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domingo, 9 de febrero de 2025

10 de febrero de 1980: Aciago final de la única campaña mexicana de Rafael de Paula


Cuenta Andrés Luque Gago en sus memorias toreras que para la temporada invernal 1979 – 80, José Ignacio Sánchez Mejías y Manolo Chopera, apoderados de Rafael de Paula, le arreglaron una gira por plazas americanas:

Podría decirse que Rafael de Paula fue un premio final a mi larga trayectoria, un lujo para cualquier banderillero... Lo apoderaban Manolo Chopera y José Ignacio Sánchez Mejías, de lo que podría deducirse que fue éste quien propició la llamada de su hermano Pepe a principios de 1979. Me aseguró que tenían previstas unas cincuenta corridas en España y unas diez en América y que iría a aquel continente con él... No estaba seguro de que pudiese torear tantas corridas, el año anterior se había lesionado la rodilla, afectada de un problema congénito, en la plaza de toros de Bayona... (Andrés Luque Gago en Recuerdos de un torero, 2011)

Dadas las circunstancias, podía suponerse válidamente que las fechas americanas a las que hace referencia don Andrés tendrían verificativo en las plazas que sus apoderados controlaban ya en aquellos días al Sur del Ecuador. Pero al menos para quienes en esos días residíamos en la capital mexicana, el miércoles 24 o el jueves 25 de enero de 1980, el doctor Alfonso Gaona, al presentar el cartel de la séptima corrida de la temporada 1979 – 80 de la Plaza México, sorprendió a todos anunciando la confirmación de alternativa de Rafael de Paula para el domingo 27 siguiente, quien no estaba anunciado en el elenco del derecho de apartado.

La tarde de la confirmación de Rafael de Paula queda así, como una fecha señalada en la historia del toreo, pero sin ningún hecho artístico resaltable para contar. Por cuestiones del convenio, el torero jerezano tenía que actuar al menos en tres corridas aquí en México, así que el siguiente domingo 3 de febrero, en Acapulco, toreó mano a mano con Miguel Espinosa Armillita Chico, lidiando dos toros de Villa Carmela y otros dos de Peñuelas y las cosas quedaron listas para que terminara su paso por nuestros ruedos el 10 de febrero, nuevamente en la Plaza México.

La novena corrida de la temporada 1979 – 80 

Para ese domingo 10 de febrero de 1980, el doctor Gaona anunció un encierro de Rancho Seco, que festejaba el cincuentenario de su presentación en la capital de México, para Rafael de Paula, Curro Rivera y Miguel Espinosa Armillita Chico. No debo dejar de decir que quienes estuvimos en posibilidad de asistir a esa corrida esperábamos que el torero gitano nos retribuyera lo que había dejado pendiente dos semanas antes, pero en los hechos, la realidad fue bien distinta.

Escribe Carlos Loret de Mola Médiz, firmando como Luis Soleares, en el diario tapatío El Informador del día siguiente al de la corrida:

Rafael de Paula naufragó ante sus dos enemigos y escuchó una bronca de órdago después de cada uno de ellos, con multitudinario coro de “¡ratero, ratero!”. El juez, además, lo multó con cinco mil pesos por su desaprensiva actuación con el primero, y con diez mil por su segundo fraude al público, con el cuarto. Un verdadero desastre. Su segundo adversario era burriciego; pero el primero pasaba bien, y Paula lo eludió y mató rápidamente… ¿Qué de bueno podría decir de Rafael de Paula? Ni siquiera el terno: un vino obscuro con adornos negros, como si estuviera de luto por su actuación. Ni una sonrisa, ni un lance, ni un pase. Lo que se llama nada. Al primero debió torearlo. Era imperativo categórico de dignidad hacerlo, porque se trataba de un ejemplar de respeto y calidad. Sólo le espantó las moscas huyendo de él, y le sepultó la espada desprendida para una muerte fulminante y cruenta. Bronca grave y multa de cinco mil pesos. El cuarto era burriciego, pero “El Gitano” huyó de su embestida igual que había hecho con el anterior. Le metió una estocada trasera y luego otra delantera. Con los dos estoques puestos, el toro se entregó, mientras el ruedo se cubría de cojines, envases de cerveza e injurias. Paula es, o era un diestro fino con el capote. Desigual y miedoso, tenía sin embargo actuaciones artísticas. En la Feria de San Isidro en Madrid – mayo de 1979 –, probablemente perdió el sitio al ser peligrosamente cogido en su segunda actuación, tras una tarde de éxito para él. Lo de ahora denota que no ha recuperado el aplomo. Ojalá tenga un mañana, lo que, por lo que a México se refiere, parece imposible…

Loret de Mola no es ni comedido ni piadoso con su narración de lo sucedido esa tarde. Estuve presente en la plaza y creo que es una de las broncas más grandes que he tenido oportunidad de ver en casi seis décadas de ver toros. Y es que el torero simplemente salió a despachar a sus toros sin mayor trámite. Entiendo que, como dice don Daniel Medina de la Serna, eran en principio a contraestilo, pero apenas entró en probaturas antes de montar la espada.

Otra cuestión que aborda Luis Soleares es la de la probable falta de sitio a causa de las crónicas y recurrentes lesiones de rodillas que padecía el torero de etnia gitana. Cita en particular un percance sufrido el 26 de mayo de 1979, en la Feria de San Isidro de Madrid, en una corrida en la que Rafael de Paula se había quedado con tres toros de la corrida y en un alarde de torería, realizó un quite a un toro con peligro, yéndose él también a la enfermería, y quedando trunco el festejo. En esa oportunidad, en principio, se le diagnosticó una conmoción cerebral, aunque posteriormente se le detectó esa lesión articular.

Por su parte, don Andrés Luque Gago, quien decíamos, venía como peón de confianza del torero, cita también la cuestión de la lesión articular en sus memorias toreras, pero ya decíamos que fija el origen de la misma en un festejo celebrado en la plaza francesa de Bayona y de estos festejos en la Plaza México, recuerda:

Como estaba previsto, viajamos a América, a Colombia y a Méjico, donde cumplí un viejo sueño, torear en la Plaza Monumental... La ruptura de los convenios había impedido que hubiese toreado allí antes... Creí que ya no lo haría nunca... Toreamos dos corridas en la Monumental de Méjico y los toros no ayudaron, salieron con poco recorrido, escaso juego, e incluso con peligro sordo. Llevé el peso de la lidia en los cuatro, y les pude... Me proclamaron banderillero triunfador de la temporada y me concedieron el trofeo correspondiente...

Efectivamente, Andrés Luque Gago fue el ganador del Trofeo Domecq al mejor peón de brega de esa temporada y en ese par de tardes si alguien brilló fue precisamente este gran torero de plata, quien derrochó torería a raudales.

Los ecos de una tarde desdichada

Los sucesos de esta corrida de toros no se quedaron para consumo local. El diario ABC de Madrid les dedicó un espacio en su sección La Fiesta Nacional en su edición del 13 de febrero de 1980, en el siguiente tenor:

México, 12 (EFE). – Casi toda la crítica mexicana coincide en calificar pésimamente la labor del torero Rafael de Paula en su última actuación en el coso de la capital azteca… «Por favor, no más arte gitano». «¡Qué malo es!». «Gran bronca armó De Paula en la México». «El gitano De Paula, bandido tramposo de siete suelas», son algunos de los titulares que hoy comentan el fracaso del torero jerezano… En cuanto a la multa por 15,000 pesos (unas 45,000 pesetas) que el presidente de la corrida, Jesús Dávila impuso ayer al diestro «calé», se dividen las opiniones, pues una mayoría opina que, de acuerdo con el Reglamento, la sanción, e inclusiva el arresto, solamente caben cuando el torero falta al respeto al público o a la autoridad… Dávila explicó que: «a su juicio no sólo se falta al respeto al público cuando el torero se encara con él, sino cuando no pone de su parte ni un mínimo esfuerzo para cumplir con decoro»…

No debo dejar de aclarar que el jefe de la información taurina del ABC madrileño era en esos días Vicente Zabala Portolés y que, en esos tiempos, Rafael de Paula no era precisamente, uno de los toreros de su estimación. Tanto así que el día aquel de la faena del toro de Martínez Benavides en Madrid, escribía que la plaza de Las Ventas había sido rebajada a ser un inmenso tablao flamenco… Entonces, tenía árbol caído para hacer leña.

Una reflexión final del torero

En una interesantísima entrevista realizada por José Antonio Ayuste, Rafael de Paula se autodefine en la siguiente forma:

Yo podré haber sido mejor o peor torero, pero de lo que estoy seguro es de que el torero de más mérito en la historia del Toreo he sido yo. He sufrido mucho con mis rodillas. Operaciones, problemas..., y por culpa de mis maltrechas rodillas siempre he estado a merced de los toros. Muchas veces me he dicho delante del toro que sea lo que Dios quiera. Estoy convencido de que yo podría haber sido un torero de historia. Con mis condiciones de torero estoy convencido de que podría haber entrado en la historia del Toreo. Un torero inválido, como he sido yo, ha matado siete corridas de seis toros. Respecto a si me he dejado algo en el tintero, he de decirte que por supuesto que sí. Los toreros se retiran sin haber hecho su faena soñada. Sin haberse realizado completamente. Los toreros se mueren sin entender completamente el misterio del toreo. Ni siquiera aquellos que han pasado a la historia por haber sido los más listos e inteligentes. El toreo es un misterio que nadie ha logrado entender jamás…

Así ha sido el paso de uno de los grandes genios del toreo que han pisado el ruedo de la plaza de toros más grande del mundo, hace 45 años.

domingo, 19 de enero de 2025

3 de octubre de 1941: Festival en homenaje y beneficio de Félix Rodríguez en Madrid

Félix Rodríguez fue un torero que tuvo un paso fugaz por los ruedos, pero que dejó una gran impronta en la historia del toreo. Apenas pudo completar un poco más de cuatro temporadas como matador de toros, pero sus contemporáneos aseguran que, de no haber sido por su endeble salud, quizás hubiera sido el esperado sucesor de Gallito.

La enfermedad fue la que lo echó de los ruedos y lo que pudo ganar en ellos, se fue escapando como agua entre las manos. La última vez que se vistió de luces fue el 19 de junio de 1932 en Perpiñán, Francia, y a partir de esa fecha solamente se pudo dedicar a atender los males que le aquejaban.

