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domingo, 17 de septiembre de 2023

10 de septiembre de 1933: Edmundo Zepeda El Brujo se presenta en Madrid

Edmundo Zepeda es, junto con Emilio Sosa uno de los dos matadores de toros mexicanos nativos del Estado de Oaxaca, tierra en la que desde la prohibición que decretara don Benito Juárez, siendo gobernador de esa entidad, la fiesta de los toros dejó de tener arraigo entre su población y a esta fecha, aunque se hacen reiterativamente intentos de volver a llevarla a esas tierras, no han prosperado, porque a una buena parte de los habitantes de esa región de México, no se le ha imbuido el interés por estas fiestas.

El empleo del padre de Edmundo le llevó a una edad temprana a la capital de la república y es allí en donde se aficiona a los toros y comienza a aprender el toreo. Le confió a Rafael Morales Clarinero, en una entrevista publicada en El Redondel el 21 de abril de 1957:

...empecé a salir de banderillero en Xochimilco y en Tepeji del Río... estuve colocado con “El Negro" Muñoz, con Alberto Balderas y con Juan Silveti. Este último me dejaba matar algún toro, en algunos pueblos, como Charcas, Concepción del Oro, Cárdenas S.L.P., etc., y así me inicié...

Esa confesión me hace suponer, sin mayores medios probatorios, que Edmundo Zepeda se formó como torero en la placita de Tacuba, donde los discípulos de Ojitos, Samuel Solís, Luis Güemes y Alberto Cosío El Patatero enseñaban el toreo, porque de allí salieron a la fama, entre otros importantes, Alberto Balderas y José El Negro Muñoz y acostumbraban llevar en sus cuadrillas a compañeros formados o que al menos entrenaban en el mismo lugar.

Se presentó como novillero en el Toreo de la Condesa el 16 de agosto de 1931, alternando con Agustín García Barrera y Liborio Ruiz en la lidia de novillos de Ayala y se alzó como el triunfador del festejo al cortarle el rabo al tercero de la tarde. Tres domingos después volvería acartelado con Eduardo Tercero y Lorenzo Garza y tanto él como quien después sería llamado El Ave de las Tempestades saldrían en hombros de la plaza tras desorejar a los novillos de Rancho Seco que les tocaron en suerte.

La novillada de la Oreja de Plata de 1931 se celebró el 27 de septiembre de 1931 y a diferencia de otros años, se la disputaron solamente Lorenzo Garza, Liborio Ruiz y Edmundo Zepeda ante novillos de Piedras Negras. Edmundo Zepeda le cortaría la oreja al tercero y el rabo al sexto de la función para llevarse el trofeo en disputa. Como fin de fiesta, se lidiaron dos novillos de Zacatepec para Alfredo Ochoa – años después sería ganadero de Campo Alegre – y Justo Alcíbar Cordobesito.

A Edmundo Zepeda ya le comenzaban a llamar El Brujo. En la entrevista anteriormente citada, le refirió a Clarinero:

No tengo inconveniente en decirle el origen de mi apodo. Cuando debuté y tuve suerte, me apoderó al año siguiente, “Don Dificultades”, y fue él quien me puso “El Brujo de la Muleta”. Como, además, soy del Istmo, donde hay mucha brujería, ya que la mayoría de las tehuanas tratan de embrujar a sus quereres, se comprenderá el porqué del alias...

Su campaña española de 1933

El semanario valenciano El Clarín fechado el 25 de febrero de 1933, relataba lo siguiente:

El diestro mejicano, Edmundo Zepeda, que viene precedido de un gran cartel como novillero puntero, llegará a España a bordo del vapor Habana, a fines del corriente mes, y su apoderado ya le tiene preparado el debut en la plaza de toros de Madrid para una fecha del mes de marzo, teniendo además firmadas varias novilladas en provincias y en Francia, lo que demuestra la expectación que existe por conocer a tan renombrado torero mejicano. Sea bienvenido...

Al final de cuentas, El Brujo cerraría el calendario con 8 actuaciones en ruedos españoles, en las plazas de Pamplona, Zaragoza (3), Alfaro, Cuenca y Corella, además de la que me ocupa en este momento y dos en Francia, en Perpiñán y en Burdeos. Como podemos observar, su actividad se circunscribió a plazas del Norte de España. Los otros novilleros mexicanos que actuaron en ruedos hispanos por esas calendas fueron Lorenzo Garza (18), Luis Castro El Soldado (14) y Eduardo Solórzano (9).

La presentación en Madrid

Para el domingo 10 de septiembre de 1933 se anunció una novillada en la que se presentaría la ganadería de don Esteban González, de Utrera y que, según Carlos Revenga Chavito, cronista del diario madrileño La Nación:

Los carteles anunciaban una novillada; pero D. Esteban González, ganadero andaluz, que debutaba ayer, embarcó una verdadera corrida de toros... Los seis bichos fueron grandes, gordos, y tuvieron mucha leña en la cabeza... El público fue de asombro en asombro, al ver salir por los chiqueros aquellos seis toracos, poderosos y con trapío...

En parecido sentido se pronunció Recorte en La Libertad, diario también de Madrid, como vemos enseguida:

La novillada que el domingo preparó la Empresa de Madrid merece un caluroso aplauso. Así debían de ser no sólo las novilladas, sino muchas corridas de toros que sólo lo son por el nombre. Así, con reses grandes, gordas, bien armadas y con los años que marca el reglamento, es como los toreros pueden demostrar que lo son. Lástima que como un jarro de agua fría venga a apagar nuestros entusiasmos el recuerdo de que esa novillada, de que esa corrida de toros no se había encerrado para tres fenómenos, sino para tres muchachos modestos de esos que no le pueden decir a las empresas: «Esa corrida gorda, vieja y con pitones la torea usted o su madre de usted. Yo no, porque no estoy dispuesto a ir al fracaso»...

La empresa de don Eduardo Pagés puso una verdadera prueba a los novilleros actuantes, que eran Manuel Zarzo Perete, Juan Jiménez y el debutante mexicano Edmundo Zepeda.

La actuación de El Brujo Zepeda

Las opiniones de la prensa de Madrid se dividieron acerca del hacer de Edmundo Zepeda. Si hemos de atender a lo que escribió el ya citado Chavito, saldó con algo más que dignidad el compromiso y se ganó la repetición:

Ayer debutó otro novillero mejicano, y su labor satisfizo al público... Maneja capote y muleta bien, y con el acero está decidido... Zepeda es un buen banderillero. Ayer clavó unos pares de frente superiores, y uno al sesgo, por dentro, colosal... Edmundo está bien colocado en la plaza, y ello le permite acudir oportuno a los quites. Fue muy aplaudido, y se ganó la repetición...

También es comedido Eduardo Palacio, quien, en su tribuna del ABC, expresa:

Debutar en Madrid con un toro como “Navarrito” es una cosa indudablemente muy seria, que no fue obstáculo para que Zepeda lo lancease voluntariosamente, le clavase tres pares de banderillas, el último de dentro afuera, que se premió con una gran ovación, y, previa una faena valentona, lo despachase de una estocada casi entera, delanterilla... El muchacho escuchó palmas...

