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domingo, 7 de febrero de 2021

5 de febrero de 1947: La celebración del primer aniversario de la Plaza México

Gregorio García a hombros
El Ruedo, Madrid, 27/02/47
La corrida del 5 de febrero en la Plaza México, planteada como el eje de la temporada taurina de la capital mexicana es un asunto bastante reciente. Antes de 1995 y sin contar la tarde de la inauguración, apenas se habían dado diez corridas en esa fecha en ese casi medio siglo de existencia del gran coso taurino.

Resultaba evidente que, de no coincidir la fecha con un domingo, no habría toros en el día del aniversario, independientemente de que durante muchos años era día inhábil a nivel nacional. De los festejos celebrados en ese lapso, cinco fueron en domingo (50, 56, 61, 67 y 84), dos en miércoles (47 y 92) y uno en lunes (79), martes (91) y viernes (93). Me queda claro que celebrar el cumpleaños de la México no tenía carta de naturalidad.

Es a partir de la gestión del escenario que hace el inefable Rafael Herrerías, cuando en torno al cincuentenario del mismo, que la corrida del 5 de febrero se organiza con regularidad anual. Hace apenas veintiséis años pues, que se puede considerar a este festejo como un acontecimiento fijo en la Temporada Grande del coso de Insurgentes y en la temporada taurina de México. Tan es así, que en los setenta y cinco años que ha cumplido la plaza, solo se han dado treinta y siete corridas en la fecha, las veintisiete que corren a partir de 1995, esas sí, de forma consecutiva.

El primer aniversario

Para el 5 de febrero de 1947, don Antonio Algara, gerente de la empresa encargada de los destinos de la México ofreció un cartel que en el papel se veía interesante, pues propuso un encierro de ocho toros de La Laguna para Joaquín Rodríguez Cagancho, Jesús Solórzano, Emiliano de la Casa Morenito de Talavera y Gregorio García. En la combinación se reunían dos parejas de toreros de significativas afinidades, los artistas y los estetas del segundo tercio.

Para Cagancho y El Rey del Temple era su presentación en la temporada y además este último, era nuevo en esta plaza. Morenito de Talavera reaparecía después de la tarde de su confirmación el 17 de noviembre de 1946, en la que cortó una oreja al 5º de la tarde que mató por Fermín Rivera quien fue herido por el 3º. Completó el cartel Luis Castro El Soldado. Ese día se lidiaron toros de Coaxamalucan.

Por su parte, Gregorio García volvía después del triunfo que tuvo el 1º de diciembre de 1946, cuando alternó con Lorenzo Garza y Manolo Escudero con toros de La Laguna. Con el 3º de la tarde, Pimiento, realizó una gran faena que no remató con la espada, dio dos vueltas y salió a hombros.

No está de más hacer notar que el festejo se dio entre un turbulento ambiente generado por las idas y venidas de los representantes sindicales de los toreros de España y México. El intercambio restablecido apenas un par de años antes, pendía de un hilo.

La corrida y su resultado

La entrada a los tendidos fue paupérrima, al final, en esos días, era una más de las corridas de la temporada, que si bien, en el papel tenía su interés, no llevaba a ninguna de las figuras del momento. El triunfador de la tarde fue el potosino Gregorio García, quien venía embalado y se impuso a toros y alternantes. La relación que aparece en el ejemplar del semanario El Ruedo, publicado en Madrid el 13 de febrero de 1947, entre otras cosas se asegura lo siguiente:

Para celebrar el primer aniversario de la Plaza Monumental de Méjico se corrieron en dicho coso taurino ocho toros de La Laguna. Con excepción de la última, las reses fueron sosotas. Carancho fue aplaudido en su primero por su labor con el capote. Hizo a este toro faena breve, y le mató de media tendida, fué ovacionado y salió al tercio. En el quinto hizo faena pinturera y mató de media buena. Oyó aplausos. Jesús Solórzano no hizo nada notable en el segundo. Brindó la faena del sexto a Domecq, y cuajó una faena valiente y adornada, que remató con un pinchazo y una entera desprendida. Fué ovacionado y saludó desde el tercio. A Morenito de Talavera se le ovacionó por cuatro verónicas y media y per un quite por chicuelinas en el tercero. Cogió las banderillas, a petición del público, y puso dos pares al cuarteo y uno al sesgo, magníficos. Se lució con la muleta y mató de un estoconazo. Fué ovacionado con entusiasmo.  En el séptimo cogió banderillas y se las ofreció a Gregorio García. Los dos se lucieron en cuatro colosales pares y tuvieron que salir al terció a saludar, Morenito hizo brillantísima faena por naturales, molinetes y derechazos. Perdió la oreja porque, después de entrar a matar dos veces, acertó d descabello al tercer intento. Fué ovacionado con entusiasmo. Gregorio García se lució con la capa y con las banderillas en el cuarto. Hizo faena variada y brillante, pero sin ligazón, y mató de una atravesada y varios intentos. En el octavo estuvo colosal con la capa. Ofreció banderillas a Morenito, y los dos se lucieron en este tercio. Gregorio García aprovechó las buenas condiciones del toro y cuajó faena por naturales, en redondo y adornos, para una buena estocada. Cortó la oreja y fué sacado en hombros…

No relaciona la actuación de Jesús Solórzano, sin embargo, en la edición de El Siglo de Torreón del día siguiente al del festejo, se comenta que fue aplaudido por su toreo de capa únicamente.

Así pues, para la estadística, es Gregorio García el que corta el primer trofeo en una corrida de aniversario, al toro Hilandero de La Laguna, y es también el primero en salir en hombros de la plaza en un festejo de esa naturaleza.

Al día siguiente…

Tras de la corrida se anunció la ruptura de relaciones entre las torerías de España y México. Los diestros hispanos no volverían a actuar en ese ruedo sino hasta el 25 de febrero de 1951, cuando se celebraron corridas de la concordia en México, Madrid y Barcelona.

Las cosas estaban agrias desde un año antes cuando se acusó a Manolete de no querer torear la corrida de la Rosa Guadalupana no obstante haber sido anunciado y no contribuyó a la mejora de las cosas que un grupo de diestros hispanos que no hicieron campaña en estas tierras encabezados por Antonio Bienvenida, Luis Miguel Dominguín y Juan Belmonte Campoy, quienes invocando falta de reciprocidad, dieran por terminado el convenio

Aunque el propio Manolete y otro grupo de toreros hispanos intentaron reparar las cosas, al final, en junio de ese 1947, los toreros mexicanos que estaban en España – entre otros los matadores Fermín Rivera, Antonio Velázquez, Carlos Arruza, Ricardo Torres, Cañitas, Manuel Gutiérrez Espartero y Antonio Toscano y los novilleros Pepe Luis Vázquez y José Antonio Chatito Mora – tuvieron que regresar, pues ya no se les permitió seguir actuando allá.

La consecuencia de ello fue que para Morenito de Talavera, este festejo fue el último que toreó en la Plaza México; Cagancho volvería una última vez el 24 de enero de 1954 a despedirse, alternando con Rafael Rodríguez y Pedrés y toros de La Laguna. Jesús Solórzano tendría un par de tardes más, pues regresaría el 16 de noviembre de 1947 con Alejandro Montani que confirmaba y Gregorio García con toros de Carlos Cuevas y terminaría su andar por los ruedos el 10 de abril de 1949 con Luis Procuna y Rafael Rodríguez y toros de Matancillas y La Punta.

Gregorio García, por su parte, pudo capitalizar el par de triunfos de esa temporada del inicio de 1947. En el ciclo 1947 – 48 torearía 5 tardes; en la 48 – 49, una y terminaría su paso por la gran plaza el 20 de marzo de 1952. Siguió en los ruedos hasta el año de 1965.

En resumen

La paupérrima entrada
El Ruedo, Madrid, 27/02/47

Si algo tuviera que agradecerle la fiesta de los toros a Rafael Herrerías sería la institucionalización de la fecha del 5 de febrero como eje de la temporada capitalina. El problema, desde mi punto de vista, es la manera en la que planteó la situación, porque para realizar una gran celebración, sacrificó el contenido y esencia de lo que es la temporada en sí.

