domingo, 11 de septiembre de 2022

Armillita, ¿el invulnerable?

Armillita en El Toreo de la Condesa

Fermín Espinosa Armillita ha pasado a la historia del toreo por múltiples causas y todas ellas notables. Una de ellas reside en el hecho de que se considera que solamente sufrió una sola cornada, el 20 de noviembre de 1944, en San Luis Potosí, recibiéndola del toro Despertador de Zotoluca, fecha en la que actuaba mano a mano con Silverio Pérez. De ese asunto ya me he ocupado por este sitio (primera partesegunda parte) con alguna extensión y es dable que afirme que ese percance representó ser el más grave de la carrera del Maestro, porque la excavación de las hemerotecas refleja que no fue el único que sufrió en casi tres décadas de enfrentarse a los astados en público. 

Los percances a los que haré referencia, según podrán apreciar, no revistieron mayor gravedad, pero reflejan que al final de cuentas, Armillita era un ser humano, superdotado, sí, pero hombre al fin y por esa razón, proclive a cometer errores, de esos que cuestan heridas a los toreros.

El Toreo de la Condesa, 8 de agosto de 1926

Ese domingo fue una tarde lluviosa que impidió que se concluyera el festejo, suspendido justo cuando el quinto de la tarde había saltado a la arena. La tarde no fue muy plácida para don Antonio Llaguno, que vio regresar a los corrales al cuarto del festejo por manso y para mayor incomodidad suya, ser sustituido por uno de Piedras Negras.

Armillita solamente se enfrentó al tercero, de la ganadería anunciada y conforme a la relación publicada en Toros y Deportes y firmada por Rafael Solana Verduguillo, sucedió lo siguiente:

La faena que ejecutó Fermín con el de San Mateo, resultó larga y un tanto esaboría. Comenzó el chiquillo toreando por bajo, por ver de hacer parar a su adversario, que no estaba quieto un momento. Castigó Espinosa, dio varios muletazos de maestro; pero eso no duró mucho. Dejó que el toro se repusiera, y luego se dificultó su muerte… Hubo momentos en que Fermín se impuso y dominó la situación, y otros en que dejó que el torito hiciera lo que le diera la gana. En un instante de duda, “Armillita” se llevó un achuchón, y esto lo descompuso; después ya no paró lo debido, y en una de tantas se dejó meter al toro y resultó enganchado. De pronto nadie dio importancia al percance; un susto y nada más; Fermín continuó la lidia, y no fue sino hasta que se desvistió cuando se dio cuenta que estaba herido. El doctor Francisco Ortega, Médico del Montepío de Toreros, nos proporcionó el siguiente parte facultativo:

“El matador de novillos toros Fermín Espinosa ‘Armillita Chico’, presenta las lesiones siguientes: Herida contusa por cuerno de toro, en la pared posterior de la axila derecha, como de cuatro centímetros de extensión, interesando piel, tejido celular y aponeurosis, descubriendo fibras musculares. Un varetazo en la región costal y anterior derecha. Dichas lesiones fueron curadas después de la corrida en el Sanatorio del Montepío de Toreros en México, y son de las que tardan en sanar menos de quince días. – Firmado: Doctor Francisco Ortega”.

Fermín Espinosa mató al toro que lo hirió, de cuatro pinchazos y una media bien puesta. Cada vez que el espada hacía el viaje, el toro se tapaba y no había manera de meter el brazo; por eso resultó pesada la labor del coahuilense.

Como lo dice el parte médico, la lesión tardó en sanar menos de quince días, pues al siguiente domingo, Armillita se volvía a presentar en El Toreo para actuar junto a Edmundo Maldonado Tato y Julián Rodarte, en el debut de la ganadería de Matancillas, tarde en la que le cortó las orejas y el rabo al primero de su lote, asunto que ya he comentado aquí.

Pamplona, 9 de julio de 1928

En esa fecha se celebraba en Pamplona la llamada Corrida de Prueba, un festejo que tenía por intención el ofrecer toros a precios económicos a diversos núcleos de afición que quizás no podían permitirse la adquisición del abono completo para San Fermín. Ángel Erro, del Club Taurino de Pamplona, me lo explica así:

La corrida de prueba se celebraba en Pamplona durante la mañana de un día de fiestas, habitualmente el día 8 o 9, alrededor de las 9 de la mañana… tenía como fin – de ahí lo económico de las entradas –, la asistencia de jóvenes, guarniciones militares y personas con menor capacidad económica. En ella actuaban los matadores contratados para la feria, lidiando un toro por coleta, tres o cuatro en cada festejo… Por la tarde se celebraba la corrida organizada para ese día… a partir de la primera década de 1900 se trasladó a la tarde, y desde 1929… hasta su desaparición en 1934, ya fue una corrida normal con seis astados, aunque de forma testimonial, se mantuvo el nombre de “Corrida de Prueba”. Hay poca documentación al respecto de su origen…

Pues bien, la Corrida de Prueba de 1928 la torearían Marcial Lalanda, Francisco Tamarit Chaves, Vicente Barrera – quien sustituía a Martín Agüero – y Armillita quienes enfrentarían dos toros de Antonio Flores, anunciados como antes Braganza y dos de Villagodio. La breve relación del corresponsal del ABC madrileño, publicada el 10 de julio siguiente, dice a este propósito:

Realizado el paseíllo suéltase el primero, “Almendrillo”, negro, bragao, perteneciente a la ganadería de Flores. Lalanda sujeta al toro, veroniqueando desde lejos. Lalanda y Armillita quitan regular, Armillita sale perseguido, enganchado por la taleguilla y cogido aparatosamente. Se levanta por su pie y se retira a la enfermería en brazos de las asistencias... El parte facultativo dice que Armillita tiene un puntazo leve en el muslo izquierdo, lesión que le impide continuar la lidia...

Ha sido Antonio Fernández Casado quien en su libro titulado Dr. Jacinto Segovia Caballero: Cirujano de la Plaza de Toros de Madrid, militante socialista y exiliado en México me puso sobre la pista de este percance y de este tema. Y es que en la relación de intervenciones destacadas que tuvo el cirujano, se relaciona ésta.

Armillita, tras las primeras curas en la enfermería de la plaza, fue trasladado a Madrid, avisándose al doctor Segovia de que su intervención sería necesaria. Así se relata en El Heraldo de Madrid del 10 de julio siguiente:

Esta mañana, a las nueve y cuarto, llegó a Madrid el diestro Armillita Chico, que resultó herido por un toro de Flores en la corrida celebrada ayer tarde en Pamplona… Acompañaban al diestro los individuos de su cuadrilla y el apoderado, D. Victoriano Argomaniz… Desde la estación se trasladó al herido a su domicilio, calle de la Salud, número 5. El doctor Segovia reconoció la lesión, que se halla situada en la cara interna del muslo derecho. Su extensión es de unos diez centímetros por cuatro de profundidad… Armillita tardará en curar diez o doce días. No podrá torear hasta el 22 en San Sebastián. Por tanto, perderá varias fiestas, entre ellas la del día 15 en La Línea…

Se dirá que fue apenas un puntazo hondo, pero la realidad es que, Diógenes Ferrand, corresponsal de Toros y Deportes en España, relató para el número de este semanario mexicano salido a los puestos el 27 de julio, lo siguiente:

El doctor Segovia me manifestó que, a su juicio, de no sobrevenir complicaciones, que no eran de esperarse, tardaría de diez a quince días en curar… Por la abundante hemorragia que sufrió, el estado de Fermín era de bastante debilidad… Según me manifestaron Argomaniz y los hermanos de Armillita éste no se amilanó ni tuvo el menor momento de desmayo… No perdió el conocimiento al ser cogido y aguantó con entereza y sin cloroformizar la cura que le hicieron… La causa principal de la cogida, según me manifestó Fermín, fue porque en el momento de estrecharse mucho en la media verónica, el toro hizo un extraño por haberle llamado la atención, sin quererlo, un mono sabio, que se cruzó detrás y cerca del diestro…

El percance le costó a Armillita el estar en el dique seco durante prácticamente dos semanas, pues reapareció hasta la corrida goyesca de San Sebastián el día 22 siguiente alternando con Manuel Jiménez Chicuelo, Marcial Lalanda, Joaquín Rodríguez Cagancho y el rejoneador Antonio Cañero, con toros de Santa Coloma.

San Martín de Valdeiglesias, 11 de septiembre de 1929

La corrida de feria de esta localidad madrileña se dio con cuatro toros de José García – anunciados como antes Aleas – para Julián Saiz Saleri II y Fermín Espinosa Armillita, llevando como sobresaliente a Saturio Torón. En esta oportunidad fue también en su turno al quite del que abrió plaza, cuando fue lesionado. La breve reseña del vespertino La Voz de Madrid, señala:

Primero. — Saleri es aplaudido en tres verónicas. Armillita se luce en su turno; pero al rematar sufre un palotazo y se ve obligado a ingresar en la enfermería. Se aplaude un buen par de Saturio Torón. El toro se declara manso, y Saleri hace una faena de aliño para una estocada a paso de banderillas…

El corresponsal de la agencia Febus remitió a los diarios de Madrid el siguiente parte médico:

Fermín Espinosa (Armillita Chico) ha ingresado en esta enfermería con una herida punzante en el segundo espacio interdigital de la mano derecha, de pronóstico leve, y no le permite continuar la lidia.

La lesión, así leída, parecía ser prácticamente insignificante, pero le costó reaparecer hasta dieciocho días después en Jerez de la Frontera, cuando compartió cartel con Nicanor Villalta, y Martín Agüero, para lidiar toros de Pérez de la Concha, que fue la antepenúltima de su campaña en aquellos ruedos, que terminó el 27 de octubre en Barcelona.

De este percance se cumplen hoy 93 años de que ocurrió.

Bogotá, 14 de febrero de 1954

El 20 diciembre de 1953 se produjo en Aguascalientes la reaparición de Armillita en los ruedos, después de que se había despedido de ellos en la Plaza México el 3 de abril de 1949. Esa vuelta a vestir el terno de luces sería breve, pues apenas constó de 15 actuaciones, de las cuales dos fueron en el extranjero, una en Bogotá, en la que para lidiar toros de Clara Sierra alternó con Antonio Ordóñez y Emilio Ortuño Jumillano y otra en Arles, Francia, el 20 de junio.

Armillita se mostraba optimista de su porvenir en ese inicio de su reaparición y así se lo expresó a quien firmó como Picas en el diario El Tiempo de la capital colombiana:

Me siendo más seguro que nunca, he toreado miles de corridas, pero el temor ante lo incierto, ante el enigma de cómo embestirán los toros, no se pierde nunca... Con la muleta estoy más a gusto; pero no comparto con la tendencia moderna de casi suprimir las suertes de capa. Esta es muy bella y tiene tantos matices... Ahora salgo a torear en Bogotá como un debutante... Hace años cuando estuve, las cosas no se prestaron para grandes hazañas. Ojalá hoy pueda justificar mi larga historia ante un público tan entendido y respetable como es este...

