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domingo, 8 de junio de 2025

8 de junio de 1933: Armillita corta un rabo en Madrid en el homenaje a Martín Agüero

Foto de Baldomero aparecida en el diario La Nación
Madrid 9 de junio de 1933

El quinto toro de la sexta corrida del abono madrileño de 1928, celebrada el domingo 20 de mayo, llamado Aceitero, marcado con el número 6, de los herederos de Esteban Hernández, ganadería conocida en sus mejores días como los pablorromeros de Madrid, le infirió una cornada al diestro bilbaíno Martín Agüero.

El parte facultativo que rindió el doctor Jacinto Segovia acerca del percance sufrido fue el siguiente, según se publicó en el diario La Libertad:

«Durante la lidia del quinto toro ha ingresado en esta enfermería el espada Martin Agüero con una herida por asta de toro en la cara posterior, tercio superior, del muslo izquierdo, que interesa piel, aponeurosis, músculos abductores, y tiene dos trayectorias: una hacia la tuberosidad isquiática y otra hacia fuera. Pronóstico menos grave. – El profesor Segovia.» 

En una primera impresión parecía un percance menor que permitiría a Agüero regresar a los ruedos en unas cuantas semanas, pero de la descripción de las lesiones, no se advierte un puntazo corrido en el pie izquierdo y que quizás, junto con el compromiso circulatorio en el miembro herido, impidió que la herida le cicatrizara debidamente. Pudo reaparecer el 29 de junio siguiente, y el 9 de agosto vuelve a ser herido en Bayona. Después de ese percance suma cinco tardes más en el calendario, advirtiéndose que tenía serias dificultades para caminar y reponerse delante de los toros.

Con esas limitaciones físicas, seguirá en los ruedos las campañas de 1929 y 1930 y en 1931, se le somete a una intervención quirúrgica para amputarle los dedos del pie izquierdo, anunciándose por la prensa taurina de la época por el mes de julio, que había quedado imposibilitado para torear. Martín Agüero tenía apenas 28 años de edad.

En 1933, hizo pública su retirada de los ruedos, porque después de probarse con vacas en tentaderos, se percató de que no estaba ya apto para enfrentar a los toros en los ruedos y así lo comunicó epistolarmente a la prensa española de la época. Publicó el diario madrileño La Libertad el 3 de febrero de ese año:

Martin Agüero se retira. El que fue excelente estoqueador de toros, Martin Agüero, nos escribe una carta en la que nos comunica que el intentar entrenarse para reanudar su profesión y convencerse de que no está en condiciones paira ello, ha decidido retirarse del toreo... Las esperanzas que abrigaban el matador bilbaíno, sus amigos y los aficionados a la fiesta taurina no se han confirmado, y Martin, inútil a consecuencia de la operación que tuvo que sufrir en el pie derecho, no volverá a vestir el traje de luces... Sinceramente lo lamentamos, porque toreros del temple de Martín Agüero, toreros de tan acrisolada honradez profesional, toreros que se «vayan detrás de la espada» y den con el pecho en el morrillo de los toros, van quedando tan pocos que no es fácil resignarse con la desaparición de uno de los más caracterizados cultivadores de la escuela. Y, además, cuando el torero se retira porque ha logrado alcanzar la meta de sus aspiraciones... pero en este caso de Martín Agüero, cuando en plena juventud y lleno de afición se anhela el triunfo y se ve rota la carrera, desvanecidas las ilusiones y truncado el porvenir, sólo puede producir amargura y tristeza...

Tras de hacer pública su necesaria decisión, los estamentos de la fiesta se pusieron en movimiento para intentar auxiliar al compañero caído, como enseguida lo veremos.

La solidaridad del toreo

Anunciado el retiro de Martín Agüero y las causas del mismo, prontamente se movilizaron los distintos estamentos de la fiesta para auxiliar al torero de Bilbao. No fue precisamente un camino de rosas el llegar a la corrida que en este momento me ocupa y una posterior celebrada en su tierra natal, como lo narra Alfonso, cronista del diario El Liberal, en su edición del 9 de junio de 1933:

Bombita tuvo el rasgo, de todos conocido y alabado, de crear el Montepío. Ha habido necesidad de llegar a estos tiempos para que la benéfica institución haya dejado de ser un culto para los toreros... Bombita, Vicente Pastor, Marcial Lalanda y Domingo Ortega han hecho verdaderos sacrificios para el sostenimiento de la misma. Hay que pintar el cuadro con toda dureza para que no se repita el caso de que un hombre como Martín Agüero, cuando se hallaba en el apogeo de su arte y de su fama, por un desgraciado accidente tuvo que abandonar la profesión, y se ha visto en la imprescindible necesidad de organizar este beneficio. Pues bien; cuando esto sucede hay diestros... que se niegan a torear la corrida del Montepío, o piden cifras tan fantásticas, que de antemano sabe cuál ha de ser la contestación... Hay que hacer un escarmiento serio para terminar con estas cosas. Medios legales existen para que los hombres de corazón – en la plaza y en la calle – se nieguen a actuar con los que anteponen su conveniencia particular al interés general de los compañeros desvalidos. Aislarlos es un beneficio...

Y, sin embargo, la corrida se pudo organizar, contando con Nicanor Villalta, Fermín Espinosa Armillita, Domingo Ortega y Fernando Domínguez, quienes enfrentarían en el inicio, un encierro de Julián Fernández, antes Vicente Martínez, del que al final, solamente se aprobaron cuatro toros, completándose el lote, con otros cuatro salmantinos de Clairac.

La corrida contó, además, con la presidencia honoraria de Vicente Pastor, diestro madrileño en el retiro, quien, en su día, también fuera presidente del Montepío de Toreros.

Los triunfos de Armillita y Ortega

Las crónicas de casi todos los diarios de Madrid se ocuparon de señalar primordialmente la faena de Domingo Ortega al toro Tesorero, número 32, corrido en tercer lugar, ante el que el torero toledano recuperó, en el sentido colectivo de los cronistas, el sitio que parecía tener perdido. Le cortó las dos orejas y se llevó una de las grandes ovaciones de la tarde.

Por su parte, Armillita tuvo una labor breve ante el primero de su lote, de Julián Fernández, el que casi al abrirse de capa lo volteó y le destrozó la taleguilla, dejando para la posteridad una imagen suya poco frecuente, pues tuvo que terminar la corrida con un pantalón de arenero, pues los destrozos a su vestido de luces, eran irreparables.

Armillita visto por Roberto Domingo
Diario La Libertad, Madrid 9 de junio 1933

Ante el sexto de la tarde, Saltillo, negro bragado y escurrido de carnes, de Clairac, realizó una de las grandes faenas de su historia en los ruedos hispanos. Escribió Rafael Hernández y Ramírez de Alda, firmando como Rafael para el diario La Libertad:

Su segundo toro fue bravo y lo aprovechó Armillita para hacer una faena grande y completa, una faena de maestro y de artista. Empezó toreando de capa con mucho temple y mucha quietud y siguió en quites derrochando arte y valentía. El toro, bravo y noble, se arrancó bien a los caballos… Tomó Armillita los palos, y después de citar insistentemente para quebrar clavó un gran par al cuarteo. Volvió a citar al quiebro, y a fuerza de aguantar obligó al toro a que se arrancara; pero tan de cerca que no había sitio para ejecutar la suerte, y así resultó el par desigual y Armillita atropellado. Sin embargo, fue tan grande el valor con que aguantó al toro, que se le ovacionó con entusiasmo. Cerró el tercio con otro par al cuarteo muy bueno y se reprodujeron las ovaciones… Brindó la muerte del toro desde el centro del ruedo e inició la faena con un pase por alto superior, y seguidamente, con la muleta en la izquierda, dio seis naturales admirables de temple, de mando y de valor, y luego, ligado con ellos, uno de pecho soberbio, corriendo bien la mano y pasándose todo el toro por delante. Estalló la ovación en honor del gran torero y ya siguió durante toda la faena, en la que hubo pases de todas marcas y adornos de todo género, incluso un molinete de rodillas, realizado todo con una elegancia, un arte y una maestría imponderables. Entrando bien dio una estocada que mató sin puntilla, y a petición unánime del público se le concedió una oreja, luego la otra y el rabo (que Armillita tiró con muy buen acuerdo) y dio la vuelta al ruedo entre aclamaciones y tuvo que salir a los medios y aun se le ovacionaba durante la lidia del otro toro. Un éxito, en suma, tan grande como merecido...

La tarde triunfal del homenaje y beneficio a Martín Agüero quedó redonda, con esta importante faena del Maestro de Saltillo.

Nicanor Villalta y Fernando Domínguez terminaron por enfrentarse a los huesos del encierro y terminaron por demostrar su voluntad de agradar y de auxiliar a su compañero caído ante las astas de los toros.

El homenaje a Martín Agüero

Tras despachar al tercero de la tarde, Domingo Ortega sacó a Martín Agüero al ruedo y le invitó a dar la vuelta al ruedo junto con los demás diestros actuantes en el festejo. Escribió Eduardo Palacio en su crónica aparecida en el diario ABC de Madrid:

Martín Agüero salió al ruedo de la mano de Ortega en el toro en que triunfó plenamente el de Bórox, y ambos y los otros tres espadas escucharon muchos aplausos... Ver a Martín Agüero cojeando sobre la arena donde tantas tardes triunfara su gallardía, en ese coso que fue el de sus éxitos y del que salió en hombros infinidad de veces, producía una tristeza infinita. No obstante, el inválido, correspondiendo a los aplausos que se le tributaban, sonreía satisfecho, reconociendo que aquella prueba de cariño era el epílogo de la historia brillante de un pundonoroso matador de toros. Y así era, en efecto...

Era un reconocimiento justo, aunque la plaza no se haya llenado. Quizás si se hubiera dado en domingo, la entrada pudo ser otra. En fin...