Una plaza de temporada no puede depender de una sola fecha de su calendario, la que en todo caso debería ser el punto de llegada de lo más destacado de un ciclo equilibrado, constante y atractivo para el aficionado. La celebración de algo que se convirtió en lo que los millenials llaman un happening no puede ser el eje y el cimiento de algo más amplio y tradicional como es una temporada de toros.

Hoy, 75 años después, la plaza está cerrada. No hay condiciones para festejar su aniversario cual debe ser, con una corrida de toros, pero no hay mal que dure cien años… ¿Aguantaremos nosotros?

domingo, 3 de febrero de 2013

Las cifras de la corrida del 5 de febrero en la Plaza México

Plaza México

El día 5 de febrero tiene una significación especial en México, pues tiene méritos políticos, religiosos y taurinos para ser observados. En el primero de los casos, representa el aniversario de la promulgación de nuestra Constitución Política de 1917, considerada por algunos de sus estudiosos como la primera Constitución Social del mundo, dado el contenido de sus artículos 27 y 123, que en su origen representaron la elevación, a la más alta categoría legal, de las conquistas de las clases campesina y obrera tras del conflicto armado que se iniciara en 1910.

Para la religión católica representa la fecha apartada en el calendario religioso para venerar especialmente al primer mexicano elevado a los altares, San Felipe de Jesús, mártir misionero en Oriente, de quien se dice que al morir en olor de santidad, hizo reverdecer una higuera que tenía años de estar seca, según premonición de una empleada doméstica de su hogar paterno.

Y en lo taurino, el 5 de febrero tiene una significación especial también, pues en el que correspondió al año de 1946, se inauguró la Plaza de Toros México, en la Capital de la República, siendo por su capacidad, la más grande del mundo.

Mucho, yo diría que casi todo se ha escrito sobre esa primera corrida de toros en lo que se afirma es también la plaza de toros más cómoda del mundo, tanto desde el plano puramente histórico, como desde el anecdótico, pues es innegable el hecho – más para bien que para mal – de que en este País, es la única plaza de toros que da y quita, ha concentrado la atención de quienes en alguna manera hemos abordado temas relativos a la historia taurina de México en el entresiglos del XX al XXI, dada la trascendencia que tienen los triunfos o fracasos allí verificados.

Son cuando menos dos los motivos que me impulsan a escribir esto. En primer término, cito la afirmación de  mi amigo Heriberto Murrieta en la transmisión televisiva del festejo correspondiente al año 2003, en el sentido de que la tradición de festejar el aniversario de la plaza es reciente y en segundo lugar, la posibilidad de responder a la pregunta que hiciera el entonces novillero Adán Mejía en una sesión del Centro Taurino México España, en el sentido de saber que toreros de Aguascalientes habían actuado en esa fecha, antes de que nuestro paisano José María Luévano lo hiciera en la correspondiente a ese mismo año.

De estos festejos resultan una serie de interesantes datos, recopilados gracias a la labor del Maestro Luis Ruiz Quiroz y de la difusión de ésta por los Bibliófilos Taurinos de México, y a partir de esos trabajos, me he permitido organizar desde diversos puntos de vista la información estadística generada por esas Corridas de Aniversario, recopilada principalmente por don Luis, misma que ahora pongo a su consideración.

Las corridas del 5 de febrero

Aunque parezca extraño, la corrida del 5 de febrero ha cobrado carta de naturalidad apenas a partir de 1995, que es el año a partir del cual se organiza con regularidad anual. Hace apenas dieciocho años pues, que se puede considerar a este festejo como un acontecimiento fijo en la llamada Temporada Grande del coso de Insurgentes y en la temporada taurina de México. Tan es así, que en los sesenta y siete años que está por cumplir la plaza, solo se han dado treinta corridas en la fecha, mismas que son las siguientes:
Las corridas del 5 de febrero

