viernes, 4 de mayo de 2012

Tal día como hoy. 1985: Manzanares, Jorge, Luis Fernando y una gran corrida de Tequisquiapan


El eje de la fiesta será siempre el toro. A veces hay expresiones que parecen ingresar en la categoría de lo que Gustave Flaubert calificaría sin chistar como meros lugares comunes. Uno de ellos es aquél que reza que cuando el toro se derrumba, a la fiesta la sucede lo mismo, y otro que también podría aplicarse al caso, es que cuando el toro campea en el ruedo, la fiesta resplandece.

Pues el 4 de mayo de 1985, los sucesores de don Fernando de la Mora Madaleno, fallecido apenas el año anterior, enviaron a nuestra Plaza Monumental un encierro de su hierro principal de Tequisquiapan, que con su juego bravo y noble permitió que la esencia de la fiesta se mantuviera incólume y además resplandeciente, dejando claro y además incontestable que la esencia de todo esto está precisamente en el toro.

A ese respecto, en su crónica del festejo, publicada en el diario El Sol del Centro del día siguiente al festejo, dice don Jesús Gómez Medina:

En este venturoso resultado tuvieron una participación esencial, principalísima, los toros de Tequisquiapan. En efecto, el encierro que provino de la ganadería queretana resultó uno de los más propicios de los lidiados en los quince festejos ya celebrados. Tan sólo el primero desentonó un tanto por haberse agotado; los restantes conservaron hasta el final su acometividad inicial luciendo especialmente en este aspecto el segundo, el tercero y el quinto. El cuarto terminó apurado de facultades pero conservando su buen estilo; también se aplomó el sexto, pero en cuanto le pisaban el terreno tomaba el engaño con celo y viajaba hasta donde el torero le mandaba...

La obra de los diestros

Vuelvo a lo que en su día relató el cronista titular de El Sol del Centro para reseñar lo que los diestros dejaron escrito sobre el ruedo de nuestra Plaza Monumental:

Tres diversas expresiones del arte del toreo; tres manifestaciones distintas de la misma disciplina nos fueron ofrecidas por los tres espadas que, ayer, encabezaron el cartel... Elegancia, señorío, prestancia; la limpidez en la ejecución de las suertes unida a la eficacia. El toreo que de tan suave, de tan sedeño se transforma en caricia; tal fue el de Manzanares con "Vinatero", el cuarto ejemplar del magnífico encierro de Tequisquiapan.... El bien hacer y el clasicismo en la ejecución de la verónica; la alegría y el ritmo de los lances de capa al modo de Pepe Ortiz; el sabor y el hondo acento de aquellos derechazos largos, mandones de la faena al estupendo “Exquisito”, corrido en el sitio de honor; así fue la versión del llamado “Arte de Cúchares” a través de Jorge Gutiérrez... Y la entrega absoluta, desbordada y espectacular de Luis Fernando Sánchez con el sexto; y aquellos derechazos en movimiento retardado extraídos a viva fuerza de la mole con cuernos en que se había convertido “Estrellito”, el último de la función; he aquí tres expresiones diversas, las tres manifestaciones distintas de un arte en cuya elaboración significan tanto y tienen influjo definitivo el temperamento y el gusto de cada torero; su mayor o escaso dominio de la técnica así como el conocimiento que tenga de las condiciones y de los cambios que se operan en los bureles... Y fue así, lanzadas las tres distintas expresiones de un mismo arte; engarzado el toreo magistral y sedeño del diestro de Alicante con el toreo sabroso, intenso de Gutiérrez; y ligado este último, a su vez, con el toreo dramático por cuanto supone de aguante y de entrega y además el acorde dilatado, intenso de aquellos derechazos de Luis Fernando al sexto; de esta manera se forjó una segunda parte triunfal del festejo, que transcurrió entre aplausos y aclamaciones y quedó rubricada con el otorgamiento de apéndices para los tres espadas...

Al final, Manzanares se llevó la oreja del cuarto, Jorge Gutiérrez la del quinto y a Luis Fernando Sánchez se le concedieron las dos orejas del sexto. Orejas que cuestiona don Jesús Gómez Medina, pues señala en su crónica que la espada atravesó al toro y asomó por el lado contrario por el que entró, hecho que se debió, según su apreciación, a que el diestro se fue de la línea recta alargando el brazo, hecho que apunta, le ocurrió igualmente con el tercero de la tarde.

El festejo de hoy. 9ª corrida de feria: 6 de San Isidro para Rodolfo Rodríguez El Pana, Sebastián Castella y Diego Silveti.

jueves, 3 de mayo de 2012

Tal día como hoy. 1981: Sin corte de orejas, César Pastor triunfa en el cierre de la Feria


El principio de la década de los ochenta fue promisorio para César Pastor, que se encontraba en la cresta de la ola al haber participado en la capital del país en los carteles más destacados de las dos temporadas anteriores y en preparación para acudir al siguiente ciclo europeo para confirmar su alternativa en la Plaza de Las Ventas de Madrid.

En esta octava y última corrida del serial de San Marcos de 1981, fue acartelado con Manolo Espinosa Armillita y Jesús Solórzano hijo, para lidiar un encierro de San Marcos, propiedad del arquitecto Ignacio García Villaseñor y el festejo fue, de acuerdo con la crónica aparecida al día siguiente del mismo en diario El Sol del Centro, firmada por don Jesús Gómez Medina, uno de larga duración, pues anunciado para comenzar a las cinco de la tarde – aún no se aplicaba aquí el horario de verano – concluyó a las siete de la noche con cuarenta minutos.

Las razones a las que atribuye el cronista la extraordinaria duración temporal del festejo, fueron tanto la lidia de un toro de regalo, como las constantes interrupciones de la lidia por parte de los diestros actuantes para increpar a don Fernando Soto García, en esos días director de la Banda Sinfónica Municipal, para que ejecutara algún pasodoble durante su labor en el ruedo.

Dice don Jesús al respecto:

...Para que los festejos recobren su duración normal y los espectadores no salgamos de la plaza como lechuzas despistadas, yo propondría lo siguiente: Que el Juez de Plaza, volviendo por sus fueros y velando por la seriedad del espectáculo, sea el que tome la batuta y ponga a toreros y músicos en su respectivo sitio; es decir, que sea de veras Autoridad; o que, de lo contrario, “de perdida”, como dicen los “chavos”, doten a cada matador de un teléfono con hilo directo hasta la tribuna de la música para que no se pierda tanto tiempo y al instante puedan ponerse de acuerdo el espada y los filarmónicos; con lo que la corrida saldría ganando, si no en formalidad, sí en brevedad. ¡Y todos tan contentos!...

