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domingo, 2 de febrero de 2025

Sobre la involución del concepto de bravura y la permanencia de la fiesta


Vivimos en estos tiempos, como aficionados a la tauromaquia, tiempos complicados por la prevalencia y la imposición de las ideas que, derivadas de las creencias generadas por el culto woke que preside la vida cultural, académica y política que nos rodea, ha provocado una serie de acciones y actitudes buenistas hacia las cosas y hacia los animales que nos rodean, elevándolos a categorías que terminan equiparándolos a los seres humanos, adjudicándoles derechos por la vía legislativa – sin entender que éstos son siempre anteriores a las personas – y creando situaciones que afectan a la vida y a la cultura de los pueblos.

En el caso de la fiesta de los toros, el meollo del asunto se ubica en una cuestión principalmente semántica, pero que en el discurso es utilísima para aquellos que se oponen – casi siempre desde la ceguera que produce el desconocimiento – a la tauromaquia, porque la diferencia entre lo que es cruel y lo que es cruento no es de mero grado, sino de auténtico fondo. La fiesta de los toros es cruenta porque en ella se vierte sangre, de los toros, pero también de los toreros. Jamás será cruel, porque no se infringe daño alguno, por el mero placer de hacerlo. La cirugía es cruenta, pero no es cruel; en cambio, la guerra es cruenta y cruel al mismo tiempo. Así, el mero uso inapropiado de un término, permite a quienes ignorantemente vociferan en contra de la fiesta, captar audiencias y convencerlas de algo que carece de sustento alguno.

La fiesta sin sangre o los toros del velcro

Hace un par de semanas leía una entrevista que hacía Leonardo Páez en su tribuna del diario capitalino La Jornada a Francisco Terán, cronista taurino de muchos años y entre otras cuestiones, afirmó:

Creo que al quitar la sangre del toro en el ruedo – morirá como sea y donde sea, pero no a la vista –, no se está quitando la esencia del toreo sino una de sus esencias; hoy, el arte del toreo es algo más que dar muerte a los toros a estoque. Las generaciones futuras de aficionados no van a querer la sangre del toro en el ruedo, sino eventualmente la del torero. Entonces, no hay que pensar sólo en lo que hoy nos gusta, sino en las preferencias del público futuro, siempre y cuando, claro, se efectúe una eficaz capacitación mediática que abone en el retorno de la ortodoxia…  (La Fiesta en Paz, 19 de enero de 2025)

Me preocupa sobremanera lo que afirma Paco Terán. La sangre que vierten los toros producto de las suertes de varas y del segundo tercio, no es una de las esencias del toreo, sino en el caso de la lucha del toro ante los picadores, es prácticamente la esencia de la tauromaquia. Parece olvidarse el entrevistado, que la fiesta es de toros, que tiene por objeto el valorar la bravura del que sale al ruedo y que esa valoración, esencialmente, es justamente en la suerte de varas.

La justipreciación de la bravura

Afirmaba con firmeza hace unos cuantos días el ganadero Francisco Javier Araúz de Robles, en una tertulia con la Asociación El Toro de Madrid, que la bravura del toro de lidia se mide en la suerte de varas. Esa reiteración que hace el ganadero, la explicó así en su día Domingo Ortega, en su célebre conferencia La Bravura del Toro, pronunciada en 1960 ante la peña Los de José y Juan:

En la suerte de varas está el problema de la bravura del toro. Si no fuese por esta razón, Portugal, donde no se matan los toros en la plaza, tendría los más bravos del mundo porque pueden emplearlos como sementales después de ver el resultado de su lidia. Pero como tampoco se pican, se quedan sin saber cuál es el auténticamente bravo, lo único que pueden ver es cuál es el más cómodo para el torero, pero eso no es la auténtica bravura... Es en la suerte de picar cuando el toro la demuestra, lo que pasa es que después de esa suerte el noventa por ciento de los toros empieza a defenderse con menos peligro porque les queda menos fuerza. Pero cuando sale el toro bravo sigue embistiendo con la misma intención, que es la de atacar, no la de defenderse...

