domingo, 4 de julio de 2010

Detrás de un cartel (III)

Barcelona se ha caracterizado por ser un lugar hospitalario. En julio de 1952 recibió, como venía sucediendo desde hacía unos años antes, a la tripulación del buque escuela argentino Pueyrredón que supongo que evitando el invierno austral, iniciaba una gira hacia las aguas más templadas del Norte, en busca de proporcionar experiencia a sus jóvenes tripulantes. De acuerdo con las hemerotecas, a las tripulaciones del Pueyrredón se les agasajaba de distintas maneras, siendo recibida incluso por el entonces Jefe del Estado, lo que implica que su presencia en España era todo un acontecimiento.

Entre las festividades que Barcelona ofrecía para celebrar la presencia de esos visitantes, estaba la fiesta de los toros y así, como lo señala, tanto el cartel que da motivo a esta entrada, como la publicidad dada al mismo en los diarios, el domingo 5 de julio de 1952, la empresa de don Pedro Balañá ofreció en la Plaza de Toros Monumental una corrida de toros con un gran cartel de toros y toreros. Anunció 6 toros de Sepúlveda de Yeltes para Pepe Dominguín, mi paisano Jesús Córdoba y Rafael Ortega, corrida que resultó un éxito, según lo narró en La Vanguardia del martes siguiente al festejo Eduardo Palacio en su crónica titulada La copa del olvido y de la que lo medular dice:

Amable y bondadoso lector, sí eres de mi quinta y a Dios pido te aumente los años si no te han de agobiar, recordarás que allá por el 1917 ó 18 llevó por toda España una bella canzonetista, americana del Sur un tango argentino que titulábase como me he permitido rotular esta reseña. Llamábase ella nada menos que María Tubau, o sea como aquella ilustre dama de la escena española, de feliz añoranza, y la canción, llorona y sentimental, venía a ser una especie de exaltación del hombre que, burlado por una mujer, no puede vivir sin aquel «cariño». Vestía la artista de frac, simulaba la clásica borrachera y si los hombres compadecían al protagonista del tango, las damas pensaban: ¡qué imbécil!

Pero bueno, yo no aludo más que al titulejo en cuestión. Y es que si en este mundo olvídanse los beneficios, cosa que no tiene perdón, olvidanse igualmente los amores, los ultrajes y hasta las afrentas, lo que es muy noble ciertamente; pero una de las cosas que sólo dejan de recordar por completo los toreros valientes son las cornadas que esmaltan sus carnes. Pues bien, el diestro de la Isla de San Fernando, Rafael Ortega, tiene una amnesia completa para sus graves percances. Puede decirse que al abandonar las clínicas que se ha visto obligado a visitar, no hace ya memoria del porqué fue huésped, en ellas. ¡Ah!, y tampoco es supersticioso, lo que es aun más increíble. Quiero decir, en fin, que el gaditano diestro apura hasta las heces esa nueva «copa del olvido».

En la temporada de 1950 un último toro de Villamarta atravesóle el muslo derecho la tarde del 8 de junio, y a los treinta días justos, recién dado de alta, el 8 de julio de hoy hace dos años el último toro de Bohórquez, en Pamplona, infirióle una tan tremenda cornada, que sólo Dios y la pericia del insigne operador doctor Juaristi pudieron tornarle a la vida. Recuperarla él y seguir arrimándose a los cornúpetas como de ordinario fue para el artista cosa facilísima y natural. Y el domingo, en la Monumental, demostró nuevamente la impavidez de siempre. Es decir, de siempre no, porque ahora torea muchísimo mejor. Se ha afinado mucho, y si para mejorarlo ha trocado su estilo, el valor que posee no ha perdido un solo quilate. Fue triunfal su jornada, escuchó la música al veroniquear, en los quites y en las faenas de muleta, pero es tal su modestia, que hasta en esas ocasiones costábale trabajo destocarse para saludar al público que lo aclamaba. A éste brindó su primera faena con la franela, realizada, entre gritos de entusiasmo… Se le concedieron las dos orejas del toro y dio dos vueltas al ruedo y salió a los medios. Más aún faltaba la «cola por cortar» y la cortó al sexto de la función. Recibiólo con seis asombrosas verónicas y media inaudita sonando ya la música. Hizo su quite con tres lances y medio también a la verónica y tornó a sonar la música Pepe «Dominguín» entró al suyo con el capote a la espalda y Jesús Córdoba – ¡vaya señorío artístico! – dibujó cinco «chicuelinas» de maravilla. ¡Qué tercio de quites! Banderilleado el toro, brindó Ortega al comandante del «Pueyrredón», capitán Cordeu y derrochando valor y arte… las aclamaciones al diestro no dejaban oír la música y para remate, el gaditano se arrancó en corto y en el propio hoyo de las agujas enterró todo el estoque, rodando el bicho a sus pies hecho una pelota. Y entonces sí, entonces otorgáronsele las dos orejas y la «cola» del cornúpeta, trofeos que recibió encontrándose ya izado en hombros de los «capitalistas», quienes paseáronle en derredor de la circunferencia, mientras el público aclamaba a un auténtico torero, que en vez de «echar teatro» a su arte, prefiere trufarlo con un valor desmedido que, por fortuna suya, ha dejado de ser temeridad para quedar en eso: en puro valor. Yo le deseo sinceramente que siga emborrachándose de «copas del olvido».

La voluntad de Pepe «Dominguín» si no lució en el bicho que rompió plaza, fue debido a que su lidia transcurrió entre una constante protesta a causa de la insignificancia del torete. Despenóle, previa una faena más que decorosa, de una estocada desprendida. Al cuarto de la tarde, de doña María Montalvo, le clavó dos imponentes pares de rehiletes, tras lo que solicitó el cambio de tercio. La música amenizó luego una faena valerosa, de la que sobresalieron unos buenos derechazos, un molinete y cuatro «orteguinas». Pinchó en lo alto dos veces antes de dejar medio estoque bien puesto, y entre unánimes aplausos el diestro salió al tercio a saludar.

En cuanto al mejicano Jesús Córdoba, que actuó el domingo de segundo espada, aténgome en todo y por todo a cuanto dije el día de su presentación en Barcelona. Es un gran torero, tiene con capa y muleta, un soberano empaque, no obstante lo cual en su toreo brillan una naturalidad y una soltura que se armonizan perfectamente. El domingo veroniqueó en dos tiempos su primer enemigo, realizando luego un primoroso quite con el capote a la espalda. Llegó el toro muy aplomado al último tercio, y el artista, a los sones de la música… Otorgósele una ovación unánime, mientras el mejicano daba la vuelta al anillo y salía o los medios. La muerte del quinto de la tarde brindóla al ilustre marino argentino señor Cordeu, a quien el público ovacionó cariñosamente, lo que agradeció el brindado poniéndose en pie en su palco y saludando… Se pidió insistentemente la concesión de oreja y quedó la cosa en una fragorosa ovación, con vuelta al ruedo y salida a los medios, todo muy merecido en verdad… Los toros dieron los siguientes pesos en bruto: 426, 429, 450, 515, 410 y 459 kilogramos respectivamente.
Los toros lidiados al final no fueron los Contreras de don Ignacio Sánchez y Sánchez anunciados como Sepúlveda de Yeltes, sino que cinco de ellos provinieron de Samuel HermanosSamuel Flores – y uno de María Montalvo. Las razones de la sustitución del encierro el mismo día del festejo, su presencia y el juego que dieron, las proporciona el mismo Eduardo Palacio en un apartado de la misma crónica a la que he aludido antes:

…Estaban anunciados seis toros de «Sepúlveda de Yeltes», pero al estar atacados de fiebre aftosa, como sus hermanos de la novillada anterior, substituyéronse con cinco de «Samuel Hermanos», sangre de lo de Parladé y divisa azul, encarnada y oro viejo, y uno de doña María Montalvo, que jugóse en cuarto puesto, divisa azul y amarilla y sangre de lo de don Vicente Martínez. El encierro resultó así: El primero, pequeño y desmedrado, tenía casta, tomó tres varas y no sólo se protestó en vida, sino al ser enganchado su cadáver a las mulas. El segundo, mayor y bien puesto, cuando solo habla recibido dos puyazos, pidió Córdoba el cambio de tercio, El tercero, gordo y bien armado, llevó una sola vara por solicitar Ortega el paso a banderillas, donde también pidió, a los dos pares, nuevo cambio. El cuarto, largo, abierto de cuerna y con poder, sufrió tres lancetazos. El quinto, pequeño, con mucha leña en la cabeza y con poder, soportó tres puyas y se protestó su tamaño. Y el sexto, grande, largo y con cuerna aparatosa, aguantó tres varas…
Lo que sí se desprende del conjunto de la crónica, es que los toros menos pesados fueron objeto de protestas y lo mismo ocurrió cuando la suerte de varas o el segundo tercio no se cubrieron a cabalidad, observando este amanuense que ya se comenzaba a imponer una costumbre que a la larga resultaría perniciosa y que consiste en que los diestros actuantes pidan – o manden – el cambio de tercio aún cuando el cometido del mismo no esté cumplido. Podrán aducirse variadas razones – como la falta de fuerza o de presencia de los toros, por ejemplo –, pero eso no exime el cumplimiento de la tradición primero y de la normativa después.  

