Mostrando entradas con la etiqueta José Ramón Tirado. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta José Ramón Tirado. Mostrar todas las entradas

viernes, 31 de marzo de 2023

31 de marzo de 1963: Paco Camino y los berrendos de Santo Domingo


Paco Camino
llegó por primera vez a México durante la temporada 1961 – 62 para hacer campaña en nuestros ruedos. Junto con él llegaron a confirmar sus alternativas Mondeño, Santiago Martín El Viti, Diego Puerta, Joaquín Bernadó y Curro Romero. Cada uno de ellos tuvo un impacto y una permanencia distinta en nuestra afición y en nuestras temporadas, aunque todos se labraron su propia historia y su propia leyenda entre nosotros.

El cierre de la temporada 1962 – 63 para Paco Camino es el que viene a marcar lo que quizás represente la cota más alta de su presencia en nuestras plazas. El ciclo de corridas en la capital mexicana se celebró en las dos plazas de toros que en esas fechas existían en la zona urbana de la Ciudad de México, la Plaza México y el Toreo de Cuatro Caminos – que territorial y administrativamente se ubicaba en el Estado de México – y en ese lapso de tiempo tuvo ocasión de actuar en ambos ruedos, aunque en números, su presencia en el coso cuatrocaminero era mayoritaria si consideramos que en su primera incursión a nuestros ruedos, la temporada anterior, su presencia en la Capital de la República fue exclusivamente en ese desaparecido coso.

La corrida y su preámbulo

La temporada se había dado de una manera espléndida para el ya llamado Niño Sabio de Camas. El 27 de enero de 1963 cortó el rabo al toro Novato del Ingeniero Mariano Ramírez en la Plaza México. Ya trasladada la temporada a El Toreo, la noche del miércoles 27 de marzo, en la Corrida de la Oreja de Oro, había realizado una importante faena a un toro de Pastejé, de regalo, llamado Catrín, al que solamente cortó una oreja por un desastroso manejo de la espada, pero al apéndice sumó seis apoteósicas vueltas al ruedo.

En ese ambiente se anunció para el domingo 31 de marzo de 1963 la despedida de Paco Camino de la afición mexicana, dado que retornaría a España para iniciar su campaña en las plazas de su patria. El cartel que la empresa ofrecía se formó con toros de Santo Domingo para Juan Silveti, José Ramón Tirado y Paco Camino. La corrida de los señores Labastida tenía la particularidad de que los seis toros eran de pelo berrendo aparejado. Además, el festejo sería televisado – como todos en aquellos días – en abierto a todo el país.

El hecho de que el festejo fuera televisado permitió que lo sucedido en él adquiriera una mayor trascendencia. La posibilidad de presenciar en la plaza o a través de las pantallas lo que en el ruedo sucedía permitió a cada aficionado formarse su propio criterio de lo allí sucedido.

El ambiente de esa tarde

La crónica de don Alfonso de Icaza, Ojo, en El Redondel, salido a los puestos la misma noche del festejo, en su preámbulo, refiere:

Otra magnífica entrada debida especialmente a dos causas: la faena cumbre de Paco Camino en la corrida nocturna del miércoles y la preciosa estampa de los seis toros berrendos de Santo Domingo, que se desencajonaron hace ocho días... El público pensó y con razón: si hay toros y hay toreros, vale la pena ir a la plaza de Cuatro Caminos a presenciar una gran corrida...

Así pues, todo estaba servido para que se viera una tarde de toros de esas que nunca se olvidan.

La muy redonda actuación de Paco Camino

Tengo a mi alcance tres crónicas de la corrida. La primera, aparecida en el hoy extinto diario Novedades de la Ciudad de México el 1º de abril de 1963 y obra del que en esas fechas era su cronista titular Carlos León. Está, como era acostumbrado, redactada en forma epistolar y dirigida al entonces Secretario de Educación Pública, don Jaime Torres Bodet. De ella extraigo lo siguiente:

Junto a Camino, los toreros son catecúmenos. Enseñó a embestir a dos berrendos y cortó cuatro orejas y un rabo. Silveti y Tirado resultaron alumnos reprobados frente al talento taurino del sevillano…  
Aunque en México ya no exista una escuela taurina – tan olvidada, que es de urgencia darle una manita para restaurarla –, es evidente que no por fortuita coincidencia tiene usted de secretario particular a un culto cronista taurino como Rafael Solana, autor de “El Crepúsculo de los dioses”, que anticipó el ocaso de nuestros astros, dramaturgo de un “Debiera haber obispas” que ha de ser la obra favorita de “Mondeño”, o novelista de “Las islas de oro” en las cuales, según las fábulas, los piratas gambusinos encontraron la muleta que se adjudicó a Capetillo… Además señor ministro, su agudo secretario ha revelado al ático ingenio en “Trata de muertos”, “La música por dentro” o “Los santos inocentes”, donde su recopilación de cuentos adquiere más justas proporciones taurófilas, en una fiesta donde nuestra literatura de toros está tan pródigamente llena de cuentistas. 
“Magister dixit”. – Claro es que usted, UNESCOnocido como patriarca de la enseñanza, sabe de sobra que la pedagogía se originó en el hecho de que, en la antigua Grecia, pedagogo era el que conducía a los niños a la escuela. Y mire usted lo que son las cosas: ahora es un niño – el genial infante de Camas – el que toma de la mano a los grandes analfabetas de la lidia, para mostrarles el camino hacia la Escuela de Tauromaquia de Sevilla que fundó el conde de la Estrella… Y sin embargo es curioso: Paquito no aspira a ser el Pestalozzi de las verónicas, ni el Spencer de las chicuelinas, ni el Horacio Mann de los naturales, ni mucho menos el Froebel o el Condorcet que dicte pragmáticas para la pureza de las estocadas… Paquito tampoco anda, como Locke, hablando de “Some Thoughts Concerning Education”, Paquito – sevillano como don Juan Belmonte García, a quien Dios tenga en su santa gloria – no sale en plan de catedrático a decir de los catecúmenos: “Hay que torear así”, sino que simplemente demuestra: “El toreo es esto”. Y el que quiera que lo haga… si puede… Además sería tiempo perdido si nuestros escolapios de coleta, que a sus años siguen en el “kínder”, cuando el niño sevillano ya es universitario, trataran, tardíamente, de aprender la lección. Hay cosas que no se aprenden y que se nace con ellas. Por allí anda una película de gran éxito de taquilla, intitulada “Lo que los amantes deben aprender”. Durante dos semanas y más semanas, las curiosas parejas de enamorados han abarrotado la sala, creyendo que van a salir convertidos en Casanovas de Bondojito, Rubirosas de Iztapalapa o Mesalinas de Peralvillo. Pero, ¡sí Chucha! Con lo que allí enseñan de arrumacos, roncería y soflama, los que esperaban encontrarse con la versión fílmica del “Arte de amar” de Ovidio, salen más ignorantes que si esa asignatura amatoria la hubieran cursado en el colegio de monjas de Tecoyotitla… Paquito, en suma, no es un dómine que haya tratado de alfabetizar a nuestros diestros reprobados, que ya no pasan de año ni a título de suficiencia. Pero ha logrado otro milagro mejor: hacer que los espectadores abran al fin los ojos a la realidad y entiendan lo que es un torero y lo que es el toreo. Ahora, por muchas leyendas que le cuenten, nuestro público ya nunca más volverá a dejarse engañar con tontas consejas de fantasmas. 
Cuatro orejas y un rabo para el torero cumbre de la época. – Seguramente se queda uno corto al afirmar que Paco Camino es la figura impar del momento presente, pues tal vez pudiera llegarse a la afirmación de que así no se había tenido nunca. Aún estaba imborrable su trasteo maravilloso del miércoles anterior – aquel tan rutilante como las gemas de María Félix – cuando en esta tarde ha cuajado dos faenones inconcebibles que no los iguala ni supera nadie… Dos faenas diferentes. El primero, jugándose la vida, exponiendo temerariamente, arrancando a la fuerza el trasteo a un toro que se negaba a colaborar con el niño prodigioso. Porque hay una circunstancia tan notable como insólita. Los lidiadores se habían dividido siempre en tres categorías: los dominadores, los artistas y los valientes. Pero de pronto, en este chaval milagroso se funden las tres cualidades. Y, junto a una sapiencia increíble, brota el primer artista que es valiente, sin perder por ello su calidad artística… En ese trasteo a “Gladiador”, Paquito se rifó el pellejo y logró un impresionante conjunto de muletazos espartanos, de estoicismo ejemplar, para rubricar su bravía labor con el estoconazo fulminante y tumbarle un par de orejas a bicho de Santo Domingo… Con el sexto y último, que además era el toro con el que se despedía de México, Paco Camino estuvo en gigante y en coloso. “Traguito” era un burel sin malas ideas y de buen estilo, pero se iba suelto de los muletazos, sin celo ni codicia alguna para el engaño. Pero el niño catedrático, que no pierde el tiempo en enseñar a torear a nuestros toreros, sí se mostró como un maestro para enseñar a embestir al toro. Y el berrendo que se iba suelto, empezó a seguir el círculo mágico que el niño sabio le mostraba en esos muletazos preparatorios. A los pocos instantes el milagro se había consumado y “Traguito” embestía dócil y amaestrado ante el imperio de la muleta poderosa. Vino entonces el faenón antológico, el poderío muleteril de quien dejó allí, como postrer recuerdo, una hazaña imperecedera, coronada soberbiamente con nuevo estoconazo. ¡Y la locura! Las dos orejas y el rabo, la salida a hombros, los paseos triunfales que acabó compartiendo con los ganaderos Labastida y la confirmación de que con Paco Camino no puede nadie… 
Mientras tanto, como intelectuales, celebramos el advenimiento del toreo franciscano, que es la forma de torear de Francisco Camino. Pues el franciscanismo es todo un estilo de pensamiento, de literatura y de arte, que lo mismo dio filósofos y teólogos de la talla de San Buenaventura o de Raimundo Lulio, que políticos como el cardenal Cisneros o pontífices como Sixto V. Faltaba un torero, y ya surgió… Solo me resta expresarle mis deseos de que usted pueda lanzar un libro gratuito para desasnar a nuestros toreros que, en vez de las orejas de los toros, sólo merecen las de burro con que se señala a los ignorantes. Y acepte un cordial saludo de Carlos León.
La segunda de las crónicas aparece firmada por Pepe Luis en el diario El Informador de Guadalajara y de allí destaco lo siguiente:

