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domingo, 30 de marzo de 2025

A un siglo de la despedida de los ruedos de Rodolfo Gaona (IV)

Rodolfo Gaona y la evolución del toreo

El toreo había cambiado con una rapidez inusitada en las dos décadas que Rodolfo Gaona permaneció en los ruedos como matador de toros. Por una parte, Juan Belmonte apareció y depuró el elemento del temple y después vendría Gallito a traer los primeros esbozos del toreo en redondo. Sin embargo, a esas dos piezas les faltaba un tercer elemento para que unidas debidamente produjeran una verdadera evolución. Escribe José Alameda:

La consideración preferente de los valores espaciales, de postura o de plasticidad es una trampa en la que ha caído la crítica y la historiografía taurina... Los valores de tiempo son esenciales en el toreo... Y Gaona los tenía... Gaona les andaba a los toros, pero no solo en banderillas... también con la muleta... dentro del desarrollo de la faena, para mantener la reunión entre suerte y suerte, en el enlace de ellas... en las pocas filmaciones que se conservan, se encuentran algunos momentos en que le anda al toro con un “tempo”, con una cadencia, que no son frecuentes hoy en día, pero menos lo eran en aquellos...

El tercer elemento era ese tempo o ritmo que aportaba Gaona y que como dice Alameda, se le escapa a la mayoría de los historiadores del toreo. Por azar o por preclara inteligencia, Chicuelo reúne las piezas y las expresa por primera vez en México el 1º de febrero de ese 1925 ante Lapicero de San Mateo, demostrando que otra forma de hacer el toreo es posible.

Gaona ante la crítica en su última temporada

El Califa de León alguna vez confesó que Belmonte había llevado a todos los toreros de su tiempo a terrenos que nunca sospecharon pisar. Igualmente, con el paso del tiempo, la tauromaquia del torero de León fue evolucionando de manera imperceptible, distinguiéndose con claridad diferencias entre lo que le hacía a los toros el Gaona anterior a 1916 cuando permaneció prácticamente exiliado en España hasta 1921, y lo que realizó en sus últimas temporadas en México. Escribe una entonces jovencísima Esperanza Arellano, quien después sería conocida por su seudónimo de Verónica sobre este particular:

Ha toreado con esa arrogancia, con esa elegancia suya, es cierto, pero siempre en el terreno del más neto de los modernismos. Y sigue siendo, no lo niego, el amo, el único, modernista y todo, porque sabe lo que nadie y domina como nadie. Ahí lo imperdonable. ¿Qué necesidad tiene Gaona de torear así? ¿El mal gusto de los públicos? ¡No y mil veces no! ¿Es que Rodolfo dejaría de ser el gran torero que es, dejaría de querérsele y aplaudírsele, sólo porque no prodigara el relumbrón, la chabacanería y no torease con refinado modernismo? Él, el gigante, el coloso, debía imponerse e imponer al relajamiento, la degeneración, el mal gusto de los públicos, su arte grande, quintaesenciado; su toreo clásico, bello y gallardo, y aquéllos no tendrían más remedio que rendirse a la verdad, avasallándose al arte que satisface y a la belleza que cautiva y subyuga...

Estas duras afirmaciones contenidas en el ejemplar de El Universal Taurino aparecido el 5 de enero de 1925, cuestionan la evolución de la tauromaquia de Gaona, le critican que se haya adaptado a los cambios que evidentemente estaba sufriendo el toreo y de alguna manera le exigían que volviera a sus maneras originales.

Pero no es solamente Verónica quien alza la voz para señalar que la evolución del toreo del llamado Petronio es motivo de desagrado. También don Luis de la Torre El – hombre – que – no – cree – en – nada, en el ejemplar del El Universal Taurino del 19 de enero siguiente, se expresa en semejante sentido:

En su libro “Mis Veinte Años de Torero”, Capítulo IX, Párrafos II y IV de la página 117, refiriéndose a la mejor faena de su vida, ejecutada el día 21 de abril de 1912, en la plaza de Sevilla, España, dice Gaona: “La faena de muleta fue breve y artística: quince muletazos magistrales, solo, derecho y toreando de brazos... Aquella fue una faena seria. Sin arrodillamientos. Sin molinetes, ni cogerse de los pitones. Nada: toreo clásico, del que yo sabía... Los pases fueron ligados todos, en el terreno que yo quise, mandando y. haciendo del toro lo que me dio la gana”. ¿Se dan cuenta, señores gaonistas (?), de lo que es una faena cumbre de las que ahora se ven pocas, simple y sencillamente porque no las entendemos? Junto a ese modelo de faena y comparadas con algunas otras que han ejecutado no sólo Gaona, sino también otros diestros modernistas a quienes no queremos darles mayor importancia, digan ustedes, ¿qué lugar les corresponde a las tan cacareadas de “Pavo”, “Faisán” y algunas más? Yo juzgo que colocadas entre el modernismo – lugar que les corresponde –, son faenas magníficas, pero nunca comparables con otras portentosas en las que, según opinión netamente gaonista, ha sobrado toro o ha faltado torero, únicamente porque no ha sido el ídolo quien las ha ejecutado. Para las de Gaona hubo oreja bien ganada; para las otras, aunque también la hubo, se concedió por indulgencia y nada más. ¡Vaya imparcialidad y buena fe! ...

Algo de miopía, sin duda, ante el inminente cambio de maneras que estaba ya tocando a la puerta. El 1º de febrero de ese mismo año ocurrió la epifanía y el 25 de octubre siguiente Manuel Jiménez Chicuelo regresaría a ratificar que el modelo a seguir para la realización de una faena en una plaza de toros, sería a imagen y semejanza de la que él realizó ese domingo a otro toro de San Mateo, ahora llamado Dentista. A veces somos renuentes al cambio, pero con afición, terminamos aceptándolo.

15 de febrero de 1925, el encuentro de Gaona y Azote de San Diego de los Padres

En el año de 1921, a iniciativa de los directores de los diarios El Universal, El Gráfico, El Demócrata, El Heraldo, El Mundo y Últimas Noticias entre otros, se inició la edificación de la Casa de Salud del Periodista en la zona conocida ese entonces como Chapultepec Heights hoy las Lomas de Chapultepec en la Ciudad de México. Entre los eventos generados para financiarla, se incluyó en la temporada 1921 – 22 una corrida de toros, que se volvió tradicional desde entonces.

La correspondiente a la temporada 1924 – 25 se ofreció el día 15 de febrero de 1925 y para lidiar toros de San Diego de los Padres, se anunció a Rodolfo Gaona, Manuel Jiménez Chicuelo y Antonio Márquez. Esa tarde fue fecha de uno de los grandes hitos de la campaña final del Indio Grande, por su hacer ante el toro Azote, del que el torero recordó ante su biógrafo Carlos Quirós Monosabio:

A “Revenido II” y a “Azote” también los maté a mi gusto... Entre los pares que vivirán muchos años, dejo el de “Pinturero” y el de “Azote” – de San Diego los dos –; éste muy parecido al de “Pavo”... En la corrida de la Casa de Salud del Periodista, con “Peinador” y “Triciclo”, hice dos tercios de quites que, vaya, todavía se están aplaudiendo...

La crónica escrita por Verduguillo para El Universal Taurino acerca de la actuación de Gaona ante el sandieguino, en lo esencial es la siguiente:

En cuarto turno aparece “Azote”, cárdeno bragado, coletero, calcetero. Número 12. Tiene todo el tipo de aquel célebre toro “Sangre Azul”, de quien se dice que es hermano… toma el Califa las banderillas; y después de gallear, prende un colosalisímo par de poder a poder. Y sigue con otro, llegando a la cara, y levantando los brazos, maravillosamente. El tercer par es imponente. Vaya forma de medir los terrenos y de cuadrar en la misma cabeza… Rodolfo tiene que contender con un enemigo que, aunque escaso de poder, conserva codicia y acude donde le llaman. El primer pase es ayudado por alto; sigue un natural muy vistoso, aunque despegadillo. Se pasa el leonés la muleta a la derecha. Un natural, luego el de pecho, con los pies juntos, corriendo la mano, y pasándose todo el toro por la faja. Y después de esto, toda esa serie de pases y medios pases que el Califa lleva guardados en el baúl, y sólo saca los días grandes. ¡Qué faenaza! Cuánto valor, cuánta salsa ha derrochado el mexicano. Los que han opinado que para tener salsa torera hay que nacer en las márgenes del Guadalquivir, se han equivocado; que no contaban con que en el Estado de Guanajuato hay una ciudad que se llama León, que también da lo suyo… Y cuando “Azote” junta las manos, nuestro entusiasmo se torna en locura, al ver a Gaona volcarse, materialmente, sobre el toro, y hundirle la tizona un poquito del lado de allá pero con magnífica dirección. El toro tarda en doblar y Rodolfo descabella a pulso… Ovación delirante: las dos orejas, el rabo, tres vueltas al redondel. Sombreros, pañuelos, palomas, bastones… El acaboselipsis…

La faena de Gaona no fue precisamente breve y tendiente únicamente a despachar al toro que, falto de fuerza, pocas opciones dejaba para esperar la realización de algo de lucimiento ante él. Y sin embargo, tirando de una nueva manera de hacer, de una tauromaquia que estaba por llegar para quedarse, pudo evitar el adormecimiento de la concurrencia, alegrarla y alzarse con un gran triunfo en esa señalada tarde.