La prensa de la época señala que, en el año de 1941, Antonio Márquez, contemporáneo suyo, se afanó en organizar un festival taurino en su beneficio. Escribió Recorte en el ejemplar de El Ruedo fechado el 17 de enero de 1946:

Con el fin de aliviar la angustiosa situación económica en que le había precipitado la enfermedad, y por iniciativa de Antonio Márquez, se celebró en Madrid un festival a beneficio del desgraciado torero. En dicho festival tomaron parte gran número de toreros, consiguiéndose una buena recaudación que sirvió para mitigar, de momento, los sufrimientos que poco a poco iban arrancándole la vida...

José Luis Ramón agrega que, por esa misma época, el Sindicato del Espectáculo le concedió una pensión mensual de la que disfrutó hasta su fallecimiento en 1943.

El anuncio del festival

El festejo tendría lugar el viernes 3 de octubre de 1941, en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid, dando inicio a las cuatro y media de la tarde.

El cartel originalmente anunciado se formó con novillos de Antonio Pérez de San Fernando, de Salamanca, que serían lidiados por Juan Belmonte, a caballo y en lidia ordinaria, a pie, por Rafael Gómez El Gallo, Antonio Márquez, Domingo Ortega, Antonio Bienvenida, y Juan Mari Pérez Tabernero.

En la víspera del festival, se publicó tanto en el diario matutino ABC, como en el vespertino Pueblo, ambos de la capital hispana, la siguiente información:

El festival a beneficio de Félix Rodríguez. El matador de toros Juan Belmonte (hijo) ha hecho entrega de 500 pesetas por una localidad para dicho festejo... Los toreros y aficionados que deseen adquirir entradas haciendo donativos pueden pasarse por las oficinas de la empresa (Victoria 9) durante la tarde del jueves y la mañana del viernes...

Así, toreros y aficionados fueron presentándose primero, en el despacho de la empresa y posteriormente en las taquillas de la plaza, para poder hacer su aportación a la buena causa que motivó la organización de este singular festejo.

Lo sucedido en el festejo

Corrida a beneficio del infortunado Félix Rodríguez, retirado de la profesión a causa de una grave enfermedad... Al hacer el paseo todos los matadores son aplaudidos. Torean Belmonte, Rafael el Gallo, Márquez, Marcial, Ortega y Antonio Bienvenida...

Sin mediar explicación, Juan Mari Pérez Tabernero salió de la combinación y fue sustituido por Marcial Lalanda, según se aprecia del introito de la crónica de Benjamín Bentura Sariñena Barico, en la edición de Pueblo de la misma fecha del festejo.

El común denominador de los novillos de Antonio Pérez de San Fernando fue la extrema falta de fuerza que exhibieron en todos los turnos de la lidia. Escribió Giraldillo en el ABC madrileño de la mañana siguiente al día del festejo:

El resultado artístico no correspondió al interés despertado, porque los seis novillos de Pérez Tabernero venían resentidos seriamente del accidente que sufrió el camión que los transportaba. Al principio todos arrancaron bien, pero pronto vinieron abajo, excepto los dos últimos, que debieron padecer menos. Juan Belmonte toreó muy bien a caballo... pero donde sobresalió fue en la colocación de dos pares de banderillas, metiendo la jaca por dentro... Cuando iba a hacer la faena de muleta, el novillo cayó y fue apuntillado. Antonio Márquez, Marcial Lalanda, Domingo Ortega y Antonio Bienvenida, torearon muy bien, con más suerte estos dos, porque sus novillos no estaban resentidos de las patas... El gran Rafael “El Gallo”, objeto de una ovación cariñosísima, toreó con gracia. Su presencia en el espectáculo, fue una nota altamente simpática... Márquez y Bienvenida brindaron a “K – Hito”, el gran aficionado, dibujante y escritor, a cuya iniciativa desde las columnas de “Dígame”, se debe la idea del festival...

Acerca de la entrada, el mismo Manuel Sánchez del Arco, dice:

Se celebró el festival, con una entrada muy buena, tanto que hace suponer una recaudación lucida que venga a mitigar la aflictiva situación en que se encuentra el que un día gustó la gloria de los aplausos... El rasgo generoso de cuantos han tomado parte en el festival, o de algún modo han contribuido al buen resultado económico del mismo, merece registrarse con elogio: El público madrileño ha sabido responder al nobilísimo fin que el espectáculo perseguía...

No quiero dejar de hacer notar, que la crónica del diario "Pueblo" consigna que auxiliando a Juan Belmonte, iba nada menos que Cayetano Ordóñez Niño de la Palma.

El accidente que dañó al encierro

En el diario Pueblo del mismo día del festejo, en nota aparte, se contiene esta información, fechada en Salamanca:

El jefe de la estación ferroviaria de Salamanca comunicó a la Cruz Roja, por noticias que había recibido del jefe de la estación de Barbadillo, haber ocurrido un accidente con motivo del choque de un camión que conducía una corrida de toros de don Antonio Pérez Tabernero, que había de ser lidiada en Madrid... El mayoral que acompañaba a la corrida de toros murió poco después del accidente y el conductor del coche y su ayudante sólo sufrieron algunos rasguños...  Algunas de las reses han quedado inutilizadas para la lidia...

Así pues, vinculando la crónica del festejo de Giraldillo con esta última información, se puede advertir que el pobre juego de los novillos salmantinos en el festival, se debió propiamente al percance carretero que sufrieron y que terminó por afectar directamente al resultado artístico del mismo.

Un apunte sobre El Gallo

Rafael El Gallo había recibido la alternativa en los albores del siglo XX, en 1902 y toreó su última corrida vestido de luces en Barcelona, en 1936. Esa es una carrera larguísima en los ruedos, aún con las idas y venidas que tuvo el que fuera uno de los diestros más geniales que la historia ha conocido.

Ya retirado, siguió, como se ve, toreando festivales a invitación de Juan Belmonte. Antonio Díaz - Cañabate, en su Historia de una Tertulia, a propósito de este en particular, cuenta:

El rápido de Sevilla llegó a Madrid esta noche, a las once de la noche. A las once y media, Rafael «El Gallo» está en el Lyon... ¿De dónde vienes Rafael? Pues de Villanueva del Arzobispo, donde hemos toreado ayer un festival, Juan, el «Niño de la Palma», Láinez y yo... Buena temporada de festivales llevas. ¿Cuántos has toreado? … ¡Qué se yo. diez o doce! Son cosas de Juan Belmonte. Una mañana, llega a Gayango, y me dice: «Rafael, el domingo toreamos en Écija», y nos vamos a Écija a divertirnos un rato. Yo le llamo a esta trupé que hemos formado Juan y yo, «El Empastre» ... Rafael torea en Madrid dentro de tres días un festival a beneficio de Félix Rodríguez, el que fue buen torero, inválido y postrado en cama hace mucho tiempo... ¿Qué, Rafael, vienes muy animado? … Yo, animao estoy siempre; ahora, que luego sale el toro, y a lo mejor se le acaba a uno la animación. Si embiste, le toreamos, y si no, a esperar a otro...

Poco tiempo después, tres años para ser precisos, Rafael El Gallo sería objeto de un festival de similares intenciones, del que me he ocupado en este apartado de esta bitácora.

Como podemos ver, la tauromaquia siempre está presente cuando hay una buena causa que atender.

domingo, 8 de diciembre de 2024

La permanente solidaridad del toreo

El pasado domingo veía por la televisión el festival taurino que, en lo que ayer fuera la Chata de Vista Alegre, en Carabanchel, se ofreció para recaudar fondos para ayudar a aliviar los estragos que una DANA causó en diversas poblaciones de la Comunidad Valenciana. El final inesperado que tuvo, al más puro estilo de las obras del boom latinoamericano de la literatura, me recordó otro evento similar, celebrado en 1986, también ideado para intentar paliar en alguna medida las desgracias causadas por la erupción del volcán Nevado del Ruiz en Colombia. Y leyendo sobre este último festival, encontré lo que me parecen ciertos paralelismos. Es por eso que hoy trataré de exponerles lo que sucedió ese 5 de abril de hace ya casi 39 años y plantear lo que creo que son esos puntos de contacto.

Apuntes sobre una tragedia… ¿anunciada?

El volcán Nevado del Ruiz se ubica en la parte central de la cordillera de los Andes, entre los departamentos colombianos de Tolima y Caldas. Para 1985, la última erupción importante que tenía registrada databa del año 1845, pero ya a finales de 1984 se había advertido que el llamado León durmiente mostraba signos de actividad. Se afirma que las previsiones para un evento volcánico de gran magnitud fueron tardías y así, el 13 de noviembre de 1985, se produjo una gran erupción que afectó señaladamente a la ciudad de Armero, que prácticamente quedó sepultada bajo los materiales arrojados por las avalanchas causadas por la erupción.

Se habla hoy en día de una suma de entre 20 y 30 mil personas fallecidas o desaparecidas; 4000 heridos; más de 20,000 personas sin hogar por la destrucción de alrededor 5,000 viviendas. Se estima que los damnificados llegaron a los 250,000; y, las pérdidas materiales fueron estimadas entre 35 mil y 50 mil millones de pesos colombianos.

Sin duda, la fuerza de la naturaleza causó a las personas y a sus bienes una serie de daños, muchos de ellos irreparables. Las crónicas periodísticas de la época dejan ver que el resultado catastrófico pudo al menos ser amortiguado, si se hubiera respondido con diligencia a las advertencias de los geólogos y vulcanólogos que detectaron la inusual actividad del Nevado del Ruiz. Más el hubiera no existe y en esos días ya no quedaba más que tratar de paliar las consecuencias en la medida de lo posible.

La respuesta del planeta de los toros

Relatan tanto Vicente Zabala Portolés – en Tiempo de Esperanza –, como José Carlos Arévalo y José Antonio del Moral – en La Guerra Secreta – que, en medio de, justamente una guerra por los destinos de la plaza de Las Ventas, la Federación Nacional Taurina, encabezada en esos días por don Lucio de Sancho y la Embajada de Colombia en España, coordinaron sus esfuerzos para organizar un festejo taurino que generara recursos a favor de los damnificados en la región de Caldas – Tolima en Colombia. Pronto empezó Lucio de Sancho a encontrar respuestas y quizás las más resonantes fueron las de la Comunidad de Madrid, que puso a disposición la plaza de Las Ventas y la de Manuel Benítez El Cordobés, que, teniendo catorce años sin actuar allí y cuatro, retirado de los ruedos, era casi la garantía del lleno absoluto. Y el Huracán de Palma del Río” se mostraba animoso. Esto declaró a José Luis Suárez Guanes para el ABC madrileño:

Estoy encantado de hacerlo. No se puede decir que contento, pues el motivo de que se trata es por una verdadera tragedia, por una auténtica catástrofe. Pero yo no tengo más remedio que torear. Le debo mucho a Colombia. Indudablemente también se lo debo a todos los países donde se dan corridas de toros, pero Colombia, especialmente, siempre me trató muy bien y ahora es la ocasión de correspondería. Aprovecho esta ocasión para decir que también me ofrecí en su día para actuar con destino a los dañados por el terremoto de México, pero no he encontrado ninguna respuesta…

Me sorprende la última frase, en el sentido de que también se apuntó para aquel festival que se celebró el 12 de octubre de 1985 en la Plaza México, también a beneficio de los damnificados del sismo del 19 de septiembre anterior. Hubiera sido un ingrediente más de categoría al rico cartel que ese día se presentó y que representó, si la memoria no me traiciona, la última tarde en la que allí actuaron Antoñete y Manolo Vázquez.