La taurinidad de Barcelona como se ve, no tiene razón para ser puesta en duda. Solamente hay que asomarse a la historia – reciente y no tanto – para entender que la fiesta de los toros resulta ser parte de la manera en la que sus habitantes ven la vida. Así nos lo enseña la historia que está detrás de este cartel, la de una tarde de triunfo.

domingo, 27 de junio de 2010

Toros en Uruguay, la Plaza del Real de San Carlos

La Historia del Toreo nos presenta varios casos de celebración de festejos taurinos en países en los que, la fiesta no está arraigada o fue impedida en su desarrollo por disposiciones gubernativas. La República Oriental del Uruguay se encuentra en ese caso, aunque en el entresiglos del XIX al XX, se intentó radicarla en esas tierras del Sur del Continente Americano y allí actuaron importantes figuras de esas calendas, en busca de ese objetivo.

En esta oportunidad haré referencia a dos festejos celebrados en una plaza de toros construida en la localidad de Colonia del Sacramento, situada a unos 150 kilómetros al Oeste de Montevideo, los años de 1910 y 1911, en una plaza de toros que, pese a las circunstancias, aún permanece en pie, resistiéndose a morir víctima de la incuria y el abandono.

La Plaza de Toros del Real de San Carlos

Nicolás Mihanovich, un inversionista argentino, inicia en el año de 1908 la edificación de un complejo turístico en Colonia del Sacramento, que se compondría de una Plaza de Toros, un Frontón, un Hipódromo, un Hotel con casino y balneario y como infraestructura, agregaría una planta para la generación de energía eléctrica y un muelle con atracadero para facilitar el acceso al lugar por la vía marítima y fluvial.

Las obras de construcción de la Plaza de Toros y el Frontón se iniciaron el año de 1908 y se concluyeron en 1910. El resultado fue un coso de apariencia neomudéjar en su exterior, con una capacidad para 8 mil espectadores y un redondel con un diámetro de 50 metros. La corrida inaugural se dio el día 9 de enero de ese último año, cuando para lidiar un encierro anunciado como de Ángel González Nandín – y que probablemente era de Manuel Albarrán –, alternaron Ricardo Torres Bombita y su hermano Manuel Bombita III. La entrada fue un lleno.

La historia oficial apunta dos versiones acerca del fin del funcionamiento ordinario de la Plaza del Real de San Carlos. La primera señala que en ella se dieron solamente 8 corridas de toros y que la última fue el 27 de marzo de 1910. La segunda, extiende algo más esa vida, pues pone ese finale en febrero de 1912, cuando el gobierno de José Batlle y Ordóñez – paradójicamente descendiente de catalanes de la región de Sitges – decretó la prohibición de las corridas de toros en el Uruguay. La segunda versión es la que parece más acertada, según se verá en los acontecimientos que adelante presento. Cerrada la posibilidad de utilizar el escenario para su fin originario e impuesto un gravamen a los turistas argentinos que eran una cantidad importante de los visitantes del complejo turístico, languideció y cayó en el abandono, quedando en nuestros días los restos de la pista del hipódromo y la plaza de toros, que como decía al inicio, se resiste a morir, pese a que tiene casi un siglo de incuria y abandono.

Dos corridas en el Real de San Carlos

Para el 4 de diciembre de 1910, se anunció un festejo con toros anunciados como de la Marquesa Viuda de Castellones para Ángel Carmona Camisero, Manuel González Rerre y Manuel García Revertito. Las lluvias veraniegas obligaron a posponer la corridas veraniegas obligaron a posponer el festejo, celebrándose finalmente el día 8 de diciembre.

Afirmo que los toros se anunciaron como de la Marquesa Viuda de Castellones, porque para esa fecha esa vacada ya no correspondía a su titularidad, pues aunque su fallecido marido la fundó en 1888 con vacas del Duque de Veragua y toros de Juan Vázquez, procedentes de Vistahermosa vía Núñez de Prado, para el año 1910 era propiedad de don Julio Laffitte, quien un año antes la había adquirido y que posteriormente la enajenó a Francisco Páez y de éste pasó a Antonio Natera, que le agregó sementales de Tamarón. Esta ganadería se extinguió durante la Guerra Civil Española siendo propiedad del Conde de Casal, que la adquirió en 1930.

El semanario madrileño Respetable Público del 18 de enero de 1911 recoge la crónica de ese festejo, que es la que sigue:

Por lluvia se suspendió la corrida anunciada para el día 4, verificándose hoy con el mismo cartel, o sean toros procedentes de la vacada que fue de Castellones y ‘Camisero’, ‘Rerre’ y ‘Revertito’.

Ángel Carmona se las tuvo que entender de primeras, con un animalito dificultoso que buscaba el bulto que era un primor. El hombre no se amilanó, estando valiente y cerca, logrando que cuadrara el morlaco y señalando una estocada que fue aplaudida. A su segundo le toreó de capa admirablemente y con la muleta estuvo parado y artístico, siendo ovacionado. Merecen consignarse de su faena un pase cambiado a muleta plegada y tres de pecho ceñidísimos. Marcó una estocada y las palmas debieron escucharse en su tierra.

‘Rerre’ demostró en sus toros buena voluntad nada más; el arte no lo vimos por parte alguna.

A ‘Revertito’ le correspondió el mejor toro de la tarde. Hizo algunos quites lucidos y cambiando el tercio, quiso banderillear en silla, siendo cogido y volteado, resultando ileso. Después dejó un buen par de frente. Su faena con la flámula la efectuó desde buen terreno, terminando con la simulación de un volapié que le valió demostraciones gratas de la concurrencia. En el que cerró plaza, que eran un manso que huía hasta de su sombra, sudó el muchacho la gota gorda, pues no encontraba manera de sujetar al indecente buey, terminando de cualquier modo, dado que intentar otra cosas hubiera sido perder el tiempo, por las infernales condiciones del animal.

La entrada fue flojísima, así que a los señores Malet y Pereyra no les envidiamos los resultados económicos de la temporada.
El segundo festejo al que me refiero se celebró el 29 de enero de 1911 y los toros en esta oportunidad fueron de Manuel Albarrán para Juan Sal Saleri, el ya nombrado Rerre y Joaquín Capa Capita, un torero sevillano que era conocido de la afición americana pues hacía campañas extensas de este lado del Atlántico y en Aguascalientes concretamente, era un torero de frecuente presencia.

Los toros de Albarrán eran procedentes de lo vazqueño de Ángel González Nandín, aunque en 1906 se les agregaron vacas y sementales de Villamarta y sementales de Murube, perdiéndose por absorción el encaste originario. Quizás en la fecha de la inauguración de la plaza se lidiaron también toros de don Manuel, pues ya para entonces, don Ángel González Nandín no era ganadero. En la actualidad y aunque con diversos encastes, los hierros de Aldeanueva y Herederos de Jacinto Ortega Casado son derivados de éste de Manuel Albarrán.

La crónica del corresponsal Merino, de nuevo para el semanario Respetable Público, aparecida en su ejemplar del 21 de marzo de 1911 es del tenor siguiente:

La corrida celebrada en la tarde de hoy, 29 de Enero, se hallaba á cargo de ‘Saleri’, ‘Rerre’ y ‘Capita’, quienes se las entendieron con seis toros de D. Manuel Albarrán, o al menos así decían los carteles.

