domingo, 5 de diciembre de 2010

Un trono para El Gallo. La silla, pa' Morante...


La percepción de Roberto Domingo de El Gallo toreando
en una silla el 21 de abril de 1912  (La Lidia)

El 23 de mayo de este 2010, en una corrida matinal en Nimes se produjo algo que para muchos resultó un hecho inusitado. Toreando mano a mano con Javier Conde, pidió una silla para iniciar su faena al sexto de la mañana y sentado en ella dicen las crónicas, cerrado en tablas, le dio dos muletazos por alto, para después armar una faena que le valió el rabo del de Juan Pedro Domecq, tras de esperar, de nueva cuenta sedente, que doblara el toro tras la estocada que le dejó.

Inmediatamente surgieron las reminiscencias acerca de las viejas ilustraciones de La Lidia que ilustraban a Antonio Carmona El Gordito, citando para poner banderillas apropiadamente sentado, o de Rafael Gómez El Gallo, toreando de muleta de la misma manera y en un criterio que me parece reduccionista, se trajo a la discusión el pase de la silla del hijo del señó Fernando y se discutió brevemente sobre el momento en el que lo puso por primera vez sobre la arena. En ese aspecto, las opiniones parecieron coincidir en que ese pase de la silla lo ejecutó por primera vez el 30 de julio de 1918 en una despedida en Valencia, en festejo que para lidiar toros de los herederos de Vicente Martínez, alternó con Saleri y Joselito su hermano.

Pero la realidad es otra, el toreo en silla fue presentado en sociedad por Rafael el día 21 de abril de 1912 en la cuarta y última corrida de la Feria de Abril de Sevilla, cuando alternaba con Enrique Vargas Minuto y Rodolfo Gaona en la lidia de toros de Gregorio Campos. Fue un festejo que inició de manera accidentada, debido a que en el festejo del día anterior, tanto El Gallo como Gaona salieron mal con la afición. Relata el corresponsal del diario madrileño El País sobre el prolegómeno de la corrida:


Para la corrida de hoy la animación es, si cabe, mayor que en días anteriores. Se lidian toros de Campos por las cuadrillas del «chipilín» Minuto, del desconcertante Gallito y del mejicano Gaona. La plaza está completamente llena y los ánimos se hallan excitados por las desdichadas faenas de ayer. Antes de comenzar la corrida hay algunas «gofetás» entre gallistas y antigallistas. Hay unas niñas de Triana y de la Macarena capaces de trastornar á cualquier santo. El sol manda sus caricias. Sonríen las niñas, sonríen los turistas, sonreímos todos. Él pecho de la «afisión» se abre á la esperanza. ¿Qué hará el Gallo? ¿Qué hará Gaona? En el paseo de las cuadrillas se desmaya una señora que está enamorada de Minuto, y el «respetable» silba á los espadas...
Imagen aparecida en el suplemento de ABC, Toros y Toreros
28 de abril de 1912

El quinto toro de la tarde es en el que El Gallo realiza el toreo en la silla. Las distintas relaciones son coincidentes en que inicia la faena con un muletazo sentado en ella y después da otros. El Heraldo de Madrid, El Liberal, y El Defensor de Granada señalan que al ir ganando terreno al toro – es decir, no lo dejaba pasar solamente, sino que toreaba – llevó la silla en la mano para seguir toreando sentado en ella. El País, el suplemento semanal Toros y Toreros de ABC, La Gaceta del Sur de Granada, El Imparcial y La Lidia no consignan ese hecho. De las crónicas que menciono, tomo la de El Liberal, que dice en lo medular lo siguiente: 
…En el quinto volvió á coger las banderillas el Gallo, poniendo tres pares. Luego pidió una silla, dando el primer pase natural sentado en ella; dio otros llevando la silla cogida de una mano, y soltándola continuó su faena pasándose la muleta por la espalda, acabando con cuatro pinchazos, dos de ellos en la cruz, y descabelló a pulso a la segunda…
El ABC de Madrid lo relata de la siguiente forma:
Después de oír palmas en quites, cogió Gallito los palos y colocó tres pares, el último muy bueno. Al matar, brindó á los espectadores del sol; pidió una silla, y dio cuatro pases sentándose en distinto terreno al dar cada uno de ellos, por lo que oyó una ovación. Otros pases dio cambiándose la muleta por la espalda, resultando, la faena muy bonita en conjunto. En cuanto el toro juntó las manos, entró derecho con un buen pinchazo. Otros dos más, quedándosele el toro; otro, y otro después, descabellando á la segunda. El público tributó á Gallito una gran ovación. Salió el sexto cuando aún duraba la ovación á Gallito...
Así pues, la incorporación del toreo en silla – que no del pase de la silla – a la tauromaquia de Rafael El Gallo – pese a que Cossío afirme que es solo toreo de adorno –, se da ese 21 de abril de 1912 en Sevilla, pues existen testimonios de que cuando los toros se prestaban lo hacía tal como la crónica de Valencia de 1918, además de que existen también testimonios gráficos de que lo repitió en Barcelona después de esa despedida.