15 de marzo de 1925. Gaona y Hortelano de Veragua

La corrida a beneficio del Montepío de Toreros fue la penúltima que toreó Gaona en El Toreo. Se repetía el cartel de un mes antes, para alternar con Chicuelo y Antonio Márquez en la lidia de un encierro del Duque de Veragua, que permitió a los lidiadores recaudar recursos para sus compañeros heridos y también para los actuantes, que tuvieron una tarde redonda. Gaona le cortó el rabo al cuarto del festejo, Hortelano. Escribe Verduguillo acerca de su actuación:

“Hortelano” se llama el cuarto: es negro entrepelado, listón… Tras de brindar al señor Secretario de Industria y Comercio don Luis N. Morones, que ocupa un delantero de tendido, Rodolfo pasa a contender con “Hortelano”, al que encuentra aplomadísimo, pero dando la cara. Al dar Gaona el primer pase, de pecho con la derecha, el toro clava los pitones y da la voltereta, y con esto se le acaba el poco gas que le quedaba… El Indio supo aprovechar las condiciones de inmovilidad de su adversario y lejos de aburrirnos le sacó gran partido. Vimos al artista adornarse en todos los momentos, aunque el toro no le embistiera. No fueron pases los que dio el leonés, fueron simples adornos al margen de la fiera que le veía asombrada del dominio que derrochaba el maestro… Sí, señor, porque maestría y mucha se necesita para alcanzar lucimiento con un toro que no solamente no pasa, sino que ni siquiera se mueve…  Gaona ha logrado hacer del toro lo que se le da la gana. Y así vemos que lo lleva de un sitio a otro, como si fuera un corderito amaestrado. Le gustó a Rodolfo para dar la estocada, la querencia natural de los toriles, donde el torito podría hacer algo por él. Y sí que lo hizo. El leonés se perfiló en corto, dando la espalda a la misma puerta de los chiqueros, entró derecho, y hundió todo el acero en la misma cruz. Después descabelló al segundo golpe. Ovación grande, las dos orejas, el rabo, etc. Ovación también al toro…

La descripción que hace Rafael Solana de esa actuación es importante, porque no refleja una actuación tradicional, de manual, diríamos, ante un toro aplomado, agarrado al piso. Rodolfo Gaona quería cerrar su temporada regular con un gran triunfo y lo consiguió recurriendo a cuanto recurso estuvo en su mano para salir avante. Aparte del bien dominado oficio y de su evidente raza, recurrió a formas de salir a enfrentar a los toros que entonces eran novedosas.

Para terminar

La grandeza del toreo y de los toreros se demuestra en su capacidad de adaptarse a su evolución, siempre que se respete su esencia. En esos días el toro estaba siendo objeto en México de una profunda transformación genética, hecho que, sumado a la que estaba ya sufriendo el toreo, lo que exigía una manera nueva de enfrentar a los toros en los redondeles. Rodolfo Gaona, en el cierre de su brillante carrera, dejó bien claro que estaba perfectamente adaptado a esos cambios y en aptitud de contender con los nuevos valores de la fiesta, en sus propias claves. A veces, pareciera, a los que nos cuesta adaptarnos es a nosotros, los aficionados.  

domingo, 16 de marzo de 2025

A un siglo de la despedida de los ruedos de Rodolfo Gaona (III)

Rodolfo Gaona y Brillantino de Piedras Negras

La temporada 1924 – 25 en el Toreo de la Condesa constó de 25 corridas de toros, ofrecidas entre el 12 de octubre de 1924 y el 29 de marzo de 1925. Rodolfo Gaona fue indudablemente el eje y el soporte de ese ciclo, porque tomó parte en 15 de esos festejos, formados con un elenco de toreros integrado aparte de Gaona, por los diestros nacionales Arcadio Ramírez Reverte Mexicano; Luis Freg, Joselito Flores, José Ramírez Gaonita y Juan Espinosa Armillita quien recibiría la alternativa en esa temporada; por los hispanos vendrían José Roger Valencia I, Victoriano Roger Valencia II, Antonio Márquez, Manuel Jiménez Chicuelo, Mariano Montes, José García Alcalareño, Antonio Sánchez, y Gregorio Garrido.

En el renglón ganadero, los festejos se formaron con encierros de Piedras Negras, Atenco, Zotoluca, San Diego de los Padres, La Laguna, Coaxamalucan, San Mateo, Ajuluapan, Santín, San Nicolás Peralta y lotes hispanos de Justo Puente, antes herederos de Vicente Martínez y del Duque de Veragua.

Esos fueron los mimbres con los que el Dr. Jesús Luna y don Ignacio Soto arreglaron la temporada en la que el Califa de León se retiraría - definitivamente - de los ruedos.

La sexta corrida de la temporada 24 – 25

La presentación de Rodolfo Gaona en esa temporada de su adiós se preparó para el sexto festejo del ciclo, programado para el domingo 16 de noviembre de 1924, fecha en la que se le anunció para actuar mano a mano con José Roger Valencia I en la lidia de un encierro de Piedras Negras, ganadería tlaxcalteca dirigida en esas fechas por don Lubín González.

El hecho del anuncio de la primera actuación de Gaona en El Toreo durante ese ciclo, provocó una entrada superior en todas sus localidades. Así lo cuenta Miguel Necoechea Latiguillo, en su crónica del festejo para el diario El Demócrata de la capital mexicana fechado al día siguiente del festejo:

La presentación de Gaona ha tenido esta vez, como siempre, en la temporada de toros, el prestigio de brillante acontecimiento... La plaza de “El Toreo” llena de bote en bote lo atestigua; lo prueban, con la argumentación de costales de argentíferos y áureos tejos las taquillas; lo gritaba la “reventa” para la que ayer no existía el desalentador “¡barreras de primera fila al precio!”, sustituido por el denunciador de llenos: “¡compro el boleto que sobre!”... ¡Qué iban a sobrar! Persona hubo que el viernes ya pagara el ansiado papelillo a precio crecidísimo y que el sábado lo hiciera a valor de fábula; para el domingo no había una sola barrera, aunque se ofreciera por ella un ojo de la cara... La afición andaba loca...

Los síntomas eran de un gran acontecimiento, de esos que quedan, al menos por su arista económica, para la historia. Luego, lo que suceda en el ruedo, que no tiene visos de previsibilidad, tendrá que esperar a que los hechos programados, sucedan.

A la reaparición de Gaona se sumó otro acontecimiento, pues sin anuncio previo, se presentaron en la plaza los generales Álvaro Obregón, Presidente Constitucional de la República y Plutarco Elías Calles, Presidente Electo, quien entraría en funciones el 1o de diciembre siguiente. Escribe Gonzalo Espinosa Don Verdades para el diario capitalino Excélsior:

Poco antes de que diera comienzo la fiesta, llegaron a la plaza los señores generales de división Álvaro Obregón Presidente de la República y Plutarco Elías Calles, futuro Primer Mandatario. La muchedumbre, al darse cuenta de los dos Presidentes, los ovacionó cariñosamente...

La presentación de Rodolfo Gaona en la temporada no era indiferente ni a la clase política de la época, que se hizo presente en la plaza de toros para acompañar a quien en esos días y para la historia, es y ha sido, uno de los más grandes diestros que este país ha dado.

Rodolfo Gaona y Brillantino

El quinto toro de la tarde, último del lote sorteado por Rodolfo Gaona fue Turronero, un colorado, ojo de perdiz, bragado, que prácticamente desde la salida exhibió muestras de debilidad, por lo que después del primer encuentro con los montados, al perder las manos, fue devuelto por el Regidor en funciones de Juez de Plaza, el señor Petricioli, quien una semana antes, cuenta Don Verdades en su crónica, sostuvo a un toro de semejantes condiciones en el ruedo, siendo desastrosa la lidia del mismo. Agrega Gonzalo Espinosa:

Si nos hubiéramos resignado a que se lidiara este toro, según lo aconseja "Monosabio", ¡cuánto nos hubiéramos arrepentido! … Indudablemente que no hubiéramos presenciado la monumental labor que Rodolfo Gaona ejecutó con el sustituto y tal vez la bronca hubiera tomado las proporciones de un escándalo...

Y es que, afirmaba Don Verdades, el citado Monosabio, defendió hasta el extremo, la permanencia del toro de La Laguna que fue extremadamente débil el domingo 9 de noviembre anterior, no obstante que la prudencia aconsejaba su sustitución.

El toro que sustituyó a Turronero se llamó Brillantino, y fue de pelo negro, entrepelado y bragado. Este toro, contó Rodolfo Gaona en su libro autobiográfico Mis Veinte Años de Torero, fue el más manejable de su temporada postrera:

El toro más manejable que me han echado esta temporada, indudablemente fue “Brillantino”, de Piedras Negras... Le hice una buena faena, pero, como el toro puso lo suyo, el mérito nos lo repartimos entre los dos...

La faena de Gaona con Brillantino, fue calificada por Don Verdades, como superior a la que realizó el Califa a Revenido de Piedras Negras el 17 de febrero anterior y por su parte, Latiguillo va más allá, porque señala que supera no solamente a la de Revenido, sino también a las de Curtidor y Bordador. Esa fue la impronta que dejó esa tarde.

La versión de Rafael Solana Verduguillo para El Universal Taurino de lo sucedido esa tarde es la siguiente:

Comienza con el “pase de la muerte”, corriendo la mano con suavidad extraordinaria. Sigue un natural con la diestra y luego uno de pecho enorme. Mr. Smith se pone de pie y ya tiene el sombrero en la mano para arrojarlo a los pies del espada... Luego se lía Rodolfo a dar naturales; pero éstos tres muletazos que da con la zurda, constituyen el lunar en la artística faena. Ni para, ni manda, ni corre la mano, y, en cambio, deja que el toro le gane terreno y lo descomponga... Pero ya está Rodolfo con la muleta en la diestra nuevamente; ahora ejecuta tres pases de los llamados del “Centenario”; viene un molinete un tanto despegado, uno forzado de pecho, dos cambiándose de mano la franela, otro molinete ceñidísimo, y otro de pecho. Se arrodilla el diestro y, tomando al toro por la cepa del pitón, lo hace pasar en dos ocasiones; se pone de pie, vuelve la espalda al morucho, se hinca nuevamente, y en esa forma sigue toreando, hasta que, agotado, permanece un rato largo, de rodillas, ante el toro, terminando por volverle la espalda, para después pararse parsimoniosamente, y salir andando con lentitud de tortuga... Un pinchazo bueno y una honda tendenciosa, descabellando al segundo golpe… ¡Apoteosis! Sesenta dianas, mil sombreros en el ruedo, siete vueltas al ídem, catorce salidas a los medios... y la plaza convertida en un manicomio. Todos estamos locos...

