viernes, 31 de diciembre de 2010

¡Feliz 2011!

Con sinceridad les expreso este deseo. El año que acaba de terminar trajo una cascada de nuevos males a esta fiesta, como si los que ya padecía al inicio de 2010 no hubieran sido suficientes para mantener ocupadas a quienes tienen en sus manos sus destinos, más al ir cayendo las hojas del calendario, se fueron agregando otros que más que traer felicidad a quienes tenemos afición por esto, nos abrumó con preocupaciones y disgustos.

Firmemente espero que este nuevo año traiga por delante las soluciones que son necesarias para los problemas que están sin resolver; la salud íntegra para los toreros que el año pasado fueron heridos de gravedad en las plazas de Europa y América y su consiguiente vuelta a los ruedos; la reaparición del toro bravo en las plazas y la voluntad para la afición de seguir, como decía El Volcán de Aguascalientes, en calidad de compradores de ilusiones, cada vez que vamos a las plazas.

Y para todos los que pasan por aquí, que la vida les siga siendo buena y que no nos falte salud, trabajo y armonía en la familia, que lo demás, por añadidura vendrá.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Tauromaquia mexicana

Par a dos manos, a caballo.
José Guadalupe Posada (1852 - 1913)
Juan Pellicer Cámara (1910 - 1970), abogado, funcionario y escritor taurino. Juez de Plaza (Presidente) en la Plaza México. En el año de 1973 se recopiló una selección de sus colaboraciones epistolares a la revista mexicana Tiempo, que dirigía el novelista Martín Luis Guzmán, bajo el epígrafe de Cartas Taurinas (Joaquín Mortiz, colección Contrapuntos).

De las cartas que el editor de la obra seleccionó, me parece interesante la que está fechada el día 15 de septiembre de 1969, pues habla de expresiones muy mexicanas de la tauromaquia, pero también de otras cuestiones que creo que a Ustedes les podrá llamar la atención:

El estilo y el hombre

Querido don Martín:

El toreo mexicano tiene un acento propio y un sentimiento distinto, como ya en otra ocasión o en otras, he comentado. El ideal estético de nuestros toreros, originado por su raíz indígena, se realizó de un modo evidente y de él nació un estilo de torear. Fue Buffon el que dijo que el estilo es el hombre, y ser mexicano implica un estilo en el toreo. Pero aparte de esto, hubo en nuestra tauromaquia otras manifestaciones peculiares, de arrojo, de simple destreza, de habilidad, de suertes que han caído en el desuso, lo mismo sucedió en España con otras, propias de acróbatas valerosos.

Ha sido el salto sobre el toro, si no el primero, sí uno de los primeros lances del toreo. Miles de años antes de Cristo, se saltaba sobre los toros en Creta. Después el salto se hizo con la ayuda de una garrocha, Si los vasos cretenses están adornados con pinturas que representan aquellos brincos primitivos, las aguafuertes de Goya dan testimonio del salto con la garrocha, practicado por Juanito Apiñani, Y exclusivamente propia de toreo mexicano es la suerte de saltar con dos garrochas. Aquí en México la practicó, en la plaza de toros de Bucareli – año de 1888 –, un banderillero de Ponciano Díaz, que se llamó Atenógenes de la Torre. Era un atleta de grandes bigotes. Unas veces hacía de picador, otras de banderillero, y de espada muchas veces también. La suerte de saltar con dos garrochas la inventó para rivalizar con un torero español, que se llamó Juan Romero ‘Saleri’, que era todo un maestro en brincar con una y que, sin embargo, fue herido mortalmente al ejecutar esta suerte, en la plaza de Puebla. Atenógenes de la Torre, cuando el toro llegaba a la misma jurisdicción, se elevaba apoyándose sobre las dos garrochas, mientras el astado pasaba entre ellas. Otra suerte mexicana fue la de ‘La Mamola’, muy en boga en el pasado siglo. Era así: antes de abrirse el toril, el diestro se acostaba de espaldas en el suelo, frente a la puerta y a la distancia adecuada para que el toro le viera en el momento de salir al ruedo. Con las piernas levantadas verticalmente, sostenía con los pies una olla – una piñata – llena de ceniza o de yeso, y en aquella postura, esperaba la embestida. El toro rompía la piñata y su contenido le bañaba la cabeza para quedar como si lo hubieran enmascarado. Al asestar el topetazo, hacía que el toro diera una ‘machincuepa’.

Otras suertes fueron también creadas por la inventiva y el arrojo de nuestros toreros, como la llamada ‘de la Rosa’, que consistía en realizar un recorte a cuerpo limpio, burlando la embestida con un quiebro. En el momento del embroque, clavaba en el testuz una rosa, sujeta a un palillo de varios centímetros de longitud, en uno de cuyos extremos, había un rejón.

Si su tocayo Martín Barcáiztegui hacía alardes de irracional temeridad; si Juanito Apiñani realizaba locuras, como llamaba Goya a sus saltos, y si ‘El indio’ Mariano Ceballos no se quedaba atrás en tales arrebatos, como el de montarse en un toro y clavarle rejones a otro, Ildefonso García, aquí en México – año de 1839 –, no se quedaba atrás con el ‘Paso de la Muerte’, que era cosa muy diferente a la suerte charra que conocemos, pues Ildefonso se montaba sobre el astado y de espaldas a los pitones, iba recorriendo el lomo, hasta colocarse cerca del testuz, para cruzar los pies debajo del pescuezo de la res, resistiendo así los derrotes hasta cansar al astado y poderse desmontar. Pero, don Martín, esto que le voy a contar en seguida, tiene excepcional importancia, pues aclara que no fue don Tancredo López, en España, el que creó la suerte de esperar a pie firme e inmóvil a un toro, sino que el tabasqueño José Vázquez – al que con cordialidad costeña llamaban ‘Don Pepe’ – inventó realmente la suerte. Fue en Orizaba donde la practicó por primera vez, disfrazado de esqueleto, con una ropa blanca pintada de rayas negras para simular los costillares y otros huesos. Esto sucedía por allá por el año de 1881, cuando ‘Don Pepe’ tenía 55 años de edad y muchos riñones aún. Tuvo un imitador notable, que fue un banderillero llamado Antonio González ‘El orizabeño’, quien dio a conocer la suerte citada aquí en México, cuando corría el año de 1887. Don Tancredo López apareció en los redondeles españoles a principios de siglo unos quince o veinte años después de ‘Don Pepe’. Don Tancredo, además, hizo su número con variantes ventajosas, pues no se paraba en la arena, sino sobre un pedestal como de metro y medio de altura, para que, en caso de que el bicho embistiera, la cornada fuera al pedestal y no al hombre. Don José María Vázquez, además de que realizaba su suerte a ras del suelo, no esperaba que el toro saliera al ruedo, sino que lo citaba ya durante la lidia, cuando el astado era ya más peligroso.

Puedo citarle, don Martín, otras suertes típicamente mexicanas, entre ellas, la de banderillear con palitos de tres pulgadas, que realizaba el legendario Lino Zamora. Banderillear con la boca fue creación estrafalaria de Felicitos Mejía ‘El veracruzano’, que en esa suerte sufrió tremenda cornada, aquí en México, en la plaza de El Huizachal. Por último, quiero relatarle algo al parecer increíble, como es la suerte de estoquear arrodillado. Ponciano Díaz lo hizo en varias ocasiones, una de ellas, en la plaza de San Luis Potosí, en el año de 1882. Valor y una coordinación perfecta son indispensables para estoquear de tal manera. Matar recibiendo es una hazaña, pero recibir, y de rodillas, es algo que solo se realiza con la imaginación.

