sábado, 23 de diciembre de 2023

21 y 22 de diciembre de 1963: El Cordobés se presenta en México (I/II)

El Cordobés
Después del rebumbio que Manuel Benítez armó en ruedos de Europa entre 1962 y 63, ya alternativado, se decidió a hacer las Américas. Comenzó por el Sur del continente, iniciando su campaña en plazas como Lima y Bogotá. A la Ciudad de México llegó el 16 de diciembre de 1963, casi una semana antes de su presentación en el Toreo de Cuatro Caminos, dedicándose a hacer una especie de gira de medios. En su visita a El Redondel, fue entrevistado por Rafael Morales Clarinero, a quien, entre otras cosas, le dijo lo siguiente:

Llevo diez corridas en América y un día toree dos... Me gustó mucho Lima, y en todas partes me han tratado muy bien... Esta temporada en España toree 14 novilladas y 63 corridas... Tengo 60 firmadas para la temporada próxima... Después de estas dos corridas aquí me voy a Cali, para torear el 27 y 29... No sé si regrese a México, eso es cosa de mi apoderado... Yo estoy dispuesto a dejar contento al público, aunque como es natural, no siempre se puede...

Habló también del hecho de que quien hace figura a un torero son los públicos y no los apoderados – con referencia expresa a Rafael Sánchez El Pipo – y a su gusto por ir aprendiendo las cosas de la vida y por ello la presencia en su equipo de un profesor de cultura general que le iba ilustrando sobre lo que iba viviendo en el cambio que su existencia estaba experimentando.

La contratación de El Cordobés

En algunos espacios anteriores ya había expuesto por aquí que el Toreo de Cuatro Caminos para esta particular temporada estaba a cargo de doña Dolores Olmedo, su hijo Carlos Phillips Olmedo y su entonces marido, el rejoneador Juan Cañedo. Otras informaciones agregan que tuvo alguna intervención en la operación taurina del coso don Pablo B. Ochoa, que era el hombre de confianza del Ing. Armando Bernal, propietario del inmueble, como lo refiere Alberto A. Bitar:

En México, aún antes de presentarse entre nosotros – esto si podía pagársele lo que cobraba – se le tenía ya como un “figurón del toreo” y cuando se supo que vendría a El Toreo de Cuatro Caminos… el joven hijo de la señora Olmedo, fue más asediado y perseguido que un ministro de Estado… Si mal no recuerdo, entró “al quite” don Pablo B. Ochoa, aunque no estoy plenamente seguro de esto… a los dos días estaba yo en su oficina para plantearle que nos permitiera seguir utilizando el teléfono que se utilizaba para las novilladas y el palco donde estaba instalada la conexión telefónica, desde que se inauguraran los festejos taurinos en ese coso… Un joven espigado, por demás correcto y amable, me recibió a la hora indicada y cuando le expuse el motivo de la visita, más o menos me dijo lo siguiente: “sé muy bien de la importancia de El Redondel y, desde luego, cuente con el servicio telefónico que, enterado estoy, ustedes lo han venido pagando para trasmitir los festejos de los domingos. Los palcos tienen ocho asientos, la mitad en las filas delanteras y el resto en la parte de atrás, así que pueden contar con los cuatro delanteros” … Nunca olvidé el trato y la educación del señor Olmedo…

Así pues, El Redondel conservó su sitio para hacer su crónica in situ por la vía telefónica de manera que estuviera lista unas horas después de la conclusión del festejo y también nos deja ver que los nuevos empresarios tuvieron el apoyo de la propiedad de la plaza, por la vía del experimentado don Pablo B. Ochoa.

Sin desdoro de las demás presencias en el elenco del derecho de apartado de la Plaza México, la estrella más rutilante con la que contaba era Paco Camino, a esas fechas ya yerno del doctor Alfonso Gaona y resulta hasta algún punto inexplicable, el por qué no se trajo al torero de Palma del Río para formar parte de ese grupo de toreros. El mismo Alberto A. Bitar, lo explica de la siguiente manera:

El doctor Gaona había pedido su opinión a un amigo suyo que se encontraba en España (al parecer un militar de muy alta graduación) acerca de El Cordobés y éste le contestó que ni se le ocurriera traerlo a México, ya que los aficionados lo matarían a él y al de Palma del Río, y fue por ello que el “equipo” mencionado “le mató la mano al galeno” …

El inicio del desarrollo de los hechos parecería que le daba la razón al doctor Gaona y a su anónimo informante, según veremos enseguida.

La tercera corrida de la temporada en Cuatro Caminos

La apretada agenda de El Cordobés hizo que se le programara su presentación para el sábado 21 de diciembre de ese 1963. Se le anunció para alternar con Alfredo Leal y Víctor Huerta en la lidia de un encierro de Tequisquiapan, de don Fernando de la Mora Madaleno. En el papel, la combinación resultaba atractiva, porque El Príncipe del Toreo era el triunfador de la corrida anterior y por su parte Víctor Huerta había iniciado sus pasos como novillero allí en El Toreo. Creo que el atractivo que representaba Manuel Benítez, no requiere explicación.

Pero el taurino dicho aquel de que el toro llega y todo lo descompone, se materializó esa tarde de sábado, según lo contó don Alfonso de Icaza Ojo, en el exordio de su crónica para El Redondel:

Una corrida de saldo de Tequisquiapan… No hay por qué sacar las cosas de quicio… Cierto que Manuel Benítez “El Cordobés”, ni llenó la plaza, ni satisfizo el gusto de la afición mexicana, pero hay que tomar en cuenta las condiciones desfavorables en que el famoso diestro hizo su presentación en México… Tarde de un día de trabajo; plaza a la que la gente va con dificultad; aumento considerable en los precios de las entradas, y una corrida de saldos, así haya procedido de una de nuestras mejores ganaderías…

El argumento de inicio es un claro resumen de lo que sucedió ese día. Un encierro que no correspondió a lo que de él se esperaba y una elección de fecha desafortunada. Ya se advertía, desde entonces, la complicación para acceder al coso de Cuatro Caminos – cuestión que fue quizás una de las causas de su defunción – y, sobre todo, la subida del precio de las entradas para ver al fenómeno del momento.

En cuanto a la entrada, hay recuentos son contradictorios. Ernesto Navarrete Don Neto, en su crónica para la Agencia France Presse (AFP), afirma:

Ante un lleno absoluto, pero sin llegar a agotarse las localidades como todo el mundo creía, pese a los altísimos precios que se cobraron esta tarde...

Como se puede ver, hasta para calibrar la cantidad de público que acudió a la plaza a ver al debutante, se levantó polémica.

La actuación del El Cordobés

Manuel Benítez tuvo una tarde en la que no pudo justificar lo que de él se decía en la prensa, tanto generalista como especializada. Evidentemente se esperaba que llegara a acabar con el cuadro, pero no sucedió así. El torero de Palma del Río tuvo momentos de lucimiento, pero sin justificar la vitola con la que venía anticipado. Don Neto, en su relación para la AFP, lo juzgó de la siguiente manera:

En algunos momentos, “El Cordobés” enardeció a la multitud, pero en general defraudó a la afición que esperaba más de él... Torero con personalidad, basto en sus procedimientos y falto de recursos, salió del paso en su primero... después de una faena valentona e ineficaz en la que mató con horrendo espadazo en las costillas... Al sustituto del sexto le paró en verónicas dramáticas y con la muleta dio algunos pases de mérito al igual con la diestra que con la zurda, enardeciendo a la gente en algunas ocasiones. Prolongó el trasteo más de la cuenta y éste vino a menos. Cuando mató con estocada hasta las cintas, se dividieron las opiniones...

La crónica de Ojo es algo más detallada y la explicación se encuentra en que no tenía demasiada limitación de espacio para expresarse, como vemos enseguida:

En su primer toro, con más de quinientos kilos sobre los lomos, y quién sabe cuántos años a cuestas, poco pudo hacer “El Cordobés”, que se deshizo de él mediante dos pinchazos y una estocada, enseñando, desde luego, que tiene un feo estilo para matar… Pero en su segundo cambió la cosa, y estuvo Benítez a punto de armar la escandalera… Aguanta enormidades; torea desde muy cerca, y si en sus derechazos y naturales corre la mano, y se enrosca al toro en la cintura, en sus pases de pecho se lo pasa todo entero a unos cuantos centímetros de la faja… Decíamos que estuvo a punto de armar la escandalera, porque hubo momentos, durante su faena el público rugía de entusiasmo, pero cuando el triunfo estaba a su alcance, se descompuso un momento; el toro pudo más que él, y no obstante que dio entonces dos molinetes en la propia cara de su enemigo, o quizá por haberlos dado, en vez de seguir los procedimientos anteriores... el caso fue que mucha gente le volvió las espaldas, como se las volvió cuando después de haber matado con el feo estilo que acostumbra, de una estocada en buen sitio, no lo dejó dar la vuelta al ruedo, pedida por el público de sombra, que inclusive sacó no pocos pañuelos en solicitud de una oreja que no habría tenido razón de ser…

Nuevamente vemos espacio para la discusión. La cuestión reside, creo, en el hecho de que no se pudo ver desde la primera actuación de El Cordobés al huracán arrollador que salía con las orejas de todos sus toros en las manos a cualquier costo. Eso es quizás lo que confundió a la afición que lo vio y también, por qué no decirlo, a la crónica que se encargó de narrar esa su primera actuación.

El resto de la corrida

Alfredo Leal estuvo discreto con los dos toros de su lote y uno de regalo y también Víctor Huerta cerró su actuación con el silencio de la concurrencia en sus dos toros. De Leal, dijo Ojo que, si tuviera un poquito del aguante de El Cordobés, sería un torero de época y a Víctor Huerta, lo calificó como anodino.

