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domingo, 16 de marzo de 2025

A un siglo de la despedida de los ruedos de Rodolfo Gaona (III)

Rodolfo Gaona y Brillantino de Piedras Negras

La temporada 1924 – 25 en el Toreo de la Condesa constó de 25 corridas de toros, ofrecidas entre el 12 de octubre de 1924 y el 29 de marzo de 1925. Rodolfo Gaona fue indudablemente el eje y el soporte de ese ciclo, porque tomó parte en 15 de esos festejos, formados con un elenco de toreros integrado aparte de Gaona, por los diestros nacionales Arcadio Ramírez Reverte Mexicano; Luis Freg, Joselito Flores, José Ramírez Gaonita y Juan Espinosa Armillita quien recibiría la alternativa en esa temporada; por los hispanos vendrían José Roger Valencia I, Victoriano Roger Valencia II, Antonio Márquez, Manuel Jiménez Chicuelo, Mariano Montes, José García Alcalareño, Antonio Sánchez, y Gregorio Garrido.

En el renglón ganadero, los festejos se formaron con encierros de Piedras Negras, Atenco, Zotoluca, San Diego de los Padres, La Laguna, Coaxamalucan, San Mateo, Ajuluapan, Santín, San Nicolás Peralta y lotes hispanos de Justo Puente, antes herederos de Vicente Martínez y del Duque de Veragua.

Esos fueron los mimbres con los que el Dr. Jesús Luna y don Ignacio Soto arreglaron la temporada en la que el Califa de León se retiraría - definitivamente - de los ruedos.

La sexta corrida de la temporada 24 – 25

La presentación de Rodolfo Gaona en esa temporada de su adiós se preparó para el sexto festejo del ciclo, programado para el domingo 16 de noviembre de 1924, fecha en la que se le anunció para actuar mano a mano con José Roger Valencia I en la lidia de un encierro de Piedras Negras, ganadería tlaxcalteca dirigida en esas fechas por don Lubín González.

El hecho del anuncio de la primera actuación de Gaona en El Toreo durante ese ciclo, provocó una entrada superior en todas sus localidades. Así lo cuenta Miguel Necoechea Latiguillo, en su crónica del festejo para el diario El Demócrata de la capital mexicana fechado al día siguiente del festejo:

La presentación de Gaona ha tenido esta vez, como siempre, en la temporada de toros, el prestigio de brillante acontecimiento... La plaza de “El Toreo” llena de bote en bote lo atestigua; lo prueban, con la argumentación de costales de argentíferos y áureos tejos las taquillas; lo gritaba la “reventa” para la que ayer no existía el desalentador “¡barreras de primera fila al precio!”, sustituido por el denunciador de llenos: “¡compro el boleto que sobre!”... ¡Qué iban a sobrar! Persona hubo que el viernes ya pagara el ansiado papelillo a precio crecidísimo y que el sábado lo hiciera a valor de fábula; para el domingo no había una sola barrera, aunque se ofreciera por ella un ojo de la cara... La afición andaba loca...

Los síntomas eran de un gran acontecimiento, de esos que quedan, al menos por su arista económica, para la historia. Luego, lo que suceda en el ruedo, que no tiene visos de previsibilidad, tendrá que esperar a que los hechos programados, sucedan.

A la reaparición de Gaona se sumó otro acontecimiento, pues sin anuncio previo, se presentaron en la plaza los generales Álvaro Obregón, Presidente Constitucional de la República y Plutarco Elías Calles, Presidente Electo, quien entraría en funciones el 1o de diciembre siguiente. Escribe Gonzalo Espinosa Don Verdades para el diario capitalino Excélsior:

Poco antes de que diera comienzo la fiesta, llegaron a la plaza los señores generales de división Álvaro Obregón Presidente de la República y Plutarco Elías Calles, futuro Primer Mandatario. La muchedumbre, al darse cuenta de los dos Presidentes, los ovacionó cariñosamente...