En cuanto al toreo a caballo, es muy importante saber que la suerte de banderillear a dos manos es netamente mexicana, y que fue el gran caballista Ignacio Gadea, nacido en Guadalajara, quien la ejecutó, por vez primera, en el año de 1853, en la plaza del Paseo Nuevo de Bucareli, y por cierto, en una fiesta dedicada al célebre truhán que se llamó Antonio López de Santa Anna. Después de Ignacio Gadea, fue Ponciano Díaz el mejor realizador de esta suerte, que dio a conocer en la Península Ibérica en 1889, practicándola en Madrid, Sevilla y Lisboa, sobre magníficos caballos mexicanos que se llamaban ‘El general’ y ‘El avión’.

Arcadio Reyes, famosísimo picador nuestro, fue también un gran banderillero a dos manos, y en Lima, en la plaza de Acho, dio a conocer esta suerte del toreo mexicano a la jineta.

Nuestra torería, por lo que he relatado, no se quedó atrás en cuanto a demostraciones de habilidad y de valor, sino al contrario, en muchos casos ha echado pie adelante a la española, según acabo de relatarle. Y como se dice al terminar las cartas, sin más de momento a qué referirme – pues la novillada del domingo pasado apenas tendrá importancia para la estadística – le envío mi cordial saludo semanal”.

Espero que efectivamente, como en mi caso personal, encuentren de interés el contenido de este texto, que revela la manera en la que una manifestación cultural profundamente española, puede adaptarse y adquirir matices culturales de otros lugares, donde ha sido adoptada.

viernes, 24 de diciembre de 2010

¡Feliz Navidad!

Cousin Reginald Catches the Thanksgiving Turkey
(El primo Reginaldo atrapa el pavo del Día de Gracias)
Norman Rockwell (1894 - 1978)
De nueva cuenta tengo la oportunidad de expresarles mis mejores deseos por estas fiestas. Ojalá que nos den a todos momentos de reunión con aquellos que queremos y de reflexión acerca de aquellos temas que realmente valen la pena.

Que la alegría y la paz sean sus compañeros ahora y siempre, les deseo a todos y que la vida nos de la ocasión de seguir haciendo esto y otras cosas que nos hagan sentir plenos.

Procuraré hacer extensivos estos deseos de manera personal a todos los amigos, pero si, como decía mi abuela, se me va el santo al cielo, desde aquí se los comunico.

¡Muchas felicidades!

Post - scriptum: La imagen es a propósito de un comentario inserto en la felicitación de la temporada contenida en la bitácora de Antonio Díaz, acerca de indultar el pavo. A veces, esas aves también embisten y hacen pegar la espantá, como la obra del inmortal Norman Rockwell lo demuestra.

domingo, 19 de diciembre de 2010

24 de diciembre de 1939: Conchita Cintrón se presenta en El Progreso de Guadalajara


Anuncio de la presentación de Conchita Cintrón
Informador, Guadalajara, 20 de diciembre de 1939

Escribía Pepe Alameda que Conchita Cintrón reunía en el ruedo la elegancia de Gaona y la llama de José. La realidad es que la presencia Conchita Cintrón representa un parteaguas en la historia del toreo, puesto que si bien, la presencia de la mujer en los ruedos data de tiempos anteriores a la aparición de ella en el primer plano de la fiesta, es su actuar y la manera de hacerlo, lo que viene a dar un giro definitivo a lo que se considera la manera en la que las damas pueden participar en los festejos taurinos. En suma, Conchita Cintrón abre en definitiva la puerta a la mujer en los ruedos y demuestra de paso, que tienen las cualidades necesarias para destacar a la mayor altura en esto. Por ello es que Gregorio Corrochano escribió de ella en su día: El día que se baje del caballo se tendrán que subir a él muchos toreros.

Conchita Cintrón llegó a México el año de 1939, de la mano de El Rey del Temple, Jesús Solórzano, quien advirtiendo su potencial le organizó su primera campaña mexicana y de hecho, su ingreso profesional a la torería. La propia Diosa Rubia lo narra de la siguiente forma:

...apareció Jesús Solórzano, y con su entrada en el tentadero, tres vidas cambiaron de rumbo.

- Oiga Usted Da Camara - le oí decir una mañana al descansar con nosotros de su faena -; estos bueyes son muy marrajos. ¿Por qué no lleva usted a Conchita a mi tierra? ¡Allí podría torear ganado de casta!

- Sería una idea magnífica - asintió Ruy -; pero en Méjico no tengo las facilidades necesarias para una cosa así. Por eso había pensado más bien en la posibilidad de llevarla a Portugal o a España, donde tengo muchos amigos, aunque esto, por lo de la guerra civil, no sé cuándo será.

- ¡Vaya! - protestó Chucho -. En Méjico también hay buenos amigos y ganaderías. Mi cuñado es dueño de una de las ganaderías más grandes del mundo, y le aseguro que le ofrecerá las becerras que quiera... si quiere le arreglo un contrato que le pague a Conchita y sus acompañantes la estancia y los viajes de ida y vuelta. Se entrenaría en La Punta; después torearía en algunos pueblos, para terminar debutando en El Toreo de Méjico. ¿Qué le parece?

¡Hecho! - exclamó mi maestro -. Si el padre de Conchita está de acuerdo y si usted habla en Méjico con su cuñado y con la empresa, creo que sería un programa inmejorable; por mi parte estoy de acuerdo en embarcar…

Informador 24/12/1939
Al final de cuentas no resultó fácil hacerla debutar. El propio Solórzano tuvo que arrendar El Toreo por un par de tardes y constituirse en empresa para poder cumplir lo ofrecido y así, el 20 de agosto de 1939, Conchita Cintrón, Manuel Jiménez Chicuelín, Jesús Guerra Guerrita y su paisano Alejandro Montani daban cuenta de un encierro de Matancillas, propiedad precisamente de los señores Francisco y José C. Madrazo, cuñados del Rey del Temple.

Algo más de cuatro meses después, la víspera de la Navidad de 1939, don Ignacio García Aceves la llevó a su plaza de El Progreso, en la Perla de Occidente. En esta ocasión para formar cartel – no para alternar, pues lidiaba sus toros previo a los toreros de a pie – con Carlos Arruza, Jesús Guerra Guerrita y Andrés Blando. El encierro sería de la ganadería tlaxcalteca de Zacatepec.

La impresión que causó la torera peruana fue magnífica. La relación de los sucesos que apareció publicada en el diario Informador de Guadalajara al día siguiente, escrita por su cronista titular, Tío Castuera, refleja el gran interés y la emoción que la actuación de Conchita Cintrón generó. La parte medular de ella dice lo siguiente:


Ya era justo que la anhelante afición tapatía desbordara su entusiasmo en la plaza de El Progreso en alguna fiesta de las que han pasado ya en la presente temporada, en la cual, aunque se han puesto los factores necesarios para el éxito de las corridas, éstas no habían alcanzado el calor ni entusiasmo peculiar de la fiesta máxima, unas veces por culpa de los toros y otras en su mayoría, debido a la apatía de los concursantes.
Pero ayer todo se olvidó, ante la magnificencia del espectáculo que revivió todos sus fuertes tonos, lo bello y emocionante que encierra la brava fiesta y el público que llenó las graderías se sentía satisfecho en muchos de los pasajes de la corrida, como fueron los proporcionados con sus dos bichos por la torera peruana Conchita Cintrón, que fue una revelación de arte y de simpatía, ya que la chiquilla de Sudamérica realizó una verdadera labor de arte. La enorme voluntad de la debutante, y la resolución férrea de que hizo gala, fue bastante cuña para que apretaran los machos los novilleros que tenían que hacerse cargo de la segunda parte de la fiesta, y a esto sin duda alguna obedeció que todos echaran la casa por la ventana, porque no podían consentir que una persona del sexo débil, de cuerpo fino, pero con una alma entera y pujante, llegara a conjuntar los lauros del triunfo desde los primeros instantes que se pasó delante de sus enemigos, y que ellos los que también tenían que aparecer en la escena taurina, tuvieran que hacer el tristísimo papel de derrotados. Así pues, para que la fiesta saliera redonda cooperaron Carlos Arruza, Andrés Blando y Jesús Guerra, Guerrita.


Y pasemos a lo que vimos.