El triunfo de César

Ya lo comentaba en alguna fecha anterior, que en cierta medida, los apéndices para los toreros, pueden resultar meros retazos de toro. En el festejo que hoy sirve para el recuerdo, el triunfador de la corrida se retiró con la espuerta vacía, pero con el reconocimiento de la afición. A ese propósito, la crónica ya citada nos refiere lo que sigue:

...Para este joven espada sonaron las palmas más estruendosas y reiteradas de la corrida y su labor en sus dos enemigos tuvo como epílogo, el aplauso rotundo que acompañó las dos vueltas al ruedo con que lo premió el público hidrocálido... Su primer enemigo, “Glotón”, gordo, enmorrillado, fue bravo, alegre. Pastor lo veroniqueó lucidamente antes de rematar por partida doble... Del segundo tercio se encargó el espada en turno: En primer término, un par de poder a poder estupendo, emotivo, seguido de un cuarteo desigual y de otro al sesgo por las afueras, magnífico... El prólogo del trasteo lo constituyeron varios emotivos muletazos con ambas rodillas en tierra... a fuerza de aguante y determinación le extrajo varias series de naturales y de mejores derechazos antes de terminar mediante media en buen sitio... Ovación y vuelta al ruedo... Al sexto, “Parrandero”... a guisa de bienvenida, le propinó un lúcido farol de rodillas, seguido de lances al natural que fueron muy aplaudidos. De nueva cuenta tomó los garapullos cuajando brillantísimo tercio de banderillas que le mereció una de las más estrepitosas ovaciones de la tarde. Y su trasteo muleteril, realizado a base de exponer, de llegarle al bicho, de obligarlo y, luego, de mandar y templar su embestida, en ocasiones logró un nivel de brillantez y torerismo singulares... Tras un pinchazo, sepultó Pastor todo el acero; dobló el bicho, lo levantó el puntillero y poco después “Parrandero” rodaba definitivamente por la arena. Ovación fuerte con vuelta al ruedo devolviendo prendas... Yo, como aficionado y en el pellejo del juez, le hubiera otorgado la oreja...

Manolo Espinosa lidió tres toros esa tarde, los dos de su lote ordinario y el de regalo, procedente de Boquilla del Carmen. Pudo saludar en el tercio en su primero, fue avisado en su segundo y escuchó palmas en el obsequio. Por su parte, Jesús Solórzano salió al tercio en el segundo de la tarde y logró dar la vuelta al ruedo tras la lidia del quinto, señalado por don Jesús como el momento en el que se produjeron los desatinos musicales a los que alude en su relación del festejo.

El festejo de hoy. 8ª corrida de feria: 6 de Teófilo Gómez para Uriel Moreno El Zapata, Alejandro Talavante y Octavio García El Payo que sustituye al herido Joselito Adame.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Tal día como hoy. 1982: Trofeos sin contenido para Eloy Cavazos y Curro Rivera


Algunos califican a los apéndices que los toreros cortan como meros retazos de toro. A veces la expresión se utiliza para señalar una infrapremiación de una faena y en otras ocasiones, para expresar el desacuerdo con un reconocimiento excesivo a obras que debieron ser calificadas con mayor rigor desde el Palco de la Autoridad.

Al hacer su recuento de la corrida del 2 de mayo de 1982, – toros de Carranco para Eloy Cavazos, Curro Rivera y Javier Bernaldo – don Jesús Gómez Medina hace notar que pese a los apéndices cortados, el festejo resultó intrascendente, es decir, las orejas carecieron de contenido, resultaron ser meros retazos de toro que al paso del tiempo, nada dejaron a quienes se los llevaron.

Acerca de este aspecto de la tarde, de la crónica de don Jesús, publicada en el diario El Sol del Centro, recojo lo siguiente:

Hace ya más de tres centurias que uno de los más ilustres ingenios de la lengua española – nada menos que el Fénix de los Ingenios –, dejó escrita en unos breves renglones, una sentencia cuya perenne vigencia comentamos de continuo: 

“El vulgo es necio
y, pues lo paga, es justo
hablarle en necio,
para darle gusto...”
Y esto, que Lope de Vega refería al arte teatral, es igualmente valedero para otras manifestaciones artísticas... o cuasi artísticas, llámense cinematografía, música, tauromaquia, etc... Particularmente en esta última, al fin espectáculo multitudinario, la influencia de la masa resulta determinante, definitiva casi, por la carga de emoción o de sensibilidad que sobre aquella gravita. Pero, a la vez, las preferencias de la parte más cuantiosa y al mismo tiempo menos docta de los espectadores, suelen ser decisivas al momento de valorizar y de galardonar el mérito y la brillantez de un lance, de una faena o de una actuación... Precisamente por ello se premian actuaciones y se otorgan premios por trasteos y faenas de las que, al salir de la plaza, no conservamos casi el recuerdo: ¡así fueron de fosforescentes y superficiales!... Lo anterior viene al caso como resultado de cuanto ocurrió ayer, en el octavo festejo de nuestra Feria. En el curso del mismo, en efecto, fueron concedidos cinco apéndices, dos orejas a Curro Rivera; y otras dos más el rabo, a Eloy, Además se otorgaron honores a los despojos de uno de los bureles... Y, sin embargo, al analizar horas después lo ocurrido en la Monumental, poco, muy poco es lo que subsiste en el recuerdo. Se impone, entonces, la pregunta: ¿los galardones estuvieron mal otorgados? ¿o acaso fueron excesivos?... Sobre esto último, es preciso afirmar que la actuación del juez de plaza, siempre difícil, siempre sujeta a los vaivenes de la cambiante y apasionada opinión del pópulo, actualmente resulta más comprometida y expuesta. Pues, si ateniéndose a un criterio estrictamente taurino se resiste a conceder el trofeo o lo otorga con exacta proporción al mérito de la faena, se convierte en víctima propiciatoria de la insolencia popular. Y sí, por el contrario, cede fácilmente ante el reclamo de los más entusiastas y generalmente más indoctos, se gana de inmediato las censuras y los reproches de “la parte seria de la afición”, como diría “Oselito”... Por todo esto, volviendo a lo ocurrido ayer, podríamos decir, parafraseando un dicho que adquirió celebridad, que la actuación de Arturo Muñoz no fue buena, ni mala... sino todo lo contrario...
La actuación de los toreros

De las faenas premiadas, a su juicio excesivamente por el Juez de Plaza, don Arturo Muñoz La Chicha, Gómez Medina relata:

…Y ya está Eloy brindando a la asamblea para realizar a continuación una de sus típicas faenas a base de toreo en redondo, sobre una y otra mano, con el aditamento de molinetes rapidillos y rodillazos espectaculares. La faena en conjunto, resultó vistosa, espectacular, si bien Eloy no haya toreado con una parsimonia mayor, ni con un ajuste excesivo; pero repetimos, con una espectacular fosforescencia y además, a los briosos acordes de la charanga... Eso sí: Eloy estoqueó superiormente, sepultando el acero en lo alto, entrando con gran decisión y con resultados definitivos. Gran ovación; las dos orejas, también el rabo... y arrastre lento a los despojos de “Jamaiquino”. Curro Rivera en cambio, logró su capítulo de éxito al enfrentarse a su primero, otro astado de buenas características, que, aunque terminó un tanto aplomado, conservó su docilidad hasta el fin. De esta manera, a base de aguante y temple, logró Rivera llevar a cabo una faena de innegable torerismo, obligando a un bicho de escasa fuerza y haciéndolo pasar en varias tandas de derechazos, antes de sepultar un espadazo de efectos mortales. Ovación vuelta al ruedo y las dos orejas. ¿No hubiera sido suficiente con una?...