Pero había una tarde más para El Mechudo al día siguiente. De ese asunto me ocuparé el día de mañana, dada la extensión que van ocupando estas notas.

domingo, 17 de diciembre de 2023

15 de diciembre de 1963: Pedrés y Alfredo Leal triunfan en el Toreo de Cuatro Caminos

El Toreo de Cuatro Caminos
Al concluir la temporada 1962 – 63 en el Toreo de Cuatro Caminos, se dio a conocer que DEMSA, la empresa que dirigía en el aspecto taurino el doctor Alfonso Gaona, se concentraría en ofrecer espectáculos exclusivamente en la Plaza México, por lo que el escenario de Naucalpan quedaba vacante y podríamos decir que a disposición de cualquiera que se interesara por dar festejos en ese lugar.

No transcurrió mucho tiempo para que la señora Dolores Olmedo, en unión de su entonces marido, el rejoneador Juan Cañedo – civilmente Hugo Olvera Villafaña – y su hijo Carlos Phillips Olmedo, manifestaran su interés por esa plaza de toros y la tomaran en arrendamiento. Pronto se encaminaron a Europa para contratar a figuras de importancia de aquellos ruedos, y como le contó don Alejo Peralta al periodista Luis Suárez, fue en el vuelo trasatlántico, donde el propio Peralta se agregó a la incipiente empresa, pues la idea central de Cañedo era traer a México a El Cordobés, que era quien estaba revolucionando allá las cosas de los toros.

No es ocioso señalar que Alejo Peralta era el tenedor principal de las acciones de DEMSA en aquellos días, razón por la cual, en el caso de Cuatro Caminos, participaba en la sombra en un negocio que le hacía competencia a otro en el que él mandaba. Con lo que no contaba don Alejo, era que el doctor Gaona conocía los entretelones de la fiesta y con eso le iba a causar más de algún dolor de cabeza a los nuevos empresarios de El Toreo.

Al final se logró contratar a El Cordobés, inicialmente para un par de tardes, convirtiéndole en el eje de una temporada que constó de catorce festejos y en la que nuestras figuras, encabezadas por Calesero, Antonio Velázquez, Rafael Rodríguez, Jesús Córdoba, Manuel Capetillo y El Ranchero Aguilar fueron los encargados de darle la réplica al de Palma del Río, en tanto que en la Plaza México, el elenco se apoyó en Luis Procuna, Joselito Huerta y Jaime Rangel por la parte nacional y El Viti, Mondeño, Paco Camino y Diego Puerta por la parte extranjera.

Cuenta Alejo Peralta por vía de Luis Suárez en Alejo Peralta: un patrón sin patrones:

La empresa de la México, regenteada aún por Gaona, paró mientes en el asunto, pues si bien El Cordobés no era conocido en México, aquí ya retumbaba la fama que su figura y valor levantaban en otras arenas. Lo primero que hizo la más experta competencia fue controlar las ganaderías, de modo que los ganaderos no vendían toros a la señora Olmedo…

Así entonces, las ganaderías que se presentaron en Cuatro Caminos en aquellas fechas eran, o de aquellas que tenían tiempo de haber visto pasar sus mejores días, o de las que hoy en día llamaríamos emergentes y de las que las condiciones de sus productos no eran muy conocidas.

La segunda corrida de la temporada 1963 – 64 

La temporada se abrió el domingo 8 de diciembre con un cartel formado por el rejoneador Gastón Santos y los matadores Juan Silveti, César Girón y Martín Sánchez Pinto, quienes lidiaron toros de El Rocío.

La segunda fecha de la temporada originalmente se anunció con un encierro de Soltepec para el rejoneador Fermín Bohórquez, Alfonso Ramírez Calesero, Pedro Martínez Pedrés y Alfredo Leal. Cuando el encierro anunciado fue bajado a los corrales de Cuatro Caminos, el juez de plaza, el Faraón Silverio Pérez lo rechazó por su evidente falta de trapío. La prensa de la época menciona que esa circunstancia se conoció a nivel de rumor o trascendido, más nunca por una declaración oficial de empresa o autoridades.

Posteriormente, la víspera de la corrida en la mañana, se hizo del conocimiento público que Calesero presentó un parte médico señalando que padecía una lesión en un tobillo, por lo que no podría actuar, anunciándose que lo sustituiría Jesús Córdoba. Dice la crónica – de agencia – del festejo aparecida en el diario El Siglo de Torreón al día siguiente del festejo:

Este festejo estuvo salpicado de dudas y engaños toda la semana, pues mientras todo el mundo sabía que los toros de Soltepec no habían dado el peso y la autoridad representada por el diputado Silverio Pérez no los había aceptado, la empresa puso oídos de mercader y siguió anunciándolos hasta ayer sábado. Lo mismo ocurrió con “Calesero”, cuya imposibilidad para torear fue anunciada apenas anoche, por lo que se puso a Jesús Córdoba sin que estuviera preparado… La entrada fue inferior a la de la inauguración de la temporada y con diminutos carteles en las puertas de acceso al coso se anunció que la corrida de Soltepec había sido cambiada por una de San Diego de los Padres…

Al final, se terminaron lidiando, un toro de Heriberto Rodríguez para rejones; dos de Soltepec, uno sustituto del tercero de la lidia ordinaria, que fue devuelto por manso y otro, de regalo y cinco de San Diego de los Padres, que fue el encierro que sustituyó al originalmente anunciado.

Lo mejor de la tarde lo hicieron Pedrés con el segundo de San Diego de los Padres, al que le cortó una oreja y Alfredo Leal con el octavo de la jornada, de Soltepec, al que le cortó las dos orejas.

La actuación de Pedrés

El albaceteño Pedro Martínez Pedrés regresaba a México después de varios años de ausencia. Había confirmado su alternativa en la Plaza México una década antes, dejando una buena impresión y ahora reaparecía en ruedos mexicanos. El primero de su lote fue Machaquito, de San Diego de los Padres. Escribió Alfonso de Icaza hijo para El Redondel, salido a los puestos el mismo día del festejo:

Pedro Martínez brinda al respetable y se inicia con un ayudado por alto, tras del cual el toro arranca un pedazo de burladero. Torea luego sobre la derecha, por arriba, con sitio y conocimiento de causa, pero sin dar mayor sabor a las suertes. Dos derechazos que no brillan, y cambio de mano para torear al natural, sin dar tampoco mayor profundidad a sus pases, por lo que casi siempre se deja encima a su adversario… Éste dobla otra vez las manos, se vuelve reservón, pero Pedrés le llega hasta la propia cara, para sacárselo en varios derechazos, eso sí, largos y profundos. Otra tanda más completa que la anterior, con la cosa de que se ve muy por encima el matador sobre la bestia… Entra a matar por derecho para dejar una entera, tendenciosa, que surte los deseados efectos. Ovación, petición de oreja que es atendida por la autoridad y vuelta al ruedo en son de triunfo… Una vez más contrasta el esfuerzo de los diestros hispanos con la abulia de los nuestros…

La última expresión de las reflexiones de Icaza hijo, vienen a colación de la columna editorial de su padre Ojo, que cuestionaba con fuerza en la misma fecha, la abulia con la que se conducían nuestros toreros y los rumores que se propagaban, en el sentido de que el convenio se rompería otra vez, para concluir señalando que no era cuestión de echar a los de fuera, sino de enfrentarse a ellos con hidalguía.

Alfredo Leal y el sobrero de Soltepec

Alfredo Leal había tenido una tarde poco afortunada con el lote que le tocó, pues el primero de los de San Diego que sorteó fue devuelto a los corrales por manso y sustituido por uno de Soltepec que fue muy complicado; el segundo suyo, también de San Diego de los Padres, se aquerenció junto al cadáver de un caballo que murió durante el tercio de varas y no fue posible lidiarlo en condiciones, por lo que optó por regalar un octavo toro, de Soltepec, ante el que, según el citado Icaza hijo, realizó:

De la ganadería de Soltepec, negro bragado, abierto de pitones y no se anuncia su peso, que se puede calcular, cuando mucho, en unos 400 kilos… Alfredo Leal veroniquea a pies juntos primero y abriendo el compás después, acabando por armar la escandalera, ya que está toreando como los propios ángeles. La media final es de oro y la ovación a la altura de las circunstancias… Con una varita se pasa al astado, no sin que Leal nos volviera a recrear la vista, con varios lances al natural… Alfredo cita de largo, muleta en mano, para dar un sensacional pase cambiado en el centro del anillo. Sigue toreando, sobre la diestra, corriendo la mano con primor en sus derechazos, para rematar con el forzado de pecho. Ovaciones. Más derechazos, a un toro que sigue el engaño con primor. Pasándose la pañosa a la izquierda, para varios naturales buenos, viniendo la cogida a poco, al dar uno de pecho. Se levanta cojeando y con la taleguilla rota y sangrando, cita para dos o tres muletazos más y deja un estoconazo desprendido de efectos fulminantes. Ovación clamorosa, gritos de torero, y petición de oreja que concede el juez de plaza por partida doble…

Al final, in extremis, Alfredo Leal terminó por salvar una tarde que comenzó mal desde su anuncio, aunque en su espacio editorial de la siguiente semana, don Alfonso de Icaza Ojo, haría la siguiente reflexión:

En el coso de Cuatro Caminos, una gran faena de Pedro Martínez “Pedrés”, a un toro que precisaba un torero tan bueno como el albaceteño, que además estuvo en plan de gran matador; la labor completa de Alfredo Leal en el toro de obsequio, y de alivio por su tamaño y sus condiciones de lidia, y paren ustedes de contar…

De nuevo hacía Ojo la distinción entre la faena del torero poderoso y el torero que se aliviaba. Al final de cuentas, el resultado de la tarde trascendió poco a la historia de sus actores, pero sí lo hizo a la de la plaza y a la de nuestra fiesta, porque fue el preludio de una temporada que tuvo una trascendencia grande a partir, prácticamente, de uno solo de sus integrantes.