Termino estos apuntes con una reflexión que hizo en su día el citado Eduardo Palacio, en el introito de la crónica de esta corrida histórica:

El 31 de agosto de 1924 tomó en Málaga la alternativa de manos de Chicuelo, que le cedió el toro de Pablo Romero, “Sotillo”, chorreao en verdugo, el diestro bilbaíno Martín Agüero, que contaba a la sazón veintidós años de edad… llegó a sumar cincuenta y dos corridas el año 27, y eso que perdió algunas por diversos percances, marchando luego a Méjico ventajosamente contratado, y realizando allí una brillante campaña. Regresó a su patria, y la temporada de 1928 se le presentaba espléndida, teniendo ya en su haber las orejas de oro de la Asociación de la Prensa de los años 26 y 27, cuando en la corrida del domingo 20 de mayo, alternando con Fuentes Bejarano y Mendoza, un toro de los lidiados, su segundo, de D. Esteban Hernández, le infirió una cornada en un muslo y un puntazo en el pie derecho, determinando esta última lesión, tras dos años de lucha y sufrimientos, el tener que abandonar el arte a que había consagrado sus desvelos, por encontrarse cojo. Su última actuación fue en Logroño, el 24 de septiembre del 30, matando un toro de Murube, tan admirablemente, que cortó la oreja del bicho…. Tristezas, ingratitudes, decepciones del pobre inválido, y una lucha homérica para llegar al día de ayer, en la que se verificó, ¡al fin!, una corrida en su beneficio. Antes de hablar de ella quiero en estas líneas enviar a Martín Agüero un fuerte abrazo, compendio de la sincera admiración que le profesé siempre, como artista y como hombre. Primero supo luchar con los toros; después ha sabido luchar denodadamente con otra fiera más temible: la adversidad. Y ni con aquéllos ni con ésta trató de defenderse con ningún truco. A los primeros dio su valor sin par y su arte, y a esta ha hecho frente con una sonrisa de desdén y la firmísima voluntad de consagrarse al trabajo. Por eso deseo al valiente inválido que, como fin de su jornada, encuentre convertidas en rosas las espinas que bordearon el camino de su triunfo. Todo lo merece por bueno y por hombre...

Martín Agüero, quien nos dejó para la posteridad la muestra de la manera de matar correctamente a los toros y que también ha sido el inspirador de uno de los más hermosos pasodobles que la música del toreo conoce, falleció en el año de 1977, perseguido por las secuelas de la cornada de Aceitero. Que haya encontrado el merecido reposo.

domingo, 1 de junio de 2025

25 de mayo de 1975: El sobresaliente Julián de Mata, paga su cuota de sangre en Las Ventas

Ya había planteado, al comentar la confirmación de alternativa de Manolo Arruza, que el San Isidro de 1975 se caracterizó por la gran cantidad de encierros rechazados en todo o en parte. El 24 de mayo, la corrida de José Luis Osborne que debieron enfrentar Miguelín, Paquirri y Paco Alcalde fue echada para atrás y la solución que dio la empresa, fue tomar el encierro de Alonso Moreno de la Cova anunciado para el día siguiente, que, en teoría, enfrentarían Francisco Ruiz Miguel y Antonio José Galán mano a mano.

Al final de cuentas, el encierro sería sustituido por otro de la misma procedencia, pero de menos presencia que el que se apropiaron las figuras para poder cumplir su compromiso la víspera. Y es que no estaba rematado todavía. Le contó José María Recondo, apoderado de Antonio José Galán a Manuel Molés, en esos días, redactor del diario madrileño Pueblo:

La empresa tuvo un problema y se llevó nuestra corrida. Podían haber lidiado la de Palha. ¿A que no se atreven a quitársela a Camino...?» «Naturalmente», contesta Recondo, mientras atiende a su torero. Galán no le ha dado importancia al toro, ha metido el pico y ha toreado con la muleta muy retrasada. «Ese – contesta Recondo – es un vicio de casi todos los toreros...» … La corrida es una de las más chicas de la feria. Resulta que Alonso Moreno no la tenía prevista para Madrid. Es más, esta corrida iba a lidiarse en Valencia en el mes de julio...

Como es de costumbre, quienes tienen una posición preponderante en los estamentos taurinos, disponen de las cosas a favor de su interés. Y a veces, el resultado final, se tuerce.

La decimoséptima del San Isidro del 75

El festejo del domingo 25 de mayo se celebró en un ambiente bastante caldeado. Ya se había apuntado por aquí, que uno de los signos de esta feria fue el del constante baile de corrales que motivó la sustitución de los toros anunciados originalmente por otros que no estaban originalmente contemplados en el programa del serial y por el reacomodo de otros encierros en detrimento del interés de los espadas anunciados con ellos.

En el caso del mano a mano entre Francisco Ruiz Miguel y Antonio José Galán, al menos inicialmente, en el papel, no parecía haber cambio alguno, pero en el fondo, el encierro reseñado por la empresa y por sus apoderados para la fecha, el 25 de mayo de 1975, no era el que habían aceptado, pues como se planteó líneas arriba, se había lidiado la fecha anterior para suplir a otro distinto que había sido rechazado y lo que teóricamente saldría por toriles, era otra corrida que estaba siendo preparada para ir a Valencia el mes siguiente.

Y al final de cuentas, lo que aprobaron las autoridades madrileñas ni siquiera fueron los seis toros, porque se sortearon solamente cinco de los de Alonso Moreno y uno de El Jaral de la Mira. Y de los titulares, el abreplaza sería aceptado por la concurrencia hasta el primero tris.

Ante un lleno de no hay billetes, Ruiz Miguel y Galán tuvieron que enfrentarse a un encierro complicado. Las crónicas del festejo no cuentan mucho acerca de sus actuaciones, porque el difícil juego de los urcolas de don Alonso, los mandó a ambos a la enfermería. El primero en caer allí fue Ruiz Miguel, quien tras la lidia del tercero ingresó, emitiéndose el siguiente parte médico por el doctor Máximo García Padrós:

El diestro Francisco Ruiz Miguel ingresó en la enfermería tras la lidia del tercer toro de la tarde, presentando heridas en la región superciliar y malar izquierda; puntazo corrido en la cara posterior del muslo izquierdo. Conmoción cerebral. Pronóstico reservado...

Durante la lidia del quinto de la tarde también fue lesionado Antonio José Galán. El parte médico emitido es el siguiente:

Contusiones y erosiones múltiples. Conmoción cerebral. A descartar fractura de fémur. Pronóstico reservado...

Esa última lesión y el dictamen facultativo, dejaron las cosas dispuestas para que la tragedia que merodeaba la plaza de Las Ventas, se consumara.

Julián de Mata, sobresaliente de espadas

Heridos los diestros anunciados en el cartel, el sobresaliente de espadas tenía que terminar el festejo. Ese 25 de mayo del 75 se había anunciado en el cartel a Julián de Mata – civilmente Julián de la Mata González – nativo de Cehegín, Murcia, de donde salió para Madrid, para tratar de hacerse torero, pero terminó de taxista y siguió pagándose el carnet, para poder seguir vistiendo el terno de luces y al menos poder salir de sobresaliente. Escribió Juan Teba de Montes, en el número de El Ruedo fechado el 10 de junio de ese 1975:

Y se hizo taxista. Y de aquí para allá, transportando seres humanos que le hablaban de extrañas historias que no comprendía. Y mire usted por dónde se le brinda la oportunidad de torear dos novilladas... Y al final, lo de siempre. Sobresaliente. Ni banderillero, ni corredor. Nada. Bueno, sobresaliente. Y con la misión propia del cargo, a contemplar los rostros crispados de los maestros y los chanchullos de los «hombres de confianza». Sí, el pago: cuatro migajas...

La oportunidad que terminó en tragedia se le presentó a los cuarenta y dos años de edad, en un momento en el que muchos toreros ya empiezan a pensar en dejar de vestir el terno de luces. Pero Julián de Mata tenía todavía la ilusión de demostrar que podía ser alguien en el planeta de los toros. Le tocó aprender el toreo junto a la vía del tren de Arganda con Alfonso Merino, Luis Parra Parrita, y Martín Sánchez Pinto, entre otros.

Pero el oficiar como sobresaliente no era una manera muy sencilla de exhibir sus aptitudes. Desde el inicio de la década de los 70, era un fijo en los festejos que organizaba la casa Chopera y que requerían sobresaliente. Le pude localizar al menos tres presentaciones en tal calidad en Las Ventas, una, el 4 de octubre de 1970, cuando el torero canario Pepe Mata despachó en solitario una corrida del Conde de la Maza, resultando herido; el 28 de mayo de 1972, en el mano a mano que torearon don Antonio Bienvenida y Andrés Vázquez con toros de Victorino Martín y el 20 de junio de 1974, con un cartel de toreros igual al de la fecha que nos ocupa, pero con toros de Martínez Benavides, con motivo de la Corrida de la Prensa de ese calendario.

Como todo sobresaliente, entonces y en la actualidad, su actividad es espaciada, limitada y el sitio que tienen delante de los toros es evidentemente escaso.

El hacer de Julián de Mata quien estrenaba esa tarde un vestido grana y oro, estuvo marcado entre el escándalo en los tendidos y la tragedia. Cuando se llevaron a Antonio José Galán a la enfermería, Jaime Ostos desde su localidad, le hacía saber al presidente García Valiño que debía suspender la corrida, porque el sobresaliente no estaba en capacidad de terminar con el festejo. Posteriormente, Bartolomé Sánchez Simón también matador de toros, se tiró al ruedo ofreciéndose a despachar al quinto y al sexto, recibiendo por respuesta la orden presidencial de ser detenido y remitido a la comisaría. Escribió Alfonso Navalón en la edición de Pueblo ya citada:

Aquí, señor presidente, en el instante justo que se llevaban a la enfermería al segundo matador, era el momento justo de suspender la corrida. Así lo pedía el público y ésta sería la solución lógica, habida cuenta que Julián de Mata es un hombre que no podía afrontar semejante prueba. En todo caso, cabía acceder al ruego de un matador de toros para matar el sexto. Porque esto ha pasado ya muchas veces en casos semejantes. “Simón” bajó a pedir permiso y fue detenido. Con todos mis respetos, considero que no era la decisión adecuada. “Simón” no era un espontáneo, puesto que, al no haber ningún toro en la plaza, mal pudo interrumpir la lidia. Cabía, aceptar o denegar su ruego. Nada más...

Posteriormente, García Valiño esgrimiría los argumentos de que el reglamento no lo permitía y también el de que no había precedente. Este último es el favorito de la autoridad cuando no quiere actuar en determinado sentido, pero cuando menos, encontré uno en la hemeroteca, cuando el domingo 23 de agosto de 1953, el matador Octavio Martínez Nacional, bajó del tendido para despachar un novillo devuelto que no quería regresar al corral, con el permiso de la presidencia de ese día. En conclusión, el precedente existe.

Y salió el sexto de El Jaral de la Mira. La intervención del sobresaliente fue brevísima, sigue contando Navalón:

Luego llegó el horror de la cornada a Julián de Mata. Como era previsible, nada más abrirse de capa quedó a merced del toro, y todos volvimos la cara con horror, cuando, cosido en la mazorca del pitón, llevaba un pedazo del chaleco del pobre sobresaliente, víctima absurda de una situación todavía más absurda. Porque aquí no cabe invocar el reglamento. Estábamos ante un caso de conciencia. Estaba en juego la vida de un hombre...

Y es que, García Valiño, policía de formación y ocupación, al fin y al cabo, se escudó siempre en la interpretación literal del texto legal, según se lo declaró a Pilar Trenas en la edición del ABC madrileño del día 27 siguiente:

Mientras haya un sobresaliente vestido de torero, la corrida debe continuar, según el reglamento... Lamento el percance, pero el reglamento lo dice así...

