domingo, 6 de febrero de 2022

6 de febrero de 1966. Joselito Huerta y Espartaco de Moreno Reyes Hermanos

Joselito Huerta
Archivo Santos Yubero
Hace una semana contaba como se gestó la temporada del 66 en el Toreo de Cuatro Caminos, que correría en paralelo a la temporada de la Plaza México y que tenía como eje la presencia de Antonio Ordóñez, quien junto con Finito se alzó como triunfador en el segundo festejo del ciclo ante los toros de don Luis Barroso Barona

La tercera corrida de la temporada llevaba como elementos de interés la repetición del torero de Ronda y de Finito y las presentaciones de Joselito Huerta y la de la ganadería de un personaje de la farándula mexicana que tenía mucha cercanía con la fiesta de los toros: Mario Moreno Cantinflas.

La ganadería debutante

De acuerdo con los textos que intentan explicar lo que es actualmente la ganadería de lidia en México, Mario Moreno Cantinflas fundó su ganadería en el año de 1959, en terrenos de la ex – Hacienda de la Purísima, en el Estado de México, donde era vecino de Carlos Arruza, en esas calendas, a su vez, ganadero de Pastejé. Se afirma también, que la vecindad del Ciclón Mexicano fue lo que le animó a asentar su vacada en ese sitio y no en otra finca rústica que tenía en el estado de San Luis Potosí y su pie de simiente lo integró con los toros padres Gladiador de San Mateo y Cascabel de Torrecilla, así como con 100 vacas de esta última procedencia.

Lidia sus primeros toros el 20 de noviembre de 1963 en Jiquilpan, Michoacán y al siguiente año se presenta en Tijuana con seis toros para Jorge El Ranchero Aguilar, Fernando de la Peña y Manuel Benítez El Cordobés. Esta corrida de febrero de 1966, vendría a ser la de su presentación ante el público de la capital mexicana. Por su orden, los toros que salieron al ruedo esta tarde fueron nombrados como Centurión, Espartaco, Mosquetero, Paladín, Emperador y Gladiador, acerca de los que Carlos León escribió:

Cierto que no todos embistieron, pero los que sacaron mansedumbre no se anduvieron con cuentos y fueron mansos en serio, mansos definitivos, con la formalidad de admitir que “se chiveaban” para la pelea, para así hacer resaltar el maravilloso estilo del noble “Espartaco” y la encastada bravura del pegajoso “Mosquetero”. En virtud de ellos se han concedido cuatro orejas y un rabo, logrados de toros con los diamantes en su sitio, sin las astas mutiladas, que es la única manera de diferenciar la fiesta brava de la pachanga, lo auténtico de la mojiganga, lo viril de lo charlotesco…

Joselito Huerta y Espartaco

El León de Tetela se encontró con uno de los toros que construirían su leyenda dentro de la historia del toreo. Era el segundo de la corrida. La crónica que escribió Rafael Loret de Mola firmando como Rafaelillo, aparecida en el diario El Informador de Guadalajara al día siguiente de la corrida, se cuenta lo siguiente:

Si los reyes aztecas hubieran toreado, lo habrían hecho como Joselito toreó esta tarde a “Espartaco”, de 445 kilos, negro zaino, abierto de pitones. Lo recibe con farol de rodillas en el tercio de sombra y lo veroniquea con majestad, rematando con brionesas. Le hace un quite bueno por gaoneras, y luego de las banderillas brinda al público. El burel no se ha perdido de vista por bravo. Huerta lo cita con las dos rodillas en tierra, en tablas, y se lo pasa dos veces. Saliendo a los medios, le instrumenta 8 imperiosos derechazos que remata con doble pase de pecho. El burel va a toriles, y el espada desde los medios, lo cita. Acude “Espartaco” veloz; y Huerta le da un gran derechazo de recibo seguido de siete más, supremos, y un remate triple: pase de pecho, molinete y pase de pecho con la izquierda. Grande y cálida ovación. Prendas de vestir en el ruedo.

