20 de noviembre de 1944: Armillita y Despertador de Zotoluca en San Luis Potosí (I/II)
En una carrera que duró alrededor de un cuarto de siglo, Fermín Espinosa Saucedo torea 836 corridas de toros; comparte carteles con toreros de cuatro generaciones distintas; jamás se le fue un toro vivo a los corrales y ese 20 de noviembre de 1944, a los 33 de edad y 17 de alternativa, ningún toro había sido capaz de horadar sus carnes. Tal era el poderío del Maestro de Saltillo, que podía parecer sobrehumano ante los ojos de la afición y de quienes ocasionalmente se asomaban al mundo del toreo, pues con un importante número de corridas de toros lidiadas, tanto en España como en México, Armillita había salido indemne de todas ellas.
Para la celebración de la proclamación del Plan de San Luis, con el que se inició la Revolución de 1910, la empresa Jueves Taurinos, subsidiaria de la de El Toreo de la Ciudad de México y regentada por don Joaquín Guerra, anunciaba la reinauguración de la Plaza de Toros El Paseo de San Luis Potosí (inaugurada en 1895) y la corrida con la que se celebraría ese hecho, sería un mano a mano entre Armillita y Silverio Pérez, que lidiarían toros tlaxcaltecas de Zotoluca.
El semanario La Lidia del 17 de noviembre anterior a la corrida, publicaba lo siguiente:
Nuestro estimado amigo, don Joaquín Guerra, empresario de los “Jueves Taurinos”, compró hace algún tiempo la plaza de San Luis Potosí y la ha renovado convenientemente, invirtiendo en las obras respectivas, la cantidad de treinta mil pesos.
Para el lunes 20 de noviembre inaugurará la temporada con el concurso de “Armillita” y Silverio mano a mano, con un encierro de “Zotoluca”. Don Joaquín piensa celebrar en el Coso Potosino, la mayor cantidad de festejos posibles, pues trata de recuperar para su tierra, el segundo lugar de las plazas de la República que por mucho tiempo tuvo el coso del Paseo.
Así fue como se gestó uno de los grandes hitos de la biografía taurina y humana de quien, insisto, es con poco margen para la discusión, el torero mexicano más importante en la Historia del Toreo.
La cornada
La corrida había transcurrido con poco lucimiento. El encierro de Zotoluca fue complicado y los toreros solo pudieron lidiarlo y materialmente quitárselo de encima. El quinto de la jornada se llamó Despertador. Arelia, en La Lidia del 1º de diciembre de 1944 describe lo sucedido en esa tarde:
...Los toros de Zotoluca fueron sosos y broncos. Sin embargo, tanto Fermín como Silverio se esforzaron por complacer al público. Así fue que Fermín, que había estado bien a secas en sus dos primeros toros, quiso dar la nota en el quinto, “Despertador”, negro mulato, marcado con el número 53. Después de brindar la muerte a don Joaquín Guerra, “Armillita” se fue hacia el toro y consintiéndolo mucho, lo obligó a pasar en seis muletazos altos, estando Fermín sentado en el estribo. La gente empezó a entusiasmarse y a tocarle muy fuerte las palmas al maestro. Ya de ahí “Armillita” toreó por lasernistas y ejecutó el molinete de rodillas de los días de fiesta, creciéndose, sintiendo lo que hacía y engolosinándose con el toro que cada vez pasaba mejor, domeñada su fuerza y su bronquedad por la maestría del torero... En plena borrachera de torero “Armillita” se pasó la muleta a la mano izquierda, haciendo pasar al zotoluqueño en algunos naturales magníficos, ciñéndose cada vez más, hasta que en el quinto muletazo “Despertador” se le quedó en el centro de la suerte y al derrotar enganchó por la pierna izquierda a “Armillita”, zarandeándolo impresionantemente… Llevado el herido a la enfermería, se apreció toda la magnitud de la cornada y sin pérdida de tiempo fue trasladado a la clínica donde lo atendió el doctor Hernández Muro, en tanto se hacían los preparativos para trasladarlo a esta capital, con toda la urgencia que el caso requería...
Imagen aparecida en el semanario La Fiesta que muestra el tamaño de la cornada sufrida por Armillita |
A pesar de la época en la que el percance se produjo, el doctor Manuel Hernández Muro, en esos días un joven médico traumatólogo, aplicó un método de tratamiento al torero herido que hoy es usual y que consiste en estabilizar al torero herido y posteriormente trasladarlo al hospital adecuado para recibir el tratamiento necesario para restañar sus lesiones. Como veremos más adelante, esa manera de acometer la curación de Armillita, sería motivo de críticas de los sectores más tradicionalistas de la medicina taurina de la época.
El parte facultativo
Tras de la intervención quirúrgica realizada por el médico Hernández Muro, el parte que rindió fue el siguiente:
Al pasar de muleta al quinto toro de la corrida celebrada hoy en esta plaza, de Zotoluca, fue cogido gravemente Fermín Espinosa “Armillita” que alternaba mano a mano con Silverio Pérez. El parte facultativo dice textualmente: Herida por cuerno de toro en la cara antero interna del muslo izquierdo, tercio interno, de 8 centímetros de extensión, con cuatro trayectorias: en la cara antero interna una hacia arriba, con extensión de 15 centímetros, interesando piel, tejido celular subcutáneo, aponeurosis y músculos de la región; otra hacia abajo con extensión de 10 centímetros, interesando los mismos planos; otra hacia atrás y arriba, de 30 centímetros de extensión, y otra atrás y abajo con extensión de 20 centímetros. Estas últimas interesaron piel, tejido celular subcutáneo, aponeurosis, músculos, descubriendo el fémur en una extensión de 10 centímetros y el nervio ciático en la misma extensión. A estas últimas trayectorias solamente les faltó la piel y tejido celular para traspasar el muslo. Fue trasladado a la clínica San Luis, donde bajo anestesia balsofórmica se le practicó una intervención quirúrgica, consistente en desbridación de la herida en su totalidad, retirando piel, tejidos musculares y aponeurótico espacionado, coágulos y hematomas existentes en las diversas trayectorias. Se ligaron los vasos sangrantes, se desinfectó con solución de Dakin, agua oxigenada y sulfatiazol quirúrgico. Se canalizó con 10 tubos de hule. Se le aplicó suero anti gangrenoso, antitetánico, glucosado y cardiotónico. Estas heridas son de las que por su naturaleza ordinaria ponen en peligro la vida y curan, cuando lo hacen, en más de quince días. El Médico de Plaza: Dr. Manuel Hernández Muro.
Como se puede apreciar del prolijo parte rendido por el doctor Hernández Muro, la cornada fue de una gran extensión y aunque no afectó los grandes vasos de la región, por su tamaño y quizás por el hecho de no existir antibióticos en esa época – aunque ya se habla de la aplicación de sulfatiazol – se consideró que era de las que ponen en peligro la vida…
El día de mañana concluiré con esta presentación, dada su extensión.
Xavier:
ResponderEliminarPerdón por no haberme paseado antes por aquí y dejar que se me acumule la tarea. Si no me aplico nunca sabré de la tauromaquia de allá. En esta entrada me ha llamado la atención el protocolo de atención que se dio a Armillita, primero la estabilización y luego el traslado, algo que hace año y medio disparó las opiniones aquí por estas tierras, cuando José Tomás las pasó mal de verdad. Pues al final parece que el tratamiento fue el adecuado ¿no?
Un saludo y paso al capítulo II