Por su parte Miguel Necoechea Latiguillo en el diario El Demócrata, describe lo siguiente:

Quizá no lo entendieran quienes no lo vieron, y quizá no lo creyeran los que, ayunos de ese sentimiento de espiritualidad que nos empuja a la exaltación mística, que nos enmudece y que nos pasma a los que vamos a los toros por el arte mismo de la fiesta y divorciados de toda simpatía vulgar, pero todos quedamos convencidos, firmemente convencidos, después de verlo ayer frente a "Brillantino", de que Rodolfo significa, no durante una época, sino en todas las edades, el punto diamantinamente concéntrico del arte del toreo... Y es que en este artista magnífico, la persistente evolución del toreo puede luchar cambiando de procedimientos, pero a ellos ha adoptado fácil y gallardamente, los detalles de su arte peligroso, sin cambiar los valores fundamentales del principio que él mantiene, ÚNICO dentro de su integridad artística y en el límite preciso del clasicismo...

De la versión publicada en Excélsior por Don Verdades, extraigo:

“Revenido” ha pasado a la historia. El nombre de aquel famoso toro con que Rodolfo Gaona hizo una faena de muleta que hasta hoy no se olvida, va a ser reemplazado por el de "Brillantino", el sustituto del quinto animal de ayer, con el que el torero mexicano ejecutó una de las más admirables faenas de su vida torera y que en mucho sobrepasó la ejecutada con “Revenido”... La faena de “Brillantino” fue de esas faenas que jamás se olvidarán y que en una de las páginas de la historia de 20 años de la historia de un torero, que un colega prepara, debe quedar grabado con caracteres de oro y de diamantes, para que las generaciones futuras se recreen y sepan lo que los gladiadores taurinos de nuestra época sabían hacer... Gaona cortó la oreja de “Brillantino” que por unánime petición de millares y millares de espectadores fue concedida por su señoría el edil que presidía la fiesta. El apéndice auricular de “Brillantino” estuvo bien ganado por el torero de León y nadie, absolutamente nadie se opuso a que se le concediera...

Por su parte, Valencia I tuvo una actuación muy destacada ante el primero de su lote, segundo de la tarde Platanero, al que, de acuerdo con las crónicas, pudo cortarle también la oreja, de haber estado fino con la espada.

Los tiempos que ya no serán

El lleno en la reaparición de un torero en su campaña de despedida con la presencia del titular del Poder Ejecutivo en la plaza para acompañarlo es algo que ya no será posible ver en el país que hoy vivimos. Es altamente probable que solamente nos queden estos recuerdos de una fiesta que tiene por divisa la grandeza y que un puñado de intolerantes, que enarbolan intereses que no merecen ser confesados, pretenden erradicar por decreto. Pero no la quitarán de nuestra conciencia ni de nuestra memoria y en lo que esté en nuestra mano, seguiremos difundiendo su trayectoria, para que quede claro que es parte de la cultura y la historia de México.

domingo, 1 de diciembre de 2024

30 de noviembre de 1924: Juan Espinosa Armillita recibe la alternativa en El Toreo de la Condesa

Juan Espinosa Armillita había debutado como novillero en el año de 1922 y al año siguiente se había presentado en la plaza Chapultepec de la capital mexicana, alternando con el neoyorkino Sidney Franklin en la lidia de novillos de La Encarnación, en festejo matinal y lo haría en el coso de la colonia Condesa el 18 de mayo de 1924, cuando se abrió la temporada de novilladas de ese calendario, misma que constó de 15 festejos menores y tres corridas mixtas. El torero de Saltillo actuó en 14 novilladas y dos de esas corridas con matadores de toros, un hecho inusitado hasta nuestros días.

Fueron sus compañeros de quinta Pepe Ortiz, Genaro Corona, Miguel Gallardo El Diablito, Manuel Gómez Blanco Yucateco o Sidney Franklin entre los novilleros, porque en ese ciclo actuaron varios diestros que habían recibido antes la alternativa y la renunciaron como Samuel Solís, Julián Rodarte, Porfirio Magaña, Cayetano González o Eligio Hernández El Serio. Se ve que habiéndose barruntado que la despedida de Rodolfo Gaona estaba ya cerca, muchos toreros intentaban escalar una cima que en su día no pudieron alcanzar, aprovechando que El Califa de León dejaba las lides en los ruedos.

Apoderado por el matador retirado Eduardo Leal Llaverito – tío abuelo de nuestro contemporáneo Curro Leal – el saltillense Juan Espinosa Armillita desarrolló una triunfal temporada novilleril en el Toreo de la Condesa, imponiéndose en varias de las tardes en las que actuó al complicado ganado al que le tocó enfrentar, porque las novilladas que don José del Rivero adquirió para la temporada en buena medida provinieron de hierros como Parangueo, Galindo, Cazadero, La Encarnación o San Nicolás Peralta y aunque también se presentaron ganaderías como Piedras Negras, Zotoluca, San Mateo o San Diego de los Padres, el número de novillos que enviaron fue bastante menor a las nombradas en primer término.

Polémica temprana

Pronto se desató una polémica acerca de las posibilidades de Armillita. Se comenzó a hablar de que él sería el sucesor de Gaona, quien ya había anunciado que al final de la inminente temporada de corridas de toros se despediría de los ruedos. Al pontifex máximus del gaonismo, Carlos Quirós Monosabio, no pareció caerle bien la propuesta, porque en el número de El Universal Taurino fechado el 24 de junio de ese 1924, en una pieza titulada No se ganó Zamora en una hora, entre otras cuestiones, escribió:

Espinosa no ofrece la singularidad de un caso. Imita – y muy bien hace en imitarlo –, a Gaona. Gaona lo mismo hubiera hecho, si en sus mocedades encuentra a quien copiar... Espinosa será un gran lidiador, muy seguro, muy enterado, muy fácil, pero no marcará huella personal. Se parecerá a otro... Gaona fue él desde sus comienzos. Tuvo semejanzas con modelos que no conocimos, y por ello no pudo sujetársele a ninguna comparación. Y aun cuando siguiera su escuela, puede decirse que no los imitó, sino que, desde un principio, buscó hacer destacar su personalidad... Juan, hasta hoy, poco es lo que tiene hecho para corresponder a las señaladas muestras de estimación que ha recibido de los aficionados... Los que ya creían ver en Juan Espinosa a enemigo de peso para arrojarlo sobre Gaona, se habrán convencido de que ese deseo está verde...

Juzgó, como se puede ver, con inusitada dureza y sin conceder atisbo alguno de duda al joven Armillita que, si bien tenía ya un par de años recorriendo las plazas de nuestra república, demostraba que entendía el torero y tenía voluntad de ser gente en esto.

Dos números después, el 8 de julio siguiente, en el mismo Universal Taurino, don Luis de la Torre, El – Hombre – Que – No – Cree – En – Nada, replicó a Monosabio y de esa réplica entresaco:

Gaona y Espinosa, cada quien, en su nivel, el uno de maestro cuajado y el otro de aventajadísimo discípulo, los dos son lidiadores estupendos, y si se diera el caso anotado por “Monosabio”, entonces “Armillita” sería algo maravilloso, rayano casi en lo sobrenatural... ¿Qué Gaona creó una personalidad? ¡Quién lo ha dudado hasta ahora! Pero debemos no olvidar, sin que por ello disminuya en algo su enorme mérito, que fue guiado por un maestro que no desatendió el más insignificante detalle a fin de que sus discípulos, de acuerdo con su inteligencia y aptitudes, los aprovecharan, poniéndoles como modelos a los grandes clásicos de su época... Si Espinosa no es muy variado en su repertorio – que sí lo es – culpa debe ser de su modelo, que en los últimos tiempos se muestra demasiado avaro de las riquezas de su arte. Si Espinosa hubiera visto a Gaona en los tiempos a que alude el señor “Monosabio”, indudablemente que sería tan largo como lo era entonces el futuro Califa...

Muy temprano se le tiraron a la yugular al joven Armillita, por su deseo de tratar de ser un torero importante y de escalar con rapidez la primera línea de la torería nacional.

La octava corrida de la temporada 1924 – 25

La alternativa de Juan Espinosa Armillita se programó para el domingo 30 de noviembre de 1924, anunciándose como padrino al leonés Rodolfo Gaona y para atestiguar la ceremonia al madrileño Antonio Márquez quien se presentaba en la temporada. El encierro seleccionado al efecto fue de la ganadería de Zotoluca, propiedad de don Aurelio Carvajal. Las entradas a la plaza se agotaron con bastante anticipación. Escribió Verduguillo para El Universal Taurino:

La alternativa de “Armillita” y la reaparición de Márquez, han hecho el milagro. No cabe la gente en los tendidos y los que han llegado tarde, se han visto en la necesidad de escalar las azoteas y allí tomar asiento… Los Sres. Presidentes, Generales Obregón y Calles, han sido ovacionados al entrar en el circo. La ovación se ha prolongado por varios minutos, y han tomado parte en el agasajo todos los concurrentes… “Chicuelo” es también aplaudido, cuando ocupa su barrera de primera fila, Y para que nadie se sienta, también aplaudimos al C. Regidor que preside la corrida, a pesar de que no conoce el reglamento de toros vigente…

Lleno hasta en la azotea y personajes de renombre en los tendidos. Cuando en los carteles se ofrecen combinaciones formadas con imaginación, inteligencia y atendiendo al interés de la afición, ésta se retrata en las taquillas y llena las plazas. Esta particular fórmula es infalible.

