miércoles, 2 de noviembre de 2011

Calaveras del siglo pasado


Hoja volante que contiene las Calaveras
correspondientes a una temporada mexicana
quizás de 1908 (transcrita abajo)

El último tercio del siglo XIX en México se caracteriza indudablemente por una población mayoritariamente analfabeta, que requiere de la síntesis visual que le relate un acontecimiento. A esa descripción en imágenes – realizadas en muchos casos por grandes grabadores como José Guadalupe Posada o Manuel Manilla –, se suma generalmente un corrido o unas décimas, de fácil memorización, que versifican el hecho y que novelizan de manera comprimida el suceso y a veces, hasta música le ponen, lo que permite la tradición oral de esas noticias, que salen de las esferas de la rígida censura a la que están sometidos los medios convencionales de comunicación, los que además, solo están disponibles para aquellos que tienen las habilidades suficientes para leerlos. En cuanto a la creatividad literaria, Elisa Speckman Guerra nos dice lo siguiente:

…En lo tocante a los redactores, sabemos que el impresor contó con la ayuda de su hijo Blas Vanegas Arroyo (Rubí), Constantino S. Suárez (Chóforo Vico), Francisco Oscar y Ramón N. Franco. Desconocemos quién o quiénes compusieron los corridos. Existen dos posibilidades que al parecer se combinaron: algunas composiciones fueron obra de la colectividad y la imprenta se limitaba a recogerlas, reproducirlas y reformarlas y otras fueron escritas por Antonio Vanegas Arroyo o sus colaboradores…

Así nacen la Gaceta Callejera y la infinidad de hojas volantes en las que se reproducían corridos, tragedias, mañanitas y hasta las noticias de la muerte del Romano Pontífice, como el caso del Papa León XIII, que representan para la mancuerna Posada Vanegas, un éxito editorial. Así surgen también las calaveras relacionadas con diversos medios sociales, culturales y políticos y el taurino no sería excepción.

En el caso que les presento, correspondiente a una temporada de toros sucedida quizás en 1908 en la Capital Mexicana, organizada por Diego Prieto Cuatrodedos. En la hoja volante que ilustra esta entrada, vemos que se usa como reclamo la imagen de la Calavera Torera de Manuel Manilla que ya había presentado a Ustedes en otra oportunidad. Ojalá encuentren interesante lo que hoy les presento y les sirva de descanso respecto de mis intentos de hacer versos..., que ya les había advertido hace un año, sobre todo a un par que yo me sé, que procuraría no hacerlo más.

La calavera sevillana 
Esta hermosa calavera
que fue de un grande torero,
viene a presidir las fiestas
que nos va a dar Cuatro Dedos
Cuatro Dedos ha llegado
con una nueva cuadrilla,
muy dispuesto a celebrar
las fiestas de la canilla.
Él, como primer espada
figura en línea primera;
es la primer calavera
de esta cuadrilla afamada. 
Y siguen las animitas
o sean los banderilleros,
que todos tienen gran fama
de ser muy buenos toreros. 
No te descuides, Zocato,
vaya a ser que un toro prieto,
te dé un soberbio sopapo
que te deje hecho esqueleto. 
Mucho cuidado, Miranda,
al poner las banderillas,
no vaya el toro a quebrarte
de un astazo las costillas. 
Mucho cuidado Valencia,
con ese toro que sale,
que si no te cuidas bien,
ni ser Valencia te vale. 
Hernández José se llama
el otro banderillero,
no sea que «El americano»
deje en América el cuero. 
El simpático Saleri
de Puebla en el Panteón,
espera a sus compañeros
que les llegue la ocasión. 
El Curro también espera
a aquellos aficionados,
que los toros despuntados
han de volver calavera. 
El viejo José Machío
a todos les aconseja,
que cuiden más la pelleja
toreando con menos brío. 
Llegó ya a la Capital
El Mestizo, Juan León.
y si no se cuida mucho
irá a torear al Panteón. 
Gaviño y Lino Zamora
con ansia esperan de veras,
a que los toreros de ahora
sean como ellos calaveras. 
El picador Juan Durán
les dice a sus compañeros,
que a pesar de tantos cueros
sólo esqueletos serán.
Calaveras han de ser
Cuatro Dedos, el Blanquito,
Frascuelo, el Nene y Bebé,
Juan Moreno y el Cuquito.
En fin, todos los toreros
que son valientes de veras,
llegarán a convertirse
en hediondas calaveras. 
Y si en el mundo se escapan
del toro que sea más fuerte,
nunca se podrán librar
del torito de la muerte. 
Que aquí está la calavera
que preside la función,
que a sus amigos espera
en las puertas del Panteón. 
Y no les ha de valer
tener buenos lazadores,
por que todos se han de ver
en el Panteón de Dolores. 
Se despide esta bella calavera
con su arrogante gorra de torero,
para volver el año venidero
a saludar a la nación entera.
Una breve nota sobre lo que es una "calavera", aquí.

4 comentarios:

  1. Xavier:
    Después de leer esto no me extrañaría que los toreros salieran a escape y encima, si se libran del toro, acabarán de esqueletos. Y es que, qué vida esta, que no te libras ni por uno, ni por otro lado. Aunque a Juan León, Gabiño y demás, ya les importa poco todo esto.
    Un saludo

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  2. Enrique: Pues así era esta Fiesta y así es esta vida. Saludos.

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  3. Recibido por correo electrónico:


    Estaba Xavier fuma que fuma
    en su acostumbrado espacio de la Santa Notaría,
    cuando las Lupitas le anunciaron
    la llegada de un extraño que con él se dirigía.

    "Pásele y siéntese"
    espetó Xavier cordial,
    deseando por dentro que la visita fuese breve,
    porque un artículo taurino ese día debía acabar.

    "Xavier soy la muerte,
    la que vive en el Mictlán
    olvídate de tus deberes que ahorita conmigo,
    ya te toca venir a pasear"

    "Espérame tantito"
    con su usual tono y el índice al aire,
    "que quedé en algo con De Labra y con Murrieta
    y eso de fallar yo no se lo hago a nadie".

    Fue tal la arenga que elocuente Xavier le dio,
    que la pobre Calaca ante sus argumentos cedió.

    "Concedido por esta vez,
    no sin ponerte una condición,
    dedícame por fas una Aldea
    que por la fiesta de los toros,
    yo siento una gran afición."

    Contento se quedó en su despacho,
    siguió escribiendo y escribiendo,
    estaba feliz de saber que hasta los muertos
    leyendo su Aldea irán conociendo más,
    de toros y toreros.

    L.

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  4. Inmerecido privilegio para tan humilde aportación....

    Una pobre calaverita
    que esta aldeana le dedicó,
    la pobre bien maltrechita,
    pero con sincera admiración.

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