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domingo, 24 de septiembre de 2023

23 de septiembre de 1923: Luis Freg es gravemente herido en Madrid (I/II)

Luis Freg herido por Pescador de Matías Sánchez
Madrid, 23 de septiembre de 1923
Foto: Portela - ABC

La carrera de Luis Freg en los ruedos estuvo plagada de percances. En el cuarto de siglo que duró, según a quien se lea, sufrió entre cincuenta y dos y setenta y cuatro cornadas y en más de una ocasión el torero de Nonoalco estuvo al borde de la muerte, o de la mutilación. En al menos los dos años anteriores al hecho que hoy me ocupa, su vida se vio seriamente comprometida por las heridas que los toros causan, y así en 1921, en la capital de España, fue herido en dos ocasiones, la primera el 27 de marzo, cuando un toro de Moreno Santamaría, el segundo de su lote en esa corrida de inauguración de temporada, le hirió al ejecutar la suerte de matar. Ese mismo toro, en un tumbo, le causó una herida en la cabeza al picador Manuel Granados Veneno, quien murió a causa de ella, el siguiente martes. 

La segunda cornada del 21 fue en la corrida del 25 de septiembre siguiente, cuando el segundo de la tarde y primero de su lote – el abreplaza se lo cedió a Nacional II que recibía la alternativa – lo volvió a herir en el mismo muslo derecho al ejecutar la suerte de matar. La diferencia en esta oportunidad es que El Rey del Acero estuvo tan valiente y con tanto lucimiento, que al retirarse por su propio pie a la enfermería – como parecía ser su costumbre – lo hizo con la oreja del toro en la mano. Un detalle importante a resaltar es que el heridor era de la ganadería de Matías Sánchez Cobaleda, antes Trespalacios.

En 1922, justamente el día 11 de marzo, sábado, se organizó en el Toreo de la Condesa una corrida a beneficio de los deudos de Ernesto Pastor. Se lidiarían seis toros de distintas ganaderías y contó Luis Freg a Armando de María y Campos que, si bien él ya había toreado un beneficio para ellos en Madrid, gustoso aceptó la encomienda, aunque con cierta incomodidad, porque le tocaría enfrentar un toro de Veragua que fue tentado y estuvo de semental en San Nicolás Peralta y eso le dejaba dudas sobre el juego que daría en la plaza. Ese toro le hirió en el mismo muslo derecho casi al abrirse de capa y le produjo una herida profunda que le seccionó la vena femoral.

El presidente Álvaro Obregón que se encontraba en el tendido, envió al doctor Pascual Millán, su médico personal y al afamado cirujano norteamericano William Mayo que estaban con él en el tendido, para auxiliar al servicio médico de plaza. Freg cuenta que estuvo a punto de perder la pierna por las infecciones y los problemas circulatorios que tuvo con posterioridad a las varias intervenciones que se le practicaron con la finalidad de curarle. Al final, la tenacidad del torero y la efectividad de los médicos taurinos mexicanos, fueron definitivos para que lograra continuar con su andadura en los ruedos.

La temporada española de Luis Freg en 1923

Luis Freg llegó a España el 8 de mayo de 1923 por el puerto de Vigo y casi de inmediato comenzó a actuar, pues el día 12 ya estaba presentándose en Valencia, para lidiar toros de los herederos de Esteban Hernández junto con Chicuelo y Fausto Barajas. Ese sería el arranque de una campaña que fue de una buena cantidad de corridas, porque Enrique Minguet Pensamientos, en su anuario Desde la Grada, le contabiliza 23 actuaciones en ruedos hispanos y franceses en plazas como Madrid, la ya nombrada de Valencia, Barcelona, Málaga, Salamanca, Pamplona, Santander o Nimes. Fue el matador de toros mexicano con más actuaciones en aquellas tierras ese año, siguiéndole Juan Silveti con 20; Rodolfo Gaona con 6; José Ramírez Gaonita con 5; su hermano Salvador Freg y José Flores Joselito con una cada uno.

La corrida del 23 de septiembre de 1923 estaba programada por el entorno de Luis Freg para cerrar su temporada en aquellas tierras y su regreso se produciría, según la prensa de la época, el martes 25 de septiembre, para comenzar a preparar su participación en la temporada 1923 – 24 de la capital mexicana.

La corrida del 23 de septiembre de 1923

Se anunció un encierro de Matías Sánchez Cobaleda, de Salamanca, antes Trespalacios, para Luis Freg, Victoriano Roger Valencia y José Roger Valencia II. Era la corrida que iniciaba la segunda temporada del año o la temporada de otoño de la plaza de Madrid. Para Luis Freg, era su segunda comparecencia en la Carretera de Aragón y según contó a Armando de María y Campos:

Ese año de 1923 iba muy bien, pero... un toro de Matías Sánchez me obligó a hacer un alto en el camino. Para el 23 de septiembre la empresa de Madrid anunció una corrida con seis toros de Matías Sánchez, antes Trespalacios, que deberíamos matar los hermanos Valencia y yo. Ya he dicho que los hermanos Roger han sido de mal fario para los Freg. Recuerdo la muerte de Miguel toreando con Pepe y la cantidad de veces que los toros me han cogido toreando con Pepe o con Victoriano. Esa tarde, pues, presentí la tragedia...

En la misma obra, Luis Freg aporta el dato de que el primer – y al final, único – toro que enfrentó esa tarde, se llamó Pescador y que fue de pelo ensabanado salpicado, aunque Don Prudencio, en su crónica en el diario madrileño El Mundo, lo refiere como un toro jabonero, salpicao y botinero. A saber...

La actuación de Freg ante ese toro, de acuerdo con P. Álvarez, cronista del diario La Correspondencia de España, fue de la siguiente manera:

Ayer toreó muy bien Freg de capa, veroniqueando con cuatro lances seguiditos. Un farol y dobló con media superior. En otro tiempo largó otro lance de maestro, y ceñido como un guante a la mano, remató con otra media verónica formidable… Freg oyó muchos aplausos, y aquello fue un acicate para animarle a la hora del tercio final. El toro, como ya hemos dicho, era un portento de nobleza, y empezó con el famoso pase de la muerte, que el mejicano dio erguido e inmóvil. Sigue la labor tranquilo, bien, apretándose con el Trespalacios, que toma la muleta admirablemente. Cuadra Freg, se le viene el toro encima y aguanta la embestida, dando un buen pinchazo. Hay palmas al valor, a la serenidad, en el encuentro inesperado; pero no es aquello lo que el matador desea. Unos cuantos muletazos más, y el toro, cansado del muleteo, huye. Lo recoge Alfredo Freg, que lo lleva a los tercios del 9, donde, después de otros pases sobrios, valientes, para que cuadre, queda el toro algo aculado a las tablas, con la cabeza alta. Freg ataca despacio, recreándose en la suerte, y mete todo el estoque en lo alto; pero el Trespalacios, que ha tomado la querencia a las tablas, espera, sin avanzar, y le engancha por el muslo. Luego le recoge de nuevo, le cornea, al parecer en la otra pierna, y además, debajo del sobaco derecho. Estalla la ovación al matador, que a recibir esa ovación venía seguramente Freg. Ve éste caer al toro, y con los brazos en alto contesta la ovación. Cae la fiera, y Freg, tranquilo, satisfecho, sonriente, recorre triunfalmente el camino, contestando a las palmadas. Lleva la taleguilla destrozada en las dos piernas y en la carne a descubierto no se ve un rasguño. Parece que no tiene nada, y marcha tranquilo, acompañado de su hermano, a la enfermería… Luego vemos que no sale, con alguna sorpresa, porque al principio dicen que va a ponerse el pantalón de un monosabio. Más tarde nos aseguran que tiene una costilla rota. El parte facultativo no llega al burladero de los diputados provinciales hasta el quinto toro. Vienen noticias cada vez más alarmantes. Está grave. Luego, que le van a dar la Santa Unción...

Como siempre que hay una cornada grave, circulan por el callejón y por los tendidos diversos rumores acerca del estado del torero herido, pero es hasta que se conoce el parte médico, cuando se confirma lo que las apariencias denuncian. En este caso, el doctor Jacinto Segovia rindió el siguiente:

Durante la lidia del primer toro ha ingresado en esta enfermería el diestro Luis Freg, a quien, después de un minucioso reconocimiento, se le ha apreciado una herida, por asta de toro, en la región torácica lateral izquierda, que interesa los planos superficiales, con fractura de las costillas cuarta y quinta, grandes desgarros en la pleura, penetrando en el tórax... Otra herida en el tercio superior, cara externa, del muslo izquierdo, de doce centímetros de profundidad, que interesa la piel, tejido celular y aponeurosis del plano muscular. Pronóstico gravísimo.

La herida fue empaquetada con gasas para inhibir la hemorragia y estabilizar al torero herido, y de esa manera decidir su traslado a un hospital para continuar su tratamiento. Así, entrada la noche del festejo, se le trasladó al sanatorio del doctor Mateo Milano en la calle de Zurbano, donde se le ingresó para continuar su tratamiento, vaciándose las gasas tres días después para iniciar las curas acostumbradas en aquellos días.

El 28 de septiembre fue visitado por Antonio Márquez y Nicanor Villalta, y el doctor Jacinto Segovia dio casi por curada la cornada del muslo, en tanto que pronosticó que la del tórax tardaría meses en restablecerse. Por esas fechas la prensa madrileña daba cuenta de la recepción de un extenso telegrama firmado nada menos que por el general Álvaro Obregón, en esos días, Presidente de la República Mexicana.

¿Corrida a beneficio?