Al día siguiente de la corrida, una fotografía ilustró la primera página de El Tiempo, un toro prácticamente llevaba en cada pitón a un torero. El pie de foto resume extraordinariamente el momento:

El cuarto toro de la corrida de ayer, un poderoso ejemplar de doña Clara Sierra hizo una extraña embestida mientras Armillita lo toreaba en forma magnífica y lo enganchó derribándolo como se ve en la foto. Su banderillero Jesús Meléndez acudió prontamente al quite, pero con tan mala suerte que también fue cogido y así en breves segundos los dos mexicanos quedaban fuera de combate. Milagrosamente ninguno de ellos sufrió la cornada que parecía inevitable y solo ligeras magulladuras y varetazos sin mayores consecuencias. Pocas veces la cámara fotográfica había registrado con tanta oportunidad un momento de tal dramatismo en la fiesta brava.

El Maestro pasó en ese día un nuevo momento de apuro. La crónica del citado Picas, entre otras cosas dice:

Lanceó bien, banderilleó colosalmente, toreó por derechazos armónicos y templados, dio en su segundo sus impecables naturales... y hasta fue cogido ¡cosa extraña!, en un derrote inesperado, pero el maestro no se arredró, sino que volvió a la pelea con más coraje. Macheteó como se hacía en las épocas en que aún se lidiaban los toros y coronó sus faenas con buenas estocadas. Cortó la oreja de su segundo en medio de enorme ovación y del grito consagratorio de “¡torero!, ¡torero!”. Sí señores, TORERO con mayúscula, torero en el más largo y ancho sentido de la palabra... Porrazos y traumatismos. – Armillita, varetazo en el muslo derecho y varias heridas en los dedos de la mano izquierda, heridas producidas con la espada...

Esta última no fue una herida por cuerno de toro, pero sí a causa de sus embestidas. A propósito de las heridas causadas por los toros, expresó Frascuelo:

Los toros dan esto porque no pueden dar otra cosa. Si dieran caramelos daría gusto torear. Pa evitar verse así no hay más que dos caminos: huir o cortarse la coleta… El que no quiera eso, que se meta a obispo...

El Maestro seguramente tenía presente ese razonamiento y nunca echó la pata pa’tras.

Esta lesión fue la que menos detuvo el andar de Armillita, pues el domingo 21 siguiente reaparecía en Monterrey para lidiar toros de San Mateo en unión del peruano Rafael Santa Cruz y el albaceteño adoptivo – nació en Iniesta, Cuenca – Manuel Jiménez Chicuelo II.

Concluyendo

Armillita fue poco castigado por los toros en casi tres décadas. Ya lo decía al inicio, solamente sufrió una cornada calificada de grave. Escribe Leonardo Páez:

… Fermín Espinosa Saucedo supo equilibrar… la miseria con el prodigio de ser hombre, y provocar en quienes lo aclamaron y en quienes, lo seguimos admirando, un orgullo profundo como aficionados pensantes a la misma Fiesta que tanto amó y a la que tanta grandeza dio…

Por razones así, es que Fermín Espinosa Saucedo Armillita es considerado uno de los más grandes de la historia del toreo.

domingo, 4 de septiembre de 2022

5 de septiembre de 1948: Rafael Rodríguez se presenta en la Plaza México

Dr. Alfonso Gaona, Rafael Rodríguez y Juan Espinosa Armillita
Plaza México, 5 de septiembre de 1948 - Foto: Carlos González
Colección de la Familia Rodríguez Arellano

El nombre de Rafael Rodríguez comenzó a sentirse en el ambiente taurino hidrocálido durante el año de 1947. Empezó a ser conocido como un torero de un valor imperturbable, pues se quedaba bien quieto ante las reses que se lidiaban en las ferias regionales de las localidades aledañas a Aguascalientes, en las que generalmente se corrían novillos defectuosos, de media casta o vacas. Muchos pensaron que, si Rafael le pudiera hacer a los toros lo mismo que les hacía a esos animales, casi con seguridad, llegaría a ser figura del toreo.

Don Arturo Muñoz La Chicha, quien fuera banderillero fijo en la cuadrilla de Rafael Rodríguez, le contó en su día a Gustavo Arturo de Alba:

Allá por julio del año 47, todo el mundo lo conocía como “Rafaelillo”. Quién lo trajo aquí fue Alejandro Cázares y luego – luego, comenzó a correr el run – run de que “Rafaelillo” quiere ser torero… Pero en realidad yo no lo había visto torear, sino hasta el día 8 de enero de 1948, en que toreaban en Tlaltenango, Zacatecas, “Calesero” y Jesús Guerra “Guerrita”, en un mano a mano. El empresario de la plaza – no me acuerdo como se llamaba – le preguntó a “Calesero” que, si le podía echar dos novillos a Rafael Rodríguez “Rafaelillo” … Calesero le dijo: “Si hombre, como no, échele los que quiera” … Le echó, entonces, dos toros el empresario ese a Rafael, pero bien servidos, híjole, fue la primera vez que yo vi torear a Rafael Rodríguez, el domingo 8 de enero del año 48. ¿Cómo estuvo Rafael? Mecachis en la mar salada… estuvo imponentísimo, es esa la ocasión en que yo vi torear por primera vez, a ese torero, “Rafaelillo” …

Después de esa actuación de principios de año, Rafael Rodríguez se presentó en un festival que se dio en la plaza de toros San Marcos, el 4 de abril, a beneficio de la Cruz Roja y de los festejos para celebrar el Día del Soldado, lidiando un novillo de Garabato y alternando con Fernando Brand, Felipe Ávila, Andrés Guerrero, Alfredo Rivera y Felipe Bernal El Chelín en la lidia de novillos de Garabato y Presillas.

Las primeras novilladas

Y sí. En esa tarde de festival Rafael Rodríguez dejó una firme declaración de intenciones y captó el interés de los aficionados. Tanto, que dos de ellos, don Jesús Pérez Jiménez y don Rafael Hernández Guerrero, sin dedicarse a ello, se propusieron organizar una novillada para que el todavía conocido como Rafaelillo pudiera presentarse aquí vestido de luces y corroborar lo que se hablaba de él y lo que apuntó en el festival de abril. Esto contó don Rafael Hernández a Carmelita Madrazo sobre ese particular:

Anunciamos la corrida para el 18 de julio. Mi compadre Jesús Pérez quiso que toreara otro muchacho de aquí y que le decíamos “El Trabao” y que se llama Juventino Mora y toreaba bonito... Además, iba a venir un novillero que estaba en el candelero en esa época, y ya nos habíamos arreglado con él en el precio. Se llamaba Tacho Campos... Se me ocurrió invitar a los hermanos “Armilla”, que en paz descansen, pero no los encontré en Chichimeco. Yo tenía ganas de que ellos vieran torear a “Rafaelillo” para que lo ayudaran. “Rafaelillo” tuvo un gran triunfo y cortó oreja. Lo mismo que gané con la entrada, fue lo que perdí. Pero no me importó pagar programas y volantes, que por cierto decían: “¿Quiere usted ver el nacimiento del próximo mandón de la torería de aquí y de allá? Vaya a ver a Rafael Rodríguez…

La crónica aparecida en El Sol del Centro del 19 de julio de 1948, entre otras cosas dice:

“Guadañero” fue el nombre que tocó al novillero “Rafaelillo”, negro bragado y caído de pitones y de buen estilo. Lo recibe con tres verónicas de ensueño, rematando con la brionesa y armando el escándalo en los tendidos. Después de la primera vara logró un quite por gaoneras que le fue coreado por el público con ¡olés!, y cuando hace el segundo quite, también por gaoneras muy ceñidas, los tendidos salen gritando ¡torero!, ¡torero! Campos realizó un quite por ajustadas verónicas y recibió palmas, mientras “Rafaelillo” brinda a todos los aficionados el segundo tercio y deja los tres pares en todo lo alto, siendo el último muy aguantado y exponiendo una barbaridad. Escuchamos música y palmas. Toma la muleta y vemos unos cuantos muletazos de tanteo, un ayudado por alto muy ajustado, tres derechazos mandones, otro ayudado por alto, pasándose al toro cuan largo es y aquí viene lo bueno, cuando ejecuta cuatro derechazos más, una serie de naturales enloqueciendo a los aficionados y cinco manoletinas. Nuevamente escuchamos ¡torero!, ¡torero!, pero fue una verdadera lástima que con el estoque haya estado muy desafortunado, al darle por lo menos cinco pinchazos y una buena estocada hasta el puño, pero la oreja se le fue, siendo premiada su labor con dos vueltas al ruedo y salida a los medios… En su segundo toro casi hizo la misma labor que a su primero, interviniendo en los tres tercios, pero cuando tomó la muleta fue zarandeado por el astado, en que por fortuna no pasó del susto. De todos modos, convirtió la plaza en un manicomio y ahora sí se ganó las dos orejas del toro saliendo en hombros y siendo paseado por las calles, pues bien, se lo mereció ya que, con solo un pinchazo, una estocada hasta el puño, un tanto ladeada y otra entera en buen sitio, terminó esta inolvidable faena...

Juan Espinosa Armillita asistió al festejo e incluso, pospuso un viaje a la capital para ver al torero que le recomendaban los empresarios de esa ocasión. Pero también lo vio el ganadero de Corlomé, don José C. Lomelí, quien al final de la tarde le ofreció a Rafael Rodríguez una nueva actuación, esta vez en San Luis Potosí, el 29 de agosto siguiente, alternando con Manuel Capetillo y Curro Ortega, ambos revelación de la temporada de la capital mexicana. Sigue narrando La Chicha:

...en San Luis Potosí... toreaban Manuel Capetillo, Curro Ortega y Rafael Rodríguez con 6 toros de Corlomé. Se llegó el domingo en la mañana, iba yo para el sorteo a la plaza El Paseo de San Luis y, antes de llegar a la puerta de la plaza venía Enrique Borja... (con voz chillona, “La Chicha”, imita al papá del goleador mexicano): “Chicha, ¿qué andas haciendo, pues eso te tengo que decir a ti, yo vengo a torear y ¿tú?, (otra vez me enfatiza el recuerdo con la voz chillona), no pues yo vine a ver, que me despachó el doctor Gaona a ver a ese “Rafaelillo”, ¿qué tal es?” ... Le dije, mira, si te digo que es bueno y no te gusta, vas a decir que soy muy tonto, y se te digo que es malo y te gusta igual, mejor después de la novillada hablamos...”

La tarde de San Luis se saldó con un triunfo rotundo de Rafael Rodríguez. Don Arturo Muñoz cuenta el desenlace de la siguiente forma:

Enrique Borja le habló por teléfono al doctor Gaona quien le decía, que sí lo podía poner, pero de aquí a un mes... yo estaba escuchándolo, y entonces, Enrique le decía: “¡Qué un mes ni que nada! … ¡Qué de aquí a un mes, ni que nada, pa’ mañana está pa’ ponerse ese torero! …”. Y dicho y hecho al domingo siguiente, el 5 de septiembre se anunció a Valdemaro Ávila, Manuel Capetillo y Rafael Rodríguez con seis novillos de Pastejé...