El anuncio original del festival, programado para el día 5 de abril de 1986, contemplaba a Julio Aparicio, Antonio Chenel Antoñete, Andrés Hernando, Manuel Benítez El Cordobés, Sebastián Palomo Linares y los novilleros José Miguel Arroyo Joselito y Walter Castillo Macareno de Colombia, quienes lidiarían novillos de distintas ganaderías. El cartel comenzó a sufrir modificaciones, porque un problema de salud de Julio Aparicio motivó que se anunciara su sustitución por Paco Camino, que fue quien apareció en los carteles, cuando el festejo se anunció públicamente.

Al acercarse la fecha del festejo, se le adicionaron dos ingredientes adicionales: la transmisión por televisión a varios países de Hispanoamérica y la presencia en los tendidos de Julio Iglesias, invitado especialmente por El Cordobés y quien haría el viaje desde Miami para presenciar la reaparición de su compadre en el ruedo de Las Ventas. Así pues, en el papel, todo apuntaba a la redondez del evento.

La hora de la verdad

El sábado 5 de abril de 1986 fue un día lluvioso y frío, pero eso no impidió que la afición de Madrid y de muchos otros lugares del mundo se congregara en la plaza de Las Ventas. El reclamo de la presencia allí de El Cordobés después de casi tres lustros de ausencia tenía su encanto y un profundo toque de nostalgia. Escribe Vicente Zabala Portolés en el introito de su crónica para el ABC madrileño:

A la hora en punto, con el cielo entoldado, la gente se apretuja en los tendidos de la Monumental. Paraguas, gabardinas, impermeables. Da lo mismo, como si el tiempo se hubiera detenido en los años en que la gente comenzó a comprarse el coche, el piso y el chalé; como si viviéramos en el país de las horas extraordinarias, la chapuza, la seguridad ciudadana y la cartilla de la Caja de Ahorros con unas perras «por si una enfermedad»; como si tuviéramos no sé cuántos miles de obreros – ¿por qué no decirlo también? – currando en Alemania y enviando divisas; como si hubiéramos entrado en el túnel del tiempo, para instalarnos en la década de los años 60, así estaba ayer de pletórica de euforia la Monumental de las Ventas a la hora del paseíllo…

Para esa hora, ya se había anunciado que Paco Camino no actuaría por haber presentado un parte médico y que el novillo que le tocaba en suerte sería lidiado por Antoñete, quien se quedó con la encomienda por sorteo y en ese sorteo se llevó la suerte de la tarde.

El toro que correspondía a Paco Camino era de Torrestrella y su turno se corrió al quinto sitio. Ante él, Antoñete realizó una obra verdaderamente importante, tanto por su estructura y contenido, como por el hecho de que fue parte de la salvación de una tarde que se iba por el despeñadero. Escribe Joaquín Vidal para el diario El País:

Una muleta en la mano, se supone, sirve para torear. Unas veces, librando broncas embestidas, como hicieron Hernando y Palomo con dignidad; otras, para recrear el toreo sublime. Antoñete lo recreó ayer, en algunos pasajes del primer toro y, sobre todo, en los monumentales naturales que le sacó al noble Torrestrella. Adelante el engaño, lo traía toreado para ligar naturales hondos, y el de pecho de cabeza a rabo, y restallaban los oles, y los gritos de ¡torero!, con el ruido del mar embravecido. En redondo toreó peor el maestro: ahora la muleta quedaba atrás, y el pico delante y arriba. Pero se reconcilió con el arte mediante un trincherazo de cartel…

Por su parte, Zabala Portolés, en retrospectiva, en su libro Tiempo de Esperanza, reflexiona así la actuación triunfal de Antoñete esa lluviosa tarde:

El del mechón blanco tuvo la suerte de llevarse un gran toro de Álvaro Domecq. Le llegó la hora de su particular venganza. Un tonto a mi lado dijo eso de ¡vaya toro que le ha tocado a ese torero! Le respondí sin vacilar: ¡y vaya torero que le ha tocado a ese toro! … Una y otra vez la muleta del torero de Las Ventas se adelantaba hasta el morro para tirar rítmicamente del burel jerezano... Perdió la noción del espacio... Entre serie y serie abría la boca como un pájaro pión, porque se ahogaba él mismo de la emoción que le producía contemplar a la cátedra puesta en pie aclamándole, gritándole ¡torero!, ¡torero! … Y vuelve otra vez a llevar el trapo a los ojos del de Torrestrella, como para cegarle... y como ciego de temple, de gusto, diría yo, sigue la trayectoria que le marca el mando de "Antoñete"... En pleno delirio de los graderíos, cita a recibir... deja una estocada corta. La plaza se pone blanca de pañuelos. El cielo, también conmovido, cierra la llave del grifo del agua... Una oreja. La otra. Hay quien pide el rabo. Con los despojos en la mano inicia una lenta vuelta al redondel, mientras la afición le vitorea y le pide a gritos que vuelva a los toros...

El otro triunfador fue un novillero, el más prometedor en ese momento de la entonces Escuela Nacional de Tauromaquia – hoy Escuela de Tauromaquia de la Comunidad de Madrid – llamado José Miguel Arroyo y apodado Joselito. El chaval se llevó también las dos orejas del novillo de Carlos Núñez que le tocó en suerte. Escribió Vicente Zabala para el ABC:

El joven Joselito estuvo muy bien con el que brindó a Lucio de Sancho. Llevó a cabo una bonita faena, sacando partido del buen son del toro de Núñez, al que toreó primorosamente con la izquierda. Soberbio el volapié, entrando con arrestos. Las dos orejas para el crío. Le viene de perlas este triunfo de cara al futuro, que se le presenta esperanzador. Esta vez le ha visto mucha gente, y han salido hablando mucho – y bien – de este Joselito que lleva el toreo en la cabeza y la afición a punto, incluso desmedida. Como debe ser…

Por su parte, Joaquín Vidal, en El País le refiere lo siguiente:

La apoteosis del papa torero de Madrid enlazaría, ratito después, con la de Joselito, otro madrileño, un chavalín, aún monaguillo, aunque ya ascenderá. Ejercitaba el toreo con la facilidad y la cadencia de los virtuosos; un temple inacabable en la largura de los naturales y redondos; el de pecho cerniendo la embestida al hombro contrario; la personalidad en la interpretación de las suertes, y un aplomo pasmoso para ceñir el pitón a distancias de escalofrío. Finalmente, los ayudados, al estilo de los maestros, para cuadrar, y la estocada volcándose sobre el morrillo…

Como se ve y como podemos comparar con el festival de hace una semana, resulta ser el novillero que viene cerrando la tarde, quien provoca que todo el mundo se haga lenguas con su toreo. En el caso del festejo de 1986, fue el penúltimo, el del primer día de este diciembre, fue la torera Olga Casado, quien, además, debutaba con picadores.

¿Y El Cordobés?

Manuel Benítez se situó en el centro de la polémica. No habrá que perder de vista que el influjo de su nombre fue seguramente, el que llenó los tendidos de la monumental madrileña, pero como decía el introito de la crónica de Zabala en el ABC, su toreo era ya de otro tiempo y además, con cierta sorna, señalaba que el novillo que mataría en el festival, sería quizás más grande que muchos de los toros que mató vestido de luces.

Por su parte, Joaquín Vidal relató:

El Cordobés, – ¡Manolooo!, para los fans – traía preparado su show, con participación de Julio Iglesias, y estaba en el tendido todo el cordobesismo nostálgico dispuesto a reafirmar su militancia en fervorosa adhesión a Manolo ¡Manolooo! La afición madrileña apenas tenía voz entre tanto alboroto y el toreo parecía que tampoco tendría cabida en la fiesta. Pero habían comparecido también allí dos toreros, Antoñete y Joselito, y a impulsos del toreo sublime – ¿no es siempre sublime el toreo? – limpiaron de bufones y bufonadas el histórico ruedo de Las Ventas…

Y para más INRI, al rematar un quite, se le tiró un espontáneo, quien por esos días afirmaba ser hijo de Benítez, pero sin aportar mayores evidencias. Manuel Díaz El Manolo, fue sacado del ruedo de mala manera por la cuadrilla de su entonces, presunto padre. (Video en esta liga)

Mal saldó sus cuentas y aunque José Carlos Arévalo y José Antonio del Moral intentaron aliviar su situación señalando que el triunfo y el fracaso fueron de dos toreros retirados, que ni El Cordobés volvería a la lucha, y tampoco Antoñete cambiaría el devenir del toreo, que, en todo caso, la lucha estaba en otros campos de la propia fiesta.

Al final de todo, como el pasado domingo, los mayores dejaron que Joselito fuera quien saliera en hombros de la plaza, reconociendo a una nueva generación de toreros que pedía paso. Y quedó también claro en esa tarde que el toreo eterno es el que pone de acuerdo a todos y el que permanece en todo tiempo y en todo lugar.

domingo, 10 de noviembre de 2024

5 de noviembre de 1994: Entre César Pastor y Joselito, Teodoro Gómez se alza con el triunfo en el Toreo de Cuatro Caminos

El Toreo de Cuatro Caminos se inauguró el 23 de noviembre de 1947 y funcionó con intermitencia hasta 1968, año en el que se anunció que sería cubierta para permitir su utilización en diverso tipo de espectáculos aparte de los festejos taurinos, que serían más cómodos, pues no serían molestados por el viento o la lluvia. La última corrida que se dio en esa primera etapa de su existencia fue el 29 de diciembre de 1968 y fue un mano a mano que sostuvieron Manolo Martínez y Eloy Cavazos ante seis toros de Javier Garfias.