El semanario The Times, dirigido por Federico Ramos de Castro Rodaballito, publicó un extenso editorial titulado Laureles rojos o Luis Freg, el indomable, en el que entre otras cosas, se dice:

Es preciso rendir un homenaje a este artista invencible y verdaderamente trágico, y THE TIMES, dirigiéndose al Sr. Jardón, cuyos buenos sentimientos e hidalguía no fueron desmentidos nunca; y dirigiéndose a Dominguín, como presidente de la Asociación del Matadores de toros y novillos, propicio siempre a favorecer y ayudar a sus compañeros, se atreve a proponer lo siguiente: No siempre se han de dar los beneficios a las viudas y a los inútiles. Tan justo o más es darle, en casos como éste, en que un torero, después de una temporada de lucha, cae gravemente herido en una de sus últimas corridas, perdiendo en su curación los escasos ahorros que pudo hacer, tras penalidades tantas… será de justicia que en el cartel de ese beneficio que, estamos seguros, ha de celebrarse, figure el nombre postergado de Salvador Freg, el hermano del infortunado Luis, tan bravo como él, y para el que sirve de padre el pundonoroso torero mejicano, que, cuando escribimos estas líneas, aún lucha con la muerte... Del Sr. Jardón, noble y compasivo, y de Dominguín, excelente compañero, nos permitimos esperar una contestación inmediata…

Rodaballito proponía eso el domingo 30 de septiembre y como fecha de realización el jueves 4 o viernes 5 de octubre siguientes. El festejo no se llevó a cabo y Luis Freg, conforme a la costumbre de la época, siguió sufragando los costos de su curación, pues la empresa de la plaza se hacía cargo solamente de los generados los tres días siguientes a la corrida.

El alta hospitalaria y el regreso a México

El diario La Correspondencia de España del 12 de noviembre de 1923 anunciaba en una gacetilla que, en la víspera, Luis Freg había salido del sanatorio del doctor Milano de la siguiente manera:

Hace ya cincuenta días que el valiente espada mejicano Luis Freg recibió un cornalón al entrar a matar en las tablas del 8... Aunque débil, ha abandonado el sanatorio, en franca convalecencia, y el sábado, a medio día, fueron sus amigos y familiares en automóvil para recoger al que de nuevo encontró la vida en una clínica... Freg se despidió cariñosamente de todos los de la casa donde le devolvieron la salud y la despedida de todos, médicos. enfermeras, practicantes v 1a dependencia, fue tan efusiva y emocionante como aquella que pinta Benavente en «La fuerza bruta»...

Se retiró a su domicilio en Madrid a terminar su recuperación y a preparar sus bártulos para volver a México, lo que se anunció en The Times del 23 de diciembre de ese año, acompañado de sus hermanos Alfredo y Salvador

La intención de Luis Freg era reaparecer en los ruedos en la temporada 1923 – 24 de el Toreo de la Condesa, pero dada la extensión que van tomando estas notas, espero terminarlas el día de mañana. 

domingo, 27 de agosto de 2023

27 de agosto de 1916: La tragedia de Antonio Carpio, el dómine de Catarroja

Antonio Carpio Asins nació en Catarroja, población de la albufera valenciana el 11 de enero de 1895. Hijo de un constructor de carros y el mayor de cinco hermanos, en cuanto tuvo la edad suficiente fue enviado por su familia a realizar estudios de magisterio. Casi al final de esa formación profesional, el padre cae gravemente enfermo y con dificultad los concluye, consiguiendo, afortunadamente, ser destinado para ejercer su profesión docente a su localidad natal, donde se puede hacer cargo de su familia con el exiguo salario que entonces se pagaba a los maestros de escuela.

Creo que no requiere mucha explicación el hecho de que en la hoy Comunidad Valenciana existe una arraigada tradición taurina, tanto en la forma digamos convencional, con los festejos celebrados en las plazas de toros, así como en una importantísima cantidad de festejos con toros en las calles, los Bous al carrer. Casi al tiempo de que Antonio Carpio iniciaba su ejercicio como maestroescuela, Juan Belmonte recibía la alternativa y establecía un precedente en el sentido de que se podía salir de la miseria enfrentándose a los toros, al mismo tiempo de que impuso un nuevo canon para lidiarlos. 

Antonio Carpio se inspiró en el veloz ascenso de Belmonte y comenzó a frecuentar los festejos callejeros que se daban en su entorno. Allí abrevó los rudimentos para tratar de evitar las cornadas que dan los toros y en un momento determinado decidió que había más fortuna en los redondeles que en las aulas, renuncia a sus cinco pesetas diarias de salario y comienza a andar los caminos de España en busca de oportunidades para torear.

El paso por los ruedos de Antonio Carpio

Su presentación, vestido de luces fue en octubre de 1914, en la plaza de Valencia, en una novillada económica. Esa tarde se llevó una cornada, primera de las muchas que habían de poner en peligro su vida. Escribió acerca de lo que aportó en esos días el torero de Catarroja, José Simón Valdivielso:

El «parón», al que ya no se otorga consideración excesiva, fue entonces la revelación traída al toreo por la decisión da aquel maestrito de Catarroja, que quería conquistar, a costa de su riesgo, el bienestar para sus padres y la seguridad para el porvenir de sus hermanos... Antonio Carpio armó el gran alboroto entre la afición. ¡Y era dificilísimo armar el alboroto entonces! …

Quedarse quieto y jugar los brazos para desviar las embestidas de los toros… Ese era el secreto del hacer de Antonio Carpio en los ruedos y pronto le sirvió de reclamo para presentarse en las plazas más importantes de su patria. El 14 de marzo de 1915 lo hace en Barcelona, en la plaza de Las Arenas, alternando con Emilio Cortell Cortijano y Manuel Álvarez Andaluz en la lidia de novillos de Medina Garvey. Acerca de su actuación esa tarde, escribió para la edición nocturna del diario Noticiero Universal de la fecha del festejo, quien firmó como Licenciado Flechilla:

Carpio, que viste terno granate y oro, coge los trastos y da un pase alto muy peligroso y al segundo, de pecho, no da salida y es enganchado por el sobaco izquierdo. Se levanta y muletea desconcertado, temiéndose nuevamente una cornada. Entra algo lejos y pincha cayéndose el hierro. Intenta el descabello y suelta una baja. El toro dobla y unos aplauden y otros silban. El mozo, que está muy verde con el estoque, ha demostrado que no le tiene miedo a los cuernos…

Esa tarde, para no perder costumbre, salió con un puntazo de siete centímetros en la región glútea izquierda y no pudo matar al segundo novillo de su lote.

Su presentación en la Maestranza de Sevilla tendría lugar el 13 de junio siguiente, cuando para lidiar novillos de Gamero Cívico, tuvo de compañeros de cartel a Manuel Álvarez Andaluz y Pepe Rodas. Quien firmó como A.N. Drés en el diario Correo de Andalucía del día siguiente al del festejo, refirió acerca de su actuación lo siguiente:

Carpio, por lo que se ha visto en su debut, es un novillero muy mediano, habiendo sufrido una equivocación con venir a Sevilla, porque si ésta da mucho al que hace cosas grandes al toro, en cambio destroza a quien no se acerca, ni para ni aguanta en la inmensa mayoría de las veces... Aquí hay que hacerlo, y si no... ¡al agua! ...

El trato del cronista sevillano no fue precisamente comedido con la actuación del maestro de escuela valenciano, pues propiamente lo desahucia en su primera actuación en ese ruedo. No obstante, volverá al siguiente domingo y para no variar, saldrá herido por el primero de su lote.

La presentación en Madrid tendrá lugar el 25 de marzo de 1916, cuando enfrentaría novillos de la Viuda de Félix Gómez, junto con Manuel García Reyes y Pepe Amuedo. Esa tarde Pepe Amuedo terminaría matando a cuatro novillos, por percances de sus alternantes. A propósito de la actuación de Antonio Carpio, escribió Ángel Caamaño El Barquero, para El Heraldo de Madrid del día siguiente al de la novillada:

Siguiendo mi costumbre, ni afirmo, ni niego, ni digo que si esto, que si lo otro, y que si ya está aquí el redentor taurino. Me limito a decir que los capotazos que acaba de dar el joven Carpio han sido requetesuperiores, y se los aplaudo con entusiasmo... Carpio sale, se hace el silencio y el muchacho se va solo al cornúpeto y le larga, de primeras, un natural, otro de pecho, otro alto y otro de trinchera, que no diré yo que fueran la esencia del clasicismo; pero si digo y afirmo que estuvo cerca, cerquísima, entre los pitones y sin asustarse y sin descomponerse...

Además, Antonio Carpio sumó tardes en Almería, Zaragoza, Málaga, Cartagena, Tafalla o Gijón. Independientemente de repetir en varias ocasiones en Barcelona y en Madrid, donde se presentó por última vez el 15 de agosto y de donde salió para cumplir compromisos en Tafalla al día siguiente, en Gijón, el 20 de agosto y el de Astorga el 27 de agosto. Escribe F. Mendo en El Ruedo de Madrid del 24 de enero de 1952:

Vuelve a actuar en las Plazas de sus mejores tardes; viene a Madrid avanzada la temporada, el 15 de agosto; para entonces llevaba toreadas treinta y dos corridas, tenía firmadas otras tantas, y la Empresa de la capital de España acababa de apalabrarle el doctorado para la segunda temporada de abono de la próxima temporada… Dentro de esta excelente racha, el 27 de agosto aceptó intervenir en una corrida mixta en Astorga; tres toros de Rivas para «Torquito I» y otros tres, no menos pavorosos, para Carpio… Antes de abandonar Madrid la noche anterior a la corrida, unos amigos del torero trataron de hacerle desistir de enfrentarse con un ganado que de antemano se sabía era viejo y de excesivas defensas. Fué vano el intento.

- ¡Hay que triunfar o morir!... ¡Pero pronto!...

- Respondió Carpio.

Bebió unos chatos de manzanilla con sus acompañantes.

— ¡Por tu buena suerte! 
— Deseó alguien.

— ¡Que Dios la reparta entre nosotros!