Al aparecer las cuadrillas, el pueblo soberano les dio una ovación por la marcialidad con la que se presentaron.

El madrileño ‘Saleri’ se encontró en su primer toro con un animalejo noblote, bravo y que se prestaba a todo, lo cual quiere decir que le permitió hacer un sin fin de adornos, lo mismo con la capa que con la muleta, faenas que se complementaron en la suerte suprema, valiendo al de la villa del oso una calurosa ovación y abundante cosecha de tabacos. En su segundo toro, negro y bien armado, lucióse con los garapullos, colocando tres pares de las cortas y siendo saludado con dianas y aplausos. No lo fue menos con el trapo rojo y el pincho, dejando muy buena impresión de su labor.

El ‘Rerre’, voluntarioso y con ganas de oír las palmas, hizo cuanto estaba a su alcance por conquistar el favor de las masas; y como estas son indulgentes, aplaudieron al diestro sevillano sus deseos. Las faenas del ‘Rerre’ en los toros segundo y quinto sin que fueran excepcionales, ni mucho menos, eran pasaderas; y como este diestro no aspira a eclipsar las glorias de ninguno, se limitó a cumplir, a salir del paso y agarrar el 'apoquinen', que es lo importante. Con las banderillas estuvo muy bien en el quinto, en el que simuló con suma brevedad y valentía.

‘Capita’, que actuaba de matador, en unión de los mencionados, no desmereció del cuadro, toreando y matando y siempre demostró sus buenos deseos y afán por conquistar aplausos.

En el toro cuarto se efectuó el experimento del pedestal a cargo de ‘Don Tancredo’. El público emocionado, guardó un silencio absoluto, viendo como el hombre, llamado a sí mismo, el ‘Rey del valor’, esperaba impasible las acometidas del marrajo.

En resumen: la corrida resultó bastante buena, quedando la gente satisfecha. Los de aúpa, bien. Con el capote, el Alvarado y Riaño y con las banderillas el ‘Bisoqui’ y el ‘Chispa’. Las reses buenas, en relación con lo que se lidia por estas latitudes.

Me llama la atención el hecho de que se señale el hecho de que Capita actuaba de matador y me encuentro que desde el 13 de septiembre de 1908 había sido alternativado por Jerezano en Algeciras. Yo tenía la impresión de que era un claro ejemplo o reminiscencia histórica de lo que era un media espada, que igual salía como sobresaliente en algún festejo, como espada sustituto en otros, como subalterno en las cuadrillas o como matador cuando fuera posible, porque aquí en Aguascalientes en esas condiciones llegó a actuar en esos mismos tiempos.

Las crónicas refieren pobres entradas a esos festejos. Ese hecho crematístico y la decisión política de impedir la continuación de la fiesta en el Uruguay propiciaron el abandono del complejo turístico del Real de San Carlos. Hoy solo queda una especie de esqueleto de lo que en su día fue y la plaza de toros, que a un siglo de distancia mantiene su gallardía y resiste los embates del tiempo y de los elementos, nos recuerda que eso fue algún día, tierra taurina.

Agradezco a mis amigos: Joaquín Monfil su aportación para encontrar el hilo del origen de los toros lidiados en las corridas a las que hago referencia y a Rosa Jiménez Cano por permitirme utilizar algunas de las fotografías de la Plaza del Real de San Carlos que ilustran el anexo gráfico a este texto.

Toros en Uruguay, la Plaza del Real de San Carlos (Anexo Gráfico)


Vista aérea actual del complejo del Real de San Carlos, en el que se observan la Plaza de Toros y la pista del Hipódromo (Foto: Google Maps)


Una vista más cercana de la Plaza de Toros (Foto: Google Maps)



Los tendidos del Real de San Carlos en sus mocedades



El exterior del coso



Los signos de la incuria



Los signos de la incuria



El exterior de la plaza, hoy (Foto: Rosa Jiménez Cano)



Un acceso (Foto: Rosa Jiménez Cano)



¿La Puerta Grande? (Foto: Rosa Jiménez Cano)



Otra vista exterior (Foto: Rosa Jiménez Cano)



El hierro de los toros de Castellones

domingo, 20 de junio de 2010

Una estampa del pasado (V)

La portada de Respetable Público. Semanario Ilustrado de Espectáculos aparecido en Madrid el 11 de julio de 1909 presentaba una fotografía de la Cuadrilla Juvenil Mexicana, que en esos días resultaba ser el sucedáneo de la que inicialmente formó Saturnino Frutos Ojitos y que al dedicarse el que en su día fuera banderillero de Frascuelo a atender en exclusiva los asuntos de Rodolfo Gaona, quedó al mando de Enrique Merino El Sordo y después, fue tomada por Manuel Martínez Feria y Eduardo Margeli, quienes son los que la presentaron en plazas europeas esa temporada de 1909.

De los integrantes que la compusieron, de acuerdo al pie de foto, el paso por los ruedos de la mayoría es brevemente el que sigue:

Ramón Frontana, picador. Se integró a la cuadrilla desde 1906 y permaneció como varilarguero al lado de Carlos Lombardini durante su trayectoria en los ruedos.

Cenobio Esparza, picador. Fue un destacado varilarguero. Formó parte de diversas cuadrillas. Murió a consecuencia del derribo que un toro de Carlos Cuevas le infirió en la plaza de Orizaba, Veracruz el 22 de abril de 1945.

Arturo Frontana Portugués Chico. Se inició probando caballos en las plazas de la ciudad de México y aprende el oficio de picar toros del español Martín Fernández Portugués, de quien hereda el apodo. Le corresponde el honor de haber dado el primer puyazo en la inauguración del viejo Toreo de la capital mexicana en 1907 a un toro de San Diego de los Padres. Estuvo integrado a las cuadrillas de Luis Freg, Alberto Balderas, Luis Procuna y Carlos Vera Cañitas entre otros. Se retiró de los ruedos en 1955.

Luis Frontana, banderillero. Tras de su paso por la cuadrilla, permaneció en España, radicándose en Barcelona, lugar en el que siguió ejerciendo su profesión, principalmente en las plazas de Cataluña.

José Ávila, banderillero. Originario de León, Guanajuato. Eficaz con los palos y refinado con el capote, ejerció principalmente en las plazas del centro de la República Mexicana.

Refugio Pérez, banderillero. Originario del Estado de Querétaro. Pasó a la historia con el nombre artístico de Refulgente Álvarez, con el que llegó a matador de toros. Recibió la alternativa en Madrid el 17 de julio de 1927, de manos de Bernardo Muñoz Carnicerito de Málaga, quien le cedió al toro Capotero de López Plata, en presencia de Francisco Peralta Facultades.

El jueves 9 de febrero de 1978 cumplió 90 años de edad y el diario ABC de Madrid daba cuenta de que por haber cumplido esa edad, era el decano cronológico de los matadores de toros del mundo. Retirado de los toros, Refulgente Álvarez concluyó sus días como ujier en las instalaciones de Televisa en la ciudad de México.

Macario Castelán Gallinito, banderillero. Donde este torero alcanzó una gran proyección fue en la faceta de puntillero, pues fue el titular de El Toreo de la Condesa durante toda la vida de ese escenario. Él dio el primer cachetazo en ese ruedo y el último también y estableció la costumbre de que en las plazas mexicanas hay un puntillero titular.

Mariano Rivera, banderillero. Hasta 1907 actuó como novillero en los alrededores de la ciudad de México, integrándose como banderillero en ese 1909 a la cuadrilla juvenil y a partir de 1910 a la de Luis Freg, con el que permanece en España prácticamente hasta el año de 1921, actuando también en esa época bajo las órdenes de Alfonso Cela Celita. En ese último año regresa a México y acompaña a Juan Belmonte a Lima, regresando después a España para actuar bajo las órdenes de Pablo Lalanda y Moreno de Zaragoza.

Entre las efemérides interesantes de su carrera, contaba que Joselito le llevó de tercero un par de tardes el año de su muerte y que en ese mismo 1920, el 4 de julio, Agustín García Malla, le llevaba en su cuadrilla en la plaza francesa de Lunel, cuando un toro de Lescot le hirió mortalmente.