Sigue escribiendo Rafael Solana en su crónica:

Las cuadrillas hacen el paseo, marchando al frente un charro vestido a la usanza de hace algunos años, y tras de éste, los maestros Rodolfo Gaona (de tabaco y oro), Antonio Márquez (de verde esmeralda y oro) y Juan Espinosa “Armillita” (también de tabaco y oro). Los tres espadas son ovacionados, y cuando los varilargueros ocupan sus puestos, sin colocarse ningún peón entre ambos, como lo dispone el reglamento, Rosendo Béjar manda que salga el primero…

El toro de la alternativa de Armillita se llamó Costurero, de pelo cárdeno oscuro, listón, salpicado, bragado y estaba marcado con el número 34. Ante él, el toricantano realizó una faena en la que destacó su actuación en el segundo tercio:

Juan Espinosa toma los garapullos... Después de dos salidas en falso, el niño se decide y prende un magnífico par, llegando a la. cara, y cuadrando como los grandes banderilleros… La ejecución ha sido colosal. Por el lado izquierdo va ahora el muchacho. Se pasa sin clavar una vez, y a la segunda, deja uno de poder a poder estupendo, Las palmas que se le tributaron fueron pocas, y eso que toda la plaza aplaudió... Lo dicho: “Armilla” es as con las banderillas. ¿Estamos de acuerdo? … brinda a los Presidentes, y se encara desde luego con “Costurero” que ha llegado al trance final con la cabeza suelta… Los primeros cuatro muletazos son de torero enterado, por bajo, para castigar… Lograda la cuadratura, el de Saltillo, se perfila en corto, emprende el viaje derecho y rápido, y hunde todo el acero, un tanto perpendicular y delantero, con lo que basta para que “Costurero” quede en condiciones de ser descabellado, lo que hace Juan en dos tiempos, es decir: primero toca un poquitín, cayendo el toro, pero el puntillero lo levanta, y luego Espinosa tiene que descabellar por segunda. vez; ahora sí completo…

Como se puede leer, la alternativa de Juan Espinosa Armillita no fue triunfal, pero sí fue una demostración de que se trataba de un torero poderoso, con capacidad para superar las dificultades que los toros le presentaran y, sobre todo, que estaba listo para la alternativa que le había sido concedida.

Rodolfo Gaona ante Pavo

Señalaba Verduguillo al relatar la actuación de Armillita que éste último era un as con las banderillas. Pues bien, Rodolfo Gaona, quien era un consumado artista del segundo tercio, no iba a dejarse pisar el terreno y aunque el cuarto de la tarde, Pavo, un muy bien armado berrendo en negro no era precisamente el toro ideal, salió a dejar su rúbrica y a establecer que él seguía siendo, todavía, el principal en esos menesteres:

Del segundo tercio se encarga Don Rodolfo. He puesto DON, y van ustedes a ver por qué. Por lo pronto, clava el Indio un par muy bueno, de poder a poder, por el lado derecho. Luego prende un sesgo por fuera colosalisímo. Cuartea en seguida otro par por el lado izquierdo, de maestro, llegando y... “Asómate a la: ventana para que mi alma no pene” ... ¿Y el cuarto par? Bueno: un sesgo por dentro, faltando un milímetro para que el Indio quedara clavado en las tablas. ¿Valientes a mí? Yo borro donde otro pinte. Por supuesto que ese cuarto par, que fue hazaña de maestro y además de hombre, provocó en los tendidos enorme alboroto… No escribí... y conste, que para que yo no escriba, y me dedique a contemplar una faena con todo el afán y toda la sed de emociones que mi pecho encierra, debe ser ella muy grande, enorme. Básteme decir, que las célebres faenas de “Brillantino” y “Faisán” quedaron borradas por la inenarrable labor del Indio…

El celo es un ingrediente fundamental para ser figura del toreo, el tener ese deseo de mantener y defender el sitio que se ha ganado delante de los toros.

El encierro de Zotoluca

La corrida enviada a El Toreo por don Aurelio Carvajal tuvo edad y cuajo. Los toros de la divisa celeste y rojo y que llevaban el antiguo hierro de Tepeyahualco, dejaron satisfechos a todos con su presentación:

Hay encerrados para esta tarde, seis buenos mozos de Zotoluca. Ya sabemos que don Aurelio Carvajal, es entre los ganaderos, uno de los que más se ha venido preocupando porque sus reses tengan buena presentación y tipo. De “Zotoluca” no salen becerros. Y el que quiera desmentirme, no tiene más que ver que las dos corridas que se han lidiado este año, han sido las más serias de cuantas hemos visto… Es una corrida de prueba la que hay encerrada en los corrales. No parece, sino que Pepe del Rivero quiso encerrar a “Armillita” en su alternativa con toros de respeto para que les vaya perdiendo el miedo, y para demostrar a los incrédulos que el joven de Coahuila puede con todo lo que le echen...

Coda

Sin duda que el hecho que se proclamara a Juan Espinosa Armillita como sucesor de Rodolfo Gaona, molestó a muchos de los seguidores del Califa. La historia nos enseña que después de una interesante y digna trayectoria como matador de toros en ruedos de España y de México, sería también un enorme y muy distinguido hombre de plata.

Pero otro Armillita, Fermín Espinosa, que sí sucedió a Rodolfo Gaona y que, sin duda, es la principal figura del toreo que México haya dado a la historia, se presentó en El Toreo, con 13 años de edad, el 13 de agosto de ese mismo año de 1924. 

La dinastía Armillita había llegado para quedarse.

domingo, 27 de octubre de 2024

24 de octubre de 1924: Con una dura corrida de San Mateo, se presenta Valencia II en el Toreo de la Condesa

La temporada 1924 – 25 en el Toreo de la Condesa estaba destinada a ser histórica, pues fue la de la despedida de los ruedos de Rodolfo Gaona, uno de los más grandes toreros que ha dado México y también uno de los más importantes de la historia universal de esta fiesta. Aunque el Califa de León cargaría con el peso del ciclo, la empresa formada por José del Rivero y el doctor Luna buscó conformar un elenco adecuado para revestir el acontecimiento que cerraría esa señalada temporada. Escribe Rafael Solana Verduguillo:

Llegó el Dr. Luna a Madrid dispuesto a ver corridas antes de hablar con ningún apoderado. Asistió a casi todas las ferias importantes, comenzando por la de Valencia y acabando por la de San Sebastián. Y pensó que entre todos los toreros que había visto, sólo tres podían interesar a los aficionados mexicanos... El primero que contrató fue “Chicuelo”; era entonces Manolo Jiménez el artista por excelencia... En Madrid, el más aplaudido era un torero paisano, muy buen banderillero, poderoso con la muleta, Se llamaba Antonio Márquez. También lo contrató el doctor Luna... a este Márquez le disputaba todas las tardes las ovaciones otro madrileño, un muchacho chaparrón, cuyo nombre era Victoriano Roger y lo apodaban “Valencia II”, o bien el “Chato Valencia”... era muy valiente y se pasaba los pitones muy cerca lo mismo al torear con el capote que con la muleta, y tenía una media verónica que no se había vuelto a ver desde Belmonte. Su hermano José ya estaba contratado, y así consideró el doctor que con los “Valencias”, Márquez y “Chicuelo”, ya tendría Gaona para divertirse...

A los toreros hispanos que menciona en su libro Solana, se sumaron Mariano Montes, José García Alcalareño, Antonio Sánchez, Gregorio Garrido y Rafael Rubio Rodalito, quienes tendrían como contrapartes nacionales, aparte del ya nombrado Gaona, a Luis Freg, Joselito Flores, Arcadio Ramírez Reverte Mexicano, quien se despedía de los ruedos, José Ramírez Gaonita y Juan Espinosa Armillita, que recibiría la alternativa.

En esas condiciones se presentaba a la afición una temporada que se esperaba fuera memorable en muchos de sus aspectos y la puerta de inicio a una nueva etapa de la historia de la tauromaquia en este lado del mar.

La tercera corrida de la temporada 24 – 25 

Para el domingo 24 de octubre de 1924 se anunció un singular cartel, con toros de San Mateo para los madrileños José Roger Valencia I y Victoriano Roger Valencia II, quien se presentaba en la capital mexicana, mano a mano. Quizás para la afición los toros de San Mateo representaban el principal atractivo en el anuncio, por ser ya producto de la simiente de Saltillo importada por los hermanos Antonio y Julián Llaguno algo más de tres lustros antes. En cuanto a los toreros, Valencia I ya era conocido de la afición capitalina, porque se había presentado la temporada anterior y era reconocido como un torero valiente y pundonoroso, pero su hermano Victoriano representaba una incógnita que solamente se conocía por las relaciones contenidas en la prensa taurina de la época. 

Y sin embargo, la plaza se llenó, en su crónica aparecida en El Universal Taurino del 27 de octubre siguiente, el propio Verduguillo refiere lo siguiente:

Por primera vez hemos visto esta temporada los tendidos rebosantes de aficionados. El anuncio de Valencia II, en fraternal competencia con su hermano mayor, bastó para que la gente acudiera en masa a presenciar las proezas de los matadores, hijos de aquel célebre. banderillero de grata memoria… En sombra no cabía la gente. Y en sol, el graderío estaba totalmente ocupado, sin hacerse necesario subir a las azoteas. Fue un lleno, pero no un llenazo… La empresa ha dado una nota simpática, no alterando los precios, tratándose como se trató de un cartel mucho más costoso que el de domingos anteriores. Así han demostrado los señores Luna y Rivero que, aunque tanto ellos como sus socios han entrado en el negocio para ganar y no para perder dinero, no les ciega la ambición. La presentación de Valencia II, torero mucho más caro que Luis Freg y Mariano Montes debió suponer un pequeño aumento en los precios de entrada. Sin embargo, fueron los mismos. Mi enhorabuena a todos los que desembolsan la pastilla para adquirir el billete…

Los tiempos eran otros. Los precios de acceso a la plaza estaban fijados de antemano y no se hacían diferencias entre unos toreros y otros para exprimir a la afición, sino que se le consentía y se procuraba asegurar el lleno. Y se conseguía.

Los toros de San Mateo

Esta tarde no fue precisamente una de triunfo para la divisa rosa y blanco. De seis toros que se anunciaron, salieron al final nueve de los toriles. Fueron devueltos a los corrales el primero Peluquero, por manso; el primero bis, Peregrino por la misma causa. El cuarto Fortuna fue condenado a banderillas negras, pero refiere la crónica citada: Béjar ordena que se le pongan banderillas de fuego. Pero don Antonio Llaguno, que como he dicho antes, no persigue los duros, sino el prestigio de su vacada, manda que por su cuenta salga otro toro más... El cuarto bis nombrado Canta Claro sí tuvo que sufrir las banderillas de fuego, al igual que Peligroso el quinto de la corrida. Únicamente generó reconocimiento para su criador el primero tris, Mala Sombra por el cual don Antonio Llaguno recibió una fortísima ovación.