— Murmuró el diestro con un gesto fatalista…

Astorga, 27 de agosto de 1916

El domingo 27 de agosto de 1916 se anunció en la plaza de toros de Astorga un festejo mixto en el que alternarían el matador de toros Serafín Vigiola Torquito y Antonio Carpio, novillero, en la lidia de seis de don Ángel Rivas, ganadero de Cabañas de Sayago. La procedencia de los toros a lidiarse era de la antigua ganadería de Santiago Neches, formada con vacas de Veragua y sementales de Conradi y Santa Coloma. Siendo propiedad de Neches, el 23 de agosto de 1908, en la misma plaza de Astorga, un toro de esa vacada hirió mortalmente al torero Hilario González Serranito, motivo por el cual se enajenó la ganadería a su titular en la fecha que me ocupa en este momento.

El segundo de la tarde, se llamó Aborrecido. José Rico de Estasen relata así la actuación final de Antonio Carpio ante él:

El astado, de imponente aspecto y gran poder, llevaba un nombre siniestro: «Aborrecido». Era de la ganadería de Rivas, y resultó de difícil lidia; tanto, que al hacerle un quite volteó al diestro aparatosamente, destrozándole la taleguilla. Pero Antonio Carpio no se amilanó. Antes, al contrario, continuó prodigando sus muestras de arrojo y valentía, sobre todo una vez provisto de los trastos de matar, con los que dio al bicho varios pases de muleta, apretándose hasta lo inverosímil… En uno de éstos, el novillo de siniestro nombre se le arrancó, empitonándole por el muslo derecho… El desgraciado diestro, tras de ser volteado aparatosamente, cayó al suelo. Tras la cogida aparatosa y emocionante, se levantó, echó a correr, y aún tuvo fuerzas para saltar la barrera. En el callejón acudieron a su auxilio miembros de la Cruz Roja, quienes le trasladaron a la enfermería. El infeliz novillero dejó tras de sí un reguero de sangre…

Fue atendido por el médico de Astorga, José Hernández Mena y estando en el tendido el cirujano del Hospital Princesa de Madrid, Julio Garro, se aprestaron a atender al torero herido, pero cuando llegó a la enfermería estaba el torero ya en lo que hoy llamaríamos choque hipovolémico por el profuso sangrado. Refiere el semanario madrileño Toros y Toreros del 29 de agosto siguiente:

El percance acaeció al matar Carpio su primer burel, el cual, alcanzándole, le corneó furiosamente causándole, aparte del magullamiento general, una tremenda herida como dé veintidós centímetros de extensión, por quince de profundidad en el muslo derecho interesándole la arteria femoral. En vista de la postración en que se encontraba el herido por efecto de la grandísima hemorragia sufrida, fue viaticado, y no obstante los esfuerzos de la ciencia, falleció a las diez y media de la noche…

Rafael Pérez Taylor, periodista mexicano que firmaba sus escritos como Hipólito Seijas, cita lo siguiente en su colaboración aparecida en el número del semanario La Lidia, de la Ciudad de México, fechado el 26 de mayo de 1944:

En la enfermería, entrando ya en período agónico, preguntó a su apoderado:

- ¿Cuánto dejo en el banco para mi familia?

- Sesenta mil pesetas.

- Muero contento. De maestro de escuela nunca las hubiera reunido y dejado...

Hipólito Seijas no precisa la fuente de la que recabó tal diálogo, pero el recorrido literario por la vida del torero hace presumir que esa entereza mostrada en sus últimos instantes era posible.

El regreso a Catarroja

Sería otro torero valenciano, éste de Algemesí, el que organizaría un festejo en 1922, a efecto de conseguir el traslado de los restos mortales de Antonio Carpio a Catarroja. Me refiero a Rosario Olmos, compañero de generación de Manolo Martínez El Tigre de Ruzafa y de Francisco Tamarit Chaves. Apoderado por el escritor taurino Isidro Amorós Don Justo, consigue un acercamiento con la empresa de Valencia, dirigida por Arturo Duart, para que el 3 de diciembre de ese 1922, se formara un cartel en el que actuaron Rafael Dutrús Llapisera, el picador José Cantos Barana y los novilleros Manuel Martínez, Francisco Tamarit Chaves, Rosario Olmos y Tomás Jiménez ante novillos de distintas ganaderías.

José Rico de Estasen, en el número de El Ruedo salido a los puestos el 13 de mayo de 1954, escribe acerca del resultado del festival:

Lo recaudado en la novillada benéfica de que queda hecha mención, alcanzó a sufragar los gastos del traslado del cadáver de Carpio y de la construcción del artístico mausoleo donde habría de ser inhumado en el Camposanto de Catarroja. El panteón donde reposan los restos del lidiador inolvidable aparece coronado por una cruz, de la que pende un ángel labrado con mucha soltura y primor. En el pedestal destaca el busto del fallecido, sobre una rama de laurel y una cartela con esta inscripción: «LOS TOREROS VALENCIANOS Y LA AFICIÓN A ANTONIO CARPIO» …

El dómine de Catarroja había vuelto a casa, aunque quizás nunca alcanzó a escuchar en una plaza el pasodoble que ese año de 1916 compuso en su honor el músico gallego Reveriano Sotullo, que en la cubierta de su partitura reza: Al nuevo fenómeno Antonio Carpio. Carpio, pasodoble flamenco. Pero seguramente algún día de estos, resuene en una plaza y quien lo reconozca, recuerde que se le dedicó a un torero valiente y decidido a salir adelante aún a costa de perder su vida.

Post scriptum

Hace un par de décadas, Giovanna Ribes, sobrina nieta de Antonio Carpio, dirigió el rodaje de un documental titulado El Sueño Temerario, mismo en el que:

A través de un novillero, Antonio Carpio “El Maestro” que murió en Astorga de una cornada en la femoral a principios del siglo XX y de los novilleros actuales Juan Ávila y Juan Francisco Prados, “El Sueño Temerario” es un documental personal que pretende indagar sobre la conciencia del ser humano, el temor al fracaso y su deseo de realizar grandes acciones, a veces incluso capaces de determinar el proceso histórico, acciones que los convierte en héroes cautivos de su propio sueño y que los lleva a la decisión de recibir la muerte, gustosos, antes que la figura del héroe que ellos han soñado se desvanezca entre la multitud…

La producción de aproximadamente una hora de duración, se puede ver en esta ubicación

Reconocimiento: Quiero agradecer a mi amigo Paco Abad el haberme puesto sobre la pista de este asunto en su magnífica bitácora del Aula Taurina de Granada. Lo allí publicado lo pueden ustedes consultar aquí y aquí.

domingo, 20 de agosto de 2023

21 de agosto de 1944: Gregorio García se presenta en plazas de España

Gregorio García
Foto: Orduña

El año de 1944 es uno señalado para la historia patria del toreo, pues el 18 de julio de ese calendario, se reanudó el intercambio taurino con España, suspendido efectivamente desde el 11 de junio de 1936, fecha en la que nuestros toreros – Armillita, Carnicerito de México y El Soldado – actuaron en Murcia, teniéndose como pretexto, la falta de la carta de trabajo que preceptuaba un decreto aparecido en la Gaceta de Madrid del 3 de mayo anterior y que sirviera, en mi concepto, para encubrir una serie de intereses políticos de toreros de primera línea y ganaderos españoles, así como para quitar de en medio a otros actores principales, que en las circunstancias que se vivían antes de la Guerra Civil, amenazaban con quedarse con el mando de la fiesta allá y quizás hasta aquí.

Por ese inicio tardío de la campaña para nuestros diestros, el escalafón final refleja pocos de sus nombres, apenas una media docena de matadores de toros, Fermín Rivera, Carlos Vera Cañitas, Luis Castro El Soldado y Arturo Álvarez Vizcaíno, aparte del nombrado Ciclón Mexicano y del personaje de este día. También actuaron allá varios novilleros o matadores de toros que renunciaron a la alternativa recibida aquí, con la finalidad de recibir una nueva allá. Nombres como los de Felipe González El Talismán Poblano, Antonio Rangel o Leopoldo Ramos El Ahijado del Matadero se vieron anunciados en la plaza de Madrid en ese calendario de la reanudación.

El abono de San Sebastián de 1944

Eduardo Pagés era quien llevaba la plaza de El Chofre en San Sebastián. Para ese calendario ofreció un abono de 5 corridas de toros, celebrándose las tres primeras, los días 13, 14 y 15 de agosto, dentro de la Semana Grande y contaban con la presencia de figuras como Domingo Ortega, El Estudiante, Manolete o Pepe Luis Vázquez. Los dos festejos complementarios del abono se darían los domingos 20 y 27 de agosto y entre estos dos últimos se intercaló, el jueves 24 de agosto, un festival benéfico que tenía como atractivo la actuación de Juan Belmonte toreando a caballo y del siempre genial Rafael Gómez El Gallo.

La corrida del domingo 20 de agosto sería una de concurso de ganaderías, en las que toros de Juan Pedro Domecq, Félix Moreno Ardanuy, y Clemente Tassara por los ganaderos andaluces y de Caridad Cobaleda Vda. de Galache, Antonio Pérez de San Fernando, y Atanasio Fernández por los de Salamanca, se disputarían el Toro de Oro, escultura realizada por Mariano Benlliure. El cartel de toreros se anunció originalmente con Manuel Álvarez Andaluz, Manolo Escudero y Luis Miguel Dominguín, quien apenas había recibido la alternativa el día 2 anterior en La Coruña, de manos de Domingo Ortega.