La presentación de Rodolfo Gaona en la temporada no era indiferente ni a la clase política de la época, que se hizo presente en la plaza de toros para acompañar a quien en esos días y para la historia, es y ha sido, uno de los más grandes diestros que este país ha dado.

Rodolfo Gaona y Brillantino

El quinto toro de la tarde, último del lote sorteado por Rodolfo Gaona fue Turronero, un colorado, ojo de perdiz, bragado, que prácticamente desde la salida exhibió muestras de debilidad, por lo que después del primer encuentro con los montados, al perder las manos, fue devuelto por el Regidor en funciones de Juez de Plaza, el señor Petricioli, quien una semana antes, cuenta Don Verdades en su crónica, sostuvo a un toro de semejantes condiciones en el ruedo, siendo desastrosa la lidia del mismo. Agrega Gonzalo Espinosa:

Si nos hubiéramos resignado a que se lidiara este toro, según lo aconseja "Monosabio", ¡cuánto nos hubiéramos arrepentido! … Indudablemente que no hubiéramos presenciado la monumental labor que Rodolfo Gaona ejecutó con el sustituto y tal vez la bronca hubiera tomado las proporciones de un escándalo...

Y es que, afirmaba Don Verdades, el citado Monosabio, defendió hasta el extremo, la permanencia del toro de La Laguna que fue extremadamente débil el domingo 9 de noviembre anterior, no obstante que la prudencia aconsejaba su sustitución.

El toro que sustituyó a Turronero se llamó Brillantino, y fue de pelo negro, entrepelado y bragado. Este toro, contó Rodolfo Gaona en su libro autobiográfico Mis Veinte Años de Torero, fue el más manejable de su temporada postrera:

El toro más manejable que me han echado esta temporada, indudablemente fue “Brillantino”, de Piedras Negras... Le hice una buena faena, pero, como el toro puso lo suyo, el mérito nos lo repartimos entre los dos...

La faena de Gaona con Brillantino, fue calificada por Don Verdades, como superior a la que realizó el Califa a Revenido de Piedras Negras el 17 de febrero anterior y por su parte, Latiguillo va más allá, porque señala que supera no solamente a la de Revenido, sino también a las de Curtidor y Bordador. Esa fue la impronta que dejó esa tarde.

La versión de Rafael Solana Verduguillo para El Universal Taurino de lo sucedido esa tarde es la siguiente:

Comienza con el “pase de la muerte”, corriendo la mano con suavidad extraordinaria. Sigue un natural con la diestra y luego uno de pecho enorme. Mr. Smith se pone de pie y ya tiene el sombrero en la mano para arrojarlo a los pies del espada... Luego se lía Rodolfo a dar naturales; pero éstos tres muletazos que da con la zurda, constituyen el lunar en la artística faena. Ni para, ni manda, ni corre la mano, y, en cambio, deja que el toro le gane terreno y lo descomponga... Pero ya está Rodolfo con la muleta en la diestra nuevamente; ahora ejecuta tres pases de los llamados del “Centenario”; viene un molinete un tanto despegado, uno forzado de pecho, dos cambiándose de mano la franela, otro molinete ceñidísimo, y otro de pecho. Se arrodilla el diestro y, tomando al toro por la cepa del pitón, lo hace pasar en dos ocasiones; se pone de pie, vuelve la espalda al morucho, se hinca nuevamente, y en esa forma sigue toreando, hasta que, agotado, permanece un rato largo, de rodillas, ante el toro, terminando por volverle la espalda, para después pararse parsimoniosamente, y salir andando con lentitud de tortuga... Un pinchazo bueno y una honda tendenciosa, descabellando al segundo golpe… ¡Apoteosis! Sesenta dianas, mil sombreros en el ruedo, siete vueltas al ídem, catorce salidas a los medios... y la plaza convertida en un manicomio. Todos estamos locos...