La lidia girará siempre alrededor de la bravura del toro, porque dependiendo de sus condiciones el diestro tendrá que plantear su hacer delante de él, y la única manera de conocer esa manera de establecer su estrategia, será conociendo si su adversario es o no bravo. 

Por su parte, Carlos Urquijo, quien encabezara una de las ganaderías más emblemáticas de España durante muchos años, refiere lo siguiente acerca de la suerte que es el fiel de la bravura del toro:

Lógicamente el toro debe adaptarse, conservando su pujanza fundamentada en el tronco de su procedencia, pudiéndolo reconocer en la plaza, aunque careciera de hierro y divisa… Se ha pedido respeto para el toro grande, en detrimento del respeto al toro bravo… Ennoblezcamos el arte de picar. Ese tercio debe reformarse, es factible y conveniente. El toro que por su condición de bravo humille ante ese muro pierde toda posibilidad de embestir. No lo convirtamos en un títere. Si así fuese, cada vez surgirán más argumentos agnósticos que negaran la justificación de su existencia… (El País, Madrid, 5 de abril de 2024)

Entonces, la suerte de varas, además de ser el medio de calibrar la bravura del toro, resulta ser un medio por el cual, ejecutada conforme lo señalan los cánones, se le demuestra respeto al toro, permitiéndole exhibir su fuerza, su pujanza y sus verdaderas condiciones de lidia. La reforma que menciona Urquijo, debería consistir, entiendo, en la utilización de caballos más ligeros y de petos menos tiesos y voluminosos que permitan al toro una pelea más equitativa, para así evitar la descarada simulación que hoy se hace, convirtiendo la suerte de varas en un mero trámite.

El toro del futuro

La pasada semana se celebró en las Islas Azores el IV Fórum Mundial de la Cultura Taurina. Entre las varias cuestiones que allí se trataron, una que me llamó la atención y que fue la que me llevó a garabatear estas notas, fue la relativa al toro del futuro. Entre otras cuestiones, en su participación el ganadero portugués Joaquim Grave afirmó al respecto:

El toro del futuro ya está en el campo, y coincido con mis compañeros de mesa y reconozco la gran labor llevada a cabo por todos los ganaderos en las dos últimas décadas, que han diseñado un toro más completo y bravo que nunca. Considero que la bravura es una total entrega ante los engaños que se ha conseguido con muy concretas mejoras genéticas en cuanto al físico y al comportamiento del animal…

La bravura concebida como una total entrega ante los engaños, prescinde de los conceptos clásicos y tradicionales de lo que la bravura es. En consecuencia, parece que ya al ganadero del futuro ya no le preocupa calibrar de esa manera si sus toros son bravos, sino saber únicamente si pueden engullirse muchos muletazos. Escribió don Luis Fernández Salcedo:

Mira Ramón: nada de varas, caídas, etc., porque todo esto ha pasado a la historia. Dinos en el telegrama qué tal han resultado los toros; pero, sobre todo, cómo han quedado los toreros, que, al fin y al cabo, esto es lo que se refleja en el libro de Caja, y aquello en el historial, libro muy pesado ya de manejar en nuestros días y en el cual, te aseguro, que muchas veces no sé qué poner… (Relatividad de la bravura, o mañana será otro día, en Tres ensayos sobre la relatividad taurina, 1948)

La bravura, en su recto sentido, hoy ha pasado a segundo término. Lo que como tal se conceptúa, es la capacidad del toro para repetir embestidas en el último tercio. Así lo predecía José Alameda hace 40 años:

...ese toreo exigirá otro tipo de toros. Y los tendrá. Los ganaderos se los darán. Y el toreo de muleta acabará por comerse a la suerte de varas, que quedará relegada al papel de simple tramoya, a su servicio... (Historia Verdadera de la Evolución del Toreo, 1985, Pág. 29)

El llamado toro del futuro parece estar predeterminado para las llamadas corridas incruentas o del velcro. La noción justa y clásica de la bravura ha involucionado a eso y va a quedar archivada en las crónicas de prensa y en los libros, pero al paso que llevan las cosas y con la evidente aquiescencia de las fuerzas vivas del toreo, todo apunta a que ese es el destino y probablemente el final de una tradición cultural de todos los pueblos hispanos. 