La presentación en la Plaza México

Valdemaro Ávila, torero de Aguascalientes y que fue parte de la generación de novilleros que hicieron la transición del Toreo de la Condesa a la Plaza México, le contó a Carmelita Madrazo lo siguiente:

Ese 5 de septiembre de 1948, llovió a cántaros. A la hora en que debíamos hacer el paseíllo, el agua no paraba. El ruedo estaba imposible para torear. Por más aserrín que le ponían, corría junto con el agua. Estuvimos esperando hasta las 5.30 para ver si cedía la tormenta, o de plano se suspendía… Como yo era el primer espada, en mí recaía la responsabilidad. “Don Difi” me ordenaba que suspendiera la corrida, pero el empresario Alfonso Gaona me insistía que saliéramos porque la empresa perdía dinero. Me sentí sumamente presionado… Así es que accedí contra la voluntad de “Don Difi” ... La desilusión más grande que tuve fue ver que el público estaba tan frío como la tarde... salió Rafael y aquello fue el acabose. La gente se volcó de entusiasmo. Estuvo en plan grande. Muy valiente. El toro le dio varias marometas, no era raro en él debido a lo que exponía; además, era la época en que él todavía no perfeccionaba su toreo. En cada marometa, Rafael se ponía de pie como si nada, sin verse la ropa. Al toro otra vez… Acercándosele tanto, que los cuernos le rozaban la faja. Así se toreaba en aquellos años…

El diario El Informador de Guadalajara, el 6 de septiembre siguiente, en breve croniquilla de agencia, transmitió la siguiente información acerca del resultado del festejo:

Terminando en las sombras de la noche, la novillada de hoy, que por la intensa lluvia que estuvo cayendo se inició después de las 17:30 horas, fue un triunfo para Rafael Rodríguez, que cortó dos orejas y un rabo saliendo en hombros... Sobresalió su labor en el tercero, en el que, en quites largó cinco fregolinas de clase, rematando con media rebolera que se le aplaudió estruendosamente... Con la muleta, varios derechazos y el de la firma, algunos por alto, uno de pecho. Más derechazos, por alto increíbles cayendo sombreros al ruedo, siguiendo con manoletinas ajustadísimas, terminando de una sola estocada hasta la bola... Cortó oreja y rabo y dio la vuelta al ruedo... En el sexto, ya de noche, Rafael hizo quites por chicuelinas. Al banderillear fue zarandeado aparatosamente, sin consecuencias, clavando un par superior en los medios. Da varios pases por alto de pitón a pitón, adornándose agarrando un cuerno y dominando completamente al toro, matando de una entera que tira sin puntilla. Cortó otra oreja y salió en hombros... Valdemaro Ávila y Manuel Capetillo resultaron opacados por las faenas de Rodríguez, estuvieron voluntariosos, pero poco afortunados debido a que no se pudieron acomodar con el ganado... Capetillo logró algunas palmas en el quinto a la hora de matar por la forma de hacerlo, pero sin nada notable en el trasteo…

Al final de la tarde, Rafael Rodríguez salió de la Plaza México en hombros de los entusiasmados aficionados, con el rabo de Panadero y la oreja de Gitano en las manos, como resultado de una de las presentaciones más sensacionales que haya tenido un novillero en esa plaza.

El devenir de Rafael Rodríguez

Breve tiempo después, Rafael Rodríguez dejaba de ser Rafaelillo para transformarse en El Volcán de Aguascalientes, sobrenombre acuñado por Paco Malgesto. Contó el cronista Alejandro Hernández Rodríguez a Carmelita Madrazo:

En tanto periódico y revista que leí, ninguno menciona quién bautizó a Rodríguez, Capetillo y Córdoba como “Los Tres Mosqueteros”, y lo más curioso, de todas las personas que entrevisté, tampoco tenían la certeza de saberlo. Solamente una de ellas, Alejandro Hernández, me aseveró que lo sabía porque un buen día le dijo a Rafael: “¿Quién te puso “El Volcán de Aguascalientes”? … Paco Malgesto… «Por eso me consta que fue Malgesto. Muchos piensan que fue Don Dificultades, pero no. Don Difi jamás fue simpatizante del Volcán… »

Y así pasaría a la historia, como El Volcán de Aguascalientes, el torero al que, en las casas, el día que toreaba, se le encendían veladoras para pedir al cielo que saliera de la plaza con bien y triunfante. El torero que, según el doctor Gaona, era un dechado de educación:

Rafael Rodríguez fue uno de los po – quí – si – mos toreros atentos y agradecidos que yo conocí. En mis cincuenta y cuatro años que tengo de estar en la fiesta de los toros, solamente puedo recordar como agradecidos a Rafael y a Chucho Solórzano “El Rey del Temple”. Desde el momento en que Rafael llegó a mi oficina y nos tratamos, nunca dejó de buscarme todas las veces que venía a México. También me visitó cuando ya estuve fuera de la empresa…

Esa tarde de domingo de hace 74 años, se gestaba un parteaguas en la historia del toreo mexicano. Rafael Rodríguez fue uno de los que lo generaron.

domingo, 28 de agosto de 2022

Una fotografía con historia (VIII)

Manolo Arruza. A 50 años de su presentación como novillero

Manolo Arruza y Emmanuel
9 o 17 de septiembre de 1972
El 9 o el 17 de septiembre de 1972 se tomó la fotografía que ilustra este texto. Y se obtuvo en Utrera o en San Roque. Nos presenta la imagen de dos toreros que, resultan ser la segunda generación de su familia, dedicados a la tauromaquia. Uno, el de la izquierda, es Manolo Arruza, hijo del Ciclón Mexicano y el otro, descendiente de Raúl Acha Rovira, el único torero de este lado del mar que ha matado una corrida en solitario en la plaza de Las Ventas. Ambos iniciaban, hace medio siglo, su andar por los ruedos. Manolo Arruza fue un importante torero mexicano por casi tres décadas; el hoy conocido como Emmanuel, sería figura, pero de los escenarios, como cantante. Aquí algo de la historia ligada a esa imagen.

La mayor parte de las recopilaciones de efemérides de la fiesta en México, señalan que la fecha en la que Manolo Arruza – hijo del Ciclón Carlos – se presentó como novillero con picadores fue el 27 de agosto de 1972, en Aracena, población de la Sierra de Huelva. Pero la revisión hemerográfica deja claro que esa primera actuación ocurrió 15 días antes, el viernes 12 de agosto, en la plaza gaditana de San Roque, en la que alternando con el rejoneador Luis Valdenebro y Terremoto de San Roque, enfrentó novillos de la ganadería de Miguel Mateo Miguelín. Ese día comenzó su andar por los ruedos con el pie derecho, porque le cortó las orejas y el rabo a los dos novillos a los que se enfrentó.

Manolo Arruza había anunciado a los públicos españoles, por conducto del semanario El Ruedo de Madrid, su intención de ir a aquellas tierras a prepararse para iniciar una carrera en los ruedos. En el número correspondiente al 1º de febrero de hace 50 años, se decía:

A mediados de febrero llegará a España de manos de Javier Cerrillo, eficaz banderillero del inolvidable Carlos Arruza… Hemos querido saber si la decisión estaba referida a posibles actuaciones en los ruedos españoles y la respuesta ha sido afirmativa… “Manolo Arruza viene a ponerse a punto en el campo con los toros españoles. Nada de contratos. Entrenamientos. Si luego algo surge y el muchacho lo estima oportuno, se estudiará su presentación en los ruedos en los que su padre se consagró y obtuvo tantos éxitos”.

Quien lo llevaba para allá era uno de los compañeros de su padre, primero en la escuela taurina que tuvo Samuel Solís en la plaza de Tacuba y después como miembro de su cuadrilla. Javier Cerrillo intentó hacer carrera como jefe de cuadrilla, pero en 1942 decidió cambiar el oro por la plata y desde ese año y hasta la despedida de Arruza, fue, junto con Alfonso Tarzán Alvírez y Ricardo Aguilar, uno de los inseparables del torero.

Manolo Arruza tenía alguna actuación en ruedos mexicanos con anterioridad, el diario El Siglo de Torreón del 25 de agosto de 1971, relata su presencia en un festival celebrado en San Luis Potosí en esas mismas fechas:

San Luis Potosí (Informex). – Con motivo de la inauguración del Coso Potosino “España” se efectuará hoy un festival taurino en la plaza “Fermín Rivera”, con figuras que representarán el toreo, pasado, moderno y futurista… En el festejo se lidiarán reses de diferentes ganaderías de San Luis Potosí, en la cual intervendrán los espadas Luis Castro “El Soldado”, Silverio Pérez, Manolo Martínez, Curro Vázquez, Gabriel Soto “El Momo” y Manolo Arruza.

No encontré noticia que informara el resultado de esa actuación, pero seguramente, visto el calibre de sus alternantes, fue lo suficientemente convincente como para que siguiera su preparación y manteniendo la idea de dedicarse al toreo de manera profesional.

Su campaña española de 1972

La revisión de los escalafones que periódicamente publicaba El Ruedo se advierte que solamente le señalan cuatro actuaciones en ese calendario. Sin embargo, en la revisión de la relación de festejos que de manera más o menos pormenorizada se presentaba a la afición en sus mismas páginas, se puede observar que en realidad toreó ese año 7 novilladas y tres festivales benéficos, como sigue:

La ya señalada del 12 de agosto, en San Roque; el 19 agosto, Aroche (Huelva), enfrentando novillos de Miguel Báez Litri y alternando con Antonio Vargas. Manolo Arruza cortó de nuevo 4 orejas y 2 rabos esa tarde; el 26 agosto se presenta en Santa Olalla del Cala, también en Huelva, alternando con Fernando Serrano El Yiyo y Antonio Vargas, ante novillos de Jacinto Ortega; el 27 agosto, la también mencionada de Aracena, a la que se atribuye ser la primera, lidiando novillos de Socorro Sánchez – Dalp, en unión de Antonio Vargas y José Gardel.

El 9 de septiembre en Utrera, enfrentará novillos de Manuel Sanromán, alternando con Jesús Emmanuel Acha Rovira, Tomás Cid Rubio de la Plata y José González Pelusa. Esa tarde cortó cuatro orejas; al día siguiente, 10 de septiembre, se presentaría en Bélmez, para lidiar novillos de Belén Ordóñez alternando con José Antonio Campuzano y Eladio Peralvo; y, su campaña vestido de luces concluiría una semana después, el 17 de septiembre, justo donde comenzó, en San Roque, para lidiar novillos de Manuel Álvarez en unión de Antonio Vargas y Jesús Emmanuel Acha Rovira.

Los festivales en los que actuó fueron: el 30 de agosto, en Santander, a beneficio del Asilo de las Hermanitas. Se corrieron por su orden novillos de Fermín Bohórquez, Antonio Ordóñez, Marqués de Domecq, Juan Carlos Beca Belmonte, El Pizarral y Salvador Guardiola y compartió cartel con el rejoneador Fermín Bohórquez, Miguel Báez Litri, Juan Antonio Alcoba Macareno, Juan Carlos Beca Belmonte y Fidel Sanjusto. Manolo Arruza le cortó las 2 orejas al novillo de El Pizarral que le tocó en suerte.