Paco Camino, español, se despidió esta tarde del público mexicano, logrando un triunfo de apoteosis. Brillantes verónicas dio al tercero. Aplausos. Gran faena. De mucho mérito. Muletazos suaves por bajo, enseñando a embestir al toro, que llegó tardo al último tercio. Insistiendo mucho logró varias tandas de naturales rematadas soberbiamente con el de pecho entre aclamaciones. Derechazos de larga dimensión, lasernistas y cambios de muleta por la espalda. Estocada buena… Los tendidos se cubrieron de blancos pañuelos y al grito de ¡torero, torero!, se le otorgaron las dos orejas y dio dos vueltas al ruedo y saludó desde los medios… Al son de "Las Golondrinas" veroniqueó estupendamente al sexto. Ovación y música. Faenón de antología, principiando por enseñar al toro a embestir con suaves muletazos por bajo. Fue intercalando series de derechazos y naturales templadísimos, algunos circulares, enmedio del delirio del público que no se cansaba de aclamarlo y de gritarle ¡torero, torero!, la destacada serie tuvo como remate el pase de pecho… Antes de que entrara a matar estaban los tendidos cubiertos de albos pañuelos. Estocada entrando a ley. Ovacionaza, orejas y rabo, vueltas interminables a pie y a hombros, el grito entusiasta del público de ¡torero, torero!, la despedida del diestro sevillano Paco Camino constituyó un grandioso triunfo para el torero y el empresario, siendo inolvidable para el público que no quería abandonar el coso.
La tercera es la ya invocada que firmó Ojo para su semanario El Redondel. Es la más inmediata y la menos rebuscada literariamente, porque en la forma que la hacía, dictándola a su redacción por teléfono, según iban ocurriendo los acontecimientos, poco lugar dejaba para el alambicamiento o la creación. Al contar lo que sucedió en el sexto de la tarde, entre otras cosas, dice:

Paco Camino brinda a todo el público, que lo ovaciona y ordena a sus peones que se retiren, dejándolo solo. Hay toro y hay torero y por lo tanto esperamos que la despedida del niño sabio de Camas sea sonada... Muletea por abajo, hasta hacerse de su enemigo, pero éste se aploma y se va en ocasiones, lo que no es obstáculo para que Paco corra la mano con primor en tres magníficos derechazos, que remata con un gran pase de pecho. Ovación y música... A continuación, nos recuerda Paco a Guadalajara, donde enseñó a embestir a su enemigo; lo propio hace con este “Traguito”, al que no se le despega de la cara. Después viene el bien torear, naturales extraordinarios, ligados con el de pecho, y con la plaza convertida en un manicomio, sigue bordando Paco con la franela, dando ahora derechazos de maravilla... Imposible describir lo que estamos viendo. Los naturales se suceden, los de pecho quedan ahí para ver quién los mejora, y mientras todo el mundo agita pañuelos, la música toca nuestras simbólicas “Golondrinas”. Derechazos de tres vueltas, quien sabe cuántos alardes más y como despedida, una estocada un poquitín trasera, que, con la ayuda de los capotes, hace doblar ... ¡El acabose! Miles de pañuelos en los tendidos, gente que se baja al ruedo a abrazar al diestro, concesión de las dos orejas y el rabo y salida triunfal de la plaza en hombros, enmedio de un entusiasmo indescriptible... Paco Camino, con sus últimas hazañas se ha hecho el año de México, como lo será de España, si Dios no dispone otra cosa... Hoy por hoy nadie puede disputarle el número uno... La ovación final que le tributó el público mexicano, fue interminable y no nos extrañaría que durara hasta que este número salga a circulación.
Si se compara lo escrito por don Alfonso de Icaza con lo que los videos nos han dejado para la posteridad, veremos que su recuento es bien, pero bien ajustado a la realidad de los hechos.

El resto del festejo y lo que después vendría

Juan Silveti y José Ramón Tirado tuvieron una tarde que podríamos calificar de aciaga, pues al segundo toro del lote de cada uno de ellos – Andasolo (4º) y Marquesito (5º) – se les premió con el arrastre lento y ambos diestros resultaron abroncados tras de su lidia. Al sexto, Traguito, también se le premió con la vuelta al ruedo, pero entre las protestas de la concurrencia.