En las próximas entradas, seguiré tratando sobre algunas de estas cuestiones.

domingo, 10 de diciembre de 2023

9 de diciembre de 1973: Confirma en la México El Niño de la Capea

El Niño de la Capea
Pancho Flores

La temporada 1973 – 74, organizada por DEMSA, con don Javier Garfias en calidad de cara visible, constó de 16 festejos, empezó el 2 de diciembre del 73 y terminó el 24 de marzo del año siguiente y tuvo como prólogo, una corrida benéfica el 15 de septiembre anterior, cuyos recursos estarían destinados a paliar en algo las necesidades de las comunidades de Puebla y Veracruz afectadas por un fuerte sismo. Como se puede ver, no es de ahora, ni de antier, que la fiesta está siempre en apoyo de las mejores causas de la sociedad. Y como remate, nuestros maestros en el retiro, torearon al día siguiente, también en la gran plaza, un festival con la misma finalidad, que igualmente llenó el coso. Decididamente creo que no somos tan malos como nos quieren pintar.

El elenco que formó don Javier Garfias para ofrecer el ciclo – y el derecho de apartado – se integró con los diestros mexicanos Mariano Ramos, Raúl Contreras Finito, Jesús Solórzano, Adrián Romero, Antonio Lomelín, Raúl Ponce de León, Manolo Espinosa, Jorge Blando, Miguel Villanueva, Luis Procuna y Jaime Rangel; los españoles Francisco Ruiz Miguel, además de El Niño de la Capea y José Mari Manzanares, quienes confirmarían sus alternativas, el colombiano Pepe Cáceres y los rejoneadores Gastón Santos y Pedro Louceiro

En el renglón ganadero, terminaron lidiándose: Javier Garfias (1 encierro más 3 toros), Mimiahuápam, San Mateo (2 encierros), Tequisquiapan, José Julián Llaguno (3 encierros), Torrecilla (1 encierro más 3 toros), Reyes Huerta, Santacilia, Zotoluca (1 toro), Jesús Cabrera, Campo Alegre, La Laguna (4 toros), Manuel de Haro (2 toros), Santo Domingo (1 toro), Mariano Ramírez y El Rocío (1 toro).

Momentos estelares de una temporada

Esa temporada tuvo sus tintes de gloria cuando Mariano Ramos materialmente bordó al toro Abarrotero de José Julián Llaguno, que fue indultado y conforme a la costumbre de la época, le fueron entregadas las orejas y el rabo simbólicos por su faena; la temporada alcanzó quizás su cota más alta el 13 de enero cuando Jesús Solórzano se entendió con Fedayín de Torrecilla y dejó firmada una de las faenas que son de las históricas de la Plaza México. También tuvo sus momentos de épica, cuando entre el disgusto de la concurrencia, Manolo Martínez se dejó toros vivos el 16 de diciembre y el 20 de enero – este último será motivo de especial análisis después – y también cuando el Niño de la Capea escuchó los tres avisos en la primera de las dos últimas fechas señaladas.

Y el tiempo de epopeya no faltó tampoco. Fue en la 14ª corrida, que bien pudo ser la del final de la temporada. La despedida de Luis Procuna fue el sumario en el que se concentraron todas las emociones de una afición que fue privada por cuestiones ajenas al toreo, de ver las desiguales actuaciones de una de las figuras históricas que el toreo mexicano ha producido y que, ha sido además irrepetible. Ese domingo 10 de marzo de 1974, Luis Procuna dejó en el ruedo de la Plaza México el epítome de su tauromaquia y cortó, el que quizás haya sido uno de los rabos mejor logrados de los ciento y tantos que allí se han otorgado. Se fue de los ruedos como lo que fue, un triunfador y le dejó claro a los que lo mandaron al ostracismo por casi una década, que, de proponérselo, todavía había mucho Procuna por delante.

La segunda corrida de la temporada 73 – 74 

La temporada, decía, se había inaugurado el domingo 2 de diciembre y para el siguiente, se programó un encierro de don Javier Garfias para Curro Rivera, Pedro Gutiérrez Moya El Niño de la Capea y Curro Leal, estos dos últimos, nuevos en la plaza como matadores de toros y, por ende, confirmantes de sus alternativas. El padrino de la ceremonia llegaba con nuevo apoderado a este ciclo capitalino, pues había roto con Enrique Vargas, que era quien lo había llevado desde sus inicios novilleriles, para dejar el manejo de sus asuntos al ingeniero Manuel Lourdes Camino

La tarde fue más bien grisácea, porque al final de cuentas, solamente El Niño de la Capea pudo cortarle la oreja al toro que abrió plaza, nombrado Consentido y que sirvió para que confirmara la alternativa que recibiera en Bilbao el 19 de junio del año anterior. Escribió el cronista de la agencia EFE, para el semanario El Ruedo:

Moya, que confirmó su alternativa española, toreó con mucho duende, temple, clase y arte. En su primero oyó grandes ovaciones y terminó de un estoconazo, recibiendo una oreja, con petición de otra y vuelta al ruedo, devolviendo prendas de vestir. Con su segundo Moya demostró que, además de artista, es un poderoso lidiador, ya que con doblones efectistas se adueñó de su nada fácil enemigo. Fue premiado con una gran ovación…

Por su parte, el psiquiatra Enrique Guarner, en su Historia del Toreo en México, relata así su recuerdo acerca de esa actuación de la siguiente manera:

El primero de la tarde fue castaño y bocinero. Pedro Moya lo recibió con preciosas verónicas y una media que levantaron al público de sus asientos. El quite por chicuelinas resultó lento y pausado. Brindó a los concurrentes y con la muleta realizó un inolvidable trasteo con magníficos pases en redondo. Iniciaba cada serie con un molinete, alegrando al toro, y la remataba con el perfecto obligado de pecho. Vino después la gran estocada y se le concedió la oreja y una vuelta al ruedo. Para mi manera de ver y luego de ver varias veces esta faena filmada, creo que merecía mayor premio o por lo menos comentarios más favorables a los que tuvo; sobre todo debido a su gran limpieza…

Se observa de ambos comentarios la descripción de un torero con clase, con poderío y con tendencia a torear limpiamente, pero no hay atisbos de lo que vendría después con él. Y es que quizás su escasa permanencia en México en esas fechas, por tener que viajar a Sudamérica a cumplir compromisos allá, le mantenía inconexo de los medios y del ambiente taurino nuestro, pero ya habría ocasión. Escribe Daniel Medina de la Serna:

Todos sabemos ahora que “El Niño de la Capea” ha sido el torero español de la Plaza México, pero esas primeras tardes, para que no lo pudiéramos avizorar, ni menos profetizar, tuvo unas actuaciones contrastantes, de las que además se ausentaba, casi al día siguiente, para ir a cumplir contratos en América del Sur. En la tarde de su confirmación le cortó la oreja al de la ceremonia, “Consentido”, tras una gran faena y un volapié impecable; con el otro poco pudo hacer...

Al domingo se le iría vivo Nene de Mimiahuápam y conoció la cara no amable de la afición de la capital. Esto le contó a Víctor José López El Vito:

Su opinión sobre Manolo Martínez la resume a una de las muchas tardes que torearon juntos en la México, y que los dos vieron regresar sus toros al corral tras escuchar los tres avisos en dos de sus turnos. Uno por cabeza. Fue una tarde muy bonita… Cuando acabó la corrida, al abandonar el ruedo como es tradicional él, Manolo Martínez, más antiguo que yo al salir me dijo: “Mira mano, sígueme” … Nos metimos en la enfermería hasta las diez de la noche, asegurándonos que no había nadie esperándonos. Salimos de la plaza en medio de la oscuridad en las calles que rodean la Monumental. La gente no estaba para bromas…

Pero el 20 de enero siguiente se reuniría con Alegrías de Reyes Huerta y aún después de recibir un aviso por ponerse pesado con la espada, se le obligó a dar dos vueltas al ruedo por la faena que le hizo. El torero de Salamanca asegura que ese día fue el que lo adoptó la afición de la Plaza México.

El resto de la corrida

Curro Rivera pareció acusar el cambio de apoderamiento y, se decía también, las tensas relaciones familiares que le resultaron por esa decisión profesional. La crónica aparecida en El Ruedo, de la agencia EFE, dice:

Rivera, en su primero, dibujó cuatro lances en los medios a pies juntos y sin moverse un milímetro, y con la franela logró varias tandas de derechazos y naturales, serenos y torerísimos. Fue ovacionado. Con su segundo. Rivera lo intentó todo; pero tuvo que abreviar en virtud de que el de Garfias agotó sus fuerzas. Nuevamente ovacionado…

Por su parte, años después, Daniel Medina de la Serna, agregaría:

Para Curro Rivera fue ésta una temporada complicada por las relaciones personales con su padre, con el cual terminó por romper cuando menos en el plan poderdante – apoderado. Esa primera tarde el doble padrino estuvo como desconcertado y un tanto ausente, apenas se vio bien en su primero y algo mejor en el cuarto, aunque sin mayores proezas...

Curro Leal pasó de puntitas en esta tarde de compromiso, aunque ya tendría oportunidad de volver a la gran plaza y escribir su nombre en la historia de ella.