Los siguientes fueron el 8 de octubre, en Huelva, donde actuó junto con el caballista Álvaro Conradi, Julio Aparicio, Miguel Báez Litri, Jaime Ostos, Antonio Borrero Chamaco, Manolo Cortés, Antonio Varela, Julián García y Antonio Infantes. Manolo Arruza cortó dos orejas esa oportunidad, en la que las informaciones de prensa no dan cuenta de la procedencia del ganado lidiado.

Cerró esa su primera campaña el 24 de octubre, en Córdoba, actuando en el festival a beneficio de las residencias de ancianos de la ciudad, en conmemoración del XXV aniversario de la muerte de Manolete. Se lidiaron novillos de Antonio Pérez Tabernero, Juan Mari Pérez Tabernero, Manuel Camacho Naveda, Ramón Sánchez, Hermanos García Romero, Hermanos Flores Cubero, Torrestrella, y Herederos de Carlos Núñez. El cartel lo formaron los rejoneadores Álvaro Domecq y Díez y Álvaro Domecq Romero, quienes actuaron en collera; José María Martorell, Julio Aparicio, Paquirri, Miguel Márquez, Dámaso González y Antonio Benete El Mesías. Manolo Arruza saldó su actuación con la vuelta al ruedo tras la muerte del novillo que le tocó en suerte.

Recuerdo de una tarde señalada

Jesús Emmanuel Acha, hijo de Raúl Acha Rovira, pretendió hacer carrera en los ruedos. En ese año del 72, también hizo una breve aparición en los ruedos hispanos y en las dos tardes en las que actuó lo hizo compartiendo cartel con Manolo Arruza. Quizás una muy señalada fue la del 9 de septiembre, en Utrera. De la actuación de los dos novilleros mexicanos, se escribió en el ABC sevillano al día siguiente:

Utrera, 9. – Cinco novillos de doña Socorro Sánchez – Dalp de González y tres de Pérez Valderrama, que dieron buen juego en general. Buena entrada, sin llegar al lleno. Por fin debutaron con picadores “Rubio de la Plata” y “Pelusa”, utreranos ambos, y el ambiente en la plaza es de día grande… Manolo Arruza, el hijo del inolvidable Carlos, abrió la tarde. Apuntó buenas cosas con la capa y pone tres pares de banderillas formidables, particularmente el segundo. Faena valiente y artística. Mata de una entera y corta una oreja, dando la vuelta al ruedo. En su segundo pone dos pares muy buenos, sobre todo el primero. Comienza la faena con las dos rodillas en tierra y oye una gran ovación. Torea en redondo y al natural con maestría. Mata de una entera y descabello. Oreja, vuelta y salida a los medios… Jesús Rovira torea muy bien con la capa a su primero. Inicia la faena con la izquierda y saca pases magníficos. Está valiente y entusiasma al respetable, prodigando pases de todas las marcas. Mata bien y se le concede una oreja, dando la vuelta al ruedo y saliendo a saludar al centro de la plaza. Mejor fue todavía la faena al sexto, en la que estuvo muy torero. Brindó a su compañero Arruza. Mata al tercer intento y es ovacionado...

Como se puede leer, el hijo de Rovira, hoy conocido como Emmanuel en los escenarios, tuvo una tarde entonada y logró salir con una oreja en las manos. Es esta la segunda tarde que los escalafones le registran. No pasó mucho tiempo para que decidiera dejar los ruedos, para convertirse en figura, pero como cantante.

El devenir de Manolo Arruza

Las novilladas que toreó hace medio siglo Manolo Arruza, todas en Andalucía y en su mayoría limitadas a la provincia de Huelva, permitieron a don Andrés Gago, quien fuera el apoderado de su padre, decidirse a llevarle también a él sus asuntos. Para el año de 1973 le preparó una interesantísima campaña, en la que actuó en 34 novilladas y cinco festivales. Perdió, además, por una fractura en los dedos de una mano, sufrida el 22 de abril en Jerez de la Frontera, cuatro fechas más.

Manolo Arruza recibió la alternativa el 22 de octubre de 1973 en la plaza de toros El Progreso de Guadalajara. Le apadrinó Eloy Cavazos y fue testigo Curro Leal. El toro de la cesión, como todos los de la tarde, fue Zacatecano de don Jesús Cabrera y permaneció en activo hasta el 8 de noviembre de 2009, cuando se despidió de los ruedos en la Plaza México, alternando con Enrique Ponce y Fermín Spínola. El último toro que mató se llamó Veracruzano y fue de San José, ganadería propiedad de don José Arturo Jiménez Mangas.

Hoy en día se dedica a preparar jóvenes que tienen la intención de hacerse toreros, dirigiendo la Academia Taurina Municipal de Aguascalientes, desde el año de 2019.

domingo, 21 de agosto de 2022

21 de agosto de 1960. La tragedia de Cañitas

Cañitas en Madrid
10 de junio de 1945
Foto: Martín Santos Yubero
Ya había dejado escrito por estas páginas algunas de las hazañas de Carlos Vera Cañitas, torero mexicano que tuvo por divisa el valor cabal y sin cortapisas. Surgido en una época en la que tuvo que competir con toreros que o dominaban la técnica y el oficio o eran artistas consumados, resultó un ingrediente interesante para integrar carteles en los cuales su manera de hacer el toreo contrastaba con la sabiduría o el refinamiento de sus alternantes, a quienes con sus alardes de temeridad muchas veces empujaba a dar ese paso hacia adelante que en otras condiciones no se produciría.

Alternativado el 26 de octubre de 1941 por Lorenzo Garza en Ciudad Juárez y confirmado en El Toreo el día 9 del mes siguiente por Armillita, en esa tarde comenzó a recorrer las enfermerías de las plazas, pues el segundo de su lote lo hirió de consideración, pero eso no detuvo su actuar por las arenas de nuestro país, aunque en la capital mexicana se le relegara a las temporadas económicas de verano, en las que tuvo faenas como las del toro Serranito de don Carlos Cuevas, o las dos realizadas la tarde de la despedida del Tigre de Guanajuato Juan Silveti.

Al mediar 1944 se reanudó el intercambio taurino con España y de inmediato buscó colocarse en los carteles de aquellas tierras. Logró sumar 19 tardes a pesar de que llegó allá ya avanzada la temporada y confirmó su alternativa en Las Ventas el 10 de septiembre, recibiendo los trastos de manos de Paquito Casado, en presencia de Rafael Albaicín y Arturo Álvarez Vizcaíno, también confirmante. El toro de la ceremonia, primero de la tarde, fue Atendido, de Concha y Sierra y de su actuación, escribió para El Ruedo, Benjamín Bentura Sariñena Barico:

Carlos Vera, Cañitas es un torero valiente, un fácil banderillero y certero estoqueador. Se para a veces con el capote y se ciñe muy decidido con la muleta. No es de los que se asustan con facilidad, y sus rasgos de valor son de los que emocionan al público. Su fuerte, a nuestro parecer, es la muleta, y no porque con ella logre pases de irreprochable factura, sino porque en cada muletazo pone una gran cantidad de valor y un empeño decidido de pasarse al toro…

Esa sería la primera de catorce tardes en las que actuaría en la principal plaza del mundo y que, hasta el 10 de mayo de 2018, lo tendrían como el torero mexicano que más veces había actuado en ese ruedo con catorce festejos. Su facilidad con las banderillas le emparejó con Emiliano de la Casa Morenito de Talavera, con quien toreó allí en seis de esas fechas, y también compartió cartel en distintas tardes con diestros como Antonio Bienvenida, Luis Miguel Dominguín, Pepe Luis Vázquez o Ángel Luis Bienvenida y abrió la puerta grande el día 10 de junio de 1945, después de cortarle las dos orejas a Javaíto el quinto de los de Juan Pedro Domecq corridos esa tarde. 

Cañitas tuvo vitola de figura dentro y fuera del ruedo en España. Escribe Francisco Olivencia en El Faro de Ceuta:

Estaba yo en uno de los primeros cursos de aquel bachiller de siete años, cuando, de pronto, irrumpió en las vías públicas de Ceuta un coche extraordinario, aerodinámico, increíble, que dejó pasmada a toda la población… Pronto se supo que era el coche del torero mejicano Carlos Vera “Cañitas”, reconocido por su arte y, sobre todo, por su valor. “Cañitas” acababa de contraer matrimonio con una chica emparentada con el juez Francisco Bocanegra, quien vivía en una de las primeras casas de la calle Real (entonces “Falange Española”) a cuya familia vinieron a visitar los recién casados. Durante los días que estuvieron en Ceuta, el coche de “Cañitas” solía estar aparcado en ese tramo, y generalmente se le podía ver rodeado de curiosos que examinaban su interior y su exterior. Era de una marca estadounidense que ya no recuerdo. En realidad, se trataba del primer “haiga” que pudimos contemplar los ceutíes. Ese curioso apodo de “haiga” se debió a una peculiar circunstancia… Se suponía que cuando uno de tales nuevos ricos, poco cultos, se disponía a comprar un coche, decía siempre: “el mejor que haiga”. Y así se les llamó. El torero “Cañitas” logró triunfar en muchos cosos mejicanos y españoles, sufriendo, por su arriesgado valor, numerosas y graves cogidas… Murió a los 58 años, en 1985, a consecuencia de un infarto. Pero en la retina de todos cuantos vimos aquel majestuoso “haiga” y podemos contarlo todavía, siempre quedará la imagen de un automóvil que nos parecía algo así como venido del espacio…

Sus actuaciones triunfales en plazas como Madrid, Barcelona y Bilbao le valieron sumar 94 corridas en sus campañas por esos ruedos, los años de 1944, 1945, 1946 y 1951 y en el año del 46 fue el torero mexicano que más tardes actuó en esas tierras.

De vuelta en México

A pesar de sus éxitos en los ruedos europeos, resulta paradójico que Cañitas no pudiera actuar en la Plaza México. Su única actuación allí se produjo a las doce del día del 10 de abril de 1955, alternando con Fermín Rivera y Nacho Treviño en la lidia de toros de Santa Martha. Ese festejo con entrada gratuita, fue organizado para la filmación de la película El Niño y El Toro – en inglés The Brave One –, dirigida por Irving Rapper y con guion del proscrito Dalton Trumbo. No había pisado antes ese ruedo vestido de luces y, los hados apuntaban a que ya no lo haría tampoco después.

Bajaron los contratos y se tuvo que buscar una ocupación fuera de los ruedos, colocándose en la Dirección de Policía y Tránsito del entonces Distrito Federal, pero nunca dejó de pensar en recuperar su sitio en los ruedos.

Agosto de 1960

La temporada de toros 1960 de la capital mexicana se repartió entre las plazas México y el Toreo de Cuatro Caminos y se dio sin el concurso de toreros españoles – se vivía una enésima ruptura entre ambas torerías – por lo que muchos diestros nacionales que tenían poco espacio en los carteles, encontraron oportunidades para actuar en distintas plazas. Ese fue el caso de Cañitas que se vio anunciado en Naucalpan, para el domingo 21 de agosto de 1960 para lidiar toros de Ayala, alternando con Luis Briones y Juan Estrada, otros dos sobrevivientes de la Edad de Oro mexicana. Así se resumió la actuación de Cañitas esa tarde:

Carlos Vera “Cañitas” con el que abrió plaza se lució con capa y banderillas. Inició la faena sentado en el estribo y estuvo muy valiente y enterado, terminando con estocada y descabello, para dar vuelta al ruedo. A su segundo, que saltaba al callejón, poco pudo hacerle y sufrió voltereta. Al pasar de muleta lo cogió de forma impresionante. Luis Briones acabó con el causante del desaguisado. La cornada interesó la femoral y es de las que ponen en peligro la vida...