Mariano Rivera fue el primer torero que falleció en el ruedo de la Plaza México al sufrir un infarto agudo de miocardio cuando acompañaba a su matador Emilio Ortuño Jumillano, a dar una vuelta al ruedo el domingo 6 de marzo de 1955 cuando para lidiar toros de Ernesto Cuevas, fue acartelado con el rejoneador Gastón Santos, Luis Briones y Juan Posada.

Crescencio Torres, banderillero. Tras de su paso por la cuadrilla, se coloca con José Ramírez Gaonita en primer término y posteriormente con diversos toreros mexicanos que apreciaron su gran sentido de la colocación y su eficacia y rapidez con los palos.

Carlos Lombardini, matador. Recibió una primera alternativa en Marsella, el 26 de septiembre de 1909, siendo su padrino Ángel Carmona Camisero y llevando de testigos a Manuel Torres Bombita III y a Pedro López, siendo el toro de la ceremonia Lucero de Pablo Benjumea. Al no ser válida esa alternativa francesa, se tuvo que celebrar de nuevo el 10 de octubre siguiente en Barcelona, apadrinando en esta oportunidad Rafael González Machaquito, en presencia de Antonio Moreno Moreno de Alcalá y Pedro López, la cesión del toro Chocleto de Esteban Hernández. Esta última alternativa no fue confirmada en Madrid.

Pedro López, matador. Al igual que Lombardini, recibió una primera alternativa en Marsella, el 26 de septiembre de 1909, siendo su padrino Manuel Torres Bombita III y llevando de testigos a Ángel Carmona Camisero y a Carlos Lombardini, siendo el toro de la ceremonia Buscachicas de Pablo Benjumea. Al no ser válida esa alternativa francesa, se tuvo que celebrar de nuevo el 10 de octubre siguiente en Barcelona, siendo su padrino Antonio Moreno Moreno de Alcalá y fungiendo como testigos Rafael González Machaquito y Carlos Lombardini y el  toro de la ceremonia, Gargantillo de Esteban Hernández. Esta última alternativa tampoco fue confirmada en Madrid.

Eduardo Margeli Furcó, empresario. Se le apodaba El Gaditano. Tuvo durante varios años a su cargo la plaza El Toreo y junto con Antonio Casillas El Berrendo, fue propietario de la ganadería de Malpaso. El 21 de septiembre de 1936 fue herido a tiros por el novillero Antonio Popoca, quien le reclamaba un puesto en una novillada. A causa de las lesiones sufridas, falleció 5 días después.

De Luis Martínez, picador y Manuel Rodríguez, banderillero no encontré mayores datos y sobre Manuel Martínez Feria, solamente el hecho de que dirigíó la cuadrilla después de que lo hizo El Sordo. Para concluir, les dejo esta gacetilla aparecida en la misma publicación (Respetable Público) del 7 de febrero del mismo 1909, en la que se anunciaba ya la presencia de la cuadrilla en España:

¡Gran novedad taurina! ‘Tournée’ por España durante 1909 de la notabilísima cuadrilla juvenil mexicana. Espadas: Carlos Lombardini y Pedro López. Esta superior cuadrilla, organizada en 1906 por los señores M. Martínez y E. Margeli y compuesta de dos matadores, un sobresaliente, cuatro picadores y seis banderilleros, ‘todos mexicanos’, llegará a España en Marzo, pudiendo las empresas que deseen contratarla dirigirse desde luego a su representante Mariano Armengol, Plaza de toros de Barcelona, o a su agente en Madrid, Juan Manuel Rodríguez, Ave María 29.

domingo, 13 de junio de 2010

Detrás de un cartel (II)

Algunos antecedentes

En junio de 1993 participé en un congreso en la ciudad de Toluca, lugar en el que la primavera y el verano son verdaderas entelequias. De regreso a Aguascalientes, paré un momento en la Calle de Moras, en la Colonia del Valle, para saludar a mi hermano Ricardo y pedirle que me llevara al aeropuerto, para así completar el regreso a casa. Después de la comida, llegó la hora de la salida y al pasar por la Plaza de Tlacoquemecatl - por cierto, lugar de reunión de muchos aguascalentenses radicados en el D.F. -, Ricardo me dijo que en una papelería vendían unos carteles de la época de Joselito. Considerando que íbamos apretados de tiempo y que por asuntos de trabajo estaría viajando constantemente a la Capital, le dije que esperaría otra oportunidad para verlos, pero mi hermano insistió y antes de que pudiera pensarlo, ya estábamos estacionados frente al establecimiento. Se notaba a leguas que la papelería vivió mejores tiempos, pues mercancía de su giro casi no se veía, pero destacaba una máquina para vender boletos de lotería deportiva. En un aparador se encontraba solitario un cartel de toros. La dueña del establecimiento - una señora española, mayor y muy agradable -, me dijo que era el último que le quedaba. Dudé un momento y al ver la fecha del cartel, decidí comprárselo. Pagué el precio que me pidió y envuelto en una bolsa de papel lo metí en mi portafolio.

No quise sacar el cartel de su envoltura durante el vuelo y al llegar a casa advertí que anunciaba una corrida celebrada en la Plaza de Barcelona el 30 de abril de 1916, en la que habrían de lidiarse 4 toros de los herederos de Esteban Hernández y otros 4 del Conde de Santa Coloma, por los diestros Manuel Torres Bombita Chico, Agustín García Malla, Isidoro Martí Flores y Francisco Madrid. Agregaba el cartel que era la función número diez y que el festejo iniciaría a las cuatro menos cuarto de esa tarde.

Me imaginé de pronto que debió ser una tarde triunfal, pues alguien tuvo el empeño de cruzar el Atlántico con el cartel y después, colocarlo en un marco para engalanar un rincón con sabor taurino. De otra forma no me explicaría la presencia de ese cartel en mis manos sesenta y siete años después. Aparte, tanto Manolo Bomba como Paco Madrid fueron gente en el planeta de los toros y aunque de momento no reconocí los nombres de Malla y Flores, alguien habrán sido también.

Por otra parte, me asaltó la duda de la plaza en la que se celebró el festejo, pues en la primera década de este siglo funcionaban dos plazas de toros en la Ciudad Condal y suponía que la llamada Monumental aún no tomaba esa denominación, por lo que tenía la impresión de que se llevó a cabo en Las Arenas. Esto me motivó a tratar de reconstruir los sucesos en torno a esa tarde de toros.

Posteriormente, en el año de 1995 mi hermana Rosa María tuvo la oportunidad de vivir en la Capital de Cataluña y aprovechando su estancia por esas tierras, le pedí que me buscara en alguna hemeroteca una crónica o reseña del festejo, recibiendo al cabo de un tiempo, unas copias del periódico La Tribuna de esa Ciudad, fechado el propio día de la corrida. Ya en estos días, el acceso a otras fuentes digitalizadas, como el semanario La Lidia o varios de los diarios madrileños – evidentemente La Vanguardia de Barcelona no refiere información sobre el festejo –, me permite ampliar la perspectiva y con esta información comparto con Ustedes lo averiguado sobre el particular.

La Monumental de Barcelona

Entre 1914 y 1923 Barcelona tuvo 3 plazas de toros funcionales. La llamada Barceloneta o Plaza Antigua, que funcionó de 1824 a 1923; después se construyó la de Las Arenas, ubicada en el centro de esa Ciudad y que fue escenario taurino de 1900 a 1977 y a cuya defunción taurina me he referido en otro espacio de esta misma Aldea y el 12 de abril de 1914 se inauguró la plaza original llamada del Sport con una corrida de toros del Duque de Veragua para Vicente Pastor, Bienvenida, Vázquez II y Torquito. Dos años después de su apertura se amplía la capacidad de la Plaza del Sport y se le agregan doce mil localidades, para dejarla con un aforo de veinte mil espectadores y el 27 de febrero de 1916 se reinaugura, nombrada ya como Plaza Monumental con el cartel formado por Joselito, Francisco Posada y Saleri II, quienes lidiaron a muerte una corrida de Pablo Benjumea.