Pero si hemos de tener en cuenta la opinión de quien redactó la crónica de la Hoja del Lunes madrileña del día siguiente del festejo – no aparece firmada –, veremos que no ha sido tan considerado con nuestro paisano:

El mejicano debutante Edmundo Cepeda causó mala impresión. A sus dos enemigos, lo mismo con el capote que con la muleta, los trapeó feamente por la cara; sin correr el engaño, sin tirar del toro y moviéndose con él en un continuo desasosiego... Con el estoque, entrando siempre con el brazo suelto... En los quites no hizo nada tampoco... Edmundo Cepeda se banderilleó sus dos toros, con más suerte al primero que al que cerró plaza. En aquel oyó palmas...

En parecido sentido se expresa Cayetano, en el diario Luz:

Un novillero mejicano más, con el sentimental nombre de Edmundo y una "Z" en el comienzo del apellido, completamente antitaurina. No sabemos si a consecuencia de un volteo que sufrió al intentar una larga afarolada al segundo o a una particular idiosincrasia, se pasó toda la tarde dudando y moviéndose más de lo debido... En fin, Zepeda tuvo un debut vulgar, pero quedó en condiciones de la repetición...

Luces y sombras, la eterna verdad del toreo son las referencias que nos quedan acerca de lo que sucedió en la presentación de El Brujo Zepeda en la plaza de toros de la Carretera de Aragón, hoy hace una semana que se cumplieron 90 años.

Edmundo Zepeda recibiría la alternativa en Jiquilpan, Michoacán el 20 de noviembre de 1941, de manos del Rey del Temple Jesús Solórzano, con toros de Xajay y la confirmaría en el Toreo de la Condesa el 18 de abril del año siguiente, apadrinándole David Liceaga, en presencia de Andrés Blando, con la cesión del toro Borrachito de San Mateo.

Actuaría como matador de alternativa, hasta entrados los años 50, señalando el torero que su última tarde vestido de luces se verificó en Acapulco, alternando con Carlos Arruza y Julio Aparicio en la lidia de toros de Pastejé.

Los Cuatro Siglos de Toreo en México

Cuando Edmundo Zepeda dejó de vestir el terno de luces, formó una especie de compañía para


presentar en las plazas de todo el país un espectáculo que denominó Los Cuatro Siglos de Toreo en México. Así lo contó el torero a Clarinero:

La formación del conjunto se me ocurrió una noche leyendo la “Historia del Toreo en México” de don Nicolás Rangel... Pensé en la conveniencia de resucitar suertes antiguas de las que muchos aficionados apenas tenían referencia por láminas o grabados... Entre las suertes están “La Mamola” de origen azteca; el “Don Tancredo”, relativamente moderna; banderillas con la boca; banderillas en silla; banderillas en barril; la suerte de los comprometidos; torear en zancos, etc... Presenté el espectáculo aquí, en la Plaza México, el 14 de agosto de 1955. Hemos toreado en esta plaza dos veces aparte, siempre con gran éxito... no es precisamente un negocio fantástico, pero nos deja para vivir, y tiene la ventaja, de que le permite a uno estar dentro del ambiente del toro...

Quizás el entrevistado omitió señalar que al final de la presentación de las suertes propias del espectáculo, se soltaban, de acuerdo con la categoría de la plaza, dos o cuatro novillos para ser lidiados y muertos a estoque por novilleros a la usanza tradicional, lo que coloquialmente se llama la parte seria del espectáculo, misma que ha sido la cuna de muchos toreros que han llegado a ser figuras y en el que participó también más de algún personaje que llegara a destacar en otros campos de la tauromaquia, como en el caso de José Luis Carazo Arenero, que lo hizo como cronista. Hace algo más de un par de años, escribió su hijo Luis Ramón, a propósito de un espectáculo de toreo bufo:

Recordé con Patorro que mi padre, José Luis Carazo se vistió de diablo en el ruedo de La México en la parte seria de los Cuatro Siglos del Toreo organizada por mi padrino El Brujo Zepeda...

Al final, El Brujo Zepeda intentó llevar la fiesta de los toros a las masas por la vía de la diversión. Encontró un buen vehículo para acercar la tauromaquia en sus distintas vertientes a quienes en principio no tenían afición a ella y de esa manera, captar nuevos aficionados. La compañía que formó terminó por diluirse, pero seguramente todavía quedan en los tendidos aficionados que tuvieron su primer contacto con el espectáculo que ideara una noche de insomnio este torero oaxaqueño.

Aviso parroquial: Por razones de todos conocidas, me vi en la necesidad de posponer una semana estas notas. Espero sabrán entenderlo.

domingo, 26 de febrero de 2023

La redondez de una tarde de toros

La estocada de David Liceaga a Afinador
Antonio Ximénez en La Lidia
4 de enero de 1944

En estos días que vivimos, el concepto de tarde redonda está indisolublemente ligado al triunfo de los toreros vinculado al corte de un incontable número de apéndices, de una importante suma de vueltas al ruedo y por supuesto, de una inexcusable salida en hombros por la puerta principal de la plaza de que se trate, salida hogaño a cargo de un costalero a sueldo, cuando en otros tiempos la realizaba la multitud que se tiraba del tendido a la arena y se llevaba al triunfador hasta el hotel o a pasear sin rumbo por las calles del lugar del festejo. 

Pero hubo días en los que si bien se cortaban apéndices, la redondez de la tarde no descansaba precisamente en el marcador de orejas y rabos y tampoco era mandatorio que el torero triunfador fuera sacado en volandas de la plaza. Se valoraba más la presencia de los toros, el hacer de los diestros delante de ellos y el conjunto del festejo para determinar si ese festejo merecía pasar a la memoria y a la historia de la fiesta.

Tarde redonda fue, sin duda, la del domingo 2 de enero de 1944, cuando en El Toreo de la Condesa se encontraron los toros enviados por don Julián Llaguno para que los lidiaran Luis Castro El Soldado, Silverio Pérez y David Liceaga. Ese día se recuerda principalmente por dos faenas, la del Compadre a Azulito y la de David Liceaga a Afinador. Pero hay más todavía que contar.

Los toros de Torrecilla

Refiere acerca del encierro de la divisa verde y blanco, Roque Armando Sosa Ferreyro, Don Tancredo, en el ejemplar de La Lidia salido a los puestos el 4 de enero siguiente:

Se lidiaron seis hermosos ejemplares de Torrecilla, la prestigiada ganadería de don Julián Llaguno, que no pelearon con la alegría característica de su divisa por el exceso de carnes y por el tremendo castigo que les infringieron los del castoreño. Sobresalieron en el encierro los toros segundo, quinto y sexto, que se llamaron “Azulito”, “Churumbelo” y “Afinador”. Al diestro de Mixcoac tocaron en suerte los menos propicios a la faena de escándalo: "Changuito", el primero, y “Argelino”, el cuarto; y “Tabaquero”. el tercero de la corrida, tuvo mucha fuerza y desarrolló nervio. En conjunto, los bureles zacatecanos dieron magnífico juego y se prestaron al éxito de los toreros, siendo desorejado “Azulito” por Silverio y Liceaga cortó las orejas y el rabo de “Afinador”…

En el mismo ejemplar de La Lidia, don Luis de la Torre, El – Hombre – Que – No – Cree – En – Nada, hace una comparativa de este encierro con el de la misma ganadería lidiado en la fecha inmediata anterior y concluye en que aquel fue infinitamente superior en fuerza y en clase, aunque el de esta última tarde no hubiera causado dificultades a sus lidiadores.