Coda: la muerte del toro ha de ser en el ruedo

Ya apuntaba Paco Terán que el toro, en una fiesta con sangre o sin ella, habrá de morir. Y también anotaba el Padre Cué en alguno de sus ejercicios poéticos, que el toreo es un juego de tres: del toro, el torero… y la muerte, a veces la del torero, a veces la del toro. Hogaño, pareciera que para dar un lavado de cara al toreo, se promueve el indultismo, con la finalidad de demostrar a los que no gustan de esta fiesta, que el toro también tiene oportunidad.

Esa no es una vía más que para propiciar el descastamiento del toro. Vuelvo a citar a Carlos Urquijo en algo interesantísimo que declaró a Alfonso Navalón:

...muchos toros indultados en la plaza por bravos, después de tomar tres puyazos superiores, son luego malos sementales en el campo... Por eso soy partidario de la tienta de machos. Por eso te dije hace cinco años que la mayor vergüenza de un ganadero es que le indulten un toro en la plaza, porque es señal que no lo ha sabido ver en el campo... Porque cuando se manda un toro a la plaza es porque no sirve para semental... (En Viaje a los toros del sol, 2005)

Así pues, no se trata de convencer a nadie de que los aficionados y profesionales de la tauromaquia somos buenas personas. Con conservar su esencia en puridad, creo que basta. No hay que quedar bien con los de fuera, primero habrá que limpiar la casa. Lo demás, llegará por añadidura. Y agrego para terminar, esto último será una auténtica tarea de romanos.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son obra imputable únicamente a este amanuense, porque no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 5 de febrero de 2023

Hace 90 años: David Liceaga e Ilustrado de Villamarta

El Eco Taurino
23 de marzo de 1933
La temporada 1932 - 33 en El Toreo de la Condesa constó de 22 corridas de toros. Inició el 22 de octubre de 1932, con un festejo en el que actuaron Pepe Ortiz, Cagancho y Alberto Balderas ante toros de La Laguna y terminó el domingo 16 de abril de 1933.

El elenco de toreros para ese ciclo anual, se compuso con Fermín Espinosa Armillita (10), Alberto Balderas (10), Jesús Solórzano (9), Pepe Ortiz (6), David Liceaga (6), Luciano Contreras (4), Heriberto García (3), Luis Castro El Soldado (2) y Paco Gorráez (1), así como con los españoles Joaquín Rodríguez Cagancho (9), Luis Gómez Estudiante (5), Victoriano La Serna (4) y Francisco Tamarit Chaves (1).

Los toros procedieron de las ganaderías nacionales de La Laguna (36), San Mateo (20), Piedras Negras (18), La Punta (15), Torrecilla (13), San Diego de los Padres (9), Coaxamalucan (7), Zacatepec (7), Rancho Seco (6), Zotoluca (6) y Atenco (1) y de las españolas Carmen de Federico (6) y Marqués de Villamarta (6).

Durante esta temporada se entreveró una novillada el 6 de enero en la que actuaron Jorge Álvarez, Agustín García Barrera, Jesús González El Indio, Manuel Molina, Liborio RuizEduardo Solórzano, Ricardo Torres y Edmundo Zepeda, ante novillos de Ayala y Zotoluca y en la corrida final de la temporada, Ricardo Torres mató como fin de fiesta un novillo de Ajuluapan.