Por su parte Miguel Necoechea Latiguillo en el diario El Demócrata, describe lo siguiente:

Quizá no lo entendieran quienes no lo vieron, y quizá no lo creyeran los que, ayunos de ese sentimiento de espiritualidad que nos empuja a la exaltación mística, que nos enmudece y que nos pasma a los que vamos a los toros por el arte mismo de la fiesta y divorciados de toda simpatía vulgar, pero todos quedamos convencidos, firmemente convencidos, después de verlo ayer frente a "Brillantino", de que Rodolfo significa, no durante una época, sino en todas las edades, el punto diamantinamente concéntrico del arte del toreo... Y es que en este artista magnífico, la persistente evolución del toreo puede luchar cambiando de procedimientos, pero a ellos ha adoptado fácil y gallardamente, los detalles de su arte peligroso, sin cambiar los valores fundamentales del principio que él mantiene, ÚNICO dentro de su integridad artística y en el límite preciso del clasicismo...

De la versión publicada en Excélsior por Don Verdades, extraigo:

“Revenido” ha pasado a la historia. El nombre de aquel famoso toro con que Rodolfo Gaona hizo una faena de muleta que hasta hoy no se olvida, va a ser reemplazado por el de "Brillantino", el sustituto del quinto animal de ayer, con el que el torero mexicano ejecutó una de las más admirables faenas de su vida torera y que en mucho sobrepasó la ejecutada con “Revenido”... La faena de “Brillantino” fue de esas faenas que jamás se olvidarán y que en una de las páginas de la historia de 20 años de la historia de un torero, que un colega prepara, debe quedar grabado con caracteres de oro y de diamantes, para que las generaciones futuras se recreen y sepan lo que los gladiadores taurinos de nuestra época sabían hacer... Gaona cortó la oreja de “Brillantino” que por unánime petición de millares y millares de espectadores fue concedida por su señoría el edil que presidía la fiesta. El apéndice auricular de “Brillantino” estuvo bien ganado por el torero de León y nadie, absolutamente nadie se opuso a que se le concediera...

Por su parte, Valencia I tuvo una actuación muy destacada ante el primero de su lote, segundo de la tarde Platanero, al que, de acuerdo con las crónicas, pudo cortarle también la oreja, de haber estado fino con la espada.

Los tiempos que ya no serán

El lleno en la reaparición de un torero en su campaña de despedida con la presencia del titular del Poder Ejecutivo en la plaza para acompañarlo es algo que ya no será posible ver en el país que hoy vivimos. Es altamente probable que solamente nos queden estos recuerdos de una fiesta que tiene por divisa la grandeza y que un puñado de intolerantes, que enarbolan intereses que no merecen ser confesados, pretenden erradicar por decreto. Pero no la quitarán de nuestra conciencia ni de nuestra memoria y en lo que esté en nuestra mano, seguiremos difundiendo su trayectoria, para que quede claro que es parte de la cultura y la historia de México.

martes, 21 de julio de 2009

21 de julio de 1929: Se lidian toros mexicanos por primera vez en España

Corresponde a la ganadería de Piedras Negras el honor de ser la primera vacada mexicana en cruzar el Atlántico con sus toros y presentar en una plaza española los productos del esfuerzo hecho en el campo bravo de Tlaxcala a partir primero, de una variopinta base genética y ya en la fecha de la presentación, con un par de décadas de trabajo con ganados del Marqués del Saltillo. Pero del origen de Piedras Negras he hablado en otra parte de este mismo espacio, por lo que en todo caso, les invito a que se dirijan allí, para cualquier precisión sobre ese particular.

El ganadero de Piedras Negras en la fecha era don Wiliulfo González, quien prácticamente acababa de obtener la titularidad de esta vacada fundacional, pues su tío Lubín había fallecido apenas en noviembre del año anterior. Así pues, los toros que fueron a España, con mayor precisión a San Sebastián, para ser lidiados en su histórico ruedo de El Chofre.