La tarde de El Soldado

Se puede triunfar sin cortar orejas. Esa fecha, en la que se conmemoraba el año nuevo taurino y se guardó un minuto de silencio en recuerdo de Alberto Balderas, el diestro de Mixcoac reiteró que la clase y el arte no están reñidos con el oficio y el poderío ante los toros. Le correspondieron por su orden Changuito y Argelino – brindados respectivamente a don Miguel Lanz Duret, director de El Universal y a don Daniel Vela, director de Vel – A – Gas – al decir de las relaciones del festejo, los dos malos del lote de Torrecilla corrido esa tarde. A propósito de su actuación, escribió El – Hombre – Que – No – Cree – En – Nada:

La forma como Luis Castro lidió al toro de obsequio el domingo anterior, causó efectiva sorpresa, no precisamente por el triunfo alcanzado... sino debido a que la técnica empleada en el trasteo de muleta fue en realidad bien distinta de la que ahora usan la mayoría de los modernos diestros. Sus pases admirablemente rematados, no valiéndose solamente de la bravura de su enemigo como ayuda eficaz, sino poniendo el torero de su parte, aguante y mando, peleándole de verdad, derrotándolo, que es precisamente lo que los cánones establecen para la labor de un diestro que se precie de serlo, fueron el motivo de tal sorpresa y admiración... Pues bien, “El Soldado”, en esta su siguiente actuación, prosiguió la misma táctica y debido a ello lo vimos en todo momento desahogado, pudiendo con el toro, no obstante haberle correspondido en el sorteo algo de lo más malito que salió por la puerta de chiqueros...

Luis Castro El Soldado ha pasado a la historia como uno de los toreros – artistas más grandes que ha dado este país, pero también ha dejado estampas de reciedumbre torera, imponiéndose a las condiciones de los toros que no tenían aptitudes para lucir la clase delante de ellos. Esta primera tarde del año 44, fue una de esas.

Silverio y Azulito

Silverio Pérez, lo había manifestado hace un par de semanas, es un torero irrepetible. Y lo es tanto en su proceder ante los toros, como en sus estados de ánimo que lo llevaban del triunfo que provocaba el delirio en los tendidos, a la tarde en la que incomprensiblemente hacía que las cañas se volvieran lanzas en su contra. Y sin embargo, era el torero más querido por la afición mexicana. Para Silverio, siempre había un compás de espera, porque se sabía que llegaría ese domingo en el que se entendería con un toro y con una faena, se pondría a mano con los que acudían a verlo a las plazas.

Ese segundo día del año 44, fue uno de esos fastos silveristas, se encontró en primer término con Azulito, un buen toro de don Julián Llaguno, que le permitió desplegar su personalísima tauromaquia, faena acerca de la que Don Tancredo, escribió:

“Azulito” el segundo Torrecilla, fue saludado por Silverio con ceñidos y emotivos lances a pies juntos, media verónica y un remate con el capote plegado. Y en su quite, el texcocano provocó un terremoto en los tendidos con sus chicuelinas angustiosas, inverosímiles, trágicas, incrustándose en el toro, que hicieron que las palmas sonaran en su honor con entusiasmo y asombro. El cornúpeta pasó con sólo dos varas, pues la segunda, a cargo de Lindbergh, valió por tres, y lo hizo sangrar hasta la pezuña. Y vino el faenón: doblones con una rodilla en tierra, como prólogo del trasteo, y luego los derechazos silveristas que fueron rubricados con una ovación, pases por alto, un cambio de muleta por la espalda instrumentado en la propia cara del burel y rodillazos de escándalo mientras la arena se alfombraba de sombreros. Finalizó con una estocada honda, delantera y desprendida, y se le otorgaron las dos orejas de “Azulito”, aplausos delirantes, dianas, dos vueltas al ruedo y dos salidas a los medios.

En este caso, El Faraón de Texcoco sí salió con las orejas en las manos, las cosas se acomodaron, el sorteo le deparó un toro propicio y él supo darle la lidia adecuada para hacer lucir sus cualidades y hacer destacar las propias, de forma tal, que fue así recompensado, pero más que las orejas, el hecho de que la faena de Silverio Pérez a Azulito sea una de las que se recuerdan como una de las importantes de su carrera, es el triunfo real.

David Liceaga y Afinador

Los nombres de los toros Ilustrado, Risquero, Zamorano y Bonfante entre otros lidiados en el coso de la colonia Condesa, llevaban la signatura de David Liceaga, un torero que tenía por divisa el poderío ante los toros y la expresión de aquellos que hacen evidente que llevan el toreo dentro de la cabeza.

La tarde que hoy me ocupa, se llevó quizás el mejor toro del encierro lidiado, el sexto, nombrado Afinador y agregaría un nombre ilustre más a la prolongada estela de triunfos que le fueron consolidando como una de las figuras históricas de nuestra fiesta y como cabeza de una de las dinastías toreras más largas que la historia del toreo reconoce.

Acerca de esa tarde, escribió el ya invocado Don Tancredo:

Con “Afinador”, el sexto, vino lo grandioso, lo espectacular e impresionante al mismo tiempo que de calidad y valía. Sus lances por el lado derecho fueron buenos de verdad, al quitar se adornó con vistosos faroles y pinturero recorte. A petición del público tomó los garapullos y derrochando facultades, alegría y majeza, galleó como sólo él sabe hacerlo: dándole todas las ventajas, dejándose pisar su terreno cambiándole el viaje al toro. El prodigioso banderillero clavó cuatro pares de emocionante preparación e impecable ejecución dando categoría al segundo tercio. Y con la muleta, refrendó sus mejores éxitos. El toro tenía fuerza y alegría, pero era tardo en la embestida, y David le llegó hasta la propia cara y tiró de él obligándole a seguir el engaño. En su trasteo hubo ayudados por abajo, derechazos y de pecho, naturales que remató con el afarolado, y en la zona de toriles lasernistas y de costado en que provocó la embestida encelando al cornúpeta con el cuerpo, teniendo la muleta a la espalda. Entre ovaciones y dianas epilogó su faena citando a recibir, y dejó una estocada a un tiempo que le valió las orejas y el rabo de “Afinador”, los más entusiastas aplausos, vueltas al ruedo y el homenaje del paseo en hombros.

También David Liceaga se llevó trofeos en la espuerta y a ellos sumó el que se lo llevaran los enfebrecidos aficionados en hombros de la plaza. Ese paseo triunfal no fue montado, sino espontáneo, sincero, surgido de la emoción que generó en los tendidos la actuación del torero guanajuatense. 