Revisados estos datos, me enteré de que el cartel que tenía en mis manos, era de una de las primeras corridas de la primera temporada de toros que se dio en la Plaza Monumental de Barcelona, lo que a mi juicio, le daba ya un valor especial.

Los toros

De los toros a lidiarse en el festejo anunciado, me llama la atención el anuncio de los de Esteban Hernández, en esos días ya a cargo de sus herederos. Producto entonces su ganadería de un interesante cruce de reses de Mazpule, Trespalacios, Conde de la Patilla y Saltillo, destacaron siempre por su impecable presencia. Tanto, que Antonio Díaz Cañabate escribió sobre esta los toros de esta ganadería:


Una de las ganaderías de más prestigio que han pastado en la Tierra de los Toros fue la de Esteban Hernández y Martínez, con antigüedad de 1891… La lámina de estos toros es solo comparable en mi estima a la de los de Don Felipe de Pablo – Romero… Como es natural, entre los toros de Don Esteban había de todo. Bravo y manso. A mí no me importaba si salían de una forma o de otra, a mí lo que realmente me importaba era como salían del chiquero. Y en esto no fallaba ni uno: parecía que se iban a comer el mundo de la torería.
El Conde de Santa Coloma tiene en su haber el logro de amalgamar en una importante medida a dos de las más notables ramas que surgieron de lo que fuera la ganadería del Conde de Vistahermosa. En el año de 1905 adquiere de Manuel Fernández Peña la mitad de lo que fuera la ganadería de Eduardo Ybarra, quien a su vez adquirió de doña Dolores Monge Viuda de Murube la mitad de la vacada que esta señora poseía, así pues, en Santa Coloma se quedó la cuarta parte de lo que fue de Murube, formada a su vez con reses de Vistahermosa, procedentes del Barbero de Utrera y Arias de Saavedra. Más o menos al mismo tiempo, el Conde adquiere una importante porción de la ganadería del Marqués del Saltillo, también de origen Vistahermosa, pero vía Salvador Varea y Picavea de Lesaca.

Se presenta como ganadero en Madrid el 17 de mayo de 1908 con divisa celeste y encarnada y hasta el año de 1932 mantuvo un gran cartel, siendo preferidos sus toros por diestros de la talla de Joselito y Belmonte. En este último año, pasa la propiedad de la ganadería, hierro y divisa a la sociedad formada por don Joaquín Buendía Peña y don Felipe Bartolomé Sanz, lidiándose los toros a nombre del primero.

Como podemos ver, los toros anunciados eran de inmejorable origen y de reconocido prestigio, tal y como corresponde a una plaza del fuste de la recién inaugurada Monumental de Barcelona.

Los toreros

El primer espada del cartel fue Manuel Torres Reina, Bombita Chico, hermano de Emilio y de Ricardo, que en su andadura por los ruedos, utilizaron el mismo alias taurino. Manolo Bomba era originario de Tomares, Sevilla, lugar en el que nació el 13 de marzo de 1884. Se presentó como becerrista en Sanlúcar de Barrameda el 9 de septiembre de 1898 y el 26 de junio de 1904, en la despedida de su hermano Emilio, se le permite matar el último toro de la corrida.

El 15 de septiembre de 1907 su hermano Ricardo le otorga la alternativa y se la confirmará siete días después en Madrid, con el testimonio de Regaterín, cediéndole el toro Vizcoleto, que como todos los lidiados esa tarde, fueron de las dehesas de Pablo Benjumea.

Su temporada más destacada es la del año de 1913, aquél en el que la Feria de Sevilla fue la de los dos Gallos y los dos Bombas y en ella, su labor no desmereció ante lo desarrollado por sus alternantes. A partir de aquí inicia una carrera de altibajos y sin la protección de su hermano Ricardo, decide retirarse de los ruedos el año de 1917. Muere en Valencia el 10 de octubre de 1936.

Como segundo espada de la corrida iba Agustín García – Malla Díaz, natural de Vallecas, Madrid, donde vio la luz primera el 28 de agosto de 1886. Torero de sino trágico, se presenta como novillero en su pueblo el 17 de septiembre de 1907, ya con veintiún años largos. Esta tarde recibe su bautizo de sangre, al sufrir una cornada en la boca.

El 28 de agosto de 1909 se presenta como novillero en Madrid y el valor es la nota de su actuación, lo que le vale torear otras cuatro novilladas seguidas, lidiando bichos de Miura, Aleas, Trespalacios y Surga. Vuelve a derrochar redaños y en premio, se le pone como sobresaliente en el mano a mano que sostuvieron Rodolfo Gaona y Algabeño en Madrid, lidiando toros de Vicente Martínez. Se luce en quites y se le permite matar el sobrero de la corrida.

Un desacuerdo con Indalecio Mosquera, a la sazón empresario de Madrid, le aleja de la plaza grande y por ello se ve obligado a recibir la alternativa en Carabanchel, el 27 de marzo de 1910, de manos de Lagartijillo Chico, quien le cedió el toro Mirondo, de Aleas. En esta corrida fue corneado de consideración por el segundo de su lote. Será hasta el 25 de mayo de 1911 cuando confirme su alternativa en Madrid de manos de Vicente Pastor y con el testimonio de Rafael El Gallo, dando cuenta la terna de toros de Miura.

Marcha a América en 1912 y es herido en las tres oportunidades en las que actúa en Lima. De regreso a España, vuelve a ser corneado de gravedad por un toro de Ángel Sánchez, en la plaza de Torrijos, Toledo. A causa de sus frecuentes cornadas reduce el número de sus actuaciones y se ve forzado a hacer campaña en Venezuela el año de 1919. En 1920 regresa a su patria y el 4 de julio de ese año se presenta en la plaza francesa de Lunel, para lidiar junto a José Gárate Limeño, una corrida francesa de Agustín Lescot. El quinto de la tarde, negro zaino, tomó cuatro varas y mató dos caballos. Al iniciar la faena de muleta, Malla intentó un pase por alto y el toro le prendió por el pecho, atravesándole el corazón. Llegó muerto a la enfermería.

Cossío le juzga así:


Ni fino, ni elegante, toreaba con soltura de capa; estaba oportuno en los quites; con la muleta no hacía más que defenderse y atender a cuadrar al toro para estoquearlo. Le costaba mucho igualar a los toros y con el estoque se mostraba certero y con estilo. Tenía muchas pretensiones y poco conocimiento de las reses. Su prestigio de gran estoqueador sostuvo su cartel, pero por poco tiempo, pues su mérito no fue para tanto.
En tercer lugar actuaría Isidoro Martí Flores – Ferrando, natural de Altarrasí, Valencia desde el 12 de mayo de 1884. Sus padres emigraron a Francia, lugar en el que estudió comercio antes de dedicarse a los toros.

El 6 de febrero de 1900, actúa como banderillero a las órdenes de Anastasio Escobar Juanerito en Valencia y el 12 de octubre de ese año cambia la plata por el oro, para actuar como novillero en la propia Valencia.

Madrid le recibe de luces el 15 de julio de 1906 y en ese momento se inicia una carrera ascendente que le llevará a encabezar el escalafón menor hasta el año de 1910, recibiendo el 28 de septiembre la alternativa en Sevilla, de manos de Quinito y llevando como testigo a Rafael El Gallo. El toro de la ceremonia fue Obispero, de las dehesas de don Anastasio Martín.

Los años de 1911 y 1912 hace campaña en México y al final de la temporada española de este último calendario, el 15 de septiembre, confirma su alternativa en Madrid, de manos de Rafael El Gallo. Entre 1913 y 1915 actúa poco, pero a partir de 1916 entra en la esfera de protección de Joselito y mejora el número de contratos, que vuelven a descender a la muerte del torero de Gelves.

El 26 de junio de 1921, actuará en la plaza francesa de Beziers, para lidiar toros de Alipio Pérez Tabernero. Uno de los de su lote, le infiere una cornada penetrante de tórax que le perforó un pulmón. No sana completamente de la herida, pero hace campaña americana, teniendo triunfos en Perú, Colombia y Venezuela, en cuya capital Caracas, muere el 6 de diciembre de ese año, a consecuencia de la cornada de Beziers.