El día 15 de agosto, la prensa de San Sebastián advertía que habría una baja en el cartel y que sería precisamente la de Luis Miguel y también aseguraba que Gregorio García recibiría la alternativa en San Sebastián. Escribió J. Cortabarría para La Voz de España, de la capital guipuzcoana:

Parece que para la corrida concurso del domingo no vendrá uno de los tres toreros anunciados. No lo aseguramos, porque todavía no ha llegado el consabido e inevitable parte facultativo. Si llega – que, por lo que cuentan, llegará pronto –, en ese caso, sustituyendo al torero que falte, vendría otro que es mejicano, a punto de pisar tierra española. Se llama Gregorio García. De él cuentan y no acaban. Como banderillero, extraordinario, sobre todo. Más que Carlos Arruza, según algunos… Si lo dicho se confirma – que se va a confirmar –, Gregorio García tomará la alternativa el domingo en nuestra plaza… Y para que nadie se torture el cerebro, vamos a apuntar más. El torero que, posiblemente no vendrá el domingo, es Luis Miguel «Dominguín» …

Pareciera que al redactor de La Voz de España no le había llegado la información de que a partir del 18 de julio anterior, las alternativas concedidas en El Toreo y otras plazas de primera categoría en México eran plenamente válidas en España y únicamente requerían confirmarse en Madrid, por lo que en consecuencia, Gregorio García, quien fue investido matador de toros en la plaza de La Condesa el 5 de diciembre de 1943, por Jesús Solórzano, en presencia de El Soldado, podía actuar en corridas de toros allá, sin cortapisa alguna.

Posposición de la corrida

Como lo señalaba en líneas anteriores, el festejo fue originalmente anunciado para el domingo 20 de agosto, pero a causa del mal tiempo, se tuvo que posponer para el día siguiente, lunes 21, según se anunció en la Hoja del Lunes de la capital donostiarra, aparecida el día que se verificó el festejo:

La corrida suspendida ayer a causa del mal tiempo, se celebrará esta tarde con los mismos alicientes y el mismo cartel. Y a la misma hora: cinco y media... Los toros, seis de las primeras ganaderías salmantinas y andaluzas seleccionadas para este concurso del «Toro de Oro» modelado por Mariano Benlliure, y la presentación en España del ídolo de los públicos mexicanos y portugueses Gregorio García, que alternará con el gran torero trianero «Andaluz» y el fino artista madrileño Manuel Escudero...

Allí la explicación del cambio de la fecha originalmente anunciada.

La actuación de Gregorio García

Al torero de la hacienda de Santo Domingo le tocó enfrentar a los toros de Atanasio Fernández y de Clemente Tassara. De su actuación ante el primero, llamado Cardillito, número 30, de 482 kilos de peso, el citado cronista de La Voz de España, escribió:

Mala suerte en el ganado, para presentación ante un público distinto al suyo, tuvo el mejicano Gregorio García. Para él fue el mansísimo toro de Atanasio Fernández – más de un manso así ha de salir en ganadería cual esta, sin base y menos abolengo – y a él le correspondió también el peligrosísimo de Tassara. El de Atanasio, por añadidura, y aparte del aparato en la cabeza, llegó a sus manos sin haberle partido apenas un pelo los del castoreño. Lo toreó suave de capa el mejicano y luego le colocó tres magníficos pares de banderillas: al cuarteo, de poder a poder y al sesgo. Los tres, apurado en la salida – una de las veces se vio perseguido y derribado – pero con elegancia, con gracia en la preparación y ejecución. La plaza entera se levantó para aclamarle. Con la muleta, tiró a abreviar. Hábil al matar…

Como se ve, Gregorio confirmó su fama de gran banderillero y la calidad de su toreo de capa. Quizás y de acuerdo con lo descrito por Cortabarría en su crónica, se vio un poco apurado por la pujanza del toro español en su primer encuentro, aunque desde el inicio, se deja en claro que no era un toro para el lucimiento.

El segundo de su lote fue el de Tassara, quien firmó como Feliú, en el Diario Vasco contó así su actuación y los sucesos de su lidia:

SEXTO. – De don Clemente Tassara, de Sevilla. Se llama «Canilejo», lleva el número 15 y es negro y gordo, magnífico de estampa y ancho de cuerna. Su salida, lenta y solemne, levanta aplausos de admiración. Lo merece en efecto su lámina imponente. Pesaba 443 kilos. Pero lo que ganó por presentación, lo perdió por su pelea cobarde, gazapona, huida y reservona, lanzando hachazos sobre seguro y esperando siempre al enemigo. Tomó seis varas saliendo huido y rebrincando en las seis. Su lidia fue peligrosísima por su pelea bronca y reservona… El mejicano García le propinó cuatro verónicas imponentes (las mejores de la tarde) que arrancaron olés y ovaciones. Después, contra la opinión del público, cogió las banderillas e intentó el primer par al cuarteo. Al ir a clavar, consintiendo mucho, lo esperó el toro y decidió salir del embroque sin ponerlas y por pies, cayendo en un tropezón ante la cara del bicho que hizo por él rompiéndole la taleguilla por la parte trasera del muslo derecho. Al quite se lanzan peones y espadas y el toro incierto buscó la salida. Escudero, que acudía presuroso advirtió que el toro se le echaba encima e intentó sacárselo, pero el cuerno le enganchó por el pecho y lo llevó colgado ocho o diez metros hasta que cayó por su peso, exánime. Lo recogen las asistencias y pasa a la enfermería. (La emoción es enorme pues se aprecia a simple vista una cornada grave). El mejicano vuelve a intentar clavar banderillas, pero al fin desiste ante la imposibilidad de hacerlo… Su faena de muleta, en cambio, fue una revelación. Logró hacerse con el toro y dominarlo con extraordinaria bravura, surgiendo pases de gran belleza. Mató recibiendo de una gran estocada. (Fue despedido con una fuerte ovación) …

La evolución de Manolo Escudero

Manolo Escudero
La cornada que recibió el torero del barrio de Embajadores fue gravísima. El parte médico que se rindió por los doctores Urbina y Garmendia, aparecido en el número de El Ruedo salido a los puestos el 23 de agosto siguiente fue de la siguiente guisa:

Durante la lidia del sexto toro ha ingresado el diestro Manolo Escudero, que presenta herida penetrante en el pulmón, por la región axilar izquierda, con rotura de costillas y fuerte conmoción. Pronóstico, muy grave. El torero, al ingresar a la enfermería, fue asistido por los doctores Urbina y Garmendia. Sufrió un fuerte colapso, que inquietó a los facultativos, así como la gran pérdida de sangre. La primera impresión era que el diestro sufría una cogida de las que pueden hacer peligrar su vida. A la media hora de su permanencia en la enfermería reaccionó algo, lo que permitió a los médicos su traslado a la Clínica San Ignacio, donde se le hará nueva intervención.

Un par de semanas después, pudo ser trasladado al Sanatorio de Toreros en Madrid, para continuar su recuperación, allí, le entrevistó quien firmó como A.R.A., entrevista que salió publicada en el número de El Ruedo, fechado el 6 de septiembre de ese 1944, en el que, entre otras cosas, el torero contó:

...Una cogida tonta. Era el último toro de la tarde y Gregorio García prendía el último par de banderillas... Yo iba andando hacia la barrera para abandonar el ruedo, cuando vi al mejicano que caía y abrí el capote para hacer el quite. El toro se arrancó ciego, le atropelló y se me echó encima. Me enganchó y sentí perfectamente que me pegaba la cornada en el pecho. Me tuvo prendido unos instantes, durante los cuales no sólo sentí un dolor terrible, sino que me di cuenta de cómo se desgarraba la carne. Pensé que me había matado y ya no pude levantarme...

Hace unos años tuve la oportunidad de conversar con el maestro Raúl García, sobrino de Gregorio García, acerca de este incidente, tratando de obtener más información acerca del mismo. Lo único que me pudo contar fue que su tío Gregorio recordaba con claridad, pero con desazón esa tarde y esa grave cornada que seguro estaba que era para él y que nadie pudo hacer nada por evitarla, pero sin dar más detalles.

La recuperación de Manolo Escudero fue lenta. No estuvo en condiciones de reaparecer sino hasta el 26 de abril de 1945, en Barcelona, justamente en la presentación de Silverio Pérez como matador de toros en ruedos hispanos.

El devenir de Gregorio García 

Ese año de 1944, Gregorio García fue el torero mexicano que más actuaciones sumó en ruedos europeos, después de Carlos Arruza. Donde tuvo mayor predicamento fue en las plazas de Portugal, sobre todo en la de Lisboa, donde llegó a sumar 48 tardes. También en Portugal, Gregorio García fue pionero en cuanto al marketing taurino, pues había una marca de ropa para caballero con su nombre.

Nunca confirmaría su alternativa en la capital española, pero permanecería en activo hasta el año de 1965, despidiéndose del público mexicano el 1º de mayo en la plaza de Torreón y de la afición lisboeta en Campo Pequeño el 15 de julio de ese mismo año.

Gregorio García falleció en Uruapan, Michoacán, el 6 de marzo de 1993.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son obra imputable exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en los originales de los que fueron copiados.

domingo, 9 de julio de 2023

9 de julio de 1922: Una accidentada jornada en Tetuán de las Victorias

Plaza de toros de Tetuán de las Victorias

El arranque del séptimo mes del año 1922 no pudo ser mejor en el aspecto taurino para la afición madrileña. Fueron puestos a su disposición tres festejos en un radio territorial más o menos accesible, a modo de que pudieran elegir el que resultara de su interés. En la plaza de la Carretera de Aragón se dio una corrida de toros con un cartel formado por Bernardo Casielles, Enrique Rodríguez Manolete II y Eleazar Sananes, quienes enfrentarían toros del Marqués de Melgarejo. En la plaza de Vista Alegre, en Carabanchel, se ofreció una novillada en la que Francisco Navarro, Domingo Hernandoarena y el mexicano José Flores Joselito, se las verían con novillos de Manuel Santos, antes Antonio Fuentes

El festejo de la plaza de Tetuán

La tercera opción para la afición de Madrid se dio en la plaza de Tetuán de las Victorias. Allí ante novillos de Joaquín López de Letona y Gumersindo Llorente, actuarían Miguel Casielles – hermano del primer espada de la corrida de Madrid –, Enrique García Hilacho y el debutante gaditano José Ángel. He de confesar que al buscar un hecho significado en esta fecha para intentar contar algo este día, me encontré con el nombre del marchenero Hilacho y me vino a la memoria aquella narración de José Alameda, en el sentido de que, el primer festejo que recordaba haber visto en su vida, fue precisamente en Marchena y fue una novillada en la que actuó ese Enrique García

