En la temporada chica de la Plaza México de ese último calendario, regresaría, renunciando al doctorado recibido en su tierra, a intentar reandar el camino. Y lo consiguió. En dos novilladas consecutivas corta tres rabos. El 5 de noviembre, le corta el rabo a Pistachero de La Laguna y el 19 siguiente se lleva los de Tragaldabas y Raspinegro, estos de Piedras Negras y no hago cuenta de que una semana antes, se había llevado otras dos orejas de Varillero, también de los toros de la divisa roja y negra. Así en su retorno, cerró su temporada cortando ocho orejas, tres rabos y se ganó la alternativa definitiva con todos los honores.
Ese nuevo doctorado lo recibió en la misma Plaza México, el 21 de enero de 1951. Le apadrinó Manolo dos Santos y fue testigo Jesús Córdoba. Los toros fueron cinco de La Laguna y uno de Piedras Negras, el toro de la ceremonia se llamó Cartonero y fue de La Laguna.
La primera campaña española del Ranchero
El Ranchero Aguilar se fue a España a buscar la confirmación de su alternativa en 1952. Inició su temporada en aquellas tierras el 4 de mayo en la plaza de Las Arenas de Barcelona, alternando con Rafael Llorente y Antonio Caro en la lidia de toros de Joaquín Natera, saldando su tarde con una vuelta al ruedo tras despachar al primero de su lote.
Su siguiente actuación sería la tarde del 13 de julio en la plaza de Las Ventas, en Madrid, para confirmar allí su alternativa. El cartel que se anunció para esa fecha fue uno de ocho toros, integrado por Luis Briones, el albaceteño Manolo Navarro, El Ranchero Aguilar y el sevillano de La Algaba, Jaime Malaver, quienes enfrentarían un encierro colmenareño de Manuel García Aleas, herrados con el 9, el hierro de más antigüedad de los de la hoy Real Unión de Criadores de Toros de Lidia.
A propósito de antigüedades
Ya comentamos por aquí, que El Ranchero Aguilar recibió la alternativa con la que realizó su carrera como matador de toros el día 21 de enero de 1951 en la Plaza México. El otro confirmante de la tarde de autos, Jaime Malaver, acababa de ser doctorado apenas el 15 de abril de ese 1952 en Sevilla. Creo que no hay duda de la antigüedad entre los dos diestros.
En la revisión de las crónicas del festejo, me encontré con que Malaver había sido confirmado con el primero de la tarde por Luis Briones, y que El Ranchero, con el segundo, por Manolo Navarro. No hay ninguna explicación para ello, solamente esto que dejó en su crónica para el diario Pueblo, de Madrid, Antonio Bellón:
Madrid, 13 julio 1952, Corrida de toros. Calorazo. Entrada floja. Siete toros de Aleas, bien presentados, con poca arrancada, que no corneaban por los lados y sí al alto... Irónicamente flojeó el sol, casi desierto, cuando, cruel, quemaba como fuego. Hubo por la mañana extensa organización del protocolo de las dos confirmaciones de alternativas, y se convino que la recibiese antes el más reciente matador y luego cada uno lidiase con arreglo a su antigüedad. Así sucedió...
Quizás la intención era evitar que Luis Briones, también torero mexicano y primer espada de la corrida, confirmara a un paisano suyo. En fin... Al final esa fue la decisión que tomaron las autoridades, seguramente con el concierto de los toreros, porque en esos días, y en una corrida del verano madrileño, no era frecuente que un torero, y menos un confirmante, se negara a salir por delante.
Entonces, a pesar de ser la cuestión de las antigüedades cuestión de tradición y además, regla escrita – Derecho Positivo, pues – las cosas se hicieron de la manera descrita.