En alguna forma se trató de justificar ese mal juego de los toros por, dice Rafael Solana en su crónica, un distinguido aficionado cuyo nombre no es forzoso mencionar, en el siguiente sentido:

Tenemos que andar constantemente a salto de mata; no sabemos ya dónde esconder los toros. Los echamos un día en un potrero y al día siguiente nos vemos obligados a sacarlos porque los agraristas y otros “istas” meten el desorden, y la seguridad de las reses está en peligro… No quiero decirle las que pasamos en los tiempos de la revolución. Aquello fue horrible... Como que hubo día en que tuvimos que encerrar los toros en un corral pequeño, donde aperas podían moverse… Todos estos movimientos y estas andanzas, dan por resultado que los toros se estropeen, y que cuando salen a la plaza no den el juego que la afición tiene el derecho de esperar de ellos, ya que son de pura sangre española…

Allí queda la justificación no pedida acerca del pésimo juego de esa corrida, que en esos días resultaría ser un hecho inusitado.

Los hermanos Valencia

José Roger Valencia I reafirmó las condiciones que se le conocieron desde la temporada anterior. Tanto así que al salir al primero de la corrida tuvo que ser llevado a la enfermería por un fuerte golpe que le propinó el toro antes de ser devuelto a los corrales. Regresaría a finiquitar a los otros dos de su lote. Esperanza Arellano, a quien después conoceríamos por su seudónimo de Verónica, reflexionó lo siguiente acerca de su actuación:

Mi admiración fue grande y sincera, cuando vi a José salir de la enfermería después de la cogida que sufrió en el primer toro, y destaparse por verónicas y gaoneras estatuarias. Pero mi admiración se tradujo en entusiasmo indescriptible cuando el madrileño armó el escándalo de la tarde después de sufrir otra emocionante cogida en el tercer toro. Ahí José fue el torero macho para el que las caricias del enemigo son un motivo más para derrochar el valor y la vergüenza por quintales; ahí José nos hizo sentir toda la fuerza, toda la potencialidad viril de la fiesta brava, cuando con el rostro ensangrentado, las ropas en desorden y con la serenidad que sólo proporciona el valor positivo, toreó a la fiera sabiamente, dominándola, para más tarde hundirla el estoque en las entrañas… ¡Bravo, José, eso es tener el corazón bien plantado y lo demás son tonterías! ¡Ah, si todos los toros hubiesen sido como el tercero, qué tarde, qué gran tarde, nos hubieran dado los hermanos Valencia!

Por su parte, el debutante Valencia II tuvo una presentación que dejó espacio para que se le quisiera volver a ver. Le tocaron los huesos del encierro y resolvió con atingencia. Así lo calificó la citada Verónica:

Hay que verlo con el toro boyante, con el que se hace gala de arte y “jechuras” y con el toro difícil con el que hay que hacer derroche de conocimientos y acopio de habilidades. Entonces podremos juzgar a conciencia y sin temor a posibles equivocaciones. Antes, no. Por esto, no externaré mis opiniones definitivas sobre el diestro de Madrid. Me limitaré a decir que por simples detalles Victoriano me parece un torero verdad que desconoce el truco y las artimañas. Que presumo, por lo que vi hacerle con el capote que tarde llegará en la que nos vuelva locos al torear de capa a un toro que embista franco y, sobre todo, pronto. Si con toros como los de San Mateo, Valencia II dio el parón verdad, no sé qué hará con toros... que no sean los de San Mateo... ¿Me han entendido? … Y no queriendo entrar en más detalles, diré, para terminar, que Victoriano estuvo valientísimo, conocedor y habilidoso, con los toros que, en suerte, (¡vaya suerte!) le tocaron…

Al final de cuentas, los toreros fueron los que salvaron una tarde que por las condiciones de los toros estaba destinada a irse por el despeñadero. Y es que, todos los toros tienen lidia, su lidia.

Lo que el futuro deparaba

La anunciada despedida de Rodolfo Gaona dejaba una importante interrogación en el ambiente taurino mexicano. Algo más de un mes después de esta corrida, el Califa le daría la alternativa a Juan Espinosa Armillita, a quien muchos consideraban que podría ser el sucesor del torero de León de los Aldama. Pero también en el mismo ciclo se produciría, en el siguiente febrero, un acontecimiento en el ruedo de El Toreo, que representaría un giro histórico en la manera en la que se hacía el toreo, cuando Lapicero de San Mateo y Chicuelo se encontraron en esa arena.

Allí quedó demostrado que la historia del toreo está en constante movimiento, la conclusión de una de sus etapas siempre será el prólogo de la siguiente. Por eso la fiesta se ha extendido en el tiempo hasta nuestros días.


domingo, 18 de febrero de 2024

Rodolfo Gaona y Revenido de Piedras Negras a un siglo de distancia

Muchos proclaman que la faena que Rodolfo Gaona le realizó al cuarto toro de la corrida del 17 de febrero de 1924 en el Toreo de la Condesa, fue la mejor de su carrera aquí en México. Después de tanto tiempo transcurrido, es complicado hacer una afirmación de esa naturaleza. Lo que se puede afirmar con certeza, es que fue una gran obra y que provocó una gran controversia en su momento, porque los opinadores más destacados de su tiempo se pronunciaron acerca de ella y lo hicieron en sentidos diversos y hasta opuestos.

Esa corrida fue el beneficio del torero de Alhama de Aragón Juan Anlló Nacional II, que fue acompañado en el cartel por el valenciano José Roger Valencia y el Califa Rodolfo Gaona, para enfrentar un encierro de Piedras Negras, ganadería de Tlaxcala dirigida en esos días por don Lubín González

Para esa temporada del 23 - 24, don Pepe del Rivero trajo para competir con Gaona precisamente a Nacional II, a Valencia, a Facultades y a Mariano Montes entre los hispanos, y entre los nacionales destacaron como siempre Juan Silveti y Luis Freg. A decir de Verduguillo en su recuento de la historia de esos tiempos, Gaona ya expresaba su cansancio por cargar con el peso de la fiesta aquí y quizás por eso el empresario Del Rivero le preparó un elenco de toreros que aprietan lo que pueden, pero que no podían con El Petronio.

El beneficio de Nacional II transcurría por buenos cauces. Valencia había emocionado a la concurrencia al despachar al segundo de la corrida con un soberbio volapié, que Varetazo, el cronista titular de El Universal Taurino calificó de tremebundo y Juan Anlló, al tercero de la tarde le realizó una buena faena, bien rematada con la tizona, que le valió el corte de las dos orejas del toro. Por otra parte, es menester reconocer que los toros que envió don Lubín González eran hasta ese momento de irreprochable presentación y de excelente juego.

Revenido, número 14, de Piedras Negras

El primer punto de controversia que despertó la faena de Rodolfo Gaona a Revenido fue el toro mismo. Por una parte, el doctor Carlos Cuesta Baquero, firmando como Roque Solares Tacubac, en El Universal Taurino, afirma:

Un toro de escaso “respeto”; aunque no propiamente una “mona”, sí de mediana corpulencia y de no grande cornamenta. Toro que hizo franca pelea en los dos primeros tercios de la brega… En el último tercio, teniendo el toro todas las condiciones que requiere en sus adversarios el “Señor Gaona”: bravura, parsimonia en el acometer, sencillez para tomar cumplidamente el engaño. Lo que da motivo para el calificativo de “toro ideal” …

Por su parte, Varetazo, en la extensa crónica que hace de la corrida, también resalta algunas condiciones de Revenido:

El cuarto fue más pequeño que sus hermanos, cárdeno oscuro, con bragas vuelto de cuerna, número 14 y responde al nombre de “Revenido” (¡vaya nombrecito!). Hace salida contraria, y para demostrarlo, se lleva en su viaje a los dos picadores, tomando un refilonazo de cada uno… Don Rodolfo brinda la muerte de “Revenido” al general Arnulfo Gómez, Jefe de la Guarnición y de las Operaciones del Valle… Aquí va él hacia el toro, y ordena, enérgico, que se retire la peonada. Hay expectación, porque el toro no es una gran cosa. Es bravo y codicioso, sí, pero tiene sus defectillos, uno de ellos – el más importante, quizá – es que no toma bien el engaño…

Los dos cronistas exponen que el toro era de menos volumen o corpulencia que los tres anteriores que salieron al ruedo. Quizás, a un siglo de distancia, podríamos pensar en que se trataba ya de un toro mejor proporcionado, con más hechuras asaltilladas que lo hacían distinguirse de los demás que venían en el lote que fue a el Toreo.

La gran faena de Rodolfo Gaona

En 1951, en el desaparecido diario Noticiero Gráfico, Rafael Solana Verduguillo, publicó una serie de artículos con su visión de la historia taurina de México. Don Humberto Ruiz Quiroz los coleccionó y aunque por motivos profesionales Verduguillo dejó su recuento en el año de 1934, los Bibliófilos Taurinos de México los recopilaron en una obra titulada Tres Décadas de Toreo en México. En dicho recuento, el citado autor reflexiona:

Una tarde se lidiaron toros de Piedras Negras. Entre ellos salió un cárdeno listón, muy abierto de pitones, que se llamaba “Revenido”. Lo toreó muy bien Rodolfo con el capote... Llegó la hora de la muerte. Rodolfo brindó la faena de “Revenid” al general Arnulfo Gómez, comandante militar de la plaza... Se hincó Rodolfo, y obligando mucho a “Revenido” le dio dos muletazos por alto; ya de pie, le ligó una serie de pases maravillosos; y a media faena, volvió a hincarse Gaona y surgieron otros muletazos brillantísimos... El público ardía en una llamarada de entusiasmo...

Fue, desde este punto de vista, una obra en la que el torero se impuso a las condiciones del toro, que, recurriendo al recuento de Varetazo, parece ser que efectivamente no tomaba bien los engaños.