De la actuación de Javier Bernaldo, en esos días de reciente alternativa, dice don Jesús que más vale no hablar.

El festejo de hoy. 7ª corrida de feria: 3 de Santa Bárbara y 3 de Peñalba (denominación de Bernaldo de Quirós) para Ignacio Garibay, José Mari Manzanares y Joselito Adame.

martes, 1 de mayo de 2012

Tal día como hoy. 1973: José Antonio Gaona se alza con el triunfo en la novena de Feria


El modelo de feria taurina iniciado por Guillermo González Muñoz comenzaba a adquirir carta de naturalidad en Aguascalientes. En apenas dos años, el número de corridas que integraban el serial sanmarqueño se incrementaron, de las seis ofrecidas en 1971, a siete en el año siguiente y a once en ese 1973, llevando a la conclusión, como lo expresé ya en algún otro espacio aquí mismo, de que Aguascalientes requería de una nueva y más amplia plaza de toros. 

En ese serial se programaron toreros de distintas generaciones y nacionalidades. En el cartel que hoy les recuerdo, integrado por toros tlaxcaltecas de Coaxamalucan para el rejoneador Jorge Hernández Espinosa y los matadores de toros Jaime Rangel, Raúl García y el nieto del Califa de León, José Antonio Gaona, que recién había recibido el 3 de septiembre anterior en Málaga, de manos de Andrés Jiménez El Monaguillo, llevando de testigo a Pepe Luis Román, siendo el toro de la ceremonia Serenito, de la ganadería de José Luis Vázquez Garcés y que apenas la había confirmado en la Plaza México el 21 de enero anterior de manos de Jesús Solórzano hijo, llevando como testigos a Francisco Ruiz Miguel y el colombiano Jaime González El Puno, quien también confirmó esa tarde, con el toro Cazador de Tequisquiapan.

El triunfo de Gaona

En esta oportunidad la crónica a la que recurro para recordar este suceso es de Jaime Martínez Fonseca, de El Heraldo de Aguascalientes, dado que por cuestiones del descanso obligatorio del día de la corrida, don Jesús Gómez Medina no relató este festejo:

José Antonio Gaona ha hecho magnífica faena a su primero, que tuvo cierta bravura, administrándolo bien en varas. El astado fue pasado con un ligero puyazo para que conservara algo de fuerza y que el nieto del "Califa" pudiera hacerle faena... Con el capote le dio lances a pies juntos y luego abrió el compás para hacer la verdadera verónica, rematando con revolera. Luego, con la muleta empezó a desarrollar una faena derechista, con pases largos, con temple y mando, ejecutados con serenidad y verticalidad... con plasticidad. Luego vinieron los naturales, tranquilos, con ese tipo de embestida, para ir tirando de ella limpia, suavemente, calmadamente. Fueron muletazos largos, completos y las tandas rematadas con el de pecho, girando al tomar el burel, dándole la espalda y llevándolo embebido en el engaño, para despedirlo a la perfección... Entró a matar dejando una entera en lo alto, suficiente para que el cornúpeta rodara muerto. En los tendidos la gente agitaba los pañuelos pidiendo trofeos para el chaval y le fueron concedidas las dos orejas, con las que recorrió el anillo en dos ocasiones... Lo exhibido por Gaona hace pensar que pronto estará en la órbita grande. El chamaco se ve con sitio y sabe moverse entre los pitones como debe ser... El festejo contrastó con los anteriores. Poca clientela en los tendidos.

Raúl García sólo pudo lucir en banderillas y Jaime Rangel terminó estrellándose con la debilidad de sus toros, circunstancia que resultó ser la constante de los toros enviados por don Felipe González y González en esta oportunidad.

No obstante el triunfo obtenido por José Antonio Gaona en esta corrida, para él, así como para Jaime Rangel y Raúl García, esta sería la última vez que les veríamos vestidos de luces en nuestra Feria de San Marcos, pese a que en ciclos anteriores, ellos dos fueron piezas importantes en su desarrollo y crecimiento. Después vendrían por aquí, pero realizando labores de apoderamiento.

El festejo de hoy. 6ª corrida de feria: 6 de Fernando de la Mora para Fernando Ochoa, Julián López El Juli y Octavio García El Payo.

lunes, 30 de abril de 2012

Tal día como hoy.1982: En la despedida de El Estudiante, la obra artística la firma Humberto Moro


Jesús Delgadillo El Estudiante, es uno de los toreros nativos de nuestro Barrio de Triana, recibió por primera vez la alternativa el 20 de abril de 1958, en la Plaza de Toros San Marcos de manos Alfredo Leal, ante el testimonio de Joselito Huerta, le cedió los trastos para dar muerte al primero de los de Lucas González Rubio corridos esa tarde. Esta alternativa la confirmó el 18 de enero de 1959 en la Plaza México, llevando como padrino a Jorge El Ranchero Aguilar y como testigo a Fernando de los Reyes El Callao. El toro de la ceremonia fue Coreano de La Laguna.

Tras de renunciar a esa alternativa, el 10 de septiembre de 1964, en Barcelona, Fermín Murillo, en presencia de Curro Romero, le cede a Murciano, de Torrestrella, alternativa que confirmaría en Madrid el 12 de octubre con el toro Gladiador de Arellano y Gamero Cívico, siendo padrino de la ceremonia Orteguita y testigo Santiago Castro Luguillano, quien también confirmaba esa tarde.

Confirma su alternativa barcelonesa en la Plaza México el 22 de enero de 1967, siendo su padrino Joaquín Bernadó y actuando como testigo Raúl García con la cesión del toro Vinatero de Tequisquiapan.