Paco Camino volvería a tierras mexicanas el mes de junio de 1963 a cumplir con tres compromisos en la frontera Norte – 2 en Tijuana y uno en Ciudad Juárez – y al año siguiente realizaría una campaña de veinticuatro festejos, para completar los cincuenta y uno – 23 de ellos en la Ciudad de México – que sumaría en esa primera etapa de su paso por nuestras plazas, dado que una vez completado ese ciclo del año 64, se alejaría de nosotros por circunstancias extrataurinas hasta el año de 1976, cuando reaparece en la plaza Santa María de Querétaro y que culminaría dos años después con su despedida de nuestros ruedos en la Plaza México, alternando con Manolo Martínez y Eloy Cavazos en la lidia de toros de Mimiahuápam, en una corrida que fue transmitida por televisión a España y a México y en la que no tuvo suerte.

En video

En la internet he podido encontrar la faena de Paco Camino a Traguito en esta ubicación emotivamente narrada por José Alameda y esta otra versión interesante, filmada por un aficionado en 8mm, en color y convertida a vídeo, aunque no refleja la faena completa al toro Gladiador, tercero de la tarde, que pueden ver aquí.

Aviso parroquial: Hace 10 años publiqué por aquí mismo una primera versión de estos recuerdos, misma que pueden consultar en esta ubicación.

domingo, 15 de enero de 2023

13 de enero de 1963: Diego Puerta corta cuatro orejas en su segunda tarde en la México


Hace seis décadas se vivía un profundo ambiente en México dentro de la fiesta de los toros. Se podía hablar y escribir libremente acerca del tema, con el respeto de quienes no tenían afición por ella y la reciprocidad de los que sí eran aficionados. Fueron días en los que una tradición casi religiosa, era el dedicar la tarde del domingo a asistir a la plaza de toros. No es mi imaginación la que construye esa afirmación. Al abrir la crónica del festejo que hoy me tiene aquí, don Alfonso de Icaza Ojo, en su semanario El Redondel, hace el siguiente aserto:

Cero y van seis los llenazos que se han venido sucediendo en esta temporada… El público se alborota por una u otra causa: acude presurosamente al coso; colma su cupo; se divierte a sus anchas y sale comentando los resultados de la corrida, que le sirven de conversación durante toda la semana… En otras palabras, más breves desde luego: México está metido en toros…

Hoy el ambiente social se inunda de los comentarios que organizadamente – muy bien organizada – vierten en contra de la fiesta en sí y en contra de quienes tenemos afición por ella, grupos de personas con intenciones nada claras y evidentemente, con un financiamiento que roza las lindes de lo inconfesable. En estos días, ser aficionado a la fiesta de los toros resulta ser una especie de estigma que nos convierte, ante los ojos de algunos, en verdaderos parias.

Por otra parte, habrá que reconocer que en aquellas calendas, quienes llevaban los asuntos de los toros, parecieron tener mejores intenciones y mucha más imaginación que los de hogaño. La oferta que transmitían al público para invitarlo a asistir a las plazas era intrínsecamente atractiva, pocas dudas se tenían sobre la asistencia a los festejos, porque los carteles ofertados destacaron, en su mayoría por su redondez.

Así se construyó una sólida afición que tenía, insisto, casi de una manera religiosa, el gusto por asistir a las plazas. Hoy ante cualquier anuncio, casi siempre hay una señal en los carteles que nos pone a dudar sobre asistir o no. ¿Recuperaremos alguno de estos días ese interés que parece cosa de tiempos idos?

La sexta corrida de la temporada 62 – 63 

El doctor Alfonso Gaona aprovechaba las cartas que tenía contratadas y las barajaba con destreza a partir de los resultados que los diestros iban generando en sus actuaciones, de modo tal que domingo a domingo, tuviera un reclamo convincente para seguir haciendo a la afición presentarse en las taquillas primero y en la plaza después. El día de año nuevo había confirmado su alternativa un jovencito sevillano llamado Diego Puerta y en esa tarde materialmente se echó a la bolsa al cónclave de la capital mexicana. Así, un par de domingos después, lo repitió y lo arropó con dos toreros mexicanos de distintas hechuras, pero de gran atractivo: Alfredo Leal y José Ramón Tirado. Para ese redondo cartel de toreros, puso un encierro de Tequisquiapan, ganadería queretana que estaba en la punta de la ola.

A pesar del reciente triunfo de Diego Puerta, la concurrencia se abrió más hacia sus paisanos. Escribe de nueva cuenta Ojo, en el número de El Redondel salido el 13 de enero de 1963, día de la corrida a la que me refiero:

Hoy se lidian seis de la prestigiada ganadería de Tequisquiapan, propiedad de don Fernando de la Mora, y están encargados de despacharlos Alfredo Leal, José Ramón Tirado y Diego Puerta… Hay palmas a la hora del paseo, pero menos entusiastas que otras veces. ¿Por qué? Al fin se aplaude a Alfredo Leal, que saluda desde el tercio...

El llamado Príncipe del Toreo se llevó la ovación de apertura y sería prácticamente la única que conquistaría en la tarde, pero el corolario aquí, es que la afición mexicana arropaba e impulsaba a sus paisanos toreros.

El gran triunfo de Diego Puerta

En esta tarde de hace seis décadas, Diego Puerta asegundó lo realizado en su tarde de confirmación. Salió en hombros de la plaza con cuatro orejas en la espuerta, tarea que refleja, en la opinión externada por Ojo el día de la confirmación del diestro del barrio de San Bernardo, en cuanto al valor de las orejas en la capital mexicana: …para obtener un apéndice en la plaza “México” hay que hacer cosas extraordinarias…

El primero de su lote se llamó Tortolito y fue negro con bragas. No fue un toro de esos de entra y sal. Más bien tuvo sus complicaciones, puesto que prácticamente al salir del segundo puyazo – con tumbo de latiguillo y toda la cosa – se dedicó a gazapear y a meter en conflictos a los encargados del segundo tercio. Carlos León, desde su tribuna del diario Novedades, en crónica epistolar dirigida a la actriz mexicana Dolores del Río, reflexiona lo siguiente:

…mérito tuvo su primera labor muleteril con “Tortolito”, pues la res no tenía la candorosa ingenuidad de la xochimilca María Candelaria. Mas, como el chavalillo sevillano es un pecho honrado de corazón gigante, le cuajó un trasteo cumbre que valió un Potosí, enhebrando los naturales y los derechazos como quien va ensartando perlas para hacer un collar. Y con media estocada que valía lo que el diamante del rajá de Borneo, tuvo para ser premiado con el primer par de orejas…

La opinión de Carlos León es puntillosa y ditirámbica, pero ilustrativa también. Deja ver que Diego Puerta se impuso a un toro dificultoso y salió adelante en su empeño, llevándose ambas orejas, mismas que paseó en triunfo en varias vueltas al ruedo.