La redondez de la tarde

De lo presentado hasta aquí, creo que podemos apreciar que todos los factores de la corrida confluyeron en una misma dirección y el resultado fue una tarde de toros de esas que por mérito propio ingresan en la historia de la fiesta como ejemplo de lo que es una tarde de toros que llega a buen puerto, una tarde de toros redonda en la que todos sus participantes, desde el punto que les toca estar, quedan satisfechos, sin necesidad de externalidades que en nada engrandecen lo que ante el toro y la afición se lleva a cabo.

domingo, 4 de diciembre de 2022

4 de diciembre de 1949: Bronca monumental y ¿alternativa? de Jesús Quintero en San José, Costa Rica


La tauromaquia es una de las herencias que hemos recibido a causa de nuestra hispanidad. En territorio europeo se tienen vestigios de enfrentamientos de los hombres con bovinos desde hace algunos miles de años y esas luchas han pasado de la mera necesidad de las personas de procurarse su alimentación, a ser un medio de entrenamiento para la guerra; después un verdadero regocijo popular y hasta llegar a lo que hoy conocemos como espectáculo que se lleva a cabo en un recinto cerrado, diseñado especialmente para el ejercicio taurómaco.

Según el historiador costarricense Francisco Enríquez Solano, desde el siglo XVI hay registros de que se corrían toros para celebrar las fiestas cívicas; y en ese país centroamericano, la tauromaquia se ha ido adaptando a la idiosincrasia y gustos de los que allí habitan, celebrándose actualmente espectáculos que no tienen más relación con la tauromaquia a la española, en el sentido de que un hombre se enfrenta a un toro, pero las suertes y formas de celebrarlo en Costa Rica ha establecido una especie propia de tauromaquia, que es llamada toros a la tica.

Este tipo de festejos se generalizó en el entresiglos del XIX al XX cuando ya se habla de las fiestas cívicas de San José, existiendo registros de las corridas multitudinarias donde la gente se metía al redondel con los toros. Enríquez agrega que, al paso del tiempo, los festejos en la capital San José fueron desapareciendo y se arraigaron en localidades como Zapote, Alajuela, Cartago y en Guanacaste, localidad esta última, la monta de toros es una práctica común y que ha tomado fuerza en las corridas de otras zonas del país centroamericano.

Pero independientemente de ese desarrollo de una tauromaquia particular de Costa Rica, en el mediodía del siglo XX se intentaba mantener viva la presencia del llamado toreo a la española. Así, para el final del año 1949, se anunció que la Empresa Campanero ofrecería una temporada de toros, presentando en la plaza de La Solera, a toreros de gran cartel a nivel internacional.

La inauguración de la temporada 1949 – 50 se daría precisamente el domingo 4 de diciembre de 1949, con la presentación de la primera figura Luis Castro El Soldado, Mario Sevilla y Jesús Quintero, que recibiría la alternativa de manos del diestro de Mixcoac. Los toros que se correrían en la ocasión, de acuerdo a los anuncios, serían absolutamente criollos, es decir, ganado local que braveaba y que se consideraba apto para la lidia.

Jesús Quintero

Diestro originario de la Ciudad de México, donde nació en el año de 1913. Se presentó como novillero en El Toreo de la Condesa el sábado 14 de septiembre de 1929, en la víspera de la novillada de la Oreja de Plata. Alternó en la lidia de novillos de Ajuluapan, anunciados como fracción de Tepeyahualco con Cayetano Palomino, Paco Hidalgo, Miguel Gutiérrez, Pedro Peña y Juan Prieto. Algo interesante le habrá visto la empresa, pues volvió a ese escenario el 13 de julio de 1930, para alternar con Roberto Hernández Rubito y Gabino García en la lidia de novillos de Atenco y Matancillas.

Poco más pude localizar acerca del paso de Jesús Quintero por los ruedos antes del festejo que ahora me ocupa, pero habrá que tener en cuenta que a la fecha en la que se anunció su alternativa, tenía ya la friolera de 36 años de edad.

La fallida corrida inaugural

El festejo de apertura de la temporada fue un auténtico fracaso. Los toros descompusieron todo y los diestros apenas pudieron salir del paso. Quien firmó como Banderillas de Fuego en el Diario de Costa Rica aparecido el día 6 siguiente, entre otras cosas relata:

De Jesús Quintero no tengo muchos datos… en la malograda corrida del domingo, “El Soldado” le iba a conceder la tan preciada alternativa, para tratar de confirmársela en la capital mexicana; debido a la calidad de los toros y al hecho de que no se permitió la muerte de ninguno de ellos, no se la concedió… “El Soldado” quiso salvar la tarde... quiso salvar a la empresa y casi lo logra. Si el próximo animal hubiera sido sólo regular; si hubiera permitido a Mario Sevilla hacer algo, todo hubiera terminado normalmente. Desgraciadamente los toros que siguieron fueron iguales o peores que los primeros. Y entonces vino la enorme bronca. ¿Bronca justa? ¿Tiene razón el público? Tal vez tenga razón; pero, en resumidas cuentas, el único culpable, “El Campanero”, no ha sufrido nada, nada absolutamente…

Así pues, llegamos al punto en el que, de lo inicialmente anunciado, solamente se presentaron los diestros, porque al final la corrida fue incruenta y el capitalino Jesús Quintero, de acuerdo con esa crónica, se quedó sin recibir la alternativa, a causa de la falta de calidad del ganado a lidiar y por el hecho de que los toros no se lidiarían a muerte.

Por su parte, el diario La Prensa Libre, salido a los puestos al día siguiente del festejo, en relación sin firma, complementa el retrato de lo realmente sucedido esa tarde:

Ocurren sucesos trascendentes en el desarrollo de los días que cuando ellos suceden, exclama casi sin reflexión alguna: ¡Tenía que suceder! … Eso le ocurrió ayer al redactor que comenta los espectáculos taurinos de la Plaza Solera. Cuando la fanaticada enfurecida por la pésima calidad del espectáculo, luego de pagar boletos carísimos, se dio a la tarea, primero de lanzar botellas, luego sillas y por último destruir palcos y otros sitios de la plaza, fue esa la única exclamación que salió de su ser… no aplaudimos lo que ayer hizo el público, no, ello no. Pero, así como condenamos ese acto violento, también hemos de condenar el engaño que se hace a un público que paga y paga bien, por un espectáculo que no se le da. En todo el país, – para que no se asusten los timoratos –, existen estas reacciones del público cuando se le engaña. Para ayer se hizo anuncio de grandes figuras del toreo, se dijo de “grandes carteles”; se habló y publicó de un magnífico ganado; de unas “cuadrillas” de cada diestro y, vino la hora de la verdad y vimos: unos toreros sin ningún deseo de “hacer alguito” con el pésimo ganado; la ausencia total de las anunciadas “cuadrillas” y un ganado, señores, que ni en el encierro del rastro se logra ver, por lo flaco, lo entumido, golpeado y atorzalado. Es decir, un engaño perfecto. Y ante ese engaño, fue que vino lo que habíamos relatado… ¿Culpa de quién? Esa pregunta se la dejamos contestar al propio público que se sintió defraudado…

Poco faltó para que se incendiara la plaza La Solera, pero el intenso aguacero que se soltó al final del festejo, fue lo que quizás impidió que terminara sus días siendo pasto de las llamas. Lo que sí, de una de las gráficas publicadas en este último diario, se advierte que se destruyó por la concurrencia ofendida, todo lo que admitió ser destruido.