Al iniciar 1969 se cerró para intensificar los trabajos de colocación de una estructura metálica que sostendría la techumbre y que tardó muchos años en ser terminada y una vez concluida. Pasarían 26 años para que se reabriera con una corrida y el cartel para la ocasión fue integrado por José Mari Manzanares, Manolo Arruza, Fermín Espinosa Armillita y Pepín Liria, quienes el 15 de octubre de 1994, dieron cuenta de ocho toros de Vistahermosa.

Pero antes, al menos de manera pública, en el mes de agosto de ese 1994, se ofreció un festival taurino en el que actuaron el rejoneador Rodrigo Santos, Joselito Huerta, Eloy Cavazos, Mariano Ramos, David Silveti y Jorge Gutiérrez ante novillos de José Julián Llaguno. Ese festejo tuvo la finalidad de allegar fondos a un partido político (PRI). En el ejemplar del semanario madrileño El Ruedo fechado el 16 de agosto de ese año, el corresponsal Tadeo Alcina Rivera, refiere entre otras cuestiones:

Después de haber permanecido durante 25 años cerrada a espectáculos taurinos la plaza de Toros “EL TOREO DE CUATRO CAMINOS”, que se encuentra casi ya en la Capital de México, fue reabierta para ofrecer un festival taurino para recabar fondos que serán adjudicados al partido político en el poder (PRI); para tal efecto se preparó un gran cartel encabezándolo el rejoneador Rodrigo Santos y a pie el matador de toros Joselito Huerta (dos orejas), Eloy Cavazos (dos orejas), Mariano Ramos (rabo), David Silveti (vuelta), Jorge Gutiérrez (oreja). Cabe mencionar que durante el mes de octubre comenzarán a realizarse festejos en esta plaza, las corridas se darán en sábado para evitar la competencia con la Plaza Monumental México... El empresario de dicho coso es EDGARDO MEADE GARFIAS, quién al parecer está en tratos con “EL CAPEA”, JULIO APARICIO, MIGUEL BÁEZ “LITRI”, “ESPARTACO” y posiblemente “EL CORDOBÉS” entre los diestros mexicanos están los jóvenes Arturo Gilio y Eulalio López “El Zotoluco” ... Por desgracia durante el festival antes mencionado, en el enchiqueramiento fue corneado por un toro de José Julián Llaguno el torilero Jaime Ramírez, quien recibió tres cornadas una en el tórax, otra en la pierna y una en la cabeza, dos de ellas eran mortales de necesidad, por lo que al día siguiente falleció en un hospital de esta capital...

Al final de cuentas, el elenco presentado por la empresa organizadora de los festejos en Cuatro Caminos, que efectivamente iniciaron en octubre de hace 30 años, se formó con los diestros hispanos José Mari Manzanares, Pepín Liria, Manolo Cortés, José Miguel Arroyo Joselito, Fernando Lozano, y Vicente Barrera; por los nacionales participaron Manolo Arruza, Fermín Espinosa Armillita, Alejandro Silveti, César Pastor, Manuel Capetillo hijo, Teodoro Gómez, Enrique Garza, Jorge de Jesús El Glison, Eloy Cavazos, Joselito Ruiz y recibieron la alternativa Carlos Rondero y Rogelio Treviño

Los rejoneadores que se presentaron en la temporada, dentro de la Gira del Arte del Rejoneo Bancrecer – Banoro fueron Jorge Hernández Andrés, Gerardo Trueba, Rodrigo Santos, Enrique Fraga y fueron alternativados en ese ruedo Giovanni Aloi y José Antonio Hernández Andrés. Los toros que se lidiaron en todos los festejos procedieron de Vistahermosa (14), Montecristo (7), Julio Delgado (6), Marco Garfias (8), Santo Domingo (7), San Martín (8), Arroyo Zarco (6), Real de Saltillo (6), Teófilo Gómez (2), Guanamé (1), Jesús Cabrera (1) y para los festejos de rejones los toros fueron de La Guadalupana (6) y El Junco (6).

La cuarta corrida de la temporada 94 – 95 

Para la tarde del sábado 5 de noviembre de 1994 se anunció un encierro de Vistahermosa para César Pastor, José Miguel Arroyo Joselito y el moreliano Teodoro Gómez. El madrileño reaparecía después de haber cortado una oreja el sábado anterior a un toro de Teófilo Gómez, que se vio precisado a regalar dada la desesperante debilidad de los de Julio Delgado que salieron al ruedo esa tarde. El cronista de la agencia EFE, remitió al ABC de Madrid la siguiente relación sobre la tarde que nos ocupa:

El diestro mexicano Teodoro Gómez, que cortó una oreja, fue el triunfador de la cuarta corrida del serial en la plaza de toros El Toreo a las puertas de esta capital, celebrada el sábado, en la que actuó el español José Miguel Arroyo «Joselito», que luchó con un lote problemático y fue ovacionado... Al conjuro del madrileño, el serial tomó otro sendero y en esta ocasión mejoró muchísimo la entrada, poco más de media plaza, y se corrieron seis toros de Vistahermosa, debiluchos que deslucieron el festejo y uno de Teófilo Gómez que cumplió... El mexicano César Pastor con el primero, toro con clase, pero sin fuerza, tuvo destellos toreros y saludó en el tercio; con el cuarto, bien con el capote, banderillas y trasteo ante un ejemplar sin problemas, pero muy pegado al piso. Lo mató de estocada para escuchar palmas. Regaló un séptimo, el de Teófilo Gómez, aplausos con el capote y faena voluntariosa, para ser aplaudido... «Joselito» la armó con el capote con el primero en verónicas y dos medias colosales. El toro recibió un puyazo y se acobardó, se paró y, además, con recorrido, espión, no obstante Joselito le expuso y lo mató de estocada, para saludar en el tercio. El quinto, un toro cuajado, bien con el capote, inició su trasteo con siete muletazos, sentado en el estribo y un remate muy torero. El toro cambió de lidia, tuvo muchos problemas, estaba con el torero y el madrileño valiente, le sacó los pases y lo mató de estocada para salir al tercio con algunos injustos pitos... Gómez tuvo el mejor astado del encierro, el tercero, al que toreo espléndidamente con el capote en verónicas y chicuelinas, trasteo que ya no tuvo el mismo nivel, pues la res se paró y mató de tres pinchazos y estocada. Aplausos en los medios. Se superó en el sexto, al que toreó muy bien con el capote, faena valiente hasta ser cogido sin consecuencias, le sacó los pases a fuerza y lo mató de estocada tirándose por derecho. Una oreja y vuelta al ruedo...

De acuerdo con lo que contó en su día el relator de EFE, la entrada mejoró considerablemente, porque se podían leer y escuchar reiteradas quejas de que el escenario era de acceso difícil y que su interior era lóbrego, por la manera en la que se concluyó su techumbre. Sin embargo, cuando hay imaginación en la confección de los carteles, no es complicado conseguir que la afición ocurra a las plazas.

Otros hechos de esa breve temporada

El 19 de noviembre de 1994, en la sexta corrida del serial, misma en la que actuaron Fernando Lozano, Enrique Garza, Teodoro Gómez y Pepín Liria ante toros de Santo Domingo (7) y Jesús Cabrera, se rindió un sentido homenaje a Paco Camino en reconocimiento y recuerdo a las brillantes tardes que tuvo en ese ruedo tres décadas antes cuando se presentó por primera vez ante la afición mexicana. Se le entregó una placa conmemorativa por ese aniversario y dio una emotiva y aclamada vuelta al ruedo en la que fuera, quizás, la mejor entrada de esa temporada.

Por otra parte, retumbó en los medios la diatriba de Rafael Herrerías en el sentido de que toreros y ganaderos que hayan participado en la temporada de Cuatro Caminos no volverían a pisar la Plaza México mientras él estuviera al frente de la empresa que la llevaba. Herrerías cumplió a medias y en episodios su advertencia. La mayoría de los toreros volvieron alguna vez a la gran plaza, pero otros se quedaron sin torear allí hasta el final de sus carreras.

La temporada terminó el 7 de enero de 1995 con el segundo festejo de rejones y el Toreo de Cuatro Caminos volvió a cerrar sus puertas. No se volvería a abrir sino hasta el 28 de abril de 1996, para dar inicio a una accidentada temporada que llegó a los diez festejos. La última corrida de toros que se dio allí y que fue la de la no anunciada despedida del coso como escenario taurino, contó con las actuaciones del rejoneador Pedro Louceiro hijo y los matadores Javier Escobar El Fraile, Manolo García Méndez y Manolo Sánchez, quienes dieron cuenta de siete toros de Quiriceo

Después de esta fecha, el Toreo de Cuatro Caminos no volvió a funcionar como plaza de toros y en agosto de 2008 se inició su demolición, hoy quizás sería la alternativa para ofrecer festejos en la zona conurbada de la Ciudad de México sin las restricciones de carácter político que se imponen en la capital mexicana, pero los intereses económicos se impusieron, como siempre, a los de la fiesta, y así, actualmente, se ubica un centro comercial en el sitio que ocupó.

domingo, 3 de noviembre de 2024

1º de noviembre de 1944: Festival homenaje a Rafael El Gallo en Sevilla

Para el día de Todos los Santos del año 44 del pasado siglo, Rafael El Gallo era ya sexagenario y tenía casi una década de haber toreado vestido de luces por última vez. Sus señas reconocidas por la afición, eran las de la tertulia que en torno suyo y el de Juan Belmonte, se formaba en la calle Sierpes, en Sevilla, en Los Corales, que también tenía otro acceso por Almirante Bonifaz. Allí se podía encontrar a ese torero que, a casi siglo y medio de su natalicio, cabe cada vez más en la descripción que de él hiciera en su día Selipe:

Rafael rechazó catalogaciones y excedió las estrecheces de las escuelas. Sus suertes no se comprendían en lo definible, ni sus actuaciones dentro de lo regular: era imposible encasillar en netas cuadrículas el garbo relampagueante ni sujetar a predicciones los inequívocos alardes de valor y los celebrados eclipses del mismo. Tan genuinamente único era en su toreo Rafael "El Gallo" que anduvo solo y revistió de inverosimilitud su imitación. Al lado de la gran pareja de astros de primera magnitud, de Joselito y Belmonte, Rafael vivió su carrera diversa entre los polos de clamores hiperbólicos y de desastres ruidosos. No le estorbó el brillo más radiante porque él supo aureolarse de fulgor esplendoroso, ante el que se rendían joselitistas y belmontistas...