El parte médico de Julián de Mata

Después de ser intervenido en la enfermería de la plaza, el doctor Máximo García Padrós, extendió el siguiente parte facultativo:

Herida por asta de toro en la cara posterior del hemitórax derecho, entre la novena y décima costillas, penetrando en la cavidad torácica con grandes destrozos en los lóbulos inferiores y medio del pulmón derecho, contusionando el pericardio. «Shock» traumático intenso que precisó transfusión de 1200 centímetros cúbicos de sangre. Pronóstico muy grave...

Le declaró el doctor García Padrós a Manuel F. Molés:

¡Chico qué cornalón!... Un cornalón. Pero tengo esperanza de que se recupere; claro, que luego hay que contar con las complicaciones. Pero ha sido algo muy gordo. Fíjate que tenía tres cornadas en el pulmón: pero tres boquetes así de grandes. Ya veremos...

Tras de concluir la intervención se dudaba si trasladar al torero herido al Sanatorio de Toreros o a otra unidad hospitalaria de alta especialidad para continuar su tratamiento, al final de cuentas, se decidió llevarle al Francisco Franco, para que un especialista en cirugía de tórax continuara con su tratamiento.

En su cama del hospital, atendió a Manuel F. Molés, quien en la edición de Pueblo del 29 de mayo siguiente, publicó lo siguiente:

Me duele más el no haber estado bien que la cornada.

- Pero, Julián, si no podías estar bien.

- ¿Por qué?

- Porque no estabas preparado.

- Sí lo estaba. Toreo mucho de salón.

- Pero el toro es otra cosa. Torear de salón es torear al aire. Imaginar un sueño. Hace falta el toro, la práctica. ¿Desde cuándo no te has puesto delante de un toro?

- El año pasado.

- ¿Te das cuenta de que era imposible estar bien, de que lo más seguro era la cornada?

- No. Lo que pasa es que en la voltereta que me dio el quinto me dislocó la mano derecha y no pude mandar debidamente al sexto con el capote. Si no es por la mano estropeada a estas horas hubiera cambiado mi futuro.

- Ya. ¿Cuánto te han pagado, Julián?

- Todavía no he cobrado. Lo estipulado son ocho mil, y vienen a quedar seis mil y pico limpias... Pero la empresa es muy buena conmigo.

- ¿A cuánto asciende esa bondad?

- El año pasado me dieron doce mil...

- En la taquilla habría seis o siete millones ¿Te parece suficiente ese sueldo tuyo?

- No lo sé...

Insisto: es increíble, pero real. Charlando con él me duele hacer preguntas necesariamente duras. Nadie puede convencer a Julián de Mata que era una barbaridad dejarlo salir. Nadie puede convencerle que no le bastaba un carnet si no tenía una preparación. Nadie puede convencerle que le contrataron como comparsa precisamente porque no tenía nada que hacer. El sueña un sueño imposible, temerario, bárbaro, y al fin y al cabo comprensible.

- Molés, yo tengo que ser matador de toros...”

Julián de Mata no perdía, ni en la cama del hospital, la intención de recibir la alternativa de matador de toros algún día.

En un apunte de interés meramente económico, a un tipo de cambio directo, las ocho mil pesetas de 1975, equivalen a 48.08 euros de estos tiempos y deflactados, serían aproximadamente 2000 euros contantes y sonantes. Es decir, casi nada.

El día después

La tragedia de Julián de Mata movió a los estamentos de la fiesta. La posición y función del sobresaliente se cuestionó y se pidió opinión a personas destacadas dentro del medio. Entre otras, destaca la opinión de Antonio Bienvenida, quien dijo al respecto:

Debería ser un novillero con experiencia, que conociera el oficio. También un matador de toros, aunque siempre o casi siempre hayan sido novilleros. Yo exigiría que estuviesen en activo y que hubiesen toreado un mínimo de corridas, porque en caso contrario se exponen a una catástrofe...

Por su parte, Paco Camino también comentó su parecer sobre ese particular:

La culpa la tienen las empresas. Hay gente joven capaz de resolver un problema con rapidez. Yo exigiría que fuese capaz, un número de actuaciones por año con caballos y que tengan también ilusión, que es algo muy importante. Lo que sucede es que si son novilleros piden que les den alguna compensación, y las empresas no quieren complicaciones de ese estilo...

Ambas opiniones me hacen pensar que los dos toreros ven al sobresaliente como una especie de convidado de piedra que no se luzca, que sea eficiente nada más, que se mantenga en la sombra y evite destacar en toda medida.

Julián de Mata se tuvo que quitar de torero a causa de esta cornada, aunque en el lecho del dolor le insistiera a Molés que tenía que llegar a matador de toros. En 2016 varios toreros que don Máximo García Padrós curó de sus cornadas se reunieron con él con motivo del cincuentenario de su actividad como cirujano en la plaza de Las Ventas. Sobre esa reunión escribió Ana María Ortiz para el diario El Mundo, de Madrid y entre otras cosas dijo:

En representación de la década de los 70, la primera de García Padrós en el servicio médico de Las Ventas, Julián González de Mata. Traje chaqueta azul marino, 82 años bien llevados, aunque pierda el resuello cuando circulamos arriba y abajo por el graderío. «Julián, ahora te ponemos un poco de oxígeno cuando bajemos a la enfermería», bromea el doctor. Aquel 25 de mayo de 1975 Julián de Mata – ese era su nombre artístico – era sobresaliente – suplente, coloquialmente hablando – pero los dos titulares en el cartel sufrieron sendas cogidas y tuvo que salir. «Me metió el pitón en la cintura, me levantó en el aire y me llegó el pitón a dos centímetros del corazón. Me quedé con seis pulsaciones, pensé que me moría», rememora. Tras el envite no pudo ya retomar la carrera taurina y se hizo taxista, profesión que también tuvo que abandonar por las secuelas. «Gracias a la bondad de señora Cuqui Fierro (famosa aristócrata madrileña) que me ayuda desde entonces», pide que se recoja en estas líneas...

Las cornadas de los toros tienen secuelas que se arrastran, a veces, por toda la vida. Esta de Julián de Mata es una prueba de ello.

domingo, 18 de agosto de 2024

11 de agosto de 1974: La tragedia de José Falcón en Barcelona

José Falcón – civilmente, José Carlos Frita Falcão – era originario de Vila Franca de Xira, en Portugal. De acuerdo con el Cossío, se presenta en público por primera vez en Montijo, el año de 1962. Llega a ruedos españoles hasta el año de 1967 y su presentación como novillero en Las Ventas en Madrid ocurre el 19 de marzo de 1968.

José Falcón estaba inicialmente radicado en Salamanca, apoderado por Simón Carreño, quien fuera novillero en los años cuarenta, después hombre de plata a las órdenes de diestros como Joaquín Bernadó y Francisco Barrios El Turia y quien, al dejar los ruedos, se dedicó a ser veedor de toros para la familia Chopera y a apoderar toreros. Tenía cierta debilidad por los diestros lusitanos, porque en su andar por los entretelones de la fiesta, apoderó y llevó a la alternativa a toreros como Amadeo dos Anjos o Rui Bento Vasques, así como también a quien me ocupa en este momento.

José Falcón recibió la alternativa en Badajoz la víspera del día de San Juan de 1968, de manos de Paco Camino y llevando como testigo a Francisco Rivera Paquirri, cediéndosele al toro Norteño de la ganadería portuguesa de Alberto Cunhal Patricio. La confirmación en Madrid sería el 27 de 1969, cuando Vicente Punzón, en presencia de Aurelio García Higares, le entregara muleta y espada para despachar a Arrallano de la ganadería de Murteira Grave, también lusitana.

En su primera campaña como matador de toros, José Falcón toreó 17 corridas de toros y en la del año de su confirmación, sumó 26 festejos, de acuerdo con los escalafones publicados por el semanario madrileño El Ruedo

Su paso por las plazas de México

José Falcón se presentó en plazas mexicanas durante la temporada 1970 – 71. La primera plaza en la que actuó fue en la de Mérida, el 29 de noviembre de 1970, alternando con Joselito Huerta y Mario Sevilla en la lidia de toros de Santo Domingo. Le cortó una oreja al segundo toro de su lote. Su segunda tarde fue la de su confirmación de alternativa en la Plaza México, el 13 de diciembre siguiente, en la que compartiendo cartel con Joaquín Bernadó y Antonio Lomelín, se lidió un encierro de Zacatepec.

La corrida de don Daniel Muñoz salió complicada. El toro de la ceremonia se llamó Valenciano y el sexto de la corrida fue Murciano, que le pegó una cornada al confirmante, que se quedó en el ruedo hasta acabar con él. La crónica aparecida en el semanario El Ruedo de Madrid fechado el 15 de diciembre de ese 1970, entre otras cosas dice:

El diestro portugués José Falcón, quien confirmó su alternativa de manos del español Joaquín Bernadó, fue ovacionado al torear por verónicas y chicuelinas. Banderilleó entre grandes aclamaciones. Tras recibir los trastos de matar, hizo faena por derechazos y naturales, procurando sacar partido de la sosa embestida, sin lograrlo totalmente. Terminó con pinchazo y gran estocada que arrancó palmas. El sexto lo cogió aparatosamente cuando daba el segundo lance, infiriéndole una cornada... luchando contra su apoderado Simón Carreño, que trataba de impedirle que continuase la lidia, siguió en ella, realizando con la muleta faena dramática que emocionó a los espectadores. Pinchazo y gran estocada. Lo despidieron con ovación de lujo, cayendo sombreros a sus pies cuando iba camino de la enfermería...

Pundonor y vergüenza torera fue lo demostrado principalmente por José Falcón, quien llevaba, de acuerdo con los médicos, las siguientes lesiones:

Herida por asta de toro en el tercio medio, cara externa del muslo izquierdo, con una trayectoria hacia abajo de unos 15 centímetros, que llegó hasta el fémur y otra hacia arriba, de unos 20 centímetros, que interesó músculos de la región. De no presentarse complicaciones tardará en sanar veinte días. Firman los médicos Tirso Cascajares y Javier Campos Licastro.

Reaparecería hasta el día de año nuevo en Irapuato, donde sería herido de nueva cuenta, para volver a los ruedos hasta el 24 de enero de 1971 en Acapulco y de allí actuar en Autlán de la Grana, otra vez en Acapulco y cerrar su paso por nuestras plazas en Mérida el 7 de marzo de ese año. Ya no le volveríamos a ver aquí en México.

Barcelona, 11 de agosto de 1974

La corrida del 11 de agosto del 74 en Barcelona era la vigésima primera de las treinta y cinco que se ofrecieron en esa temporada en la Plaza Monumental, que en total albergó medio centenar de festejos – 15 de ellos novilladas –, de acuerdo con el recuento que hace mi amigo José Luis Cantos Torres. Se anunció a don Álvaro Domecq, quien actuaría ante un toro de Javier Pérez Tabernero y a Manolo Cortés, José Falcón y Paco Bautista para enfrentar seis toros de Hoyo de la Gitana, ganadería propiedad de los hijos de don Alipio Pérez Tabernero.