Una segunda versión es la de don Luis de la Torre El – Hombre – Que – No – Cree – En – Nada, quien en la sección La Página del Público, en el número del Universal Taurino fechado el 26 de febrero de 1924 entre otras cosas escribió:

Sí, señores. en esa labor, grande entre las grandes, desde el primer muletazo iniciado y consumado de rodillas, hasta el momento en que el estoque desapareció palmo a palmo en el morrillo del toro, hubo de admirarse valor enorme y sereno, tranquilidad pasmosa, sapiencia por toneladas y, sobre todo, arte puro, delicado y. exquisito. ¡El acabose, señores! Torear con mayor quietud, con mayor dominio, con mayor coraje y con mayor belleza – sin hipérbole –. ¡IMPOSIBLE! … Para esa faena cumbre, que nació inmortal, es una fortuna que los cronistas taurinos no hayan podido describirla: merece ser cantada por artistas capaces de producir, al hacerlo, una obra tan perfecta como lo fue la misma faena; necesita ser dibujada por mano maestra capaz de hacer comprender toda la belleza contenida en cada uno de sus detalles admirables… Bien sé que no faltará quien diga que exagero; sé perfectamente que ha habido va, que hay y que habrá quien se proponga restar méritos a la prodigiosa labor, encontrando defectos en verdaderas insignificancias. Pero, ¡qué importa! ¿No quedó ya, como prueba irrefutable de su grandeza, en la mente de más de veinte mil espectadores, la ovación más clamorosa y de mayor duración que nunca se haya escuchado? …

Don Luis califica la hazaña del Califa de León como una página de diamante de la historia de la tauromaquia… Nada más.

Por su parte, el doctor Carlos Cuesta Baquero, reflexiona:

El “Señor Gaona”, que no es lerdo, comprendió la “idealidad” y la aprovechó según la manera que él quiso aprovecharla. Hizo trasteo profuso en “pinturería”, aunque no en belleza que proviniera de arte clásico. En la que podía proporcionar con la mano izquierda, enlazando los pases para hacer la faena en corto terreno y teniendo quietud en los pies… Con la mano izquierda fueron muy contados los muletazos – si acaso los dio, ¿por qué no los menciona el cronista áulico, el de cámara? –, todo fue con la mano “diestra”, en pases ayudados, estando el “Señor Gaona” de pie o arrodillado… ¿Verdad que tan fatigoso no hubiera sido aquello, si el “Señor Gaona” lo efectúa toreando tal y como debió ser? ¿Verdad que, a los toros bravos, nobles y “pastueños” hay que “trastearlos” sin exceso de adorno, pero sí bellamente sujetándolos en poco trecho y así, sin necesidad de recurrir a “el agua”? … Pero éstas son observaciones de vejete rancio, que en antaño vio toros y leyó de toros. Yo, prescindiendo de mis ranciedades, digo que esa faena fue estupenda, que merece la placa que para conmemorarla solicitan. Seré de los que lean, una y mil y pico de veces, la inscripción que en esa placa graben...

Aún aquellos que no convenían con los procedimientos que resultaron de la evolución torera de Rodolfo Gaona, tuvieron que convenir en que la faena de Revenido no fue cosa de todos los días.

Con más ditirambos, Varetazo, el cronista titular de El Universal Taurino, describe lo que vio de la siguiente manera:

En uno de los tercios de sombra, Rodolfo está ya arrodillado, sosteniendo la muleta entrambas manos. Alegra, arranca “Revenido” y se produce un ayudado alto, magistral. Magistral y valiente, porque el burel no entró con franqueza, sino que gazapeó. Un berrido de entusiasmo lanzó la multitud... Ya de pie, Gaona, con la derecha, dio un pase de pecho, soberbio. Con los pies quietos, jugando sobriamente los brazos, sin ninguna afectación, con elegancia refinada. Esto es canela. El toro pasó limpiamente, como un juguete, como un animal inofensivo... Entra la fiera, y el artista, con pasmosa suavidad, con temple indescriptible, lo pasa ante sí, lo manda y en el momento de rematar, quita rápidamente la muleta de la cara del bruto, y sale majestuosamente, paso a paso... Gaona está hoy desconocido. ¿Pero éste es aquel señor que toreaba encorvado, patiabierto y con el pico de la muleta? No. Este es otro. Este es el artista máximo de la torería. Este... La ovación es lo más grande que yo he oído en mi vida. Los músicos ya no tocan, porque los pobres, en el paroxismo del entusiasmo, ¡están aplaudiendo!...

Lo que se refleja de las apreciaciones citadas, es que la faena fue de una gran importancia y que causó un evidente impacto entre quienes llenaron el Toreo de la Condesa ese domingo de hace cien años. El propio Rodolfo Gaona le confesó a Monosabio para su libro Mis Veinte Años de Torero:

La mayoría de los aficionados ha dicho que la faena a “Revenido”es la mejor que tengo hecha aquí. Creo lo mismo. Y por esto: Hubo dominio completo y cuanto arte puede echarse a un toro… Cuando de un toro se hace lo que se quiere y se le obliga a pasar, a ir de aquí para allá, y se le hace acometer o detenerse cuando uno quiere, entonces es el torero el que manda y el toro quien obedece. Y es el hombre el que lo ha dominado por su arte, por su inteligencia. Esto es lo más que puede pedirse a un torero…

Lo que vino después

La cabeza de Revenido fue reservada por algún aficionado. En la sección de Información General del Universal Taurino del 19 de febrero de 1924 se publicó lo siguiente:

Parece ser que la cabeza del toro “Revenido” de la famosa vacada tlaxcalteca de Piedras Negras, lidiado el domingo último en “El Toreo” y al que Rodolfo Gaona hizo una estupenda faena de muleta, también pasará a formar parte del ornato de los salones del antiguo “Majestic” …

Por otra parte, para el día 29 de febrero – también fue bisiesto 1924 –, el Club Taurino ofreció una comida a Rodolfo Gaona:

Con el objeto de agasajar al diestro Rodolfo Gaona, como acción de gracias por la asombrosa faena que el leonés ejecutó con el toro “Revenido” de la famosa vacada tlaxcalteca de Piedras Negras, el domingo 17 de los corrientes, un numeroso grupo de socios del Club Taurino ha organizado para el próximo día 29 un banquete que será servido en los salones de la mencionada organización… Han quedado ya abiertas las inscripciones para tener derecho a sentarse a la mesa en esa festividad, en la Administración del Club, en la inteligencia de que para poder tomar parte no es necesario ser socio, pues según manifiestan los organizadores, quieren que el homenaje que se le tribute al leonés sea lo más suntuoso…

Breviario cultural

En la misma sección del Universal Taurino en la que se informó el destino de la cabeza de “Revenido”, aparece la siguiente información:

La hermosa colección de cuadros con que cuenta el “Club Taurino” ha sido enriquecida con el reciente donativo que ha hecho el diestro Rodolfo Gaona. Consiste el obsequio en un hermoso cuadro, pintado al óleo por el conocido artista Diego de Rivera y que representa al picador “Mangas”.

Con frecuencia surge la pregunta acerca de la identidad del picador que pintó Diego Rivera. Pues aquí está la solución de esa incógnita. Y ahora sí, hasta la próxima semana.

domingo, 23 de julio de 2023

22 de julio de 1923: Pepe Ortiz se presenta en El Progreso de Guadalajara

Al arranque de la década de los veinte del pasado siglo, Pepe Ortiz, nativo de Guadalajara, radicaba en la Ciudad de México e intentaba ser cantante. Estudiaba con José Pierson, el formador de algunas de las voces más importantes que México ha dado. José Mojica, Alfonso Ortiz Tirado o Pedro Vargas pasaron por el estudio del maestro Pierson y es este último el que contó a Elena Poniatowska lo siguiente:

…durante un tiempo el maestro Pierson me invitó a vivir en su casa; allí vivía Jesús Mercado, barítono; Pepita Alonso, contralto, y José Arce, tenor, y a los cuatro nos dio habitación, comida y clases de canto a cambio de que le ayudáramos a hacer la limpieza de la casa. Yo era muy bueno para hacer las camas. Un día sentí que mi voz no era la misma y Mario Talavera, mi segundo padre, me consiguió entonces un empleo de profesor de coros en las escuelas secundarias. El era un hombre muy querido y me introdujo en todos los círculos artísticos, sociales, políticos, todos; él es autor de Gracia plena y con él conocí a Pepe Ortiz, quien andaba ya de torero y le gustaba cantar; entonces yo quise ser torero también, y a las seis de la mañana me levantaba, iba por él a Tacuba y luego a ejercitar el toreo, en casa de un banderillero, Luis Güemes…

Luis Güemes, discípulo de Ojitos enseñaba el toreo en la placita de toros de Tacuba, allí donde después lo haría otro contemporáneo suyo, Samuel Solís. Y allí inició su formación como torero Pepe Ortiz, y de allí obtuvo los conocimientos para presentarse en El Toreo de la Condesa el 23 de marzo de ese 1923, en un festejo, llamémosle mixto, en el que alternó con Guillermo Danglada, Agustín Escajadillo, Rafael Ezquerra Granerito, y la Cuadrilla Juvenil Guanajuatense, en la lidia de 4 novillos y 4 erales de Venadero. La relación aparecida en El Universal Taurino lo califica apenas como solvente.

No obstante, su maestro Güemes, que seguía activo en los ruedos, intentaba encontrarle actuaciones en las plazas en las que actuaba como banderillero a las órdenes de distintos diestros y así le consiguió un festejo mixto en la plaza El Centenario de San Pedro Tlaquepaque para el 29 de junio de ese 1923, en el que alternaría con el matador Carlos Lombardini, en la lidia de ganado de El Astillero, afirmando el anuncio del diario El Informador, que eran los miuras de Jalisco. Esa tarde no pudo mostrarse por causa del ganado que se lidió, mismo que a punto estuvo de causar un motín en la plaza. Sobre su actuación escribió para el citado diario El Tío Castuera:

Por lo que toca al paisano Ortiz, por ahora nos abstenemos de hacer un juicio crítico de su labor, porque cualquier concepto que emitiéramos sería aventurado ya que este diestro no tuvo ocasión de demostrarnos todo lo que sabe ni todo lo que la prensa metropolitana dice. El chico tiene voluntad y estilo y desearíamos verlo con toros que no sean huesos como los que ayer tuvo al frente...