José María de Cossío emite este juicio sobre Flores:


…fue un excelente torero y un estoqueador seguro, a quien no se dio la importancia que en realidad tenía. Era valiente y pundonoroso, por lo que jamás hizo un mal papel en la plaza. Modesto y serio por naturaleza, no sabía ponerse en efusivo contacto con los públicos, que atienden fríamente al final a quien no les miente una sonrisa y un valor del que a veces se carece…
El malagueño Francisco Madrid y Villatoro completa el cartel. Nació el 4 de octubre de 1889 y antes de ser torero, fue tornero y fogonero de los Ferrocarriles Andaluces.

Se viste de seda y oro por primera vez el 12 de mayo de 1911, en Guareña, Sevilla, llevando de alternante nada menos que a quien sería después El Pasmo de Triana, para lidiar novillos de Manuel Albarrán. Poco menos de un año después, el 17 de marzo de 1912, se presenta como novillero en Madrid y el 26 de mayo hará lo propio en Sevilla, para el 8 de septiembre despedirse de la afición como novillero, pues al día siguiente El Gallo, con el testimonio de Isidoro Martí Flores, le haría matador de toros al cederle el primero de los toros de Pablo Benjumea que se lidiarían esa tarde.

A partir de su alternativa y el año de 1921, promedia unas veinte corridas al año, siempre con toreros de categoría. En 1922 baja considerablemente el número de festejos en los que actúa y sintiéndose mermado de facultades, deja de torear el año siguiente y reaparecerá en los ruedos hasta el año de 1935, año en el que lidiará siete festejos, en 1936 se viste de luces solo una vez y en 1937 torea su última corrida, alternando con Cayetano Ordóñez y Vicente Barrera previo preludio ecuestre de Juan Belmonte, dando cuenta la terna de toros de Villamarta. Muere en su tierra el 29 de octubre de 1957.

Esta es la opinión que le mereció a Cossío este torero:
Paco Madrid fue un diestro venido en mala hora a los ruedos… con los bríos y la ambición de la juventud, cubrió su puesto brillantemente en los comienzos de su carrera, llegando a considerársele un nuevo Mazzantini. La comparación no era, quizá, muy descaminada, aunque si excesiva, ya que el malagueño tuvo unos comienzos rápidos y gloriosos como el guipuzcoano, y su concepto del toreo, menos inteligente y amplio, probablemente, que el de Mazzantini, tiene bastantes puntos de contacto con el de éste. De todos modos Paco Madrid merece una benévola mención en la historia del toreo, por su valentía a la hora de la verdad y por la resolución y contundencia con la que manejaba el estoque, que fue el arma con la que conquistó sus mayores triunfos.
La corrida

El periódico La Tribuna de Barcelona del propio 30 de abril de 1916, contiene la reseña de lo sucedido en los siete primeros toros. Nos indica al iniciar lo siguiente:

Que conste, antes de empezar; ocho toros son muchos toros en una sola sesión y si bien es verdad que lo que abunda no daña, puede cansar y si no es temiéndolo, me encamino hacia la plaza, donde Dios nos la depare buena.

Como la tarde es larga, el lector me dispensará de preliminares y dándole por enterado de los consabidos y sin decir más que la entrada es regular al comenzar la fiesta, he aquí como se ha ido esta desarrollando…
Y en verdad le resultaron muchos toros, pues la hora del cierre de la edición le ganó al anónimo cronista de La Tribuna y la crónica solamente alcanza a cubrir siete toros. El festejo fue accidentado. Malla y Paco Madrid pasaron por la enfermería. El primero en brazos de las asistencias y el segundo iría por su propio pie. También el banderillero Rafael sufrió una contusión que ameritó su tratamiento médico en la misma plaza. La lesión de Agustín García le fue inferida por Zagalo de Esteban Hernández, segundo de la tarde y le impidió continuar la lidia, razón por la cual, Bombita III tuvo que estoquear 4 toros esa tarde. El Heraldo de Madrid, en su edición nocturna de la misma fecha del festejo, describe así el percance:

Emocionante cogida de Malla

Segundo. - De Hernández, grande, mansote. Malla da el quiebro de rodillas con gran limpieza y ciñéndose brutalmente (Ovación.) Lancea luego con gran valentía. Alternan en los quites Malla y Flores. El primer quite Malla lo hace muy bien y lo remata ciñéndose mucho. El bicho se revuelve, cogiéndole a la altura de la faja, volteándole, metiéndole la cabeza. El diestro queda tendido en el suelo sin conocimiento. Pasa a la enfermería en brazos de las asistencias. (Emoción grande.) Los banderilleros cumplen; Bombita encuentra al toro difícil. Lo muletea con brevedad, y en cuanto iguala le da una estocada corta y baja; El toro dobla. (División.)  En la enfermería dicen que Malla sufre varetazos en la ingle y en el vientre y conmoción cerebral.
El recuento que hace Don Severo, en el número de La Lidia publicado el 8 de mayo siguiente implica el siguiente sumario:

El aburrimiento con vistas al hule.
¡Ocho toros en cada Plaza. y la mar y de sosería y mala pata!
Un estupendo cambio de rodillas de Agustín García Malla, al segundo toro lidiado en la Monumental, - un cambio de rodillas ceñido, preciso, excelente — un quite superiorísimo en una caída peligrosa al descubierto ocasionada por el quinto toro, y la forma inmejorable, de entrar a matar, cinco veces, de Paco Madrid; una faenita de Manolo Belmonte en las Arenas: el muleteo y la estocada de Blanquito al tercer novillo, en la misma Plaza; una estocada de Chanito, unos muletazos de Salvador Freg; y las faenas notables y oportunísimas de Alfredo Freg, en la brega; he aquí lo que se registró digno de anotarse en las corridas del domingo.
Lo demás...
Bueno. Yo no creo que merezca los honores de un detenido comentario, las muchas cosas regulares, medianas y malas que hicieron Manolo Bombita, Flores, Chanito, Freg. Belmonte II, Blanquito, y los numerosos picadores y peones que constituyen sus respectivas cuadrillas.
Bombita no parece de la familia. Está apático y prudente con los toros. No los domina, no los manda, un los torea. Con el primero - que era tonto de remate — y con el sexto del domingo podía haber armado una revolución. Podía haber honrado la dinastía taurina a que pertenece. Y sin embargo...
Flores es un torerito muy apañado, elegante y valiente. A Flores le he visto muy bien con los toros y he visto como se las entendía, con conocimiento y a conciencia, con toros grandes y con muchos pitones y con huesos.
Sí. Todo eso está muy bien, pero el Flores a que yo me refiero, no pareció el domingo por ninguna parte. Ni con el capote, la muleta y el estoque, vimos al bravo matador de toros Isidoro Martí Flores. ¿Que será de él?
Paco Madrid sin estar tan mal como sus compañeros, tampoco estuvo muy bien. Algo embarullado con el capote y no muy fácil con la muleta. Hay que hacer algo más amigo; que no sólo de la estocada vive el hombre. Y aun esta no siempre la da usted.
El ganado estuvo bien presentado, lo mismo el de don Esteban Hernández que el del Conde de Santa Coloma. Gordos, grandes, finos... pero con relativa bravura.
El séptimo, de Santa Coloma, fue el primero que se ha fogueado en la Plaza Monumental. Un 'honor' para el ganadero...

Como podemos ver, el festejo que anuncia el cartel no pasó de ser, discutiblemente, una medianía.

La historia tras del cartel

Esta es la historia detrás del cartel, una historia que nos muestra la grandeza de la fiesta y la tragedia que reviste. Dos de los alternantes de esta corrida fueron víctimas de los toros (Malla y Flores), lo que de alguna manera nos recuerda las palabras del Padre Cué: …el toreo es juego de tres…

También al penetrar en la información en torno al festejo, nos enteramos de que ese particular domingo, en Barcelona se dieron dos festejos y que en ambos se completó más de la mitad del aforo de las plazas. La Lidia señala que en Las Arenas, en un festejo mixto en el que se lidiaron 4 erales de Solís para Blanquito y Manolo Belmonte y 4 novillos del Duque de Tovar para Chanito y Salvador Freg se llenó el tendido de Sol y fue buena la entrada en sombra, en tanto que en la Monumental, la entrada fue mediana, lo que nos demuestra la afición, el arraigo y el interés que desde siempre hay por estas cosas en Barcelona, pese a lo que se quiera decir hoy.