Entre ese año de 1964 y el de 1975, los de su mayor actividad en los ruedos, repartió sus actuaciones en plazas mexicanas y españolas, siendo quizás su principal logro el corte de una oreja en la Plaza de Las Ventas en Madrid, el 8 de agosto de 1965, a un toro de Félix Cameno, en tarde en la que alternaba con Antoñete y Pepe Osuna. Es, para la estadística, la última oreja cortada allí por un matador de toros de Aguascalientes, vestido de luces.

Jesús Delgadillo López estuvo prácticamente parado desde ese año de 1975, pero tenía la intención de despedirse formalmente de los ruedos y en su tierra. Para ello, la noche del 30 de abril de 1982, consiguió hacer su presentación en la plaza Monumental Aguascalientes y al mismo tiempo realizar esa despedida de los ruedos, alternando con Eloy Cavazos y Humberto Moro hijo, en la lidia de seis toros de San Manuel. Recuerdo que el resultado para él fue el de dar una vuelta al ruedo tras la lidia del cuarto, entre el nostálgico son de Las Golondrinas y el afecto de sus paisanos, que veían dejar los ruedos a uno de sus toreros que se destacó por su clase y su oficio en cuanta plaza pisó.

De esa actuación, don Jesús Gómez Medina, en El Sol del Centro, resume:

El afán de “El Estudiante” de decir adiós a la profesión que durante años y años fuera parte primordial de su vida, ante el público de su ciudad natal, encontró finalmente su compensación en el cariñoso aplauso con que los espectadores lo saludaban en la que fue su última vuelta al ruedo del ahora ex – torero. Fue tal la efusión del público, que “El Estudiante” no pudo menos que emocionarse profundamente. Por lo demás, su actuación ante sus dos enemigos había sido por demás discreta...

Humberto Moro firma la obra de arte

Del resto del festejo, don Jesús relata lo siguiente:

Una bella lección de bien torear... Sí, indudablemente: El toreo que solemos presenciar por estas calendas no es el más auténtico, ni el más valioso, ni siquiera el más moderno; pues, como decía aquél viejo predicador al referirse a las hijas de Eva, “siempre han existido mujeres buenas... y pícaras de siete suelas”, también ha habido toreros buenos, auténticos toreros y lidiadores que deforman y degradan y afean el arte del toreo... Pues bien; ayer el torero auténtico, el verdadero torero se llamó Humberto Moro... En efecto, en su admirable faena al sexto, el joven diestro hidrocálido combinó, en gentil conjunción, la plasticidad con la eficacia, la gallardía con el mando, el reposo y la hondura del estilo rondeño con el garbo y la inspiración del toreo sevillano... ¡Ah Humberto Moro! ¿Cómo no agradecerte que ayer, cuando toreabas por soberanos derechazos al sexto, hubieses traído a nuestra retina la imagen de otro Humberto Moro toreando por soberanos naturales al toro de su triunfal revelación, una tarde de enero que hizo hito en los anales taurinos de Aguascalientes?... ¿Por qué no esperar, entonces, que la de ayer haya sido la fecha de tu definitiva revelación; la que marca el día en que pudiste exhibirte en la totalidad de tu potencia taurina y en el que ofreciste ante nuestros deleitados ojos un bagaje estupendo de un toreo hecho de aguante, de temple, de dominio; de arte y de arte mayor, en suma; de un arte intenso, profundo, que, para cuajar por completo, solo espera encontrar el campo abierto a sus posibilidades y no el coto estrecho en el que hasta hoy te has visto aprisionado?... Por ello, porque tu faena al cárdeno “Amoroso” reunió todos estos atributos, te ganaste la admiración y el fervor de tirios y troyanos, de catecúmenos y doctores; cortaste ambas orejas y recorriste el ruedo en pleno triunfo... Y, de paso, reivindicaste a los toreros de Aguascalientes, para quienes, hasta ayer, estuvo vedado el acceso al ruedo hidrocálido...

Eloy Cavazos también cortó dos orejas en esa noche – en un hecho hoy poco frecuente, la corrida fue nocturna – aunque por los prolegómenos de la crónica de don Jesús Gómez Medina y la ausencia de mayores detalles en el cuerpo de la misma, su actuación seguramente no tuvo la entidad suficiente para ser del gusto del relator. 

Es por ello que solamente consigno aquí el resultado respecto del torero de Monterrey y el recuerdo de los demás sucesos relevantes ocurridos en la corrida, en este trigésimo aniversario de la despedida del torero de Aguascalientes, Jesús Delgadillo El Estudiante.

El festejo de hoy. 5ª corrida de feria: 8 toros de Mimiahuápam para Sebastián Castella, José Mari Manzanares, Juan Pablo Sánchez y Arturo Saldívar.

domingo, 29 de abril de 2012

Tal día como hoy. 1962: Humberto Moro y Antonio del Olivar triunfan en la quinta y última de Feria


La quinta y última corrida de la feria de 1962 traía de nueva cuenta a Manolo dos Santos – reaparecido el año anterior – junto con el sensacional muletero de Linares, Humberto Moro y el fino torero celayense Antonio del Olivar. Ellos se enfrentarían a un encierro de la ganadería aguascalentense de Peñuelas, que en los calendarios anteriores habían tenido tardes triunfales para su propietario, don Miguel Dosamantes Rul y eran del agrado de los toreros.

Al final del festejo, los toreros mexicanos, Humberto Moro y Antonio del Olivar fueron los que sacaron el mejor resultado de la tarde. Manolo dos Santos pasó de puntillas por nuestra Feria y como lo leímos el día de ayer, en el siguiente serial de San Marcos, anunciaría a nuestra afición su decisión de despedirse de nosotros.

Los momentos destacados

Don Jesús Gómez Medina, cronista titular de El Sol del Centro destaca de esa tarde los siguientes momentos:

...Moro logró un éxito de consideración al pasar de muleta al corrido en el sitio de honor. Un bicho con suavidad y nobleza, con un lado izquierdo magnífico. Además, el más hecho, el de mejor tipo entre los seis... Unos pasecillos para fijar al burel, y el engaño a la siniestra. Y el pase natural, resurgiendo en todo su esplendor. ¡Con ritmo, con cadencia, con quietud y con mando! Las aclamaciones del pópulo corean cada muletazo; pero, inesperadamente el de Peñuelas toma las de Villadiego y la serie queda sin rematar... Pero aquellos naturales fueron de tal calidad y sabor, tuvieron tanta brillantez y señorío – ¡los mejores de la Feria! – que, cuando el linarense, tras un pinchazo, puso al de Peñuelas en manos del aprendiz de jifero mediante una estocada ligeramente desprendida, la ovación se repitió con fuerza y, previo otorgamiento de la oreja, Humberto Moro recorrió el ruedo en triunfo... En conjunto, la actuación de Antonio del Olivar fue la más completa, la más lúcida de la jornada. Con una determinación y un valor realmente singulares; y acusando un sitio y un torerismo también notables, del Olivar llevó a cabo dos faenas igualmente meritorias. Más brillante, más dilatada y emotiva, la del sexto; el bicho tenía bravura y fuerza en sus acometidas, y como del Olivar lo aguantaba a pie firme, y con limpieza y ritmo se lo pasó por la mismísima faja repetidas veces en muletazos en redondo con la derecha, o bien en los de trinchera, en los de pecho de gran plasticidad y dramatismo, y en los firmazos con los que puso fin a las diversas series, la emoción de los espectadores acabó por desbordarse y, pese al pinchazo, cuando coronó su lucido y meritísimo trasteo con una estocada delanterilla, entre grandes aclamaciones, Antonio del Olivar fue izado en hombros y paseado de esta manera por el ruedo, llevando en la diestra la oreja del de Peñuelas... Antes, al concluir la faena del tercero, el poderdante del “Cachorro de Querétaro” había visto premiada su labor con la vuelta a la arena... Rotundamente gris resultó la actuación del artista lusitano. Abrumado por la sosería de sus antagonistas, Manolo a decir verdad, muy poco logró de plausible. Lo mejor, su brevedad para saldar el compromiso...

Así transcurrió este festejo final de Feria, una que resultó ser en su día, junto con la de 1960, la más extensa en cuanto a número de corridas hasta antes de la adopción del modelo actual, implantado en 1971 por don Guillermo González Muñoz.

El festejo de hoy. 4ª corrida de feria: 6 de Teófilo Gómez para Eulalio López Zotoluco, Sebastián Castella y Juan Pablo Sánchez.

sábado, 28 de abril de 2012

Tal día como hoy. 1963: Manolo dos Santos y Enrique Vera resultan los mejor librados en el cierre del serial


Manolo dos Santos
Hay toreros que ingresan a los carteles de las ferias por una mera cuestión coyuntural. Creo que ese fue el caso de Enrique Vera, que formó terna con Manolo dos Santos y Jorge El Ranchero Aguilar en la cuarta y última corrida de la Feria de San Marcos del año de 1963, al socaire del éxito que habían tenido sus incursiones en el cine, particularmente en dos películas; El Niño de las Monjas y El Último Cuplé, ambas éxito de taquilla aquí en Aguascalientes. No omito considerar que también Vera participó en Tarde de Toros, dirigida por Ladzlo Vadja, pero por su focalización a los entretelones de la fiesta, quizás su impacto fue menor que las dos primeras.

Un testigo que considero de excepción de esta tarde, mi amigo Gustavo Arturo de Alba, explica en su portal Cineforever la composición mayoritaria del público de esa tarde y las razones de su asistencia:

...Enrique Vera vino a México en 1962 y 1963, sin que llegará a actuar en la Plaza México, pero si lo vimos en Aguascalientes, durante la Feria de San Marcos de 1963, en que mi padre me mandó de “chaperón” de una de mis hermanas solteras, en ese tiempo, la cual quería ir a ver, en vivo y en directo, al guapo torero que había enloquecido de amor por la cupletista Sara Montiel. La corrida de marras se celebró el 28 de abril, alternando Enrique Vera con Manolo Dos Santos y Jorge “El Ranchero” Aguilar, en la lidia de un encierro de “El Rocío”, en donde el único animal que se prestó para el lucimiento de los toreros, fue precisamente el que le tocó a Vera, quién consiguió dar una vuelta al ruedo, en una faena de aliño, dada la áspera embestida del burel, en que se lució, como en la película, con sus manoletinas y muletazos por alto, aparte de ligar una serie afortunada de derechazos, pero lo cierto es que Enrique Vera no era un torero profundo, que llevaba gente a la plaza, más bien se iba por complacer o, la obligación de acompañar a hermanas o novias, según fuera el caso, a los tendidos para que admiraran la galanura de ese lidiador, el cual también combinaba la actuación en teatro, con las de cine, bailarín y cantante de andaluz… ah y también cuando tenía tiempo era torero...

La otra visión del festejo

La crónica publicada en el diario El Sol del Centro y suscrita por don Jesús Gómez Medina, refleja un festejo tedioso, principalmente a causa de la sosería de los toros murubeños de la ganadería de El Rocío, en esas fechas propiedad todavía de don Manuel Buch y Escandón, los que, si bien fueron bravos para los caballos, pronto se aplomaron. Del relato que hace don Jesús puedo rescatar lo siguiente:

Su majestad el tedio imperó ayer en el Coso San Marcos... Un solo puyazo, pero de efectos, pues el toro recargó y el varilarguero apretó el palo de firme y, tras un connato de toreo por las afueras a cargo del espada en turno, ya tenemos a éste con los garapullos en la mano... Por cierto, éste del segundo tercio uno de los episodios más destacados en la actuación de Dos Santos, pues éste con facilidad y oportunidad, colgó cuatro pares en el sitio adecuado, sobresaliendo por su emotividad y buena ejecución el sesgo por las afueras que colocó en cuarto término... Se adornó más tarde realizando el lasernista, siempre en pugna con un burel cuya sosería se acentuaba a cada momento. Y, para concluir, dejó una estocada contraria y delantera que hizo doblar. Ovación y vuelta al ruedo... Enrique Vera. Este joven torero hispano también cuajó los instantes más aplaudidos de su labor, mientras lidiaba al primero de sus antagonistas... Pese a la sosería del bicho, Vera echó tipo en dos parones por el lado derecho, que se quedaron sin rematar cuando el del Rocío tomó las de Villadiego... El trasteo, brindado a toda la concurrencia, incluyó tres series de derechazos cuya brillantez fue en aumento, rematadas con otros tantos pases de pecho. Se aploma el socio; Vera se adornó con tres manoletinas muy quietas y ceñidas, tras las cuales sufre un trompicón... Hace una rabieta el hispano, que no ha podido olvidar que alguna vez trabajó ante las cámaras cinematográficas. Y a toro parado, clava el acero hondo y con tendencias, y remata con descabello al primer golpe. Vuelta al ruedo, entre aplausos cerrados... Dejábamos de consignar cómo fue la entrada: regular en el tendido sombreado y muy floja en sol. Y es que los aficionados tienen un olfato...