El parte facultativo rendido por el Dr. Javier Ibarra hijo, encargado de los servicios médicos de El Toreo de Cuatro Caminos, decía:

Sufre una herida por cuerno de toro situada en el Triángulo de Scarpa derecho, de cuatro centímetros de orificio de entrada, que interesa piel, tejido graso, aponeurosis, desgarrando los músculos de la región, contundiendo la arteria femoral común y seccionando la arteria femoral profunda, además de la vena femoral. Gran hemorragia arteriovenosa, por lo que hubo de practicársele una transfusión sanguínea de 1,200 centímetros cúbicos. Pronóstico reservado.

La herida, independientemente de la zona anatómica en la que fue inferida, delicada por su naturaleza, fue recurrente con otras anteriores, las que, conforme a los procedimientos quirúrgicos comúnmente aplicados en la época, se repararon ligando los cabos de los vasos seccionados para inhibir la hemorragia, pero con una consecuencia hacia el futuro, que se comprometía la circulación en el miembro afectado. La afectación por cornadas similares de forma reiterada en la misma zona, podría tener consecuencias graves. Así lo refleja la nota aparecida en el diario El Siglo de Torreón fechado el 23 de agosto siguiente:

Quizá sea necesario amputarle una pierna a Carlos Vera “Cañitas” que sufrió una cornada al lidiar el cuarto toro en la Plaza El Toreo, donde alternó con Luis Briones y Juan Estrada... Esta tarde le fue practicada una operación. La intervención tuvo por objeto restablecer la circulación sanguínea en las arterias femoral superficial y profunda de la pierna derecha... Aunque la intervención fue exitosa, el pronóstico sobre la normalización de funciones de la pierna afectada sigue siendo reservado, durante la operación se le aplicaron sueros y transfusiones, el estado general de salud del diestro ha evolucionado satisfactoriamente, sin dejar de ser muy grave...

Al día siguiente, en el mismo diario, se seguía reportando la gravedad del diestro y el hecho de que el miembro afectado seguía sin recobrar la circulación:

Su estado sigue siendo delicado y todavía no ha desaparecido el peligro de que se le ampute la pierna derecha, pues no se ha restablecido la circulación sanguínea... La Unión Mexicana de Matadores de Toros y Novillos reveló que “Cañitas” toreaba por un sueldo miserable de mil pesos y que podrá exigir responsabilidades a la empresa, ya que el sueldo mínimo para los matadores debe ser de cinco mil pesos, dijo hoy el Secretario General de ese organismo, Guillermo Carvajal...

El 25 de agosto, de nueva cuenta El Siglo de Torreón daba cuenta de una nueva re – intervención. En esta oportunidad participó en ella, aparte de los médicos de plaza, el cirujano vascular Manuel Castañeda Uribe:

El parte facultativo facilitado por los médicos que intervinieron en la laboriosa operación, es el siguiente: “Se hizo una revisión de la herida operatoria anterior, encontrando la arteria femoral común, la superficial y la profunda, trombosadas hasta la rodilla... Debido al traumatismo que sufren estos vasos, la nueva intervención fue hecha con el objeto de extirpar los trombos formados, cosa que se llevó a cabo con éxito, pues se dejó la sangre circulando en ellos”.

El parte médico continúa reservado para la función del miembro. Se hizo una transfusión de 1200 centímetros cúbicos y suero. Aparte de los médicos de plaza, intervino el especialista en cirugía vascular doctor Manuel Castañeda Uribe. Se espera que con esta nueva operación la recuperación del infortunado diestro sea completa.

Al salir el sol una vez más, la tragedia se había consumado. En el diario El Informador, de Guadalajara del 26 de agosto se relata lo siguiente:

Al mediodía de hoy fue amputada la pierna derecha, hasta arriba de la rodilla, al torero Carlos Vera “Cañitas”, cornado el pasado domingo... Los médicos tomaron esta medida extrema ante el peligro de que se presentara la septicemia gaseosa, al no haberse restablecido la circulación sanguínea en el miembro herido, el torero, al salir de la anestesia, sufrió un ataque nervioso.

Todavía cuando era llevado a la sala de operaciones, “Cañitas” confiaba en que se le practicase una operación más para restablecer la circulación, pero el intenso color amoratado, en algunas partes negruzco de la pierna derecha, indicaba que la amputación debería hacerse desde luego.

Al principiar la operación, la suegra del herido, señora Ana Huerta, presa de una crisis nerviosa pedía a gritos que no le amputaran el miembro, la esposa del diestro Socorro Mendoza de Vera, estuvo a punto de sufrir un desmayo. El doctor Javier Ibarra tuvo que salir del quirófano a calmarlas diciendo: “si existiera una brizna de esperanza no amputaríamos el miembro”.

Dijo inicialmente que se había temido que la amputación se haría casi desde la cadera. El tipo de corte que le fue hecho permite la rehabilitación del lisiado por miembros artificiales.

Al conocerse la noticia de este desenlace, el doctor Alfonso Gaona, empresario de la Plaza México, ofreció el coso para que se organice una corrida en beneficio de “Cañitas”, igual ofrecimiento hará la empresa de El Toreo, en donde toreaba “Cañitas” cuando sufrió la cogida que le seccionó la vena y la arteria femoral.

De esa manera, la cornada que le infirió Buen Mozo, terminó con el andar por los ruedos de Carlos Vera Cañitas.

La solidaridad hacia Cañitas

Carlos Arruza es reconocido como el que organiza el beneficio de Cañitas. Por su parte, Daniel Medina de la Serna, afirma que también se unieron al proyecto don José Murillo Alvírez, Manuel González Pinocho y José Juárez Gitanillo de México. Consiguieron una corrida de don Jesús Cabrera y para el 16 de septiembre de 1960, en la Plaza México, se anunció al propio Carlos Arruza, quien se presentaría como rejoneador en ese escenario, Alfonso Ramírez Calesero, Luis Procuna, Rafael Rodríguez, Jorge El Ranchero Aguilar y José Zúñiga Joselillo de Colombia.

La gran plaza se llenó y aunque el clima y los toros no colaboraron, pues se devolvió al quinto por manso y fue sustituido por uno de Santín y el sexto se inutilizó y fue reemplazado por otro de Ajuluapan. In extremis, Joselillo de Colombia le realizó una faena vibrante, al anunciado como Sombrerero y le cortó las dos orejas. Se afirma, sin desglosar cifras, que Carlos Vera Cañitas recibió de sus iguales y de la afición una suma cercana al medio millón de pesos, cantidad que le permitió reencaminar sus pasos por la vida ya fuera de los ruedos.

Cañitas falleció en la Ciudad de México el 19 de febrero de 1985, a causa de un infarto de miocardio a los 64 años de edad.

domingo, 14 de agosto de 2022

14 de agosto de 1931: Muere Gitanillo de Triana en Madrid


Hace algo más de un año intenté contar en estas mismas páginas los sucesos en torno a la gravísima cornada que le infirió el toro Fandanguero de Graciliano Pérez Tabernero a Francisco Vega de los Reyes en la octava corrida del primer abono de la temporada madrileña del año 31. Dejé dicho al final de la larga disertación, que llegado el día, me ocuparía del desenlace de esa trágica tarde, ocurrido 75 días después, en el sanatorio del doctor Crespo. Pues bien, esa fecha se ha llegado. 

Los partes facultativos

El doctor Jacinto Segovia, tras de examinar al torero herido en la enfermería de la plaza de la Carretera de Aragón, emitió el siguiente parte médico, aparecido en los diarios nocturnos de la fecha del festejo (Heraldo de Madrid y La Voz) y los del día siguiente:

«Durante la lidia del tercer toro ingresó en esta enfermería el diestro Francisco Vega (Gitanillo de Triana), con una herida de asta de toro en el tercio medio, del muslo derecho, con rotura de los músculos cuádriceps y aductores; otra en el tercio medio del muslo izquierdo. parte interna, con rotura de los músculos cuádriceps y aductores, y otra en la región sacrocoxígea, penetrante en la cavidad pelviana, con rotura del sacro y sección y arrancamiento del nervio ciático mayor. No puede precisarse la profundidad de la herida por el estado del diestro. Pronóstico muy grave. – Doctor Segovia».

Tres días después de la corrida, en el periódico madrileño El Sol, que en su primera página a diario se ufanaba de no publicar noticias relativas a la fiesta de los toros, se publicó el siguiente parte complementario:

«Como consecuencia del arrancamiento de las raíces del nervio ciático mayor (plexo sacro) ha quedado desgarrado el fondo del saco dural, presentándose una abundante eliminación de líquido cefalorraquídeo por la herida operatoria, existiendo el peligro de presentación de una meningoencefalitis que ensombrecería totalmente el pronóstico. – Doctor Segovia».

Como se puede leer, las lesiones que sufrió Curro Puya eran de una gravedad extrema y dada la técnica con las que eran atendidas en aquella época, se procedió a la ligadura de los vasos rotos y al aseo y taponamiento de las heridas en las zonas musculares, la de la región sacro – coxígea se dejó abierta, esperando que la naturaleza hiciera su trabajo y sanara por sí sola.

La evolución del torero herido

Para el día 6 de junio, los diarios de Madrid informaban que ya se había detectado una meningoencefalitis en el torero, y para el 11 de junio, se le diagnosticaba una neumonía basal derecha. Es decir, la evolución de los primeros días no era nada halagadora. Se le mantenía acostado boca abajo inclinado y sometido a fuertes sedantes para paliar sus dolores.

El 17 de junio se le hizo una transfusión de sangre, donada por su amigo Eleuterio Remondo Cojito, fueron 700 c.c. y después de ese procedimiento, mejoró notablemente. A partir del día 4 de julio, las informaciones de la prensa aseguraban que Gitanillo de Triana se reportaba muy aliviado.

Pero a partir del día 28 de julio, su estado se comenzó a deteriorar. Las heridas de las zonas musculares comenzaron a sangrar abundantemente por deshacerse las ligaduras de los vasos. Dice la edición del Heraldo de Madrid del 30 de julio:

«Es digna de todo elogio la labor del médico ayudante del sanatorio Dr. José Seguí, que supo acudir a tiempo en las hemorragias del pasado domingo y de ayer, por lo que libró al herido de una muerte segura... La herida de la cadera no ha sido operada todavía, pues esperaban los médicos que el herido recobrara fuerzas para poder intervenir... Tanto el doctor Goyanes como el doctor Segovia se muestran, muy pesimistas... Anoche hubo necesidad de aplicarle varias inyecciones para reanimarle, y en la madrugada se le pusieron otras de pantopón, para que pudiera conciliar el sueño...»