El diario madrileño El Siglo Futuro, del día 13 de junio de 1929 publica lo siguiente:

LAS CORRIDAS DE SAN SEBASTIÁN

Se ha ultimado la combinación de las corridas de San Sebastián. El señor Pagés ha facilitado la siguiente lista:

21 de julio. Corrida hispanoamericana; cuatro toros de Piedras Negras y cuatro de Clairac para Marcial Lalanda, Gitanillo de Triana, Manolo Bienvenida y Heriberto García.

11 de agosto. Ocho de Graciliano Pérez Tabernero para Chicuelo, Valencia II, Félix Rodríguez y Barrera.

15 de agosto. Ocho de los herederos del duque de Tovar para Márquez, Félix Rodríguez, Niño de la Palma y Barrera.

Día 18. Seis de Concha y Sierra para Manolo Bienvenida y dos diestros no designados.

Día 25. Concurso de ganaderías para Márquez y dos diestros no designados
.


Como podemos ver, no se lidió un encierro completo, lo que me sugiere – a falta de referencias directas sobre el tema - que los toros enviados por Wiliulfo González no soportaron el viaje por barco y los que salieron a la plaza, no tuvieron tampoco el tiempo necesario para reponerse de éste, dadas las crónicas que relatan el juego que dieron, porque de lo que no me cabe duda, es que el ganadero envió a España lo mejor de sus dehesas.

El cartel hispanoamericano anunciado se complementó con dos incentivos más, que la corrida se ofreció en beneficio de la Asociación de la Prensa Donostiarra y que al final del festejo, el novillero estadounidense Sidney Franklin mató un novillo de Flores.

La primera relación concreta que conocí sobre este asunto es la que deriva de la conversación entre la señora Susana González y González - hija de don Wiliulfo - y la bibliófila Gabriela García Padilla, recabada en el libro Piedras Negras. Bravura con abolengo. En la página 53 de la obra se dice lo siguiente:

El 21 de julio de 1929 se lidiaron por primera vez toros mexicanos en un ruedo español; fue en San Sebastián donde cuatro Piedras Negras y cuatro de Clairac fueron estoqueados por Marcial Lalanda, Cagancho, Manolo Mejías Bienvenida y Heriberto García. Los astados de Piedras Negras "se comportaron bien y fueron de excelente presentación", según el conocido comentarista español Tomás Orts, en su anuario Toros y Toreros de 1929.


Más adelante, en un apéndice escrito en el mismo libro por Luis Ramón Carazo (página 107), se habla de que los toros destacaron por su acometividad y trapío sin citar fuente alguna.

Como podemos ver, en principio, la versión de Uno al Sesgo deja pensar que los primeros toros mexicanos que se lidiaron en España pusieron en alto el listón ganadero de este País, pero al revisar la prensa que relató el festejo en el que participaron los toros de Piedras, me encontré con otra realidad.

Aunque con contradicciones de grado, las crónicas reflejan que el resultado del festejo no fue, para el ganadero mexicano, lo que hubiera apetecido. Sus toros no funcionaron como se dice en el lenguaje de uso corriente hoy en día y los de Clairac que completaron la función al parecer, si cumplieron. En lo que coinciden las relaciones, es que los toreros – Marcial Lalanda, Cagancho, Manolo Bienvenida y Heriberto García – se vieron, desganados unos y embarullados otros, cumpliendo apenas.

La reseña contenida en el diario El Siglo Futuro de Madrid, del 23 de julio, es del tenor siguiente:

…Con gran entusiasmo se celebró la corrida a beneficio de la Asociación de la Prensa. La plaza, adornada con tapices de la Real fábrica, ofrecía magnífico aspecto. Ocuparon la presidencia señoritas de la aristocracia y de la colonia americana, asesoradas por el duque de Hornachuelos.

Entre los concurrentes se encontraban el ministro de Economía, el doctor Asuero, comandante Franco y representaciones numerosas de las colonias americanas.

