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domingo, 7 de junio de 2020

Detrás de un cartel (XVI)

Recuento de dos novilladas accidentadas

Para el fin de semana de San Pedro y San Pablo de 1953, don Livinio Stuyck ofreció a la afición de Madrid dos novilladas. El domingo 28 de junio se anunciaron novillos de Ignacio Rodríguez Santana para el mexicano Pepe Luis Méndez, Manolo Zerpa, de Sevilla y el debutante talaverano Luis Francisco Peláez y para el día siguiente, el de la fiesta, al macareno Mario Carrión junto con Bartolomé Jiménez Torres y Luis Díaz para dar cuenta de tres novillos de Antonio Pérez de San Fernando y tres de los Herederos de doña María Montalvo. Decíase en la prensa de aquél tiempo que los atractivos de esos festejos eran Mario Carrión y Luis Francisco Peláez.

Ambos festejos terminaron en forzados mano a mano, pues Luis Francisco Peláez y Bartolomé Jiménez Torres fueron heridos por el primer novillo del lote que sacaron del sorteo. Pero además de ellos, el doctor Jiménez Guinea tuvo que trabajar tiempo extra en la enfermería, según se verá líneas adelante.

El domingo 28. Reaparición de Pepe Luis Méndez

El domingo 28 de junio representaba para Pepe Luis Méndez su regreso al ruedo de Las Ventas, pues ya se había presentado allí el 5 de octubre del año anterior, alternando con Lorenzo Guirao Morenito de Córdoba y el también mexicano Antonio Durán en la lidia de novillos de Francisco Ramírez. En esa oportunidad apuntó buenos detalles con la muleta, aunque mostró fallos con la espada.

En esta oportunidad Pepe Luis reiteraría sus defectos con el acero y su calidad con las telas. Luis Uriarte, firmando como El de Tanda, en la Hoja del Lunes de Madrid del día siguiente del festejo, resume de esta manera su actuación:
El mejicano Pepe Luis Méndez, que lo toreó muy bien de capa, le hizo, dicho queda, una faena que no adoleció, si acaso de más defecto, porque se le veía toreando a gusto, que el de ser un poco larga. Pero en realidad, no hay pero que ponerla, puesto que fue, como se sobreentiende, de excelente calidad torera. Después de una serie de derechazos, la primera serie de naturales se compuso de no menos que de ocho o diez, de los que algunos tuvieron categoría de indiscutible calidad, como el de pecho con que los remató... Las palmas del respetable estaban ya llamando al alguacilillo para que se aprestase a echar mano a una oreja del astado. ¡Ay! Pero el matador echó a perder su labor muleteril, que aún no ha aprendido a matar – por entrar con la mano suelta y sin llegar debidamente a jurisdicción – ... enfriaron a la gente, que, dicho sea de paso, medio llenaba la plaza...
Decía que Luis Francisco Peláez fue herido por el primero de su lote. La herida fue grave, de acuerdo con el siguiente parte médico:
Durante la lidia del tercer novillo, el diestro Luis Francisco Peláez sufre una herida en la región perineal, que produce la apertura y desgarramiento del recto en la fosa isquiorrectal del lado derecho, llegando hasta atrás, hasta el coxis, con desgarro del esfínter anal. Pronóstico grave.
Y también ingresó en la enfermería el banderillero José Villalón, con las siguientes lesiones: 
El banderillero José Villalón sufre contusión en el hemitórax derecho, de pronóstico reservado.
Pepe Luis Méndez recibiría la alternativa el 13 de diciembre de ese 1953 en El Toreo de Cuatro Caminos, y sería en un cartel de polendas, pues le apadrinó Luis Procuna y ofició como testigo Manolo Vázquez. El toro de la ceremonia se llamó Padrino y fue de la ganadería de El Rocío.

Pero parece ser que Pepe Luis Méndez no estaba llamado a ser figura vestido de seda y alamares. Su destino era el de destacar formando y llevando la carrera de toreros. Así, el sitio de importancia lo conquistó como primer apoderado de Manolo Martínez, a quien reveló los secretos del toreo y llevó a ser figura del toreo.