Rafael no se distinguió por cuidar los buenos dineros que debió ganar en su paso por los ruedos, así, para el mediar de la década de los 40 del pasado siglo, sus pares urdieron el organizar un festejo singular en el que ellos con su actuación, y la afición con su contribución, aportara algo para que el sobreviviente de aquella brillante dinastía de toreros, pudiera seguir caminando hacia adelante con la dignidad correspondiente a cualquiera que se haya vestido de luces.

En esas condiciones se programó un festival en la Maestranza para el jueves 1º de noviembre de ese año del 44 en el que se anunció que actuarían a caballo Juan Belmonte y Álvaro Domecq y a pie torearían Manuel Jiménez Chicuelo, Domingo Ortega, Pepe Bienvenida, Manuel Rodríguez Manolete, José Ignacio Sánchez Mejías y Pepín Martín Vázquez, quienes enfrentarían novillos de Juan Belmonte, Concha y SierraEnrique Calderón, Félix Moreno de la Cova, Carmen de Federico, Pablo Romero, Conde de la Corte y Marqués de Villamarta. También se agregaba al programa que el propio homenajeado y beneficiado saldría en primer lugar, enfrentándose a un novillo de Miura.

La información previa aparecida en el diario ABC de Sevilla del 26 de octubre anterior, adelanta:

Del mayor acontecimiento taurino puede calificarse el grandioso cartel que la Comisión Organizadora de este homenaje ha podido confeccionar... Actuarán como rejoneadores los afamados Juan Belmonte y Álvaro Domecq, y la lidia ordinaria, el homenajeado Rafael Gómez “El Gallo”, que ha solicitado para él el toro de MIURA (¡Rafael siempre será “El Gallo”!), Chicuelo, Ortega, Pepe Bienvenida, Manolete, Sánchez Mejías y Pepín Martín Vázquez. Presidirá este magnífico y único espectáculo un ramillete de distinguidas y bellísimas señoritas, asesoradas por veteranos ex matadores de toros, realzando aún más esta fiesta memorable la exhibición de un bello conjunto de caballistas y carruajes enjaezados a la andaluza, que desfilarán al comienzo de la corrida...

En el diario Ayer de Jerez de la Frontera, fechado el mismo 1º de noviembre, aparece una información en la que se hace saber que el 26 de octubre anterior, el doctor Fernández Zumel había intervenido a Domingo Ortega de una lesión en el tendón de Aquiles de uno de sus pies, ordenándole reposo por 15 días. Allí se encuentra la explicación de la nota aparecida en el ABC sevillano del 29 de octubre anterior, donde sin mediar mayor noticia, se anuncia que el torero toledano sería sustituido por Rafael Albaicín.

En la víspera del festival, se hacía el siguiente anuncio en la breve sección taurina de ese número del ABC sevillano:

Como se sabe, “El Gallo” es un apasionado del buen cigarro puro, y deseosa la afición sevillana de obsequiarle, satisfaciendo los gustos del genial artista, la Comisión Organizadora, recogiendo estos deseos, advierte que, en todas las puertas de entrada a la plaza de la Real Maestranza, serán colocadas unas cestas para que cuantos lo deseen puedan depositar en ellas los cigarros puros que hayan de ofrecerle. Estamos seguros que el gran Rafael estimará el obsequio, muy deveras...

El desarrollo del festejo

La tarde del primer día de noviembre de 1944 fue lluviosa, pero eso no impidió que la plaza de la Maestranza se llenara hasta el tope y que se viviera en ella una interesante tarde de toros. Al final de cuentas el cartel originalmente anunciado presentó más cambios como se verá enseguida. Actuaron por su orden: Juan Belmonte, Rafael El Gallo, Luis Fuentes Bejarano, quien sustituyó a Pepote Bienvenida, Cayetano Ordóñez Niño de la Palma, quien cubrió el sitio que no pudo ocupar Chicuelo, Álvaro Domecq, Manolete, Rafael Albaicín, quien ya apuntábamos, sustituía a Domingo Ortega, José Ignacio Sánchez Mejías y Pepín Martín Vázquez, quienes enfrentaron por su salida de toriles, novillos de Juan Belmonte, Miura, Enrique Calderón, Félix Moreno de la Cova, Concha y Sierra, Pablo Romero, Conde de la Corte, Carmen de Federico y Marqués de Villamarta.

Belmonte le cortó las orejas y el rabo al novillo que le tocó en su turno; El Gallo dio una aclamadísima vuelta al ruedo en el suyo, acompañado de su banderillero Pepe Rodas, quien bregó y cubrió con lucimiento el segundo tercio; Fuentes Bejarano, Álvaro Domecq y Manolete cortaron una oreja a los que les tocaron y todos ellos brindaron al homenajeado. El noveno del festejo, que correspondía a Pepín Martín Vázquez, regresó vivo a los corrales, dando la impresión, de acuerdo con la opinión de Filiberto Mira, como la del cronista de la agencia Cifra, de que estaba toreado.

Al final, el festival cumplió con su objetivo, Antonio Olmedo Don Fabricio, cronista del ABC de Sevilla, resume así lo sucedido:

Con la prestancia que corresponde al propio animador, se celebró la fiesta homenaje a Rafael “El Gallo”. Sevilla dio ayer una gran prueba de afecto al famoso torero, que ganó millones, pero no supo hacerse rico, siendo esta la más característica de sus genialidades entre las muchas y muy estimables que esmaltan la brillante historia del lidiador excepcional. Desafiando a la lluvia el pleno de la afición vieja y nueva acudió a la Maestranza a rendir a Rafael el tributo de su aplauso y la furia del meteoro quedó burlada...

El festival, en lo humano y en lo económico resultó ser un éxito. Nunca se reveló la suma recaudada para auxiliar al genial torero, pero Álvaro Rodríguez del Moral escribe lo siguiente:

…le preguntaron a Juan Belmonte que como debían entregarle el dinero, si anual o mensualmente. Belmonte contestó que ni siquiera semanalmente, que a diario y a ser posible la mitad por la mañana y la otra mitad por la tarde…

Ya lo decía Don Fabricio, Rafael ganó millones, pero no supo hacerse rico. Era demasiado desprendido.

El domingo 20 de octubre de 1957 se llevaría a cabo otro evento similar en Madrid, organizado por el ABC de Madrid y presidido por Vicente Pastor y Manuel Mejías Rapela El Papa Negro. En él actuaron Luis Fuentes Bejarano, Domingo Ortega, Gitanillo de Triana, César Girón, Pedrés y Rafael Jiménez Chicuelo hijo, para hacer frente a novillos de Antonio Pérez de San Fernando y de María Montalvo.

Esta clase de eventos son ya cada vez menos frecuentes, tal pareciera que la hermandad entre los actores de la fiesta se va perdiendo y también, que el sentido de la solidaridad de éstos con las mejores causas de la sociedad se disipa. En otros días, cuando una necesidad se hacía presente, nadie tenía que sugerir siquiera la celebración de un festejo para ayudar a aliviar una necesidad real. Hoy, pese a que los medios actuales nos permiten a todos conocerlas en tiempo real, no parecen inmutarse. O témpora, o mores!

domingo, 20 de octubre de 2024

14 de octubre de 1934: Se celebra el último festejo de la historia de la Plaza de la Carretera de Aragón

El paseíllo final, Madrid 14 de octubre de 1934
Foto: Baldomero - Archivo de la Comunidad de Madrid

La plaza de toros conocida como la de la Carretera de Aragón, de la Fuente del Berro o de Felipe II en Madrid, fue proyectada por los arquitectos Emilio Rodríguez Ayuso y José Álvarez Capra. Se inauguró el 4 de septiembre de 1874 con una corrida de toros en la que participaron los espadas Manuel Fuentes Bocanegra; Rafael Molina Lagartijo; Francisco Arjona Currito; Salvador Sánchez Frascuelo; Vicente García Villaverde; José Lara Chicorro; José Machío y Ángel Fernández Valdemoro, para enfrentar toros del Duque de Veragua; Antonio Hernández; Núñez de Prado; Puente y López antes Aleas; Anastasio Martín; Miura y López Navarro.

Tenía una capacidad para algo más de trece mil espectadores y fue el sitio donde se escribieron importantes páginas de la historia de la tauromaquia y también el sitio en el que se definió el curso de la lidia en el sentido que actualmente la concebimos, cuando el 24 de mayo de 1928, ya en el ocaso del escenario, Chicuelo mostró ante Corchaíto de Graciliano Pérez Tabernero que el toreo tenía que tomar un rumbo nuevo. Ya por esos días estaba presente también la propuesta de Gallito, en el sentido de que las plazas de toros tenían que ser de gran capacidad para atraer más afición a los festejos y a precios más accesibles.

Es así que al término de la década de los veinte se inicia la edificación de la plaza de toros de Las Ventas, a partir de un proyecto del arquitecto José Espeliú quien fue asesorado por Joselito. Ese nuevo coso tendría casi el doble de capacidad del de la Fuente del Berro y tendería a sustituirlo en un futuro no muy lejano. Fue inaugurada, aunque se diga otra cosa, el 17 de junio de 1931, porque en esa fecha se dio allí la primera corrida de toros y quedó como la primera plaza de Madrid, a partir del mes de octubre de 1934.

El festejo final de la plaza de la Carretera de Aragón

Para el domingo 14 de octubre de ese 1934 se anunció una corrida de toros con el caballero en plaza Antonio Cañero, quien enfrentaría en primer término dos toros de Martín Martín y los diestros Marcial Lalanda, Joaquín Rodríguez Cagancho y Rafael Vega de los Reyes Gitanillo de Triana, quienes lidiarían toros de Ángel Sánchez y Sánchez, antes Trespalacios. Al final de cuentas, de estos últimos solamente se lidiaron cinco, porque el quinto de la corrida fue de Clairac.

Escribió Federico Morena en su tribuna del Heraldo de Madrid:

Todas las despedidas son tristes; pero plugo a los hados que ésta fuese altamente cordial. Toreros y aficionados separáronse con un «adiós» y un «hasta luego» cariñosísimos. El «adiós» para esta plaza de nuestros amores, que cumplió ayer sus destinos y que se entregará hoy resignadamente a la piqueta demoledora. El «hasta luego» como testimonio elocuente y magnífico de futura convivencia de los tres espadas y este buen público – ¿cómo bueno?; ¡jamón serrano! – de Madrid...