La mala elección del ganado a lidiar

En el anuncio del festejo, la empresa de El Campanero – a quien no pude identificar por su nombre, pese a haber intentado buscarlo en varios medios y obras – señala respecto del ganado a lidiarse:

La empresa Campanero manifiesta a la afición taurina que a costa de enormes sacrificios ha podido presentar este sensacional cartel en que actuarán diestros mundialmente conocidos por sus capacidades taurinas, y que el ganado escogido y seleccionado escrupulosamente será exclusivamente criollo, sin que se presente en la plaza ganado maizol...

Maizol es el modismo local para designar al ganado vacuno de origen indostano, es decir, el que aquí llamamos cebú. Así, coloquialmente, echar el maizol encima, significa el dejar a alguien solo para enfrentar un determinado problema.

De la crónica de Banderillas de Fuego, citada en primer término, se puede desprender que el ganado presentado en ese festejo inaugural fue probablemente maizol, según podemos leer:

“El Campanero” puede estar muy tranquilo… el único culpable de lo del domingo, es él… porque si deveras quiere dar corridas con los mejores toros y los mejores toreros, debía irse ido a las pampas guatemaltecas a escoger personalmente los toros; no debió haber escatimado gasto, y, en lugar de economizarse tanto por toro, haber comprado “Catalinas” que son nuestros mejores toros para esos menesteres… Es cierto que trajo toreros, en esa parte cumplió su palabra; pero nos engañó a todos en cuanto a cuadrilla. Ni los toros sirvieron, ni había cuadrilla en el ruedo. Por ambos aspectos nos engañó y por ambos aspectos se burló de los toreros que debía cuidar y atender mejor, ya que ellos son los que le permiten comer… A los tres toreros los contrató diciéndoles que torearían “Catalinas”. Pero no compró esos magníficos animales y los presentó con unos bichos indignos del público costarricense y de los matadores mexicanos. Ellos venían confiados, pues en México, nuestros humildes “Catalinas” tienen fama…

Así pues, la empresa defraudó a quienes pagaron su entrada, ofreciendo un espectáculo y presentando otro. Al día siguiente de la corrida, en el diario La Prensa Libre, expresó lo siguiente en una inserción pagada:

La empresa taurina “Campanero” manifiesta a la afición que deplora lo sucedido ayer en la plaza La Solera, pues su mejor deseo es complacer al público aficionado a la fiesta brava... por razones fuera de su alcance... encargó la escogencia del ganado a un conocido ganadero de esta capital quien siempre manifestó que el ganado era de gran bravura... la más sorprendida con la pésima calidad del ganado ha sido la propia empresa y juzgando que no debe defraudarse a la afición del país, MANIFIESTA: Que suspende la temporada hasta el ocho de enero próximo, en que ofrecerá al público ganado “CATALINA” debidamente probado y escogido...

Quiso tapar el pozo después de ahogado el niño. Espero más adelante tratar de averiguar quienes complementaron la citada Temporada de Oro y en qué condiciones lo hicieron. He de manifestar aquí que no encontré referencia que me explicara qué es el ganado Catalina. De las crónicas transcritas se puede leer que es de origen guatemalteco. Sería quizás entonces ganado de media casta, producto de la cruza de reses criollas con toros de lidia, muy probablemente, mexicanos.

Las consecuencias de la corrida

Como pudimos leer en las crónicas, no fue posible otorgarle a Jesús Quintero la alternativa que con afán buscó. Pero lo interesante es que aquí en su tierra, México, se le consideró a partir de esa fecha como matador de toros. Así, incluso se recogen algunos festejos toreados por él ya como matador de toros. Uno de ellos en Campeche, donde en festejo mixto alternó con el novillero Mario Castellanos y otro en Tuxtla Gutiérrez, donde alternó con Arturo Álvarez El Vizcaíno, Jesús Guerra Guerrita y Juan Estrada en la lidia de toros chiapanecos de Coapantes.

Una reflexión final

La picaresca y la falta de responsabilidad de los profesionales de la fiesta terminan por hartar hasta al aficionado más ecuánime. El intento del Campanero de llevarse el oro y el moro en esa apertura de temporada pudo terminar en mucho más que daños materiales. En estos tiempos que corren, cada vez es más frecuente que se de gato por liebre al que paga su entrada a la plaza. Los aficionados a los toros somos gente tranquila, pero después de una tras otra, puede llegar el momento en el que las cañas se cambien por lanzas. Ojalá que se rectifique antes de llegar a ese lamentable extremo.

jueves, 7 de enero de 2010

Una estampa del pasado (II)


TOROS EN MADRID
26 de mayo de 1935
SEIS TOROS DE SALAS
CHICUELO, GARZA y EL SOLDADO
¡Toros, toros!