Las dos ganaderías que lidiaron en ese festejo tenían su asiento en Madrid. La de López de Letona es situada indistintamente en Ciempozuelos o en El Escorial – según la fuente que se consulte – y la de Llorente era del rumbo de Barajas, y creo que no está de más señalar que en parte de las tierras en las que en algún tiempo pastaron los toros de lidia de don Gumersindo, hoy está edificado el aeropuerto internacional Barajas – Adolfo Suárez de Madrid. Los dos ganaderos enviaron novillos de muy buenas condiciones. Escribió Pepe Lápiz en El Liberal del 11 de julio siguiente:

Pues nada, que D. Joaquín López de Letona y D. Gumersindo Llorente enviaron toros bravos, muy bravos, con nervio y con poder, que se iban tras el engaño, resolviéndose en un palmo de terreno. Eso fue todo… Los tres primeros lidiados fueron los de Letona, y fueron terciados: de veinte a veintidós arrobas, suaves, pastueños, blandos de patas, finos de pezuña, bien criados, no exagerados de defensas, pero con poco nervio, especialmente el primero y tercero… Otros toreros hubieran armado el escándalo con esos toros, ya que se prestaron a ello; donde les mostraban el engaño, allá acudían; ¿para cuándo aguardan estos fenómenos? …Los otros tres, de Llorente, fueron también muy bravos, pero grandes, el lidiado en cuarto lugar, en la plaza de Madrid, hubiera sido un toro de bandera; tenía ocho años y unas veintiocho arrobas; tipo de toro tan perfecto no se ha presentado en Madrid hace muchos años; no tenía más defecto que presentaba una nube en el ojo izquierdo; pero de bravura hubiera podido competir seguramente con el del señor Tabernero que tan celebrado fue, justamente, desde luego, en la plaza de Madrid... No me explico como el señor Llorente no guardó este toro hermoso, bravísimo, para semental. Los otros dos, quinto y sexto, hermosos también y bravos, aunque no tan grandes…

El resto de las opiniones de la prensa de la época va en el mismo tenor. Los novillos que salieron al ruedo fueron para hacerles fiestas y, diríamos hoy, para cortarles las orejas, pero la tarde se torció y las cosas se dieron de otra manera.

Presentación y despedida

Voy a faltar a la tradición y a comenzar por quien salió al ruedo en tercer sitio. Un novillero de Cádiz anunciado como José Ángel y del cual no encontré más señas en anuarios, revistas o libros de referencia. Creo que después de enterarse de lo que sucedió en esta tarde en Tetuán, se podrá comprender por qué su historia torera se perdió en esa forma. Decía que le correspondía lidiar, en principio, al tercero y al sexto de la corrida, es decir, uno de López de Letona y otro de Llorente, pero no mató a ninguno de los dos. Quien firmó como Don Valentín, en el diario La Voz de Madrid del día siguiente del festejo relata así su paso por ese ruedo:

El que debutó ayer, el José Ángel de nuestros pecados, miedoso, ignorante, sin haber hecho nada más que el ridículo, tomó la muleta, se acercó al toro, y al arrancársele el bicho, se tiró al suelo y se quedó «dormido» en la arena. Le llevaron a la enfermería. Allí, según nos contaron luego, ocurrió el número más divertido. Le reconocieron tres médicos, y los tres certificaron que no tenía nada; pero José Ángel se empeñó en que estaba gravísimo. Prevaleció el criterio de los médicos, y los agentes plantearon a su vez un dilema: al ruedo, o a la cárcel. José Ángel no lo dudó: a la cárcel. Y se lo llevaron…

Fue la primera baja de un festejo que a la postre resultaría accidentado, pero sin padecer lesión alguna, únicamente fue vencido por su propio miedo, que le hizo preferir la cárcel que enfrentarse al toro y a la multitud.

Miguel Casielles

El torero asturiano, cuyo hermano actuaba casi al mismo tiempo en la plaza de Madrid, tuvo una tarde, según a quien se lea, cercana al desastre o de acuerdo a los más ecuánimes, esforzada. J.C., en el ABC madrileño, describe así su labor:

Casielles, que había estado lucido con la capa y regular en la muerte del primero y del tercero – al que tuvo que despachar por haberse inutilizado el debutante –, fue cogido aparatosamente en el segundo pase, ingresando en la enfermería con un varetazo en un costado y conmoción visceral…

Por su parte, el anónimo cronista de El Imparcial, también de Madrid, relata su actuación de la siguiente manera:

Miguel Casielles, que en las anteriores corridas en que actuó ya había fracasado, quedó, así como para retirarse. Derrochó enorme miedo en su primero, y en el cuarto no hizo absolutamente nada; pero el toro le dio un achuchón y se fué a la enfermería, no volviendo al ruedo, aunque sólo le apreciaron «excitación nerviosa»…

Así pues, Casielles también terminó en la enfermería, anotando quizás el destino trágico al que iba encaminada su existencia. Cossío lo incluye en su tratado señalando sus inicios en 1924 y ya vemos aquí que arranca al menos un par de años antes; luego, señala su paso a las filas de los de plata en 1927, pero actuó como jefe de cuadrillas en Madrid cuando menos en tres novilladas en agosto de 1928, marzo de 1929 y agosto de 1931. Murió el 23 de agosto de 1934, tras de sufrir una cornada penetrante de vientre precisamente en Tetuán, cuando salió de banderillero en una novillada que torearon Edmundo Zepeda, Miguel Cirujeda y Rafael de la Serna, ante novillos de María Montalvo.

Enrique García Hilacho

El torero de Marchena que reveló la fiesta a José Alameda estuvo a punto de quedarse con cuatro toros en esta fecha de hace 101 años. Los dos de su lote, el segundo de Casielles y el segundo de José Ángel. De hecho, terminó matando tres. Y un sector de la crónica le tomó en cuenta el esfuerzo que realizó, como Jusepe, quien para el semanario El Toreo, escribió:

Lancea regular en su primero y se luce en quites. Muletea valiente y enterado, y da fin del novillo con un pinchazo y una buena estocada. Es ovacionado. En su segundo desiste de lancear por no reunir condiciones el bicho. Como llegó difícil a la muerte, lo muletea con inteligencia, para un pinchazo, media bien puesta y tres intentos de descabello. Por las cogidas de Casielles y José Ángel, tuvo que matar el cuarto, haciéndolo gracias a su inconmensurable valor; pues el novillo se puso muy difícil. Intentó matar el sexto, y no pudo por resultar cogido en el primer pase. El toro fué retirado al corral por no haber matadores…

Las relaciones más duras, criticaron el hecho de que Hilacho se haya retirado a la enfermería por apenas un palotazo en la mandíbula, cuando veremos más adelante, que recibió una cornada en la cara que le penetró la cavidad bucal.

Por esa razón el presidente Pérez de Soto, suspendió la corrida antes de morir el sexto de la tarde – de Llorente – pues hirió a Hilacho cuando toreaba de capa, y al quedarse las cuadrillas sin matadores, no había manera de finiquitar el festejo, a pesar de las protestas de la concurrencia. Recorte, en La Libertad, recomendaba ecuanimidad al público por esa situación. 

Esa actuación le valió un par de actuaciones más en Tetuán y el 15 de agosto, Hilacho logró presentarse en Sevilla. Dice Cossío que permaneció en los ruedos hasta el año de 1930 y que se quedó a vivir en Madrid, dedicándose a empleos completamente extraños al taurinismo.

Los partes facultativos

El semanario El Toreo publicó los partes que rindió el doctor Fernández Almiñaque, encargado del servicio en la plaza de Tetuán, y son de la siguiente guisa:

Durante la lidia del cuarto toro ingresó en la enfermería el espada Miguel Casielles, con una fuerte excitación nerviosa y diversos palotazos que le impiden continuar la lidia.

Durante la lidia del sexto toro ha ingresado en esta enfermería Enrique García (Hilacho), con una herida contusa en la región maxilar inferior derecha, de unos seis centímetros de extensión, penetrante en la cavidad bucal. Pronóstico reservado.

Aparte, recibieron atención en la enfermería, según las crónicas el alguacil Isidro Agamias, por un toro que saltó la barrera, al igual que un empleado del servicio de plaza identificado como El Cubano; el banderillero Malagueñín; tres monosabios que no fueron debidamente identificados; el delegado de la autoridad Antonio Martínez; y, un par de crónicas mencionan a un sobresaliente, sin identificarlo también.

Así pues, el de Tetuán fue un festejo muy accidentado y con mucho trabajo para los médicos en la enfermería.

En otros frentes

En Madrid fueron heridos Manolete II y el picador Formalito; en Carabanchel, Francisco Navarro recibió una cornada calificada de muy grave, y el fotógrafo Arturo Torres también fue lesionado al saltar el segundo de la tarde al callejón. En Valencia, pasaron por la enfermería Eugenio Ventoldrá y Algabeño; en tanto que en Bilbao, Gallito de Zafra también tuvo un pronóstico de muy grave.

Como podemos ver, el domingo 9 de julio de 1922 fue uno de esos que pasan a la historia, pero no por la luz del triunfo, sino por las sombras que generan el dolor y la sangre derramada por los toreros heridos. También esos momentos de la historia del toreo, se deben recordar.

domingo, 11 de junio de 2023

8 de junio de 2000: El Califa se adueña de Madrid

El Califa
Foto: Avance Taurino
José Pacheco El Califa, natural de Canals, en Valencia, era hijo de Francisco Pacheco y en la época de su breve ascensión a las cumbres de la tauromaquia, se afirmaba en mentideros y medios de comunicación, que Francisco Pacheco había sido compañero de correrías de Manuel Benítez El Cordobés, en los días que prometió a Ángela su hermana que o le compraría una casa o llevaría luto por él. Por esa razón, se decía que Benítez aceptó vestirse una vez más de luces – la antepenúltima de su dilatada carrera en los ruedos – para darle la alternativa al hijo de su amigo en Xátiva, Valencia, el 1º de mayo de 1996, delante del granadino Fernando Martín Sacromonte, cediéndole al toro Fundador de la ganadería de Nazario Ibáñez

Cierta o falsa la historia de la añeja relación entre El Cordobés y Francisco Pacheco, la verdad es que el hecho de que la última alternativa que el hoy Quinto Califa de Córdoba del toreo le otorgó a un diestro que ostentaba ese apodo, le permitió caminar un breve tiempo por las primeras filas del escalafón y escribir tardes que han quedado en la memoria colectiva, como la que hoy pretendo traer al recuerdo, y que tuvo su aniversario este pasado Jueves de Corpus.