Esos son los episodios más rescatables de un festejo que pasará a la historia también por ser la última vez que pisó vestido de luces el ruedo de la Plaza de Toros San Marcos el Lobo Portugués Manolo dos Santos. El cartelillo anunciador del festejo señalaba que en esa corrida se despedía del público de Aguascalientes, como de hecho, sus números parecen delatar que ya lo había hecho de los públicos europeos, pues si bien el año anterior había actuado en 25 festejos, en éste de 1963, ya no se presentó en plazas de allende el Atlántico y en México particularmente, solamente se vistió de luces en cuatro oportunidades. En cuanto a esta anunciada despedida, la crónica del festejo no hace mención ningún acto puntual destinado a señalar ese hecho dentro del mismo, pero el hecho del adiós de nuestras plazas sí resultó definitivo.

El festejo de hoy. 3ª corrida de feria: 7 toros de Begoña para el rejoneador Jorge Hernández Gárate, Julián López El Juli, Juan Pablo Sánchez y Arturo Saldívar.

viernes, 27 de abril de 2012

Tal día como hoy. 1969: Cortando tres orejas, Manolo Martínez se alza como el triunfador de la Feria


Tras de su presentación en nuestro serial abrileño de 1967, en una corrida extraordinaria, Manolo Martínez reaparecía en la Plaza de Toros San Marcos en la corrida que daba término a la Feria, alternando con Joaquín Bernadó y Alfonso Ramírez Calesero Chico, para lidiar un encierro de Suárez del Real. La corrida adquiría cierta significación, aparte de la propia que le correspondía por su lugar en las celebraciones sanmarqueñas, porque el torero de Monterrey estaba a punto de salir a iniciar su primera campaña en ruedos europeos. De hecho, tras de esta actuación, solamente se presentaría el 1º de mayo en Tepic y el 4 en Querétaro para matar en solitario toros de Javier Garfias y de allí partir a España, para presentarse en la Corrida del Corpus en Toledo el día 5 de junio de ese 1969.

El triunfo de Manolo Martínez

En su crónica publicada en el diario El Sol del Centro al día siguiente del festejo, don Jesús Gómez Medina se ocupa exclusivamente de la actuación del que estaba en camino de ser el mandón. No hace una sola referencia a las actuaciones ni de Joaquín Bernadó, ni del hijo mayor de Calesero. Del preámbulo recojo estas impresiones:

No pudo haber sido más torero el adiós de Manolo Martínez; en pleno triunfo, entre aclamaciones, aplausos y música y llevando consigo las dos orejas del último astado que lidió en Aguascalientes... Porque el de la Sultana del Norte se halla a punto de atravesar el charco, en ruta hacia la Madre Patria a donde marcha en pos del espaldarazo consagrador de los públicos hispanos. Pero, antes, busco que su adiós a la plaza que durante estos breves días, se transforma en el aula máxima del toreo, en la academia del arte taurino, revistiése la brillantez y la solemnidad más singulares...

Manolo Martínez enfrentó esa tarde a dos toros de nombrados por su criador como Pepinillo y Ruizeño, ambos de muy diferentes condiciones. Y con ellos realizó dos faenas de gran intensidad de acuerdo con el relato que hace el invocado don Jesús Gomez Medina. El quinto, Ruizeño, fue el del gran triunfo y sobre este, el cronista escribió:

...“Ruizeño”, era por el contrario un adversario difícil, peligroso; con fuerza y sentido. Por ello puso en apuros a un banderillero tan diestro como Rutilo Morales... Y en el ambiente de la plaza brotó la incógnita: “¿Sería capaz Manolo Martínez de hacerle faena a un enemigo con tales características...?” Pues sí; ¡también al enemigo difícil le hizo la faena y, encima, le cortó las dos orejas!... ¿Es o no es todo esto, demostración de torerismo?... Porque triunfar con el toro dócil, pastueño, que más que enemigo resulta colaborador del torero, esto muchos lo hacen. Vencer, en cambio, tras de remontar la corriente; llegar al éxito tras de haber superado obstáculos y luego de poner en riesgo la epidermis, esto es privativo de los menos. De los ases, de las figuras, de los toreros de época, como este Manolo Martínez... Pero digamos ahora someramente cómo fue la faena del gran triunfo del reinero. Dos o tres muletazos de exploración como para medir, para calibrar al astado, y acto seguido, sin más trámites, sin nuevas dilaciones, a pararle y a correr la mano y a enrollarse a “Ruizeño” con la seguridad, con la facilidad y la frescura que se emplearían para torear a un toro de cartón.... A fuerza de aguante, Manolo desengañó al astado. Vamos, se apoderó de él, como se dice en la jerga taurina. Y logrado esto, hizo con el bicho cuanto le vino en gana. Lo toreó por derechazos templados y mandones, rítmicos y señoriales – ¡derechazos de Manolo Martínez! –; se lo pasó por la mismísima camisa en los pases de pecho escultóricos, ajustadísimos. Y además, el péndulo, los molinetes, los de la firma combinados con el trincherazo. ¡Todo cuanto en gana le vino ejecutó!... Y, como epílogo, un espadazo desprendido, que pronto surtió efectos.... Vendría luego la escena que antes aludimos; el triunfo, el apoteosis de Manolo Martínez; la concesión de las dos orejas, la vuelta al ruedo, las aclamaciones... En suma, la entrega de un público plenamente rendido frente a la evidencia de que, con Manolo Martínez, el toreo mexicano está en el camino de adquirir una dimensión y un esplendor que antaño tan solo supieron darle los llamados toreros de época, las figuras cumbres de nuestra torería...

En efecto, la visión de don Jesús no estaba apartada de la realidad que estaba por venir. Sería cuestión de un par de temporadas más para que Manolo Martínez consolidara su posición al frente de la torería mexicana y efectivamente, se convirtiera en una figura de épica y de época, todavía a estas fechas vara de medir en estas cuestiones.

El festejo de hoy. 2ª novillada de feria: 6 novillos de José Julián Llaguno para Ricardo Frausto, Manuel Fernández Mazzantini y Efrén Rosales.

miércoles, 25 de abril de 2012

Tal día como hoy: 1982. Curro Rivera lidia en solitario y triunfalmente 14 toros


A partir de que Manolo Martínez celebró su corrida número mil matando seis toros en la Plaza México, se comenzó a otorgar valor a esa meta estadística. El hecho de que el crecimiento del número de festejos que se daban en el país permitía que los toreros alcanzaran ese número de festejos toreados en plenitud de facultades, daba lugar a que celebraran la efeméride lidiando una corrida de toros en solitario.

En el caso de Curro Rivera, la conmemoración de su corrida mil y el inicio de lo que pudiera ser su segundo milenio, tendrían esa connotación y se convertían prácticamente en el eje de atractivo de la Feria de San Marcos del año 1982 y se programaron para el día del Santo Patrono, a las cinco de la tarde, la primera encerrona, en la que el hijo del Fermín el de San Luis daría cuenta de seis toros de su propia ganadería y la segunda, a las nueve de la noche, en la que se enfrentaría a un encierro compuesto por siete toros que por su orden fueron de Campo Alegre, Carranco, San Antonio de Triana, San Martín, Mimiahuápam, Santo Domingo y José Julián Llaguno. Creo que es innecesario aclarar que el acontecimiento se anunció como único en la Historia del Toreo.