El segundo toro de la tarde se llamó Cuchareto, número 12, negro y se le anunció un peso de 506 kilos. Las crónicas dejan ver que no fue un toro fácil. De la crónica escrita por Julio Ichaso para La Vanguardia de Barcelona (13/08/74), extraigo:

Segundo, número 12, «Cuchareto», que era muy refractario a vérselas con el caballo, pero, al fin, lo hizo y recibió dos puyazos con buen empuje. Falcón tomó los palos y banderilleó con brillantez. El primer par, al cuarteo; el segundo, saliendo del estribo, y el tercero y último, ganándole la cara al bruto. Muchas palmas y salida al tercio para saludar. Brindó a la concurrencia. «Cuchareto» entraba fuerte si engaño. Elevaba mucho la cara y punteaba peligrosamente. Falcón no se afligió y le sacó buenos pases, preferentemente por la vereda derecha. Al muletear por naturales fue corneado por la pierna izquierda y pasó a la enfermería en brazos de las asistencias. Acabó con él toro Manolo Cortés de dos pinchazos y una estocada profunda. Dio la vuelta al ruedo el peón de confianza de Falcón.

José Falcón se la estaba jugando ante un toro que, como todos, tenía su lidia, pero que también iba a vender cara su muerte. En un parpadeo, lo prendió y le hundió todo el pitón derecho, según se puede deducir del parte rendido por el doctor Olivé Millet:

En el segundo toro fue intervenido el diestro José Falcón, natural da Vilafranca de Xira (Portugal), de treinta y un años de edad, afecto de una cornada de orificio de entrada en la cara antero – interna y tercio superior del muslo izquierdo, de dirección hacia arriba y adentro, que desgarra en unos diez centímetros la vena femoral, contusiona la arteria y produce grandes lesiones musculares. La herida vascular origina una copiosa hemorragia y un síndrome de anemia aguda, con shock traumático muy intenso. Se ha procedido a la ligadura extraperitoneal de la vena ilíaca externa y del cabo distal de la vena femoral. Se han transfundido tres litros de sangre y uno de plasma liofilizada. Pronóstico gravísimo. Firmado doctor Olivé Millet.

Ligadura extraperitoneal de vena ilíaca externa… Esa descripción deja ver que el pitón de Cuchareto le llegó hasta el bajo vientre al infortunado José Falcón, quien a pesar de los cuidados que le fueron prodigados, falleció ese mismo día a las once de la noche.

Las reacciones al suceso

Una de las primeras reacciones que pude localizar fue la de Simón Carreño, su apoderado, que entrevistado para el diario madrileño Pueblo (12/08/74), se lamentaba de la mala suerte de su torero:

Simón Carreño apoderaba al diestro portugués José Falcón, desde su primera novillada en España… No sé mucho más que ustedes. Me llamaron desde la enfermería de la Monumental diciéndome que su estado se agravaba por momentos. ¡Figúrense, una cornada en la femoral! «Le han puesto tres litros de sangre – me dijeron – ¡Véngase!» Salí como un rayo de Salamanca. Luego, la radio me confirmó la muerte. José se estaba muriendo a chorros; el pobre ha tenido verdadera mala suerte... Ha tenido siempre bastante mala fortuna. En los años que yo le apodero, debe haber recibido más de diez cornadas; varias de ellas de bastante gravedad. Se acercaba mucho al toro... En el archivo quedan otras cogidas y de las que pudo salir con vida. Reflejan su valentía ante el toro. Pero esta vez la cornada pudo con su fortaleza, con su juventud… Simón Carreño, su apoderado, su amigo durante más de seis años, tiene la voz emocionada y desvía constantemente la vista… Y en su cabeza bullen los años difíciles, los triunfos y las penas que han vivido juntos, las otras cornadas que le llamaron a su lado…

Por su parte, Vicente Zabala Portolés, encargado de la información taurina en el ABC de Madrid, hace las siguientes reflexiones a propósito de su muerte y de su posición en el llamado planeta de los toros:

Acaba de morir un hombre que se quedaba fuera de todas las ferias, uno de esos legionarios del toreo que no sabían de otra política taurina que la de ponerles el pecho a los toros astifinos. Cuando se le daba paso en una corrida de feria, al igual que a Dámaso Gómez, era para matar la corrida de Miura. El año pasado el portugués formó un auténtico alboroto – que no era el primero – en la feria de Bilbao con toros de la terrorífica divisa. ¿De qué le valió? Nadie puede decir que no se arrimara. Era un consumado banderillero y un muletero sobrio y seguro, invito a repasar la colección de mis crónicas (con tanta fama de duras) a quien guste. Predominaron los elogios, siempre merecidos porque el portugués era de los que se los ganaban a golpe de corazón tarde tras tarde… Una vez más nos encontramos ante la tremenda injusticia de la desigualdad. La profesión de torero está preñada de riesgos, sacrificios, hambres, sudores y gloria… Estoy seguro – eso lo saben todos los taurinos – que, en la corrida de Barcelona, a la hora de vestirse de torero, Falcón no sabía tan siquiera lo que iba a cobrar. Si le quedaban libres cuatro o cinco mil duros podía darse por satisfecho. Una miseria a cambio de una vida joven, dedicada por completo a la fiesta…

Duras las apreciaciones de Zabala, pero también llenas de claridad. José Falcón fue parte de un grupo de toreros que fueron una especie de prototipos de los que hoy se califican como especialistas, para los que no hay espacio más que en las corridas llamadas duras y solamente en ellas. No importan sus triunfos ante esos toros que nadie más quiere, porque no habrá espacio para ellos en otro tipo de corridas. De lo de los dineros, que también menciona, lo dejo al criterio de cada uno de ustedes que invierten su tiempo en leer estos pergeños.

La despedida de José Falcón

El cadáver de José Falcón fue velado en la propia enfermería de la plaza de toros. Dice la prensa de la época, que aparte de sus familiares cercanos y su esposa, estuvieron presentes toreros como Mario Cabré, Enrique Patón, Manolo Cortés, Pedro Gutiérrez Moya Niño de la Capea, Joaquín Bernadó, José Manuel Inchausti Tinín, Manuel Amaya José Luis Parada, así como el rejoneador Álvaro Domecq.

Al día siguiente se llevó a cabo la misa exequial en la propia capilla de la plaza de toros, refiriendo el ejemplar de El Ruedo salido a la venta el 20 de agosto siguiente:

En la capilla de la plaza de toros Monumental, que resultó insuficiente para recoger a los numerosos aficionados y amigos del finado, se celebró una misa de «corpore insepulto» y, a continuación, el féretro fue izado en hombros por toreros compañeros del extinto, que dieron la vuelta al ruedo, saliendo después por la puerta grande de la plaza, para ser trasladado a su última morada, en el cementerio del Sudoeste...

Así terminó el paso por este mundo de un torero que fue pura entrega y honradez en los ruedos. Que haya encontrado el descanso perpetuo.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son imputables exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 11 de agosto de 2024

12 de agosto de 1945: Jesús Guerra “Guerrita” sufre una grave cornada en Madrid

Álvarez Pelayo, Guerrita y Rafael Llorente
Madrid, 19 de abril de 1945
Archivo: Martín Santos Yubero
Jesús Guerra Guerrita, originario dela Ciudad de México, era conocido en las plazas de la capital mexicana desde el 22 de mayo de 1938, cuando se presentó en El Toreo de la Condesa para lidiar un encierro de La Laguna alternando con Jesús González El Indio y Emiliano Vega. Fue uno de los novilleros que tuvieron que dejar paso a toreros como Lorenzo Garza, El Soldado, Fermín Rivera, Ricardo Torres, Silverio Pérez, Eduardo Solórzano, Calesero o Carlos Arruza, quienes hicieron a muchos de sus compañeros de promoción esperar otros tiempos para sobresalir.

Así, Guerrita tuvo que esperar hasta las temporadas de 1943 y 1944 para poder salir adelante en su intento de obtener una alternativa con fuerza, llegando en el primero de esos años a disputar la Oreja de Plata con Juan Estrada y en la segunda, a completar ocho tardes en la plaza de La Condesa. De nuevo le tocó ser parte de otra generación formada por toreros de la talla de Gregorio García, Luis Procuna, Antonio Velázquez, Luis Briones o el malogrado Eduardo Liceaga

Por esa razón quizás, se decidió a hacer una campaña novilleril en España en el año de 1945, aprovechando que las relaciones taurinas hispano – mexicanas se habían reanudado el calendario anterior. Y logró presentarse en plazas de importancia, porque el 19 de abril de ese calendario hizo su debut en la Plaza de Las Ventas de Madrid, para enfrentar una novillada de los señores de Pablo Romero, en unión del madrileño Rafael Llorente y el granadino José Álvarez Pelayo.

La actuación de Guerrita en esa tarde de su presentación, fue vista así por quien firmó como Alardi II, en el diario deportivo Gol, de la capital española:

Jesús Guerra borda con primor tres lances con los pies quietos y meciendo los brazos con arte y salero. (Ovación). Se supera el mejicano quitando por gaoneras y un adorno de medio lance amanoletado que le resulta de efecto. Pepe Atienza pega en lo alto y bien cuatro veces, y el público no sabe agradecerlo con sus palmas. El azteca, azul y oro, como sus dos compañeros - ¡tipo único! - coloca dos buenos pares de banderillas, que se aplauden. Cierra su peón. Comienza valiente y torero con cuatro derechazos que se jalean. Sin temor a los achuchones del bravo «Ciclonero» sigue por naturales y da uno de pecho excelentísimo. Una estocada algo tendida que basta. (Gran ovación. Salida a los medios, que la modestia del espada no quiere convertir en vuelta al ruedo. La faena lo merecía)…

El sexto le dio a Guerrita una aparatosa voltereta que le impidió finiquitarlo. El parte rendido por el doctor Jiménez Guinea fue el siguiente:

El torero mejicano Jesús Guerra fue asistido de una contusión en la región inguinal derecha otra en la rodilla izquierda y otra en la región esternal, así como conmoción cerebral. Pronóstico menos grave. Doctor Jiménez Guinea.

La opinión general de la crónica en esas fechas fue en el sentido de que Guerrita se había ganado la repetición.

La tarde del 12 de agosto de 1945

Reaparecía Guerrita en Las Ventas. De nueva cuenta lo acompañaba en el cartel Rafael Llorente y cerraba la tercia el torero de Albacete, Manolo Navarro, quienes enfrentarían novillos de los herederos de Demetrio Fraile, de Zaragoza. Esta tarde la había yo mencionado aquí hace algo más de una década, porque al final de cuentas el diestro de Barajas, Rafael Llorente, se quedó con la corrida completa por haber sido heridos sus dos alternantes.