Desde que se abrieron las puertas de cuadrillas y estas aparecieron llevando al frente a Conchita, que montaba al caballo Ojitos para cruzar las arenas del vetusto coso, motivando la clarinada de entusiasmo del conjunto, los impresionantes movimientos fueron como augurios de que veríamos una fiesta de toros cabal y satisfactoria. La esperanza de todos los aficionados en que estaban fundados sus presagios, se fueron confirmando en cada instante que pasaba y que veíamos a la clásica peruana estirar los brazos con suavidad impecable para instrumentar los lances que tanto envidiarían cientos de coletudos que se remolinean en ruedos provincianos o pueblerinos.


El calor empieza a sentirse en el tendido, las exclamaciones de la gente nerviosa intensifican la sensación y las suertes consumadas con arte y con sabor levantan el alboroto para terminar con atronadores aplausos y dianas de la murga.


‘¡Qué corrida!’, gritaban los exaltados. ‘Sí lo que sigue ya no vale nada, nos damos por satisfechos.’, tal era el éxito que estaba alcanzando la torera de los ojos azules, que se había echado a los bolsillos de su corta guayabera al público tapatío.


También se colocó a gran altura como rejoneadora, porque siendo una hábil caballista, logró realizar su obra de elogiosa manera.


Como muletera también, señores, hay que hablar muy despacio; porque solo así se puede concebir la fuerza de su brazo dominador, que adornado de sus faenas con pases de aliño y apañados, llega al fin de la tarea con una seguridad como la de los buenos, dejándose ver de sus enemigos, echándose sobre los puñales de la fiera y sepultando el acero centímetro a centímetro para rubricar la muerte de sus toros con una facilidad suma. Pues esto que la obra de Conchita Cintrón para triunfar firmemente, la recordaremos con entusiasmo…


El encierro de don Daniel Muñoz destacó por su bravura y sobresalieron las actuaciones de Carlos Arruza y Andrés Blando. A Guerrita se le fue vivo el primero de su lote y escuchó dos avisos en el que cerró plaza. Me llama la atención la crónica del Tío Castuera en dos sentidos: el primero, en cuanto a que hace una evaluación bastante más amplia del toreo de capa y de muleta de Conchita Cintrón y en segundo término de que no hace referencia alguna a los trofeos obtenidos por los diestros actuantes, como dejando ver que dentro de lo valioso del conjunto de sus actuaciones, salían sobrando. Lo que merecía ser recordado era la torería que llevaban impregnada, no los retazos de toro que les pudieran haber sido entregados.

Así fue la presentación triunfal de Conchita Cintrón en Guadalajara, una ciudad en la que, primero establecería su centro de operaciones en México y posteriormente, ya retirada de los ruedos residiría por muchos años.

Apostilla final


Informador, Guadalajara, 20 de diciembre 1939

Como se ve del cuerpo de la crónica, El Progreso se llenó en un festejo novilleril. En Tepatitlán, – la tierra de Carnicerito, a menos de 50 kilómetros de Guadalajara –, se inauguraba una plaza de toros con dos carteles de tronío Balderas y Solórzano mano a mano en el primero – en la misma víspera de la Navidad – y el segundo con el mano a mano de Armillita y Silverio. No cabe duda de que cuando hay imaginación y buen gusto, las plazas se llenan, aunque haya competencia cerca.




lunes, 13 de diciembre de 2010

Presentación en sociedad

Este día sale a la luz un proyecto que hace algún tiempo tiene en preparación el amigo José Francisco Coello Ugalde. Se trata de la bitácora Aportaciones Histórico Taurinas Mexicanas, en las que Paco pondrá a disposición de la afición una serie de documentos y de reflexiones serias, acerca de la impronta que la Fiesta de los Toros ha tenido en México y en su Historia desde que los primeros hombres de a caballo pisaron el suelo nacional hace ya casi cinco siglos.

Del Editorial, que a modo de declaración de intenciones incluye en sus Aportaciones, copio lo siguiente:


…El presente es un proyecto de difusión y/o divulgación relacionado con la historia de la tauromaquia en México en lo particular, y del toreo en lo general, para lo cual es posible la existencia de sus diversas manifestaciones o expresiones culturales. La tauromaquia para uno en estado de extinción, para otro motivo de análisis y reflexiones, ha sido una forma de cultura atada a la larga noche de los tiempos –milenarios o seculares-, que necesita en estos justos momentos, la revisión que permite entenderla a la luz de la razón y el equilibrio. Será necesario sí, el pomo de las pasiones para dar, a este propósito –o despropósito-, los fines de su publicación. Nada mejor que acometer esta empresa en momentos difíciles como los que enfrente una forma de vida cotidiana ligada a muchos pueblos, culturas y civilizaciones.

En el caso particular de México, con casi 500 años de ser una historia vinculada a la historia misma de nuestro país, nos permitirá acercarnos un poco más para entender mejor el significado de la tauromaquia entre nosotros. Nunca mejor oportunidad como esta para que así ocurra…

El autor de Aportaciones

José Francisco Coello Ugalde es Ingeniero Mecánico Electricista, Maestro y Candidato a Doctor en Historia, habiendo presentado sus trabajos recepcionales para obtener estos dos últimos grados académicos sobre temas taurinos. El primero de ellos lleva por título Cuando el curso de la fiesta de toros en México, fue alterado en 1867 por una prohibición. Sentido del espectáculo entre lo histórico, estético y social durante el siglo XIX y el segundo, Atenco: La ganadería de toros bravos más importante del siglo XIX. Esplendor y permanencia.

Es autor o coautor de los libros: Un documento taurino de 1766. Interpretación histórica y reproducción facsimilar. México, 1994; Novísima grandeza de la tauromaquia mexicana (Desde el siglo XVI hasta nuestros días). Madrid, 1999; El bosque de Chapultepec: Un taurino de abolengo. México, 2001; Los Nuestros. Toreros de México desde la conquista hasta el siglo XXI. En colaboración con Marcial Fernández Pepe Malasombra. México, 2002 y Alfonso Ramírez El Calesero, El Poeta del Toreo. Aguascalientes, 2004, entre los más destacados.

En la actualidad es el Director del Centro de Estudios Taurinos de México, A.C., mismo a través del cual, en el año de 2006, propuso la celebración de un Diplomado Universitario en Tauromaquia, dirigido a los tres grados académicos provenientes del área de las ciencias sociales o afines, tales como: historia, antropología, etnología, ciencias políticas y sociales, filosofía, sociología o estética. El objetivo del diplomado sería la realización de un análisis profundo en torno a la tradición taurina de México, en el cual la academia sería el espacio adecuado para realizar un análisis sobre la importancia no sólo técnica o estética del toreo, sino también en las vertientes histórica, sociológica o antropológica, mismas que suponen el resultado de una fusión cuyo parto fue el difícil proceso de conquista. Después de ella (la conquista), se forjó una rica experiencia en diversos ámbitos que hoy se requiere desentrañar, con objeto de presentar sólidas contemplaciones del pasado, a la luz del presente y los diversos presupuestos que plantea el futuro.

Aunque debo aclarar que su hoja de servicios completa, la podrán encontrar en su bitácora y allí podrán apreciar a detalle su trayectoria como aficionado y como investigador.

El objetivo de Aportaciones

La idea que Paco Coello persigue con sus Aportaciones es el de llenar un hueco que él estima importante en la información taurina de nuestros días y que es precisamente el análisis de la trascendencia histórica de la Fiesta de los Toros en la vida de nuestro país y el dar a conocer el mismo:

…Finalmente, hasta donde he venido percibiendo, no hay una página web o “blog” dedicada o destinada a la divulgación de la historia del toreo en México, por lo que considero oportuna su puesta en marcha. Por eso es que este tendrá que ser un ejercicio objetivo cuya mejor apuesta es que los “navegantes”, entendidos o no en la materia; a favor o en contra de esa expresión comprendan su significado, valiéndome para ello de un lenguaje claro. Aún así, considero que será necesaria la herramienta de un diccionario o glosario que permita explicar el uso, contexto y connotación con el que se han de utilizar cada uno de los términos o palabras del lenguaje taurino…
Es por eso que me produce una gran alegría el tener la oportunidad de dar la bienvenida a Paco Coello a esta blogosfera (y al internet mismo) y recomendar ampliamente los contenidos de sus Aportaciones, realizadas con la pasión del aficionado, pero con el valor añadido del rigor del experto historiador. Las pueden visitar, consultar y disfrutar aquí:

domingo, 5 de diciembre de 2010

Un trono para El Gallo. La silla, pa' Morante...