Para terminar

El Niño de la Capea, como lo dice Medina de la Serna, es uno de los toreros españoles de la Plaza México. Sus obras con Corvas Dulces, Fandango, Manchadito, Samurái, Pedregoso, Bordador, Delicioso, Cantarito o Piropo tienen lugar privilegiado en la historia y la memoria de la Plaza México. Hoy en el cincuentenario de su confirmación de alternativa en ella, le recuerdo con admiración y respeto.


domingo, 3 de diciembre de 2023

1º de diciembre de 1963: Guillermo Sandoval confirma su alternativa en la Plaza México

Guillermo Sandoval confirma en
Madrid 1° agosto 1965
Foto: Martín Santos Yubero
El inicio de la década de los sesenta fue promisoria para el toreo en México. Surgió una generación de novilleros que parecía que representarían el relevo de los toreros de nuestra Edad de Plata de una manera tersa, sin sobresaltos. Así, vimos surgir en las plazas México y el Toreo de Cuatro Caminos a Abel Flores El Papelero, Gabino Aguilar, Mauro Liceaga, Fernando de la Peña, y Guillermo Sandoval quienes atrajeron la atención de las casas de apoderamiento españolas que se hicieron presentes aquí a finales de 1961, en la persona entre otros de Alberto Alonso Belmonte, Cristóbal Becerra y los diestros retirados Pepe Iglesias y Antonio Posada, quienes buscaban contratar para sus grupos a algunos de esos novilleros y por supuesto a varios de los matadores que encabezaban nuestro escalafón.

Guillermo Sandoval, originario del barrio de Peralvillo de la capital mexicana, que se había presentado en Cuatro Caminos el 7 de mayo de 1961 y en la Plaza México el 16 de julio siguiente – ambas plazas las llevaba al mismo tiempo el Dr. Alfonso Gaona – se fue a España dándole poderes a Pepe Iglesias, quien por las plazas en las que actuó el torero capitalino, debió ser cercano a la empresa Jardón, que tenía a su cargo la plaza de Las Ventas. Así, casi al bajarse del avión, le contrata su presentación en Zaragoza, para el 8 de abril de 1962, alternando con El Cordobés y Rafael Ataide Rafaelillo en la lidia de novillos de Baltasar Ibán

Así iniciaría una campaña en la que torearía 27 novilladas, destacando sus actuaciones en plazas como Zaragoza (5), Madrid (3), Barcelona (2), Valencia (2), San Sebastián (2) o Alicante. Fue el novillero mexicano que más tardes sumó ese año y quedó arreglado para volver el siguiente, cuando toreó 5 novilladas más otras tres en Madrid, una más en Zaragoza y cerró ese capítulo de su carrera en Calatayud.

La alternativa la recibió en Barcelona el 18 de agosto de 1963, de manos de Joaquín Bernadó y fungiendo como testigo Vicente Fernández El Caracol. El toro de la ceremonia se llamó Algarrobito y fue de la ganadería salmantina de Lamamié de Clairac. Ese calendario todavía alcanzó a sumar otras tres corridas de toros, todas en Palma de Mallorca, entre el 25 de agosto y el 20 de octubre de ese año.

La confirmación de alternativa de Guillermo Sandoval

La temporada de toros 1963 – 64 en la capital mexicana se verificó en dos plazas. Por una parte, la México tenía como cabezas de su elenco a Luis Procuna, Joselito Huerta, Jaime Rangel, Paco Camino, Diego Puerta, El Viti y proponía como confirmantes a Guillermo Sandoval, Fernando de la Peña, Oscar Realme y Abel Flores El Papelero, todos ellos doctorados entre agosto y el final de septiembre en ruedos hispanos y en el caso de Realme, ya hasta confirmado en Madrid.

El elenco de Cuatro Caminos, plaza llevada en esta oportunidad por Alejo Peralta y Dolores Olmedo, se apoyaba en Calesero, Antonio Velázquez, Rafael Rodríguez, Jesús Córdoba, Manuel Capetillo, Juan Silveti, El Ranchero Aguilar, Alfredo Leal y era el gran atractivo del mismo Manuel Benítez El Cordobés, que venía junto con Pedrés, El Caracol y el venezolano César Girón. En algún otro punto de esta bitácora, conté ya que el punto débil de esta empresa estuvo en la obtención de ganado de garantías, porque la empresa de la México, le bloqueó cualquier posibilidad de conseguirlo.

La corrida inaugural de esa temporada en la Plaza México se celebró el 1º de diciembre de 1963, cuando para lidiar un encierro de Tequisquiapan, se anunció a Humberto Moro, Santiago Martín El Viti y Guillermo Sandoval, quien confirmaría su alternativa. A propósito de ese festejo de apertura de temporada, escribió para El Redondel don Alfonso de Icaza Ojo:

La corrida inaugural de la temporada grande siempre es un acontecimiento en nuestra incomparable Ciudad de los Palacios... Hoy la gente ha llenado las localidades numeradas, mucho más que las generales, lo que demuestra que no persigue la baratura de los precios, sino el ver la fiesta desde más cerca y en el mejor asiento posible... Nuestras corridas seguirán siendo grandes, en tanto el público responda a los buenos carteles que se le ofrecen... Preside la corrida el licenciado Jacobo Pérez Verdía, asesorado por Samuel Solís... El tiempo es magnífico, pues brilla el sol en el azul de nuestro cielo, calentando el ambiente que al amanecer de hoy era gélido...

No fue precisamente un lleno el que provocó esa primera tarde, pero sí una entrada respetable, que reflejaba el interés de un cartel imaginativo, balanceado y que dejaba a la afición esperar que en ella se dieran hazañas dignas de ser recordadas.

El primer toro de la corrida se llamó Indiano, de pelo cárdeno claro y se le anunciaron 520 kilos en la tablilla. Fue el de la confirmación de Guillermo Sandoval. Su actuación ante él, de acuerdo con el ya invocado Ojo fue de la siguiente guisa:

Brinda el diestro de Peralvillo a un señor que suponemos sea su padre y pasa a habérselas con un toro que toma muy bien el engaño, yendo hasta donde lo mandan. Comienza a muletearlo cerca de las tablas, siempre por alto, hasta que remata la serie con un pase de trinchera bien instrumentado... Cita de largo con la zurda... resultando cogido a poco... Varios buenos derechazos llevando al toro desde aquí hasta allá, y nueva cogida, rompiéndole la taleguilla. Se levanta y el público lo aplaude ruidosamente... trata de entrar a herir, pero una parte del público se opone. Nueva ración de trapo, con abundancia de derechazos eternos, que demuestra que el toro tenía todavía mucho que torearle... media estocada delantera y perpendicular a un tiempo... los peones capotean y extraen el arma y Sandoval entra de nuevo y deja el estoque delantero, casi hasta el puño, doblando casi de inmediato la res... Hay palmas al toro en el arrastre y ovación para Guillermo Sandoval que saluda desde el tercio...

Por su parte, Carlos León, en sus Cartas Boca Arriba del diario Novedades, dirigiéndose en esta oportunidad a Pedro Chicote, en su Museo Internacional de Bebidas en Madrid, discurre:

Guillermo se pasó dos años en España y, si actuó bastante como novillero, viene apenas con cuatro actuaciones como matador de toros. Su verdor, pues, era lógico que fuera como el de un ligero vino abocado. Sin embargo, el novel espada salió con ansias novilleriles y, en el sorteo, tuvo mejor suerte que la venturosa del sacristán de Boccaccio 70... Nobilísimo era el cárdeno que Don Fernando de la Mora envió para abrir plaza. Un toro para consagrarse, pero... el neófito no lo comprendió y trató de muletearlo a salga pez o salga rana. Y así no es posible. Se llevó dos impresionantes volteretas, de las que se levantó como sólo podían hacerlo Adán y Eva: sin verse la ropa. Pero la voluntad y el valor no fueron suficientes ante un burel de seda que exigía un torero…

Guillermo Sandoval fue herido por el toro que cerró la corrida, llamado Rumbero, sexto – bis del encierro, ante el cual parecía estarse acomodando y presentando por fin el toreo de clase que le caracterizaba. Escribe Carlos León:

Con el sustituto del sexto volvió a tener la suerte de topar con un bicho excelente, más apenas empezaba a armar la escandalera con el capote, cuando se produjo otra cogida, que ahora sí lo mandó a la enfermería...

Por su parte, Ojo reflexiona acerca de la actuación del confirmante ante este segundo toro de su lote:

...después de unos cuantos capotazos de tanteo liga hasta media docena de buenas verónicas, que remata por partida triple con un recorte muy ceñido, una “brionesa” y una rebolera, oyendo palmas en abundancia de la concurrencia... Sandoval, en el quite, chicuelea primorosamente, pero es cogido después de la manera más tonta: remata de rodillas, el toro hace por él y él hace por el toro, que no tiene sino estirar la gaita, para inferirle una cornada en el muslo derecho, que provoca hemorragia...

Cuando parecía que Guillermo Sandoval iba a redimir su crédito ante la afición de la capital, se encontró con los pitones de los toros y sus intenciones se quedaron en mera declaración. Volvería a la Plaza México el 26 de enero de 1964, para alternar con Luis Procuna y Diego Puerta ante un encierro del Ing. Mariano Ramírez y ya no regresaría vestido de luces a la gran plaza.

El resto de la corrida

Santiago Martín El Viti firmó esa tarde una de sus grandes obras en el coso de Insurgentes. Lo hizo ante el quinto de la corrida, Hortelano, al que le cortó las dos orejas, faena de la que Carlos León dijo: Santiago era un ausente de sí mismo y de su alrededor – de su yo y sus circunstancias, como diría Ortega y Gasset – pues allí no existía sino el toro, sólo el toro que el “Viti” iba creando a la medida de su muleta...

Por su parte, Humberto Moro no tuvo una reaparición feliz en la Plaza México, no obstante que tuvo tres toros para revitalizar su cartel ante la afición capitalina. Fue una de esas tardes en la que simplemente no se acomodó.