El sexto de la corrida se llamó Bandolero, negro listón. Tampoco fue un dechado de cualidades el toro, pero tenía delante suficiente torero como para ser aprovechado en aras de otro trasteo triunfal. Escribe quien firmó como Juan de Dios, en calidad de corresponsal del semanario madrileño El Ruedo, salido el 24 de enero siguiente:

…Cuando llegó a la muleta, «Bandolero» aún levantaba la de «pensar»; Diego se dobla con él. Y aquí, amigos, instrumenta unos ayudados por bajo que podrían haber servido de modelo para la escultura del pase más bello que se pudiera esculpir. Eficacia y, al mismo tiempo, «un son con cadencia por soleares», que hace que los cuarenta y seis mil espectadores de la Plaza Monumental Méjico se enardezcan y la corrida vuelva otra vez a alcanzar el alto nivel que en el tercer toro tuvo. De aquí para arriba, encelando a su enemigo, corrigiendo sus defectos, enseñándole a embestir, y con todo ello consiguiendo una de las faenas más completas que en ruedo alguno se hayan podido presenciar. Cante grande por soleares y alegrías, tientos, veridales, serranas, martinetes y unas «tarantas» cantados con la muleta en la derecha, que conmocionan en «frenesí» a todo el respetable. Todo fue bueno, pero, vuelvo a insistir, según mi modesto entender, los cadenciosos pases en redondo que dio a «Bandolero» fueron superiores… Cuando Diego hace rodar al «bandido» con media delantera (por esto perdió el rabo), le traen las dos orejas, y los entusiastas se echan al ruedo para así pasearlo por él y sacarlo por la puerta grande…

Resume así esta tarde Carlos León:

En esta tarde luminosa, Diego Puerta ha estado positivamente diamantino: duro, persistente, inquebrantable. Fue firmeza y luz, como cristal de roca. Y en forma tan tremenda se arrimó a sus enemigos, que la amatista de su terno acabó fundida en la sangre de pichón del rubí de los morrillos... Y fue que, en sus dos esplendorosas faenas – dos señoras faenas – Diego resultó un artífice que atendió al consejo de Calderón de la Barca: “Todos vuestros pesares, señoras, cúbranse con joyas y aderezos”. Y de esa labor de filigrana, se encargó el orfebre sevillano... Porque así resultó aquello, Lolita. No fueron dos trasteos de desnuda y sobria belleza, sino adornados en forma preciosista con la orfebrería luminosa de la escuela sevillana...

No creo poder agregar algo más a esta tarde que fue de epopeya para el inconmensurable Diego Puerta.

El resto de la corrida

Alfredo Leal, anticipaba yo, no tuvo una tarde merecedora de ser recordada. Los toreros de su cuerda a veces salen destemplados a la plaza y difícilmente encuentran la manera de abandonar ese estado. Podría decirse que a pesar de la ovación tras el paseíllo, terminó por pasar de puntitas por el ruedo de Insurgentes.

Por su parte, José Ramón Tirado tuvo de cal y de arena. Le tocó el mejor toro de la corrida y ahora sí, según a quien se lea, estuvo a la altura o simplemente lo dejó ir. A pesar de las cuatro orejas cortadas por Diego Puerta, la cabeza de la crónica de don Alfonso de Icaza se dedica precisamente a la actuación del diestro mazatleco, pero si leemos al corresponsal de El Ruedo o en Novedades a Carlos León, podríamos entender que Tirado solamente apuntó, pero se abstuvo de disparar. Jardinero, ese quinto toro de la tarde, fue premiado con el arrastre lento, pero se fue al destazadero con las orejas en su sitio. 

La trascendencia de estos hechos

No sería esta la última tarde en la que Diego Puerta se destacara con triunfos en nuestras plazas. De hecho, estaba enfilado a ser parte de algunos eventos taurinos que pasarían con lustre a la historia patria del toreo, estableciéndose como un diestro del gusto de la afición mexicana y correspondiendo él siempre, con su inagotable entrega.

Como decía al principio, hoy nos lo pensamos para asistir a los toros, en aquellos días era difícil privarse de ir. Algo y alguien tienen que revolucionar el estado de cosas que actualmente vivimos, pues es la única manera en la que la fiesta tendrá futuro. 

domingo, 14 de julio de 2013

Detrás de un cartel (IX)

El cartel de la
remembranza
José Ramón Tirado había debutado en la Plaza México en septiembre de 1950. Su divisa fue el valor a toda prueba y un toreo pirotécnico, en el que lucía su dominio de lo que muchos consideran suertes accesorias y que combinadas con la exposición con la que las ejecutaba, involucraban de inmediato a los públicos en su quehacer en el ruedo, independientemente de que los aficionados más ortodoxos reconocieran su gran valentía, pero no quedaran muy conformes con sus procedimientos.

Tirado, de la mano de El Pipo

Apoderado por Rafael Sánchez El Pipo, llegó a España en 1956 y acerca de esa relación entre el torero de Mazatlán y su peculiar apoderado, Javier Manzano cuenta lo que sigue:
Su primera peripecia, añagaza y osadía la perpetró a finales de los 50 con el mexicano José Ramón Tirado a quien para darle a conocer en España le inventó la siguiente historia contada por él mismo: "iba a llegar Franco de un viaje y llamé a Tirado para que sacase un billete de avión para ese mismo día pero que no viajase. En el aeropuerto estaba toda la prensa esperando al Caudillo y yo a través de un fotógrafo amigo hice correr el rumor de que el torero que llegaba ese día no lo haría porque se había tirado del avión. Al momento todos los periodistas estaban a mi alrededor y yo inventando la historia; al día siguiente todo el mundo conocía a Tirado. Pero no me quedé ahí sino que la seguí alimentando y un par de días después me inventé que un barco había rescatado al torero en alta mar y que aquello era un milagro. Tirado volvió a llenar páginas de periódicos y revistas, y esa temporada todo el mundo quería verle torear...
En ese ambiente se presenta en Madrid el 8 de julio de 1956. Los novillos fueron 5 de Atanasio Fernández y uno de El Pizarral de Casatejada. Sus alternantes Fermín Murillo y Paco Pita y le cortó la oreja al primero de su lote, lo que le aseguró ser repetido el siguiente jueves, en esta ocasión alternando con Pepe Cáceres y Victoriano Valencia y lidiando de nueva cuenta novillos de Atanasio Fernández

Hace 57 años

Esta última tarde cortó una oreja al sexto y dejó las cosas listas para que el domingo 15 volviera a actuar en Las Ventas, esta vez alternando con Pepe Cáceres y Juan Jiménez El Trianero para dar cuenta de un encierro de Garro y Díaz Guerra procedencia José Bueno (hoy la ganadería es la de Laurentino Carrascosa y se ha decantado por el encaste Domecq).