La percepción de Roberto Domingo de El Gallo toreando
en una silla el 21 de abril de 1912  (La Lidia)

El 23 de mayo de este 2010, en una corrida matinal en Nimes se produjo algo que para muchos resultó un hecho inusitado. Toreando mano a mano con Javier Conde, pidió una silla para iniciar su faena al sexto de la mañana y sentado en ella dicen las crónicas, cerrado en tablas, le dio dos muletazos por alto, para después armar una faena que le valió el rabo del de Juan Pedro Domecq, tras de esperar, de nueva cuenta sedente, que doblara el toro tras la estocada que le dejó.

Inmediatamente surgieron las reminiscencias acerca de las viejas ilustraciones de La Lidia que ilustraban a Antonio Carmona El Gordito, citando para poner banderillas apropiadamente sentado, o de Rafael Gómez El Gallo, toreando de muleta de la misma manera y en un criterio que me parece reduccionista, se trajo a la discusión el pase de la silla del hijo del señó Fernando y se discutió brevemente sobre el momento en el que lo puso por primera vez sobre la arena. En ese aspecto, las opiniones parecieron coincidir en que ese pase de la silla lo ejecutó por primera vez el 30 de julio de 1918 en una despedida en Valencia, en festejo que para lidiar toros de los herederos de Vicente Martínez, alternó con Saleri y Joselito su hermano.

Pero la realidad es otra, el toreo en silla fue presentado en sociedad por Rafael el día 21 de abril de 1912 en la cuarta y última corrida de la Feria de Abril de Sevilla, cuando alternaba con Enrique Vargas Minuto y Rodolfo Gaona en la lidia de toros de Gregorio Campos. Fue un festejo que inició de manera accidentada, debido a que en el festejo del día anterior, tanto El Gallo como Gaona salieron mal con la afición. Relata el corresponsal del diario madrileño El País sobre el prolegómeno de la corrida:


Para la corrida de hoy la animación es, si cabe, mayor que en días anteriores. Se lidian toros de Campos por las cuadrillas del «chipilín» Minuto, del desconcertante Gallito y del mejicano Gaona. La plaza está completamente llena y los ánimos se hallan excitados por las desdichadas faenas de ayer. Antes de comenzar la corrida hay algunas «gofetás» entre gallistas y antigallistas. Hay unas niñas de Triana y de la Macarena capaces de trastornar á cualquier santo. El sol manda sus caricias. Sonríen las niñas, sonríen los turistas, sonreímos todos. Él pecho de la «afisión» se abre á la esperanza. ¿Qué hará el Gallo? ¿Qué hará Gaona? En el paseo de las cuadrillas se desmaya una señora que está enamorada de Minuto, y el «respetable» silba á los espadas...
Imagen aparecida en el suplemento de ABC, Toros y Toreros
28 de abril de 1912

El quinto toro de la tarde es en el que El Gallo realiza el toreo en la silla. Las distintas relaciones son coincidentes en que inicia la faena con un muletazo sentado en ella y después da otros. El Heraldo de Madrid, El Liberal, y El Defensor de Granada señalan que al ir ganando terreno al toro – es decir, no lo dejaba pasar solamente, sino que toreaba – llevó la silla en la mano para seguir toreando sentado en ella. El País, el suplemento semanal Toros y Toreros de ABC, La Gaceta del Sur de Granada, El Imparcial y La Lidia no consignan ese hecho. De las crónicas que menciono, tomo la de El Liberal, que dice en lo medular lo siguiente: 
…En el quinto volvió á coger las banderillas el Gallo, poniendo tres pares. Luego pidió una silla, dando el primer pase natural sentado en ella; dio otros llevando la silla cogida de una mano, y soltándola continuó su faena pasándose la muleta por la espalda, acabando con cuatro pinchazos, dos de ellos en la cruz, y descabelló a pulso a la segunda…
El ABC de Madrid lo relata de la siguiente forma:
Después de oír palmas en quites, cogió Gallito los palos y colocó tres pares, el último muy bueno. Al matar, brindó á los espectadores del sol; pidió una silla, y dio cuatro pases sentándose en distinto terreno al dar cada uno de ellos, por lo que oyó una ovación. Otros pases dio cambiándose la muleta por la espalda, resultando, la faena muy bonita en conjunto. En cuanto el toro juntó las manos, entró derecho con un buen pinchazo. Otros dos más, quedándosele el toro; otro, y otro después, descabellando á la segunda. El público tributó á Gallito una gran ovación. Salió el sexto cuando aún duraba la ovación á Gallito...
Así pues, la incorporación del toreo en silla – que no del pase de la silla – a la tauromaquia de Rafael El Gallo – pese a que Cossío afirme que es solo toreo de adorno –, se da ese 21 de abril de 1912 en Sevilla, pues existen testimonios de que cuando los toros se prestaban lo hacía tal como la crónica de Valencia de 1918, además de que existen también testimonios gráficos de que lo repitió en Barcelona después de esa despedida.

Roberto Domingo capturó ese momento, que después fue reproducido en un cartel de La Lidia y que así es explicado en la sección Nuestras planas en color del ejemplar correspondiente al 23 de junio de 1914:
El «Gallo» muleteando en Sevilla sentado en una silla. El 21 de Abril de 1912, se verificó en Sevilla la cuarta y última corrida de aquella feria, lidiándose seis toros de don Gregorio Campos por las cuadrillas de 'Minuto', el 'Gallo' y Gaona. Rafael – que vestía precioso terno hueso y oro y cabos rosa – quedó superiormente en las verónicas y los quites, así como en dos buenos pares de banderillas y una excelente faena de muleta al segundo de la tarde, derrochando valentía. Le atizó media estocada inmejorable y hubo ovación y vuelta al ruedo. Y salió el quinto, bonito ejemplar retinto lucero, y el Gallo le colgó tres buenos pares, y luego, pidiendo una silla, se sentó y dio al burel varios artísticos pases, continuando de pie la hermosa faena en la que intercaló naturales cambiándose la muleta de mano por la espalda. La ovación fue delirante. El inimitable pincel de Roberto Domingo nos ofrece el momento de un pase de trinchera en la silla. Rodolfo Gaona estuvo colosal en esa corrida. Minuto, Gallo, Gaona. Toros de Gregorio Campos.
Así de creativo era Rafael. Luis Rodríguez Rivas, un furibundo gallista, escribía esto en 1917 en un debate epistolar en las páginas de La Lidia con el Notario sevillano don Luis Bollaín:

…le llamamos genio porque sin serlo no podría... dominar al público como le domina, tenerle pendiente de su mágica muleta, hacerle pedir, con deseo quizá superior á su propia, voluntad, que no mate, que siga toreando, que no termine nunca la delicada obra que, con inspiración sobrenatural, está cincelando y que nos admira hasta el punto de conseguir que en la fiesta más alegre y donde más personas de diferentes clases y culturas se reúnen, se haga un silencio sepulcral que permite oír el jadear anhelante del toro y el respirar cansado del brujo que produce en nosotros tan encontrados sentimientos, silencio que parece mayor antes de sonar el crujido de la plaza toda que no puede contener por más tiempo el estado nervioso á que estaba sometida y desea exteriorizar con fuerza, con vehemencia, con entusiasmo apocalíptico, el sentimiento de admiración que produce el soberano artista, el incomparable artífice del toreo…

La silla de Morante

Morante de la Puebla dijo después de lo de Nimes, que entrenó lo de la silla y que cuando se pudo lo llevó a cabo. Y seguramente lo tendría pensado, en cuanto un toro tuviera las cualidades para ello. Pero una golondrina no hace verano. La diferencia entre hacerlo una vez y llevarlo en la espuerta es grande. Pero mejor lo explica don Antonio Burgos:
…Roberto Domingo tiene pintado a Rafael el Gallo como un dios romano con calva de mármol, dando un muletazo a dos manos desde el trono de una silla de enea. Como don Antonio Chacón había enseñado a los flamencos a cantar sentados, el Divino Rafael en la silla era como una soleá en ayudados por alto. Muchos toreros han querido luego seguir al Gallo…
Pero una cosa es seguirlo y otra cosa es llegar a ser cómo él y para ello, se requiere más, mucho más que una simple silla, porque al final de cuentas, hasta Alejandro Talavante, en vía de cachondeo, toreó con una silla, que no es lo mismo que torear sedente en ella y sí no, véase el vídeo que está en esta ubicación.