Pepe Luis Méndez falleció en un accidente de automóvil el 18 de junio de 1968.

El lunes 29. Mario Carrión salva la tarde del tedio

La fiesta de San Pedro y San Pablo, celebrada en lunes, tampoco se libró de los aires trágicos de la víspera. Bartolomé Jiménez Torres, José Martín Cao y Prudencio Villalba visitaron la enfermería y los dos primeros se quedaron allí, para pasar después al Sanatorio de Toreros.

Pero aún dentro de ese ambiente que es consustancial a la fiesta – recordemos aquella sentencia de Frascuelo – hubo también toreo en la Monumental madrileña. En esta oportunidad corrió a cargo de Mario Carrión, que sin salir con trofeos en la mano, realizó lo plausible en una tarde de toros complicados. Benjamín Bentura Barico, en El Ruedo del 2 de julio de 1953, reflexiona lo siguiente:
Mario Carrión hizo algunas cosas excelentes. Lo mejor de todo, sin duda alguna, la breve faena al cuarto y la excelentísima media estocada que dio en tierra con el peligrosísimo bicho. Al primero lo saludó con una buena serie de lances a la verónica, y en su quite toreó muy graciosamente al costado por detrás. El novillo, que había tomado tres varas y fue muy bien banderilleado por Migueláñez, llegó en buenas condiciones a la faena de muleta. Carrión hizo faena, que tuvo la característica acusadísima del valor, compuesta de varias series de naturales – muy mandones –, de pecho y en redondo... Mató Carrión de un pinchazo sin soltar y media estocada y fue ovacionado y salió al tercio...
Pero también esa tarde los subalternos tuvieron su momento de lucimiento, Pepe Migueláñez, en la cuadrilla de Mario Carrión, tuvo una muy buena tarde, con la capa y con los palos y tras la lidia del cuarto, su matador le hizo salir al tercio a ser ovacionado. Manuel Sánchez del Arco Giraldillo, en el ABC de Madrid lo relata así:
...Migueláñez recordó que había sido figura entre los matadores de novillos de antes de la guerra, y, con sus cuarenta y tantos años a cuestas, y sus kilos abundantes, estuvo tan ágil y esforzado que para él fue la única ovación de la tarde, homenaje justísimo que nosotros nos complacemos en acrecentar con un aplauso por escrito...
Pasemos ahora al capítulo de la enfermería. Al igual que el día anterior, el doctor Jiménez Guinea intervino tiempo extraordinario. Los partes que rindió fueron los siguientes:
Durante la lidia del segundo novillo ingresó en la enfermería el diestro Bartolomé Jiménez Torres, que fue asistido de herida contusa en la región mentoniana, con una trayectoria ascendente de tres centímetros que desnuda el hueso maxilar inferior, contusiones y erosiones múltiples y conmoción cerebral. Pronóstico reservado. Fue trasladado inmediatamente al Sanatorio de Toreros. 
Durante la lidia del tercer novillo ingresó en la enfermería el banderillero José Martín Cao, que sufre herida por asta de toro en la región posterolateral del hemitórax derecho con una trayectoria ascendente de veinte centímetros, que produce destrozos en los músculos dorsal ancho, subescapular e infraespinoso, llegando a la región escapular y terminando a nivel de la espina del omóplato. Pronóstico Grave. Fue trasladado al Sanatorio de Toreros.
El banderillero Prudencio Villalba Jiménez sufrió conjuntivitis traumática y contusión en la cara externa de la rodilla derecha. Estas lesiones, de pronóstico leve, no le impiden continuar en la lidia.
Terminada la novillada, se presentó al público en el ruedo la corrida de don Alipio Pérez Tabernero Sanchón que se lidiaría en la Corrida de la Prensa que se verificaría el 2 de julio y en la que actuarían Antonio Bienvenida, Juan Silveti y Manolo Vázquez.