En esa tercera ocasión José Ramón Tirado abriría la puerta grande de la plaza de Madrid y de acuerdo con las crónicas que pude localizar, lo hizo a base de redaños y de carisma. En primer término está la apreciación de don Luis Uriarte Don Luis, en la Hoja de Lunes del día siguiente al festejo, de la que extraigo lo que sigue:
Dos orejas al mejicano Tirado en Madrid. Valor atómico... El valor de que hace alarde el mejicano José Ramón Tirado es más que heroico, más que temerario, más que brutal; es un valor de locura, que tendríamos por inconsciente si ello no fuera lo consciente en la fiesta de toros – como si se tratara de la guerra – de un torero que quiere ser torero. Dada la época en que vivimos, nada lo calificaría mejor que decir que es un valor atómico. Hasta por la impávida tranquilidad con que lo derrocha el mejicano en cuestión... Saltemos, para seguir con lo mejor de lo bueno e hilvanar con lo que decíamos del valor de Tirado, al tercer novillo. Un bravo ejemplar, como casi todos los lidiados, con excepción del sexto, de Garro y Díaz Guerra, quienes se apuntaron un nuevo y muy estimable éxito. El mejicano lo había lanceado a la verónica y quitado por chicuelinas con su reconocida valentía. El primer muletazos lo dio, según acostumbra, sacándose al enemigo por la espalda. Después, en los redondos sobre la derecha, en los naturales sobre la izquierda – con el mismo aguante de sus anteriores actuaciones, pero más erguido y con más temple – y en los de adorno de frente, de costadillo, de espaldas y hasta de coronilla, dicho sea sin exageración, puesto que en uno de ellos cayó, empitonado, cabeza abajo, compuso un faenón que se jaleó con inusitado estrépito, entre un entusiasmo elevado al cubo del paroxismo. Y como de contera se volcara sobre el morrillo para clavar una estocada que puso el punto y raya del matador a la emocionante labor del torero, las dos orejas se le concedieron sin discrepancias y la ensordecedora ovación no se interrumpió mas que al final de la vuelta al ruedo, en breves instantes de respiro, para volver a tronar mientras el triunfador saludaba nuevamente desde el tercio. Pocas veces hemos visto en una plaza de toros un mayor y más increíble desprecio del peligro... Así quedó plantado en lo más alto el pabellón taurino del mejicano, ya que lo del sexto novillo no cuenta, por ser absolutamente cierto que el morlaco, manso, bronco y peligroso, no se prestaba a más que a la faena de aliño con que Tirado lo preparó para quitárselo de enmedio con dos pinchazos, media estocada y un descabello. Se le aplaudió en reconocimiento de la dificultad del trance...
La segunda es la aparecida en el diario madrileño ABC, firmada por José María del Rey Caballero Selipe. quien según Joaquín Vidal era, un ejemplo permanente de dignidad en el ejercicio de la profesión para cuantos nos dedicamos a este oficio... y retomo de lo escrito por él, lo que sigue:
Sangre vivaz. Se llenó la plaza, sin duda porque el cartel reunió aliciente, y, sobre todo, orque el mejicano Tirado, que en él figuró, había despertado, por sus temeridades de días anteriores, el interés de la gente... Los Sres. Garro y Díaz Guerra, que por la presentación de su ganado cumplieron con las exigencias de la plaza madrileña, por la bravura de sus reses, gustaron el aplauso del graderío, que vio como los novillos, con temperamento inextinguible, mantuvieron codicia y bríos para la pelea con los montados, y empuje sostenido para el cite de los engaños: es posible que los lidiadores estimasen excesiva la acometividad de los astados, pero los aficionados se recrean en el juego que las reses desarrollan, sin apagamiento, durante su vida en la arena. La excepción al conjunto, merecedor de buena nota para los criadores, la constituyó el novillo lidiado en último lugar... Entre todas las reses recibieron veintiún puyazos, y a alguna, como la corrida en cuarto lugar, el castigo le resultó insuficiente... El mejicano Tirado, que se recreó al ceñirse por chicuelinas en un quite al primero y con el capote a la espalda en otra intervención ante el segundo novillo, se apretó en el lanceo al tercero, aunque no cumplió los tiempos de la verónica, si bien se ajustó en su sucesión y en la media de remate; despertó la emoción de la galería en un quite temerario por chicuelinas, con cierre de revolera, y desarrolló una labor abierta, con cite en los medios y salida de la res al variarla con displicente asomo de la franela por la espalda, y continuada con agobio de terrenos y correlativo sobresalto del graderío, progresivamente entusiasmado a mediad que el muletero, en los redondos, en multitud de pases de espaldas, en otros de rodillas, en afarolados y en molinetes, acertaba a mover los resortes más sensibles de la masa, que cuando el azteca, con sentido de la proporción, arrancó oportunamente a matar, y lo hizo de una estocada hasta las cintas en el primer envite, solicitó los trofeos con tal frenesí, que la presudencia hubo de otorgarlos al máximo... Unos entusiastas alzaron a hombros a Tirado y pese a disconformidades, ruidosamente manifestadas, se lo llevaron... por la puerta grande. Valdría la pena defender la tan ponderada seriedad de la plaza de Madrid...
Tirado y Pepe Cáceres en la óptica
de Antonio Casero (ABC, Madrid
17 de julio de 1956)
Como lo ven, de las relaciones escritas de Don Luis, y de Selipe, se advierte el reconocimiento sin cortapisas al valor del torero mazatleco, aunque de la opinión de ambos se desprenda que no convienen totalmente en los procedimientos que usaba ante los toros. No obstante, la tarde que aquí me ocupa José Ramón Tirado salió en hombros de Las Ventas y sumó algo que al paso de los años se vuelve cada vez más complicado de replicar, pues en una semana toreó tres veces allí y cortó cuatro orejas de los novillos que enfrentó.

Otras informaciones de la prensa de esos días

La prensa de la fecha hablaba además del homenaje que se hizo a Nicanor Villalta en Zaragoza y en el que se lidiaron novillos de Moreno Yagüe y en el mismo, toreó el propio Villalta que cortó una oreja; también cortaron una oreja Domingo Ortega, Julián Marín y Jumillano, en tanto Antonio Vázquez fue ovacionado y Marcos de Celis se llevó las 2 orejas de su novillo. Al final del festejo, el alcalde de Creta, Teruel, le entregó a Villalta una placa con el título de hijo predilecto... También relata que el novillero de Arles, Pierre Schull fue herido de gravedad en Carabanchel, en tanto que Joselito Huerta, en la corrida final de la feria de Pamplona cortó el rabo al segundo de su lote (6º), en tarde en la que alternó con Antonio Bienvenida, Paco Mendes y el rejoneador Ángel Peralta en la lidia de toros del Vizconde de Garci – Grande, y Gallardo (3º). También consigna que Gregorio Sánchez fue herido en La Línea de la Concepción al enfrentar toros de José Villar alternando con Dámaso Gómez y Chicuelo II. Por otra parte, deja constancia de que Chamaco cortó 4 orejas y rabo y Carlos Saldaña 3 y rabo en Barcelona cuando alternaban con Rafaelito Chicuelo en la lidia de novillos de Antonio Urquijo. Cierran estos retales lo sucedido en San Sebastián, donde Paco Pita resultó lesionado en un ojo, en tanto que Fermín Murillo cortó una oreja y Sergio Díaz fue ovacionado al lidiar novillos de Escudero Calvo.

José Ramón Tirado
Tirado recibió la alternativa en Mérida, España el 12 de octubre de ese mismo año, apadrinándole Litri y llevando el testimonio de Antonio Ordóñez. El toro de la ceremonia se llamó Cuellolargo y fue de Manuel González. La confirmó en la Plaza México el 13 de enero siguiente, recibiendo otra vez los trastos de manos de Litri y siendo el testigo el Güero Miguel Ángel y el toro Remador de La Laguna el de la cesión.

En el San Isidro de 1957 El Pipo le consiguió tres tardes y en la primera, el 10 de mayo, confirmó su alternativa extremeña de manos de Julio Aparicio y fungiendo como testigo Antoñete. El toro cedido fue Medianejo de Eusebia Galache. Tirado ya no pudo repetir los exitos de su temporada novilleril y este paso isidril fue el último que hizo por la plaza madrileña.