Al final de cuentas, la realidad es que el toreo y su historia le deben un trono a Rafael El Gallo. Dejemos a un lado las bagatelas que le proclamara en su día F. Bleu y busquemos su real esencia, su sustancia, porque es mucha. Y a Morante… a Morante, dejémosle su silla.

8 de diciembre de 2010. Edito. El vídeo de lo de Morante de la Puebla en Nimes lo pueden ver pulsando aquí.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Detrás de un cartel (IV)

En una entrada anterior, también referida a un festejo celebrado en La Maestranza, decía que un cartel de toros puede ser apreciado desde muchas aristas. Hoy agrego que también pueden ser muy variados los recuerdos que traiga a aquellos que vean el cartel después de tiempo, sea porque asistieron al festejo y les trae a la memoria momentos vividos o porque sin haber estado en la plaza, o se conoce a alguno de los que en él participaron o se mantienen recuerdos con hechos posteriores que guardan relación con él.

El domingo 20 de mayo de 1956 se anunció una novillada, seguramente dentro del abono de la temporada sevillana, que vería la presentación de un torero madrileño, de dinastía, como lo es el caso de Félix Saugar Pirri y la actuación de otros dos que estaban ya prontos a tomar la alternativa uno andaluz, Juan Antonio Romero ya conocido como El Ciclón de Jerez – como podemos ver, el remoquete no es ni novedoso, ni exclusivo del que actualmente lo usufructúa – y el otro, sudamericano, de Colombia, Pepe Cáceres, que unos meses después, en esa misma arena, sería elevado a la categoría de matador de toros.

Los toros

Para la ocasión la Empresa Pagés puso un encierro de los herederos de Baldomero Sánchez y Sánchez, vacada que inicialmente se formó a partir de un lote de ganado de la legendaria de Aleas que se cedió a Emilia García – Aleas. Baldomero Sánchez lo adquirió en 1948 y le agregó simiente de Carlos Núñez y cuando fallece en 1955, se anuncia a nombre de sus herederos, que la enajenan en 1956 a José Luis Hidalgo Rincón. Tras pasar por diversas manos, entre ellas las de José Luis Martín Berrocal, llega a las de Juan Antonio Ruiz Espartaco, a cuyo nombre se lidia en la actualidad, cambiando la base ganadera, por la de Domecq.

La tarde que me tiene delante de Ustedes en la relación que presentó Gómez Bajuelo a los lectores del diario ABC de Sevilla, refiere acerca del encierro, estos reveladores conceptos:


Magnífica presentación de novillada: ¿Quién dijo que las gentes no eran aficionados al toro? Se ha dicho y creo que se ha escrito. Quedaban tan solo los viejos aficionados. Los de ahora mostraban su preferencia por la res liviana y cómoda, propicia al toreo moderno. Se hablaba de la humanización de la fiesta y se resumía el concepto en la frase de que con el toro antiguo no se podía ejecutar el toreo de hoy. Sin embargo, el domingo ocurrió algo muy distinto, que nos encauza a revisar ciertas afirmaciones. Ocurrió que los herederos de don Baldomero Sánchez enviaron una novillada de peso, poderosa y alta de cabeza... El salto a la areba de estos bichos provocó, súbitamente, una reacción admirativa en el público, corrieron aires de emoción por el graderío. Tono de revalorización de la fiesta y asentimiento clamoroso en la presencia y en algunos arrastres, canalizados hacia el palco ganadero. Y si la alegre y poderosa acometida no tuvo... una continuación de bravura, considérese que los novillos son desechos de tienta... Constituyó, pues, un éxito la presentación... Y en bravura y genio brilló, por encima de todos, el que abrió plaza...

Félix Saugar, Pirri

Pirri: 9 tardes en Las Ventas y 16 en La Chata
Decía que Félix Saugar es un torero de dinastía. Y es que su padre y sus hermanos se han dedicado a ser toreros, aprendiendo en el viejo matadero de Madrid, el de Legazpi, en donde Félix, Emilio, Manolo y Lorenzo Saugar conocieron las primeras letras ante los toros que encontraron la muerte sin el brillo ni la gloria de las plazas de toros.


Emilio y Lorenzo fueron desde siempre hombres de plata. Félix intentó ser matador de toros, pero como lo cuenta él mismo en un espléndido reportaje de Vicente Zabala Portolés que nos presenta Paco Abad en su Aula Taurina de Granada, los toros le castigaron mucho y pronto. Por eso empleó las enseñanzas obtenidas en ser un extraordinario subalterno, porque llevar a un Pirri en la cuadrilla hoy y siempre, ha sido una seguridad y un lujo.

Los vigentes Pablo – él sí llegó a matador de toros –, David y Víctor Hugo confirman esa gran calidad con la capa y con los palos y es recurrente el apellido Saugar o el apodo Pirri yendo de fijos en cuadrillas de toreros como Luis Miguel Dominguín, Pedrín Benjumea, José María Manzanares, El Soro, César Jiménez o El Cid.

De su actuación esta tarde, Gómez Bajuelo, en la crónica en cita, destaca lo siguiente:


El debut del 'Pirri': Hizo su presentación en esta plaza Félix Saugar ‘Pirri’, precedido de fama por sus actuaciones en las plazas nórdicas. Le tocó el primero de la tarde, bonito, levantado de cabeza, acometiendo con alegría... En este novillo, el ‘Pirri’ causó muy biena impresión... el genio del animal encontró el reductor de unos doblones eficaces del torero, sin perderle la cara al astado. Hubo aguante en los primeros redondos, aplaudidos por el respetable, y después, la excelente ejecución de cuatro redondos, ligados con el de pecho, provocaron la ovación y los sones de la música... Buena faena, en la que el torero no se dejó dominar por el temperamento del novillo... El ‘Pirri’ salió al tercio a saludar...

El Ciclón de Jerez

El torero jerezano volvía a Sevilla. Por lo que narra Gómez Bajuelo en su presentación no había confirmado la fama que se había labrado toreando por fuera, pues califica su paso por allí de borroso y desvaído. En esta oportunidad le va a resaltar lo que sería la divisa de su paso por los ruedos, el ánimo y la voluntad, aquellas virtudes que motivaron a Manolo Liaño, a llamarle hace ya once lustros El Ciclón de Jerez. Juan de la Plata escribe al respecto en su Historia del Toreo en Jerez:


…Juan Antonio Romero recibiría el sobrenombre de ‘El Ciclón de Jerez’, acertadamente impuesto por el crítico taurino del diario ‘Ayer’, Manolo Liaño. Sobrenombre muy bien aceptado por el torero, que lo utilizaría en su propaganda, y que sería recogido y aprovechado por los empresarios, que a partir de entonces, lo colocarían bajo su nombre, en los carteles de las numerosas corridas que llegaría a torear…



¡12 orejas, 3 rabos y 1 pata!
Ese toreo alegre en todos los tercios, le vuelve el amo del Rincón del Sur y así, el 17 de julio de 1955 acomete la hazaña de torear 3 festejos en un día, en San Fernando al mediodía, en Jerez por la tarde y en Cádiz en la noche, redondeando una terna de triunfos reflejados en 12 orejas, 3 rabos y una pata. Vistió el mismo terno grana y oro, el que después ofrendó a la Virgen de la Merced, patrona de Jerez. Sus alternantes en distintas combinaciones fueron Chano Rodríguez, El Pío y mi paisano Joselito Huerta.  Este episodio también lo recuerda con emoción don Marciano Breña Galán en su bitácora De España Hasta los Cantares.