El futuro de Guillermo Sandoval

Guillermo Sandoval confirmaría su alternativa en Madrid el 1º de agosto de 1965, recibiendo los trastos nuevamente de manos de Joaquín Bernadó y en presencia de Antonio Sánchez Fuentes, cediéndole el primero de los toros de Miguel Zaballos corridos esa tarde veraniega. Fue la única corrida en la que actuó ese año en aquellas tierras y sufrió una cornada grave, según se deduce del parte médico rendido:

Durante la lidia del primer toro ingresó en esta enfermería el diestro Guillermo Sandoval, con herida por asta de toro situada en cara antero interna del muslo izquierdo en la unión con el tercio superior con el medio, que interesa piel, tejido celular y aponeurosis femoral con una trayectoria de cinco centímetros de longitud dirigida hacia atrás y hacia arriba que produce grandes destrozos en el muslo, vasto interno y abductores; contusionando el paquete vascular con espasmo arterial, desgarro de la vena femoral y arrancamiento de la colateral con abundante hemorragia que hizo precisa transfusión de sangre durante todo el acto operatorio. Luxación escapulo humeral del lado derecho. Pronóstico grave.

Como se puede ver, a Guillermo los toros lo castigaron duramente en los momentos menos oportunos.

En 1966 se produjo un cisma sindical entre la torería mexicana y nació lo que hoy es la Asociación Nacional de Matadores de Toros, Novillos, Rejoneadores y Similares. Pero quedó subsistente en el ámbito local de la Ciudad de México la Unión Mexicana de Matadores de Toros y Novillos, misma que fue liderada por Luis Procuna. El semanario El Ruedo de Madrid, fechado el 27 de diciembre de 1966 contenía la siguiente información:

Después de consumada la escisión entre los toreros mejicanos, las personas que forman los Comités o Juntas Directivas de la Unión y de la Asociación son las siguientes: Unión. - Luis Procuna, reelegido secretario general, Jesús Córdoba, Oscar Realme, Víctor Huerta, Guillermo Sandoval y Fernando de la Peña. En Honor y Justicia, Emilio Sosa, Eduardo Moreno y el novillero Rafael Ramírez. En Hacienda y Vigilancia, Emilio Rodríguez Vela, Jorge Carrillo y el novillero Roberto Segovia...

Prácticamente todos los toreros que se integraron a la Unión y que ocuparon cargos directivos en ella, terminaron casi en ese momento sus carreras, pues por una especie de pacto de caballeros, las empresas contrataban preferentemente a los afiliados a la Asociación. Guillermo Sandoval siguió toreando intermitentemente hasta el año de 1978, año en el que encontré el último registro de una actuación suya, el 19 de octubre, en Acapulco, mano a mano con el diestro ecuatoriano Bolívar Vasco, en la lidia de toros de Matancillas. Esa tarde cortó tres orejas a los toros de su lote.

Hoy recuerdo a Guillermo Sandoval en el sexagésimo aniversario de su confirmación de alternativa, un torero que por su clase pudo ocupar un sitio de privilegio en los ruedos de México.

domingo, 26 de noviembre de 2023

26 de noviembre de 1977: Miguel Espinosa Armillita recibe la alternativa en Querétaro

Miguel Espinosa, el menor de los hijos varones del Maestro Armillita, después de torear un importante número de festivales al lado de su hermano Fermín y de los hijos de otros toreros, sobre todo de la Edad de Plata mexicana, empezó a vestir el terno de luces el año de 1976. Se presentó con los del castoreño el 18 de marzo de ese año en Jiquilpan, Michoacán, alternando con Javier Tapia El Cala y Miguel Munguía El Inspirado para lidiar novillos de la ganadería de su padre y unos días después toreó una segunda en San Juan de los Lagos, Jalisco.

La tercera novillada de su carrera fue su presentación ante la afición de la ciudad en que nació, Aguascalientes, el domingo 18 de abril, en el festejo que ese año abría la Feria de San Marcos, disputando el trofeo del Cristo Negro del Encino, junto con Pepe Luis Vázquez hijo, Alfredo Gómez El Brillante, Carlos Liceaga, Juan Miranda y Pedro Loredo, ante un encierro de San Manuel.

Era una apuesta arriesgada, venir a abrir una de las ferias más importantes de América y matando un solo novillo, pero al final, lo resolvió con suficiencia y cautivando a la afición que se reunió en la plaza Monumental Aguascalientes, llevándose a su casa el trofeo en disputa, mismo que le entregó al final de la novillada Alfonso Ramírez Calesero.

Esa temporada torearía una veintena de festejos aquí en México y para 1977 marchó a hacer campaña en ruedos europeos, actuando en plazas de primer orden como Barcelona, Sevilla, Valencia o Pamplona. De su presentación en Barcelona, el 27 de marzo, escribió Julio Ichaso para La Vanguardia:

Es hijo del espada azteca Fermín Espinosa «Armillita», tan conocido y aplaudido en nuestras plazas. Se presenta Miguel, en Barcelona... Como dato curioso diremos que «Armillita chico» actúa en Barcelona precisamente en la fecha que su padre Fermín tomara la alternativa aquí, hace cuarenta y nueve años y dos días, para ser exactos... Miguel tomó las banderillas con buena ejecución y estilo. Muchas palmas... Brindó a Manolo Mateo, el decano de los reporteros gráficos taurinos. Muletazos con agobiante y artística lentitud. Aplausos y música. Lo muleteó por los dos lados... ovaciones... Entró a herir con facilidad, pero la espada enseñaba la puntita. Volvió con dos estoconazos más, concediéndole la oreja, despidiéndole con aplausos, así como a sus compañeros de terna y paseo a hombros por los «capitalistas»...

El jueves 9 de junio de ese 1977, actuó en el último festejo que se dio en la hoy extinta plaza de Las Arenas, también en la Ciudad Condal, junto con José Manuel Dominguín y Tomás Campuzano, ante novillos de Antonia Laa Sánchez.

El 6 de julio de ese mismo año, abrió la Feria de San Fermín en Pamplona, en un cartel en el que participaron los rejoneadores Álvaro Domecq y Joao Moura ante toros de Ramón Sánchez y a pie Miguel alternó con José Luis Palomar ante novillos de Diego Romero. A propósito de ese festejo, relató Vicente Zabala Portolés para el ABC madrileño:

He disfrutado hoy en Pamplona con la felicidad del viejo Armillita, que ha visto cómo su hijo triunfaba en una tarde plena de aciertos. El chiquillo (es un auténtico niño) me parece un estupendo remedo de lo que dicen que fue su padre. Le funciona la cabeza. Torea variado con capote, banderillas y muleta. Le veo talento y decisión para resolver problemas... El nuevo Armillita es torero de escuela. Su padre le ha enseñado el oficio. Se aprecian mil detalles, hasta en la resurrección del molinete con la izquierda y el saber estar en la plaza. Todo lo quiere hacer bien, aunque no siempre lo consiga. Junta las zapatillas para banderillear. Esto es muy difícil y meritorio. Tiene un montón de detalles importantes, que le pueden conducir a ese camino de ver cómo la dinastía azteca de los Armillitas se prolonga por lo menos una generación más. Hubo petición de oreja y vuelta en el primero. Cortó la oreja del sexto en medio del diluvio. Ahora a esperar. Hay que verle más veces. Nada de precipitaciones ni campanas al vuelo, pero el manito tiene muchas cosas de las que agradan al buen aficionado...

Esa fue en general, la impresión que Miguel Armillita causó en su paso por los ruedos de Europa en su campaña novilleril, que cerró con 35 festejos toreados y que, planteado su regreso a México, era con la finalidad de recibir la alternativa al inicio de la temporada mexicana.

La alternativa de Armillita Chico

La primera corrida de la Feria de Navidad de 1977 que ofrecía la empresa de la plaza Santa María de Querétaro, a celebrarse el sábado 26 de noviembre, se componía con ocho toros de don Javier Garfias para Manolo Martínez, Eloy Cavazos, José Mari Manzanares y Miguel Espinosa Armillita, quien recibiría la alternativa.

La crónica del festejo aparecida en el diario El Informador de Guadalajara, fue firmada por Luis Soleares, seudónimo de don Carlos Loret de Mola Mediz, quien dijo del toricantano:

Armillita Chico, Miguel Espinosa, de blanco y oro, recibió al primero de la tarde, “Arlequín”, de 515 kilos, con verónicas de muy buen corte que recordaron a las de su padre el maestro grande. El burel, de buen peso y magnífico trapío, como toda la corrida, acude bien para dos cuarteos con cites en el estribo. El tercero le resulta superior. Brinda el toro de la alternativa a su padre, Fermín, quien está entre barreras. Lleva a su enemigo a los medios, con trincherazos y firmas. Hay derechazos y cinco buenos naturales. Como el toro ya no pasa, lo cierra en tablas y le saca algunos naturales más. Luego medios pases y tres pinchazos, antes de una estocada entera...

Ante el octavo de la función, nombrado Solitario, el cronista le apunta nuevamente lucimiento en el segundo tercio y con la muleta en la mano izquierda, ante un toro que se quedó parado, concluyendo acerca de su actuación lo siguiente:

El público lo despidió con aplausos. Miguel Espinosa tiene el corte de su padre y su inteligencia para entender a los toros. Se augura que será un buen matador...

El resto de la corrida

Manolo Martínez, se llevó tres orejas en la espuerta; Eloy Cavazos le cortó las orejas y el rabo al primero de su lote y el sexto de la tarde, Aladino, número 37, con 478 kilos de peso, fue indultado, concediéndosele las orejas y el rabo simbólicos. Por las protestas de la concurrencia, se negó a dar la vuelta al ruedo, misma que dio en solitario el ganadero don Javier Garfias acompañado por dos de sus nietos. Por su parte, José Mari Manzanares le cortó las orejas y el rabo a Cobrador, cuarto de la corrida y primero de su lote.

En suma, una corrida que fue triunfal e histórica, pues en ella inició su andar por los ruedos como matador de alternativa un torero que durante casi tres décadas figuró en el primer plano de la fiesta en el mundo.