Si se observa, aparte de las corridas sucesivas a partir de 1995, solamente en 1946 y 1947 y entre 1991 y 1993 se ligaron festejos en años seguidos. En cuanto al día de la semana en que estos se celebraron, si mis cálculos no fallan, ocho han sido en domingo (50, 56, 61, 67, 84, 95, 06 y 12); cinco en martes (46, 91, 02, 08 y 13); cuatro en los días lunes (79, 96, 01 y 07) y miércoles (47, 92, 97 y 03) y tres en jueves (98, 04 y 09), viernes (93,  99 y 10) y sábado (00, 05 y 11) confirmándose en parte la idea inicial de Heriberto Murrieta de que se daban toros el 5 de febrero, solo cuando era domingo, costumbre que se abandona hace ya dieciocho años.

Las ganaderías

La materia prima de la fiesta es el toro y de las combinaciones ya relacionadas, obtenemos que resultan veintisiete las vacadas que han enviado los 228 toros lidiados hasta el año de 2012 en la hogaño tan señalada fecha:
Las ganaderías del 5 de febrero

Los toreros

En las veintiuna corridas que reseñamos, han actuado sesenta toreros de a pie, de los que cuarenta y uno son mexicanos; catorce, españoles; dos colombianos (Joselillo de Colombia y César Rincón); un portugués (Paco Mendes), un peruano – argentino (Rovira) y un francés (Sebastián Castella), siendo en detalle el número de sus actuaciones:
Los toreros del 5 de febrero

Los caballeros en plaza también han tomado parte en corridas del 5 de febrero. El primero de ellos fue el jerezano Álvaro Domecq Romero en 1979, le sigue Ramón Serrano, que ha actuado dos tardes, la de 1991 y la de 1996, después viene José Antonio Hernández Andrés, en 1993, Giovanni Aloi en 1998, continúa esta cuenta el estellés Pablo Hermoso de Mendoza con actuaciones en 2000 y 2004 y cierra esta relación Enrique Fraga en 2005. Aloi y Hermoso de Mendoza mataron dos toros en sus actuaciones, mientras que los demás, enfrentaron solo uno.

Los trofeos

Mucho se ha escrito sobre el valor intrínseco de los trofeos. Algunos los califican de retazos de toro que no reflejan el valor real de las hazañas de los hombres vestidos de seda y alamares. A despecho de esas opiniones, las que comparto en cierta medida, las orejas y los rabos que se otorgan a los toreros son hoy en día, un parámetro indispensable para muchos, en la medición del éxito de un festejo taurino. 

La primera oreja que se cortó en un 5 de febrero fue también la primera que se cortó en la México y fue la que Manolete obtuvo por su faena al segundo de la tarde, Fresnillo, de San Mateo, en la corrida inaugural. En total se han cortado 48 orejas y 7 rabos, mismos que se han repartido de la siguiente manera: 
Los trofeos obtenidos en 5 de febrero

Aquí vale hacer notar que destacadas figuras de los ruedos, como El Soldado, Jesús Solórzano, Antoñete, Manolo Martínez, Curro Rivera, Armillita Chico, Roberto Domínguez y Joselito, se han ido con la espuerta vacía en las actuaciones que tuvieron en este tipo de corridas.

Toros de regalo

En los últimos años se ha vuelto casi mandatorio que en la corrida del 5 de febrero se corran toros de regalo en la Plaza México. En el pasado reciente, queda la impresión de que se ha abusado de este recurso, sobre todo si se considera que en los últimos quince años se han corrido una docena de ellos, y de éstos, cinco nada más en dos corridas (96 y 03) aunque en totalidad, son diecisiete los toros lidiados en estas condiciones y el éxito con ellos, reflejado en trofeos, ha sido más bien relativo, pues solo con cuatro de ellos se han obtenido apéndices, según se puede ver enseguida:
Los toros de regalo en 5 de febrero

Otros fastos para recordar

El 5 de febrero ha representado para Luis Francisco Esplá en 1984, Roberto Fernández El Quitos en 1993 e Ignacio Garibay en 2000, el día de la confirmación de su alternativa y para Arturo Gilio, esa fecha del año de 1992, fue en la que fue investido como matador de toros por Roberto Domínguez. En el año de 1979 se indultó el primer toro que ha merecido ese honor hasta la fecha, Simpatías de Reyes Huerta, que le tocó en suerte a Cruz Flores esa tarde, asegundando El Juli en 2005 con el indulto de Trojano de Montecristo y se ha producido también una despedida de los ruedos, la de Pedro Gutiérrez Moya Niño de la Capea, en el año de 1995, en el que realmente se inicia lo que hoy es ya una tradición de nuestra fiesta.