Los toros mejicanos, de Piedras Negras, mansos y burriciegos; los de Clairac, cumplieron, dejándose torear bien…


Por su parte, el diario ABC, en su edición madrileña de la misma fecha refiere lo siguiente:

…Se celebró ayer la anunciada corrida hispanoamericana a beneficio de la Asociación de la Prensa, de San Sebastián.

La plaza, profusamente adornada con banderas de las Repúblicas americanas y de España y numerosos y elegantes tapices de la Real fábrica.

Entrada, casi un lleno.

Presidieron diez bellas y aristocráticas señoritas, asesoradas por el duque de Hornachuelos.

Se lidiaron, cuatro toros mejicanos de Piedras Negras, que, en general, resultaron sosos, y después otros cuatro de Clairac, bravos y muy finos, por los diestros Marcial Lalanda, Cagancho, Heriberto García y Manolo Bienvenida, y, finalmente, uno de Flores por Sidney Franklin...

Como podemos ver, en tanto que la versión de El Siglo Futuro habla de toros mansos y burriciegos, el ABC solo se refiere a la sosería de los piedrenegrinos, aunque en la comparación con los de Clairac el primero de los diarios solamente los tiene por cumplidores en tanto que el ABC los llama finos y bravos, lo que me sugiere que los de Piedras no se habían recuperado del viaje por barco a la fecha de su lidia y en general, estas dos versiones, en nada coinciden con la que publicó al final del año Uno al Sesgo y la que sin mencionar fuente, cita Luis Ramón Carazo.

Con disgusto, porque quisiera recordar una tarde de triunfo de los toros mexicanos en España, pero también en honor a lo que parece ser la verdad, transcribo lo que me parece esencial de la descripción de los toros y su comportamiento en la crónica del festejo publicada por quien firma como Juanito Sincero, en el diario El País Vasco, de San Sebastián, el día 23 de julio de 1929, misma en la que lapidariamente dice lo siguiente:



No teníamos esperanzas de que los toros de Piedras Negras, traídos de Méjico para la corrida de anteayer fuesen buenos. No creemos en los toros de Méjico, como apenas hemos podido creer en los toreros mejicanos, salvo un caso. Además, ¿traer toros de Méjico a la tierra de los toros bravos, a la tierra de dónde los llevan a Méjico?...

…Nadie, entre los siquiera medianos entusiastas de la fiesta taurina, ignora que a estos toros les llaman los toreros “toros de esparto”, es decir, ordinarios, sin codicia, blandos, carentes de temperamento de fiera brava para la lidia… Y, por añadidura, dos de ellos resultaron casi ciegos...

…El público no tuvo tragaderas como para tolerar – ¡este buen público donostiarra que jamás protesta a los toros! – que de los cuatro bichos, tres resultaran blandos y sobre todo, mansos. Y a los tres los silbó furiosamente al ser arrastrados.


Digo que cito esto con pena, porque no obstante todo el esfuerzo que desde 1874 realizaban los señores González de Tlaxcala -y don Wiliulfo especialmente en ese momento- en la crianza del toro de lidia y particularmente en los 20 años anteriores con la base genética de Saltillo, los esfuerzos no se vieron coronados, ni con la posibilidad de lidiar un encierro completo, ni con la fortuna de que los toros jugados, dieran lustre a la divisa que en México, es legendaria por los grandes triunfos que ha permitido tanto a sus criadores, como a los toreros que se han puesto delante de sus toros.

Casi 60 años después, en Madrid, sucedería algo similar, con la presentación de la otra ganadería prócer en México, San Mateo, que tampoco pudo lidiar completo su encierro en la tarde de la confirmación madrileña de la alternativa de David Silveti y tampoco pudo tener una tarde de grandes triunfos en la principal plaza del mundo, aunque meses antes su divisa luciera principalmente por la movilidad de los toros en Huelva.

Así es la historia, aunque no nos guste su sentido, pero el hecho que la hace y la hace interesante, es que hoy se cumplen 80 años de que por primera vez, se lidiaron toros mexicanos en España.

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