Concluyendo

De las narraciones transcritas podemos ver que en esas primeras tardes se nos describía a un torero más variado, que todavía se encargaba de cubrir el segundo tercio y que, con la muleta, empezaba a barruntar lo que sería el fuerte de su actuar en la cima de su carrera: el toreo al natural.

Miguel Armillita se despidió de los ruedos en Aguascalientes el 1o de mayo de 2005 y regresaría, testimonialmente, una sola tarde, la del 6 de diciembre de 2009, a la Plaza México, a confirmarle la alternativa a Cayetano Rivera Ordóñez.

Falleció en Aguascalientes el día 5 de noviembre de 2017.

domingo, 19 de noviembre de 2023

Universidad, tauromaquia y tolerancia

La biblioteca Francisco Xavier Clavigero de la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México había anunciado, para iniciar el pasado jueves 16 de noviembre, una exposición de fotografías obra de don Carlos González Frey, quien firmó siempre sus instantáneas simplemente como Carlos, y que fuera el fotógrafo de cabecera primeramente, del doctor Alfonso Gaona y el indispensable, diría yo, de la Plaza México, porque el grueso de su actividad detrás de la cámara y la lente, la desarrolló en ese escenario taurino desde su apertura y hasta marzo del año 2003.

El día de la inauguración de la muestra se publicó en la red social X – antes Twitter –, en la cuenta oficial de la institución educativa, que la exposición se cancelaba, porque: La IBERO informa que suspendió esta exposición. La Universidad promueve el respeto a todas las formas de vida. Magra y pobre explicación para justificar un atropello que no denota más que ignorancia e intolerancia. Pero el daño, se lo hacen ellos mismos.

Don Carlos González Frey

Izka González, nieta del fotógrafo, en su perfil de Linkedin, en febrero de este año, al cumplirse el 15º aniversario de su fallecimiento, hace una serie de reflexiones acerca de lo que fue la vida de don Carlos González, a quien con justicia podemos calificar como el fotógrafo de la Plaza México. Entre otras cosas, nos cuenta lo que sigue:

Mi abuelito se quedó huérfano a los 7 años (1920), vivió en la calle un tiempo hasta que, dicho por él, se acercó a un hospicio porque no quería ser un vago… Aprendió la profesión de zapatero y después la vida y su afición por la fiesta brava lo llevaron al trabajo que lo llenó de satisfacciones y que estoy segura para él, de hecho, no era un trabajo, era su vida: la fotografía… Aprendió a hablar inglés porque quería leer los manuales de sus cámaras (a mediados del siglo XX los mejores equipos se manufacturaban en el extranjero y todo estaba disponible en inglés)…

Quizás esta es una situación que es el antecedente de la incomodidad de quienes señalaron con el índice la organización y el anuncio de la exposición cancelada, que don Carlos haya sido un hombre “hecho por sí mismo, algo que hoy en día le produce escozor a muchos, sobre todo a esos que se proclaman progresistas y que equiparan esa voluntad de ser alguien, a un mero egoísmo.

Tras su óbito, la familia de don Carlos decidió que el destino del testimonio de su obra fotográfica, recogido en más de 225,000 negativos, pasara a la custodia de la Universidad Iberoamericana, lugar en el que, por una mera razón lógica, considero que debería ser resguardado, clasificado, digitalizado y puesto a la disposición de quienes lo requirieran para su consulta en trabajos de índole académica, artística o cultural. Sigue escribiendo Izka González:

Por muchos años cuando dejó de trabajar, se preocupaba por su archivo, decía que los negativos se podían quemar y no sabía qué hacer con ellos… Su acervo tan valioso, que consta de 225,379 negativos en guardas de papel, de metal y sueltos, además de cámaras y otros documentos, hoy está protegido y resguardado en el Área de Acervos Históricos que pertenece a la Biblioteca Xavier Clavijero de la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México…

Queda clara entonces, la finalidad con la que ese material fotográfico, que da testimonio de lo sucedido en la Plaza México principalmente, durante casi seis décadas, fue entregado a la Ibero y no fue precisamente para que permaneciera embovedada y lejos de los ojos de la humanidad.

Joselillo, Plaza México 1946
Foto: Carlos González

Don Carlos González Frey falleció en la Ciudad de México el 15 de febrero de 2008 y como lo afirma su nieta, en vida tuvo el reconocimiento de sus colegas y amigos, así como evidentemente de su familia, que pensó en procurar un destino para su obra en el cual se pudiera seguir accediendo a ella y se tuviera presente siempre su memoria.

La Biblioteca Clavigero

El doctor Luis Arriaga Valenzuela S.J., Rector de la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México, en un artículo publicado en la Revista Ibero salida en el mes de octubre del presente año, titulado La Biblioteca Francisco Xavier Clavigero. Una expresión de nuestro compromiso con la construcción del futuro, entre otras cuestiones, expresa:

...en la Ibero creemos que el acervo de nuestra biblioteca debe encontrarse al servicio de un Bien Mayor, especialmente cuando nos permite discernir la complejidad de cada momento histórico para actuar en consecuencia... Se trata, sobre todo, de una biblioteca concebida para hacer posible que la investigación, el intercambio de ideas... Es decir, que sea una biblioteca viva... una biblioteca abierta a la creatividad, las inquietudes y el talento de sus usuarios, especialmente cuando se reconoce que ellas y ellos también son “portadores de saberes” ... Por eso Goldin sugiere que concebir a una biblioteca como lugar de encuentro vivo no se opone “a la idea tradicional que se tiene de ella como un espacio que resguarda y posibilita el acceso a las ideas y al pensamiento” ...

Contradictoria la postura del señor Rector cuando por escrito habla de intercambio de ideas, de creatividad, de talento, de saberes y de apertura al pensamiento como elementos esenciales de existencia de un espacio como una biblioteca y por el otro, cuando se va a exponer una muestra de algunos de los materiales que se resguardan allí, cede a las presiones de unos cuantos, y sin mediar mayor explicación, se escuda en un argumento de catálogo y cancela la exposición, para que no parezcan ni él, ni la institución que dirige, políticamente incorrectos.

Universidad y Tolerancia

Desde sus tiempos más remotos la Universidad ha representado un lugar en el que se reúne el conocimiento, la discusión y la transmisión de las ideas de una manera digamos, democrática, porque todo el mundo tiene derecho a expresar su pensamiento, a que los demás se las escuchen y lo más importante, que, si no las comparten, que se las respeten. 

Todo ello implica necesariamente que en la Universidad todas las expresiones de la vida y del saber humano tienen cabida y todas las formas de pensar acerca de ellas también tienen lugar. En otras palabras, en la Universidad se puede – y agregaría yo, se debe – disentir, pero siempre dentro de un marco de respeto a las personas y a sus realizaciones. La Universidad es el terreno inalienable de la unidad en la pluralidad diversa.

El punto de partida de ese ambiente de respeto es la tolerancia. Puede no gustar a muchos, en este particular caso, la tauromaquia, pero otros muchos tenemos afición a ella. A unos y a otros, nadie nos obliga a acercarnos o a alejarnos de la fiesta de los toros. La solución es muy sencilla: que se aproxime a ella quien tenga gusto o curiosidad y quien no, por las razones que sean, tiene el inalienable derecho de pasar de largo.

Ser tolerante, ha establecido la UNESCO, en diversos documentos, es el reconocer los derechos humanos universales y las libertades fundamentales de los demás… Es por eso que la tolerancia no es resignación, derrota, ni sumisión. Y es que la resignación inmoviliza, y en cambio, la tolerancia promueve; la derrota implica aceptar que hay perdedores, y cuando hay tolerancia, todos ganamos; cuando nos sometemos, nos damos por vencidos, pero la tolerancia siempre nos posibilita triunfar.

Así pues, el escuchar solamente una de las versiones acerca del tema para cancelar la exposición, implica inmovilizar, derrotar y someter a quienes intentaron exponer la otra. Es un claro ejemplo de una conducta que no refleja precisamente un espíritu universitario, ni de parte de quienes pidieron – o seguramente – exigieron esa cancelación, y desgraciadamente tampoco, de aquellos que la decretaron.

Intentando terminar

La moda de lo woke ha impregnado la forma de vivir de muchos jóvenes en la actualidad y les hace estar enojados con todo y les ha convencido también que todos los demás les debemos algo, según el tiempo y el lugar en donde se encuentren. Esa manera de ver la vida les hace creer que todas las instituciones han de ser destruidas o transformadas de acuerdo a su particular modo de sentir en una situación determinada.

No admiten como válida la cultura del esfuerzo, pues sintiéndose acreedores del resto de la humanidad, creen tener autoridad para exigir y recibir todo lo que necesitan o crean necesitar, y desprecian profundamente a aquellos que, por su propio esfuerzo, intentan salir adelante. Y su actitud hacia ellos es la de echarlos fuera, borrarlos, cancelarlos.

Expreso mi solidaridad a Hugo Martínez Gómez, el alumno de la Ibero que fue el organizador y curador de la exposición, y una de las principales víctimas de la intolerancia de una institución que paradójicamente lleva por lema el de La Verdad nos hará Libres. A mi juicio, el resultado final es que la Ibero ha puesto en duda su calificativo de Universidad y aquellos que se opusieron a la exposición y los directivos que la cancelaron definitivamente les viene grande, muy grande el calificativo de universitarios.

Que pena que una que fuera una de las casas de estudio más importantes de México, haya caído tan bajo.

domingo, 12 de noviembre de 2023

John Fulton, a 60 años de su alternativa

John Fulton
Foto: Santos Yubero
Hay toreros que son calificados de exóticos por no ser de origen hispano. Quizás a John Fulton, natural de Filadelfia, en Pennsylvania en los Estados Unidos, se le pueda tratar de encasillar allí, pero no es precisamente así su caso. El hecho de no llamarse hispanamente Juan y apellidarse López, Gutiérrez o Martínez, no le hace precisamente una especie de bicho raro en el ambiente de los toros en los lugares donde se verifican festejos, pues, aunque su apariencia física, su manera de hablar la llamada lengua de Cervantes y su nombre delataban su origen anglosajón, su manera de comportarse en los ambientes propios de la fiesta denotaban que se había asimilado plenamente a ella.

