Campero, quinto de la corrida.

26 de octubre de 1952: Novillada picada. José Rodríguez Pichardo, Manolo Cano y Francisco Blázquez Pacorro. Los novillos fueron de José Carvajal. Rodríguez Pichardo mató 5 novillos por cornadas de sus alternantes. Pacorro no mató ninguno. Ambas cornadas recibieron calificativo de graves. El encierro lidiado era el sexto que presentaba el ganadero en su prueba de ascenso.

13 de julio de 1968: Novillada picada. Juan Antonio Alcoba El Macareno, como único espada. 6 novillos de El Castillejo. Fue herido al iniciar la faena al sexto de la tarde con el cartucho de pescao en los medios. El sobresaliente Pedro Santamaría finiquitó el festejo.

30 de mayo de 1971: Corrida de toros. Feria de San Isidro, Antonio Bienvenida y Andrés Vázquez. Mano a mano. Concurso de ganaderías: Palha, Juan Mari Pérez Tabernero, Passanha, Alonso Moreno de la Cova, Fermín Bohórquez y Murteira Grave. Andrés Vázquez fue herido por el 4º y así Antonio Bienvenida mató cuatro toros esa tarde y cortó cuatro orejas en una de las tardes más grandes de su trayectoria por los ruedos.

17 de octubre de 1971: Novillada picada. Ángel Rodríguez Angelete, Bartolomé Sánchez Simón, Antonio Martín Guerrita y Eduardo Torres Bombita (Rej.). 5 novillos de Flores Albarrán (1 Rej.) y 2 de García Aleas (4º y 5º). Angelete mató 5 novillos por percances de Simón en el 2º de la tarde – menos grave – y Guerrita en el 3º - probable fractura de húmero, pronóstico reservado – y además el banderillero Aurelio Calatayud, también ingresó en la enfermería con probable fractura de costillas.

La sentencia de Frascuelo

El 13 de noviembre de 1887 se celebró – tras dos posposiciones – la corrida a beneficio de la sociedad filantrópica El Gran Pensamiento. Ante diez toros de varias ganaderías actuaron Frascuelo, Cara – Ancha y Ángel Pastor. Originalmente Luis Mazzantini iba en la combinación, pero con el cambio de fechas no pudo actuar por tener programado un viaje a América y los toros de su lote los estoqueó al final de la corrida Rafael Sánchez Bebe, a quien Salvador Sánchez quería otorgar la alternativa al siguiente año en Madrid.

El primer toro de la tarde se llamó Peluquero, era de la ganadería de Antonio Hernández y de capa negra. Al tirarse a matar, el toro prendió a Frascuelo por debajo de la faja y le infirió una cornada en el vientre. Aún encontrándose herido se levantó y permaneció en el ruedo para finiquitar al toro.

Pasó a la enfermería y allí los médicos Pérez Obón y Alcaide de la Peña procedieron a explorar la herida y a practicar las primeras curaciones. Los miembros de su cuadrilla los miembros de su cuadrilla Ostión, Pulguita, Ojitos y Bebe aparecieron por la enfermería y el primero de ellos hizo un gesto de condolencia por el estado de su maestro. Ante tal expresión, la respuesta del Negro fue la siguiente:
Los toros dan esto porque no pueden dar otra cosa. Si dieran caramelos daría gusto torear. Pa evitar verse así no hay más que dos caminos: huir o cortarse la coleta…
Y remató la lección:
No me había tocao en toa la temporada un toro tan bueno como éste. Le toree a placer y cuando le vi cuadrado, quise meterle el pie a favor de obra, porque yo daba la espalda a los chiqueros. Entonces, se tapó. Quise ponerle en suerte y como hoy había en Madriz una teja que tenía que caerle a alguien en la cabeza, me cayó a mí. No ha pasao más
Apostilla final

En una de sus relaciones Vicente Zabala Portolés reclama respeto para los toreros. El contexto en el que lo pide es bien distinto al que en estos días se reclama ese mismo respeto para quienes se visten de luces. Hoy, la falta de respeto de un sector de la población es evidente y en los días de Zabala, me parece, era mera exigencia, subida de tono quizás, pero exigencia al fin, derecho inalienable del que paga una entrada para ver un espectáculo íntegro.