La 15ª corrida de la temporada

El 5 de febrero de 1933 se celebraría el décimo quinto festejo del serial 1932 - 33. Para actuar el él se anunció a Joaquín Rodríguez Cagancho, David Liceaga y Luis Gómez Estudiante y la presentación en la mayor plaza mexicana de la ganadería española del Marqués de Villamarta, propiedad del titular del marquesado, don Álvaro Dávila y Agreda, con su divisa verde botella y oro viejo.

Los asistentes a ese festejo serían testigos de un hecho casi inusitado en la historia del coso de la colonia Condesa, pues se le perdonaría la vida a un muy bravo toro del encierro lidiado esa tarde. 

El único antecedente que existía en El Toreo era el del toro Bonito, de Arribas, allí lidiado el 16 de febrero de 1908, llegado a la plaza para la temporada anterior, pero en tan mal estado, que tuvo que permanecer en los corrales hasta la siguiente, al cuidado del guardaplaza Miguel Bello quien prácticamente lo domesticó e incluso consiguió que permitiera que otras personas se acercaran a él. Son famosas las imágenes publicadas en la prensa de la época, donde la vedette María Conesa está acariciándole la testuz, en medio de los corrales de la plaza.

El encaste Villamarta

Don Álvaro Dávila y Agreda forma su ganadería en el año de 1914 con diversas ramas del tronco VistahermosaMurube, Urcola y Parladé – y agregados vazqueños de Medina Garvey, que con repetidos cruces dan lugar a lo que hoy en día se reconoce como un encaste propio.

En la actualidad, mantienen esta sangre los hierros de Salvador Guardiola, Fidel San Román y muy señaladamente los de Carlos Núñez y Alcurrucén.

Su capa es fundamentalmente negra con algunos accidentes como girones, calzados, bragados o luceros y son toros algo más cuesta arriba, muy finos y estilizados, de empuje y temperamento, enrazados y encastados.

La tarde del 5 de febrero de 1933

Ante la ausencia de crónicas sustanciales del festejo, quedan las gacetillas de prensa únicamente. Ellas refieren que la corrida fue inenarrable y que Cagancho estuvo precisamente en Cagancho y que dejó ir a un gran primero de la tarde, Rompelindes, al que no quiso ni ver.

Por su parte, Estudiante, ante el tercero, Bergantín, tuvo buen lucimiento y lo despachó de una extraordinaria estocada, obteniendo una aplaudida oreja.

David Liceaga, por su parte, ante el quinto, nombrado Ilustrado – la brevísima relación de El Siglo de Torreón dice El Ilustrado – realiza una faena en la que despliega toda la tauromaquia que llevaba dentro de la cabeza y se tira a matar, señalando un pinchazo en lo alto. 

Intenta reparar su fallo, volviendo a pasar de muleta y es cuando la concurrencia empieza a pedir el indulto, mismo que es concedido a juicio de la autoridad.

Vuelto el toro a los corrales, David Liceaga es llamado a dar una vuelta al ruedo entre aclamaciones.

El destino de Ilustrado

Normalmente, cuando un toro de una ganadería extranjera es indultado, de no mediar pacto previo en contrario, al regresar a los corrales, debe ser inmediatamente sacrificado. En esta oportunidad, seguramente surgieron distintos interesados en adquirirlo como reproductor para sus ganaderías, porque en la portada del número del semanario El Eco Taurino, de don Armando de María y Campos aparecido el 23 de marzo de 1933, aparece la siguiente información:

El toro indultado de Villamarta fue adquirido para Queréndaro. El señor don Emilio Huerta Corujo adquirió, en su calidad de mejor postor, la propiedad del toro “Ilustrado”, de Villamarta, que fue indultado por el público, por bravo, por codicioso, por pastueño y por noble, en la corrida del cinco de febrero del presente año.

La subasta tuvo lugar, con arreglo a la Ley, en el Consulado General de España, y las autoridades españolas y mexicanas que la presenciaron se preocuparon porque se cumpliesen exactamente las disposiciones que para la adquisición del famoso toro había dado el ganadero español señor Marqués de Villamarta.