El primer toro de la tarde fue, decía, para Antonio Cañero, quien solamente pudo salir en esa oportunidad al ruedo, pues al intentar finiquitarlo pie a tierra, fue herido por el mismo. Escribió Recorte para el diario madrileño La Libertad:

Don Antonio Cañero lidió uno de los toros de D. Martín Martín, haciendo gala de sus grandes condiciones de caballista, teniendo rasgos de artista del toreo a caballo. El toro era bronco y tardo, teniéndole que desafiar en los terrenos de adentro para ponerle varios rejones y banderillas, un par de éstas excelentemente ejecutado y en condiciones comprometidas. Una de las veces, con la jaca castaña, desafió tan cerradamente al toro en la puerta de las cuadrillas, que alcanzó a la jaca, hiriéndola en el ijar derecho, dando muestras de gran contrariedad el caballista. Echó pie a tierra, y al dar el primer muletazo con la mano derecha, lo empuntó y campaneó, y con la cara ensangrentada pasó a la enfermería... Rota quedó aquí esta primera parte de la corrida, por la expectación que invadió la plaza, a pesar de que el novillero Trasmonte se ofreció para matar al novillo, cuyo ofrecimiento fue denegado por el presidente, originándose una gran protesta del público, acaso por la carestía de las localidades; pero tuvo su compensación, como se verá luego...

El parte que rindió el doctor Jacinto Segovia, jefe de los servicios médicos de la plaza fue el siguiente:

Durante la lidia del primer toro ingresó en esta enfermería el rejoneador D. Antonio Cañero con una herida en la región glútea derecha, que interesa tejido subcutáneo, aponeurosis y músculos glúteos, de 12 centímetros de extensión, con una trayectoria paralela al recto. Pronóstico menos grave. – Doctor Segovia.

Ese percance, que impidió que Antonio Cañero lidiara a su segundo toro, se traduciría en uno de los factores del éxito de la tarde final de la plaza, como adelanta el cronista y como podremos ver enseguida.

El cierre triunfal a cargo de Marcial Lalanda

El más grande de toda la torería... – dice su pasodoble – tuvo su gran triunfo con el cuarto de lidia ordinaria, cortándole las dos orejas. Escribió Recorte en el diario La Libertad:

...habría sido suficiente su faena de ayer al cuarto de la tarde, en esta parte de la lidia, para evidenciar que su figura se alza gloriosa, plena de luz y colores frescos, animada por un sentido científico de la lidia de reses bravas. Fue un toro berrendo, manso y difícil; lo desafió con un escalofriante pase por el lado izquierdo con las dos rodillas en tierra: pisó el terreno del toro, metiéndole la muleta en el hocico; le dio tres naturales, de los que salió humillado el animal; siguió pisándole el terreno y yéndosele a cada pase el bicho, insistiendo valerosísimo tan cerca y tan temerariamente hasta obligarle a tomar la muleta y así hacerle girar una vuelta completa, confundidos artista y toro, una vuelta tan emocionada que arrancó una ovación clamorosa, continuando con pases de todas las marcas. Y esta faena, que fue brindada al público, tuvo como remate un pinchazo en lo alto, seguido de una entera hasta el puño bien ejecutada y un descabello al primer golpe. Esta vez la plaza entera pidió las orejas, que se le concedieron, teniendo que dar la vuelta al ruedo y salir por tres veces también a saludar desde el tercio...

Y para redondear el gran suceso, pidió el que debió ser el segundo de Antonio Cañero – quien los enfrentaba en puntas – para que saliera en octavo sitio y le fue concedido por la presidencia. Ese toro lo brindó a Gregorio Corrochano. Así lo vio el propio brindado, en su tribuna del ABC madrileño:

Pero Cañero había sido herido por el primer toro. Y quedó el otro sin lidiar. No sé de dónde salió la voz de que Lalanda, acabada la corrida, mataría el toro de Cañero. Lalanda lo pidió. Y así cerraba Marcial la tarde. Salió el toro que, como el otro de Cañero, era del Conde de Orgaz, y salió dificilísimo. Manso, sin embestir, y cuando arrancaba, peligroso. Muy difícil. Menos mal que Marcial venía en tren que no le desluciera ningún torito y el público vio la importancia del regalito. Tuvo la delicadeza de brindármelo, como el último toro que se lidiaba en la plaza...

No siempre los toros de regalo resultan el pasaporte al triunfo. Ya pudimos leer que Marcial Lalanda en este caso no lo requería para esos efectos, sino para tener en su haber, quizás, el mérito de haber sido el torero que mató el último toro en la hoy llamada Plaza Vieja de Madrid y también, para dejar que la concurrencia disfrutara de su espectáculo completo. Así es ya la historia.

También triunfó Cagancho

Cagancho también tuvo una tarde brillante. Y destacó, de acuerdo con el común de las crónicas, por haber rematado debidamente las quintaesencias de su toreo, con el manejo de la espada. Alfonso, cronista de El Liberal, así describe su tarde:

El toreo parsimonioso y a la par alegre de Cagancho, tenía a la hora de matar un amargo contraste. Le fallaba el acero. ¡Cuántas bellas faenas se han perdido por esa dificultad! El gitano tenía más miedo a dejarse ir “tras de la espá” que el que dicen que sienten cuando ven a su vera a la Guardia Civil. Pues el domingo Cagancho nos hizo sentir de cerca las sensaciones del arte del volapié. Y a su primero, al que había toreado bien de cerca, lo mató de una estocada en lo alto, entrando desde cerca lentamente, muy derecho y saliendo limpio por los costillares. Un toro admirablemente muerto. Y, sin embargo, eso no fue nada al lado de lo que realizó en el siguiente. Una faena con pinturerías y gracia gitana. Adornos y majezas, vistosidad y desplantes. Esperó el momento de tener al público en situación, montó la espada para decir el clásico: “Vamos a ver si se mata así”, que tantas veces se ridiculiza después y ajustándose a las más clásicas y exigentes condiciones de la suerte del volapié, clavó todo el acero en lo alto del morrillo, haciendo rodar al bicho sin puntilla. El público – al que había brindado el toro –, entusiasmado y sorprendido por la audacia y gallardía del gitano, reclamó la oreja, que le fue concedida, y Cagancho dio la vuelta al ruedo en el último toro que mató en esta plaza...

Joaquín Rodríguez Ortega comenzaba a demostrar a los públicos de la capital española una de las divisas de su hacer ante los toros, el extraordinario manejo de la espada y no desaprovechó esta importante ocasión para hacerlo.

Por su parte, Gitanillo de Triana tuvo una tarde de poca fortuna con dos toros complicados que apenas le permitieron lucir por momentos en el toreo a la verónica.

Algunos datos para la historia

El rejoneador Antonio Cañero, quien lidiaría los dos primeros toros del festejo, llevó como auxiliadores a los banderilleros Emilio Ortega Orteguita y Faustino Vigiola Torquito II. No se le anunció sobresaliente, porque de no poder finiquitar a los toros desde el caballo, se advertía que él mismo lo haría pie a tierra. Por esa razón fue herido por el primero de su lote.

Las cuadrillas de los toreros a pie fueron integradas por los picadores Juan Atienza, Miguel Atienza y José Atienza; Francisco Zaragoza Trueno y Agustín Ibáñez Marinero; Francisco Chaves y Antonio Chaves, siendo picadores de reserva Antonio Vega y Carlos Ruiz. Como banderilleros salieron Eduardo Lalanda, Antonio Gallego Cadenas y Bonifacio Perea Boni; Alfredo Gallego Morato, Eduardo Pérez Bogotá y Antonio Vargas; Manuel Álvarez Andaluz, Manuel Ponce y Gabriel Moreno. Y como dato adicional, el último par de banderillas que se puso en esa plaza, correspondió a Bonifacio Perea Boni.

Agregaré lo que apunta Recorte en La Libertad:

La corrida empezó a las tres y media, siendo la entrada floja, acaso por las circunstancias por que atraviesa España en estos días…

Así terminaron los días gloriosos de una plaza de toros que fue ejemplar en su tiempo, poniendo siempre a la vista que la fiesta de los toros es una manifestación artística en la que la vida y la muerte se enfrentan sin cortapisas, y dejando tras de sí una enorme carga de la mejor historia taurina.

domingo, 13 de octubre de 2024

5 de octubre de 1974: Rafael de Paula y Barbudo de Fermín Bohórquez

En noviembre de 1981, Rafael de Paula le confesaba en entrevista a Joaquín Vidal:

«¿Qué, que yo codilleo? Tiene gracia. ¿Qué codilleo? Es gracioso eso. Codilleo, codilleo, ¿y qué es codillear? Pero vamos a ver: ¿Qué es torear? Si yo codilleara, me cogerían los toros. Al toro, mire, se le presenta la muleta así y se le llama aquí y se le lleva allá. Yo podría llevarlo lejos, porque sé mandar, tengo recursos y además brazo y estatura para dejarlo en la otra parte de la plaza, ¿me entiende? Pero eso no es torear. Al toro hay que llevarlo detrás de la cadera. El toreo no es en línea recta, sino en circunferencia. Circunferencia es el ruedo y circunferencia es el recorrido del toro tal como yo lo entiendo. Y bueno, a lo mejor doblo el brazo para hacerlo, ¿Qué quiere que le diga? Lo encuentro tan irrelevante que apenas merece comentario»…

En un párrafo exponía el torero de Jerez los entresijos de su tauromaquia, entresijos que le encontrarían un sitio en la afición de Madrid, la que tuvo que esperar tres lustros después de que recibiera la alternativa para verle actuar en sus plazas. No fue porque no lo quisiera el torero, según le contó a José Antonio Ayuste:

A mí me llamaba todos los años la empresa de Madrid para torear en Las Ventas. Eso sí, en agosto. Las corridas de los leones, como yo les decía. Y yo año tras año decía: «a los leones que vaya tu padre». Cuando haya una corrida con garantías ya iré…

Por eso, cuando en el San Isidro de 1974, el 28 de mayo, le confirmó la alternativa José Luis Galloso en presencia de Julio Robles, quien sustituyó al originalmente anunciado Francisco Núñez Currillo, con los toros de Osborne, hasta ese momento, en Madrid, Rafael de Paula era una incógnita. Al final de cuentas cautivó a los asistentes al festejo, que ocuparon tres cuartas partes de las localidades con un quite al tercero de la corrida. Escribió Alfonso Navalón para el diario Pueblo del día siguiente al del festejo:

Rafael de Paula dejó eso tan importante como es un manojo de lances para que los aficionados tengan tema de conversación. Fueron cuatro verónicas y media en el primer toro de Robles; fueron cuatro suspiros de arte dejando correr los duendes por los vuelos del capote y meciéndose con empaque lento y solemne; fueron cuatro pinceladas para que sus amigos de Jerez se vuelvan tocando las palmas y dejar entre la afición de Madrid un sello de toreo distinto. Cómo sería la cosa que la ovación partió y se acabó entre los contestatarios de la andanada. Con eso basta. Sin embargo, a mí me gustaron mucho...