En estos tiempos, individuos sin nombre y sin rostro se dedican a injuriar y a denostar a quienes se visten de luces por el mero hecho de hacerlo. Sin embargo, los sucesos del pasado martes y los que aquí les presento de la historia de la plaza de Las Ventas, creo que dejan claro que en el enfrentamiento del hombre con el toro, el piso está parejo.

Aclaración necesaria: Los resaltados en los textos que se citan, son obra imputable exclusivamente a este amanuense.

lunes, 19 de octubre de 2009

17 de octubre de 1889. Ponciano Díaz recibe la alternativa en Madrid

El primer torero mexicano que recibió una alternativa española fue Ponciano Díaz, natural de la Hacienda de Atenco, la que cuenta con el hierro y divisa con mayor antigüedad en el mundo. Ya cuando fue a España, Ponciano tenía alrededor de diez años en la brega, combinando las suertes de charrería con las propias de la lidia a pie, creando una singular tauromaquia a la mexicana, aunque su paso por la cuadrilla del torero gaditano Bernardo Gaviño, definió la predominancia de la manera de hacer el toreo a la manera del llamado abuelo del toreo mexicano, aunque sin apartarse de los orígenes que le eran propios.

El pasado sábado se cumplieron 120 años de este fasto, mismo que recuerdo a través de la revisión hemerográfica del hecho y de algunos de sus antecedentes y consecuencias cercanas.

Las crónicas parecen indicar que es el periodista taurino Julio Bonilla Recortes el que le convence de ir y le lleva a España, según se desprende de lo publicado por Federico Mínguez, en el ejemplar de la revista La Lidia de Madrid el 5 de julio de 1889:

...El señor D. Julio Bonilla es propietario, fundador y en la actualidad director de un periódico que se publica sin interrupción desde hace cinco años titulado El Arte de la Lidia... Sus consejos son escuchados como artículo de fe, y su amistad se la disputan desde el primer día que le tratan los toreros españoles... nada tenía que hacer en Madrid; le indicó su grande amigo Ponciano Díaz su deseo de venir a España y como quien toma el tranvía, tomó el vapor y aquí está, muy contento en esta tierra que no conocía, familiarizado ya con nosotros como si hubiese nacido en Maravillas y sintiendo el momento de abandonarnos...

En La Ilustración Española y Americana del 30 de julio de 1889, se relata la presentación de Ponciano Díaz – previa a su alternativa – ante la afición de Madrid, en la que exhibió su personalísima manera de enfrentar a los toros de lidia, en los términos siguientes:

…En la Plaza de Toros de Madrid se han presentado los mejicanos Ponciano Díaz, Agustín Oropeza y Celso González, para hacer gala de su destreza en la lidia y dominio de reses á la usanza de su tierra… El público madrileño tiene en materia de toreo un gusto muy formado y muy estrecho, y es difícil satisfacerle con lo que se aparte de sus aficiones: hay matadores muy aplaudidos en otras plazas, que no son tolerados en la de Madrid, donde todo estreno y novedad son peligrosos… El arte antiguo del rejón, que sólo se usa ya en las fiestas Reales, no es del agrado de los aficionados del día, con ser un arte muy gallardo. Bien puede estar satisfecho Ponciano Díaz de los aplausos que obtuvo al poner banderillas á caballo, suerte tan lúcida como bella, en que no supimos qué admirar con preferencia, si su habilidad de jinete ó de domador por lo bien amaestrada de la jaca que montaba, ó el arte, precisión y gallardía con que plantó las banderillas, que al desplegar sus cintas cubrieron al toro con los colores mejicanos y españoles… También halló el público mérito en las suertes de colear, lazar y montar el toro, aunque no gustaron tanto como espectáculo y diversión. El banderilleo mejicano obtuvo la palma, y ó mucho nos equivocamos, ó ha de hacer escuela y alternar en nuestras corridas con las suertes españolas, por lo airoso y lo lucido…