Guerrita se enfrentó al segundo toro de la tarde, pero sin poder concluir su labor. Don Luis Uriarte, firmando como El de Tanda, en la Hoja Oficial del Lunes siguiente al día del festejo, resume así su actuación:

Buenas verónicas de Guerra por el lado izquierdo y un superior quite por faroles. El espada clava un par y medio de banderillas. Muletea sobre la derecha. Al dar un natural, el novillo que no pasa, le coge aparatosamente. Llorente acaba con el bicho de una estocada corta...

Por su parte, quien firmó como R.O.L. en el diario madrileño Pueblo, escribió lo siguiente:

Mansurronearon los novillos de Fraile que ayer se lidiaron en Madrid, y está visto que no hay maniera, de que puedan lucirse los modestos diestros de los que la afición espera algo... Así, Jesús Guerra, qué demostró con la capa inteligencia torera, apretándose bien al veroniquear, al comenzar la faena de muleta resultó gravemente herido, por empeñarse en torear al natural a un toro que no pasaba...

También Manolo Navarro fue herido por el tercero de la tarde al intentar entrar a matar. Igual, Llorente tuvo que pasaportar al novillo.

Los partes facultativos rendidos por el doctor Luis Jiménez Guinea, Jefe del Servicio Médico de la Plaza de Las Ventas, fueron en el siguiente sentido:

El novillero Jesús Guerra sufre una herida en la región inguinal izquierda, con un trayecto ascendente de unos catorce centímetros de longitud, que interesa los músculos oblicuo mayor, oblicuo menor y transverso, contusionando el peritoneo.

Manolo Navarro sufre una herida en el tercio inferior de la cara posterior del muslo izquierdo, que interesa piel, tejido celular y aponeurosis, con un trayecto hada abajo y afuera de unos diez centímetros de longitud.

El doctor Jiménez Guinea calificó de grave la herida de Guerra y de menos grave la de Navarro.

Ambos diestros fueron trasladados al Sanatorio de Toreros. 

Rafael Llorente terminó saliendo en hombros de la afición que casi llenó la plaza madrileña tanto porque le cortó una oreja al primero y al sexto de la tarde, como por la hazaña que había logrado sin tenerla programada. Escribió don Luis Uriarte:

Y Llorente hubo de entendérselas con los seis novillos. Lo cual, habiéndolo hecho muy decorosamente, ya constituye un éxito. Añádase que cortó la oreja del primero y la del sexto y que salió en hombros de la plaza, y ya se ve que, aún habiendo escuchado un aviso en el quinto, que tenía el cerviguillo más duro que la punta de los estoques de descabellar, dicho éxito revistió caracteres de bastante apreciable importancia... Llorente salió airoso del trance durísimo en que le colocaron las cogidas de sus compañeros, gracias a un gran esfuerzo de voluntad, a su valentía, a su pundonor ya sus recursos toreros. Se fatigó mucho, desde luego. Arrastrado el quinto novillo, hubo de solicitar un descanso de la presidencia. Pero aun tuvo arrestos y gallardía para terminar su labor con el mismo premio de la oreja con que iniciara... Por todo ello mereció los aplausos con que el público le animó durante toda la tarde...

Después de esa tarde

Rafael Llorente fue el primero de esta última terna en recibir la alternativa de matador de toros, apenas algo más de dos semanas después de este festejo, el 30 de agosto siguiente, en Barcelona, Manolete, en presencia de Carlos Arruza, le cedió los trastos para dar cuenta del toro Fastidioso de Carlos Núñez. Confirmaría su alternativa en México el 18 de enero de 1953, llevando como padrino a Juan Silveti y de testigo a Antonio Ordóñez, con el toro Aguilucho de El Rocío.

Guerrita fue el siguiente en doctorarse. Lo hizo en Corella, Navarra, el 27 de septiembre, también de ese año del 45. Lo invistió el tudelano Julián Marín, en festejo que torearon mano a mano ante toros de Amador Santos. Confirmó su alternativa en la Plaza México el 8 de diciembre de 1946, de manos de Silverio Pérez y llevando como testigo a Manolete. El toro de la ceremonia fue Renegao de La Punta.

Por su parte, Manolo Navarro se convirtió en matador de toros en su tierra, Albacete, el día de Santiago de 1947. Le apadrinó Gitanillo de Triana y atestiguó Luis Miguel Dominguín, siendo el toro de la cesión Limpiador, de Villagodio Hermanos. Confirmó en Madrid el 4 de octubre de ese mismo año en la Corrida de la Prensa, de manos de Domingo Ortega, y llevando como testigos a Luis Miguel Dominguín y Paquito Muñoz. Esa tarde se lidiaron cuatro toros de Antonio – Pérez Tabernero y cuatro de Carlos Núñez.

Este es el breve recuento de una tarde de toros en la que quedó patente que los toros dan cornadas, porque no pueden dar otra cosa, como sentenció en su día el inmortal Frascuelo.

domingo, 24 de septiembre de 2023

23 de septiembre de 1923: Luis Freg es gravemente herido en Madrid (I/II)

Luis Freg herido por Pescador de Matías Sánchez
Madrid, 23 de septiembre de 1923
Foto: Portela - ABC

La carrera de Luis Freg en los ruedos estuvo plagada de percances. En el cuarto de siglo que duró, según a quien se lea, sufrió entre cincuenta y dos y setenta y cuatro cornadas y en más de una ocasión el torero de Nonoalco estuvo al borde de la muerte, o de la mutilación. En al menos los dos años anteriores al hecho que hoy me ocupa, su vida se vio seriamente comprometida por las heridas que los toros causan, y así en 1921, en la capital de España, fue herido en dos ocasiones, la primera el 27 de marzo, cuando un toro de Moreno Santamaría, el segundo de su lote en esa corrida de inauguración de temporada, le hirió al ejecutar la suerte de matar. Ese mismo toro, en un tumbo, le causó una herida en la cabeza al picador Manuel Granados Veneno, quien murió a causa de ella, el siguiente martes. 

La segunda cornada del 21 fue en la corrida del 25 de septiembre siguiente, cuando el segundo de la tarde y primero de su lote – el abreplaza se lo cedió a Nacional II que recibía la alternativa – lo volvió a herir en el mismo muslo derecho al ejecutar la suerte de matar. La diferencia en esta oportunidad es que El Rey del Acero estuvo tan valiente y con tanto lucimiento, que al retirarse por su propio pie a la enfermería – como parecía ser su costumbre – lo hizo con la oreja del toro en la mano. Un detalle importante a resaltar es que el heridor era de la ganadería de Matías Sánchez Cobaleda, antes Trespalacios.

En 1922, justamente el día 11 de marzo, sábado, se organizó en el Toreo de la Condesa una corrida a beneficio de los deudos de Ernesto Pastor. Se lidiarían seis toros de distintas ganaderías y contó Luis Freg a Armando de María y Campos que, si bien él ya había toreado un beneficio para ellos en Madrid, gustoso aceptó la encomienda, aunque con cierta incomodidad, porque le tocaría enfrentar un toro de Veragua que fue tentado y estuvo de semental en San Nicolás Peralta y eso le dejaba dudas sobre el juego que daría en la plaza. Ese toro le hirió en el mismo muslo derecho casi al abrirse de capa y le produjo una herida profunda que le seccionó la vena femoral.

El presidente Álvaro Obregón que se encontraba en el tendido, envió al doctor Pascual Millán, su médico personal y al afamado cirujano norteamericano William Mayo que estaban con él en el tendido, para auxiliar al servicio médico de plaza. Freg cuenta que estuvo a punto de perder la pierna por las infecciones y los problemas circulatorios que tuvo con posterioridad a las varias intervenciones que se le practicaron con la finalidad de curarle. Al final, la tenacidad del torero y la efectividad de los médicos taurinos mexicanos, fueron definitivos para que lograra continuar con su andadura en los ruedos.

La temporada española de Luis Freg en 1923

Luis Freg llegó a España el 8 de mayo de 1923 por el puerto de Vigo y casi de inmediato comenzó a actuar, pues el día 12 ya estaba presentándose en Valencia, para lidiar toros de los herederos de Esteban Hernández junto con Chicuelo y Fausto Barajas. Ese sería el arranque de una campaña que fue de una buena cantidad de corridas, porque Enrique Minguet Pensamientos, en su anuario Desde la Grada, le contabiliza 23 actuaciones en ruedos hispanos y franceses en plazas como Madrid, la ya nombrada de Valencia, Barcelona, Málaga, Salamanca, Pamplona, Santander o Nimes. Fue el matador de toros mexicano con más actuaciones en aquellas tierras ese año, siguiéndole Juan Silveti con 20; Rodolfo Gaona con 6; José Ramírez Gaonita con 5; su hermano Salvador Freg y José Flores Joselito con una cada uno.

La corrida del 23 de septiembre de 1923 estaba programada por el entorno de Luis Freg para cerrar su temporada en aquellas tierras y su regreso se produciría, según la prensa de la época, el martes 25 de septiembre, para comenzar a preparar su participación en la temporada 1923 – 24 de la capital mexicana.

La corrida del 23 de septiembre de 1923

Se anunció un encierro de Matías Sánchez Cobaleda, de Salamanca, antes Trespalacios, para Luis Freg, Victoriano Roger Valencia y José Roger Valencia II. Era la corrida que iniciaba la segunda temporada del año o la temporada de otoño de la plaza de Madrid. Para Luis Freg, era su segunda comparecencia en la Carretera de Aragón y según contó a Armando de María y Campos:

Ese año de 1923 iba muy bien, pero... un toro de Matías Sánchez me obligó a hacer un alto en el camino. Para el 23 de septiembre la empresa de Madrid anunció una corrida con seis toros de Matías Sánchez, antes Trespalacios, que deberíamos matar los hermanos Valencia y yo. Ya he dicho que los hermanos Roger han sido de mal fario para los Freg. Recuerdo la muerte de Miguel toreando con Pepe y la cantidad de veces que los toros me han cogido toreando con Pepe o con Victoriano. Esa tarde, pues, presentí la tragedia...

En la misma obra, Luis Freg aporta el dato de que el primer – y al final, único – toro que enfrentó esa tarde, se llamó Pescador y que fue de pelo ensabanado salpicado, aunque Don Prudencio, en su crónica en el diario madrileño El Mundo, lo refiere como un toro jabonero, salpicao y botinero. A saber...