Tantas vese se ha dicho ar público que er toro que nesesitaa er torero moderno pa divertirno ha de sé chico, gordito, con lo pitone como platanitos, que, hoy sediendo un poco, mañana otro poco y al otro más, se ha llegao a perder por completo la emosíón der toro. Yo creo que er día —por esas cosas rara que pasan en la vida— que aparesiera por las puertas de los chiqueros de Madrí la cara seria der toro auténtico, muchos se desmayarían en los tendió. ¡Seguro! Hoy cree er público de verdá que esto que le sirven como toro lo son, ¿Cómo, si no, dejó pasa ar sesto toro, de Ortega, sustituto der de Sala, que era una verdadera cabrilla? Creo que er que está por fuera der mostradó, er que se retrata en la taquilla, lleva siempre rasón; pero es que si llega a jartarnos der to la emosión der toro, terminaremos por irno ar furbó, que por argo se llama a esto la fiesta de los toro, y no la der torero. Venga er toro de verdá, en presensia y potensia, que es la sustansia de la fiesta: si no, nos vamo a enterá de que han muerto las corría de toroscuando nos dé en la narí el oló de su cadave. Y ya saben ustede que no lo hago por mi. ¡Yo soy partidario der Beti! De los seis toro de Sala se echaron pa tras quinto y sesto, que fueron sustituido por dos de Ortega. Los de plantilla y los sustituto fueron buenos, nobles, tersiaíto y sin fuersas. Una buena corría pa er torero. "Chicuelo" hase tiempo que debía paga pasaje á la plasa. No hay derecho a que este torero vea los toro en er mismo redondé, y en cambio er que vaya a sacá una barrera le cueste un ojo de la cara. ¿Por qué, vamo ave? Toreó y mató a su primero muy mal; toreó y mató ar que le dejó Garsa muy mal, y toreó con la muleta y mató a su segundo muy mal. Hubo un momento, sin embargo, en que me saqué der borsillo do o tre viva a España que tenía preparao por si "Chicuelo" quería estirarse, emparedao como estaba entre do estrangero. No pudo sé. Ar suelo se me cayeron loa viva a España, sin éntusiasmo y marchitos. Fué cuando er mármol de la Alamea se conmovió un poquito y, juntando los pies, saludó ar cuarto torillo con sinco o seis lanses y media verónica llenos de grasia. Siguió un quite por chicuelina, menos bueno; metió ar toro en suerte animao y artístico..., ¡y se acabó! Tó er mundo sabe que Manolo es un buen torero; pero es como er que tenía un tío en Arcaiá, que ni tenía tío ni tenia na. Garsa salió er domingo con er való nesesario pa da lo que sabe, er parón. Su primero, que no tenía, por farta de fuersa, la velosidá nesesaria pa la espesiacidá der mejicano, lo cogió ar que hasia seis o siete atragantone, y lo metió en la enfermería. Su segundo era más suavón, y lo dejó hasé. Er público se vorvio loco, y cuando er torero mató de media, le dio la oreja, la vuerta al ruedo y le tiró sombreros y otras prenda. Ya he dicho que er que paga manda, y cartuchera en er cañón. No toreó Garsa, ¡qué va a sé torea eso! Er toro entró suerto y salió suerto; es desí; nó mandó er torero, y por esto no toreó. Se colocó en la asera, dejándole ar toro er sitio justo pa pasá; pero no dirigió ar toro, que pasó suelto, como quiso. ¿Que esto emosiona hasta ese punto? Bueno. En esto me pasa como con la emosión der toro verdá y der que no lo é. El otro día, cuando dije que "er Sordao" había cumplido y que podía cogé la lisensia cuando quisiera, las gente me querían comé. Hoy, en cambio, me dieron la rasón al despedí ar torero con aquella lluvia de armohadilla. ¡Qué miedo en los dos! ¡Qué mítin! ¡Con desirle a ustede que er público, por asosiasión de idea, se vorteó pa "er Gallo" en plena "faena" der "Sordao" y lo ovasionó, está dicho to!
Muy bien Mende. La plasa, llena.

OSELITO




Ilustración de la crónica por Martínez de León


Nota del amanuense: Cualquier similitud con la realidad actual, ¿es mera coincidencia? Los subrayados son obra mía.

domingo, 2 de agosto de 2009

1934 – 1935: Lorenzo Garza y El Soldado, mano a mano, los amos de Madrid (y II)


Para el año de 1935, la fiesta en Madrid se había trasladado a una nueva casa, la Plaza de Toros de Las Ventas. Como todos los escenarios taurinos nuevos, la plaza de toros que todavía hoy es el principal escenario táurico del mundo era objeto de múltiples críticas, tanto por su ubicación, como por la oportunidad de su puesta en funcionamiento, dado que la tradición y la historia registrada en la de la Carretera de Aragón hacían creer que la nueva era hasta cierto punto superflua.

Los personajes de esta historia ya no eran en este momento dos novilleros deseosos de gloria. Lorenzo Garza había recibido la alternativa el 29 de septiembre de 1934 en Aranjuez, de manos de Juan Belmonte – había renunciado a una que el 6 de agosto de 1932 le diera en Santander Pepe Bienvenida –, en tanto que El Soldado se había hecho matador de toros el 24 de marzo de 1935 en Castellón, de manos de Rafael El Gallo y había renunciado a una alternativa que Cagancho le había otorgado en El Toreo de México el 5 de marzo de 1933.

26 de mayo de 1935. 4 toros de Gallardo y dos de Ramón Ortega (5º y 6º) para Manuel Jiménez Chicuelo, Lorenzo Garza y Luis Castro El Soldado.

Solo Garza cortó la oreja del quinto esa tarde, que fue infumable por la combinación de los problemas que causaron los toros y el piso del ruedo. La relación de don Gregorio Corrochano en el ABC de Madrid del 28 de mayo siguiente resalta en lo siguiente:

...He de averiguar a qué término municipal pertenecen los terrenos donde está enclavada la nueva plaza de toros, porque tengo la esperanza de que no sea término de Madrid. Y me refugio en la esperanza, porque si lo que está ocurriendo en esa plaza ocurre fuera de Madrid, aun no siendo muy recomendable, tendría menos trascendencia; ahora si se demuestra que esa plaza es la plaza de Madrid, está la fiesta perdida...

...El hecho es que dede que nos hemos trasladado a las Ventas del Espíritu Santo, o nos hemos salido de Madrid o hemos perdido ya la noción de lo que eran las corridas en Madrid. La plaza vieja - ¡vieja admirable! - nos ve ir y nos ve venir y no se derrumba, como si esperara que una tarde, cansados, volvamos a ella, a ver si encontramos los toros de Madrid...

...El domingo vino una de esas corridas que antes no venían a Madrid, y que vienen ya sabemos por qué, y fue, como era de esperar, una corrida impresentable: toros que no tenían fuerza, ni la precisa para sostenerse en pie... toros que había que lidiarlos con gran cuidado, por delante y con las manos altas, para sostenerles, evitar que se cayeran y no hacerles daño. Es decir, todo lo contrario de lo que debe ser el toreo cuando hay toros, que es castigo y dominio y riesgo. Los toros de Gallardo venían ya castigados desde Algeciras... Dos toros fueron retirados, el quinto, que parecía tener más fuerza que los otros, porque salió correteando abanto y el sexto porque no se podía tener, ahora que los sobreros de Ramón Ortega eran más chicos, sobre todo el último, verdaderamente abecerrado... Nota curiosa. Como el piso de la plaza está en muy malas condiciones, y constantemente tienen que tapar hoyos los areneros, me hicieron observar que con los toros en la plaza, estaban los areneros tranquilamente trabajando. Ni para los areneros había toros. Y sin toros no puede haber ni corrida, ni reseña…

30 de junio de 1935. 5 toros de Clairac y uno de Bernardo Escudero (6º) para Marcial Lalanda, Lorenzo Garza y El Soldado.


Con este festejo se dio por terminada la temporada madrileña de ese año y fue uno de esos que solamente quedan para la bitácora, pues ningún hecho memorable se produjo en el mismo. El juicio que de este festejo hace don Gregorio Corrochano en el diario madrileño ABC del 2 de julio siguiente es agrio, sin acabar de digerir la manera de hacer en el ruedo de Lorenzo y de Luis y cuestionando duramente la actuación de Marcial. De su crónica extraigo lo siguiente:

...Marcial era el único que podía poner en la tarde la nota de torero. No la puso y la corrida fue una calamidad. Para mí estuvo desacertado incluso en hacer señas al presidente para que cambiara el tercio de varas. No porque el toro necesitara más, sino porque nos estamos lamentando siempre que no se pican los toros, y es preferible un error por exceso que por defecto; no vayan a contribuir los propios toreros a lo que luego lamentan...