Por su parte, M. del Todo y Herrero, en el número de La Lidia correspondiente al 5 de agosto del mismo año, hace la siguiente presentación y juicio de Ponciano, de acuerdo con lo que había visto y leído sobre su persona y su actuar en los ruedos hasta ese momento:

Ponciano Díaz y Salinas, nacido en Atenco (Estado de México) el 19 de noviembre de 1858 e hijo de D. Guadalupe, caporal de dicha hacienda y de doña María de Jesús…La circunstancia de producirse en Atenco ganado de lidia de alguna nombradía y contar con redondel adecuado para ella, sirvió a Ponciano de aliciente y acicate para lanzarse por el peligroso camino que recorre, haciendo sus primeros ensayos bajo la dirección de los hermanos Hernández y formado luego como banderillero en la cuadrilla del célebre Bernardo Gaviño, en la que solo permaneció seis meses, al cabo de los cuales se presentó como matador o jefe de cuadrilla el domingo de Pascua, 13 de abril de 1879 en la plaza de Puebla... Hay motivos para que este torero sea simpático a los españoles, uno de los cuales, que prueba la bondad de su carácter, es el de que, despreciando rivalidades de nación, hace causa común con casi todos los diestros que van de España a México, trabajando con ellos en muchas ocasiones,especialmente en sus beneficios… La crítica de Ponciano, como matador de toros, la hace la prensa del país, por punto general, manifestando que no está muy suelto en el manejo de la muleta, razón por la que en este concepto es poco artístico su trabajo; pero que en cambio reúne gran certeza para herir en lo alto, y suma facilidad para practicar la suerte aguantando. Es, además, excelente conocedor de la lidia de las reses, y no tiene rival clavando banderillas a caballo...


Acerca de su alternativa, recibida antier hace 120 años, en la 14ª corrida del abono madrileño, de manos de Frascuelo y llevando de testigo a Guerrita, lidiando toros de Veragua y de Orozco, se hicieron diversos juicios, unos más en serio, otros, me parece a la distancia y derivados de la simple lectura de las crónicas, tirando más a chacota.

Paco Media Luna en El Toreo, revista madrileña de la misma fecha del festejo, escribió lo siguiente:





…La verdadera novedad a que nos referimos era la presentación del diestro mejicano Ponciano Díaz, como matador de toros y a quien ya conocíamos como gran jinete y excelente banderillero a caballo... El resto del programa lo componían tres toros del duque de Veragua y tres de Orozco, y los diestros Frascuelo y Guerrita, con quienes había de alternar el mejicano... Ponciano Díaz, después de agradecer la deferencia del diestro español y darle las más expresivas gracias, se dirigió en busca del cornúpeto, que estaba aplomado y acudía bien. Y previa una faena compuesta de cuatro pases altos, otros cuatro con la mano derecha y uno natural, le dio pasaporte con una estocada honda y caída. El diestro mejicano que lucía terno azul con golpes de oro y cabos rojos, escuchó algunas palmas al retirarse al estribo... Las condiciones con que este diestro ha tomado la alternativa nos impiden ocuparnos del trabajo de Ponciano como matador de toros… Es valiente en el acto de meter el brazo y tira siempre a asegurar, pero su arte de torear no puede agradar en las plazas de España. Se mueve demasiado y la muleta es un estorbo en sus manos… Pero como este apreciable diestro no ha tomado la alternativa en Madrid con objeto de exhibirse en plazas de la Península, sino que su viaje a España ha tenido por objeto estudiar el arte a que se dedica, y con su ensayo perfeccionarse en la ejecución, solo merece de nosotros un aplauso...