El San Isidro del año 2000

Toresma 2 la sociedad que regentaban los hermanos Lozano, ofreció para la isidrada del año en el que, según se lea, finalizaba un milenio o iniciaba otro, un serial de 21 corridas de toros, 3 de rejones, 3 novilladas con picadores y fuera del abono, la Corrida de la Prensa. Eran el principal reclamo de ese ciclo nombres como Enrique Ponce, Francisco Rivera Ordóñez, Vicente Barrera y Morante de la Puebla. El único confirmante era El Juli y se anunciaban todavía nombres como el de Carlos Escolar Frascuelo, José Luis Bote, José Pedro Prados El Fundi o Miguel Abellán. Entre los novilleros se ve a Fernando Robleño, Sebastián Castella, Javier Castaño y a Sergio Aguilar, entre los que caminaron más o menos largo en esto.

“El Califa” había confirmado su alternativa en Las Ventas el 2 de julio de 1998, cuando José Antonio Campuzano, en presencia de José Ignacio Ramos le cedió los trastos para despachar a toro “Tonto” de Juan Albarrán. Así que “El Califa” no era ningún desconocido para la afición de la capital española. Y así, su anuncio en las corridas 25ª y 26ª – miércoles 7 y jueves 8 de junio –, dentro de lo que se dio a llamar la “semana torista”, con toros de Celestino Cuadri y de doña Dolores Aguirre, en principio no era precisamente una novedad en la plaza. 

La 26ª corrida de feria

Toros de doña Dolores Aguirre Ybarra, ganadería asentada en la Dehesa de Frías en Constantina, Sevilla, para Miguel Rodríguez, Víctor Puerto y José Pacheco El Califa, quien la víspera, ante los toros de Cuadri, había saludado una ovación en los medios en el primero de su lote y que, al decir de las crónicas del día, de haberle repetido más su segundo, le hubiera formado un lío. Así pues, la afición de Las Ventas le esperaba con interés para el día siguiente. 

A El Califa le correspondieron en el sorteo, por su orden, Carafeo II, número 23, con 541 kilos de peso, nacido en enero de 1996 y de pelo negro bragado y Pitillo, número 22, de la misma capa, con un peso de 538 kilos, nacido en noviembre de 1995. Una nota curiosa de ese encierro, es que los toros segundo y cuarto se llamaron Carafeo I y Carafeo III.

La plaza de Madrid fue puesta de cabeza cuando El Califa, vestido, según las crónicas, de celeste y oro – hoy dirían que de purísima y oro – tomó en sus manos la muleta. Se plantó en los medios de la plaza e inició con un pase cambiado por la espalda, y allí mismo recogió a Carafeo para darle una primera serie con la mano diestra. La crónica que en su día escribió Miguel Ángel Moncholi para el extinto portal burladero.com entre otras cosas cuenta:

Es el caso del tercero al el que “El Califa” apenas meció con el capote, pero con la muleta aprovechó de principio a fin. Primero en el cambiado, en los medios, como los bravos toreros, al que siguió con la diestra en una serie de largos pases que llegaron a los tendidos… Luego, en tandas con la izquierda, en base a naturales en los que aprovechaba con toques imperceptibles la bondad de su humillada embestida. La primera mandona, la segunda suave, encajado en los riñones, asentadas las zapatillas, aguantando la desafiante presencia del de Dolores… Faena medida, que se hizo corta, que complementó con ayudados por bajo, doblado el torero, erguido en su torería, preparando con ellos la entrega del morlaco para la suerte suprema… Había que jugarse el todo por el todo. Montó la espada Pacheco. Se encunó “El Califa” y dejó una entera caída tan entregada que a punto estuvo de verse prendido en el ajustado embroque del volapié… Y así cayeron una, dos orejas, – la segunda se me antoja excesiva –, pero ciertamente a una faena de valor y torería…

Más prolija y literariamente mejor compuesta es la que publicó al día siguiente Vicente Zabala de la Serna en el diario madrileño ABC. Seguramente las cuestiones del tiempo para preparar y salir a los puestos. En su desarrollo, cuenta:

El Califa ha conquistado el trono de Madrid con una faena muy de verdad, muy pura y auténtica y otra que murió a medio camino con la cornada ante el sexto. La emoción recorrió los tendidos como un reguero de pólvora, como una conexión eléctrica que provocaba el olé colectivo. El gentío se levantaba como impulsado por un resorte. El peregrinaje ha sido árido hasta alcanzar semejante momento… Fue al natural cuando resquebrajó los cimientos de la Monumental con un toreo lento, estático y ligado, con la muleta a rastras y la cintura tronchada, rota, antes de hilvanar con el obligado, pese al parón y a la duda del bicorne. Y la plaza, loca, ronca, rendida a este califa de Játiva, conquistada por otra media docena de zurdazos de calidad, naturales despatarrrados, en los medios, donde se desarrolló toda la faena… Pañosa de seda en la mano izquierda de El Califa, látigo dominante, muñeca elástica. La espada había de rubricar la gran obra, no podía fallar. Se perfiló lejos, con metros de por medio, y ejecutó la suerte con los tiempos irregularmente marcados, más a tumba abierta… el acero se había hundido arriba, o casi. Un par de centímetros, quizá menos, no debían de robarle el triunfo de la puerta grande, la gloria. La petición fue como las últimas elecciones, abrumadora; sólo que ayer nadie perdía, no había derrotada oposición, porque el pupilo de Aguirre, doña Dolores, también se erigía como ganador. Dos orejas cayeron en las manos jóvenes del torero, que abrazó emocionado al alguacil…

Esa corrida la vi por el canal internacional de Televisión Española (TVE), en esos días cuando era más plural y menos sectaria y pacata, en compañía de mi compadre Nicolás Rodríguez Arellano. Pensamos los dos que atestiguábamos el nacimiento de una nueva figura del toreo, pero la vida y el destino le tenían otro camino por andar a El Califa, sin embargo, cuando había que llevar a la discusión un torero de esos que surgen de cuando en cuando, el nombre de José Pacheco era el primero que sacábamos a la discusión.

El segundo del lote de El Califa le permitió un momento de gran lucimiento nada más, antes de arrebatarle las llaves de la Puerta de Madrid y enviarlo a la enfermería. El parte rendido por el doctor Máximo García Padrós fue el siguiente:

Presenta dos heridas por asta de toro, una en el triángulo de Scarpa del muslo izquierdo con una trayectoria ascendente de 10 centímetros, que interesa tejido celular subcutáneo. Desgarro en el escroto y otro en la región tercia de la mano derecha de otros 10 centímetros, pendiente de estudio radiológico. Fue intervenido bajo anestesia general. Pronóstico menos grave que le impide continuar la lidia. Fue trasladado a la clínica de la Fraternidad.

Su entrega le hizo trocar la puerta del triunfo por la de la sangre, pero su obra allí quedó, para la posteridad. Y al final de la feria, El Califa fue declarado el triunfador del ciclo – fue el único diestro que le cortó dos orejas a un mismo toro – por el Real Casino de Madrid, por la Peña El 7 y también por el jurado que asignó por cuadragésima primera vez los resonantes Premios Mayte.

En perspectiva

Ya nos había anunciado Joaquín Vidal, desde el julio valenciano anterior, que allí había un torero:

Para ser califa no hace falta haber nacido en Córdoba; se puede ser de Xàtiva. Ni hace falta llamarse Abderramán; con Pepe basta. Demostración: en Xàtiva tienen un califa de nombre José Pacheco, para los íntimos Pepe. Y es torero. No hay más que verlo: se pone delante de los Cuadri, y ya le pueden venir rabiosos o reservones, francos o inciertos, que les aguanta las intemperancias, los templa y los manda. El Califa consiguió un éxito en la primera corrida de la famosa Fira de Julio valenciana. No porque ofreciese una exhibición pegapasista como es habitual; no porque se pusiera tremendista, que es el sucedáneo del valor en quienes van de suicidas. Sino porque aquello de parar, templar y mandar lo hizo con cabal cumplimiento de los cánones y a toda costa. Lo hizo incluso a costa de la cornada, que no se llevó sin que se sepa con exactitud el motivo…

Los toros respetaron a José Pacheco a medias, porque al final las lesiones que las cornadas causan terminaron por hacerle dejar los ruedos con esas probadas de gloria, pero sin haberla alcanzado plenamente. Todavía volvería a Madrid con los toros de doña Dolores, la señora de Bilbao, para cortarle otro par de orejas a Langosta y, esta vez sí, salir en hombros por la Puerta Grande de Las Ventas. Esta vez su padre no pudo verle en la plaza, pero lo hizo desde el infinito, a donde se había marchado pocos días antes.