José Ramón Tirado falleció en Ontario, California, Estados Unidos, el 27 de marzo de 2010.

martes, 30 de abril de 2013

Tal día como hoy: 1961. Antonio Velázquez reaparece triunfalmente en Aguascalientes


La historia de Antonio Velázquez en los ruedos es la de un torero que, a despecho de los obstáculos que la vida y los toros le pusieron en el camino, a partir de una templanza acerada y una voluntad a prueba de cualquier reto, logró escalar las más altas cumbres de la tauromaquia. Comenzó como banderillero en las principales cuadrillas mexicanas y de allí, como antes, dejó de vestir de plata para iniciar su camino como jefe de la suya propia, distinguiéndose siempre por su valor, su honradez y por su entrega en todas las plazas.

Para la cuarta y última corrida de la Feria de San Marcos de 1961 se anunció precisamente para encabezar el cartel a Antonio Corazón de León, quien después de varios abriles de ausencia, regresaba al coso de la calle de la Democracia. Formaron terna con él el mazatleco José Ramón Tirado y el hidrocálido y trianero Rubén Salazar, quien reaparecía también un día antes de cumplirse el primer aniversario de su alternativa en el mismo escenario. Les precedería en la lidia de un toro el rejoneador Gastón Santos. El encierro anunciado era de la ganadería aguascalentense de Peñuelas.

La corrida tuvo como protagonista al toro y del encierro destacó uno llamado por su criador Pajarito, que vino a hacer efectivo el dicho aquél de que no hay quinto malo. Don Jesús Gómez Medina narra así los sucesos del festejo:

Profusión de apéndices en la 4a corrida de Feria. Bravo encierro de Peñuelas, destacando “Pajarito”, el mejor burel de la Feria. Vaya por delante la enhorabuena más cordial y entusiasta para la afición hidrocálida... Ayer su intuición y su perspicacia quedaron puestas de relieve cuando, a despecho de lo espectacular de la actuación de Ramón Tirado con su segundo y pese a la miopía de la Autoridad, fue el público de sol el que impuso su recto parecer a toda la plaza, cuando, a voz en coro, rindió pleitesía a las excepcionales dotes de dicho astado. ¡A la extraordinaria nobleza, alegría y docilidad de “Pajarito”, de Peñuelas! ¡El toro de la Feria, sin lugar a dudas!... Aquellas primeras aclamaciones – ¡Toooro!... ¡Tooro! –, obligaron al resto de la concurrencia a parar mientes en lo que en el ruedo ocurría, ¡Teníamos ante nuestros ojos, un auténtico ejemplar de bandera: bravo, sí, pero, a la vez, dueño de una sedeña y templada embestida! ¡Y tan noble, como diez generaciones de reyes!... Ante un adversario de tan estupendas características, Tirado realizaba monerías de toda especie. Pero pasárselo una y otra vez por el pecho, y ligar los muletazos mandando y pudiendo con el burel, toreando en suma, ¡eso, muy pocas veces!... Aquél primer estallido de admiración quedó prolongado en la triunfal vuelta que los aficionados – ¡los aficionados, conste, no la autoridad! – hicieron obligatoria para los despojos de “Pajarito”... ¡Enhorabuena afición de Aguascalientes!... Lucida reaparición de Velázquez. En su reaparición, Antonio Velázquez mostró el valor constante, sereno de antaño, aunado al aplomo y a la seguridad fruto de sus muchos años de bregar con los toros... Ayer, mediante su derroche de agallas, el leonés hízose aclamar desde el primer momento. Y si en su primero, luego de un valiente y lucido trasteo, coronado con media en lo alto, recibió las dos orejas – galardón excesivo, a nuestro ver –, con el aditamento de la vuelta al ruedo, que acabó difícil y con un lado izquierdo francamente intocable, Velázquez hizo derroche de agallas y expuso y se pasó al pajarraco por la pechera, llevándose inclusive un achuchón con rotura de la taleguilla. Estocada, oreja y dos vueltas, una a hombros de unos intrusos capitalistas. A este su segundo adversario, Velázquez le dio la bienvenida lanceándolo en forma torera y brillante...

Al final el resultado fue superior en apéndices cortados para Antonio Velázquez, además de que su actuación fue más acorde a las condiciones de los toros que le cupieron en suerte. José Ramón Tirado obtuvo las dos orejas de Pajarito, pero con los asegunes que el cronista pone en su relación. Por su parte, tanto el caballista Gastón Santos, como Rubén Salazar saludaron ovaciones en el tercio.

De nuevo, el toro resultó ser uno de los grandes protagonistas de este festejo que quedó para la historia.

El festejo de hoy: Corrida de la Oreja de Oro. Seis de Rosas Viejas - sustituyen a los rechazados de Suárez del Real - para César Delgadillo, Juan Luis Silis, Jorge Delijorge, Antonio García El Chihuahua, Gerardo Adame y Luis Conrado.

lunes, 15 de junio de 2009

Para no perder el hilo... Novilleros mexicanos que han cortado orejas en Las Ventas (1935-2009)

Apenas el pasado jueves ponía aquí el antecedente de esta entrada y cubría las seis décadas anteriores al festejo madrileño del Corpus. Al acometer la búsqueda de los datos de la intervención que antecede a esta, pensé que al tiempo, podría entresacar los datos que revelaran quienes entre todos los novilleros mexicanos que han actuado en la Plaza de Las Ventas, han cortado orejas allí.

Es así que me encontré con datos históricos muy interesantes, como los que dejan ver que los tres integrantes de la dinastía Liceaga que actuaron en ese escenario, salieron al menos, con una oreja en la mano; que la saga de los Solórzano se mantuvo triunfadora en la Plaza de la Carretera de Aragón y también en la nueva de Las Ventas y que son tres los novilleros de Aguascalientes que han obtenido un trofeo tras de sus actuaciones novilleriles allí.

Así pues, sin más prolegómenos, paso a presentar, ahora sí creo que completa, la relación de los novilleros mexicanos que han obtenido alguna oreja en la principal plaza de toros del mundo.

1935. – Las primeras orejas para los novilleros mexicanos en la nueva plaza madrileña se dieron en esta que resulta ser su primera temporada regular. Es Eduardo Solórzano quien abre este apartado de la historia la tarde del 7 de abril, cuando en la lidia de novillos de Villarroel, alternó con Antoñete Iglesias y José Vera Niño del Barrio. Poco más de seis meses después, el 27 de octubre, será Jesús González El Indio, que formó cartel con Miguel Cirujeda y Ricardo González Navas para enfrentar 3 novillos de Juan Terrones y 3 de Ricardo Ayala, el que salga con un apéndice en la mano.

1945. – Abre el año Antonio Toscano que anunciado con Manolo Navarro y Luis Álvarez Andaluz Chico, obtiene una oreja de los novillos de José María Soto que le tocaron en suerte. El malogrado Eduardo Liceaga hará lo propio los días 26 de agosto y 2 de septiembre; la primera tarde alternó con Rafael Llorente y Andaluz Chico en la lidia de novillos de Garro y Díaz Guerra y en la segunda, con Morenito de Talavera Chico, Ricardo Balderas y Manuel Perea Boni con 7 novillos de Concha y Sierra y 1 de Sánchez de Terrones. Cierra la cuenta de este año Paco Rodríguez, quien partió plaza el 16 de septiembre con Rafael González Machaquito y Alberto García El Soldado, amén del rejoneador Francisco Murteira Correia, para enfrentar 5 novillos de Claudio Moura, 1 de Sánchez Fabrés y 1 de Demetrio Fraile.