...Con Marcial falló toda la corrida, pues Garza y El Soldado demostraron una vez más todo lo que desconocen del toreo...




Este fue el epílogo de una historia que dos de los más grandes toreros que ha dado este país iniciaron en Madrid. De allí salieron a labrarse una gran carrera que les puso en un lugar privilegiado en la Historia del Toreo y es por eso que hoy pongo a consideración de Ustedes el recuerdo de estos fastos que sin duda, son parte de la razón de la grandeza de esta fiesta.

sábado, 1 de agosto de 2009

1934 – 1935: Lorenzo Garza y El Soldado, mano a mano, los amos de Madrid (I)

El pasado miércoles se cumplieron 75 años de una hazaña en la que los personajes centrales son dos de los más grandes toreros que ha dado este País. El primero, originario de Monterrey, destacado intérprete del pase natural, Lorenzo Garza, llamado por sus desencuentros con las masas El Ave de las Tempestades y el otro, capitalino, Luis Castro, El Soldado, uno de los más puros ejecutantes del toreo a la verónica que conocemos.



Garza y El Soldado se encontraron 5 veces en Madrid. Tres veces como novilleros y dos ya con alternativa, estas en la Plaza de Las Ventas. El sumario de sus encuentros en la primera plaza del mundo es como sigue:

29 de julio de 1934. Novillos de Gamero Cívico, antes Torre Abad, para Cecilio Barral, Lorenzo Garza y Luis Castro El Soldado.

Es este quizás, el más conocido y por ello, el encuentro de estos dos toreros mexicanos en la Villa y Corte, que se ha convertido en una especie de lugar común. Cecilio Barral, un torero al que Cossío califica de enterado y con buenas maneras, que entró en sustitución de última hora por el originalmente anunciado Juanito Jiménez se fue al hule tras de matar al primero de la tarde y los dos mexicanos se quedaron con el resto del encierro.

La versión de Eduardo Palacio, que hizo la crónica del festejo en la edición del diario ABC de Madrid correspondiente al martes 31 de julio de 1934, destaca lo siguiente:
Gestación de un mano a mano… La corrida era de Torre Abad, bien puesta, brava y de bonita presentación, aunque desigual en tamaño, por culpa del bicho lidiado en tercer lugar, de bastantes menos arrobas y mogón del derecho por añadidura. La res que rompió plaza y la jugada en quinto lugar eran gazapona; mas ninguna de las seis, ofreció grandes dificultades para la lidia. El primitivo cartel de la fiesta tenía al frente de la terna de espadas a Juanito Jiménez, pero se negó, mal aconsejado, a torear la corrida en cuestión, previos los requisitos legales, claro es, y se le substituyó con Cecilio Barral, diestro modesto, desentrenado, veterano ya en la profesión, pero, que, puso un destello de amor propio en la actuación brevísima que tuvo. . .

Acerca de El Soldado ante el segundo de la corrida

Cuadró éste, y aquél paseó la vista por la plaza, y después como la cosa más natural del mundo, arrojó la muleta a sus espaldas, sacó parsimoniosamente su pañuelo de bolsillo; y con él en la izquierda, arrancó a herir guapamente y, dejó media estocada lagartijera, que tumbó patas arriba al astado, Lo que vino después se lo imaginara el lector. Una verdadera apoteosis: las dos orejas, el rabo, dos vueltas, al ruedo, salidas a los medios, aclamaciones, Un verdadero delirio. Aficionado antiguo, había, el célebre Vidriero de Ministriles, entre otros, que no podía ocultar su emoción al pensar que lo que acababa de ver le quitaba de encima cincuenta o más años...

Respecto de Garza ante el cuarto de la tarde:

...en cuanto cuadró éste tiró la muleta, y sin nada en la mano izquierda, entró a herir, con mil toneladas de valor en el corazón y su infantil sonrisa en los labios, señalando un gran pinchazo. Se agachó, tomó de nuevo la franela, dio cinco o seis pases más y se volcó sobre el morrillo en un magno volapié. Hizo explosión el legítimo entusiasmó del público, se le concedieron al espada las orejas, se paseó en hombros por el ruedo, y el muchacho se zafó de los que le llevaban, se dirigió: al burladero, donde su compañero descansaba, le obligó a salir de él, y juntos dieron la vuelta al anillo y salieron a los medios. Ya estaba gestado el mano a mano...

Aquí una observación, el lugar común en la narración popular de esta tarde, es que Garza mató al cuarto sin la muleta en la mano izquierda, cuando de las crónicas, tanto la de Eduardo Palacio del ABC, como la de José Tulla en El Siglo Futuro y C.A. en La Época coinciden en que cuando se tiró a matar a cuerpo limpio, pinchó al toro y después, se tiró a matar de manera ortodoxa e hizo la suerte del volapié con todas las de la ley. Es entonces que así mató al toro y es también que es un detalle omitido por la conseja popular y que aquí, con la consulta de las fuentes disponibles y apropiadas, aclaro.



8 de agosto de 1934. Novillos de Juan Sánchez de Terrones, para Miguel Cirujeda, Lorenzo Garza y El Soldado.

En esta oportunidad la buena novillada salmantina de Terrones permitió a nuestros paisanos reiterar que lo logrado dos domingos antes, no fue obra de la casualidad, aunque el saldo en apéndices no fuera igual para todos, pues en esta ocasión es solamente Lorenzo Garza quien se lleva las orejas, aunque el ambiente continúa favorable a ambos. De la relación de José Tulla en el diario El Siglo Futuro de Madrid, del 10 de agosto de ese año destaco lo siguiente:

…Pocas horas estuvo abierto el despacho de localidades. A las cuatro de la tarde del miércoles todo el papel lo tenían los «reventas» y algunos afortunados aficionados. La corrida de ayer salió tan cara como las de Beneficencia, Y esto ocurre cuando la empresa tiene «género» que vale y se saben componer los programas...

Lorenzo Garza repitió lo ejecutado en su última actuación; toreó como nos tiene acostumbrados con el capote y la muleta, y con el acero en su primero dejó media superior, por lo que escuchó ovación, orejas y vueltas al anillo y salida a los medios. En el cuarto la faena de muleta fue sublime, inmejorable, y, en cambio, no le fue concedido más que un apéndice, para mí ésta fue mejor faena que la del primero, para otros, no sé.

Con el capote hizo quites variados en todos los toros, y en el quinto, al querer ayudar a su paisano «El Soldado», haciendo entrar al tercio al novillo, «El Soldado» le recriminó, y el público gritó de lo firme a Luis, pero éste al terminar con el novillo se reconcilió con Garza y ambos se abrazaron, dando la vuelta al ruedo acompañados también por Cirujeda. Garza brindó su primer toro a don Carlos Gómez de Velasco, gerente de la empresa...

Como vemos, el celo profesional del torero de Mixcoac, Luis Castro Sandoval salió pronto a relucir al ver que su paisano y alternante se le había ido por delante. Pero tras el instante de reflexión, comprendió que el auxilio en la lidia solo tuvo por objeto el facilitar las cosas y nunca el taparle, motivo por el cual, compartió con él y el turolense Cirujeda una triunfal vuelta al ruedo.