Los de Aguas

Al inicio señalaba que uno de los motivos de este trabajo era el de saber que diestros de Aguascalientes habían actuado en esta fecha hoy señalada. De las relaciones anteriores, se puede deducir que la llamada Sevilla de América ha estado presente con siete toreros en nueve oportunidades. 

Abre plaza Calesero, que actuó en 1950; le siguen El Volcán Rafael Rodríguez, en 1961; Manolo Espinosa Armillita, en 1967; después Ricardo Sánchez en 1984, Miguel Espinosa Armillita Chico, en 1991, 1997 y 1999, Roberto Fernández El Quitos en 1993, José María Luévano en 2003 y un sorprendente Arturo Macías en 2007, que llegó a esta corrida contra todos los pronósticos. De todos ellos, solamente Ricardo Sánchez, José María y Arturo han obtenido apéndices en esta clase de festejos.

A modo de remate

A una importante mayoría de aficionados les disgusta la combinación de toros y números. En lo personal no soy muy afecto a ellos, pero en ocasiones como esta, nos sirven para encontrar nuevos significados a la historia de los acontecimientos, como en esta oportunidad, que nos reflejan desde un punto de vista bien determinado, lo que a través de los resultados ha representado la corrida del 5 de febrero en la plaza más grande del mundo, para la Historia del Toreo en México

Versiones anteriores de este trabajo previamente publicadas en las siguientes ubicaciones:




La razón de seguir publicando esto, es que cada año se le agregan nuevos datos que lo actualizan. Ojalá lo encuentren de interés.

Nota: Para leer mejor los cuadros estadísticos, hagan click sobre los mismos.

domingo, 5 de febrero de 2012

5 de febrero de 1973: Triunfo y escándalo en Aguascalientes. Manolo Martínez y Palomo Linares


Al delinear la personalidad y la actividad de Guillermo González Muñoz como empresario de las plazas de Aguascalientes, señalaba que a pesar de que inició el proceso que terminó por reducir la actividad taurina de nuestra ciudad al lapso temporal de la Feria de San Marcos, tuvo la creatividad para procurar a la afición de su tierra carteles con atractivo, procurando aprovechar los huecos que quedaban en las agendas de las exclusivas de las figuras con empresas que regentaban plazas de mayor capacidad, propiciando verdaderos acontecimientos como el que me motiva a escribir estos recuerdos.

El ambiente previo

El día 5 de febrero, aniversario de la promulgación de la Constitución de 1917 hasta hace pocos años era feriado – hoy el feriado se ha recorrido al lunes siguiente – y por ello, era una fecha en la que se celebraban festejos taurinos a lo largo y ancho del territorio nacional. En 1973 nuestra Plaza de Toros San Marcos fue escenario de un festejo que tras concluir, quedaría en la historia del coso, un mano a mano entre Manolo Martínez y Sebastián Palomo Linares, para lidiar toros de Suárez del Real

Los dos toreros venían precedidos de notables actuaciones. Manolo Martínez era el triunfador de las últimas ediciones de la Feria de San Marcos y el domingo anterior, en la despedida de Joselito Huerta, en la Plaza México, realizó una faena de gran calado a un toro de José Julián Llaguno, en tanto que Palomo Linares todavía venía con el sambenito del rabo cortado en el San Isidro anterior en la Plaza de Las Ventas. La nota previa al festejo, publicada por Everardo Brand Partida en el diario El Sol del Centro del día de la corrida, recoge entre otras cuestiones lo siguiente:

Se ha dicho que un mano a mano debe tener una justificación, y esta es precisamente la que consideró el empresario Guillermo González para montarlo, al reanudar su temporada, confrontar a los dos toreros que más interesan, que más despiertan las pasiones entre el público, y estos son los de México, Manolo Martínez y de España, Sebastián Palomo “Linares”... Este torero, cabe así señalarlo, está en deuda con la afición hidrocálida, le debe una tarde. Aún recordamos aquellas declaraciones vertidas hace un año, en vísperas de su confrontación con Eloy Cavazos, en el mismo ruedo de la San Marcos. Sebastián dijo a EL SOL: “A la Sevilla de México, a Aguascalientes, vengo a dar la tarde, vengo por un triunfo grande”... Si bien Palomo “Linares” estuvo en plan grande aquella tarde, especialmente con su quinto enemigo al que toreó superiormente y mató mucho mejor, entregándose como los buenos, no logró redondear el triunfo que esperaba en la “Sevilla de México”, como es considerada Aguascalientes en la Madre Patria... ¿Será esta la tarde que Sebastián adeuda a la afición hidrocálida? Pues sinceramente así lo esperamos, ya que el público disfrutará en grande viendo torear a los ases de las barajas taurinas de aquí y de allá...

La corrida estaba sujeta a grandes esperanzas de la crítica y de la afición y aunque su desenlace sería agridulce, se puede considerar que terminó por responder al interés que despertó, aunque en los tendidos numerados no se reflejara en su totalidad ese interés, puesto que si bien recuerdo que las localidades generales lucían repletas, las de mayor precio ostentaban evidentes claros.

El triunfo… y el escándalo

Manolo Martínez vistió de negro y oro, en tanto que Palomo Linares lo hizo de negro y plata. No recuerdo quién ofició como sobresaliente, pero casi creo que fue el trianero Armando Mora. La corrida fue presidida por don Jesús Gómez Medina, que por esas calendas se tomaba un tiempo sabático en su tribuna de El Sol del Centro, para dedicarse a intentar conducir los festejos taurinos desde el palco de la autoridad en la Plaza de San Marcos. El encierro de Suárez del Real fue justo de presencia, acusando su procedencia de Jesús Cabrera y en términos generales dirían las crónicas, se dejó hacer, tanto así, que Manolo Martínez le cortó las orejas al primero y al quinto y perdió quizás el rabo del tercero por fallar con la espada y Palomo Linares pudo brillar a altas cotas, de no ser por lo que enseguida veremos.

La crónica de Everardo Brand Partida relata lo siguiente respecto del triunfo de Manolo Martínez:

“Caramelo”, fue el primero de la tarde... y el diestro de Monterrey se enfrenta con su enemigo, que cambia totalmente de lidia, ya que se fue p’arriba, embistiendo suavemente y con nobleza, y estas condiciones son aprovechadas extraordinariamente por el diestro regiomontano, para instrumentar una faena “de las suyas”, toreando con suavidad con una pasmosa lentitud que entusiasmaron a los tendidos. Los pases circulares, con el sello de Martínez, fueron surgiendo uno tras otro, los ayudados, en redondo y por abajo, fueron subiendo de tono, y el público estaba con el torero, que se crecía a cada muletazo… El toreo al natural de Manolo fue paladeado por el cotarro y los pases de extraordinaria magnitud surgían, y las series perfectamente rematadas con los pases del desdén y los forzados de pecho hicieron vibrar a la plaza hasta sus cimientos. Un estoconazo en todo lo alto, coronó esa faena, conquistando el de Monterrey las dos orejas de su enemigo... Tras de la bronca de Palomo Linares con el cuarto de la tarde, Manolo Martínez se enfrentó a “Velador”, un toro al que le sacó gran partido... Afloró el temple y la maestría de Manolo, su clase de excelso muletero y brilló en toda su intensidad el toreo derechista e izquierdista, los pases del desdén, “la regiomontana” y “el martinete”, no a toro parado, sino ante un socio que le embestía y que daba la sensación de peligro, pero éste desaparecía, ya que frente al bicho se encontraba un torero de pies a cabeza, bordando una faena que difícilmente será olvidada por cuantos la presenciamos. Manolo necesitó de un pinchazo y una estocada en bastante buen sitio para dar muerte al quinto de la tarde, del que recibió las dos orejas, con las que recorrió, hasta en otras tantas ocasiones, el anillo del Coso San Marcos… 

