Jueves 24 de abril. En la alternativa de Eduardo Liceaga, Mariano Ramos es el triunfador
Dos cuestiones previas
Qué pena de ver las malas entradas que ha tenido la Monumental Aguascalientes, y si pensamos un poquito lejos, esto se pone muy feo, pues es lógico pensar que Guillermo González (empresario) por más afición que tenga, no está peleado con su dinero, y tomará, seguramente, alguna medida - ojalá y no sea la que usted, amigo aficionado, piensa - pero es imposible sostener esta situación. Por ejemplo, en la corrida de ayer, fue muy baja la entrada, y lógicamente esto origina pérdidas a la empresa. Ojalá que, de hoy en adelante, asista la gente en beneficio de todos...
La intención de dar todos los festejos en días consecutivos, motivaba la celebración de festejos nocturnos. Cuando se celebraban en la Plaza San Marcos, los eventos propios de la noche quedaban a unos pasos del coso, así que en cuestión de tiempo, resultaba rentable ir primero a los toros y después al palenque o a alguno de los centros nocturnos que por las inmediaciones del Jardín de San Marcos se montaban, pero al ubicarse la nueva plaza de toros cerca, pero prácticamente en las orillas de la ciudad y casi en medio de la nada, se planteaba un dilema que obligaba a elegir. Y la elección, visto está, era a favor de las cercanías.
La segunda cuestión ronda en torno a algo de lo que ya había comentado en alguna ocasión anterior, de una teoría que de cuando en cuando sacaba a relucir Francisco Lazo sobre los efectos de la luz artificial sobre el juego de los toros en las plazas. Dijo entonces el cronista huésped de El Sol del Centro:
En los tendidos de la Monumental de esta ciudad, un grupo de gente del toro, entre los que había ganaderos, toreros, taurinos en general, discutíamos si el pálido alumbrado del coso era o no el culpable del poco juego que están dando las reses en esta feria. Sacamos conclusiones: cuando el toro es bravo, ataca a cualquier hora. Y en el caballo tenemos la prueba, porque allí hasta con los ojos cerrados, las reses deben cargar para demostrar su casta. Los toros de Tequisquiapan lidiados esta noche, iban al caballo, pero luego hacían cosas extrañas, dando la impresión de que, en efecto, no veían bien, o se avisaban con el alumbrado de los palcos, más brillante que el de los reflectores que pretenden iluminar debidamente el ruedo y apenas consiguen su objetivo, produciendo además, sombras...
Después, cuando le salió un toro bravo a Mariano Ramos, tendría que hacer algunas machincuepas prosísticas para plasmarlas en el papel y evitar desdecirse de su teoría. No debo desconocer que llevaba un dejo de razón con lo de las sombras que genera un alumbrado defectuoso, que tocan a los toros, pero por lo demás, creo que era simplemente una animadversión personal del cronista, aunque debo confesar también que prefiero en lo personal las tardes de sol y moscas.
La gran noche de Mariano Ramos
Los dos abriles anteriores Mariano Ramos fueron redondos para él. Se alzó como el máximo triunfador de ambas ferias y ya en un nuevo escenario volvía a insistir en ponerse de nueva cuenta a la cabeza de los diestros actuantes en nuestro serial sanmarqueño. Su gran momento en esta noche ocurrió al enfrentar al cuarto de la sesión, llamado Limonero por su criador, don Fernando de la Mora Madaleno y así resumió el citado cronista de El Sol del Centro su actuación:
Desde que salió, tomó los capotes con alegría y Mariano, hábilmente volteó el suyo, toreando por la parte que es amarillo para darle mayor objetivo al morito, por verónicas y mandiles, lance éste que hemos de repetir, lo ejecuta con un sello especial. Luego atacó bravo al montado, para que el Zotoluco II le picara soberbiamente, haciéndole sangrar profusamente para llegar al tercio mortal atacando siempre con claridad y nobleza, sin acusar la falta de un buen alumbrado, sin distraerse con las sombras, es decir, demostrando que cuando el toro es bravo, acomete y si tiene nobleza, lo pone de manifiesto en todo momento, sea bajo las candilejas o a la luz del día. ¡Y no vea usted cómo lo toreó Mariano Ramos! Ayudados y naturales con temple y mando y en una ocasión dejó ver la bondad del animal, cuando en un pase de pecho, le dejó la muleta en la cabeza sin que la res derrotara. No le tiraba ni una mala mirada y el torero - charro se hinchó de torear, rematando con adornos de buen gusto. Y citó a recibir, dejando media estocada contraria, a un tiempo, que no surtió efecto. Tumbó al primer golpe de descabello y se ganó las orejas que le fueron justamente concedidas...
La alternativa de Eduardo Liceaga
Eduardo Liceaga es miembro de una de las dinastías más extensas que reconoce la historia del toreo. Hijo de Anselmo también matador de toros de brillante trayectoria, inició su andar por los ruedos en el año de 1972, presentándose en la Plaza México en agosto de 1974, donde le cortó el rabo al novillo Soldado de José Julián Llaguno el 15 de septiembre de ese año. Se despidió de la novillería el domingo anterior al día de su alternativa en Monterrey, donde le cortó el rabo al novillo Ramito de Suárez del Real. Era, sin duda, junto con Guillermo Montero, el novillero más interesante de ese momento.
Las crónicas de prensa no refieren el nombre del toro de Tequisquiapan que fuera el de su alternativa, pero ante él su actuación fue la siguiente:
Y Mariano le dio la alternativa a Eduardo Liceaga, esa joven promesa que esta noche no pudo lucir sus cualidades. Por el contrario, se acentuaron sus naturales defectos. No fijó los pies con el capote y con la muleta estuvo indeciso en el de su doctorado y a ratos se animó con su segundo. Pero en general, su actuación fue desvaída, haciendo pensar a muchos que le han precipitado al lanzarlo al doctorado. La verdad es que Eduardo no es un temerario de los ruedos, por el contrario, es medido de valor. Sus virtudes son otras, el temple y el arte. Vamos a ver si más adelante, conforme vaya viéndole más seguido la cara al toro, va cuajando para llegar a ser el toreo que de él se espera. A su primero lo mató de pinchazo hondo y media. Y a su segundo, de dos pinchazos, media delantera y dos golpes de descabello...
La realidad es que Lazo fue muy considerado con Liceaga. Estuve presente en esa corrida y recuerdo con claridad que el toricantano, vestido de blanco y oro, montó un espectáculo esperpéntico, por el pánico que hizo presa de él. Los golpes de descabello que le dio al sexto de la corrida no fueron dos, sino una docena cuando menos y le sonaron dos avisos. Así transcurrió la segunda alternativa que se otorgaba en la Plaza Monumental.
La noche de Humberto Moro, el testigo de la ceremonia tampoco transitó por cauces de fortuna, pero ya le vendría un momento más acercado a la gloria. Era la víspera del día de San Marcos, todo Aguascalientes ya estaba de fiesta. Aquí dejo estas notas por hoy.
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