La actuación de Freg ante ese toro, de acuerdo con P. Álvarez, cronista del diario La Correspondencia de España, fue de la siguiente manera:

Ayer toreó muy bien Freg de capa, veroniqueando con cuatro lances seguiditos. Un farol y dobló con media superior. En otro tiempo largó otro lance de maestro, y ceñido como un guante a la mano, remató con otra media verónica formidable… Freg oyó muchos aplausos, y aquello fue un acicate para animarle a la hora del tercio final. El toro, como ya hemos dicho, era un portento de nobleza, y empezó con el famoso pase de la muerte, que el mejicano dio erguido e inmóvil. Sigue la labor tranquilo, bien, apretándose con el Trespalacios, que toma la muleta admirablemente. Cuadra Freg, se le viene el toro encima y aguanta la embestida, dando un buen pinchazo. Hay palmas al valor, a la serenidad, en el encuentro inesperado; pero no es aquello lo que el matador desea. Unos cuantos muletazos más, y el toro, cansado del muleteo, huye. Lo recoge Alfredo Freg, que lo lleva a los tercios del 9, donde, después de otros pases sobrios, valientes, para que cuadre, queda el toro algo aculado a las tablas, con la cabeza alta. Freg ataca despacio, recreándose en la suerte, y mete todo el estoque en lo alto; pero el Trespalacios, que ha tomado la querencia a las tablas, espera, sin avanzar, y le engancha por el muslo. Luego le recoge de nuevo, le cornea, al parecer en la otra pierna, y además, debajo del sobaco derecho. Estalla la ovación al matador, que a recibir esa ovación venía seguramente Freg. Ve éste caer al toro, y con los brazos en alto contesta la ovación. Cae la fiera, y Freg, tranquilo, satisfecho, sonriente, recorre triunfalmente el camino, contestando a las palmadas. Lleva la taleguilla destrozada en las dos piernas y en la carne a descubierto no se ve un rasguño. Parece que no tiene nada, y marcha tranquilo, acompañado de su hermano, a la enfermería… Luego vemos que no sale, con alguna sorpresa, porque al principio dicen que va a ponerse el pantalón de un monosabio. Más tarde nos aseguran que tiene una costilla rota. El parte facultativo no llega al burladero de los diputados provinciales hasta el quinto toro. Vienen noticias cada vez más alarmantes. Está grave. Luego, que le van a dar la Santa Unción...

Como siempre que hay una cornada grave, circulan por el callejón y por los tendidos diversos rumores acerca del estado del torero herido, pero es hasta que se conoce el parte médico, cuando se confirma lo que las apariencias denuncian. En este caso, el doctor Jacinto Segovia rindió el siguiente:

Durante la lidia del primer toro ha ingresado en esta enfermería el diestro Luis Freg, a quien, después de un minucioso reconocimiento, se le ha apreciado una herida, por asta de toro, en la región torácica lateral izquierda, que interesa los planos superficiales, con fractura de las costillas cuarta y quinta, grandes desgarros en la pleura, penetrando en el tórax... Otra herida en el tercio superior, cara externa, del muslo izquierdo, de doce centímetros de profundidad, que interesa la piel, tejido celular y aponeurosis del plano muscular. Pronóstico gravísimo.

La herida fue empaquetada con gasas para inhibir la hemorragia y estabilizar al torero herido, y de esa manera decidir su traslado a un hospital para continuar su tratamiento. Así, entrada la noche del festejo, se le trasladó al sanatorio del doctor Mateo Milano en la calle de Zurbano, donde se le ingresó para continuar su tratamiento, vaciándose las gasas tres días después para iniciar las curas acostumbradas en aquellos días.

El 28 de septiembre fue visitado por Antonio Márquez y Nicanor Villalta, y el doctor Jacinto Segovia dio casi por curada la cornada del muslo, en tanto que pronosticó que la del tórax tardaría meses en restablecerse. Por esas fechas la prensa madrileña daba cuenta de la recepción de un extenso telegrama firmado nada menos que por el general Álvaro Obregón, en esos días, Presidente de la República Mexicana.

¿Corrida a beneficio?

El semanario The Times, dirigido por Federico Ramos de Castro Rodaballito, publicó un extenso editorial titulado Laureles rojos o Luis Freg, el indomable, en el que entre otras cosas, se dice:

Es preciso rendir un homenaje a este artista invencible y verdaderamente trágico, y THE TIMES, dirigiéndose al Sr. Jardón, cuyos buenos sentimientos e hidalguía no fueron desmentidos nunca; y dirigiéndose a Dominguín, como presidente de la Asociación del Matadores de toros y novillos, propicio siempre a favorecer y ayudar a sus compañeros, se atreve a proponer lo siguiente: No siempre se han de dar los beneficios a las viudas y a los inútiles. Tan justo o más es darle, en casos como éste, en que un torero, después de una temporada de lucha, cae gravemente herido en una de sus últimas corridas, perdiendo en su curación los escasos ahorros que pudo hacer, tras penalidades tantas… será de justicia que en el cartel de ese beneficio que, estamos seguros, ha de celebrarse, figure el nombre postergado de Salvador Freg, el hermano del infortunado Luis, tan bravo como él, y para el que sirve de padre el pundonoroso torero mejicano, que, cuando escribimos estas líneas, aún lucha con la muerte... Del Sr. Jardón, noble y compasivo, y de Dominguín, excelente compañero, nos permitimos esperar una contestación inmediata…

Rodaballito proponía eso el domingo 30 de septiembre y como fecha de realización el jueves 4 o viernes 5 de octubre siguientes. El festejo no se llevó a cabo y Luis Freg, conforme a la costumbre de la época, siguió sufragando los costos de su curación, pues la empresa de la plaza se hacía cargo solamente de los generados los tres días siguientes a la corrida.

El alta hospitalaria y el regreso a México

El diario La Correspondencia de España del 12 de noviembre de 1923 anunciaba en una gacetilla que, en la víspera, Luis Freg había salido del sanatorio del doctor Milano de la siguiente manera:

Hace ya cincuenta días que el valiente espada mejicano Luis Freg recibió un cornalón al entrar a matar en las tablas del 8... Aunque débil, ha abandonado el sanatorio, en franca convalecencia, y el sábado, a medio día, fueron sus amigos y familiares en automóvil para recoger al que de nuevo encontró la vida en una clínica... Freg se despidió cariñosamente de todos los de la casa donde le devolvieron la salud y la despedida de todos, médicos. enfermeras, practicantes v 1a dependencia, fue tan efusiva y emocionante como aquella que pinta Benavente en «La fuerza bruta»...

Se retiró a su domicilio en Madrid a terminar su recuperación y a preparar sus bártulos para volver a México, lo que se anunció en The Times del 23 de diciembre de ese año, acompañado de sus hermanos Alfredo y Salvador

La intención de Luis Freg era reaparecer en los ruedos en la temporada 1923 – 24 de el Toreo de la Condesa, pero dada la extensión que van tomando estas notas, espero terminarlas el día de mañana. 

domingo, 27 de agosto de 2023

27 de agosto de 1916: La tragedia de Antonio Carpio, el dómine de Catarroja

Antonio Carpio Asins nació en Catarroja, población de la albufera valenciana el 11 de enero de 1895. Hijo de un constructor de carros y el mayor de cinco hermanos, en cuanto tuvo la edad suficiente fue enviado por su familia a realizar estudios de magisterio. Casi al final de esa formación profesional, el padre cae gravemente enfermo y con dificultad los concluye, consiguiendo, afortunadamente, ser destinado para ejercer su profesión docente a su localidad natal, donde se puede hacer cargo de su familia con el exiguo salario que entonces se pagaba a los maestros de escuela.

Creo que no requiere mucha explicación el hecho de que en la hoy Comunidad Valenciana existe una arraigada tradición taurina, tanto en la forma digamos convencional, con los festejos celebrados en las plazas de toros, así como en una importantísima cantidad de festejos con toros en las calles, los Bous al carrer. Casi al tiempo de que Antonio Carpio iniciaba su ejercicio como maestroescuela, Juan Belmonte recibía la alternativa y establecía un precedente en el sentido de que se podía salir de la miseria enfrentándose a los toros, al mismo tiempo de que impuso un nuevo canon para lidiarlos. 

Antonio Carpio se inspiró en el veloz ascenso de Belmonte y comenzó a frecuentar los festejos callejeros que se daban en su entorno. Allí abrevó los rudimentos para tratar de evitar las cornadas que dan los toros y en un momento determinado decidió que había más fortuna en los redondeles que en las aulas, renuncia a sus cinco pesetas diarias de salario y comienza a andar los caminos de España en busca de oportunidades para torear.

El paso por los ruedos de Antonio Carpio

Su presentación, vestido de luces fue en octubre de 1914, en la plaza de Valencia, en una novillada económica. Esa tarde se llevó una cornada, primera de las muchas que habían de poner en peligro su vida. Escribió acerca de lo que aportó en esos días el torero de Catarroja, José Simón Valdivielso:

El «parón», al que ya no se otorga consideración excesiva, fue entonces la revelación traída al toreo por la decisión da aquel maestrito de Catarroja, que quería conquistar, a costa de su riesgo, el bienestar para sus padres y la seguridad para el porvenir de sus hermanos... Antonio Carpio armó el gran alboroto entre la afición. ¡Y era dificilísimo armar el alboroto entonces! …

Quedarse quieto y jugar los brazos para desviar las embestidas de los toros… Ese era el secreto del hacer de Antonio Carpio en los ruedos y pronto le sirvió de reclamo para presentarse en las plazas más importantes de su patria. El 14 de marzo de 1915 lo hace en Barcelona, en la plaza de Las Arenas, alternando con Emilio Cortell Cortijano y Manuel Álvarez Andaluz en la lidia de novillos de Medina Garvey. Acerca de su actuación esa tarde, escribió para la edición nocturna del diario Noticiero Universal de la fecha del festejo, quien firmó como Licenciado Flechilla:

Carpio, que viste terno granate y oro, coge los trastos y da un pase alto muy peligroso y al segundo, de pecho, no da salida y es enganchado por el sobaco izquierdo. Se levanta y muletea desconcertado, temiéndose nuevamente una cornada. Entra algo lejos y pincha cayéndose el hierro. Intenta el descabello y suelta una baja. El toro dobla y unos aplauden y otros silban. El mozo, que está muy verde con el estoque, ha demostrado que no le tiene miedo a los cuernos…

Esa tarde, para no perder costumbre, salió con un puntazo de siete centímetros en la región glútea izquierda y no pudo matar al segundo novillo de su lote.

Su presentación en la Maestranza de Sevilla tendría lugar el 13 de junio siguiente, cuando para lidiar novillos de Gamero Cívico, tuvo de compañeros de cartel a Manuel Álvarez Andaluz y Pepe Rodas. Quien firmó como A.N. Drés en el diario Correo de Andalucía del día siguiente al del festejo, refirió acerca de su actuación lo siguiente:

Carpio, por lo que se ha visto en su debut, es un novillero muy mediano, habiendo sufrido una equivocación con venir a Sevilla, porque si ésta da mucho al que hace cosas grandes al toro, en cambio destroza a quien no se acerca, ni para ni aguanta en la inmensa mayoría de las veces... Aquí hay que hacerlo, y si no... ¡al agua! ...