Viene más: 4 derechazos más hondos y el de pecho. Un trincherazo en los medios, hecho con pincel y 3 derechazos. Un desarme. Nueve enormes naturales y un molinete. Cinco naturales más, que ya la gente ve de pie, y pase de pecho. Un momento de desconcierto que hace al público pedir el indulto, merecido por el estilo del burel, pero no por su primer tercio… Todavía tres derechazos más, y con el indulto ya concedido, un galleo señorial, un pase de pecho y un molinete… El toro, al corral, en medio de ovación y para Joselito orejas y rabo simbólicas, y vueltas al ruedo, una de ellas con “Cantinflas”, tan querido por el público…

Por su parte, Carlos León, en el diario Novedades de la capital mexicana, expresó, en crónica epistolar dirigida al ganadero de la fecha, entre otras cosas, lo que sigue:

…el trasteo hay que reconocer que fue un auténtico faenón, pues si no hubiera entendido la bondad del dócil "Espartaco", hubiera sido cosa de reprobarlo y ponerlo a repetir el año. Nada de eso, José demostró su aplicación y se ha mostrado como alumno distinguido de la escuela de Ronda. Un alud de muletazos, como si todas las materias quisiera aprobarlas en pocos minutos. Pero, entre aquel diluvio de pases, hay que conceder mención honorífica y poner el nombre de José Huerta en el Cuadro de Honor por la forma impecable en que ligó los naturales, sacando provecho de esa docilidad para embestir que mostró el tocayo del marido de Tere Velázquez… Armada la escandalera por el poblano, la gente pidió el indulto para ese toro de nobleza acrisolada, cosa que concedió el juez, aunque no tenga apariencia de perdonavidas. En forma simbólica, a José le dieron las orejas y el rabo del toro anterior que había matado su maestro, pues otros apéndices no había en la plaza. Y hemos visto con qué profunda emoción ha salido usted al ruedo, con sus hermanos y con el pequeñín que algún día será el rubio heredero de la ganadería Moreno Reyes. La gente lo aclamó a usted con el cariño que le ha tenido siempre, pero en esta ocasión había un algo de respeto a su reciente pena, al grado de que Luis Spota nos hizo atinada observación: “Se diría que el público de Mario le está dando una ovación de condolencias” …

El resto de la corrida

Finito le cortó dos orejas al primero de su lote. Ligaba así dos triunfos consecutivos ante el público de la Ciudad de México. Carlos León le vio así:

Al verlo en su riñonuda faena a “Mosquetero”, cuya bravura encastada tenía mucho que torear, “Finito” se nos mostró “agarzado”, con aquel tesón de quien luego fue “sismo y estatua”. Suicida y exponiendo horrores en su afán de triunfo, no le importó dejarse vapulear por las afiladas espadas mosqueteriles, pues se impuso su acero cuando se volvió sobre el morrillo y consiguió el estoconazo definitivo. Un clamor emotivo premió su hazaña riñonuda y con toda justicia hubo dos orejas para quien se entregó como los hombres…

Por su parte, Antonio Ordóñez saldó su tarde con dos salidas al tercio, tras de una buena exhibición de su calidad torera y de su magisterio. Señalan las crónicas que pudo cortarle una oreja al segundo de su lote, pero los fallos con la espada se lo impidieron.

Una reflexión final

Se afirma que Espartaco es el único toro que fue indultado en el Toreo de Cuatro Caminos. Como todos los indultos, creo que debe ser tomado con sus reservas, sobre todo si se lee lo que expresaron los cronistas a propósito del juego del toro. Dijo Rafaelillo:

El burel no se ha perdido de vista por bravo... Un momento de desconcierto que hace al público pedir el indulto, merecido por el estilo del burel, pero no por su primer tercio...

Lo que me deja pensar que la gente sobrevaloró la condición del toro por la labor del torero delante de él. No obstante hacen pasar a la historia a su criador y a quien triunfa delante de ellos.


2 comentarios:

  1. buenas tardes, el toro espartaco no demostro bravura en el tercio de varas, salio dando patadas del caballo, dicho esto por Don Juan Aguirre Conejo Chico.

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    1. Gracias por pasar por aquí. Creo que sin llegar al detalle que comenta, las crónicas transcritas dejan claro que el toro fue suave y dócil en el último tercio nada más, pero flojo en el de varas...

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