Un par de antecedentes próximos

Hurgando la biblioteca y las hemerotecas, me encuentro un par de ocasiones en las que se anunciaron festejos similares, pero que por circunstancias diversas, no tuvieron una debida culminación.

El primero que encuentro tuvo lugar el 16 de junio de 1960. Antonio Bienvenida intentó realizar la gesta de torear dos corridas él solo en un mismo día en la Plaza de Las Ventas de Madrid. El encierro de la corrida vespertina se compuso de toros de Concha y Sierra, Felipe Bartolomé, Joaquín Buendía, María Montalvo, Herederos de Flores Albarrán y Fermín Bohórquez – en ese orden –. Bienvenida fue silenciado en el 1º, 4º y 6º; escuchó palmas en el 5º, división de opiniones en el 3º y pitos en el 2º. El sobresaliente fue José Urías.

Para la sesión nocturna, los toros anunciados fueron salmantinos de Graciliano Pérez – Tabernero, Alipio Pérez – Tabernero Sanchón, Eusebia Galache, Antonio Pérez de San Fernando, Barcial y Vizconde de Garci – Grande. Por desgracia, sufrió una serie calambres en las piernas durante la lidia del 3º, a causa, según el parte médico del doctor Jiménez Guinea, del insuficiente riego sanguíneo consecuencia de cornadas anteriores y eso le impedía continuar en la lidia.

Por ese impedimento, los tres últimos toros los despachó el sobresaliente Antonio Mahillo. Bienvenida oyó palmas en sus tres toros; mientras que Mahillo dio la vuelta en el último. Bienvenida vistió de verde y oro por la tarde y de verde y plata por la noche.

Un segundo anuncio de esta naturaleza se hizo para el 22 de mayo de 1971, también en Madrid, pero en la Plaza de Toros de Vista Alegre de Carabanchel. En plena guerrilla, Sebastián Palomo Linares anunció que en esa fecha – misma en la que en Las Ventas, dentro de la Feria de San Isidro, se presentaría la ganadería mexicana de Mimiahuápam –, enfrentaría en dos festejos, toros de Miura, Eusebia Galache, Antonio Pérez de San Fernando, Herederos de Carlos Núñez, Victorino Martín y Núñez Hermanos y en el segundo, a los de Juan Pedro Domecq, Baltasar Ibán, Atanasio Fernández, Juan Mari Pérez – Tabernero, Manuel Arranz y Miguel Higuero.

El doble festejo se quedó a la mitad. La tarde fue lluviosa y la popular Chata de Carabanchel en esos días todavía no tenía la conformación actual – un escenario multiusos techado –, sino que era una plaza de toros convencional, con una capacidad de unas nueve mil personas. La segunda corrida, la nocturna, quedó aplazada para el 6 de junio de ese año. Palomo Linares salió al tercio en el 1º, cortó las dos orejas al 2º, dio una vuelta protestada en el 3º, cortó el rabo al 4º y cortó una oreja en el 5º y 6º.

Hace 30 años

Las crónicas de las dos corridas llevadas a cabo el 25 de abril de 1982 no son prolijas en detalles acerca del quehacer artístico de Curro Rivera. Se concentran más bien en el hecho de que el torero logró completar la hazaña. Y es que, en los días previos se hablaba más que nada, de la incapacidad física que le sobrevino a Antonio Bienvenida – padrino de la confirmación madrileña de alternativa de Curro – veintidós años antes y que no le permitió completar la gesta que había iniciado.

En el festejo de la tarde, aunque se anunciaron seis toros, Curro Rivera mató siete, pues regaló el sobrero. Campanero, Arriero, Gordito, Cara Limpia, Milenario, Caramelo y Campeador fueron los nombres, por su orden, de los siete toros de Francisco Rivera lidiados en esta ocasión y obtuvo de ellos, las dos orejas de 3º, 4º y 5º. Los sobresalientes fueron el matador de toros Eduardo Liceaga y el entonces novillero Luis Fernando Sánchez, a quienes se les permitió intervenir en quites en el que cerró este festejo.

A las nueve de la noche Consentido, Tocayo, Siempre Juntos, Para ti, Amigo Milenario y Ahijado – el nombre del abreplaza no fue consignado por el cronista – fueron saliendo por la puerta de toriles. Es quizás en esta segunda parte del acontecimiento en la que Curro Rivera fue mayormente recompensado en materia de trofeos, al cortar las orejas y el rabo de Siempre Juntos de San Martín – 11º del doblete y 4º de ese festejo – y de Ahijado de José Julián Llaguno – 7º de la corrida y 14º de la doble jornada –, para sumar en ambos festejos diez orejas y dos rabos en una fecha que constituye por sí sola, un hito difícil de superar en la Historia Universal del Toreo.

Otros datos para recordar

Curro Rivera banderilleó a dos de los toros de esa memorable fecha, al 5º de la primera corrida y al 7º de la nocturna y que en el entreacto de los toros segundo y tercero del capítulo de noche de la gesta, directivos de la Organización Editorial Mexicana entregaron al torero un reconocimiento, tanto por haber alcanzado la cifra de los mil festejos toreados, como por estar en vías de completar la gesta que ahora intento relatarles.

Al final de cuentas, ese día, resultó lo que el cronista de El Sol del Centro – la crónica no está firmada – decía en uno de sus párrafos:

Los aficionados taurinos al referirse a los carteles del día clásico de Aguascalientes, llegaron a decir que “era mucho Curro”. Y no se equivocaron en lo más mínimo, porque eso demostró Francisco Rivera con sus dos encerronas en las que estoqueó 14 bureles...

Efectivamente, ese 25 de abril de hace 30 años, Curro Rivera fue mucho Curro, que no es lo mismo que demasiado Curro y lo afirmo porque me tocó ver la primera de las dos corridas y se veía en extraordinarias condiciones físicas y anímicas para enfrentar el reto que él mismo se planteó. El resultado que es motivo de este comentario así lo confirma.