Tras de tomar la alternativa en 1956, permanece en ese escalafón hasta 1961, pues en 1962 y hasta el 68, pasa a formar con los hombres de plata, siendo parte de las cuadrillas de Antonio Ordóñez, Victoriano Valencia y Luis Parra Jerezano. En 1966 vuelve a tomar muleta y estoque, permaneciendo en el escalafón mayor hasta 1968, cuando vuelve a vestir la plata para formar parte de la plantilla de Miguelín y de Currillo. Fallece a causa de una larga enfermedad el 29 de diciembre de 1974, a los 42 años.

Manolo Liaño reflexionó en diciembre del año 2000 lo que fue el paso por los ruedos de este torero de la siguiente manera:


Juan Antonio Romero fue el más claro ejemplo de profesionalidad, de entrega total y honradez… fue uno de los toreros más taquilleros de la segunda mitad del siglo que se nos va de las manos. Para las empresas, un cheque al portador. Como lo fueron en su tiempo ‘Litri’ y Aparicio, ‘El Cordobés’, Paco Ojeda y como lo es hoy en día ‘El Juli’…

Pepe Cáceres

Al único que vi en los ruedos fue a Pepe Cáceres. Fue la tarde del 6 de mayo de 1973 en la Plaza de San Marcos, en la última corrida de nuestra Feria de Abril de ese año. Es una de las tardes que se me han quedado en la memoria, porque en ella Rafael Gil Rafaelillo realizó una de las faenas más grandes que he visto en mi vida. Ese día Pepe Cáceres estuvo aseado, pero sin fortuna y es que el primero de su lote le pegó un cornalón a su peón Manolo Pérez, prensándolo contra las tablas del burladero que queda abajo del tendido de sol, al salir de un par de banderillas. Tras de ello, el torero colombiano pareció tener la mente en otro lugar.

Pero esta tarde de diecisiete años antes, la historia era otra. Estaba en pleno asalto a la cumbre y repitió triunfo en la Maestranza, cortando una oreja y dando un par de vueltas al ruedo tras de terminar con el sexto, que brindó nada menos que a Juan Belmonte. Y lo sacaron en hombros, porque como escribe don Antonio Burgos:



...Por la calle Iris. Como siempre se han sacado a los toreros en Sevilla, antes de la moda del mito del cuento del envergue de tanta Puerta del Príncipe… O por la del Príncipe o ninguna, parecen decir. No quieren salir por la calle Iris, como no sea andando y hacia el cochecuadrillas aparcado en la calle Antonia Díaz… Cuando por la calle Iris, y a hombros hasta el Hotel Cecil Oriente donde se vistió, salió Curro Romero la tarde de su debú y su triunfo con «Radiador» de Benítez Cubero. Por la calle Iris han salido a hombros Manolete y Arruza, y Antonio Ordóñez, y Pepín Martín Vázquez, y Pepe Luis Vázquez, y Chicuelo. Entonces era lo normal. Por eso la otra noche daba gloria ver a los chavales compañeros del novillero triunfador que se echaron al ruedo y lo sacaron a hombros por la calle Iris, y por Antonia Díaz lo llevaron hasta el hotel. Recuperada la costumbre, conviene, pues, aclarar que aquí no está prohibido sacar a un torero a hombros por la calle Iris. Aunque parezca lo contrario...

Su affaire con Sevilla continuaría, tanto, que el 30 de septiembre de ese mismo año, don Antonio Bienvenida le haría matador de toros en ese mismo ruedo cediéndole al toro Secretario de don Joaquín Buendía, delante de José María Martorell. Iniciaba así una larga trayectoria en los ruedos que se prolongaría durante tres décadas y una miajita más.



Pepe Cáceres, dice Gloria Sánchez – Grande, acabó mal. El día 20 de julio de 1987, el toro Monín, de la ganadería de San Esteban de las Ovejas le infirió una cornada en el tórax en la plaza de Sogamoso – misma que hoy lleva su nombre – y a causa de esa herida falleció en Bogotá el 16 de agosto siguiente. Un interesante reportaje sobre el final de este torero, – publicado en La Revista de la Asociación Taurina Cultural, que es quizás el más clásico que ha dado Colombia –, lo pueden leer entre las Cosas de Toros de Cordoncillo.

La letra pequeña: El Coli

Así apareció en La Vanguardia de Barcelona
En la parte del cartel dedicada a informar los nombres de los que integran las cuadrillas de los diestros actuantes, aparece un nombre que me llamó la atención, el del banderillero gitano Manuel Leyton El Coli, que iba en la cuadrilla de Juan Antonio Romero. Este nombre lo conocí por voz de mi paisano Jesús Delgadillo El Estudiante, quien actuó en la tarde del 15 de agosto de 1964 en Las Ventas, con José González Copano y José Teruel El Pepe, cuando el pitón de Cuatrero de Ángel Rodríguez de Arce le penetró por un costado y le hizo llegar sin vida a la enfermería.

Andrés Travesí escribió una extraordinaria pieza, casi una oración fúnebre en la edición del ABC madrileño del día siguiente de la tragedia, de la que extraigo lo siguiente:


‘El Coli’, Manuel Leyton, ‘El Coli’, esperó a ‘Cuatrero’ – un nombre para la historia dramática de los toros: negro bragao, número 88, de la ganadería de don Ángel Rodríguez de Arce, de El Espinar – con el capote desplegado. El novillo, un cuatreño con cuajo de toro, había rebrincado al pisar la arena, tenía poder en su poderosa cabeza y llevaba la muerte en sus afilados cuernos. ‘El Coli’ le tanteó por la izquierda: ‘Cuatrero’ se revolvió pronto y acudió al engaño. Buscó el cuerpo. ‘El Coli’, Manuel Leyton, ‘El Coli’ – un nombre para la historia dramática del toreo – cayó al suelo pesadamente, de bruces. ‘El Coli’ quedó inmóvil. En el suelo, por debajo de la chaquetilla, le prendieron de nuevo los afilados puñales de ‘Cuatrero’... ‘El Coli’, en un último y supremo esfuerzo, se incorporó levemente. Fue un instante de angustia que muy pocos espectadores, distraída su atención por los azares de la lidia, pudieron percibir. ‘El Coli’ se derrumbó definitivamente. Cuando lo recogieron no llevaba sangre en su traje de luto, pero llevaba ya la muerte en el alma...


El escueto parte médico del doctor Jiménez Guinea dice así:

Durante la lidia del primer novillo, el banderillero Manuel Leyton Peña, 'El Coli', ingresó en la enfermería ya cadáver, con una herida por asta de toro en la región costolumbar del lado izquierdo.

La novillada se suspendió tras del arrastre del tercero de la infausta tarde.

También El Coli acabó mal. Y cómo Pepe Cáceres, entró a la gloria taurina, pero por la angosta puerta del sepulcro.