1946. – El 24 de marzo, acartelado con Dionisio Rodríguez y Manuel Perea Boni, Paco Rodríguez obtuvo de nueva cuenta una oreja, en esta oportunidad de los novillos de María Sánchez de Terrones corridos en la fecha.

1951. – Anselmo Liceaga será el personaje de este año, pues los días 29 de abril y 9 de agosto saldrá con una oreja en el esportón. La primera tarde enfrentó novillos de Alicio Tabernero junto a Juan Bienvenida y Dámaso Gómez y la segunda, alternó con Dámaso Gómez y Enrique Vera en la lidia de novillos de Garro y Díaz Guerra.

1952. – El 6 de abril de 1952 se anunciaron novillos de Manuel Arranz para Manuel Navarro Navarrito, Joselito Torres y el mexicano Manolo Márquez, quien cortó una oreja a los toros de su lote, alzándose como triunfador esa tarde.

1953. – Será otro torero de sino trágico, Miguel Ángel García, quien salga con una oreja en las manos el 4 de octubre, cuando para lidiar novillos de Prieto de la Cal, alternó con Joselito Álvarez y Félix Saugar Pirri.

1954. – Abre la cuenta de este calendario Raúl Iglesias, quien el 28 de marzo, acartelado con Paco Ruiz y Raúl Carbonell, obtiene una oreja de los novillos de Molero Hermanos (4) y Juan Sánchez Valverde (2) lidiados en la fecha. El mediático Jaime Bravo será el segundo triunfador mexicano del año, cuando acompañado de Victoriano Posada y Manuel del Pozo Rayito, lidió un encierro de doña Eusebia Galache y cierra el ciclo Miguel Ángel García, que cortó dos orejas a los novillos del Marqués de Villagodio que lidió en cartel que formó con Antonio Vázquez y Luis Parra Parrita.

1956. – El mazatleco José Ramón Tirado cortó orejas en tres tardes consecutivas, los días 8, 12 y 15 de julio. En la primera, lo hizo a un novillo de Atanasio Fernández, cuando alternaba con el zaragozano Fermín Murillo y Paco Pita; la segunda, alternando con Pepe Cáceres y Victoriano Valencia, se llevó otra oreja de un novillo de la misma procedencia. En la tercera, abrió la puerta grande al llevarse dos orejas de su segundo novillo de Garro y Díaz Guerra, cuando alternaba con Juan Jiménez El Trianero y el colombiano Pepe Cáceres otra vez.

1962. – Para los nuestros comienza el 29 de junio, cuando el regiomontano Fernando de la Peña se lleva la oreja del tercero de la tarde, de Ana Peña, siendo sus compañeros de cartel Antonio León y José Luis Barrero y el 26 de agosto Óscar Realme, que alternaba con Rafael Montero Rafaelete y Pepe Mata, obtiene la oreja de su primer novillo, que llevaba el legendario hierro de don Manuel García Aleas.

1963. – Es de nueva cuenta Fernando de la Peña quien abre la senda de los triunfos, cuando se lleva una oreja de un novillo del Marqués de Albaserrada el día 1º de mayo, acartelado con Antonio Medina y Efraín Girón. Posteriormente el 1º de septiembre, Mauro Liceaga quien alternaba con Francisco Raigón y José Ortas, se lleva una oreja de un novillo de Samuel Flores.

1964. – El acapulqueño Antonio Sánchez Porteño, abre la Puerta Grande el día 31 de mayo, cuando se lleva dos orejas de su primer novillo del Marqués de Albayda, en tarde que alternó con José Luis Barrero y Antonio Sánchez Fuentes. Es el único que asegundó el logró de Miguel Ángel García y José Ramón Tirado de casi una década antes.

Es el mismo 1964 y el día 19 de julio, el hidrocálido Jesús Delgadillo El Estudiante, corta una oreja a un novillo de Luis Frías Piqueras, cuando hizo terna con Eduardo Ordóñez y José González Copano.


1966. – Es el hijo de El Rey del Temple, Jesús Solórzano Pesado, quien continúa con esta relación de triunfos, al obtener la oreja del tercero de la tarde de Sotillo Gutiérrez, cuando formaba cartel con Manuel Linares y José Ramón Lafuente el 18 de julio de ese calendario.

1977. – El torero de la colonia La Joya, José Luis Ortega, logrará en dos domingos seguidos la hazaña y así, en su presentación, el 4 de septiembre, cuando se acarteló con Eladio Peralvo y Pedro Somolinos, se llevó la oreja del sobrero de El Jaral de la Mira que cerró plaza y a los siete días exactos, se volvió a llevar otra, ahora del quinto de los Hermanos García Romero, que lidió en unión de Manolo Sales y Pepe Luis Chaves.

2000. – Veintitrés años pasaron entre la anterior oreja y la siguiente, que correspondió al tapatío Antonio Bricio, que integrando terna con Luis Vilches y Torres López, el día 21 de julio, obtuvo la oreja del tercero de la tarde de la ganadería debutante de Román Sorando.

2007. – Domingo 16 de septiembre, día de la Independencia Nacional. Octavio García El Payo, corta una oreja al cuarto de la tarde de la ganadería de Hermanos Torres Gallego, cuando alternaba con Alberto Lamelas y Salvador García.

2008. – El domingo 6 de abril, el novillero de Aguascalientes, Mario Aguilar, corta la oreja al sexto de Martelilla, en tarde que formó cartel con Agustín de Espartinas y Eliseo Gallardo. Este trofeo fue el primero de la temporada en la Plaza de Las Ventas y el segundo para un diestro hidrocálido de este escalafón en este periodo de tiempo.

2009. – Jueves 11 de junio, Festividad del Corpus. Arturo Saldívar, de Aguascalientes, que entró al cartel en sustitución del originalmente anunciado José Manuel Más, corta la oreja al cuarto de los novillos de Hermanos Torres Gallego, en tarde que actuó junto a Francisco Pajares y Ernesto Javier Tapia Calita, en un curioso cartel en el que dos novilleros mexicanos se conjuntaron en un mismo cartel en la principal plaza de toros del mundo, hecho que sucede en Las Ventas por décimosegunda ocasión.

En total son veintidós los compatriotas que han cortado orejas en Madrid en el último medio siglo. Solamente Miguel Ángel García, José Ramón Tirado y Porteño consiguieron abrir la Puerta Grande y los que lograron repetir su hazaña con más de una tarde cortando apéndices, son Eduardo Liceaga, Paco Rodríguez, Anselmo Liceaga, Miguel Ángel García, José Ramón Tirado, Fernando de la Peña y el capitalino José Luis Ortega.

Debo destacar que los tres últimos triunfadores son producto del proyecto de formación taurina “Tauromagia” iniciado en México por un grupo de taurinos que integraron entre otros Enrique Martín Arranz, Carlos Neila, Julio Esponda, Manuel Villalvazo Baz, Juan Cubero, Alberto Elvira y otros destacados personajes de la fiesta de aquí y de allá que vinieron a México a buscar talento que formar para destacar en los ruedos.