Eduardo Palacio, en el ABC de Madrid de la misma fecha proclama:

...Pero, pase lo que pase, ocurra lo que ocurra, lo cierto y positivo es que el mano a mano Garza - El Soldado es ya, más que un ansia de la afición, una necesidad imperiosa de la propia fiesta. Llegará pues, el mano a mano, cuando sea, donde sea y el éxito económico de la Empresa está en absoluto descontado...


El tercer capítulo de esta saga será precisamente el que este escritor había pronosticado desde su primera crónica sobre el particular.

23 de agosto de 1934. 5 Novillos de Coquilla y uno de Santos para Lorenzo Garza y Luis Castro El Soldado, mano a mano.

En algunas entradas anteriores comenté tanto las fechas en las que dos toreros mexicanos habían actuado en corridas y novilladas en las Plazas de Madrid, como también me referí ya en específico a las dos ocasiones en las que toreros mexicanos – Rodolfo Gaona y Armillita – han matado corridas en solitario en ese mismo ruedo. Antes de esta ocasión, el 17 de abril de 1932, se dio un cartel todo mexicano, cuando el nombrado Armillita, Heriberto García y David Liceaga lidiaron una corrida de don Alipio Pérez Tabernero Sanchón.

El mano a mano de El Ave de las Tempestades y El Soldado era la respuesta a los reclamos de la afición madrileña, y su trascendencia, al margen de los trofeos, nos la describe de la siguiente manera Eduardo Palacio del ABC de Madrid, en su crónica del 24 de agosto:

...Y de improviso, sin esperarlo nadie, sin sospecharlo siquiera el que presume de más agudo, saltan una tarde al ruedo Garza, El Soldado y otro torero indígena y la pareja de mejicanos forma un lío espantoso en la fiesta de toros, la pone patas arriba y los comentarios, la pasión, el entusiasmo, la contradicción, salen de la plaza, llegan a los cafés, a los talleres, a las oficinas y solo se detienen ante los cabarets, santuario cada uno de tal o cual figura, cuyos amigos forman una barrera inexpugnable hecha con estas siete palabras: "Dicen que están descarados con los becerros." No se permite otro comentario; la frase asemeja una consigna.

Más todo es en vano. Repiten la hazaña los dos mejicanos, haciendo ricos a los revendedores y entonces empiezan a bambolearse los tinglados, y por todas las rendijas penetra la luz, huyendo despavoridos los ratoncillos. Se hace preciso rendirse a la evidencia; se teme a la comparación; ya no puede hurtarse el éxito a la pareja mejicana Garza - El Soldado. Se espera con ansia el mano a mano de ellos, entre comentarios de se da, no se da, no quiere este, no quiere aquél, piden mucho dinero, la Empresa no transige y toda la escala del ratimagueo defensivo...

...La novillada fue terciada, bien puesta y poco desigual en cuanto a bravura. El primero fue un gran toro, suave y noble; el segundo se vencía del lado derecho; el tercero era grande y bien puesto de cuerna; el cuarto mansote, de muy mal estilo y reparado de la vista; el quinto, muy chiquito, cumplió bien en varas y el sexto, de mucho respeto, gordo y hondo, resultó tan manso, que no hubo posibilidad de librarle del fuego. Todos tenían poder y derribaron con estrépito...

...¿Que es doloroso que hayan sido dos mejicanos los que han actuado de fuerte revulsivo en la fiesta de toros? Puede ser cierto. Pero no lo es menos que ello constituye una realidad, que de sobra nos puede compensar de tal dolor. Dígalo si no el hervor de entusiasmo que reinó en la muchedumbre que llenó ayer la plaza.


Lorenzo Garza solamente mató dos de los tres novillos que le tocaron en suerte y cortó dos orejas, pues el tercero de la tarde, durante la faena de muleta, le volteó de mala manera, provocándole una conmoción, misma que provocó su ingreso a la enfermería y no permitió su salida de ella. El Soldado se alzó como el gran triunfador de la tarde, pues obtuvo las dos orejas y el rabo del fogueado sexto y fue retirado en volandas de la plaza.

jueves, 5 de febrero de 2009

La México, 63 años después

La Plaza de Toros México fue inaugurada el 5 de febrero de 1946. La corrida inaugural se anunció con seis toros de San Mateo para Luis Castro El Soldado, Manuel Rodríguez Manolete y Luis Procuna, siendo estos dos últimos quienes a la postre, resultarían los triunfadores de la tarde de la efeméride, cortando una oreja cada uno.

Al preparar este post, recordé que hace algún tiempo leí una versión en el sentido de que la Plaza México fue construida al influjo de la aparición del Monstruo de Córdoba en el planeta de los toros. Intenté recordar de quien era la afirmación, pero la memoria se ponía esquiva. Así que me puse a releer algunos textos en en su busca y me encontré de nuevo con la cita, que es de don Filiberto Mira, quien al realizar una magnífica biografía del hijo de doña Angustias, afirma lo siguiente:

La afición española saboreó poco a poco la transfiguración que al arte de torear le imprimió el carácter propio de Manolete. La mexicana se lo encontró de pronto, y tal fue la colosalidad del impacto, que habiéndolo visto – y solo en un toro, pues su segundo lo hirió al abrirse de capa – por primera vez el 9 de diciembre de 1945, la conmoción hizo que se hiciera – para él, con él y por él – la mayor plaza de toros que en el mundo existe. Esta se inauguró el 5 de febrero de 1946. Es la de México, Monumental con monumento a Manolete. ¿Qué otro torero ha provocado que en tan corto tiempo – menos de dos meses – se haya construido un coso tan descomunal como el de Insurgentes, con cabida para 50.000 espectadores? (Mira, Filiberto. Manolete. Vida y Tragedia. Ed. Aplausos – Salvador Pascual Benet, Valencia, 1984, Págs. 204 y 206).


Aunque a veces hoy no lo parezca, la Plaza México no es una plaza de talanqueras que pueda levantarse en dos meses. Por los antecedentes apuntados arriba, fue meramente circunstancial el hecho de que estuviera lista para ser inaugurada a los pocos días de la llegada de Manuel Laureano Rodríguez Sánchez a suelo patrio. Las obras de construcción de la plaza se iniciaron en 1944 y duraron dieciséis meses más de los referidos por mi admirado don Filiberto, quien seguramente al socaire de su veneración por Manolete, incurrió en ese gazapo histórico.

Al final de cuentas, lo que vale es que la Ciudad de México tiene para sí la plaza de toros con mayor capacidad en el mundo, escenario que hoy cumple 63 años y que en buena medida, es el punto focal – por este día – de la atención de los aficionados a la Fiesta en el mundo, aunque a veces, por lo que allí se presenta, no lo merezca.

Espero en los próximos días, agregar algunos comentarios sobre los inicios de esta plaza de toros y sobre alguna otra cosa sucedida en un día como hoy.

Aldeanos