Y termino

Las historias que hay detrás de un cartel se entrelazan y nos presentan aristas de la vida de los personajes que lo integran que van más allá del festejo que se anuncia. Algunas de las historias de este cartel de hace 54 años son las que pongo aquí. Espero no haberme extendido más allá de lo medianamente razonable.

martes, 23 de noviembre de 2010

23 de noviembre de 1947: Se inaugura El Toreo de Cuatro Caminos (II/II)

Algunos datos técnicos

Ya en la fecha del aniversario, les presentó aquí un resumen técnico del inmueble que publicara Alberto Lázaro en el ejemplar de La Lidia de México, correspondiente al 28 de noviembre de 1947, en el que nos presenta las principales características de la recién inaugurada plaza:
A la gentileza – que sinceramente agradecemos – del señor arquitecto Gustavo García Travesí debemos los siguientes interesantes datos sobre el reconstruido coso:


Está ubicado en el sitio que lleva por nombre “Cuatro Caminos”, casi sobre la línea que divide el Estado de México con el Distrito Federal. Tiene cupo para 27,000 espectadores cómodamente sentados. Tendrá capilla lujosamente decorada con tres esculturas; una de Cristo, en el centro; a un lado otra de la Virgen de la Macarena. Habrá un salón convenientemente equipado para que se vistan los toreros. A continuación estará la sala de descanso para los mismos con los muebles necesarios para el caso.


Tendrá restaurante y cabaret, Habrá un Museo Taurino interesante. La enfermería será modelo en su género, con entrada directa por el callejón. Los médicos ocuparán su palco de contrabarrera, comunicando directamente con las salas de operaciones, que estarán profusamente iluminadas y ventiladas de acuerdo con los consejos científicos.


Nombre de la sociedad constructora: “Constructora El Toreo S.A.”. Director de la obra: Arquitecto Emilio Méndez Llinas. Proyecto y supervisión: Arquitectos Gustavo García Travesí y Fernando Peña. Técnicos en cimentación: Construcciones Bertrán Cusiné S.A., y ampliación, reparación y montaje de la estructura metálica: Talleres Saratoga S.R.L. Albañilería: Guillermo Orozco y Cía. Instalaciones Eléctricas: Octavio Zenteno. Instalación sanitaria: Ing. Tripp. Tonelaje de hierro de la antigua estructura: 1,100 toneladas. Tonelaje actual de la estructura férrea, con las adiciones y modificaciones que ha tenido: 1,460 toneladas. La plaza tiene la misma altura que tuvo antes 23 y medio metros.


Número de barreras: 1a fila: 170 en sombra y 169 en sol. 2a fila: 179 en sombra y 179 el sol. 3a fila: 180 en sombra y 180 en sol. 4a fila: 192 en sombra y 190 en sol. 5a fila: 199 en sombra y 211 en sol.


Número de localidades del tendido o grada cubierta: 1a fila: 296 en sombra y 313 en sol. 2a fila: 301 en sombra y 318 en sol. 3a fila: 288 en sombra y 305 en sol.


Número de palcos de contrabarrera: 72


Número de puertas que dan acceso: A las barreras, 5. A los tendidos, 7. A las gradas cubiertas, 4. A los tendidos volados, 8. A las lumbreras, 12.


El número de localidades o asientos que se aumentaron a la nueva plaza asciende a 4,000, que sumados a los 23,000 del viejo coso, hacen el total de 27,000.


Habrá dos grandes puertas giratorias para comodidad del público y para conveniencia de la Empresa, pues tendrá un mecanismo que permitirá contar las personas que van entrando y dará un total.


Tiene una espléndida terraza que da hacia los corrales, con objeto de que el público, que ascenderá a ella por medio de dos soberbias escaleras colocadas en los extremos, pueda presenciar el enchiqueramiento, asistir a los sorteos de los toros y ver las corridas allí encerradas, que serán varias, porque hay varios corrales para el efecto. Estos corrales y la terraza son únicos. Cuentan los primeros con una báscula eléctrica para pesar los toros.


Se calcula que este coso, no terminado por fuera, lo estará por completo en dos meses.

Es en Cuatro Caminos donde la afición mexicana pudo ver en su mejor expresión a toreros como Calesero, Manolo Vázquez o Chicuelo II quienes en la Plaza México no tuvieron la misma fortuna que en el nuevo Toreo, donde pudieron realizar grandes faenas y ratificar ante la afición de la capital mexicana, su calidad de figuras del toreo.

Aquí pues, el testimonio gráfico de la vida y el final de una plaza de toros que no debió morir.

La Plaza de Toros El Toreo en su original ubicación de la
Colonia Condesa


 
El programa de mano de la corrida inaugural
Wikimedia Commons / Evil Knight


Vista aérea de El Toreo de Cuatro Caminos en sus primeros años
Foto: Compañía Mexicana Aerofoto - ICA



Paseíllo inaugural Garza, El Soldado y Jorge Medina
23 de noviembre de 1947

El Toreo de Cuatro Caminos devorado por la urbe
Foto de la colección de Omniorg
El Par de Pamplona, escultura de Humberto Peraza, al pie
del domo ya terminado
De los últimos festejos allí celebrados

Alea iacta est...
Foto: Omniorg

Lo que fue quedando de los tendidos de la plaza
Foto: Omniorg
Otra perspectiva de la acción de la picota
Foto: Omniorg

Lo que quedará en el lugar de la plaza el Parque El Toreo
Foto: Omniorg
Solamente 35 rabos se cortaron allí, algunos son
verdadera historia.

354 festejos en 60 años. Muchos hiatos de inactividad

Espero que esto les haya resultado de interés, pese a su extensión.

domingo, 21 de noviembre de 2010

23 de noviembre de 1947: Se inaugura El Toreo de Cuatro Caminos (I/II)

A diferencia del anterior, el Nuevo Toreo sí tenía fachada
Decía en una entrada anterior, a propósito de El Toreo de la Condesa, que esa plaza de toros fue adquirida por don Ángel Urraza. Al paso de los años resulta evidente que el interés de Urraza no estaba en el negocio taurino, ni en la plaza como tal, así pues, vende al ingeniero Armando Bernal la estructura metálica de El Toreo y éste a su vez, la traslada a un punto ubicado en las cercanías del antiguo San Bartolo, hoy Naucálpan de Juárez, conocido como Cuatro Caminos, justo en el lindero del Distrito Federal con el Estado de México.

No está de más hacer notar que en ese rumbo se pretendió construir una nueva plaza de toros para la Ciudad de México, lo que hoy es la actual Plaza México, según lo refiere el periodista taurino Aurelio Pérez Villamelón:

Para la construcción de la Plaza México, se hizo un concurso allá por 1941 en el que participaron diversos arquitectos. El jurado para premiar la mejor propuesta lo formaban don Emilio Azcárraga Vidaurreta, don Anacársis 'Carcho' Peralta y el arquitecto Carlos Contreras… Cuando se pensó por primera vez en construir la plaza, en 1940, se mencionó un sitio en el Estado de México conocido como Cuatro Caminos…
La remembranza de don Aurelio complementa en alguna medida con un artículo aparecido en la revista Arena – para profesionales de la construcción –, en su número del 23 de junio de 1942, en la que se indican otros datos interesantes, pues se señala que los capitalistas del proyecto eran los nombrados Emilio Azcárraga Vidaurreta y Anacársis Peralta y que fueron miembros del jurado junto con los arquitectos Carlos Contreras, José Albarrán y Carlos López Moctezuma.

El proyecto que obtuvo el primer lugar fue el de los arquitectos Fernando del R. Torres, Mauricio Gómez Mayorga y Enrique Meyrán Campos y menciona el referido artículo que el proyecto que más comentarios recibió durante la exhibición de las maquetas en la Sociedad de Arquitectos, fue el que fue designado en cuarto lugar, obra de los arquitectos Renato Niño de Rivera, Ignacio López Bancalari y José Manuel de León. La parte final de este artículo anuncia que pronto sería sustituido el viejo Toreo por un coso más moderno y funcional y que uno de esos proyectos sería la base de la nueva plaza capitalina.

En los hechos, vemos que a la fecha de la adquisición de la estructura de El Toreo por el ingeniero Bernal, la Plaza México estaba ya en operación, así que se puede considerar que él retoma en alguna forma el proyecto al que hace referencia Villamelón y rearma la plaza de La Condesa en el sitio que hasta hace poco ocupó. Los avances de la tecnología y el interés de los nuevos propietarios hacen que la plaza esté lista para volver a funcionar en el año de 1947.