El testamento del torero

Dentro de la gravedad que se iba generando, Curro Puya se mantenía lúcido y solicitó a su representante don Francisco Arranz que convocara a un Notario para otorgar testamento. El diario La Libertad de Madrid, relata lo siguiente en su edición del 15 de agosto de 1931:

Personado el notario en el sanatorio, el herido dictó su última voluntad con voz serena. Terminado el testamento, y al querer leerlo el notario, le atajó Curro, diciéndole: No hay que quitar ni poner ni una coma. Tráigalo para firmar. Lo que hizo con pulso firme. Francisco Vega nombró herederos universales a sus padres. Deja una pequeña cantidad en dinero. Con los primeros ahorros que consiguió compró una casa, que regaló a sus tres hermanos casados, que son quienes la habitan; después compró otras tres casas, las tres en Sevilla, y situadas en las calles de Santa Patrona 43; plaza de la Mata, y la que él habitaba en la calle de San Jacinto, 85. También deja una manda para que un sobrino suyo a quien la familia llama «Currito» pueda estudiar una carrera...

Esa fue la fortuna material que dejó uno de los más puros intérpretes del toreo a la verónica que ha conocido la historia del toreo.

El fallecimiento de Curro Puya

A las siete y media de la mañana del 14 de agosto de 1931, el torero de Triana dejó de existir. Aparte de las lesiones de las cornadas de Fandanguero, su estado se fue deteriorando. Escribe el redactor del diario Ahora:

A consecuencia de la lesión nerviosa, sufrió una retención de orina y, a consecuencia de ésta, una fístula uretral a nivel del escroto... A todo esto, hay que añadir que este Job de la tauromaquia tenía que estar acostado boca abajo, lo que le impedía descansar apropiadamente... Aun se le produjo otro derrame por la herida de la nalga. Se taponó la herida, pero volvió a producirse la hemorragia a poco de destaponarla... El estado de fiebre constante, unido a toda esta serie de calamitosas complicaciones, tenían al enfermo en un estado de postración muy grande... Luego le aparece la albúmina y se le complica el riñón y el hígado...

En suma, en la jerigonza de los médicos de hoy, bien podríamos afirmar que la causa de su muerte fue una falla orgánica múltiple derivada de las lesiones traumáticas sufridas en la plaza de Madrid.

El 15 de agosto, se verificó la necropsia al cadáver de Francisco Vega de los Reyes. Esto dijo casi toda la prensa madrileña al respecto:

Ayer mañana, a las ocho, los doctores Crespo y Seguí practicaron la autopsia y embalsamamiento de cadáver. Se han comprobado los enormes destrozos producidos por las astas en el cuerpo del desgraciado torero. La herida de la cadera era profundísima y le atravesaba el peritoneo.

La herida se trató conforme a las técnicas quirúrgicas comúnmente aceptadas en la época y con los medicamentos que se tenían a disposición – no había antibióticos, ni siquiera sulfas – así que el resultado podría calificarse, en retrospectiva, como previsible.

Las reacciones al desenlace

El fallecimiento de Gitanillo de Triana generó toda clase de reacciones de afecto hacia el torero fallecido y su familia. Uno de los hechos notables fue el que los ingresados en el Sanatorio de Toreros que se sintieron en condiciones, pidieron autorización a los médicos para asistir al funeral en Madrid. Dice la nota de El Liberal:

Se ha registrado un caso curioso, que demuestra las extraordinarias simpatías de que gozaba el diestro entre sus compañeros. Los toreros heridos que se hallan hospitalizados en el Sanatorio de Toreros y que se encuentran en estado satisfactorio pidieron permiso a los facultativos para rendir el último homenaje a su amigo Gitanillo, y algunos de ellos estuvieron esta mañana orando ante el cadáver del malogrado artista. Entre éstos se encontraba el banderillero Manuel Prieto (Varé), que resultó herido gravísimo en la misma corrida en que sufrió la cogida que le ha causado la muerte a Gitanillo de Triana.

Por su parte, Federico Morena, en el Heraldo de Madrid, reflexionaba lo siguiente:

¿Por qué usaba el remoquete de Gitanillo de Triana? Es, realmente, inexplicable, puesto que tenía un nombre de una sonoridad eminentemente faraónica: Francisco Vega de los Reyes, y un apodo de sabor netamente taurino: Curro Puya.

Hace poco me decía su representante en Madrid, el bueno de Paco Arranz, que sentía verdadera veneración por su pobre amigo:

- Urge que desaparezca de los carteles el seudónimo Gitanillo de Triana. Tiene «jettature». Yo creo firmemente que todas las cosas malas que le suceden a Curro, es por usarlo...

La corazonada de este hombre, todo corazón, se ha cumplido, Gitanillo de Triana tenía, efectivamente, «jettature».

Antonio Conde

Escribe Antonio Díaz Cañabate:

No creo que ningún magnate del mundo, por muy poderoso que sea, pueda tener nunca a su lado un servidor de las condiciones excepcionales y valiosas de un mozo de espadas. Hablo, claro está, de los verdaderos mozos de espadas, porque ya sé que en planeta de los toros abundan los pícaros que a todos los menesteres taurinos llevan su picardía. Un auténtico mozo de espadas es el hombre de confianza del matador y algo más: sus pies y sus manos. Un torero puede prescindir de mucha gente que le rodea en la plaza y fuera de la plaza, pero jamás de un mozo de espadas.

Antonio Conde era el mozo de espadas de Curro Puya. Y desde que se puso el terno gris perla y plata – llamado miércoles de ceniza por los gitanos – el último día de mayo del 31, hasta la hora en que exhaló el último suspiro, no se desprendió del lado de su torero. Fue la única persona que siempre estuvo junto de él. Escribe Gregorio Corrochano en el ABC madrileño del 15 de agosto de 1931:

Merece destacarse este caso de Antonio Conde. Le acompañó a la enfermería el día 31 de mayo, y a su lado estaba todavía esta mañana del 14 de agosto, cuando la muerte llegó. Tiene las piernas hinchadas de no acostarse. No sabe ya lo que es dormir en un lecho. Y a un hombre así se le llama mozo de estoques. Esto quiere decir que mozo de estoques es algo más de lo que su nombre indica. Es el íntimo, el confidente, el criado amigo y cordial, el que se alegra con los éxitos y sufre con las desgracias, el que le lleva a la enfermería, y le asiste en el hospital, y no se separa, ni se acuesta, no vaya a entrar la muerte mientras él duerme. Y a esto, a un hombre así se le llama mozo de estoques...

El mozo de espadas no concreta su labor meramente a entregar los estoques al torero o a ayudarlo a vestirse en la soledad de la habitación del hotel. La descripción que hace Corrochano es bastante amplia y completaría este apartado con una reflexión de Conchita Cintrón escrita en 1973:

Qué poco se ha dicho del mozo de espadas. Y, sin embargo, sin él no sería igual la fiesta. De los años pasados en el ruedo, lo que más extraño es su presencia amiga y dedicada; su figura ejemplar de fiel servidor. Y es que servir es un arte. Y cuando hemos sido bien servidos, jamás podemos olvidar la deuda contraída con quien nos sirvió…

Es por eso que hago este aparte, para recordar la real abnegación de Antonio Conde por servir a su torero, hasta el momento final.

1931, un año teñido de sangre

El año de 1931 fue un calendario sangriento en las cosas de los toros. Por heridas por asta de toro murieron el 30 de junio Sotito banderillero, en Haro, La Rioja; el novillero Miguel Olza Vaquerín el 1º de agosto en Madrid, donde era tratado de una cornada recibida en Calasparra; otro novillero, Manuel López Regional, el 10 de agosto, también en Madrid, a causa de una herida sufrida en Tetuán; el banderillero Francisco Llopis, el 16 de agosto, en Madrid, fue herido en Parla, Toledo; Isidoro Todó Alcalareño II, el 23 de agosto, en Madrid; Manuel Crespo Crespito banderillero, el 22 de octubre, en Madrid y fue herido en Torrelaguna. A estos funestos resultados, bien podemos sumar la defunción de Carmelo Pérez, el 18 de octubre en Madrid, herido en México el 17 de noviembre de 1929.

Ocho toreros fallecidos a causa de las cornadas de los toros en un año. 

Una aclaración oportuna para quintacolumnistas y también para aficionados

Corre la versión, como verdad sabida - incluso en la afamada enciclopedia de internet - de que el percance de Curro Puya se publicó a todo trance en las primeras planas de los diarios madrileños al día siguiente de ocurrir y de que la nota de su fallecimiento mereció en su momento meras gacetillas. Nada más falso. La información pertinente ocupó los debidos espacios en las páginas dedicadas a la fiesta en los diarios e incluso, en el que se ufanaba de no dedicarle una sola línea - El Sol -, se vio precisado a ocuparse del tema. 

Es sencillo querer desinformar para desprestigiar. Pero afortunadamente allí están los archivos y las hemerotecas que dejan clara la verdad. La prensa madrileña y también la de Sevilla siguieron día a día la evolución de la tragedia de Gitanillo, que en paz descanse.

domingo, 7 de agosto de 2022

El Terrible Pérez

Rogerio García Pérez
Antonio Martín Maqueda
El Ruedo
La primera mención de El Terrible Pérez se produjo en el año de 1903, quizás en los finales de abril o inicios de mayo, cuando se anunció que siendo estelarizada por el cantante cómico Emilio Carreras, se estrenaría la zarzuela – señalada en la cartelera como juguete cómico – lírico – asainetado – obra en lo literario de Carlos Arniches y Enrique García Álvarez y en lo musical, de Tomás López Torregrosa y Joaquín Valverde hijo. La obra tiene como argumento las aventuras y desventuras de Pérez, un incansable perseguidor de mujeres que tenían, para él y para sus maridos, la desventura de ser casadas.

La función de estreno se llevó a cabo en el añorado Teatro Apolo de la capital española el día 1º de mayo de ese 1903 a teatro lleno y era el beneficio de Emilio Carreras. La crítica teatral en los diarios madrileños le dio buen trato, según se lee enseguida:

Escrita la obrilla indudablemente para que Carreras pudiera lucir su mucha gracia, no buscaron en ella los Sres. Arniches y García Álvarez ocasiones en que sacar a plaza sus condiciones de literatos. Quisieron entretener y hacer reír, y esto lo lograron con sal muy en terrón, pero en tal medida que «El terrible Pérez» alcanzó un éxito, no sólo franco, sino ruidoso.... (Ch., en El Imparcial, Madrid, 2 de mayo de 1903)

... «El terrible Pérez» se hará centenario en los carteles, que dará mucho dinero y que los autores fueron aclamados y aplaudidos frenéticamente al terminar la representación, queda dicho lo más interesante.

Emilio Carreras, que celebraba anoche su beneficio, encarnó maravillosamente el tipo de Pérez. que está hecho a su medida, y con justicia fué ovacionado varias veces durante la representación... (A. Melanluche, en El País, Madrid, 2 de mayo de 1903)

Como se puede ver, tanto los autores de la zarzuela, como el intérprete del papel principal de ella, pasaron con sobresaliente nota el examen de la crítica y tan es así, que El Terrible Pérez se ha seguido representando en los teatros de España, como una de las piezas de ese género en que el humor es el eje de su trama.