Por su parte, Vicente Zabala Portolés, en el ABC madrileño del 30 de mayo siguiente, en primer lugar, calificó la tarde como una de ambiente de película de Estrellita Castro, talante que seguiría empleando en tardes futuras hacia el diestro gitano, al que también acusaba de no torear de verdad. A propósito del quite relatado por Navalón, dijo:

Tan solo una vez se arrancó el gitano jerezano por «seguiriyas»: fueron tres verónicas en un quite. Ahí sí, ahí toreó de verdad y el público de Madrid se puso boca abajo, como si estuviera contemplando al mismísimo Francisco Vega de los Reyes. «Er Paula» se cimbreó, adelantó el capote, embarcó la embestida y moviendo los brazos rítmicamente se pasó por la faja – Paula lleva faja, que no otros toreros de fuste – a su enemigo, rematando con limpieza y enlazando los tres monumentos del bien torear con una cadencia de sueño. ¡Eso, de sueño! Porque a todos nos parecía que estábamos soñando cuando veíamos torear así de despacio, precisamente ahora que los que se dicen los mejores ejecutan a velocidades supersónicas... Eso fue todo lo que hizo Paula. Después volvió a lo que es él: el Peret del toreo...

La Feria de San Francisco de Carabanchel en 1974

Esos tres lances y su remate le dejaron en el gusto y la memoria de la afición madrileña, y así, Paco Rodríguez empresario de La Chata de Vista Alegre y también de Almuñécar, se propuso dar una feria otoñal en Carabanchel. La Feria de San Francisco la llamó y comprendería nueve festejos entre el 29 de septiembre y el 6 de octubre de ese año, de los que serían cinco corridas de toros, tres novilladas y un espectáculo cómico – taurino. 

La consecución del anuncio de la feria fue accidentada, porque muchos toreros simplemente se negaron a contratarse con la empresa y alguno otro, se vería más adelante, ya puesto en un cartel, simplemente no compareció a la tarde que tenía comprometida. Las presencias destacadas en el serial fueron las de Palomo Linares, que mató una corrida en solitario; las de Miguel Márquez, José Luis Parada y Joaquín Bernadó y señaladamente, los nombres que componían el cartel del séptimo festejo, que eran los de Antonio Bienvenida, Curro Romero y Rafael de Paula, que se enfrentarían a un encierro de don Fermín Bohórquez. La corrida se anunció como la de la despedida de los ruedos del hijo del Papa Negro.

Rafael de Paula y Barbudo

El tercer toro de la corrida de Fermín Bohórquez se llamó Barbudo, negro y si hemos de seguir lo que las crónicas afirman, apenas adecuado de presencia, como toda la corrida lidiada esa tarde. Pronto descubrió Rafael de Paula las bondades del murubeño y retomó el punto y seguido que anotó la tarde de su confirmación el mes de mayo anterior. Escribió Mariví Romero para el diario Pueblo del 7 de octubre siguiente:

Lo que hizo Rafael de Paula es para verlo, no para contario. Su toreo fue sentido, desgarrado, hondo y pluscuamperfecto. Tan profundo que su arte fue infinito. No se podía ser ni estar mejor. No se podía improvisar de la forma que lo hizo y moldear con suavísimos toques la franca embestida de su oponente La faena que Paula hizo al tercero de la tarde fue el epílogo a la obra que ya comenzó en la Monumental de las Ventas en ya lejano San Isidro, con su magistral quite. Pienso que bien pudo ser ésta que vimos en Vista Alegre la obra cumbre de un artista. De un colosal artista como Paula, al que muchos taurinos tachaban de regionalista. O sea, de ser un producto exclusivo de ese rincón gaditano que crea y mantiene con fervor sus ídolos. El argumento se ha caído por su base, porque es imposible limitar el arte. Y el arte, el de los toros, o cualquier otro, no tiene fronteras y sacude a cualquier humano con sensibilidad...

Apunta la cronista un dato fundamental, importantísimo. Rafael de Paula ya no sería a partir de ese momento un torero para los diletantes del llamado Rincón del Sur, había abierto las puertas de las plazas importantes de todo el mundo taurino, en el que querría ser visto.

Por su parte Juan Antonio Pérez Mateos, en el ABC de Madrid, el martes siguiente a la corrida, reflexiona en su crónica en el siguiente sentido:

El apogeo, amigo lector, nació cuando hizo su aparición en el ruedo «Barbudo», un bonito animal de Bohórquez. El bicho no cesa en barbear, incluso se dedica a escarbar… Llega el apogeo: Ahí está Rafael de Paula. Silencio. Paula lleva el capote muy recogido y se lo ofrece, como una dádiva, a su enemigo, que se embelesa y sigue al alado engaño en cuatro verónicas. Un clamor. Un recorte, otro clamor. «Barbudo» toma una vara. Paula se dispone a hacer el quite. Un silencio claustral. Dos verónicas y una media. Otro clamor. Verónicas estas de Paula que levantan a la gente del asiento. El viento, este viento artístico, se nos antoja refrescante ante tanto y tanto capotazo como actualmente se prodiga. El capote, en las manos de Paula, es sutil, ligero, inspirador de formas… Paula inicia la faena de muleta: unos ayudados por alto en los que «Barbudo» pasa obediente ante el muletero. La plaza continúa siendo un clamor. Redondos, naturales. «¡Que no toque la música!» La música deja de oírse para dar paso a las notas de acompañar una faena. Oles, oles y oles siguen cada pase del torero, que embruja con su arte, que hechiza. Paula emerge, se transfigura. Sus pases se nos antojan como algo nuevo, distinto y ahí está su fuerza. Paula mata de una media tras pinchar en dos ocasiones y corta las dos orejas. En la vuelta al ruedo, Sebastián Miranda, desde una barrera del cinco, le arroja su sombrero…

Pérez Mateos relata que Paula silenció a la banda de música. Sí, es que él iba a interpretar la música callada del toreo. Se afirma que tras de esta tarde, fue cuando José Bergamín, gallista confeso, embelesado por lo que pudo apreciar en el ruedo de La Chata, adquirió la inspiración y los elementos para escribir su obra así titulada y dedicada al torero de Jerez.

Las consecuencias de ese triunfo

Don Antonio Abad Ojuel, en El Ruedo, afirma al titular su crónica del festejo que en esa señalada tarde había nacido un nuevo partido taurino, el de Rafael de Paula. Y escribía:

Yo quería haber dicho esto en una pequeña cena que alrededor de Rafael – un artista con capacidad de convocatoria para literatos, pintores, intelectuales – habían organizado, con intuición de triunfo, los portavoces de Jerez y del vino de Jerez. Me ganaron por la mano. Pero lo quiero decir aquí porque ésta, y no la orden oficial, fue la causa del retraso de hora en la noche bruja del sábado...

Un partido de los de antes, de artistas, pintores, literatos, intelectuales… Así subyugó el torero esa tarde de otoño en Vista Alegre a propios y extraños.

En la misma línea de razonamiento se expresó Manuel Molés en su columna de Pueblo:

Lo dije hace tiempo: de mi siesta taurina me ha despertado, en buena parte, ese gitano que se llama Rafael de Paula. Declararme «paulista» fue una hermosa temeridad. Algo así como aceptar la excomunión taurina. Los taurinos por lo general ven el «paulismo» y el «romerismo» como religiones taurinas cargadas de herejía. ¿A cuántos habría que excomulgar ahora? Y es que dicen los «entendidos» que lo de Paula y Romero no es torear. Y estoy de acuerdo. Torear, si ellos quieren, es una cosa inferior a lo que estos toreros hacen. Recondo, uno de los apoderados más en boga, proponía con acierto: «Yo invito a la mayoría de los toreros para que intenten torear como ellos, incluso sin toro. Ni siquiera de salón mejorarían su embrujo». Pues eso...

Así es como se abrió una puerta en el toreo que al día de hoy sigue vigente, que es espacio para la discusión y que permite explorar y disfrutar la memoria y el recuerdo como en estos momentos.

domingo, 6 de octubre de 2024

Recuerdos de un festival en honor de Nicanor Villalta

Nicanor Villalta
Foto: Martín Santos Yubero
Nicanor Villalta y Serrés fue originario de Cretas, provincia de Teruel, hijo de Joaquín Villalta Odena, banderillero, quien fuera discípulo del matador de toros zaragozano Nicanor Villa Villita y en cuyo honor fue nombrado así. En el año de 1907 su familia se trasladó a México a causa de la profesión de su padre y es en estas tierras donde Nicanor Villalta inicia sus pasos en los ruedos, puesto que el 22 de junio de 1918, al decir de unos, en Querétaro y de otros, en Veracruz, es donde se viste de luces por primera vez, cuando tenía veintiún años de edad.

En 1919 los Villalta regresan a España y será el 2 de abril de 1922 cuando se presente en Madrid, alternando con Francisco Peralta Facultades y José Moreno Morenito de Zaragoza, enfrentando un encierro de Moreno Santamaría. Después de esa tarde encadenó una importante cadena de triunfos, mismos que le llevaron a recibir la alternativa en San Sebastián el 6 de agosto siguiente, apadrinándole Luis Freg, en presencia de Marcial y Pablo Lalanda. El toro de la ceremonia se llamó Capotero y fue de la ganadería de José Bueno. Esa alternativa la confirmaría el 21 de septiembre posterior, de manos de Diego Mazquiarán Fortuna y atestiguando Emilio Méndez. Los toros fueron de Matías Sánchez.

A partir de esa fecha Nicanor Villalta se convirtió en un fijo en las temporadas madrileñas y al final de su carrera fue quizás el torero que más orejas había cortado en la plaza vieja de Madrid. También es importante destacar que actuó en la Corrida de la Beneficencia de 1923 a 1935 de forma ininterrumpida, cuando la Beneficencia era un festejo de triunfadores; también actuó en varias corridas del Montepío de Toreros, de la Cruz Roja y del Montepío de Empleados de la Diputación Provincial. Como se ve, la presencia de Nicanor Villalta en un cartel extraordinario, era un atractivo adicional.