Roberto Domingo capturó ese momento, que después fue reproducido en un cartel de La Lidia y que así es explicado en la sección Nuestras planas en color del ejemplar correspondiente al 23 de junio de 1914:
El «Gallo» muleteando en Sevilla sentado en una silla. El 21 de Abril de 1912, se verificó en Sevilla la cuarta y última corrida de aquella feria, lidiándose seis toros de don Gregorio Campos por las cuadrillas de 'Minuto', el 'Gallo' y Gaona. Rafael – que vestía precioso terno hueso y oro y cabos rosa – quedó superiormente en las verónicas y los quites, así como en dos buenos pares de banderillas y una excelente faena de muleta al segundo de la tarde, derrochando valentía. Le atizó media estocada inmejorable y hubo ovación y vuelta al ruedo. Y salió el quinto, bonito ejemplar retinto lucero, y el Gallo le colgó tres buenos pares, y luego, pidiendo una silla, se sentó y dio al burel varios artísticos pases, continuando de pie la hermosa faena en la que intercaló naturales cambiándose la muleta de mano por la espalda. La ovación fue delirante. El inimitable pincel de Roberto Domingo nos ofrece el momento de un pase de trinchera en la silla. Rodolfo Gaona estuvo colosal en esa corrida. Minuto, Gallo, Gaona. Toros de Gregorio Campos.
Así de creativo era Rafael. Luis Rodríguez Rivas, un furibundo gallista, escribía esto en 1917 en un debate epistolar en las páginas de La Lidia con el Notario sevillano don Luis Bollaín:

…le llamamos genio porque sin serlo no podría... dominar al público como le domina, tenerle pendiente de su mágica muleta, hacerle pedir, con deseo quizá superior á su propia, voluntad, que no mate, que siga toreando, que no termine nunca la delicada obra que, con inspiración sobrenatural, está cincelando y que nos admira hasta el punto de conseguir que en la fiesta más alegre y donde más personas de diferentes clases y culturas se reúnen, se haga un silencio sepulcral que permite oír el jadear anhelante del toro y el respirar cansado del brujo que produce en nosotros tan encontrados sentimientos, silencio que parece mayor antes de sonar el crujido de la plaza toda que no puede contener por más tiempo el estado nervioso á que estaba sometida y desea exteriorizar con fuerza, con vehemencia, con entusiasmo apocalíptico, el sentimiento de admiración que produce el soberano artista, el incomparable artífice del toreo…

La silla de Morante

Morante de la Puebla dijo después de lo de Nimes, que entrenó lo de la silla y que cuando se pudo lo llevó a cabo. Y seguramente lo tendría pensado, en cuanto un toro tuviera las cualidades para ello. Pero una golondrina no hace verano. La diferencia entre hacerlo una vez y llevarlo en la espuerta es grande. Pero mejor lo explica don Antonio Burgos:
…Roberto Domingo tiene pintado a Rafael el Gallo como un dios romano con calva de mármol, dando un muletazo a dos manos desde el trono de una silla de enea. Como don Antonio Chacón había enseñado a los flamencos a cantar sentados, el Divino Rafael en la silla era como una soleá en ayudados por alto. Muchos toreros han querido luego seguir al Gallo…
Pero una cosa es seguirlo y otra cosa es llegar a ser cómo él y para ello, se requiere más, mucho más que una simple silla, porque al final de cuentas, hasta Alejandro Talavante, en vía de cachondeo, toreó con una silla, que no es lo mismo que torear sedente en ella y sí no, véase el vídeo que está en esta ubicación.

Al final de cuentas, la realidad es que el toreo y su historia le deben un trono a Rafael El Gallo. Dejemos a un lado las bagatelas que le proclamara en su día F. Bleu y busquemos su real esencia, su sustancia, porque es mucha. Y a Morante… a Morante, dejémosle su silla.

8 de diciembre de 2010. Edito. El vídeo de lo de Morante de la Puebla en Nimes lo pueden ver pulsando aquí.

3 comentarios:

  1. Extraordinario artículo por lo estudiado del caso, me ha encantado. El caso de Morante es que se nos fue y ya no quiere volver a ser "el mismo", ya que para mí ha dado y puede dar más, él tiene "ese algo personal", pero se ha acomodado en el espejo de otros toreros: "el puro" del Pana, "la silla" del Gallo, "los andares" de Joselito y Ortega, "las banderillas" de Bienvenida, "el capote" de Rafael. Y al final ha hecho un puzzle que ya ni a lo que nos gustaba lo sentimos, porque no nos queda nada de "Morante de la Puebla".

    Enhorabuena.

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  2. Amigo Xavier.
    Tuve la suerte de conocer al "Tio Rafael" aunque yo era muy niño.
    Mi padre me contó muchísimas anecdotas de este genio.
    Gran artículo. Enhorabuena

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  3. Es maravillo, no se puede explicar, ni documentar, mejor.

    Saludos

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