Por último, también recalco que las dos últimas orejas cortadas por novilleros mexicanos en Madrid, fueron concedidas a dos toreros de Aguascalientes, orgullosamente hidrocálidos, quizás llamados a tomar el testigo dejado por otros toreros de esta tierra que tuvieron vocación y carácter de figuras del toreo como Rafael Rodríguez “El Volcán de Aguascalientes” o Miguel Espinosa “Armillita Chico” y llevar por lo alto el nombre de su tierra por los ruedos de La Aldea de Tauro.

jueves, 11 de junio de 2009

Novilleros mexicanos triunfadores en Madrid en las últimas seis décadas


A veces conviene repasar la historia, pues al recorrer sus páginas nos encontramos nombres y sucesos interesantes, que son parte de la argamasa que mantiene unido ese gran edificio que es la Fiesta de los Toros. Hoy en particular, hago este recordatorio, porque para un novillero, obtener una oreja en Madrid, no es cosa de todos los días, sobre todo, cuando vemos que en los últimos tiempos el tránsito de noveles de un lado a otro del Atlántico apenas se empieza a reasumir, cuando hubo algún tiempo, en que para los de aquí y los de allá, el comparecer en las principales plazas de ambos países era prácticamente mandatorio.

Hoy parece ser que se recupera esa interesante costumbre, que nos permite ver prácticamente desde el embrión, a quienes tienen por idea la de encabezar la torería de sus respectivas patrias, dejándonos la oportunidad de calibrar sus posibilidades y de ir adquiriendo el gusto por verles, lo que entre paréntesis, me parece una buena forma de inducción al gusto de la afición.


Pero el objeto de estas líneas es otro. Es el comentar cuales novilleros mexicanos han alcanzado el significativo logro de obtener al menos una oreja en la Plaza de Las Ventas, a partir de la segunda mitad del pasado siglo y son los siguientes:

1956. Del puerto de Mazatlán, José Ramón Tirado cortó tres orejas en una semana; la primera, el 8 de julio a un novillo de don Atanasio Fernández, cuando alternaba con el maño Fermín Murillo y Paco Pita; la segunda, cuatro días después, acartelado con Pepe Cáceres y Victoriano Valencia, se llevó otra oreja de un novillo de la misma procedencia y cerró su cuenta el 15 del mismo mes, abriendo la puerta grande al llevarse dos orejas de su segundo novillo de Garro y Díaz Guerra, cuando alternó con Juan Jiménez El Trianero y de nuevo el colombiano Pepe Cáceres.


1962. El 29 de junio el fino torero regiomontano Fernando de la Peña, se lleva la oreja del tercero de la tarde, de Ana Peña, siendo sus compañeros de cartel Antonio León y José Luis Barrero. El 26 de agosto, será el turno de Óscar Realme, que alternaba con Rafael Montero Rafaelete y Pepe Mata y obtendrá la oreja de su primer novillo, que llevaba el legendario hierro de don Manuel García – Aleas.

1963. Es de nueva cuenta Fernando de la Peña quien abre la senda de los triunfos, cuando se lleva una oreja de un novillo del Marqués de Albaserrada el día 1º de mayo, acartelado con Antonio Medina y Efraín Girón. Posteriormente el 1º de septiembre, un torero de dinastía, Mauro Liceaga formando cartel con Francisco Raigón y José Ortas, se lleva una oreja de un novillo de Samuel Flores.

1964. El acapulqueño Antonio Sánchez Porteño, abre la Puerta Grande el día 31 de mayo, cuando se lleva dos orejas de su primer novillo del Marqués de Albayda, en tarde que alternó con José Luis Barrero y Antonio Sánchez Fuentes. Es el único que asegundó el logró de José Ramón Tirado de casi una década antes.

Es el mismo 1964 y el día 19 de julio, el hidrocálido Jesús Delgadillo El Estudiante, corta una oreja a un novillo de Luis Frías Piqueras, cuando hizo terna con Eduardo Ordóñez y José González Copano.

1966. – Es el hijo de El Rey del Temple, Jesús Solórzano Pesado, quien continúa con esta relación de triunfos, al obtener la oreja del tercero de la tarde de Sotillo Gutiérrez, cuando formaba cartel con Manuel Linares y José Ramón Lafuente el 18 de julio de ese calendario.

1977. – Algo más de una década después, es el torero de la colonia La Joya, José Luis Ortega, logrará en dos domingos seguidos la hazaña y así, en su presentación, el 4 de septiembre, cuando se acarteló con Eladio Peralvo y Pedro Somolinos, se llevó la oreja del sobrero de El Jaral de la Mira que cerró plaza y a los siete días exactos, se volvió a llevar otra, ahora del quinto de los Hermanos García Romero, que lidió en unión de Manolo Sales y Pepe Luis Chaves.

2000. – Veintitrés años pasaron entre la anterior oreja y la siguiente, que correspondió al tapatío Antonio Bricio, que integrando terna con Luis Vilches y Torres López, el día 21 de julio, obtuvo la oreja del tercero de la tarde de la ganadería debutante de Román Sorando.

2007. – Domingo 16 de septiembre, día de la Independencia Nacional. Octavio García El Payo, de Querétaro, corta una oreja al cuarto de la tarde de la ganadería de Hermanos Torres Gallego, cuando alternaba con Alberto Lamelas y Salvador García.

2008. – Domingo 6 de abril, el novillero de Aguascalientes, Mario Aguilar, corta la oreja al sexto de Martelilla, en tarde que formó cartel con Agustín de Espartinas y Eliseo Gallardo. Este trofeo fue el primero de la temporada en la plaza de Las Ventas y el segundo para un diestro hidrocálido de este escalafón en este periodo de tiempo.

2009. – Jueves 11 de junio, Festividad del Corpus. Arturo Saldívar, novillero hidrocálido que entró al cartel en sustitución del originalmente anunciado José Manuel Más, corta la oreja al cuarto de los novillos de Hermanos Torres Gallego, en tarde que actuó junto a Francisco Pajares y Ernesto Javier Tapia Calita, en un curioso cartel en el que dos novilleros mexicanos se conjuntaron en un mismo cartel en la principal plaza de toros del mundo.

En total son doce los compatriotas que han cortado orejas en Madrid en el último medio siglo. Solo José Ramón Tirado y Porteño abrieron la Puerta Grande y los únicos que lograron repetir su hazaña con más de una tarde cortando apéndices, fueron el propio Tirado, Fernando de la Peña y el capitalino José Luis Ortega.

Debo destacar que los tres últimos triunfadores son producto del proyecto de formación taurina Tauromagia iniciado en México por un grupo de taurinos que integraron entre otros Enrique Martín Arranz, Carlos Neila, Julio Esponda, Manuel Villalvazo Baz, Juan Cubero, Alberto Elvira y otros destacados personajes de la fiesta de aquí y de allá que vinieron a México a buscar talento que formar para destacar en los ruedos.

Por último, también recalco que las dos últimas orejas cortadas por novilleros mexicanos en Madrid, fueron concedidas a dos toreros de Aguascalientes, orgullosamente hidrocálidos, quizás llamados a tomar el testigo dejado por otros toreros de esta tierra que tuvieron vocación y carácter de figuras del toreo como Rafael Rodríguez El Volcán de Aguascalientes o Miguel Espinosa Armillita Chico.

Aldeanos