La confirmación del Ranchero Aguilar
El segundo toro de la tarde se llamó Caramelo, llevaba el número 13 y era de pelo negro. Fue un toro muy voluminoso según las crónicas y terminó acusando esa condición al final de su lidia. Escribió en su día don Luis Uriarte, firmando como El de Tanda, para la Hoja del Lunes de Madrid, aparecida al día siguiente de la corrida:
Los siete toros de Manolo Aleas – ¡qué bien suena ese denominativo! – y el de Sánchez de Valverde – jugado en quinto lugar – estuvieron admirablemente bien de presentación; ocho toros de tamaño, de trapío y de edad... como debían ser todos los toros que se lidiasen en corridas de tales, y no en corridas de toreros, que son las que ahora se estilan... El toro con que confirmó se le confirmó la alternativa al mejicano Jorge Aguilar («El Ranchero») – «Caramelo», 13, negro estrellado –, salió abanto, como los clásicos colmenareños; pero mejoró en el transcurso de la lidia, a cuyo final llegó ahogado por exceso de carne. «El Ranchero» lo muleteó muy cerca, muy tranquilo, y lo despachó de una estocada, por lo que dio la vuelta al ruedo...
La opinión de Antonio Bellón, en Pueblo, también aparecido al día siguiente del festejo, fue en el siguiente sentido:
Para la cesión de trastos al mejicano Jorge Aguilar salló un búfalo – el segundo – huidizo y poderoso, lanceado entre palmas por este “Ranchero”... Al toro de Aleas no le hicieron ni pu – mitad de pupa – los lanceros, porque esos arroja botellas de campo de futbol - nada tienen que ver con los aficionados al deporte que ahora van a los toros - se compadecían tiernamente de que el toro tuviese poderío e ideícas a boca cerrada. Manolo Navarro le cede el toro al Ranchero Aguilar, un mocetón con vista al doblar sobre sus fornidas piernas y luego tranquilo y estirado al muletear al quedado animal, uno tontón con ganas de vivir en paz pastando fresca hierba. Valentísimo Aguilar, al parársele el toro frente al pecho arreaba cachetes cariñosos al morlaco, acariciándole despectivamente la leña antes de, con guapeza, hundir hasta la vestidura el alfanje. Hubo petición, ovaciones y vuelta al ruedo...
Y lo que relató Manuel Sánchez del Arco, Giraldillo para el ABC madrileño, salido el martes 15 siguiente, fue en este sentido:
Y vamos ahora con la otra confirmación, con la de Jorge Aguilar «El Ranchero», doctorado en Tlaxcala el 13 de marzo de 1949. Se confirmó en Madrid con el toro «Caramelo», número 13. Manolo Navarro le entregó el instrumental. Era un toro con morrillo de bisonte, que hacía extraños. «El Ranchero» lo hizo tomar la capa y lo lidió muy bien. Luego, pases en redondo, tranquilo, y naturales cerca y aguantando. El toro, tan quedado, que para hacerlo entrar a la muleta el espada le hurgaba con la mano en el morrillo. Mató de una gran estocada, y hubo ovación, vuelta al ruedo y saludos...
Como se puede ver, hay cierta unanimidad en el sentido de que Jorge Aguilar se impuso al hecho de que el toro no se movía adecuadamente, para sacarle muletazos meritorios y estuvo entregado y certero con la espada, para de esa manera, dar una aclamada vuelta al ruedo.
El toro del triunfo
El Ranchero Aguilar le cortaría la oreja al segundo de su lote, el séptimo de la corrida, un toro que, según a quien se lea, fue de pelo colorado, castaño aldinegro o retinto. En lo que hay coincidencia, es en el hecho de que rememoraba a aquellos antiguos toros de la tierra que fueron la simiente original de la ganadería de Aleas y que, al paso de los tiempos, se fue modificando con agregados santacolomeños.