El Terrible Pérez de los toros

Rogerio García Pérez nació en Lisboa el 8 de junio de 1890. Hijo del auxiliar de farmacia Benito Pérez y Domínguez, originario de Évora, pero hijo de españoles y de Fabiana García Pérez. Le apadrinó en su bautismo don Manuel Pereira Guimarães, el farmacéutico con el que laboraba su padre y el que años después le conseguiría la habilitación para ser el encargado de la farmacia de la plaza de toros de Campo Pequeno.

Por la ocupación de su padre, pronto acudiría a cuanto festejo se daba en la principal plaza de toros de Portugal y así, en el año de 1895, en una tarde en la que el inmenso Guerrita fue herido en ese ruedo, pasó a la enfermería a ser atendido por don Benito, el padre de Rogerio y al no haber sillas suficientes para colocar la casaquilla del Califa cordobés, esta fue colocada sobre los hombros del chiquillo. Cuenta Antonio Martín Maqueda, en el número de El Ruedo fechado el 10 de enero de 1952:

Fue el caso que, por ser cogido en 1895 en aquella Plaza de toros el gran torero cordobés que se llamó Rafael Guerra, “Guerrita”, tuvo que ser asistido en la enfermería, y como en ella no existía más que una cama y una silla – esta deficiencia de las enfermerías aún continúa en muchas Plazas portuguesas –, y ésta fuera necesaria, colocaron sobre los hombros de Rogerio Pérez la casaquilla del gran torero, lo que dio gran satisfacción a su progenitor y a su padrino, el farmacéutico de la Plaza, don Manuel Pereira Guimarães, y fué mirado con veneración por aquellos buenos aficionados del barrio de Doña Estefanía durante todo aquel invierno; hecho que dejara en su psicología profunda huella. Es posible que entonces dijera “Guerrita” aquella frase que nunca olvidan los aficionados portugueses: “Extraño país donde no se permite que los hombres maten los toros, y sin embargo, se deja que los toros maten a los hombres”.

Presenció en Campo Pequeno la cogida y muerte del caballero en plaza Fernando de Oliveira y eso le llevó a alejarse un tiempo de las plazas de toros y se sumergió en las profundidades de la literatura y el teatro, en la compañía de su amigo Mario Sa – Carneiro. En esa época fue cuando conoció la zarzuela que he mencionado al principio. Cuenta Alberto Franco en la revista portuguesa Novo Burladero, en su artículo conmemorando el 40º aniversario del fallecimiento del cronista:

…Del teatro nació el seudónimo que lo popularizó. Mientras circulaba una zarzuela cómica llamada “El Terrible Pérez”, sus amigos comenzaron a llamarlo de esa manera. Rogerio adopta de buena gana el apodo y empieza a firmar con él sus escritos taurinos. Comenzó en 1915, en “Cómicos e Fenómenos. Semanario Taurino & Teatral”, dirigido por Luis Marques Junior, pero al año siguiente se lanzó como director de “Sombra – Sol”, periódico dedicado exclusivamente a la tauromaquia…

Posteriormente llegaría al Diario de Lisboa y en 1925 recibiría la encomienda de entrevistar a Juan Belmonte, quien se reuniría allí con Eduardo Pagés para discutir una posible reaparición en los ruedos vestido de luces. Sigue contando Alberto Franco:

…fue testigo de las negociaciones con el empresario Eduardo Pagés, en Lisboa, que llevaron a la primera reaparición de “El Fenómeno”, en 1925. “Soliloquio” cuenta que Rogerio Pérez “recibió en el «Diario de Lisboa» la encomienda de entrevistar a Juan Belmonte, que regresaba del Perú, y en una cena que el fado prolongó, escuchó la fabulosa propuesta que el empresario Pagés le haría al trianero: ¡medio millón de pesetas por veinte corridas!

Su relación con Antonio Cañero, y la corrida integral

Trabó amistad con el rejoneador cordobés Antonio Cañero y entre 1925 y 1928 se dedicó a acompañarle y apoderarle. Esa actividad le sirvió para escribir El Libro de Cañero, publicado, según sus datos del Registro General de la Propiedad Intelectual dados a conocer en la Gaceta de Madrid del 2 de septiembre de 1927, ese mismo año, por la Imprenta Helénica y tuvo por objeto el refutar una obra de quien, firmando como Pepe Luis, escribiera bajo el título de Cañero no existe.

El acompañamiento de Antonio Cañero no le impidió el participar activamente en la organización de una serie de corridas con muerte que se dieron en Lisboa en el año de 1927 – a las que me referí la semana pasada aquí mismo – y posteriormente en el año de 1933, pues El Terrible Pérez era un convencido defensor de lo que él llamaba la corrida integral. Cuenta Antonio Martín Maqueda en el ya citado número de El Ruedo:

Apartado un poco de los toros por considerar… que la “tourada” era menos verdadera que la corrida integral, de la que, ferviente partidario, ha dado y sigue dando eficientes pruebas defensivas. En este punto ha demostrado sus grandes dotes diplomáticas, porque aun haciendo la contra a la “tourada”, nadie ha podido censurarle. Tal ha sido su equilibrada propaganda aquí donde muchos consideran que el no ser partidario de ella no es ser buen portugués…

Esa afición por la corrida integral, le llevó a participar en la fundación de una Escuela Taurina en Lisboa. Y consiguió con los patronos de ella, llevar de director de la misma nada menos que a Cayetano Ordóñez Niño de la Palma. Cuenta Francisco Montero Galvache en el semanario El Ruedo del 7 de febrero de 1946:

...La Escuela – nos informa Cayetano Ordóñez – ha sido creada por iniciativa de los populares críticos taurinos lisboetas Pepe Luiz y El Terrible Pérez, entre otros notables aficionados, y bajo la protección del Club Tauromáquico de Lisboa y del sector. El sostenimiento de la Escuela correrá a cargo de estos Círculos – cuyos socios contribuyen mensualmente para este propósito - y tendrá el apoyo económico del Sindicato de Espectáculos. Se darán cursos teórico – prácticos, con la colaboración de los toreros retirados Manuel y Alfredo Dos Santos y los ganaderos señores Andrade, Palha, Pinto Barreiro, Moura y Nuncio. Las clases abarcarán toda la temporada, dando comienzo casi siempre en el próximo mes de marzo...

Rogerio García Pérez, el escritor

La obra literaria de Rogerio García Pérez no se reduce únicamente a la crónica de toros. Es además autor de la novela José Luiz El Português, que narra la historia de un joven que toma el camino de España y triunfa allí como novillero y también los libros: Vaya por Ustedes! (1925) colección de crónicas publicadas en la prensa; El Libro de Cañero (1927); Seis estrellas (1925); De Lisboa a Sevilla por los Pirineos (1929); Franco” (1940); ABC da Tauromaquia (1945), Meio Século a Ver Touros (1945) y Siervo de Reyes y Presidentes: de la Monarquía a la República, de D. D. Luís al Sr. General Carmona (1945), que recoge las memorias de Vital Fontes, mayordomo del Palacio de Belém, recientemente reeditado.

El Terrible Pérez falleció en el año 1979. Creo que son pocas las personas que pudieron contar haber visto a cuatro de los cinco Califas del toreo cordobés, pues como he apuntado al inicio, tuvo la fortuna de ver a Guerrita, Machaquito, Manolete y El Cordobés, fuera en su plaza de Campo Pequeno o en alguna de las españolas que tanto frecuentó.

Es así que de esta manera presento a Ustedes a un escritor que no es muy conocido en nuestros días, pero que seguramente tendrá en su obra, interesantes puntos de vista para discutir.

domingo, 31 de julio de 2022

31 de julio de 1927: Pepe Ortiz se presenta en Lisboa y se lidian toros a muerte

Una tradición que resucita...
Diario de Lisboa - 1° de agosto de 1927

Las corridas de toros en Portugal – touradas – son tradicionalmente sin la muerte del toro al final de la lidia. Coloquialmente se invocan añejas y oscuras legislaciones que desde la noche de los tiempos prohíben tanto la suerte de varas, como el terminar con la vida de los astados en el ruedo. Pero, hurgando en la literatura, se encuentra uno con que eso no es precisamente así. El pintor y escritor sevillano Antonio Martín Maqueda, quien vivió la mayor parte de su vida en Portugal, escribió para el semanario El Ruedo fechado el 8 de noviembre de 1951:

…la reina Doña María I llamada “La Piadosa”, prohíbe las corridas de toros “en todas las tierras portuguesas” (1752), para de una vez desterrar la bárbara y cruel diversión, “impropia de una nación civilizada”, manteniéndose esta ley hasta 1790… Volvieron a prohibirse las “touradas”, también sin fijar castigo… por decreto de 1836, siendo revocado por la ley del 30 de junio de 1837... Publicóse en 1921 la Orden Ministerial 2.700 refiriéndose al decreto núm. 5.650 del 10 de abril de 1919, que dice: “En nombre de la Nación, el Gobierno de la República Portuguesa decreta, para hacer valer como ley lo siguiente: “Artículo 1º. – Toda violencia ejercida sobre los animales es considerada punible. Art. 2º. – Serán castigados con multa de dos a quince escudos, liquidada en la Policía correccional, aquellos que en lugares públicos maltraten o flagelen a los animales domésticos. En caso de reincidencia, la multa será agravada con prisión correccional de cinco a cuarenta días”…

Si se observa la redacción del último dispositivo legal, ninguna mención hace a los festejos taurinos, a los toros, o a la muerte de estos en el ruedo. Así, el escritor lisboeta Alberto Franco, en su obra Campo Pequeno – Crónica da Monumental de Lisboa, comenta lo que sigue:

…la prohibición de las corridas con muerte se basó más en la tradición que en la letra de la ley. Como ya se mencionó, el Decreto 5650 castigaba la violencia contra los animales, pero era discutible si las corridas de toros caían dentro de él. Con el fin de aclarar dudas, se dictó el Decreto 2700, de 6 de abril de 1921, en el que se establecía que el Decreto 5650 se oponía «implícitamente» a las corridas de muerte. Sin embargo, ningún título legal los impedía expresamente…

Así entonces, con ese endeble título legal, se impedía la muerte de los toros en plaza, aunque de alguna manera se buscaba la forma de evitar sus efectos y el citado Martín Maqueda cuenta que con posterioridad al último decreto, Francisco Peralta, Facultades, mató un toro en una plaza o cortijo privado después de esa fecha, y que el 28 de septiembre de 1924, en la plaza de Caldas da Rainha, Joaquín Manzanares, Mella, mató al toro Ventaciro del hierro de Francisco Neto Rebelo.

Un segundo antecedente en Campo Pequeno

La temporada 1927 en Lisboa iba a ofrecer a la afición algunas novedades reales conforme a lo que estaban acostumbrados a ver en su plaza. Para el domingo 12 de junio de 1927, se anunció un festejo en el que actuarían el caballero en plaza Antonio Luis Lopes y los espadas Fausto Barajas y Juan Espinosa Armillita para enfrentar toros de Coimbra, aunque el diario madrileño La Nación, señala que fueron de Infante da Cámara. A ese festejo asistieron el Presidente de la República Portuguesa y personajes como el Duque de Palmela, el aviador madrileño Lóriga y el aviador italiano Márquez de Pinedo, y fue presidido por el Teniente Coronel Joao Maria Ferreira do Amaral, comandante de la Policía Cívica de Lisboa y héroe condecorado de la Primera Guerra Mundial, que será un personaje esencial en esto que intento contarles. La corrida NO fue anunciada previamente con la muerte de los toros en el ruedo.