Carlos Bueno escribió acerca del torero de Xátiva a propósito del vigésimo quinto aniversario de su alternativa:

El Califa fue, sin duda, el torero de la emoción. Su entrega fue siempre total, su valor sorprendente, su abandono al toreo excitante. Hizo el paseíllo con todos los compañeros, sin rehuir ninguna divisa y estuvo anunciado en todas las ferias. Le costó entrar en Valencia, pero nunca perdió la afición ni la confianza y el coso de Monleón acabó siendo su feudo, como lo fue Madrid, la dura y exigente capital donde José fue venerado por su cite adelantado, toreo ceñido, largo y hacia dentro. Sobre su arena se proclamó soberano rotundo. Fue el primer valenciano que triunfó de forma absoluta en un San Isidro y el único en conseguirlo por partida doble…

Esos son algunos de los recuerdos que tengo de José Pacheco El Califa, un torero que la historia de la fiesta nos recuerda que siempre hay lugar para quienes hacen las cosas con verdad, pureza y entrega.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son imputables exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 28 de mayo de 2023

29 de mayo de 1973: La frustrada confirmación de Adrián Romero en Madrid

El momento del percance
Foto: El Ruedo
Adrián Romero, originario de Tijuana según algunos y a decir de otros, de la Ciudad de México, fue el triunfador de la temporada de novilladas de la Plaza México el año de 1970. Eso le valió cerrar el ciclo matando en solitario seis novillos de distintas ganaderías el 8 de noviembre de ese calendario, logrando una intensa faena ante el cuarto, Siroko, de Soltepec, misma que malogró con la espada. Es a la fecha, el tercero y último novillero que ha actuado en solitario en la gran plaza, después de que Amado Ramírez lo hiciera en 1954 y Jaime Rangel en 1960.

Tres semanas justas después de ese despliegue de poderío ante los novillos, Manuel Capetillo lo hizo matador de toros en San Luis Potosí, cediéndole el primero de los toros del ingeniero Mariano Ramírez que se corrieron esa tarde, en presencia de Manolo Martínez. Esa alternativa la confirmaría en la capital mexicana el 14 de febrero de 1971, recibiendo los trastos de manos del nombrado Manolo Martínez, y atestiguando Dámaso González. El toro de la ceremonia fue Mariachi de José Julián Llaguno. No tuvo más opción que estar digno ante el complicado lote que le deparó el sorteo.

En 1972 estuvo en nuestra Feria de San Marcos dos tardes, la del 22 de abril, en la que ante toros de Valparaíso, tuvo una actuación triunfal, saliendo en hombros de la plaza y en la corrida del día 25, en la que se disputaba el Escapulario de San Marcos, en la que tuvo una actuación discreta ante el sexto del festejo. 

La tarde que debió ser la de su confirmación en Madrid

La decimoctava corrida de la Feria de San Isidro de 1973 se anunció con toros de Alonso Moreno para el rejoneador Gregorio Moreno Pidal, Gabriel de la Casa, Francisco Ruiz Miguel y Adrián Romero. Al final de cuentas, se lidiaron solamente cinco de los toros del hierro titular, pues el de rejones – corrido en puntas – y el sexto de la lidia ordinaria – sobrero sustituto del segundo, devuelto por débil – fueron del Marqués de Villagodio.

El primer toro del lote que sorteó Adrián Romero se llamó Farolero, llevaba el número 92, se le anunciaron 571 kilos de peso y era de pelo negro zaino. Su actuación ante él resultó ser breve. La prensa madrileña la resumió así:

En el ABC del día siguiente al de la corrida, escribió Vicente Zabala:

El mejicano Adrián Romero, que confirmaba su alternativa azteca, se quedó sin recibir el espaldarazo de la primera plaza del mundo. El muchacho anduvo apurado con el capote y banderilleó con valentía, andándole al toro paso a paso con la montera puesta para arrojársela a las manos del toro con el fin de provocar la arrancada, de semejante manera a como lo hizo Luis Procuna el día de su confirmación de alternativa en esta misma plaza en los años cincuenta, detalle que recordamos a la perfección. Y también como Procuna, este Adrián Romero resultó herido por él toro de la confirmación. Romero fue alcanzado al parear al quiebro con las cortas. El toro le cogió y le recogió con fiereza, sufriendo una cornada de 25 centímetros que el doctor García de la Torre calificó de grave. Hora es de reformar el reglamento en el capítulo de las alternativas. Al romperse el paseíllo se debe consumar la ceremonia. Adrián Romero, por su cogida, no es doctor en tauromaquia por la cátedra madrileña...

En el semanario El Ruedo, salido a los puestos el 5 de junio siguiente, manifestó su director Carlos Briones:

Adrián Romero (Resultó cogido al intentar banderillear a su primero). De ceniza y plata. Toreó aceptablemente de capa y recibió un serio achuchón al recibir al enemigo de rodillas. En el tercio siguiente, al intentar colocar al quiebro el tercer par de banderillas, resultó cogido. Sufrió una herida en la región sacrolumbar izquierda, de 25 centímetros, que produce destrozos en los músculos paravertebrales del mismo lado. Puntazo corrido en fosa ilíaca izquierda. Fue operado por el doctor García de la Torre, que pronosticó de grave su estado. No pudo confirmar su alternativa…

La crítica más severa vendría de la pluma de un mexicano, del licenciado Francisco Baruqui Michel, quien, como muchos años, cubrió la feria para el diario El Informador de Guadalajara, que, en su edición del 30 de mayo de ese año, publicó:

El paisano Adrián Romero, no pudo confirmar su alternativa, al ser cornado saliendo de un par de cortas. Mal vestido de ostión con plata, viéndose embarullado y nervioso, impresionado, pesándole la plaza en los pocos lances de capa con el toro – toro en el nueve. En banderillas, vulgar, dejando dos medios pares de garapullos con los colores de España, y el de cortas, con los de México... Sufre de cornada en región sacro lumbar izquierda de 25 cms. destrozando músculos paravertebrales del mismo lado y un puntazo corrido en la fosa ilíaca izquierda. Pronóstico grave...

Así fue visto el brevísimo paso de Adrián Romero por el ruedo de la plaza de Las Ventas.

El parte facultativo

El doctor Máximo García de la Torre, en esos días jefe de los servicios médicos de la plaza madrileña, comunicó el siguiente parte:

Herida por cuerno de toro en la región sacrolumbar izquierda, de 25 centímetros, que produce destrozos en los músculos paravertebrales del mismo lado. Puntazo corrido en fosa ilíaca izquierda. Pronóstico grave.

Un par de días después, en el ABC de Madrid, se publicaba la siguiente nota informando de la evolución del torero:

El matador de toros mejicano se encuentra en estado estacionario en el sanatorio de toreros, donde fue trasladado después de ser cogido por el primer toro de la tarde en la decimoctava corrida de la feria de San Isidro… El diestro azteca ha pasado la noche muy molesto y tuvo que ser inyectado dos veces en el curso de ella, a las once y a las cuatro de la madrugada, con calmantes apropiados para mitigar el dolor… Adrián Romero resultó corneado precisamente en el toro de su confirmación de alternativa, ceremonia para la que faltaban solamente unos segundos, pues la cogida tuvo lugar en el tercer par de banderillas, cuando ya el presidente había pedido el cambio de tercio después de los dos primeros, pero accedió a la petición del torero de Méjico, que solicitó colocar un par de cortas, y a la salida de este par, ocurrió el percance…

La evolución del diestro sería lenta, pues estaría en condiciones de reaparecer hasta el día 8 de julio siguiente. 

¿Subestimó al toro español?

La víspera de su presentación en el ruedo de Las Ventas, Adrián Romero fue entrevistado en el programa de televisión Buenas tardes, y entre otras cosas, el torero mexicano declaró que no encontraba diferencia entre el toro mexicano y el español. Esto se publicó en El Ruedo, a propósito de esa entrevista, después del percance:

El torero mejicano Adrián Romero, había declarado en TVE, en el «Buenas tardes» del lunes, que no encontraba diferencia apreciable entre el toro mejicano y el español. La cosa nos pareció extraña – pues sus compatriotas, generalmente, dicen lo contrario –, pero al verle actuar comprendimos que, si con el toro mejicano quizá se desenvuelva, al toro español no lo había comprendido. Por eso, en los dos tercios en que actuó estuvo comprometido. El primer tropiezo lo sufrió nada más empezar, al dar un farol de rodillas. La cornada, primera de la Feria de San Isidro, al poner un par de banderillas cortas. Y la cosa pudo ser mucho más grave de lo que fue. Nos alegraremos de su pronto restablecimiento…

La campaña española de Adrián Romero

Llegó a la Península a mediados de abril de 1973 y pronto entró en actividad, pues el 29 de ese mes se presentó en Palma de Mallorca para lidiar toros de Clairac en unión de Julián García y Antonio José Galán. Esa tarde de su presentación en ruedos hispanos Adrián Romero la cerró con un triunfo, pues le cortó las dos orejas al segundo de su lote. Actuaría dos tardes en Figueras y una más en Palma, antes de la tarde en la que tenía convenida la confirmación de su alternativa en Madrid.

El resumen anual del semanario El Ruedo, publicado el 18 de diciembre de 1973, refleja lo siguiente:

Por el inesperado retorno de Curro Rivera a Méjico, vino a ser Adrián Romero el primero de los mejicanos clasificados este año en el escalafón español. Debutó con buen signo en Palma de Mallorca, en una corrida a fines de abril, que despachó con claro éxito y después de otras dos en Figueras, y nuevamente en Palma, se presentó en Madrid para confirmar la alternativa el día 29 de mayo, en las últimas corridas de la isidrada. Poco antes había dicho ante las cámaras de TVE que no encontraba diferencia entre el toro español y el de su patria; pero uno de Alonso Moreno le haría meditar, pues le infirió una cornada en la región sacrolumbar que le tuvo retirado de los ruedos, hasta que el día 8 de julio pudo reaparecer en Figueras, cortando una oreja. Desde entonces su actividad ha sido más bien escasa – con un total de dieciséis corridas – y localizadas por las plazas de Figueras, Lloret, San Felíu y otras de aquella vecindad. Tuvo bazas por Jugar en Vitoria, Valencia, Tarragona y Barcelona – plazas que hubieran podido ayudar a colocarle –, pero salió de ellas sin éxitos en las sendas corridas que en ellas toreó; por tanto, sigue siendo matador de alternativa, pero que tiene todo por hacer si desea cotizar en Méjico el prestigio aún no ganado en España.