También el cartel retiene una efeméride que no se quisiera recordar por algunos, la del festejo en que se fogueó el primer toro por manso en ese ruedo y fue Cabrillo, del Conde de Santa Coloma, séptimo del festejo y que correspondió a Isidoro Martí Flores.

Agradezco a mis hermanos Ricardo y Rosa María el haberme acercado a la oportunidad de repasar los hechos que dieron vida a esta tarde de toros, mismo que hoy podemos conocer, gracias al interés que han mostrado por ayudarnos a conocerla

viernes, 11 de junio de 2010

Aquí la fiesta sigue


Hoy inicia el paripé ese de la pelotita y los pies. Aquí nada más se hablará de toros. De lo otro, nada. Lo aclaro por aquello de las dudas.

La imagen que ilustra esta entrada, la tomo prestada de la bitácora boliviana La Calle.

Edito: Gracias a la generosa (como siempre) aportación de Armando Moncada, encargado del expendio de neutle La Virtud, recompongo la expresión gráfica de mi idea inicial.

lunes, 7 de junio de 2010

¡De regreso!

Hoy he recibido un correo electrónico de Carlos González Ximénez, en el que me comunica que está de nuevo en esta blogosfera taurina, tras de reacomodar sus cosas después del ataque y posterior inutilización que su anterior bitácora, Toreros Antiguos, sufriera a manos de los intolerantes que se oponen a la fiesta de los toros.

La nueva tribuna de Carlos lleva por denominación Tauropedia y allí, con seguridad, seguirá compartiendo con los aficionados a los toros y a la fotografía el gran tesoro del que es depositario, el Archivo Ragel, motivo de importantes exposiciones en fechas recientes y en el que aparte de la obra de su abuelo, Diego González Ragel, se encuentra la de Manuel Vaquero y la de Aurelio Rodero, entre otros.

¡Enhorabuena Carlos!, y gracias por compartir con nosotros el importante acervo que guardas.

domingo, 6 de junio de 2010

Efrén Adame, El Cordomex

Siempre que surge un revolucionario en el mundo de los toros, surgen al socaire del movimiento que encabeza, diversas expresiones que pretenden capitalizar la efervescencia creada. En España, acompañan a Manuel Benítez quienes toman la arista más heterodoxa de su tauromaquia, como El Platanito o incluso, quien aprovechando su relativo parecido físico con la figura – el jiennense José Sáez –, se anuncia simple y llanamente como El Otro.

México no se había de sustraer a la fiebre del momento y en plena campaña cordobesista, surge un torero que toma las maneras del fenómeno del momento y que inicia su camino por los ruedos tirándosele de espontáneo precisamente a El Cordobés, el 24 de enero de 1964 en Aguascalientes, su tierra. Me refiero a Efrén Adame (Aguascalientes, 5 de enero de 1940), quien entonces era linotipista en el diario más antiguo de su tierra y antes, había sido tahonero como toda su familia, en nuestro Barrio de Triana.

Afirma Efrén que desde 1958 inició sus pasos por los ruedos, pero es hasta ese año de 1964, que se ve que sus maneras acordobesadas pueden ser atractivo de taquilla – siempre el sino de los sucedáneos –, que comienza a ligar contratas, una de ellas, que resultaría ser un hito trascendental en la historia reciente del toreo en México, pues fue alternante de Manolo Martínez en la segunda novillada con picadores de su carrera en la plaza La Aurora, en las cercanías de la Ciudad de México.

La empatía que logra con los tendidos hace que en la temporada novilleril de 1965, actúa en siete ocasiones en la Plaza México, con saldo de una oreja cortada y dos ingresos a la enfermería, uno por haberse clavado una banderilla en un muslo y la otra, por la severa paliza que le dio uno de sus novillos.

El nuevo fenómeno es precipitado a la alternativa, misma que le es otorgada en San Luis Potosí por Manuel Capetillo, ante Jaime Rangel el 21 de noviembre de 1965, mediante la cesión del toro Tramillero de Javier Garfias. A partir de este momento, su entonces apoderado, Rafael Báez, comienza a conformarle una interesante campaña, misma que le permitiría encontrar una expresión propia como torero, lo que le daría la ocasión de permanecer una vez acabada la euforia de ese momento.

Más su sino no era permanecer al lado y con la dirección de Báez y sus actuaciones comienzan a descender a partir del año de 1968, por lo que en 1973 renuncia a la alternativa y hace una breve campaña novilleril con la idea de y volver a recibir la alternativa, misma que le otorga en Ciudad Juárez su paisano Fabián Ruiz, en presencia de Ricardo Castro, cediéndole un toro de Santa Marta, el 29 de septiembre de 1974.

Poco toreó ya Efrén con esa alternativa, recordándosele una tarde triunfal en Apatzingán, en la que mano a mano con Curro Rivera, le cortó el rabo a un toro de El Romeral o la última tarde en Aguascalientes, su tierra, cuando después de una huelga de hambre, se le programó para el 1º de mayo de 1976 y se dejó vivo uno de los de Matancillas que le tocaron en suerte.

A partir de este momento se dedicó a cultivar otra vertiente artística, la declamación de versos de García Lorca, Benítez Carrasco y Agustín Rivero, actividad que compaginó tiempo después con la formación taurina de sus hijos Efrén y Teo, que fueron novilleros con picadores con relativa fortuna y la de su sobrino, Joselito Adame, que hoy resulta a cuatro décadas de distancia, ser una de las cabezas de una interesante revolución en la torería de México. Tras de su óbito los hermanos Jorge y Gerardo Adame que también despiertan esperanza en la afición, resultan ser continuadores de esta saga familiar y sobrinos suyos.

Efrén Adame El Cordomex, falleció en Aguascalientes el 30 de enero de 2004, tras de una breve, pero dolorosa enfermedad.

domingo, 30 de mayo de 2010

Miguel Ángel

El tema de hoy no se refiere al artista del Renacimiento que es uno de los más altos referentes de la cultura universal. La única coincidencia está en el nombre y es uno de los casos que nos recuerdan que el drama de la fiesta no está sujeto a un guión escrito previamente, ni que las lesiones que sufren los diestros en el redondel son de las que se curan sin secuelas. Esta historia de un valentísimo y carismático torero mexicano del mediodía del pasado siglo, nos deja claro que los toros pueden dar dinero, posición y fama, pero también – y de eso tenemos algunos ejemplos recientes – dan graves cornadas que en determinadas circunstancias pueden terminar con la vida de quienes las reciben.

Miguel Ángel García Medrano

Fue originario de Apan, Hidalgo, donde nació el 29 de octubre de 1929. Su presentación como novillero en la Plaza México ocurre el 30 de julio de 1950 y entre ese domingo y el 22 de julio de 1951, Miguel Ángel – así se anunciaba en los carteles – entraría definitivamente en el ánimo de la afición de la capital mexicana. En esta última fecha alternaba con Julio Pérez Vito y Fernando de los Reyes El Callao y aunque la tarde fue del tlaxcalteca de la mirada triste con Cuadrillero de San Mateo, en su turno al quite con este toro, el Güero - en México llamamos güero a los rubios - realizó uno por gaoneras que terminó por definirle ante la afición de la capital mexicana. En palabras del bibliófilo Daniel Medina de la Serna:


El Güero Miguel Ángel era un desesperado en busca de gloria… o tal vez de la muerte; la aguja de su brújula no sabía marcar otro derrotero que el del ‘arrimón’ ahora sí y mañana también y a la menor oportunidad o provocación, clavaba los pies en la arena y pegaba, sin darle ninguna importancia a los pitones, sus gaoneras tremebundas. Nunca fue un torero de arte, ni de clase, pero sí un torero con emoción de alto voltaje…
Se mantuvo en el interés de la afición, aunque con pronunciados altibajos hasta el año de 1953, cuando marcha a España a hacer campaña como novillero, de la mano del Coronel Escalante, que lo puso a cargo de Domingo González Dominguín, para que lo apoderara en la península, presentándose en Las Ventas el 4 de octubre de ese calendario.