El festejo de hoy. 2ª corrida de feria: 2 de Los Encinos para rejones y 4 de Campo Real para Pablo Hermoso de Mendoza, Fermín Spínola y Arturo Macías.

domingo, 22 de abril de 2012

Tal día como hoy: 1973. En la alternativa de Vito Cavazos, es Curro Rivera el que hace el toreo


El primer toro que se lidiaría en la Feria de San Marcos de 1973 sería un toro de alternativa. El suceso también tendría un dejo de novedad en nuestro ciclo abrileño, pues si bien en el pasado reciente del Coso de la calle de la Democracia se habían celebrado dos ceremonias de investidura de matadores de toros – El lusitano Óscar Rosmano el 29 de noviembre de 1970 y Armando Mora el 28 de marzo de 1971 –, la última que se había celebrado en un festejo sanmarqueño había tenido lugar en 1960, cuando Luis de Seda y Oro elevó a la categoría superior al trianero Rubén Salazar el primero de mayo de ese calendario.

La información previa al festejo, publicada en el diario El Sol del Centro refleja la expectación que producía el serial y en sí el cartel inaugural, tanto por la reaparición de Eloy Cavazos y Curro Rivera, como por la novedad que revestía el investir en la Feria a un nuevo matador de toros, en este caso, David Vito Cavazos. De esa nota, entresaco lo siguiente:

Reaparecen Eloy y Curro y se doctora Vito Cavazos. A guisa de preámbulo de lo que será esta Feria, ya el cartel inicial incluye la actuación de dos de las tres máximas figuras del toreo nacional: Eloy Cavazos, el sensacional pequeño y gran torero de Monterrey; Curro Rivera, el autor de la que fue, indiscutiblemente, la mejor faena en la pasada temporada metropolitana... Y al lado de ambos, compartiendo responsabilidades y disfrutando también, desde hoy, de idéntica jerarquía, Vito Cavazos, que en esta primera corrida alcanza la meta codiciada por cuantos en un día vistieron por vez primera el traje de torear: la alternativa, el doctorado...

Yo asistí a esta corrida. Mis recuerdos se limitan principalmente a los seis toros que se lidiaron en ese festejo al que fui llevado por mi padre. El toro de la ceremonia – un negro listón, al que recuerdo con mucha cara y arrobas – volteó la cara al primer picador y le comenté a mi padre que el toro era manso. En cuanto se colocó de nuevo al toro, este se arrancó de largo, recargando fuerte y metiendo los riñones, propinando un tumbo al piquero y lo que es más, recuerdo que repitió la escena en la siguiente vara. Cuando todo esto sucedió, mi padre me dijo Allí está tu manso, fíjate bien en ese toro, que es muy bravo, porque va a pasar mucho tiempo para que veas otro igual... Al final de la corrida tuve la oportunidad de conocer y felicitar personalmente al Ingeniero Mariano Ramírez, el ganadero de la tarde, quien se encontraba conversando con los matadores retirados Rafael Rodríguez y Humberto Moro y el empresario Guillermo González entre otras personas. No recuerdo la respuesta que me dio don Mariano, pero sí percibí que en ese momento era un hombre inmensamente feliz.

Alguna información más precisa

Para este serial don Jesús Gómez Medina había vuelto a ocupar su cátedra en El Sol del Centro, combinando esa actividad con la Presidencia de los festejos taurinos en la Plaza San Marcos y de su narración de la corrida se desprende con más detalle y precisión lo siguiente:

¡Torear bien!... ¡Torear con arte!... Torear, en suma, como ayer lo hizo con el nobilísimo “Cartujo” del Ing. Mariano Ramírez, Currito Rivera. Feliz conjunción del burel dechado de alegría y excelente estilo, con el torero – torero, con el torero artista.
¡Oh! aquellos naturales cadenciosos, de dilatada trayectoria, ligados a la perfección en el último sitio y culminados, según la ley de toreo rondeño, con el pase de pecho ejecutado al mismo ritmo caricioso de los muletazos precedentes.
Especialmente en la segunda de las dichas series pareció culminar la plasticidad, la hondura y el bien torear. Negreaban las pisadas de “Cartujo” en torno del torero, transformado en epicentro que giraba levemente sobre las plantas, mientras que de su muleta brotaban, como rojas amapolas, la milagrería de aquellos pases naturales, flor de clasicismo, sí; pero nimbados a la vez con la luz iridiscente de un arte juvenil, radioso, alegre...
El toreo es liturgia y rito; pero, también, gallardo desplante, bizarría y alarde jocundo y triunfal.
Más tarde, con la diestra, idéntico derroche de torerismo y de belleza en los derechazos, en los pases circulares, en los molinetes; en toda la gama, en suma, de bien torear a que daba pie la nobleza sin límite y la aterciopelada embestida de “Cartujo”.
A estas alturas, prácticamente las orejas y el rabo estaban ya en las manos de Currito; más precipitóse un tanto éste, llevado sin duda del deseo de acabar cuanto antes; y aunque se fue en corto y por derecho, particularmente la segunda ocasión, pinchó dos veces antes de sepultar hondo el acero, en sitio un tanto trasero... se esfumaron los apéndices; más los aficionados, embriagados todavía de emoción taurina, hicieron a Curro Rivera objeto de una cálida, estentórea ovación, mientras los despojos de “Cartujo” habían desaparecido sin recibir en homenaje de que eran merecedores...

Don Jesús califica la actuación de Eloy Cavazos como integrada por una media faena y la de su hermano David, el toricantano como deslucida. El toro de la alternativa se llamó Esclavino y fue de pelo negro listón.

Algunas reflexiones finales

De la misma crónica de la corrida y a partir del hecho de que don Jesús Gómez Medina estimó en ella que el quinto de la tarde, Cartujo, merecía premio a sus despojos y de otro hecho ocurrido al final de la lidia del cuarto de la tarde, en el sentido de que Alberto Ortiz El Chaval de Orizaba, banderillero de la cuadrilla de Eloy Cavazos ahondara una espada para precipitar la muerte del toro, transcribo lo siguiente:

Se impone concluir esta reseña con algunas consideraciones de carácter netamente personal: ¿por qué el que esto escribe, al actuar como Juez de Plaza, no ordenó los honores que merecían los despojos del estupendo “Cartujo”? ¿Y también por qué no hubo sanción alguna para el Chaval de Orizaba?
En el primer caso, visto el desenlace poco feliz de la gran faena de Curro Rivera y conociendo la índole de los aficionados, juzgué que al tributar un homenaje al astado, aquellos interpretarían que con éste queríase decir que el torero no supo estar a la altura del toro; lo que era inexacto y por tanto, resultaría injusto.
En cuanto a la falta de sanción para el Chaval de Orizaba, que estas líneas sirvan de aviso a él mismo y a otros subalternos, a efecto de que, en los posteriores festejos se abstengan de realizar actos tan rotundamente antitaurinos como el llevado a cabo por dicho banderillero...

El festejo de hoy. 1ª corrida de feria: 2 de Fernando de la Mora para rejones y 4 de Jesús Cabrera para Pablo Hermoso de Mendoza, Rafael Ortega y Alejandro Amaya.

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