La versión de la actuación del torero de Tlaxcala ante este toro, llamado Arriero y que diera en el destazadero 470 kilos de peso en bruto, expresada por Antonio Bellón es la siguiente:
El penúltimo es un típico Aleas, castaño aldinegro, coletero. Falla un espontáneo, larguirucho, capturado entre barreras, y el de capa jarameña va sin ganas al varilarguero mano negra la enguantada del palo... Un alagartado peón pasa apuros al coloquillear. Tira Aguilar del toro en redondos y en airosas vueltecillas que agradan al respetable, desbordadillo su entusiasmo en molinetes, arrucinas y rodillazos... Jorge Aguilar, en chiqueros, clavaba todo el estoque; rodó el noble toro y para el mejicano fueron, merecidamente, oreja, ovaciones, vuelta y saludo... Al público no le agrada que lleven a hombros al Ranchero...
Destaco de la relación de Bellón, el hecho que consigne que se llevaron en hombros al Ranchero, cuestión que no consignan ninguna de las demás que pude consultar para armar estos apuntes.
Por su parte, El de Tanda, refiere lo siguiente:
Al séptimo empezó a muletearlo muy bien sobre la derecha, por redondos, y ya encelado empalmó un afarolado con una arriesgada arrucina y un molinete, que se acogieron con manifiestas pruebas de aprobación; cerró la faena con unos pases por alto rodilla en tierra y girando sin levantarse, como en las manoletinas, y no habíase acallado todavía el eco de la ovación con que se acogía su valiente y brillante hacer, cuando una definitiva estocada le puso en las manos el premio de la oreja, con la que dio la vuelta al ruedo entre la consiguiente ovación...
Y concluyo este apartado con lo que expresó en el ABC de Madrid Giraldillo:
Fue el séptimo un toro retinto de mejor presencia que condición. «El Ranchero» expuso mucho en un quite, y la faena la sacó a pulso. Toreó con mucha gallardía, dominando. Aguilar sabe por dónde anda. Después de hacer bien las cosas en el centro, cuando la res se fue a tablas, después de unos adornos, tiró por la línea de los efectos temerarios e hincándose dio unos pases por alto con aire de manoletinas, luego otros girando de espaldas a la salida. Macheteo y caricias a la cara. Se perfila, y una estocada superior, que mata sin puntilla. A «El Ranchero» le dieron la oreja del retinto y hubo vuelta triunfal y saludos. La impresión y juicio: que se trata de un buen torero...
Quizás la parte más importante de lo que refiere Manuel Sánchez del Arco reside en su apostilla final, en el sentido de que reconoce de que el confirmante, Jorge Aguilar, era un buen torero. Ese juicio llevaba una carga muy importante para su futuro dentro de los ruedos de España.
Antes de terminar, un apunte que pudiera parecer insustancial. La crónica de Antonio Bellón señala que El Ranchero vestía de verdegay y oro, en tanto que el resumen anual de El Ruedo, aparecido en diciembre de ese año, señala que el vestido de la tarde de su confirmación era azul celeste y oro. A saber...
El resto de la corrida
Jaime Malaver, el otro confirmante, le cortó una oreja al toro de su confirmación, primero de la tarde, Altozano de nombre. Por su parte, Luis Briones y Manolo Navarro escucharon palmas tras de pasaportar a los toros que les tocaron en suerte, aclarando que, en quinto lugar, el segundo toro de Navarro, se corrió un toro de Juan Sánchez de Valverde en sustitución de uno de los de Aleas, rechazado en el reconocimiento.
El resto de la campaña de 1952 para el Ranchero Aguilar
Jorge Aguilar terminaría esa temporada española con 8 corridas y un festival. Actuaría en plazas como Barcelona, Alfaro, Vichy, Tánger y una triunfal tarde en Pamplona, el 28 de septiembre al lado de Jaime Marco El Choni y el peruano Rafael Santa Cruz.
Ese limitado número de actuaciones le dejaría preparado el camino para la campaña siguiente, en la que ocuparía un lugar privilegiado a la cabeza del escalafón.
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