John Fulton fue discípulo de Pepe Ortiz, el Orfebre Tapatío, quien en San Miguel de Allende tenía su ganadería de toros de lidia en la Hacienda de Calderón. Allí se convirtió en uno de los continuadores de la verdadera Escuela Mexicana del Toreo, la iniciada por Saturnino Frutos Ojitos y llegada a él por la vía de Luis Güemes, quien fuera banderillero en la cuadrilla juvenil del maestro de Gaona y después también en la cuadrilla del Petronio de los ruedos. A la vera de Pepe Ortiz se formaron toreros como Jesús Córdoba y Pepe Luis Méndez y es significativo que varios de nacionalidad norteamericana, como Robert Ryan, Diego O’Bolger o el mismo Fulton, aprendieron el toreo allí en la casa del gran artista de Guadalajara.

En ese orden de cosas se presentó como novillero en la Plaza de Toros Oriente en 1953 y tras de observar que era complicado actuar en tierras mexicanas, en 1956 marcha a España, estableciéndose en Sevilla, logrando presentarse como novillero en Cádiz, el 29 de junio de 1958, alternando con Pepe Álvarez y Emilio Oliva, en la lidia de novillos de Pepe Luis Vázquez. Álvarez no mató ninguno por haber sido herido por el que abrió plaza y Fulton fue herido por su primero, pero salió de la enfermería a matar al quinto y al sexto, dando vuelta al ruedo en ambos.

Se presentó en Madrid el 15 de octubre de 1961, para lidiar novillos de Jesús Sánchez Arjona en unión de Luis Alviz y Francisco Raigón. A propósito de esta tarde, Benjamín Bentura Sariñena Barico, en su crónica de El Ruedo, aparecido el día 19 siguiente, dice:

Se presentaba el norteamericano John Fulton, mocetón sobrado de facultades y bastante enterado de las reglas fundamentales del arte de torear... Se adivina en el norteamericano el adiestramiento en las placitas de tienta y una cuidadosa observación de lo hecho por toreros de categoría... Mató al tercero de media estocada caída y perpendicular. En el sexto oyó los tres avisos después de trece pinchazos y diez intentos de descabello...

Esa campaña sumó dos festejos más, uno en Sanlúcar de Barrameda, el 14 de mayo, enfrentando novillos de Álvarez Hermanos, junto con el rejoneador Baldomero Gaviño, Facultades y Joaquín Ceballos Quinito y otro, el 12 de octubre, en el Puerto de Santa María, cuando para lidiar novillos de José G. Barroso, se le acarteló con Mondeño II y Antonio Ruiz.

El número de El Ruedo fechado el 31 de mayo de 1962, daba cuenta de que en el Ateneo de Sevilla, se inauguró una exposición de pintura taurina, obra de John Fulton:

En el Ateneo de Sevilla  ha inaugurado una exposición de pintura taurina John Fulton, el torero de Filadelfia, afincado en la ciudad de la Giralda, y que alterna los pinceles con su afición a los toros. John tenía - y tiene - la ilusión de llegar a doctorarse en tauromaquia. Le anima a ello Antonio Ordóñez, su gran amigo. Fulton no quisiera volver a su tierra sin recibir su alternativa de manos de aquel, y en la Plaza de Ronda. De las dieciséis obras que expone en el Ateneo sevillano, la mitad son interpretaciones del artista sobre temas poéticos de Federico García Lorca. Concretamente, cuatro de los cuadros están dedicados a dar vida al celebérrimo "Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías"...

En los ruedos, esa campaña la cerró con dos festejos toreados.

La tarde de la alternativa

Santiago Sánchez Traver, en su obra Un siglo de corridas de la prensa de Sevilla, narra lo siguiente:

Curioso y original el cartel de la Asociación de la Prensa de 1963, el 18 de julio de nuevo. (se) hablaba de estar orgullosos de haber "logrado formar un cartel verdaderamente revolucionario. Ya está listo para su uso el cartel de no hay billetes. Grandioso cartel que forman Susoni, El Bala y Gabriel Aguilar"… Susoni como El Bala fueron cogidos en esos días… Y sigue la previa: "los periodistas sevillanos cambian la novillada por una corrida. A tal fin han conseguido la contratación de tres diestros hace tiempo alejados de nuestro ruedo". Y no era cierto porque ese cartel del 18 de julio ya estaba organizado mucho antes de la suspensión del día 14. Y destaca: "La primera alternativa que se otorga en España a un torero de ese país"...

La Corrida de la Asociación de la Prensa de Sevilla se anunció finalmente para el jueves 18 de julio de 1963, con seis toros de Félix Moreno Ardanuy (Saltillo) y un novillo de Barcial para rejones que enfrentarían don Rafael Peralta, José María Montilla, César Faraco y John Fulton, que recibiría la alternativa.

Antonio de los Santos Cutiño Santiño, fue el encargado de escribir la crónica para el ABC hispalense, misma de la que extraigo lo que sigue:

John Fulton cumplió plausiblemente su quehacer como matador de toros, teniendo en cuenta sus propias aptitudes y las circunstancias adversas en las que hubo de desenvolverse. A su primero, que cabeceaba ostensiblemente al embestir, lo recogió bien en unos lances, y, tras de recibir los trastos de su padrino Montilla, realizó una faena de reducido repertorio... aprovechando las inconstantes acometidas del enemigo, hasta lograr que la música alegrara el trasteo. Se quitó de enmedio al bruto de un pinchazo, estocada contraria y media en buen sitio y hubo vuelta a la redonda, acreditativa de su primera actuación en la categoría superior... En el sexto, bronco e incierto... el diestro de Filadelfia anduvo decidido con capa y muleta, pero la faena adoleció de falta de ligazón, aunque fueron estimables algunos derechazos... repitiéndose en su honor los aplausos que el respetable le otorgase a lo largo de su voluntariosa actuación...

Por su parte, Don Celes, en el ejemplar de El Ruedo del 25 de julio siguiente, opinó en el siguiente sentido:

De John Fulton no sabemos aún si pensar que es un pintor que torea o es un torero que pinta. Ambas aficiones se dan vigorosas en su curiosa personalidad, que esta tarde afrontó valientemente la suprema ocasión de la alternativa. Recibió ésta, en un toro que cabeceaba, de manos de Montilla, teniendo que limitarse, dadas las condiciones del bicho, a un escaso repertorio de pases con la derecha, acabando de un pinchazo, estocada contraria y media en su sitio, dando la vuelta al redondel. El sexto, que también le correspondió, era bronco; pero el diestro de Filadelfia – ¿qué tal le suena, lector? – mostró decisión, tanto en el capote como con la muleta. Lástima que la faena no lograse un poco de ligazón, pues los derechazos que la integraron tuvieron gallardía y mando. Terminó de pinchazo, media y descabello...

Su alternativa sevillana, en la que el toro de la cesión se llamó Espartoncillo, la confirmaría en Madrid el 29 de octubre de 1967, de manos de José Mata con el toro Dormido de Benítez Cubero, junto a Luis Navarro El Isleño quien también revalidaba ese día. La función la abrió el rejoneador Manuel Vidrié quien enfrentó un novillo de Pío Tabernero de Vilvis.

Torearía su última corrida en España el 30 de septiembre de 1973, en Torremolinos, actuando mano a mano con Bartolomé Sánchez Simón y la rejoneadora Antoñita Linares en la lidia de toros de Isaías y Tulio Vázquez para los de a pie y uno de Pérez Valderrama para la caballista.

Después andaría a caballo entre Sevilla y México, donde actuaba esporádicamente, principalmente en las plazas de la frontera Norte y tendría su última actuación en nuestras plazas el 14 de abril de 1995, donde todo comenzó, en San Miguel de Allende, alternando con Mariano Ramos y llevando por delante al rejoneador José María Fuentes para enfrentar un encierro de San Antonio de Triana.

El Estudio de John Fulton

Después de dejar los ruedos, John Fulton instaló su estudio – galería de arte. Lo hizo en la Plaza de la Alianza número once, a unos pasos de los Reales Alcázares de Sevilla. Allí se dedicó a desarrollar su otra pasión, la pintura y pronto adquirió una gran reputación como ilustrador de temas taurinos. Desarrolló una técnica para pintar obra con sangre de toro, tratada con anticoagulantes para que no perdiera su color característico.

Escribió Félix Machuca para el ABC madrileño en 2022:

…Pintaba con la sangre de los toros. Cosa que descubrió en un viaje a las cuevas de Altamira, quedando impresionado de los que los hombres de la saga del Oso cavernario habían pintado en las rocas de sus paredes. Fulton los imitó. Habló con amigos médicos que le aconsejaron qué hacer para que la sangre no se diluyera. Y dibujó sus toros y toreros con la sangre totémica de un animal al que siempre consideró sagrado…


También quiso ser apoderado y se dedicó a introducir en el planeta de los toros a Atsuhiro Shimoyama, un gimnasta originario de Tokio, a quien anunciaba como El Niño del Sol Naciente, quien después de ver la versión de Sharon Stone de Sangre y Arena se fue a Sevilla, se inscribió en la escuela taurina de Alcalá de Guadaira e intentó hacerse torero.

El 16 de agosto de 1995, El Niño del Sol Naciente fue volteado por un utrero en Pedro Bernardo, en la provincia de Ávila y a consecuencia de ello sufrió, según unas informaciones, una cuadriplejia, según otras, una hemiplejia, pero el resultado final fue que se tuvo que quitar de torero. Actualmente reside en Sevilla, recuperado, pero sin perder su afición.