El trato del cronista sevillano no fue precisamente comedido con la actuación del maestro de escuela valenciano, pues propiamente lo desahucia en su primera actuación en ese ruedo. No obstante, volverá al siguiente domingo y para no variar, saldrá herido por el primero de su lote.

La presentación en Madrid tendrá lugar el 25 de marzo de 1916, cuando enfrentaría novillos de la Viuda de Félix Gómez, junto con Manuel García Reyes y Pepe Amuedo. Esa tarde Pepe Amuedo terminaría matando a cuatro novillos, por percances de sus alternantes. A propósito de la actuación de Antonio Carpio, escribió Ángel Caamaño El Barquero, para El Heraldo de Madrid del día siguiente al de la novillada:

Siguiendo mi costumbre, ni afirmo, ni niego, ni digo que si esto, que si lo otro, y que si ya está aquí el redentor taurino. Me limito a decir que los capotazos que acaba de dar el joven Carpio han sido requetesuperiores, y se los aplaudo con entusiasmo... Carpio sale, se hace el silencio y el muchacho se va solo al cornúpeto y le larga, de primeras, un natural, otro de pecho, otro alto y otro de trinchera, que no diré yo que fueran la esencia del clasicismo; pero si digo y afirmo que estuvo cerca, cerquísima, entre los pitones y sin asustarse y sin descomponerse...

Además, Antonio Carpio sumó tardes en Almería, Zaragoza, Málaga, Cartagena, Tafalla o Gijón. Independientemente de repetir en varias ocasiones en Barcelona y en Madrid, donde se presentó por última vez el 15 de agosto y de donde salió para cumplir compromisos en Tafalla al día siguiente, en Gijón, el 20 de agosto y el de Astorga el 27 de agosto. Escribe F. Mendo en El Ruedo de Madrid del 24 de enero de 1952:

Vuelve a actuar en las Plazas de sus mejores tardes; viene a Madrid avanzada la temporada, el 15 de agosto; para entonces llevaba toreadas treinta y dos corridas, tenía firmadas otras tantas, y la Empresa de la capital de España acababa de apalabrarle el doctorado para la segunda temporada de abono de la próxima temporada… Dentro de esta excelente racha, el 27 de agosto aceptó intervenir en una corrida mixta en Astorga; tres toros de Rivas para «Torquito I» y otros tres, no menos pavorosos, para Carpio… Antes de abandonar Madrid la noche anterior a la corrida, unos amigos del torero trataron de hacerle desistir de enfrentarse con un ganado que de antemano se sabía era viejo y de excesivas defensas. Fué vano el intento.

- ¡Hay que triunfar o morir!... ¡Pero pronto!...

- Respondió Carpio.

Bebió unos chatos de manzanilla con sus acompañantes.

— ¡Por tu buena suerte! 
— Deseó alguien.

— ¡Que Dios la reparta entre nosotros!

— Murmuró el diestro con un gesto fatalista…

Astorga, 27 de agosto de 1916

El domingo 27 de agosto de 1916 se anunció en la plaza de toros de Astorga un festejo mixto en el que alternarían el matador de toros Serafín Vigiola Torquito y Antonio Carpio, novillero, en la lidia de seis de don Ángel Rivas, ganadero de Cabañas de Sayago. La procedencia de los toros a lidiarse era de la antigua ganadería de Santiago Neches, formada con vacas de Veragua y sementales de Conradi y Santa Coloma. Siendo propiedad de Neches, el 23 de agosto de 1908, en la misma plaza de Astorga, un toro de esa vacada hirió mortalmente al torero Hilario González Serranito, motivo por el cual se enajenó la ganadería a su titular en la fecha que me ocupa en este momento.

El segundo de la tarde, se llamó Aborrecido. José Rico de Estasen relata así la actuación final de Antonio Carpio ante él:

El astado, de imponente aspecto y gran poder, llevaba un nombre siniestro: «Aborrecido». Era de la ganadería de Rivas, y resultó de difícil lidia; tanto, que al hacerle un quite volteó al diestro aparatosamente, destrozándole la taleguilla. Pero Antonio Carpio no se amilanó. Antes, al contrario, continuó prodigando sus muestras de arrojo y valentía, sobre todo una vez provisto de los trastos de matar, con los que dio al bicho varios pases de muleta, apretándose hasta lo inverosímil… En uno de éstos, el novillo de siniestro nombre se le arrancó, empitonándole por el muslo derecho… El desgraciado diestro, tras de ser volteado aparatosamente, cayó al suelo. Tras la cogida aparatosa y emocionante, se levantó, echó a correr, y aún tuvo fuerzas para saltar la barrera. En el callejón acudieron a su auxilio miembros de la Cruz Roja, quienes le trasladaron a la enfermería. El infeliz novillero dejó tras de sí un reguero de sangre…

Fue atendido por el médico de Astorga, José Hernández Mena y estando en el tendido el cirujano del Hospital Princesa de Madrid, Julio Garro, se aprestaron a atender al torero herido, pero cuando llegó a la enfermería estaba el torero ya en lo que hoy llamaríamos choque hipovolémico por el profuso sangrado. Refiere el semanario madrileño Toros y Toreros del 29 de agosto siguiente:

El percance acaeció al matar Carpio su primer burel, el cual, alcanzándole, le corneó furiosamente causándole, aparte del magullamiento general, una tremenda herida como dé veintidós centímetros de extensión, por quince de profundidad en el muslo derecho interesándole la arteria femoral. En vista de la postración en que se encontraba el herido por efecto de la grandísima hemorragia sufrida, fue viaticado, y no obstante los esfuerzos de la ciencia, falleció a las diez y media de la noche…

Rafael Pérez Taylor, periodista mexicano que firmaba sus escritos como Hipólito Seijas, cita lo siguiente en su colaboración aparecida en el número del semanario La Lidia, de la Ciudad de México, fechado el 26 de mayo de 1944:

En la enfermería, entrando ya en período agónico, preguntó a su apoderado:

- ¿Cuánto dejo en el banco para mi familia?

- Sesenta mil pesetas.

- Muero contento. De maestro de escuela nunca las hubiera reunido y dejado...

Hipólito Seijas no precisa la fuente de la que recabó tal diálogo, pero el recorrido literario por la vida del torero hace presumir que esa entereza mostrada en sus últimos instantes era posible.

El regreso a Catarroja

Sería otro torero valenciano, éste de Algemesí, el que organizaría un festejo en 1922, a efecto de conseguir el traslado de los restos mortales de Antonio Carpio a Catarroja. Me refiero a Rosario Olmos, compañero de generación de Manolo Martínez El Tigre de Ruzafa y de Francisco Tamarit Chaves. Apoderado por el escritor taurino Isidro Amorós Don Justo, consigue un acercamiento con la empresa de Valencia, dirigida por Arturo Duart, para que el 3 de diciembre de ese 1922, se formara un cartel en el que actuaron Rafael Dutrús Llapisera, el picador José Cantos Barana y los novilleros Manuel Martínez, Francisco Tamarit Chaves, Rosario Olmos y Tomás Jiménez ante novillos de distintas ganaderías.

José Rico de Estasen, en el número de El Ruedo salido a los puestos el 13 de mayo de 1954, escribe acerca del resultado del festival:

Lo recaudado en la novillada benéfica de que queda hecha mención, alcanzó a sufragar los gastos del traslado del cadáver de Carpio y de la construcción del artístico mausoleo donde habría de ser inhumado en el Camposanto de Catarroja. El panteón donde reposan los restos del lidiador inolvidable aparece coronado por una cruz, de la que pende un ángel labrado con mucha soltura y primor. En el pedestal destaca el busto del fallecido, sobre una rama de laurel y una cartela con esta inscripción: «LOS TOREROS VALENCIANOS Y LA AFICIÓN A ANTONIO CARPIO» …

El dómine de Catarroja había vuelto a casa, aunque quizás nunca alcanzó a escuchar en una plaza el pasodoble que ese año de 1916 compuso en su honor el músico gallego Reveriano Sotullo, que en la cubierta de su partitura reza: Al nuevo fenómeno Antonio Carpio. Carpio, pasodoble flamenco. Pero seguramente algún día de estos, resuene en una plaza y quien lo reconozca, recuerde que se le dedicó a un torero valiente y decidido a salir adelante aún a costa de perder su vida.

Post scriptum

Hace un par de décadas, Giovanna Ribes, sobrina nieta de Antonio Carpio, dirigió el rodaje de un documental titulado El Sueño Temerario, mismo en el que:

A través de un novillero, Antonio Carpio “El Maestro” que murió en Astorga de una cornada en la femoral a principios del siglo XX y de los novilleros actuales Juan Ávila y Juan Francisco Prados, “El Sueño Temerario” es un documental personal que pretende indagar sobre la conciencia del ser humano, el temor al fracaso y su deseo de realizar grandes acciones, a veces incluso capaces de determinar el proceso histórico, acciones que los convierte en héroes cautivos de su propio sueño y que los lleva a la decisión de recibir la muerte, gustosos, antes que la figura del héroe que ellos han soñado se desvanezca entre la multitud…

La producción de aproximadamente una hora de duración, se puede ver en esta ubicación

Reconocimiento: Quiero agradecer a mi amigo Paco Abad el haberme puesto sobre la pista de este asunto en su magnífica bitácora del Aula Taurina de Granada. Lo allí publicado lo pueden ustedes consultar aquí y aquí.

domingo, 20 de agosto de 2023

21 de agosto de 1944: Gregorio García se presenta en plazas de España

Gregorio García
Foto: Orduña

El año de 1944 es uno señalado para la historia patria del toreo, pues el 18 de julio de ese calendario, se reanudó el intercambio taurino con España, suspendido efectivamente desde el 11 de junio de 1936, fecha en la que nuestros toreros – Armillita, Carnicerito de México y El Soldado – actuaron en Murcia, teniéndose como pretexto, la falta de la carta de trabajo que preceptuaba un decreto aparecido en la Gaceta de Madrid del 3 de mayo anterior y que sirviera, en mi concepto, para encubrir una serie de intereses políticos de toreros de primera línea y ganaderos españoles, así como para quitar de en medio a otros actores principales, que en las circunstancias que se vivían antes de la Guerra Civil, amenazaban con quedarse con el mando de la fiesta allá y quizás hasta aquí.

Por ese inicio tardío de la campaña para nuestros diestros, el escalafón final refleja pocos de sus nombres, apenas una media docena de matadores de toros, Fermín Rivera, Carlos Vera Cañitas, Luis Castro El Soldado y Arturo Álvarez Vizcaíno, aparte del nombrado Ciclón Mexicano y del personaje de este día. También actuaron allá varios novilleros o matadores de toros que renunciaron a la alternativa recibida aquí, con la finalidad de recibir una nueva allá. Nombres como los de Felipe González El Talismán Poblano, Antonio Rangel o Leopoldo Ramos El Ahijado del Matadero se vieron anunciados en la plaza de Madrid en ese calendario de la reanudación.