Bajo el signo de la sustitución

Algunas de las fechas señaladas de la carrera de Miguel Ángel García estarían marcadas por el signo de la sustitución. Su presentación en la Feria de Abril sevillana, el 2 de mayo de 1954 se dio por ese medio, cuando Jaime Ostos, por motivos relacionados con su servicio militar, no estuvo en posibilidad de actuar junto al lusitano Paco Mendes y Pepe Ordóñez para despachar un encierro de don Felipe Bartolomé. Así fue que Domingo González le consiguió al Güero la oportunidad de actuar en la Maestranza y de iniciar temprano y en una feria de importancia su temporada de ese año.

El primer novillo de la tarde le correspondió a Miguel Ángel y lo sucedido lo describió así Gómez Bajuelo, cronista del diario ABC de Sevilla en su edición del 4 de mayo siguiente:




El signo dramático de la Feria...

La Feria de este año ha tenido un signo dramático. Con él, más acusado aún, se cerró la novillada del domingo. Toreros de todas las categorías – matadores, banderilleros, picadores y hasta "espontáneos" – quedaron prendidos de las astas de las reses y pasaron triste y obligada visita a la enfermería. ¿Desentrenamiento, impericia, pujanza del toro en abril? Tal vez haya habido de todo un poco. Lo cierto es que el balance ha sido doloroso. Y no más en sus consecuencias, porque en Sevilla, la intervención facultativa es firme vehículo de la misericordia divina…

…Un espontáneo, en varios pases, descabaló la pureza inicial del arranque del novillo. Esto hubiera sido suficiente para que Miguel Ángel, rehusando el propósito preconcebido, se hubiera atenido a las circunstancias. Pudo más su afán valeroso. Y en terrenos del 2, sin esa soledad que fija más la atención del bicho, intentó el cambio de rodillas. Este alcanzó al espada que, entre la emoción del público, con mueca de dolor en el rostro, caminó hacia la enfermería en los diligentes brazos de las asistencias...
La cornada que recibió Miguel Ángel fue gravísima, el primer parte facultativo rendido por el doctor Leal Castaño fue el siguiente:


Fue asistido durante la lidia del primer toro, el mejicano Miguel Ángel, de una herida que le interesa la bóveda del palatino, alcanzando el peñasco, con fractura del mismo; parálisis del nervio facial y otorragia. Pronóstico: gravísimo.
Una vez que el torero fue trasladado a la clínica de Nuestra Señora de los Reyes, con el equipo adecuado, se practicaron nuevos estudios y se rindió un parte complementario, mismo que ya refleja otras lesiones que no se apreciaron en las primeras curaciones practicadas en la enfermería:


El diestro mejicano Miguel Ángel García, sufre una herida por asta de toro que interesa paladar interior y posterior y que atravesando la fosa tiroidea derecha alcanza el peñasco, fracturando la base del cráneo con parálisis del nervio facial. Gran otorragia. Pronóstico gravísimo. Durante la cura se le hizo una transfusión de sangre de 200 centímetros cúbicos.
La evolución de la recuperación del torero fue objeto de seguimiento por los diarios españoles de la época, que reproducían los partes que periódicamente remitía el equipo médico encargado de su atención. Se vio la conveniencia de hacer llegar a la madre de Miguel Ángel a acompañarle y facilitarle su restablecimiento, de lo que el semanario madrileño El Ruedo publicó un amplio reportaje gráfico y que está a la vista en la bitácora del Aula Taurina de Granada que con acierto y afición administra el buen amigo Paco Abad.

El torero se recuperó y logró tomar la alternativa al final de la temporada. Fue en Palma de Mallorca, el 26 de septiembre, cuando José María Martorell ante el testigo Victoriano Posada, le cedió a Miguel Ángel García el toro Barreto de Ramos Matías Hermanos. Ya como matador de toros, el valiente torero de Apan regresó a México. También les reenvió al reportaje gráfico de El Ruedo que obra en el Aula Taurina de Granada.

La debacle

Miguel Ángel confirmó su alternativa en la Plaza México el 16 de enero de 1955. Lo apadrinó Ricardo Balderas que le cedió al toro Trueno Verde de Torrecilla delante del cordobés José María Martorell, pero la crisis estallaría al domingo siguiente, en la confirmación de Jumillano y así lo contó en su día Pocapena en el diario Esto:


Miguel Ángel dio la vuelta al ruedo, salió a los medios a saludar y se fue a la enfermería donde los médicos que lo asistieron diagnosticaron que no estaba en condiciones físicas para seguir toreando. Al torero no le convenció la opinión de los facultativos y volvió al callejón, donde su apoderado, amigos y compañeros pudieron apreciar, por incoherencias manifiestas en su conversación, que era un disparate salir a despachar al segundo suyo, último de la corrida y el de más peso, pues dio en la romana 540 kilos…
José Octavio Cano, en el mismo diario, le dirige estas sentidas reflexiones:


Con una nerviosidad terrible he seguido las incidencias trágicas de tu negativa a dejarte sacar de la plaza porque los médicos ordenaban que tu no estabas en condiciones de poder lidiar al sexto. Y sin embargo lo hiciste…

Te impusiste al fin de cuentas sobre los gendarmes, sobre los médicos, sobre la multitud que acabó pidiendo que te fueras. Pero sigo creyendo que a pesar de todo, ni los médicos, ni la autoridad, ni nadie, debieron haberte dejado continuar. Los ruedos de las plazas de toros no deben convertirse nunca en piedra de sacrificios humanos…

Lo que me parece necesario y urgente, por razones puramente buenas, es que por este año al menos, es que te retires de los toros, Miguel Ángel. Tú necesitas rehacerte física y moralmente. Y digo moralmente, porque los pitos que has escuchado en tus dos tardes te han herido… Creo que te han hecho muy mal en traerte en estas condiciones y sobre todo en haberte lanzado a los ruedos a una lucha desigual con los hombres y con los toros.
Y es que, cuenta también Daniel Medina de la Serna, al mediar el festejo, Miguel Ángel comenzó a insistir a gritos que estaba en Sevilla y que en su siguiente toro iba a pegar un repaso a todos esos gachupines. Eso motivó que el Juez de Callejón pidiera que los médicos lo examinaran y tras hacerlo, ellos determinaron que no estaba en aptitud de continuar en la lidia. El hecho trascendió y de nuevo es el semanario de Madrid, El Ruedo, el que publica un amplio reportaje gráfico sobre el asunto, el que también pueden ver en la casa de Paco Abad.

Aún tendría arrestos para ir de nuevo a España, confirmar en Madrid el 19 de mayo de ese 1955, curiosamente entrando al cartel de nuevo por la vía de la sustitución, en este caso - paradójicamente - de Pepe Ordóñez. Esa tarde, Manolo Vázquez – que también sustituía a Antonio Ordóñez – le cedió al toro Ratonero, de Carlos Núñez, en presencia de Jumillano. Esa campaña española le redituaría un total de 6 corridas de toros.

Su tristísimo final

Miguel Ángel se mantuvo en activo hasta 1959, cuando toreó su último festejo en la Plaza México. Fue un festival a beneficio de la Unión Mexicana de Matadores, en el que alternó con los rejoneadores hermanos Ruiz Loredo, Andrés Blando, Ricardo Balderas, Pepe Luis Vázquez - mexicano - y El Callao. Los altibajos de su estado mental ya no le permitían mantener una actividad constante en los ruedos y por eso mismo, las empresas no hacían el intento de contar con él. Tras del festejo, manifestó lo siguiente al semanario capitalino Claridades:


He acostumbrado a las empresas a que me la juego cada vez que salgo y no me perdonan que alguna tarde no corte orejas… últimamente me regatean los centavos en forma que me hace pensar que ya está bien de lucha inútil y que mejor será que me retire…

Miguel Ángel García fue encontrado sin vida en una banca del Paseo de la Reforma de la Ciudad de México en septiembre de 1974. Su cadáver ingresó a la morgue como desconocido y cuando ya los estudiantes de medicina lo utilizaban para prácticas anatómicas, uno de los médicos forenses advirtió las cicatrices de las cornadas en sus muslos y le comentó a Pepe Alameda el hallazgo, quien acudió a identificarlo y permitió así que sus familiares pudieran darle la debida sepultura.

Aldeanos