Pepe Migueláñez
Foto: El Ruedo
Mario Carrión había abierto la puerta grande de Las Ventas el año anterior a este festejo y la abriría el año siguiente. Recibiría la alternativa en Cáceres el 30 de mayo de 1955 de manos de Emilio Ortuño Jumillano, llevando a Pedro Martínez Pedrés como testigo, misma que confirmaría en Madrid el 8 de abril de 1956 llevando a Victoriano Posada como cabeza de cartel y a Luis Parra Parrita de segundo espada, con toros de Celestino Cuadri. Actuaría por última vez en Madrid el año de 1957.

Dejaría los ruedos para abrazar la academia. Obtendría la Licenciatura en Literatura y Sociología por la Universidad de Maryland en los Estados Unidos, de la que llegó a ser jefe de su Departamento de Idiomas. Actualmente reside en Baltimore, Maryland, Estados Unidos.

Retales de la prensa de la fecha

En Figueras, el domingo 28, Juan Silveti corta cuatro orejas a los toros de Araúz de Robles que le tocaron en suerte. Alternó con Jerónimo Pimentel y Ramón Arasa Fuentes que tomó la alternativa.

En Carabanchel, el domingo 28, Fernando de los Reyes El Callao cortó una oreja al segundo de su lote. Alternó con Pepe Barroso y Agustín Baquedano. Asistió al festejo el Rey Pedro de Yugoslavia. Novillos de Moreno Santamaría.

En Zamora, el lunes 29, Jorge El Ranchero Aguilar es ovacionado. Alternó con Calerito, César Girón que cortó orejas rabo y pata a su primero y la rejoneadora Ana Beatriz Cuchet, con toros de Arellano y Gamero Cívico.

En Alicante, el lunes 29, Jesús Córdoba alternó con Pedrés, que cortó dos orejas al segundo de su lote y Antoñete que cortó una oreja a su primero. Toros de Concha y Sierra.

viernes, 24 de abril de 2009

Tal día como hoy: 24 de abril de 1967. Se presenta Manolo Martínez en Aguascalientes


Hoy hace 42 años que en la segunda corrida de feria que se dio en la Plaza de Toros San Marcos actuaron Raúl García, Raúl Contreras Finito y un joven diestro regiomontano llamado Manolo Martínez, que por primera vez actuaba en esta ciudad, ante toros michoacanos de El Junco.

Como se puede ver del programa de la feria, esta corrida no estaba contemplada originalmente para el serial, pero se fraguaba ya el asalto a la cumbre del torero de Monterrey y la búsqueda del sitio privilegiado que ocupaba por esos días Manuel Capetillo, que era el eje del serial como se concibió primeramente, al estar anunciado en los dos carteles de los que constaba.

La relación que hizo de la fecha don Jesús Gómez Medina en El Sol del Centro, tiene por notas destacadas lo siguiente:



…Interrogado el Pasmo de Triana sobre el concepto del toreo, luego de explicar su parecer al respecto, terminó por aseverar categóricamente:

‘Mi visión en esto de torear se condensa en una sola frase: temple. Torear es templar, es llevar al toro pendiente del engaño, no quitárselo nunca mientras siga su impulso…’

Y añadía el más grande de los transformadores del toreo:

‘Yo creo que habrá un torero que sepa medir el empuje de todos los toros y que saque de ellos el mejor partido; creo en fin, que todos los toros tienen lidia y que a todos se les puede sacar un provecho para el lucimiento. Lo que se necesita es medir el impulso inicial de la embestida y mediante el temple, aprovecharlo para consumar la suerte.’

Estos y otros conceptos fluían a la mente mientras Manolo Martínez toreaba de muleta a su primer enemigo; un toro cárdeno, asaltillado, con buen estilo, con sedeña embestida, más con poquísima fuerza. Pero el capote y la muleta de este torero nacido en Monterrey – como Lorenzo el Magnífico, con cuyo arte tiene el de Manolo Martínez muchos puntos de contacto – lograron el prodigio de hacer pasar una y cien veces a un astado de muy menguadas energías.