El anuncio de un festival de auténtico lujo

En el número de El Ruedo salido el 20 de septiembre de 1956, se anunciaba que una semana después se verificaría en el ruedo de la plaza de Las Ventas – cuya corrida inaugural toreó Nicanor Villalta – un festival en su honor y beneficio:

El cartel organizado para esta corrida de homenaje a Villalta es por demás atractivo. La comisión organizadora que preside el marqués de la Valdavia, se ha visto y deseado para poder hacer una selección de los ofrecimientos que han llegado... Y es que son muchos los amigos y admiradores del ex diestro aragonés. En definitiva, según el cartel dado a conocer por la comisión se lidiarán seis magníficos ejemplares de acreditada ganadería de Escudero Calvo hermanos, antes de Albaserrada… como espadas irán Antonio Márquez, Nicanor Villalta, Luis Fuentes, «Bejarano»; «Gitanillo de Triana», Manolo Escudero y Paquito Muñoz. Un cartel, pues, que suma nombres «ilustres» de todos los tiempos; de ayer y de anteayer…

Agregaba la información que saldrían de banderilleros toreros como Jaime Marco El Choni, Antonio del Olivar, Juanito Bienvenida, Pepe Bienvenida, José María Martorell, Antonio Bienvenida o Gregorio Sánchez, y que serían picadores entre otros César Girón, Rafael Ortega, Mario Carrión y Raúl Acha Rovira. Agregaba la nota al final que serían asesores de la autoridad del festejo actuarán los matadores retirados Vicente Pastor y Manuel Mejías Bienvenida

Como se puede ver, toda la torería presente en España en ese momento se puso a la disposición de Nicanor Villalta para reconocerle y también para tratar de auxiliarle en el momento de dificultad en el que se encontraba.

En el ABC madrileño del día del festival, aparece una entrevista que realizó Santiago Córdoba al diestro homenajeado, en el que habla, primero, de las razones por las que se tuvo que retirar de los ruedos en 1935 y después, de las causas que motivaban la realización del festival:

Estuve hasta el 35, en que me tuve que ir, no por falta de facultades, sino por política, yo que era apolítico... Fue cuando la revolución de Asturias. A raíz de aquello brindé un toro en Madrid a la Guardia de Asalto y ya no me dejaron en paz...

¿Recuerda usted el dinero que tenía al cortarse la coleta?

Una finca de campo, valorada en sesenta mil duros, y una casa en Madrid, de un valor aproximado. En total, alrededor de un millón de pesetas. Por cada toro que maté, unas seiscientas pesetas... En la guerra disminuyó el capital considerablemente. Ese fue el motivo de volver a torear en el año 39. Pero ya no podía seguir, porque como dice el refrán “toro de cinco y torero de veinticinco”. O sea, que nos engaña el pensamiento y el corazón... Puse un salón de té en Argüelles y, como no lo entendía, tuve que abandonarlo de mala manera. Entonces me hice empresario de toros y era muy complicado ser empresario de una sola plaza en estos tiempos. Tuve que desistir también...

Entonces, el festival tenía su razón y su mérito. 

La tarde del festejo

El jueves 28 de septiembre de 1956 llegó con algunos ligeros cambios al cartel que originalmente se anunció, porque Antonio Márquez no comparecería al festival como era la intención original, por lo que quedaría de la siguiente manera: Nicanor Villalta, Luis Fuentes Bejarano, Gitanillo de Triana, Manolo Escudero, Jaime Marco El Choni y Paquito Muñoz, estando fijos los novillos de Escudero Calvo, así como la presencia de numerosos matadores, novilleros y subalternos que integrarían las cuadrillas de los espadas actuantes en el festival.

Del inicio del festejo y de la actuación de Nicanor Villalta, escribió el que firmó como Un Reserva, en el diario madrileño Pueblo del día siguiente del festival:

Lleno en la Plaza, como, cuando torea el trío de moda. Casi todos españoles, porque los extranjeros se van marchando... Habanos de las grandes solemnidades. Parecía que estábamos en San Isidro, cuando apareció Nicanor y sus compañeros, en una tarde de fino vientecillo, tarde otoñal, como la figura enhiesta del torero, con traje marrón claro y sombrero de ala ancha… Sale el primero, un novillito que recoge Nicanor y le instrumenta unos lances muy pintureros que hacen brotar la primera ovación de la tarde y los olés surgidos de gargantas roncas, gargantas viejas que han fumado mucho, porque son de aficionados que vieron a Villalta en sus tiempos… El único en desacuerdo de la Plaza, porque el resto no cesa de ovacionar los redondos, los pases que fue el primero en instrumentar y que llamaron “el parón de Villalta” a toros con más de 200 kilos sobre el peso actual, que mataba como él sólo sabía. “¡Así!”, parece que dijo ayer, al perfilarse y cobrar media estocada en todo lo alto que hizo rodar al novillo sin puntilla, entre ovaciones do la gente que aclamaba al torero con las dos orejas de su enemigo, las últimas orejas cortadas en la Plaza de Madrid…

Fuentes Bejarano, Gitanillo de Triana, Manolo Escudero y El Choni cortaron una oreja cada uno al novillo que sacaron en el sorteo. Pero en el sexto, correspondiente a Paquito Muñoz, sucedió otro de los sucesos relevantes del festival y que lo han hecho pasar a la historia. Aparece en un pie de foto de El Ruedo del 4 de octubre de 1956:

Nunca dejó de tener sangre joven un corazón generoso. He aquí a don Manuel Mejías y Rapela, torero en Madrid desde 1898 y matador de toros en 1905, «El Papa Negro» de «Don Modesto», que abandonó el lugar que ocupaba en la presidencia para lanzarse al ruedo dispuesto a prender un par de banderillas. No le dejaron, pero el gesto queda ahí para siempre, ejemplar y emocionante...

Las crónicas del festejo tocaron con brevedad el hecho. José María del Rey Selipe, en el ABC madrileño, refiere:

...dejemos constancia del último título o subtítulo que llevado al papel cuando D. Manuel Mejías Bienvenida, padre, quiso prender el par de rehiletes de que se había provisto...

Y por su parte, el cronista ya citado del diario Pueblo, señala tras relatar lo sucedido en el sexto del festejo:

Bienvenida, padre, quiso poner un par de banderillas a este novillo, ¡a sus setenta y pico de años!, pero no lo dejaron…

El Papa Negro pretendiendo banderillear
Foto: El Ruedo

Un extraordinario gesto de afición y de torería el del Papa Negro, que más que formar parte de un palco de autoridades, quería participar como torero en el festival a beneficio del amigo y compañero de lides. 

Un espontáneo autorizado

Domingo Ortega estaba en el tendido acompañando al comité organizador del festival, entre los que destacaban el Marqués de la Valdavia, como presidente del mismo; Carlos de Larra, Curro Meloja, que fue iniciador y promotor de la idea del festival y Tomás Martin, Thomas, presidente de la Peña Taurina El 7, que, con sus asociados, fue quien llevó la idea a buen término. En ese sitio se invitó a Ortega a bajar al ruedo a lidiar el sobrero. El de Bórox no se hizo del rogar y saltó al ruedo, y una vez allí obtuvo el permiso de la presidencia para lidiar al sobrero vestido de paisano. Sigue narrando Selipe:

Por último, Domingo Ortega, invitado a saltar al redondel, despachó, previa la venia presidencial, al séptimo novillo, ya fuera del nutrido programa, y bordó el toreo especialmente en pases modelo de suavidad y temple; al matar de un estoconazo sin puntilla, fue objeto de las aclamaciones del complacido graderío... Y para terminar y dar idea de la singularidad del festejo, señalemos que la música, a requerimiento del público, amenizó las dos últimas faenas, rompiendo el formal protocolo madrileño, incomprensible para quien tantas veces oyó en la añeja y gloriosa plaza de la Maestranza los sones de la banda para subrayar el mérito de las faenas practicadas en el mismo redondel donde hicieron sus proezas los fundadores del toreo...

Otra singularidad del festival se nos cuenta aquí. La música sonó durante la lidia en la plaza de Las Ventas. No es un hecho común y por ello merece ser destacado. 

Agrega Selipe su reconocimiento a quienes colaboraron en la lidia a guisa de cuadrillas:

Gustaríamos de mencionar a todos y cada uno de los que intervinieron en el festival... más como ello exigiría extenso espacio, consignemos que banderillearon con acierto Antonio Sánchez, Pepe y Juanito Bienvenida, este marcadamente lucido; Manolo Martín Vázquez, que reverdeció no lejanos laureles; Manolo Sevilla y Emilio González Garzón, y que entre otros, actuaron de picadores Jaime Malaver, Mario Carrión y “Chicuelo III”...

La reflexión posterior

Muchos fueron los comentarios que se hicieron acerca del éxito del festival en honor de Nicanor Villalta, la mayoría de ellos girando alrededor del lleno en los tendidos y de la importante suma recaudada para auxiliar al torero. Pero también se meditó públicamente sobre la solidaridad que es parte del medio taurino. Escribió quien firmó como C en el número de El Ruedo del 4 de octubre de 1956:

En él vibró intensamente, no sólo el altruismo nunca desmentido de los toreros, si se trata de colaborar en causas nobles, sino el público, que, llenando la Plaza como en los acontecimientos taurinos de más fuste, permaneció en sus localidades incluso después de acabado el festejo, ovacionando incansablemente a cuantos lidiadores, ya retirados en su mayoría, habían intervenido en él… No era fiesta mayor taurinamente hablando; no había trajes de luces ni pasiones enconadas; pero tuvo una solemnidad imponente por el tono de nobleza, de generosidad que en ella pusieron todos – toreros y público –, en una emulación consoladora frente a tantas pequeñitas miserias y tantos rencores agazapados como a menudo la vida pone al paso. Acaso no sea demasiado cierta la observación benaventina de que para medrar en la vida mejor que crear afectos es crear intereses. O quizá sí; pero cuando ya se anda por el final de ella hay una satisfacción intima en haber creado afectos, o intentado crearlos; aunque en muchas ocasiones no hayan sido correspondidos. Nicanor Villalta, con su buena hombría, su manera de ser y de estar, sencilla y abierta, halló, por fortuna, una correspondencia merecida…

Nicanor Villalta supo hacer amigos, por lo que se puede desprender de estos sucesos. Sobreviviría todavía casi un cuarto de siglo al festival que hoy trato de recordar. Fue asesor de la presidencia de la plaza de Madrid y se le recuerda siempre como un torero honrado, valiente, pundonoroso y, sobre todo, como un extraordinario estoqueador que alternó con todas las figuras de su tiempo, desde Belmonte y hasta Manolete

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