Al final de cuentas, Adrián Romero no volvió a plazas españolas. En su día Luis Procuna (1951), Guillermo Sandoval y Fernando de la Peña (1965) y Sergio Flores (2013) también fueron heridos la tarde de su confirmación de alternativa, pero pudieron consumar la ceremonia de cesión de trastos y en su caso, finiquitar al toro de la cesión. Adrián Romero no alcanzó a llegar a ella y ya no regresó a Las Ventas, ni a plazas españolas. Por eso recuerdo hoy estos hechos sucedidos mañana hace 50 años, que son caso único en nuestra historia del toreo.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos son obra imputable exclusivamente a este amanuense, pues no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 12 de febrero de 2023

13 de febrero de 1944: Silverio Pérez y Zapatero de La Punta

Un brindis de Silverio

La temporada 1943 – 44 en El Toreo de la Condesa se inició en medio de una ruidosa controversia. En el verano del 43, trascendió a los medios que la Unión Mexicana de Matadores había enviado a España a un grupo de toreros mexicanos, encabezados por Luis Briones, a tratar de negociar un reencuentro entre las torerías de ambos lados del Atlántico, separadas desde mayo de 1936. También se pudo saber que detrás de esa embajada se encontraba el empresario de El Toreo, don Antonio Algara, quien poco más de un lustro después de la ruptura, calculaba necesario el introducir algunos cambios de fondo en la oferta de festejos taurinos en México.

Las publicaciones especializadas, y muy señaladamente La Lidia, se censuró abiertamente ese hecho de tratar de negociar con los españoles. Así, los columnistas de ese semanario, don Flavio Zavala Millet, quien firmaba como Paco Puyazo, Luis de la Torre El – Hombre – Que – No – Cree – En – Nada y el politólogo e historiador Roberto Blanco Moheno criticaron y diría que hasta maltrataron a Briones y a aquellos que lo enviaron a negociar la paz, por considerar que traicionaban un movimiento que podía generar, lo que ellos consideraban, una total independencia de la fiesta de toros en México.

Pero esos críticos ignoraban, o pretendían hacerlo, que la iniciativa la impulsaba realmente Maximino Ávila Camacho, quien era el tenedor de la mayoría accionaria de la sociedad que era propietaria de la plaza de la colonia Condesa y de la empresa que daba los festejos taurinos y que la intención de fondo era que a la brevedad, Manolete viniera a presentarse a la capital mexicana. Al general Ávila Camacho en ciertas cosas – casi todas – no se le podía contradecir, y me atrevo a asegurar que esta, era una de ellas.

Así, el 11 de julio de 1944 se anunció que el Sindicato Nacional del Espectáculo en España autorizaba la contratación de toreros mexicanos para actuar en sus plazas, pactándose como única condición que torero español o mexicano que pretenda actuar en México o España, deberá llevar firmados cuando menos tres contratos, mínimo que entiendo perdura hasta nuestros días. Y así, una semana después, en Martes, en la plaza de Las Ventas, se daba lo que puede considerarse la primera corrida de la concordia, con la confirmación de alternativa de Carlos Arruza.

La 11ª corrida de la temporada 43 – 44

Para el domingo 13 de febrero de 1944, se anunciaron toros de La Punta para Luis Castro El Soldado, Silverio Pérez y Carlos Arruza. La combinación, vista en retrospectiva, es de suyo interesante y si añadimos como ingrediente al cartel, el hecho de que el domingo anterior en Puebla, al Faraón se le había ido vivo un toro a los corrales, había un ingrediente adicional para ir a verle a la plaza y ver si entregaba a su público cal o arena.

La narración más extensa sobre esa tarde la hace para La Lidia don Roque Armando Sosa Ferreyro Don Tancredo y la inicia citando una crónica suya de un año antes, reflexionando sobre el hecho de que no era posible exigir a Silverio Pérez el desplegar una tauromaquia clásica:

...hemos de repetir que el arte de Silverio está al margen de la técnica de ayer y de hoy, al margen del clasicismo, y que el exigirle torear de igual manera a reses que no sean francas y claras en su acometida, es poner a este innovador de la tauromaquia en las astas de los toros...

Y es que Silverio Pérez tenía su propia concepción de lo que era lidiar a los toros. No se guiaba por los principios generalmente aceptados en el arte y por esa misma razón ha sido un diestro que no dejó escuela. Es un caso único, auténtico e irrepetible en la historia del toreo. 

Pero Silverio Pérez ese domingo quería salir a refrendar su sitio de figura del toreo. Al primero de esa tarde, que le correspondía a El Soldado, le realizó un gran quite por fregolinas. Relata El – Hombre – Que – No – Cree – En – Nada:

Con el primero de la tarde, correspondiente a “El Soldado”, después del primero quite de éste, el diestro de Texcoco se llevó el capote a la espalda para ligar de modo maravilloso hasta cinco fregolinas que levantaron una tempestad de aplausos. Difícil resulta decir que se haya visto en “El Toreo” la suerte de Romero Freg tan magistralmente ejecutada como la cinceló el faraón de Texcoco con el toro “Cachucho” de La Punta, el domingo 13 de febrero de 1944. ¡VAYA MANERA DE TOREAR! …

Don Luis de la Torre remató su comentario del festejo celebrando que en esa tarde no se hubieran dado chicuelinas. Yo hoy, casi ocho décadas después, agregaría que también se reveló que Silverio Pérez no era un torero tan corto como a veces nos lo han querido presentar.

Zapatero, número 117, negro como todos los de su casa, fue el segundo de la tarde. No se distinguió precisamente por bravo, pues, aunque se acercó cuatro veces a los montados, salió a dos refilonazos y otros dos puyacitos señalados, eso sí, se movía, y requirió una faena de muleta con poderío para someterlo. De ese último trance, cuenta Don Tancredo:

...Silverio inició su trasteo con magníficos doblones, que remató con un gran derechazo y cambiándose el engaño por la espalda, mientras el punteño mugía cobardemente... Vino luego un pase de costado, y tres naturales atropellados, en los medios, que le valieron estruendosa ovación. Y otra vez con la franela en la diestra, un derechazo que intentó rematar con otro cambio del engaño por la espalda; al hacerlo, cortó el viaje el toro, que viéndolo descubierto movió la cabeza y lo prendió, zarandeándolo en forma impresionantísima más de medio minuto. Cuando Silverio fue arrojado a la arena, intentó levantarse; pero se fue de bruces, revelando en la expresión de su rostro y en la actitud de sus manos, sobre la ensangrentada taleguilla, la importancia y la gravedad de la herida que sufrió...

Por su parte, El – Hombre – Que – No – Cree – En – Nada lo apreció así:

...tomó en sus manos la muleta y estoque decidido a armar la escandalera, empezando con una serie de pases ayudados por abajo de su exclusiva, recibiendo fuerte achuchón en el segundo de ellos, por lo que ordenó el cambio de terreno, logrado lo cual, continuó toreando por alto en forma irreprochable; hizo un paréntesis y echándose la muleta a la zurda toreó al natural, si no con perfección, pues no hubo el temple en Silverio acostumbrado y sí, en cambio, enmendadura constante de terreno, con un valor extraordinario en cada uno de los muletazos rematados a la altura de la cadera, tal como debe ser tan meritoria suerte. Mas sin acordarse tal vez del achuchón recibido al principio del trasteo, llevó de nuevo el engaño a la derecha para repetir el doblón con mando y poderío; pero al iniciar el siguiente muletazo, también a la altura de la cintura, fue enganchado por la parte superior de la pierna, recibiendo tremenda cornada que pudo ser mortal como lo fuera para el inolvidable Alberto...

Ambos escribas coinciden en que Silverio salió decidido a triunfar, sin importar la condición de Zapatero y el precio que pagó al primer parpadeo fue el siguiente, según el parte rendido por los doctores Javier Ibarra y José Rojo de la Vega:

Herida por cuerno de toro, de ocho centímetros de longitud, en la región inguinoescrotal derecha, con exteriorización del testículo; presenta tres trayectorias: una hacia arriba, que llega hasta la fosa ilíaca externa, interesando piel, tejido celular subcutáneo, aponeurosis y músculos ampliamente desgarrados, y tejido celular subperitoneal; la segunda hacia afuera, que llega a la cara externa del muslo; y la tercera que llega al tercio medio del muslo, interesando piel, tejido celular subcutáneo y aponeurosis, y fibras musculares. Mide en total veintidós centímetros de extensión. Anestesia con balsoformo, desinfección con agua oxigenada, clorazena y sulfatiazol; contraabertura en la cara externa, tercio medio del muslo; ligadura de vasos; resección de porciones musculares; reducción testicular y canalización con cinco tubos de hule. En caso de no presentarse complicaciones, tardará en sanar alrededor de cuarenta y cinco días.

Al final de cuentas, Silverio Pérez requirió de 72 días para volver a vestirse de luces y no solamente los 45 calculados por los médicos. Volvió a torear hasta el 25 de abril de 1944 aquí en Aguascalientes, mano a mano con Armillita, toros de Torrecilla. Y lo hizo triunfando.

Silverio y su percepción sobre el miedo

Ya en estas páginas he transcrito lo que Silverio Pérez creía entender por el miedo. Juan Belmonte también le contó a Chaves Nogales la manera en la que él lo racionalizaba. Pero de lo que el Faraón de Texcoco escribió para su compadre José Pagés Llergo, extraigo estas pocas líneas:

Llegaba en forma de escalofrío y me engarrotaba los músculos, como sudor viscoso que hacía resbalar el capote sobre mis manos, como dolor en los muslos y sabor de cloroformo en la boca... No te imaginas lo que es presentir el olor de la anestesia y sentir que por las piernas resbala la vida. Con decirte que se le oye gotear...

Silverio Pérez sobrevivió a sus miedos y nos dejó, afortunadamente, grandes lecciones de vida. Lecciones que solamente puede dar alguien que tiene grandeza.

Aldeanos