¡El capote y la muleta de Manolo Martínez, manejados rítmica, acompasada, suavemente!

¡Con temple, en suma!

La apoteosis del templeApenas salió el de El Junco, Manolo Martínez se plantó en la arena. Y en esa actitud, garboso, erguido, vertical, pero con una verticalidad exenta de rigideces, con una quietud tan solo quebrantada por el perezoso movimiento de los brazos que manejaban el engaño, trazó el de Monterrey tres lances a pies juntos, tres parones esculturales. Fijó luego al cárdeno, añadió otros lances con el compás abierto y remató superiormente.

El toro – lo mostró desde el primer momento – tenía magnífico estilo. Embestía con suavidad y nobleza ducales, pero andaba muy menguado de fuerza. Por eso tan solo recibió un puyazo, en el que dobló los remos…

Pero tenía casta y casta de excelente calidad. Y como Manolo Martínez lo toreó con un temple exacto, exquisito, más a la vez imperioso, inflexible de su muleta, jardín del arte del toreo, fueron brotando en series que semejaban ramilletes de rosas purpúreas de los pases naturales, los derechazos, bañados de fragancia y torerismo con claveles nacidos en los cármenes del Alcázar sevillano…

La firmeza del trazo y el ritmo suave, uniforme del engaño, lograban el prodigio de alargar la trayectoria del muletazo.

¡Y con cuanta gallardía, con qué nuevo e impetuoso clasicismo el gran torero norteño cerraba cada serie con el broche emocionante de los pases de pecho!

Intercalados en la faena, el trincherazo y los pases de la firma surgieron como la pincelada colorista y alegre que alternaba con la solemne cadencia del toreo en redondo.

Y cuando las menguadas fuerzas del cárdeno parecían agotadas del todo, fue dable admirar de que manera Manolo Martínez, llegando al terreno necesario, insistiendo, inclusive provocando al burel con golpes del muslo en el pitón alargaba inverosímilmente el trasteo y prolongaba, acrecentándola, la locura colectiva, al consumar nuevas y mejores series de naturales y derechazos.

Cumplíase en esta forma la teoría belmontina: ‘Lo que se necesita es medir el impulso inicial de la embestida, y mediante el temple, aprovecharla para consumar la suerte’…

Así describió el cronista la primera de las 58 actuaciones que Manolo Martínez tendría en nuestras plazas y lo que a mi juicio resulta ser el inicio de su andadura para tomar el mando de la fiesta en México. También actuaría Martínez en la corrida del día siguiente, el principal de la feria, ya acartelado con Capetillo, pero su declaración de intenciones quedó establecida en esta fecha que hoy recuerdo para quienes me distinguen con su visita por esta Aldea.

Manolo Martínez solamente estaba anunciado en el segundo cartel de la feria y en las apenas 45 corridas que llevaba toreadas a esa fecha, únicamente se había encontrado con el tapatío en enero en León y en México en la corrida del Estoque de Oro y en Irapuato, estas dos últimas durante el mes de abril.

Entonces, Pepe Luis Méndez, matador de toros retirado y a la sazón, apoderado del diestro veía la necesidad de mantener al ya llamado Milagro de Monterrey en la cercanía de Capetillo, en preparación de lo que culminaría el 3 de diciembre de ese año en El Toreo de Cuatro Caminos, ante los toros de don Luis Barroso Barona, que sería el encumbramiento de Martínez y la eventual retirada del Mosquetero, como lo apunté en una entrada anterior.


Esa es, desde mi punto de vista, la razón de insertar una corrida que tiene todos los visos de extraordinaria en un día laborable – lunes – dentro de una feria ya hecha, pues de otro modo, carecería de razón, sobre todo si se considera que su torero ya tenía un puesto dentro de ella y en el día principal, pero se trataba de ir por todo y esa era la única manera de lograrlo.

El cartel para hoy: Toros de Medina Ibarra para Rafael Ortega, Antonio Barrera, Fabián Barba y Juan Antonio Adame.

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