El hecho es que Pepe Ortiz mostró lo suficiente para que la empresa de la capital de Jalisco lo incluyera en su siguiente programación y así, lo anunció en otro festejo mixto para el 22 de julio de ese año, para alternar con un matador de toros de oscura trayectoria, José Couso Rubiales, en la lidia de dos toros de San Mateo y tres de La Estancia. Como fin de fiesta se tentaría un toro de Piedras Negras, destinado a semental de esta última ganadería.

El festejo de El Progreso de hace un siglo

Pepe Ortiz terminó quedándose con el peso de la tarde, pues Rubiales fue herido de gravedad por el cuarto de la tarde. La impresión que causó a la afición tapatía fue importante, sobre todo si se considera que, en su actuación anterior en Tlaquepaque, apenas pudo salir del paso a causa de las condiciones del ganado que le tocó enfrentar. El Tío Castuera, encargado de la crónica del festejo para el diario El Informador, entre otras cosas, reflexiona:

…tras del triunfo que obtuvo ayer en el coso del Progreso, pensamos que se trata de un diestro interesante y que de seguro llegará a ocupar un puesto muy envidiable en las filas de la torería contemporánea. José demostró que es competente y que con buenos auspicios se ha iniciado en la carrera que ha elegido con todo corazón y voluntad, habiendo logrado ya obtener sus primeros logros… El muchacho sabe manejar el capote con destreza, banderillea con gracia y con la muleta también es aceptable. Con el acero es donde está más corto, pero dada su voluntad y entusiasmo, esto pronto desaparecerá y se convertirá el paisano en un verdadero matador de toros…

Como se puede apreciar, el cronista de Guadalajara advirtió en ese primer contacto que Pepe Ortiz era un torero completo, de maneras refinadas y que requería ver con constancia la cara del toro para afinar, por ejemplo, la suerte de matar, la que se aprende precisamente matando toros. Ya en cuanto a los pormenores de su actuación, refiere especialmente:

El público aplaudió a rabiar dos faroles de rodillas de José Ortiz y tres pares de banderillas en su último toro. También José estuvo muy bien en el primer tercio del quinto toro, por haber endilgado dos buenas verónicas, dos faroles y un quite por navarras. El público, no obstante haber recibido una fuerte mojada por la lluvia que se desató a la hora de empezar la corrida y que por poco da al traste con ella, no dio muestras de fastidio y pasaron los aficionados una tarde de alegría. El torero José Ortiz fue sacado en hombros por la muchedumbre y paseado por las principales calles…

Así pues, la presentación de Pepe Ortiz ante sus paisanos, puede calificarse de un triunfo importante y de un avance importante para su vuelta a El Toreo, donde sería el eje de las dos siguientes temporadas novilleriles y al menos, publicitariamente, tratado como el sucesor de Rodolfo Gaona, quien ya anunciaba su despedida de los ruedos, aunque en realidad sería el inicio de una extensa carrera en los ruedos marcada con un sello y una personalidad propios.

José Couso Rubiales, ¿la larga sombra de Gallito?

Decía al inicio que este torero mexicano tuvo una oscura trayectoria. Y es que a más de su fecha y lugar de alternativa y esta infausta tarde, no son más las noticias las que de él se tienen. Ese domingo 22 de julio del 23, uno de los toros de San Mateo corridos esa tarde, quedados del domingo de Pascua, y que fueron adquiridos para un festival que iba a torear Rodolfo Gaona y que al final se canceló. El parte que rindieron los médicos José Trinidad Márquez y Luis Farah fue el siguiente:

El matador de toros José Couso “Rubiales” fue llevado a la enfermería durante la lidia del cuarto toro, y presenta una herida en el muslo derecho sobre la cara interna, de una longitud de 25 centímetros. Interesó piel, tejido celular subcutáneo y en parte los músculos. Se hizo la primera curación y se le puso un apósito, siendo trasladado después al Sanatorio de la Colonia Moderna en donde se efectuará hoy, a las 8 horas.

En el número de El Universal Taurino del día 24 de julio siguiente, apareció la siguiente información:

El diestro José Couso “Rubiales” quien como informé en mi telegrama anterior, alternó ayer con José Ortiz lidiando toros de San Mateo, tiene una cornada de treinta centímetros en el muslo derecho. En opinión de los médicos que han atendido al herido, en caso de que se restablezca, de lo cual abrigan esperanzas, quedará inutilizado para continuar en su profesión, pues la herida es de tal magnitud que habrá necesidad de amputarle la pierna derecha…

Aclaro desde ahora que no encontré información posterior que confirmara la amputación de la pierna de Rubiales o su recuperación, su nombre simplemente se pierde en la noche de los tiempos.

A Rubiales lo hizo matador de toros Ángel Fernández Angelete en Progreso, Yucatán el 21 de enero de ese año 23. A su vez, el cacereño Angelete había recibido la alternativa de matador de toros de manos nada menos que de Gallito en Salamanca, en 1917. 

Angelete terminó sus días prácticamente inválido, con secuelas de lesiones por las cornadas recibidas, especialmente una en el pecho en Tetuán y el corte de los tendones de una mano en Ciudad Juárez de los que nunca se recuperó. No había cumplido 40 años de edad. Completó la lista de los ahijados de Joselito que murieron por cornada, jóvenes o fracasaron vestidos de luces.

¿Sería que aparte de los trastos de matar, Angelete le pasó a Rubiales ese mal fario de Gallito?

El fin de fiesta

El programa del festejo anunciaba la tienta o prueba de un toro de Piedras Negras que padrearía en la ganadería de La Estancia, propiedad de don Justo Torres:

Para terminar el espectáculo fue exhibido el toro que fue enviado de la ganadería de Piedras Negras por don Lubín González como semental para la hacienda de La Estancia, propiedad del señor Justo Torres. El bicho, aunque a causa del viaje se encontraba sacudido de carnes, puso de manifiesto su bravura tan luego como saltó a la arena. Este animal que va a servir para la fundación de una ganadería de casta, la primera en el Estado, es un ejemplar de tipo netamente español, corto de cuello, fino de remos, largo de cola y de una encornadura perfecta… Tiene 33 meses y se llama “Pavito”; tiene tres cuartos de sangre de la vacada del Marqués del Saltillo y un cuarto de la de Murube. La nota que dio este bicho es de suprema. El señor Torres tiene en sus dehesas 20 vacas bravas seleccionadas con el fin de que sean las primeras que sean vaciadas. Dentro de seis meses empezaremos a ver lidiar en nuestros cosos reses de casta pertenecientes a nuestro Estado… El bicho fue aplaudido cuando apareció en la arena.

De acuerdo con el cartel anunciador del festejo, lo lidió el aficionado Jesús Torres, pero la crónica no refleja el resultado de su actuación.

Así se dieron las cosas hace cien años, cuando se presentaba en su tierra un torero que dejó para la posteridad una serie de creaciones que dan variedad al toreo de capa y que cuando son ejecutadas hoy en día, sorprenden todavía como cuando fueron ejecutadas la primera vez, piezas de verdadero arte. Por algo se le llamó El Orfebre Tapatío.

domingo, 9 de febrero de 2020

De Orejas y Estoques de Oro y otros trofeos disputados

Cupón y resultado de cómputo
Oreja de Oro 1922 -23
El Universal Taurino
Este día se disputa el Estoque de Oro en la Plaza México después de casi 44 años de que no se verifique en ese escenario una corrida de esa naturaleza. Muchas versiones han circulado en los distintos medios acerca de este trofeo y su antecedente inmediato, la Oreja de Oro, mismos que en su día sirvieron originalmente para premiar al triunfador de una corrida en la que actuaban los triunfadores de una temporada de corridas de toros.

La primera Oreja de Oro

La realidad de los hechos es que la primera Oreja de Oro se entregó al final de la temporada 1922 – 23, celebrada en El Toreo de la Condesa. También es prudente resaltar que ese trofeo no se disputó en una corrida de toros, sino que su otorgamiento se decidió mediante una suscripción pública que difundió El Universal Taurino, a iniciativa del poeta queretano Samuel Ruiz Cabañas El Vate y Rafael Solana Verduguillo, quien a propósito, cuenta lo siguiente:

De pronto, Ruiz Cabañas, dirigiéndose a mí – entonces era jefe de redacción de El Universal Taurino – me dijo: 
- Tengo una idea que te va a gustar. 
- ¿De qué se trata?, pregunté al Vate
- De un concurso que hará que aumente la circulación de El Universal Taurino
- Entonces habla con Regino Hernández Llergo, que es el propietario y director del periódico. 
Con cualquier pretexto dimos por terminada la reunión, y El Vate y yo salimos en busca de Llergo. Lo encontramos en la redacción de El Taurino y desde luego Ruiz Cabañas le expuso el plan.  
El Universal Taurino crearía el galardón La Oreja de Oro, que se concedería al matador que tuviera mayor número de votos. La votación se haría por medio del cupón que semanariamente publicaría el periódico; en ese cupón se asentaría el nombre del matador y la faena ejecutada por él, que ameritaba el voto…
El primer ganador de la Oreja de Oro bajo ese sistema fue Rodolfo Gaona, quien la recibió en el teatro Esperanza Iris la noche del 11 de abril de 1923, de manos del empresario Pepe del Rivero.

Las corridas de la Oreja de Oro

La disputa del trofeo en una corrida de toros se da por primera ocasión el 20 de febrero de 1927. Ante un encierro de Piedras Negras, alternan Manuel Jiménez Chicuelo, Marcial Lalanda, Pepe Ortiz y Nicanor Villalta. El triunfador del festejo resulta ser Villalta, que corta el rabo a Fogonero y es designado como ganador del trofeo por el jurado instaurado para el caso.

En el coso de La Condesa se celebran 20 corridas de la Oreja de Oro y los máximos triunfadores en esos festejos son Fermín Espinosa Armillita, quien la obtuvo en tres ocasiones (1928, 1932 y 1937) y Lorenzo Garza en tres oportunidades también (1935, 1936 y 1938).