El abono de San Sebastián de 1944

Eduardo Pagés era quien llevaba la plaza de El Chofre en San Sebastián. Para ese calendario ofreció un abono de 5 corridas de toros, celebrándose las tres primeras, los días 13, 14 y 15 de agosto, dentro de la Semana Grande y contaban con la presencia de figuras como Domingo Ortega, El Estudiante, Manolete o Pepe Luis Vázquez. Los dos festejos complementarios del abono se darían los domingos 20 y 27 de agosto y entre estos dos últimos se intercaló, el jueves 24 de agosto, un festival benéfico que tenía como atractivo la actuación de Juan Belmonte toreando a caballo y del siempre genial Rafael Gómez El Gallo.

La corrida del domingo 20 de agosto sería una de concurso de ganaderías, en las que toros de Juan Pedro Domecq, Félix Moreno Ardanuy, y Clemente Tassara por los ganaderos andaluces y de Caridad Cobaleda Vda. de Galache, Antonio Pérez de San Fernando, y Atanasio Fernández por los de Salamanca, se disputarían el Toro de Oro, escultura realizada por Mariano Benlliure. El cartel de toreros se anunció originalmente con Manuel Álvarez Andaluz, Manolo Escudero y Luis Miguel Dominguín, quien apenas había recibido la alternativa el día 2 anterior en La Coruña, de manos de Domingo Ortega.

El día 15 de agosto, la prensa de San Sebastián advertía que habría una baja en el cartel y que sería precisamente la de Luis Miguel y también aseguraba que Gregorio García recibiría la alternativa en San Sebastián. Escribió J. Cortabarría para La Voz de España, de la capital guipuzcoana:

Parece que para la corrida concurso del domingo no vendrá uno de los tres toreros anunciados. No lo aseguramos, porque todavía no ha llegado el consabido e inevitable parte facultativo. Si llega – que, por lo que cuentan, llegará pronto –, en ese caso, sustituyendo al torero que falte, vendría otro que es mejicano, a punto de pisar tierra española. Se llama Gregorio García. De él cuentan y no acaban. Como banderillero, extraordinario, sobre todo. Más que Carlos Arruza, según algunos… Si lo dicho se confirma – que se va a confirmar –, Gregorio García tomará la alternativa el domingo en nuestra plaza… Y para que nadie se torture el cerebro, vamos a apuntar más. El torero que, posiblemente no vendrá el domingo, es Luis Miguel «Dominguín» …

Pareciera que al redactor de La Voz de España no le había llegado la información de que a partir del 18 de julio anterior, las alternativas concedidas en El Toreo y otras plazas de primera categoría en México eran plenamente válidas en España y únicamente requerían confirmarse en Madrid, por lo que en consecuencia, Gregorio García, quien fue investido matador de toros en la plaza de La Condesa el 5 de diciembre de 1943, por Jesús Solórzano, en presencia de El Soldado, podía actuar en corridas de toros allá, sin cortapisa alguna.

Posposición de la corrida

Como lo señalaba en líneas anteriores, el festejo fue originalmente anunciado para el domingo 20 de agosto, pero a causa del mal tiempo, se tuvo que posponer para el día siguiente, lunes 21, según se anunció en la Hoja del Lunes de la capital donostiarra, aparecida el día que se verificó el festejo:

La corrida suspendida ayer a causa del mal tiempo, se celebrará esta tarde con los mismos alicientes y el mismo cartel. Y a la misma hora: cinco y media... Los toros, seis de las primeras ganaderías salmantinas y andaluzas seleccionadas para este concurso del «Toro de Oro» modelado por Mariano Benlliure, y la presentación en España del ídolo de los públicos mexicanos y portugueses Gregorio García, que alternará con el gran torero trianero «Andaluz» y el fino artista madrileño Manuel Escudero...

Allí la explicación del cambio de la fecha originalmente anunciada.

La actuación de Gregorio García

Al torero de la hacienda de Santo Domingo le tocó enfrentar a los toros de Atanasio Fernández y de Clemente Tassara. De su actuación ante el primero, llamado Cardillito, número 30, de 482 kilos de peso, el citado cronista de La Voz de España, escribió:

Mala suerte en el ganado, para presentación ante un público distinto al suyo, tuvo el mejicano Gregorio García. Para él fue el mansísimo toro de Atanasio Fernández – más de un manso así ha de salir en ganadería cual esta, sin base y menos abolengo – y a él le correspondió también el peligrosísimo de Tassara. El de Atanasio, por añadidura, y aparte del aparato en la cabeza, llegó a sus manos sin haberle partido apenas un pelo los del castoreño. Lo toreó suave de capa el mejicano y luego le colocó tres magníficos pares de banderillas: al cuarteo, de poder a poder y al sesgo. Los tres, apurado en la salida – una de las veces se vio perseguido y derribado – pero con elegancia, con gracia en la preparación y ejecución. La plaza entera se levantó para aclamarle. Con la muleta, tiró a abreviar. Hábil al matar…

Como se ve, Gregorio confirmó su fama de gran banderillero y la calidad de su toreo de capa. Quizás y de acuerdo con lo descrito por Cortabarría en su crónica, se vio un poco apurado por la pujanza del toro español en su primer encuentro, aunque desde el inicio, se deja en claro que no era un toro para el lucimiento.

El segundo de su lote fue el de Tassara, quien firmó como Feliú, en el Diario Vasco contó así su actuación y los sucesos de su lidia:

SEXTO. – De don Clemente Tassara, de Sevilla. Se llama «Canilejo», lleva el número 15 y es negro y gordo, magnífico de estampa y ancho de cuerna. Su salida, lenta y solemne, levanta aplausos de admiración. Lo merece en efecto su lámina imponente. Pesaba 443 kilos. Pero lo que ganó por presentación, lo perdió por su pelea cobarde, gazapona, huida y reservona, lanzando hachazos sobre seguro y esperando siempre al enemigo. Tomó seis varas saliendo huido y rebrincando en las seis. Su lidia fue peligrosísima por su pelea bronca y reservona… El mejicano García le propinó cuatro verónicas imponentes (las mejores de la tarde) que arrancaron olés y ovaciones. Después, contra la opinión del público, cogió las banderillas e intentó el primer par al cuarteo. Al ir a clavar, consintiendo mucho, lo esperó el toro y decidió salir del embroque sin ponerlas y por pies, cayendo en un tropezón ante la cara del bicho que hizo por él rompiéndole la taleguilla por la parte trasera del muslo derecho. Al quite se lanzan peones y espadas y el toro incierto buscó la salida. Escudero, que acudía presuroso advirtió que el toro se le echaba encima e intentó sacárselo, pero el cuerno le enganchó por el pecho y lo llevó colgado ocho o diez metros hasta que cayó por su peso, exánime. Lo recogen las asistencias y pasa a la enfermería. (La emoción es enorme pues se aprecia a simple vista una cornada grave). El mejicano vuelve a intentar clavar banderillas, pero al fin desiste ante la imposibilidad de hacerlo… Su faena de muleta, en cambio, fue una revelación. Logró hacerse con el toro y dominarlo con extraordinaria bravura, surgiendo pases de gran belleza. Mató recibiendo de una gran estocada. (Fue despedido con una fuerte ovación) …

La evolución de Manolo Escudero

Manolo Escudero
La cornada que recibió el torero del barrio de Embajadores fue gravísima. El parte médico que se rindió por los doctores Urbina y Garmendia, aparecido en el número de El Ruedo salido a los puestos el 23 de agosto siguiente fue de la siguiente guisa:

Durante la lidia del sexto toro ha ingresado el diestro Manolo Escudero, que presenta herida penetrante en el pulmón, por la región axilar izquierda, con rotura de costillas y fuerte conmoción. Pronóstico, muy grave. El torero, al ingresar a la enfermería, fue asistido por los doctores Urbina y Garmendia. Sufrió un fuerte colapso, que inquietó a los facultativos, así como la gran pérdida de sangre. La primera impresión era que el diestro sufría una cogida de las que pueden hacer peligrar su vida. A la media hora de su permanencia en la enfermería reaccionó algo, lo que permitió a los médicos su traslado a la Clínica San Ignacio, donde se le hará nueva intervención.

Un par de semanas después, pudo ser trasladado al Sanatorio de Toreros en Madrid, para continuar su recuperación, allí, le entrevistó quien firmó como A.R.A., entrevista que salió publicada en el número de El Ruedo, fechado el 6 de septiembre de ese 1944, en el que, entre otras cosas, el torero contó:

...Una cogida tonta. Era el último toro de la tarde y Gregorio García prendía el último par de banderillas... Yo iba andando hacia la barrera para abandonar el ruedo, cuando vi al mejicano que caía y abrí el capote para hacer el quite. El toro se arrancó ciego, le atropelló y se me echó encima. Me enganchó y sentí perfectamente que me pegaba la cornada en el pecho. Me tuvo prendido unos instantes, durante los cuales no sólo sentí un dolor terrible, sino que me di cuenta de cómo se desgarraba la carne. Pensé que me había matado y ya no pude levantarme...

Hace unos años tuve la oportunidad de conversar con el maestro Raúl García, sobrino de Gregorio García, acerca de este incidente, tratando de obtener más información acerca del mismo. Lo único que me pudo contar fue que su tío Gregorio recordaba con claridad, pero con desazón esa tarde y esa grave cornada que seguro estaba que era para él y que nadie pudo hacer nada por evitarla, pero sin dar más detalles.

La recuperación de Manolo Escudero fue lenta. No estuvo en condiciones de reaparecer sino hasta el 26 de abril de 1945, en Barcelona, justamente en la presentación de Silverio Pérez como matador de toros en ruedos hispanos.

El devenir de Gregorio García 

Ese año de 1944, Gregorio García fue el torero mexicano que más actuaciones sumó en ruedos europeos, después de Carlos Arruza. Donde tuvo mayor predicamento fue en las plazas de Portugal, sobre todo en la de Lisboa, donde llegó a sumar 48 tardes. También en Portugal, Gregorio García fue pionero en cuanto al marketing taurino, pues había una marca de ropa para caballero con su nombre.

Nunca confirmaría su alternativa en la capital española, pero permanecería en activo hasta el año de 1965, despidiéndose del público mexicano el 1º de mayo en la plaza de Torreón y de la afición lisboeta en Campo Pequeño el 15 de julio de ese mismo año.

Gregorio García falleció en Uruapan, Michoacán, el 6 de marzo de 1993.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son obra imputable exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en los originales de los que fueron copiados.

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