La adjudicación fue hecha con apego absoluto a la Ley, y desde ese día el señor Huerta Corujo, propietario de la ganadería de Queréndaro, es el dueño del toro “Ilustrado”.

Así pues, ese toro pasó a formar el pie de simiente de esa ganadería michoacana, que fue formada inicialmente con ganados de Quiriceo de origen Parangueo y Gamero Cívico y después agregados con vacas y sementales de Campos Varela, estos últimos de encaste Parladé

Emilio Huerta Corujo

Era de nacionalidad española, nació en Oviedo en 1888. De acuerdo con la documentación existente en el Archivo General de la Nación, llegó a México por el puerto de Veracruz en el año de 1900. Entre otras actividades fue presidente del Casino Español y empresario ocasional de El Toreo de la Condesa

Adquirió la hacienda de Queréndaro en Michoacán en 1929, lugar en el que se dedicó a la crianza de toros de lidia. A partir de 1934, su propiedad fue afectada en múltiples ocasiones por la Reforma Agraria, por lo que decide dejar de ser ganadero, enajenando la mayor parte de su ganado de lidia a don Maximiano Chávez, que funda su hierro de Santa Marta, entre esa enajenación iba precisamente el toro Ilustrado

Falleció en la ciudad de México el 5 de junio de 1959. Hasta donde pude averiguar, no dejó descendencia, y en la actualidad existe la fundación de beneficencia que lleva su nombre, dedicada a apoyar a otras instituciones de auxilio a los necesitados.

Corolario

Hace una docena de años, escribió mi amigo don Horacio Reiba, a propósito de un indulto en la Plaza México:

Tan ajena era la idea de indultar toros – y cuidado que si algo abundaba era el poder y la bravura – que, en 40 años de vida de El Toreo de la Condesa, apenas dos casos se registraron, ambos de toros españoles (“Bonito”, de Arribas, en 1908 y bajo circunstancias muy especiales), e “Ilustrado”, de Villamarta, el 5 de febrero del 33, sin que David Liceaga alcanzara más honores que la vuelta al ruedo, al considerarse absurdo premiarlo con los apéndices de un animal al que no había dado muerte…

Eso lo escribió don Horacio cuando se produjo el indulto número 26 en la gran plaza. Ya llevamos 35, y por las razones de sobra conocidas, no puedo afirmar que seguimos contando.

Termino citando a don Carlos Urquijo, que lapidariamente se pronunció en contra del indulto de los toros en la plaza y se manifestó a favor de la tienta en la plaza de la ganadería:

La experiencia demuestra que un toro muy bravo en tres puyazos puede cantar la gallina en el cuarto, y sobre todo a partir del quinto. Por eso, muchos toros indultados en la plaza por bravos, después de tomar tres puyazos superiores, son luego malos sementales y no sirven para padrear. El ganadero debe ver los toros en el campo y no en la plaza, donde los pican pocas veces en su sitio y casi nunca a la distancia conveniente. Por eso soy partidario de la tienta de machos. Por eso te dije hace cinco años que la mayor vergüenza de un ganadero es que le indulten un toro en la plaza porque es señal que no lo ha sabido ver en el campo. Y sigo diciéndote que, si a un toro mío le perdonan la vida, soy capaz de cortarle la cabeza antes de echárselo a las vacas. Porque cuando se manda un toro a la plaza es porque no sirve para semental...

Yo estoy de acuerdo con lo que expresó en su día don Carlos Urquijo. Y ahora sí, hasta el próximo domingo.

Aviso Parroquial: Los números entre paréntesis que siguen a los nombres de los toreros y de las ganaderías que participaron en la temporada 1932 - 33 de El Toreo de la Condesa, se refieren respectivamente al número de actuaciones que tuvieron y al número de toros que lidiaron en ella respectivamente.

Aldeanos