Por su parte, Mariano de Cavia, Sobaquillo, en crónica formada a partir de un supuesto diálogo con Sidi Mohamed Ben-Guassán, embajador extraordinario de un llamado S.M. Cheriffiana en Madrid, dijo:

Ponciano... Al llegar tal torero de los bigotes, ya fue más locuaz y se mostró más expansivo que el simpático magrebí… Pero cometería yo un verdadero abuso de confianza (aprendan de mí los inteviewadores de oficio) reproduciendo todo lo que oí de labios de Ben-Guassán, quién sabe si daría origen a un conflicto diplomático entre México y Marruecos… Reserva ante todo, y conténtese el curioso lector con conocer esta frase, elegida entre varias del marroquí: "No ser hombre dominando fiera. Ser tigre luchando toro"… Estas palabras pintan la gran valentía y la gran ignorancia taurina de Ponciano, a quien el público de Majerit (como dice el moro) trató con benevolencia y cariño…


Aficiones, en el diario El Imparcial de Madrid, en su ejemplar correspondiente al 18 de octubre de 1889 manifestó:

...Lumbrero, de Veragua, cárdeno oscuro y bien armao… Muy bravo, toma siete varas de los de a caballo, nacionales y extranjeros... Galindo y Pepete, agregados diplomáticos de Ponciano, toman los palos de los banderilleros de Salvador, clavando aquél par y medio y Pepete un par, después de salir en falso cuatro veces... Va de oro y azul y brinda por España y su tierra; previa la investidura que le concede en las formalidades de ritual Salvador Sánchez... Ponciano y compañía pasan de muleta, de capote, de montera y de todo al Lumbrero... Y se acaba este trabajo, atizando Ponciano un bajonazo...



Con algo más de ecuanimidad, en el ejemplar de La Lidia publicado el 21 de octubre de 1889, Sánchez de Neira reflexionó:

…Es valiente si los hay, y a pesar de que no conoce el miedo, para poco, está en constante movimiento, como acostumbrado a un género de lidia completamente distinta a la que en España se usa. En su país cuídanse los lidiadores de esquivar la acometida de las reses, ganándoles la cabeza con el cuerto, no conduciéndolas a voluntad con el engaño, que para ellos es un auxiliar secundario, y precisamente nosotros concedemos mayor mérito al buen uso de la mano izquierda con la muleta, o a la que lleva el capote, que a la agilidad de piernas… Por eso ha parecido deficiente en Madrid su modo de torear, que, volvemos a decir, es enteramente distinto al nuestro, de lo cual pocos se hicieron cargo en la corrida del jueves. Únicamente hay semejanza en el modo de entrar a matar, que lo hizo perfectamente, en línea recta, marcando bien la salida e hiriendo en lo alto hasta la guarnición del estoque, sobre todo en la estocada del último toro, que fue monumental, entrando al volapié en tablas y en un terreno donde pocos entran. No es posible juzgar a un espada en una sola tarde, pero no consiguió poco el nuevo matador, escuchando aplausos…

Más la actuación de Ponciano no fue solamente la novedad de una tauromaquia distinta y la alternativa de un diestro que pudiéramos llamar exótico. Dejó escuela y es el picador José Bayard, Badila quien la pone en práctica, como lo consigna La Ilustración Española y Americana del 15 de mayo de 1890, a propósito de la retirada de Frascuelo de la vida pública:

…El acontecimiento popular de estos días ha sido la retirada de la vida pública hecha solemnemente por el célebre matador Salvador Sánchez, ó Frascuelo… Hace veinticinco años era Frascuelo un obscuro y pobre oficial de papelista, que pedía un capote prestado para aprender á torear. Hoy se retira á la vida privada rico, famoso y vitoreado… En la función de despedida, todos le obsequiaron haciendo habilidades. Badila, ese picador que canta y representa, banderilleó á caballo, á la mejicana: cuando vimos a Ponciano Díaz hacer esa bonita suerte, presentimos que nuestro arte nacional la adoptaría, y vemos que no nos engañábamos. Frascuelo salió de la Plaza luciendo por última vez el traje corto, y aclamado por sus admiradores. Dejaba de ser hombre público para ser padre de familia. Ya puede, si quiere, asegurar su vida en La Equitativa, ó en alguna sociedad del mismo género, sin pagar exceso de prima…

Este es el resumen de cómo se juzgó en su día la presencia del primer lidiador mexicano que acudió a España a obtener el grado de matador de toros, perpetuando así en México, la manera de lidiar toros como se hacía en España y abriendo un camino que lleva ya más de seis decenas de diestros que han ocurrido allá por lo mismo. Es este pues, el inicio de una de las grandes tradiciones taurinas mexicanas.

Aldeanos