Para operar el nuevo coso, se contrata a Antonio Algara, quien fungió como Gerente de la empresa en la última temporada celebrada en la Colonia Condesa y después de una breve estadía al frente de los asuntos de la Plaza México. Con la ruptura de relaciones taurinas que se dio al inicio de 1947, había cierta holgura para organizar una temporada veraniega en México. Así, Algara contaría con Armillita, Lorenzo Garza, El Soldado, Silverio y Arruza para organizar una sólida temporada de apertura del El Toreo de Cuatro Caminos.

Con esos buenos augurios El Toreo entraba a funcionar de nuevo, aunque en diferente ubicación. La corrida inaugural se anunció para el 23 de noviembre de 1947. Se lidiarían seis toros de San Mateo para Lorenzo Garza, Luis Castro El Soldado y Jorge Medina, que recibiría la alternativa. La corrida trascendió por el hecho que representaba, más no por su resultado.

La Feria Guadalupana de 1956

La Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe necesitaba importantes obras de reconstrucción. Un grupo de personas allegadas a la fiesta de los toros, encabezadas por don Guillermo Barroso Corici, su hijo Luis Javier Barroso Chávez – en ese entonces ya ganadero de Las Huertas –, el Licenciado Lázaro Martínez – en su día juez de plaza – y Antonio Algara entre los más destacados, formaron un patronato para dar una feria taurina que recaudara fondos para la restauración del llamado centro espiritual de México.

Fermín Rivera, Rafael Rodríguez, Antonio Ordóñez, Miguel Báez Litri, Joselito Huerta, José Ramón Tirado, Antonio Borrero Chamaco y Fernando de los Reyes El Callao con toros de San Mateo, La Punta, Jesús Cabrera, Rancho Seco, Matancillas y Las Huertas serían las bases sobre las cuales gravitaría esa feria, el primer intento serio de ofrecer a la afición de la capital mexicana una serie ininterrumpida de festejos intercalada en una temporada que de ordinario se desarrolla de domingo a domingo. Dada la buena causa a la que se dedicaba, el doctor Alfonso Gaona pospuso una semana la continuación de la temporada 56 – 57 de la Plaza México, a efecto de que la Feria Guadalupana se diera sin contratiempos.

A diferencia de los festejos del ciclo inaugural, la Feria Guadalupana del 56 resulta ser una de las cotas altas de la historia de El Toreo de Cuatro Caminos y sus páginas doradas las escribieron el enigmático Fernando de los Reyes El Callao con el toro Gordito de Jesús Cabrera, Antonio Ordóñez ante Cascabel de San Mateo, en lo que se ha calificado de su obra más acabada en los ruedos mexicanos y el reaparecido Fermín Rivera, que volvía a los ruedos después de sufrir un infarto de miocardio seis meses antes cuando toreaba en Monterrey.

El Cordobés en El Toreo

Sería en Cuatro Caminos donde Manuel Benítez toreara por primera vez en suelo patrio. Eso ocurrió el 21 de diciembre de 1963. Apenas había pasado algo más de medio año de que don Antonio Bienvenida le hiciera matador de toros en Córdoba y su presencia en El Toreo se logró por una interesante combinación empresarial entre la señora Dolores Olmedo y el ingeniero Alejo Peralta, gestionada casi en su totalidad en un vuelo trasatlántico.

Posteriormente redondearon las cosas el rejoneador mexicano Juan Cañedo y el banquero Alfredo Phillips Olmedo, permitiéndole a la afición mexicana tener la primicia de ver en uno de sus ruedos más importantes al torero que más interés despertaba en esos tiempos. En torno a la figura del mechudo se organizó una temporada que constó de catorce festejos y en la que nuestras figuras, encabezadas por Antonio Velázquez, Rafael Rodríguez, Jesús Córdoba, Manuel Capetillo y El Ranchero Aguilar dieron la réplica al Huracán de Palma del Río, que actuó en seis de esas corridas.

Manuel Benítez le cortó las orejas a los dos toros de Reyes Huerta que lidió el 22 de diciembre de 1963, el 8 de febrero de 1964 se llevó otras dos y el 22 de ese mismo mes le cortó el rabo a Conejo de Soltepec, entrando en definitiva en el gusto de la afición mexicana y justificando plenamente la agenda de 50 corridas en toda la república que se le arreglaron para un lapso de tres meses.

La vida de El Toreo

La estructura de la cubierta colocada al Nuevo Toreo
La plaza de Cuatro Caminos funcionó ininterrumpidamente desde ese 1947 y hasta 1968, año en el que se anunció que sería cubierta para permitir su utilización en diverso tipo de espectáculos, independientemente de que los taurinos serían más cómodos, pues no serían molestados por el viento o la lluvia. La última corrida que se dio en esta etapa fue el 29 de diciembre de 1968 y fue un mano a mano que sostuvieron Manolo Martínez y Eloy Cavazos ante seis toros de Javier Garfias.

Nada más iniciar 1969 y se cerró para intensificar los trabajos de colocación de una estructura metálica que sostendría la techumbre y que tardó muchos años en ser terminada y una vez concluida, El Toreo no volvió a tener toros en su ruedo, pues pasarían 26 años para que se reabriera y el cartel para la ocasión fue integrado por José María Manzanares, Manolo Arruza, Fermín Espinosa Armillita y Pepín Liria, quienes el 15 de octubre de 1994, dieron cuenta de ocho toros de Vistahermosa. Este fue el primero de una docena de festejos – dos de rejones incluidos – en los que se alzó como triunfador el murciano Liria, al cortar cinco orejas en cuatro apariciones.

Al finalizar esta breve temporada, de nuevo se cerró la plaza de Cuatro Caminos y no se reabrió sino hasta el 28 de abril de 1996, para dar inicio a una accidentada temporada que llegó a los diez festejos. La última corrida de toros que se dio allí y que fue la de la no anunciada despedida del coso como escenario taurino, contó con las actuaciones del rejoneador Pedro Louceiro hijo y los matadores Javier Escobar El Fraile, Manolo García MéndezManolo Sánchez, quienes dieron cuenta de siete toros de Quiriceo. Después de esta fecha, El Toreo de Cuatro Caminos no volvió a funcionar como plaza de toros.

El final

En la revista 6 Toros 6 correspondiente al 28 de marzo del año 2000, aparecía la siguiente información:

La plaza de toros El Toreo de Cuatro Caminos que desde 1947 es propiedad de la familia Bernal, está a la venta. A través de la empresa Arthur Andersen se hacen las gestiones, se presentarán proyectos y se harán las posturas económicas para el coso. José Ávalos, ejecutivo de la empresa que ya realizó un estudio de mercado, declaró que existen tres grupos nacionales interesados en el inmueble y que su asesoría financiera les sugirió instalar en el sitio un centro comercial, que contará con un complejo de cines, ya que es la actividad con la que más pronto podrían recuperar su inversión. Con esta acción, quedará cerrado definitivamente un capítulo importante de la historia taurina de México.
Réquiem

Un réquiem es una oración que se eleva por los muertos, según el diccionario. Yo elevo la mía por lo que fuera como plaza de toros El Toreo de Cuatro Caminos, con la seguridad de que los duendes soltados en lo que fue su albero seguirán habitándolo y recordando a todo aquél que tenga memoria, que en ese lugar, los hombres vestidos de dioses, hacían ofrendas de seda, oro, sangre y sol, para mayor y mejor gloria de la Fiesta de los Toros.

El Toreo de Cuatro Caminos comenzó a sucumbir a la picota el día 5 de agosto del año 2008 y hoy solamente queda de él la parcela de terreno donde estuvo ubicado.


Vista aérea actual y anterior de la situación del Toreo de Cuatro Caminos
Imágenes de Google Maps


Aldeanos