La crónica de Rogerio Pérez El Terrible Pérez para el Diario de Lisboa, publicada al día siguiente de la corrida, titulada: Mulas de arrastre se llevaron por primera vez dos toros muertos en la plaza de Campo Pequeno, resalta lo siguiente:

7º. – También negro y también manso... brinda al heroico aviador Loriga, que por estar modestamente “a la paisana” no es reconocido por el público. Previo rápido muleteo, entra Barajas a matar “de verdad”, dejando media estocada en buen sitio, aunque perpendicular, por lo que el toro no cae inmediatamente. Intervención de los peones, un intento de descabello “a pulso”, Barajas acierta al segundo, cayendo el toro fulminado. ¡Ahora sí! ... ¡Las mulillas entran en funciones arrastrando al toro y las palmas se oyen hasta Pekín! Siete mil pañuelos piden la oreja y al matador se le concede esta y el rabo, que Barajas pasea por la plaza... El entusiasmo aumenta en forma indescriptible y dos espontáneos surgen sacando a Barajas en hombros... 

8º. – Negro y escurrido de carnes. Continúa la profunda emoción producida en el toro anterior, de la que somos meros narradores... Armillita se aprieta en dos lances y remata con lucimiento... deja un par que se aplaude y otro par igualmente aplaudido. Tocan a matar y nadie se mueve de sus asientos... Armillita muletea inteligente, sin perder la cara y valiente. Cuando el toro se para, aprovecha una igualada, tirándose a matar, pero el estoque se quiebra. Con otro estoque, pincha dos veces en hueso y después agarra una estocada hasta la empuñadura, siendo innecesaria la puntilla y rodando el toro patas arriba... Nuevamente se agitan los pañuelos reclamando la oreja, que es concedida a Armillita...

La narración de El Terrible Pérez describe a una multitud al borde de la locura. Y el final del festejo parece así revelarlo:

...decenas de entusiastas pasean a los dos espadas a hombros en todas direcciones... El público demora su salida, aplaudiendo de pie y saludando con sus sombreros. El espectáculo fue inédito y sorprendente. Se inicia la retirada entre una alegría que se extiende por los alrededores de la plaza y se prolonga en automóviles, trenes y tranvías avenida abajo. De todo esto se pueden sacar conclusiones que el cronista evita, describiendo apenas y sin comentar...

El festejo del último día de julio de 1927

Para cerrar el mes de julio del 27, se anunció una corrida en la que se lidiarían dos toros de Palha Blanco (1º y 5º) para rejones, dos de Alves do Río, dos de Neto Rebelo, uno de Faustino da Gama (7º) y uno de Francisco Ferreira Jordão (8º) mismos que serían lidiados y MUERTOS a estoque por el rejoneador Antonio Luis Lopes, Julián Saiz Saleri II, Emilio Méndez, Pablo Lalanda y Pepe Ortiz.

De la lectura de la crónica de El Terrible Pérez, se observa que la presencia de Lalanda y Pepe Ortiz fue planteada como complementaria de los tres primeros, porque en el caso de El Orfebre Tapatío, le correspondió ser una especie de sobresaliente del rejoneador Luis Lopes, toda vez que no pudo finiquitar a sus toros desde el caballo y en la lidia a pie solamente le correspondió lidiar un toro, el séptimo, de Faustino da Gama. Pablo Lalanda, por su parte, lidió al cuarto, de Alves do Río y le obsequiaron el octavo, de Ferreira Jordão.

Los permisos preceptivos para que los toros se lidiaran a muerte, fueron concedidos por el ya nombrado Teniente Coronel Joao Ferreira do Amaral, quizás más que nada, porque la corrida se daba a beneficio de la Caja de Beneficencia de la Policía, que atendía las necesidades de las viudas y huérfanos del personal de esa corporación pública. La crónica de El Terrible Pérez hace saber que para el festejo anterior – el del 12 de junio – a beneficio de la caja de los periodistas – que tenía similar noble finalidad – se pidió la misma franquicia, misma que fue negada:

…no podemos dejar de escribir que la autorización fue denegada recientemente, después de haber sido prometida, a la Caja de Beneficencia de los Periodistas, que está destinada a sus viudas y huérfanos… Ahora bien, si las viudas y los huérfanos de los policías merecen todo nuestro respeto, los de los periodistas no lo merecen menos, lógicamente, y nos parece inequitativo el uso exclusivo de un beneficio que desearíamos para varias obras de caridad…

Así pues, con ese borrón, se pudo dar el festejo, en el que, dice la cabecera de la crónica antecitada, resucitó una tradición al inaugurarse la temporada de corridas de muerte.

Adaptaciones a la tauromaquia tradicional

Rogerio El Terrible Pérez, en su crónica del festejo mantiene un tono optimista y considera que a partir de ese momento se mantendrían de fijo, por lo que hace una serie de propuestas acerca de la manera en la que se podrían llevar a cabo:

La suerte de varas, ya condenada por una gran mayoría española y por el propio gobierno, debido a que ha implicado el sacrificio reiterado de numerosos caballos, no es posible en Portugal y son peligrosas las tentativas que se hagan en ese sentido… pueden ser aprovechados nuestros caballeros en plaza para el «primer tercio». Bastará modificar el rejón, sustituido por otro «de tope», para no matar y limitar su uso de preparar al toro, regulando su número – dos o tres – de acuerdo al poder y condiciones de los toros… El uso del rejón «de tope», con una «cruz», no habrán más «morrillos destrozados», se evitará el efecto de «romaneo» de los toros ante los caballos, porque esto, más que puya, necesitan los toros, aunque mucha gente suponga lo contrario… El segundo sería idéntico al de España, con supresión de las banderillas de fuego, en cualquier caso, por ser su efecto más infamante que necesario… Para no perder la tradición de nuestro primoroso toreo ecuestre, se lidiarán, en medida de lo posible, en cada corrida, uno o dos toros embolados, como en España, para apreciar toda la maestría de caballeros como Simao da Veiga… Es así, con estas y otras modificaciones que irán resultando de la práctica, que se llegaría a una modificación lógica de las corridas portuguesas para los que no entienden su actual ritmo...

Así veía el cronista del Diario de Lisboa la manera de llevar a cabo festejos en Portugal con la muerte del toro. Quizás le animaba que para el día 7 de agosto, se anunciaban toros de Faustino da Gama (1º) y Neto Rebelo para los rejoneadores Ricardo Teixeira y Antonio Luis Lopes y los matadores Luis Freg, Emilio Méndez y Fausto Barajas, también para ser muertos a estoque en la plaza. Freg resultó herido, leve, por el cuarto de la tarde.

La tarde de la presentación de Pepe Ortiz

Decía al principio que la actuación de Pepe Ortiz fue aproximada a la de un sobresaliente que tiene por función la de finiquitar a los toros que el rejoneador en un cartel no puede despachar a caballo. Así, tuvo que despenar al primero de la tarde que no dobló después de tres rejones de muerte. Intervino con poca fortuna en quites en el segundo, que le tocó a Saleri II y en el quinto, el segundo de rejones:

…El caballero, con deseo de matar, da varias pasadas sin resultado, consiguiendo clavar más rejones de muerte, llegando a los seis sin resultado. Ortiz, medrosísimo por el poder del toro y tras repetidos pases que agravan sus dificultades, entra a matar de cualquier manera. El toro dobla y el «puntillero» lo levanta. Ortiz, completamente desorientado, intenta el «descabello», huyendo despavorido. El «puntillero» vuelve a levantar al de Palha y a la tercera termina con la escena, con aplausos para el ganadero y dándose al toro vuelta al ruedo…

Ante el séptimo, que fue el que le correspondió lidiar, su actuación no mejoró conforme a los ejercicios anteriores:

7º, «Jabonero» de Faustino da Gama. Ortiz torea vulgarmente con el capote, torpe e ignorante. Intenta banderillear y pierde un tiempo al igualar, clavando en la atmósfera. «La cosa» se torna pesada y el mexicano se resuelve a clavar con dificultad, dejando el encargo a sus subalternos… Con el toro arrancado, da el primer pase, para seguir un animado diálogo con el «asesor» «Rodriguito» y éste, enérgico y decidido, después de otro compás de espera, lo manda al toro. Un «pinchazo» y otros dos intentos protestados. Intenta el «descabello» con igual torpeza. Suenan los tres avisos, como en la plaza madrileña y ya con los mansos en el ruedo, el toro es rematado por el «puntillero»

Quiero pensar que el pánico escénico venció a Pepe Ortiz, porque si en algo precisamente se distinguió su hacer ante los toros, fue por la limpidez de su toreo con la capa y en el desarrollo de la narración de El Terrible Pérez, se advierte que se vio embarullado y vulgar en algunas de sus intervenciones. Ya tendría oportunidad la afición lisboeta de volverle a ver en otras condiciones.

El devenir de los toros de muerte en Portugal

El Terrible Pérez, entrevistado por Francisco Montero en el número de El Ruedo correspondiente al 2 de octubre de 1947, manifestaba que en 1933, ya en el gobierno de Salazar, organizó tres corridas a muerte en Campo Pequeno, en las que actuaron toreros como Armillita, Domingo Ortega y Manolo Bienvenida. Contando que llevó a los monosabios de España y que en los tres festejos, solamente murió un caballo de pica.

El 3 de junio de 1951, se volvió a matar un toro a estoque en Campo Pequeno. Ese día alternaron los rejoneadores Simao da Veiga y José Rosa Rodrigues y a pie Luis Miguel Dominguín y Manolo dos Santos, ante toros de João da Assuncão Coimbra. Al segundo de la lidia ordinaria, El Lobo Portugués, después de una aclamada faena, lo terminó de media estocada en lo alto. 

Fue premiado con las dos orejas y el rabo y posteriormente sancionado con 30,000 Escudos de multa, aceptándose su justificación de que no se trató de un acto premeditado.

Las corridas con la muerte del toro en el ruedo no echaron raíces en Portugal, como afirma mi amigo Alberto Franco, más por costumbre que por alguna traba legal. En todo el territorio portugués solamente hay una localidad, la de Barrancos, en el Alentejo, limítrofe con las provincias de Badajoz y Huelva en España, donde los toros se lidian a muerte desde tiempos inmemoriales. Fuera de allí, no sucede, ni tiene trazas de volver a ocurrir en el futuro próximo o lejano.

Agradecimiento

Quiero agradecer a mi amigo Alberto Franco, con sede en Lisboa, el que me haya proporcionado valiosísimo material para elaborar esta entrada y que será de utilidad para futuros trabajos. Espero que no lo considere desperdiciado.

Aviso parroquial: Los resaltados en los textos transcritos, solamente se pueden imputar a este amanuense, pues no obran así en sus correspondientes originales.

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