Por su parte, su apreciación de lo medular en la actuación de Palomo Linares es como sigue:

Sebastián Palomo fracasó, cabe la apreciación, hasta en su intento de recurrir a ardides pésimamente vistos por nuestro público, al que trató de sorprender pretendiendo que se indultara a un toro, el cuarto de la tarde, con el que armó una bronca, desorientó a los aficionados y puso en evidencia al Juez de Plaza... Señalamos lo anterior, porque el español, quien había estado bien, no a la altura de las condiciones del astado, bueno, con raza, de magnífico estilo, y prestándose extraordinariamente para el toreo, se dejó llevar, inicialmente, por los gritos de un sector, – mínimo éste – del público que, impresionado, consideró que el toro merecía el indulto. El de Linares volteó hacia el palco de la autoridad, y el señor Gómez Medina ordenó que debería matar al de Suárez del Real, y entonces Sebastián acató la orden del juez tirándose, pero pinchando en hueso, y fue ahí que consideró que había perdido las orejas, que el triunfo “que tanto necesitaba”, se le iba de las manos, y tras de torearlo nuevamente por lasernistas, “fabricó” e hizo su teatrito, ya que encarándose entonces a la autoridad, pidió que le tocaran los tres avisos reglamentarios, para que el toro fuera devuelto a los corrales... El público no se tragó la píldora, y abroncó al español, al que llevaron – su peón de confianza – las orejas y el rabo, tratando de hacer ver aquello como el indulto del toro concedido por el juez, pero sólo avivó las protestas y rechiflas en su contra, pues ¿“cómo pretende un torero que se indulte un toro después de haberlo pinchado”? y su actitud, su teatro, no fue enérgicamente sancionado, de ahí que señalamos que puso en evidencia a la autoridad... Tras de ese pinchazo, si bien volvió a torearlo, debería de haber intentado la suerte suprema, “y así debería habérselo exigido el juez”, para que diera muerte al astado en el ruedo, pero lamentablemente, sorprendió y esa es nuestra explicación, a la misma autoridad, ya que aceptando el pedimento del torero, hizo sonar el clarín hasta en tres ocasiones, y el toro volvió a los corrales...

De allí la corrida se fue por el despeñadero para el linarense, que cada vez que salía del burladero de matadores, era objeto de fuertes rechiflas.

Comentarios posteriores

Por esas fechas, el periodista Agustín Morales Padilla era redactor del diario El Sol del Centro. En la misma fecha de la crónica del festejo – 7 de febrero –, publicó un artículo titulado ¡Basta ya!, en el que hace una serie de reflexiones sobre lo sucedido en la corrida del día 5. Del mismo extraigo algunas de ellas:

Porque el desprecio al Reglamento taurino se ha costumbre inveterada. Porque el espectáculo se está manejando soslayando, muchas ocasiones, el interés del aficionado... es que decimos: ¡Basta Ya!... Acontecimientos como el que suscitó la insolente actitud del torero español Sebastián Linares, el último lunes, jamás deben repetirse en una arena donde muchos diestros han escrito las páginas que les han valido su consagración firme y total, y en la que, también, otros muchos han tenido que pagar, por su honesta entrega a una profesión que exige responsabilidad y entrega, un tributo de sangre... Lo de “Palomo” Linares no alcanza, empero, calificativo. Más tampoco habrá que lanzarle toda la culpa, si bien se trata de uno de los muchos extranjeros que todavía nos siguen llegando poseyendo una mentalidad avasalladora. Al hispano lo empujó en primer término, ese su concepto erróneo de que se hallaba en tierra de conquista. Y lo impulsaron, también: su apoderado y cuadrilla; el empresario González, que insultó ostensiblemente al juez; el ganadero Suárez del Real y un pequeñísimo grupo de beodos... Sabían ellos claramente que el indulto del astado era improcedente, porque el bicho, aunque suave y de buen estilo, pasó con un solo puyazo y no humillaba totalmente. A pesar de ello y no obstante la airada protesta del público, Linares fue varias ocasiones al pie del biombo y faltó a la autoridad del juez, al que ordenó, no pidió, el regreso del toro a los corrales, cuando en definitiva se negó a éste la gracia del conservar la vida, por una boyantía suprema que no poseía... La autoridad tuvo también su culpa en que el sainete se prolongara, pues contemporizó con el español, en lugar de aplicarle un severo correctivo económico y, en caso de persistir, ordenar su detención policiaca... Como epílogo de este bochornoso acto, Linares declaró ayer, con inconcebible cinismo, que la de Aguascalientes había sido la faena de su vida y que lamentaba que no la hubieran entendido ni el juez, ni el público que lo abroncó. Menos mal que estas han sido las últimas palabras en la existencia taurina – en México –, de Linares, quien curándose en salud, ha señalado que no volverá a ruedos aztecas... Pero en fin, dejemos aparte a esta pésima caricatura de “El Cordobés” y volvamos a lo que decíamos al principio. El Reglamento no puede continuar siendo letra muerta, porque a la autoridad corresponde velar por el interés del público. No olvidemos que es un espectáculo sumamente caro y eminentemente productivo para la Empresa, lo que otorga un derecho especial al aficionado para exigir más y mejor... Basta ya, repetimos, de deshonestidades para con una afición cuya nobleza conmueve…

Lo que después sería

Palomo Linares se fue de México tras de esa corrida y no volvió a México sino hasta 1993 para torear dos corridas que tuvieron carácter benéfico. Las dos fueron mano a mano con Eloy Cavazos. La primera fue en Querétaro el 25 de septiembre, con toros de Fernando de la Mora y llevando por delante al rejoneador Luis Covalles y la segunda en Aguascalientes, al día siguiente con toros de Arroyo Zarco.  También me tocó presenciar esa corrida. Desde entonces, no ha vuelto a torear en nuestro país.

Por su parte, Manolo Martínez sufriría algo más de un año después - el 3 de marzo de 1974 -, la cornada más grave de su vida – 2 trayectorias, 34 y 24 centímetros, con sección de las arterias femoral y safena –, del toro Borrachón de San Mateo, en la Plaza México, en tarde que alternó con Mariano Ramos y José María Manzanares. Una cornada que muchos afirman que marcó un antes y un después en la carrera del torero de Monterrey, pero que no le impidió escalar la cima de la torería de su tiempo.

Espero que esta larga remembranza les haya parecido interesante.

viernes, 5 de febrero de 2010

La corrida del 5 de febrero, una tradición quinceañera (Anexo gráfico)



Un nuevo escenario, originalmente planteado para 50,000 espectadores



Luis Castro, El Soldado mató el primer toro en el ruedo de la Plaza México, Jardinero número 33 de San Mateo


Manolete cortó la primera oreja en el nuevo escenario a Gavioto, número 55 de San Mateo


Luis Procuna fue el primer diestro mexicano en cortar una oreja en La México a Gallito, número 14 de San Mateo 


Anverso del programa de la triunfal corrida del 10º Aniversario. El Ranchero Aguilar cortó el rabo a Motorista y Joselito Huerta a Viajero (toro de regalo), ambos de La Laguna


Reverso del mismo programa. Don Aurelio Pérez Villamelón recopiló las principales efemérides de esa primera década


La corrida de 1979 marcó la única presencia de Manolo Martínez en estos festejos y el primer toro indultado en ellos, Simpatías de Reyes Huerta, por Cruz Flores


En el festejo de 1993 confirmó El Quitos, torero de Aguascalientes y hoy representante de Joselito Adame

 

En 1996 La México se convirtió en una Cincuentona Monumental, ese día se corrieron 10 toros.


En 2005 El Juli obtuvo el segundo indulto en estos fastos, el de Trojano de Montecristo


Joselito Adame fue herido el 2 de febrero de 2008 en Encarnación de Díaz y fue sustituido por Humberto Flores. José Tomás aparecía por primera vez en estas festividades

Aldeanos