John Fulton sufrió una serie de eventos cardiovasculares el 7 de febrero de 1998, en Sevilla y no se pudo recuperar de ellos, falleciendo el día 20 siguiente.  

Concluyo estas líneas con una reflexión que hizo el torero de Filadelfia a Lyn Sherwood, para su libro Yankees in the Afternoon, acerca de su manera de entender el por qué a los toreros extranjeros y en particular a los norteamericanos, les cuesta tanto trabajo entrar en el ambiente taurino hispano:

Considero que el factor más determinante que ha impedido que los norteamericanos se conviertan en verdaderas figuras del toreo en España y México, es la creencia de que solamente un español, en particular el andaluz, puede llegar a ser figura. El español puede admitir el valor de un extranjero, pero de inmediato lo etiqueta como suicida o temerario, en lugar de valorarlo como sereno, como el de ellos. El torero extranjero jamás recibirá el apoyo o la pasión incondicional de las masas que pudiera recibir el más torpe o desangelado de los suyos...

domingo, 5 de noviembre de 2023

Hace 70 años. Inauguración de la plaza de toros de Colima

Vista aérea de la Plaza de Toros de Colima
Foto: Google Maps

El libro Tauroefemérides de Sergio Martín del Campo Rodríguez contiene la siguiente entrada: 

4 de noviembre de 1953: Con aforo de 3,500 asientos se inaugura oficialmente el coso de Colima, México, hicieron ese primer despeje de cuadrillas Manuel Capetillo y Curro Ortega para enfrentarse a cuatro astados del hierro de San José de Buenavista.

Ordinariamente se considera que la fiesta de toros en la capital colimense es la que se verifica en su conurbada Villa de Álvarez, en la mundialmente conocida plaza de toros artesanal La Petatera, que se levanta anualmente para la feria que se celebra hoy en día en las inmediaciones de los carnavales, pero que históricamente nació para celebrar a San Felipe de Jesús, el 5 de febrero. Cuenta Roberto C. Huerta Sanmiguel:

Quizá debido al espíritu liberal de la época, y a la vez, a la coincidencia histórica entre dos hechos totalmente opuestos que para entonces se conmemoran el mismo día: la antigua celebración del cinco de febrero a San Felipe, se convierte por unos años en la celebración de la Constitución, por lo que las corridas de toros se empiezan a hacer normalmente, pero ahora, se apropian de la tradición con otro pretexto totalmente laico... ("Plaza de Toros La Petatera. Patrimonio sustentable de Colima". Miguel Fernando Elizondo Mata y Alfonso Cabrera Macedo, coordinadores. Universidad de Colima, 2018.)

La feria actual es una de las de más tronío de ese segmento temporal del calendario taurino mexicano y aunque es breve, por la singular naturaleza del coso en la que se verifica y por los nombres que la visten, capta la atención de todo el planeta de los toros.

La inauguración de plaza fija en la capital de Colima

La efeméride que he citado, no dejo de reconocer que me causó sorpresa, porque supuse que esa plaza de toros ya no estaría en pie hoy en día. Y, sin embargo, al empezar a investigar en las redes, me encontré con que aún está en el sitio en el que se puso a funcionar hace 70 años. Ya no se aprovecha para la fiesta de los toros, pero sí como centro de espectáculos.

La construcción de la plaza, según el Diario de Colima, fue gracias a los empeños de don Roberto Téllez Velázquez. No hay más información en ese diario, porque, cuestión curiosa, la relación del festejo de apertura, celebrado en el marco de la XVII Feria Regional Agrícola, Ganadera, Industrial y Comercial, se encuentra justamente en el primer número del periódico, salido a la luz el domingo 8 de noviembre siguiente. 

Quien firmó la crónica como Un Asoleado, reflexiona lo siguiente acerca de esa inauguración:

El empeño de Roberto Téllez Velázquez para construir su modesta placita de Almoloyan y crear la afición taurina, presentando espectáculos de categoría, merece el más sincero de los elogios, pero es indispensable, que el fracaso de la corrida juevetina, le sirva de experiencia, y en lo sucesivo sea más cauto en sus contrataciones, para evitar que los intereses del público y los suyos propios resulten afectados...

Ya está allí el adelanto del resultado del festejo. No fue uno de esos que se quedan en la memoria de la afición y quisiera pensar que los hechos que confluyeron en ese desenlace, se debieron a la inexperiencia del novel empresario.

La corrida de apertura

Sigue contándonos ese Asoleado:

La corrida del jueves fue anunciada a las cuatro de la tarde y eran las cinco, sin que diera principio, lo cual constituye una falta de seriedad de la empresa y una condescendencia excesiva de la autoridad, en perjuicio de la consideración que debe guardarse al público... se anunció que se lidiaría ganado de XAJAY, pero los toros presentados ostentaban la señal de sangre propia de la ganadería de Piedras Negras... A las cinco y diez minutos de la tarde hicieron el paseo las cuadrillas, encabezadas por Manuel Capetillo, de azul y oro y Curro Ortega de rosa y oro...

Inicio tardío, cambio del encierro anunciado y en el desarrollo de su crónica, el relator hace notar que es indispensable que las autoridades estatales pongan en vigor un reglamento para proteger los intereses de afición y público. Y es que, en esos días, la reglamentación estaba en manos de las legislaturas, no de los municipios, como en nuestros tiempos actuales.

Una apreciación que me llama la atención es que el cronista señala: los toros presentados ostentaban la señal de sangre propia de la ganadería de Piedras Negras.... Supongo que se refería a la corbata o señal de sangre en la badana que es propia de la vacada prócer de Tlaxcala. Pero viendo la efeméride relacionada por Sergio Martín del Campo y que señala que se lidiaron toros de San José de Buenavista, creo prudente señalar que también en esa ganadería guanajuatense se usa una señal de sangre similar, pero la dirección del corte de la badana es distinta. En Piedras Negras, se corta de arriba hacia abajo y en San José de Buenavista, de abajo hacia arriba. Quizás allí, el Asoleado cronista, se confundió.

Manuel Capetillo solamente mató al primero de la tarde, pues el segundo de su lote fue un manso de libro y no fue posible lidiarlo de manera alguna:

Sale enterándose. Negro listón, bragado, corto y vuelto de pitones, casi capacho, un poco más chico que los anteriores, pero enmorrillado, más gordo y de bonita lámina... Los peones inútilmente se afanan por correrlo, pero el toro rehúye decididamente a los capotes y barbea las tablas, buscando la salida. Es manso perdido... Salida infructuosa de los varilargueros y esfuerzo en vano de todos los coletudos, que no logran su propósito de que el toro se acerque a los de aúpa... La cosa se prolonga indefinidamente y la gente se aburre. Capetillo obtiene del Juez su anuencia para que el toro pase sin varas y entran en funciones los rehileteros, quienes después de angustiosas fatigas logran dejar tres medios pares, diseminados en todo el cuerpo del animal, que está hecho un marmolillo… En respeto de su categoría y con buen juicio, Manuel consigue la venia para que el sobresaliente pasaporte al toro. El muchacho se arma de los trastos toricidas y se da a corretear tras su enemigo que no quiere verlo ni con prismáticos. No hay faena, ni puede haberla. El toro es indigno del cuchillo de un matancero, y su presunto matador se ve obligado a devolver los avíos y quedar inédito... Como no había reservas ni cabestros, el toro tuvo que ser sacrificado en el redondel, lo cual requirió la intervención de las cuadrillas, caporales, empleados de la plaza y hasta espontáneos. Después de quince minutos de carreras y sustos, fue posible lazar al animal y apuntillado vivo…

Por su parte, Curro Ortega tuvo la actuación menos desairada de la tarde ante el segundo de la función:

Sale con muchos pies y es negro azabache, largo y hondo, astifino y bien puesto de pitones. Hace salida natural... Apenas corrido por su peón de confianza, Curro Ortega lo saluda con un precioso lance a pies juntos y aprovechando el viaje. Como el toro mansurronea, el espada se dedica a sujetarlo, alternando los doblones con intentos de verónicas, de las cuales dos le resultan. Remata con una vistosa rebolera y pasamos al tercio de varas... Un picador robusto y mal encarado, con el alma más negra que un catafalco, agarra un puyazo a medio lomo, hundiendo hasta la arandela. El boquete abierto en el infeliz animal podía apreciarse a una legua. Banderilleado con aseo, pasa el toro al último tercio y el Curro inicia la faena con derechazos suaves, para que no se le desplome el pupilo, que pierde sangre a borbotones por el ojal causado por el centauro asesino... La faena carece de relieve y el Curro busca la igualada. Tres pinchazos y una entera perpendicular y contraria. Palmitas y a otra cosa...

De lo contado por el cronista, pudiera deducirse que el puyazo tremebundo que recibió el toro en mal sitio y de gran profundidad mermó en tal manera sus facultades, que privó a su matador de una actuación con más brillo, pero eso en realidad solamente lo supieron quienes lo vieron en su día.

El devenir de la plaza de Colima

La plaza de toros que se inauguró hace 70 años no arraigó entre los llamados profesionales de la fiesta. La vida temporal y cíclica de La Petatera, que se ubica a unos minutos de distancia, de la plaza fija, tenía ya capturado el atractivo taurino de esa región. Así, revisando anuarios, entre 1958 y 1991, apenas pude localizar siete festejos realizados en ella, normalmente en el mes de noviembre, quiero suponer, durante la celebración de la Feria en la que fue inaugurada. 

Eso sí, pisaron su ruedo, diestros como Alfredo Leal, José Ramón Tirado, Jaime Bravo o Juan Jiménez El Trianero, quienes en su día y en la historia, han sido gente en esto.

Pero allí sigue la plaza, firme en sus cimientos, recordándonos lo que un día pudo ser.

Aldeanos