En la Plaza México, la Oreja de Oro se disputó siete veces entre 1949 y 1965. Hechos anecdóticos a recordar hay varios, como aquél ocurrido en la de 1950, cuando la cámara de Jenaro Olivares captó a un carterista en plena labor, birlándole la billetera al abuelo de Juan Pablo Sánchez, quien cargaba en hombros al Volcán de Aguascalientes, la gran estocada recibiendo de Jorge El Ranchero Aguilar al berrendo Sol de Santo Domingo, que le valió el trofeo en disputa o la entrega de la afición hacia Paco Camino en marzo de 1964, que le valió obtener el áureo trofeo.

Pero también el desaparecido Toreo de Cuatro Caminos albergó dos corridas de la Oreja de Oro, la primera fue la que correspondió al año de 1954, se celebró el 14 de febrero y ante toros de Coaxamaluca se las vieron Fermín Rivera, Jorge Medina, Julio Aparicio, Manolo Vázquez, Guillermo Carvajal y Chicuelo II. Julio Aparicio cortó la oreja de Azucarero, el toro que el sorteo le deparó y se llevó también la metálica en la espuerta y la segunda fue la del 15 de abril de 1962, que fue cuando Joselito Huerta cortó el rabo a Superior de Mimiahuápam y ganó el trofeo en disputa.

El Estoque de Oro

El año de 1966 prácticamente se inició con una nueva asociación sindical de los toreros mexicanos. El año anterior hubo una especie de cisma en la Unión Mexicana de Matadores de Toros y Novillos y nació lo que hoy es la Asociación Nacional de Matadores de Toros, Novillos, Rejoneadores y Similares, quedando la primera como una asociación sindical con jurisdicción únicamente en el entonces Distrito Federal y la segunda en toda la República Mexicana.

El derecho a usar la denominación y el trofeo Oreja de Oro, por alguna cuestión legal correspondía a la Unión, así pues, la naciente Asociación, para seguir dando la corrida de triunfadores, que tenía un fin benéfico, pues sus utilidades engrosaban sus cuentas, principalmente para satisfacer los gastos médicos de sus agremiados, recurrieron a establecer como trofeo a disputar en el festejo el del Estoque de Oro.

Pero el de 1966 no era el primer Estoque de Oro que se disputaba, pues ya en el año de 1948, en El Toreo de Cuatro Caminos se había puesto uno en juego. Los toreros de la corrida fueron Armillita, El Soldado, Fermín Rivera, Silverio Pérez, Antonio Velázquez y Luis Procuna, quienes lidiaron un encierro de Zotoluca. Sin cortar orejas, la faena de Antonio Velázquez al quinto, Periodista, fue considerada la más completa y merecedora del premio.

Pero aquello ha sido solamente un antecedente. La Plaza México albergó entre los años de 1967 y 1978 nueve veces la corrida del Estoque de Oro, mismo que fue obtenido por Manolo Martínez tres veces (1967, 1970 y 1973), Curro Rivera otras tres (1969, 1972 y 1978), una Joselito Huerta (1971), una también Mariano Ramos (1975) y Manolo Arruza también una sola vez (1976). Cabe hacer notar aquí que en todas las corridas en las que se disputaron trofeos por los toreros, en la única en la que se ha indultado un toro, es precisamente en la del Estoque de Oro de 1978, cuando Saltillero de Campo Alegre, lidiado por Curro Rivera, recibió esa gracia.

El retorno de la Oreja de Oro

Habiendo recuperado la Asociación de Matadores el derecho a usar el trofeo y denominación de Oreja de Oro, el 28 de febrero de 1993 se volvió a disputar en la Plaza México. El cartel lo integraron la rejoneadora Karla Sánchez (fuera de concurso, al igual que su toro), Mariano Ramos, Miguel Espinosa Armillita, Jorge Gutiérrez, Eulalio López Zotoluco, Alejandro del Olivar y Teodoro Gómez ante toros de seis distintas ganaderías que estaban en concurso, disputándose también el Toro de Oro. El trofeo de los toreros fue declarado desierto y el de los ganaderos se lo llevó el toro Madroño de Tequisquiapan.

Al año siguiente – 27 de marzo – se repitió la fórmula del concurso de toreros con Mariano Ramos, El Niño de la Capea, Guillermo Capetillo, David Silveti, Jorge Gutiérrez, Manolo Mejía, Zotoluco y Arturo Manzur, con toros por su orden de Celia Barbabosa, Fernando de la Mora, De Santiago, José Julián Llaguno, La Gloria, Huichapan, Xajay y La Paz. La Oreja de Oro se la llevó Guillermo Capetillo y el Toro de Oro fue para Siempre Fiel de De Santiago.

Con posterioridad el concepto de la corrida de la Oreja de Oro fue cambiando. De ser una corrida de triunfadores, se fue transformando en una corrida de oportunidad. Salió de la Plaza México y fue llevándose a otras plazas del país, con mayor o menor fortuna, pero siempre con el interés de allegar a la organización sindical de los toreros recursos para sus agremiados.

Otros trofeos que se han disputado

En El Toreo de la Condesa en 1938 se disputó un Trofeo Presidencial que ganó Lorenzo Garza y en 1946 se disputó la Rosa Guadalupana que ganó Armillita en cerrada disputa con Pepín Martín Vázquez; en la Plaza México se disputó un Trofeo Presidencial Cigarrera de Oro que ganó Félix Briones en 1947; la Rosa Guadalupana que ganó Manolo dos Santos en 1950; Fermín Rivera en 1955, Fernando de los Reyes El Callao en 1959 y Manuel Capetillo en 1966. Y para finalizar, el 12 de diciembre de 1956, en El Toreo de Cuatro Caminos se disputó también una Rosa Guadalupana, misma que fue declarada desierta y en mayo de 1958, se disputó un Trofeo de la Cruz Roja, que ganó Juan Silveti por su faena al toro Rielero de Torrecilla.

Este es pues, un breve repaso por las corridas en las que se han disputado trofeos en las plazas de la capital mexicana.

jueves, 10 de mayo de 2012

Tal día como hoy. 1998: Fernando Ochoa se lleva la Oreja de Oro


El trofeo de la Oreja de Oro nació como una promoción que organizaba el semanario El Universal Taurino en la década de los veinte del pasado siglo, para que la afición escogiera mediante su voto directo, plasmado en cupones que se contenían en los ejemplares de esa publicación y los toreros más votados eran integrados en un cartel de triunfadores de la temporada de la Capital de la República. El mejor de ese festejo, se llevaba el trofeo que fue ideado y promovido por periodistas de la talla de Rafael Solana Verduguillo y Carlos Quirós Monosabio.

Posteriormente, la asociación sindical de los matadores de toros, bajo las diferentes denominaciones que ha tenido en su devenir histórico, adoptó la organización del festejo, originalmente con la idea de reunir en él a los más destacados de la temporada de la plaza grande de la Ciudad de México y así allegarse fondos para cumplir con sus deberes gremiales. Al paso de los años, sin perder esa dirección en su organización, el festejo se ha llevado a otras plazas de la república, aunque sin la participación de los toreros más destacados del momento, sino más bien como un festejo de oportunidad para diestros con poca actividad.

No obstante, el tono de la Oreja de Oro del año 1998 fue diferente. En aquella oportunidad la Asociación Nacional de Matadores de Toros y Novillos logró reunir a varios toreros de gran renombre y así, el rejoneador Gerardo Trueba y los matadores Eloy Cavazos, Alejandro Silveti, José María Luévano, Guillermo Capetillo y Fernando Ochoa enfrentarían un encierro de De Santiago, una de las ganaderías más encumbradas en ese momento, para disputarse el áureo trofeo.

La tarde tuvo dos toreros que se llevaron dos orejas en la espuerta. El primero fue Alejandro Silveti, quien las cortó al toro Piropo, tercero de la tarde, en tanto que Fernando Ochoa lo hizo a Gandinguero, sexto de la jornada. Por su parte, Eloy Cavazos obtuvo una oreja del segundo de la tarde, Toledano.

La crónica de don Juan Esparza Rodríguez refiere también un hecho notable. Tres toros recibieron honores a sus despojos. El primero de ellos en ser arrastrado con lentitud fue Toledano, el toro al que Eloy Cavazos le cortó una oreja, tras de que en un hecho inusitado, lo pinchó en el primer intento con la espada; después, Piropo, el que desorejó Alejandro Silveti, también recibió el mismo homenaje. Aparte Gandinguero, el que cerró plaza, fue premiado con la vuelta al ruedo. El relato de la lidia de este toro, es el siguiente:

Fernando Ochoa, de berenjena y oro, con corbatín y faja en verde, recibió al que cerraba plaza con unas morelianas, fuerte respuesta recibió del público y más al rematar con una serpentina; agregó por ahí tres chicuelinas y remató con una larga cordobesa... De hinojos y en los medios se colocó Ochoa, angustioso resultó el pase, pero luego en los primeros muletazos se lució con finos pases de la firma y un cambio de mano, estupendo preludio para lo que vendría después, una larga tanda de derechazos, templados, de ese bien torear del espigado torero; la muleta a la mano izquierda, el mismo temple, pero en el último muletazo ahora sí que fue en cámara lenta, el preparado de pecho barriendo los lomos del cornúpeta... un trincherazo y los ayudados otra vez, largos, templados, como si la muleta fuera un hilo de seda, así llevaba Ochoa a “Gandinguero”... no faltó el molinete, pero el lento, para continuar con más derechazos, el remate por alto y agregar el de pecho, agregar unas manoletinas, la arrucina, un desdén y la estocada... los mulilleros debieron llevarse los restos del pupilo de don Pepe Garfias hacia el destazadero, pero antes debieron darle la vuelta al ruedo al cornudo; entonces sí Ochoa a recorrer el anillo, una vuelta al ruedo la dio acompañado del hijo del criador de toros de lidia...

La Oreja de Oro se concede por aclamación popular. En este día, la concurrencia a la Plaza Monumental, que hizo una entrada cercana al lleno, decidió que el trofeo era para el michoacano avecindado en Aguascalientes, Fernando Ochoa.

El festejo de hoy. 13ª corrida de feria: 6 de La Venta del Refugio para Antonio Barrera, Fabián Barba y Mario Aguilar.

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